Oscuras noticias

Al atravesar el portal se había separado de Neil y reunido de nuevo con Zarpa para regresar al cuartel de los ejércitos, a la espera de posibles nuevas órdenes. Por suerte no hubo más emergencias que solventar, y al cabo de un par de horas el gamusino pudo regresar a la Sede. No obstante, las malas noticias de aquel día no habían dejado de suceder, y en su estancia en el cuartel escuchó acerca de los otros altercados en mundos vinculados y lo sucedido en Roca Sagrada enseguida captó su atención. Le preguntó a los dos veteranos que habían sido asignados a aquella misión en concreto por los detalles, al temerse lo peor. Y sus temores habían sido más que confirmados.

Le recibieron varios de sus amigos, claramente preocupados, y sin duda su rostro cabizbajo no iba a hacer que dejasen de estarlo. Adru les aseguró que se encontraba bien, físicamente al menos, pero añadió que por favor se reuniesen todos porque tenía que contarles algo.

—A la vuelta comencé a escuchar algunos rumores sobre lo que había ocurrido en Roca Sagrada —empezó a contar una vez estuvieron todos reunidos. No dejaba de moverse de un lado a otro, a veces mirando a alguien al azar, otras a la pared—. Decían algo sobre un novato matando roquenses… Un aura oscura. Les pregunté a los soldados que fueron tras él… Al parecer… cuando le capturaron, esa persona se… explotó. Les pregunté y… Me dijeron que era alguien de la última luna… Y que no había más auras oscuras. —Una parte de él no quería pronunciar lo inevitable. Hizo una pausa para que todos digiriesen aquella información, pero había algo importante que tenía que añadir—. Se sospecha que estaba siendo manipulado por los que provocaron el incendio en el Macetero y el caos en Frivowaldanny. Creo que… que no es posible que fuese nadie más que Hyun.

Arcan estaba nervioso desde las noticias, equipado con su "ropa de trabajo" y con varios amuletos curativos en el bolsillo. No creía que hicieran falta con los curadores del ejército pero nunca se podía estar seguro en aquella ciudad. Estaba temeroso de que los incidentes se extendieran a Nubla y de que fueran a más y hubiera bajas en el ejército. Concretamente preocupado por su maestra, Adru e incluso un poco por Raelene.

Al escuchar que "la capitana" había regresado bajó con el resto.

Suspiró de alivio soltando un poco los amuletos de su bolsillo y calló para que dijera lo que había pasado.

Aquellas noticias fueron sorpresivas, no le parecía que Hyun fuera alguien con ánimos de revelarse o, bueno, ánimos de hacer casi cualquier cosa productiva vista su convivencia aquellos meses. Menos ponerse a matar a otras personas y causar estragos.

Al menos podía respetar las ganas de hacer daño al gobierno de aquel lugar por lo que habían tenido que pasar.

La versión de que estaba siendo controlado o manipulado tenía mucho más sentido pero.

Fue a decir algo pero volvió a cerrar la boca. No tenía sentimientos para aquel individuo pero respetaría a todos aquellos que si allí presentes. Al fin y al cabo el tiempo de cosecha juntos siempre dejaba algo en las personas. Fuera bueno, o en su caso, malo.

Optó por simplemente acercarse a Adru y ofrecerle un termo con té helado para despejar un poco el cansancio del trabajo.

Nime acudió a la llamada de Adru, ansiosa por ver que se encontraba bien. Habían estado distrayéndose como podían mientras reinaba la incertidumbre y se sucedían las noticias, pero Nime no era capaz de concentrarse en libros ni juegos una vez se enteraron de que algo peligroso estaba sucediendo y el ejército había entrado en acción.

La cara del gamusino decía muchas cosas que Nime aún no entendía, así que cuando la vio se lanzó a sus brazos para darle un breve abrazo. Se alegraba muchísimo de verla sana y salva, y a partir de ese momento pensó que le importaría poco lo que les pudiese contar, solo que ni siquiera se imaginaba lo que venía después.

Se sintió desorientada por sus palabras, por todo lo que les contó, como si no tuviera el más mínimo sentido. Era difícil de asimilar que Hyun ya no estaba; por desgracia era una sensación que ya conocía de la cosecha, en la que habían perdido a muchos compañeros… incluyéndolo a él. Esta vez, sin embargo, tenían la certeza de que no le volverían a ver, y Nime no sabía si eso era mejor o peor que no saber nada.

Lo cierto era que ya no hablaban con Hyun, o mejor dicho, él no hablaba con ellos. No le iba a echar en falta, pero saber que había muerto era raro, y le ponía el estómago del revés. Que ya no fuese la persona que habían conocido ni siquiera ayudaba, solo la ponía más enferma. ¿Por qué se había puesto a hacer daño a la gente? Como no hablaban con él, nunca lo llegarían a saber, y le enfadaba de verdad.

Recordó cuando les odiaba, antes de que la chica nublina lo arreglase, pero si pensaba en cuando convivían, también lo recordaba siendo arisco y borde con ella. No se lo imaginaba matando a nadie, pero no encontró palabras para defenderle, para preguntar en voz alta por qué había hecho aquello.

De pronto solo quería abandonar esa habitación, tal vez encerrarse en su cuarto con un portazo, y ni siquiera sabía por qué. No le iba a echar en falta, era un maldito idiota.

Eitne llevaba todo el día mordiéndose las uñas, preocupado por lo que pudiera estar pasando fuera. Era la primera vez que sentía que su seguridad podría verse comprometida practicamente desde que se transformaron (no contaba la pesadilla conjunta) y, en concreto, estaba preocupado por Adru, a quien habían llamado para acudir a uno de los mundos vinculados. Cuando volvió sana pero cabizbaja, el niño no pudo alegrarse del todo. Presentía que había pasado algo malo, a gran escala.

—Adru, menos mal... —fue todo lo que dijo al verla, mientras Nime la abrazaba.

Y entonces ella les contó lo ocurrido. Las cosas estaban mal y realmente parecía que ocurría algo grave, pero las noticias que les dio no tenían tanto que ver con la situación de Rocavarancolia como con un viejo amigo. Aunque, ¿podían llamarlo viejo amigo siquiera? Eitne se quedó cabizbajo, procesando lo que sentía: una mezcla de pena, rabia y alivio en una conjunción extraña. Pena porque todavía guardaba algún recuerdo con Hyun en el que no era un idiota; rabia por todo lo demás que recordaba, por cómo los trató antes y después de aquel hechizo que le cambió el cerebro, por cómo ignoró a todos tras recuperarse; y alivio porque, de alguna manera, su muerte había puesto fin a una amenaza para todos. La sospecha de que había sido manipulado no ayudaba en lo más mínimo, porque sembró en el niño una duda que tenía raíces en su propio ser, en su forma diurna y su aura hipnótica.

—Menudo tonto —dijo enfadado, antes de que le temblase la boca y se le empaparan los ojos.

Ya era la segunda vez que se moría y las dos acabaron doliendo. En este caso por motivos diferentes a la primera: porque le recordaba que Rocavarancolia todavía mantenía ese matiz siniestro que últimamente apenas habían notado, porque trajo de nuevo a su mente a Drusar y al resto de amigos que murieron solo una vez, sin oportunidad de volver, y porque, de alguna forma, era fácil pensar en qué habría pasado si las cosas hubieran sido distintas.

Eitne se hizo una bola en el sofá y apoyó su cabeza contra uno de los brazos.

Rox había estado como un tigre en una jaula, repitiendo cosas como “no debería haberse alistado el ejército” tantas veces que se recordó a sus padres. A cada actualización el cambiante se mordía la lengua y se iba calmando, solapando sus nervios con la esperanza de que Adru y Neil volviesen sanos y salvos. Fue de los primeros en recibir al gamusino, y aunque la mayor parte de sus preocupaciones desaparecieron nada más verle y abrazarle, la expresión sombría en su rostro hizo que el nudo en su garganta se mantuviese. Ayudó en reunir a los demás, sin poder dar detalles más allá de “Adru ha vuelto”.

Se sentó y agradeció haberlo hecho cuando llegaron las noticias. No necesitaba escuchar demasiado para saber a donde llevaba aquello, y aún así oír el nombre del coreano le achicó el estómago. Hyun había matado gente, le habían utilizado. Estaba muerto y esta de vez de verdad, por a saber que retorcido motivo. Desde su accidentado reencuentro el carácter del aura oscura no había mejorado lo más mínimo, y visto lo visto Rox había cortado por lo sano. No obstante, no formar parte de su vida no significaba que no le afectase su muerte. Habían compartido torreón, y aunque Hyun había estado lejos de ser el más sociable, era él quien mejor le conocía de Letargo: habían sido amigos.

Con el cuerpo encorvado el australiano miró al suelo y entrelazó las manos como si rezase. Haber estado separados no lo hacía más fácil. Drake, Ain, Drusar, Mike, Hiss, Innadriel, Eorlir, Hyun... una lista demasiado larga para cualquiera de su edad. En silencio y sin levantar cabeza se esforzó en tragarse la pena, quizás por orgullo, por enfado o por vergüenza, y cuando la primera gota cruzó su mejilla se apresuró en quitársela con un gesto.

—Mierda —murmuró, a sabiendas de que si alzaba la voz se rompería. Quería defenderle, pero el impacto y la confusión se lo impedían.

La situación estaba siendo bastante jodida de por sí por varios motivos. Cada vez quedaba más claro que algo estaba pasando en otros mundos y Tay no podía evitar recordar el suceso de las pesadillas y la repercusión que tuvo en todos. Además a aquella reunión acababa de sumarse Arcan, y Adru estaba en el ejército. Eran demasiadas variables negativas que no dejaban de susurrar en su mente por lo que la expresión amigable y burlona del belga se había esfumado.

Pudo relajarse en cuanto comprobaron que la gamusino se encontraba perfectamente, pero su rostro apesadumbrado les dejó claro que no tenían mucho respiro. Su cuerpo se tensó como un resorte al escuchar "aura oscura" dentro de aquel discurso que no tenía pinta de acabar nada bien. Supo que se trataba del coreano antes de que la sinhadre terminara.
—Hostia —fue su verbalización más sincera mientras se llevaba las manos a los bolsillos de su chaqueta con tinte nervioso. Hyun estaba muerto, ya está, como Inna y Eorlir quedaba claro que se podía seguir muriendo tras la Luna Roja. Pero en su caso era diferente, no parecía tanto un golpe de mala suerte.

Percibió sus emociones encontradas, chocando como en una batalla campal. Su relación con Hyun había sido como una montaña rusa, siempre le había parecido un chico huraño pero tras unas cuantas semanas el coreano se pegó mucho tanto a él como a Dafne, convirtiéndose en un amigo. Cuando acabó la cosecha pareció esfumarse repentinamente y con la vuelta a la vida de su novia el lémur casi no se había parado a pensar en qué habría sido de él. Tenía sus cosas, por supuesto, ¿pero era la clase de persona que mataba gente y luego se inmolaba?. Sí era cierto... ¿habría hecho falta manipularle mucho?.

Chasqueó la lengua con enfado cuando Eitne le llamó tonto, pero no dijo nada más. ¿Acaso él no pensaba lo mismo?. Y además, no debía proyectar su propia decepción, confusión o ira sobre nadie, solo la sentía sobre el aura oscura. Inconscientemente buscó la reacción del rapiña, pero tal y como esperaba no encontró nada en él. Luego posó su mirada en Rox, quien estaba cerca suya y también parecía afectado.
—¿Por qué?... —preguntó con un picor en la nuca y los ojos brillosos. Seguramente aquella pregunta seguiría atormentándole  y dejándole una sensación de impotencia durante un tiempo.

El gamusino correspondió a todos los abrazos sin queja alguna, siendo reconfortante el contacto de todos sus amigos.
—¿Para mí? —dijo cuando Arcan se acercó con algo en la mano. Vio su contenido y esbozó una sonrisa—. ¡Gracias!
Su expresión se tornó triste de nuevo, mientras se sucedían las reacciones de los demás. Nadie dijo mucho, y ella misma no sabía tampoco qué decir. Se sentía triste, era todo lo que sabía. Ya no consideraba a Hyun un amigo después de cómo había reaccionado al reencuentro con ellos, alejándose por completo de todo el mundo, pero la muerte de alguien siempre era algo triste y más si habías compartido techo con esa persona. No quería pensar demasiado en el hecho de que en realidad le habían dolido considerablemente más las muertes de Ina y Eorlir porque le producía incomodidad. No sabía si Eitne tenía razón o no con su comentario, aunque no le pareciese apropiado cuando estaban hablando de la muerte de alguien.

>>Yo… creo que iré a tomarme esto en mi cuarto con Neil —se acercó a su aurva y le cogió de la mano—. Si alguien necesita preguntarme algo estaré ahí…
No les comentó nada acerca de los rumores de la muerte del rey que había oído y de los que sin duda hubiese hablado en otras circunstancias. Tal vez otro día, pero en ese momento la única muerte que tenía en la cabeza era la del aura oscura. Se preguntaba lo mismo que Tayron aunque no pronunció ninguna palabra más. ¿Por qué?

Con un pequeño asentimiento de cabeza a las palabras de Adru Arcan se retiró de su lado para volver a dejarle a los demás espacio. Por si quizás querían más contacto.

La tristeza a su alrededor no le tomó tanto por sorpresa como se esperaba, más bien simplemente le hizo consciente de nuevo de las diferencias entre él y los demás. Pero ya no le amedrentaban, había pasado bastante tiempo junto a ellos a estas alturas e incluso se había acostumbrado a la presencia habitual de Tay.

Puso su mano sobre la espalda de Rox en señal de apoyo a lo que este se encontraría tan solo una sonrisa triste por él. Le haría entonces una seña al cambiante para que fuese con él a por Eitne y Nime. Los pequeños eran prioridad ahora mismo, al menos para el rapiña.

Hizo el mismo gesto para Eitne solo que esta vez se quedó acariciando su espalda y se sentó a su lado.

—Creo que haré flan para esta noche... pero necesito un experto en dulzor que me eche una mano. ¿Qué me dices?

Eitne se mantuvo sorprendentemente callado, todavía recostado en el sofá y con la mirada perdida en una de las paredes. La noticia le había robado toda la energía y tan solo le apetecía irse de allí. Le dio un poco de envidia lo que hicieron Neil y Adru, pero él no tenía excusas en ese momento (no se le ocurrían). Agradeció en silencio el gesto de la rapiña y, poco después, también su ofrecimiento. El niño quería distraerse de la noticia, no pensarla mucho para no atorarse, y hacer flan sonaba perfecto para esa tarea.

—Vale... —le dijo a Arcan con un hilillo de voz. Después se giró a la demonio mineral e, imaginándose que se encontraba en la misma situación que él, le habló solo a ella—. Nime, ¿te vienes?

Después de eso seguiría al rapiña hasta la cocina y se pondría manos a la obra con la receta, intentando actuar, en la medida de lo posible, como si no hubiera pasado nada. Más tarde, solo recordaría ese día de forma agridulce, en parte gracias al flan (o eso se diría él).

Rox apenas reaccionó con la palmada de Arcan. No podía ni quería mirar a nadie, y mejor así, porque en aquel estado hasta una sonrisa le habría sentado mal. El australiano no estaba en condición alguna de preocuparse por la tristeza de otros, la pérdida de Hyun ya bastante le erosionaba mentalmente. Quería estar solo, pero acabó encogiéndose en el sitio, apretando las manos y pestañeando en lapsos cortos para no llorar.  

—Hyun no haría eso —respondió finalmente, con dificultad pero repleto de confianza—. Le han usado —tomó aire y cerró los ojos con fuerza para que no se le escapasen las lágrimas al volver a abrirlos. Se aferraba a lo que Adru les había dicho—. Hyun no lo haría.

Era un idiota, un arisco y un rancio, pero habiendo compartido no solo techo, sino historias, privacidades y miedos con él le era imposible pensar de otra manera.

—Esta puta ciudad... —permitió el paso a la frustación según abandonaban la sala, poniéndose recto en el sitio gradualmente—. Ha creado mil monstruos y cien mil enemigos y ahora nos toca a nosotros pagar sus putos marrones. Hyun la odiaba con motivo... pero seguro le han engañado para que...

La frase se quedó en el aire. Esperaba estar en lo correcto, y aún si no lo estaba... ¿Podía culparle? Aunque ahora apreciase su nuevo hogar forzado, por sus amigos, su trabajo, su transformación y su vida, ¿no seguía él, no tan al fondo, odiando Rocavarancolia? Por supuesto que no mataría a inocentes ni moriría por ello, pero... Que Hyun se hubiera caído en malas manos no era algo que pudiera juzgar. Aún si Rocavarancolia salvaba a todos sus mundos vinculados de terroristas el cambiante encontraría maneras de culparla. Al fin y al cabo, era la ciudad quien alimentaba a los monstruos que se volvían contra ella.

—Joder —dio un golpe al suelo con el pie antes de limpiarse el rostro. Había empezado a llorar, pero sabiendo que Tay también había sido cercano al aura oscura se sentía menos cohibido de expresar todo aquello. No quería perder a más gente en esa cruzada.

La palabra que más definía al lémur en esos instantes era indignación. Y bajo ese sentimiento tan a flor de piel se superponían otros muchos más profundos pero igualmente molestos. Ira, tristeza e incluso culpa. ¿Podrían haber hecho algo por el aura oscura? Desde luego podría haberse esforzado en buscarle e integrarse más con él pero... no debía engañarse. En realidad estaba enfadado por la toma de decisiones que el coreano había tomado, y más enfadado aún por su propio enfado ante un amigo que ahora estaba muerto como tantos otros. Una persona tan joven como él no tendría que conocer a tantos muertos, en La Tierra todo parecía estar regido por un orden natural de edad, pero Rocavarancolia era diferente y las muertes de jóvenes eran abundantes y constantes. Esta vez había sido Hyun pero qué pasaría si fuera otro de ellos la próxima vez. ¿Eran todos igual de corrompibles?.

Tay no sabía muy bien qué pensar ni opinar al respecto, pero quiso aferrarse a las palabras de Rox como un a un clavo ardiendo, quizá porque la alternativa era aún más dolorosa. Conforme la sala se fue vaciando se fue sintiendo más solo y apenado, pero ver que su amigo rompía a llorar desembocó en que él lo hiciera a la par al tiempo que se acercaba.

—Hijos de puta —le diría cerrando los puños y marcando los nudillos, luego se llevó las manos a la cara y se frotó los ojos mirando al australiano intermitentemente, ahora estaban solos. Estaba demasiado dolido como para demorarse en aquel pensamiento pero lo cierto es que le sorprendía que entre los letarguinos hubiera alguien tan afectado como él, sabía que habían tenido sus movidas y por eso mismo no había querido entrometerse en temas espinosos. Pero ahora sentía que podía hablar de ello con alguien y no tragárselo todo—. Aggg ¡Dios! —gruñó rascándose la cabeza, alternando entre el llanto y ganas de reventar una pared—. Hijos de puta, yo... no sé, creía que lo conocía lo suficiente como para que... —no pudo terminar pues se le fue un poco la voz.

El cambiante no tenía fuerzas para bromear sobre como eran dos gilipollas llorando la pérdida de otro todavía más gilipollas, pero sí apreció que tenerle al lado le hacía sentirse menos solo. No es como si los demás no pudieran entender el dolor o estar tristes, pero sin lugar a dudas eran matices y niveles diferentes que solo ellos alcanzaban. El lémur había estado junto a Hyun el día que se reencontraron, y era fácil asumir que había sido en Maciel lo que Rox en Letargo para él. Estiró las mangas de su sudadera para limpiarse los lagrimones en condiciones, conteniendo la respiración y mordiéndose la mano por encima de la tela para ver si así le abandonaba el llanto. Hubo unos segundos de silencio antes de que pudiera responder al belga, segundos que ayudaron a que pusiera en orden su cerebro.

—Yo también —se sorbió la nariz, tragó saliva y se reacomodó en el sitio sin mucho éxito—. Pero se ve que no. Hyun era... siempre ha sido muy callado, muy... raro. Pasábamos mucho rato juntos, pero incluso conmigo parecía estar siempre... incómodo —volvió a limpiarse los ojos con fuerza. Estaba consiguiendo mantener las lágrimas a raya, aunque para ello no hablaba especialmente alto—. Que a ver, secuestrados pues es normal que todo te parezca una mierda y estés siempre mal, pero... Yo que sé tío. Esta mierda me hace pensar que nadie le conocía. A lo mejor tendríamos que haber sido más pesados con él o... yo que sé —se calló unos instantes, con la mirada perdida en el suelo—. A lo mejor no quería que le conociéramos.