No todo lo que tiene alas vuela

Recuerdo del primer mensaje :

Adam desde que habló con la siwani sintió que poco a poco hablaban con más frecuencia. A veces iban a la planta baja a tomar algo y hablar de sus vidas, de como fue su paso por la ciudad e indagar en los detalles que vivieron antes de que la luna iluminase el cielo. Eran charlas curiosas en las que ambas partes se conocían mas entre sí y el pegaso las disfrutaba. En uno de los intercambios de palabras Fleur manifestó su deseo de volar y usar sus alas para surcar el cielo. Adam le dio la razón, al fin y al cabo sentía lo mismo con sus propias alas. No tardó mucho en ofrecerse para asistirla en tomar un vuelo supervisado, él la ayudaría a que en su otra forma intentase alzar el vuelo y si algo saliese mal el ruso estaría para agarrarla. Por motivos obvios prefirió reservarse, sabía que su cuerpo de más de media tonelada sería demasiado para que Fleur lo manejase si se cayese, tampoco quería ponerla en riesgo.

Optaron por estar cerca de los jardines de la memoria, en un descampado sin muchos escombros alrededor que serviría para tener un llano desde el que tomar un vuelo bajo.

—Creo que este sitio podría estar bien. He venido un par de veces aquí a recoger hojas y se está relativamente tranquilo, al menos casi siempre estoy solo cuando vengo —admitió, viendo el muro de patrón hexagonal de los jardines. Ese sitio le pareció siempre la mar de agradable y venir acompañado lo agradecía, sentía que era una decisión algo arriesgada venir por cuenta propia cuando lo hacía. Como siempre vestía las ropas de manga larga para que no se notase su transformación, en ese aspecto nadie tendría motivos para sospechar de lo que él realmente era al menos. Adam miró a Fleur con una sonrisa cálida y apoyó sus brazos en jarra—. Bueno, yo ya estoy listo. Cuando te veas preparada estaré para que no te caigas de mala manera —el ruso se aseguraría de que no se lastimase. Por si acaso practicó el hechizo de levitación bastantes veces vaya a ser que necesitase alzar al cisne en algún momento.

En su forma de cisne todas las sombras y estructuras tomaban dimensiones más grandes y alargadas, como si quisieran retorcerse sobre su cabeza y atraparla. En aquel ambiente tan lúgubre la sensación era más grande si cabía. Además se sentía mucho más pequeña, pero lo curioso era que también más ligera. En cualquiera de los casos continuaba oyendo con normalidad a pesar de no poder comunicarse, y la idea de que le cosieran con puntos no la agradó demasiado. El ave graznó, mirando de manera intermitente a Adam y pidiendo ayuda mediante graznidos. Luego, cuando el doctor aplicó la crema blancuzca no tuvo más remedio que resignarse, moviendo las patitas de manera nerviosa y sin querer agitar las alas demasiado por las heridas.

En última instancia y antes de que la aguja de Vesalio perforara su piel, algo le detuvo. La siwani permaneció quieta, sintiéndose analizada en exceso pero entendiendo que era necesario. Por otra parte le convenía retrasar todo lo posible el momento en que volviera a sentir dolor.

¿Qué trataba de decirle? ¿Se estaba curando sola? Ella solo notaba un picor leve en algunas partes de su emplumado cuerpo, y cierto era que tras unos minutos el picor había desaparecido en ciertos sitios. Graznó varias veces en dirección al varmano, sin saber muy bien cómo responderle que desconocía su naturaleza en ese sentido. Lo único que pudo hacer fue girar su largo cuello hacia un lado, en señal de duda. Un gesto que pertenecía indudablemente a un humano.

Fleur, a su manera, le indicó que no sabía a qué refería (o al menos eso es lo que captaba con los gestos y graznidos). Vesalio podía entender que, por mala suerte, no hubiera descubierto todos los detalles de sus cambios, a veces hacía falta consultar varios libros para ello. Lo que sí le hizo arrugar el morro y mucho fue que Adam tampoco supiera del tema. ¿Se supone que estudiaba "medicina" y no sabía algo tan elemental como aquello? -(Cosas de curanderos de tres al cuarto)- pensó con un desprecio sosegado que no mostró.

Lo único que hizo Vesalio fue dar un ligero suspiro antes de explicar aquello: -Algunas transformaciones, además de los poderes específicos que tengan, cuentan con regeneración. Es una capacidad curativa que, igual que la magia y los aumentos físicos, tiene distintos niveles, en concreto de tiempo y potencia. Así por ejemplo puede ver transformados que pueden llegar a regenerar extremidades después de un mes u otros que se curen en cuestión de segundos pero solo heridas superficiales. Es un tema fascinante sobre el que investigar, ciertamente.- Podía seguir dándoles detalles durante horas, pero decidió parar. Con aquello bastaba para que estuvieran en situación.

Miró a la siwani, ya que lo que dijo a continuación iba para ella en concreto: -Me temo que desconozco tu nivel exacto, aunque aventuro que es al menos de velocidad media. Cuento con una similar al fin y al cabo, así que estoy bastante seguro de ello.- Con aquello dicho, preparó de nuevo la aguja y preguntó: -Aún con todo, sería necesario coser el ala. Simplemente para ayudar a la cicatrización y detener el sangrado. Así que, si eres tan amable...-

En cuanto la chica-cisne le extendiera el ala, el doctor empezaría a coser. Para suerte de Fleur, la pericia del médico haría que el dolor de la agujas no durara demasiado. En menos de unos minutos, la herida del ala estaría cosida.

Ignorando el leve suspiro de Vesalio, Adam se centró más en escuchar las palabras valiosas del médico sobre la regeneración. Recordó leer sobre el asunto, aunque lo describían de forma vaga entre las páginas. Era sorprendente, de hecho. Imaginarse una mano crecer por sí sola ya era difícil de visualizarlo de forma realista, los dones de la Luna Roja son maravillosos. Comprendió que era un novato, su hambre por saber más y más aumentó, necesitaba saberlo todo para ayudar a cada ser único de la ciudad.

La transformación de Fleur también le pareció interesante, con ese grado de regeneración. El doctor alabó esa capacidad de los siwanis pero igualmente hacían falta suturas, preparando la aguja. Adam intentó ver todo el proceso pero… la aguja nadando entre la carne seguida del hilo cerrando la herida… Apretó los dientes, no quería quitar ojo, era necesario.

Y ya por fin terminó. La herida estaba perfectamente cosida y encima fue algo relativamente rápido. No cabía duda de que Vesalio portaba con una experiencia notable sobre sus hombros y el ruso respetó eso. Se acercó al doctor y, por ende, al cisne.

—Doctor, de nuevo muchísimas gracias por todo. Juro que le devolveremos este grandísimo favor —Adam incluso inclinó su cabeza un poco por respeto y agradecimiento. Hubo desacuerdos pero algo era claro, estaba en deuda con él por salvar a su amiga.

Aún en forma de cisne Fleur era capaz de escuchar atentamente. Vesalio parecía querer dar a entender que poseía ciertas habilidades de regeneración aún desconocidas. Se preguntó cuando su transformación dejaría de sorprenderla. Poseía más flexibilidad, otro cuerpo con el que volar, podía manejar las emociones de los demás a su antojo en incluso leyó en algún manuscrito que el mentalismo se encontraba dentro de sus afinidades.

No hubo tiempo para estar orgullosa, porque la aguja del doctor pronto entró en contacto con su cuerpo. Fueron pocos minutos debido a su destreza, pero el ave no dejó de graznar bajito, quejándose a cada poco. Cuando terminó se acercó hasta la rodilla de Adam y pegó su pico a la pierna, visiblemente dolorida. Luego volvió a su forma humana, con una expresión extraña en el rostro ya que aunque no sentía el dolor de los puntos en el ala la sensación había sido reciente. Se mantuvo en pie apoyada en el cuerpo del ruso mientras miraba a su amigo con los ojos enrojecidos.

—Gracias... no sé que habría pasado si usted hubiera pasado de largo —era difícil atisbar a su salvador bajo aquella máscara siniestra, pero se lo imaginaba con una expresión inescrutable que haría una combinación perfecta con su tono de voz—. Le devolveré el favor... si quiere algo a cambio.

-Ya está- anunció al acabar sin cambio en la voz. En cuanto dejó de coser Vesalio comenzó a recoger algunas de las herramientas, disponiéndolas para limpiar luego o guardarlas en el momento. Les dejó unos momentos para aliviar la posible tensión del procedimiento antes de prestarles atención de nuevo.

-No es nada, es mi trabajo al fin y al cabo- respondió al agradecimiento de los dos. Podía decirse que sonaba ligeramente complacido por su trabajo con Fleur, aunque tampoco es que lo mostrara abiertamente ni se distanciaba tanto de cómo había estado hablando hasta ahora. Miró luego a la francesa: -Hace unas horas tal vez habría pedido algunas muestras de cierto musgo mágico, pero fue una perfecta coincidencia que encontrara varios donde estabais.- Era lo más parecido a una broma (si podía considerarse como tal) que le escucharían decir. El médico siguió la explicación para ambos, sin apenas gesticular: -Siendo un caso de emergencia y que todavía estáis adaptándoos a todo, podéis considerarlo... un regalo de bienvenida. No os pediré nada a cambio, pero si aún así queréis compensarlo, de vez en cuando estaría bien contar con ayuda en la clínica.- Era una simple sugerencia, aunque dadas las circunstancias y su aspecto no le extrañaría que recelaran de la propuesta. Iba dirigida tanto a la siwani como al chico, aunque de él no esperaba gran cosa. Sabía algunos fundamentos, pero distaba mucho de ser un médico de verdad. Tal vez si aceptaba ayudarle descubriera lo equivocado que estaba al usar magia, aunque no estaba seguro de que sucediera.

En fin, a no ser que tengáis alguna duda más ya he cumplido mi parte- dijo con un ligero movimiento del ala del sombrero. -Recordad la dosis y, en general, te convendría unos días en reposo. Por otras transformaciones, imagino que tendrás que descansar también en tu otra forma si quieres que esa también se cure, aunque sin duda será más rápido contando con regeneración.- terminó indicando.

Con aquel chiste entre comillas bien grandes, Adam sonrió incómodo. No era una situación específicamente agradable como para bromear con ello pero intentó tomárselo lo mejor que pudo. El doctor insistió en que el tratamiento lo consideraría un regalo de bienvenida, no pidió nada a cambio pero hizo una sugerencia sobre necesitar ayuda de vez en cuando. ¿Un doctor… el primero que se encuentra le ofrece lo más parecido a un ensayo práctico?

—Lo… consideraré —dijo con una extraña mezcla de timidez, vergüenza y orgullo mientras bajaba la mirada en Fleur. Lo que dijo previamente, eso de que la magia no era medicina, resonaba en su cabeza. El conocimiento era necesario y no iba a depender de hechizos al cien por ciento. Quería equilibrio, usar su afinidad en las artes mágicas para hacer un buen trabajo, el mejor trabajo en curar a quienes lo necesiten—. Si nos necesitas, estaremos disponibles cuando podamos —admitió tragando un poco de amargura interior, con una sonrisa algo falsa pero gentil en cierta manera.

»Espero que te recuperes pronto —con Fleur tuvo un semblante distinto, más sincero y calmado cuando se dirigió a ella.

Fleur apoyó la cabeza en el brazo de Adam, quien le sacaba tanta altura como para que tuviera que levantar la cabeza si quería mirarle a los ojos. No hacía falta ser un lumbreras para saber que no estaba cómodo. Y no podía culparle.

Percibía cierta tensión, como si hubiera ocurrido algo más en el tiempo en que estaba inconsciente, pero decidió no indagar por su propia tranquilidad. Estaba demasiado cansada para eso, así que decidió agarrar un brazo del ruso con pesadez antes de hablar envuelta en la bruma que le traía la dosis.

—Lo tendremos en cuenta, es muy amable por tu parte —dijo, intentando que no se le notara en la voz lo sorprendida que estaba por su aparente amabilidad y porque el único recado que les había sugerido era recoger musgo. Algo que a priori no parecía tan complicado. A menos que...

Una vez  se despidieron y la chica esbozó una mueca extraña por el intento de broma del doctor se dirigió al pegaso con premura y algo de alarma en su voz. Le miró con ojeras hundidas en su piel como único maquillaje natural.
—Adam, por favor, dime... que no le has contado nada sobre tu verdadera naturaleza.

Quería disculparse con él, pero en su estado débil lo mejor era encargarse de los problemas de uno en uno.

La francesa se tomó la libertad de descansar la cabeza en su hombro, gesto que Adam comprendió y aceptó entendiendo que se encontraría muy débil estando dispuesto a ayudarla. La miró por un instante, estaba incómodo por la situación pero quería ocultarlo, apartando la mirada. No era por ella, era… era complicado.

Ambos se despidieron de aquel extraño doctor. El pegaso ayudaba a Fleur a caminar un poco, no quería que se lastimase por una tonta caida. La francesa lo pilló de sorpresa con una pregunta que no se esperaba, tardando un poco en responder.

—N-no, no le dije nada de que soy un pegaso. ¿Por qué lo dices? ¿Ha pasado algo? —no quería alarmarse, pero se hizo un poco de bola en su cabeza por ello.

Fleur andaba con algo de dificultad agarrada al brazo del ruso. No se atrevía a mirar a otro sitio que no fuera el desgastado suelo, ya que alzar la cabeza podría significar recordar todo el dolor que se hizo así misma al impactar contra fachadas y tejados. Un escalofrío le recorrió el cuerpo y la joven dejó escapar un gran suspiro cuando el chico le contestó.

—No... no es nada... es solo que... tenía miedo de que nos hubiera sugerido que le echemos una mano porque conozca tu verdadera naturaleza y quiera aprovecharse de ella. Pero me alegro de que no sea el caso.

Los siguientes minutos los pasaría en absoluto silencio, notando como sus músculos aún se resentían bajo los efectos de la dosis. Al fin se atrevió a hablar.
—Adam... yo... lo siento muchísimo, de veras, todo esto ha sido culpa mía, he pecado de imprudente —no tenía valor para mirarle a la cara, pero frenó en seco, deteniéndose en una esquina de la calzada—. Te he arrastrado conmigo y lamento mucho lo que has tenido que pasar. De hecho... necesito pedirte un último favor... y es que no le cuentes esto a nadie. No sé que pensaría Maila de mí si se enterara de que hemos estado en un edificio cualquiera con un desconocido —ahora sí le miró—. O lo que opinaría Chromsa.

Cuando Fleur se explicó, Adam hiló su incomodidad con Vesalio con lo que ella estaba pensando. Desde fuera parecía un chantaje para la francesa y para su alivio no podía estar más lejos de la realidad, se le helaba la sangre solo de pensar en ese escenario.

—No fue eso, te lo confirmo —negó con la cabeza firmemente—. Estaba… algo incómodo con el doctor si te soy honesto, yo no estaba muy de acuerdo con sus comentarios. Dijo que la magia curativa es algo de “curanderos” y dejó caer que era innecesario, eso no es verdad… —exhaló con algo de coraje contenido en sus palabras, apretando los labios.

Hubo un pequeño silencio. Adam deseaba volver de una vez, dejarla descansar, beber agua, estaba agotado mentalmente y arrastraba una fatiga mental digna de estar todo el resto del día reposando. Fleur dijo otras palabras, eran una disculpa. El pegaso la miró pero ella esquivaba su mirada azulada, desde ese ángulo hasta sus azules eran tapados por ese plumón negro que conformaban sus pestañas.

—Fleur, no lo sientas. Ha sido un accidente pero se solucionó, no pienses en ello de más —intentó responder para consolarla, ella no merecía sufrir por ello. Sin embargo, ella siguió pidiendo lo que parecía ser un favor—. Claro, lo que sea —añadió, reforzando sus intenciones asintiendo. Conque Maila… Entendía sus motivos mientras la escuchaba, era una situación verdaderamente incómoda para ella y…

De repente se giro, hundiendo esa mirada azulada con gestos de dolor sobre Adam. Mencionó a Chromsa, no habría problema, ¿verdad? Sin explicación, poco a poco, un sentimiento de culpa invadió el pecho del pegaso, presionándolo. Culpa, delito, era amargo y tensó el rostro por ello. Se sentía mal por sus acciones, o lo que él pensaba que era el origen. ¿Chromsa se enfadaría? Había sido imprudente él también, podía haberla detenido, o haberla curado a tiempo. La imprudencia de las acciones de Fleur se le pesaron a Adam pero duplicado, sintiendo una gravedad en sus sentimientos que lo hicieron tragar saliva.

—L-lo prometo Fleur, de aquí no sale nada de esto.

En el camino de vuelta Adam estaba pálido y no discutió a la francesa por mencionar a su pareja, en ese momento era presa de sentimientos inducidos que pensó eran los suyos. Se excusaría alejándose de Fleur y cualquiera yendo a su habitación. No quería ver a Maila y mucho menos a Chromsa ese día.

Se sentía horrible.

La francesa ladeó la cabeza hacia un lado, confusa por las palabras de su amigo. Compuso una mueca de disgusto ya que al parecer Vesalio hacía distinciones entre cómo curar a alguien con magia o de manera ordinaria. No tenía muchas energías para hacerse una idea apropiada al respecto pero... si no fuera por los hechizos que sus compañeros encontraron en la biblioteca a día de hoy estaría muerta. Como Iemai.

La joven acarició el brazo del chico, verdaderamente agradecida porque la consolara y entendiera. Se sentía en deuda con el doctor, y ahora con Adam. Pero la dulzura del ruso la enternecía.

Por eso se sorprendió así misma cuando usó sus poderes con él. El contacto visual duró pocos segundos y su influencia afloró de manera innata. Culpabilidad, eso fue lo que sintió nada más ver la reacción en él, y paradójicamente esa era la emoción que trataba de producirle. Quizá no hubiera sido necesario y Adam razonara de manera similar a ella. Pero nunca podría comprobar cuál habría sido curso de acción. Maila le importaba demasiado, y no dejaría que nada ni nadie se interpusiera en su camino.

—Gracias... Adam, eres muy amable —la francesa se despediría con una vorágine de pensamientos contradictorios en su interior.

No estaba orgullosa. Pero era útil. Aquella noche cambió a su forma de cisne para dormir mientras sus heridas cicatrizaban. Le costó conciliar el sueño porque...

No se sentía tan arrepentida como debería.