Nuevos cuerpos, mismos sentimientos

Recuerdo del primer mensaje :

El día se hizo medianamente largo para el pegaso. Hace un par de horas que almorzaron y aprovechó todo ese tiempo para ordenar apuntes de la clínica en su habitación. Logró apañar una pequeña estantería tomando prestados un par de tablones de madera, realmente la carpintería no era lo suyo pero no quedó ni tan mal. Al menos no se caería por un par de libros. Adam realmente estaba agotado mentalmente de ordenar tanto apunte tomado a mano, realmente ha escrito más en estos días que en los últimos años.

—Buff… Al fin terminé —dijo para sí cuando vio esos montones de papel bien ordenado y anotado, satisfecho por el buen trabajo que hizo.

Realmente se tomó su tiempo en ello y el trabajo duro merecía una recompensa: relajarse en el salón por un ratito. Como estaba en camiseta de manga corta decidió colocarse una camisa abotonada de un azul apagado, unos vaqueros de color oscuro y unos zapatos de cuero que lo hacían ver elegante, realmente le gustaba vestir así. El pelo suelto no estaba mal, recordó haberlo cepillado por la mañana y aun conservaba el buen cuidado no molestando para nada su visión. La barba se la recortó hace días pero se anotó darle un repaso cuando pudiese.

Agarrando el pomo se vio venir el testarazo del maldito cajón de la cómoda con vida propia y lo esquivó con un pelo. Sonriendo pícaramente por su predicción hizo una peineta al mueble viviente. Salió del cuarto con calma, bostezando un poco. Por el rabillo del ojo acertó a ver al fauno salir casi al mismo tiempo que él.

—¡Vaya! No sabia que estabas también en tu habitación —empezó simpático y de buen humor por cruzarse con su pareja—. Estaba ordenado cosas, ya sabes, más apuntes que tomé en lo del señor Enredo —dijo con modestia como si fuese lo común, que lo era. Para el poco tiempo que llevaba, la rutina lo moldeó bien.

-¡Sí, justo eso! Vale que es la primera vez que veía una luna, pero aún así... Tiene algo más que la hace única.- respondió con entusiasmo. No tenía claro si entre los dos habían conseguido describir por completo lo que sentían al verla, pero al menos era un comienzo. Siguió la mano de Adam y contempló la Luna Roja en su esplendor a la vez que decía aquella frase. ¿Lo que realmente eran? Chromsa habría empezado a darle vueltas a aquello de no ser porque la otra mano del ruso tomó su otra mano y cuando quiso darse cuenta lo tenía delante suya.

Si ya la vista le había parecido preciosa antes, ahora toda la situación le parecía perfecta. La lluvia, la luz, las hojas a su alrededor, Adam... Todo estaba en una armonía propia de la Acromía. El ochrorio se limitó a escuchar a su pareja, con la pulsación creciendo por momentos al igual que el rubor en sus mejillas. Tras una mueca de risa muy enternecida, dijo: -Pues creo que no se te da mal. Yo... siento lo mismo, aunque también me cuesta un poco decirlo a veces. Imagino que es la falta de experiencia, jeje...- Chromsa enmudeció al igual que el pegaso y quedaron en silencio por unos momentos bajo la Luna. Fue entonces cuando los labios de Adam se encontraron con los suyos y, aunque no era el primero, fue tan mágico como aquel o incluso más. Se dejó llevar y le devolvió aquel beso y todos los que llegaran después hasta que ambos decidieran parar.

Cuando acabó, Chromsa seguía cogiendo las manos de su pareja y lo miraba con una sonrisa. -Nunca me cansaré de decir que conocerte fue lo mejor que me ha pasado desde que llegué aquí. Me alegro tanto de que todo haya acabado bien...- dijo con cariño. Aquello último le hizo caer sin embargo en la duda por el futuro. Ahora eran ciudadanos pero, ¿qué harían a partir de ahora?. Tras un breve silencio donde se podía notar que algo le preocupaba, preguntó: -Adam, ahora que ya tenemos toda la libertad posible, ¿qué podemos hacer? Quiero decir, ya tienes planes para estudiar medicina con Enredo pero... ¿Tienes algo más pensado?-

Aquel fue de los momentos más hermosos en la vida de Adam. Estaba rodeado por un clima lluvioso, una calma relajante y su otra mitad a su lado. Chromsa no se llegó a detener pronto y Adam hizo lo mismo, llegando a abrir un poco sus ojos para verlo. El tiempo no tenía significado, casi como si se hubiera detenido. Eran solo el pegaso y el fauno, la lluvia y la Luna Roja. Adam agradeció a Rocavarancolia, un mundo manchado de sangre y mentiras, solo por regalarle una persona que, de no haber sido por la cosecha, jamás hubiese conocido y amado.

Ambos pararon y Adam escuchó a Chromsa con una sonrisa, estaba a punto de derretirse por dentro por tener tan buen momento con él. Iba a responder cuando lo notó algo preocupado y se explicó. Tenía razón, tenían todo un futuro por delante y las dudas no tardarían en surgir. Adam estaba avanzando a buen ritmo con Enredo pero ellos dos… El ruso lo tenía claro, siempre lo tuvo en su cabeza y decidió contarlo.

—¡M-me gustaría hacer vida aquí, contigo! Quiero estar a tu lado y... ¿Por qué no? Vivir juntos en algún sitio. ¡No importa donde! —Adam rodeó a su pareja con su brazo derecho, enérgico, ambos mirando al horizonte lluvioso. Él estaba muy rojo pero muy feliz por decir lo que estuvo diciendo—. ¡Quiero hacer de lo nuestro algo real, tener un hogar para nosotros, hacer vida...! —Adam se empezó a reír a carcajadas, estaba demasiado eufórico y él mismo lo sabía. Tumbó su cabeza sobre la del fauno, poco importándole los cuernos—. Ni siquiera sé si es posible, quizás se me esté yendo la olla. Pero te quiero demasiado, ¿sabes? L-lo mismo lo verás como los deseos de un niño pequeño pero desearía vivir contigo en un sitio al que llamar hogar, nuestro hogar. Aunque sea en Ochroria, no me importaría.

Si bien la cabeza del ochrorio empezaba a traer de vuelta las dudas que le surgieron tras la transformación, el abrazo y las palabras de Adam hicieron de barrera a todos aquellos pensamientos reconduciéndolo al momento tan dulce que estaban teniendo. Con una amplia sonrisa acompañada de algunas risas tontas, fantaseaba con cada sílaba y proyecto del ruso. Al fin y al cabo, el sentimiento era mutuo. Tener una casa, vivir juntos y compartir vida... era un sueño que realmente no quedaba lejos. Sin embargo, la mención de Ochroria rompió parte de la magia.

Algo más intranquilo, aparte ligeramente su cabeza de la del pegaso y comenzó a explicar lo que ocurría: -¡Por supuesto que me encantaría hacer todo eso, Adam! Pero es justo eso, Ochroria... Se que ya lo hemos hablado, pero...- Le miró a los ojos para continuar: -Sigo preocupado con lo de mi familia. Quiero pensar que todo será como me dijiste y no habrá problema, pero no puedo evitar tener la duda de que no sepan ver más allá de todos los cambios.- Relajó más la postura soltando los brazos de su pareja y volviendo la mirada al suelo: -Necesito verlos, ver que todo les ha ido bien todo el tiempo que llevo fuera, pero todavía no creo que esté preparado para lo que pueda pasar.-

Buena parte de las hojas habían caído al suelo siguiendo los ánimos del brujo y las que quedaban flotando se movían lentamente, con aire melancólico.

Cuando Chromsa se retiró un poco, Adam supo que tocó sin querer una fibra sensible. Las dudas de su pareja no se habían disipado y cuando él lo miró a sus ojos y habló, el ruso puso un semblante algo decaído. ¿Por qué no lo pensó antes? El ochrorio no necesitaba escuchar ese recordatorio y sin embargo se fue de la lengua con él, a su modo el pegaso se sintió muy culpable e hizo un amago para agarrar su mano pero negó el gesto en último momento, no quería añadir más leña al fuego.

—Oye Chromsa, te lo digo con buena fe. Siento que estás preocupándote demasiado con… tus cambios. ¿De verdad piensas que tus propios padres, tu familia, van a ser tan superficiales contigo? ¿Imaginas a tu hermana Chrille rechazando a su hermano mayor? Piensa que has ganado unos dones increíbles y… —se terminó bloqueando. No sabía si estaba pecando de insensible, si no estaba comprendiendo del todo a su pareja. En su caso no tenía unos padres ni unos hermanos que se preocupasen por él, ni siquiera amigos. Por no tener ni siquiera cambió demasiado por fuera a diferencia de Chromsa.

—...y piensa que ellos siempre te querrán, da igual como te veas por fuera —sus hojas hacían mucho más evidente que le dio una bajona no pequeña—. No me gusta verte así Chromsa… sé que es duro pero n-no te asustes, verás que no es tan malo como te imaginas cuando los veas de nuevo —sinceramente el pegaso estaba haciendo su mejor intento, pero no era lo suyo reconfortar personas.

El ochrorio agradeció el espacio que le dejó el ruso. No es que estuviera tan preocupado como para ponerse a llorar allí mismo, pero sí que le vendría bien para calmarse. Mientras intentaba consolarlo lo escuchó atentamente a pesar de tener la mirada perdida entre sus hojas y la luz de la luna. Cada nombre que mencionaba traía la imagen de sus familiares a su mente. -(¿Qué fue lo último que le dije a cada uno antes de marcharme?)- se preguntaba sin recordar la respuesta.

Al terminar de hablar el pegaso, el brujo lo miró con una breve sonrisa. -Te aseguro que así lo creo y rezo a la Acromía para que así sea, pero no quita que siga habiendo una parte por pequeña que sea que tema esa posibilidad. Hasta que no vuelva a Ochroria seguramente siga así, pero confío en que podré llevar mejor el ánimo con el tiempo.- explicó. Después volvió la vista a Adam y, con otra sonrisa más duradera que la anterior, dijo: -Van a ayudar bastante una pareja y unos amigos buenos que tengo aquí. Gracias, de verdad.- Había visto la preocupación en su cara y le hacía sentir culpable que estuviera mal por algo de lo que ya habían hablado antes.

Se acercó de nuevo ya más tranquilo e intentó ir cambiando la situación: -Me hacía falta hablar de ello, pero tampoco quiero amargarnos la tarde con el tema. ¿Te parece bien que sigamos andando?-

Después de decir sus palabras el pegaso esperó a que Chromsa hiciese o dijese algo, con su cara en tensión. Al cabo de un breve rato el fauno sonrió un poco y Adam relajó los hombros, estirando la espalda y atendiendo mientras lo miraba, agradecido a sí mismo por hacer mella en ese momento de debilidad que manifestó su otra mitad. Chromsa volvió a mirarlo, sonriente, y a Adam se le iluminaron los ojos por haber sido de ayuda.

—Para eso estamos todos —contestó con una sonrisa calmada y pacífica—. Vale, sigamos caminando por aquí —Adam tomó un poco de iniciativa en el paseo guiando el paso por los alrededores de la torre sin alejarse demasiado, tampoco quería preocupar al resto. Iba con las manos en los bolsillos, no quería agobiar a su pareja con tanto contacto.

—Eh… Chromsa —llamó su atención después de un breve rato en silencio—. Ahora que lo pienso, no sé como reaccionarían mis padres a todo esto. Quiero decir, yo me quiero quedar aquí pero… no sé si ellos se pondrían tristes al oír esto de mí, de no volver a casa —su tono se tornó algo melancólico, quizás alicaído. Tomó una decisión pero el duelo seguía ahí, ese minúsculo sentimiento se notaba. Pero con una breve exhalación nasal del ruso que hacía de una corta risa se interpuso en el ambiente, seguido de una negación de cabeza tan literal como emocional—. No creo que lo hagan, aparecería en mi casa y no sé que pasaría. ¿Me preguntarán dónde estuve todos estos días? No sé... Quizás se lleven la sorpresa de que soy un pegaso pero no creo que se disgusten por mí cuando regrese aquí, tampoco he sido el hijo modelo que digamos.

Con el tono en que hablaba parecía que no le estaba dando importancia, teniendo entre sus oraciones un tono burlón, desentendido y despreocupado. Sin embargo a leguas se notaba que se estaba haciendo el fuerte, hablar de sus padres conllevó una punzada bastante dura que no se esperó. Esas dudas a veces lo atosigaban, si de verdad su padre y su madre lo mirarían de vuelta con esos ojos alegres de antaño. Añoraba el cariño de ellos pero lo único que consiguió con su presencia fue hacer más daño a ellos dos. Sabía que no lo mirarían más por lo que ahora es, sino por lo que una vez fue. Ante eso apartó la mirada al frente con un leve suspiro y las comisuras tensas.

—L-lo siento, tampoco quería continuar con el tema familiar. Eh… No tuve que hablar de ello, no quería incomodarte.

El ochrorio agradeció la comprensión del ruso y no tardaron en seguir su caminata. Adam le dejó un poco de espacio mientras andaban y, si bien no le importaba seguir de la mano como habían estado haciendo antes, apreció el gesto. Chromsa pensaba que ya se encontraba más calmado, peor por si acaso no quería forzar las cosas. Fueron un rato no muy largo en silencio, contemplando los alrededores mientras oían el sonido relajante de la lluvia.

El pegaso fue el primero en hablar de nuevo y traía consigo sus propias dudas respecto a su familia. El brujo lo conocía lo suficiente a esas alturas como para saber que era un tema delicado a pesar de los esfuerzos de Adam para quitarle importancia. Sabía lo que pasó con Mijail y por supuesto aquello había afectado a su relación con sus padres. No recordaba que su pareja le contara demasiado sobre ellos, pero las posibilidades de reencuentro que presentaba el ruso no eran muy buenas.

Cruzó los brazos pensando en ello con un semblante más serio, cosa que notó el terrestre y pidió disculpas por hablar de aquello. Chromsa relajó su postura e intentó transmitir la misma calma que él le había dado hacía un rato: -Tranquilo Adam, no molesta en absoluto.- Pensó bien cómo iba a decir lo siguiente y continuó: -Oye, se que es algo muy complicado y no puedo ponerme en su lugar, pero no creo que fueran a tomárselo tan mal si volvieras. Quiero decir, a pesar de todo siguen siendo tus padres pase lo que pase. Tal vez las heridas sigan estando sin cerrar, pero aunque en un principio no lo hagan acabarían dándose cuenta de que has cambiado mucho. Estoy seguro de que estarían orgullosos por todo lo que has conseguido.- Una pequeñísima parte de él se preguntaba si estaba pecando de ingenuo, pero el resto está convencido de lo que decía.

El pulso se le llegó a acelerar un poco, soltando pequeños suspiros de manera frecuente lidiando con el torrente interior de dudas por su cuenta. De nuevo quería encerrar lo que sentía, luchaba por calmarse solo. Siempre era así. No quería molestar a nadie con sus dudas.

Sin embargo la intervención de Chromsa demostró todo lo contrario. Tal y como él previamente dijo tenía gente a su lado, incluido el fauno. Adam lo miró con sus ojos algo enmudecidos de la pequeña congoja que se fueron iluminando poco a poco por las cosas que decía, tan necesarias como esperanzadoras.

Quizás estaba siendo incluso egoísta con sus pensamientos, siempre era fatalista consigo mismo y, por ende, los que le rodeaban. Tal y como él fue la prueba viviente de que la gente puede cambiar, quizás también lo haga la opinión de sus padres. Cerró los ojos, ahogando ese pequeño rocío y sonriendo periódicamente.

—Me aferraré a esa opción. Gracias Chromsa, lo necesitaba —dijo sin más, mirando al cielo lluvioso y con la visión más clara de cara al futuro gracias a la intervención del ochrorio. Lo miró de vuelta con un semblante mucho más relajado y con lentitud volvió a agarrar su mano mientras seguían andando y la duda volvió a florecer—. Una cosa, ¿en tu mundo qué opina la gente en general sobre una relación como la nuestra? Entre dos hombres quiero decir.

Por mucho que estuviese en Rocavarancolia, ser ruso le pasó factura con ese tema y siempre lo miró con un tabú intenso. Además de que su pareja viene en un mundo ciertamente rústico a sus ojos y el equivalente de ese periodo en la Tierra fue no demasiado amigable con las relaciones homosexuales, de ahí su pregunta.

—Es que de donde vengo, en Rusia, no son tan partidarios de otras relaciones que sean de hombre y mujer. Recuerdo a dos colegas en mi banda que pasó que yo era el único que sabía que estaban colados el uno por el otro, les pillé sin quererlo detrás de un edificio y se asustaron mucho —recordó eso con mucha vergüenza, riéndose algo colorado—. Me hicieron jurar que no dijese nada, pobrecitos.

Parecía que había conseguido que Adam cambiará a una visión más positiva del asunto, lo cual alegró al ochrorio. No sabía si el ruso acabaría haciendo una visita a sus padres, pero en el caso en el que lo hiciera esperaba que todo fuera lo mejor posible aún con todas las dificultades de la situación. Siguieron caminando, esta vez agarrados de la mano. Por si todavía pensaba en las otra posibilidades, el ochrorio acariciaba con su pulgar el dorso de su pareja, intentando transmitirle seguridad y calma.

No tardaron mucho en empezar una nueva conversación, una además que no se esperaba Chromsa. Nunca se había parado a pensar sobre las relaciones de pareja en los distintos mundos, aunque desde luego imaginaba que habría diferencias. Lo escuchó atento mientras explicaba el caso de Rusia y soltó una risilla con la anécdota -Jaja, ya veo. Aunque es una pena que tuvieran que ocultar algo así por culpa de lo que piensa el resto- dijo algo más serio después de la risa.

-En Ochroria... No sabría decirte con seguridad, pero creo que no está tan mal visto. Por supuesto se incentiva más la relación hombre-mujer por la natalidad, pero no pasa nada si prefieres otra opción. Como tal solo he escuchado y leído sobre ello, no recuerdo ninguna pareja así en el pueblo, aunque tampoco es que conociera a todos como para decirlo.- respondió a la pregunta del ruso. Y, aunque había preguntado por la consideración general, el brujo le mostró la suya: -Sea como sea, cualquiera debería poder amar a quien quiera sin tener miedo a lo que digan. Incluso si son de mundos diferentes.- Con esto último Chromsa miró a Adam algo sonrojado con una sonrisa.

Por lo que recién escuchó, parecía ser que Adam exageraba un poco con Ochroria. Le tranquilizaba saber que no era tan estricto ese tema por el lado de Chromsa, ahora sabía que no le pesaba tanto que fuesen dos chicos formalizando una relación. El pegaso sabía que debía mejorar en esas inseguridades internas, mirándolo desde el punto de vista que en Rocavarancolia eso no significa nada. Estará con quien más desea sin tabúes de ningún tipo.

—Me encanta como piensas —soltó mirándolo a los ojos como si intentase leer en ellos para luego mirar al frente—. Si dos personas quieren estar juntas, ¿por qué impedirlo? —asintió a la verdad como un templo que dijo el fauno.

—De hecho, quiero confesar una cosa. Y, de verdad, pido perdón por sacar el tema de nuevo —empezó con una sonrisa culpable por ser tan pesado, deteniéndose en el sitio y apretando su agarre—. He estado pensándolo desde hace tiempo y, bueno… —le daba apuro decirlo, apartando la mirada y en cierto momento cerrando los ojos—. ¡Me encantaría conocer a tu familia! S-si tú estas cómodo con ello por supuesto. Me has contado algunas cosas sobre ellos y tengo demasiada curiosidad por conocerlos, aunque no te niego que me muero de nervios solo de pensarlo —dijo dejando florecer la curiosidad que tenía junto a la gigantesca vergüenza que le daba ver a la familia de Chromsa, sobre todo sus padres. ¿Cómo reaccionarían ellos ante un humano de la Tierra?

Que Adam le devolviera la sonrisa no hizo más que acrecentar la del ochrorio. Ambos pensaban lo mismo sobre aquel tema y allí, hasta donde sabía al menos, nadie les impediría ser felices. -Exactamente.- asintió también a la verdad del ruso.

Cuando quiso darse cuenta el brujo, su pareja se había parado para decirle algo que, por su disculpa, imaginaba sobre qué sería. Le extrañó que le costara tanto decir lo que fuera cuando hacía unos minutos que ambos habían sacado todas las dudas de sus familias, llamando así a la curiosidad del fauno. Cuando lo dijo por fin, Chromsa enmudeció perplejo hasta unos instantes después de que el pegaso terminara, tras lo cual su quietud la rompió una amplia sonrisa y un fuerte abrazo. -¡Por la Acromía! ¿Cómo no voy a querer que los conozcas? ¡Claro que puedes, me encantaría!- le respondió con entusiasmo. Después del abrazo siguió dándole vueltas a aquel escenario: -A Chrille seguro que le caes bien. Al principio puede cortarse un poco con los desconocidos, pero coge confianza muy rápido. Mis padres son un amor, te recibirán como si llevaras siendo uno más desde hace mucho tiempo. ¡Ah! Y Ezini tiene que estar enorme desde la última vez que lo vi. Será todo perfecto, sí...-

Recreando en su mente lo bonita que sería esa reunión, recordó un pequeño pero importante detalle. -Ahora que lo pienso, se van a extrañar mucho de verte. No porque no te conozcan, claro, si no porque no eres ochrorio. Vamos a tener que explicarles muchas cosas.- comentó.

Chromsa parecía bastante sorprendido por lo que Adam dijo y el último esperó a lo que iba a decir pero se llevó un fuerte abrazo del fauno que, a decir verdad, se notaba que la transformación le dotó de algo más de fuerza. Leyó algo al respecto de que el cuerpo tendría cambios generales con respecta a capacidades físicas y todo aquel afectado por la Luna Roja le tocaría una mayor o menor mejora física.

Sin embargo no lo estaba asfixiando para nada, sonriendo mucho por la afirmativa e ilusionado a partes iguales por lo que el fauno contaba. Le parecía muy tierno conocer a su hermana Chrille o presentarse con sus padres que, tal y como Chromsa los presentó en ese escenario, parecían majísimos.

—Quizás sea algo raro para ellos, o eso o que soy un animal gigantesco alado por otro lado —Adam se reía por lo absurdo que sonaba todo, llegando a poner su palma en la frente escondiendo su risa tonta—. Lo bueno es que quitando los bigotes y las orejas tampoco soy tan distinto a un ochrorio, no creo que se escandalicen mucho al verme —afirmó bastante más calmado por el discurso de antes del fauno, su familia tenía pinta de ser buena gente desde luego—. Y por otro lado es lo que dices, tendremos que explicar muchas cosas sobre este mundo y como nos las arreglamos para mantenernos juntos en Silente. Todo sobre Rocavarancolia, la magia, nuestros compañeros, nos tiraremos un buen rato contando cosas jajaja —la conversación se tornó muy agradable, no paraba de reír. Lo rodeó con el brazo desde su espalda, aferrándose al hombro mientras caminaban.

Con la siguiente reflexión del ruso no pudo evitar contagiarse de la risa de su pareja. -Como aparezcas así de primeras me da que antes de explicar nada tendremos que hacer que se recuperen de la impresión. Lo más parecido que hay en tamaño a un pegaso son los tritones de carga y no es que se parezcan mucho precisamente.- dijo entre algunas risillas.

Adam continuó hablando y el ochrorio lo escuchó con la misma felicidad que irradiaba con sus palabras. De no ser por la situación en la que se encontraban, la idea de que Adam apareciera en su otra forma le habría preocupado tanto como por los cambios del propio brujo. Pero ahí, riendo bajo la lluvia aún habiendo tenido una conversación sobre el tema minutos antes, el terrestre consiguió que ni siquiera se le pasara por la cabeza. Simplemente disfrutaba el momento.

-Pues sí. Realmente los terrestres os parecéis bastante a los ochrorios en comparación con el resto de los mundos.- dijo mientras también lo rodeaba con el brazo. -Desde luego será una charla muy larga. Ya nos veo a todos en la mesa con una buena comida. Seguramente Chrille no se esté quieta tanto rato, siempre le ha costado y además con toda la ilusión de volver a vernos... Espero que no te moleste demasiado, jajaja. Habrá que preparar alguna de las camas de mis hermanos para ti el tiempo que estemos.-

Se puso muy contento de ver que Chromsa estaba de hecho a gusto con la conversación. No quería abrir más la herida pero con las risas de su pareja se dio cuenta de que eligió bien sus palabras.

—¡Jajaja! No te preocupes, no creo que ella me moleste, de hecho no sé si yo podré mantenerme quieto de los nervios en la mesa —confesó con mucha ilusión—. Tu hermana seguramente sea un solete, me encantaría hablar con ella todo el día si hiciese falta.

Lo decía con mucho ánimo y con toda la verdad. Su hermana parecía tan tierna que no le extrañaría que terminase él mismo jugando con ella o apuntándose a lo que ella diga. Lo de las camas le sorprendió un poco, no pensando que también existía la posibilidad de quedarse un tiempo ahí.

—Si me quedase un tiempo, me encantaría ayudar un poco con las labores de vuestra casa. No me has enseñado con el huerto del torreón en vano —se ofreció con una gran sonrisa, esperando no patinar demasiado con esa clase de labores el primer día—. También me encantaría ver a Zuto, sería impresionante observar un tritón de carga en persona. Me encantaría verlo todo en Ochroria, aunque creo que sería apuntar demasiado, ¿no crees?

Los dos estaban ilusionados con la idea de ver a la familia del ochrorio. Que Adam tuviera tantas ganas de conocer a todos le alegraba mucho al brujo. Soltó una carcajada con lo primero que dijo (sumado al hecho de imaginarse a su hermana y al ruso moviéndose por los nervios por toda la casa), explicando después: -Ten cuidado con lo que pides. Es un solete desde luego, pero como le des más conversación de la cuenta no te dejará en paz en una semana con tanta pregunta.-

-Gracias, vendrá bien una mano extra- contestó agradado. - La cosecha tiene que estar cerca, así que habrá bastante que hacer, pero con lo que te he ido enseñando estoy seguro de que sabrás defenderte.- Los meses en que le había ayudado con el huerto del torreón le había explicado gran parte sobre lo que sabía de agricultura y al pegaso no se le daba mal. Sin embargo, el campo de su hogar requería de bastante más tiempo, sería toda una prueba para Adam.

A la sonrisa de su pareja contestó con la suya antes de decir lo que pensaba de aquella idea: -Y, bueno, no veo por qué no podríamos. Tenemos todo el tiempo del mundo y magia, seguro que podríamos hacer un viaje largo. También me haría ilusión, la verdad. Solo conozco mi pueblo y hay muchos lugares que visitar en Ochroria.- Los ojos le brillaban ante todas las posibilidades. -De hecho, me gustaría visitar todos los mundos aunque llevara mucho tiempo.-

Cuando el ochrorio dijo que Adam podría defenderse bien en la cosecha de su casa sonrió de la vergüenza, apartando la mirada y negando con modestia pero aceptando el cumplido al fin y al cabo. Apreciaba que Chromsa le haya enseñado tanto sobre el mundillo de la agricultura, en parte fue de las primeras actividades que hicieron juntos.

El fauno aceptó la idea del pegaso sobre hacer un viaje en Ochroria pero el brillo de los ojos de su pareja indicaron que él quería más. Adam soltó un grito ahogado de buena sorpresa con lo de visitar mundos.

—¡Ahh, me encantaría! Aunque nos lleve años sería increíble ver tantas especies, culturas, tanto… Tanto que ver que me explota la cabeza solo de imaginarlo. ¡Oh! ¡Te podría llevar de visita a la Tierra! Te enseñaría de todo, incluso esos televisores que mencionamos en aquel momento —siendo honestos Adam estaba demasiado emocionado por ver la reacción de Chromsa a la tecnología. No lo consideraba un coco duro de roer e imaginó que pillaría muchas cosas en poco tiempo. Su mirada brillaba como la de un niño—. Te llevaría a ver toda la ciudad de San Petersburgo. ¡Ah! Y Moscú también, está pobladísima de gente. Y si nos da tiempo te llevo sin problemas a Rostov del Don, la ciudad donde me crié —Adam se mudó a San Petersburgo después del reformatorio y solía vagar mucho por el lugar dando paseos. Recordó haber visitado Moscú varias veces de pequeño aunque se le hacía demasiado pesada a veces por lo densa que es. Y Rostov del Don es una parada que Adam tuvo pendiente desde un principio, quería saber si el asunto de su banda quedó zanjado de una vez por todas.

—Aunque también aplicamos eso de que vienes de otro planeta. Hmmm... ¿Cómo lo haríamos para llevarte por sitios con gente? —tampoco quería que la policía o el gobierno ruso descubriese que tiene un novio extraterrestre—. Podríamos decir que es un disfraz y ya —dijo pensativo, con su dedo en la barbilla y mirando a Chromsa de pezuñas a cabeza. Para su desgracia no se le ocurría más, tampoco sabía sobre ningún hechizo de transformación temporal.

Si el mismo ya estaba emocionado, cuando sugirió aquello el pegaso también se sumó a la emoción. -¡Exacto! Hay tantísimo que ver, tantos mundos para explorar...- fantaseaba con mucha ilusión. Sus compañeros le habían dado una idea de cómo era cada mundo del que venían, pero Chromsa sabía que tendría que visitarlos para maravillarse aún más.

Por supuesto, el ruso se ofreció a enseñarle su planeta y en concreto su país natal. -¡Ah, me encantaría! Me has hablado tanto de ellas que sería imposible no ir. Seguro que son sitios preciosos.- decía emocionado hasta el punto de que dio algún pequeño salto. -Si vamos tenemos que pararnos en la catedral que tiene tantos colores, no me acuerdo bien de cómo se llamaba- añadió. Prácticamente todo lo que le habían contado sobre La Tierra le llamaba la atención, aunque cuando Adam le mencionó sobre aquella catedral hacía un tiempo supo que tenía que verla. Lo poco que le dijo le recordaba ligeramente a las grandes iglesias de Ochroria, al menos en cuanto a los colores que a veces tenían.

En cuanto a las dudas sobre su aspecto... Chromsa se cruzó de brazos pensando en ello. -Desde luego sería más difícil. Tú no has cambiado tanto en cuanto al resto de terrestres, pero yo... No se si con decir que es un disfraz bastaría...- dijo. Sin embargo, recordó algo que estuvo leyendo en uno de los últimos libros que había estado ojeando. -Aunque ahora que lo pienso, he visto algo que podría ayudarnos en uno de los libros de magia. Todavía tengo que traducirlo por completo, pero creo que habla de un hechizo de camuflaje o algo parecido. Podría venirnos bien si resulta ser eso.-