Susurros en la Oscuridad

Fahran pasó los primeros treinta minutos de espera terminando de preparar su apariencia. Se reaplicó el terrible pintalabios que tan solo le habia tardado media hora, se peinó y puso esmalte en las uñas. ¿Por qué se estaba esforzando tanto por aquello? ¿Era porque estaba deseosa de mostrarle, mostrarle que tan bien le iba sola sin él? ¿O era simplemente que queria engañarle haciendole creer que le importaba acaso? ¿O era porque era eso que queria contarle?
No sabria decir. Y lo odiaba por ello.
El botellín de esmalte se resbaló de entre sus dedos cuando las tensó en frustración. Verbalizando su disgusto en un desaliento, se limpió los impregnados dedos con su pañuelo. Se iba a reir de ella, estaba segura. ¿Como osaba hacerla parecer como una payasa? La carta, una broma seguro, hecha para insultarla en público. Fahran lo sabia, de las docenas de veces que la habia leido.
Y esta habia sido la manera en la que hablaba a la gente estúpida ¿No era así? Siempre habia sido así. Menudo imbécil.
Ella no era una estúpida, como los demás. Al menos no hace ya un tiempo que no lo era.

La tela de algodón, antes blanca, ahora manchada de un color violeta. Ya no podia usarlo de nuevo.

El tiempo pasaba de largo excruciantemente lento, pensaba. Sus uñas secandose, lo suficiente para tamborilear impacientemente en el marco de madera de la ventana. Y sin embargo, habia seguido todas las indicaciones de la carta, todos los tontos requerimientos que le habia implorado. Habia incluso escrito una carta falsa, mintiendo como tan bien se le daba, y desde el anochecer, habia estado esperando por esa señal, ese maldito sonido, que le habia prometido.

Le pesaba la cabeza, estaba cansada. Habia pasado un rato ya desde que era tiempo de irse a la cama y se encontró añorandola. Queria irse a dormir. Por lo menos, pensó, el molesto sonido del goteo en su cabeza habia dejado de martillearle en las sienes.

Echaba de menos su galeria de arte. Aunque nadie la estuviese esperando de vuelta. El traqueteo monocromo de la máquina de coser le aportaba alivio. Ah cuan dulce era aquel sonido, y los manequies no eran mala compañia tampoco. Eran del tipo de personas que no la interrumpirian. Que siempre la escuchasen. Que nunca la mirasen raro.

Sus ojos se abrieron de par en par cuando, en la lejania, en el silencio sepulcral de la ciudad, pudo oir (y distinguir) un rugido quebrando el silencio con violencia. Una criatura asi debia ser peligrosa, pero la distancia era tal, que seguro que ninguno de los demás habitantes del torreón se habia percatado. Pero ella si lo habia hecho. Y lo que era más, lo habia reconocido, era la señal.
Miro a todos lados, esperando. El cielo, oscurecido, no le aportaba ninguna ayuda. ¿Cuánto tiempo habia pasado? ¿Se habia quedado dormida?

???

Aquel extraño andaba por las calles con un paseo casual. Llegaba tarde y no le importaba mucho. Su descaro no habia sino sido claro cuando le clavó una espuela a su montura, atada a unos metros más atrás y el animal ahuyó de dolor.
Se habia desmontado, pero no habia retirado su capa de cabalgue, optando por cubrirse entero, de hombros a pies, revelando muy poco, pues, para su cabeza, habia elegido un tocado negro conjuntado a un sombrero de ala ancha. Muy poco podia definirse de la figura que era, su caminar era erratico y de velocidades cambiantes decia poco o muy poco de su propia estabilidad. Y, sin embargo, la figura enguatada llegó a los pies del Torreón Maciel.

Era de noche, pero tomó las precauciones adecuadas. Antes de levitar, lanzó un hechizo de insonorización sobre sí mismo y conjuró niebla mística, como tantas veces antes, para comprobar todos los componentes y habitantes del torreón. La ulterana se hallaba sola, pues el punto elegido por el encapuchado en aquella carta habia sido el idoneo, combinandolo con la hora, nadie o casi nadie andaria a esas horas por ahí, y de asi serlo, el ulterano lo sabria primero.

-Buenas tardes, Fahran.-su voz sonaba distorsionada y torcida y, lo que era más raro, salia de la propia cabeza de la modista, mientras que el encapuchado no movia sus labios, detrás de tanta cubierta, la ulterana no podria decir.-¿O quizás deberia decir noches ya, a esta hora?-sonaba jocoso un instante, y a otro, volvia a su tono neutral.-Ruego que me disculpes por mi tardanza pero, he tenido un día ocupado, y mi prioridad era mantener esta conversación en un entorno controlado y seguro.-se explicó, para entonces percatarse de un dato: Se encontraba levitando sobre el vacio sin ninguna explicación o consigna.-Mejor que siga hablando dentro.-aclaró, poniendo un pie en el quicio de la ventana y propulsandose hacia adentro.
Alzó un dedo indice y se lo llevó a donde estarian los labios, interrumpiendola instantaneamente si fuera a decir algo.
-Aun no es tu turno de hablar, querida amiga. Se paciente y dejame terminar esto, te suplico.-

Sin tal cual, se giró, abiertamente dandole la espalda mientras lanzaba hechizos entre el torreón y las imediaciones, empezando por uno de insonorización, seguidos por hechizos de alarma y ocultamiento, para evitar posibles visitas. Su voz sonaba quebrada, quemada y carcomida mientras pronunciaba los encantamientos y formaba los gestos con tan solo su mano izquierda, la derecha, todavia no habia hecho acto de presencia debajo de la capa.
-Disculpa de nuevo.-la voz del individuo resonaba dentro de la cabeza de la chica, no era gentil, pero tampoco demasiado invasivo. Sin duda, se percató de la situación tan rara que estaba ofreciendole.
-Querida Fahran Xaorhalan, puedes responderme a través de tus propios pensamientos como si fuera tu propia voz. No seas tímida y prueba ahora, te lo permito, asi como... Hmm... Veamos. Dos preguntas. Dos preguntas y una disculpa, si.-

El aire nocturno se presentaba frio. Fahran no habia contado con ello, a medida que su cabello le azotaba con descaro contra su cara en la misma moción que hacia que las ventanas rechinasen.
Una figura hizo acto de presencia, apenas iluminada, mientras se mantenia de pie encima de la nada, pendiendo del vacio. Un capuchón y sombrero le ocultaban a la joven el identificarle entre el ventoral.

Se mantuvo impasible y parada en el mismo lugar en el que ya llevaba un tiempo. Observando con una expresión incredula ante el extraño mientras este se abria paso dentro apoyandose en el quicio, para aterrizar sobre el mismo suelo que ella pisaba. Amargas palabras se fermentaban en la lengua de la ulterana pero fueron detenidas en su lugar, cuando la ruda criatura la interrumpió al instante.

Y sin más, pasó a ignorarla mientras salmodiaba debajo de su vestimenta. Las palabras extrañas resonaban en su mente al mismo compás que el sonido del goteó le sobrevinió, atormentandola de nuevo.
-No eres la persona que esperaba.- quiso declarar en voz alta, desafiante de la impuesta orden por el extraño. Sin embargo, a medida que sus labios se controsionaban su garganta no produjo sonido alguno, sin vibración, y una vez más cuando quiso chasquear con la lengua, de nuevo, sin sonido.
"¿Quién eres?" Pensó con desprecio a medida que sus comisuras se contorsionaban para formar una sonrisa un tanto fria.
"No, dejame reformular esa pregunta ya que mis palabras van a ser medidas, ¿No es así?" una expresión desafiante volvió a su rostro "Me importa poco quien eres o por que te ha enviado. Dime simplemente donde está y vete de mi vista. Me duele la cabeza de verte, espantapájaros."

???

El extraño volvió a cambiar su manera de caminar. Esta vez, en un acto de aparición casi eterea, flotaba a medida que se deslizaba por la superficie, tratandola como si fuera un resbaladizo hielo. Su cabeza se contorsionió de una manera un tanto animalistica ante la última de las declaraciones de la ulterana.
-¿Espantapajaros?-
Su composición se retuvo unos instantes, formando una rigida sombra encapotada de pies a cabeza, mientras lentamente, levitaba hacia la joven, doblandose sobre si y quedando a pocos centímetros de su cara.
-¡Pero bueno! Que manera de tratar a aquellos que solo quieren ayudar.-protestó, antes de alejarse de su rostro.
Por un segundo, Fahran Xaorhalan podria haber captado como un único ojo brillaba por debajo del tocado. Era completamente negro.

La figura se hundió de hombros entonces.
-En fin, lo prometido es deuda. Dos preguntas y una disculpa, si.-
Lenta y agonizantemente, el extraño encapotado pareció girar sobre si hasta hacer de frente a la chica.
-Vas a tener que perdonarme, pero por motivos de seguridad no puedo contestar a esta, la otra o cualquier otra de las preguntas que tengas. Y tambien, voy a tener que pedirte disculpas por esto...-declaró. Su voz retumbó una vez más en la cabeza de la chica. Su invasión de la mente de la joven era cada vez más evidente, mientras cual cirujano inexperto, se abria paso entre sus pensamientos y la examinaba.

-Has crecido para convertirte en una adulta en todo derecho, Fahran Xaorhalan.-comenzó cuando su excrutinio sobrenatural se dió por concluido.-Diseñadora de moda, exitosa, atenta, bella, algo terca pero inteligente, y lo más asqueroso: Llena de paredes. ¿Estas herida? ¿O temes volver a estarlo?-preguntó. Por supuesto, ya sabia la verdad.

"¡Tonterias!" La joven protestó y si no estuviera el lugar bajo el influjo del hechizo, se podría apreciar el chirrido de sus guantes a medida que el tejido se frotaba contra sí.
Se puso en pie con poca o ninguna gracia de la que solia hacer presencia. Le temblaban las rodillas como si estuviese sometida a una presión física que amenazaba con aplastarla, su cuerpo liviano temblando tanto como su alma orgullosa la impelia.
"Nadie me ha hecho daño nunca, nadie tiene dicho poder y nadie lo tendrá nunca."

Dio un paso atrás, alejandose del extraño sin romper contacto visual.

"No sabes nada de mí, monstruo." El dolor de sus sienes no paraba de atormentarla. "No tengo ni idea que has hecho, pero la persona con la que crees estar hablando ya no está aquí. Yo soy fuerte, soy inteligente y hermosa. No necesito que me reafirmes nada de eso."

Procedió a morderse el labio, segundos antes de esbozar una sonrisa mientras se puso una mano a la frente, sintiendo que le iba a estallar la cabeza.

"N-No creas que soy tan facil de impresionar. Si pudiera, me reiria en tu cara. Una criatura patética como tú, hurgando en las memorias frágiles de otros."

???

Un aura sobrenatural rodeaba al extraño mientras este se regodeaba de la inconviniencia de la joven. Era, después de todo un manjar delicado y no debia apresurar las cosas. Aun después de un tiempo, sentia que tenia una severa falta de autocontrol.
-¡Oh por favor! No te avergüences más intentando engañar a nadie. Quizás seas lo suficientemente inteligente como para engañar a los demás niñitos una vez, pero no estás ni en la misma escala en la que yo compito, preciosa.-

Una risa se podia oir retumbando dentro de la cabeza de Fahran.
-Debo felicitarte, sin embargo. Me gustó esa táctica tan sucia que empleaste, inmoral y poco apropiada para una señorita de ciudad como eres. Sorprendido, sin duda, pero a la vez, tremendamente interesado de ver tu desarrollo...-

Debajo de su capa extrajo un paquete envuelto en un papel marron oscuro sellado con un sello de cera y engravado en él una serpiente retorciendose con un solo ojo abierto que parecia cambiar de color con el tiempo.
-He aquí tu recompensa. Una de las muchas, si sigues demostrandome que interesante eres, Fahran Xaorhalan. No puedo darte comida, ni armas, ni consejos, pero sin duda alguna puedo traerte alivio para los pesares de tu alma.-
El extraño parecio colocarse la capa. Mientras abria el paquete, tirando con la mano con la que lo sujetaba, revelando que estaba a su vez, empaquetado con un papel de otro color y que este a su vez se hallaba con otra capa de otro color.
-Quiero ver tu esencia, quien eres después de todos estos años, capa a capa, como este regalo, y la Luna me va a permitir eso. No quiero elevar mis expectativas demasiado, por lo que a mi respecta, bien puedes acabar un día en una zanja en mitad de la calle para ser presa de los carroñeros.-
Y finalmente quitó las dos últimas capas. Era un bote con un aceite aromatico que Fahran pudo reconocer, aunque no leer, como una marca propia de ulterania y, a su lado, una pastilla de jabón de color lavanda, esta última no tan familiar.
-Cógelo, es para tí.-le dijo. Su voz entonces, sonaba algo más tierna y, por unos instantes mientras hablaba, el dolor de cabeza de la ulterana desapareció.

"¿Perdona?" Se ofendió debido a que su inteligencia fue cuestionada, o, más bien, su habilidad para entender exactamente de que estaba hablando.
Y entonces se percató de algo. Una corazonada. Una sensación, una particular sensación de humillación, proviniente de una fuente familiar de arrogancia y egotismo mucho más grande que la suya. Demasiado familiar.

¿Podia ser posible? ¿Que esta persona podia ser aquella que habia estado buscando desde hace tanto tiempo?

La temible risotada laceraba su piel como un cuchillo sin filo, una y otra vez reverberandole por el alma. No podia ser. Era imposible. No iba a aceptar esto. Esto no era por lo que habia estado trabajando tanto tiempo. Era imperdonable, insondable.


Y entonces, enfrente a sus ojos, se le presentó un paquete. Fahran no se habia percatado antes de que ya lo hubiera desempaquetado al completo.
Lo contempló un rato, absorta. Habia estado apunto de olvidarse del olor del jabón.
"¿E-Eres...?"

Era otro truco más. Le estaba engañando.
"...Gracias."

Sus dedos temblaban, a medida que apretaba el paquete contra su pecho, con ojos como platos pestañeando absorta. El dolor de cabeza que le acechaba se habia disipado.
"...Eres... Roaxen... ¿verdad?"

???

La figura con el aura sobrenatural se retorcia de gusto al ver las diferentes reacciones de la joven, a medida que la confusion se propagaba más y más por ella. Un pequeño entrante de lo que pronto, muy pronto, seria un banquete completo de contenido.

Decidió ir un paso más allá cuando, al tomar los regalos de su mano, torció la muñeca con un gesto suave y lentamente acarició el índice de la muchacha con el suyo. Su reacción de nuevo, le dió todo lo que habia esperado.
-¿Qué crees, preciosa?-le preguntó entonces con voz aterciopelada.-¿Soy ese al que llamas Roaxen? ¿Soy alguien diferente? ¿O quizás soy alguien entre esos dos conceptos?-
Una risa nueva, esta vez jovial y más suave lo siguió.
-Te recuerdo, sin embargo, que ya te advertí que por motivos de seguridad no te iba a contestar a ninguna pregunta que formulases Y...-
Se cortó a mitad de frase, congelandose en el sitio. Lentamente, metió su mano entre la capa y extrajo un reloj de bolsillo de color dorado con destellos verdes.
-¡Vaya! Se nos está apunto de acabar el tiempo.-declaró, como quien habla del clima.

La cara de la joven se vistió con una máscara de desagrado e indignación, apretandose el pecho fuertemente con la mano temblante.
Sus afiladas uñas color lavanda escarbaban debajo de su pálida piel, buscando eliminar todo trazo de su contacto con él. Casi como si lo fuera a lograr, a base de rascarse, se arrancaria la piel y a su vez, la existencia de su tacto.

Su boca se entrecerró a mitad de sus palabras. Tan dulces palabras de una lengua empaladosa. Ningun sonido escapó sus labios. Incluso teniendo en cuenta el silencio del hechizo, Fahran estaba sin palabras.

Se mantuvo en pie, con la boca seca, a medida que el extraño contemplaba su reloj de bolsillo.
Aquello era uno de los únicos momentos en la vida de Fahran Xaorhalan en las que se encontraba verdaderamente sin nada que decir.

El gesto de cerrar el reloj la conmovio a las palabras de nuevo.
"Jamas vuelvas por aquí!"
Débil. Una respuesta demasiado débil. Era humillante. No habia estado trabajando tan arduamente para que luego las cosas se tornasen así.
Aquello era obvio ahora. Ella no parecia haber madurado en absoluto.

Era todo una ilusión, una pantomima.
Incluso después de todos aquellos años, no consigió hablar con la persona con la que más deseaba sin sentirse a un completo nivel inferior a él.
Humillante. Humillante.

Le iba a entrar arcadas.

"L-Lo digo en serio, ¿entiendes?" vocalizó vacilante.

???

Fue cuando cerró el reloj que la joven habló de nuevo. Y, aunque era de esperar, todavia se sintió sorprendido cuando esta reacionó tan adversamente ante él, que, a su parecer, todavia no le habia hecho nada. Una carcajada suave se dejó entreoir en la mente de Fahran.

-Mi querida y deliciosa Fahran Xaorhalan. No es ni la hora ni el lugar para que me excomulges de esta manera. Es más, te conviene mantenerme entretenido y contento. Quieres sobrevivir, no, lo necesitas.-
Se acercó lentamente, con un susurro.
-Escúchame bien, preciosa, porque solo lo voy a decir una vez: En esta ciudad los que no aprenden a defenderse, los que no colaboran con los demás, por muy estúpidos que sean, y los que no aprenden magia, mueren. Es un hecho.-sentenció con sonora importancia.-Ahora bien, puede que sobrevivas, puede que no. No puedo interferir en lo que decidas hacer o no hacer. Pero te garantizo una cosa: Si sobrevives...-su mano se posó en el hombro de la chica, con una presa férrea.-...Voy a venir a buscarte. Voy a venir a buscarte y toda la retribución por tus acciones te va a estar esperando conmigo. Ya que es así, lo menos que podrías hacer es mantenerme contento, ¿no?-

Soltó semejante presa de pronto y se apartó de la chica, dejando una distancia entre ellos.
-Necesito saber que me has entendido. Asiente si es así.-siguió acosandola.

Y así mientras el extraño continuó hablando sobre el emperador y el mundo, sus palabras eran cada vez más afiladas. Fahran sentia que su presentimiento estaba en lo cierto.
Por supuesto, su voz sonaba considerablemente más aspera, más siniestra, pero en el núcleo de todo, la esencia era la misma. Esta persona, aunque pareciese distinta, era el mismisimo Roaxen con el cual habia estado obsesionada cuando era una cría.

Y, por otra parte, este mismo hecho hizo que dudase de la genuidad de su acto gentil.

Cojeaba y su rara voz sonaba muy distinta de como solia presentarse ante los demás. Amatistas seguian al hombre, cada movimiento, y lo analizaba hasta el detalle más mínimo, cada fibra de su capota larga.

Sin duda. El Roaxen que ella conocia solo se habria conformado con lo mejor. Lo habia experimentado de primera mano. Aquello era diferente. ¿Qué iba a ganar él aparentando ser tan vulnerable enfrente a ella?
La estaba manipulando. Era obvio desde el principio, sus palabras y regalos, eran para engatusarla y a la vez amenazarla. Pero incluso si se hubiera percatado de esto, ¿de que servia, si no hacia caso de las alarmas que se disparaban en su cabeza?
¿Como era que se sentia tan vulnerable, que lo adoraba tanto el oir esas simples palabras que habia estado esperando desde hace tanto tiempo?

“Vendré a buscarte.”

Le dió un temblor a medida que su mente repetia la frase una y otra vez, distorsionando, cambiando y maquillando el verdadero significado de esta, desnudandolo de cualquier factor intimidante hasta el factor común más minimo de las palabras que ella queria oir de él.

Le temblaban los dientes entonces, rebeldes labios se contorsionaban, desobedeciendole tanto que su espíritu doblegado no hizo sino rendirse. Débil, una sonrisa se formó. Una sonrisa obediente y pequeña, seguia sus palabras con movimientos de su cabeza, asintiendo dulcemente ante su orden.

???

Era virtualmente imposible el no ser capaz de imaginarse la cara del extraño una vez la ulterana tomó su reacción. De nuevo, sorprendido, pero extremadamente entretenido por ello. Un poquito de esfuerzo ya le habia dado tanto. Tanto que no se podia ni imaginar. Aquella sonrisa estúpida y sumisa. Era adorable. Era maleable. Era follable.

-Así me gusta.-declaro. Esta vez se acercó con algo más de sutileza y su mano enguatada de negro alcanzó a su carrillada y la acarició suavemente.-Buena chica.-añadió con tono autoritario.

Aquello no era hablar a una persona. Era hablar con una mascota callejera que deseaba volver a tener un hogar. El extraño se mordió el labio con retención. Todas las cosas debian esperar. Si era merecedora de sobrevivir, o si tenia simple suerte, la veria de nuevo. Y le pondria un collar.

Se separó igual de lentamente, sin darle la espalda a la chica hasta que llegó al quicio de la ventana, eliminando todos los hechizos en el camino. Posando una bota en la ventana, se giro con los hombros hacia ella.
-Mantente alerta. Más instrucciones te llegaran cuando sea propicio. Se lista y usa al resto de los crios como sacos de carne para protegerte si es necesario. Pero sobrevive. Sobrevive hasta la Luna y hazte preciosa para mi, ¿quieres?-

Sin esperar a su reacción, saltó por la ventana con decisión. Y aun si corriese hacia ella, no llegaria a verle alejarse. La ciudad igual de desierta que habia estado hace unos minutos.