Uñas de colores

Recuerdo del primer mensaje :

(Después de la merienda, antes del baile)

Eitne había escuchado que dama Abrazos había vuelto de alguno de sus trabajos y, al contrario que los mayores, él no acababa de entender qué era lo que suscitaba tanto rechazo hacia ella. Sí sospechaba que tenía que ver con su exuberancia, o tal vez con algo que dijo y que él no entendió o escuchó. Fuera como fuese, al chico le había caído bien durante la fiesta porque le había prometido que le pintaría las uñas y eso era suficiente para él. Así, en una mañana que no parecía especialmente divertida, Eitne flotó por la sede hasta dar inequívocamente con su habitación: la única con un cartel de “Si necesitas un abrazo, no dudes en picar”.

Él no quería un abrazo, pero sí quería que Abrazos le pintara las uñas, así que dio un par de golpecitos y gritó:

—¡Buenos días, señora dama Abrazos! —Puso extra de educación en sus palabras con la esperanza de que sumase a su aura—. ¡Soy Eitne!

Se quedó paralizada un momentito al ser preguntada por su trabajo. Si fuera un niño frivy no habría ningún problema en decirle que era gogó en las discotecas para animar el ambiente antes y durante la horade las orgías, normalmente en barra si había. Sin embargo era un niño carente de educación sexual frivy así que...

-¡Trabajaba como bailarina en las discotecas! -No era una mentira per sé, aunque se ahorraría los detalles. -No no, pídeme lo que quieras, tengo de sobra. -Le dijo orgullosa y divertida.

Eitne asintió con fuerza cuando le dijo que podía pedirle lo que quisiera, pero en el fondo sabía que no lo haría. Estaba un poco feo y él mismo se enfadaría si alguien le dejara sin pintauñas. Aun así le dio las gracias con efusividad y continuó charlando con ella.

—¡Ala, qué guay! ¿Te pagaban por bailar? —preguntó. Sabía lo que era una discoteca por sus amigos, gracias al Demiurgo—. ¿Me bailas algo rápido, porfa?

Aquello era casi más divertido que tener las uñas pintadas, y a las suyas ya le quedaban poco para estar completas. Al niño se le iluminaban los ojos, ilusionado por los efectos holográficos que desprendía aquel maquillaje tan extraño de Frivowaldanny.

-¡Por supuesto! Pero primero tenemos que acabar aquí. ¿Preparado para soplar?

Se encontraba divertida, pero por mucho que carcajeara o le mirara distraída el pintauñas no se salía nunca. Una vez ya tenía sus uñas perfectas ella se levantó y cambió la música buscando entre unas cuantas canciones hasta dar con algo que creyera que le iba a gustar al pequeño. Quería algo alegre, divertido para el pequeño y finalmente se decantó.

Se alejó de la cama y por fin, tras que el ritmo empezase, la guerrera comenzó a bailar dejando estallar aquella energía que la llenaba siempre cuando el ritmo crecía.

La bestia del crepúsculo asintió con vehemencia y sopló y sopló mientras la guerrera buscaba entre sus canciones. La música tenía un ritmo muy divertido y marcado, como con acentos. La percusión que utilizaban en daelicia era más delicada, de sonidos más suaves, y hacía meses lo que escuchaba le habría disgustado, ahora le inspiraba ritmo y movimiento. Energía, potencia. Siguió la música con palmadas en cuanto pudo, observando los movimientos coordinados de dama Abrazos.

Contagiado por lo bien que lo hacía, Eitne intentó imitar algunos pasos más sencillos desde la cama, aquellos que la guerrera hacía con las manos, y luego se dedicó a vitorear, aplaudir y zapatear con ambos pies (ahora que volvía a tener dos). Sabía que, con el tiempo suficiente, podría aprenderse parte del baile, como había hecho a veces con Rox y su música coreana. La cojera jamás le había impedido moverse y la pierna mecánica tampoco lo haría, pero sí que, en ese momento, no se sentía del todo cómodo con ella. No como para hacer movimientos tan rápidos y precisos.

—Normal que te pagasen —se rio en cuanto acabó la demostración de Abrazos, llenando la habitación con sus cascabeles—. ¡Qué bien lo haces!

En ese instante se quedó mirando las uñas holográficas, a las cuales no les había prestado tanta atención como debería.

—Y muchas gracias, que se me olvidaba —le dijo, alzando las manos y presumiendo de uñas—. Lo haces muy, muy bien, de verdad.

Se refería un poco a todo: el maquillaje, el baile, molar, ser amable y divertida...

Acabó firme y realizó unas exageradas y estúpidas reverencias hacia un público imaginario alrededor suya, terminando con una última aún más estrafalaria en dirección al pequeño.

-Muchas gracias. -Carcajeó claramente alegre de que la  elogiasen. -Naaaaaaaaaah superhay gente muchiiiiiisimo mejor que yo en todo ello. -Saltó hacia la cama repentinamente desde aquella postura extraña, tirándose en plancha en esta y girándose a Eitne.

-¿Quieres algo más? ¿Seguimos probando maquillaje? ¿Quieres escuchar un rato la música que tengo a ver si encontramos algo que te gusta? -Estaba contentísima de tenerle allí, era muy diferente de las reuniones más formales entre colegas u otras cosas. Con él podía hacer más el tonto al ser más pequeño.

La música todavía sonaba en la cabeza de la bestia del crepúsculo, que se había quedado con ganas de bailar un poco. El salto de la guerrera le pilló desprevenido y el niño botó en la cama levemente por el pequeño terremoto que se había formado en el colchón. Esbozó una sonrisa de oreja a oreja, dispuesto a seguir con el maquillaje, cuando se dio cuenta de algo. Bastó un vistazo hacia la ventana para que arrugara los morros.

—¿Podemos seguir mañana? —En su tono quedaba claro que le daba pena posponerlo—. Va a ser la hora de comer pronto y no quiero que me echen de menos. Lo bueno es que así puedo presumir de uñas perfectas hasta que se haga de noche —se rio—. Oye, y si necesitas ayuda con…. —¿Qué podía ofrecerle él a cambio de lo que había hecho ella?— Con animales o…  ¿con el aburrimiento, supongo? Puedes venir a mi habitación. ¡Y te presento a Limón! Es un ratón-jilguero, CREO —se volvió a reír. La taxonomía no era lo suyo—. Seguro que le caes genial, le gusta la gente que baila bien—se inventó un poco.

-Oooh.... -Dijo de repente algo abatida. -Hmmmmmmmmm, ¿creo que nunca había pensado en tener animales? ¡Pero me encantaría conocer a Limón! -Rio con la contagiosa felicidad del pequeño. -Pero mañana de tarde tengo que ir a trabajar y seguramente unos cuantos días seguidos. Mi sargento me matará si me pierdo las maniobras nuevas para moverse con dragones encima. -Sonaba hasta preocupada por aquello.

-Pero bueno, ya quedaremos algún día, prometido. -Se revolvió en la cama hasta levantarse y tenderle la mano como para chocar los cinco, sellando la promesa.

A Eitne se le volvieron a iluminar los ojos al escuchar que trabajaba con dragones. Dama Abrazos hacía cosas muy divertidas con su vida en Rocavarancolia y aquello le daba esperanzas al pequeño. Aunque no lo hubiese dicho nunca en voz alta, empezaba a gestar una sensación muy grande de deuda hacia todos sus amigos y, con ella, sentía que, de una forma u otra, todo el esfuerzo que le habían dedicado (y que le había salvado la vida) tendría que devolverlo. No era una obligación, le hacía ilusión sentir que podía ser útil. Más aún si encontraba un modo que le hiciera feliz.

Le dedicó su mejor sonrisa a la frivy y le tendió la mano. Asintió con fuerza a sus palabras y respondió sin dudar ni un segundo:

—¡Guay! Yo te presento a Limón y tú me hablas de los dragones, ¿vale? ¡No dejes que te mate tu sargento! —añadió, aunque no sabía muy bién qué era un sargento. Le sonaba de jugar con Nime a las guerras y poco más.

Le lanzó un beso con la mano y abandonó la habitación con un "adiós" que se alargó en el tiempo y dando saltitos con ayuda de la levitación.