Salón del trono

Mánia se mantuvo firme, mordiéndose la lengua. ¿Un mundo orgulloso? ¿Agradecerles qué? Rocavarancolia er aun mundo moribundo, y les estaba ofreciendo la posibilidad de revivir sin rebajarse a nada. Tuvo que morderse la lengua en un par de ocasiones, pero lo tenía claro. Si tomaban la estúpida decisión de rechazar su oferta, Libo ardería, sí, pero se llevarían a Rocavarancolia con ellos. Trató de serenarse y apartar sus pensamientos negativos. Iba a salir bien, iba a conseguirlo, y si fallaba volvería con apoyo. Creía que sus antiguos compañeros le apoyarían en su idea, al fin y al cabo eran sus vidas las que estaban en juego...

-No les cederé en bandeja la destrucción de mis orígenes- respondió- Rocavarancolia tiene más que ofrecer que unas pocas tierras que ni siquiera son suyas- << Y me resulta raro que no lo vean si viven aquí...>>- En Libo tenemos tradición de brujas. No son como las brujas de aquí, y es posible que no sean más que cuentos para críos, pero Libo querría volver a la Era de las Brujas Antiguas. Esta ciudad tiene milagros y maravillas que ofrecer. Sería como... un intercambio cultural...- Mánia casi se echó a reír ante eso último. Recordaba los problemas que habían tenido en la cosecha, todo por la variedad de orígenes y de culturas. Lo cierto es que a Libo le vendría bien una nueva perspectiva. << Como la que yo aprendí..>>

Mánia asintió de nuevo. No había salido como ella planeaba pero había tenido éxito. Les dio detalles sobre lo que necesitaría para su incursión y el tiempo aproximado que pasaría en Libo, informándose.

-Los demás materiales los buscaré cuando tenga toda la información- dijo- Ah, y por último. - Mánia quería dejar algo claro. Se había topado de bruces con el mismo orgullo propio de su gente, pero este era ciego y poco realista- Rocavarancolia es poderosa, pero está enferma y podrida. Ellos no lo saben, pero vosotros sí. No sois ninguna salvación, pues la única amenaza que se cierne sobre Libo sois vosotros mismos, y no voy a mostrar la debilidad de Rocavarancolia ante mi reina, pero esta ciudad ya cayó una vez por creerse demasiado poderosa. Menospreciar a un aliado es lo peor que se puede hacer.

Y dicho esto, se despidió con una leve inclinación de cabeza y se marchó a preparar sus cosas... Y a hablar con algunas personas...

Sigue en...

Feliks aterrizó frente a las puertas del castillo y Vac se apeó de su lomo. El hado le susurro unas palabras al fénix y se acercó a los guardias que custodiaban la entrada, mientras el ave esperaba.

-Vengo a ver al Consejo, tengo que informarles sobre un asunto de mundos vinculados -le dijo a un guardia tras un asentimiento de cabeza-, ¿podrías conducirme hasta ellos? -le pregunto, descolgando el arma de su espalda y tendiéndosela al guardia-. Y no te alejes mucho, si puede ser, no quiero perderla de vista -aclaró señalando su espada, mientras sus ojos oscuros ya miraban hacia el interior del edificio, mas allá del enrejado de las puertas.

El hado caminó con los guardias a través de los pasillos del castillo, pasando ante cuadros y bustos de antiguos reyes y regentes, así como de destacados miembros del Consejo. La decadencia de la ciudad también era visible en las estancias de la majestuosa edificación, el polvo se acumulaba en algunos lugares, aunque se notaba el esfuerzo de los criados en librarse de el, y el hado vio varias estancias abandonadas a través de puertas entreabiertas. La decoración era mas bien pobre, y los pasillos estaban bastante oscuros, las riquezas y tesoros que habían deslumbrado a los visitantes en el pasado brillaban por su ausencia.

Los guardias le condujeron hasta una antesala en la que el hado espero pacientemente, demasiado ensimismado en sus pensamientos para impacientarse por la espera.

Le dieron paso a la estancia y el hado entró en silencio, observando a los presentes mientras se acercaba a la mesa, entorno a la cual se sentaba una parte del consejo. Un hombre joven, de cabellos rubios y barba incipiente, presidía la mesa, y Vac supuso que sería el rey. El monarca portaba unas joyas que despedían un inmenso poder, y sus dedos estaban manchados de hollín. El hado no conocía a muchos consejeros, pero si que reconocío al bibliotecario, y se sorprendió al ver a Siloco a la mesa, hacía tiempo que no sabía de él. Vac le dedicó un asentimiento y una leve sonrisa y se dirigió a todo el Consejo.

El chico les dedico una leve reverencia y se puso derecho, evaluando sus palabras con cuidado. El griego no era una persona dada a humillarse, y prefería el trato de igual a igual, pero sabía ser educado, así que hizo gala de dicha educación y comenzó a hablar.

-He venido porque tengo datos interesantes sobre varios mundos vinculados -respondió a la pregunta del zombie-. Durante los últimos meses he estado viajando por varios de los planetas vinculados a la ciudad, y en mis viajes he oído y he visto cosas bastante interesantes. Se acerca una guerra, lo presiento, y ya es hora de que esta ciudad vuelva a brillar con el esplendor de antaño, es el momento de mostrar cual es el resultado de desafiarnos; mas ningún general que se precie se lanza de cabeza a los desconocido. Yo vengo a ofreceros aquello que aun desconocéis, os ofrezco mi experiencia de primera mano -aclaró con otra leve inclinación.

El hado sonrió ante la respuesta de la dama de cabellos grises. El no era dado a tanta floritura, pero suponía que era lo adecuado frente al Consejo, sin embargo las palabras de la consejera le daban carta blanca para ser claro e ir al grano, le venía perfecto. Miro a Silente, atendiendo a sus palabras. Conocía al espía de las clases que había recibido tras su trasformación, y cuando el consejero termino de hablar el hado cayó unos instantes, reflexionando.

Vac, cruzado de brazos, condensaba todo el caudal de información que recorría su memoria, ordenándolo con precisión, trenzando un hilo de datos claros y concisos. El chico comenzó a hablar sin rodeos, con palabras claras y certeras como dardos, la retorica ya olvidada. Vac hablaba y los consejeros eran capaces de discernir todo ante sus ojos.

El chico les hablo de diversos mundos vinculados, trazando en un principio dibujos en el aire, para acercarse después a la mesa tras pedir permiso y algunos mapas. Vac les señalaba puntos débiles en diversas edificaciones importantes, puestos estratégicos en hipotéticos campos de batalla, datos sobre suministros, cantidades de activos, fuentes de agua y recursos minerales. El armamento que cada mundo tenía a su disposición, el tipo de magia al que podían tener acceso, la capacidad de organización y el peligro real en caso de que presentaran batalla. También aporto datos sobre la geografía y sobre su posible uso en beneficio propio. La distribución del alma de los planetas era lo que mas le había costado averiguar, pero fue bastante claro.

-Roca Sagrada no es un mundo muy peligroso, sus habitantes son bastante pacíficos -comentaba el hado-. Las únicas "defensas" de que disponen se encuentran en el castillo del Traductor, y son mas bien decoración. Si nos ponemos quisquillosos los granjeros-cazadores son buenos con las hondas, tienen una muy buena puntería. En las tierras de Silencio y Tierra-Bruja, las gentes son mas belicosas, podrían oponer algo de resistencia, pero no mas que los granjeros-cazadores. Tienen lanzas toscas de madera, y las usan bien, pero no suponen mucha amenaza. Tampoco es que sean magos muy poderosos, pero la magia no les es desconocida. Según el rango que ocupen en la Iglesia de su mundo, tienen acceso a diversos hechizos, aunque no alcanzan la potencia de Rocavarancolia. La geografía nos puede ser útil -dijo extendiendo unos mapas sobre los demás-. La mayor parte de la superficie del planeta no es habitable, y no tiene rastro de vida inteligente. En estas regiones el clima es agresivo, y lo podríamos usar en nuestro beneficio; ademas, ciertos hechizos de impacto en varios puntos del planeta -dijo, deslizando los dedos por uno de los mapas, señalando varios puntos-, podría desestabilizar la estructura del planeta -estos datos los había dado como último recurso en caso de que no pudieran conquistar el planeta, podía no interesar dejarlo y que sus habitantes resultaran un problema en el futuro-. El alma del planeta esta distribuida de forma poco uniforme en varios puntos, aquí, aquí... -enumero, señalando los lugares en el mapa-. Eso es mas o menos todo.

Tras esto dio algunos detalles mas, poco relevantes pero que podían ser útiles, y luego, dando dos pasos atrás, cruzo los brazos a la espalda y espero las palabras del Consejo, dándole vueltas en su cabeza a algunos datos mas.

Vac escucho las palabras de Consejo en silencio, evaluando su carácter. Silente y el custodio de Altabajatorre parecían los mas sensatos. Ambos parecían pensar en todos los detalles, y le daba la impresión de que eran los mas cuidadosos y los mas respetuosos en su trabajo, no querían llamar la atención; al griego le caían bien. La alquimista estaba desequilibrada, no le cabía ninguna duda, veía esa chispa de locura en sus ojos, esa chispa que a veces se intuía en los suyos; pero no era irracional, esa mujer sabía lo que se hacía, el hado estaba seguro. El zombie era mas trasparente, la avaricia le dominaba, pero Vac no era capaz de ver mas halla de eso, al menos no de momento. El rey no había hablado y a Siloco y al bibliotecario ya les conocía de antes.

-Si... no es que me alimente exactamente, pero se a lo que se refiere. No deje rastro de mi paso, nada puede demostrar mi presencia en ninguno de los mundos vinculados que he visitado -contesto a la pregunta de Silente con un asentimiento, hacía él y hacia el demiurgo.

Evaluó las respuestas que darles a la alquimista y al tesorero, pensando en algo que les satisficiera, al menos en parte.

-Bueno, es cierto que no es un mundo muy rentable en lo que a recursos se refiere, al menos que sepamos, hay muchas zonas inexploradas -comentó el griego, recalcando la última palabra-; pero en cuanto a calidad militar... si parte de nuestro ejercito recibiera un entrenamiento de supervivencia en zonas deshabitadas de ese planeta... bueno, piensen en las posibilidades. Un entrenamiento sin magia en climas tan extremos nos proporcionaría unidades de soldados de élite adaptables a las peores situaciones; es cierto que tenemos la magia de nuestro lado, pero nunca se sabe lo que nos podemos encontrar ahí fuera -argumento el hado-. Creo que nos hace falta programas de ese tipo si queremos volver al esplendor de antaño.

Conocía la estructura de la sociedad roquense, la había observado durante un tiempo, aunque no estaba seguro de las intenciones de la alquimista. Aun así compartió sus observaciones con el Consejo.

-Tenemos ante nosotros una sociedad mayoritariamente crédula -comenzó el griego-. Hay dos grandes sociedades, por así decirlo. La mayoría vive bajo el gobierno del Coro, y la mayoría de sus integrantes cree a pies juntillas lo que dice su líder, el Traductor. Si ponemos a este individuo de nuestra parte, ya sea mediante tratos, bajo amenazas, o incluso sirviéndonos de esa piedra a la que adoran, tendremos bajos control a la mayoría de la población -aseguró Vac-. Sin embargo, si hacemos esto, las sociedades minoritarias de Silencio y Tierra Bruja se mostraran recelosos con respecto al trato con nosotros... al menos al principio. Desde mi punto de vista, estas sociedades minoritarias, formadas por ateos, chamánes, prófugos, escritores, bandidos, homosexuales, sordos y/o mudos, son las mas racionales -comentó-. En mi opinión, nuestra relación con la sociedad coral debería estar enfocada hacía un control velado, del que no sean conscientes, no son útiles en lo que respecta a inteligencia o iniciativa. Por el contrario, un acercamiento mas respetuoso y trasparente a estas sociedades marginales, sería rentable y productivo, aunque siempre a espaldas del Coro, ya que lo odian a el y a todo lo que representa. Es probable que nos ganemos su simpatía si ven que tenemos el control del Coro y que, al contrario que este, les tratamos mejor.

El hado escucho las opiniones del Consejo atentamente, compartía muchas de ellas, pero también trataba de ser pragmático. Era cierto que verse en una situación sin magia era improbable, y también era cierto que Rocavarancolia se caracterizaba por aplastar con el puño a sus enemigos, no por tenderles la mano; aun así el hado seguía pensando que si se cambiaba alguna caso se obtendrían resultados positivos a la larga. El comentario de Siloco era acertado, y no pudo evitar una leve sonrisa, pero esta se desvaneció en su rostro antes de que nadie se diera cuenta. La voz del rey le recordó al griego el tacto del fuego, envolvente y crepitante.

-Comparto las opiniones del Consejo -afirmo el hado-; pero el esplendor de antaño, por ahora, es solo un fantasma, una ilusión. Vivimos en una ciudad en resurgimiento, pero que hasta hace muy poco estaba moribunda; y a mi como el que mas me gustaría destruir a los causantes de ello, buscarlos, cazarlos y reducirlos a cenizas hasta que no quede ni la sombra de su recuerdo -en la voz del chico se apreciaba el rencor hacía los enemigos de la ciudad que ahora era su hogar-; pero fue nuestro orgullo lo que nos hizo caer antaño. No soy ningún idealista, no propongo alianzas eternas que puedan resultar ventajosas a largo plazo para aquellos a los que conquistemos, ni mucho menos; yo hablo de tratos que nos vendrán bien una vez iniciada la guerra. Pero nada dura para siempre, cuando nuestro poder este firmemente asentado nada nos impedirá aplastar cualquier rastro de rebelión. Somos un pueblo orgulloso, pero tenemos que jugar bien nuestras cartas si no queremos que se repita lo de la ultima vez. No podemos dejar ningún cabo suelto detrás de nosotros, y debemos prever los obstáculos del camino. Los aliados confiados son mas manejables que los oprimidos descontentos -dijo el hado-. En cualquier caso yo solo he propuesto un curso de acción favorable, puede haber otros; sea como sea respetare la opinión del Consejo -Vac solo quería lo mejor para la ciudad.

Vac observó las reacciones del Consejo y se dio cuenta de que tal vez había ido demasiado lejos. El zombie parecía el mas indignado, aunque el rey tampoco parecía contento. El espía se mostraba impaciente, y el demiurgo habló, tratando de cortar el problema de raíz.

El chico dio un paso atrás, dispuesto a seguir el consejo del demiurgo, pero la voz de la alquimista frenó sus pasos. El hado escuchó con atención, asegurándose de haber entendido su petición, y tras las últimas palabras del demiurgo, salió de la estancia con una leve reverencia.

Vac echó a andar con un suspiro, su reunión con el Consejo no había salido todo lo bien que había esperado, se había mostrado algo impertinente, y aunque no lo había hecho con mala intención, parecía su actitud no había gustado. Por otra parte, lo que había dicho era la verdad, y el hado quería lo mejor para la ciudad. A Vac le costaba callarse cuando se trataba de dar su opinión sobre algo importante, y eso era lo que había hecho frente al Consejo, ahora solo quedaba esperar a ver cual era su reacción.

La petición de la alquimista le había desconcertado un poco, pero podía haberla informado en el momento en el que le formulo la pregunta, sin embargo, el ambiente no parecía el adecuado. Estaba seguro de que la mayor debilidad del líder religioso roquense era esa piedra a la que adoraban, y tenía varias ideas con respecto a la segunda parte de la petición.

Mientras el chico caminaba por los pasillos, seguía dándole vueltas a la pregunta planteada por la alquimista, tratando de encontrar la mejor respuesta para cuando la mujer se la pidiera.

Continúa en el Castillo: biblioteca.

Nia

Nia levitaba en dirección al castillo, comprobando los enseres que traia consigo nerviosamente. Intentaba mantener la mente distraida de lo que estaba apunto de hacer. Sabia que si entraba indecisa y débil no la escucharian. Rocavarancolia no tolera la debilidad. Pero sabia que era muy importante. Su acción inmediata, podria salvarle la vida a mucha gente y eso era lo que le estaba motivando a emprender este viaje, a solicitar una audiencia con el consejo. Nia se habia encontrado con varios miembros del consejo en su vida en rocavarancolia, todos temibles y aterradores. No sabia si iba a poder aguantar la presión de varios de ellos mirandola, evaluandola y poniendola a prueba. Sacudio la cabeza, intentando apartar aquel pensamiento de la cabeza, sustituyendolo por uno nuevo.
-Soy Dama Urticaria. No le tengo miedo a nada. Vengo del orgulloso hogar de los hermanos Ulteran y Sunean. He visto monstruos, he matado monstruos, he curado monstruos. No le tengo miedo a nada.-comenzó a repetir en voz alta, haciendolo como un rezo, tan concentrada e ensimismada que casi se choca con uno de los colosales guardias de las puertas. Habiendosele ido todo el nervio, contestó algo deprisa y torpemente.
-Soy Niaboticarianáyade... Vengo a solicitar una audiencia con el consejo.-
Los guardias se miraron y encogiendose de hombros, guiaron a la niña adentro del castillo. En los largos pasillos de piedra tallada, como una vieja gloria del pasado, Nia contemplo el castillo en su interior, fascinandose por algunas cosas y comentandolas en voz alta, para no recibir respuesta alguna por parte de los guardias, tras lo cual calló. Los guardias la condujeron a una habitación donde deberia esperar a ser llamada. Rápidamente, comenzó a repasar los contenidos de su bolsa.
-¿Qué haria Harm en una situación como esa?-pensó, nerviosa.

Nia

Cuatro miembros del consejo le recibieron. Cuatro, de los cuales conocia a la mitad. Por una parte se sintio algo aliviada de ver caras conocidas, pero por otra, sabia que no debia relajarse ante el consejo, y hacer que su voz fuera escuchada. Asintiendole a Gahna, entró en la sala con firmeza y decisión.
-Mi nombre es Nia, soy una náyade que en su tiempo libre se dedica al estudio de lo que en la ciudad de se conoce como alquimia. Vengo a ofrecer mis conocimientos y habilidades para servir a la ciudad, pero, sobretodo, para ayudar a que las futuras cosechas sean más grandiosas.-se aclaró la voz.-Me explicaré:-comenzó.-A los muchachos que, desarrapados, hagan del torreón su hogar, se les dota, no solo de un techo en el que guarecerse, sino tambien de armamento para defenderse. Sin embargo, el hecho de que tengan que ir a por la comida, les supone un reto, ya que sin esta, no pueden sobrevivir, así que están obligados a ir a por ella, arriesgando su propia vida.-pausó un momento.-Esto, claro está, forma parte de la criba, de separar el grano bueno de lo que es deshechable... Se les da incluso, permiso para ir a la biblioteca, una vez más, arriesgandose al exterior, para sacar libros y así obtener el increible poder que es la practica de magia. Así esto se ha estado haciendo durante siglos... Milenios, si las cronologias son correctas. Y yo, un día, me llegue a preguntar como nadie se habia dado cuenta de algo tan simple como lo que voy a proponer en este momento: Medicamentos.-dijo, pausando de nuevo.
-Si, normalmente, en los torreones hay un humilde botiquín (recalco, normalmente) en el que vienen cosas muy básicas. Pero, sin embargo, no hay curas contra enfermedades. No hay antibioticos, no hay tratamientos, o remedios contra, por ejemplo, las muchas criaturas ponzoñosas que habitan en la ciudad.-arqueó una ceja, a la vez que hacia un poco de drama con las manos.-¿Qué seria del portentoso guerrero que, por desgracia del destino, fuera envenenado por un simple e insignificante insecto? ¿Que seria del valioso mago que, por comer algo que luego se mostró estar en mal estado sufrio terriblemente hasta desfallecer? La triste y para nada gloriosa muerte les espera.-miró al consejo con firmeza.-Yo, en mi humilde opinion, pienso que esas muertes podian haberse evitado con algo tan simple como medicamentos adecuados en el momento adecuado. Esos son, futuros ciudadanos que la ciudad se está perdiendo, futuras mentes brillantes que nunca brillaran ante la Luna Roja. Por ello, y, gracias a un exhaustivo estudio de las especies y criaturas, fauna y flora, de la ciudad, he llegado a catalogar cientos de venenos, con cientos de curas, todas ellas naturales y manufacturadas por mi y, por ello, solicito humildemente al consejo que se me permita ampliar estos botiquines humildes de los que los cosechados disponen en sus torreones y, sino tienen, crearlos, al igual que acompañarles con instrucciones de uso segun el bestiario y dolencia.-
Nia terminó su discurso. La boca estaba seca de tanto hablar. Apenas habia podido respirar mientras hablaba, concentrada en sonar interesante a la vez que firme. Estaba más pálida de lo habitual. Miró con algo de nerviosismo a los miembros del consejo, en espera de su respuesta.