Calles

Buena parte de la atención de Rua estaba realmente en lo que le rodeaba, el sonido de la lluvia hacia complicado escuchar mas allá si alguien se le acercaba, pero al menos tenía su visión y pensaba provecharla. Pero no estaban encontrándose a nadie, lo cual la unicornio lo agradecía, porque si ella a pesar de la incomodidad y nervios que sentía por aquel nuevo cuerpo y la incertidumbre que venía con él, se sentía pletórica de magia energía y ganas de saltar y correr, no quería saber cómo podrían estar las demás criaturas de la ciudad. Por qué no solo ella se sentía así ¿cierto? No sabía cómo afectaba la luna a los demás, porque imaginaba era ese condenado astro el que provocaba todo, pero ya viendo el nivel de locura repentina de Kiki, como se habían ido ella y Nery’s sin más por ahí, la huida de los macieleros…la ciudad no parecía el lugar más seguro en esos momentos.

Lo sabía, pero le podía la necesidad de saber sobre si misma ahora. Al menos el estado de humor de Pefka parecía animado al menos cuando se alejó un poco de ellos, por más que volvió luego apagado. Rua escucho sus palabras mientras seguían caminando en clara dirección a la cicatriz de huesos. <<No has cambiado tantísimo para no ser reconocido…al menos no eres literal una rana en toda su desrcripcion>> pensó Rua como si su voz pudiera ser escuchaba por Pefka lo cual evidentemente no sería el caso.

Y de haberlo podido hacer en sus actuales rasgos de unicornio, habría alzado una ceja ante el pique de Toni.<<¿Qué no puedo expresar si estoy triste o feliz? Ya verás tu…>> Rua se relajó un poco de la tensión que poseía por estar allá afuera y en un acto juguetón, sacudió firmemente su cabeza, sus crines empapadas y largas, saltaron como latigazos húmedos a su alrededor lanzando una nueva tromba de agua a la ya existente de la lluvia contra sus compañeros e intentando golpear con sus crines humedecidas a Toni. Luego de sacudirse el exceso de agua que no tardaría en acumular, soltó un suave relincho contantemente que bien podría interpretarse como una risa o al menos era lo que Rua trataba de transmitir tras su travesura.

<<Ja, ya buscare las formas de expresarme con este cuerpo, señorito >> pensó Rua alzaba a su cabeza todo lo que podía en una actitud de firme dignidad, que perdia un poco de fuerza porque sus crines tras sacudirlas habían quedado totalmente despeinadas, cayendo como riachuelos blancos por su cuello.

Con el golpe de crines, Toni se sorprendió poniendo los ojos como platos — Se ve que entender me entiendes caballito— decía muy serio antes de romper en carcajada.
Con el golpe se imaginó a Rua mirándolo con cara de "tú eres tonto" como hacía cada vez que Toni soltaba una de las suyas.
Sin darle más tiempo que el de girar la cara, estornudó formando un remolino de viento que se murió tras chocar contra uno de los muros.
—Me va a costar acostumbrarme a esto. Chicos, igual tenemos que darnos un poco de prisa— dijo mientras se recogía el pelo mojado en un moño alto pensando que necesitaba un sombrero.

Maila abrió rápidamente los ojos cuando el cisne apoyó la cabeza en su frente, de aquella manera tan grácil, cuidadosa y...humana. ¡Era ella, sabía que era ella! La hawaiana la abrazó con más fuerza aún si cabía, con lágrimas en los ojos y una sensación de paz. Al menos ahora sabía que no estaba hablándole a un cisne como una loca. Aún así no dejaba de ser un animal y tenía que hacer algo.

-¡Ohh Fleur, cómo me alegro de que seas tú! T-tranquila, ¿vale? Intentaré ayudarte- Le dijo quizás un poco más alto de lo normal debido a la emoción de ver a su amiga, pero también por el miedo que aquello suponía. Ahora tenía que descubrir la forma de hacer que la francesa volviera a su cuerpo original. No sabía cómo, pero sí era consciente de tres amigos que habían ido en busca de respuestas. En aquel instante Sarah se despertó y se incorporó en el suelo aturdida, la chica dio un respingo del susto, pero lo superó rápido y se acercó un poco a ella con Fleur entre sus brazos. -Sarah, no te asustes... Han pasado cosas muy raras, ya te las explicaremos más tarde.- Le dijo desde una distancia prudencial para que la arena no la molestara. Estaba diferente, su cara presentaba una mancha negra y a pesar de que le estaba hablando directamente estaba en estado de shock. Quizás en un futuro se arrepintiera de la decisión que iba a tomar, pero tenía que encontrar cuanto antes la solución para el problema de Fleur. -Sarah, escúchame... Voy a salir de aquí a buscar a los demás, ¿vale? Iremos a la biblioteca, si decides venir ten cuidado porque no hay nadie más.- Comentó rápidamente sin saber si se había enterado de algo debido al shock y algo preocupada por dejarla sola.

Si había alguna alimaña en el exterior vería cómo una inusual pareja salía del torreón. Una chica envuelta en una tormenta de arena y con un cisne entre los brazos. Lo cierto era que no había pensado en lo complicado de la situación, y no solo por la posibilidad de encontrarse con cualquier peligro. No veía un pimiento con toda aquella arena. Maila empezó a frustrarse con cada paso que daba, dando manotazos para intentar en vano despejar aquella tormenta y ver lo que tenía en frente. Le ardía el brazo izquierdo de sostener a Fleur. Al final no pudo más y explotó de pura ira, quizás debido a que simplemente la situación había superado su límite de irascibilidad o al efecto de la Luna Roja, al fin y al cabo también se sentía más poderosa que nunca.

-¡BASTA!- Gritó mientras apretaba el puño de la impotencia. No es que le hubiera gritado a la tormenta directamente para que le hiciera caso, pero eso fue justo lo que sucedió. Justo enfrente suya la arena se abrió como una cortina y dejó un hueco libre, que Maila aprovechó para cruzar y salir corriendo ahora sí hacia la biblioteca. Aún no se creía que acabara de ocurrir aquello, a pesar de que ya se había estado haciendo a la idea más o menos de cuál era su naturaleza. No obstante la nube de arena daría varias vueltas sobre sí misma y después iría unos metros por detrás de ella, incansable en su afán de seguirla. Finalmente vio a lo lejos a sus amigos, ya que eran bastante reconocibles por el unicornio que acompañaba a las otras figuras.

-¡Eh, chicos! ¡Esperadnos!- Dijo en voz alta y emocionada por verlos, mientras levantaba una mano en el aire para hacerse ver y se acercaba a ellos. La arena avanzaría rápidamente y se arremolinaría en torno a sus amigos varias veces y de manera molesta.- Lo siento, aún no sé muy bien cómo va... Oh, Pefka... Tú también has cambiado mucho.- Dijo sorprendida por su cambio físico. Estar tan pendiente de Fleur antes no había hecho que fuera consciente de todos los cambios que había producido la Luna Roja en su amigo krabelinense.-¿Os habéis encontrado con algo por el camino? Seguro que toda la ciudad está revolucionada ahora mismo.- Les comentó mientras observaba con cansancio cómo la nube de arena cubría los pies de uno o de otro intermitentemente. Y pensar lo que siempre le había gustado su tacto cuando iba a surfear y el incordio que estaba siendo ahora.

Aún siendo un ave y sintiéndose impotente por no poder corresponder el abrazo Fleur lo disfrutó muchísimo, hacía semanas que por sus disputas personales no se dirigían la palabra y era ahora que la situación las ponía al límite cuando regresaban la una al lado de la otra. Con suma delicadeza la francesa depositó su largo cuello en el hueco del hombre de la hawaiana y con sus alas intentó envolverla en otro claro gesto muy humano. Maila aseguraba que buscaría ayuda para ella, y no tenía más remedio que creerla con toda su fe.

De algún modo Sarah comenzó a moverse asustada y con la cabeza completamente en otra parte. Fleur se alegró por ella pero no tuvo maneras de hacérselo saber y no creía que la chica estuviera en sus cabales para explicarle que ese cisne que le pasaba las alas por encima era la francesa. Supuso además que solo había recobrado el conocimiento. ¿Cómo iba a levantarse después de muerta entonces? Eso era imposible... ¿No?.

Por fin abandonaron Sendar, el lugar al que había considerado su refugio durante tanto tiempo, ahora entendía que su hogar no estaba entre los muros de piedra, si no allá donde fueran sus amigos. Fue la primera vez que vio la Luna Roja en el cielo, ya que por el caos desatado anteriormente no había podido contemplar tal espectáculo. Era inmensa, grandiosa y completamente hostil a la vez que familiar de alguna forma. Aquella imagen mental tenía cierto parecido con su madre, pero desechó el pensamiento con rapidez. Los Camus no tenían nada que ver con Rocavarancolia, de ser así, de ser especiales, estarían con ella en ese infierno, aunque no uno mayor que el que le habían hecho pasar en la Tierra. No, ahora era algo nuevo y diferente, incluso siendo un cisne no podía evitar sentirse pletórica como si lo hubiera sido toda su vida. Estaba exultante, como si por primera vez tras cerrarse el telón hubiera recibido la mayor ovación de todas. Solo que ahora solo acababa de empezar la función.

Al parecer no era la única que se sentía poderosa, podía ver un nuevo brillo en los ojos de su amiga. Y en su fuerza cuando explotó cansada de que aquella arena las molestara. En seguida esta les dejó paso a través de una cortina, como si tuviera vida propia. Solo que no la tenía. ¿Eso significaba que Maila podía controlarla a su antojo? ¿En qué se había convertido?.

Mientras le daba vueltas al asunto en la distancia avistaron la figura de sus amigos, no era difícil discernirlos por la presencia de un caballo con un cuerno a lo lejos. Volver a encontrarse con ellos y el influjo de astro rojo le aportó una sensación de éxtasis, podía sentirse envuelta en la gran carga mágica que flotaba en el aire. Tras Maila e impulsada por una súbita valentía intentó lo que su nuevo cuerpo le pedía y tras una pequeña carrera el cisne batió las alas para volar. Despegó sus patas grises palmeadas de la tierra unos cuatro segundos antes de caer con estruendo en frente de las crines de Rúa. Había sido una caída torpe pero eso no la impidió recuperarse algo atolondrada y dando saltos alrededor de sus tres amigos. Por alguna razón que ella misma desconocía no podía parar de graznar, puede que por felicidad o tristeza, o ambas a la vez. O quizás quería decirles lo mucho que habían cambiado, en especial al hijo de Lunas.

Rua sólo soltó un bufido ante la respuesta de Toni a su acción, nompidiendo evitar parpadear un tanto curiosa y sorprendida por lo que su estornudo provocó en medio de la. lluvia. Definitivamente Toni y el viento tenían una estrecha relación ahora.

Estuvo de acuerdo con él, sin embargo, de que era mejor no perder demasiado el tiempo en las calles. Por lo que aunque no gue capaz de responder nada a aquello, Rua intento apurar un poco mas el paso como seña de estar de acuerdo con ello.

El llamado de Maila atrajo su stencion, Rua miro tras ella medio estornudando en esta ocasion ante la pesada arena, casi barro ya que acompañaba a Maila y que se mezcla con el agua y sus crines. <<¿Dejasteis sola a Sarah? >> quiso preguntar con alarma y no pudiendo de forma bastante frustrante cosa que esperaba explicase o que Toni o Pefka preguntaran.

Un revoloteo inquieto cerca de sus patas atrajo su atencion, la vision de Fleur convertida en cisne, no podia ser nadie mas que ella, le fascino en gran medida. Ya la habia visto en el torreon, pero era diferente a verla alli moviendose, con las plumas todas descolocadas por el intento de vuelo empapado y tan sucia como seguramente lo estaba ella. El blanco pristino de ambas empezaba a mezclarse con la suciedad natural del. polvo y arena embarrada de la ciudad.

Aun asi era Fleur, Fleur convertida en un precioso cisne blanco, un cuerpo distinto al suyo al igual que ella misma y aparentemente tan incapaz de comunicarse y de volver a su forma humana, como la misma Rua.

<<Ey, amiga, creo que estamos las dos igual de jodidas >> penso aun a sabiendas que no seria escuchada, bajo la cabeza hacia el largo cuello estilizado del cisne, tocando con su morro su cabeza emplumada, dandole un ligero empujoncito, en lo mas parecido a un 'Estaremos bien', un gesto de animo y comfort, que era lo maximo que podia realizar con aquel cuerpo.

Tras hacer eso solto un suave relincho confiado y miro hacia el frente, aun mas determinada en llegar ala biblioteca y descubrir como volver a su forma humana, tanto por ella misma como por Fleur.

Sigue en Cicatriz

Maila sonrió con el comentario de Toni, era cierto que ya lo había sorprendido en un par de ocasiones sin querer pretenderlo. Pero no podía negar que le hiciera gracia y lo disfrutara igualmente. Cuando el español sopló para quitarle la arena de encima la hawaiana pudo notar el impacto del viento en su cara y cómo ésta se desfiguraba como en los dibujos animados cuando iban a toda velocidad. Maila se rio  a carcajadas sin poder contenerse mientras veía como la arena, que había sido desperdigada al fondo de la habitación empezaba a volver a ella incansablemente.

-Bueno, no ha servido de nada pero desde luego ha sido divertido. Me quedo con eso.- Bromeó la chica entre risas. Luego la conversación se tornó algo más seria entre todos ellos ya que tras aparecer Rua y llamarla "Sahara", nombre que la verdad le venía como anillo al dedo, decidieron leer la misteriosa carta. Maila también se preguntó como el resto adónde podrían ir y miró las paredes del torreón con cierta nostalgia. Había sido el refugio de todos ellos y sin aquella protección no habrían sobrevivido ni una noche allí fuera, pero estaba claro de que era hora de avanzar. Y a pesar de la emoción e incertidumbre del momento no se olvidaba de lo que significaba haber llegado hasta allí viva: Quedaba menos para volver a ver a sus hermanos. <<Esperadme... Ya estoy de vuelta...>>

Maila le devolvió la sonrisa a Fleur. Se alegraba de que hubieran retomado la amistad entre ellas, pero no se le olvidaba el motivo por el que dejaron de hablarse en primer lugar. <<Aún hay cosas que hablar...>> Pensó antes de darse cuenta de que la estaba mirando demasiado tiempo y girar la cabeza hacia otro lado.

-Sí, cuanto antes salgamos mejor.- Secundó a Rua y Pefka, nadie quería que la sueca se transformara en plena calle con el riesgo que eso implicaba- Lleguemos a esa sede antes de que vuelvas a cambiar-. El grupo se encaminó hacia el exterior, hacia un nuevo refugio y sin saber muy bien lo que les depararía el futuro. La hawaiana echó un último vistazo al torreón con alegría por haber encontrado todos ellos aquel sitio, pero por alguna razón lo último en lo que pensó sobre el lugar fue en cómo se le rompieron las costillas a la francesa, aplastada contra la pared, por aquel lagarto.<<Rocavarancolia siempre encuentra la manera de entrar>> Se dijo así misma frunciendo el ceño y dando varios pasos rápidos para seguir al resto.

Rua no tardo en terminar de desayunar cuando finalmente decidieron salir de allí y estuvo de acuerdo con que Fleur escribiera una nota por si llegaba al torreón Nery con Kiki o Ulmara con Qwara, o con suerte el resto de los macieleros que también había desaparecido en la noche.

Mientras dejaba Fleur encargándose de eso, Rua subio a la habitación que durante meses compartió con todos, para ponerse lo que quedaba de su indumentaria. Las botas con plataformas las que había venido a la ciudad y el abrigo, se guardó las gafas en el bolsillo del mismo con sus inutilizable móvil y cascos, allá donde también guardaba el ya vacío protector solar.. Otra cosa de la que tendría que preocuparse, porque dudaba que su nueva ser hubiera obtenido de pronto protección f100 contra el sol. Volverse una criatura de esa ciudad endemoniada no le había librado de su albinismo y de los cuidados que debía mantener con esto.

Una vez termino de vestirse con todo lo que había traído a la ciudad y dejo la ballesta bajo la cama junto a los virotes y la daga, busco rápidamente en el baúl, recordando una larga tela negra que había visto antes allá. Una vez la encontró la saco, colocándosela encima cual capucha, cubrir el cuerno fue su prioridad, por lo que tuvo que hacer malabares, para que quedara completamente cubierto, cubriendo a su vez su cara. Ella podía medio ver atrás ves de la tela  y veria por donde caminaban pero al menos el cuerno no se veria, aunque la protuberancia sobresalia siempre podía ivnentarse algo.

Para sujetarse la tela y no tener que estar agarrándola con las manos todo el trayecto, cogió el mismo cinturón del abrigo y se ató la tela a la cintura, quedando como especie de capa hasta los muslos, cual vestido extraño improvisado, cubriendo toda su cabeza y el cuerno cayendo hasta casi por debajo del pecho como una especie de velo. El cuerno quedaba cubierto con eso al menos.

Una vez estuvo lista, bajo las escaleras con cuidado de no matarse presentándose ante el resto tal cual estaba.

-¿Da el pego? Si ando un poquito encorvada tal vez pueda parecer otra cosa –indico Rua mordiéndose el labio bajo la improvisada capucha. Al menos no tendría que llevar gafas con eso, esa tela ya hacía casi de protector solar para sus ojos.

Una vez obtuvo un visto bueno de sus amigos y tras que la nota hubiese sido escrita finalmente salieron del torreón. Apenas salieron Rua entrego el mapa con el lugar a Pefka para que los guiara hasta la Sede de los Taumaturgos, quería tener las manos libres por si tenía que ajustarse más la capucha apresuradamente. Se sentía intranquila por ser vista o que la capucha se moviera, pero al menos tenía la calma de que aun debía quedar un tiempo respetable antes de sufrir el cambio. Aun asi queria quitarse de las calles lo antes posible.

Maila le apartó la mirada y Fleur se sumió aun más en la nostalgia, hubo una época en la que aquel había sido su hogar y en el que la hawaiana la trataba con un afecto diferente. Si bien la sorpresa de la transformación había revelado que ambas seguían preocupándose por la otra aún percibía que las aguas no se habían calmado. Tendría que hablar con ella, y sería en otro sitio. Le diría adiós a Sendar y sus muros, en los que había sufrido un incontable dolor, donde había llorado y reído. Pero una parte de ella le hizo no mirar atrás cuando cruzó el foso, ahora era una persona diferente lejos de la niña que llegó atemorizada casi de respirar. Se sentía más como supuso que lo hacían los cisnes, elegante y orgullosa, pero no menos precavida.

—Da el pego, no te preocupes —le dijo a su amiga, quien se había encargado de ocultar su cuerno como había podido. Si caminaba con la cabeza algo inclinada Fleur estaba segura de que no se notaría nada extraño, a excepción de que fuera tan tapada. Ella misma iba ataviada con un jersey algo roído pero que le ofrecía calor ante las azarosas precipitaciones que se estaban dando, al mirar al cielo con sus ojos enmarcados en plumón descubrió que a lo lejos parecía estar formándose una tormenta, o quizá se estaba disipando. En un macuto improvisado solo portaba su vestido blanco de puntitos cian, lo había limpiado de sangre la noche anterior pero aunque no estaba perfecto deseaba conservarlo por valor personal.

—Ten, así quizá puedas caminar mejor —ofreció su delgado brazo como apoyo a Rúa con una débil sonrisa, enfrascada en el miedo que la expectación solía provocar en ella. Si alguien la miraba a los ojos sentiría un nerviosismo inusual—. Es tan extraño... ver las calles así, tan rojas —murmuraría en voz queda, sin poder dejar de mirar de vez en cuando a la Luna que coronaba sus cabezas.

Como el hijo de lunas había salido de Sendar pensando en los nuevos dones del grupo y en la magia, ensimismado, se preguntaba por el camino si habría talismanes de energía superior en los refugios nuevos para que pudieran usarlos. ¿Cuántos habría, serían fáciles de elaborar, habría cientos de ellos en cada hogar de la ciudad? ¿Les darían un buen número de ellos o les enseñarían a hacerlos o conseguirlos, quizás? Pero también le daba vueltas a... ¿cómo hacían Toni y Maila para controlar sus dones sin usar talismanes? Él convocaba al viento con la boca y ella controlaba la arena sin más artefacto que sus propios cuerpos. Rua y Fleur también sufrían metamorfosis que claramente eran un reflejo de la energía superior mas sin hacer uso de nada tangible ni hechizo alguno. ¿Cómo lo harían? Él no notaba nada más allá de la flexión de sus nuevos músculos, el funcionamiento de sus nuevos rasgos o la velocidad al pensar y hablar, pero era cierto que aún no había puesto en práctica su supuesta capacidad de aprendizaje lingüístico. Tenía que investigar, sí, más allá de las preguntas que planteó la noche anterior.

Pero no solo pensaba en eso. También estaba el hecho de que se había olvidado del resto tanto que iba unos metros por delante con su particular andar a brincos. Aún perdía el equilibrio en la mayoría de los saltos, pero le gustaba aquello. Así pues, echó un vistazo al grupo y esperó a que le alcanzaran. Se fijó en Rua y Fleur entonces, y en la tela que llevaba la sueca por encima, y se le ocurrieron algunas ideas pero solo una sin emplear la magia.
—Quizás... ¿con una bolsa muy grande que llegue más alto que tu cabeza podrías taparla y también taparte tú a la vez sin que llame tanto la atención? Y si alguien te pregunta, podríamos decir que tienes frío.

Y sí que era extraño el aspecto de la ciudad. Cuando recuperó el ritmo del grupo, volvió a empezar a brincar, pero esta vez iba y venía sobre sus pasos sin alejarse de ellos. Estaba disfrutando pero también practicando (y tropezando mucho en el intento).
—Es de día y hay sol... pero quien manda es claramente la Luna Roja. ¿Estará ahí en lo alto mucho tiempo? Noséquénicómo nos hace exactamente, peroyomesientoconmuchaenergía y conganasdehacermuchascosas —dijo a toda velocidad pero al final carraspeó y se disculpó entre risas—. Perdón, perdón. Tengo todo el cuerpo muy acelerado.

—Pero bueno, ¿y ese turbante improvisado? A mi me gusta tu cuerno tía —dijo bajando la voz.

Toni solo pensaba en salir de allí, le ponía muy nervioso la luz que bañaba las calles. Tenía una euforia inusitada, a su vez.

—No, una bolsa no, que pareces una señora cuando llueve. Como las de la Tierra —dijo.

Se encaminaron hacia su destino.
Los nervios estaban jugando una mala pasada a Toni, formaba pequeños remolinos con cada suspiro. Intentó suspirar en direcciones donde no estuvieran sus amigos. No habló demasiado durante el trayecto. En sus pensamientos no paraban de dar vueltas los rostros de Qwara, de Ulmara, de Kiki y Nerys. ¿Estarían bien?

Alec caminaba a buen paso ensimismado en sus pensamientos y acordándose del tiempo perdido por culpa de un espíritu imbécil. ¿Por qué el que había puesto a Biblios en la biblioteca no se había asegurado de que fuese servicial? ¿Por qué rayos no ordenaban el lugar de una forma menos caótica? El escocés estaba seguro de que el tipo disfrutaba de la desesperación de la gente por encontrar libros útiles.

-¡Cuidado! - la voz resonó por la calle sacando al tremor de sus pensamientos. Solo entonces se dio cuenta de un temblor que en sus pensamientos había desechado como otro terremoto producto de la Luna, un temblor que se acercaba hacia él por su lado ciego. Se giró y descubrió una de las tantas criaturas extrañas de la ciudad. Un león bicéfalo, el doble de grande que su homónimo en la Tierra, se vio sorprendido por el brusco giro de su presa y con un rugido se abalanzó sobre Alec. Al chico solo le dio tiempo a trastabillar preso de la sorpresa que dio paso a una ira contra sí mismo sin precedentes. ¿Dónde se creía que estaba, en un picnic? ¿Acaso la sensación de poder que le otorgaba la Luna lo había dejado más ciego que el lagarto psicópata? Si el grito no lo hubiera alertado probablemente estaría muerto y, a pesar del aviso, no se iba a ir sin daño.- ¡Brisa! - la misma voz resonó como un látigo, una orden que no hacía falta expresar en voz alta.

Una esfera de luz nacarada se interpuso entre Alec y la quimera, expandiéndose y formando un muro de energía contra la que chocó, como si de una pared de hormigón se tratase. Un borrón pasó junto al tremor, chocó con la criatura con una fuerza descomunal y la arrastró lejos del tremor. El borrón resultó ser un hombre joven, más bajo que el propio Alec incluso sin haberse transformado, vestido con lo que parecía algún tipo de armadura ligera y estilizada. Un estoque apareció en la mano del hombre que comenzó a moverse alrededor del monstruo haciendo cortes y clavando el arma en puntos blandos de la criatura.

-¿Estás bien? - la voz que antes había oído a lo lejos ahora se encontraba a su lado. Alec se obligó a apartar la mirada de la batalla que estaba teniendo lugar frente a él para mirar al desconocido que vestía vaqueros y una camiseta. Sorprendentemente de no haber crecido casi veinte centímetros en la última noche habría tenido que levantar la mirada.

-Yo... - se oyó un golpe tremendo seguido del sonido de un derrumbe que cortó las palabras del neotransformado.

-¡Enredo! - el hombre que había estado combatiendo se había puesto a su lado tras el estruendo. Al parecer había estampado al animal contra un edificio que se había derrumbado sobre el mismo. No le faltaba el aliento a pesar de todo.- Se regenera, da igual cuantas heridas le haga que se cura, ¿puedes hacer algo?

-Necesito algo de tiempo - fue la respuesta del otro hombre.

-Eso puedo conseguírtelo - aseguró el guerrero mientras observaba como la quimera salía de entre los escombros.

Estoque en ristre se lanzó contra la bestia de nuevo para seguir abriendo heridas en la  piel. El otro hombre comenzó a conjurar un hechizo, una luz mortecina de color sangriento bañó sus manos, chasqueó los dedos señalando al león, la misma luz de las manos de el hechicero bañó al animal durante un segundo y desapareció. Alec tuvo que fijarse mucho para darse cuenta de que las heridas ya no se cerraban, al contrario se estaban abriendo más, sangrando con profusión.

El combate se prolongó unos pocos minutos más terminando en apenas unos rasguños en el guerrero y con la bestia muerta. Se acercó a ellos con sangre cubriendo la ropa pero para cuando llegó a su altura la ropa estaba completamente limpia.

-Una bestia dura - comentó introduciendo el estoque en un tatuaje de su brazo.- Has tenido suerte de que pasáramos por aquí chico, ¿estás bien? - le preguntó dirigiéndole una mirada inquisitiva.

Alec que todavía estaba un poco en shock por lo cerca que había tenido la muerte tardó en responder unos segundos. Parpadeó pasando la mirada de su ojo bueno de hombre a hombre.

-Sí, sí. Estoy bien - respondió por fin.- Muchas gracias, me habéis salvado la vida - dijo marcando lo obvio.- Joder, ¿cómo he podido ser tan imbécil? Voy solo, sin armas y ¿no atiendo a mi alrededor?

-Hay gente en esta ciudad que diría que solo por eso te mereces morir, o no haber llegado a la Luna - comentó el guerrero sin dureza.- Nosotros no somos de esa opinión. Soy Brisa, de transformación guerrero, y éste es Enredo - dijo moviendo la cabeza hacia el otro.

-Brujo y médico - completó Enredo.- Ven aquí Brisa - el brujo lanzó un hechizo sobre el guerrero que cerró las heridas que tenía.- Eres nuevo ¿no? No he estado muy pendiente de la última criba pero no me suena otro tremor además de Zircón.

-Me transformé anoche sí - asintió Alec todavía afectado preguntándose quién sería el tal Zircón.- Ha sido un día muuuuuy largo.

-Me lo puedo imaginar - respondió el guerrero con una sonrisa de entendimiento.- ¿Adónde vas?

-La torre Serpentaria - respondió señalando la torre que se veía a lo lejos.

-Ya estás cerca - aseguró el brujo mientras rebuscaba en sus bolsillos. Le tendió una tarjeta negra con una Luna roja dibujada en el centro, a los lados en color blanco se podía leer "Enredo, médico experimentado. Remedios alquímicos y mágicos. Barrio Luna alta", por el otro lado ponía "Clínica Luna Roja".- Tenemos que irnos, un cliente me espera pero si necesitas algo puedes acudir aquí. La barrera que te he puesto se disolverá en un par de horas pero si algo te atacase por el camino te protegerá y te dará tiempo a llegar a la torre. Buena vuelta a casa.

Se alejaron tras despedirse del chico y Alec se revolvió en el sitio, de pronto consciente de que ni siquiera se había presentado.

-¡Gracias! - gritó cuando ya estaban lejos. El guerrero hizo un gesto restándole importancia y haciendo ver que lo habían oído.- Mi madre me daría con la escoba si supiera que no me he presentado - murmuró para sí. Luego cogió la bolsa que había  dejado en el suelo y echó a correr hacia el refugio.

Sigue en la Torre Serpentaria.

No se había quedado con el nombre de la transformación de Luci, con todo se le pasó preguntarle, pero se preguntó si tendrían relación. Diferencias había, las alas de Nea parecían enteras y el daeliciano no se había estirado dos metros y medio, pero eran más cantosas las similitudes.
—De acuerdo. Ojalá no haga falta, pero… —suspiró suavemente.

Comprobó de primera mano hasta que punto era el frivy el causante de aquella presión en el ambiente (sorpresa, no era el pasillo siniestro ni el desconocido) cuando dijo de ponerse de pie. Kahlo estaba más que acostumbrada a ser de las más pequeñas del grupo, pero aquello fue ridículo; se sentía como un bicho aplastado. No se escondió tras Lethe de milagro, porque a pesar de haberse levantado Nea despacio en la nueva naturaleza de la varmana estaba alterarse con poco. Sus alas soltaron una tanda de toxinas que estando al aire libre solo afectarían si algún desafortunado aspiraba demasiado fuerte. Dio un paso atrás que se apresuró en corregir de la forma más natural posible. Se sacudió el efecto con un pequeño zarandeo de cabeza.

—Sí. Además es la primera vez que salimos tan a la ligera después de mucho tiempo, es mejor no tentar al diablo —masculló.

Quería seguir haciéndole preguntas a Nea (a pesar de que el cuerpo no le pedía estar a su lado precisamente), sobre su grupo, sobre la noche, pero Adam requirió su atención primero.

—¿H-hm? —preguntó, tragándose a fuerzas la incomodidad que se le había ido acumulando de antes.

Tal y como había supuesto, Nea producía aquella sensación por su transformación. Desde luego ella no era de las que se amedrentasen solo porque un tipo fuese grande, así que le había parecido lo más lógico. Cuando dijo ángel se pensó si hacer más preguntas al respecto. La de Luci era “ángel caído” y parecía bastante claro que no se trataba de la misma debido a las diferencias, a pesar de la parcial coincidencia con el nombre. Pero por eso mismo decidió solo asentir. Había notado que al daeliciano no le había hecho gracia algo de lo que había leído y prefería no dar más datos sin su consentimiento.
—Yo soy una horus, al parecer. —La suya, en cambio, le daba igual decirla.

Estuvo de acuerdo en que regresasen ya, aunque no pudo evitar preguntarse si Alec seguía en la biblioteca o ya habría regresado. Esperaba verle una vez de vuelta en la torre o sabía que iba a estar intranquila.

La enderth, por supuesto, no estaba entendiendo nada en absoluto de lo que hablaban acerca de los ángeles, la biblia o nada de eso, pero lo cierto era que no le producía curiosidad como para preguntar al respecto, por lo que se centró en lo que de verdad importaba.
—Me parece bien reunirnos en algún sitio. Tal vez lo más sencillo sea que avises a tus compañeros para que venga a Serpentaria mañana por la mañana, si es que los del otro grupo no aparecen antes —le dijo al ángel mientras caminaban de vuelta por las calles de la ciudad.

Durante un instante tuvo una sensación extraña. Estaba segura de haber oído hablar a Chromsa y al tal Erknest antes de que se pusieran en marcha, pero no recordaba qué habían dicho. Pero al dirigir su mirada hacia Adam y Kahlo, que se habían separado un poco para hablar, lo recordó: seguramente la aparición nocturna había hecho de las suyas sin darse cuenta. Bueno, esperaba que lo que hubiese dicho el fauno no fuese algo importante.

Tener a Neariel cerca no ayudaba demasiado a hablar con la varmana puesto que su sola presencia lo hacía encoger, cosa que la personalidad de Kahlo lo hace de base pero la presencia del ángel es eso pero varias muchas ligas por delante de eso. Adam inspiró fuerte, queriendo sacar de sus adentros una forma de empezar lo que le quería decir desde hace tiempo.

Inconscientemente aspiró en sus pulmones con aquella bocanada de aire las toxinas que liberó Kahlo. Tuvo una sensación de irrealidad, de olvido. ¿Estaban volviendo? Es verdad, decidieron dar media vuelta por… ¿por qué razón? Aunque la varmana estuviese esperando respuesta vería al pegaso confundido por recordar, intentando hilar esas trazas memoriales. Recordó después de largos segundos el motivo concreto de la vuelta y solo quedaba lo que Adam quería hacer.

—Esto, Kahlo… —repitió de vuelta, extrañado por el deja vu que tuvo de pronto y más por la expresión de la aparición nocturna ya en espera por una respuesta de antes. Cayó enseguida de eso—. ¡Uy perdona! C-creo que me he repetido —intentó adivinar con media sonrisa incómoda, jugueteando con sus dedos un poco, eso en parte lo ayudaba a liberar tensión.

—Emm… Solo quería sacar el tema de… B-bueno de, ya sabes, lo que pasó desde el palacete para adelante —Adam miró de reojo culpable a Kahlo, temía que fuese algo delicado para ella—. Ehh quería decirte que lo siento, de veras. No pude evitar… aislarme de todos vosotros y tampoco tengo excusa por haberte gritado de aquella manera —metió sus manos en los bolsillos del pantalón. Suspiró, agazapándose un poco.

Podía notar el ambiente. Trataba de no moverse bruscamente, de mantener una sonrisa afable y los hombros destensados. Sus pasos eran lentos y medidos pero los hacía sonar para que a nadie le sorprendiese tenerlo a su espalda.

—Eso sería genial —le respondió a Chromsa aceptando la invitación. —Y si... es todo tan... extraño. —habló tras Adam. Muchos mitos se hacían reales, ya no solo era la magia si no las historias. Se preguntaba si las hadas de su mundo habían venido de rocavarancolia en el pasado.

—Hmmm no me ha dado tiempo a leerme los libros de transformaciones en profundidad, pero le echaré un vistazo a Horus en cuanto pueda, con tu permiso. —le sonrió a la enderth.

No pasó por alto la interacción entre Kahlo y Adam, per giró la cabeza hacia delante, un poco dirigiendo el grupo ahora para que el resto le pudiera verle bien y que no les preocupase que los asaltara o algo así. Y en un momento... ¿cuando habían avanzado tanto? Parpadeó un poco algo confuso y miró hacia el callejón que habían dejado atrás, su luz intensificándose un poco al concentrarse de más en algo, el cual se le antojaba demasiado lejos para lo que recordaba haber andado.

«Debo hiperestar realmente mal tras lo de esta mañana... »

— ¿Que sois el resto? Si no os molesta decirlo. La verdad es que tengo bastante curiosidad... aunque más por ver a Luci ahora.

Él ángel caminaba con porte, claramente acostumbrado a modales de alta clase. Había cierta elegancia en como caminaba, recto y preciso. Daba más la sensación de un noble al que no debías cabrear que de un rufián que te apuñalaría en la esquina dada su aura.

Después de que a Neariel le pareciera bien acompañarles y se decidieran los detalles de la reunión del día siguiente, Erknest tomó la palabra: -Bueno, si vais a volver ya haré lo mismo y empezaré a investigar. Mañana os veré allí y os traeré todas las noticias que sepa.- Chromsa se había girado para escucharle y dijo: -Espero que haya suerte, Erknest. Ya nos contarás que tal ha ido.- Una ligera brisa soplaba desde su espalda. -Por supuesto será lo mejor que pueda. En fin, mis queridos conciudadanos, el Caballero Ciervo se despide.- respondió mientras terminaba de hacer una pose en la que activó sus cuchillas y, de repente, salió volando con la brisa. Habría quedado algo espectacular si no hubiera sido porque estuvo a punto de estrellarse con un cartel bastante antiguo. Chromsa abrió los ojos preocupado pero por suerte el kamaitachi consiguió esquivarlo en el último momento con dificultad. -¡Estoy bien! No pasa nada. ¡Hasta pronto!- exclamó intentando conservar su porte mientras, ahora sí, se marchaba por el aire hasta que todos lo perdieran de vista. Para suerte de Erknest, la toxina de Kahlo ayudó a que nadie recordara aquella salida de escena.

El grupo empezó el camino de vuelta por las calles. El ochrorio iba en un principio junto a Adam, intentando inconscientemente no acercarse demasiado al ángel. Ya había quedado más que claro que no iba a hacerles nada, pero aún así tendría que acostumbrarse a aquella sensación. En cuanto Chromsa vio que el ruso se acercaba a hablar con Kahlo supuso el tema que iba a comentarle y, esbozando una ligera sonrisa, les dejó espacio a ambos. Le alegraba mucho que por fin el pegaso estuviera poniendo remedio a su aislamiento de las últimas semanas con todos.

Se unió a Lethe y Nea, el cual preguntó por los cambios del resto. El ochrorio respondió: -Por supuesto, no tengo problema. En mi caso lo primero es que soy algo especial, al parecer la Luna me ha dado una transformación doble. Por una parte soy un brujo de las hojas marchitas, por eso me siguen todas éstas allá donde voy- dijo señalando las hojas que flotaban a su alrededor y siguió: -y por otra parte soy un fauno. Hay varios tipos y yo en concreto tengo partes de cabra. Su poder es que pueden sentir peligros a su alrededor en situaciones que cualquier otro no notaría hasta que fuera tarde.- No quiso comentarle nada sobre cómo su aura no le ayudaba a estar tranquilo para no preocuparle, demasiado tenían ya con la desaparición del grupo de Maciel.  Aunque, todo sea dicho, tal vez fuera por su manera de andar en ese momento o porque ya se estaba acostumbrando un poco, Neariel le parecía menos amenazante. -¿Y por casualidad sabes algo de en lo que se han transformado tu grupo?- terminó con curiosidad.