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- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Navajazos con mucha clase
28/11/23, 05:27 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Había pasado casi una semana desde que todo se fuera a la mierda. Desde que aquel monstruo hijo de puta decidiera envenenarles la comida para matarlos a todos. Y casi lo habría conseguido de no ser por que Serena decidió comer antes que los demás. La verdad es que nunca le había caído bien, pero joder, cómo le agradecía que hubiera tenido tantas prisas por llevarse algo a la boca... No sabían siquiera si aquella cosa con alas seguía con vida, aunque desde luego que el flechazo del varmano había sonado doloroso de cojones, y el motero esperaba que estuviera muerto por mucho que se mantuviera alerta por si lo veía.
A pesar de todo, el paso de los días le había devuelto algo de la tranquilidad perdida y le había dado el tiempo para preocuparse por temas mucho menos graves, como por ejemplo: la puñetera barba. En el club, muchos de sus hermanos moteros tenían grandes barbas y hacían mucha gala de ellas. Costumbres y tradiciones tan arraigadas dentro de ellos como ir siempre con el chaleco puesto a todas partes o no dejar que nadie tocara sus motocicletas. El difunto Sean siempre se pareció al puto Santa Claus allá por donde fuera, y otros como Blake mostraban unos grandes bigotes trenzados. A Connor por el contrario no le iba mucho esa mierda. En el Paso, al contrario que en Toronto, casi siempre hacía jodido calor, así que era mucho más cómodo ir con la puta cara limpia. Un problema que se había encontrado en la ciudad al no haber cuchillas de afeitar o espuma, aunque tampoco se había esperado nada de eso cuando tenían que luchar por la maldita comida.
Ya habían pasado casi dos semanas desde que llegó, así que la sombra de la barba que acostumbraba a llevar había crecido. Dibujando un poco de negro el contorno de su cara, vaticinando una barba oscura en el futuro si no hacía nada por remediarlo. Aún no había llegado al punto de empezar a picar, pero es que ni siquiera iba a esperar a ese puñetero punto.
Por suerte, Nohlem ya le había ofrecido días antes echarse una mano mutuamente. La putada de todo aquello era que el afeitado debía ser con navaja a falta de otra cosa, y al contrario de lo que parecía ser en el felino... Él no tenía mucha idea de cómo se hacía. Sean le había enseñado en su momento cuando era un adolescente, porque el viejo había sido un cabronazo chapado a la antigua al que le gustaba hacerse el elegante de vez en cuando. Pero lo único que consiguió Connor fue llevarse cortes y más cortes. Ahora había llegado el momento fijado, y el motero ya se estaba imaginando la puta cara de Nohlem como la de un colador...
<<¿Cómo cojones usan algo que está hecho para cortar... y no se cortan, joder?>> Pensó el motero con el ceño fruncido mientras entraba en el salón, el lugar que habían acordado juntos. Connor rellenaría un cubo de agua del pozo, y luego empezaría a limpiar una de las navajas sentado en una silla, mientras hacía tiempo para esperar a Nohlem y sin poder evitar ver la ironía de todo aquello. Justo cuando era la primera vez que iba a usar una navaja contra alguien sin intención de hacer sangre... y es cuando más lo veía posible.
Había pasado casi una semana desde que todo se fuera a la mierda. Desde que aquel monstruo hijo de puta decidiera envenenarles la comida para matarlos a todos. Y casi lo habría conseguido de no ser por que Serena decidió comer antes que los demás. La verdad es que nunca le había caído bien, pero joder, cómo le agradecía que hubiera tenido tantas prisas por llevarse algo a la boca... No sabían siquiera si aquella cosa con alas seguía con vida, aunque desde luego que el flechazo del varmano había sonado doloroso de cojones, y el motero esperaba que estuviera muerto por mucho que se mantuviera alerta por si lo veía.
A pesar de todo, el paso de los días le había devuelto algo de la tranquilidad perdida y le había dado el tiempo para preocuparse por temas mucho menos graves, como por ejemplo: la puñetera barba. En el club, muchos de sus hermanos moteros tenían grandes barbas y hacían mucha gala de ellas. Costumbres y tradiciones tan arraigadas dentro de ellos como ir siempre con el chaleco puesto a todas partes o no dejar que nadie tocara sus motocicletas. El difunto Sean siempre se pareció al puto Santa Claus allá por donde fuera, y otros como Blake mostraban unos grandes bigotes trenzados. A Connor por el contrario no le iba mucho esa mierda. En el Paso, al contrario que en Toronto, casi siempre hacía jodido calor, así que era mucho más cómodo ir con la puta cara limpia. Un problema que se había encontrado en la ciudad al no haber cuchillas de afeitar o espuma, aunque tampoco se había esperado nada de eso cuando tenían que luchar por la maldita comida.
Ya habían pasado casi dos semanas desde que llegó, así que la sombra de la barba que acostumbraba a llevar había crecido. Dibujando un poco de negro el contorno de su cara, vaticinando una barba oscura en el futuro si no hacía nada por remediarlo. Aún no había llegado al punto de empezar a picar, pero es que ni siquiera iba a esperar a ese puñetero punto.
Por suerte, Nohlem ya le había ofrecido días antes echarse una mano mutuamente. La putada de todo aquello era que el afeitado debía ser con navaja a falta de otra cosa, y al contrario de lo que parecía ser en el felino... Él no tenía mucha idea de cómo se hacía. Sean le había enseñado en su momento cuando era un adolescente, porque el viejo había sido un cabronazo chapado a la antigua al que le gustaba hacerse el elegante de vez en cuando. Pero lo único que consiguió Connor fue llevarse cortes y más cortes. Ahora había llegado el momento fijado, y el motero ya se estaba imaginando la puta cara de Nohlem como la de un colador...
<<¿Cómo cojones usan algo que está hecho para cortar... y no se cortan, joder?>> Pensó el motero con el ceño fruncido mientras entraba en el salón, el lugar que habían acordado juntos. Connor rellenaría un cubo de agua del pozo, y luego empezaría a limpiar una de las navajas sentado en una silla, mientras hacía tiempo para esperar a Nohlem y sin poder evitar ver la ironía de todo aquello. Justo cuando era la primera vez que iba a usar una navaja contra alguien sin intención de hacer sangre... y es cuando más lo veía posible.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Navajazos con mucha clase
20/12/23, 04:43 pm
Por suerte estar ocupado le libró de ver como se desvanecía la sonrisa de Connor, sino el varmano se habría rallado más que los viejos vinilos favoritos de su padre. Los humanos habían llamado tantas veces al lobo que era fácil quitar razón a sus locuras, pero un gesto como ese daba poco margen a la incredulidad. De espaldas a él mientra se enjuagaba las manos simplemente acató su silencio a la creación del cuento. Una risa tan sincera como abrupta irrumpió de su pecho, profundamente halagado por ser considerado intimidante. Kalna la guerrera le halagaba por su uso del arco, Connor también... como siguieran así su ego crecería cosa mala.
—Ahh, bueeeno, me quedo mucho más tranquilo entonces —replicó con canturreada ironía. Su sonrisa in crescendo cuando la risa de Connor llenó el lugar, tan lejos de tomarse mal su propia medicina con el insulto que le dedicó. Connor le había aterrado tanto o más que Kalna el primer día, los dos con esas caras mortalmente serias y el plus de la altura del pelirrosa, y aunque ahora quedaba una capa de prudente respeto hablar con ellos era a su manera terreno ya explorado. Con Kalna el meticuloso cuidado de un vals en una fiesta importante y con Connor la desfachatez de un mesa de apuestas a la que tratan bien las cartas. Claro que, sin ojo ambos podían salir terriblemente mal.
Se pasó el filo de la navaja por antebrazo para comprobar que tan bien cortaba, y apartó los pelitos resultantes mientras oía a Connor, no queriendo interrumpir aún. La forma que tenía de expresarse era tan única para él que su risa afloraba a cada poco.
—Sí, la conozco bien —esa pelusilla por la que su madre le había hecho el favor de obligarle a afeitarse.
El tal Sean le habría parecido un completo bruto de no ser porque ya conocía a Connor, y a cierta forma era una realidad tan alternativa a la suya que la tomaba como una muy entretenida ficción. Le gustaba la dualidad de aquel personaje, y más aún la terrible forma que tuvo de enseñar a un Connor tan jovencillo que si Nohlem se lo imaginaba demasiado no se vería para nada como el buey de carga que era ahora.
—¡Pero, vamos a ver...! —comenzó replicando, interrumpido por las carcajadas—. ¡¿Ni siquiera te dijo como sujetarla o qué?! Y yo pensaba que mi madre era una profesora drástica.
Él se había cortado y seguía cortándose de vez en cuando, por supuesto, no tenía la precisión de una mantis religiosa en caza, pero su padre se había encargado de enseñarle bien para evitar que el rostro de su hijo, o más bien, del hijo de su esposa, fuera motivo de vergüenza.
—Connor el dos caras. Me gusta como suena —rio un poco más, algo más débil pensar, desgraciadamente, en la veracidad de la historia y lo que eso suponía—. Bueno pero algo aprenderías, ¿no? —le hizo alzar un poco el rostro, acercando por fin el filo a su barbilla. Al encontrar sus ojos negros le dedicaría una sonrisa de muchos dientes que, dentro de toda su diversión, reflejaba cierto pánico—. ¿No?
Tragó saliva, resopló una última risa y afianzó su pulso, arrastrando el filo con el característico raspar del vello y el jabón.
—Es verdad que afeitarte y afeitar a otro son dos mundos distintos, pero... Ya verás como no es tan difícil —los ánimos eran más para sí mismo que para él. Otra pasada—. Tienes que seguir la dirección del pelo. Es cuestión de ángulo, como... ¡como untar mantequilla en un pan! —y para validarse pasó una tercera, despacio, limpia—. Un pan que tiene ángulos raros y sangra mucho si te descuidas... —silencio. Apartó el cuchillo para que Connor pudiera hablar, el tono calmado del granta convertido en un ruego cómico, al menos si no eras él—. No quiero ser Nohlem el media cara, por favor. Si pierdo mi hermosura no le daré pena a los monstruos.
—Ahh, bueeeno, me quedo mucho más tranquilo entonces —replicó con canturreada ironía. Su sonrisa in crescendo cuando la risa de Connor llenó el lugar, tan lejos de tomarse mal su propia medicina con el insulto que le dedicó. Connor le había aterrado tanto o más que Kalna el primer día, los dos con esas caras mortalmente serias y el plus de la altura del pelirrosa, y aunque ahora quedaba una capa de prudente respeto hablar con ellos era a su manera terreno ya explorado. Con Kalna el meticuloso cuidado de un vals en una fiesta importante y con Connor la desfachatez de un mesa de apuestas a la que tratan bien las cartas. Claro que, sin ojo ambos podían salir terriblemente mal.
Se pasó el filo de la navaja por antebrazo para comprobar que tan bien cortaba, y apartó los pelitos resultantes mientras oía a Connor, no queriendo interrumpir aún. La forma que tenía de expresarse era tan única para él que su risa afloraba a cada poco.
—Sí, la conozco bien —esa pelusilla por la que su madre le había hecho el favor de obligarle a afeitarse.
El tal Sean le habría parecido un completo bruto de no ser porque ya conocía a Connor, y a cierta forma era una realidad tan alternativa a la suya que la tomaba como una muy entretenida ficción. Le gustaba la dualidad de aquel personaje, y más aún la terrible forma que tuvo de enseñar a un Connor tan jovencillo que si Nohlem se lo imaginaba demasiado no se vería para nada como el buey de carga que era ahora.
—¡Pero, vamos a ver...! —comenzó replicando, interrumpido por las carcajadas—. ¡¿Ni siquiera te dijo como sujetarla o qué?! Y yo pensaba que mi madre era una profesora drástica.
Él se había cortado y seguía cortándose de vez en cuando, por supuesto, no tenía la precisión de una mantis religiosa en caza, pero su padre se había encargado de enseñarle bien para evitar que el rostro de su hijo, o más bien, del hijo de su esposa, fuera motivo de vergüenza.
—Connor el dos caras. Me gusta como suena —rio un poco más, algo más débil pensar, desgraciadamente, en la veracidad de la historia y lo que eso suponía—. Bueno pero algo aprenderías, ¿no? —le hizo alzar un poco el rostro, acercando por fin el filo a su barbilla. Al encontrar sus ojos negros le dedicaría una sonrisa de muchos dientes que, dentro de toda su diversión, reflejaba cierto pánico—. ¿No?
Tragó saliva, resopló una última risa y afianzó su pulso, arrastrando el filo con el característico raspar del vello y el jabón.
—Es verdad que afeitarte y afeitar a otro son dos mundos distintos, pero... Ya verás como no es tan difícil —los ánimos eran más para sí mismo que para él. Otra pasada—. Tienes que seguir la dirección del pelo. Es cuestión de ángulo, como... ¡como untar mantequilla en un pan! —y para validarse pasó una tercera, despacio, limpia—. Un pan que tiene ángulos raros y sangra mucho si te descuidas... —silencio. Apartó el cuchillo para que Connor pudiera hablar, el tono calmado del granta convertido en un ruego cómico, al menos si no eras él—. No quiero ser Nohlem el media cara, por favor. Si pierdo mi hermosura no le daré pena a los monstruos.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Re: Navajazos con mucha clase
25/12/23, 11:04 am
Contar anécdotas del pasado podía ser peligroso, porque podía romper muros y barreras erigidos con gran solidez, sobre todo si se hablaba de alguien que ya no estaba. Como con todos los Wyverns, Connor siempre consideró a Sean como un hermano mayor. Irresponsable, ruidoso y demasiado problemático como para que existiera alguna posibilidad de que pudiera hacer vida fuera del club. Pero además de un puto cabrón también había sido alegre, leal y en muchos sentidos el corazón de los Wyverns. Su muerte pesaba... en realidad todas lo hacían. Por eso, debajo de las carcajadas y ambiente dicharachero Connor sentía un pequeño nudo en el estómago que lo enredaba por dentro y no lo soltaba ni de puta coña. Hablar de Sean era liberador, pero también podía ser un arma de doble filo.
Aún así, todo era mucho más fácil cuando el que escuchaba era Nohlem. Las risas del varmano le sacaban una amplia sonrisa al canadiense, mostrándose contento de que la historia le resultara jodidamente entretenida. En su momento fue una pedazo de putada, pero ahora era una historia más que contaban los suyos en el club después de una fiesta, con más alcohol que sangre en vena.
-¿Enseñarme a sujetar la puta navaja? ¡Que va, ni de coña joder!- Respondió contagiándose de las carcajadas de Nohlem, mientras se movía un poco en el asiento. Cuando le llamó "Dos Caras" no pudo más que redoblar sus risas, provocando subidas y bajadas en su pecho.- Eh, te llamaría cabronazo por decirme algo así... Pero sigues teniendo la puñetera navaja... Y me gusta ese nombre.- Sin embargo, cuando el felino por fin se dispuso a afeitarle y antes le preguntó si algo aprendería de Sean... Connor se quedó en silencio unos segundos, con una leve sonrisilla pícara en el rostro que delataba su lucha por ser de nuevo un puto payaso o ponerse algo serio.- Eh...¡Claro, capullo! ¿De verdad crees que me ofrecería a afeitar a alguien sin tener ni puta idea y arriesgando su jodido cuello? No, cojones... Soy un puto cabrón, pero no un hijo de la gran puta...- A pesar del tono tranquilizador que había mostrado, hubo un leve movimiento en la silla y unos ojos evitando su mirada.
Aunque el hecho de dejar que otra persona le afeitara con una cuchilla le ponía jodidamente nervioso, la sensación no tardó en irse en cuanto Nohlem empezó a demostrar que no hablaba a la puta ligera sobre su habilidad. El raspar del filo con su rostro no resultaba doloroso, llevándose los pelos en esa zona mientras el varmano seguía hablándole y dándole consejos. Lo que antes había sido un latir de corazón acelerado por sentirse tan vulnerable, ahora era un compás lento que iba casi al puto ritmo de la navaja. El motero atendía concentrado a Nohlem, sentado en la silla y moviendo la cabeza cuando fuera necesario para su compañero. Su último comentario le sacó una risa completa y jodidamente nerviosa, mientras sentía cada vez más y más una presión aplastante por no cagarla cuando llegara su turno. Ésta vez optó por intentar ser más tranquilizador.
-No serás Nohlem Media Cara, joder...- Le dijo dándole una palmada en el hombro. Y luego le imitó con una risotada...- Seguirás teniendo tu puta hermosura para darle pena a esos cabrones, ya verás. Y eh, si te quedas más tranquilo...- Connor se quedó unos segundos en silencio, meditando alguna opción que pudiera servir...- Vale joder, si te quedas más tranquilo... Por cada corte que te haga te debo un puto favor. Nada que me reviente la puñetera cabeza, eh... Yo que sé, cojones... Traerte el puto vaso de agua, no poder escaquearme y tener que entretener a los enanos, afilar las putas flechas...-Connor levantó las manos con las palmas hacia arriba mientras asentía con la cabeza. -¿Más calmado, cabronazo? Yo no quiero deberle una mierda a un puto pijo, que lo sepas...- Añadió con sorna y una sonrisa en su rostro lleno de espuma.
El motero se quedó unos segundos en silencio, antes de volver a la carga dándole un leve empujón en el hombro a Nohlem.
-Y hablando de putos pijos... Yo ya te he contado algo, ¿no vas a contarme alguna historia divertida tuya, joder?- Le preguntó con una sonrisa por lo que estaba a punto de decir, queriendo chincharle.- He oído que os bañáis en sangre de putos pobres y esas mierdas.-
Si al Connor del pasado le dijeran que iba a llevarse tan bien con un rico, independientemente de que fuera un gato, probablemente se habría descojonado sin creérselo. Pero era cierto, y no pudo evitar pensar de nuevo que Nohlem debía ser la puta excepción que confirmaba la norma.
Aún así, todo era mucho más fácil cuando el que escuchaba era Nohlem. Las risas del varmano le sacaban una amplia sonrisa al canadiense, mostrándose contento de que la historia le resultara jodidamente entretenida. En su momento fue una pedazo de putada, pero ahora era una historia más que contaban los suyos en el club después de una fiesta, con más alcohol que sangre en vena.
-¿Enseñarme a sujetar la puta navaja? ¡Que va, ni de coña joder!- Respondió contagiándose de las carcajadas de Nohlem, mientras se movía un poco en el asiento. Cuando le llamó "Dos Caras" no pudo más que redoblar sus risas, provocando subidas y bajadas en su pecho.- Eh, te llamaría cabronazo por decirme algo así... Pero sigues teniendo la puñetera navaja... Y me gusta ese nombre.- Sin embargo, cuando el felino por fin se dispuso a afeitarle y antes le preguntó si algo aprendería de Sean... Connor se quedó en silencio unos segundos, con una leve sonrisilla pícara en el rostro que delataba su lucha por ser de nuevo un puto payaso o ponerse algo serio.- Eh...¡Claro, capullo! ¿De verdad crees que me ofrecería a afeitar a alguien sin tener ni puta idea y arriesgando su jodido cuello? No, cojones... Soy un puto cabrón, pero no un hijo de la gran puta...- A pesar del tono tranquilizador que había mostrado, hubo un leve movimiento en la silla y unos ojos evitando su mirada.
Aunque el hecho de dejar que otra persona le afeitara con una cuchilla le ponía jodidamente nervioso, la sensación no tardó en irse en cuanto Nohlem empezó a demostrar que no hablaba a la puta ligera sobre su habilidad. El raspar del filo con su rostro no resultaba doloroso, llevándose los pelos en esa zona mientras el varmano seguía hablándole y dándole consejos. Lo que antes había sido un latir de corazón acelerado por sentirse tan vulnerable, ahora era un compás lento que iba casi al puto ritmo de la navaja. El motero atendía concentrado a Nohlem, sentado en la silla y moviendo la cabeza cuando fuera necesario para su compañero. Su último comentario le sacó una risa completa y jodidamente nerviosa, mientras sentía cada vez más y más una presión aplastante por no cagarla cuando llegara su turno. Ésta vez optó por intentar ser más tranquilizador.
-No serás Nohlem Media Cara, joder...- Le dijo dándole una palmada en el hombro. Y luego le imitó con una risotada...- Seguirás teniendo tu puta hermosura para darle pena a esos cabrones, ya verás. Y eh, si te quedas más tranquilo...- Connor se quedó unos segundos en silencio, meditando alguna opción que pudiera servir...- Vale joder, si te quedas más tranquilo... Por cada corte que te haga te debo un puto favor. Nada que me reviente la puñetera cabeza, eh... Yo que sé, cojones... Traerte el puto vaso de agua, no poder escaquearme y tener que entretener a los enanos, afilar las putas flechas...-Connor levantó las manos con las palmas hacia arriba mientras asentía con la cabeza. -¿Más calmado, cabronazo? Yo no quiero deberle una mierda a un puto pijo, que lo sepas...- Añadió con sorna y una sonrisa en su rostro lleno de espuma.
El motero se quedó unos segundos en silencio, antes de volver a la carga dándole un leve empujón en el hombro a Nohlem.
-Y hablando de putos pijos... Yo ya te he contado algo, ¿no vas a contarme alguna historia divertida tuya, joder?- Le preguntó con una sonrisa por lo que estaba a punto de decir, queriendo chincharle.- He oído que os bañáis en sangre de putos pobres y esas mierdas.-
Si al Connor del pasado le dijeran que iba a llevarse tan bien con un rico, independientemente de que fuera un gato, probablemente se habría descojonado sin creérselo. Pero era cierto, y no pudo evitar pensar de nuevo que Nohlem debía ser la puta excepción que confirmaba la norma.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Navajazos con mucha clase
27/12/23, 11:13 pm
—Hay que joderse —masculló entre risas, poniendo cara de circunstancias.
No le habían enseñado a sujetar una navaja. No era la afirmación que esperaría de un mafioso en su primer día de clase pero, eh, si apenas sabía de mafiosos en Varmania menos sabía de sus tradiciones fuera de su mundo. Quiso agarrarse a las palabras de… ¿ánimo? de Connor, aunque más bien sonaban a amenaza bajo amenaza, como si desconfiar de su palabra solo le llevase a un destino peor. A las malas, supuso, podría intentar afeitarse solo…
—¡No, noo! ¡Para nada! Confío ciegamente en ti… —añadió llenándose la boca con cada sílaba—. Aunque prefiero seguir viendo mientras confío, te lo digo por si piensas en dejarme ciego cuando tengas tú la navaja. Mejor no, ¿sí? —añadió con retitín de broma.
Le dedicó una sonrisa de medio lado después de la palmada y una entera en toooda su magnificencia cuando Connor le propuso un intercambio en toda ley. No es que quisiera recibir un solo corte, pero puestos a llevarse un arañazo o dos… ¿qué menos que cobrarse algo? Arañazo, claro. Porque eso es lo que quería imaginarse del peor escenario.
—Oh. Ooooh, ahora… ahora estas hablando mi idioma. A lo mejor mafias y familias ricas no son tan diferentes después de todo, ¿eh? Dos gotas hermanas —rio entre dientes, de mejor humor—. Calentarme el agua… Enjabonarme la espalda, sacar brillo a mis zapatos… Que tengas que llamarme Señorito Nohlem durante una semana, como compensación por todos tus “pijos” —rio un poco más—. Estoy más calmado sí. Si no quieres deberme un beso como me lo debe Ethan a lo mejor te conviene no cortarme la cara, creo que estamos en un buen punto intermedio de interés.
Iba a empezar a silbar con renovado humor cuando otro empujón de Connor hizo que la melodía saliese como la llamada de un estornino. Se lamió los labios como para preparar un segundo intento, pronto reemplazado por un nuevo propósito de Connor: hacerle abrir los ojos como platos por el pozo del que hubiera sacado tales ideas de bombero borracho.
—¿Perdón? Creo que te estás confundiendo de mundo. Con sangre se bañan en Libo —comentó con total naturalidad, aprovechando la genuina sorpresa de su expresión para darle más peso. Aún así, sus ojos exploraron rápidamente la sala para comprobar que Kalna no estaba cerca. No quería que le oyera decir tales cosas—. No sé si tengo nada a la altura de Connor Dos Caras, la verdad, pero…
Se concentró en su trabajo y en buscar en su baúl de recuerdos. No quería nada muy personal, nada que hiciese burla a su imagen y mucho menos que le pudiera etiquetar como “gato en celo”, tampoco herir la privacidad de ningún amante porque era de mal gusto…
—Oh —abrió los ojos—. Mira, temático, ¿sabes que una vez me endeudé con la mafia? La de mi mundo. Santos, esto lo vas a saber tú y los cuatro tontos que me acompañaban —rio, inconsciente de haber usado la famosa t-palabra—. No ha salido nunca de mis labios, siéntete honrado.
Uno pensaría que era buen truco para ligar, “huí de la mafia, estoy vivo”. Si tenías la suerte de que te creyesen luego tenías que tener la suerte de que no te rehuyeran.
>>Estaba con unos amigos haciendo apuestas en el hipódromo. Ya, ya sé, no está bien visto en tu mundo, Ethan ya me ha echado la bronca, no hace falta que lo hagas tú también —comentó rápidamente, casi rodando los ojos con una sonrisita burlona—. El caso es que estaban teniendo una racha increíble. Yo… no tanta. Tengo mis ahorros y tal pero me quedé sin dinero y se me ocurrió la genial idea de poner en juego el dinero de mis padres. Lo típico, ¿sabes? Rascar una billetito o dos extra solo para hacer una apuesta firme… —solo que no habían sido un billete o dos—. Bueno, pues lo perdí. Y como claramente yo no tenía ese dinero encima, porque era de mis padres, no mío, estaba en su cuenta y ellos no sabían ni saben que me gasto el dinero en apuestas, pueees… Jaja… —rio con nervio contagiado—. Connor, yo no sabía que los mafiosos se vestían tan bien, te lo prometo. Me los imaginaba, no sé, con abrigos exageradísimos, bastones y zapatos en punta y cicatrices por toda la cara. Yo pensaba que era un empresario muy elegante, nada más. Nos sentamos en su mesa porque a un amigo le gustaron sus guantes —negó con cara de circunstancias—. Cuando le dijo a otro “llama al jefe”… Te juro que escuché como chasqueaba la pistola. ¿El cargador, sabes? —y con ambas manos, navaja aún en mano, imitó el giro del tanque de un revolver—. Ya no sé si fueron alucinaciones mías o qué, pero ni en esta ciudad he corrido tan deprisa. Si me ponen a correr en la pista le gano a los osogrifos.
No si, normal que los humanos viesen con malos ojos las apuestas. Menudo ejemplazo acababa de marcarse.
—No me persiguieron, ni a mi ni a mis amigos. Éramos unos críos, o sea… 15 recién cumplidos. Yo creo que ni se molestaron con nosotros por eso. Por eso y porque bueno, no les di el nombre de mi familia y al menos se quedaron con lo poco que sí pude apostar —rio entre dientes—. No he vuelto a pisar ese hipódromo nunca.
Sacudió la cuchilla fuera para deshacerse de la espuma, inspeccionando vagamente el rostro de Connor aún con la sonrisa nerviosa en la boca por la historia. A un lado, al otro… Un corte más.
>>Así que bueno, en el caso hipotético de que pudieras pisar Bermellón ya sabes como joderme la vida. Te plantas en La Ladera conmigo atado y dices “¡este idiota os debe dinero!” y listo. Te podrías cobrar hasta un secuestro conmigo —arrugó la cara—. O sea, otro.
Con toda la charla, Connor estaba listo. Nohlem se acercó a la mesa a por la toalla seca para quitarle cualquier pelito suelto del cuello.
No le habían enseñado a sujetar una navaja. No era la afirmación que esperaría de un mafioso en su primer día de clase pero, eh, si apenas sabía de mafiosos en Varmania menos sabía de sus tradiciones fuera de su mundo. Quiso agarrarse a las palabras de… ¿ánimo? de Connor, aunque más bien sonaban a amenaza bajo amenaza, como si desconfiar de su palabra solo le llevase a un destino peor. A las malas, supuso, podría intentar afeitarse solo…
—¡No, noo! ¡Para nada! Confío ciegamente en ti… —añadió llenándose la boca con cada sílaba—. Aunque prefiero seguir viendo mientras confío, te lo digo por si piensas en dejarme ciego cuando tengas tú la navaja. Mejor no, ¿sí? —añadió con retitín de broma.
Le dedicó una sonrisa de medio lado después de la palmada y una entera en toooda su magnificencia cuando Connor le propuso un intercambio en toda ley. No es que quisiera recibir un solo corte, pero puestos a llevarse un arañazo o dos… ¿qué menos que cobrarse algo? Arañazo, claro. Porque eso es lo que quería imaginarse del peor escenario.
—Oh. Ooooh, ahora… ahora estas hablando mi idioma. A lo mejor mafias y familias ricas no son tan diferentes después de todo, ¿eh? Dos gotas hermanas —rio entre dientes, de mejor humor—. Calentarme el agua… Enjabonarme la espalda, sacar brillo a mis zapatos… Que tengas que llamarme Señorito Nohlem durante una semana, como compensación por todos tus “pijos” —rio un poco más—. Estoy más calmado sí. Si no quieres deberme un beso como me lo debe Ethan a lo mejor te conviene no cortarme la cara, creo que estamos en un buen punto intermedio de interés.
Iba a empezar a silbar con renovado humor cuando otro empujón de Connor hizo que la melodía saliese como la llamada de un estornino. Se lamió los labios como para preparar un segundo intento, pronto reemplazado por un nuevo propósito de Connor: hacerle abrir los ojos como platos por el pozo del que hubiera sacado tales ideas de bombero borracho.
—¿Perdón? Creo que te estás confundiendo de mundo. Con sangre se bañan en Libo —comentó con total naturalidad, aprovechando la genuina sorpresa de su expresión para darle más peso. Aún así, sus ojos exploraron rápidamente la sala para comprobar que Kalna no estaba cerca. No quería que le oyera decir tales cosas—. No sé si tengo nada a la altura de Connor Dos Caras, la verdad, pero…
Se concentró en su trabajo y en buscar en su baúl de recuerdos. No quería nada muy personal, nada que hiciese burla a su imagen y mucho menos que le pudiera etiquetar como “gato en celo”, tampoco herir la privacidad de ningún amante porque era de mal gusto…
—Oh —abrió los ojos—. Mira, temático, ¿sabes que una vez me endeudé con la mafia? La de mi mundo. Santos, esto lo vas a saber tú y los cuatro tontos que me acompañaban —rio, inconsciente de haber usado la famosa t-palabra—. No ha salido nunca de mis labios, siéntete honrado.
Uno pensaría que era buen truco para ligar, “huí de la mafia, estoy vivo”. Si tenías la suerte de que te creyesen luego tenías que tener la suerte de que no te rehuyeran.
>>Estaba con unos amigos haciendo apuestas en el hipódromo. Ya, ya sé, no está bien visto en tu mundo, Ethan ya me ha echado la bronca, no hace falta que lo hagas tú también —comentó rápidamente, casi rodando los ojos con una sonrisita burlona—. El caso es que estaban teniendo una racha increíble. Yo… no tanta. Tengo mis ahorros y tal pero me quedé sin dinero y se me ocurrió la genial idea de poner en juego el dinero de mis padres. Lo típico, ¿sabes? Rascar una billetito o dos extra solo para hacer una apuesta firme… —solo que no habían sido un billete o dos—. Bueno, pues lo perdí. Y como claramente yo no tenía ese dinero encima, porque era de mis padres, no mío, estaba en su cuenta y ellos no sabían ni saben que me gasto el dinero en apuestas, pueees… Jaja… —rio con nervio contagiado—. Connor, yo no sabía que los mafiosos se vestían tan bien, te lo prometo. Me los imaginaba, no sé, con abrigos exageradísimos, bastones y zapatos en punta y cicatrices por toda la cara. Yo pensaba que era un empresario muy elegante, nada más. Nos sentamos en su mesa porque a un amigo le gustaron sus guantes —negó con cara de circunstancias—. Cuando le dijo a otro “llama al jefe”… Te juro que escuché como chasqueaba la pistola. ¿El cargador, sabes? —y con ambas manos, navaja aún en mano, imitó el giro del tanque de un revolver—. Ya no sé si fueron alucinaciones mías o qué, pero ni en esta ciudad he corrido tan deprisa. Si me ponen a correr en la pista le gano a los osogrifos.
No si, normal que los humanos viesen con malos ojos las apuestas. Menudo ejemplazo acababa de marcarse.
—No me persiguieron, ni a mi ni a mis amigos. Éramos unos críos, o sea… 15 recién cumplidos. Yo creo que ni se molestaron con nosotros por eso. Por eso y porque bueno, no les di el nombre de mi familia y al menos se quedaron con lo poco que sí pude apostar —rio entre dientes—. No he vuelto a pisar ese hipódromo nunca.
Sacudió la cuchilla fuera para deshacerse de la espuma, inspeccionando vagamente el rostro de Connor aún con la sonrisa nerviosa en la boca por la historia. A un lado, al otro… Un corte más.
>>Así que bueno, en el caso hipotético de que pudieras pisar Bermellón ya sabes como joderme la vida. Te plantas en La Ladera conmigo atado y dices “¡este idiota os debe dinero!” y listo. Te podrías cobrar hasta un secuestro conmigo —arrugó la cara—. O sea, otro.
Con toda la charla, Connor estaba listo. Nohlem se acercó a la mesa a por la toalla seca para quitarle cualquier pelito suelto del cuello.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Re: Navajazos con mucha clase
03/01/24, 01:38 pm
-Palabrita de motero, cabronazo. No pienso dejarte ciego.- Le prometió con una sonrisa mientras juntaba sus manos como si aquel gesto de mierda pudiera arreglar el hecho de que Connor no tenía ni idea de cómo afeitarlo cuando llegara su turno. Había escuchado con atención las indicaciones de Nohlem y era buen profesor, pero una cosa era eso y otra muy distinta tener el filo en su propia mano. Al menos entre las carcajadas de ambos, la tensión de poder degollar a su compañero se veía algo reducida y quedaba enterrada bajo una capa de diversión. Sobre todo al ver cómo al felino se le llenaba la boca hablando de que confiaba en él, pero pidiéndole que no le sacara un ojo. Pero para qué mentirse joder, en realidad el motero estaba de los putísimos nervios.
Sin embargo tras ofrecerle aquel trato de favor por cada corte que pudiera hacerle, y tras ver cómo había reaccionado Nohlem, Connor no pudo evitar soltar un bufido aparentando molestia aunque la sonrisa en su cara le delataba.
-Joder... Ya me estoy arrepintiendo de haberte propuesto...Ésta puta mierda.- Dijo mientras escuchaba todas las ideas de Nohlem. Estaba claro que sabía aprovechar las oportunidades cuando las veía. Cuando llegó a la parte del beso el motero soltó otro puñetero bufido meneando la cabeza.- ¡Ehhhh! ¿¡Qué cojones te pasa con los besos!? ¿Es algo típico de los vararma... var... de los tuyos? Yo me refería a algo más como lo otro que has dicho, ser tu... joder, si es que soy gilipollas... Tu puto criado.- Declaró de una manera tan forzada y robótica, que quedaba claro que le había costado horrores decir aquello. Aunque seguía con la idea de seguir adelante con la apuesta. Mientras Nohlem seguía afeitándole con soltura, una sonrisilla adornaba la cara de Connor mientras lo escuchaba.
-Tienes toda la razón. En Libo tiene pinta de que se bañan con sangre de pobres cada día, al menos Kalna tiene toda la puñetera cara de que no le importaría hacerlo, ¿verdad?- Comentó con sorna. Aquella cabronaza era tan fría e iba siempre tan de dura que se esperaba cualquier mierda. Cuando Nohlem se dispuso a contar también una historia, Connor se acomodó en la silla, dispuesto a escuchar con la mayor atención. Que aquella anécdota que le iba a contar lo supieran solo otras cuatro personas más la hacía jodidamente más interesante. -Necesito que me cuentes esa mierda.- Le pidió con una risotada.
En la sala solo se escuchaba el raspar de la navaja contra la barba de Connor y la voz de Nohlem hablando de aquella historia. La verdad, era una más jodida que la que él había contado. La suya se había quedado en una pequeña broma con el paso del tiempo, más o menos, ¿pero la de Nohlem? Era cojonudamente mucho mejor.
-¿Apostaste el puñetero dinero de tus padres? ¿Ves? Te lo dije cabrón, aquí el que tiene más pinta de mafioso eres tú.- Dijo cuando iba por esa parte, otra vez más con una carcajada. Sin ninguna duda aquello le dejaba claro que Nohlem era o había sido el típico pijo ricachón que todos en el club tenían como concepto en sus cabezas. Irresponsable y que se gastaba el dinero de sus padres. Pero dónde siempre habían creído que todos eran unos cabrones elitistas, Nohlem no se comportaba de esa forma. Así que diez puntos para el gato y seguía siendo la excepción a la regla.
El resto de la historia se avecinaba mucho más chunga y Connor la escuchó mientras dentro de él se libraba una puta batalla. ¿Se reía? ¿No se reía? Porque joder, le hacía toda la puñetera gracia y se le notaba en la cara. Puede que fuera porque él ya formaba parte de una banda y ese tipo de ajustes de cuentas las tuviera normalizadas. Puede que simplemente le gustara reírse de la gente que consideraba ya como colegas o amigos, o que descojonarse de desgracias ajenas pasadas era terapéutico. Ni puta idea, pero cuando Nohlem dijo: "Connor, yo no sabía que los mafiosos visten tan bien, te lo prometo", simplemente el motero puso cara de no poder aguantar más y empezó a hacer ruidos de risa y contención por lo bajo. Sin saber si se debía a la forma que tuvo Nohlem de decirlo, si era por la risa acumulada que contenía o una mezcla de las dos cosas. Cuando terminó de hablar, Connor dejó salir todo.
-¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡Cojones, tu historia es mucho mejor!- Soltó mientras se daba un par de hostias en la pierna, después levantó un poco las manos en señal de que no se lo tomara a mal y habló interrumpido por las risas.- Perdona joder, es que... ¡HMMM! Es que... tuvo que ser jodido de cojones, perdona Nohlem...- Tras varios pares de risitas más por lo bajo Connor recuperó parte de la compostura.- Eso sí que fue jugártela, cabronazo... Me alegro de que no te metieran un tiro o te mandaran la cabeza cortada de un animal, o algo así.- No sabía si le hacía más gracia imaginarse a un Nohlem de quince años apostando o corriendo por su puta vida. Vale, en realidad el chiste no estaba por ningún lado, pero si que lo tenía de alguna forma...-Debían ser los mafiosos más simpáticos del barrio si te dejaron marcharte aún cuando apostaste ese "par de billetes". -Dijo con sorna y picardía en su cara.- Pero es verdad que hay que ser muy cabrón para joderle la vida a un puto crío de quince años...-
Tras un par de cortes más Nohlem parecía haber terminado de eliminar su barba, y mientras iba a buscar una toalla el motero se palpó la ahora limpia cara con una sonrisa de satisfacción.
-Te ha quedado de puta madre... Joder, mejor que cuando llegué aquí.- Cuando Nohlem se acercara de nuevo, Connor mostraría una sonrisa abierta, pero que dejaba ver algo de nervios.- ¿Estás listo para el cambio? Recuerda: cada corte es un favor. Pero te vas a comer una mierda. Pienso dejarte bien afeitadito, solo para no deberte nada.- Palabras seguras, dichas con un tono que dejaba mucho que desear.-
Una vez Nohlem le pasara la toalla para quitarle los pelos suelto, Connor se levantaría de la silla haciéndole gestos para que se sentara. Empezaría a lavar con esmero la navaja mientras tanto.
-Al principio no me caías del todo bien, ¿sabes cabronazo?- Le empezó a contar.- Solo la primera mañana, después tuvimos esa charla los cuatro por la noche y fue algo mejor.- El motero se quedó unos segundos en silencio ante de volver a hablar, precedido por un bufido divertido.- Y ahora parece que me esté despidiendo de ti, cojones... ¿Algunas últimas palabras?-
Sin embargo tras ofrecerle aquel trato de favor por cada corte que pudiera hacerle, y tras ver cómo había reaccionado Nohlem, Connor no pudo evitar soltar un bufido aparentando molestia aunque la sonrisa en su cara le delataba.
-Joder... Ya me estoy arrepintiendo de haberte propuesto...Ésta puta mierda.- Dijo mientras escuchaba todas las ideas de Nohlem. Estaba claro que sabía aprovechar las oportunidades cuando las veía. Cuando llegó a la parte del beso el motero soltó otro puñetero bufido meneando la cabeza.- ¡Ehhhh! ¿¡Qué cojones te pasa con los besos!? ¿Es algo típico de los vararma... var... de los tuyos? Yo me refería a algo más como lo otro que has dicho, ser tu... joder, si es que soy gilipollas... Tu puto criado.- Declaró de una manera tan forzada y robótica, que quedaba claro que le había costado horrores decir aquello. Aunque seguía con la idea de seguir adelante con la apuesta. Mientras Nohlem seguía afeitándole con soltura, una sonrisilla adornaba la cara de Connor mientras lo escuchaba.
-Tienes toda la razón. En Libo tiene pinta de que se bañan con sangre de pobres cada día, al menos Kalna tiene toda la puñetera cara de que no le importaría hacerlo, ¿verdad?- Comentó con sorna. Aquella cabronaza era tan fría e iba siempre tan de dura que se esperaba cualquier mierda. Cuando Nohlem se dispuso a contar también una historia, Connor se acomodó en la silla, dispuesto a escuchar con la mayor atención. Que aquella anécdota que le iba a contar lo supieran solo otras cuatro personas más la hacía jodidamente más interesante. -Necesito que me cuentes esa mierda.- Le pidió con una risotada.
En la sala solo se escuchaba el raspar de la navaja contra la barba de Connor y la voz de Nohlem hablando de aquella historia. La verdad, era una más jodida que la que él había contado. La suya se había quedado en una pequeña broma con el paso del tiempo, más o menos, ¿pero la de Nohlem? Era cojonudamente mucho mejor.
-¿Apostaste el puñetero dinero de tus padres? ¿Ves? Te lo dije cabrón, aquí el que tiene más pinta de mafioso eres tú.- Dijo cuando iba por esa parte, otra vez más con una carcajada. Sin ninguna duda aquello le dejaba claro que Nohlem era o había sido el típico pijo ricachón que todos en el club tenían como concepto en sus cabezas. Irresponsable y que se gastaba el dinero de sus padres. Pero dónde siempre habían creído que todos eran unos cabrones elitistas, Nohlem no se comportaba de esa forma. Así que diez puntos para el gato y seguía siendo la excepción a la regla.
El resto de la historia se avecinaba mucho más chunga y Connor la escuchó mientras dentro de él se libraba una puta batalla. ¿Se reía? ¿No se reía? Porque joder, le hacía toda la puñetera gracia y se le notaba en la cara. Puede que fuera porque él ya formaba parte de una banda y ese tipo de ajustes de cuentas las tuviera normalizadas. Puede que simplemente le gustara reírse de la gente que consideraba ya como colegas o amigos, o que descojonarse de desgracias ajenas pasadas era terapéutico. Ni puta idea, pero cuando Nohlem dijo: "Connor, yo no sabía que los mafiosos visten tan bien, te lo prometo", simplemente el motero puso cara de no poder aguantar más y empezó a hacer ruidos de risa y contención por lo bajo. Sin saber si se debía a la forma que tuvo Nohlem de decirlo, si era por la risa acumulada que contenía o una mezcla de las dos cosas. Cuando terminó de hablar, Connor dejó salir todo.
-¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡Cojones, tu historia es mucho mejor!- Soltó mientras se daba un par de hostias en la pierna, después levantó un poco las manos en señal de que no se lo tomara a mal y habló interrumpido por las risas.- Perdona joder, es que... ¡HMMM! Es que... tuvo que ser jodido de cojones, perdona Nohlem...- Tras varios pares de risitas más por lo bajo Connor recuperó parte de la compostura.- Eso sí que fue jugártela, cabronazo... Me alegro de que no te metieran un tiro o te mandaran la cabeza cortada de un animal, o algo así.- No sabía si le hacía más gracia imaginarse a un Nohlem de quince años apostando o corriendo por su puta vida. Vale, en realidad el chiste no estaba por ningún lado, pero si que lo tenía de alguna forma...-Debían ser los mafiosos más simpáticos del barrio si te dejaron marcharte aún cuando apostaste ese "par de billetes". -Dijo con sorna y picardía en su cara.- Pero es verdad que hay que ser muy cabrón para joderle la vida a un puto crío de quince años...-
Tras un par de cortes más Nohlem parecía haber terminado de eliminar su barba, y mientras iba a buscar una toalla el motero se palpó la ahora limpia cara con una sonrisa de satisfacción.
-Te ha quedado de puta madre... Joder, mejor que cuando llegué aquí.- Cuando Nohlem se acercara de nuevo, Connor mostraría una sonrisa abierta, pero que dejaba ver algo de nervios.- ¿Estás listo para el cambio? Recuerda: cada corte es un favor. Pero te vas a comer una mierda. Pienso dejarte bien afeitadito, solo para no deberte nada.- Palabras seguras, dichas con un tono que dejaba mucho que desear.-
Una vez Nohlem le pasara la toalla para quitarle los pelos suelto, Connor se levantaría de la silla haciéndole gestos para que se sentara. Empezaría a lavar con esmero la navaja mientras tanto.
-Al principio no me caías del todo bien, ¿sabes cabronazo?- Le empezó a contar.- Solo la primera mañana, después tuvimos esa charla los cuatro por la noche y fue algo mejor.- El motero se quedó unos segundos en silencio ante de volver a hablar, precedido por un bufido divertido.- Y ahora parece que me esté despidiendo de ti, cojones... ¿Algunas últimas palabras?-
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Navajazos con mucha clase
04/01/24, 12:30 am
Quizás por no tener a otros varmanos como influencia el clasismo de Nohlem estaba mejorando a pasos agigantados. Como en una tumba ahí todos estaban igual de jodidos, y la barrera cultural irónicamente ayudaba a normalizar lo extraño. Entonces, que Connor acabase como criado era única y exclusivamente culpa suya, no del granta. Era su palabra contra la suya, no había sido él quien verbalizó el pensamiento en primer lugar.
—¿Acaso sois alérgicos a los besos? Cualquiera diría que os dan más miedo que la servidumbre —sonrió con decepción—. Es una pena porque beso muy bien, pero si lo que prefieres es frotarme la espalda en la bañera… —se encogió de hombros.
Su sonrisa se estiró con cierta incomodidad cuando Connor siguió la broma sobre Libo, demasiado temeroso a ser oído en algo que si bien había empezado él, por educación no pretendía continuar. No quería caer mal a nadie, pero sobre todo no quería caer mal a Kalna, principios de supervivencia. Con el tiempo el canadiense había dejado de darle tanto miedo, la libense por otro lado descendía en su escala mucho más despacio, en parte por esa aura que a grosso modo le recordaba tanto a las féminas de su familia. Ahora bien, la posibilidad de infundir aunque fuese una porción de ese respeto en otros… tenía que admitir que no se sentía mal. Prefería ser amado que temido, pero como niño que fantaseó con ser pirata imaginarse como mafioso también tenía su encanto.
—Que eso venga de ti me halaga.
Una víctima contándole a un criminal sus andadas y que el mafioso le creyera un igual a su vez, esa sí que era buena conclusión. Que a Nohlem le subieran las angustias de un miedo pasado no significa que quisiera dar pena con ello, por eso cuando notó que el otro contenía la risa no pudo sino reírse por su cuenta. El duelo interno del humano lo hacía aún más divertido y ameno, incluso si pudiese sentirse humillado. Inspiró sonoramente como una señora mayor indignada y le miró con una mano puesta en el pecho.
—¿¡Estuve a punto de morir y tú te ríes!? —pero en el momento en el que Connor empezó a pedir perdón no aguantó, las carcajadas salieron tras las suyas—. Capullo. Espera —abrió mucho los ojos—. ¿Cómo que la cabeza cortada de un animal? ¿Me estás diciendo que los mafiosos de la Tierra también hacéis eso?
Menudo ping-pong más ridículo se estaban montando, culpándose el uno al otro de crimen organizado. Ahora que, pensaba ganar. Sonrió con satisfacción por el trabajo bien hecho, contemplando al motero en busca de cualquier fallito de última hora y lo que es mejor, no encontrando ninguno.
—Hmmmm. No has quedado mal, no. También te digo, es difícil arruinarte con lo guapo que eres. Y a estas manos prodigiosas no les tiembla el pulso —alzó las cejas y ladeó la sonrisa. Que interpretase como quisiese.
Se hizo a un lado para dejarle pasar y ocupar su puesto, sintiendo entonces el peso de su estómago caer como una piedra por los crecientes nervios. El precio de un corte salía más caro a su barbero que a él, y aún así no le apetecía dejar su futuro en manos tan inexpertas o acabar con la cara hecha un rascador de osogrifos. “Tu criado” pensó, infundiéndose ánimos, “tu propio guardaespaldas”. Suspiró, y aunque pudiera leerse como teatro cómico, no lo era.
—Claro. Estoy listo para que me debas un beso. O a lo mejor te lo doy yo a ti, me apetece estrenar esa cara tan limpia.
Se reacomodó varias veces en el sitio antes de quedarse oficialmente quieto, observando sin observar lo que hacía Connor. Al menos sí que le estaba escuchando, porque rio ante su confesión repentina. Sin lugar a dudas sonaba como una despedida, y Nohlem no sabía si eso lo hacía más horrible o más gracioso.
—¿Se puede saber que he hecho? ¿Es por haber llamado “tonto” a Abel? Chico, no sabía que los humanos teníais la piel tan fina. El tipo se asustó de Tawar y vomitó en la fuente, si me preguntas a mi me quedé corto llamándole solo eso. ¡Mi duda era genuina e inocente, culturalmente correcta! —¿eso de que no quería llevarse mal con nadie? Bueno, había una excepción—. ¿Fue por mi aspecto? Entiendo que no estés acostumbrado a mis rasgos, sobre todo siendo tan pálidos, pero a mi me resultaste sexy desde el día uno —mintió. Una risita entre dientes no tardó en venderle—. Vale que a lo mejor vuestras narices y orejas redondas me parecieron un poco raras, y puede que tú me dieras bastante miedo, peeeerooo… Pst, ¡me caíste bien desde el principio! Para nada creía que me matarías en mis sueños. ¡Pssst!
Despachó toda la información con un gesto de mano. Después le miró a los ojos sin sonrisas, solo clemencia.
—Por favor no me mates. Soy adorable.
—¿Acaso sois alérgicos a los besos? Cualquiera diría que os dan más miedo que la servidumbre —sonrió con decepción—. Es una pena porque beso muy bien, pero si lo que prefieres es frotarme la espalda en la bañera… —se encogió de hombros.
Su sonrisa se estiró con cierta incomodidad cuando Connor siguió la broma sobre Libo, demasiado temeroso a ser oído en algo que si bien había empezado él, por educación no pretendía continuar. No quería caer mal a nadie, pero sobre todo no quería caer mal a Kalna, principios de supervivencia. Con el tiempo el canadiense había dejado de darle tanto miedo, la libense por otro lado descendía en su escala mucho más despacio, en parte por esa aura que a grosso modo le recordaba tanto a las féminas de su familia. Ahora bien, la posibilidad de infundir aunque fuese una porción de ese respeto en otros… tenía que admitir que no se sentía mal. Prefería ser amado que temido, pero como niño que fantaseó con ser pirata imaginarse como mafioso también tenía su encanto.
—Que eso venga de ti me halaga.
Una víctima contándole a un criminal sus andadas y que el mafioso le creyera un igual a su vez, esa sí que era buena conclusión. Que a Nohlem le subieran las angustias de un miedo pasado no significa que quisiera dar pena con ello, por eso cuando notó que el otro contenía la risa no pudo sino reírse por su cuenta. El duelo interno del humano lo hacía aún más divertido y ameno, incluso si pudiese sentirse humillado. Inspiró sonoramente como una señora mayor indignada y le miró con una mano puesta en el pecho.
—¿¡Estuve a punto de morir y tú te ríes!? —pero en el momento en el que Connor empezó a pedir perdón no aguantó, las carcajadas salieron tras las suyas—. Capullo. Espera —abrió mucho los ojos—. ¿Cómo que la cabeza cortada de un animal? ¿Me estás diciendo que los mafiosos de la Tierra también hacéis eso?
Menudo ping-pong más ridículo se estaban montando, culpándose el uno al otro de crimen organizado. Ahora que, pensaba ganar. Sonrió con satisfacción por el trabajo bien hecho, contemplando al motero en busca de cualquier fallito de última hora y lo que es mejor, no encontrando ninguno.
—Hmmmm. No has quedado mal, no. También te digo, es difícil arruinarte con lo guapo que eres. Y a estas manos prodigiosas no les tiembla el pulso —alzó las cejas y ladeó la sonrisa. Que interpretase como quisiese.
Se hizo a un lado para dejarle pasar y ocupar su puesto, sintiendo entonces el peso de su estómago caer como una piedra por los crecientes nervios. El precio de un corte salía más caro a su barbero que a él, y aún así no le apetecía dejar su futuro en manos tan inexpertas o acabar con la cara hecha un rascador de osogrifos. “Tu criado” pensó, infundiéndose ánimos, “tu propio guardaespaldas”. Suspiró, y aunque pudiera leerse como teatro cómico, no lo era.
—Claro. Estoy listo para que me debas un beso. O a lo mejor te lo doy yo a ti, me apetece estrenar esa cara tan limpia.
Se reacomodó varias veces en el sitio antes de quedarse oficialmente quieto, observando sin observar lo que hacía Connor. Al menos sí que le estaba escuchando, porque rio ante su confesión repentina. Sin lugar a dudas sonaba como una despedida, y Nohlem no sabía si eso lo hacía más horrible o más gracioso.
—¿Se puede saber que he hecho? ¿Es por haber llamado “tonto” a Abel? Chico, no sabía que los humanos teníais la piel tan fina. El tipo se asustó de Tawar y vomitó en la fuente, si me preguntas a mi me quedé corto llamándole solo eso. ¡Mi duda era genuina e inocente, culturalmente correcta! —¿eso de que no quería llevarse mal con nadie? Bueno, había una excepción—. ¿Fue por mi aspecto? Entiendo que no estés acostumbrado a mis rasgos, sobre todo siendo tan pálidos, pero a mi me resultaste sexy desde el día uno —mintió. Una risita entre dientes no tardó en venderle—. Vale que a lo mejor vuestras narices y orejas redondas me parecieron un poco raras, y puede que tú me dieras bastante miedo, peeeerooo… Pst, ¡me caíste bien desde el principio! Para nada creía que me matarías en mis sueños. ¡Pssst!
Despachó toda la información con un gesto de mano. Después le miró a los ojos sin sonrisas, solo clemencia.
—Por favor no me mates. Soy adorable.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Personajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Navajazos con mucha clase
14/01/24, 12:22 pm
Entre la anécdota de Nohlem con aquellos mafiosos, apostando el dinero de sus padres y corriendo por su puta vida... y su afirmación de que si no quería beso tendría que lavarle la espalda, Connor soltaba una risotada grave y sonora cada pocos segundos. ¿Aquel cabronazo lo llevaba todo a ese terreno? Porque a ver, ni de coña pensaba lavarle la puta espalda, y en ese caso el beso se antojaba mejor. Al final iba a tener razón y todo aquella noche, cuando dijo que era un puñetero gato en celo... El motero meneaba la cabeza con una sonrisa adornando sus labios, todavía con la cabeza pensando en un Nohlem quinceañero apostando con la puta mafia, pero pronto volvió a estallar en carcajadas como una jodida bomba. Y el detonante era Nohlem fingiendo indignación como una señora mayor.
-¡Eh, joder! Que me ría de que casi hayas muerto es una señal buena de cojones, si viene de mí.- Empezó a justificarse, interrumpido por el sonido de su propia risa y la del varmano. El motero abrió la boca con intención de explicarse mejor, pero la mención de las cabezas cortadas de animales le hicieron desviarse del tema.- Lo vi en una puta película, sí... ¡Pero nosotros no hacemos eso, capullo! Si viera un caballo preferiría acariciarlo, joder...- El motero se quedó solo un par de segundos callado, con la expresión distante y perdida en los recuerdos nostálgicos del club. Finalmente volvió a la realidad con una sonrisa.- Me tomas por un mafioso, cabrón, pero te recuerdo que no visto de traje, ni llevo un maletín o un bastón... Soy trigo limpio, joder... Aunque todo en mí te diga que no...- Comentó con las manos en alto y una sonrisilla pícara que no dejaba mucho margen para creérselo.
Una vez el afeitado había terminado, Nohlem le soltó una puñetera ficha que Connor no pasó por alto. Que le dijera guapo no era nuevo, ya se lo había dicho unas cuántas veces, aunque eso no significaba que no le gustara como la primera vez. ¿A quién mierda no le gustaba gustar? Y si venía de alguien como Nohlem sentaba mejor que los cumplidos que le hubieran hecho en la Tierra, por muy puto pijo que pudiera ser, Connor tenía ojos en la cara. Lo que había sido más revelador había sido su ceja alzada y sonrisa ladeada, dando a entender algo más allá, y tras eso Connor esbozó una sonrisa mientras se levantaba del asiento para cederle el turno a Nohlem. Mientras se dirigía al cubo para lavar la navaja, Connor habló con tono pícaro y queriendo chinchar de alguna forma al varmano. Le gustaba recibir esos halagaos, pero eran tantos que tenía que equilibrarlo de alguna forma, y esa era la más graciosa que se le ocurría.
-Tú tampoco estás nada mal... Pero no sé si es buena idea lo del beso, cabronazo.- Y tras un segundo volvió a hablar girándose hacia Nohlem, con una sonrisa pícara y con todas las ganas de meterse con él, aunque fuera de broma. -Sobre todo cuando hay gente que todavía no ha cumplido su puta apuesta contigo, ¿no? Ya sabes, esa mierda de ser el segundo plato no me gusta.- Misma ceja alzada y sonrisa ladeada, imitándolo. Obviamente hablaba de Ethan y aquella apuesta con las arañas.- Y además, yo también beso bien, joder.- Y con un tono más tonto y de broma añadió.- Después del beso algún gilipollas se obsesiona, ¿sabes?, pero luego se molestan por que sea una puta bala perdida y mala influencia y quieren cambiarme... Y yo le digo: ¿No me besaste sabiendo ya eso, hijo de la grandísima puta de los cojones?- Comentó encogiéndose de hombros. Por su forma de hablar quedaba claro que una vez le había pasado eso.
Durante los preparativos, Connor escuchó las explicaciones de Nohlem con una sonrisa. Le había confesado que al principio no le había caído nada bien, y era gracioso verlo intentando adivinar el jodido motivo. Recordar a Abel vomitando en la fuente le sacó varias carcajadas sonoras.
-¿Eh? ¡Ah, joder! ¿Por haberle llamado tonto?- Connor se quedó un segundo en silencio, terminando de lavar con esmero la navaja.- Qué va, no pudo importarme menos esa mierda.- Confesó escuetamente con una sonrisa y encogiéndose de hombros. Es cierto que no había sido lo más inteligente que había hecho Nohlem, sin saber como reaccionarían otros humanos a eso. Alienígenas para él. Pero la palabra "tonto" tenía tan poca importancia ofensiva para Connor como no sé: mandarinas. Sus siguientes palabras (y ficha), intentando hacerle creer que le había visto sexy desde el día uno, hicieron que Connor lo mirara desde la cocina con una expresión de cejas alzadas de no creérselo, que en su cabeza decía "Sí claro, y yo vuelo todos los putos días en una moto mágica". La sonrisita entre dientes de Nohlem no tardó en venderle, y Connor no pudo evitar soltar otra carcajada con eso y con que hubiera creído que iba a matarle en sueños cuando se conocieron. -Nada que ver con todo eso. No me caíste bien por tu forma de vestir...- Dijo con una sonrisa culpable. Visto así sonaba estúpido.- Ibas muy elegante, eso no lo niego joder, pero ese fue el puto problema...- El motero se encogió de hombros una sola vez, soltando otra risotada luego y meneando la cabeza. Casi nostálgico.- En mi club los putos ricachones no están muy bien vistos, así que... ¡Pero oye, ese mismo día me caíste bien cabronazo! Eres la puta excepción que confirma la regla, así que puedo decir que eres mi "pijo de mierda" favorito.- Le dijo con sorna y tono de absoluto halago.
El motero había terminado de lavar la navaja, y con la toalla ya caliente por el agua del cubo, se acercó a Nohlem con una expresión nerviosa. Se acercaba el momento, y no podía ocultar sus putas dudas con todo aquello. Aún recordaba los cortes auto-infligidos que se había hecho la primera y última vez que lo intentó. Cuando se acercó al varmano le lanzó sonriente y con un movimiento la toalla a la cara, no de forma rápida y arrojándosela con fuerza, pero si lo suficiente como para que Nohlem tuviera que hacer uso de reflejos para cogerla en el aire o que se estampara en su cara.
Connor esperó con crecientes nervios a que fuera el propio Nohlem quien se quitara la toalla. Ya que él controlaba mejor cuando hacía efecto aquella mierda. Mientras tanto intentó imitarle, pasándose la navaja por el antebrazo para ver qué tan bien cortaba. Y de repente... ¡Pum! Un leve escozor y una fina línea de sangre. <<¿Acabo de cortarme de nuevo, joder? ¿¡Pero soy gilipollas!?>> Pensó con alarma viendo el reguero hacia abajo.
-Mierda...- Soltó en un susurro inaudible, más gesticulado que pronunciado, mientras aprovechaba que Nohlem tenía la toalla en la cara para lavarse la herida como podía. Ojos en la herida, ojos en Nohlem, ojos en la herida, ojos en Nohlem. Intentando limpiar el rastro como si fuera un puto crimen, sin querer aumentar aún más lo nervios del varmano y ya puestos lo suyos. Cogía el agua del cubo con la mano, y se la echaba directamente sobre el corte. No era profundo y ni siquiera dolía de verdad, pero la puñetera agua hacia que corriera más la sangre. Cuando Nohlem se quitara la toalla de la cara, Connor aún con el antebrazo sangrante solo se le ocurrió una cosa por hacer. Le jodía tres pares de cojones, pero lo hizo. Todo por ocultar lo puto subnormal que podía llegar a ser... Se llevó velozmente el brazo cortado a la espalda, como si fuera... un puto criado. Carraspeó sonoramente y habló con educación marciana en él.- Bueno... ¿Todo listo, Nohlem de Bermellón?- Pero volvió rápido a su brusquedad. - No tengo todo el puto día... Quiero fumarme los jodidos cigarrillos que no me quedan.- Una sonrisa forzada, que dejaba ver qué ahí pasaba algo raro.
Queriendo acallar cualquier posible sospecha Connor se inclinó sobre Nohlem con navaja en mano, y acercó el filo a una de sus mejillas para empezar a afeitar. Inconscientemente tragó saliva sonoramente y... Una pasada limpia, llevándose los pelos de su pelirroja barba.
-Joder, esto es más fácil de lo que creía, ¿eh?- Risotada forzosa. De momento aún no le debía ningún favor. Y aún ocultaba su brazo herido en la espalda.
-¡Eh, joder! Que me ría de que casi hayas muerto es una señal buena de cojones, si viene de mí.- Empezó a justificarse, interrumpido por el sonido de su propia risa y la del varmano. El motero abrió la boca con intención de explicarse mejor, pero la mención de las cabezas cortadas de animales le hicieron desviarse del tema.- Lo vi en una puta película, sí... ¡Pero nosotros no hacemos eso, capullo! Si viera un caballo preferiría acariciarlo, joder...- El motero se quedó solo un par de segundos callado, con la expresión distante y perdida en los recuerdos nostálgicos del club. Finalmente volvió a la realidad con una sonrisa.- Me tomas por un mafioso, cabrón, pero te recuerdo que no visto de traje, ni llevo un maletín o un bastón... Soy trigo limpio, joder... Aunque todo en mí te diga que no...- Comentó con las manos en alto y una sonrisilla pícara que no dejaba mucho margen para creérselo.
Una vez el afeitado había terminado, Nohlem le soltó una puñetera ficha que Connor no pasó por alto. Que le dijera guapo no era nuevo, ya se lo había dicho unas cuántas veces, aunque eso no significaba que no le gustara como la primera vez. ¿A quién mierda no le gustaba gustar? Y si venía de alguien como Nohlem sentaba mejor que los cumplidos que le hubieran hecho en la Tierra, por muy puto pijo que pudiera ser, Connor tenía ojos en la cara. Lo que había sido más revelador había sido su ceja alzada y sonrisa ladeada, dando a entender algo más allá, y tras eso Connor esbozó una sonrisa mientras se levantaba del asiento para cederle el turno a Nohlem. Mientras se dirigía al cubo para lavar la navaja, Connor habló con tono pícaro y queriendo chinchar de alguna forma al varmano. Le gustaba recibir esos halagaos, pero eran tantos que tenía que equilibrarlo de alguna forma, y esa era la más graciosa que se le ocurría.
-Tú tampoco estás nada mal... Pero no sé si es buena idea lo del beso, cabronazo.- Y tras un segundo volvió a hablar girándose hacia Nohlem, con una sonrisa pícara y con todas las ganas de meterse con él, aunque fuera de broma. -Sobre todo cuando hay gente que todavía no ha cumplido su puta apuesta contigo, ¿no? Ya sabes, esa mierda de ser el segundo plato no me gusta.- Misma ceja alzada y sonrisa ladeada, imitándolo. Obviamente hablaba de Ethan y aquella apuesta con las arañas.- Y además, yo también beso bien, joder.- Y con un tono más tonto y de broma añadió.- Después del beso algún gilipollas se obsesiona, ¿sabes?, pero luego se molestan por que sea una puta bala perdida y mala influencia y quieren cambiarme... Y yo le digo: ¿No me besaste sabiendo ya eso, hijo de la grandísima puta de los cojones?- Comentó encogiéndose de hombros. Por su forma de hablar quedaba claro que una vez le había pasado eso.
Durante los preparativos, Connor escuchó las explicaciones de Nohlem con una sonrisa. Le había confesado que al principio no le había caído nada bien, y era gracioso verlo intentando adivinar el jodido motivo. Recordar a Abel vomitando en la fuente le sacó varias carcajadas sonoras.
-¿Eh? ¡Ah, joder! ¿Por haberle llamado tonto?- Connor se quedó un segundo en silencio, terminando de lavar con esmero la navaja.- Qué va, no pudo importarme menos esa mierda.- Confesó escuetamente con una sonrisa y encogiéndose de hombros. Es cierto que no había sido lo más inteligente que había hecho Nohlem, sin saber como reaccionarían otros humanos a eso. Alienígenas para él. Pero la palabra "tonto" tenía tan poca importancia ofensiva para Connor como no sé: mandarinas. Sus siguientes palabras (y ficha), intentando hacerle creer que le había visto sexy desde el día uno, hicieron que Connor lo mirara desde la cocina con una expresión de cejas alzadas de no creérselo, que en su cabeza decía "Sí claro, y yo vuelo todos los putos días en una moto mágica". La sonrisita entre dientes de Nohlem no tardó en venderle, y Connor no pudo evitar soltar otra carcajada con eso y con que hubiera creído que iba a matarle en sueños cuando se conocieron. -Nada que ver con todo eso. No me caíste bien por tu forma de vestir...- Dijo con una sonrisa culpable. Visto así sonaba estúpido.- Ibas muy elegante, eso no lo niego joder, pero ese fue el puto problema...- El motero se encogió de hombros una sola vez, soltando otra risotada luego y meneando la cabeza. Casi nostálgico.- En mi club los putos ricachones no están muy bien vistos, así que... ¡Pero oye, ese mismo día me caíste bien cabronazo! Eres la puta excepción que confirma la regla, así que puedo decir que eres mi "pijo de mierda" favorito.- Le dijo con sorna y tono de absoluto halago.
El motero había terminado de lavar la navaja, y con la toalla ya caliente por el agua del cubo, se acercó a Nohlem con una expresión nerviosa. Se acercaba el momento, y no podía ocultar sus putas dudas con todo aquello. Aún recordaba los cortes auto-infligidos que se había hecho la primera y última vez que lo intentó. Cuando se acercó al varmano le lanzó sonriente y con un movimiento la toalla a la cara, no de forma rápida y arrojándosela con fuerza, pero si lo suficiente como para que Nohlem tuviera que hacer uso de reflejos para cogerla en el aire o que se estampara en su cara.
Connor esperó con crecientes nervios a que fuera el propio Nohlem quien se quitara la toalla. Ya que él controlaba mejor cuando hacía efecto aquella mierda. Mientras tanto intentó imitarle, pasándose la navaja por el antebrazo para ver qué tan bien cortaba. Y de repente... ¡Pum! Un leve escozor y una fina línea de sangre. <<¿Acabo de cortarme de nuevo, joder? ¿¡Pero soy gilipollas!?>> Pensó con alarma viendo el reguero hacia abajo.
-Mierda...- Soltó en un susurro inaudible, más gesticulado que pronunciado, mientras aprovechaba que Nohlem tenía la toalla en la cara para lavarse la herida como podía. Ojos en la herida, ojos en Nohlem, ojos en la herida, ojos en Nohlem. Intentando limpiar el rastro como si fuera un puto crimen, sin querer aumentar aún más lo nervios del varmano y ya puestos lo suyos. Cogía el agua del cubo con la mano, y se la echaba directamente sobre el corte. No era profundo y ni siquiera dolía de verdad, pero la puñetera agua hacia que corriera más la sangre. Cuando Nohlem se quitara la toalla de la cara, Connor aún con el antebrazo sangrante solo se le ocurrió una cosa por hacer. Le jodía tres pares de cojones, pero lo hizo. Todo por ocultar lo puto subnormal que podía llegar a ser... Se llevó velozmente el brazo cortado a la espalda, como si fuera... un puto criado. Carraspeó sonoramente y habló con educación marciana en él.- Bueno... ¿Todo listo, Nohlem de Bermellón?- Pero volvió rápido a su brusquedad. - No tengo todo el puto día... Quiero fumarme los jodidos cigarrillos que no me quedan.- Una sonrisa forzada, que dejaba ver qué ahí pasaba algo raro.
Queriendo acallar cualquier posible sospecha Connor se inclinó sobre Nohlem con navaja en mano, y acercó el filo a una de sus mejillas para empezar a afeitar. Inconscientemente tragó saliva sonoramente y... Una pasada limpia, llevándose los pelos de su pelirroja barba.
-Joder, esto es más fácil de lo que creía, ¿eh?- Risotada forzosa. De momento aún no le debía ningún favor. Y aún ocultaba su brazo herido en la espalda.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Navajazos con mucha clase
17/01/24, 12:33 am
¿Sería cierto entonces que Connor no era ningún mafioso? Menuda decepción. Es cierto que no vestía elegante ni tenía pintas de liderar una banda, pero es bien sabido que toda organización criminal necesita lacayos de bajo rango (esos que en los libros no tienen ni nombre ni apellido), y Connor bien podría ser uno de esos. El bruto al que mandas para ajustar cuentas por las malas, el último aviso. Aunque perdiera el morbo de poder decir ser colega de un mafioso, que el chico fuera tan normal como cualquiera le hacía más entrañable. Sobre todo si sumaba sus esfuerzos por librarse del beso. El varmano rio a carcajada limpia, admitiendo para sus adentros que Connor era más pillo de lo que creía. Le había echado el muerto a Ethan y se quedaba tan agusto el cabrón.
—Claro, claro… —le dio la razón como a los tontos. Ya vería si tendría piedad o no, según que tanto le destrozara la cara.
Nohlem no había sido el único con prejuicios por el otro, lógicamente, que si bien no se hubiera visto venir un motivo como el que el pelirrosa confesaba, tampoco le sorprendía. Connor no llegaba a su estatus social, y tal como estaba criado Nohlem creía y sabía que de la envidia y el desconocimiento surgían toda clase de habladurías y complejos. No es que él estuviera excento de juzgar a otros por sus pintas precisamente…
—Ya… —sonrió, meneando la cabeza en una suerte de aprobación—. No es que yo me hubiese acercado a hablarte voluntariamente en otras circunstancias tampoco, así que lo entiendo. ¡Ahora! —exclamó con efusividad—. ¡Que no te gustase mi traje ya es cosa de mal gusto, cabrón!
Rio de forma sincera, con las mejillas calientes por un cumplido tan basto como inesperado. Era todo un arte que el chico fuese capaz de hacer sonar positivo aquella sarta de insultos. En la vida habría considerado “pijo de mierda” como algo cortés que celebrar, pero eh, ahí estaba Connor, dándole una primera vez.
—No se me da tan bien halagar como a ti, pero supongo que puedes ser ¿mi macarra favorito? —atrapó la toalla al vuelo, y su sonrisa se ensanchó porque la falta de educación en aquel trato validaba sus adjetivos—. Perdón, quería decir “mi macarra cabrón” favorito.
Se colocó la toalla en la cara y se acomodó en el asiento, dejando que el calorcito actuase. Tan relajado como estaba obviamente no se dio cuenta de la que estaba liando Connor con la navaja, ajeno y feliz en su mundo. Cuando el cuerpo le empezó a pedir aire fresco que respirar, se apartó la toalla. La imagen que le recibió le arrancó una suave risa que ni siquiera tenía hueco a resultar burlona, pues el otro se había adueñado de la broma.
—Tengo apellido, por si quieres usarlo —dijo con ambas cejas alzadas, visiblemente complacido por el teatrillo. Si solo lo vistieran un poco mejor… —. ¡Pfff-! —rompió a reir—. Si no eres bruto explotas, ¿verdad?
Y entonces recordó lo que tocaba. Nohlem mantuvo a base de fuerza de voluntad la sonrisa, aunque cualquiera que le viese por más de 5 segundos notaría la tirantez en las comisuras de sus labios. Era la hora de la verdad. “¡Piensa en las recompensas, piensa en las recompensas!”. Tomó y exhaló aire profundamente para infundirse calma, miró arriba y esperó que la cuchilla pasase. No sintió dolor alguno. Rio con nerviosismo contagiado por el otro, en un asombro maquillado de alivio.
—Sí, ¿eh? ¿Has visto? No es tan difícil.
Pero igual que quien muestra su incomodidad por las agujas en el médico y mira a otro lado después de exponer el brazo, Nohlem decidió seguir explorando el interesantísimo techo del torreón y esos mechones despeinados que bailoteaban sobre la cabeza de Connor a cada pequeño movimiento suyo.
—Y uuhm, oye, entonces el “club” ese tuyo del que tanto hablas… ¿En qué consiste? ¿Era algo con motos y música country o algo así?
—Claro, claro… —le dio la razón como a los tontos. Ya vería si tendría piedad o no, según que tanto le destrozara la cara.
Nohlem no había sido el único con prejuicios por el otro, lógicamente, que si bien no se hubiera visto venir un motivo como el que el pelirrosa confesaba, tampoco le sorprendía. Connor no llegaba a su estatus social, y tal como estaba criado Nohlem creía y sabía que de la envidia y el desconocimiento surgían toda clase de habladurías y complejos. No es que él estuviera excento de juzgar a otros por sus pintas precisamente…
—Ya… —sonrió, meneando la cabeza en una suerte de aprobación—. No es que yo me hubiese acercado a hablarte voluntariamente en otras circunstancias tampoco, así que lo entiendo. ¡Ahora! —exclamó con efusividad—. ¡Que no te gustase mi traje ya es cosa de mal gusto, cabrón!
Rio de forma sincera, con las mejillas calientes por un cumplido tan basto como inesperado. Era todo un arte que el chico fuese capaz de hacer sonar positivo aquella sarta de insultos. En la vida habría considerado “pijo de mierda” como algo cortés que celebrar, pero eh, ahí estaba Connor, dándole una primera vez.
—No se me da tan bien halagar como a ti, pero supongo que puedes ser ¿mi macarra favorito? —atrapó la toalla al vuelo, y su sonrisa se ensanchó porque la falta de educación en aquel trato validaba sus adjetivos—. Perdón, quería decir “mi macarra cabrón” favorito.
Se colocó la toalla en la cara y se acomodó en el asiento, dejando que el calorcito actuase. Tan relajado como estaba obviamente no se dio cuenta de la que estaba liando Connor con la navaja, ajeno y feliz en su mundo. Cuando el cuerpo le empezó a pedir aire fresco que respirar, se apartó la toalla. La imagen que le recibió le arrancó una suave risa que ni siquiera tenía hueco a resultar burlona, pues el otro se había adueñado de la broma.
—Tengo apellido, por si quieres usarlo —dijo con ambas cejas alzadas, visiblemente complacido por el teatrillo. Si solo lo vistieran un poco mejor… —. ¡Pfff-! —rompió a reir—. Si no eres bruto explotas, ¿verdad?
Y entonces recordó lo que tocaba. Nohlem mantuvo a base de fuerza de voluntad la sonrisa, aunque cualquiera que le viese por más de 5 segundos notaría la tirantez en las comisuras de sus labios. Era la hora de la verdad. “¡Piensa en las recompensas, piensa en las recompensas!”. Tomó y exhaló aire profundamente para infundirse calma, miró arriba y esperó que la cuchilla pasase. No sintió dolor alguno. Rio con nerviosismo contagiado por el otro, en un asombro maquillado de alivio.
—Sí, ¿eh? ¿Has visto? No es tan difícil.
Pero igual que quien muestra su incomodidad por las agujas en el médico y mira a otro lado después de exponer el brazo, Nohlem decidió seguir explorando el interesantísimo techo del torreón y esos mechones despeinados que bailoteaban sobre la cabeza de Connor a cada pequeño movimiento suyo.
—Y uuhm, oye, entonces el “club” ese tuyo del que tanto hablas… ¿En qué consiste? ¿Era algo con motos y música country o algo así?
- ♪♫♬:
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Navajazos con mucha clase
24/01/24, 01:34 pm
Si alguien le hubiera dicho que iba a llevarse tan bien con alguien como Nohlem, posiblemente Connor habría creído que se estaban descojonando de él y le habría metido dos hostias a quien le dijera esa gilipollez. Pero era jodidamente cierto. La personalidad del varmano y sobre todo el ingenio que tenía al hablar le sacaban una puñetera sonrisa más veces de las que era capaz de contar. Lejos quedaban esos sentimientos encontrados y esos prejuicios, ambos frutos de la enseñanza gris cruda de los Wyverns. Al menos en lo que se refería a Nohlem.
-¡Eh, pero si he dicho que ibas jodidamente elegante!- Se defendió con una sonrisa pícara que dejaba ver lo poco que le gustaba ese estilo de atuendos en realidad. Luego no pudo evitar soltar una sonora carcajada cuando Nohlem le devolvió el cumplido, nombrándolo su "macarra cabrón" favorito. El motero le dio varias palmadas amistosas en el hombro, mientras sentía en su interior el calor propio del halago. Además, que imitara su forma de hablar con insultos aunque solo fuera para hacer la broma, le sacaron varias carcajadas más y una especie de sentimiento de triunfo.- Nos vamos entendiendo, joder...- Le respondió con un asentimiento de cabeza y una sonrisilla adornando su rostro.
Aún así no todo estaba yendo de puta madre en aquel momento. Connor se encontraba en aquel instante con un brazo atrás de la espalda, ocultando el corte que se acababa de hacer probando el filo de la navaja y sintiéndose jodidamente como un puto gilipollas. En su propia defensa debía decir que nunca había manejado un cuchillo para algo que no fuera pues... hacer sangre. Ser alguien delicado y cuidadoso no entraba en su jodido vocabulario a no ser que fuera para tocar la guitarra. Así que aunque todavía no había desangrado a Nohlem, el motero seguía sintiéndose de los putos nervios. Le invadía el miedo a hacerle daño y a que se descubriera que ya se lo había hecho antes así mismo. Por puto subnormal.
-Si, joder... Si.- Le dio la razón pero con el estrés degradando aquella falsa seguridad. El canadiense se retiró del varmano para limpiar el cuchillo en el cubo, mientras Nohlem miraba el techo en una postura que le hizo sacar una leve sonrisilla nerviosa. Connor volvió a encorvarse sobre él y acercó con una lentitud respetuosa el filo hacia la mejilla izquierda de Nohlem, y justo antes de que tocara su piel se paró en seco. El motivo fue la pregunta que le había hecho el varmano.
Una breve risotada se escapó de sus labios cuando hizo una relación entre las motos y su gusto por el country. Por otro lado no sabía muy bien qué contestarle. ¿Le decía lo que Nohlem ya intuía? ¿Que eran una banda de hijos de puta que se dedicaba a un buen número de delitos? Connor prefería hablar de lo que a él le hacía sentir. El sentimiento de hermandad, la lealtad... Pertenecer a algo que era jodidamente mucho más importante que tú mismo. Otros podrían aspirar a algo más, pero los Wyverns preferían ser pequeñas piezas de engranaje para el club. Porque el puñetero club iba primero antes que nada más.
-Reparamos vehículos, pero también nos dedicamos... a otras mierdas.- Respondió únicamente y de manera esquiva. Intuía que si Nohlem ya le trataba como un mafioso no tuviera problemas para saber algo de la jodida verdad... Pero tampoco iba a contarle los putos detalles.- La música country es algo que me gusta a mí. Pero las motos... eso nos obsesiona a todos, joder.- Concluyó esta vez con un tono nostálgico. Recordarlos siempre era algo agridulce, una mezcla perfecta entre la tristeza y la alegría. Como todo lo que tuviera que ver con los Wyverns... era una sensación gris.- Son mi puñetera familia... No de sangre, pero para mí son como mis hermanos cabrones, ¿sabes?- Empezó a decir con una leve sonrisa.
Ésta vez Connor si acercó el filo a la mejilla, con una mano levemente temblorosa y miradas intermitentes a los verdes ojos de Nohlem. Una pasada limpia que se llevó varios pelos de aquella barba pelirroja. Connor suspiró agradecido al ver que había vuelto a tener éxito. A este paso esperaba no deberle ningún puto favor. Volvió a meter la navaja en el cubo para limpiarla mientras seguía con el brazo izquierdo a su espalda, ocultando su herida.
- Y digo " hermanos cabrones" porque son los típicos que te están jodiendo con sus mierdas todo el rato. Putas bromas pesadas... putos problemas...- El motero soltó una risotada con la mirada perdida en algún punto de su pasado. Al cabo de varios segundos volvió a la realidad y sus ojos se centraron de nuevo en la mejilla derecha de Nohlem. Se encorvó hacia él, y empezó a pasar la cuchilla por su piel. Su tono se volvió algo más oscuro y deprimente, con una sombra del pasado velando sus ojos. Nunca le había contado esto a nadie, pero en aquel ambiente se sentía con la suficiente confianza para ello. -Pero cuando pasa algo chungo de cojones están ahí para ti. Si no fuera por ellos yo estaría jodidamente...MIERDA LO SIENTO.- Se interrumpió así mismo alzando la voz cuando el rojo sangre adornó la piel morena de Nohlem.
Le había hecho un corte. Una línea diagonal en su mejilla derecha, de la cuál había empezado a brotar sangre. El rostro del motero preocupado, pero se suavizó cuando vio que no era nada grave. Aún así un trato era un puñetero trato y Connor era alguien de palabra.
-Ahhh.... joder...- Dijo entre suspiros pero con una leve sonrisa en los labios, esperando lo que estaba por venir ahora. A un Nohlem jodidamente insoportable conocedor de que le debían un puto favor. <<Qué cabronazo>>. Pensó el motero divertido viéndolo venir. Cogió la toalla húmeda y empezó a pasarla por la herida para limpiarla, intentando ser lo cuidadoso que antes no había sido.-Lo siento, estás bien... Y te debo un puto favor... ¿Sabes ya con qué mierda vas a joderme, cabronazo de los cojones?- Empezó a decir el motero con tono de molestia divertida. Debido a la distracción había revelado su antebrazo izquierdo de su espalda, mostrado su propio corte ante las narices de Nohlem. Aunque él no se había dado cuenta de ello.
Tras ver que la herida estaba limpiada, Connor siguió con el afeitado. No supo si se debió por los nervios o por saber que ya le debía un favor, pero... Más abajo de la herida surgió un poco más de sangre. Un segundo corte. ¡¿Cómo cojones se había descontrolado tanto aquello?! ¡Había empezado bien, joder! Ésta vez, Connor no fue tan hombre de palabra y se quedó callado como un hijo de puta. Esperando muy en vano que Nohlem no se diera cuenta. Carraspeó sonoramente.
-¡Eh, pero si he dicho que ibas jodidamente elegante!- Se defendió con una sonrisa pícara que dejaba ver lo poco que le gustaba ese estilo de atuendos en realidad. Luego no pudo evitar soltar una sonora carcajada cuando Nohlem le devolvió el cumplido, nombrándolo su "macarra cabrón" favorito. El motero le dio varias palmadas amistosas en el hombro, mientras sentía en su interior el calor propio del halago. Además, que imitara su forma de hablar con insultos aunque solo fuera para hacer la broma, le sacaron varias carcajadas más y una especie de sentimiento de triunfo.- Nos vamos entendiendo, joder...- Le respondió con un asentimiento de cabeza y una sonrisilla adornando su rostro.
Aún así no todo estaba yendo de puta madre en aquel momento. Connor se encontraba en aquel instante con un brazo atrás de la espalda, ocultando el corte que se acababa de hacer probando el filo de la navaja y sintiéndose jodidamente como un puto gilipollas. En su propia defensa debía decir que nunca había manejado un cuchillo para algo que no fuera pues... hacer sangre. Ser alguien delicado y cuidadoso no entraba en su jodido vocabulario a no ser que fuera para tocar la guitarra. Así que aunque todavía no había desangrado a Nohlem, el motero seguía sintiéndose de los putos nervios. Le invadía el miedo a hacerle daño y a que se descubriera que ya se lo había hecho antes así mismo. Por puto subnormal.
-Si, joder... Si.- Le dio la razón pero con el estrés degradando aquella falsa seguridad. El canadiense se retiró del varmano para limpiar el cuchillo en el cubo, mientras Nohlem miraba el techo en una postura que le hizo sacar una leve sonrisilla nerviosa. Connor volvió a encorvarse sobre él y acercó con una lentitud respetuosa el filo hacia la mejilla izquierda de Nohlem, y justo antes de que tocara su piel se paró en seco. El motivo fue la pregunta que le había hecho el varmano.
Una breve risotada se escapó de sus labios cuando hizo una relación entre las motos y su gusto por el country. Por otro lado no sabía muy bien qué contestarle. ¿Le decía lo que Nohlem ya intuía? ¿Que eran una banda de hijos de puta que se dedicaba a un buen número de delitos? Connor prefería hablar de lo que a él le hacía sentir. El sentimiento de hermandad, la lealtad... Pertenecer a algo que era jodidamente mucho más importante que tú mismo. Otros podrían aspirar a algo más, pero los Wyverns preferían ser pequeñas piezas de engranaje para el club. Porque el puñetero club iba primero antes que nada más.
-Reparamos vehículos, pero también nos dedicamos... a otras mierdas.- Respondió únicamente y de manera esquiva. Intuía que si Nohlem ya le trataba como un mafioso no tuviera problemas para saber algo de la jodida verdad... Pero tampoco iba a contarle los putos detalles.- La música country es algo que me gusta a mí. Pero las motos... eso nos obsesiona a todos, joder.- Concluyó esta vez con un tono nostálgico. Recordarlos siempre era algo agridulce, una mezcla perfecta entre la tristeza y la alegría. Como todo lo que tuviera que ver con los Wyverns... era una sensación gris.- Son mi puñetera familia... No de sangre, pero para mí son como mis hermanos cabrones, ¿sabes?- Empezó a decir con una leve sonrisa.
Ésta vez Connor si acercó el filo a la mejilla, con una mano levemente temblorosa y miradas intermitentes a los verdes ojos de Nohlem. Una pasada limpia que se llevó varios pelos de aquella barba pelirroja. Connor suspiró agradecido al ver que había vuelto a tener éxito. A este paso esperaba no deberle ningún puto favor. Volvió a meter la navaja en el cubo para limpiarla mientras seguía con el brazo izquierdo a su espalda, ocultando su herida.
- Y digo " hermanos cabrones" porque son los típicos que te están jodiendo con sus mierdas todo el rato. Putas bromas pesadas... putos problemas...- El motero soltó una risotada con la mirada perdida en algún punto de su pasado. Al cabo de varios segundos volvió a la realidad y sus ojos se centraron de nuevo en la mejilla derecha de Nohlem. Se encorvó hacia él, y empezó a pasar la cuchilla por su piel. Su tono se volvió algo más oscuro y deprimente, con una sombra del pasado velando sus ojos. Nunca le había contado esto a nadie, pero en aquel ambiente se sentía con la suficiente confianza para ello. -Pero cuando pasa algo chungo de cojones están ahí para ti. Si no fuera por ellos yo estaría jodidamente...MIERDA LO SIENTO.- Se interrumpió así mismo alzando la voz cuando el rojo sangre adornó la piel morena de Nohlem.
Le había hecho un corte. Una línea diagonal en su mejilla derecha, de la cuál había empezado a brotar sangre. El rostro del motero preocupado, pero se suavizó cuando vio que no era nada grave. Aún así un trato era un puñetero trato y Connor era alguien de palabra.
-Ahhh.... joder...- Dijo entre suspiros pero con una leve sonrisa en los labios, esperando lo que estaba por venir ahora. A un Nohlem jodidamente insoportable conocedor de que le debían un puto favor. <<Qué cabronazo>>. Pensó el motero divertido viéndolo venir. Cogió la toalla húmeda y empezó a pasarla por la herida para limpiarla, intentando ser lo cuidadoso que antes no había sido.-Lo siento, estás bien... Y te debo un puto favor... ¿Sabes ya con qué mierda vas a joderme, cabronazo de los cojones?- Empezó a decir el motero con tono de molestia divertida. Debido a la distracción había revelado su antebrazo izquierdo de su espalda, mostrado su propio corte ante las narices de Nohlem. Aunque él no se había dado cuenta de ello.
Tras ver que la herida estaba limpiada, Connor siguió con el afeitado. No supo si se debió por los nervios o por saber que ya le debía un favor, pero... Más abajo de la herida surgió un poco más de sangre. Un segundo corte. ¡¿Cómo cojones se había descontrolado tanto aquello?! ¡Había empezado bien, joder! Ésta vez, Connor no fue tan hombre de palabra y se quedó callado como un hijo de puta. Esperando muy en vano que Nohlem no se diera cuenta. Carraspeó sonoramente.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Navajazos con mucha clase
25/01/24, 11:39 pm
Que Connor no se acostumbrase, cabrón era el mayor insulto que saldría de su boca, al menos para él. Por flexible que resultara ser el granta, su clase y educación pesaban, y prefería dejar los insultos y su frecuencia a momentos irremediables tal como le habían enseñado. Cuando el pelirrosa comenzó a explicarse se permitió mirar abajo, a sus ojos, aunque estos estuvieran perdidos en su tarea.
“Ah, sois mecánicos” es lo que habría dicho de haber acabado ahí, pero la continuación sin definir viraba el barco a otras aguas mucho más turbulentas. Connor había perjurado no ser un mafioso, ¿entonces por qué sonaba como tal? ¿Se estaba quedando con él o es que en la Tierra tenían otro nombre? ¿Algo parecido pero no exactamente igual? Es que hasta por lo de la familia sin vínculo genético lo parecía. Algo tiró de Nohlem, un hilo invisible en su interior, algo en la dulce melancolía de su tono que hacía que le tomase más en serio, un león que por apacible que luzca al dormir, sigue siendo un león. Él no tenía nada parecido con lo que compararlo, y puesto que no podía asentir a riesgos de ser cortado, sonrió con los ojos antes que con la boca para responderle.
—Ya, sí…
¿Qué tenían los humanos con buscar hermanos fuera de la familia? “Como si no fueran bastante los reales…”
En realidad lo entendía. Más o menos. Los hermanos en las familias ricas eran un problema. Quería mucho a su único tío, pero sabía los quebraderos que le había dado a su padre, lo mal que se llevaban a ratos. Luego estaban él y su hermana que… en fin, no sabía si eran mucho mejor. ¿Había estado Kahlo para él en sus malos momentos? Pensó en- No. No pensó. La interrupción de Connor le sacó de sus cavilaciones antes de poder darles forma.
—¿¡Qué!? —se irguió sin levantarse, llevándose las yemas de los dedos rápida pero temerosamente a la cara—. ¿¡Qué me has hecho!?
Notó el dolor, más por el susto que porque realmente doliera, la apagada molestia de un corte superficial recién hecho. Si no llega a decir nada habría tardado mucho más en darse cuenta. Sobre su dedos índice y corazón, minúsculas gotitas de sangre. Su pupilas agrandadas por el susto decrecieron a una fina aguja cuando, despacio, llegó al significado de aquello. El motero hizo bien en maldecir, pues la sonrisa zorruna de Nohlem no se hizo esperar.
—Uno —fue lo único que respondió, cada vez más divertido por ello—. Uno —repitió solo por el arte de joder cuando Connor lo reconoció—. Hmm, no. Prefiero saber con que número de deseos cuento al final para poner en orden mis prioridades —le dijo mirándole fijamente a los ojos para que calase el miedo en su cuerpo. Miedo a un masaje, por ejemplo—. ¡Continúa, continúa! —le animó canturreando con un gesto al aire. Con más tranquilidad aún, cerró los ojos.
No tardó en abrirlos, no obstante, el “rssss” de la cuchilla y el ardor de la primera heridita le tenían más nervioso de lo que iba a admitir. Ahí vislumbró el brillo rojo en el brazo de Connor.
—Emm, tienes un corte en el brazo, Connor —iba a reír por lo bajini de pensar en lo torpe que era, peeero—. Espera… ¡¿Por eso tenías el brazo escondido, capullo?! —vale, ese insulto era nuevo. Rio entredientes—. Qué cabrón. Que no me importa que me debas muchos favores pero ¡prefiero conservar la cara! ¿Puede ser ese mi primer favor? No me cortes la cara.
Por fortuna del canadiense no notó el segundo, principalmente porque el primero lo solapaba y picaba de antes, atontando la zona.
—Entonces son… tus hermanos mecánicos de motos y algo más a los que no siempre les gusta el country. Facilito. Pero, la verdad es que no sé… —sonrió con pesar. Hablaba mirando a un lado, con suavidad para no gesticular demasiado y provocarse una herida él solo—, no sé que tenéis con querer más hermanos —confesó—. Damian también, quería que todos fuésemos como hermanos. Que- a ver, no me malinterpretes, está claro que los adoras, pero… —pausó. “Creo que no soy un buen hermano”. Se tragó un suspiro y la intención de verbalizar aquello—. En Varmania es diferente —continuó en su lugar—. Essss complicado. Supongo que para la gente como yo. Entiendo el romanticismo de la familia y eso, pero… —cerró los ojos, riendo sin ganas. El arrepentimiento de decir aquello dolía más que los cortes—. No me hagas caso. No debería quejarme.
La suerte que había tenido naciendo clase alta no estaba escrita. Gracias al trabajo de su madre había tenido una educación excelente, una vida sin problemas, tenía un futuro asegurado y no iban a pasar hambre nunca, y sino ya se encargaba de quitarle el apetito el estrés que la mujer le provocaba, pero de eso ni él mismo era consciente. Adoraba a su padre y quería a su hermana, estuviese donde estuviese, aún con todas las dificultades de su relación o que en ocasiones dudase de su existencia. Quizás el problema era él. Definitivamente el problema era él.
Connor merecía una respuesta menos cutre.
—De por si los… pijos —omitió “putos” a posta—, tenemos un solo hijo para no crear conflictos con la herencia, que en todo caso se la quedaría el mayor, así que te puedes imaginar la situación si te digo que mi hermana y yo somos mellizos —rio con sorna—. Tener hermanos no es algo que usemos como algo bueno. Pero ¡ni caso!, ¿cuántos hermanos tienes tú, si se puede saber? ¿Más o menos que los cortes que me estás haciendo? —se forzó a reír, tirando la pelota de vuelta a su tejado. Ser el centro de ese escenario le ponía de los nervios.
Ahora tenía para pensarlo. Kahlo había estado para él. En las primeras discusiones con su madre, en sus primeros desamores. El que no había estado para ella había sido él.
“Ah, sois mecánicos” es lo que habría dicho de haber acabado ahí, pero la continuación sin definir viraba el barco a otras aguas mucho más turbulentas. Connor había perjurado no ser un mafioso, ¿entonces por qué sonaba como tal? ¿Se estaba quedando con él o es que en la Tierra tenían otro nombre? ¿Algo parecido pero no exactamente igual? Es que hasta por lo de la familia sin vínculo genético lo parecía. Algo tiró de Nohlem, un hilo invisible en su interior, algo en la dulce melancolía de su tono que hacía que le tomase más en serio, un león que por apacible que luzca al dormir, sigue siendo un león. Él no tenía nada parecido con lo que compararlo, y puesto que no podía asentir a riesgos de ser cortado, sonrió con los ojos antes que con la boca para responderle.
—Ya, sí…
¿Qué tenían los humanos con buscar hermanos fuera de la familia? “Como si no fueran bastante los reales…”
En realidad lo entendía. Más o menos. Los hermanos en las familias ricas eran un problema. Quería mucho a su único tío, pero sabía los quebraderos que le había dado a su padre, lo mal que se llevaban a ratos. Luego estaban él y su hermana que… en fin, no sabía si eran mucho mejor. ¿Había estado Kahlo para él en sus malos momentos? Pensó en- No. No pensó. La interrupción de Connor le sacó de sus cavilaciones antes de poder darles forma.
—¿¡Qué!? —se irguió sin levantarse, llevándose las yemas de los dedos rápida pero temerosamente a la cara—. ¿¡Qué me has hecho!?
Notó el dolor, más por el susto que porque realmente doliera, la apagada molestia de un corte superficial recién hecho. Si no llega a decir nada habría tardado mucho más en darse cuenta. Sobre su dedos índice y corazón, minúsculas gotitas de sangre. Su pupilas agrandadas por el susto decrecieron a una fina aguja cuando, despacio, llegó al significado de aquello. El motero hizo bien en maldecir, pues la sonrisa zorruna de Nohlem no se hizo esperar.
—Uno —fue lo único que respondió, cada vez más divertido por ello—. Uno —repitió solo por el arte de joder cuando Connor lo reconoció—. Hmm, no. Prefiero saber con que número de deseos cuento al final para poner en orden mis prioridades —le dijo mirándole fijamente a los ojos para que calase el miedo en su cuerpo. Miedo a un masaje, por ejemplo—. ¡Continúa, continúa! —le animó canturreando con un gesto al aire. Con más tranquilidad aún, cerró los ojos.
No tardó en abrirlos, no obstante, el “rssss” de la cuchilla y el ardor de la primera heridita le tenían más nervioso de lo que iba a admitir. Ahí vislumbró el brillo rojo en el brazo de Connor.
—Emm, tienes un corte en el brazo, Connor —iba a reír por lo bajini de pensar en lo torpe que era, peeero—. Espera… ¡¿Por eso tenías el brazo escondido, capullo?! —vale, ese insulto era nuevo. Rio entredientes—. Qué cabrón. Que no me importa que me debas muchos favores pero ¡prefiero conservar la cara! ¿Puede ser ese mi primer favor? No me cortes la cara.
Por fortuna del canadiense no notó el segundo, principalmente porque el primero lo solapaba y picaba de antes, atontando la zona.
—Entonces son… tus hermanos mecánicos de motos y algo más a los que no siempre les gusta el country. Facilito. Pero, la verdad es que no sé… —sonrió con pesar. Hablaba mirando a un lado, con suavidad para no gesticular demasiado y provocarse una herida él solo—, no sé que tenéis con querer más hermanos —confesó—. Damian también, quería que todos fuésemos como hermanos. Que- a ver, no me malinterpretes, está claro que los adoras, pero… —pausó. “Creo que no soy un buen hermano”. Se tragó un suspiro y la intención de verbalizar aquello—. En Varmania es diferente —continuó en su lugar—. Essss complicado. Supongo que para la gente como yo. Entiendo el romanticismo de la familia y eso, pero… —cerró los ojos, riendo sin ganas. El arrepentimiento de decir aquello dolía más que los cortes—. No me hagas caso. No debería quejarme.
La suerte que había tenido naciendo clase alta no estaba escrita. Gracias al trabajo de su madre había tenido una educación excelente, una vida sin problemas, tenía un futuro asegurado y no iban a pasar hambre nunca, y sino ya se encargaba de quitarle el apetito el estrés que la mujer le provocaba, pero de eso ni él mismo era consciente. Adoraba a su padre y quería a su hermana, estuviese donde estuviese, aún con todas las dificultades de su relación o que en ocasiones dudase de su existencia. Quizás el problema era él. Definitivamente el problema era él.
Connor merecía una respuesta menos cutre.
—De por si los… pijos —omitió “putos” a posta—, tenemos un solo hijo para no crear conflictos con la herencia, que en todo caso se la quedaría el mayor, así que te puedes imaginar la situación si te digo que mi hermana y yo somos mellizos —rio con sorna—. Tener hermanos no es algo que usemos como algo bueno. Pero ¡ni caso!, ¿cuántos hermanos tienes tú, si se puede saber? ¿Más o menos que los cortes que me estás haciendo? —se forzó a reír, tirando la pelota de vuelta a su tejado. Ser el centro de ese escenario le ponía de los nervios.
Ahora tenía para pensarlo. Kahlo había estado para él. En las primeras discusiones con su madre, en sus primeros desamores. El que no había estado para ella había sido él.
- ♪♫♬:
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Navajazos con mucha clase
31/01/24, 09:43 pm
-¡Sí, pero no es nada grave! ¡Te lo juro, joder!- Diría Connor apresurado tras hacerle el corte, para intentar tranquilizar a Nohlem en cuánto éste empezó a exclamar temerosamente y llevarse las yemas de los dedos a la cara. El corte no era profundo, pero entendía el susto a la perfección porque él había sido el primero en asustarse como un gilipollas, a pesar de ver que no era nada grave. Por otro lado, la reacción del varmano fue un poco graciosa para el motero una vez pasado el susto inicial, pero no estaba tan mal de la puta cabeza como para descojonarse así de la única persona que sabía afeitar de puta madre en el torreón. Porque no era tan gilipollas, ¿verdad?...
La duda se quedaría en el aire, pues Nohlem se comportó justo como Connor había intuido y enumeró aquel corte como el primero con tono divertido. El motero negó con la cabeza, odiando tener la jodida razón y conocerlo tanto, aunque su sonrisa endulzaba su expresión haciéndole partícipe de aquel puñetero juego. Aún así, no iba a ser él quien le alertara de que le había hecho un segundo corte si Nohlem no se había dado cuenta. Podía jugar a ese puto juego, pero... también podía hacer trampas.
-¿Vas a dejarme con la puta intriga hasta el final? Vaya cabronazo estás hecho...- Empezó a decir con sorna mientras mojaba la cuchilla y se preparaba para una nueva pasada. Connor no tuvo mucho tiempo a decir más o seguir bromeando, pues Nohlem acababa de darse cuenta de su corte en el antebrazo y... el motivo por el que se había puesto tan jodidamente teatrero como si fuera un mayordomo. Connor abrió la boca sin encontrar las palabras y se miró un par de veces su propio corte, pero con una sonrisa por la respuesta de Nohlem y su insulto nuevo. Ya le había llamado "capullo" y "cabrón", y en ese instante empezaba a plantearse si debía intentar que de aquí a un mes Nohlem empezara a hablar como un jodido camionero...- ¡No podía dejar que te dieras cuenta de que te está afeitando un puto gilipollas, ¿vale?!- Comentó entre carcajadas.
A pesar de todos aquellos sustos iniciales, Connor empezaba a cogerle el truco a eso de la cuchilla. O al menos esa mierda le parecía, porque el rojo de la sangre no había vuelto a hacer presencia de momento. El motero seguía centrado en su tarea y usando su mano izquierda, ahora sí ya que se había descubierto su corte en esa zona, para cogerle de la barbilla y moverle la cabeza según el ángulo que le hiciera falta. Mientras tanto escuchaba a Nohlem hablar, y no podía negar que estaba disfrutando mucho de aquel momento. Tener tan buena jodida compañía y una tarea "sencilla" le empezaban a relajar a la par que una sonrisa adornaba su rostro. Asintió varias veces cuando Nohlem empezó a recapitular su explicación sobre el club, aunque pronto pareció mostrar una serie de dudas personales que hicieron que Connor dejara quieta la cuchilla y le mirara con el ceño fruncido. No porque pensara mal de Nohlem, cada uno podía pensar lo que quisiera sobre las putas familias, si no porque tras aquellas palabras estaba claro que había algo más. Sabía que tenía una hermana, pero tampoco le había visto hablar mucho de ella. Y joder, con esas palabras no parecía que se llevaran muy bien.
Nohlem solía mostrarse muy enérgico y hablador normalmente, y aquella actitud le hizo pensar en algo puñeteramente incómodo que parecía querer decir. No sabía si debía preguntar sobre aquello o dejarlo estar, sobre todo cuando el propio Nohlem le dijo que no le hiciera caso... Pero no hizo falta que tomara ninguna decisión, pues su compañero pareció rectificar y siguió expresándose. Que sacara a relucir la palabra "pijo" le hizo esbozar una sonrisa mientras le pasaba la cuchilla por la barbilla con suavidad...
-Joder... Eso parece chungo de cojones...- Porque sí, esa mierda de la herencia parecía una auténtica putada y lo cierto es que Connor no se lo esperó. Dentro de sus prejuicios y estereotipos siempre había pensado que cualquier hijo o hija de algún cabrón rico nunca tendría problemas de ese tipo... Que sus puñeteras vidas eran perfectas desde que nacían hasta que morían. Ese tema de la herencia parecía ser un puto dolor de huevos para Nohlem por cómo lo hablaba, y Connor frunció el ceño sintiendo que lo había prejuzgado más de lo que había creído en un principio. Aún así sonrió con entendimiento cuando Nohlem le pasó la pelota a su tejado, con obvias ganas de no hablar de aquello. Asintió con la cabeza antes de hablar.- Mejor que no tengas tantos cortes como hermanos tengo yo, joder...- Comentó con sorna. Luego soltó una breve risotada, divertido por ver su reacción.- Contándome a mí somos cuarenta y ocho cabrones. El número a veces sube y... alguna vez ha bajado... Hmmm...- Empezó a explicar con la vista perdida en los recuerdos y un tono más amargo en esa última frase. No tardó en reponerse con velocidad.- Mucho tienen su puta casa, pero otros como yo viven en el club y hacen su vida allí. Así que la intimidad es algo que se pasan un poco por los putos cojones, ¿vale?- Una carcajada le interrumpió, a la par que le alzaba un poco la barbilla a Nohlem para afeitar por abajo.- No sabes lo que me costó hacerles entender a esos gilipollas que no abrieran la puerta si... ¡estaba cerrada, joder!-
Connor rio un par de veces mientras meneaba la cabeza. Pequeñas anécdotas que en su día le enfurecían, pero que ahora eran divertidas. Aún así, su rostro no tardó en ensombrecerse cuando su mente comparó aquella corta historia con la que Nohlem había contado y terminado abruptamente. Sabía que ahí había algo, pero no sabía cuánto podía preguntar y él siempre había respetado que alguien no quisiera hablar de sus mierdas. Pero... Nohlem ya no era un desconocido para él. Estaban viviendo cosas juntos que ni siquiera había experimentado con los Wyverns, como aquel puto secuestro, los monstruos.... Y la verdad es que empezaba a apreciar a ese puto pijo de los cojones como para no hacer al menos un jodido intento. El motero suspiró una vez antes de lanzarse de lleno a la jodida piscina.
-Eh, Nohlem...- Su tono tranquilo y cuidadoso, aunque no podía ocultar una mezcla entre preocupación y curiosidad. Seguía enfrascado en no cortarle mientras tanto.- ¿Quieres hablar de la mierda de antes? Ya sabes tu hermana y tú y toda esa putada de la herencia...- El motero no sabía muy bien cómo seguir, pero lo hizo igualmente y se encogió de hombros. Una leve sonrisa adornó su rostro durante unos segundos.- Mira, no tengo ni idea de cómo tiene que ser tener tanto dinero como para que eso sea un jodido problema, pero como te he dicho... tengo muchos hermanos. Así que de eso sé un puñetero rato también.- Connor se quedó callado unos segundos. Sabiendo lo que iba a decir pero sin querer hacerlo, pues ya le estaba reviviendo malos recuerdos solo por pensarlo.- Lo que intento decir es que...- Se dio unas palmada en el chaleco para reforzar sus palabras.- Tener hermanos es algo cojonudo como para que el dinero se meta por medio como un hijo de la gran puta.- En su cabeza solo pensaba en Roderick y Markus.- Si quieres puedes contármelo, cabronazo. Y si no quieres también está bien. Pero recuerda.- Lo apuntó con la navaja con una sonrisa burlona y jodidamente estúpida.- Podría obligarte si quisiera, joder.-
La duda se quedaría en el aire, pues Nohlem se comportó justo como Connor había intuido y enumeró aquel corte como el primero con tono divertido. El motero negó con la cabeza, odiando tener la jodida razón y conocerlo tanto, aunque su sonrisa endulzaba su expresión haciéndole partícipe de aquel puñetero juego. Aún así, no iba a ser él quien le alertara de que le había hecho un segundo corte si Nohlem no se había dado cuenta. Podía jugar a ese puto juego, pero... también podía hacer trampas.
-¿Vas a dejarme con la puta intriga hasta el final? Vaya cabronazo estás hecho...- Empezó a decir con sorna mientras mojaba la cuchilla y se preparaba para una nueva pasada. Connor no tuvo mucho tiempo a decir más o seguir bromeando, pues Nohlem acababa de darse cuenta de su corte en el antebrazo y... el motivo por el que se había puesto tan jodidamente teatrero como si fuera un mayordomo. Connor abrió la boca sin encontrar las palabras y se miró un par de veces su propio corte, pero con una sonrisa por la respuesta de Nohlem y su insulto nuevo. Ya le había llamado "capullo" y "cabrón", y en ese instante empezaba a plantearse si debía intentar que de aquí a un mes Nohlem empezara a hablar como un jodido camionero...- ¡No podía dejar que te dieras cuenta de que te está afeitando un puto gilipollas, ¿vale?!- Comentó entre carcajadas.
A pesar de todos aquellos sustos iniciales, Connor empezaba a cogerle el truco a eso de la cuchilla. O al menos esa mierda le parecía, porque el rojo de la sangre no había vuelto a hacer presencia de momento. El motero seguía centrado en su tarea y usando su mano izquierda, ahora sí ya que se había descubierto su corte en esa zona, para cogerle de la barbilla y moverle la cabeza según el ángulo que le hiciera falta. Mientras tanto escuchaba a Nohlem hablar, y no podía negar que estaba disfrutando mucho de aquel momento. Tener tan buena jodida compañía y una tarea "sencilla" le empezaban a relajar a la par que una sonrisa adornaba su rostro. Asintió varias veces cuando Nohlem empezó a recapitular su explicación sobre el club, aunque pronto pareció mostrar una serie de dudas personales que hicieron que Connor dejara quieta la cuchilla y le mirara con el ceño fruncido. No porque pensara mal de Nohlem, cada uno podía pensar lo que quisiera sobre las putas familias, si no porque tras aquellas palabras estaba claro que había algo más. Sabía que tenía una hermana, pero tampoco le había visto hablar mucho de ella. Y joder, con esas palabras no parecía que se llevaran muy bien.
Nohlem solía mostrarse muy enérgico y hablador normalmente, y aquella actitud le hizo pensar en algo puñeteramente incómodo que parecía querer decir. No sabía si debía preguntar sobre aquello o dejarlo estar, sobre todo cuando el propio Nohlem le dijo que no le hiciera caso... Pero no hizo falta que tomara ninguna decisión, pues su compañero pareció rectificar y siguió expresándose. Que sacara a relucir la palabra "pijo" le hizo esbozar una sonrisa mientras le pasaba la cuchilla por la barbilla con suavidad...
-Joder... Eso parece chungo de cojones...- Porque sí, esa mierda de la herencia parecía una auténtica putada y lo cierto es que Connor no se lo esperó. Dentro de sus prejuicios y estereotipos siempre había pensado que cualquier hijo o hija de algún cabrón rico nunca tendría problemas de ese tipo... Que sus puñeteras vidas eran perfectas desde que nacían hasta que morían. Ese tema de la herencia parecía ser un puto dolor de huevos para Nohlem por cómo lo hablaba, y Connor frunció el ceño sintiendo que lo había prejuzgado más de lo que había creído en un principio. Aún así sonrió con entendimiento cuando Nohlem le pasó la pelota a su tejado, con obvias ganas de no hablar de aquello. Asintió con la cabeza antes de hablar.- Mejor que no tengas tantos cortes como hermanos tengo yo, joder...- Comentó con sorna. Luego soltó una breve risotada, divertido por ver su reacción.- Contándome a mí somos cuarenta y ocho cabrones. El número a veces sube y... alguna vez ha bajado... Hmmm...- Empezó a explicar con la vista perdida en los recuerdos y un tono más amargo en esa última frase. No tardó en reponerse con velocidad.- Mucho tienen su puta casa, pero otros como yo viven en el club y hacen su vida allí. Así que la intimidad es algo que se pasan un poco por los putos cojones, ¿vale?- Una carcajada le interrumpió, a la par que le alzaba un poco la barbilla a Nohlem para afeitar por abajo.- No sabes lo que me costó hacerles entender a esos gilipollas que no abrieran la puerta si... ¡estaba cerrada, joder!-
Connor rio un par de veces mientras meneaba la cabeza. Pequeñas anécdotas que en su día le enfurecían, pero que ahora eran divertidas. Aún así, su rostro no tardó en ensombrecerse cuando su mente comparó aquella corta historia con la que Nohlem había contado y terminado abruptamente. Sabía que ahí había algo, pero no sabía cuánto podía preguntar y él siempre había respetado que alguien no quisiera hablar de sus mierdas. Pero... Nohlem ya no era un desconocido para él. Estaban viviendo cosas juntos que ni siquiera había experimentado con los Wyverns, como aquel puto secuestro, los monstruos.... Y la verdad es que empezaba a apreciar a ese puto pijo de los cojones como para no hacer al menos un jodido intento. El motero suspiró una vez antes de lanzarse de lleno a la jodida piscina.
-Eh, Nohlem...- Su tono tranquilo y cuidadoso, aunque no podía ocultar una mezcla entre preocupación y curiosidad. Seguía enfrascado en no cortarle mientras tanto.- ¿Quieres hablar de la mierda de antes? Ya sabes tu hermana y tú y toda esa putada de la herencia...- El motero no sabía muy bien cómo seguir, pero lo hizo igualmente y se encogió de hombros. Una leve sonrisa adornó su rostro durante unos segundos.- Mira, no tengo ni idea de cómo tiene que ser tener tanto dinero como para que eso sea un jodido problema, pero como te he dicho... tengo muchos hermanos. Así que de eso sé un puñetero rato también.- Connor se quedó callado unos segundos. Sabiendo lo que iba a decir pero sin querer hacerlo, pues ya le estaba reviviendo malos recuerdos solo por pensarlo.- Lo que intento decir es que...- Se dio unas palmada en el chaleco para reforzar sus palabras.- Tener hermanos es algo cojonudo como para que el dinero se meta por medio como un hijo de la gran puta.- En su cabeza solo pensaba en Roderick y Markus.- Si quieres puedes contármelo, cabronazo. Y si no quieres también está bien. Pero recuerda.- Lo apuntó con la navaja con una sonrisa burlona y jodidamente estúpida.- Podría obligarte si quisiera, joder.-
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Navajazos con mucha clase
01/02/24, 07:49 pm
Era refrescante, a su extraña manera, hablar con Connor. Un equilibrio inusual entre lo mucho que intimidaba, la tensión de tener una navaja en el cuello y como éste no dudaba en llamarse a sí mismo gilipollas. Si Nohlem abría demasiado la ventana entraría el miedo intrusivo a ser degollado por error, pero en su justa medida la experiencia era como la emoción de un deporte de riesgo.
—¿¡Cuarenta y ocho!? —se le llenó la boca con cada sílaba. Había imaginado que eran bastantes, pero bastantes eran diez o veinte, no más del doble—. Eso no es una familia Connor, eso es una condenada empresa —abrió mucho los ojos—. Oh. No, por favor, no.
Podía vivir con dos o tres cortes, no con cuarenta y ocho.
Sus orejas que ya estaban gachas de la sorpresa terminaron de anclarse al sitio cuando el pelirrosa continuó explicándole como, para colmo, parte del grupo vivían juntos. Si en el torreón eran 13 y ya le parecían un montón…
—Ya puede ser grande la casa —comentó mientras era forzado a comer techo. Menos mal que Connor le estaba sujetando, porque con la repentina carcajada que le provocó bien podría haberse quedado sin cuello ahí mismo—. ¡Uuuuh, eso suena a historia! ¿Te han pillado alguna vez…? —dejó la pregunta sin terminar, interrumpido por su propia risa.
El frío del metal por debajo de las carcajadas de Connor le hizo recuperar la compostura y aplacar su humor en una sonrisa mal contenida, con el ligero rubor clásico de un tema tan tonto. Era difícil contener los bufidos al imaginarse a un Connor más jovencito llevándose a un ligue a la cama en la casa de sus cuarentaypico hermanos de cuarentaypico madres distintas (menuda fantasía), pero eso tendría que esperar. El canadiense se había quedado con la mosca tras la oreja con su historia y no podía culparle. No obstante, que Nohlem fuera consciente de sus errores no los hacía más fáciles de exponer. Cuando había tenido el tiempo y la madurez de pensar en ellos su hermana había desaparecido, y ahora, un año después, volvía a su mente como una asignatura pendiente. ¿Ethan le habría contado algo?, fue lo primero que pensó. La culpa cayó en su estómago como una piedra cae al agua. Guardarse información en un sitio así era egoísta, y aquello era lo suficientemente extraño como para no habérselo contado ya al resto, pero… Sus pupilas regresaron a filo, aliviado al entender que no era el caso.
El granta se incorporó levemente en el sitio, recuperando la sombra de una sonrisa. Aparentemente distraido se llevó una mano al cuello, pasando las yemas sobre la superficie ahora lisa y húmeda. Aunque tuvieran experiencias tan opuestas podía considerar a Connor un amigo, y con amenaza o sin ella, merecía su sinceridad. Se supone que compartir problemas era bueno, ¿no?
—No es solo dinero —dejó caer la mano con un suspiro—. Es el negocio familiar, es la educación que recibes, los estudios que quieres, es todo tu futuro e incluso con quien te casas. Si fuera solo el dinero sería muchísimo más fácil.
Echó el cuerpo contra el respaldo de la silla. Venga.
—Yooo… nací primero. Cinco minutos antes. Los médicos no sabían que venían dos bebés hasta el parto, ¡sorpresa! —hizo confetti con las manos—. En Varmania es costumbre que tu hijo continúe con el negocio familiar, -prácticamente para eso tenemos hijos, es una ley-, y en nuestro caso pues… Somos una familia que hace joyas. Pero claro, como mi hermana y yo nacimos a la vez… ¿Cómo decides a quién formas en la herencia? —miró abajo, a los anillos en su mano derecha. Los hizo girar entre sus dedos—. Al principio nos educaron igual. Las mismas clases, las mismas prácticas… Así podían evaluar quien era mejor para el trabajo. Es lo lógico, ¿no? Que te elijan por tus habilidades, no por haber llegado minutos antes. Te puedes imaginar la competencia que sale de eso —le miró con una sonrisa pobre—. El caso es que yo era muy joven y no sabía lo que quería, con la herencia no tenía que preocuparme por el futuro y al final es lo que me habían enseñado… ¡Aspirar a ser el orgullo de la familia! —dijo con grandilocuencia—. Y en fin, que me terminaron escogiendo a mi —remató con desdén—. No sé si por ser el mayor, por… —“ser hijo único”. Arrugó el morro—. No sé. A lo mejor sí que se me daba mejor… Pero da igual, porque luego descubrí que no quería ser orfebre y ¡aah! Tarde —apretó los labios—. Kahlo ya estaba comprometida. Porque claro, esa es otra, el hijo segundo puede estudiar cualquier otra cosa, pero su única “función” es casarlo con alguien de interés. Que a mi me hubiera dado igual, pero a ella…
Cerró la boca y miró abajo. No iba a entrar en detalles, los miedos de su hermana eran privados y solo le dejaban en peor situación. Podía dudar de la veracidad de sus recuerdos, pensar que Kahlo era una ilusión, una prueba de la ciudad o un efecto secundario del secuestro, pero el mordisco de la culpa era muy real. Le gustaba creer que lo había intentado, que había hecho todo lo posible para cambiar las cosas, pero se estaría engañando.
—En resumen, que por eso tener hermanos es complicado. Y menos mal que solo tengo una —“creo”. Rio sin ganas. Santos, y ni siquiera le había contado la última parte.
—¿¡Cuarenta y ocho!? —se le llenó la boca con cada sílaba. Había imaginado que eran bastantes, pero bastantes eran diez o veinte, no más del doble—. Eso no es una familia Connor, eso es una condenada empresa —abrió mucho los ojos—. Oh. No, por favor, no.
Podía vivir con dos o tres cortes, no con cuarenta y ocho.
Sus orejas que ya estaban gachas de la sorpresa terminaron de anclarse al sitio cuando el pelirrosa continuó explicándole como, para colmo, parte del grupo vivían juntos. Si en el torreón eran 13 y ya le parecían un montón…
—Ya puede ser grande la casa —comentó mientras era forzado a comer techo. Menos mal que Connor le estaba sujetando, porque con la repentina carcajada que le provocó bien podría haberse quedado sin cuello ahí mismo—. ¡Uuuuh, eso suena a historia! ¿Te han pillado alguna vez…? —dejó la pregunta sin terminar, interrumpido por su propia risa.
El frío del metal por debajo de las carcajadas de Connor le hizo recuperar la compostura y aplacar su humor en una sonrisa mal contenida, con el ligero rubor clásico de un tema tan tonto. Era difícil contener los bufidos al imaginarse a un Connor más jovencito llevándose a un ligue a la cama en la casa de sus cuarentaypico hermanos de cuarentaypico madres distintas (menuda fantasía), pero eso tendría que esperar. El canadiense se había quedado con la mosca tras la oreja con su historia y no podía culparle. No obstante, que Nohlem fuera consciente de sus errores no los hacía más fáciles de exponer. Cuando había tenido el tiempo y la madurez de pensar en ellos su hermana había desaparecido, y ahora, un año después, volvía a su mente como una asignatura pendiente. ¿Ethan le habría contado algo?, fue lo primero que pensó. La culpa cayó en su estómago como una piedra cae al agua. Guardarse información en un sitio así era egoísta, y aquello era lo suficientemente extraño como para no habérselo contado ya al resto, pero… Sus pupilas regresaron a filo, aliviado al entender que no era el caso.
El granta se incorporó levemente en el sitio, recuperando la sombra de una sonrisa. Aparentemente distraido se llevó una mano al cuello, pasando las yemas sobre la superficie ahora lisa y húmeda. Aunque tuvieran experiencias tan opuestas podía considerar a Connor un amigo, y con amenaza o sin ella, merecía su sinceridad. Se supone que compartir problemas era bueno, ¿no?
—No es solo dinero —dejó caer la mano con un suspiro—. Es el negocio familiar, es la educación que recibes, los estudios que quieres, es todo tu futuro e incluso con quien te casas. Si fuera solo el dinero sería muchísimo más fácil.
Echó el cuerpo contra el respaldo de la silla. Venga.
—Yooo… nací primero. Cinco minutos antes. Los médicos no sabían que venían dos bebés hasta el parto, ¡sorpresa! —hizo confetti con las manos—. En Varmania es costumbre que tu hijo continúe con el negocio familiar, -prácticamente para eso tenemos hijos, es una ley-, y en nuestro caso pues… Somos una familia que hace joyas. Pero claro, como mi hermana y yo nacimos a la vez… ¿Cómo decides a quién formas en la herencia? —miró abajo, a los anillos en su mano derecha. Los hizo girar entre sus dedos—. Al principio nos educaron igual. Las mismas clases, las mismas prácticas… Así podían evaluar quien era mejor para el trabajo. Es lo lógico, ¿no? Que te elijan por tus habilidades, no por haber llegado minutos antes. Te puedes imaginar la competencia que sale de eso —le miró con una sonrisa pobre—. El caso es que yo era muy joven y no sabía lo que quería, con la herencia no tenía que preocuparme por el futuro y al final es lo que me habían enseñado… ¡Aspirar a ser el orgullo de la familia! —dijo con grandilocuencia—. Y en fin, que me terminaron escogiendo a mi —remató con desdén—. No sé si por ser el mayor, por… —“ser hijo único”. Arrugó el morro—. No sé. A lo mejor sí que se me daba mejor… Pero da igual, porque luego descubrí que no quería ser orfebre y ¡aah! Tarde —apretó los labios—. Kahlo ya estaba comprometida. Porque claro, esa es otra, el hijo segundo puede estudiar cualquier otra cosa, pero su única “función” es casarlo con alguien de interés. Que a mi me hubiera dado igual, pero a ella…
Cerró la boca y miró abajo. No iba a entrar en detalles, los miedos de su hermana eran privados y solo le dejaban en peor situación. Podía dudar de la veracidad de sus recuerdos, pensar que Kahlo era una ilusión, una prueba de la ciudad o un efecto secundario del secuestro, pero el mordisco de la culpa era muy real. Le gustaba creer que lo había intentado, que había hecho todo lo posible para cambiar las cosas, pero se estaría engañando.
—En resumen, que por eso tener hermanos es complicado. Y menos mal que solo tengo una —“creo”. Rio sin ganas. Santos, y ni siquiera le había contado la última parte.
- ♪♫♬:
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Navajazos con mucha clase
05/02/24, 11:27 am
Tal y como esperaba, la sorpresa de Nohlem no tardó en llegar cuando reveló el numero de sus hermanos y Connor soltó varias carcajadas debido a ello, que solo hicieron más que aumentar tras las palabras del varmano.
-Pues que sepas que somos un club pequeño de cojones.- Le explicó con aire distraído mientras le quitaba varios pelos sueltos de la barbilla.- Hay otros tan grandes que están en varios países, pero a nosotros no nos va esa mierda...- Después el motero miró con una sonrisa a Nohlem, el cuál estaba comiendo techo y parecía jodidamente divertido con su puta historia de cuando sus hermanos no respetaban la intimidad de su habitación. Connor bufó meneando la cabeza, para luego acompañar al varmano en una risa grave y sonora cuando dejó caer si le habían pillado... Le dio un empujón suave y amistoso con la mano en la frente antes de hablar.-¡Serás gilipollas!- Durante un segundo solo se escuchó el raspar de la navaja contra la piel morena de Nohlem, antes de que el silencio se rompiera.- Nunca entres sin avisar en la habitación de un niñato quinceañero, ¿verdad joder?- Diría con una leve sonrisa a modo de escueta confesión.
A pesar de lo nervios y el miedo por cortar a Nohlem, lo cierto es que le estaba cogiendo un poco el truco... Quizás no era tan difícil como afeitarse a si mismo, o es que la amenaza de los putos favores le tenían más concentrado de lo normal. En cualquier caso aquello había pasado a un segundo plano de momento, ya que se había arriesgado a preguntarle a Nohlem por aquella putada familiar de la que hablaba antes. Sin saber si lo mandaría a la mierda, a tomar por culo o a una mezcla de ambas cosas... El motero le echaría una rápida mirada de reojo cuando el varmano se incorporó en el sitio, creyendo que le había incomodado de más y ahí venía el "No te metas en mi vida". En cambio, Nohlem empezó a sincerarse y el motero le escuchó con atención pero centrado en seguir afeitando. Sabía que era más fácil contar mierdas difíciles cuando no te estaban mirando fijamente, o al menos eso le ocurría a él.
Al principio fue un cúmulo de problemas de los que habló. Estudios, negocio familiar... Su cara se torció en desagrado cuando mencionó "es con quién te casas...", recordando aquella conversación que mantuvieron la primera noche. Sí, joder... Le había quedado claro que el hogar de Nohlem podía ser una auténtica mierda con ese tema. Putos casamientos por conveniencia solo para tener hijos... ¿Tendría entonces ya alguien con quién casarse, joder? Porque recordaba perfectamente cómo le había dicho que con veinte años que él tenía... ya estaba en la edad para hacerlo. Sus siguientes palabras no mejoraron todo aquello. <<Joder... tu mundo es una puta mierda también, Nohlem...>> Pensó para sí mismo con pesar, el ceño fruncido y un meneo de cabeza. Ahora le quedaba claro de dónde venía tanto puto pijerío: eran joyeros en su familia. Pero al contrario que otras veces Connor no soltó ninguna broma o "ataque", centrado en afeitarlo y sobre todo escucharlo. Terminó la barbilla y pasó a uno de los laterales de la mandíbula con nervioso cuidado.
-Joder, Nohlem...- Soltó cuando mencionó aquella competitividad entre hermanos por la herencia del negocio familiar.- No tendrían que haberos hecho esa mierda, cojones...- El chapoteo de la navaja en el cubo siguió a sus palabras. Todo en aquella historia que le contaba estaba jodidamente mal... Y puede que su preocupación o empatía hacia Nohlem fuera jodidamente hipócrita, en el sentido de que los Wyverns y él le habían hecho cosas mucho peores a la gente que obligarles a dedicarse a algo que no querían... Incluso se identificaba con algunas cosas como hacer algo que no deseabas por el orgullo de tu familia... Pero era una vida de jodida dedicación al club que él había elegido, el caso de Nohlem era muy diferente. Él no había elegido esa mierda. Lo consideraba un amigo a aquellas alturas y sentía que... bueno, que sus padres fueran una auténtica putada de cojones. Casarte con quién te dicen, estudiar lo que te dicen, trabajar en lo que te dicen... Pude que fuera jodidamente rico, pero al contrario de lo siempre había creído, ahora veía que eso no tenía por qué hacerlo todo más fácil... Y por lo que le contaba su hermana no se quedaba atrás, pudiendo estudiar lo que quisiera pero obligada a casarse por puto interés. Lo que le llevó a fruncir el ceño confundido cuando Nohlem dijo que a él le habría dado igual estar en ese caso...
Connor no sabía muy bien qué decir, y no porque no tuviera una opinión formada de todo aquello, si no porque no había nada que pudiera hacer más que escucharlo. Sentía que le obligaran a trabajar en algo que no le apasionaba y se imaginaba estar en su lugar(donde le forzaban a dejar los Wyverns para hacer cualquier otra cosa) y le hervía la puñetera sangre... Suspiró pesadamente con un meneo de cabeza.
-No sé qué cojones decir... Lo siento, joder...- Murmuró mirándole a los ojos con el brillo del entendimiento. Pasó la cuchilla un par de veces por la misma zona, quizás demasiado rápido. Connor volvió a mirarlo antes de hablar y se encogió de hombros, decidiendo decir algo más al respecto.- Si me preguntaras qué cojones hacer cuando volvieras... Te diría que tu hermana y tú mandarais a la mierda a todos, cogierais un buen pedazo del puto dinero de la herencia y que hicierais lo que os saliera de los cojones con eso...- Murmuró con un seco bufido. Aunque no tardó en soltar una corta risa nerviosa y rectificó.-Ehhhh...Hmmm... Olvida la gilipollez que acabo de decir.- Murmuró con un meneo de cabeza. Luego frunció el ceño y asintió con convicción.- Pero sí que pienso que después del puto año que nos va a tocar aguantar... A la vuelta lo menos que podemos hacer es vivir nuestra puta vida como queramos, ¿no? Sé que hablo sin tener ni puñetera idea, pero... Nos lo merecemos todos, joder...- Connor se incorporó un poco para observar con atención el rostro de Nohlem, el cuál estaba ya casi afeitado. El proceso estaba siendo mucho más lento que cuando el varmano manejaba la navaja, pero estaba contento igual...
Aún así, una fina línea roja brotó sorpresivamente cerca de su oreja izquierda. Ah. Connor suspiró con una pesada y leve sonrisa antes de limpiar la herida con el paño mojado.
-Mierda... La buena noticia es que te he hecho otro puto corte, así que...- Connor carraspeó con una pequeña sonrisa.- Te debo tres favores, cabronazo. Éste de aquí.- Señaló la primera herida tocándole cerca con su dedo índice.- La que te acabo de hacer ahora...- Puso su dedo cerca de su oreja.- Y ehhhh... Ésta otra, joder.- Puso su dedo cerca de la segunda herida que le había hecho y que había pasado desapercibida por Nohlem antes.- No te dije nada porque eres un puto empanado y porque puedo ser un cabronazo tramposo...- Soltó una leve sonrisilla y un bufido.- Pero me has dado toda la pena ahora, así que... Es lo menos que puedo hacer.- Dijo a modo de pique, esperando que lograra aliviar algo la tensión de Nohlem o al menos animarle un poco.- Pero no te acostumbres a ésto de que sea amable ¿eh? Hoy es que me has pillado con la puta guardia baja...-
-Pues que sepas que somos un club pequeño de cojones.- Le explicó con aire distraído mientras le quitaba varios pelos sueltos de la barbilla.- Hay otros tan grandes que están en varios países, pero a nosotros no nos va esa mierda...- Después el motero miró con una sonrisa a Nohlem, el cuál estaba comiendo techo y parecía jodidamente divertido con su puta historia de cuando sus hermanos no respetaban la intimidad de su habitación. Connor bufó meneando la cabeza, para luego acompañar al varmano en una risa grave y sonora cuando dejó caer si le habían pillado... Le dio un empujón suave y amistoso con la mano en la frente antes de hablar.-¡Serás gilipollas!- Durante un segundo solo se escuchó el raspar de la navaja contra la piel morena de Nohlem, antes de que el silencio se rompiera.- Nunca entres sin avisar en la habitación de un niñato quinceañero, ¿verdad joder?- Diría con una leve sonrisa a modo de escueta confesión.
A pesar de lo nervios y el miedo por cortar a Nohlem, lo cierto es que le estaba cogiendo un poco el truco... Quizás no era tan difícil como afeitarse a si mismo, o es que la amenaza de los putos favores le tenían más concentrado de lo normal. En cualquier caso aquello había pasado a un segundo plano de momento, ya que se había arriesgado a preguntarle a Nohlem por aquella putada familiar de la que hablaba antes. Sin saber si lo mandaría a la mierda, a tomar por culo o a una mezcla de ambas cosas... El motero le echaría una rápida mirada de reojo cuando el varmano se incorporó en el sitio, creyendo que le había incomodado de más y ahí venía el "No te metas en mi vida". En cambio, Nohlem empezó a sincerarse y el motero le escuchó con atención pero centrado en seguir afeitando. Sabía que era más fácil contar mierdas difíciles cuando no te estaban mirando fijamente, o al menos eso le ocurría a él.
Al principio fue un cúmulo de problemas de los que habló. Estudios, negocio familiar... Su cara se torció en desagrado cuando mencionó "es con quién te casas...", recordando aquella conversación que mantuvieron la primera noche. Sí, joder... Le había quedado claro que el hogar de Nohlem podía ser una auténtica mierda con ese tema. Putos casamientos por conveniencia solo para tener hijos... ¿Tendría entonces ya alguien con quién casarse, joder? Porque recordaba perfectamente cómo le había dicho que con veinte años que él tenía... ya estaba en la edad para hacerlo. Sus siguientes palabras no mejoraron todo aquello. <<Joder... tu mundo es una puta mierda también, Nohlem...>> Pensó para sí mismo con pesar, el ceño fruncido y un meneo de cabeza. Ahora le quedaba claro de dónde venía tanto puto pijerío: eran joyeros en su familia. Pero al contrario que otras veces Connor no soltó ninguna broma o "ataque", centrado en afeitarlo y sobre todo escucharlo. Terminó la barbilla y pasó a uno de los laterales de la mandíbula con nervioso cuidado.
-Joder, Nohlem...- Soltó cuando mencionó aquella competitividad entre hermanos por la herencia del negocio familiar.- No tendrían que haberos hecho esa mierda, cojones...- El chapoteo de la navaja en el cubo siguió a sus palabras. Todo en aquella historia que le contaba estaba jodidamente mal... Y puede que su preocupación o empatía hacia Nohlem fuera jodidamente hipócrita, en el sentido de que los Wyverns y él le habían hecho cosas mucho peores a la gente que obligarles a dedicarse a algo que no querían... Incluso se identificaba con algunas cosas como hacer algo que no deseabas por el orgullo de tu familia... Pero era una vida de jodida dedicación al club que él había elegido, el caso de Nohlem era muy diferente. Él no había elegido esa mierda. Lo consideraba un amigo a aquellas alturas y sentía que... bueno, que sus padres fueran una auténtica putada de cojones. Casarte con quién te dicen, estudiar lo que te dicen, trabajar en lo que te dicen... Pude que fuera jodidamente rico, pero al contrario de lo siempre había creído, ahora veía que eso no tenía por qué hacerlo todo más fácil... Y por lo que le contaba su hermana no se quedaba atrás, pudiendo estudiar lo que quisiera pero obligada a casarse por puto interés. Lo que le llevó a fruncir el ceño confundido cuando Nohlem dijo que a él le habría dado igual estar en ese caso...
Connor no sabía muy bien qué decir, y no porque no tuviera una opinión formada de todo aquello, si no porque no había nada que pudiera hacer más que escucharlo. Sentía que le obligaran a trabajar en algo que no le apasionaba y se imaginaba estar en su lugar(donde le forzaban a dejar los Wyverns para hacer cualquier otra cosa) y le hervía la puñetera sangre... Suspiró pesadamente con un meneo de cabeza.
-No sé qué cojones decir... Lo siento, joder...- Murmuró mirándole a los ojos con el brillo del entendimiento. Pasó la cuchilla un par de veces por la misma zona, quizás demasiado rápido. Connor volvió a mirarlo antes de hablar y se encogió de hombros, decidiendo decir algo más al respecto.- Si me preguntaras qué cojones hacer cuando volvieras... Te diría que tu hermana y tú mandarais a la mierda a todos, cogierais un buen pedazo del puto dinero de la herencia y que hicierais lo que os saliera de los cojones con eso...- Murmuró con un seco bufido. Aunque no tardó en soltar una corta risa nerviosa y rectificó.-Ehhhh...Hmmm... Olvida la gilipollez que acabo de decir.- Murmuró con un meneo de cabeza. Luego frunció el ceño y asintió con convicción.- Pero sí que pienso que después del puto año que nos va a tocar aguantar... A la vuelta lo menos que podemos hacer es vivir nuestra puta vida como queramos, ¿no? Sé que hablo sin tener ni puñetera idea, pero... Nos lo merecemos todos, joder...- Connor se incorporó un poco para observar con atención el rostro de Nohlem, el cuál estaba ya casi afeitado. El proceso estaba siendo mucho más lento que cuando el varmano manejaba la navaja, pero estaba contento igual...
Aún así, una fina línea roja brotó sorpresivamente cerca de su oreja izquierda. Ah. Connor suspiró con una pesada y leve sonrisa antes de limpiar la herida con el paño mojado.
-Mierda... La buena noticia es que te he hecho otro puto corte, así que...- Connor carraspeó con una pequeña sonrisa.- Te debo tres favores, cabronazo. Éste de aquí.- Señaló la primera herida tocándole cerca con su dedo índice.- La que te acabo de hacer ahora...- Puso su dedo cerca de su oreja.- Y ehhhh... Ésta otra, joder.- Puso su dedo cerca de la segunda herida que le había hecho y que había pasado desapercibida por Nohlem antes.- No te dije nada porque eres un puto empanado y porque puedo ser un cabronazo tramposo...- Soltó una leve sonrisilla y un bufido.- Pero me has dado toda la pena ahora, así que... Es lo menos que puedo hacer.- Dijo a modo de pique, esperando que lograra aliviar algo la tensión de Nohlem o al menos animarle un poco.- Pero no te acostumbres a ésto de que sea amable ¿eh? Hoy es que me has pillado con la puta guardia baja...-
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Navajazos con mucha clase
06/02/24, 10:54 pm
Nohlem recibió el golpe en la frente con una carcajada, aguantando otras entre dientes por la confesión de un Connor pueril, cada vez más convencido de que la Tierra era masiva o estaba atestada de gente. Por supuesto todo eso quedaría para después, ya que a las risas las reemplazó una seriedad inusual tan pronto desenredó su historia. Entendía el silencio inicial del pelirrosa, no era un tema sencillo del que hablar y a veces menos es más, pero para Nohlem que quisiera escucharlo ya era señal suficiente. Era la primera vez que hablaba de ello directamente, y sentaba bien simplemente poder soltarlo. La sinceridad en sus cortas palabras le arrancó una ligera sonrisa, aunque tampoco es que pudiera culpar a sus padres.
—No seas tonto —le respondió rápidamente, exhalando por la nariz una risa—. Ya has hecho mucho aguantando mi monólogo.
La idea le hizo sonreír, aunque su garganta se cerró por los “peros” en el plan de Connor. El primero y más punzante era la situación de su hermana, si estaba a salvo en casa o le había pasado algo, siguiera desaparecida, muerta o inexistente. Luego estaba que él pudiera volver de una pieza, que le recordasen… y por último que Kahlo le hubiera perdonado. No se dejó carcomer tampoco, y fue la rectificación del propio Connor la que le hizo recular con tal de no verse poco convencido.
—¿Por qué? A mi me suena perfecto —además, tenía razón. Después de un año malviviendo en la cúspide de una pesadilla merecían comfort, ya fuera con una revelación sobre el valor de la vida y como aprovecharla como en su caso, o la humilde moraleja de un cuento en la que se aprecia lo que se tuvo—. Que le den a la humildad —verbalizó—. Voy a vivir de fiesta en fiesta. Y a decirle a madre que dejo las joyas. Bueno, el negocio, las joyas no, las joyas me gustan… —musitó—. Y para que mi hermana me perdone voy a- no sé, a cederle toda la herencia a ella con la condición de que me deje dinero para las fiestas.
Acabó con una sonrisa. Si aquella experiencia no le daba el valor de exigir su propio futuro nada se lo daría. Iba a preguntarle a Connor por sus planes, pero el muy lerdo se adelantó confesando sus errores. Para ser justos Nohlem se podría haber dado cuenta al pasarse las manos por la cara, cuando le cayese agua y picase o se le formase costra, pero en cualquier caso mucho después de Connor.
—Hah —una sonrisita empezó a crecer en sus labios, por el momento más afable que ladina. La sorpresa la ventiló de golpe, no obstante, al ser llamado “puto empanado”, y si Nohlem había pensado perdonarle un favor al canadiense por la sinceridad acababa de mandar su bondad por la borda—. ¡Encima-! —se rio, echándose atrás en el asiento para verle mejor con su peor cara de ofensa, la cual al estar tronchándose decía bastante—. ¡Me llamas empanado y luego encima me dices que te doy pena! Pero esto- ¡pero tú quien te crees! —le quitó el trapo y le golpeó con él, algo de lo que se arrepintió tan pronto chocó. Una cosa era tener confianzas con Connor y otra abrir la veda a las hostias. A él no le gustaban los moratones. Se hizo el favor de continuar casualmente, recogiendo tela—. ¡Debería cobrarte cuatro!
Suspirando entredientes como si realmente estuviera molesto y no profundamente agradecido con él como lo estaba, se dio con la toalla en la cara, limpiando cualquier pelito suelto que quedase por ahí.
—Pero está bien. Solo tres. Yo también me siento amable —se cruzó de brazos con una sonrisa zorruna de las suyas—. Y como primer favor vas a contarme tu peor experiencia sexual, por torpe. Yo también quiero sentir pena. ¡Así vamos a la par! ¿Has visto que bien?
Le sostuvo la mirada, gallito, sin embargo sus hombros cayeron rápido.
>>Oye, pero ahora en serio… Gracias —continuó más bajo, suave. Aún no se explicaba como tras una fachada tan intimidante cupiera un corazón tan basto—. Si quieres que haga algo por ti o si necesitas un hombro sobre el que apoyarte… Cuenta conmigo para lo que sea —una pausa—. ¡A cambio de un módico precio, claro!
Le guiñó un ojo de forma cómica. Por supuesto que lo de cobrarle no iba en serio.
—No seas tonto —le respondió rápidamente, exhalando por la nariz una risa—. Ya has hecho mucho aguantando mi monólogo.
La idea le hizo sonreír, aunque su garganta se cerró por los “peros” en el plan de Connor. El primero y más punzante era la situación de su hermana, si estaba a salvo en casa o le había pasado algo, siguiera desaparecida, muerta o inexistente. Luego estaba que él pudiera volver de una pieza, que le recordasen… y por último que Kahlo le hubiera perdonado. No se dejó carcomer tampoco, y fue la rectificación del propio Connor la que le hizo recular con tal de no verse poco convencido.
—¿Por qué? A mi me suena perfecto —además, tenía razón. Después de un año malviviendo en la cúspide de una pesadilla merecían comfort, ya fuera con una revelación sobre el valor de la vida y como aprovecharla como en su caso, o la humilde moraleja de un cuento en la que se aprecia lo que se tuvo—. Que le den a la humildad —verbalizó—. Voy a vivir de fiesta en fiesta. Y a decirle a madre que dejo las joyas. Bueno, el negocio, las joyas no, las joyas me gustan… —musitó—. Y para que mi hermana me perdone voy a- no sé, a cederle toda la herencia a ella con la condición de que me deje dinero para las fiestas.
Acabó con una sonrisa. Si aquella experiencia no le daba el valor de exigir su propio futuro nada se lo daría. Iba a preguntarle a Connor por sus planes, pero el muy lerdo se adelantó confesando sus errores. Para ser justos Nohlem se podría haber dado cuenta al pasarse las manos por la cara, cuando le cayese agua y picase o se le formase costra, pero en cualquier caso mucho después de Connor.
—Hah —una sonrisita empezó a crecer en sus labios, por el momento más afable que ladina. La sorpresa la ventiló de golpe, no obstante, al ser llamado “puto empanado”, y si Nohlem había pensado perdonarle un favor al canadiense por la sinceridad acababa de mandar su bondad por la borda—. ¡Encima-! —se rio, echándose atrás en el asiento para verle mejor con su peor cara de ofensa, la cual al estar tronchándose decía bastante—. ¡Me llamas empanado y luego encima me dices que te doy pena! Pero esto- ¡pero tú quien te crees! —le quitó el trapo y le golpeó con él, algo de lo que se arrepintió tan pronto chocó. Una cosa era tener confianzas con Connor y otra abrir la veda a las hostias. A él no le gustaban los moratones. Se hizo el favor de continuar casualmente, recogiendo tela—. ¡Debería cobrarte cuatro!
Suspirando entredientes como si realmente estuviera molesto y no profundamente agradecido con él como lo estaba, se dio con la toalla en la cara, limpiando cualquier pelito suelto que quedase por ahí.
—Pero está bien. Solo tres. Yo también me siento amable —se cruzó de brazos con una sonrisa zorruna de las suyas—. Y como primer favor vas a contarme tu peor experiencia sexual, por torpe. Yo también quiero sentir pena. ¡Así vamos a la par! ¿Has visto que bien?
Le sostuvo la mirada, gallito, sin embargo sus hombros cayeron rápido.
>>Oye, pero ahora en serio… Gracias —continuó más bajo, suave. Aún no se explicaba como tras una fachada tan intimidante cupiera un corazón tan basto—. Si quieres que haga algo por ti o si necesitas un hombro sobre el que apoyarte… Cuenta conmigo para lo que sea —una pausa—. ¡A cambio de un módico precio, claro!
Le guiñó un ojo de forma cómica. Por supuesto que lo de cobrarle no iba en serio.
- ♪♫♬:
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Navajazos con mucha clase
11/02/24, 01:01 pm
Puede que en ese instante el ambiente estuviera más ensombrecido por el relato de Nohlem, pero el motero creía que aquello era mucho más importante que hacer el gilipollas con una navaja. El varmano, al cuál ya consideraba un amigo, se había abierto contando tal cantidad de mierda que Connor solo podía intentar apoyarlo de la forma que fuera o simplemente escucharlo. Algo que siempre se le había dado bien en el club donde todos, incluido él, necesitaban desahogarse de vez en cuando antes de volverse puñeteramente loco de la cabeza. Connor soltó una risotada con Nohlem y su jodido plan de quedarse solo con el dinero justo para las fiestas. ¿No era eso lo que se merecían todos a la vuelta? Vivir la vida como si no hubiera un mañana... No fuera a ser que una panda de cabrones e hijos de puta te secuestrara y te llevara a su casa de los horrores al día siguiente.
-¡Bien dicho, cojones!- Le secundó con una leve risa y alzando un poco el puño, contento con verlo más repuesto. Le señaló con la navaja y una sonrisa igual de afilada en los labios.- Cuando estés de fiesta recuerda beberte una puta cerveza en mi nombre, ¿eh? Yo haré lo mismo en el otro lado, cabrón.- A pesar del tono amigable y bromista, Connor lo decía completamente en serio. Cuando volviera al club pensaba ponerse como una puñetera cuba y brindar por cada uno de sus compañeros antes de caer inconsciente. Habían pasado tanta mierda, y seguramente iban a pasar más, que aquello era lo mínimo.
Con la revelación de los cortes que le había hecho y la confesión de que se había callado uno de ellos, se esforzó en no reírse descontroladamente cuando vio la reacción de Nohlem. Connor se encogió de hombros con una leve sonrisilla, mientras el varmano ponía una cara de ofensa entre risas que solo hizo aquello más divertido. Puede que no hubiera sido muy listo al decirle la verdad y mucho menos en llamarle "puto empanado"... ¡Pero joder, es que lo era!
-¡Pero te he dicho la verdad!- Exclamó entre risas mientras le pasaba un dedo por la mejilla para quitarle unos pelos sueltos. Luego se incorporó un poco para verle mejor y abrió los brazos.- Venga ya. Eso tiene que contar alguna mierda, pedazo de hi... ¡AHH!- No le dio tiempo a terminar la frase cuando Nohlem le impactó con el trapo, provocando un leve respingo en el motero y su posterior risa. Que no tardó en convertirse en alarma con el incremento de los favores que había hecho su compañero- ¿¡CUATRO!? ¡LOS COJONES, CUATRO!- Se defendió mientras le hacía un corte de manga y su cuerpo subía y bajaba por las risas intermitentes.
Aún a pesar de la diversión y las carcajadas, Nohlem no perdonaba ni una. Aquel cabronazo puede que hubiera retrocedido al número original de favores, pero el primero que le pedía le hizo levantar una ceja por la sorpresa. Con el reflejo de la sonrisa zorruna de Nohlem, Connor empezó primero a sonreír levemente hasta que poco a poco su garganta dejó salir varias y fuertes risotadas. No sabía qué le hacía más gracia. La expresión en el rostro del varmano, su postura de brazos cruzados, la pregunta que le hacía o lo más seguro una mezcla de todo... Connor empezó a asentir con la cabeza, con varios suspiros divertidos escapándose.
-¡Que sepas que eres un cabronazo de primera! Lo más seguro es que también seas un auténtico gilipollas y un puto subnormal de mierda... Pero eso todavía lo estoy intentando averiguar- Sentenció negando con la cabeza y una sonrisa delatadora, mientras le daba los últimos retoques al rostro de Nohlem. A pesar de los cortes, su cara estaba prácticamente limpia de pelos excepto algunos sueltos que faltaban por repasar. Connor pasó la cuchilla por ellos y el raspar con su piel solo fue acompañada por el agradecimiento y sinceridad de Nohlem. Sonrió agradecido por sus palabras y se encogió fugazmente de hombros mientras seguía con su labor, quitándose importancia y méritos por solo haberle escuchado, pero fue interrumpido brevemente por su última broma y se rio.- No hace falta que me des las gracias, joder. Y ahora cierra la puta boca, tengo que contarte mi momento más bajo como ser humano.- Dijo con sorna y revelando el desastre sexual que estaba por contarle.
Pero antes se incorporó un poco para levantar un dedo acusador y amenazador, que chocó varias veces en el pecho de Nohlem.
-Pero antes de nada: Ésta mierda tiene que quedar entre tú y yo... Es una puta gilipollez divertida de cojones, lo sé. Y seguro que con lo cabrón que eres te hace más gracia de la cuenta.- Le picó un poco dándole dramatismo a la anécdota. Seguía pinchándole suavemente con el dedo- Pero si sale de aquí... Soy capaz de hacerme amigo de tus putos compis mafiosos de la Ladera y recordarles que ya no tienes quince años.- Amenazó sin mucho sentido. La sonrisilla en su rostro no tardó en aparecer, y con una breve risa se propuso a empezar a ridiculizarse. Se agachó y siguió quitándole los últimos pelos sueltos con la navaja mientras hablaba. Su tono era divertido y casi parecía estar constantemente al borde de la risa- Vale... a ver... Mi peor experiencia sexual fue cuando tenía dieciocho años y era una fiesta que el club había hecho con unos putos socios de fuera.- Connor negó con la cabeza un par de veces y continuó. El sonido de la navaja raspando le acompañó- El puto jefe de ellos era Aric, un cabrón noruego que estaba obsesionado con muchas mierdas y todas tenían que ver con las armas de fuego, pero a ti eso tiene que importarte una mierda. Lo que de verdad importaba es...- Hizo una pausa dramática durante unos segundos.- Que su hijo estaba bueno de cojones.- Soltó una risotada antes de seguir.- Creo que se llamaba Gustaffson o alguna mierda así, no me acuerdo la verdad... Los noruegos tienen todos nombres muy raros, joder... Era de mi edad y los dos estábamos jodidamente borrachos, así que no sé si estaba tan bueno como recuerdo o era el puñetero alcohol que llevaba encima.- Connor continúo batallando con los pocos pelos que quedaban y remojó la navaja en el cubo.- No tardamos en liarnos como cabrones en el aparcamiento de atrás del club para estar apartados, y al puto gilipollas este no se le ocurrió otra cosa que preguntar: "Eh, Connor... ¿Follamos encima de tu moto?"- Imitó la voz extranjera de Gustaffson entre risas. Antes de continuar tuvo que hacer una aclaración.-¡Te juro que yo no soy de esos, Nohlem! ¿Encima de mi moto? ¿Por qué a todo el mundo le pone esa mierda? Tendría que haberle metido cuatro hostias al jodido imbécil, pero...- Se encogió de hombros.- Ya te he dicho que yo también estaba borracho así que dije: "¡Haberlo preguntado antes, cojones!"- Connor fue víctima de un ataque de risa y tuvo que dejar de afeitarle unos segundos porque corría el riesgo de cortarle de nuevo. Le dio varias palmadas entre carcajadas al hombro de Nohlem hasta que se recuperó poco a poco.- Es. Jodidamente. Difícil. No es un puto coche, ¿vale? Cuando el gilipollas no se inclinaba hacia un lado era yo el que casi se caía. Bueno...- El motero hizo otra pausa dramática.- Que nos caímos, joder y... ¡Con ella se nos cayó la puta moto encima!- Rio de nuevo.- No sé cuánto pesan las motos en tu mundo, pero la mía pesaba dos pares de cojones. Y entre eso y que estábamos como una puta cuba... ¡Te juro que lo intenté pero era imposible salir de ahí, cabronazo!-
Las risas volvieron a hacerse eco en la habitación, mientras Connor se limpiaba los ojos húmedos con el antebrazo debido a lo divertido de la anécdota.
-Al final tuvimos que gritar como unas putas cabras para que alguien nos sacara de ahí...- Más repuesto Connor siguió afeitando y terminando su trabajo.- Ya era jodidamente vergonzoso esperar a que algún socio invitado o peor aún... Uno de mis hermanos fuera el que acudiera para ayudarnos, joder... Pero cuando vi esas putas botas militares y empecé a escuchar como gritaba en noruego... Pensé... ¡Me cago en mi puta vida, estoy muerto!- Las carcajadas volvieron a sonar.- Era Aric, el padre del Gartason o como cojones se llamara...- Connor se quedó callado unos segundos recordando aquella anécdota con diversión.- Ah y el hijoputa nos ayudó, claro... Era un cabrón de los antiguos y no le gustó una puta mierda lo que vio, pero sabía que si no me ayudaba iba a tener un jodido problema con los míos, así que...De todas maneras el polvo se fue a la mierda...- Connor se incorporó para observar con diversión a Nohlem mientras se reía profundamente.- Y ésa es mi puta peor experiencia sexual- Dijo con los brazos un poco abiertos.-¿QUÉ? ¿Te has divertido a mi costa, cabronazo de los cojones?- Preguntó entre risas mientras se alejaba un poco, y luego dejó salir una sonrisilla pícara.- Seguro que tú también tienes alguna historia así... ¿Puedo saberla? ¿O tengo que ganarme los putos favores? Piensa que me quedan tres pasadas con la navaja y estás quedando guapo de cojones gracias a mí.-
-¡Bien dicho, cojones!- Le secundó con una leve risa y alzando un poco el puño, contento con verlo más repuesto. Le señaló con la navaja y una sonrisa igual de afilada en los labios.- Cuando estés de fiesta recuerda beberte una puta cerveza en mi nombre, ¿eh? Yo haré lo mismo en el otro lado, cabrón.- A pesar del tono amigable y bromista, Connor lo decía completamente en serio. Cuando volviera al club pensaba ponerse como una puñetera cuba y brindar por cada uno de sus compañeros antes de caer inconsciente. Habían pasado tanta mierda, y seguramente iban a pasar más, que aquello era lo mínimo.
Con la revelación de los cortes que le había hecho y la confesión de que se había callado uno de ellos, se esforzó en no reírse descontroladamente cuando vio la reacción de Nohlem. Connor se encogió de hombros con una leve sonrisilla, mientras el varmano ponía una cara de ofensa entre risas que solo hizo aquello más divertido. Puede que no hubiera sido muy listo al decirle la verdad y mucho menos en llamarle "puto empanado"... ¡Pero joder, es que lo era!
-¡Pero te he dicho la verdad!- Exclamó entre risas mientras le pasaba un dedo por la mejilla para quitarle unos pelos sueltos. Luego se incorporó un poco para verle mejor y abrió los brazos.- Venga ya. Eso tiene que contar alguna mierda, pedazo de hi... ¡AHH!- No le dio tiempo a terminar la frase cuando Nohlem le impactó con el trapo, provocando un leve respingo en el motero y su posterior risa. Que no tardó en convertirse en alarma con el incremento de los favores que había hecho su compañero- ¿¡CUATRO!? ¡LOS COJONES, CUATRO!- Se defendió mientras le hacía un corte de manga y su cuerpo subía y bajaba por las risas intermitentes.
Aún a pesar de la diversión y las carcajadas, Nohlem no perdonaba ni una. Aquel cabronazo puede que hubiera retrocedido al número original de favores, pero el primero que le pedía le hizo levantar una ceja por la sorpresa. Con el reflejo de la sonrisa zorruna de Nohlem, Connor empezó primero a sonreír levemente hasta que poco a poco su garganta dejó salir varias y fuertes risotadas. No sabía qué le hacía más gracia. La expresión en el rostro del varmano, su postura de brazos cruzados, la pregunta que le hacía o lo más seguro una mezcla de todo... Connor empezó a asentir con la cabeza, con varios suspiros divertidos escapándose.
-¡Que sepas que eres un cabronazo de primera! Lo más seguro es que también seas un auténtico gilipollas y un puto subnormal de mierda... Pero eso todavía lo estoy intentando averiguar- Sentenció negando con la cabeza y una sonrisa delatadora, mientras le daba los últimos retoques al rostro de Nohlem. A pesar de los cortes, su cara estaba prácticamente limpia de pelos excepto algunos sueltos que faltaban por repasar. Connor pasó la cuchilla por ellos y el raspar con su piel solo fue acompañada por el agradecimiento y sinceridad de Nohlem. Sonrió agradecido por sus palabras y se encogió fugazmente de hombros mientras seguía con su labor, quitándose importancia y méritos por solo haberle escuchado, pero fue interrumpido brevemente por su última broma y se rio.- No hace falta que me des las gracias, joder. Y ahora cierra la puta boca, tengo que contarte mi momento más bajo como ser humano.- Dijo con sorna y revelando el desastre sexual que estaba por contarle.
Pero antes se incorporó un poco para levantar un dedo acusador y amenazador, que chocó varias veces en el pecho de Nohlem.
-Pero antes de nada: Ésta mierda tiene que quedar entre tú y yo... Es una puta gilipollez divertida de cojones, lo sé. Y seguro que con lo cabrón que eres te hace más gracia de la cuenta.- Le picó un poco dándole dramatismo a la anécdota. Seguía pinchándole suavemente con el dedo- Pero si sale de aquí... Soy capaz de hacerme amigo de tus putos compis mafiosos de la Ladera y recordarles que ya no tienes quince años.- Amenazó sin mucho sentido. La sonrisilla en su rostro no tardó en aparecer, y con una breve risa se propuso a empezar a ridiculizarse. Se agachó y siguió quitándole los últimos pelos sueltos con la navaja mientras hablaba. Su tono era divertido y casi parecía estar constantemente al borde de la risa- Vale... a ver... Mi peor experiencia sexual fue cuando tenía dieciocho años y era una fiesta que el club había hecho con unos putos socios de fuera.- Connor negó con la cabeza un par de veces y continuó. El sonido de la navaja raspando le acompañó- El puto jefe de ellos era Aric, un cabrón noruego que estaba obsesionado con muchas mierdas y todas tenían que ver con las armas de fuego, pero a ti eso tiene que importarte una mierda. Lo que de verdad importaba es...- Hizo una pausa dramática durante unos segundos.- Que su hijo estaba bueno de cojones.- Soltó una risotada antes de seguir.- Creo que se llamaba Gustaffson o alguna mierda así, no me acuerdo la verdad... Los noruegos tienen todos nombres muy raros, joder... Era de mi edad y los dos estábamos jodidamente borrachos, así que no sé si estaba tan bueno como recuerdo o era el puñetero alcohol que llevaba encima.- Connor continúo batallando con los pocos pelos que quedaban y remojó la navaja en el cubo.- No tardamos en liarnos como cabrones en el aparcamiento de atrás del club para estar apartados, y al puto gilipollas este no se le ocurrió otra cosa que preguntar: "Eh, Connor... ¿Follamos encima de tu moto?"- Imitó la voz extranjera de Gustaffson entre risas. Antes de continuar tuvo que hacer una aclaración.-¡Te juro que yo no soy de esos, Nohlem! ¿Encima de mi moto? ¿Por qué a todo el mundo le pone esa mierda? Tendría que haberle metido cuatro hostias al jodido imbécil, pero...- Se encogió de hombros.- Ya te he dicho que yo también estaba borracho así que dije: "¡Haberlo preguntado antes, cojones!"- Connor fue víctima de un ataque de risa y tuvo que dejar de afeitarle unos segundos porque corría el riesgo de cortarle de nuevo. Le dio varias palmadas entre carcajadas al hombro de Nohlem hasta que se recuperó poco a poco.- Es. Jodidamente. Difícil. No es un puto coche, ¿vale? Cuando el gilipollas no se inclinaba hacia un lado era yo el que casi se caía. Bueno...- El motero hizo otra pausa dramática.- Que nos caímos, joder y... ¡Con ella se nos cayó la puta moto encima!- Rio de nuevo.- No sé cuánto pesan las motos en tu mundo, pero la mía pesaba dos pares de cojones. Y entre eso y que estábamos como una puta cuba... ¡Te juro que lo intenté pero era imposible salir de ahí, cabronazo!-
Las risas volvieron a hacerse eco en la habitación, mientras Connor se limpiaba los ojos húmedos con el antebrazo debido a lo divertido de la anécdota.
-Al final tuvimos que gritar como unas putas cabras para que alguien nos sacara de ahí...- Más repuesto Connor siguió afeitando y terminando su trabajo.- Ya era jodidamente vergonzoso esperar a que algún socio invitado o peor aún... Uno de mis hermanos fuera el que acudiera para ayudarnos, joder... Pero cuando vi esas putas botas militares y empecé a escuchar como gritaba en noruego... Pensé... ¡Me cago en mi puta vida, estoy muerto!- Las carcajadas volvieron a sonar.- Era Aric, el padre del Gartason o como cojones se llamara...- Connor se quedó callado unos segundos recordando aquella anécdota con diversión.- Ah y el hijoputa nos ayudó, claro... Era un cabrón de los antiguos y no le gustó una puta mierda lo que vio, pero sabía que si no me ayudaba iba a tener un jodido problema con los míos, así que...De todas maneras el polvo se fue a la mierda...- Connor se incorporó para observar con diversión a Nohlem mientras se reía profundamente.- Y ésa es mi puta peor experiencia sexual- Dijo con los brazos un poco abiertos.-¿QUÉ? ¿Te has divertido a mi costa, cabronazo de los cojones?- Preguntó entre risas mientras se alejaba un poco, y luego dejó salir una sonrisilla pícara.- Seguro que tú también tienes alguna historia así... ¿Puedo saberla? ¿O tengo que ganarme los putos favores? Piensa que me quedan tres pasadas con la navaja y estás quedando guapo de cojones gracias a mí.-
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Navajazos con mucha clase
15/02/24, 12:43 pm
—¿Cerveza? —hizo una mueca de asco, sacando la lengua y enseñando colmillos de lado—. Me bajaré una botella entera de vino en tu nombre mejor —y dicho lo cual alzó una copa invisible en su dirección.
Las reacciones de Connor eran hilarantes, tan transparentes que le resultaban refrescantes. La gente a la que acostumbraba tendía a ser obtusa, demasiado recta y formal, y si bien había excepciones como él mismo lo era, o sus amigos y su propio padre, ninguno rozaba la claridad del canadiense. Ni siquiera Olván, y eso que él no tenía los modales de clase alta. Las variadas formas que tenía de insultarle verbal y físicamente no dejaban de sorprenderle. Le lanzó un beso con el corte de mangas cuando pudo dejar de reír, sacando tres dedos de la mano para afirmar que no sería tan capullo. Menos mal que ya estaba hecho a que Connor era así de burro, o cada una de sus palabrotas le habrían sentado como un tiro. Cabronazo (bang) gilipollas (bang) puto subnormal de mierda (bang bang bang). Inerte en el suelo.
—Oh venga, no seas malo —murmuró con un puchero digno de Aniol, facilitando el rostro para dejarse hacer—. Encima que pobrecito yo tengo heridas en la cara... —la farsa inocencia murió con su sonrisa zorruna, una clara señal de pedante victoria. La mueca no se fue aún cuando Connor le amenazó, y por mucho que tratase de velarla tras una carenta de Santo era obvio que le divertía su ventaja—. ¡Oh, vamos! ¿Por quién me tomas? —le sorprendía que hubiera tardado tanto en aprenderse bien el nombre de su mundo pero lo rápido que se había quedado con La Ladera. Capullo interesado—. Mis labios están sellados.
Sus orejas se echaron para delante, atento como gato en caza. El tío empezaba con gente relacionada a armas de fuego... y luego el equivocado era él por creerle mafioso. Ja.
—Ya podría ser guapo, sí, porque gemir ese nombre en cama no renta —añadió con un bufido de risa—. ¡Ahh GustaffSoOooOn! —canturreó con los ojos cerrados, llevándose una mano al cuello y otra al pelo—. Pfff- ¡jajaja!
Cuando llegó el nudo de la historia (follar sobre una moto) sus ojos se abrieron como platos. No sabía como eran las motos humanas pero irremediablemente se las estaba imaginando como las varmanas y bueno... eso y follar en una bicicleta tenía que ser igual de cómodo. A fin de cuentas eso eran, bicicletas de hierro con un motor más pesado que una vaca en brazos.
—Espera, ¿como que a todo el mundo? —musitó con las orejas gachas por el horror. Aún le estaba costando ver como te acomodabas—. No sí, no me jures que pesan...
La risa llegó con una mueca de dolor empático cuando Connor le confirmó lo evidente: la moto se les vino encima. De sonreír tan fuerte notaba mejor los cortes, pero ahora tenía claro que habían merecido la pena.
—¡Espera espera espera! —pidió pausa tomando aire—. ¿Cómo de desnudos estábais? Por favor dime que mucho —rio entredientes en un seseo. Imaginárselos con el culo al aire debajo de una moto... Augurios le estaba dando un nuevo tipo de vergüenza ajena. Y encima ahora sumaba al padre—. Ah por favor. Connor, no —lloriqueó entre carcajadas.
Se incorporó en el asiento cuando el canadiense se apartó, aprovechando para masajearse las adoloridas mejillas y comprobar como de suave estaba quedando.
—No. Ha sido horrible —rio de nuevo, con los ojos brillantes por las carcajadas—. Lo he pasado mal. Encima de una moto... ¡¿Qué te pasa?! Me pasa a mi eso y mis ganas de liarme con nadie mueren por años —un escalofrío de situarse demasiado en el rol le arrancó otra risita. Sus ojos se abrieron de par en par cuando Connor le pasó la pelota—. ¡Aaaah no no, lo siento! ¡No es que no tenga, es que no le llega a la suela del zapato a tu historia, desgraciado!
Sus ojos vagaron por el suelo en silencio, en un movimiento rápido que indicaba que estaba pensando.
—Una vez... Estaba en la fiesta de unos socios de mis padres, y una de las invitadas era guapísima y- Bueno. Invitada —rio—. Era la prometida del hijo. En fin, nos gustamos, nos fuimos a una sala apartada para tener intimidad, obvio, y cuando estábamos en pleno momento de empezar a quitarnos ropa escuchamos a los padres de él en el pasillo —rio, el tipo de risa nerviosa de "tierra trágame". Ya tenía las mejillas encendidas de tanto reirse antes, pero ahora era por la vergüenza—. Tuve el tiempo justo para abrocharme mal dos botones, peinarme y ahorcarme con la corbata. Los señores no tenían nada mejor que hacer que entrar y, ahí estábamos los dos: un tipo cualquiera y la prometida de su hijo sentados en un sofá fingiendo ser niños buenos. Y yo con la chaqueta sobre las piernas para que no se notase lo que ya sabes...
Se pinzó el morro, resoplando con resignación.
—Connor, estuvimos diez minutos de reloj hablando con ellos como si no pasara nada. Diez minutos. ¡Y ni siquiera me acuerdo de que carajos hablamos! —estiró las piernas y se quejó, un sonido gutural a medio camino de carcajada y "me quiero morir"—. Todavía no sé los engañamos o nos pillaron. Intento no pensar mucho en ello. Pero vamos... —le miró burlón, recogiendo los trozos de orgullo que se le habían caido al suelo—. Lo tuyo con la moto es más lamentable.
Las reacciones de Connor eran hilarantes, tan transparentes que le resultaban refrescantes. La gente a la que acostumbraba tendía a ser obtusa, demasiado recta y formal, y si bien había excepciones como él mismo lo era, o sus amigos y su propio padre, ninguno rozaba la claridad del canadiense. Ni siquiera Olván, y eso que él no tenía los modales de clase alta. Las variadas formas que tenía de insultarle verbal y físicamente no dejaban de sorprenderle. Le lanzó un beso con el corte de mangas cuando pudo dejar de reír, sacando tres dedos de la mano para afirmar que no sería tan capullo. Menos mal que ya estaba hecho a que Connor era así de burro, o cada una de sus palabrotas le habrían sentado como un tiro. Cabronazo (bang) gilipollas (bang) puto subnormal de mierda (bang bang bang). Inerte en el suelo.
—Oh venga, no seas malo —murmuró con un puchero digno de Aniol, facilitando el rostro para dejarse hacer—. Encima que pobrecito yo tengo heridas en la cara... —la farsa inocencia murió con su sonrisa zorruna, una clara señal de pedante victoria. La mueca no se fue aún cuando Connor le amenazó, y por mucho que tratase de velarla tras una carenta de Santo era obvio que le divertía su ventaja—. ¡Oh, vamos! ¿Por quién me tomas? —le sorprendía que hubiera tardado tanto en aprenderse bien el nombre de su mundo pero lo rápido que se había quedado con La Ladera. Capullo interesado—. Mis labios están sellados.
Sus orejas se echaron para delante, atento como gato en caza. El tío empezaba con gente relacionada a armas de fuego... y luego el equivocado era él por creerle mafioso. Ja.
—Ya podría ser guapo, sí, porque gemir ese nombre en cama no renta —añadió con un bufido de risa—. ¡Ahh GustaffSoOooOn! —canturreó con los ojos cerrados, llevándose una mano al cuello y otra al pelo—. Pfff- ¡jajaja!
Cuando llegó el nudo de la historia (follar sobre una moto) sus ojos se abrieron como platos. No sabía como eran las motos humanas pero irremediablemente se las estaba imaginando como las varmanas y bueno... eso y follar en una bicicleta tenía que ser igual de cómodo. A fin de cuentas eso eran, bicicletas de hierro con un motor más pesado que una vaca en brazos.
—Espera, ¿como que a todo el mundo? —musitó con las orejas gachas por el horror. Aún le estaba costando ver como te acomodabas—. No sí, no me jures que pesan...
La risa llegó con una mueca de dolor empático cuando Connor le confirmó lo evidente: la moto se les vino encima. De sonreír tan fuerte notaba mejor los cortes, pero ahora tenía claro que habían merecido la pena.
—¡Espera espera espera! —pidió pausa tomando aire—. ¿Cómo de desnudos estábais? Por favor dime que mucho —rio entredientes en un seseo. Imaginárselos con el culo al aire debajo de una moto... Augurios le estaba dando un nuevo tipo de vergüenza ajena. Y encima ahora sumaba al padre—. Ah por favor. Connor, no —lloriqueó entre carcajadas.
Se incorporó en el asiento cuando el canadiense se apartó, aprovechando para masajearse las adoloridas mejillas y comprobar como de suave estaba quedando.
—No. Ha sido horrible —rio de nuevo, con los ojos brillantes por las carcajadas—. Lo he pasado mal. Encima de una moto... ¡¿Qué te pasa?! Me pasa a mi eso y mis ganas de liarme con nadie mueren por años —un escalofrío de situarse demasiado en el rol le arrancó otra risita. Sus ojos se abrieron de par en par cuando Connor le pasó la pelota—. ¡Aaaah no no, lo siento! ¡No es que no tenga, es que no le llega a la suela del zapato a tu historia, desgraciado!
Sus ojos vagaron por el suelo en silencio, en un movimiento rápido que indicaba que estaba pensando.
—Una vez... Estaba en la fiesta de unos socios de mis padres, y una de las invitadas era guapísima y- Bueno. Invitada —rio—. Era la prometida del hijo. En fin, nos gustamos, nos fuimos a una sala apartada para tener intimidad, obvio, y cuando estábamos en pleno momento de empezar a quitarnos ropa escuchamos a los padres de él en el pasillo —rio, el tipo de risa nerviosa de "tierra trágame". Ya tenía las mejillas encendidas de tanto reirse antes, pero ahora era por la vergüenza—. Tuve el tiempo justo para abrocharme mal dos botones, peinarme y ahorcarme con la corbata. Los señores no tenían nada mejor que hacer que entrar y, ahí estábamos los dos: un tipo cualquiera y la prometida de su hijo sentados en un sofá fingiendo ser niños buenos. Y yo con la chaqueta sobre las piernas para que no se notase lo que ya sabes...
Se pinzó el morro, resoplando con resignación.
—Connor, estuvimos diez minutos de reloj hablando con ellos como si no pasara nada. Diez minutos. ¡Y ni siquiera me acuerdo de que carajos hablamos! —estiró las piernas y se quejó, un sonido gutural a medio camino de carcajada y "me quiero morir"—. Todavía no sé los engañamos o nos pillaron. Intento no pensar mucho en ello. Pero vamos... —le miró burlón, recogiendo los trozos de orgullo que se le habían caido al suelo—. Lo tuyo con la moto es más lamentable.
- ♪♫♬:
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Navajazos con mucha clase
26/02/24, 05:09 pm
Las risas de Connor salían de sus labios con pobres intentos por frenarlas. Aquella anécdota había sido el tema de conversación en el club durante unos largos y puñeteros meses, pero ahora se descojonaba de aquello con ganas y una creciente nostalgia por recordar unos momentos más felices, rodeado de los suyos. Las reacciones de Nohlem no hacían más que añadirle picante a su historia, como cuando gritó "Gustaffsooon" en un claro ejemplo de que era el peor nombre del mundo para gemir en la jodida cama.
-¡MIRA QUE ERES GILIPOLLAS! ¡PERO QUÉ RAZÓN TIENES, JODER!- Exclamó entre carcajadas mientras se echaba un poco hacia atrás y se llevaba una mano a las costillas, doloridas por estar tanto tiempo riéndose. Cuando se serenó un poco se sintió preparado para responder la pregunta del varmano, no sin antes darle otro manotazo juguetón en la frente por desear que les hubieran pillado muy desnudos el padre noruego. Suspiró con una sonrisa de medio lado y meneó la cabeza.- Teníamos los pantalones por los putos tobillos así que... Estábamos desnudos de cojones-.
Connor se echó hacia atrás y se cruzó de brazos, con pequeñas risas silenciosas asomándose mientras veía la diversión y las reacciones de Nohlem.-Pues me pasó algo parecido, joder... Estuve meses sin poder traer a ningún rollo a mi habitación porque los cabrones me recordaban delante de él o ella lo que había pasado.- Comentó con sorna. Aún así frunció el ceño divertido ante la negativa inicial de su amigo de contarle una historia porque parecía ser menos interesante. El motero negó con una sonrisa traviesa, no conforme con ello, y de manera cómica volvió a coger la navaja como amenaza para que se confesara. Aunque Nohlem ya parecía pensativo y Connor se quedó en silencio, expectante y sinceramente con bastantes ganas de reírse de él si tenía la ocasión.
El motero había esperado que la historia empezara poco a poco, pero con pocas frases Nohlem ya había captado todo su interés. Una fiesta, que el cerebro de Connor se la imaginaba llena de lujos y gilipollas ricachones yendo de un lugar a otro... Unos socios de sus padres como los anfitriones y una "invitada" guapísima que más bien era la prometida de su hijo. El canadiense abrió los ojos como platos intuyendo por dónde iba todo aquello y la diversión le hizo dar una porrazo a la mesa con la palma de la mano.
-¡Nohlem!- Dijo al borde de la risa solo de imaginárselo. No es que a él le importaran mucho las normas morales en aquellos temas y no pensaba absolutamente mal del varmano, pero si podía pensaba restregárselo de todas formas. Aún así se obligó a serenarse, ya habría tiempo.- Hmm... Nada nada, continúa cabronazo.- La anécdota continuaba sin decepcionar en algún punto y ésta vez sí, Connor rió con jodidas ganas.- ¡JODER! Imagino que se te pondrían los putos huevos de corbata, ¿no?- Preguntó entre carcajadas. Imaginarse a Nohlem vestirse a toda prisa tras haber intentado liarse con la prometida porque llegaban los padres del novio... Cojones, parecía la trama de una puta comedia y de las buenas. Que el varmano tuviera las mejillas encendidas solo lo hacía más divertido, y Connor tosió un par de veces para intentar quitarse la risa de encima como podía.
La escena era tan cómica que resultaba imposible, con la imagen de Nohlem tapando con la chaqueta la jodida prueba de su puñetera culpabilidad... Aún así lo mejor estaba por llegar, porque pegarse diez minutos hablando de cualquier cosa con los padres...
-¡Esa tuvo que ser la mierda más incómoda del puto mundo! ¿Se casaron al final? Joder, dime que no... O sí. En realidad me importa una puta mierda.- Exclamó divertido con la situación y ya puestos decidido a reírse de él más tarde. Pero Nohlem demostró ser mucho más rápido, pues ya le había pasado la pelota y le había atacado con que su situación era más lamentable. Connor se quedó mudo un segundo, antes de esbozar una sonrisa y empujarle en el hombro.- Eh, cabronazo... Al menos yo me puse a follar con el Gurtaeson o cómo cojones se llamara. ¡Y ése estaba libre! ¿Verdad, pedazo de hijoputa?- Preguntó con gesto travieso e inquisitivo, alzando las cejas. El motero cogió la navaja y la remojó de nuevo para darle las últimas pasadas. Intentó simular algo de seriedad para sus siguientes frases, aunque no le salía del todo bien con una sonrisa delatora. Negó con la cabeza mientras le afeitaba lo poquísimo que quedaba.- Y pensar que debajo de todo esa ropa pija y elegante... se escondía un puñetero robanovias, joder.... Nohlem...- Connor se alzó para ponerle una mano en el hombro, dispuesto a seguir metiéndose con él. ¿Qué era lo peor que podía pasar? ¿Que le debiera una serie de favores y exigencias ? ¡Ah, ya se las debía! -Supongo que solo quiero decir que cuando tenga ochenta años y celebre mis putas bodas de oro... Que no vas a estar invitado, joder. Por si acaso.- Incapaz de aguantarse más Connor soltó varias risas y meneó la mano para quitarle importancia a todo lo dicho, como si su sonrisa no le hubiera delatado ya antes.- Bueno, ya he terminado contigo.- Le señaló con la cabeza.
El rostro de Nohlem estaba jodidamente impoluto, si decidías ignorar los tres cortes que ya le había hecho. Piel morena sin rastro de aquella barba pelirroja.
-Has quedado guapo de cojones, MediaCara.- Comentó con una sonrisa sincera y un asentimiento de cabeza.- Y te quedan dos favores todavía...- Connor soltó un bufido divertido, y con ello se podía llegar a intuir que iba a ponerse un poco pesado de nuevo.- Mientras no me pidas vestirme de prometida...-
-¡MIRA QUE ERES GILIPOLLAS! ¡PERO QUÉ RAZÓN TIENES, JODER!- Exclamó entre carcajadas mientras se echaba un poco hacia atrás y se llevaba una mano a las costillas, doloridas por estar tanto tiempo riéndose. Cuando se serenó un poco se sintió preparado para responder la pregunta del varmano, no sin antes darle otro manotazo juguetón en la frente por desear que les hubieran pillado muy desnudos el padre noruego. Suspiró con una sonrisa de medio lado y meneó la cabeza.- Teníamos los pantalones por los putos tobillos así que... Estábamos desnudos de cojones-.
Connor se echó hacia atrás y se cruzó de brazos, con pequeñas risas silenciosas asomándose mientras veía la diversión y las reacciones de Nohlem.-Pues me pasó algo parecido, joder... Estuve meses sin poder traer a ningún rollo a mi habitación porque los cabrones me recordaban delante de él o ella lo que había pasado.- Comentó con sorna. Aún así frunció el ceño divertido ante la negativa inicial de su amigo de contarle una historia porque parecía ser menos interesante. El motero negó con una sonrisa traviesa, no conforme con ello, y de manera cómica volvió a coger la navaja como amenaza para que se confesara. Aunque Nohlem ya parecía pensativo y Connor se quedó en silencio, expectante y sinceramente con bastantes ganas de reírse de él si tenía la ocasión.
El motero había esperado que la historia empezara poco a poco, pero con pocas frases Nohlem ya había captado todo su interés. Una fiesta, que el cerebro de Connor se la imaginaba llena de lujos y gilipollas ricachones yendo de un lugar a otro... Unos socios de sus padres como los anfitriones y una "invitada" guapísima que más bien era la prometida de su hijo. El canadiense abrió los ojos como platos intuyendo por dónde iba todo aquello y la diversión le hizo dar una porrazo a la mesa con la palma de la mano.
-¡Nohlem!- Dijo al borde de la risa solo de imaginárselo. No es que a él le importaran mucho las normas morales en aquellos temas y no pensaba absolutamente mal del varmano, pero si podía pensaba restregárselo de todas formas. Aún así se obligó a serenarse, ya habría tiempo.- Hmm... Nada nada, continúa cabronazo.- La anécdota continuaba sin decepcionar en algún punto y ésta vez sí, Connor rió con jodidas ganas.- ¡JODER! Imagino que se te pondrían los putos huevos de corbata, ¿no?- Preguntó entre carcajadas. Imaginarse a Nohlem vestirse a toda prisa tras haber intentado liarse con la prometida porque llegaban los padres del novio... Cojones, parecía la trama de una puta comedia y de las buenas. Que el varmano tuviera las mejillas encendidas solo lo hacía más divertido, y Connor tosió un par de veces para intentar quitarse la risa de encima como podía.
La escena era tan cómica que resultaba imposible, con la imagen de Nohlem tapando con la chaqueta la jodida prueba de su puñetera culpabilidad... Aún así lo mejor estaba por llegar, porque pegarse diez minutos hablando de cualquier cosa con los padres...
-¡Esa tuvo que ser la mierda más incómoda del puto mundo! ¿Se casaron al final? Joder, dime que no... O sí. En realidad me importa una puta mierda.- Exclamó divertido con la situación y ya puestos decidido a reírse de él más tarde. Pero Nohlem demostró ser mucho más rápido, pues ya le había pasado la pelota y le había atacado con que su situación era más lamentable. Connor se quedó mudo un segundo, antes de esbozar una sonrisa y empujarle en el hombro.- Eh, cabronazo... Al menos yo me puse a follar con el Gurtaeson o cómo cojones se llamara. ¡Y ése estaba libre! ¿Verdad, pedazo de hijoputa?- Preguntó con gesto travieso e inquisitivo, alzando las cejas. El motero cogió la navaja y la remojó de nuevo para darle las últimas pasadas. Intentó simular algo de seriedad para sus siguientes frases, aunque no le salía del todo bien con una sonrisa delatora. Negó con la cabeza mientras le afeitaba lo poquísimo que quedaba.- Y pensar que debajo de todo esa ropa pija y elegante... se escondía un puñetero robanovias, joder.... Nohlem...- Connor se alzó para ponerle una mano en el hombro, dispuesto a seguir metiéndose con él. ¿Qué era lo peor que podía pasar? ¿Que le debiera una serie de favores y exigencias ? ¡Ah, ya se las debía! -Supongo que solo quiero decir que cuando tenga ochenta años y celebre mis putas bodas de oro... Que no vas a estar invitado, joder. Por si acaso.- Incapaz de aguantarse más Connor soltó varias risas y meneó la mano para quitarle importancia a todo lo dicho, como si su sonrisa no le hubiera delatado ya antes.- Bueno, ya he terminado contigo.- Le señaló con la cabeza.
El rostro de Nohlem estaba jodidamente impoluto, si decidías ignorar los tres cortes que ya le había hecho. Piel morena sin rastro de aquella barba pelirroja.
-Has quedado guapo de cojones, MediaCara.- Comentó con una sonrisa sincera y un asentimiento de cabeza.- Y te quedan dos favores todavía...- Connor soltó un bufido divertido, y con ello se podía llegar a intuir que iba a ponerse un poco pesado de nuevo.- Mientras no me pidas vestirme de prometida...-
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Navajazos con mucha clase
01/03/24, 11:45 pm
El porrazo a la mesa le hizo saltar como un resorte, riendo sin fuerza por la sorpresa antes de continuar con la historia. Sus mofas no resultaban tan hirientes como hilarantes, mas cuando a sus ojos su historia palidecía con ser pillado con el culo al aire bajo una moto.
—¿De corbata? Mejor dicho de soga. En la vida me han pillado haciendo algo así, y mira que ha habido oportunidades, pero esa vez estuvo tan cerca… —empujó el aire entre sus dientes en un siseo disconforme.
Las dudas más humanas de Connor no llegaban del todo a la comprensión del granta. Es decir, sí, que te pillen los padres del novio es terrible de por sí, pero era una cuestión de pudor y respeto básica, partiendo de que estaban en casa ajena, con los anfitriones y ella sería su futura nuera, lo cual rompía las espectativas que tuvieran en su educación. Pero más allá de eso… A menos que realmente los hubiesen pillado y eso les diese una muy mala impresión de la chica… ¿Qué casado o prometido no tenía ligues?
—¿Por qué no iban a casarse? —preguntó, arrastrando las risas previas contagiadas por Connor con un genuino matiz de confusión—. O sea, no sé si se han llegado a casar ya, pero…
El asunto se explicó solo cuando el pelirrosa comparó sus casos con el uso de cierta palabra clave: “libre”. La boca del varmano se abrió en una silenciosa “aaaah” de entendimiento, para luego fruncir el ceño con una sonrisa llena de burla. Le habría devuelto el empujón en el hombro de no ser porque el otro aún esgrimía la navaja, y con conservar la cara medio intacta y tres favores Nohlem estaba indispuesto a derramar más sangre. En su lugar le dio una débil patada en la espinilla con el pie.
—Mira que sois especialitos los humamones… —esperó a que terminase la pasada, juzgándole paciente con la mirada—. ¡Cómo que roba-novias! —estalló finalmente—. ¡Qué estás inventando! ¡Yo no he robado a nadie! Que vosotros seáis unos aburridos monógamos con una idea posesiva del sexo no es culpa nuestra —hizo un gesto brusco para librarse de la mano en su hombro, pero aún con esas sonreía divertido—. ¡¿Por si acaso qué, te conquisto?! ¡Culpa al pecado, no al pecador! —espera, ¿en este caso el pecado no era él? Hizo a un lado la duda—. ¡Y con 80 años ya vas a ser abono de árbol, ew!
Y es que 80 años para un varmano eran unos 93 para un humano, y en su especie apenas pasaban de los 60 (70 terrestres) si acaso eras rico. Se incorporó de la silla ya cansado de estar quieto mientras se acariciaba la barbilla que tan sedosa notaba ahora, entre complacido y picado por el tema. Chasqueó la lengua. Se estaba arrepintiendo de contarle nada, sobre todo porque sus burlas empezaban a ser ridículas y alienígenas. Le terminó de fusilar cuando le llamó MediaCara, escondiendo parcialmente la sonrisa tras la palma de su mano.
—Oh, no no, no lo olvido, tranquilo. Y tú no te preocupes, que la prometida no es la única que puede interesarme —le lanzó una mirada significativa—. O mejor sí, preocúpate —se puso a recoger la barbería improvisada por tener algo que hacer mientras hablaba—. A lo mejor si tuviéramos una moto… —dejó la frase sin acabar y se encogió de hombros con resignación—. Pero bueno, por lo pronto me lo reservo para cuando me haga verdadera falta. Me gusta eso de que me debas una… ¡Ah no, espera! —vació el cubo con agua enjabonada en el patio, y una vez que fue lo suficiente ligero para sostenerlo bajo un brazo sacó dos dedos de la mano libre—. ¡Dos! ¡Me debes dos! ¡No está nada mal este servicio, oye! —rio con sorna, dándole una palmadita en el brazo y dejando la mano ahí, por un largo segundo distraído con lo fuerte que lo tenía (“qué es, ¿acero?”)—. Gracias por los cortes, Dos Caras. ¡Hay que ver que hermosos y bien servidos estamos!
—¿De corbata? Mejor dicho de soga. En la vida me han pillado haciendo algo así, y mira que ha habido oportunidades, pero esa vez estuvo tan cerca… —empujó el aire entre sus dientes en un siseo disconforme.
Las dudas más humanas de Connor no llegaban del todo a la comprensión del granta. Es decir, sí, que te pillen los padres del novio es terrible de por sí, pero era una cuestión de pudor y respeto básica, partiendo de que estaban en casa ajena, con los anfitriones y ella sería su futura nuera, lo cual rompía las espectativas que tuvieran en su educación. Pero más allá de eso… A menos que realmente los hubiesen pillado y eso les diese una muy mala impresión de la chica… ¿Qué casado o prometido no tenía ligues?
—¿Por qué no iban a casarse? —preguntó, arrastrando las risas previas contagiadas por Connor con un genuino matiz de confusión—. O sea, no sé si se han llegado a casar ya, pero…
El asunto se explicó solo cuando el pelirrosa comparó sus casos con el uso de cierta palabra clave: “libre”. La boca del varmano se abrió en una silenciosa “aaaah” de entendimiento, para luego fruncir el ceño con una sonrisa llena de burla. Le habría devuelto el empujón en el hombro de no ser porque el otro aún esgrimía la navaja, y con conservar la cara medio intacta y tres favores Nohlem estaba indispuesto a derramar más sangre. En su lugar le dio una débil patada en la espinilla con el pie.
—Mira que sois especialitos los humamones… —esperó a que terminase la pasada, juzgándole paciente con la mirada—. ¡Cómo que roba-novias! —estalló finalmente—. ¡Qué estás inventando! ¡Yo no he robado a nadie! Que vosotros seáis unos aburridos monógamos con una idea posesiva del sexo no es culpa nuestra —hizo un gesto brusco para librarse de la mano en su hombro, pero aún con esas sonreía divertido—. ¡¿Por si acaso qué, te conquisto?! ¡Culpa al pecado, no al pecador! —espera, ¿en este caso el pecado no era él? Hizo a un lado la duda—. ¡Y con 80 años ya vas a ser abono de árbol, ew!
Y es que 80 años para un varmano eran unos 93 para un humano, y en su especie apenas pasaban de los 60 (70 terrestres) si acaso eras rico. Se incorporó de la silla ya cansado de estar quieto mientras se acariciaba la barbilla que tan sedosa notaba ahora, entre complacido y picado por el tema. Chasqueó la lengua. Se estaba arrepintiendo de contarle nada, sobre todo porque sus burlas empezaban a ser ridículas y alienígenas. Le terminó de fusilar cuando le llamó MediaCara, escondiendo parcialmente la sonrisa tras la palma de su mano.
—Oh, no no, no lo olvido, tranquilo. Y tú no te preocupes, que la prometida no es la única que puede interesarme —le lanzó una mirada significativa—. O mejor sí, preocúpate —se puso a recoger la barbería improvisada por tener algo que hacer mientras hablaba—. A lo mejor si tuviéramos una moto… —dejó la frase sin acabar y se encogió de hombros con resignación—. Pero bueno, por lo pronto me lo reservo para cuando me haga verdadera falta. Me gusta eso de que me debas una… ¡Ah no, espera! —vació el cubo con agua enjabonada en el patio, y una vez que fue lo suficiente ligero para sostenerlo bajo un brazo sacó dos dedos de la mano libre—. ¡Dos! ¡Me debes dos! ¡No está nada mal este servicio, oye! —rio con sorna, dándole una palmadita en el brazo y dejando la mano ahí, por un largo segundo distraído con lo fuerte que lo tenía (“qué es, ¿acero?”)—. Gracias por los cortes, Dos Caras. ¡Hay que ver que hermosos y bien servidos estamos!
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