Plaza de la Fuente
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Rocavarancolia Rol
74 participantes
- Rocavarancolia Rol
Plaza de la Fuente
02/08/11, 06:49 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Es una plaza amplia y rectangular con un monumento en el centro, una fuente formada por serpientes entrelazadas de cuyas bocas sale el chorro que llenaba la pila.
- Trish
Ficha de cosechado
Nombre: Serena
Especie: Humana
Habilidades: Astucia, agilidad y habilidad manual
Re: Plaza de la Fuente
13/03/23, 06:00 pm
Serena seguía con los brazos cruzados cuando el chico reafirmó lo ingenioso que había sido comunicarse a gritos en un lugar como aquel. ¿De verdad pensaba que tenía razón? Además, el sarcasmo con el que se dirigía a ella la estaba exasperando. Decidió aun así ser lo más amable posible, al final era el único humano con el que se había encontrado, pero confirmó sus sospechas: efectivamente lo había sobrevalorado y por lo que parecía, incluso el felino actuaba de forma más inteligente que él.
—Yo soy Serena, encantada de conocer a alguien tan prudente— dijo enfatizando la última palabra.
Escuchó voces a sus espaldas y se calmó al ver que se trataba de un pequeño grupo formado por cuatro personas (¡humanas!) que avanzaba hacia la fuente. Uno de ellos ya le sonaba de antes: era el chico de la cresta rosa que pensaba que estaba alumbrando el pasillo con un mechero. No le serviría de mucha ayuda para sobrevivir.
El segundo de ellos parecía el más normal, aunque ya había aprendido que no debía de regalar esos adjetivos tan a la ligera. La expresión de Serena se relajó cuando vio que el chico llevaba de la mano a un niño de unos nueve o diez años. Era todo ternura, al contrario del otro niño que había llegado con ellos y corría hacia la fuente, gritando aún más que Rick.
Iba a llamarle la atención cuando algo se cruzó en su campo de visión, y no pudo evitar dar un respingo al comprobar que la masa de pelo había vuelto y se dirigía zigzagueando hacia ellos. Esta vez, al menos, caminaba únicamente con las dos piernas. Sin embargo, no llegó muy lejos, pues en cuanto se cruzó en el camino del árbol de Navidad, la chica lo lanzó a la fuente en un movimiento perfecto. Quizá la había menospreciado; al menos era la única que había hecho algo útil y sensato. Además, con su lanzamiento había conseguido salpicar también al niño escandaloso. «Definitivamente, tengo que aprender a hacer eso».
Un gran revuelo se formó entonces en torno a la fuente. Serena se giró al distinguir voces nuevas y sus ojos se abrieron de par en par al observar de quién provenían. El lagarto de las mazmorras había regresado, esta vez acompañado de un hombre perro y una persona con cuernos que llevaba una planta en las manos. Retrocedió hacia la fuente, irónicamente se sentía más segura cerca de la bola de pelo mojada y del niño ya no tan escandaloso. Temía que toda esa gente fuera a ser su compañía en esta aventura, pero sabía que finalmente tendría que aprender a tolerarlos. Aunque la otra opción era que aquella chica tirara a todos a la fuente...
—Yo soy Serena, encantada de conocer a alguien tan prudente— dijo enfatizando la última palabra.
Escuchó voces a sus espaldas y se calmó al ver que se trataba de un pequeño grupo formado por cuatro personas (¡humanas!) que avanzaba hacia la fuente. Uno de ellos ya le sonaba de antes: era el chico de la cresta rosa que pensaba que estaba alumbrando el pasillo con un mechero. No le serviría de mucha ayuda para sobrevivir.
El segundo de ellos parecía el más normal, aunque ya había aprendido que no debía de regalar esos adjetivos tan a la ligera. La expresión de Serena se relajó cuando vio que el chico llevaba de la mano a un niño de unos nueve o diez años. Era todo ternura, al contrario del otro niño que había llegado con ellos y corría hacia la fuente, gritando aún más que Rick.
Iba a llamarle la atención cuando algo se cruzó en su campo de visión, y no pudo evitar dar un respingo al comprobar que la masa de pelo había vuelto y se dirigía zigzagueando hacia ellos. Esta vez, al menos, caminaba únicamente con las dos piernas. Sin embargo, no llegó muy lejos, pues en cuanto se cruzó en el camino del árbol de Navidad, la chica lo lanzó a la fuente en un movimiento perfecto. Quizá la había menospreciado; al menos era la única que había hecho algo útil y sensato. Además, con su lanzamiento había conseguido salpicar también al niño escandaloso. «Definitivamente, tengo que aprender a hacer eso».
Un gran revuelo se formó entonces en torno a la fuente. Serena se giró al distinguir voces nuevas y sus ojos se abrieron de par en par al observar de quién provenían. El lagarto de las mazmorras había regresado, esta vez acompañado de un hombre perro y una persona con cuernos que llevaba una planta en las manos. Retrocedió hacia la fuente, irónicamente se sentía más segura cerca de la bola de pelo mojada y del niño ya no tan escandaloso. Temía que toda esa gente fuera a ser su compañía en esta aventura, pero sabía que finalmente tendría que aprender a tolerarlos. Aunque la otra opción era que aquella chica tirara a todos a la fuente...
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidad
Re: Plaza de la Fuente
13/03/23, 07:14 pm
Abel sintió una gran fuerza sacudir su cuerpo y salió volando por los aires. En esos momentos, solo pudo ver a su agresora, quien parecía mirarlo con un cierto aire de superioridad mientras lo lanzaba a la fuente. Todo pasó demasiado rápido como para que el muchacho pudiese procesarlo con claridad. De hecho, el golpe resultó muy confuso, ya que no solo acabó medio ahogado por el agua fuente, sino que también colisionó sobre una especie de masa apestosa que no llegó a reconocer. Lo único que pudo concluir era que había sido atacado por una muchacha de aspecto amenazante y que el peligro podía ser inminente.
No tuvo demasiado tiempo para pensar en la situación en la que se encontraba, puesto que el agua que había tragado al caer removió sus entrañas, cosa que le hizo sentir de una forma que jamás antes había experimentado. Con la cara todavía sumergida en el agua, Abel creía escuchar cómo distintas voces preocupadas le preguntaban si se encontraba bien. No obstante, era curioso que les entendiese, pues era la primera vez que escuchaba ese idioma.
Desconcertado y absolutamente empapado, intentó incorporarse y salir de ahí, pero no pudo lograrlo del todo. El dolor, el sobreesfuerzo y las ráfagas de mal olor que brotaban en el ambiente -siempre había sido bastante sensible en relación a la higiene- provocaba que su mareo fuese en aumento. Además, las nuevas sensaciones ocasionadas por el agua mágica no hacían más que empeorar la situación. Entonces, inevitablemente, ocurrió; el muchacho, incapaz de levantarse, vomitó en grandes cantidades sobre la pila de la fuente, sin reparar en el niño con el que había chocado. Así, una porción del agua ahora se había tornado de un color un tanto verdoso y se mezclaba con algún que otro solido flotante que había sido expulsado por el muchacho.
Sorprendentemente, Abel se sintió liberado, como si al tirar toda esa bilis también hubiese echado gran parte de su ansiedad lejos de su estómago. Se limpió la cara, que ahora lucía más bien amarillenta y, al mirar a su alrededor, se dio cuenta de que se encontraba rodeado de gente, algunos le miraban expectantes y otros hablaban entre ellos. Un detalle que lo asombró fue que había distintas especies de criaturas entre el grupo, como si fuesen NPJs de algún videojuego de fantasía.
Para el chico era importante no parecerles débil y dar una buena impresión. Es más, en esos momentos cualquier acto podía ser clave para su supervivencia, puesto que pudo reconocer a su agresora entre los presentes. Ahora que podía fijarse bien, tampoco era humana. De hecho, le recordaba mucho al tipo de heroínas que escribía en sus historias y, si en algo se parecían, probablemente sería una persona bondadosa, pero fría y extremadamente fuerte.
Se devanó los sesos al intentar valorar el peligro y encontrar la mejor manera de actuar. Finalmente, decidió ser honesto y rezar para que todos esos extraños empatizasen con él. Total, ya no había escapatoria posible.
De repente, el lagarto humanoide comenzó a hablar y Abel se sorprendió al confirmar que podía entenderlo.
- Abel – le dijo señalándose a sí mismo y asintiendo con la cabeza para transmitir la comprensión del mensaje.
Mientras se presentaba, se acercó rápidamente al reptil. Para ser un lagarto le había inspirado una cierta tranquilidad desde que lo vió en la prisión. Quizás él lo podía proteger de esa chica tan bruta, a quien miraba de reojo todo el rato.
Casi guareciéndose detrás del reptil, inspiró profundamente y cogió fuerzas para hablarles de la forma más adecuada posible a los presentes. La comunicación era la única arma que le quedaba y no era demasiado habilidoso en su uso. Con el objetivo de simpatizar, el chico había retirado el pelo de su frente y el contraste visual con su apariencia de camuflaje capilar era enorme. Si no fuese por su aspecto mojado y por el novedoso color amarillento de su piel, cualquiera se sorprendería sobremanera al ver los dulces y elegantes rasgos de su cara.
- Creo que una mujer me ha secuestrado y no sé dónde estoy– dijo en un tono de voz lo suficientemente alto para que lo escuchase la mayoría del grupo, especialmente su asaltante – Por favor, no quiero pelear. Es más, estaba intentando escapar de un demonio peligroso que iba a atacarnos.
Fue al acabar la frase que se dio cuenta de que el bicho verdoso se encontraba muy cerca de ellos, concretamente acomodado en las manos de una persona con cuernos.
- ¡Ahí! – exclamó señalándolo y aferrándose a la manga izquierda del kimono del lagarto.
No tuvo demasiado tiempo para pensar en la situación en la que se encontraba, puesto que el agua que había tragado al caer removió sus entrañas, cosa que le hizo sentir de una forma que jamás antes había experimentado. Con la cara todavía sumergida en el agua, Abel creía escuchar cómo distintas voces preocupadas le preguntaban si se encontraba bien. No obstante, era curioso que les entendiese, pues era la primera vez que escuchaba ese idioma.
Desconcertado y absolutamente empapado, intentó incorporarse y salir de ahí, pero no pudo lograrlo del todo. El dolor, el sobreesfuerzo y las ráfagas de mal olor que brotaban en el ambiente -siempre había sido bastante sensible en relación a la higiene- provocaba que su mareo fuese en aumento. Además, las nuevas sensaciones ocasionadas por el agua mágica no hacían más que empeorar la situación. Entonces, inevitablemente, ocurrió; el muchacho, incapaz de levantarse, vomitó en grandes cantidades sobre la pila de la fuente, sin reparar en el niño con el que había chocado. Así, una porción del agua ahora se había tornado de un color un tanto verdoso y se mezclaba con algún que otro solido flotante que había sido expulsado por el muchacho.
Sorprendentemente, Abel se sintió liberado, como si al tirar toda esa bilis también hubiese echado gran parte de su ansiedad lejos de su estómago. Se limpió la cara, que ahora lucía más bien amarillenta y, al mirar a su alrededor, se dio cuenta de que se encontraba rodeado de gente, algunos le miraban expectantes y otros hablaban entre ellos. Un detalle que lo asombró fue que había distintas especies de criaturas entre el grupo, como si fuesen NPJs de algún videojuego de fantasía.
Para el chico era importante no parecerles débil y dar una buena impresión. Es más, en esos momentos cualquier acto podía ser clave para su supervivencia, puesto que pudo reconocer a su agresora entre los presentes. Ahora que podía fijarse bien, tampoco era humana. De hecho, le recordaba mucho al tipo de heroínas que escribía en sus historias y, si en algo se parecían, probablemente sería una persona bondadosa, pero fría y extremadamente fuerte.
Se devanó los sesos al intentar valorar el peligro y encontrar la mejor manera de actuar. Finalmente, decidió ser honesto y rezar para que todos esos extraños empatizasen con él. Total, ya no había escapatoria posible.
De repente, el lagarto humanoide comenzó a hablar y Abel se sorprendió al confirmar que podía entenderlo.
- Abel – le dijo señalándose a sí mismo y asintiendo con la cabeza para transmitir la comprensión del mensaje.
Mientras se presentaba, se acercó rápidamente al reptil. Para ser un lagarto le había inspirado una cierta tranquilidad desde que lo vió en la prisión. Quizás él lo podía proteger de esa chica tan bruta, a quien miraba de reojo todo el rato.
Casi guareciéndose detrás del reptil, inspiró profundamente y cogió fuerzas para hablarles de la forma más adecuada posible a los presentes. La comunicación era la única arma que le quedaba y no era demasiado habilidoso en su uso. Con el objetivo de simpatizar, el chico había retirado el pelo de su frente y el contraste visual con su apariencia de camuflaje capilar era enorme. Si no fuese por su aspecto mojado y por el novedoso color amarillento de su piel, cualquiera se sorprendería sobremanera al ver los dulces y elegantes rasgos de su cara.
- Creo que una mujer me ha secuestrado y no sé dónde estoy– dijo en un tono de voz lo suficientemente alto para que lo escuchase la mayoría del grupo, especialmente su asaltante – Por favor, no quiero pelear. Es más, estaba intentando escapar de un demonio peligroso que iba a atacarnos.
Fue al acabar la frase que se dio cuenta de que el bicho verdoso se encontraba muy cerca de ellos, concretamente acomodado en las manos de una persona con cuernos.
- ¡Ahí! – exclamó señalándolo y aferrándose a la manga izquierda del kimono del lagarto.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: Plaza de la Fuente
14/03/23, 12:25 am
Ethan no supo cómo reaccionar ante el halago. Desvío la mirada en cuanto noto un ligero rubor invadiendo sus mejillas. Quizá Akeyo después de todo tenía razón, o quizá se estaba volviendo lo suficientemente loco como para dársela.
Sea como fuera, era verdad que en Londres nunca podría haberse dado esta situación. Connor sólo se habría dirigido a él para exigirle la cartera y dudaba que ningún padre cuerdo quisiera dejar a un niño cerca suyo. Por mucho que intentará ocultar las cicatrices, eran demasiado visibles como para evitar malentendidos... Pero allí, allí al menos pasaban a un segundo plano.
Por un momento, se dejó llevar en esa alegre ensoñación. Hasta que su vista se fijó en la muchacha mencionada, y fue testigo directo de la hostia.
Nah, definitivamente estaba perdiendo la cordura, Akeyo podía seguir yéndose a tomar por culo.
Alarmado entre el golpetazo, los gritos incoherentes de la gente y el alboroto en torno a la fuente Ethan volvió en sí. A la única conclusión que estaba llegando es que, todo aquel que tomaba del agua aprendía un nuevo idioma. Uno extraño, pero común.
-No me jodas... Dime que no acaban de golpear al niño por error... Okay vale eh.. Deberíamos de ir nosotros también y beber… ¿No?
Esto último se lo dijo a Connor con una voz menos firme de la que le gustaría. Ethan quería ir a por el niño, pero estaba en mitad de la gresca y encima, notaba los ligeros tirones en su mano como un ruego para que no se acercarán.
Rompió en enlace de Aniol con suavidad, para poder captar su atención y empezar a gesticular. De forma un poco torpe, le señaló la fuente. Procedió a crear un cuenco con las manos para llevárselo a la boca repetidamente. Así, cuando le volvió a dar la mano lo acompañó de un ligero empujón para que los tres fueran juntos. Pronto, si estaba en lo correcto no volverían a necesitar todo eso para comunicarse.
De cerca la situación no mejoró. Pudo localizar al menos a 2 personas cuyo balbuceo era propio de quien rozaba un ataque de pánico. Eso le decanto por tomar rápidamente un par de sorbos. Notando al instante el cambio.
No, no había aprendido un idioma nuevo. Las palabras que formaba su mente eran salvajemente devoradas por unas nuevas. El inglés fue el primero en desaparecer y cuando intento cambiar a japonés se dio cuenta que ya no existía. Ni si quiera recordaba las 3 frases en español que en su día aprendió para ligar con un chico latino.
Por suerte careció de ningún margen para alarmarse. La persona de la fuente estaba comenzando a tener espasmos y por inercia apartó rápidamente a Aniol de su cercanía. Lo tomo en brazos para dar unos pasos hacia atrás y dejarlo de nuevo en el suelo. Ganando un breve margen entre la antigua agresora y el accidentado.
-Oye, ¿YA NO? ¿PODEMOS CALMARNOS TODOS? - Ethan tomó aire, todo cuanto pudo. Y decidió continuar hablando, porque si paraba sólo se daría cuenta de lo extraño que sonaba- Si, nos han secuestrado a todos!! Y entiendo que estemos nerviosos, es totalmente válido. Pero por favor, nadie de aquí está solo y no, aunque seamos de especies diferentes claramente NO hay ningún monstruo. Así que eh... ¿Podemos tratar de estar todos más tranquilos? No más golpes, ni empujones, ni estampidas solo... Tratar de hablar como seres con un mínimo de inteligencia.
El enfado del inicio se fue transformando en un ruego a medida que hablaba. Lo único que el joven quería a esas alturas era un mínimo de estabilidad, y comprensión. Ojalá estuviera en lo cierto y la fuente supliera la carencia de comunicación que tenían.
Sea como fuera, era verdad que en Londres nunca podría haberse dado esta situación. Connor sólo se habría dirigido a él para exigirle la cartera y dudaba que ningún padre cuerdo quisiera dejar a un niño cerca suyo. Por mucho que intentará ocultar las cicatrices, eran demasiado visibles como para evitar malentendidos... Pero allí, allí al menos pasaban a un segundo plano.
Por un momento, se dejó llevar en esa alegre ensoñación. Hasta que su vista se fijó en la muchacha mencionada, y fue testigo directo de la hostia.
Nah, definitivamente estaba perdiendo la cordura, Akeyo podía seguir yéndose a tomar por culo.
Alarmado entre el golpetazo, los gritos incoherentes de la gente y el alboroto en torno a la fuente Ethan volvió en sí. A la única conclusión que estaba llegando es que, todo aquel que tomaba del agua aprendía un nuevo idioma. Uno extraño, pero común.
-No me jodas... Dime que no acaban de golpear al niño por error... Okay vale eh.. Deberíamos de ir nosotros también y beber… ¿No?
Esto último se lo dijo a Connor con una voz menos firme de la que le gustaría. Ethan quería ir a por el niño, pero estaba en mitad de la gresca y encima, notaba los ligeros tirones en su mano como un ruego para que no se acercarán.
Rompió en enlace de Aniol con suavidad, para poder captar su atención y empezar a gesticular. De forma un poco torpe, le señaló la fuente. Procedió a crear un cuenco con las manos para llevárselo a la boca repetidamente. Así, cuando le volvió a dar la mano lo acompañó de un ligero empujón para que los tres fueran juntos. Pronto, si estaba en lo correcto no volverían a necesitar todo eso para comunicarse.
De cerca la situación no mejoró. Pudo localizar al menos a 2 personas cuyo balbuceo era propio de quien rozaba un ataque de pánico. Eso le decanto por tomar rápidamente un par de sorbos. Notando al instante el cambio.
No, no había aprendido un idioma nuevo. Las palabras que formaba su mente eran salvajemente devoradas por unas nuevas. El inglés fue el primero en desaparecer y cuando intento cambiar a japonés se dio cuenta que ya no existía. Ni si quiera recordaba las 3 frases en español que en su día aprendió para ligar con un chico latino.
Por suerte careció de ningún margen para alarmarse. La persona de la fuente estaba comenzando a tener espasmos y por inercia apartó rápidamente a Aniol de su cercanía. Lo tomo en brazos para dar unos pasos hacia atrás y dejarlo de nuevo en el suelo. Ganando un breve margen entre la antigua agresora y el accidentado.
-Oye, ¿YA NO? ¿PODEMOS CALMARNOS TODOS? - Ethan tomó aire, todo cuanto pudo. Y decidió continuar hablando, porque si paraba sólo se daría cuenta de lo extraño que sonaba- Si, nos han secuestrado a todos!! Y entiendo que estemos nerviosos, es totalmente válido. Pero por favor, nadie de aquí está solo y no, aunque seamos de especies diferentes claramente NO hay ningún monstruo. Así que eh... ¿Podemos tratar de estar todos más tranquilos? No más golpes, ni empujones, ni estampidas solo... Tratar de hablar como seres con un mínimo de inteligencia.
El enfado del inicio se fue transformando en un ruego a medida que hablaba. Lo único que el joven quería a esas alturas era un mínimo de estabilidad, y comprensión. Ojalá estuviera en lo cierto y la fuente supliera la carencia de comunicación que tenían.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Re: Plaza de la Fuente
14/03/23, 02:05 pm
A pesar de llevar tan solo unos minutos de relativa paz, el caos pronto se hizo presente de nuevo. Damian corrió directo a la fuente aunque se le hubiera dicho que se quedara cerca, y uno de los presentes allí con el pelo negro y largo se acercó dando traspiés. Kalna lo dejó pasar dándole un empujón y éste cayó a la fuente llevándose al niño por delante. La verdad es que no podía echarle nada en cara a Kalna, probablemente habría hecho lo mismo si alguien fuera directo hacia él dando tumbos como un puto borracho.
-Eso le pasa por no hacer caso, joder.- Diría a nadie en particular, en referencia al niño lastimado. Después asintió hacia Ethan conforme con ir a beber de la fuente. El motero fue consciente de la tensión y confusión que se respiraba en el lugar. El lagarto de antes había tenido una especie de crisis o algo parecido antes de beber de la fuente y señalar a su grupo para que hiciera lo mismo, y el chico con rasgos felinos tampoco parecía encontrarse muy bien. Aquella bestia peluda también estaba dando gritos alarmado. La situación era un caos, pero era evidente que el agua tenía un efecto milagroso. Había escuchado a algunos de ellos hablar antes, dentro de la prisión, y aunque seguía sin entender lo que decían podía reconocer que manejaban un idioma diferente.
Miró con gesto de hastío y cansancio a Damian, dispuesto a acercarse y sacarlo de la fuente, pero vio cómo otro humano con gabardina de color crema se ofrecía a ayudar. La verdad es que Connor lo prefería, así no tenía que lidiar con aquel molesto y repelente niño. Con aquel tema cubierto prefirió seguir a Ethan con la intención de beber también. El motero se acercó a las serpientes de piedra y acercó los labios al chorro. En cuanto el agua empezó a introducirse en su organismo pudo notar cómo algo lo invadía. Su mente se volvió un caos vertiginoso, donde miles de nuevas palabras en otro idioma se agolpaban en su cabeza desterrando al olvido todo lo que había sabido hasta entonces. Connor escuchaba a Ethan hablar en aquella nueva lengua, y se sorprendió así mismo de entenderla a la perfección. <<Hijo de puta. Motocicleta. Cabronazo. Guitarra. Gilipollas de los cojones... Wyverns.>> Connor formulaba todas esas palabras en su cabeza en aquel nuevo idioma, con la mirada perdida en las figuras serpentinas de la fuente y expresión confusa.
Rápidamente se quitó el chaleco y le dio la vuelta para ver los parches que llevaba la prenda en la espalda. Ahí estaba el nombre de la banda en su antiguo idioma, era incapaz de leerlo pero sabía lo que ponía. <<Wyverns... MC...Texas>> Era como si las estuviera viendo por primer vez. Al menos podía reconocer con la misma familiaridad de siempre aquel dragón guiverno estampado en el chaleco. Todos aquellos parches los llevaba tatuados también en la espalda y eso le recordó que tampoco podría leer el tatuaje de su pectoral izquierdo. <<Sean>>. Pensó con el ceño fruncido antes de centrar de nuevo su atención en lo que ocurría a su alrededor, poniéndose el chaleco de nuevo. Ethan acababa de terminar de hablar, pero Connor no había prestado mucha atención. Tan absorto como había estado. En cambio fijó su mirada en el niño andrajoso y aparte de darse cuenta de que estaba sangrando por la nariz, cosa que le hizo torcer el gesto a Connor en señal de un poco de preocupación, pudo ver las arcadas y temblores del otro chico que se había caído. Había estado en suficientes juergas del club para reconocer cuando alguien iba a echar la primera puñetera papilla.
-¡Tienes que estar de puta broma, coño!- Exclamó mientras se acercaba con grandes zancadas. A los pocos segundos el chico empezó a vomitar, pero el motero llegó justo a tiempo para levantar en volandas al niño, cerca del chico con gabardina de color crema. Lo agarró del cuello de la camiseta siendo bastante bruto, debido a la velocidad con la que tenía que actuar. Y Damian se elevó en el aire como si fuera un gato durante unos segundos, mientras no dejaba de insultar en aquel nuevo idioma a Kalna. Connor abrió los ojos como platos ante aquella reacción inesperada del niño, y lo dejó caer al suelo con delicadeza entre carcajadas. -Me cago en la puta, no sabía que los tuvieras tan jodidamente grandes- Diría con una leve sonrisa antes de centrar su atención en la chica gótica. Esperaba que no se lo tuviera en cuenta, al fin y a cabo era un puñetero niño perdido en una ciudad de mierda.
-Eso le pasa por no hacer caso, joder.- Diría a nadie en particular, en referencia al niño lastimado. Después asintió hacia Ethan conforme con ir a beber de la fuente. El motero fue consciente de la tensión y confusión que se respiraba en el lugar. El lagarto de antes había tenido una especie de crisis o algo parecido antes de beber de la fuente y señalar a su grupo para que hiciera lo mismo, y el chico con rasgos felinos tampoco parecía encontrarse muy bien. Aquella bestia peluda también estaba dando gritos alarmado. La situación era un caos, pero era evidente que el agua tenía un efecto milagroso. Había escuchado a algunos de ellos hablar antes, dentro de la prisión, y aunque seguía sin entender lo que decían podía reconocer que manejaban un idioma diferente.
Miró con gesto de hastío y cansancio a Damian, dispuesto a acercarse y sacarlo de la fuente, pero vio cómo otro humano con gabardina de color crema se ofrecía a ayudar. La verdad es que Connor lo prefería, así no tenía que lidiar con aquel molesto y repelente niño. Con aquel tema cubierto prefirió seguir a Ethan con la intención de beber también. El motero se acercó a las serpientes de piedra y acercó los labios al chorro. En cuanto el agua empezó a introducirse en su organismo pudo notar cómo algo lo invadía. Su mente se volvió un caos vertiginoso, donde miles de nuevas palabras en otro idioma se agolpaban en su cabeza desterrando al olvido todo lo que había sabido hasta entonces. Connor escuchaba a Ethan hablar en aquella nueva lengua, y se sorprendió así mismo de entenderla a la perfección. <<Hijo de puta. Motocicleta. Cabronazo. Guitarra. Gilipollas de los cojones... Wyverns.>> Connor formulaba todas esas palabras en su cabeza en aquel nuevo idioma, con la mirada perdida en las figuras serpentinas de la fuente y expresión confusa.
Rápidamente se quitó el chaleco y le dio la vuelta para ver los parches que llevaba la prenda en la espalda. Ahí estaba el nombre de la banda en su antiguo idioma, era incapaz de leerlo pero sabía lo que ponía. <<Wyverns... MC...Texas>> Era como si las estuviera viendo por primer vez. Al menos podía reconocer con la misma familiaridad de siempre aquel dragón guiverno estampado en el chaleco. Todos aquellos parches los llevaba tatuados también en la espalda y eso le recordó que tampoco podría leer el tatuaje de su pectoral izquierdo. <<Sean>>. Pensó con el ceño fruncido antes de centrar de nuevo su atención en lo que ocurría a su alrededor, poniéndose el chaleco de nuevo. Ethan acababa de terminar de hablar, pero Connor no había prestado mucha atención. Tan absorto como había estado. En cambio fijó su mirada en el niño andrajoso y aparte de darse cuenta de que estaba sangrando por la nariz, cosa que le hizo torcer el gesto a Connor en señal de un poco de preocupación, pudo ver las arcadas y temblores del otro chico que se había caído. Había estado en suficientes juergas del club para reconocer cuando alguien iba a echar la primera puñetera papilla.
-¡Tienes que estar de puta broma, coño!- Exclamó mientras se acercaba con grandes zancadas. A los pocos segundos el chico empezó a vomitar, pero el motero llegó justo a tiempo para levantar en volandas al niño, cerca del chico con gabardina de color crema. Lo agarró del cuello de la camiseta siendo bastante bruto, debido a la velocidad con la que tenía que actuar. Y Damian se elevó en el aire como si fuera un gato durante unos segundos, mientras no dejaba de insultar en aquel nuevo idioma a Kalna. Connor abrió los ojos como platos ante aquella reacción inesperada del niño, y lo dejó caer al suelo con delicadeza entre carcajadas. -Me cago en la puta, no sabía que los tuvieras tan jodidamente grandes- Diría con una leve sonrisa antes de centrar su atención en la chica gótica. Esperaba que no se lo tuviera en cuenta, al fin y a cabo era un puñetero niño perdido en una ciudad de mierda.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Re: Plaza de la Fuente
14/03/23, 02:57 pm
Aun en su confusión con sus propias palabras, Damián vio todo el proceso: Se acercó el larguilucho con pelo largo, moviédose de la manera más extraña que cualquiera podría imaginar. Incluso el pequeño dio un ligero respingo a la llamada de atención del fideo al chocar con Kalna y la mujer, de sopetón, lo agarró y lo lanzó.
—¡E-EEH, Esp-! —se lo veía venir y cerrando los ojos en el último segundo soportó como pudo el impacto terrible que le propinaron con el arma humana. Salió despedido al agua junto con el fideo malrollero y en un suspiro salió de ella, sujetándose la nariz que le sangraba. No parecía grave pero la cara le ardía, la espalda le dolía y todo su cuerpo lo notaba algo magullado por lo general. Primero miró a Abel y luego a la autora del crimen. Tuvo una mezcla de rabia, pena y tristeza en su cara, estando colorado de apretar su rostro. Era obvio que se estaba aguantando las lágrimas.
—Que… ¡hija de puta! ¡CABRONA! —estalló, ignorando todo lo que le rodeaba—. ¡Me cago en tu puta madre, pedazo de bruta de mierda!
Todo el mundo parecía reaccionar de formas distintas pero Kalna consiguió hacer cabrear al niño quien estaba haciendo una pataleta, con la sangre aun escurriendo de su nariz y lágrimas de rabia cayendo por su cara, ocultas por lo mojado que se encontraba. Rick ofreció ayuda a los dos pero tuvo suerte de que Damian no se haya enterado, quizas hubiese cobrado también un poco de la frustración del italiano o hasta un guantazo a la mano ayudante. Uno pareció vomitar a su lado pero con suerte no tocó nada de la inmundicia, limitándose a descargar insultos.
—¡Gilipollas! ¡Puta! ¡Cabrona! ¡Te agarraba y te-te daba de ostias vaca burra! ¡Que te follen! ¡Comemierda! ¡Capulla subnormal! ¡Imb-! ¡Eh, eh, eh pelogallo! ¡¿Qué coño haces?! —parecía un torbellino, agitando los brazos y apretando sus ojos. Connor llegó a engancharlo y en mitad de la altura Damian se agitaba como podía, pero nada podía hacer bajando los brazos finalmente y dándose por vencido. Mejor dejarse bajar que comerse el suelo.
Ya medio callado, miró a Kalna y sacó su lengua con toda la mala leche que su pequeño cuerpo podría almacenar. Si pudiese echar humo de sus orejas lo hubiese hecho, odiaba estar mojado y lo estaba, empapado de pies a cabeza. Su pelo caía liso por la gravedad y la humedad hacia abajo, su camisa de tirantes goteaba agua y eso lo incomodaba, escurriendo de vez en cuando la tela. Se limpió la sangre de la nariz que ya cesó de salir y conforme se estaba poniendo al diá con lo que le rodeaba se fue calmando poquito a poco. Rayín parecía afectado por algo y al fijarse en eso, junto con la llamada de atención de Ethan lograron cortar su ametralladora de insultos por completo.
—¿Por qué estáis ahora hablando italiano? ¿Sabeis italiano? —respondió a Ethan, con su cara seria y sin entender nada. Podía comprender todo lo que decian pero… ¿el italiano sonaba así de raro?
—¡E-EEH, Esp-! —se lo veía venir y cerrando los ojos en el último segundo soportó como pudo el impacto terrible que le propinaron con el arma humana. Salió despedido al agua junto con el fideo malrollero y en un suspiro salió de ella, sujetándose la nariz que le sangraba. No parecía grave pero la cara le ardía, la espalda le dolía y todo su cuerpo lo notaba algo magullado por lo general. Primero miró a Abel y luego a la autora del crimen. Tuvo una mezcla de rabia, pena y tristeza en su cara, estando colorado de apretar su rostro. Era obvio que se estaba aguantando las lágrimas.
—Que… ¡hija de puta! ¡CABRONA! —estalló, ignorando todo lo que le rodeaba—. ¡Me cago en tu puta madre, pedazo de bruta de mierda!
Todo el mundo parecía reaccionar de formas distintas pero Kalna consiguió hacer cabrear al niño quien estaba haciendo una pataleta, con la sangre aun escurriendo de su nariz y lágrimas de rabia cayendo por su cara, ocultas por lo mojado que se encontraba. Rick ofreció ayuda a los dos pero tuvo suerte de que Damian no se haya enterado, quizas hubiese cobrado también un poco de la frustración del italiano o hasta un guantazo a la mano ayudante. Uno pareció vomitar a su lado pero con suerte no tocó nada de la inmundicia, limitándose a descargar insultos.
—¡Gilipollas! ¡Puta! ¡Cabrona! ¡Te agarraba y te-te daba de ostias vaca burra! ¡Que te follen! ¡Comemierda! ¡Capulla subnormal! ¡Imb-! ¡Eh, eh, eh pelogallo! ¡¿Qué coño haces?! —parecía un torbellino, agitando los brazos y apretando sus ojos. Connor llegó a engancharlo y en mitad de la altura Damian se agitaba como podía, pero nada podía hacer bajando los brazos finalmente y dándose por vencido. Mejor dejarse bajar que comerse el suelo.
Ya medio callado, miró a Kalna y sacó su lengua con toda la mala leche que su pequeño cuerpo podría almacenar. Si pudiese echar humo de sus orejas lo hubiese hecho, odiaba estar mojado y lo estaba, empapado de pies a cabeza. Su pelo caía liso por la gravedad y la humedad hacia abajo, su camisa de tirantes goteaba agua y eso lo incomodaba, escurriendo de vez en cuando la tela. Se limpió la sangre de la nariz que ya cesó de salir y conforme se estaba poniendo al diá con lo que le rodeaba se fue calmando poquito a poco. Rayín parecía afectado por algo y al fijarse en eso, junto con la llamada de atención de Ethan lograron cortar su ametralladora de insultos por completo.
—¿Por qué estáis ahora hablando italiano? ¿Sabeis italiano? —respondió a Ethan, con su cara seria y sin entender nada. Podía comprender todo lo que decian pero… ¿el italiano sonaba así de raro?
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco. Es capaz de intuir con mayor facilidad cómo se van a comportar los animales con los que se encuentre.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: Plaza de la Fuente
14/03/23, 05:44 pm
Al menos parecía que algunos de los reunidos empezaban a beber y a decir palabras probando el nuevo idioma. Daba gracias de que al menos las neuronas les dieran para eso, porque así podrían empezar a entenderse: sería más fácil empezar a poner orden entre los caóticos, hormonales y emocionales hombres si al menos hablaban todos el mismo idioma.
El caos que se desató al lanzar al monstruo peludo, por otro lado, no generaba precisamente un buen inicio de esa comunicación. Al parecer no había sido un monstruo, sino otro hombre de uno de los mundos de los que venían los otros. Frunció los labios. ¿Cómo se le había ocurrido comportarse así? No había ido a parar con nadie normal, desde luego. Empezaron las reacciones emocionales, las respiraciones agitadas, aquellas cosas propias de hombres poco racionales.
Y luego estaba el niño. No le había visto al lanzar al humano alto, así que no había contado con darle, y estuvo dispuesta a disculparse durante el primer segundo, antes de que empezara a insultarla a ella… y a su madre. Le miró amenazadora, buscando asustarle, y se acercó a él con paso firme. Para entonces Connor había llegado y le había sacado de la fuente justo a tiempo de que el vómito de Abel no le rociara. Miró a Connor, que estaba dispuesto a proteger al chaval, con seriedad: no iba a dejar que un masculinista se interpusiera entre ella y el crio. Y luego le dio una colleja al niño. No muy fuerte, lo justo para ser un toque de atención y que cerrara la boca.
—Más te vale hacer que el maldito crio se controle —le dijo al adulto en tono autoritario. A diferencia de otros ella no decía palabrotas, por lo que aquello lo consideraba lo bastante fuerte.
» Y Abel, lo lamento —se disculpó, aún manteniendo una mirada de superioridad y girándose hacia el humano que estaba empapado —, pensé que eras una de las pruebas.
«Lamento que seas tan imbécil, no ha sido culpa mía». Ya ni iba a meterse en que considerase a un camaleón chiquitajo que iba subido a otra persona para andar un monstruo, porque si empezaba a pensar en aquella cobardía y que era compartida estaría mejor por su cuenta.
Luego miró al otro humano, aquel que había empezado un discurso en un tono decente y lo había ido bajando tanto que demostraba que no tenía ni la mínima capacidad de liderazgo, lo que era normal: era un hombre, al fin y al cabo... Aunque había esperado un mínimo de decisión, como en los hombres libenses. «Por los Grandes Felinos, ¿es que no saben absolutamente nada?», pensó. Empezaba a estar muy cansada de todo aquello, ¿cómo iba a demostrar lo mucho que valía si primero tenía que conseguir que una panda de hombres que no podían mantenerse calmados más de dos segundos la hicieran caso?
—¿Cómo que secuestrados? ¿Es que no sabéis a qué habéis venido?
El caos que se desató al lanzar al monstruo peludo, por otro lado, no generaba precisamente un buen inicio de esa comunicación. Al parecer no había sido un monstruo, sino otro hombre de uno de los mundos de los que venían los otros. Frunció los labios. ¿Cómo se le había ocurrido comportarse así? No había ido a parar con nadie normal, desde luego. Empezaron las reacciones emocionales, las respiraciones agitadas, aquellas cosas propias de hombres poco racionales.
Y luego estaba el niño. No le había visto al lanzar al humano alto, así que no había contado con darle, y estuvo dispuesta a disculparse durante el primer segundo, antes de que empezara a insultarla a ella… y a su madre. Le miró amenazadora, buscando asustarle, y se acercó a él con paso firme. Para entonces Connor había llegado y le había sacado de la fuente justo a tiempo de que el vómito de Abel no le rociara. Miró a Connor, que estaba dispuesto a proteger al chaval, con seriedad: no iba a dejar que un masculinista se interpusiera entre ella y el crio. Y luego le dio una colleja al niño. No muy fuerte, lo justo para ser un toque de atención y que cerrara la boca.
—Más te vale hacer que el maldito crio se controle —le dijo al adulto en tono autoritario. A diferencia de otros ella no decía palabrotas, por lo que aquello lo consideraba lo bastante fuerte.
» Y Abel, lo lamento —se disculpó, aún manteniendo una mirada de superioridad y girándose hacia el humano que estaba empapado —, pensé que eras una de las pruebas.
«Lamento que seas tan imbécil, no ha sido culpa mía». Ya ni iba a meterse en que considerase a un camaleón chiquitajo que iba subido a otra persona para andar un monstruo, porque si empezaba a pensar en aquella cobardía y que era compartida estaría mejor por su cuenta.
Luego miró al otro humano, aquel que había empezado un discurso en un tono decente y lo había ido bajando tanto que demostraba que no tenía ni la mínima capacidad de liderazgo, lo que era normal: era un hombre, al fin y al cabo... Aunque había esperado un mínimo de decisión, como en los hombres libenses. «Por los Grandes Felinos, ¿es que no saben absolutamente nada?», pensó. Empezaba a estar muy cansada de todo aquello, ¿cómo iba a demostrar lo mucho que valía si primero tenía que conseguir que una panda de hombres que no podían mantenerse calmados más de dos segundos la hicieran caso?
—¿Cómo que secuestrados? ¿Es que no sabéis a qué habéis venido?
Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistenciaPersonajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Plaza de la Fuente
15/03/23, 01:13 pm
Cuando el gigante se dirigió a la estructura que olía a agua, la cola del repobladore empezó a agitarse. Primero fueron descontrolados por las ganas de beber, pero luego cayó en la cuenta y tras mirar a Airi bajó la intensidad. Su cola era fuerte y con pequeñas púas y no quería asustar al gigante que le estaba ayudando tanto. Se habría disculpado, pero no sabía cómo explicarse sin tocarle.
Después, para no molestar más, en cuanto se acercó un poco más a la estructura, Tawar aprovechó para colgarse de sus manos, trepar hacia abajo con cuidado, y correr a seis patas todo lo rápido que pudo, hasta llegar al borde de un brinco. Desde allí miró la extraña piedra de la que manaba agua y luego al grupo de gigantes que había a su alrededor. Por un momento le dio miedo, mucho, pero podría correr mejor en cuanto saciara su sed. Así pues, se alejó un poco más allá del grupo y luego se descolgó por el borde de piedra y se aferró a la pared hasta que primero su cola y a continuación sus pies descalzos tocaron el agua.
Si no hubiera estado rodeade de gigantes, se habría dado un chapuzón. La fuente no le daba preocupación alguna, pero todos los gigantes parecían alterades por ella. Elle se limitó a mojarse de cintura para abajo, giró sobre sí misme en la pared y después acercó la boca para beber de la superficie.
En cuanto tragó varias veces con la rapidez de quien sospecha de depredadores en la zona, empezó a sentirse muy extrañe. Tuvo que parar y subir con presteza de nuevo, por si acaso, porque su pequeña cabeza estaba empezando a almacenar muchas voces y palabras que no debería entender. O que no entendía hasta hacía unos instantes. Se sentó en el borde de la fuente para intentar entender qué estaba pasando. Miraba a los gigantes uno por uno a la par que sus palabras llegaban a su propia cabeza, ¡y les entendía! Pero sus propios pensamientos eran raros. Se entendía a sí misme pero no reconocía las letras y los sonidos.
—Soy Tawar, repobladore de la montaña, recolectadore... Soy Tawar, repobladore de la montaña, recolectadore... ¿Pero qué palabras son estas? ¿Qué me ha pasado? ¿Cómo puede ser esto?
Miró al grupo entonces. Estaban discutiendo y hablando, pero era un caos. Quería volver con Airi y Rägjyn y preguntar qué estaba pasando, por qué hablaba todo el mundo tan parecido ahora, porque los gigantes debían saber más que elle. Pero entonces otro de los gigantes, uno con una crin particularmente más larga que el resto, le señaló mientras le llamaba con una palabra extraña. No la conocía por memorias, pero sí la entendía como si la hubiera escuchado siempre. ¡Demonio! ¡Cómo se atrevía a insultar así a un ser tan pure como elle! Tawar nunca sabía cómo, pero se envalentonó lo suficientemente como para echarse a cuatro patas e ir en su dirección por el borde dispueste a que le diera una disculpa. ¡Demonio, elle! ¡Con lo orgullose que estaba de su trabajo y del mimo y delicadeza con que cuidaba de la Flora!
Sin embargo, tuvo que frenarse cuando otro de los gigantes pidió calma y le defendió. ¡Claro que no era un monstruo! ¿Pero qué era lo otro que estaba diciendo? Se terminó de acercar al grupo por el borde, se irguió sobre sus piernas y miró a quienes habían hablado en último lugar. Por lo visto, solo el gigante con piedras clavadas en el cuerpo estaba allí de buen grado, como Tawar. También podía ser un Muchosnombres, como el gigante con pelo colorido.
—¿Pero cómo que os han secuestrado, si sois gigantes? A mí me trajo un enviado de la Flora porque yo quise y hasta ahora no veo nada raro... No me dijo que tendría que verme con gigantes pero sé que hay gigantes amables, y Airi y Rägjyn me lo parecen —dijo con confianza mientras les buscaba con la mirada. Después miró a Ethan de nuevo—. Y tú también. En efecto, ¡no soy ningún monstruo ni demonio sino une repobladore! Gracias por defenderme —se quejó con indignación primero, silbando, y finalmente le agradeció con una sonrisa.
No se había fijado en si le habían escuchado o entendido los otros dos gigantes amables, porque Damián y Largacrin estaban muy cerca y no le parecían de fiar. ¿Pero por qué les iban a traer por la fuerza? ¡Eran gigantes! Les miraba de hito en hito, intentando recordar todos sus nombres y entender qué criatura inteligente podría haber más grande que un gigante para traer a tantos a la fuerza. Bueno, quizás sería mejor si no lo averiguaba nunca.
Después, para no molestar más, en cuanto se acercó un poco más a la estructura, Tawar aprovechó para colgarse de sus manos, trepar hacia abajo con cuidado, y correr a seis patas todo lo rápido que pudo, hasta llegar al borde de un brinco. Desde allí miró la extraña piedra de la que manaba agua y luego al grupo de gigantes que había a su alrededor. Por un momento le dio miedo, mucho, pero podría correr mejor en cuanto saciara su sed. Así pues, se alejó un poco más allá del grupo y luego se descolgó por el borde de piedra y se aferró a la pared hasta que primero su cola y a continuación sus pies descalzos tocaron el agua.
Si no hubiera estado rodeade de gigantes, se habría dado un chapuzón. La fuente no le daba preocupación alguna, pero todos los gigantes parecían alterades por ella. Elle se limitó a mojarse de cintura para abajo, giró sobre sí misme en la pared y después acercó la boca para beber de la superficie.
En cuanto tragó varias veces con la rapidez de quien sospecha de depredadores en la zona, empezó a sentirse muy extrañe. Tuvo que parar y subir con presteza de nuevo, por si acaso, porque su pequeña cabeza estaba empezando a almacenar muchas voces y palabras que no debería entender. O que no entendía hasta hacía unos instantes. Se sentó en el borde de la fuente para intentar entender qué estaba pasando. Miraba a los gigantes uno por uno a la par que sus palabras llegaban a su propia cabeza, ¡y les entendía! Pero sus propios pensamientos eran raros. Se entendía a sí misme pero no reconocía las letras y los sonidos.
—Soy Tawar, repobladore de la montaña, recolectadore... Soy Tawar, repobladore de la montaña, recolectadore... ¿Pero qué palabras son estas? ¿Qué me ha pasado? ¿Cómo puede ser esto?
Miró al grupo entonces. Estaban discutiendo y hablando, pero era un caos. Quería volver con Airi y Rägjyn y preguntar qué estaba pasando, por qué hablaba todo el mundo tan parecido ahora, porque los gigantes debían saber más que elle. Pero entonces otro de los gigantes, uno con una crin particularmente más larga que el resto, le señaló mientras le llamaba con una palabra extraña. No la conocía por memorias, pero sí la entendía como si la hubiera escuchado siempre. ¡Demonio! ¡Cómo se atrevía a insultar así a un ser tan pure como elle! Tawar nunca sabía cómo, pero se envalentonó lo suficientemente como para echarse a cuatro patas e ir en su dirección por el borde dispueste a que le diera una disculpa. ¡Demonio, elle! ¡Con lo orgullose que estaba de su trabajo y del mimo y delicadeza con que cuidaba de la Flora!
Sin embargo, tuvo que frenarse cuando otro de los gigantes pidió calma y le defendió. ¡Claro que no era un monstruo! ¿Pero qué era lo otro que estaba diciendo? Se terminó de acercar al grupo por el borde, se irguió sobre sus piernas y miró a quienes habían hablado en último lugar. Por lo visto, solo el gigante con piedras clavadas en el cuerpo estaba allí de buen grado, como Tawar. También podía ser un Muchosnombres, como el gigante con pelo colorido.
—¿Pero cómo que os han secuestrado, si sois gigantes? A mí me trajo un enviado de la Flora porque yo quise y hasta ahora no veo nada raro... No me dijo que tendría que verme con gigantes pero sé que hay gigantes amables, y Airi y Rägjyn me lo parecen —dijo con confianza mientras les buscaba con la mirada. Después miró a Ethan de nuevo—. Y tú también. En efecto, ¡no soy ningún monstruo ni demonio sino une repobladore! Gracias por defenderme —se quejó con indignación primero, silbando, y finalmente le agradeció con una sonrisa.
No se había fijado en si le habían escuchado o entendido los otros dos gigantes amables, porque Damián y Largacrin estaban muy cerca y no le parecían de fiar. ¿Pero por qué les iban a traer por la fuerza? ¡Eran gigantes! Les miraba de hito en hito, intentando recordar todos sus nombres y entender qué criatura inteligente podría haber más grande que un gigante para traer a tantos a la fuerza. Bueno, quizás sería mejor si no lo averiguaba nunca.
No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
My Only Escape Is Underground
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Plaza de la Fuente
15/03/23, 11:53 pm
Más y más gente se iba reuniendo en torno a la fuente, gente de todas pintas e idiomas que se perdían según bebían. Entre ellos lo que él había creído un augurio, el reptil morado (impresión daba, pero no era tan grotesco como lo había hecho en su cabeza), un… hombre perro y más criaturas de la especie de Rick, con narices y orejas particulares, así como un amplio rango de edades y ropas raras. Y casi todos altos. Endemoniadamente altos. No se sentía especialmente tonto por asustarse del reptiliano, pero sí por hacerlo de un chaval normal y corriente -si es que medir 2 metros y andar a 4 patas era normal- que ahora tosía empapado después de estamparse contra un pobre crío. Aquello no había por donde pillarlo.
Alguien llamó a la calma, el pequeño empezó a soltar más insultos por segundo de los que había oído en toda su vida juntos cuando el intimidante de pelo de gallo le levantó, el lagarto se quedó petrificado, la mujer terrorífica seguía siendo terrorífica, el espíritu no espíritu vomitó en la fuente… yyy suficiente. Con ambas manos arriba se apartó en otra dirección, todo lo pálido que con su tono de piel podía ponerse. Estaba mareado y tremendamente confuso, ver a alguien potando en donde estaban bebiendo o por beber algunos fue su tope. No quería echar los hígados él también. Los calores de las náuseas le hicieron quitarse la chaqueta.
Lo único que sacaba en positivo de tal majadería era que le estaba ayudando a alejarse y observar cualquier otra cosa, como… el horrible paisaje que le rodeaba, a pequeña y gran escala. Esa ciudad parecía haber sido arrasada por una guerra en la última década y abandonada hasta por los ciempiés. El edificio que se alzaba sobre los demás destacaba demasiado, para mal, y su brillo similar a la lava incandescente no lo hacía nada tranquilizador.
¿De verdad quería irse solo por ahí…?
Volvió como un idiota. Creía que ya no podía sorprenderse ni volverse más majareta, pero ahora que había un duendecillo del bosque hablando estaba claro su error. Al menos era lindísimo y de los pocos que parecían no poder matarle con los puños. A saber.
—Ho… Hola. Un placer a todos, encantado, Nohlem —con su nombre se llevó una mano al pecho. Hablaba con calma, o más bien con histeria maquillada. Joder, ¿¡por qué eran tan altos!?—. No sé como lo llamáis en vuestras casas, pero secuestrado o no a mi un fantasma se me apareció mientras estaba tan tranquilito en la mía, ¡y no creáis que me visitan muchos!, me ha arrastró aquí y para empezar no sé ni lo que sois ni donde estoy y… —tomó aire y miró a Abel, con la sonrisa menos sincera de todas—. No sé como decirlo más suave pero, ¿eres tonto?
Alguien llamó a la calma, el pequeño empezó a soltar más insultos por segundo de los que había oído en toda su vida juntos cuando el intimidante de pelo de gallo le levantó, el lagarto se quedó petrificado, la mujer terrorífica seguía siendo terrorífica, el espíritu no espíritu vomitó en la fuente… yyy suficiente. Con ambas manos arriba se apartó en otra dirección, todo lo pálido que con su tono de piel podía ponerse. Estaba mareado y tremendamente confuso, ver a alguien potando en donde estaban bebiendo o por beber algunos fue su tope. No quería echar los hígados él también. Los calores de las náuseas le hicieron quitarse la chaqueta.
Lo único que sacaba en positivo de tal majadería era que le estaba ayudando a alejarse y observar cualquier otra cosa, como… el horrible paisaje que le rodeaba, a pequeña y gran escala. Esa ciudad parecía haber sido arrasada por una guerra en la última década y abandonada hasta por los ciempiés. El edificio que se alzaba sobre los demás destacaba demasiado, para mal, y su brillo similar a la lava incandescente no lo hacía nada tranquilizador.
¿De verdad quería irse solo por ahí…?
Volvió como un idiota. Creía que ya no podía sorprenderse ni volverse más majareta, pero ahora que había un duendecillo del bosque hablando estaba claro su error. Al menos era lindísimo y de los pocos que parecían no poder matarle con los puños. A saber.
—Ho… Hola. Un placer a todos, encantado, Nohlem —con su nombre se llevó una mano al pecho. Hablaba con calma, o más bien con histeria maquillada. Joder, ¿¡por qué eran tan altos!?—. No sé como lo llamáis en vuestras casas, pero secuestrado o no a mi un fantasma se me apareció mientras estaba tan tranquilito en la mía, ¡y no creáis que me visitan muchos!, me ha arrastró aquí y para empezar no sé ni lo que sois ni donde estoy y… —tomó aire y miró a Abel, con la sonrisa menos sincera de todas—. No sé como decirlo más suave pero, ¿eres tonto?
- ♪♫♬:
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Personajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Plaza de la Fuente
16/03/23, 01:16 am
Como si el universo hubiera aceptado el reto, lo que ocurrió a continuación fue uno de los momentos más caóticos que había vivido. Estaba acercando las manos tanto al niño como al chico de pelo largo, cuando vio que de la boca del segundo comenzó a salir una masa asquerosa que empezaba a esparcirse a su alrededor. -(Tienes que estar de coña)- pensó sin dar crédito y alejando la mano instintivamente de él. Por otra parte, estaba a punto de coger al niño cuando salió a toda velocidad hacia arriba. Rick se giró para encontrarse con un motero enorme, que había agarrado al chaval por la camisa seguramente el estropicio que estaba haciendo el vómito.
Después llegaron insultos desde distintas partes, a lo que el neoyorquino fue mirando: primero del chiquillo que tenía delante. -(Joder, ¿tan pequeño y ya suelta todo eso?)- se sorprendió mientras se giraba a la siguiente fuente de tacos. Un perro antropomórfico. Tenía un maldito perro antropomórfico soltando palabrotas delante de él. Y cerca de él un lagarto cornudo vestido como si viniera de alguna festividad japonesa. Intento encontrar algo para convencerse de que eran los mejores disfraces que había visto, pero no, eran de verdad. La atención de Rick pasó luego a la metalera, que le acababa de dar una colleja al niño y amenazaba al motero. Y luego pasó de nuevo al chico de pelo largo, que había salido de la fuente y se había asustado de... ¿¡un camaleón medio planta!?
Otro chico, que parecía de su edad, fue el que consiguió que la situación se calmara. -Estoy de acuerdo, creo que aquí nos hace falta saber qué está pasando en vez de que cunda el pánico.- reafirmó a sus palabras y pasó a presentarse con un leve gesto de la mano a modo de saludo: -Soy Rick, estudiante a detective-
Ya de primeras, los testimonios que iban dando cada uno diferían entre sí. Además estaba el hecho de que no uno, sino dos niños estuvieran allí. -(¿Qué persona traería a dos críos a un lugar como este?)- se preguntaba sin estar seguro de querer saber la respuesta. Escuchó y sopesó las palabras de Abel, el joven que había traído la calma, la gótica, de Nohlem y de Tawar (algo desconcertado de que aquel ser tan pequeño tuviera tanta inteligencia) antes de dar su versión: -Anoche se me apareció una chica, Akeyo Kau, que me prometió un caso y respuestas si la acompañaba a este sitio, Rocanosequé. Me hizo firmar un contrato, pero no estoy seguro de si todo era tan libre como lo pintaba.- Miró luego a la chica metalera. -En teoría estoy aquí por eso, pero por lo que parece eres la que más sabe de todo esto. ¿Por qué estamos en este sitio entonces?- preguntó con curiosidad.
Cerca de ella pudo ver a la chica escocesa, Serena. Por su expresión, Rick no tenía claro si es que era la cara de pasar de todo ese problema o es que no se estaba enterando de nada. Pensando que sería la segunda opción, le dedicó una sonrisa similar a la primera y le indicó con el pulgar uno de los chorros de la fuente. -(Me temo que, a no ser que no quieras enterarte de nada a partir de ahora, lo más prudente es que bebas)- dijo mentalmente. Le hubiera encantado verbalizarlo, pero de nada serviría decírselo si no iba a entenderlo.
Después llegaron insultos desde distintas partes, a lo que el neoyorquino fue mirando: primero del chiquillo que tenía delante. -(Joder, ¿tan pequeño y ya suelta todo eso?)- se sorprendió mientras se giraba a la siguiente fuente de tacos. Un perro antropomórfico. Tenía un maldito perro antropomórfico soltando palabrotas delante de él. Y cerca de él un lagarto cornudo vestido como si viniera de alguna festividad japonesa. Intento encontrar algo para convencerse de que eran los mejores disfraces que había visto, pero no, eran de verdad. La atención de Rick pasó luego a la metalera, que le acababa de dar una colleja al niño y amenazaba al motero. Y luego pasó de nuevo al chico de pelo largo, que había salido de la fuente y se había asustado de... ¿¡un camaleón medio planta!?
Otro chico, que parecía de su edad, fue el que consiguió que la situación se calmara. -Estoy de acuerdo, creo que aquí nos hace falta saber qué está pasando en vez de que cunda el pánico.- reafirmó a sus palabras y pasó a presentarse con un leve gesto de la mano a modo de saludo: -Soy Rick, estudiante a detective-
Ya de primeras, los testimonios que iban dando cada uno diferían entre sí. Además estaba el hecho de que no uno, sino dos niños estuvieran allí. -(¿Qué persona traería a dos críos a un lugar como este?)- se preguntaba sin estar seguro de querer saber la respuesta. Escuchó y sopesó las palabras de Abel, el joven que había traído la calma, la gótica, de Nohlem y de Tawar (algo desconcertado de que aquel ser tan pequeño tuviera tanta inteligencia) antes de dar su versión: -Anoche se me apareció una chica, Akeyo Kau, que me prometió un caso y respuestas si la acompañaba a este sitio, Rocanosequé. Me hizo firmar un contrato, pero no estoy seguro de si todo era tan libre como lo pintaba.- Miró luego a la chica metalera. -En teoría estoy aquí por eso, pero por lo que parece eres la que más sabe de todo esto. ¿Por qué estamos en este sitio entonces?- preguntó con curiosidad.
Cerca de ella pudo ver a la chica escocesa, Serena. Por su expresión, Rick no tenía claro si es que era la cara de pasar de todo ese problema o es que no se estaba enterando de nada. Pensando que sería la segunda opción, le dedicó una sonrisa similar a la primera y le indicó con el pulgar uno de los chorros de la fuente. -(Me temo que, a no ser que no quieras enterarte de nada a partir de ahora, lo más prudente es que bebas)- dijo mentalmente. Le hubiera encantado verbalizarlo, pero de nada serviría decírselo si no iba a entenderlo.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Plaza de la Fuente
16/03/23, 10:12 am
A pesar del caos y la situación en la que se encontraba el niño podría haberse calmado mucho si las cosas no hubieran ido a peor. Logró contener los nervios cuando Ethan rompió el contacto de su mano de manera suave para indicarle con tranquilidad que bebieran de la fuente. No entendía el por qué.
—Nu tengo sed —alegó con desgana, más estaba acostumbrado a portarse bien y no contradecir a los mayores por lo que se acercó con pasitos cortos hasta la fuente. Suponía que era algo parecido a cuando su madre le decía que se acabara las gachas del puchero aunque tuviera la tripota llena. Por su bien.
Confiando plenamente en la gente de su alrededor y con expresión de “nomemateisporfavorsoypequeñoyvosotrosenormes” metió las manos en la fuente, en concreto bajo los chorros de unas serpientes de piedra. Tras comprobar que los adultos se encargaban de Damian y que este parecía estar bien se remangó las mangas de su mono, y luego de manera mecánica y como ritual que le habían enseñado todas las mañanas en casa se lavó primero las manos. Más tarde se enjugó la cara, frotando con el dorso de las muñecas en los ojos para deshacerse de las posibles legañas que su sueño le había proporcionado. Por último se mojó un poquito los dedos a conciencia y se mesó dos mechones de su cabello para poder pasárselo por detrás de las orejas. Fue entonces cuando bebió de la fuente y su polaco, y el poco inglés que sabía, fueron tirados por el retrete dando vueltas y vueltas por su mente hasta quedar encerrados en algún lugar recóndito. De pronto comenzó a entender a todo el mundo en un idioma que sonaba raro.
—¿Holi?... UPS —se llevó las manos a la boca, descubriendo que él también era capaz—. ¿Feliz… Navidad? —ladeó el rostro, entre confuso y divertido. Estas fueron sus últimas palabras antes de que aquel oasis de tranquilidad se revelara como un espejismo.
A Aniol le habría encantado acercarse al elfo, quién seguramente le esperaba para llevarle en un carruaje hasta Papá Noel y alejarle de tanta oscuridad. Le habría encantado decirle a la muchacha pelirroja que su pelo era precioso y bonito. También se le quedó en el tintero disculparse con el Señor Perro Grande o presentarse ante el hada chiquita. Pero ninguna de esas cosas pudo suceder, ya que no se le concedió la oportunidad.
El chico del pelo largo quién se presentaría más tarde como Abel vomitó, provocando una serie de reacciones poco agradables, el niño se dio la vuelta inmediatamente, asqueado. Pero su posición duró poco pues los insultos de Damian llegaron a sus oídos. Nunca pensó que en un cuerpo tan pequeño cupiera tanta maldad verbal, horrorizado abrió muchísimo los ojos casi a punto de salirse de las órbitas. Si su hermana Nelka estuviera cerca se llevaría una buena bronca. Pero lo peor vino entonces. La mujer grandota que daba miedo se acercó y le propinó una colleja. Retrocedió de inmediato y por instinto, con el corazón encogido y apenado por el otro churumbel. Sus ojos amenazaron con desbordarse, nadie parecía haber escuchado el discurso de paz que Ethan intentó transmitir.
—Nu me gusta… nu me gusta… si me porto mal… ¿A mí también me va a pegar? —murmuró, a nadie en concreto. ¡Sus padres jamás le habían puesto la mano encima! Sintió una lástima desproporcionada hacia Damian y luego hacia él mismo. No debería estar allí. Los estímulos que recibía eran demasiado fuertes para lo que acostumbraba en su vida. El lagarto gigante parecía asustado, el hada ofendida. Y para rematar el elfo se metió con el chico de pelo largo—. No le insultes… él solo se habrá puesto nervioso… ¿no lo ves? —el horror le invadió, el pavor puso sus garras de sombras en su espalda y poco a poco le fue guiando en la dirección por la que había venido. Había cometido un error, no eran adultos ni podían cuidar de él. Por lo que debía de buscar uno. En aquellos momentos se preguntó si el hombre perro o el lagarto tendrían treinta o cuarenta años, ya que no había forma de saberlo. Pero ninguno parecía en estado como para preguntárselo.
Gimoteó, un poquito, decepcionado por las palabras poco amables del elfo. Luego se puso la capucha con los cuernos de reno para armarse de valor y se dispuso a hacer lo que nunca habría imaginado. Con disimulo y deslizándose entre la gente volvería sobre sus pasos. Si nadie le paraba o moría en el camino acabaría en la prisión.
—Nu tengo sed —alegó con desgana, más estaba acostumbrado a portarse bien y no contradecir a los mayores por lo que se acercó con pasitos cortos hasta la fuente. Suponía que era algo parecido a cuando su madre le decía que se acabara las gachas del puchero aunque tuviera la tripota llena. Por su bien.
Confiando plenamente en la gente de su alrededor y con expresión de “nomemateisporfavorsoypequeñoyvosotrosenormes” metió las manos en la fuente, en concreto bajo los chorros de unas serpientes de piedra. Tras comprobar que los adultos se encargaban de Damian y que este parecía estar bien se remangó las mangas de su mono, y luego de manera mecánica y como ritual que le habían enseñado todas las mañanas en casa se lavó primero las manos. Más tarde se enjugó la cara, frotando con el dorso de las muñecas en los ojos para deshacerse de las posibles legañas que su sueño le había proporcionado. Por último se mojó un poquito los dedos a conciencia y se mesó dos mechones de su cabello para poder pasárselo por detrás de las orejas. Fue entonces cuando bebió de la fuente y su polaco, y el poco inglés que sabía, fueron tirados por el retrete dando vueltas y vueltas por su mente hasta quedar encerrados en algún lugar recóndito. De pronto comenzó a entender a todo el mundo en un idioma que sonaba raro.
—¿Holi?... UPS —se llevó las manos a la boca, descubriendo que él también era capaz—. ¿Feliz… Navidad? —ladeó el rostro, entre confuso y divertido. Estas fueron sus últimas palabras antes de que aquel oasis de tranquilidad se revelara como un espejismo.
A Aniol le habría encantado acercarse al elfo, quién seguramente le esperaba para llevarle en un carruaje hasta Papá Noel y alejarle de tanta oscuridad. Le habría encantado decirle a la muchacha pelirroja que su pelo era precioso y bonito. También se le quedó en el tintero disculparse con el Señor Perro Grande o presentarse ante el hada chiquita. Pero ninguna de esas cosas pudo suceder, ya que no se le concedió la oportunidad.
El chico del pelo largo quién se presentaría más tarde como Abel vomitó, provocando una serie de reacciones poco agradables, el niño se dio la vuelta inmediatamente, asqueado. Pero su posición duró poco pues los insultos de Damian llegaron a sus oídos. Nunca pensó que en un cuerpo tan pequeño cupiera tanta maldad verbal, horrorizado abrió muchísimo los ojos casi a punto de salirse de las órbitas. Si su hermana Nelka estuviera cerca se llevaría una buena bronca. Pero lo peor vino entonces. La mujer grandota que daba miedo se acercó y le propinó una colleja. Retrocedió de inmediato y por instinto, con el corazón encogido y apenado por el otro churumbel. Sus ojos amenazaron con desbordarse, nadie parecía haber escuchado el discurso de paz que Ethan intentó transmitir.
—Nu me gusta… nu me gusta… si me porto mal… ¿A mí también me va a pegar? —murmuró, a nadie en concreto. ¡Sus padres jamás le habían puesto la mano encima! Sintió una lástima desproporcionada hacia Damian y luego hacia él mismo. No debería estar allí. Los estímulos que recibía eran demasiado fuertes para lo que acostumbraba en su vida. El lagarto gigante parecía asustado, el hada ofendida. Y para rematar el elfo se metió con el chico de pelo largo—. No le insultes… él solo se habrá puesto nervioso… ¿no lo ves? —el horror le invadió, el pavor puso sus garras de sombras en su espalda y poco a poco le fue guiando en la dirección por la que había venido. Había cometido un error, no eran adultos ni podían cuidar de él. Por lo que debía de buscar uno. En aquellos momentos se preguntó si el hombre perro o el lagarto tendrían treinta o cuarenta años, ya que no había forma de saberlo. Pero ninguno parecía en estado como para preguntárselo.
Gimoteó, un poquito, decepcionado por las palabras poco amables del elfo. Luego se puso la capucha con los cuernos de reno para armarse de valor y se dispuso a hacer lo que nunca habría imaginado. Con disimulo y deslizándose entre la gente volvería sobre sus pasos. Si nadie le paraba o moría en el camino acabaría en la prisión.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Plaza de la Fuente
16/03/23, 12:00 pm
Airi vio cómo Rag Yin echaba a correr, pero solo le siguió con pasos rápidos para evitar que Taguar pudiese caer de sus manos. La falta de comprensión entre unos y otros seguramente era culpable de parte del caos que estaban viviendo, así que la llamada a la calma del lagarto era muy necesaria; no hacía falta comprender sus palabras para entender lo que estaba intentando conseguir, y Airi quería ayudarle, pero las cosas no hicieron más que complicarse.
Rag Yin pareció ponerse muy nervioso sin razón aparente, y aunque Airi ya casi había llegado a la fuente no pudo intentar preguntarle qué pasaba. El reptil se recompuso rápido y les insistió en que bebiesen, ganándose una mirada extrañada de Airi. No pudo plantearse hacerle caso porque entre tanto el niño inquieto había empezado a berrear de nuevo en dirección a la mujer de la cara marcada que lo había hecho caer en la fuente, y el del pelo largo decidió ofrecerles un espectáculo lamentable. Airi solo pudo observar con los ojos muy abiertos cómo el chico fuerte de los tatuajes salvaba al niño gritón con poca delicadeza, solo para que luego la mujer de la ropa extraña le volviese a dar un golpe. Sin poder evitarlo, le dirigió una mirada de reproche por ello. ¿Por qué necesitaba ser tan violenta? Otros dos chicos parecían intentar llamar a la calma también y, para su sorpresa, también hubo quien empezó a iniciar conversaciones.
Por culpa de su asombro no fue consciente de en qué momento Taguar se había bajado de sus manos, que ya solo sujetaban el pañuelo hecho un ovillo. El pequeño se había apeado a la fuente y ahora estaba uniéndose a las conversaciones, aparentemente enfadado después de que el de pelo largo le señalara. Por las expresiones de los demás, Airi había comprendido que, aunque seguía sin identificar la lengua de sus compañeros, ahora había comunicación entre ellos. Les había oído hablar poco, así que donde más lo notó fue en el cambio de acento del niño parlanchín, que sonaba totalmente diferente de como lo había hecho antes… y de forma similar a como lo hacía el resto ahora.
La idea de que el agua de la fuente pudiera ser la causa de aquel milagro sonaba ridícula, pero Airi recordaba cómo Rag Yin les había insistido para beber y era lo único que habían hecho en común todos sus compañeros. Se colocó de nuevo el pañuelo sobre los hombros y se acercó al borde de la fuente, tras dar un rodeo para situarse por el lado opuesto a donde flotaba el vómito del chico alto. Sintió que era una idea absurda por su parte, y más ahora que sentía arcadas al pensar en el agua, pero lo cierto era que tenía sed y el líquido que surgía de las bocas de los reptiles esculpidos se veía prístino.
Colocó ambas manos bajo el chorro con cautela y, tras comprobar que solo era agua fría, las lavó e hizo un cuenco con ellas para beber. Tras eso se quedó en aquella postura durante varios segundos, con los ojos muy abiertos. Las palabras a su alrededor se hicieron comprensibles en un mero instante, pero por un momento no fue capaz de seguir ninguna de las conversaciones. Necesitaba tiempo para recuperarse de la sorpresa.
—Ah… —balbuceó, casi como si esperara que su voz fuese a sonar diferente. No era el caso, pero sus pensamientos sí se sentían diferentes. Muchos matices de su lengua habían desaparecido. Se sentía como si le hubiesen quitado los zapatos más cómodos del mundo para ponerle otros que ni siquiera eran de su talla—. ¿Cómo puede…? —El sonido extraño de sus palabras le hizo recordar las cosas que le había dicho el anciano en su aldea sobre la magia que no necesitaba artefactos. En aquello, al menos, el hombre no le había mentido.
Airi regresó junto al grupo con cautela. Por lo que podía apreciar ahora, tal vez mucho de lo que había ocurrido era un malentendido, pero solo podía confiar en la gente que había intentado ser racional y la que parecía inofensiva. Todavía estaba tratando de digerir todo lo que había pasado desde que el anciano se le había aparecido, pero por lo que parecía algo similar le había ocurrido a algunos de los demás. Querría hacerles muchas preguntas, y no sabía por dónde empezar. Sin embargo, algo que vio por el rabillo del ojo le hizo olvidarse momentáneamente de todas ellas y hacer una aún más acuciante.
—Oíd… ¿qué es eso? —preguntó Airi con gravedad. No podía quitar los ojos del cielo y señaló a un punto en la distancia.
Un navío volador emergió desde algún lugar en las montañas, lejos de donde se encontraban los cosechados. Su forma era apenas apreciable desde allí, como una masa negra en la distancia. Solo quedaba claro que se trataba de algo artificial y no de una criatura, ya que levitaba sin balancearse ni escorar. Una vez terminó la maniobra de despegue comenzó a ganar velocidad y, cuanto más cerca de aquella plaza estaba, más se podía apreciar que el navío tenía una forma que recordaba a la de un dragón.
Rag Yin pareció ponerse muy nervioso sin razón aparente, y aunque Airi ya casi había llegado a la fuente no pudo intentar preguntarle qué pasaba. El reptil se recompuso rápido y les insistió en que bebiesen, ganándose una mirada extrañada de Airi. No pudo plantearse hacerle caso porque entre tanto el niño inquieto había empezado a berrear de nuevo en dirección a la mujer de la cara marcada que lo había hecho caer en la fuente, y el del pelo largo decidió ofrecerles un espectáculo lamentable. Airi solo pudo observar con los ojos muy abiertos cómo el chico fuerte de los tatuajes salvaba al niño gritón con poca delicadeza, solo para que luego la mujer de la ropa extraña le volviese a dar un golpe. Sin poder evitarlo, le dirigió una mirada de reproche por ello. ¿Por qué necesitaba ser tan violenta? Otros dos chicos parecían intentar llamar a la calma también y, para su sorpresa, también hubo quien empezó a iniciar conversaciones.
Por culpa de su asombro no fue consciente de en qué momento Taguar se había bajado de sus manos, que ya solo sujetaban el pañuelo hecho un ovillo. El pequeño se había apeado a la fuente y ahora estaba uniéndose a las conversaciones, aparentemente enfadado después de que el de pelo largo le señalara. Por las expresiones de los demás, Airi había comprendido que, aunque seguía sin identificar la lengua de sus compañeros, ahora había comunicación entre ellos. Les había oído hablar poco, así que donde más lo notó fue en el cambio de acento del niño parlanchín, que sonaba totalmente diferente de como lo había hecho antes… y de forma similar a como lo hacía el resto ahora.
La idea de que el agua de la fuente pudiera ser la causa de aquel milagro sonaba ridícula, pero Airi recordaba cómo Rag Yin les había insistido para beber y era lo único que habían hecho en común todos sus compañeros. Se colocó de nuevo el pañuelo sobre los hombros y se acercó al borde de la fuente, tras dar un rodeo para situarse por el lado opuesto a donde flotaba el vómito del chico alto. Sintió que era una idea absurda por su parte, y más ahora que sentía arcadas al pensar en el agua, pero lo cierto era que tenía sed y el líquido que surgía de las bocas de los reptiles esculpidos se veía prístino.
Colocó ambas manos bajo el chorro con cautela y, tras comprobar que solo era agua fría, las lavó e hizo un cuenco con ellas para beber. Tras eso se quedó en aquella postura durante varios segundos, con los ojos muy abiertos. Las palabras a su alrededor se hicieron comprensibles en un mero instante, pero por un momento no fue capaz de seguir ninguna de las conversaciones. Necesitaba tiempo para recuperarse de la sorpresa.
—Ah… —balbuceó, casi como si esperara que su voz fuese a sonar diferente. No era el caso, pero sus pensamientos sí se sentían diferentes. Muchos matices de su lengua habían desaparecido. Se sentía como si le hubiesen quitado los zapatos más cómodos del mundo para ponerle otros que ni siquiera eran de su talla—. ¿Cómo puede…? —El sonido extraño de sus palabras le hizo recordar las cosas que le había dicho el anciano en su aldea sobre la magia que no necesitaba artefactos. En aquello, al menos, el hombre no le había mentido.
Airi regresó junto al grupo con cautela. Por lo que podía apreciar ahora, tal vez mucho de lo que había ocurrido era un malentendido, pero solo podía confiar en la gente que había intentado ser racional y la que parecía inofensiva. Todavía estaba tratando de digerir todo lo que había pasado desde que el anciano se le había aparecido, pero por lo que parecía algo similar le había ocurrido a algunos de los demás. Querría hacerles muchas preguntas, y no sabía por dónde empezar. Sin embargo, algo que vio por el rabillo del ojo le hizo olvidarse momentáneamente de todas ellas y hacer una aún más acuciante.
—Oíd… ¿qué es eso? —preguntó Airi con gravedad. No podía quitar los ojos del cielo y señaló a un punto en la distancia.
Un navío volador emergió desde algún lugar en las montañas, lejos de donde se encontraban los cosechados. Su forma era apenas apreciable desde allí, como una masa negra en la distancia. Solo quedaba claro que se trataba de algo artificial y no de una criatura, ya que levitaba sin balancearse ni escorar. Una vez terminó la maniobra de despegue comenzó a ganar velocidad y, cuanto más cerca de aquella plaza estaba, más se podía apreciar que el navío tenía una forma que recordaba a la de un dragón.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Plaza de la Fuente
16/03/23, 12:20 pm
Se estaba consiguiendo calmar un poco y le alegraba ver como Tawar y Szezenyak le habían hecho caso y bebían de la fuente, pero de pronto las palabras del lobo que ya podía entender le hicieron sobresaltarse. Estaba emitiendo una ristra de insultos bastante colorida, de la que no entendió parte siquiera y eso que ahora hablaban el mismo idioma. Quizás en otras circunstancias incluso se hubiera acabado riendo y le habría pregutando si no estaba familiarizado con la magia. Debía reconocer que un hechizo de aquel nivel a él también le resultaba sorprendente, pero no parecía tan alterado por el hecho como demostraban otros, pues no parecía ser solo era Szezenyak. Apenas tuvo tiempo de darse cuenta de que el mjörní había sido borrado por completo de su mente ni de apenarse por este hecho, que de todos modos era un mal menor para poder comunicarse con aquellas personas, porque el caos volvió a desatarse cuando el de pelo muy largo vomitó en la fuente.
Räg quería preguntarle si se encontraba bien, pero todo sucedió demasiado rápido para su gusto. De hecho, ¿acababa de decir que Tawar era un demonio? ¿Qué le había llevado a pensar algo así? Ethan le asustó gritando al principio, pero se sintió aliviado al escuchar lo que dijo a continuación, casi sintiendo ganas de darle un abrazo.
—¡E-eso es! —intervino tras él con inseguridad—. Por favor, creo que solo estamos confusos y asustados. Yo nunca he visto a personas como vosotros, imagino que tampoco habéis visto nunca a alguien como yo. P-pero… Ahora podemos entendernos. Yo puedo responder a cualquier pregunta que queráis saber..
No pudo decir mucho más, pues si Szezenyak había proferido una ristra de insultos, estos habían quedado en ridículo con la verborrea que súbitamente salió de la boca de Daniän.
—D-Dan… —el amago de intentar calmarlo fue sin éxito ninguno y mientras otras personas se ocupaban de él, la que había empujado al que finalmente se presentó como Abel, se acercó amenazadoramente.
Por alguna razón, al de la cresta rosa la situación le estaba pareciendo muy graciosa, pero Rägjynn no podía estar de acuerdo para nada en ese caso. Y de hecho sucedió lo que más temía: la persona que probablemente era militar pegó a Daniän y amenazó al otro. No, no, no, no, aquello estaba mal. Seguía temblando de miedo pero sintió el impulso de acercarse a la situación violenta. Antes de que pudiera decir nada, la persona amenazadora cambió de tema como si nada y Räg estaba muy confuso. Aun así se quería acercar al niño, que por muchos insultos horribles que hubiera dicho había sido la víctima en todo aquello.
—¿Estás bien? —le colocó una mano en el hombro. No estaba seguro porque parecía haberse calmado un poco, pero le acababan de pegar y desde luego ya no estaba dando brincos como hacía un rato—. ¡Eh! ¿Cómo te llamas? —intentó llamar la atención de la persona con pintura en la cara—. Solo es un niño y acababa de hacerse daño porque empujaste a Abel. N-No es… ¡No es justo y es una actitud inmadura por tu parte! —le recriminó todavía con miedo pero intentando sonar lo más firme que podía.
>>Y… bueno… Yo soy Rägjynn. Soy mjörní. Y no me han secuestrado. Creo. Una persona reptil pero muy diferente de mi vino a verme y uhm… Bueno, me prometió algunas cosas, aunque la verdad es que estoy un poco confuso respecto a lo que pasó y por qué acepté lo que me dijo. Pero no sé nada de ninguna prueba, aunque sí que me dijo algo sobre… uhm… ser especial. —Quería explicarse mejor, pero no podía sin hablar de cierto detalle crucial, por lo que se le formó un nudo en la garganta. Decidió cambiar de tema: no era el momento de tener otra crisis. Algunos se habían extrañado por el hechizo del agua—. Por cierto, Tawar y Da… ¿Cómo te llamas? Creo que deberíamos volver a presentarnos ahora que nos entendemos —se giró primero hacia los mencionados, pero luego volvió a hablar a todos—. El idioma que estás hablando no es el que dices, es… Bueno, ¿quizás el que hablan aquí? El agua llevaba algún tipo de hechizo de logomancia. Uno muy avanzado que nunca había visto. Parece que ha borrado los idiomas que hablábamos antes… Pero al menos ahora podemos entendernos. Si existe este hechizo, es posible que podamos revertirlo —quiso terminar en una nota positiva.
Tawar había hablado también y lo que dijo le sacó una pequeña sonrisa. ¿Airi? (así se pronunciaría el nombre de la persona con cuernos, suponía) y él mismo le habían causado una buena impresión y se alegraba de ello. Estaba claro que era una persona completamente inteligente y que debía dejar de pensar en Tawar como una criatura adorable, pues eso era más propio de lo que sentirías por una mascota. Se avergonzaba un poco por no haber tenido claro hasta ese momento qué clase de criatura era, pero la verdad es que con su pequeño tamaño y lo radicalmente distinta que era su fisionomía había sido aún más confuso que las personas con la piel al descubierto. Parecía que su especie se llamaba “repobladores”. Era un nombre muy curioso y probablemente querría preguntarle al pequeño Tawar más cosas cuando la situación no fuese tan caótica.
El llamado Nohlem se presentó entonces, explicando también su situación… ¿Un fantasma? Cada uno de los que provenían de distintos mundos parecían haber sido visitados por gente muy diferente. Para su desgracia, Nohlem no se detuvo en la explicación e insultó a Abel. Era cierto que había dicho algo feo sobre Tawar, pero Räg empezaba a sentir mucho cansancio con que no se terminase aquel bucle de insultos y… No, no creía que pudiera soportar más violencia.
—Tawar ha estado con nosotros todo el tiempo, Abel, y tan solo es alguien más igual de asustado que… varios de nosotros —le defendió también, buscando suavizar la situación. Estaba claro que no podía incluir a todo el mundo en aquella frase—. No creo que aquí nadie sea nada parecido a… un demonio.
Hizo un esfuerzo consciente por no mirar hacia la persona aterradora de la pintura de guerra. Ya había demostrado comportamientos violentos, aunque no creía que pudiera compararla con los mjörnís de antes de la guerra… O eso esperaba. Räg solo quería que se calmasen las cosas y poder entender a aquellas personas antes de juzgarlas, pero había quien, sin duda, se lo estaba poniendo muy difícil.
El que se presentó como Rick también explicó lo que le había sucedido a él y, por suerte, también hizo una llamada a la calma. Aunque le llamaron la atención varias de la cosas que dijo se limitó a escuchar. De hecho, debido a que no paraba de mirar hacia todas partes por lo nervioso que estaba con los remanentes del ataque de pánico, antes de que pudiera pensar si quiera en responder se dio cuenta de algo: Agnöl se estaba alejando.
—¡¡Espera, Agnöl!! —corrió en su dirección—. ¡No deberías…!
Justo cuando estaba casi cerca del niño, la voz de Airi que ya podía comprender también le llamó la atención sobre algo. Él mismo se hubiese dado cuenta de que había algo en el cielo de todas formas. La sombra enorme se aproximaba cada vez más, por lo que el mjörní decidió reaccionar más rápido, terminar de acercarse al niño y sujetarlo de la mano.
>>Ven conmigo, no te asustes —le dijo con la mejor sonrisa que fue capaz de sacar—. Todo se va a solucionar... Y no sabemos qué es eso —añadió mirando al cielo mientras caminaba con Agnöl de vuelta al grupo—. ¿Tiene forma de dragón? —Preguntó hacia nadie en particular una vez lo suficientemente cerca de todos.
Entrecerró los ojos para tratar de ver mejor: aquella cosa seguía acercándose cada vez más rápido.
—Creo que… hay personas subidas en el dragón que levita.
Seguía sujetando la mano de Agnöl y la apretó un poco más, aunque no tanto como para que el niño sintiese ningún tipo de dolor. No lo iba a soltar salvo que lo hiciese él mismo. ¿Qué clase de hechiceros eran capaces de hacer levitar semejante estructura?
Räg quería preguntarle si se encontraba bien, pero todo sucedió demasiado rápido para su gusto. De hecho, ¿acababa de decir que Tawar era un demonio? ¿Qué le había llevado a pensar algo así? Ethan le asustó gritando al principio, pero se sintió aliviado al escuchar lo que dijo a continuación, casi sintiendo ganas de darle un abrazo.
—¡E-eso es! —intervino tras él con inseguridad—. Por favor, creo que solo estamos confusos y asustados. Yo nunca he visto a personas como vosotros, imagino que tampoco habéis visto nunca a alguien como yo. P-pero… Ahora podemos entendernos. Yo puedo responder a cualquier pregunta que queráis saber..
No pudo decir mucho más, pues si Szezenyak había proferido una ristra de insultos, estos habían quedado en ridículo con la verborrea que súbitamente salió de la boca de Daniän.
—D-Dan… —el amago de intentar calmarlo fue sin éxito ninguno y mientras otras personas se ocupaban de él, la que había empujado al que finalmente se presentó como Abel, se acercó amenazadoramente.
Por alguna razón, al de la cresta rosa la situación le estaba pareciendo muy graciosa, pero Rägjynn no podía estar de acuerdo para nada en ese caso. Y de hecho sucedió lo que más temía: la persona que probablemente era militar pegó a Daniän y amenazó al otro. No, no, no, no, aquello estaba mal. Seguía temblando de miedo pero sintió el impulso de acercarse a la situación violenta. Antes de que pudiera decir nada, la persona amenazadora cambió de tema como si nada y Räg estaba muy confuso. Aun así se quería acercar al niño, que por muchos insultos horribles que hubiera dicho había sido la víctima en todo aquello.
—¿Estás bien? —le colocó una mano en el hombro. No estaba seguro porque parecía haberse calmado un poco, pero le acababan de pegar y desde luego ya no estaba dando brincos como hacía un rato—. ¡Eh! ¿Cómo te llamas? —intentó llamar la atención de la persona con pintura en la cara—. Solo es un niño y acababa de hacerse daño porque empujaste a Abel. N-No es… ¡No es justo y es una actitud inmadura por tu parte! —le recriminó todavía con miedo pero intentando sonar lo más firme que podía.
>>Y… bueno… Yo soy Rägjynn. Soy mjörní. Y no me han secuestrado. Creo. Una persona reptil pero muy diferente de mi vino a verme y uhm… Bueno, me prometió algunas cosas, aunque la verdad es que estoy un poco confuso respecto a lo que pasó y por qué acepté lo que me dijo. Pero no sé nada de ninguna prueba, aunque sí que me dijo algo sobre… uhm… ser especial. —Quería explicarse mejor, pero no podía sin hablar de cierto detalle crucial, por lo que se le formó un nudo en la garganta. Decidió cambiar de tema: no era el momento de tener otra crisis. Algunos se habían extrañado por el hechizo del agua—. Por cierto, Tawar y Da… ¿Cómo te llamas? Creo que deberíamos volver a presentarnos ahora que nos entendemos —se giró primero hacia los mencionados, pero luego volvió a hablar a todos—. El idioma que estás hablando no es el que dices, es… Bueno, ¿quizás el que hablan aquí? El agua llevaba algún tipo de hechizo de logomancia. Uno muy avanzado que nunca había visto. Parece que ha borrado los idiomas que hablábamos antes… Pero al menos ahora podemos entendernos. Si existe este hechizo, es posible que podamos revertirlo —quiso terminar en una nota positiva.
Tawar había hablado también y lo que dijo le sacó una pequeña sonrisa. ¿Airi? (así se pronunciaría el nombre de la persona con cuernos, suponía) y él mismo le habían causado una buena impresión y se alegraba de ello. Estaba claro que era una persona completamente inteligente y que debía dejar de pensar en Tawar como una criatura adorable, pues eso era más propio de lo que sentirías por una mascota. Se avergonzaba un poco por no haber tenido claro hasta ese momento qué clase de criatura era, pero la verdad es que con su pequeño tamaño y lo radicalmente distinta que era su fisionomía había sido aún más confuso que las personas con la piel al descubierto. Parecía que su especie se llamaba “repobladores”. Era un nombre muy curioso y probablemente querría preguntarle al pequeño Tawar más cosas cuando la situación no fuese tan caótica.
El llamado Nohlem se presentó entonces, explicando también su situación… ¿Un fantasma? Cada uno de los que provenían de distintos mundos parecían haber sido visitados por gente muy diferente. Para su desgracia, Nohlem no se detuvo en la explicación e insultó a Abel. Era cierto que había dicho algo feo sobre Tawar, pero Räg empezaba a sentir mucho cansancio con que no se terminase aquel bucle de insultos y… No, no creía que pudiera soportar más violencia.
—Tawar ha estado con nosotros todo el tiempo, Abel, y tan solo es alguien más igual de asustado que… varios de nosotros —le defendió también, buscando suavizar la situación. Estaba claro que no podía incluir a todo el mundo en aquella frase—. No creo que aquí nadie sea nada parecido a… un demonio.
Hizo un esfuerzo consciente por no mirar hacia la persona aterradora de la pintura de guerra. Ya había demostrado comportamientos violentos, aunque no creía que pudiera compararla con los mjörnís de antes de la guerra… O eso esperaba. Räg solo quería que se calmasen las cosas y poder entender a aquellas personas antes de juzgarlas, pero había quien, sin duda, se lo estaba poniendo muy difícil.
El que se presentó como Rick también explicó lo que le había sucedido a él y, por suerte, también hizo una llamada a la calma. Aunque le llamaron la atención varias de la cosas que dijo se limitó a escuchar. De hecho, debido a que no paraba de mirar hacia todas partes por lo nervioso que estaba con los remanentes del ataque de pánico, antes de que pudiera pensar si quiera en responder se dio cuenta de algo: Agnöl se estaba alejando.
—¡¡Espera, Agnöl!! —corrió en su dirección—. ¡No deberías…!
Justo cuando estaba casi cerca del niño, la voz de Airi que ya podía comprender también le llamó la atención sobre algo. Él mismo se hubiese dado cuenta de que había algo en el cielo de todas formas. La sombra enorme se aproximaba cada vez más, por lo que el mjörní decidió reaccionar más rápido, terminar de acercarse al niño y sujetarlo de la mano.
>>Ven conmigo, no te asustes —le dijo con la mejor sonrisa que fue capaz de sacar—. Todo se va a solucionar... Y no sabemos qué es eso —añadió mirando al cielo mientras caminaba con Agnöl de vuelta al grupo—. ¿Tiene forma de dragón? —Preguntó hacia nadie en particular una vez lo suficientemente cerca de todos.
Entrecerró los ojos para tratar de ver mejor: aquella cosa seguía acercándose cada vez más rápido.
—Creo que… hay personas subidas en el dragón que levita.
Seguía sujetando la mano de Agnöl y la apretó un poco más, aunque no tanto como para que el niño sintiese ningún tipo de dolor. No lo iba a soltar salvo que lo hiciese él mismo. ¿Qué clase de hechiceros eran capaces de hacer levitar semejante estructura?
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientaciónPersonajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Plaza de la Fuente
16/03/23, 04:47 pm
A Colmillo ni siquiera le dio tiempo a empezar a preguntar qué le acababa de pasar a su idioma cuando el que había sido lanzado a la fuente comenzó a vomitar. El vittya tropezó hacia atrás en su intento de poner la máxima distancia posible con el nauseabundo olor y se llevó las manos al hocico rápidamente.
-Joder, joder, joder. ¿Por qué me hacéis esto? -preguntó con angustia a nadie en particular.
En su esfuerzo por concentrarse en que su nariz no captara los malos olores, no se percató de la acusación de demonio a la planta, pero sí que escuchó sobre que eran especies distintas y habían sido secuestrados. Y, por supuesto, la ristra de insultos del pequeño apestoso del principio. Colmillo reconocía que no era la persona mejor hablada de la Estepa, pero si él hubiera dicho todas esas cosas seguidas sobre alguien se habría ganado un lavado de lengua con jabón por parte de su nana y eso era así sin importar la especie, por lo que no entendió por qué el lagarto, Rägjynn, parecía tan contrario a la colleja que recibió, totalmente merecida y para nada exagerada en su opinión.
Colmillo, un poco más calmado, se dispuso a explicar que él no había sido secuestrado, cuando el ser que se había presentado como Nohlem le preguntó al que había vomitado si era tonto. El vittya no pude evitar que una fuerte carcajada se le escapara por sorpresa, solo consiguiendo que sus manos se apartaran de su nariz lo suficiente como para que volviera a captar el mal olor.
-Mierda, mierda, mierda -exclamó volviéndose a tapar el hocico con las manos.
Entre réplicas de la risa y narices fruncidas, el vittya consiguió recomponerse y, asegurándose de estar lejos del vómito y del pequeño apestoso, decidió poner sobre la mesa el tema realmente importante aquí.
-¿¡Alguien me puede jodidamente explicar por favor dónde coño están vuestras colas!? ¿Qué cuernos se supone que sois? Algunos no tenéis orejas y los que las tenéis son raras de cojones y vuestros hocicos son también raros. Y por todos los jodidos hijos de Kiel, ¿¡a dónde coño ha ido a parar vuestro pelo!? -preguntó Colmillo, algo alterado por la confusión-. No sé por qué os secuestrarían a vosotros, pero a mí me trajo aquí la diosa Matka, me dijo que tenía una misión. ¡Pero no me dijo que estaría con gente tan puto rara! ¿Por qué todo aquí es tan jodidamente extr...? - Aunque las palabras de Colmillo habían empezado con fuerza, el volumen bajó gradualmente al darse cuenta de lo que estaba diciendo.
"Extraño" pensó "Cuando la piedra sustituya la hierba, confía en el extraño" se recordó a sí mismo las palabras de su nana mientras miraba al rededor suyo como hipnotizado, dándose cuenta de que, efectivamente, la piedra había sustituido la hierba. Con un jadeo sorprendido, Colmillo alzó la mirada al cielo esperando ver cómo las estrellas se apagaban, pero el día todavía era claro y solo consiguió que le molestara la vista.
-Es... ¿Eso es un barco? ¿Está jodidamente volando? -preguntó en un susurro a la vez que Airi señalaba al cielo.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidadPersonajes :
Abel: humano español (1,90m)
Unidades mágicas : 5/5
Armas :
Abel: su arrolladora personalidad
Re: Plaza de la Fuente
16/03/23, 06:25 pm
Un chico con coleta de más o menos su edad empezó a gritar pidiendo calma, lo cual le resulto un tanto contradictorio. Sin embargo, que algo de efecto sí que tuvo, puesto que su atacante parecía intentar disculparse con él. También escuchó a Rägjynn, quien lo defendió de la guerrera y logró tranquilizarlo con respecto a las intenciones del demonio verde. Este último se llamaba Tawar y podía hablar el mismo extraño idioma que el resto.
Soltó los dedos de la manga del lagarto. Como había conseguido calmarse y era capaz de analizar la realidad, Abel se estaba comenzando a dar cuenta del circo que había montado y del efecto amenazante que había tenido en dos de los presentes, motivo por el que concluyó que tenía que disculparse con ellos.
- Lo siento – les contestó avergonzado, mientras agachaba la cabeza bajo la mirada dominante de la muchacha. La orgullosa guerrera le imponía mucho y su fuerza le había impresionado. Ahora, más que tenerle miedo, casi que buscaba su aprobación.
La joven, quien se hallaba perpleja, les preguntó si conocían las razones por las que estaban en Rocavarancolia y parte del grupo empezó a explicar cómo había llegado allí. Todo le pareció muy raro, ya que habían vivido experiencias muy distintas. Aun así, le tranquilizó conocer que la mayoría estaban tan perdidos como él.
Cuando le llegó el turno a Abel de relatar su propia experiencia, se distrajo al ver que se acercaba también a contar su historia otro de los humanoides. De cerca, le pareció un cruce entre un elfo y un gato, cosa que ya ni siquiera le escandalizaba. Por el contrario, siempre le habían fascinado los gatos y, por lo tanto, el muchacho le resultaba lindísimo. Además, pensaba que su aspecto cuadraba con el estereotipo de compañero de aventuras simpático, como los típicos personajes que ayudan al protagonista al principio de un videojuego de rol.
“¿Se llamará Onix?”- se preguntó a sí mismo, curioso por saber más acerca del felino. Pensó que sería una bonita coincidencia, ya que, si alguna vez tenía un gato, había decidido que lo llamaría así.
De esta forma, se animó a preguntarle su nombre. Sin embargo, en seguida se dio cuenta de su error y no pudo llegar a hacerlo, puesto que el pelirrojo lo insultó con un tono que sonaba más que malicioso.
Desgraciadamente, el momento que eligió el otro joven para hacerle de menos no podía haber sido peor.
Abel se hallaba incrédulo ante las palabras del felino, quién ahora le resultaba tan desagradable como poco empático. Se arrepentía con creces de haber tenido cualquier tipo de pensamiento positivo sobre él. Agotado de todo lo que le estaba ocurriendo, Abel tuvo que esforzarse por retener el llanto.
El muchacho creía que el insulto ya era la gota que colmaba el vaso. Rememoró todas las jodiendas que le había ocurrido hasta el momento, como, por ejemplo, que era posible que alguien lo hubiese drogado y metido en una prisión de mala muerte, la cual no solo consideraba espeluznante, sino que también se hallaba situada en una ciudad en ruinas en la que había encontrado y huido de criaturas jamás antes vistas. De hecho, una de estas le había dado un buen golpe que, junto con el efecto de un agua extraordinaria, le había hecho vomitar. Todo ello le había ocurrido en menos tiempo del que necesitaba cualquier persona normal -cosa que parecía escasear en esa plaza- para procesarlo bien y le disgustaba que ese chico no lo entendiese. Le resultaba flipante, puesto que opinaba que hasta su agresora había sido capaz de simpatizar un poco y disculparse con él.
“Sí. No te preocupes, sé muy bien que soy tonto. Yo al menos lo sé y no me comporto como un absoluto estúpido” – pensó lleno de rabia mientras contenía las lágrimas. Sin ser demasiado consciente de ello, el muchacho había clavado sus coléricos ojos en los del pelirrojo, con hielo en la mirada.
Estaba tan enojado con él que ni siquiera se percató de las carcajadas de otro de los presentes. No obstante, por muy enfadado que estuviese, se sentía ya cansado tanto física como mentalmente, no quería otro conflicto. Aunque le había hecho la cruz al felino, no tenía ganas de demostrárselo. Consecuentemente, giró la cabeza hacia el resto del grupo con fingida indiferencia, encontrándose con los ojos de un niño que los observaba y que habló con el otro chico para defender a Abel.
- Gracias. Eres muy amable. – le dijo al chiquillo con un tono cálido e intentando sonreír, con escasos resultados en esto último. Creía que, además del Rägjynn, podía haber encontrado a alguien con corazón en ese infierno.
Tras despedirse del niño, se alejó del grupo en búsqueda de la tranquilidad que solamente proporcionan soledad y el silencio, puesto que el gato seguía ahí y también se les había unido un perro humanoide muy nervioso que no paraba de hacer preguntas. Se sentó a un par de metros de una chica que también parecía haberse apartado del grupo para no tener que hablar más.
Entonces, el cielo se oscureció y una nave con forma de dragón apareció sobre ellos.
- ¿Qué es eso? – le preguntó a la chica, dudando de si se trataba de una visión producida por el cansancio y el mareo.
Soltó los dedos de la manga del lagarto. Como había conseguido calmarse y era capaz de analizar la realidad, Abel se estaba comenzando a dar cuenta del circo que había montado y del efecto amenazante que había tenido en dos de los presentes, motivo por el que concluyó que tenía que disculparse con ellos.
- Lo siento – les contestó avergonzado, mientras agachaba la cabeza bajo la mirada dominante de la muchacha. La orgullosa guerrera le imponía mucho y su fuerza le había impresionado. Ahora, más que tenerle miedo, casi que buscaba su aprobación.
La joven, quien se hallaba perpleja, les preguntó si conocían las razones por las que estaban en Rocavarancolia y parte del grupo empezó a explicar cómo había llegado allí. Todo le pareció muy raro, ya que habían vivido experiencias muy distintas. Aun así, le tranquilizó conocer que la mayoría estaban tan perdidos como él.
Cuando le llegó el turno a Abel de relatar su propia experiencia, se distrajo al ver que se acercaba también a contar su historia otro de los humanoides. De cerca, le pareció un cruce entre un elfo y un gato, cosa que ya ni siquiera le escandalizaba. Por el contrario, siempre le habían fascinado los gatos y, por lo tanto, el muchacho le resultaba lindísimo. Además, pensaba que su aspecto cuadraba con el estereotipo de compañero de aventuras simpático, como los típicos personajes que ayudan al protagonista al principio de un videojuego de rol.
“¿Se llamará Onix?”- se preguntó a sí mismo, curioso por saber más acerca del felino. Pensó que sería una bonita coincidencia, ya que, si alguna vez tenía un gato, había decidido que lo llamaría así.
De esta forma, se animó a preguntarle su nombre. Sin embargo, en seguida se dio cuenta de su error y no pudo llegar a hacerlo, puesto que el pelirrojo lo insultó con un tono que sonaba más que malicioso.
Desgraciadamente, el momento que eligió el otro joven para hacerle de menos no podía haber sido peor.
Abel se hallaba incrédulo ante las palabras del felino, quién ahora le resultaba tan desagradable como poco empático. Se arrepentía con creces de haber tenido cualquier tipo de pensamiento positivo sobre él. Agotado de todo lo que le estaba ocurriendo, Abel tuvo que esforzarse por retener el llanto.
El muchacho creía que el insulto ya era la gota que colmaba el vaso. Rememoró todas las jodiendas que le había ocurrido hasta el momento, como, por ejemplo, que era posible que alguien lo hubiese drogado y metido en una prisión de mala muerte, la cual no solo consideraba espeluznante, sino que también se hallaba situada en una ciudad en ruinas en la que había encontrado y huido de criaturas jamás antes vistas. De hecho, una de estas le había dado un buen golpe que, junto con el efecto de un agua extraordinaria, le había hecho vomitar. Todo ello le había ocurrido en menos tiempo del que necesitaba cualquier persona normal -cosa que parecía escasear en esa plaza- para procesarlo bien y le disgustaba que ese chico no lo entendiese. Le resultaba flipante, puesto que opinaba que hasta su agresora había sido capaz de simpatizar un poco y disculparse con él.
“Sí. No te preocupes, sé muy bien que soy tonto. Yo al menos lo sé y no me comporto como un absoluto estúpido” – pensó lleno de rabia mientras contenía las lágrimas. Sin ser demasiado consciente de ello, el muchacho había clavado sus coléricos ojos en los del pelirrojo, con hielo en la mirada.
Estaba tan enojado con él que ni siquiera se percató de las carcajadas de otro de los presentes. No obstante, por muy enfadado que estuviese, se sentía ya cansado tanto física como mentalmente, no quería otro conflicto. Aunque le había hecho la cruz al felino, no tenía ganas de demostrárselo. Consecuentemente, giró la cabeza hacia el resto del grupo con fingida indiferencia, encontrándose con los ojos de un niño que los observaba y que habló con el otro chico para defender a Abel.
- Gracias. Eres muy amable. – le dijo al chiquillo con un tono cálido e intentando sonreír, con escasos resultados en esto último. Creía que, además del Rägjynn, podía haber encontrado a alguien con corazón en ese infierno.
Tras despedirse del niño, se alejó del grupo en búsqueda de la tranquilidad que solamente proporcionan soledad y el silencio, puesto que el gato seguía ahí y también se les había unido un perro humanoide muy nervioso que no paraba de hacer preguntas. Se sentó a un par de metros de una chica que también parecía haberse apartado del grupo para no tener que hablar más.
Entonces, el cielo se oscureció y una nave con forma de dragón apareció sobre ellos.
- ¿Qué es eso? – le preguntó a la chica, dudando de si se trataba de una visión producida por el cansancio y el mareo.
Ven conmigo,Ven conmigo por la ciudad,ven conmigo, desatemos un vendaval, esta noche, no me importa lo que dirán
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco. Es capaz de intuir con mayor facilidad cómo se van a comportar los animales con los que se encuentre.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: Plaza de la Fuente
16/03/23, 08:02 pm
Se encogió de hombros cuando Connor dijo que el crío no era su problema. Lo había dicho porque era el que le había sacado de la fuente y le estaba protegiendo, pero no podía darle más igual si le cuidaba el masculinista, el de la coleta o cualquier otro de los que estaban presentes. Lo que quería dejar claro era que alguien debía hacerse cargo de él y, por supuesto, no iba a ser ella.
El caos seguía reinando, y solo se giró hacia lo que parecía un lagarto grande (y muy bien vestido, aunque igual demasiado tapado para lo que estaba acostumbrada) cuando está la pidió el nombre y decidió reñirla por darle una más que merecida colleja al niño. Estaba claro que con aquel grupo no iba a valer de nada su demostración de fuerza, por lo que optó por seguir una vía menos… violenta.
Al fin y al cabo la habían instruido en aquello, en cómo gobernar si era necesario. Y sabía que a veces hacía falta un poco de tacto. No había dejado de mirarle fijamente, con las pupilas muy afiladas, por lo que respiró hondo y cerró los ojos un breve segundo para dejar que volvieran a su estado natural.
—Kalna, hija de Mánide —no estaba entendiendo por que Rägjynn y los demás no respetaban a sus madres lo bastante como para añadirlo, pero ella no iba a rebajarse a un nivel tan bajo y menos ahora que se entendían —. Ya sé que no he reaccionado como se esperaba de mi, pero de donde yo vengo hablar así de una madre, de una mujer, es algo tan impensable que ha sido un shock, no entiendo cómo ha podido decir esas cosas, y....
Quiso rodar los ojos. Quiso decirle que qué hacía defendiendo a un criajo cuyo padre tendría que estar en la cárcel de lo mal que lo había educado y el poco interés que había puesto en su crianza, viendo cómo olía. Pero se contuvo. Puso la sonrisa más amable que fue capaz e inclinó el cuerpo en una reverencia, en un gesto claramente de disculpa.
» Lo siento— por supuesto que no lo sentía, pero la mentira no se notaría; lo había practicado tantas veces disculpándose con su hermana por herir sus sentimientos que estaba plenamente medida, hasta el más mínimo detalle, para que fuera indetectable por la propia Velia, quien mejor la conocía.
El chico al que había tirado hizo algo sensato, que fue disculparse, y le hizo un gesto dándole a entender que aceptaba aquellas disculpas. Al menos sabía ver que era estúpido, y a lo mejor solo era un pobre hombre teniendo un ataque emocional y luego podía cumplir sus funciones perfectamente.
Los demás empezaron a hablar de cómo habían llegado allí, y todos parecían tener historias incompletas de qué estaban haciendo en la ciudad. Estaba incrédula de que no les hubieran dicho nada, de que ni siquiera supieran dónde habían ido. Y luego estaba aquel bicho peludo que no sabía ni reconocer qué era, porque no se parecía a ningún felino que conociera y que les estaba llamando raros cuando el que tenía cola y estaba cubierto de pelo era él
—Rocavarancolia, sí —respondió al de la gabardina—. Es este mundo, esta ciudad. Está aliado con mi propio mundo. Nos traen aquí, donde si superamos distintas pruebas podemos conseguir magia y grandes dones cuando salga la Luna Roja y…
Que el lagarto saliera corriendo detrás de lo que parecía otro niño pequeño la hizo pararse momentáneamente. ¿Por qué nadie estaba vigilando al pobre chico? Parecía mucho mejor educado que el otro, con un pelo muy bien ciudado, y estaba asustado, pero no podían dejar que se separara, podía pasarle cualquier cosa. En cuanto Rägynn volvió con él, se puso seria y alzó la voz para que la oyeran todos.
—Lo mejor sería no separarse. Las pruebas podrían empezar en cualquier momento, y tendremos más oportunidades si vamos juntos.
Entonces algo empezó a acercarse, un barco volador que tenía personas dentro. Se quedó mirándolo, fijamente. ¿Era una de las pruebas?
—Detrás de mi, os protegeré si es necesario —dijo. Puede que fueran una panda de hombre inútiles, pero como mujer era lo esperado de ella que luchase, y aunque le faltaban armas estaba dispuesta a cumplir sus obligaciones.
El caos seguía reinando, y solo se giró hacia lo que parecía un lagarto grande (y muy bien vestido, aunque igual demasiado tapado para lo que estaba acostumbrada) cuando está la pidió el nombre y decidió reñirla por darle una más que merecida colleja al niño. Estaba claro que con aquel grupo no iba a valer de nada su demostración de fuerza, por lo que optó por seguir una vía menos… violenta.
Al fin y al cabo la habían instruido en aquello, en cómo gobernar si era necesario. Y sabía que a veces hacía falta un poco de tacto. No había dejado de mirarle fijamente, con las pupilas muy afiladas, por lo que respiró hondo y cerró los ojos un breve segundo para dejar que volvieran a su estado natural.
—Kalna, hija de Mánide —no estaba entendiendo por que Rägjynn y los demás no respetaban a sus madres lo bastante como para añadirlo, pero ella no iba a rebajarse a un nivel tan bajo y menos ahora que se entendían —. Ya sé que no he reaccionado como se esperaba de mi, pero de donde yo vengo hablar así de una madre, de una mujer, es algo tan impensable que ha sido un shock, no entiendo cómo ha podido decir esas cosas, y....
Quiso rodar los ojos. Quiso decirle que qué hacía defendiendo a un criajo cuyo padre tendría que estar en la cárcel de lo mal que lo había educado y el poco interés que había puesto en su crianza, viendo cómo olía. Pero se contuvo. Puso la sonrisa más amable que fue capaz e inclinó el cuerpo en una reverencia, en un gesto claramente de disculpa.
» Lo siento— por supuesto que no lo sentía, pero la mentira no se notaría; lo había practicado tantas veces disculpándose con su hermana por herir sus sentimientos que estaba plenamente medida, hasta el más mínimo detalle, para que fuera indetectable por la propia Velia, quien mejor la conocía.
El chico al que había tirado hizo algo sensato, que fue disculparse, y le hizo un gesto dándole a entender que aceptaba aquellas disculpas. Al menos sabía ver que era estúpido, y a lo mejor solo era un pobre hombre teniendo un ataque emocional y luego podía cumplir sus funciones perfectamente.
Los demás empezaron a hablar de cómo habían llegado allí, y todos parecían tener historias incompletas de qué estaban haciendo en la ciudad. Estaba incrédula de que no les hubieran dicho nada, de que ni siquiera supieran dónde habían ido. Y luego estaba aquel bicho peludo que no sabía ni reconocer qué era, porque no se parecía a ningún felino que conociera y que les estaba llamando raros cuando el que tenía cola y estaba cubierto de pelo era él
—Rocavarancolia, sí —respondió al de la gabardina—. Es este mundo, esta ciudad. Está aliado con mi propio mundo. Nos traen aquí, donde si superamos distintas pruebas podemos conseguir magia y grandes dones cuando salga la Luna Roja y…
Que el lagarto saliera corriendo detrás de lo que parecía otro niño pequeño la hizo pararse momentáneamente. ¿Por qué nadie estaba vigilando al pobre chico? Parecía mucho mejor educado que el otro, con un pelo muy bien ciudado, y estaba asustado, pero no podían dejar que se separara, podía pasarle cualquier cosa. En cuanto Rägynn volvió con él, se puso seria y alzó la voz para que la oyeran todos.
—Lo mejor sería no separarse. Las pruebas podrían empezar en cualquier momento, y tendremos más oportunidades si vamos juntos.
Entonces algo empezó a acercarse, un barco volador que tenía personas dentro. Se quedó mirándolo, fijamente. ¿Era una de las pruebas?
—Detrás de mi, os protegeré si es necesario —dijo. Puede que fueran una panda de hombre inútiles, pero como mujer era lo esperado de ella que luchase, y aunque le faltaban armas estaba dispuesta a cumplir sus obligaciones.
Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Plaza de la Fuente
17/03/23, 12:42 am
Ethan agradeció la extraña calma que invadió la escena. Aún sin poder prestar atención a todos, algunos empezaron a presentarse y ofrecer diferentes versiones del mismo suceso. El estruendoso accidente parecía haberse saldado sin bajas.
Una de las víctimas, el más mayor había logrado recuperarse y ahora se dedicaba a hacer un duelo de miradas al extraño felino. Bueno, los dos eran lo suficientemente mayores para apañarse entre sí, no era su problema.
Por otro lado Damian había sido diferente. Todo había sucedido demasiado rápido y aunque por un momento Ethan noto como se estaba empezando a cabrear, las disculpas de la joven sirvieron para reconducir el ambiente a un mejor estado. Era normal, el choque cultural y el estrés les estaba jugando una mala pasada.
Agradeció la intervención del lagarto, aunque aún su apariencia le generaba cierta inseguridad no había malicia en ninguno de sus actos. Le iba a costar acostumbrarse a semejantes diferencias, pero estaba profundamente aliviado de que le hubiera podido ayudar con los chiquillos. Al final Ethan se acercó a Kalna, lejos de ser hostil quería intentar aclarar la situación. Al pasar junto a Connor le dedicó un ligero cabeceó, como forma de agradecerle el haber cogido al niño. Quieras que no, seguía siendo la persona en la que más confiaba del lugar.
-Siento lo del chiquillo, es bastante difícil tenerlo a tu cargo cuando si quiera os podéis entender... Y aunque condenó sus palabras, no sé si sirva de consuelo pero puedo asegurarte que sus insultos son meras frases hechas. Nadie tenía en mente meterse con tu madre. -Ethan la terminó de escuchar atento a la nueva información. Definitivamente, esta muchacha por muy semejante que fuera no procedía de la tierra. Levantó la mirada hacia el barco en cuanto lo señaló y, de nuevo, se le empezó a escapar una sonrisilla nerviosa. <<Como que pruebas?? Nadie le había hablado de pruebas>>
-No es que no confíe en ti... Pero sin armas creo que lo mejor es que si todo se tensa... Salgamos por patas como buenamente podamos.
Decidió regresar junto a Räg y los niños. Si todo se torcía quería tenerlos a su lado. Además, no había tenido aún tiempo de ver al pequeño Damian y le preocupaba que pudiera haberse hecho daño.
-Hola... Gracias por tu ayuda Raagsik? ¿Estáis todos bien? - Tras la torpeza a la hora de acordarse del nombre, se dirigió a Damian y a Aniol principalmente, porque el pequeño se había dado a la fuga.- No se muy bien que va a pasar pero, por si acaso, que nadie se aleje mucho. Y que no os preocupe si por lo que sea nos tenemos que ir, pedir que os llevemos a cuestas.
A medida que hablaba acabo quitándose la chaqueta para dejársela sobre los hombros a Damian. Le quedaría extremadamente grande, así que al menos podría taparse bien y cubrirse del frío. Una vez puesta y viendo que al barco aún le quedarían un par de minutos se agachó a su lado para comprobar que no tuviera en la cara ninguna herida.
-Y oye Damian que sepas que estás siendo muy valiente. Es un poco feo decirle palabrotas a la gente pero, entiendo que ha sido un golpe muy duro y lo estás aguantando como un campeón. Si te duele la nariz más tarde me lo tienes que decir ¿vale? Y así podremos curarla mejor, pero por ahora será mejor que te tapes bien.
Le dedico una sonrisa sincera antes de revolverle un poco el pelo e incorporarse para asegurarse de que Aniol también siguiera bien.
-Si seguís siendo los dos tan taaan valientes, prometo daros más tarde un premio muy chulo ¿si? Solo tenéis que aguantar un poquitito más.
Una de las víctimas, el más mayor había logrado recuperarse y ahora se dedicaba a hacer un duelo de miradas al extraño felino. Bueno, los dos eran lo suficientemente mayores para apañarse entre sí, no era su problema.
Por otro lado Damian había sido diferente. Todo había sucedido demasiado rápido y aunque por un momento Ethan noto como se estaba empezando a cabrear, las disculpas de la joven sirvieron para reconducir el ambiente a un mejor estado. Era normal, el choque cultural y el estrés les estaba jugando una mala pasada.
Agradeció la intervención del lagarto, aunque aún su apariencia le generaba cierta inseguridad no había malicia en ninguno de sus actos. Le iba a costar acostumbrarse a semejantes diferencias, pero estaba profundamente aliviado de que le hubiera podido ayudar con los chiquillos. Al final Ethan se acercó a Kalna, lejos de ser hostil quería intentar aclarar la situación. Al pasar junto a Connor le dedicó un ligero cabeceó, como forma de agradecerle el haber cogido al niño. Quieras que no, seguía siendo la persona en la que más confiaba del lugar.
-Siento lo del chiquillo, es bastante difícil tenerlo a tu cargo cuando si quiera os podéis entender... Y aunque condenó sus palabras, no sé si sirva de consuelo pero puedo asegurarte que sus insultos son meras frases hechas. Nadie tenía en mente meterse con tu madre. -Ethan la terminó de escuchar atento a la nueva información. Definitivamente, esta muchacha por muy semejante que fuera no procedía de la tierra. Levantó la mirada hacia el barco en cuanto lo señaló y, de nuevo, se le empezó a escapar una sonrisilla nerviosa. <<Como que pruebas?? Nadie le había hablado de pruebas>>
-No es que no confíe en ti... Pero sin armas creo que lo mejor es que si todo se tensa... Salgamos por patas como buenamente podamos.
Decidió regresar junto a Räg y los niños. Si todo se torcía quería tenerlos a su lado. Además, no había tenido aún tiempo de ver al pequeño Damian y le preocupaba que pudiera haberse hecho daño.
-Hola... Gracias por tu ayuda Raagsik? ¿Estáis todos bien? - Tras la torpeza a la hora de acordarse del nombre, se dirigió a Damian y a Aniol principalmente, porque el pequeño se había dado a la fuga.- No se muy bien que va a pasar pero, por si acaso, que nadie se aleje mucho. Y que no os preocupe si por lo que sea nos tenemos que ir, pedir que os llevemos a cuestas.
A medida que hablaba acabo quitándose la chaqueta para dejársela sobre los hombros a Damian. Le quedaría extremadamente grande, así que al menos podría taparse bien y cubrirse del frío. Una vez puesta y viendo que al barco aún le quedarían un par de minutos se agachó a su lado para comprobar que no tuviera en la cara ninguna herida.
-Y oye Damian que sepas que estás siendo muy valiente. Es un poco feo decirle palabrotas a la gente pero, entiendo que ha sido un golpe muy duro y lo estás aguantando como un campeón. Si te duele la nariz más tarde me lo tienes que decir ¿vale? Y así podremos curarla mejor, pero por ahora será mejor que te tapes bien.
Le dedico una sonrisa sincera antes de revolverle un poco el pelo e incorporarse para asegurarse de que Aniol también siguiera bien.
-Si seguís siendo los dos tan taaan valientes, prometo daros más tarde un premio muy chulo ¿si? Solo tenéis que aguantar un poquitito más.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Plaza de la Fuente
17/03/23, 10:18 pm
Connor siguió mirando con una leve sonrisa a Damian. Aquel jodido enano parlanchín era molesto, pero la verdad es que se estaba divirtiendo con su reacción. Era una ametralladora de insultos y le recordó a Eva cuando se enfadaba por algún asunto importante o... a Yasser. Después de mirar a Kalna a los ojos, esperando que no se lo tomara en serio, vio sus intenciones. Connor cambió su expresión divertida por una seria y gélida y se puso tenso, esperando una acción violenta. La chica fue más rápida de lo que imaginaba y logró conectarle una colleja al niño. Rápidamente el motero daría un paso hacia delante, demostrando que no iba a dejar que volviera a suceder. Teniendo en cuenta el golpe que acababa de sufrir el niño en la fuente, no veía motivo para darle una colleja por insultarla un poco. Cosas de críos. Aún así había sido solo eso...una puta colleja. No pensaba darle ninguna importancia ni condenar los actos de Kalna. Simplemente no iba a dejar que se excediera con más golpes, por suerte no parecía que esa fuera su intención y le dijo con prepotencia que controlara al crío.
-No soy su puñetero padre, joder.- Le contestaría con el ceño fruncido. Aquello sí le había molestado. Odiaba profundamente que gente ajena a la banda le diera órdenes, y más si era con esa autoridad y se ponía tan subidita de tono. Kalna se encogió de hombros y pasó de él lo que aumentó más su rabia. Aunque seguiría mostrando un rostro frío. <<Puta gilipollas de mierda... en mi ciudad no tendrías tantos cojones.>> Pensó sin dejar de observarla. No obstante, le llamó la atención que pareciera saber más que el resto. <<¿Pruebas? ¿Luna Roja? ¿De qué cojones está hablando esta puta loca?>> Se dijo así mismo.
Los ánimos empezaron a calmarse en parte por Ethan, al cual le devolvió el cabeceo de cabeza y por Rägjynn. A pesar de su aspecto el lagarto había demostrado ser bastante racional. Pronto varios de ellos empezaron a hablar y a presentarse. Le llamó la atención que aquella planta reptil llamada Tawar supiera hablar. Hasta entonces había creído que era la mascota del lagarto gigante o su puta merienda. El tal Nohlem también se presentó, y aunque en otras circunstancias le habría hecho gracia su ataque tan gratuito hacia Abel esta vez no fue la ocasión. Connor lo miró de arriba abajo un par de segundos, y decidió que no le gustaba nada aquel pijo de mierda. Si había algo que podía hacerle desconfiar más que un perro humanoide era un maldito ricachón. Al menos eso era lo que parecía.
-A mí me ha secuestrado la misma hija de puta.- Le diría a Rick con los brazos cruzados, cuando éste terminó de hablar.- Y supongo que también a todos los humanos de aquí. Está claro que nuestra cabrona de mierda no se parecía en nada a un puto fantasma o a un enviado de... lo que coño sea eso.- Diría con rabia en sus palabras. Pensar en Akeyo Kau le ponía de muy mala hostia, y ardía en deseos de darle eso: hostias.
Cuando el perro humanoide empezó a gritarles Connor sonrió levemente mientras lo estudiaba con la mirada. Puede que antes lo juzgara con demasiada antelación, aunque había sido completamente lógico en su momento, porque ahora le caía un poco más en gracia al por fin entender lo que decía. Muchos insultos. Muchos. Obviando diferencias al menos se parecían en eso. Tras su advertencia hacia el cielo Connor miró hacia arriba, y pudo ver el barco volador. El motero fijó su mirada en Ethan y cómo tranquilizaba a los niños. Aquel chico se ganaba más su respeto, y el motero se preparó por si tenía que salir con uno de los dos pequeños a cuestas.
-¿Tantas ganas tienes de morir, joder? Corremos cagando hostias todos- Le diría a Kalna con un bufido. ¿Qué clase de energúmenos la habían criado para que se creyera que podía ganar algo de tiempo para los demás y salir ilesa? Después miró a los dos niños, pero sobre todo a Damian al ser el más revoltoso.- No te alejes de mí y no te llevarás otra puta colleja, ¿entendido?-. No pensaba morir, no aquel día.
-No soy su puñetero padre, joder.- Le contestaría con el ceño fruncido. Aquello sí le había molestado. Odiaba profundamente que gente ajena a la banda le diera órdenes, y más si era con esa autoridad y se ponía tan subidita de tono. Kalna se encogió de hombros y pasó de él lo que aumentó más su rabia. Aunque seguiría mostrando un rostro frío. <<Puta gilipollas de mierda... en mi ciudad no tendrías tantos cojones.>> Pensó sin dejar de observarla. No obstante, le llamó la atención que pareciera saber más que el resto. <<¿Pruebas? ¿Luna Roja? ¿De qué cojones está hablando esta puta loca?>> Se dijo así mismo.
Los ánimos empezaron a calmarse en parte por Ethan, al cual le devolvió el cabeceo de cabeza y por Rägjynn. A pesar de su aspecto el lagarto había demostrado ser bastante racional. Pronto varios de ellos empezaron a hablar y a presentarse. Le llamó la atención que aquella planta reptil llamada Tawar supiera hablar. Hasta entonces había creído que era la mascota del lagarto gigante o su puta merienda. El tal Nohlem también se presentó, y aunque en otras circunstancias le habría hecho gracia su ataque tan gratuito hacia Abel esta vez no fue la ocasión. Connor lo miró de arriba abajo un par de segundos, y decidió que no le gustaba nada aquel pijo de mierda. Si había algo que podía hacerle desconfiar más que un perro humanoide era un maldito ricachón. Al menos eso era lo que parecía.
-A mí me ha secuestrado la misma hija de puta.- Le diría a Rick con los brazos cruzados, cuando éste terminó de hablar.- Y supongo que también a todos los humanos de aquí. Está claro que nuestra cabrona de mierda no se parecía en nada a un puto fantasma o a un enviado de... lo que coño sea eso.- Diría con rabia en sus palabras. Pensar en Akeyo Kau le ponía de muy mala hostia, y ardía en deseos de darle eso: hostias.
Cuando el perro humanoide empezó a gritarles Connor sonrió levemente mientras lo estudiaba con la mirada. Puede que antes lo juzgara con demasiada antelación, aunque había sido completamente lógico en su momento, porque ahora le caía un poco más en gracia al por fin entender lo que decía. Muchos insultos. Muchos. Obviando diferencias al menos se parecían en eso. Tras su advertencia hacia el cielo Connor miró hacia arriba, y pudo ver el barco volador. El motero fijó su mirada en Ethan y cómo tranquilizaba a los niños. Aquel chico se ganaba más su respeto, y el motero se preparó por si tenía que salir con uno de los dos pequeños a cuestas.
-¿Tantas ganas tienes de morir, joder? Corremos cagando hostias todos- Le diría a Kalna con un bufido. ¿Qué clase de energúmenos la habían criado para que se creyera que podía ganar algo de tiempo para los demás y salir ilesa? Después miró a los dos niños, pero sobre todo a Damian al ser el más revoltoso.- No te alejes de mí y no te llevarás otra puta colleja, ¿entendido?-. No pensaba morir, no aquel día.
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