Sarah y el miedo

Salir, entrenar, comer, dormir, entrenar, comer, salir dormir, entrenar, salir, comer, dormir.

No habia nada en ella, nada mas una voz que la separaba del mundo, de los demás, de todo.

No había dormido nada otra vez. En la fría y silenciosa noche de Rocavarancolia, Sarah volteó una carta, la muerte se mostro ante ella.

No habia sentimiento no habia preocupación, tan aislada se sentía, tan vacía como intentar llenar una vaso que ya se encuentra roto.

En silencio caminaba subiendo mientras los demás dormian, un dia indeterminado, un dia igual a los demás, habia ido a todas las salidas, practica y silenciosa hacia lo que la decian, no habia interacción no habia amigos. Subiendo las escaleras buscaba algo pero no encontraba ningun afectó para esta gente.

Sabia como salir para que nadie se diera cuenta. Encima del edificio, esa ciudad parecía magica, pero ella no podia ver esa magia, ella solo se sentia sola, perdida, ¿de que servía la muñeca que habia construido? ¿de que servia si ya no estaba en la tierra? meses llevaba viviendo sin saber, solo tenia que dar una paso. ¿Para que luchaba?, ¿para que salía todos los dias? si no habia nada por lo que mereciera la pena.

Daba igual si era la tierra o otro mundo, ella no servia estaba rota, pensó que quizás este era su mundo, su lugar, y casi se habia engañado, pero el problema no era el mundo donde estuviera el problema era ella.

Un paso. Solo eso y todo acabaria, saltar y huir perderse en la noche y terminar con todo.

La voz le decia salta, ya esta, que más da, nadie te echaria de menos, no echarias a nadie de menos, desaparece.  Ellos han avanzado, son diferentes a ti, han sentido, estan cambiando, no lo ves son más podorosos, brillan, incluso aquellos que odias tanto. Todos son mejores que tu.

Todo perdia su color. Todo perdia sentido...
...
...
...
...
Respiró y se dió cuenta que no estaba vacia, que realmente habia sentido, que durante todo estos meses habia sentido, habia sentido miedo.

Miedo, lloro, desconsoladamente como una niña asustada, como una niña perdida.
Pero por fin de se dió cuenta Rocavarancolia le había echo sentir pero la primera emoción que le había regalado era el miedo. Ahora debia empezar a vivir con el.

Y dio un pasó hacia atrás.

Iemai hacía guardia aquella noche. Desde el día en que le había parecido ver algo por el rabillo del ojo la sensación se había vuelto a repetir, pero no había vuelto a cogerla tan desprevenida ni había sido igual de intensa. A pesar de llevarse sustos, trataba de no despertar a sus compañeros sin comprobar primero si realmente había algo anómalo fuera o dentro del torreón. Desde que habían salido las estrellas le resultaba un poco más sencillo distinguir siluetas en la oscuridad de la noche.

Precisamente por estar despierta sabía que había alguien rondando por el torreón. No estaba segura de quien se trataba porque en el cambio de turnos no se había parado a contar quiénes seguían en cama, o si alguien se había ido a dormir a otra habitación. Ya casi había olvidado los pasos que se habían perdido escaleras arriba cuando pudo escuchar a alguien bajando. Le preocupó un poco que alguien vagase por el torreón a esas horas y decidió salir del cuarto para preguntar si todo iba bien.

No se había esperado que se tratase de Sarah cuando la vela que llevaba la cercana iluminó la figura de la chica en el hueco de las escaleras. En general, Sarah era como un fantasma. Colaboraba en la supervivencia del grupo, pero apenas se había abierto a nadie en aquellos meses. Tal vez ni siquiera era tan raro que vagase sola en plena noche, pero tras haberse encontrado no iba a ignorarla.
—¿Ha pasado algo? ¿No puedes dormir?
Al decir aquello fue cuando por fin la miró a los ojos y se percató de que algo no iba bien.

Sarah no pensaba encontrarse a nadie,  se sentía bloqueada, paralizada, que en cualquier momento podría ser atacada, no sabía donde ir, donde esconderse.

Cuando vió la figura de otra persona en las escaleras, la vela iluminaba esa seccion del pasillo casi encerrandolas, creando sobras más peligrosas que la propia oscuridad.

Tan desnuda se sentía, tan desnuda le hacía sentir su miedo, que se agarraba como intentando ocultar esa vulnerabilidad, pero su cuerpo temblaba más que evidentemente, delatandola.

-...¿Como se puede vivir con el miedo? -preguntó deseosa de encontrar una solución, a un problema con el que nunca se había enfrentado.

Nunca se habría mostrado tan abierta con sus pensamientos pero estába tan asustada...

Sarah temblaba. Si la oscuridad podía camuflar su estado mental de alguna manera, la sombra que proyectaba su cuerpo en las escaleras dejaba clara su inestabilidad. Iemai la miró en silencio, desconcertada, durante el tiempo que la chica tardó en responderle con otra pregunta. Una que la cercana no esperaba y la hizo apretar los labios, sintiendo cómo se le secaba la garganta.

Su primer pensamiento fue plantearse por qué le hacía esa pregunta precisamente a ella, si aquella chica taciturna había encontrado una razón de peso para dirigirse a Iemai. Luego se dio cuenta de que el encuentro había sido totalmente casual y, probablemente, la había sorprendido en un momento de debilidad en el que ni siquiera deseaba haber sido descubierta.

—No lo sé —respondió la cercana quedamente—. Simplemente lo haces. Día a día. —Iemai tragó saliva. Aquella era una pregunta muy personal, tal vez se la había hecho miles de veces con planteamientos diferentes, pero la respuesta a la que había llegado había sido siempre la misma—. Mientras sigas moviéndote quiere decir que todavía no te has rendido del todo.

Sarah podría notar su vacilación a la hora de continuar hablando, pero no la intención de marcharse y dejarla sola. La cercana quería hacer preguntas, pero no encontraba las palabras adecuadas. ¿Era el miedo lo que movía a Sarah a actuar como lo hacía? ¿Por qué temblaba aquella noche? Sentía que no tenía suficiente confianza con la chica para hacerle preguntas tan personales. Tampoco podía hablar de sus propias experiencias; ni aunque quisiese hacerlo serviría para tranquilizar a Sarah.

Sarah se acercó más a ella, y susurrando cada vez más rápido.

-no, no , no , no, yo no puedo tener miedo- su respiración se empezó se empezó a entrecortar- no puedo tener miedo de cada esquina de cada sombra, este iba a ser mi sitio, no tiene sentido, no se puede vivir así- las palabras se atascaron una con otras.

Cada vez respiraba menos, las paredes la encerraban, ella había sido perfecta, ella lo había conseguido todo, todo lo que quería lo había tenido. Pero era mentira era un fraude, ella no temía al mundo, ni a la muerte, ni los monstruos de Rocavarancolia, ella se temía a sí misma y más aún a lo que habría debajo de tantas capas de una perfección tan profundamente malentendida. El miedo a tomar una decisión aunque sea acertada es mucho más terrible de no tomar ninguna y dejar que todo sea elegido por los demás. Y ahora que había dado el primer paso, el miedo de años de fingida indiferencia la agobiaba en una tormenta de dudas.

Iemai retrocedió sin poder evitarlo al ver a la chica acercarse a ella. Parecía estar fuera de sí, pero sus palabras no tardaron en hacerle comprender que se trataba de miedo en estado puro. Era lo que la estaba alterando y no podía decir que fuese ajena a aquel sentimiento en absoluto.

Su respiración entrecortada le resultaba inquietante a Iemai, pero estaba segura de que Sarah no fingía. Lo que no sabía era cómo ayudarla.
—Iba a ser el sitio de todos, nos lo prometieron a todos —comenzó, insegura—. Pero ahora que estamos aquí solo podemos intentar sobrevivir sea como sea. No debería vivirse así, pero se puede, es lo que estamos haciendo. No eres la única que tiene miedo. —El tono de su voz se volvió más firme por momentos. Que empatizase con la chica no quería decir que fuese a sentir más lástima por ella que por sí misma, o los demás—. El miedo no siempre es malo, te ayuda a ser más listo, a sobrevivir, si no dejas que te paralice.

-No... Pero yo....- dijo queriendo recomponer su neutra apariencia pero no tenia sentido y ya no funcionaria- perdón... soy un fraude... estoy asustada y nunca me había pasado, no queria decir que vosotros no... Rocavarancolia me está cambiando y tengo miedo, me siento tan pequeña a vuestro alrededor, estáis  avanzando tanto y yo me siento tan artificial tan indiferente, pero estoy asustada de equivocarme de fracasar de que nada sirva. Iemai as avanzado tanto no salias tenias miedo pero ahora sales, caminas y creces no ha desaparecido tu miedo pero eres tan valiente, yo nose hacer eso sin fingir...- dijo hablando más de lo que probablemente ha dicho nunca.

Sarah había estando mirando a todos sus compañeros en silencio, había mirado sus avances, el progreso del brazo de Iemai con kiki, sus consatates formas a ayudar desde dentro y cuando en la biblioteca ayudo a los demás. Porque  Sarah tenia tanto miedo de ser ella misma.

Iemai no reconocía a Sarah en la persona que tenía delante, aunque no podía decir que a conociese realmente. Sus palabras, sus disculpas… no entendía a qué venía nada de aquello, ni por qué esa noche. El desconcierto de la cercana era evidente, pero su preocupación también.
—No sé por qué dices eso. No entiendo… no sé por qué crees que te has quedado atrás. —La cercana no sabía cómo explicarse y jugueteaba con la vela entre sus manos mientras pensaba cómo continuar—. Todos seguimos colaborando para sobrevivir.  Tú también. Nadie ha dejado de vivir con miedo… Y todos fingimos. No pasa nada por no fingir todo el tiempo, ni por decir que estás asustada. Cualquiera de nosotros puede entender eso, si nos das la oportunidad de escucharte.
Iemai estaba segura de que lo entenderían, que se alegrarían de que Sarah se abriese y fuese honesta. Al fin y al cabo estaba demostrando no ser tan fría como parecía.

Sarah no lo entendía del todo, y lo primero de todo que no entendía era porque Iemai se mostraba dispuesta a escucharla. Sarah se veía ahora mismo como una carga y este no era un lugar para estar cargando con nadie. Pero quizás no volvería a tener una oportunidad como esta.

- ¿Que haces cuando estás asustada?- Sarah dudaba de ella misma- ¿Y si no soy capaz de vivir con el miedo? , ¿y si a partir de ahora no hay otra cosa que miedo?

Muchas veces había ridiculizado en su cabeza a sus compañeros asustados, miraba con despreció la falta de lógica de sus acciones, pero ahora que lo sentía no podía evitar sentirse hipócrita, ¿también su superior frente al mundo era otra mascara?, Sarah temía tanto lo que hubiera debajo ¿y si no había? ¿y si se odiaba?

Las siguientes palabras de la chica causaron un escalofrío en la cercana. «¿Si no hay otra cosa que miedo?». Ella lo sabía, sabía lo que era vivir solo con miedo. Tal vez por eso las respuestas aparecían en su mente sin pensarlas demasiado. Iemai había roto aquella barrera y se encontraba más allá del miedo desde hacía mucho tiempo. Jamás desaparecería.

—Eres capaz, al final no queda otra. Siempre hay más cosas que el miedo, aunque a veces no puedas verlas. Con el tiempo simplemente se queda ahí. Es como… algo que te persigue a todas partes, pero puedes acostumbrarte a que esté ahí, a que sea parte de ti. —Iemai tomó aire. No había respondido a la primera pregunta de Sarah, y ni siquiera sabía si lo que decía tenía algún sentido para ella—. Cuando estoy asustada… me ayuda estar cerca de otras personas. Es una tontería, sé que muchas veces no serviría de nada si pasase algo, pero ayuda.
La miró a los ojos al hablar. Pensaba que Sarah disfrutaba de la soledad, pero tal vez aquello era lo que le estaba haciendo daño. Iemai siempre se las había arreglado yendo por su cuenta, pero ahora las cosas eran diferentes. Si quería sobrevivir a Rocavarancolia necesitaba el apoyo de sus compañeros, y necesitaba fingir que todo saldría bien. En el camino, no solo se había hecho más fuerte, sino que había descubierto las ventajas de contar con el apoyo de otras personas.

Sarah escuchó lo que Iemai le decía, los mensajes llegaban y tendrían que reposar todavia no lo entendia del todo pero daria su mejor esfuerzo "¿No estoy sola?" era la pregunta que resunaba en su cabeza, ¿como pedir ayuda?, ¿como tener el valor de reconocer su miedo?, y aprender a vivir con el.

Sarah no sabía que más decir, se había quedado en blanco, había sido una noche demasiado agitada para ella. Y no sabía por donse seguir afrontandola.

Dejó el silencio de la noche tras la respuesta de Iemai.

- Gracias... De verdad- dijo pensativa- Me voy a ir a dormir.

Se iba alejando de la misma forma de la apareció, como un fantasma que atraviesa una pared y se encamina a desaparecer por otra. Si no fuera porque antes de entrar en su cuarto se giro una vez más para volver a mirar a Iemai y dedicarla una sonrisa de agradecimiento.

Una vez en su cuarto queria fumar un cigarrillo y no volver a ver a ninguno de sus compañeros, ni hablar con ellos, ni dirigirles la palabra. Pero ninguna de las dos necesidades iban ser satisfechas, la primera debido a la ausencia de cigarrilos en al cajetilla vacia que la miraba con mofa y la segunda porque se negaba a volver a ceder ante el impulso que le susurraba que se separara del mundo.