De cabeza en cabeza

La mentalista estaba sentada en el salón, con un libro en su regazo y un zumo delante de ella cuando escuchó la voz del pequeño repoblador, justo a tiempo para verle planear hacia otro de los asientos.
—Sí, dime —respondió con expresión curiosa mientras dejaba su libro a un lado.
Los únicos cinco nuevos habitantes de Serpentaria no eran demasiado habladores y la criomante estaba bastante segura de que muy probablemente podrían beneficiarse de sus conocimientos, pero entendía que les diese reparo pedirle nada. Se preguntaba si el acercamiento del surcamentes tenía algo que ver con eso.

—Así es: soy mentalista —le aclaró al repoblador antes de que prosiguiese con su explicación.
Conocía la transformación de Lulú. En cuanto supo que existía una criatura tal quiso informarse al respecto, a fin de cuentas sus habilidades estaban relacionadas con su campo de estudio.

Atendió con seriedad a la explicación que, aunque era poco precisa, podía comprender sin demasiado problema. A su amigo ordés le había tocado una transformación verdaderamente complicada: no cualquiera que se transformase en paranoia lo aceptaría con facilidad y estaba claro que Baste no era uno de ellos. Eso, sumado a los posibles traumas que la nublina estaba segura que aquel grupo arrastarba hacía que fuese sencillo para ella suponer parte de la bomba de relojería que el surcamentes pudiese haber visto en la cabeza de su amigo.

—Vale, a ver... Primero: tranquilízate, porque casi todo se puede solucionar y aunque tendría que examinarle primero estoy convencida de que si él colabora podemos ayudarle seguro. Sobre los frutos... he leído acerca de tus habilidades, pero parece que esos frutos solo contienen recuerdos sin mucha relevancia, ¿no? Corrígeme cualquier cosa errónea, por favor, pero si es como yo lo he entendido me parece que no bastaría con que te comieses ninguno de esos frutos. Pero... —adoptó una pose pensativa, llevándose un dedo frente a los labios y cruzando las piernas—. Con tu ayuda y el uso del mentalismo tendríamos una combinación perfecta para abordar problemas psicológicos. ¿Qué piensas, Lulú? ¿Crees que podrías convencer a Baste para que nos deje ayudarle de este modo?

Aquel asunto interesaba enormemente a Naeleth, más allá del simple hecho de ayudar a alguien que necesitase sus conocimientos.

Dejó que el surcamentes ordenase sus pensamientos al respecto de la información que acababa de obtener. Parecía que realmente no se había informado a fondo sobre su propia transformación, aunque la bruja podía sospechar las razones.

Negó con la cabeza cuando le preguntó si sería peligroso.
—No, en absoluto: si dices que colaborará no le va a pasar nada malo y le va a hacer mucho bien. La mayor dificultad con la que nos podemos encontrar los mentalistas es cuando nuestros pacientes ponen trabas o quieren conservar determinados recuerdos o sentimientos dañinos. Muchas veces ponen resistencia sin darse cuenta y eso sí puede ser peligroso—. No quería omitir información a pesar de que ya le había asegurado que no pasaría nada con aquel caso en particular—. Puedo hacerle olvidar con bastante precisión lo que le está haciendo daño, incluso podría sustituir recuerdos, aunque eso sí es más complicado y no sé si querría. Con tu ayuda, además, va a ser aun más fácil y seguro —le sonrió—. Aunque te aconsejo que aprendas bien qué puedes hacer con tus habilidades primero, por si acaso.

La bruja se sentía mal por aquel pequeño repoblador: podía notar cierto desasosiego en su forma de hablar y, al haber tratado ya con bastantes personas con problemas, tenía ya cierto ojo para determinados gestos o tonos de voz. Lulú quería ayudar a su amigo, pero él mismo necesitaría ayuda también. Naeleth se preguntaba si era consciente.
—Nunca es tarde: estoy convencida de que tú también tenías muchas cosas en la cabeza...
Fue su forma sutil de, quizás, tratar de hacerle pensar en ello mientras intentaba animarle un poco.

Parecía que el surcamentes ya se iba cuando le hizo una última pregunta.
—Para responder correctamente a eso tendría que extenderme mucho, pero solo vamos a tocar recuerdos y no sentimientos. Tampoco queremos eliminar todos sus recuerdos de esa época, solo los malos.

Naeleth dudaba que Lulú estuviese diciendo la verdad con lo de que estaba bien, pero no se conocían tanto como para insistirle así que tan solo asintió. Al menos ya sabía que podría pedirle ayuda en el futuro si la necesitaba, tal vez pensase más en sí mismo una vez hubiesen ayudado a Baste.

—Sí, por supuesto —respondió a su pregunta—. No solo porque quiero ayudarte, es que sería beneficioso para ambos. Tus habilidades y mi especialidad creo que podrían complementarse muy bien.

De hecho, aunque la bruja no lo sospechaba en aquel momento, aquel encargo sería el inicio de una relación de negocios en el futuro próximo.