Consecuencias
5 participantes
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Consecuencias
29/07/18, 12:46 pm
Los brazos de Rad, apoyados en las letrinas, no tardaron mucho en sentir calambres recorriéndolo. El asco, el horror y la desolación fluían fuera de su cuerpo, pero el dolor se limitaba a recorrerlo. Se estancaba, en especial, en la cara: en esas garras abiertas por las que ahora llegaban a parar sus lágrimas.
La bilis, al final, dejó de fluir, aunque únicamente por haberse agotado. Su estómago seguía revolviéndose contra lo que había visto, contra lo que significaba aquella piedra roja. Su mente seguía siendo una vorágine caótica con demasiadas piezas y demasiada poca habilidad para encajarla. Habían ocurrido tantas cosas, había sido todo tan rápido que Rad solo pudo apoyarse contra la puertas de las letrinas y llorar por todo, sin saber qué hacer, sin saber a qué dar prioridad ni qué debía sentir.
Una niebla de dolor ocultaba al mundo. Dolor por las pérdidas, dolor por su futuro, dolor por las heridas que cruzaban media cara.
Solo gritos fuera lo sacaron, un poco, de su ensoñación. Eran reveladores: efectos del anillo. Una joya como la que había provocado aquel horror, todavía peligrosa, todavía tirada en medio del patio. Su mente, por fin, hizo una conexión. Con temblores, con una expresión angustiosa y dolorida, con hipidos y lágrimas, con sangre y bilis en su cara y su camiseta, Rádar se levantóy se intentó preparar para salir de la letrinas.
Tenía que intentar apartar aquella cosa del grupo, aunque no sabía si podría explicar en aquel momento lo que había visto.
La bilis, al final, dejó de fluir, aunque únicamente por haberse agotado. Su estómago seguía revolviéndose contra lo que había visto, contra lo que significaba aquella piedra roja. Su mente seguía siendo una vorágine caótica con demasiadas piezas y demasiada poca habilidad para encajarla. Habían ocurrido tantas cosas, había sido todo tan rápido que Rad solo pudo apoyarse contra la puertas de las letrinas y llorar por todo, sin saber qué hacer, sin saber a qué dar prioridad ni qué debía sentir.
Una niebla de dolor ocultaba al mundo. Dolor por las pérdidas, dolor por su futuro, dolor por las heridas que cruzaban media cara.
Solo gritos fuera lo sacaron, un poco, de su ensoñación. Eran reveladores: efectos del anillo. Una joya como la que había provocado aquel horror, todavía peligrosa, todavía tirada en medio del patio. Su mente, por fin, hizo una conexión. Con temblores, con una expresión angustiosa y dolorida, con hipidos y lágrimas, con sangre y bilis en su cara y su camiseta, Rádar se levantóy se intentó preparar para salir de la letrinas.
Tenía que intentar apartar aquella cosa del grupo, aunque no sabía si podría explicar en aquel momento lo que había visto.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Consecuencias
30/07/18, 03:20 pm
El mundo era una maraña de percepciones que no tenían que ver con él. Distinguía frases pero no tenía energías para afinar el oído y reconocer quién las decía, oía voces familiares pero no conseguía hilarlas en palabras coherentes. Entender costaba demasiado trabajo, moverse demasiada energía. El refugio de su propio cuerpo también le aislaba de todo lo demás.
A poca distancia de él había algo en el suelo, y cuando la gente empezó a moverse a su alrededor para recoger, para traer cosas, para curarse, para mover cadáveres, en algún punto con retraso Sox empezó a hacer lo mismo. Alguien gritaba de dolor cerca de la entrada e instintivamente el carabés se alejó de aquella parte del patio, casi tropezó con sus propios pies al incorporarse por fin como si ocupara su propio cuerpo por primera vez. Lo que había en el suelo era una piedra de color rojo, profundamente familiar de una forma que en su estado le era imposible localizar con precisión. Su impulso natural fue cogerla.
El grito de Rad recorrió el patio; el sobresalto le sacudió entero y Sox le miró con ojos asustados. Devuelto a la realidad con la brusquedad de una descarga eléctrica, Sox se quedó a medio camino de alargar la mano hacia la piedra de luna. La expresión del propio carabés le conmocionó, surcada todavía de sangre y lágrimas. Era una imagen fuera de lugar, una alarma de que algo terrible y anormal seguía pasando, que acababa de suceder otra desgracia. Rad no ponía esas caras.
El corazón del carabés siguió atronándole en los oídos durante buena parte de la explicación de Rad, sin convencerse todavía de que el peligro había pasado. Que la piedra era peligrosa, que era lo que había tocado Daer que le había convertido en un monstruo. Volvió la mirada hacia ella y la reconoció entonces por partida doble: el colgante que había llevado Dafne y el rojo cruel de la Luna Roja que había visto al llegar en los recuerdos del adepto.
La oleada de consecuencias que aquello tenía embistió con fuerza contra él, pero el pánico que todavía le embarga a las rechazó con violencia. No podía pensar en aquello sin gritar, ahora no. Las transformaciones, la Luna Roja, el monstruo que había albergado dentro Daer, lo que les esperaba a todos; todos aquellos conceptos pasaron a acechar en los bordes de su mente, amenazando con hacerse oír de nuevo y destrozarlo al menor momento de debilidad.
Tembló un momento y asintió. La sangre se acumulaba inocua alrededor de la joya y cuando la tocó con el zapato tampoco sucedió nada. Tras un momento de duda y de terror que se le hicieron eternos, Sox estiró la manga del jersey hasta que le cubrió la mano y recogió con lentitud la piedra. Dio un respingo silencioso al notar la textura fría y dura de la gema a través de la prenda, como si quemara, pero la joya permaneció inerte contra su mano. La atrajo hacia sí con lentitud, apretándola en su puño y aprensivo de una forma primaria ante la posibilidad de que nadie más la tocara. Retrocedió hacia el torreón despacio, sin saber qué más hacer.
A poca distancia de él había algo en el suelo, y cuando la gente empezó a moverse a su alrededor para recoger, para traer cosas, para curarse, para mover cadáveres, en algún punto con retraso Sox empezó a hacer lo mismo. Alguien gritaba de dolor cerca de la entrada e instintivamente el carabés se alejó de aquella parte del patio, casi tropezó con sus propios pies al incorporarse por fin como si ocupara su propio cuerpo por primera vez. Lo que había en el suelo era una piedra de color rojo, profundamente familiar de una forma que en su estado le era imposible localizar con precisión. Su impulso natural fue cogerla.
El grito de Rad recorrió el patio; el sobresalto le sacudió entero y Sox le miró con ojos asustados. Devuelto a la realidad con la brusquedad de una descarga eléctrica, Sox se quedó a medio camino de alargar la mano hacia la piedra de luna. La expresión del propio carabés le conmocionó, surcada todavía de sangre y lágrimas. Era una imagen fuera de lugar, una alarma de que algo terrible y anormal seguía pasando, que acababa de suceder otra desgracia. Rad no ponía esas caras.
El corazón del carabés siguió atronándole en los oídos durante buena parte de la explicación de Rad, sin convencerse todavía de que el peligro había pasado. Que la piedra era peligrosa, que era lo que había tocado Daer que le había convertido en un monstruo. Volvió la mirada hacia ella y la reconoció entonces por partida doble: el colgante que había llevado Dafne y el rojo cruel de la Luna Roja que había visto al llegar en los recuerdos del adepto.
La oleada de consecuencias que aquello tenía embistió con fuerza contra él, pero el pánico que todavía le embarga a las rechazó con violencia. No podía pensar en aquello sin gritar, ahora no. Las transformaciones, la Luna Roja, el monstruo que había albergado dentro Daer, lo que les esperaba a todos; todos aquellos conceptos pasaron a acechar en los bordes de su mente, amenazando con hacerse oír de nuevo y destrozarlo al menor momento de debilidad.
Tembló un momento y asintió. La sangre se acumulaba inocua alrededor de la joya y cuando la tocó con el zapato tampoco sucedió nada. Tras un momento de duda y de terror que se le hicieron eternos, Sox estiró la manga del jersey hasta que le cubrió la mano y recogió con lentitud la piedra. Dio un respingo silencioso al notar la textura fría y dura de la gema a través de la prenda, como si quemara, pero la joya permaneció inerte contra su mano. La atrajo hacia sí con lentitud, apretándola en su puño y aprensivo de una forma primaria ante la posibilidad de que nadie más la tocara. Retrocedió hacia el torreón despacio, sin saber qué más hacer.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Consecuencias
02/08/18, 07:26 pm
Lloraba y lloraba en un mar de agonía interminable. Cada segundo a su lado le parecía poco, cada contacto, cada respiración en su cuello. Tayron pegó su frente perlada de sudor a la de ella y le besó la nariz, luego en los labios. Y los notó relajados aunque salados por sus lágrimas. Gimotéo más cuándo pensaba en que jamás tendría acceso a ellos ni al rubor de sus mejillas. Y lloró todavía más, casi sin voz, cuando en un tiempo indefinido alguien le tocaría la espalda o le llamaría suavemente.
Tayron se arrebujó en el suelo, como un niño pequeño, consciente de que era el momento y la muerte reclamaba ya lo que era suyo. Qué idiota, pensar que estar vivo era el latir de un corazón, cuando la mitad del suyo, aunque fuera de su cuerpo, estaba parado.
Tayron se arrebujó en el suelo, como un niño pequeño, consciente de que era el momento y la muerte reclamaba ya lo que era suyo. Qué idiota, pensar que estar vivo era el latir de un corazón, cuando la mitad del suyo, aunque fuera de su cuerpo, estaba parado.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Consecuencias
06/08/18, 10:30 pm
Eriel se aplicó rápidamente el anillo. El dolor lo asaltó y sus gritos se oyeron por todas partes, como siempre el dolor del anillo era rápido y brutal. Y tan rápido como llegó se fue.
Eriel abrió su ahora único ojo. En realidad antes de usar el anillo ya sabía que no lo iba a recuperar, si no había curado la mano de su hermano ¿por qué iba a recuperar su ojo?
Con nuevas fuerzas salidas de la adrenalina Eriel se incorporó y miró a su alrededor. "Ahora te toca ser fuerte, ya llorarás luego" se dijo.
-Tay - se acercó al chico e intentó abrirse paso entre la bruma del dolor del chico.- Tay, llévala dentro - Eriel evitaba mirar el cuerpo de Dafne, sabía que si lo hacía era posible que se echase a llorar.- Llévala dentro y quédate con ella - le dijo haciendo ademán de ayudarlo a levantarse.
Eriel abrió su ahora único ojo. En realidad antes de usar el anillo ya sabía que no lo iba a recuperar, si no había curado la mano de su hermano ¿por qué iba a recuperar su ojo?
Con nuevas fuerzas salidas de la adrenalina Eriel se incorporó y miró a su alrededor. "Ahora te toca ser fuerte, ya llorarás luego" se dijo.
-Tay - se acercó al chico e intentó abrirse paso entre la bruma del dolor del chico.- Tay, llévala dentro - Eriel evitaba mirar el cuerpo de Dafne, sabía que si lo hacía era posible que se echase a llorar.- Llévala dentro y quédate con ella - le dijo haciendo ademán de ayudarlo a levantarse.
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejosPersonajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Consecuencias
12/08/18, 05:26 am
Volvió con cubos, trapos y jabón. Tenía grabado en la expresión que estaba abrumado.
Siete dejó que sus manos siguieran los gestos que conocían. Se agachó a una distancia prudente de Tayron y Dafne y lejos de la piedra roja que había empezado todo, y fregó de rodillas, recogiendo en un cubo el agua escurrida de sangre y vísceras. Las voces, la misma piedra tenían un aire de irrealidad, como si existieran en un tiempo distinto al suyo. Siete se abstrajo en la mecanicidad de hacer desaparecer los colores del gris conocido. La curación del anillo le hizo encogerse en el sitio, pero no lo detuvo. Pasaría los siguientes minutos cambiando el agua del cubo y usando jabón en la piedra y en las manos hasta que estas le escociesen, refugiado en aquella distancia con lo que sucedía hasta que llegara el momento de decidir qué iban a hacer con lo que no podía cogerse entre las manos.
Se interrumpió cuando Rad gritó y levantó la mirada. Se le hundió el estómago al comprender que tenía que haber dicho algo, porque él también lo había visto. Se le había olvidado. Observó con el aliento contenido como Sox la recogía envuelta en su jersey, y se puso en pie, en tensión.
Fue tras él y entró a buscar un cazo o un cuenco que ofrecerle, para que soltase el colgante en un lugar seguro. Lo llamó desde la entrada.
- Aquí - dijo, posandolo encima de la mesa y tapando después con un plato.
Siete miró a Sox con más atención cuando este estuvo cerca y le tocó el hombro. No pretendía significar nada, pero contenía parte de lo que el idrino no sabía expresar en voz alta. Pretendió después volver a la tarea que estaba a medias y olvidar de nuevo que tocaba lo que quedaba de sus amigos.
Siete dejó que sus manos siguieran los gestos que conocían. Se agachó a una distancia prudente de Tayron y Dafne y lejos de la piedra roja que había empezado todo, y fregó de rodillas, recogiendo en un cubo el agua escurrida de sangre y vísceras. Las voces, la misma piedra tenían un aire de irrealidad, como si existieran en un tiempo distinto al suyo. Siete se abstrajo en la mecanicidad de hacer desaparecer los colores del gris conocido. La curación del anillo le hizo encogerse en el sitio, pero no lo detuvo. Pasaría los siguientes minutos cambiando el agua del cubo y usando jabón en la piedra y en las manos hasta que estas le escociesen, refugiado en aquella distancia con lo que sucedía hasta que llegara el momento de decidir qué iban a hacer con lo que no podía cogerse entre las manos.
Se interrumpió cuando Rad gritó y levantó la mirada. Se le hundió el estómago al comprender que tenía que haber dicho algo, porque él también lo había visto. Se le había olvidado. Observó con el aliento contenido como Sox la recogía envuelta en su jersey, y se puso en pie, en tensión.
Fue tras él y entró a buscar un cazo o un cuenco que ofrecerle, para que soltase el colgante en un lugar seguro. Lo llamó desde la entrada.
- Aquí - dijo, posandolo encima de la mesa y tapando después con un plato.
Siete miró a Sox con más atención cuando este estuvo cerca y le tocó el hombro. No pretendía significar nada, pero contenía parte de lo que el idrino no sabía expresar en voz alta. Pretendió después volver a la tarea que estaba a medias y olvidar de nuevo que tocaba lo que quedaba de sus amigos.
-
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Personajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Consecuencias
27/08/18, 11:20 pm
Rádar casi sufrió un infarto al ver a su compañero de mundo yendo a tocar el colgante. De todas las personas que él hubiera estado a punto de sufrir las consecuencias de poner sus manos encima de aquella cosa era una ironía repulsiva, una broma espantosa que Rocavarancolia parecía querer tirarle a la cara.
—¡¡NO!! —aulló con alarma, con terror, con desesperación. Sox y él podían sufrir una tensión invisible, pero perderlo a él, al último lazo que poseía con Carabás, era algo a lo que no estaba dispuesto—. ¡No-no lo toques! Esa jo... cosa... ¡Eso fue lo que Daer tocó! —aspiró sus mocos, y con aquello aspiró parte de la sangre que se colaba en su nariz, producto de la herida que finalizaba casi al lado de su agujero derecho. Sufrió un estallido de agujas en su cerebro ante el líquido yendo por donde no debía, pero lo apartó, como los latidos de la cara, como las nauseas, como la desolación. No podían morir más—. Lo tocó Dafne, y los ojos le brillaron con rojo, y se mareó. Y luego lo tocó Daer, y los ojos le brillaron con rojo, rojo de Rocavaragálago, y... y...
Tuvo que contener una arcada. Horror, dolor, angustia y desamparo. Daban tantas vueltas en sus mente como los bordes de su visión, aquellos que apenas veía, aquellos a los que señalaba cuando habló. Su mano abarcaba, apenas, el monstruoso cadáver que yacía en el patio. Aquella cosa que no era humana, que no era natural, que resultaba tan monstruosa como la estatua de la araña.
—Se convirtió en... en... en eso.
Sox comprendió sus palabras, y aun así lo que hizo no le gustó nada. Siete, por suerte, pareció reaccionar y ayudarlo, y eso permitió al tipo E arrodillarse frente al pozo. Violentos terremotos, más que temblores, recorrían su cuerpo, con un llanto que manaba como un río, con sangre mezclándose con comienzos de coágulos, con mocos mezclados con el agua que vertían sus ojos. Hechos y palabras, espantos y sospechas, la crueldad de la muerte y la de su propio destino orbitaban en su cerebro, cada vez a mayor velocidad, provocando un mareo brutal y despiadado.
Rad no sabía qué debía hacer ni qué debía sufrir. Las ausencias a las que debía enfrentarse habían creado un nuevo mundo, uno que le daba tanto vértido como la más alta de las montañas. Y no menor en atrocidad era el mundo creado por la miasma que había resultado ser aquella joya.
Consiguió levantarse, al fin, y observar su aspecto. El cubo de agua que había ido a recoger Dafne estaba lleno, hasta el borde.
Náuseas y más náuseas. Allí había comenzado la pesadilla. Y allí Rad vio cómo la pesadilla había masticado y escupido su cara.
Podría estar peor, mucho peor, sin duda, y lo sabía. La mirada velada de sangre no era por daños a su ojo, miladrosamente intacto, sino por las marcas que cruzaban casi toda la mitad derecha de su cara. Y, aun así, aquellas heridas abiertas y sangrantes, aquellos ojos convertidos en el nacimiento de sucios ríos, aquella cara echada abajo por la angustia y el pesar, no era lo que él desearía ver.
En algún nivel de su subsconciente sabía que tenía que limpiarse, que con los gritos de Barael y Eriel ya no podía esperar usar la magia para eliminar aquellas heridas, pero apenas era capaz de mirarse sin recordarlo todo. La cabeza de Charlie. Los restos de Sakrilt. La atrocidad de Daer. El sacrificio de Dafne.
—¡¡NO!! —aulló con alarma, con terror, con desesperación. Sox y él podían sufrir una tensión invisible, pero perderlo a él, al último lazo que poseía con Carabás, era algo a lo que no estaba dispuesto—. ¡No-no lo toques! Esa jo... cosa... ¡Eso fue lo que Daer tocó! —aspiró sus mocos, y con aquello aspiró parte de la sangre que se colaba en su nariz, producto de la herida que finalizaba casi al lado de su agujero derecho. Sufrió un estallido de agujas en su cerebro ante el líquido yendo por donde no debía, pero lo apartó, como los latidos de la cara, como las nauseas, como la desolación. No podían morir más—. Lo tocó Dafne, y los ojos le brillaron con rojo, y se mareó. Y luego lo tocó Daer, y los ojos le brillaron con rojo, rojo de Rocavaragálago, y... y...
Tuvo que contener una arcada. Horror, dolor, angustia y desamparo. Daban tantas vueltas en sus mente como los bordes de su visión, aquellos que apenas veía, aquellos a los que señalaba cuando habló. Su mano abarcaba, apenas, el monstruoso cadáver que yacía en el patio. Aquella cosa que no era humana, que no era natural, que resultaba tan monstruosa como la estatua de la araña.
—Se convirtió en... en... en eso.
Sox comprendió sus palabras, y aun así lo que hizo no le gustó nada. Siete, por suerte, pareció reaccionar y ayudarlo, y eso permitió al tipo E arrodillarse frente al pozo. Violentos terremotos, más que temblores, recorrían su cuerpo, con un llanto que manaba como un río, con sangre mezclándose con comienzos de coágulos, con mocos mezclados con el agua que vertían sus ojos. Hechos y palabras, espantos y sospechas, la crueldad de la muerte y la de su propio destino orbitaban en su cerebro, cada vez a mayor velocidad, provocando un mareo brutal y despiadado.
Rad no sabía qué debía hacer ni qué debía sufrir. Las ausencias a las que debía enfrentarse habían creado un nuevo mundo, uno que le daba tanto vértido como la más alta de las montañas. Y no menor en atrocidad era el mundo creado por la miasma que había resultado ser aquella joya.
Consiguió levantarse, al fin, y observar su aspecto. El cubo de agua que había ido a recoger Dafne estaba lleno, hasta el borde.
Náuseas y más náuseas. Allí había comenzado la pesadilla. Y allí Rad vio cómo la pesadilla había masticado y escupido su cara.
Podría estar peor, mucho peor, sin duda, y lo sabía. La mirada velada de sangre no era por daños a su ojo, miladrosamente intacto, sino por las marcas que cruzaban casi toda la mitad derecha de su cara. Y, aun así, aquellas heridas abiertas y sangrantes, aquellos ojos convertidos en el nacimiento de sucios ríos, aquella cara echada abajo por la angustia y el pesar, no era lo que él desearía ver.
En algún nivel de su subsconciente sabía que tenía que limpiarse, que con los gritos de Barael y Eriel ya no podía esperar usar la magia para eliminar aquellas heridas, pero apenas era capaz de mirarse sin recordarlo todo. La cabeza de Charlie. Los restos de Sakrilt. La atrocidad de Daer. El sacrificio de Dafne.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Consecuencias
01/09/18, 07:30 pm
La voz de Siete fue un faro en la oscuridad, una instrucción clara abriéndose paso en aquel silencio donde sólo existía el sonido de Tay llorando sobre el cadáver de su novia. Todavía apretando la gema con fuerza en su puño, el carabés le siguió al interior del torreón y la dejó en el lugar que le indicaba su compañero. Un impulso inútil le impelía seguir mirándola, embeberse del rojo de la Luna hasta comprenderla a ella y a lo que iba a pasarles a todos, pero Siete tapó el cuenco y no pudo.
Sox dio un respingo silencioso ante el toque en el hombro del idrino, alarmado por el mero hecho de recordar que existía el tacto de otra persona. Había algo de animal alerta en su mirada, de ser incapaz de creer que la amenaza ya había pasado. De urgencia, de haberse dado cuenta, en un lugar distante y aislado de su cabeza, de muchas cosas horribles, cosas que necesitaba formular en palabras para comprender de verdad.
Quiso comunicar algo pero no pudo. No podía, no salía nada. Siete terminó por volver a trabajar y Sox siguió a ciegas su ejemplo. Fue al pozo a por agua y vio la sangre diluirse cuando la arrojó sobre un charco de sangre. Todo parecía irreal. No parecía correcto que pudiese limpiarse la sangre del suelo con tanta facilidad mientras todo lo demás seguía pendiendo sobre ellos, incomprensible.
Quedaban marcas de sangre seca donde habían estado los bordes. Sin comprender muy bien lo que hacía Sox se agachó con un trapo y fregó imitando a Siete.
Volvió a cruzar miradas con Rad de camino al pozo otra vez y volvió a abrir la boca para decir algo, cualquier cosa relacionada con las pintas que tenía e infección y agua para limpiarse; también de forma muy lejana con todas las verdades terribles que signficaba lo que había dicho su compatriota. Una vez más no salió nada. Su cerebro estaba en punto muerto.
Alguien había logrado mover a Tay y Dafne del patio y ahora estaban dentro. En el suelo todavía quedaba el cadáver decapitado de Charlie, y Sox había evitado pisar los pedazos desmembrados de Sak todo ese tiempo. Se había limitado a juntar algunos con cuidado con el canto de una escoba. La mole encharcada de sangre que ahora era Daer seguía apuntalada contra uno de los muros.
Volver a toparse con Rad había vuelto a remover todo lo que guardaba dentro. La piedra roja aguardaba con todo su peso en el cuenco de la cocina, y pese a ello Sox se notaba incapaz de pensar en nada de eso sin antes quitar de su vista todo lo demás.
Pero por mucho que lo deseaba los cadáveres no se movían, no desaparecían solos sin que nadie se ocupase de ellos. Habían muerto cuatro chicos y ellos mismos tenían que limpiar el patio donde había ocurrido, imaginarse cómo transportar los cadáveres, cavar las fosas, enterrarles ellos mismos. Rocavarancolia no les ofrecía facilidades, ni guías, ni descanso. Si hubieran decidido dejarlo todo allí sin tocar nadie habría movido un dedo para advertirles de su error. La libertad infinita de a quienes se les permitía equivocarse tantas veces quisieran, solos en la ciudad que se lo quitaba todo y luego les permitía convencerse de nuevo de que tenían alguna oportunidad.
Pero nadie había dicho nada todavía y tenía que hacerse. Tenía que hacerse y tenían que hacerlo ellos, y con aquel pensamiento todo lo que estaba reprimiendo al fondo de su cabeza aleteó entonces, frenético, ansioso por salir también de su boca, pero la opresión que sentía en el pecho lo mantuvo a raya.
El silencio le asfixiaba.
-La... -se sobresaltó de su propia voz. Parecía una infracción de algún tipo el volver a hablar. Pero ahora uno o varios le miraban, y sintió el deber aprensivo de completar la frase como fuera. El viento frío de Rocavarancolia seguía corriendo y Sox se frotó los brazos. Había tanto consuelo como búsqueda de calor en aquel contacto.
-Tenemos que hacer algo- dijo, y fue una llamada de auxilio más que un intento de movilizar a nadie. No podía soportar el pensamiento de que cayese la noche y todo eso siguiese ahí, todos esos bultos mirando al vacío que se descomponían a cada minuto que pasaba. Todos esos cadáveres.
Recordó entonces, por delirante que pareciera pensarlo, lo fácil que había sido todo cuando había muerto la niña pequeña. Habían explicado lo que había pasado, se habían horrorizado, unos cuantos habían decidido que tenían que enterrarla, habían ido, luego lo habían hablado todo con desánimo y voces bajas.
Un milagro de funcionalidad que ahora a Sox se le antojaba sobrehumano. Cuando Nad había muerto se había convencido a sí mismo de que se trataba de un error espantoso, que habían sido descuidados, que tenían que trabajar más duro, más unidos, más fuerte para evitar que algo así volviera a pasar, que podían plantarle cara a la ciudad. El recuerdo de sus propias palabras entonces se le hizo agotador. ¿Cómo había podido pensar así y haber estado tan ciego? ¿De dónde había sacado entonces las fuerzas para estar tan equivocado?
Sox dio un respingo silencioso ante el toque en el hombro del idrino, alarmado por el mero hecho de recordar que existía el tacto de otra persona. Había algo de animal alerta en su mirada, de ser incapaz de creer que la amenaza ya había pasado. De urgencia, de haberse dado cuenta, en un lugar distante y aislado de su cabeza, de muchas cosas horribles, cosas que necesitaba formular en palabras para comprender de verdad.
Quiso comunicar algo pero no pudo. No podía, no salía nada. Siete terminó por volver a trabajar y Sox siguió a ciegas su ejemplo. Fue al pozo a por agua y vio la sangre diluirse cuando la arrojó sobre un charco de sangre. Todo parecía irreal. No parecía correcto que pudiese limpiarse la sangre del suelo con tanta facilidad mientras todo lo demás seguía pendiendo sobre ellos, incomprensible.
Quedaban marcas de sangre seca donde habían estado los bordes. Sin comprender muy bien lo que hacía Sox se agachó con un trapo y fregó imitando a Siete.
Volvió a cruzar miradas con Rad de camino al pozo otra vez y volvió a abrir la boca para decir algo, cualquier cosa relacionada con las pintas que tenía e infección y agua para limpiarse; también de forma muy lejana con todas las verdades terribles que signficaba lo que había dicho su compatriota. Una vez más no salió nada. Su cerebro estaba en punto muerto.
Alguien había logrado mover a Tay y Dafne del patio y ahora estaban dentro. En el suelo todavía quedaba el cadáver decapitado de Charlie, y Sox había evitado pisar los pedazos desmembrados de Sak todo ese tiempo. Se había limitado a juntar algunos con cuidado con el canto de una escoba. La mole encharcada de sangre que ahora era Daer seguía apuntalada contra uno de los muros.
Volver a toparse con Rad había vuelto a remover todo lo que guardaba dentro. La piedra roja aguardaba con todo su peso en el cuenco de la cocina, y pese a ello Sox se notaba incapaz de pensar en nada de eso sin antes quitar de su vista todo lo demás.
Pero por mucho que lo deseaba los cadáveres no se movían, no desaparecían solos sin que nadie se ocupase de ellos. Habían muerto cuatro chicos y ellos mismos tenían que limpiar el patio donde había ocurrido, imaginarse cómo transportar los cadáveres, cavar las fosas, enterrarles ellos mismos. Rocavarancolia no les ofrecía facilidades, ni guías, ni descanso. Si hubieran decidido dejarlo todo allí sin tocar nadie habría movido un dedo para advertirles de su error. La libertad infinita de a quienes se les permitía equivocarse tantas veces quisieran, solos en la ciudad que se lo quitaba todo y luego les permitía convencerse de nuevo de que tenían alguna oportunidad.
Pero nadie había dicho nada todavía y tenía que hacerse. Tenía que hacerse y tenían que hacerlo ellos, y con aquel pensamiento todo lo que estaba reprimiendo al fondo de su cabeza aleteó entonces, frenético, ansioso por salir también de su boca, pero la opresión que sentía en el pecho lo mantuvo a raya.
El silencio le asfixiaba.
-La... -se sobresaltó de su propia voz. Parecía una infracción de algún tipo el volver a hablar. Pero ahora uno o varios le miraban, y sintió el deber aprensivo de completar la frase como fuera. El viento frío de Rocavarancolia seguía corriendo y Sox se frotó los brazos. Había tanto consuelo como búsqueda de calor en aquel contacto.
-Tenemos que hacer algo- dijo, y fue una llamada de auxilio más que un intento de movilizar a nadie. No podía soportar el pensamiento de que cayese la noche y todo eso siguiese ahí, todos esos bultos mirando al vacío que se descomponían a cada minuto que pasaba. Todos esos cadáveres.
Recordó entonces, por delirante que pareciera pensarlo, lo fácil que había sido todo cuando había muerto la niña pequeña. Habían explicado lo que había pasado, se habían horrorizado, unos cuantos habían decidido que tenían que enterrarla, habían ido, luego lo habían hablado todo con desánimo y voces bajas.
Un milagro de funcionalidad que ahora a Sox se le antojaba sobrehumano. Cuando Nad había muerto se había convencido a sí mismo de que se trataba de un error espantoso, que habían sido descuidados, que tenían que trabajar más duro, más unidos, más fuerte para evitar que algo así volviera a pasar, que podían plantarle cara a la ciudad. El recuerdo de sus propias palabras entonces se le hizo agotador. ¿Cómo había podido pensar así y haber estado tan ciego? ¿De dónde había sacado entonces las fuerzas para estar tan equivocado?
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
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- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejosPersonajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Consecuencias
09/09/18, 02:06 pm
Siete tardó en levantar la cabeza del suelo con la esperanza de que aquello sirviera para ser ignorado, pasar a ser tan inconsistente para los demás como se sentía y librarse de tocar con las manos los cuerpos. Alzó sin embargo la mirada, al cabo de un poco, al patio a medio limpiar, con restos que no parecían de verdad. Siete se esforzó mucho en decirse que no eran ciertos. Falló. Andaba con el paso inseguro. No le quedaba mucho equilibrio en el cuerpo, quizás porque su cabeza le gritaba que andara en dirección contraria a la que lo hacía.
Primero miró largo al cuerpo decapitado, que era el que más se parecía a una persona y pasó de largo, cerrando los ojos muy fuerte para romper el trance en el que lo había metido ver el final pulposo de su cuello. Pasó de largo también a Tayron, porque no se atrevería a meterse entre él y su novia. Salió del patio haciendo un ruido que pretendía ser palabras pero quedó en un murmullo de boca cerrada. Algo que Siete se decía a si mismo.
Bajó con una sábana mal doblada entre los brazos, la extendió en el suelo y se puso a meter los trozos de bicho muerto en ella. Si era piel extraña, pedazos de algo sin vida en vez de una conocida, Siete podía alargar la mano incluso, hacia ella. Agradeció el entumecimiento. Se agarró a él, peleando con furia los recuerdos. No existía, no era cierto. Una pesadilla. Otra de la que salía vivo. Cerró la sábana e hizo un nudo. Luego otro más fuerte.
- Ya- anunció, con la voz cogida. Estaba cerca de Daer y le tembló el labio. Entre las deformidades parte de su rostro se veía todavía, con ojos abiertos. Siete intentó cerrarlos, para no sentirse vigilado. Luego se arrodilló al lado de aquella masa inamovible, demasiado grande para que pudiera imaginarse llevandola a ninguna otra parte. Incluso en muerte, Daer se negaba a marcharse. Era monstruo y niño a la vez, como si hubiera sido tragado por sus propias fauces. Y estaba muerto, y había sido su amigo. Hasta ahí llegaban las ideas de Siete.
- No sé que más- dijo, a nadie en concreto. Después de una pausa antinatural añadió :- ¿Donde vamos?
Primero miró largo al cuerpo decapitado, que era el que más se parecía a una persona y pasó de largo, cerrando los ojos muy fuerte para romper el trance en el que lo había metido ver el final pulposo de su cuello. Pasó de largo también a Tayron, porque no se atrevería a meterse entre él y su novia. Salió del patio haciendo un ruido que pretendía ser palabras pero quedó en un murmullo de boca cerrada. Algo que Siete se decía a si mismo.
Bajó con una sábana mal doblada entre los brazos, la extendió en el suelo y se puso a meter los trozos de bicho muerto en ella. Si era piel extraña, pedazos de algo sin vida en vez de una conocida, Siete podía alargar la mano incluso, hacia ella. Agradeció el entumecimiento. Se agarró a él, peleando con furia los recuerdos. No existía, no era cierto. Una pesadilla. Otra de la que salía vivo. Cerró la sábana e hizo un nudo. Luego otro más fuerte.
- Ya- anunció, con la voz cogida. Estaba cerca de Daer y le tembló el labio. Entre las deformidades parte de su rostro se veía todavía, con ojos abiertos. Siete intentó cerrarlos, para no sentirse vigilado. Luego se arrodilló al lado de aquella masa inamovible, demasiado grande para que pudiera imaginarse llevandola a ninguna otra parte. Incluso en muerte, Daer se negaba a marcharse. Era monstruo y niño a la vez, como si hubiera sido tragado por sus propias fauces. Y estaba muerto, y había sido su amigo. Hasta ahí llegaban las ideas de Siete.
- No sé que más- dijo, a nadie en concreto. Después de una pausa antinatural añadió :- ¿Donde vamos?
-
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Consecuencias
11/09/18, 01:23 pm
Los habían llevado al salón pero el escenario seguía siendo el mismo, ya no estaba con él, sin más. Tayron cerró los puños entorno a la ropa de Dafne húmeda por sus propias lágrimas, su mano acariciaba la muñeca de la chica con dulzura como si de un momento a otro pudiera notar un latido leve, tímido. Pero la cabeza de Dafne seguía colgando hacia atrás sin gracia, únicamente sostenida en el antebrazo del muchacho que hacía de almohada. El humano se deslizó por la piedra amoldando su cuerpo al de ella pero esta vez sin recibir una respuesta, cuando sus labios quedaron cerca Tay no pudo reprimirse, los pegó sin formar un beso, únicamente se quedo en el contacto en un instante en el que sentía que todas las mariposas de su interior morían una a una hasta quedar sepultado en la nada. Una gravedad invisible tiraba de sus músculos temblorosos hacia el fondo y sin una mano que le impulsara sentía caer.
-Nos...- la garganta se transformó en un mar de palabras, congestionada ante tanto dolor. Se incorporó solo para acariciarle la frente y apartar algún mechón de pelo suelto. No pudo sacar fuerzas para hacerlo entendible, pero quiso hablar igual- nos... no nos ha dado tiempo- pudo boquear entre el llanto- te merecías tanto- se merecían tanto. Pensó. Había sido la muerte de lo que creía un futuro cierto al menos, no sabía qué traería la Luna consigo pero todo ese tiempo había contemplado el día con una seguridad interior, Dafne estaría allí. No existía otra posibilidad, no podía haberla. Y sin embargo allí estaba. Su sacrificio tenía que significar algo, al menos, ahora ella valía siete vidas.
El silencio del torreón le hacía escuchar todo, por eso cuando Sox mencionó que tenían que hacer algo Tayron sabía perfectamente de qué hablaba. Recogió a Dafne entre sus brazos en el salón, trastabillando por el esfuerzo y consciente de que en su estado no llegaría muy lejos fuera de Maciel. No se acostumbraba a su peso inmóvil. Tampoco al momento de decidir. Tomó aire.
-Está muerta- les dijo a al carabés e idrino, como si no se hubiesen percatado de ello. Le costaba hilar sus pensamientos. ¿Qué iba ahora?. Seguía mirando a la chica y se presentó en el patio con un firme agarre en la mano, como cuando eran novios y sus vidas estaban bien. La apretó- Lo ha hecho por... no sé por qué lo ha hecho- volvió a llorar- el río, le le-le gustaría el río- Tay agitó su cabeza sin poder frotarse los ojos por la carga, ahora solo veía dos borrones en frente suya- ¿Cómo puedo saberlo?.
-Nos...- la garganta se transformó en un mar de palabras, congestionada ante tanto dolor. Se incorporó solo para acariciarle la frente y apartar algún mechón de pelo suelto. No pudo sacar fuerzas para hacerlo entendible, pero quiso hablar igual- nos... no nos ha dado tiempo- pudo boquear entre el llanto- te merecías tanto- se merecían tanto. Pensó. Había sido la muerte de lo que creía un futuro cierto al menos, no sabía qué traería la Luna consigo pero todo ese tiempo había contemplado el día con una seguridad interior, Dafne estaría allí. No existía otra posibilidad, no podía haberla. Y sin embargo allí estaba. Su sacrificio tenía que significar algo, al menos, ahora ella valía siete vidas.
El silencio del torreón le hacía escuchar todo, por eso cuando Sox mencionó que tenían que hacer algo Tayron sabía perfectamente de qué hablaba. Recogió a Dafne entre sus brazos en el salón, trastabillando por el esfuerzo y consciente de que en su estado no llegaría muy lejos fuera de Maciel. No se acostumbraba a su peso inmóvil. Tampoco al momento de decidir. Tomó aire.
-Está muerta- les dijo a al carabés e idrino, como si no se hubiesen percatado de ello. Le costaba hilar sus pensamientos. ¿Qué iba ahora?. Seguía mirando a la chica y se presentó en el patio con un firme agarre en la mano, como cuando eran novios y sus vidas estaban bien. La apretó- Lo ha hecho por... no sé por qué lo ha hecho- volvió a llorar- el río, le le-le gustaría el río- Tay agitó su cabeza sin poder frotarse los ojos por la carga, ahora solo veía dos borrones en frente suya- ¿Cómo puedo saberlo?.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Consecuencias
10/10/18, 02:22 pm
Eriel contempló el panorama general. Su mejor amigo lloraba la pérdida de su chica, el suelo estaba ensangrentado y el nublino bullía por dentro.
-Id con Tay - le dijo al resto cuando éste dijo de enterrar a Dafne en el río.- Yo me encargo de ésto - les aseguró.
Se pasó una mano por la cara notando las cicatrices y su falta de visión que era patente.
Bajó al sótano y buscó un hacha grande. Eriel había tenido a Daer encima, sabía lo que pesaba, sin la magia de su hermano y ahora sin... No, no iban a poder con él, era demasiado peso para un hechizo de levitación. Necesitarían hacerlo en veces.
Volvió subir y se posicionó junto al cadáver del cocodriloforme. Lo miró y notó cómo el odio bullía en su interior, la rabia, el dolor. Fluía a través de él como un riada imparable, una inundación que se llevaría por delante todo cuanto se pusiera en su camino.
No lloraba, no había lágrimas, estaba seco. Levantó el hacha y la descargó con rabia, con toda la fuerza que tenía. Notó un sabor raro en la boca pero lo ignoró.
El hacha se clavó con fuerza, más de la que el nublino podía ejercer en realidad, pero rabioso como estaba no se dio cuenta.
-Id con Tay - le dijo al resto cuando éste dijo de enterrar a Dafne en el río.- Yo me encargo de ésto - les aseguró.
Se pasó una mano por la cara notando las cicatrices y su falta de visión que era patente.
Bajó al sótano y buscó un hacha grande. Eriel había tenido a Daer encima, sabía lo que pesaba, sin la magia de su hermano y ahora sin... No, no iban a poder con él, era demasiado peso para un hechizo de levitación. Necesitarían hacerlo en veces.
Volvió subir y se posicionó junto al cadáver del cocodriloforme. Lo miró y notó cómo el odio bullía en su interior, la rabia, el dolor. Fluía a través de él como un riada imparable, una inundación que se llevaría por delante todo cuanto se pusiera en su camino.
No lloraba, no había lágrimas, estaba seco. Levantó el hacha y la descargó con rabia, con toda la fuerza que tenía. Notó un sabor raro en la boca pero lo ignoró.
El hacha se clavó con fuerza, más de la que el nublino podía ejercer en realidad, pero rabioso como estaba no se dio cuenta.
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
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