Un momento mágico

Era mediodía. Adam estuvo esperando en la segunda planta a Chromsa, impaciente por intentar hacer magia por segunda vez. No quería ser pesado ni nada por el estilo, pero ver a muchos de sus compañeros ser capaces de hacer hechizos hizo que el ruso tomase la decisión de intentarlo y confiaba en el ochrorio para que lo enseñase de nuevo.

Tomó prestado los apuntes de algunos hechizos, a ver si esta vez lograba realizar aunque sea uno. Sonrió algo emocionado cuando vio al ochrorio asomar por las escaleras.

—¡Hola Chromsa! Perdona por llegar tan pronto —se disculpó admitiendo el error de ser algo impaciente, aliviando un poco los nervios al juguetear con sus pulgares—. Tomé prestado algunos hechizos que podemos probar—indicó señalando a la mesa donde estaban los apuntes.

Ese día Chromsa había vuelto a quedar con Adam para seguir practicando magia. Al ochrorio le encantaba ayudar, así que no le fue una molestia aceptar su petición. Además, hacia poco había descubierto que los cultivos estaban soportando demasiado bien los cambios bruscos de temperatura y le venía bien distraerse para no comerse demasiado la cabeza pensando cómo era posible aquello.

Después de hacer los cuidados diarios en el huerto, subió a la habitación de la segunda planta en la que habían acordado verse. Ya allí Chromsa vio que el terrestre se le había adelantado en puntualidad.

-¡Hola Adam!- saludó con una sonrisa agradable. -No tienes que disculparte por eso. Espero no haberte hecho esperar demasiado- siguió.

El terrestre le señaló un puñado de apuntes que había dejado en una de las mesas. Se acercó y empezó a ojearlos mientras le comentaba: -Muy bien. Pues si ya estás listo podríamos empezar con algún hechizo sencillo. ¿Te gustaría practicar alguno en especial?- En los apuntes venían mayoritariamente hechizos que habían traducido ellos más alguno que intercambiaron con los macieleros. La mayoría eran hechizos que todos los que sabían hacer magia podían realizar, aunque había alguno suelto un poco superior. De momento lo mejor sería centrarse en unos pocos fáciles de hacer.

Adam se quedó pensando un poco cuando Chromsa le preguntó con qué hechizo deberían empezar. Todos le gustaban de igual manera pero unos claramente parecían bastante más complicados que otros, intentando recordar uno que fuese fácil de realizar.

—Umm… El de levitación estaría guay, es el que mejor me sé de tanto probarlo —eligió basándose en ese criterio, siendo el que más practicó en su día aunque fuese en vano. Aparte es el que más le gustaba ver cuando sus compañeros lo realizaban, recordándole un poco al “Wingardium Leviosa” y la idea de levantar cosas con un gesto le encantaba.

-Buena elección. Llevo tiempo practicándolo y puedo levantar cosas un tanto pesadas, as que será fácil enseñarte a hacerlo.- dijo mientras cogía la hoja de apuntes del hechizo de levitación y se la entregó a Adam. -Ve repasando mientras voy a por unas cuantas cosas- añadió y salió de la habitación.

No pasó mucho tiempo hasta que Chromsa volvió. El ochrorio traía un par de manzanas y un escudo mediano de la armería. Dejó el escudo en la cama más cercana a la mesa y las manzanas en la propia mesa. Después se acercó al escudo y miró a Adam: -Vale, empecemos. Te he traído manzanas porque suele ser fácil empezar por ahí, aunque si te apetece también puedes probar con una de las hojas o incluso una almohada. Sea como sea presta atención.- Se centró en el escudo y siguió hablando. -Antes que nada tienes que vaciar la mente de cualquier pensamiento y poner atención en el objeto que vayas a levantar. Es casi como si desearás mucho algo e intentaras pasarle ese sentimiento. Cuando llegas a estar totalmente concentrado ya solo queda realizar los movimientos y las palabras y...- realizó ambas y el escudo flotó sobre la cama, incluso lo movió un poco hacia los lados. Lo dejó reposar de nuevo en la cama y se giró al terrestre con una sonrisa. -Ya estaría. Si no tienes ninguna duda es tu turno. Acuérdate de todo lo que hemos aprendido y de centrarte en el objeto.-

No lo mencionó porque tal vez se lo estuviera imaginando pero levantar el escudo había sido más fácil que de costumbre. ¿Podría ser que había sacado más fuerzas para impresionarle? Quería hacerlo bien, por supuesto, pero si era el caso no lo había hecho conscientemente. De todos modos, ahora no era el momento de darle tantas vueltas.

—Vale, le echaré un vistazo —respondió al agarrar la hoja con el hechizo escrito antes de que el ochrorio saliese a por unas cosas.

Agradeció que solo necesitase de una lectura rápida para refrescar los pasos para realizar el hechizo, recordando todas esas veces que intentó ejecutarlo sin éxito. <<No sé ni por qué lo intento, está claro que no me va a salir>>, pensó con algo de culpa por arrastrar a Chromsa a otro fracaso seguro. Estaba claro que Adam solo buscaba otra excusa para estar con su amigo y pasar un rato juntos pero no quería hacer sentir mal al ochrorio por su nula habilidad con la magia.

Chromsa regresó rápido. Llevaba consigo dos manzanas y un escudo de tamaño mediano, imaginando Adam para lo que iban a servir. El ruso asintió a todo lo que Chromsa tenía que decir, atendiendo sin perder detalle de los pasos a seguir. Se centró en imprimir en su mente cada gesto y cada sílaba a pronunciar, tomando nota de todo. Adam no paraba de sorprenderse al ver el hechizo en acción, viendo levitar ese escudo con los ojos muy abiertos.

Aunque tuvo pocas esperanzas el ver el hechizo de nuevo y la sonrisa de Chromsa lo motivaron a seguir adelante.

—Vale, lo haré —dijo con ganas de hacerlo, sonriendo producto de la motivación que le otorgó el ochrorio—. Lo intentaré con una manzana.

Colocando la manzana en posición sobre la cama tomó aire, vaciando su mente de toda duda. Quería hacer magia con todas sus fuerzas pero tampoco quería decepcionar a quien estuvo apoyándolo. En su primer intento se trabó, seguía algo nervioso y por eso se equivocó al pronunciar una de las palabras. No pasaba nada, solo era un error humano y no un fallo en sus habilidades mágicas. Hizo los gestos correctos, dijo las palabras casi como si las tuviese ensayadas de antes y deseó con muchísimas ganas que la manzana se levantase.

Fue un breve segundo, pero la manzana se alzó un par de centímetros. La inmensa sorpresa de Adam hizo que perdiese concentración y cayese, rodando hasta caer por el bordillo de la cama. Con la boca semiabierta se giró a Chromsa.

—Me ha salido… ¡No me lo puedo creer, me ha salido Chromsa! —gritó muy emocionado y feliz, con sus ojos verdes irradiando una ilusión gigantesca

Sus ánimos parecían haber calado en Adam, pues el terrestre parecía totalmente determinado a realizar el hechizo. -Muy bien. ¡Mucho ánimo!- le dijo y le dejó sitio en la cama para que pusiera la manzana. Después se quedó a uno de los lados de Adam, a una distancia para poder ver bien los movimientos que hacía y la manzana.

Los gestos eran idénticos a los que había dicho y las palabras iban en muy buen camino, por lo que el ochrorio estaba expectante por el buen trabajo de su compañero... pero se trabó en mitad del conjuro.  -No pasa nada, tranquilo. Tómatelo con calma. Vas muy bien.- comentó para intentar que se relajara.

El ruso retomó el conjuro y Chromsa siguió observando.  Esta vez lo estaba haciendo perfectamente, se notaba que había estado practicando desde hace mucho. Sin embargo, aunque le doliera el ochrorio sabía que en el fondo todo los intentos que hiciera serían en vano porque él no podía...

Y entonces la manzana se levantó en el aire por unos instantes para después volver al suelo. -Santa Acromía, lo ha conseguido...- dijo al principio todavía totalmente sorprendido y los ojos bien abiertos ante el milagro que acababa de ver. Asimilada la situación y sin poder contener su alegría, se dirigió al terrestre mientras le hablaba y exclamó mientras le daba un fuerte abrazo: -¡Lo has conseguido Adam! ¡Has hecho magia! ¡Lo lograste!-

Chromsa no tardó en darse cuenta de lo que estaba haciendo. Muerto de la vergüenza se apartó y pidió disculpas: -Pe...Perdona. Creo que me he emocionado un poco. Es solo que... no me lo esperaba. ¡Pero es maravilloso! Tu esfuerzo ha dado sus frutos y has conseguido hacer magia.- Por dentro, el ochrorio se estaba arrepintiendo mucho de haberse dejado llevar por la situación. Por supuesto que no es que no le hubiera gustado, pero no es algo que tendría que haber hecho. -(Por favor que no se enfade)- pensaba nervioso.

Adam seguía sin creer que al fin ha sido capaz de lanzar un hechizo. Aunque no duro mucho, eso abría muchísimas puertas para el ruso y poder explorar todo lo que le permitiese lograr su recién descubierta habilidad mágica.

Con una sonrisa propia de la de un niño miró la reacción de Chromsa ante toda la situación. En Adam no cabía tanta felicidad y alivio al ver que su amigo estaba tan o incluso más contento que él. Lo que sí no se esperó que un fuerte abrazo de su parte, muy parecido al que le dio los primeros días. Pero… se sintió raro. El mismo Adam deseaba siempre con todas sus ganas tener al ochrorio cerca e incluso quiso abrazarlo el día del baño en el palacete. ¿Qué le estaba pasando? Se estaba… ¿agobiando?

Eran sentimientos muy pero que muy contradictorios. Lo quería, con todas sus fuerzas, pero el que invadiese su espacio personal lo descolocó un poco. Sin embargo ese sentimiento lo tenía imposible para solapar el hecho que Chromsa era cercano, muy cercano con él y eso lo alegraba demasiado como para preocuparse de esa aversión, llegando a ruborizarse un poco.

El ochrorio se disculpó por lo último mientras seguía celebrando, era demasiado bondad en una persona.

—N-no pasa nada Chromsa, gracias por eso —admitió teniendo en mente aquel extraño sentimiento negativo conforme al abrazo, pero no por ello sacar una sonrisa cálida. Se sentó en la cama, sintiendo que algo salió de dentro de él y experimentando un cansancio muy leve, nada del otro mundo pero que pudo notar igualmente—. Mira Chromsa, no sé por donde empezar… Yo-yo no sé cuantas veces te lo tengo que agradecer que me ayudes tanto. Llegué aquí siendo un inútil que no sabia donde meterse y tú… me has dado fuerzas para llegar adonde estoy ahora —notaba que se estaba yendo de la lengua pero cada palabra la sentía de verdad—. Eres muy buena persona, y un muy buen amigo —dijo profundamente agradecido por todo a la persona que le debía mucho en esta vida, encendiendo un poco más sus mejillas al decirlo.

-(Bueno, parece que se lo ha tomado bien, menos mal)- pensó el ochrorio más calmado. No quitaba el hecho de que todavía sentía vergüenza, pero al menos aquello ayudaba a que se tranquilizara.

Se quedó de pie frente a Adam mientras éste se sentaba en la cama. Chromsa escuchó lo que decía atentamente un tanto ruborizado. No era el tipo de persona que no supiera aceptar cumplidos, pero que se los estuviera diciendo él era más difícil de asimilar. Recordó entonces su conversación con Alec en el torreón. Ya había puesto en práctica alguno de sus consejos: habían quedado para hacer magia y la carta estuvo pensando en escribirla desde hacía tiempo pero nunca se terminaba de atrever. -(¿Será este el momento que estaba buscando?)- pensó.

Sacó fuerzas para responder a su compañero: -¡Muchas gracias, Adam! Pero... tú nunca has sido un inútil. Sigo pensando que para sobrevivir el primer día solo tenías que ser muy valiente y, además, siempre has estado ayudando y mejorando por todo el grupo. Me alegro mucho de haber conocido a alguien tan bueno como tú.- Terminó con una sonrisa pequeña pero acogedora. No era una situación fácil para el ochrorio; no quería que Adam se sintiera incómodo por algo que se le escapara pero que deseaba decirle desde hacía tiempo. Todavía no era el momento, había que ser paciente.

Adam esbozó una sonrisa que intentó ocultar agachando la cabeza, muriéndose de la vergüenza por todos esos halagos que le estaba devolviendo Chromsa. Y lo último que dijo el ochrorio hizo que Adam levantase su cabeza.

—G-gracias de nuevo —su estómago estaba dando demasiadas vueltas. Tenía pendiente pedirle a su amigo que cuando todos regresen a sus hogares si él puede acompañarlo a su planeta. Le resultaba una locura pero quería conocerlo más y y no separarse de él—. ¿Sabes? Al principio tenía cierto rechazo de conocerte por tu parecido a mi amigo de la infancia pero ahora me doy cuenta de que estoy conociendo mejor a Chromsa y no a Mijail —suspiró un poco—. Pero claro, dentro de poco os… tendréis que ir a vuestros hogares y… no quiero pensar en eso pero me gustaría pasar más tiempo contigo —ya era muy descarado de su parte con sus sentimientos pero no quería que todo se quedase en una amistad pasajera. Quería decir todo lo que sentía por él pero le aterraba pensar que Chromsa no pensase igual.

Siguió escuchando a su compañero, cada vez con un creciente sentimiento en alguna parte de su mente. Había algo en la situación (no sabía si lo que decía Adam o a que parecía tan tenso como el ochrorio) que le hacía pensar que igual no era tan descabellado contarle lo que sentía.

Y entonces mencionó el tema de después de la prueba. Desde el día que habló con Kolja al respecto, tenía la esperanza de poder ir y volver de Rocavarancolia cuando quisiera pero solo era eso, esperanza. Le chocó eso sí que Adam se apenara tanto por su posible marcha. Aquello sumaba muchos puntos a sus pensamientos. -Sí, entiendo como te sientes... A mí me pasa igual.- empezó un poco apagado. Siguió con más ánimo, intentando alegrarle y a la vez dejándole caer aquella información: -Pero estuve hablándolo con Kolja y piensa que cuando seamos ciudadanos de Rocavarancolia tal vez no tengamos por qué irnos para siempre. Tal vez podría quedarme aquí y pasarme a menudo por mi casa por si mi familia necesita ayuda. Son fuertes y se que están pudiendo aguantar el tiempo que no estoy allí, pero tampoco quiero abandonarlos. Ni a ellos ni a vosotros. Así podría pasar tiempo con ellos y contigo.-

Chromsa acabaría de hablar con una sonrisa y más cerca de Adam hasta el punto de que, si había sitio y no le molestaba al terrestre, se sentaría a su lado en la cama.

Adam sonrió cuando Chromsa dijo que el sentimiento que él tuvo de perderlo era mutuo, sacando una teoría que le ofreció su maestro acerca de lo que pasará con ellos y con Rocavarancolia.

—No sé si te dije que yo no quiero volver a mi hogar —empezó—. Yo… planeo quedarme a vivir aquí, dudo que mi familia quiera verme de nuevo y… —dándose cuenta de lo cerca que se le puso el ochrorio interrumpió lo que estaba diciendo, dejando un poco de espacio en la cama para que Chromsa se sentase a su lado. Tardó un poco en seguir, el tenerlo tan cerca y que se comportase tan cercano con él lo puso algo nervioso <<Suéltalo ya>>.

—Lo que estaba diciendo… q-que si —tuvo que suspirar <<Uf… ¿qué estoy haciendo?>>—. M-me gustaría ir a visitarte algún día —¿Por qué fue tan cobarde de retractar lo que pensaba decir? <<Yo solo te quiero>>, no paraba de pensar. Lo tenía en la punta de la lengua, solo quería soltarlo. Sin embargo no entendía el por qué, ¿por qué meses atrás no paraba en pensar en abrazarlo y ser más cercano y ahora no? Quería tenerlo cerca pero le daba rechazo incluso darle la mano. ¿Serán los nervios del momento?

Para su suerte, Adam no puso ningún inconveniente en que se sentara a su lado. Por una parte le alegro mucho, pero por otra aquello contribuía a aumentar lo nervioso que estaba empezando a ponerse.

-Sí, alguna vez me lo has contado. Seguro que hay mucho que podrás hacer aquí- contestó sin saber cómo seguir la conversación por donde quería que llegara. No era nada fácil hablar de aquello para el ochrorio. -(Venga, solo tienes que atreverte)- pensó.

Atendió con interés a lo siguiente que empezó a decir el terrestre y no entendió del todo que le costara tanto decir que quería visitarle en Ochroria. -Entiendo. Bueno, puedes venir cuando quieras. Podría presentarte a mi familia y enseñarte la granja, el pueblo y los alrededores.- Dudó por un instante al igual que había hecho su compañero, pero reunió fuerzas para seguir: -Pero... En realidad, si puedo ir y venir, creo que me quedaría a vivir aquí. Así que... podríamos vernos siempre.- El corazón le estaba latiendo bastante rápido. Se la estaba jugando mucho, pero el momento que buscaba estaba cada vez más cerca. Chromsa quería confiar en que todo iba a ir bien. En realidad, rezaba porque fuera a ir bien.