Un disgusto fluido

Reina

Instintivamente, Reina reaccionó cuando vio al gran ave que les sobrevolaba. Cuando dio el giro en el aire, tomó aire hondamente, adrenalina batiendose en sus venas. Observó cómo Lethe se había interpuesto con la lanza. Había que luchar entonces. Reina descolgó su arco con la misma gracia con la que extrajo una flecha del carcaj. Sus brazos paralelamente danzando a medida que proponía el tiro, cargaba la flecha. El centro: Lo había encontrado. Aquella flecha volaría certera. Lo sabia.

La flecha le pasó zumbando a la bestia apenas colisionando el palo con una de sus alas. Un fallo por escasos milímetros a ojos de una persona que carecía entrenamiento. Pero para Reina, quien sabia, aquel fallo había sido igual de catastrófico que haber disparado en la dirección opuesta era de lo más sorprendente. ¿¡El centro!? ¿¡Dónde estaba el centro!? Las garras afiladas del ave bañadas por la oscuridad, hablando de su letalidad. Reina creyó encontrarlo de nuevo y soltó del cordel. Justo cuando escuchó el chasquido del arco, un segundo sonido golpeó sus oídos, gimoteos, lloros, agudos y languidecientes. Rojo era el color de los prados, con los vítores de la gente. Una memoria. Aquello, le dejó a Reina con una cara compungida de terror, muy poco característica de ella, tanto que solo se daría cuenta y tarde, de que la flecha habia esta vez fallado al ave por más de un palmo. ¡Ya no había centro que buscar! ¡Estaba encima de ellas! Como reacción, disparó un tiro rápido- Apuntar ya no era necesario... Y aun así... La flecha salió disparada contra un tocón podrido en la rivera y ni si quiera tuvo la decencia de clavarse, al haber tenido tan poca fuerza el disparo.
―¿Eh?―Reina logró musitar, incredula y desconcertadamente, instantes antes de que la criatura se cerniera sobre ellas

Reina

Pareció espantarse, tan solo por unos segundos, Reina se permitió una falsa sensación de triunfo, aunque no hubiera logrado nada ella misma. Le llevó el grito de Lethe el sonsacarle de aquel estado completamente fuera de si. Las cosas de pronto volvieron a pasar deprisa. No solo habia perdido la concetración sino que en su estado de desconcierto se habia olvidado del peligro en el que se hallaban, sus prioridades siendo actualizadas al segundo,  Reina logró tirarse al suelo o, más bien, caer al suelo de culo. La falta de gracia no le quitó de efectividad, a medida que el ave les dio otra pasada. Agarró el arco de nuevo pero no cargó otra flecha al oir a la Enderth hablar de nuevo. Fue entonces cuando lo hiló todo, los otros graznidos, la agresividad del animal. Tenia sentido. Asintió a la pescadora y miro a Amira antes de proceder a evacuar la zona con la cabeza gacha.

Una vez ya estuvieron una distancia decente Reina suspiro, exasperada. Procedió a mirar el arco, las flechas que habia usado (y las que habia perdido). Buscaba cualquier explicación. Ya sabia como funcionaba. Ya sabia como hacerlo. Y sin embargo, aun en sus mejores intentos, controlandose, sin pánico. Habia fallado. ¿Qué le faltaba? ¿Le afectaba la ciudad de tal manera? No, siempre encontraba el centro cuando practicaba. Se acordó de lo que había oido antes de disparar al ave y se estremeció. Algo hiperventilada y jadeando, se intentó arreglar el pelo.
—Era una madre... protegiendo a sus crias...— logró musitar, algo muy inutil y sobrentendido por las otras, seguramente. No supo ni porque lo dijo en voz alta. Se estremeció de nuevo. ¿Se estaba excusando? ¿Ella? No, no había sido. Aquello era una mentira pretendiendo ser excusa. Reina sabia que aquello no le habría hecho dudar al disparar. La flecha nunca voló ni volaria certera.