Cena cutre con erótico resultado (+18)
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- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Cena cutre con erótico resultado (+18)
14/04/21, 12:44 am
Recuerdo del primer mensaje :
Por si no quedaba claro va a haber contenido para adultos.
Tras la fiesta de inauguración en la boutique los exletarguinos se habían reunido para volver a la Sede todos juntos, comentando por el camino lo bonito que había quedado el negocio y lo bien que se habían desenvuelto Pelusa y Rox como anfitriones. El ambiente general era aún festivo y por eso le costó un poco separarse de los demás al llegar, pero con la excusa de madrugar al día siguiente se escabulló a la cocina donde no tardó en reunirse con el cambiante.
La idea que tenían era cenar juntos para celebrarlo un poco en privado, pero con todo el catering no es que tuvieran mucho apetito, así que reunieron algunas cosas para picotear y se retiraron al cuarto del australiano. Desde que habían empezado a salir el brujo se ponía nervioso cada vez que franqueaba la puerta de su chico, más de lo que le habría gustado admitir, y en aquella ocasión no fue la excepción. No sabía si era el olor a él que lo impregnaba todo o simplemente el hecho de que se quedaran a solas sin ojos indiscretos, pero cuando se sentó en la cama podía adivinarse un ligero rubor en las mejillas del irrense.
—Oye, has estado genial en la boutique —dijo para no quedarse en silencio, tratando por todos los medios de no sonar tan avergonzado cómo se sentía—. Has tardado mucho menos que yo en adaptarte a tu trabajo, la verdad, parecía que llevabas toda la vida haciendo lo mismo. —reconoció con una sonrisa, refiriéndose tanto a su faceta de modelo como a la de dependiente.
A pesar de no tener hambre se llevó un fruto seco a la boca por reflejo, agradeciendo en silencio la excusa para que no se le notara aún más la turbación mientras esperaba la respuesta del humano.
Por si no quedaba claro va a haber contenido para adultos.
Tras la fiesta de inauguración en la boutique los exletarguinos se habían reunido para volver a la Sede todos juntos, comentando por el camino lo bonito que había quedado el negocio y lo bien que se habían desenvuelto Pelusa y Rox como anfitriones. El ambiente general era aún festivo y por eso le costó un poco separarse de los demás al llegar, pero con la excusa de madrugar al día siguiente se escabulló a la cocina donde no tardó en reunirse con el cambiante.
La idea que tenían era cenar juntos para celebrarlo un poco en privado, pero con todo el catering no es que tuvieran mucho apetito, así que reunieron algunas cosas para picotear y se retiraron al cuarto del australiano. Desde que habían empezado a salir el brujo se ponía nervioso cada vez que franqueaba la puerta de su chico, más de lo que le habría gustado admitir, y en aquella ocasión no fue la excepción. No sabía si era el olor a él que lo impregnaba todo o simplemente el hecho de que se quedaran a solas sin ojos indiscretos, pero cuando se sentó en la cama podía adivinarse un ligero rubor en las mejillas del irrense.
—Oye, has estado genial en la boutique —dijo para no quedarse en silencio, tratando por todos los medios de no sonar tan avergonzado cómo se sentía—. Has tardado mucho menos que yo en adaptarte a tu trabajo, la verdad, parecía que llevabas toda la vida haciendo lo mismo. —reconoció con una sonrisa, refiriéndose tanto a su faceta de modelo como a la de dependiente.
A pesar de no tener hambre se llevó un fruto seco a la boca por reflejo, agradeciendo en silencio la excusa para que no se le notara aún más la turbación mientras esperaba la respuesta del humano.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Cena cutre con erótico resultado (+18)
14/04/21, 12:56 am
Agradeció dos cosas: llevar calzoncillos buenos y haber practicado con su cuerpo con antelación. Se centró en sus acciones y no en las del brujo, sin querer exteriorizar que estaba carcomido por los nervios. Incluso se preguntó si le daría tiempo de cambiar cualquier detalle de última hora sin que lo notase, inseguridad que, no obstante, se le olvidó al destaparse las privacidades. Un soplo de sorpresa fue su primera respuesta.
Tal como esperaba no eran tan alienígenas, y de hecho la del irrense se le antojó bonita. También estaba el detalle de que... bueno, no es que Milo tuviese un trabuco de actor porno, pero a simple vista era un poquito mayor que la de su ex (y por ende que la suya, aunque en eso siempre podía hacer trampas). Por mucho que se mordiese el interior de los carrillos su sonrisa era difícil de disimular.
—Que va... —respondió en tono suave, rozando su vientre. El pálpito no pasó desapercibido, el cual le hizo volver a morderse el labio, sediento y embobado. Al seguir lo hizo con cierta voracidad—. A mi me gusta más el tuyo...
Ni queriendo podría expresar verbalmente lo mucho que le encendía ver sus erecciones juntas. Un sonido anhelante se quedó en su garganta cuando Milo le besó, algo más alto cuando sintió como sus dedos se cerraban en torno a él. Tras un temblor producido por el placer profundizó el beso con su lengua, dándole varios mordiscos suaves y lentos antes de imitarle. De haber estado más suelto y menos ocupado no habría usado precisamente las manos.
—Milo... —murmuró sin apenas separarse de su boca. Solo había subido y bajado una vez cuando recordó algo—. E-Espera —giró el rostro a donde estaba la mesita de noche y estiró el brazo hasta el primer cajón. Tuvo que moverse un poco para sacar lo que buscaba, mas no tardó en dar con ello: un botecito de lubricante. Se lo había pedido a su jefa (por escrito) con la última paga—. Es lubricante frivy, creo... es bueno —susurró, y con una sonrisa, el corazón ajetreado y las mejillas rojas se echó un chorro en la palma—. Va a estar un poco frío.
Apoyó su frente contra el chico antes de, con una misma mano, comenzar a masturbarles simulatánea y lentamente. Por el cambio de temperatura se le escapó una exhalación que sería pronto reemplazada por su respiración pesada.
Tal como esperaba no eran tan alienígenas, y de hecho la del irrense se le antojó bonita. También estaba el detalle de que... bueno, no es que Milo tuviese un trabuco de actor porno, pero a simple vista era un poquito mayor que la de su ex (y por ende que la suya, aunque en eso siempre podía hacer trampas). Por mucho que se mordiese el interior de los carrillos su sonrisa era difícil de disimular.
—Que va... —respondió en tono suave, rozando su vientre. El pálpito no pasó desapercibido, el cual le hizo volver a morderse el labio, sediento y embobado. Al seguir lo hizo con cierta voracidad—. A mi me gusta más el tuyo...
Ni queriendo podría expresar verbalmente lo mucho que le encendía ver sus erecciones juntas. Un sonido anhelante se quedó en su garganta cuando Milo le besó, algo más alto cuando sintió como sus dedos se cerraban en torno a él. Tras un temblor producido por el placer profundizó el beso con su lengua, dándole varios mordiscos suaves y lentos antes de imitarle. De haber estado más suelto y menos ocupado no habría usado precisamente las manos.
—Milo... —murmuró sin apenas separarse de su boca. Solo había subido y bajado una vez cuando recordó algo—. E-Espera —giró el rostro a donde estaba la mesita de noche y estiró el brazo hasta el primer cajón. Tuvo que moverse un poco para sacar lo que buscaba, mas no tardó en dar con ello: un botecito de lubricante. Se lo había pedido a su jefa (por escrito) con la última paga—. Es lubricante frivy, creo... es bueno —susurró, y con una sonrisa, el corazón ajetreado y las mejillas rojas se echó un chorro en la palma—. Va a estar un poco frío.
Apoyó su frente contra el chico antes de, con una misma mano, comenzar a masturbarles simulatánea y lentamente. Por el cambio de temperatura se le escapó una exhalación que sería pronto reemplazada por su respiración pesada.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Cena cutre con erótico resultado (+18)
14/04/21, 12:57 am
Cualquier posible respuesta que Milo tuviera para el último cumplido de Rox fue silenciada por la lengua del chico y sus suaves mordiscos. El escalofrío que le recorrió el cuerpo cuando los dedos del humano imitaron su propio gesto fue como un latigazo de placer, pero fue el único movimiento de subida y bajada que ambos hicieron lo que le dejó temblando mientras un gemido ahogado se le escapaba entre los dientes.
Oír su nombre en los labios del cambiante era como miel para sus oídos, pero antes de que pudiera decir nada el rubio detuvo sus movimientos. El brujo lo miró unos segundos confundido, los ojos ligeramente enturbiados por el deseo, y cuando el australiano se inclinó hacia la mesita no pudo evitar recorrer su torso con las manos.
—¿Lubricante... ? —acertó a murmurar cuando le enseñó lo que había estado buscando, costándole entender a qué se refería por una mezcla de desconocimiento y obnubilamiento.
El irrense observó los movimientos de su novio con curiosidad, siguiendo sus pasos mientras el chico se echaba una cantidad generosa a la palma de la mano, pero a pesar de sus advertencias no se esperaba para nada la reacción que tuvo cuando aquel líquido rozó su piel. Gimió sorprendido y arqueó la espalda mientras el cambiante empezaba a masturbarles con una sola mano. El contraste entre el frío y el calor que sentía era abismal, una sensación inesperada y sumamente placentera.
Milo tuvo que morderse el labio inferior para no hacer más ruido del necesario, pero su respiración agitada y sus mejillas febriles eran señales más que evidentes de lo que sentía en aquellos momentos. Con el brazo izquierdo volvió a aferrarse a Rox, atrayéndolo hacia sí con desesperación, y con la mano libre entrelazo sus dedos con los del muchacho para ayudarle con el movimiento acelerando ligeramente.
Oír su nombre en los labios del cambiante era como miel para sus oídos, pero antes de que pudiera decir nada el rubio detuvo sus movimientos. El brujo lo miró unos segundos confundido, los ojos ligeramente enturbiados por el deseo, y cuando el australiano se inclinó hacia la mesita no pudo evitar recorrer su torso con las manos.
—¿Lubricante... ? —acertó a murmurar cuando le enseñó lo que había estado buscando, costándole entender a qué se refería por una mezcla de desconocimiento y obnubilamiento.
El irrense observó los movimientos de su novio con curiosidad, siguiendo sus pasos mientras el chico se echaba una cantidad generosa a la palma de la mano, pero a pesar de sus advertencias no se esperaba para nada la reacción que tuvo cuando aquel líquido rozó su piel. Gimió sorprendido y arqueó la espalda mientras el cambiante empezaba a masturbarles con una sola mano. El contraste entre el frío y el calor que sentía era abismal, una sensación inesperada y sumamente placentera.
Milo tuvo que morderse el labio inferior para no hacer más ruido del necesario, pero su respiración agitada y sus mejillas febriles eran señales más que evidentes de lo que sentía en aquellos momentos. Con el brazo izquierdo volvió a aferrarse a Rox, atrayéndolo hacia sí con desesperación, y con la mano libre entrelazo sus dedos con los del muchacho para ayudarle con el movimiento acelerando ligeramente.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Cena cutre con erótico resultado (+18)
14/04/21, 12:58 am
Rox sonrió débilmente por el gemido de su novio, tan armónico como provocativo, pero fuera de un suspiro complacido no tuvo espacio para otra respuesta. Hablar o siquiera pensar no era su prioridad en aquel momento. Correspondió con un abrazo tosco en cuanto estuvieron más pegados, recorriendo su espalda con la otra mano. Aunque fuera despacio, la excitación, la fricción piel contra piel y las ganas provocaron que sus jadeos se hicieran audibles pronto, in crescendo cuando Milo se unió a la causa. La presión añadida y el aumento del ritmo sirvió para arrancarle un primer gemido, cohibido por el desconocimiento y la inseguridad; le daba apuro sonar femenino, remanescencias de su disforia, de cuando debía contener y forzar la voz para que sus agudos no saltasen. No obstante fue su propio tono, dulce pero grave, el que le recordó que ya no tenía que pretender nada. Escucharse derribó un ladrillo de aquella muralla. Al segundo gemido cayó otro. Jadeo, más rápido. Otro. Beso, mordisco. Otro. Así hasta que fueron ruinas.
Sus dedos se cerraron en torno a la camiseta de su novio, tirando de ella hacia arriba hasta dejarle media espalda al aire, aferrándose a la tela para no arañarle según aceleraba el compás. Si su erección no había alcanzado toda su rigidez antes con certeza ya no era el caso. Los sonidos eran un eco atrapado en su garganta, solo algunos escapaban cuando su boca no se encontraba besando la piel del brujo: mandíbula, mejilla, oreja, cuello, labios. En consecuencia de los escalofríos relámpagos blancos atravesaban su columna de abajo a arriba, entre sus omoplatos y sus costados, hilos de los que perdía el control al sumirse en las sensaciones.
—Te quiero... —susurró con la respiración agitada, habiéndose apoyado en su hombro con los ojos cerrados—. Te quiero, te quiero...
Tanteó el miembro de Milo con la yema de los dedos, deleitándose no solo con el placer físico que recibía, también con las sutiles formas de su tacto. El calor que emitía, la dureza, la humedad del lubricante, el recorrido de sus venas marcadas... Quizás no llevasen demasiado pero se sentía cerca de sus límites. Haría “trampas” de ser necesario, haciendo de su zona erógena más o menos sensible para aguantar tanto como él. Siendo su primera vez quería que estuvieran juntos en eso.
Sus dedos se cerraron en torno a la camiseta de su novio, tirando de ella hacia arriba hasta dejarle media espalda al aire, aferrándose a la tela para no arañarle según aceleraba el compás. Si su erección no había alcanzado toda su rigidez antes con certeza ya no era el caso. Los sonidos eran un eco atrapado en su garganta, solo algunos escapaban cuando su boca no se encontraba besando la piel del brujo: mandíbula, mejilla, oreja, cuello, labios. En consecuencia de los escalofríos relámpagos blancos atravesaban su columna de abajo a arriba, entre sus omoplatos y sus costados, hilos de los que perdía el control al sumirse en las sensaciones.
—Te quiero... —susurró con la respiración agitada, habiéndose apoyado en su hombro con los ojos cerrados—. Te quiero, te quiero...
Tanteó el miembro de Milo con la yema de los dedos, deleitándose no solo con el placer físico que recibía, también con las sutiles formas de su tacto. El calor que emitía, la dureza, la humedad del lubricante, el recorrido de sus venas marcadas... Quizás no llevasen demasiado pero se sentía cerca de sus límites. Haría “trampas” de ser necesario, haciendo de su zona erógena más o menos sensible para aguantar tanto como él. Siendo su primera vez quería que estuvieran juntos en eso.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Cena cutre con erótico resultado (+18)
14/04/21, 12:58 am
Milo apenas se percató del fresco en su espalda cuando se le subió la camiseta como consecuencia del agarrón de Rox, pues el calor que irradiaban los dos chicos era muy superior, pero en cambio sí que oyó con claridad los primeros gemidos que había emitido el rubio. De haber podido pensar con claridad el brujo le habría dicho que sonaba jodidamente delicioso, pero apenas si era capaz de coordinarse para que su mano no parara de subir y bajar en aquel movimiento de bombeo que iba poco a poco in crescendo.
Los besos, mordiscos y caricias se sucedían uno detrás de otro a un ritmo frenético, casi sediento, y poco a poco el irrense iba perdiendo la razón. La suavidad de su piel, su olor en el hocico y sus jadeos en el oído resultaban embriagadores, pero era el punto donde sus dedos se entrelazaban empapados por el lubricante donde se concentraba casi toda la electricidad.
—Y yo a ti… —susurró de vuelta con idéntica agitación, escondiendo la cara en su cuello mientras volvía a arañar con suavidad la espalda ligeramente deshilachada del cambiante—. Te quiero, Rox…
Un nuevo gemido se escapó de la garganta del irrense cuando las yemas del humano presionaron su erección, uno que aunque perdió fuerza contra la clavícula del rubio sonó mucho más alto que los anteriores. Milo no quiso perder el tiempo y le devolvió la “caricia” a su novio segundos después, despegándose lo justo para poder besarle de nuevo y ahogar cualquier sonido contra sus labios. En aquellos momentos se sentía en una nube ardiente de la que no deseaba bajarse nunca, pero su inexperiencia y su deseo no iban a permitirle seguir a aquel ritmo mucho más tiempo.
Las pulsaciones frenéticas del miembro del brujo fueron la primera señal de lo que estaba a punto de ocurrir, pero por si eso no fuera suficiente su columna se arqueó por completo al tiempo que la fuerza de su agarre se incrementaba en un último pico de intensidad. Era la primera vez que Milo experimentaba un orgasmo de verdad.
Los besos, mordiscos y caricias se sucedían uno detrás de otro a un ritmo frenético, casi sediento, y poco a poco el irrense iba perdiendo la razón. La suavidad de su piel, su olor en el hocico y sus jadeos en el oído resultaban embriagadores, pero era el punto donde sus dedos se entrelazaban empapados por el lubricante donde se concentraba casi toda la electricidad.
—Y yo a ti… —susurró de vuelta con idéntica agitación, escondiendo la cara en su cuello mientras volvía a arañar con suavidad la espalda ligeramente deshilachada del cambiante—. Te quiero, Rox…
Un nuevo gemido se escapó de la garganta del irrense cuando las yemas del humano presionaron su erección, uno que aunque perdió fuerza contra la clavícula del rubio sonó mucho más alto que los anteriores. Milo no quiso perder el tiempo y le devolvió la “caricia” a su novio segundos después, despegándose lo justo para poder besarle de nuevo y ahogar cualquier sonido contra sus labios. En aquellos momentos se sentía en una nube ardiente de la que no deseaba bajarse nunca, pero su inexperiencia y su deseo no iban a permitirle seguir a aquel ritmo mucho más tiempo.
Las pulsaciones frenéticas del miembro del brujo fueron la primera señal de lo que estaba a punto de ocurrir, pero por si eso no fuera suficiente su columna se arqueó por completo al tiempo que la fuerza de su agarre se incrementaba en un último pico de intensidad. Era la primera vez que Milo experimentaba un orgasmo de verdad.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Cena cutre con erótico resultado (+18)
14/04/21, 12:59 am
La mano con la que sujetaba la camiseta de Milo siguió subiendo hasta dejar su espalda entera al aire, y ante la necesidad de algo más firme se agarró a la prótesis de Milo, cerca de las juntas de su hombro. Clavó sus dedos en ella cuando recibió la presión de vuelta, algo que le habría costado un gemido considerable de no ser porque fue acallado con un beso. Este, sin embargo, no evitó que varios quejidos escapasen de su boca al entreabrirla para responderle con toda la lujuria que sentía.
No hicieron falta muchos trucos para aguantar más o menos lo que el irrense. El inicio del clímax de su novio fue su vía libre, y si tardó un poco en seguirle fue por haberse quedado maravillado de sus reacciones; cuestión de apenas dos segundos, porque el impetuoso agarre y la curva de intensidad hicieron que aguantase el aliento ante las puertas del orgasmo. Su cuerpo se tensó mientras su otra mano descendía del metal hasta la piel, abrazando y arañando con fuerza moderada su omoplato sin hincar del todo las uñas a la vez que sus pulmones recuperaban aire ruidosamente. De cada exhalación de sus jadeos escandalosos hubo un gemido agotado, decreciendo en volumen según se sucedían. El placer deshizo buena parte de su concentración, literalmente: la cara exterior de sus brazos vibró en blanco, los relámpagos de su espalda pasaron a ser pinceladas de brocha gorda y su pelo se erizó como el de los personajes de las películas Ghibli al enfadarse. Los espasmos y palpitaciones duraron lo suyo, dejándole muy acalorado, con las piernas temblorosas, la mano pringosa anclada in situ y un hilillo de saliva sobre la pobre camiseta del moreno donde había ido a enterrar el rostro.
Carente de energía tardaría un rato en hacer nada salvo modo koala. Estaba cómodamente envuelto por el sueño post-clímax, el calor residual de sus cuerpos y el sonido de sus respiraciones en pos de regresar a la calma, cada vez más discreto. Cuando estuvo menos atontato frotó su mejilla contra el cuello del brujo como un felino, con una sonrisa adormilada pero satisfecha. Se había manchado un poco el vientre y sus manos necesitaban urgente un hechizo de limpieza, pero no podía estar más contento.
—¿Te ha gustado...? —preguntó con suavidad, apoyando frente contra frente para darle un beso esquimal desmañado. Una pregunta típica pero importante. La pérdida de temperatura le regaló un escalofrío, esta vez de frío de verdad, lo que le indicó que sería bueno que se adecentasen pronto.
No hicieron falta muchos trucos para aguantar más o menos lo que el irrense. El inicio del clímax de su novio fue su vía libre, y si tardó un poco en seguirle fue por haberse quedado maravillado de sus reacciones; cuestión de apenas dos segundos, porque el impetuoso agarre y la curva de intensidad hicieron que aguantase el aliento ante las puertas del orgasmo. Su cuerpo se tensó mientras su otra mano descendía del metal hasta la piel, abrazando y arañando con fuerza moderada su omoplato sin hincar del todo las uñas a la vez que sus pulmones recuperaban aire ruidosamente. De cada exhalación de sus jadeos escandalosos hubo un gemido agotado, decreciendo en volumen según se sucedían. El placer deshizo buena parte de su concentración, literalmente: la cara exterior de sus brazos vibró en blanco, los relámpagos de su espalda pasaron a ser pinceladas de brocha gorda y su pelo se erizó como el de los personajes de las películas Ghibli al enfadarse. Los espasmos y palpitaciones duraron lo suyo, dejándole muy acalorado, con las piernas temblorosas, la mano pringosa anclada in situ y un hilillo de saliva sobre la pobre camiseta del moreno donde había ido a enterrar el rostro.
Carente de energía tardaría un rato en hacer nada salvo modo koala. Estaba cómodamente envuelto por el sueño post-clímax, el calor residual de sus cuerpos y el sonido de sus respiraciones en pos de regresar a la calma, cada vez más discreto. Cuando estuvo menos atontato frotó su mejilla contra el cuello del brujo como un felino, con una sonrisa adormilada pero satisfecha. Se había manchado un poco el vientre y sus manos necesitaban urgente un hechizo de limpieza, pero no podía estar más contento.
—¿Te ha gustado...? —preguntó con suavidad, apoyando frente contra frente para darle un beso esquimal desmañado. Una pregunta típica pero importante. La pérdida de temperatura le regaló un escalofrío, esta vez de frío de verdad, lo que le indicó que sería bueno que se adecentasen pronto.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Personajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Cena cutre con erótico resultado (+18)
14/04/21, 12:59 am
Milo enterró el rostro en el cuello de Rox, ahogando sus jadeos casi por completo mientras el ritmo de su respiración se aceleraba. Nunca había experimentado nada igual, pues aquello era muy distinto a cualquier masturbación que hubiera practicado en solitario, y hacerlo acompañado era infinitamente más placentero. Notaba todas sus extremidades rígidas mientras su cuerpo se sacudía por la electricidad y sus nervios le mandaban una única sensación directamente al cerebro, eclipsando totalmente todo lo que le rodeaba más allá del abrazo del humano y del momento que estaban compartiendo.
El punto álgido pasó de forma inevitable, pues nada dura para siempre, y poco a poco la tensión que había experimentado empezó a desvanecerse. A medida que sus inhalaciones y exhalaciones se fueron espaciando el agarre del irrense perdió fuerza, relajándose como si sus músculos se hubieran apagado después de correr una maratón. No era un cansancio desagradable, sin embargo, y lejos de estar destrozado se sentía como si estuviera flotando en una nube.
—Me ha gustado mucho… —le contestó al australiano en el mismo tono, devolviéndole el beso esquimal con cierta torpeza.
Los ojos del brujo estaban ligeramente desenfocados y casi parecía ausente, pero se percató del escalofrío del cambiante y le envolvió en un cálido abrazo. Un abrazo que, por otro lado, se sintió bastante pegajoso y no solo por el sudor del humano.
—Vaya, lo siento —se disculpó al darse cuenta del estado en el que estaban, intentando contener una risa algo floja sin buenos resultados—. Yo me ocupo, ¿sí? —añadió, obligando a sus reticentes manos a moverse para trazar un hechizo de limpieza sobre los dos chicos.
La magia hizo su trabajo realmente bien y les dejó a ambos limpios como patenas, pero aquel pequeño conjuro se llevó por completo las pocas fuerzas que aún tenía el irrense. Con un suspiro de satisfacción Milo se dejó caer sobre el colchón cuan largo era, tirando con su peso del rubio mientras buscaba el borde de las mantas con dedos torpes. Cobrecito, que hasta el momento había estado escondido debajo del somier, apareció entonces flotando y le ayudó a arroparles.
—Te quiero muchísimo, Rox... —repitió con murmullo el moreno, abrazándole de nuevo bajo el calor de las sábanas mientras su dominio perdía altitud y se quedaba inmóvil a los pies de la cama.
El punto álgido pasó de forma inevitable, pues nada dura para siempre, y poco a poco la tensión que había experimentado empezó a desvanecerse. A medida que sus inhalaciones y exhalaciones se fueron espaciando el agarre del irrense perdió fuerza, relajándose como si sus músculos se hubieran apagado después de correr una maratón. No era un cansancio desagradable, sin embargo, y lejos de estar destrozado se sentía como si estuviera flotando en una nube.
—Me ha gustado mucho… —le contestó al australiano en el mismo tono, devolviéndole el beso esquimal con cierta torpeza.
Los ojos del brujo estaban ligeramente desenfocados y casi parecía ausente, pero se percató del escalofrío del cambiante y le envolvió en un cálido abrazo. Un abrazo que, por otro lado, se sintió bastante pegajoso y no solo por el sudor del humano.
—Vaya, lo siento —se disculpó al darse cuenta del estado en el que estaban, intentando contener una risa algo floja sin buenos resultados—. Yo me ocupo, ¿sí? —añadió, obligando a sus reticentes manos a moverse para trazar un hechizo de limpieza sobre los dos chicos.
La magia hizo su trabajo realmente bien y les dejó a ambos limpios como patenas, pero aquel pequeño conjuro se llevó por completo las pocas fuerzas que aún tenía el irrense. Con un suspiro de satisfacción Milo se dejó caer sobre el colchón cuan largo era, tirando con su peso del rubio mientras buscaba el borde de las mantas con dedos torpes. Cobrecito, que hasta el momento había estado escondido debajo del somier, apareció entonces flotando y le ayudó a arroparles.
—Te quiero muchísimo, Rox... —repitió con murmullo el moreno, abrazándole de nuevo bajo el calor de las sábanas mientras su dominio perdía altitud y se quedaba inmóvil a los pies de la cama.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Cena cutre con erótico resultado (+18)
14/04/21, 01:00 am
La sonrisa se ensanchó en su rostro y aprovechó la energía que le daba saber que Milo lo había disfrutado para darle un beso en condiciones. Ni pensó en burlarse de lo grogui que estaba el chico, no cuando él estaba igual o peor. Todavía le temblaban los dedos.
—Gracias —respondió con una risa similar, echando un último vistazo al desastre. El bufido de una carcajada le hizo mirar a otro lado al pensar que su sangre ahora era exactamente igual que aquel mejungue de semillas, pero prefirió omitir el terrible trozo de información por el bien del momento—. Gracias —repitió cuando estuvieron limpios del todo, todavía aguantándose algunas risitas. Entre eso y el cuaje post-orgasmo estaba fino.
No le dio tiempo de hacer nada antes de que Milo se lo llevase cama abajo. Tenía la garganta más seca que el desierto del Tirari de tanto respirar por la boca pero tampoco quería moverse de allí. La pereza fue máxima cuando Cobrecito apareció para taparles como un mayordomo robot. Se acurrucó a su lado, metiendo una mano bajo su camiseta para acariciar su torso. Ahora que lo pensaba, era injusto que él no hubiera llegado a quitársela...
—Y yo a ti, caragato... —respondió con un par de besos vagos en el cuello—. Espera —le dijo a la bola de cobre como si tuviera voluntad propia—. Pásame el vaso de zumo anda. Estoy seco.
Cobrecito “obedeció” (no era una mente pensante como para reconocer que había sido el brujo) y él se reincorporó lo justo para beber y quitarse el papel de lija de la garganta. Le ofreció el poco restante a Milo. Se arrepentía de haberse bebido el suyo de golpe antes, pero se conformarían de momento. No se molestó en quitarse los vaqueros antes de volver a tumbarse, repitiendo ahí los gestos previos, pero menos espabilados si cabía: besos en el cuello, mano al torso y finalmente, ojos cerrados.
—Hoy he aprendido... que no sois cien por cien lampiños... y que jadeas como un perrito —dijo en voz baja, despacio, como si no quisiera interrumpir el sueño que le estaba entrando—. A la próxima te quitas la camiseta...
Milo se removió a su lado para hacerle caso, tan obediente como su hijo de cobre, con un quejido de su parte por el revuelo que hizo en el proceso. No obstante no se quejó tanto cuando sintió el calor y la textura de su piel sin tela de por medio.
Esa noche el cambiante dormiría muy bien. Tan bien como no dormía desde la visita a Kankri, o desde antes de pisar la ciudad. Y si su novio se descuidaba posiblemente le babearía un hombro.
—Gracias —respondió con una risa similar, echando un último vistazo al desastre. El bufido de una carcajada le hizo mirar a otro lado al pensar que su sangre ahora era exactamente igual que aquel mejungue de semillas, pero prefirió omitir el terrible trozo de información por el bien del momento—. Gracias —repitió cuando estuvieron limpios del todo, todavía aguantándose algunas risitas. Entre eso y el cuaje post-orgasmo estaba fino.
No le dio tiempo de hacer nada antes de que Milo se lo llevase cama abajo. Tenía la garganta más seca que el desierto del Tirari de tanto respirar por la boca pero tampoco quería moverse de allí. La pereza fue máxima cuando Cobrecito apareció para taparles como un mayordomo robot. Se acurrucó a su lado, metiendo una mano bajo su camiseta para acariciar su torso. Ahora que lo pensaba, era injusto que él no hubiera llegado a quitársela...
—Y yo a ti, caragato... —respondió con un par de besos vagos en el cuello—. Espera —le dijo a la bola de cobre como si tuviera voluntad propia—. Pásame el vaso de zumo anda. Estoy seco.
Cobrecito “obedeció” (no era una mente pensante como para reconocer que había sido el brujo) y él se reincorporó lo justo para beber y quitarse el papel de lija de la garganta. Le ofreció el poco restante a Milo. Se arrepentía de haberse bebido el suyo de golpe antes, pero se conformarían de momento. No se molestó en quitarse los vaqueros antes de volver a tumbarse, repitiendo ahí los gestos previos, pero menos espabilados si cabía: besos en el cuello, mano al torso y finalmente, ojos cerrados.
—Hoy he aprendido... que no sois cien por cien lampiños... y que jadeas como un perrito —dijo en voz baja, despacio, como si no quisiera interrumpir el sueño que le estaba entrando—. A la próxima te quitas la camiseta...
Milo se removió a su lado para hacerle caso, tan obediente como su hijo de cobre, con un quejido de su parte por el revuelo que hizo en el proceso. No obstante no se quejó tanto cuando sintió el calor y la textura de su piel sin tela de por medio.
Esa noche el cambiante dormiría muy bien. Tan bien como no dormía desde la visita a Kankri, o desde antes de pisar la ciudad. Y si su novio se descuidaba posiblemente le babearía un hombro.
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