Sede de los Taumaturgos (Archivo III)

Recuerdo del primer mensaje :

El ataque de risa de Tap fue tal que su cuerpo se sacudió en el aire como si sufriera espasmos. El aparato fonador emitió ruidos incomprensibles que no eran más que el poltergeist intentando hacer ver al idrino lo gracioso que había sido verle la cara en plena descarga eléctrica. Cuando por fin se calmó, Saren le preguntó sobre su cuerpo y Tap comenzó a hablar tan rápido que las palabras se trababan y no salían. Tuvo que coger aire antes de intentarlo de nuevo, esta vez más despacio que la anterior.

—Es de metal irrense y plástico—explicó—. Fabricado por dama Hálito, demi… demiur… demiurga—se le atascaba la palabra. La mención a la violeta le hizo sentir algo de pena. Perder a los pocos gigantes que merecían la pena nunca era divertido. Continuó su charla moviendo cada una de las secciones en las que se dividía y haciendo una mención obvia al aparato que le permitía hablar—. Además lo estoy armando. Como lo de la electric… electricicicicidad—de nuevo se le atascaron las palabras y Tap sacudió la cabeza de manera inútil—. Electricidad. Todavía me que-queda hasta que… aprenda del todo. Pero bueno.

Tap estaba tan eufórico por su nuevo cuerpo que le daba igual las trabas que su ponía. Valoraba la mejora y lo veía todo un pelín más positivo. Un pelín suficiente como para que no quisiera matar al gigante que tenía enfrente en ningún momento. Era probable que el hecho de que fuera Saren y no otro, como Pablo, por ejemplo, también tuviera que ver. Pero lo importante era que, en aquellos momentos, el poltergeist se encontraba a gusto.

—Y tú, ¿Q-qué eres? ¿Y qué haces? Sales muy a menudo de la Sede—Tap estaba realizando esas mismas preguntas a todos los gigantes que decidía que eran dignos de relacionarse. Sobre todo porque según las respuestas, así sabría si lo seguían siendo, si era mejor alejarse de ellos o, simplemente, sabía si podía alegrarse porque la Luna Roja les castigaba con algún aspecto injusto de sus transformaciones. Sabía lo felices que fueron muchos gigantes cuando descubrieron que como poltergeist no podría hablar, así que no pensaba esconder la diversión que le producía saber que ahora a algunos les mataba el sol o que estaban catatónicos durante todo el día en la cama.

Tania

De camino a la sede, la lagarta habia estado olisqueando la cercania y se habia cazado una pequeña criatura peluda que inentó huir volando al ver a la enorme lagarta trotar hacia ella, pero cuya lentitud le llevó a la tumba cuando esta logró atraparla de un salto con su boca. Mordisqueando el cadaver sin llegar realmente a comerselo, acabó arrastrandolo en el hocico hasta llegar a la sede. Como era costumbre, hizo una inentción clara de intentar entrar al edificio por la puerta. Forzandola a sentarse, Tania la regañó brevemente y la insistió que permaneciera sentada. La lagarta, si hubo entendido las ordenes de la nublina, no se inmutó al respecto y tan solo le dio un baboso lametazo en la cara. Escuriendose de su pegajosa lengua, la nublina entró al edificio siguiendo a los dos sinhadres.

Aunque algo nerviosa, la nublina les acompañó a la cocina. Ahí, Yoel dijo que iba a preparar algo típico de su mundo. Aunque algunas cosas parecian apetitosas, habia ciertas cosas que no tenia ni la más remota idea de que podrian ser, pero, ya que se lo habian ofrecido, no iba a hacerles el feo de no aceptarlo. El otro sinhadre pareció complicado por la comida tambien, pero no dijo nada. Tania se sentó a la mesa, sintiendose algo incómoda, pues nunca habia sido una invitada en ningun sitio y mucho menos en una casa ajena en aquella ciudad de monstruos. Inconscientemente, se frotaba las manos por debajo de la mesa, nerviosa. Comenzó a comer lentamente, esperando que los otros dos empezasen. Sorprendentemente, sabia bastante mejor de lo que podia parecer y, comparado con sus primeras comidas al llegar a la ciudad, bien podrian ser un manjar. Se lo tomó como una comida exótica y fue abriendose paso en su plato.

Zmey rompió el hielo mientras comian. Tania, aunque no era muy habladora, lo agradeció, pues el silencio empezaba a sentirse algo incómodo.
-Hubo que robar un huevo del nido. Si nacen cuando estan en libertad se vuelven completamente salvajes y se complica mucho el entrenarles. El mundo de donde viene se llama Ulterania.-le contó. Por un momento se dio cuenta que sabia bien poco de Ulterania para darle más detalles y sabia que cierta amiga ulterana que ella tenia daria un mechón de pelo por participar en una conversación sobre su mundo natal.-Sus habitantes son...-pensó en como describir a los ulteranos.-Pálidos y... su pelo se mueve.-dijo, haciendo unos aspamientos torpes por encima de su cabeza, para explciarse.-Pueden moverlo.-se refraseó. Tras unos segundos continuó, casi para avisarle al chico.-Es un mundo vinculado con mucha seguirdad y no saben de rocavarancolia.-
Debatió mentalmente sobre si comentarle que conocia a aquellos que habian cometido aquel desastre, pero acabó por guardar silencio. Cuanto menos supiesen de ella, mejor. Estaba claro que Zmey queria hablar de la lagarta y para ello le habia invitado a aquella agradable comida. No le iba a molestar dándole más detalles de los que pidiera.
Finalmente, acabó imitando al piromante y cogiendo un bollo, lo partió y lo mojó en la pasta, para luego llevarselo a la boca algo tímidamente.

-Conozco el mundo- comentó Zmey- Bueno... tuve un compañero de criba de ese mundo. Lo cierto es que no tengo ni idea de qué fue de él.

Los recuerdos del final de su criba estaban algo difusos, y muchos detalles de sus propios compañeros simplemente no le venían a la mente, pero sí podía recordar a Serokrai, sus aires militares y sus tentáculos. No hablaba mucho en general, pero Zmey le hizo algunas preguntas sobre su mundo para añadir a su cuaderno, y los datos que Tania mencionaba le eran familiares.

-Debe ser un bicho realmente valioso si fuisteis a un mundo con tanta seguridad solo por un huevo. ¿Ese es todo el tamaño que alcanza o puede hacerse más grande?

Mientras tanto, Yoel mordisqueaba un anca de rana y observaba comer a la nublina. No tenía ni idea de lo que ellos hablaban, y la lagarta le importaba más bien poco. Quería hablar con Tania, sobre la propia Tania, pero su situación era demasiado delicada, y sabía que si abría la boca acabaría cagándola. Además, Zmey estaba delante.

-¿Te gusta?- le preguntó.

Zmey se había servido verduras. No le apetecían las ancas, rellenaría el hueco con pan para no quedarse con hambre.

En cuanto el bastón contacto con el guantelete del vampiro, el escudo mágico del norteño desapareció, hecho añicos por algún hechizo que el selkie no había podido detectar. Observó confuso unos instantes al humano y recuperó su semblante tranquilo cuando este habló.
—Claro, no hay problema —dijo, aceptando la petición y esperando a que se quitara el guantelete mas ofensivo.

En cuanto Pablo estuvo listo, Saren deshizo el hechizo de protección básica por resultar inútil y alzó un nuevo escudo mágico, algo mas potente que el anterior. Volvió a golpear el artilugio del vampiro con idénticos resultados, aunque esta vez el escudo titilo unos segundos antes de desaparecer. A partir de entonces empezó a probar con barreras de distinta intensidad, aumentando poco a poco la cantidad de golpes que lograban aguantar. El último que conjuró aguantó seis arremetidas antes de caer, pero dejo exhausto al idrino, pues el gasto de magia había sido importante. Aun no había sido capaz de identificar el hechizo que usaba el artefacto del humano, así que decidió pasar a un método mas directo y, tras recuperar el aliento durante unos instantes, el norteño alzó el bastón de nuevo y golpeo sin ningun escudo activado.

En cuanto madera y metal hicieron contacto, un hechizo de impacto golpeo de frente al selkie, empujándolo hacia atrás hasta que chocó con la pared de la sala con cierta violencia, quedándose unos instantes sin respiración. Cuando el aire volvió a llenar sus pulmones, el chico se puso en pie entre tosidos, apoyándose en la pared y limpiándose con el dorso de la mano libre el hilillo de sangre que le bajaba desde la nariz.
—Hay que joderse —comentó entre risas con voz jadeante—, pero podría ser mucho mas potente —añadió el idrino, estirándose y haciendo crujir la espalda—. Admito que es bastante molesto, pero esta lejos de dejarme fuera de combate... tal vez pueda echarte una mano con la potencia de las runas si quieres aumentar los posibles daños en una pelea real —ofreció con una media sonrisa.

Me mantuve a la defensiva durante todo el entrenamiento. Después de todo era para probar las defensas, no para atacar.
Funcionaba bien. Resistía perfectamente los golpes físicos, contraatacando por su cuenta sin errores. De la misma forma, las pocas veces que el selkie decidió atacar con magia las protecciones contra ataques de este tipo se activaron correctamente en el momento que tocaba, bloqueando los hechizos.
Así, con las continuas pruebas acabó por aparecer el primer fallo en el guantelete-escudo.
Era un error en el diseño del circuito que controlaba las protecciones mágicas, debido al cual los escudos que protegían de los hechizos eran activados también ante ataques físicos. Esto sucedía porque, al activarse el hechizo de impacto del escudo, lo identificaba como cualquier conjuro peligroso, y activaba el escudo aunque yo no fuera el objetivo del ataque. “Vaya.. tendré que rediseñar esa parte”

En el último golpe el idrino atacó sin defensas, comiéndose por primera vez el hechizo de impacto. Sangraba un poco, pero no era nada serio.

-La potencia no es el problema. Después de todo lo diseñé para defender, no para atacar, y puedo aumentarla yo mismo si hace falta- Respondí con seriedad mientras le echaba una mirada pensativa al guantelete, terminando de pensar en los problemas que daba. Luego le sonreí, satisfecho con las pruebas y contento de tener ayuda si la necesitaba.

-Tomo nota de tu ofrecimiento. No necesito tu ayuda con fuerza bruta, pero nunca está de más contar con alguien que me pueda ayudar con hechizos por encima de mi nivel.

Tania

No tardó en contestar a Zmey.
-Al parecer se crían mucho por la zona, pero viven en entornos salvajes. Los huevos se pueden encontrar en el subsuelo, donde estan más frescos y protegidos de las inclemencias del desierto, pero de vez en cuando los sacan al sol para calentarlos. Nosotros encontramos el suyo sacándolo del nido, cuando la madre andaba cerca. No hace falta decir que fue muy peligroso.-comentó hundiendose de hombros.- Y al parecer estos lagartos crecen sin parar a lo largo de su vida, pero no viven más de treinta o cuarenta años normalmente. Pueden llegar a medir bastante pero se vuelven menos activos con la edad.-explicó, de la mejor manera que sabia, pues se acordaba de los pocos detalles que habia compartido el argos con ella.

El otro sinhadre que, por otra parte habia estado en un relativo silencio mientras comian, saltó con una pregunta que, aunque pilló algo desprevenida a la nublina, le arrancó una educada sonrisa.
-Está muy bueno Yoel.-dijo entonces, enarbolando su sonrisa. Conteniendo una pequeña risilla, la nublina se disculpó y se explicó.-Lo siento. Desde que llegué a la ciudad, he tenido comidas muy variopintas, pero sin duda esta se lleva la palma. Es muy exótica.-

Había conseguido escuchar la cambiante así como el ultimo golpe dado por esta justo después que saliera. DL dudo pero prefirió escoger la opción inteligente y marcharse, nuevamente y como ya parecía costumbre, nuevamente no se dio a entender y de nuevo le habían entendido de una forma totalmente opuesta a lo que pretendía. ¿Tranquilidad, sutileza y cambio de actitud? ¿De veras había dicho tamaña estupidez? Por mas que lo pensaba no podía ni creérselo "Rocavarancolia mándame un bicho que me arranque la cabeza. Ahórranos mas males" pensó no sin cierto fastidio.

-¡Joder que frustrante! Se acabo, me rindo, da igual cuantas malditas veces intente mantener una conversación donde la otra persona no acabe intentando arrancarme la cabeza, ¡es inútil!. Desde luego no nací con el don para socializar en condiciones- murmuro no sin cierto tinte de frustración, no daba una derechas eso lo tenia mas que claro, ya fuera por el uso de sus palabras o por la forma en lo que lo decía, que no pretendía tener ninguna doble intención, por lo general hacia enojar a los demás- Casi que mi mejor opción es vivir en una puta cueva. Si no hay contacto con la gente no hay forma de cagarla- murmuro fastidiado mas consigo que otra cosa llegando a la Sede casi sin darse cuenta dando la contraseña en la entrada y subiendo a su habitación ignorando a cualquiera con el que pudiera toparse en su camino y encerrando en su cuarto donde estuvo un rato bastante largo dando vueltas como león enjaulado y quitando espejos que no tuviera anclados. No tenia ganas de verse, da igual que pareciera un reptil ahora el seguía viéndose se como era y eso estaba empezandole a asquear. ¿Que hacia cuando ya no te gustabas a ti mismo? Porque cuando dijo a Mephis que le había abierto los ojos no mentía, se los abría abierto de golpe y todo lo que DL veía ahora sobre el le disgustaba enormemente, no había nada para rescatar en el. ¿Que cojones estaba haciendo? Era estúpido, humillante era...incomodo ser el.

-Ser yo es una mierda- murmuro fastidiado con su forma de ser, nunca había tenido problemas con eso hasta que llego a la ciudad. Desde que se había transformado no hacia ni una cosa bien, en ningún aspecto, no paraba de cagarla con los demás y consigo mismo, como bien había dicho Mephis y como intento darle a entender que le daba la razón sin éxito, se rebajaba a si mismo también. Ser el estaba empezaba ser tanto fastidioso como humillante y daba igual cuantas veces cambiara por fuera, tanto el como los demás lo seguirían viendo como el el gilipollas que era.

-¡Maldita sea! !Joder, ya podría ser cambiante para dejar de ser yo por completo! Para lo que me sirve ser DL, solo me trae dolores de cabeza-  Se sentía patético y ya incomodo consigo mismo, no era algo que hubiese pasado de inmediato era algo que llevaba pasandole desde que se transformo en menor o mayor grado. Seguía demasiado anclado a ser el mismo y aquello en esa ciudad y siendo lo que era ahora, era un error- Sino salgo de aquí creo que enloqueceré- murmuro con los nervios ya descompuestos, saliendo del cuarto tras dejar un desastre en su habitación al mismo nivel en el que el mismo se encontraba. Apenas llevaba un rato ahí ya no lo aguantaba, así que silenciosamente igual que había entrado salio de nuevo. No tenia idea de donde iría solo quería moverse.

Sigue en la Explanada de los portales.

—Esta bien entonces, ya sabes donde encontrarme cuando necesites ayuda —dijo, devolviéndole la sonrisa y bostezando a continuación—. Yo ahora me retiro compañero, estoy complemente agotado y si sigo mucho mas con esto no habrá nadie capaz de moverme dentro de unas horas —rió, despidiéndose del vampiro y saliendo de la sala de entrenamientos.

Dentro de poco los demás habitantes de la Sede empezarían a dar señales de vida, pues estaba despuntando la mañana, pero el necesitaba descansar, llevaba toda la noche en pie y estaba reventado. Se dio una ducha rápida con agua fría para no quedarse dormido en el baño y se arrastró hasta su cuarto, donde se dejó caer en la cama después de cerrar la ventana para que no entrara la luz. En apenas unos segundos su respiración se relajó, señal de que se había dormido, y así estuvo hasta bien entrada la tarde.

Los siguientes dos días fueron muy similares para el norteño, pero corrigió algo sus horarios y para el mediodía ya estaba en pie. Saren bajó a la cocina con un libro bajo el brazo a prepararse un desayuno tardío y se sentó en el salón con un par de tostadas y una taza de umbra tras saludar a quienquiera que se cruzara.

Pasaron un par de días sin nada que destacar. En ellos me centré principalmente en arreglar los fallos de los circuitos, poner alguna que otra protección más en mi cuarto, y reanudar los entrenamientos con Jack.

Así, un día fui despertado por las voces típicas de los pregones. La diferencia estuvo en que este no traía noticias de otros mundos, sino que anunciaba la apertura de inscripciones para un torneo. No necesité pensarlo mucho para decidir que no participaría. Si era para cualquiera habría ciudadanos veteranos y no iba a estar a la altura. “Que disfruten los que vayan”

Ya que me había despertado decidí aprovechar y levantarme ya. Llevaba unos días retrasando una visita a la biblioteca, en busca de algún libro que me diera información sobre herrería. Cada vez se hacía más evidente que iba a necesitar estudiarla.

Sigue en la Biblioteca Mágica.

La cara de Yoel se iluminó, y sonrió como no había sonreido desde que llegó a la ciudad. Se acercó más a Tania, ilusionado, y Zmey se temió que fuese a hacer que la chica se sintiese incómoda.

-Gracias. Te puedo dar la receta si la quieres, y podemos quedar más veces y puedo cocinar más cosas. Si quieres puedo hacer algo de tu mundo- ofreció.

-Yoel, córtate, la vas a asustar.- dijo Zmey.

Yoel iba a responderle con una mueca pero desde fuera se oyó un comunicado. Se celebraba un torneo, y se invitaba a todos los ciudadanos de Rocavarancolia a participar. Esta vez fue el rostro de Zmey el que se iluminó.

-¿Vas a participar?- aventuró Yoel.

-Por supuesto- respondió el piromante, aún mirando en la dirección de la que le había parecido que venía la voz- Es una gran oportunidad, tengo que ir a apuntarme cuanto antes.

Yoel pareció preocuparse. No sabía como eran los torneos, pero los que mencionaban de pasada en sus historias no tenían muy buena pinta. Sí que le apetecía ver como le pegaban una paliza a Zmey, pero que lo mataran le hacía menos gracia. Miró a Tania.

-¿Te apetece un postre?

Había fruta fresca de postre. Zmey había encontrado un panfleto en la puerta que había aparecido mágicamente a la vez que el aviso de Miseria, y les leyó las categorías. Pensaba apuntarse a todas, incluso a las que tenía más flojas, incluso cuando no podía tirar de su dominio para la mayoría. Había trabajado en todas y quería probarse.

-¿Quieres que te acompañemos a casa? - ofreció a Tania una vez hubieron acabado el postre. No creía que la chica necesitara escolta con el bicharraco que tenía como guardian, pero siempre era educado preguntar.

Tania

El ilusionado sinhadre descolocó un poco a la nublina que estaba logrando mantener un semblante amable y seguro. Dió gracias mentalmente al más joven de los dos, que le pidió que se moderara. Sin embargo, cuando iba a contestar a al generosa oferta del chico, una voz resonó en sus cabezas, al tiempo que el más joven sinhadre recogia un panfleto en la puerta. La nublina se quedó algo intrigada por todo lo que aquella voz decia. Dudaba de si Toima se apuntaria. La chica se formó una imagen mental clara de un ulterano gruñon de dos metros quejandose de todo y desconfiando hasta de su propia sombra, viendo complots en todos lados aunque, por otra parte, quizás fuese lo más seguro a la hora de pensar sobre el consejo.

Se quedó algo espaciada por unos momentos. Salió de su trance cuando sonó la voz de Yoel preguntandole si queria un postre. Tras dar un respingo, la nublina educadamente aceptó la oferta y mordisqueó su fruta hasta acabarla. Habiendo comido bastante bien, les agradeció amablemente la comida, pero declinó su oferta de acompañarla a casa.
-No, no hace falta.-dijo con una sonrisa.-Ya la tengo a ella.-añadió.
Se puso entonces de pie, despidiendose, dando las gracias una última vez.
-Ha sido una velada encantadora, muchas gracias por invitarme.-dijo con una sonrisa.-Espero que cuando nos volvamos a encontrar pueda devolver la invitación.-dijo, por modales más que por deseo propio. Si Toima se llegase a enterar... seria desastroso. Pero lo cierto es que se sentia un poco en deuda, pues rara vez encontraba a gente tan maja como aquellos sinhadres en la ciudad.
-Disfrutad del resto del día.-terminó por despedirse y, saliendo por la puerta y comprobando el sillin de la lagarta, montó y cabalgó de vuelta al cuchitril.

Zmey y Yoel acompañaron a Tania hasta la puerta para despedirse de ella.

-Espero que volvamos a vernos- dijo Yoel, antes de que la chica partiera. Se quedó unos instantes plantado en la puerta hasta que perdió a la lagarta de vista, y miró a Zmey por el rabillo del ojo. Estaba mirando el papel del torneo- ¿Vas a ir ahora a apuntarte?

-Es obvio- respondió Zmey- Cuanto antes me apunte antes podré planear mi nuevo entrenamiento. Necesito informarme bien de las normas.

Dejó a Yoel recogiendo la cocina y fue a ponerse algo más decente que la ropa que traia de la playa, que aunque la había secado con un hechizo estaba algo acartonada por la sal. Se guardó el folleto en el bolsillo de la chaqueta y se puso una daga al cinto.

-¿No vas a venir?- le preguntó  a Yoel cuando bajó de nuevo a la cocina. El chico casi había terminado de fregar los platos.

-Nah, tengo cosas que estudiar.

Zmey se encogió de hombros y salió.

Sigue en el Anfiteatro.

Tap llegó al hotel totalmente liberado de la tensión que le había creado su encontronazo con el grumo viviente. Cruzó el pasillo embalado y se encerró en su habitación. Desempolvó el mortero y se dedicó a la fabricación de sus nuevos venenos. Tras tener preparados varios de los ingredientes, los dejó a reposar y fue en busca de su libro de hechizos. Había estado curioseando días atrás el hechizo de transparencia y lo había probado con objetos pequeños y medianos, pero ahora era el momento del cúlmen de sus experimentaciones.

Fue hasta la puerta de la cocina, poseyendo el muñeco articulado, y pronunció el hechizo de invisibilidad en voz alta. Funcionó y la puerta desapareció de su campo de visión. Fue entonces cuando siguió con su plan y pegó pequeñas púas en los asientos de las sillas. Estaban embadurnadas con un veneno que provocaba vómitos y, por supuesto, en pocos minutos también fueron encantadas para que no las vieran.

Una vez acabó, devolvió su cuerpo a la habitación y bajó de nuevo a la cocina. Se escondió dentro de la mesa y esperó pacientemente: Se acercaba la hora de comer y el poltergeist tenía hambre de risas.

El resultado de las pruebas, aunque me había permitido entrar al ejército, era más que revelador: necesitaba entrenar más y mejor. No sólo físico sino que, obviamente, mágico también. O quizá darle más énfasis al mágico, dada la prueba mágica que superé por los pelos. Por suerte, había entrenamiento de ambos tipos en el ejército. Y no sólo encontré grupos de instrucción para eso sino que pude pedir que se me admitiera de alumno de herrero. De momento solo sabía que el maestro herrero era un paladín guerrero de Ulterania. También acabé topándome con Serok, quien era uno de los instructores así que quizá me tocaba con él.

Luego fui a hablar con el herrero en cuestión y tras pedirme que le demostrara lo poco que sabía y le explicase mis motivos para querer dedicarme a eso me admitió. Ahora tendría que compaginar lo de Nia con esto, pero no debería tener problemas para ello. Y después me tuve que ir de compras para preparar la visita a Libo. Bueno, primero fui a mirar precios y a buscar lo que me fuese más afín, lista en mano, para ir ya finalmente algún día y cogerlo todo. Es más, pude contar con el consejo del bueno de Melodes para que no me estafasen.

Entre tanto, dieron un pregón sobre un Torneo donde se enfrentarían todos los ciudadanos y en cuanto me enteré, salí hacia el Anfiteatro.

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Al llegar a la Sede, me fui para mi cuarto a... Deshacer la armadura a trozos que tenía hecha. Si me iba a hacer una de metal, esto era basura. La pega era que tenía el cuarto lleno de huesos, así que entre romperla, limpiar, reordenar... Se me fue el resto del día.


Al día siguiente terminé de recoger el dormitorio y fui a la Cicatriz a devolver los huesos que de allí había cogido. Tras eso y un poco de ejercicio con las colaespina, volví a la Sede con hambre de pantera. Me di un buen baño y cuando, ya vestido, me dirigí a la cocina, me golpeé con algo invisible justo donde debería de estar la puerta.

—Qué coj...

Alargué una mano y toqué justo donde me había golpeado, ya que esa zona no había activado, aparentemente, ninguna trampa <<Madera>>. Haciendo más presión conseguí mover la superficie y resoplé al reconocer la puerta. Y al otro lado, la cocina.

—Tap, siempre Tap. Algún día le harás algo a alguien con más mala leche que Pablo o yo y veremos quién se ríe luego.

Sin dar un paso más, conjuré un hechizo de localización para comprobar si Tap andaba cerca. Sólo así descartaría la posibilidad de que hubiera más trampas. En cuanto lo lancé, el hechizo tardó casi nada en identificarlo en la mesa. <<Joder... Que ponga trampas al vampiro, pasa. Que las ponga en el pasillo, pasa. ¿Pero en la maldita cocina? ¿Y con el hambre que tengo?>> Tenía dos opciones: entrar, pisar, tocar, activar, alguna trampa y reaccionar con violencia, o bien largarme a otro sitio y no darle la satisfacción de humillarme y cabrearme. Si hubiera sido mi propia casa... Pero era una residencia compartida, no iba a liarla.

—Ahí te pudras esperando, me voy a la Taberna. Pero recuerda que aquí vivimos muchos, algún día alguien te joderá tanto como tú a nosotros, escoria.

Volví al dormitorio, cogí ropa para salir, algo de dinero y finalmente reactivé el cordel de alarma. <<Ahora el enano es capaz de querer vengarse de los insultos. Hay que joderse>> Acto seguido salí levitando por la ventana y me fui a la parte alta del torreón a esconderme. Si aparecía en la habitación, tendríamos bronca. <<Soy un maldito soldado, no tengo que soportar esto>>

Por suerte no apareció, así que bajé a la calle y me dirigí a la Taberna a comer algo. Luego iría a Serpentaria para buscar más información sobre hechizos. Y de paso saludar.

Sigue en la Torre Serpentaria.

Tap no pudo ser más feliz que en el momento en el que vio a Atol dándose contra la puerta. Aquel golpe y la cara de desconcierto inicial del gigante arrancaron una carcajada a las entrañas de la mesa que, obviamente, no se llegó manifestar de manera sonora. Aquel coscorrón le había hecho sentir tan bien que no le importó que le descubriera ni que le amenazara. De hecho, la respuesta que le habría dado en otro momento, se la guardó para sí: <<En Letargo también eramos muchos, gigante creído, y ahora YO estoy haciendo justo eso. Joderos igual que vosotros a mí. Y todavía os queda>>. A veces incluso consideraba ahorrar para un caldero gigante. Pero luego lo pensaba mejor y se daba cuenta de que no merecía la pena invertir dinero para molestar a los gigantes si podía hacerlo gratis.

El poltergeist esperaría a que acudiera una segunda y última víctima y probabemente se iría. No había desarrollado su paciencia hasta el punto de esperar indefinidamente y se conformaba con escuchar las quejas tardías de los que picaran una vez se fuera.

Distraidamente llego finalmente a la Sede, dándole vueltas en su cabeza a las runas que tenia que dibujar  y en los hechizos que querían hacer que estaban fuera de su nivel. "Veré si entre mis libros encuentro algo, sino no me quedara mas remedio que pedir algo de ayudar para grabar esos hechizos" pensó suspirando un poco mientras decía la contraseña de la Sede para poder entrar. No sabia cuando podría terminar con  las runas y los hechizos, no tenia especial prisas para ir F.O.N.E.R.A pero contra mejor y mas asegurado tuviera todo, aunque tardara mas en ir, mejor que mejor.

Tras entrar en la Sede subió a su cuarto que ya apenas tenia espejos, únicamente uno grande cuerpo entero para ayudarse cuando cambiara y el mas pequeño sobre el lavamanos de la habitación, dejando todos los apuntes tomados en Serpentaria en su escritorio junto a sus libros, viendo de refilon su reflejo en el espejo de cuerpo entero, chasqueando la lengua al verse a si mismo. En algún momento había vuelto a su aspecto original de foner y lo que menos tenia ganas era de verse, así que distraidamente cambio su piel a un tono mas trigueño y natural a su palidez enfermiza, los ojos a un color celeste y el cabello a un tono castaño rojizo.Y como nunca faltaba en el da igual como cambiara, garras con uñas retráctiles y colmillos. Viendo el resultado con satisfacción empezó a cambiar su indumentaria como simple distracción y practica, cuando consiguió vestir con algo cómodo fue a por uno de sus libros de hechizo para ver si aparecía algún hechizo de ocultamiento de su nivel.

Shizel estaba más contento que unas pascuas tras las noticias de aquella mañana y la tarde en la bodega. Aunque era consciente de que debería "hacer los deberes" y ponerse a rebuscar frenéticamente en la biblioteca antes de que el resto de Rocavarancolia se le adelantase y se llevase todos los compendios de duelismo, el idrino no tenía ganas de encerrarse a leer.
Por tanto el skrýmir había optado por dar un largo paseo por Rocavarancolia, y antes de volver a Serpentaria pasar por la Sede y comprobar cuántos se habían enterado de la noticia del torneo. Puesto que el sedentario al que visitaba más a menudo era DL, ya que desde que había aprobado las pruebas del ejército Karime pasaba más tiempo fuera y de Saren últimamente no sabía mucho, optó por irle con las buenas nuevas a él primero.

Como era obvio esperó a que el foner le permitiera el paso antes de entrar a su habitación. Tras el desconcierto inicial ante el aparente extraño que había dentro (desconcierto que, por otra parte y meses tras la luna, cada vez era menor), se le iluminó la cara cuando le vio inclinado sobre lo que parecía el diagrama de un hechizo.
-¿Ah, entonces ya te has enterado de lo del torneo?- le preguntó con una sonrisa de oreja a oreja. Sentía un poco haberle interrumpido el estudio, pero estaba contento y cuando estaba de ese humor solía ser un poquito más egoísta.

Una llamada en la puerta lo saco de su estudio, infructuoso por el momento. No eran nada habituales las visitas a su habitación, es mas estaba casi seguro que nadie de los que vivían en la Sede habían pisado su cuarto ni habían llamado ni por casualidad (tal vez Tap si había entrado alguna vez pero eso no podía saberlo) Así que simplemente dejo que pasara, no habiendo muchas opciones a que alguien lo visitara levantó la vista de su libro al ver allí a Shizel sonriendole un poco la verlo casi brilla como una bombilla con una ilusión casi infantil cuando hablo del torneo. DL tuvo que hacer memoria un momento, recordando el pregón al que no le había dado muchos pensamientos en su mente.

-Escuche el pregón, como toda la ciudad supongo - respondió observandolo atentamente ante la emoción que veía en el y que no contenía como habitualmente hacía- Se te ve inusitadamente feliz, casi brillas. ¿Te apuntaste?- pregunto con cierta curiosidad al verlo tan contento, tenia que ser eso, eso o algo mas que se escapaba a su comprensión. Tal vez para el el torneo no fuera algo que le diera mucha emoción, teniendo en cuenta el bajón de confianza y el deficiente manejo de sus habilidades, pero Shizel era diferente a el. Así que un tanto animado tan solo de verlo dejo el libro que estaba leyendo sobre sus piernas, sentado en la cama como estaba-A ver cuenta, que estas deseándolo, yo solo se lo que contaba el pregón