Uñas de colores

(Después de la merienda, antes del baile)

Eitne había escuchado que dama Abrazos había vuelto de alguno de sus trabajos y, al contrario que los mayores, él no acababa de entender qué era lo que suscitaba tanto rechazo hacia ella. Sí sospechaba que tenía que ver con su exuberancia, o tal vez con algo que dijo y que él no entendió o escuchó. Fuera como fuese, al chico le había caído bien durante la fiesta porque le había prometido que le pintaría las uñas y eso era suficiente para él. Así, en una mañana que no parecía especialmente divertida, Eitne flotó por la sede hasta dar inequívocamente con su habitación: la única con un cartel de “Si necesitas un abrazo, no dudes en picar”.

Él no quería un abrazo, pero sí quería que Abrazos le pintara las uñas, así que dio un par de golpecitos y gritó:

—¡Buenos días, señora dama Abrazos! —Puso extra de educación en sus palabras con la esperanza de que sumase a su aura—. ¡Soy Eitne!

Abrazos y Raelene disfrutaban de una mañana tranquila tras una noche juntas. Por desgracia para la primera la segunda siempre estaba mucho más ocupada en la herrería del ejército pues no había tanta gente dispuesta a ocupar los cargos de ingeniería. La cama ya estaba hecha  y Raelene se terminaba su desayuno casero mientras Abrazos acababa de limpiar y recoger los juguetes cuando el pequeño llamó a la puerta. La australiana levantó una ceja interrogante mientras bebía su café a lo que la frivy exclamó:

-¡El peque! No me acordaba... -Y con su energía habitual fue saltarina a abrir la puerta, ignorando que ya había pasado bastante tiempo desde la bahía.

La puerta se abrió dejando pasar el aroma a café, chocolate y tortitas que inundaba el cuarto. Abri llevaba un pijama que consistía en unos pantalones cortos rosados con un estampado de murciélagos frivys con relieve, parecía muy esponjoso al tacto. En la parte superior llevaba una camiseta de azul claro con un kraken frivy persiguiendo un barco. Detrás de ella y sin que el pequeño lo viese los cajones se cerraron sutilmente guardando todo lo que fuese para mayores.

-¡Hola precioso! -Lo saludo con energía y alegría desmedida. -Buah, mira que pierna más chula. Seguro que has podido presumir un montón~ -Una sonrisa enorme acompaño la última frase.

La habitación estaba inundada de tonos pastel y era mucho más grande dado que ambas habían pagado por un hechizo de bolsa sin fondo. Estaba distribuido como uno frivy, con la cocina comedor fusionada al salón  que a su vez servía de dormitorio. Todo en una sala grande, incluso el baño estaba a la vista en una esquina, con algo parecido a una piscina jacuzzi redonda donde cualquiera podía retozar a gusto, aunque ahora estaba vacía. Las únicas salas separadas eran una despensa, un par de váteres para hacer las necesidades y con duchas para la gente vergonzosa y el vestidor, cuya entrada elevaba el suelo y atravesaba una cortina haciendo de ello una mini pasarela de moda.
En el centro de todo  un círculo de suelo se hundía con dos escalerillas paralelas para encajar dos grandes sofás semicirculares de un marrón claro y una mesa circular de madera oscura que hacía contraste con la claridad general de la sala y se coronaba en esta como el centro de todo.
Había bastantes jarrones y macetas con flores y plantas decorativas, aparte de cuadros con paisajes y estatuillas.

En el sofá Raelene miraba con tranquila curiosidad al pequeño, levantando su taza de café con su brazo mecánico. Era aún mas bella que la frivy, de piel morena y pelo tintado en blanco e incluso con aún más pecho, cosa que era bastante difícil ya de por si.

-¿Y bien? -Preguntó cantarina Abri a Eitne. -¿Pasas?

A Eitne se le notó la sorpresa en el rostro en cuanto la puerta se abrió. No tenía nada que ver con que dama Abrazos estuviese acompañada, sino con lo inmensamente grande y bonita que era su habitación. Los colores le encantaban a la bestia del crepúsculo, especialmente en Rocavarancolia, donde apenas abundaban. Era raro que el propio Eitne no fuera la cosa más colorida de su entorno y aquello lo hacía feliz.

—¿Has visto? —dijo presumido, ante el piropo a su nueva pierna—. Es como de verdad pero de mentira. —Lo siguiente que hizo fue inclinarse hacia un lado y saludar a Raelene con la mano y un tono de voz cantarín—. ¡Hola! Espero no molestaros, soy Eitne, bestia del crepúsculo. Vivo aquí también. Bueno, en una habitación más fea...

Entonces notó el brazo de la desconocida.

—¡Ala! ¿Eres irrense? ¡Yo también! Un poquito —dijo, y acompañó sus palabras con un gesto con los dedos índice y pulgar en forma de O abierta—. ¿Vives aquí también? ¿Cómo habéis hecho para que la habitación sea más grande por dentro que por fuera?

Por un momento, se había olvidado del motivo por el que había llegado hasta allí.

Dama Abrazos rio enérgicamente ante la pequeña broma del daeliciano. -¡No molestas nada de nada! -Replicó mientras cerraba la puerta pasando a guiar al pequeño hacia los sofás.

Raelene le sonrió y le respondió calmadamente. -Yo también solo lo soy un poquito Eitne. Soy toda humana salvo por el brazo. Aunque he de decir... -Se levantó y se acercó un poquito a él inclinándose para susurrarle. -Ya verás que bien te lo pasas con ello. Les puedes poner música y lucecitas. -Se levantó y con su brazo normal acarició la cabeza de Abrazos. -Y sí, aquí mi pequeña novia me convenció para vivir con ella.-Abrazos hizo un pequeño puchero.

-No soy pequeña. -Ambas se miraron por un momento y se echaron a reír. Claramente Raelene era algo más alta.

-Con una magia muy complicada. Capricho de ella porque le gusta vivir aquí. -Le dijo al pequeño -En fin yo me tengo que ir a trabajar. Portaos bien y pasadlo en grande.

-Siiiiiiii. -Ambas se dieron un pequeño beso de despedida y Raelene salió por la puerta agitando la mano y sonriendoles.

Abri se giró para el pequeño. -¿Y bien? ¿Qué quieres hacer? Tengo de todo así que no te cortes, para cocinar, maquillaje, algún que otro complemento que te puede valir e incluso música para bailar un rato.

Eitne estaba contentísimo de repente.

—¡Ohhhh! Le preguntaré a Rena luego por las luces de la pierna —rió. Le dijo adiós con la mano y calló mientras se despedían. Solo cuando estuvo a solas con Abrazos volvió a hablar—. Tu novia es muy guay, ¿verdad? —Era la primera pareja que Eitne conocía en Rocavarancolia y aquello le hizo una ilusión enorme—. Ojalá Neil aprenda el hechizo difícil cuando sea mayor como vosotras y nos pueda hacer cosas chulas en las habitaciones.

>>¡Ala, cuántas cosas! Te quería preguntar si lo de las uñas seguía en pie —aunque, en el fondo, tal vez solo fuera una excusa para charlar con alguien nuevo—. Lo del baile también suena muy chulo, pero todavía no muevo bien la pierna —reconoció. La prueba de aquello era que seguía desplazándose mediante levitación—. ¿Me puedo sentar en una silla? —preguntó. No había ni pizca de pena en sus palabras, sí cascabeles, como siempre. La adaptación a ser bípedo de nuevo estaba llena de ilusión y su principal obstáculo era la prisa, pero flotar era más divertido.

-Es la mejor novia del mundo. -Respondió totalmente animada y convencida. -Bueno es un hechizo muy difícil pero os ayudaremos cuando llegue.

-Pooor supuestísimo de la total. Siéntate donde quieras, como si te apetece tumbarte en la cama. -Abri emitía como siempre la sensación de ser inagotablemente alegre en cada una de sus palabras.

Salió tarareando hasta la zona del baño y de los armarios del lavamanos sacó un maletín de maquillaje precioso bastante grande, hecho de una madera rojiza y con rebordes metálicos de brillo azulado. Todo decorado con filigranas de plata complejas que brillaban levemente y en las cuales se podían leer los nombres Sealhy´s y Raelene juntos rodeados por un dibujo hecho de estas. Fue hasta donde el pequeño hubiera decidido sentarse y acomodándose de lado suya lo abrió su cajón de abajo donde reposaban muchos botecitos de pintauñas, agrupados en la caja en cajoncitos más pequeños, sin embargo había un cajoncillo central en el que solo había tres botes, al contrario que el resto donde había cinco o más siempre. Era todo una colección de colores.

-Raelene me hizo la caja como regalo. ¿Te gusta? -Y entonces con el dedo empezó a señalar los cajoncitos y a explicarlos.
-Estos de aquí son lisos, los normalitos vamos, estos de aquí son metálicos y cuando reflejan luz se ve otro color nuevo, estos de aquí quedan como si tuvieras arena, estos de aquí llevan un montón de brillis y quedan como cielos de noche estrellados, estos se llaman holográficos y cuando les da la luz reflejan arcoíris de colores, estos de aquí se usan encima del resto y le resquebrajan haciendo dos capas de color con las grietas, estos brillan más que los normales y ya, estos cambian de color por la temperatura o luz que haya y para terminaaar. -Señaló a los tres botes del centro, uno negruzco otro blanquecino y el último de un rosa transparente. -Estos tres son especiales. Me los regaló un buen amigo mío de mi planeta y hacen como una capa de acristalada que parece que tengastus uñas sean gemas.

-Se que son muchos pero no te preocupes por que combinen, hoy podemos probarlos sin más. Y bien. -Le acercó un poquito el maletín y con su enorme sonrisa le invitó de nuevo. -¡Escoge los que quieras y vuelve a preguntar si lo necesitas!

Eitne asintió con energía y se tomó el permiso de sentarse donde quisiera como permiso para tirarse sobre la cama. Así, flotó por encima y deshizo el hechizo. Botó varias veces de boca hasta que el colchón se hizo a su cuerpo. Entonces hizo la croqueta hasta el borde y se sentó con un movimiento torpe, debido a su pierna mecánica.

—¡Qué guay tener novia! Yo quiero que me regalen maquillaje —bromeó a medias, pues no lo decía en serio (ni siquiera había tenido la oportunidad de hablar de novios y novias como debería un niño de su edad), pero había una verdad de fondo.

Una vez incorporado, escuchó la explicación de dama Abrazos sobre los pintauñas. Tenía cosas mucho más guays que las de su padre, que era el mayor aficionado a las uñas de colores en casa, y obviamente los más extraños fueron los que más llamaron su atención.

—¿Me pintas este con el de las gemas? —le alzó el meñique para que se gastara cuanto menos mejor—. Si es un regalo muy especial no hace falta.

Se acomodó en la cama junto a él y sonriendo ampliamente extendió su mano con la palma hacia arriba pidiéndole la suya para poder pintarle bien.

-Ni te preocupes~ Mi amigo puede conseguir más. Aunque es un poco difícil tener un buen tiempo con él. Podría llevar una vida de lujo y relax y en vez de eso se la pasa trabajando duro todo el rato...

Antes de empezar buscó un mando y empezó a sonar música calmada. Le hizo elegir un color y empezó a pintarle el meñique como le había pedido. Con un pequeño giro el frasquito se abrió y el pincel recubierto de esmalte se posó en la uña del pequeño.

-Elige otros dos dedos y si quieres pruebas los otros dos colores. Quizás juntos los veas mejor pero no te preocupes, podemos ir haciendo alguna combinación divertida sobre la marcha.

La guerrera estaba totalmente animada a la par que relajada con aquello, se notaba que había hecho eso muchas veces.

-Y bueno, pronto serás mayor y podrás encontrar a alguien que quieras y que te regale maquillaje. En la ciudad hay un montoooon de transformados y especies diferentes. Es genial.

—¡Que tonto! —se rió Eitne.

Después de todo lo que había pasado durante la cosecha, el niño no habría dudado entre las dos opciones que planteaba dama Abrazos y habría escogido lo cómodo. Como en ese instante, ahí estaba cómodo. Con la música, Eitne balanceaba la cabeza de un lado al otro y columpiaba sus pies.

—¿Estos? —Eitne plegó los dedos anular e indice y le mostró el corazón y el pulgar, para que los pintara también. Pensó que así podrían alternar diseños en las uñas.

Lo de las novias y los novios lo dejó pensativo. Antes de venir a Rocavarancolia había jugado a ser novios con los pocos niños de su edad que había en el pueblo, pero en ese momento no era algo serio y ahora… Ahora no lo pensaba mucho, siquiera. Rocavarancolia era un sitio extraño para pensar en parejas o en familias. Se puso un poco serio pensando en sus padres y su abuela, pero la sonrisa volvió enseguida a su cara, al tiempo que viraba el tema en dirección a abrazos para no tener que plantearse nada nuevo.

—¿Cómo es ser novias aquí? ¿Os conocisteis durante la criba?

-Valeeep. -Le contestó casi eufórica al poder seguir pintando.

-No~ Raelene vino el año siguiente al mío y nos conocimos cuando ella entró a la herrería del ejército. Y es genial. Puedes tener citas en un montón de mundos distintos y con tanta magia puedes viajar sin problemas rápido a un lugar y otro. ¡Es muy divertido! Además poder recibir mucho cariño te hace olvidar lo gris de la ciudad y tener a alguien en quien confiar tanto ayuda mucho. -Ella empezó a secar su meñique soplando.

-¿Soplas conmigo? -Le dijo al pequeño, en parte para así hacer un pequeño juego de soplar con el.

—¡Ala, que guay todo! —Las historias de romance le habían encantado siempre, se sabía de memoria la de sus padres, la de sus abuelos, la de algunos vecinos... Todas le gustaban, incluso cuando no salían como él esperaba (porque dentro de su pueblo no conocía ninguna historia realmente mala). Poco a poco las cosas que hacían de Daelicia su hogar volvían a la bestia del crepúsculo y se instauraban en Rocavarancolia: la ciudad de los animales raros y las extremidades de metal.

Sopló y sopló ante la petición de dama Abrazos. Al principio se dejó los pulmones, pero progresó rapidamente a la delicadeza.  

—¡Son super chulas! —El niño agitó los dedos como si tocara un piano (o como si hicieran la ola)—. ¿Eliges tú el próximo?

>>Y... ¿Te puedo preguntar... Cómo le pasó a Raelene... eso? —Se dio un toquecito con la mano sin pintar en su pierna metálica—. ¿Hace mucho que es un poco irrense?

Sonreía en frente del pequeño mientras este soplaba con ella e incluso puso una cara tonta para que él se riera.

-Valeeep. -Respondió  a Eitne y se puso a sacar diversos frascos y a mirarlos junto a las uñas ya pintadas.

-Oh, claro que puedes. Ella siempre hincha el pecho y alardea de ello. -Exageró un gesto exasperado junto a poner los ojos en blanco. -Siempre presume de lo bien que lo hicieron en la cosecha todos los de su grupo y de que solo ella fue herida tanto pero la trataron enseguida. Básicamente algo cerca de la Luna se toparon con unas cosas cuadrúpedas horripilis de la total y a ella le pillaron mal un brazo con las mandíbulas. Después de la Luna se puso su nuevo brazo y hasta ahora. Incluso anda bromeando de empezar a cambiarse partes para llegar a ser una robot entera porque le es muy cómodo y útil. Pffffffff. -Se medio rio. -Así que no te preocupes en decirle o preguntarle algo del tema a ella.

Dejó por fin dos esmaltes fuera, uno rojizo de los que parecían cielos estrellados y uno azul muy claro de la misma categoría. Con lo que sus dedos irían, negro gema pulgar, rojo estrellado índice, rosa gema corazón, azul claro estrellado anular y finalmente blanco gema meñique.

-¿Qué te parece? ¿Usamos estos dos así?