Altabajatorre
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Muffie
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Altabajatorre
03/08/11, 01:05 am
Recuerdo del primer mensaje :
Unida al Castillo por un puente de piedra, tiene más de doscientos metros de altura. Hogar del demiurgo de Rocavarancolia, esta torre es la más alta del castillo del Consejo. Está plagada de curiosas invenciones y seres extravagantes.
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Re: Altabajatorre
17/02/13, 11:10 pm
-Vale, espero que Doce esté familiarizado con esas palabras de demiurgos antiguos porque parece ser que en cada época llamaban a las cosas como les daba la gana -pudo ver que la demiurga no estaba familiarizada con los conceptos que le mencionaba pero no le dio demasiada importancia.
-Sólo probé una vez el té de pasada y creo recordar que ni si quiera era té puro, le había echado alguna otra cosa -comentó al oír la invitación de dama Puntada-. No, no era eso; es que era vaylu al que se me ocurrió echarle... Bueno, es igual, aquí no tengo mi cuaderno. De todas formas son manías mías -dijo con un tono cansino casi imperceptible. Luego cambió a otro más relajado al tiempo que se recolocaba un mechón de pelo que se había escapado de su peinado. Aquello le hizo recordar fugazmente su pelo de cosechada, que le caía justo hasta los hombros-. El caso es que estará bien tomar té -dijo con la clase de expresión de tranquilidad que sólo una bruja de la brisa podría mostrar.
-Sólo probé una vez el té de pasada y creo recordar que ni si quiera era té puro, le había echado alguna otra cosa -comentó al oír la invitación de dama Puntada-. No, no era eso; es que era vaylu al que se me ocurrió echarle... Bueno, es igual, aquí no tengo mi cuaderno. De todas formas son manías mías -dijo con un tono cansino casi imperceptible. Luego cambió a otro más relajado al tiempo que se recolocaba un mechón de pelo que se había escapado de su peinado. Aquello le hizo recordar fugazmente su pelo de cosechada, que le caía justo hasta los hombros-. El caso es que estará bien tomar té -dijo con la clase de expresión de tranquilidad que sólo una bruja de la brisa podría mostrar.
- InvitadoInvitado
Re: Altabajatorre
17/02/13, 11:24 pm
Los labios de dama Puntada se curvaron en una amplia sonrisa. Se ajustó la cesta en el brazo recolocando un muñequito que intentaba escapar e hizo un gesto invitando a dama Liviana a bajar primero las escaleras.
-Perfecto. Tengo mi casa aparcada cerca del castillo, no me gusta alejarme mucho de ella. ¿Qué te preferirías? Tengo de hierbas aromáticas, florales, especiados, muchos clásicos... Y creo que también me quedan bizcochitos
Hablaba en tono animado según bajaba justo detrás de Liviana, pasando luego a temas menos banales y la conversación continuaría todo el camino hasta su casa. Las creaciones siguieron traqueteando incluso mucho después de la marcha de ambas damas, algunas grabando todo lo que ocurría y había ocurrido en Altabajatorre.
-Perfecto. Tengo mi casa aparcada cerca del castillo, no me gusta alejarme mucho de ella. ¿Qué te preferirías? Tengo de hierbas aromáticas, florales, especiados, muchos clásicos... Y creo que también me quedan bizcochitos
Hablaba en tono animado según bajaba justo detrás de Liviana, pasando luego a temas menos banales y la conversación continuaría todo el camino hasta su casa. Las creaciones siguieron traqueteando incluso mucho después de la marcha de ambas damas, algunas grabando todo lo que ocurría y había ocurrido en Altabajatorre.
- Naeryan
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Re: Altabajatorre
25/06/13, 07:39 pm
Shizel no había prestado la más mínima atención hacia adónde se dirigía. El aire fresco de la noche había actuado como una inyección de adrenalina y desde que había salido el idrino no había puesto los pies en el suelo, dejando que su magia y su instinto tomasen el control de su trayectoria. Su sangre vibraba con miles de posibilidades nuevas, pero su mente estaba lejos de ser un bullir de ideas confusas. Todo era claro y cristalino, y Shizel veía las cosas con la mente despejada como no la había tenido nunca.
Nada más despegar de la ventana en dirección a las alturas había alzado el vuelo a golpe de levitación hacia donde el cuerpo se lo había pedido. Notaba cómo la ciudad pulsaba de vida a su alrededor, y le invitaba a disfrutar del nuevo hormigueo que corría por sus venas. La Luna le exigía movimiento, despliegue de magia, desenfreno.
No había tardado en dejar de correr sobre el aire para pasar a volar en horizontal todo lo rápido que se atrevió a ir sin perder capacidad de reacción. Se había dedicado a hacer eslalon entre las cúpulas de los edificios, esquivando las más accidentadas entre gritos entusiasmados.
Cuando se cansó de hacer acrobacias se había alzado por encima de las calles y había recorrido en línea recta la ciudad, como un cometa en el cielo nocturno, siguiendo la dirección de la Cicatriz de Arax a tal velocidad que le lloraban los ojos. Las lágrimas se le congelaron sobre las mejillas sin que él les prestase la más mínima atención.
Posteriormente había sentido un poderoso impulso de querer alcanzar la luna, y se había elevado en vertical a toda la velocidad que la levitación le dio de sí.
Había ascendido más y más, hasta que no pudo distinguir más de la ciudad que una informe masa oscura muy por debajo de él. Pudo distinguir un par de focos especialmente luminosos abajo, pero no les prestó atención.
Sentía el viento huracanado colándosele entre las ropas, y cristales de hielo formándose sobre su piel a causa de la altura a la que se encontraba y la velocidad a la que se movía. Pero no eran más que sensaciones cómodas, naturales, y Shizel tuvo la certeza de que no volvería a sentir frío nunca más.
Sonrió extático desde las alturas. Allí él era invencible, y el mundo le pertenecía.
Redujo la velocidad poco a poco, y luego se lanzó en picado hacia abajo. Un interminable aullido de júbilo escapó de sus labios, y se prolongó hasta que alcanzó el suelo. Viró justo a tiempo para evitar un embiste mortal contra el suelo, y aún jadeando por la adrenalina miró a su alrededor para orientarse.
Había aterrizado frente al puente de piedra que conectaba Altabajatorre con el castillo. Dedujo que se hallaba a las afueras de la ciudad, ya que la extensión de casas que conectaba la solitaria zona con el resto de Rocavarancolia se extendía solo en una dirección.
Miró con más atención la extravagante torre que tenía frente a sí. Al principio creyó que poseía zonas móviles, pero se dio cuenta, atónito, de que estaba plagada de artilugios mecánicos que se movían solos.
Levitó en el aire de nuevo, esta vez con calma, para verlos mejor. Se dio cuenta de que sin querer había vuelto a formar la misma capa de hielo de antes sobre sí. Ahora que el viento ya no incidía sobre él el vapor sublimado volvió a emerger pausadamente de su cuerpo.
Nada más despegar de la ventana en dirección a las alturas había alzado el vuelo a golpe de levitación hacia donde el cuerpo se lo había pedido. Notaba cómo la ciudad pulsaba de vida a su alrededor, y le invitaba a disfrutar del nuevo hormigueo que corría por sus venas. La Luna le exigía movimiento, despliegue de magia, desenfreno.
No había tardado en dejar de correr sobre el aire para pasar a volar en horizontal todo lo rápido que se atrevió a ir sin perder capacidad de reacción. Se había dedicado a hacer eslalon entre las cúpulas de los edificios, esquivando las más accidentadas entre gritos entusiasmados.
Cuando se cansó de hacer acrobacias se había alzado por encima de las calles y había recorrido en línea recta la ciudad, como un cometa en el cielo nocturno, siguiendo la dirección de la Cicatriz de Arax a tal velocidad que le lloraban los ojos. Las lágrimas se le congelaron sobre las mejillas sin que él les prestase la más mínima atención.
Posteriormente había sentido un poderoso impulso de querer alcanzar la luna, y se había elevado en vertical a toda la velocidad que la levitación le dio de sí.
Había ascendido más y más, hasta que no pudo distinguir más de la ciudad que una informe masa oscura muy por debajo de él. Pudo distinguir un par de focos especialmente luminosos abajo, pero no les prestó atención.
Sentía el viento huracanado colándosele entre las ropas, y cristales de hielo formándose sobre su piel a causa de la altura a la que se encontraba y la velocidad a la que se movía. Pero no eran más que sensaciones cómodas, naturales, y Shizel tuvo la certeza de que no volvería a sentir frío nunca más.
Sonrió extático desde las alturas. Allí él era invencible, y el mundo le pertenecía.
Redujo la velocidad poco a poco, y luego se lanzó en picado hacia abajo. Un interminable aullido de júbilo escapó de sus labios, y se prolongó hasta que alcanzó el suelo. Viró justo a tiempo para evitar un embiste mortal contra el suelo, y aún jadeando por la adrenalina miró a su alrededor para orientarse.
Había aterrizado frente al puente de piedra que conectaba Altabajatorre con el castillo. Dedujo que se hallaba a las afueras de la ciudad, ya que la extensión de casas que conectaba la solitaria zona con el resto de Rocavarancolia se extendía solo en una dirección.
Miró con más atención la extravagante torre que tenía frente a sí. Al principio creyó que poseía zonas móviles, pero se dio cuenta, atónito, de que estaba plagada de artilugios mecánicos que se movían solos.
Levitó en el aire de nuevo, esta vez con calma, para verlos mejor. Se dio cuenta de que sin querer había vuelto a formar la misma capa de hielo de antes sobre sí. Ahora que el viento ya no incidía sobre él el vapor sublimado volvió a emerger pausadamente de su cuerpo.
- InvitadoInvitado
Re: Altabajatorre
29/06/13, 09:25 pm
Algo que poca gente sabía en Rocavarancolia era el legado que había dejado dama Áurea a Altabajatorre tras su muerte. La demiurga, famosa por su manipulación de los metales preciosos y gemas había diseñado un sistema de protección que, a pesar de haber sobrevivido a su muerte, aún no había terminado del todo. Sin embargo el pulso mágico proveniente de la gran catedral las había despertado.
El zumbido de alas de insecto llegó a los oidos de Shizel. La luz de la Luna robó destellos al metal que recubría a dos decenas de escarabajos dorados con piedras azules incrustadas en el abdomen. Habían detectado al intruso, podían oler su magia joven. Se lanzaron contra él a toda velocidad, y el que iba a la cabeza no tardó en chocarse contra la capa de hielo que recubría al joven, clavando sus afiladas patas en ella y quedándose incrustado. Todos los demás le siguieron.
El zumbido de alas de insecto llegó a los oidos de Shizel. La luz de la Luna robó destellos al metal que recubría a dos decenas de escarabajos dorados con piedras azules incrustadas en el abdomen. Habían detectado al intruso, podían oler su magia joven. Se lanzaron contra él a toda velocidad, y el que iba a la cabeza no tardó en chocarse contra la capa de hielo que recubría al joven, clavando sus afiladas patas en ella y quedándose incrustado. Todos los demás le siguieron.
- Naeryan
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Re: Altabajatorre
01/07/13, 02:57 am
Apenas fue consciente del terremoto que tenía lugar a varios metros por debajo de él, pero el pulso mágico que despidió Rocavaragálago le sacudió como si hubiera tenido lugar dentro de su propio cuerpo. Desde allí podía verse perfectamente la catedral roja, y Shizel contempló boquiabierto cómo ésta parecía rugir al firmamento.
El rojo sanguino de la construcción se reflejó en la capa de hielo que lo cubría, y una avalancha de magia pura accedió a su cuerpo. Shizel jadeó de sorpresa y abrió los ojos al máximo, mirando frenéticamente a su alrededor para tratar de descubrir el origen de aquel deliciosamente brutal torrente de energía que le invadía.
Sin embargo no tardó en darse cuenta de que no era un ataque, no era un nuevo cambio como el que le había convertido en un ser inmune al frío. Fuese lo que fuese lo que había sucedido en el edificio rojo, le había cargado como a una pila humana.
El corazón le latía a toda velocidad. Cada célula de su cuerpo vibraba con aquella nueva energía, la sentía circulando por cada vena de su cuerpo con una nitidez tan deliciosa que dolía. Sentía que estallaría en mil pedazos si no la usaba, y por eso el zumbido que se aproximaba a él le sonó a gloria, y no a amenaza. En su deleite se olvidó incluso de maldecirse a sí mismo por haber detonado lo que era obviamente un sistema de alarma. Rió, con una mezcla de desdén y expectación en la voz.
Los insectos mecánicos fueron más rápidos que su reacción, y se preparó instintivamente para el dolor cuando impactaron contra él. Le costó un momento darse cuenta de que la capa de hielo le había escudado, y le salió una risa incrédula. Instintivamente supo con toda seguridad que de no haber estado protegido de aquella guisa las garras de aquellos seres habrían sido capaces de atravesarle la muñeca de parte a parte.
Su primer instinto fue darse manotazos frenéticamente para quitarse a aquellos seres de encima. Sin embargo su nueva mente trabajaba con escalofriante distanciamiento, y lo que hizo en su lugar fue tejer un hechizo de petrificación con toda la flema que las circunstancias le permitieron. Un toque a cada uno de los insectos los transfiguró en figuras de piedra, y arrancándolas de su segunda piel helada Shizel las estampó una a una contra el suelo desde las alturas.
No tuvo tiempo de felicitarse por su éxito. Una barahúnda de criaturas aladas surcaba la noche en dirección a la torre mecanizada, atraídas por la magia que anidaba allí como polillas a una llama. Formaban una nube tan densa que Shizel apenas tuvo tiempo de convocar un campo de fuerza en torno a sí antes de que se desatara el caos.
Los minutos siguientes fueron muy confusos. Shizel se defendió con uñas y dientes contra aquel mar de garras, dientes, alas y extremidades varias que se le echaba encima. La nueva frialdad de su mente le permitió no caer en el pánico, pero su capacidad de reacción estaba al límite y su desesperación fue creciendo a medida que se dio cuenta de que muchos de aquellos seres eran resistentes a la magia. Su táctica consistió en moverse a lo largo de los muchos pisos de la torre, forzando a los seres alados más pesados a maniobrar con dificultad. En muchas ocasiones trató de emprender la retirada hacia la ciudad, pero ésta se le vio siempre frustrada: mirase a donde mirase no tardaba en estar rodeado.
La fachada de Altabajatorre se llenó de fogonazos e impactos. Los murciélagos flamígeros le resultaron especialmente problemáticos, pues pugnaban por agarrarse a sus ropas y sus altas temperaturas derretían la escarcha sobre su piel. Allá donde ésta desaparecía Shizel tenía la piel surcada de heridas varias, pues ante semejantes cargas conjuntas sus campos de fuerza acababan no durando mucho y los segundos que tardaba en volver a repeler a los engendros le costaban caros.
Shizel vio su oportunidad cuando del interior de la torre empezaron a emerger engendros mecánicos. El idrino sentía poderosos sortilegios anclados a ellos, y en las ocasiones en que se detonaba algún hechizo en su campo de visión sentía aquella nueva corriente renovadora volviendo a él. En mitad del frenesí de hechizos de impacto y maniobras en el aire vio que aquellos inesperados refuerzos desviaban la atención de los monstruos sobre sí mismo, por lo que se encaramó a una de las torretas cercanas, sin aliento. Allí por fin dispuso de un fugaz respiro para mirar en dirección a la ciudad, y vio que el caudal de criaturas tenía razones de peso para no disminuir: múltiples grietas fracturaban la ciudad abriendo paso a aquella procesión de monstruos. Altabajatorre debía haber concentrado a buena parte de las que se veían atraídas por magia y por tanto eran más resistentes a sus efectos. Decidió dejar que los habitantes de aquella torre demencial lidiaran con ello y descendió pesadamente a tierra como un meteoro, confiando en que los asediantes no lo siguieran. Los más aventureros lo hicieron, pero las defensas de la torre se encargaron de mantener a raya al resto.
La situación al nivel del suelo no estaba mucho mejor pero la densidad de monstruos no era tan alta como la de los engendros voladores, a pesar de que los primeros eran de mayor envergadura. La acometida en Altabajatorre había hecho trizas su escudo hasta reducirlo apenas a pedazos de hielo sueltos. Shizel trató desesperadamente de activar de nuevo el mecanismo que lo formaba, fuese cual fuese, pero sentía un calor pulsante en las zonas donde las llamas le habían alcanzado y el hielo se negó a acudir a él. Tuvo el tiempo justo de curarse superficialmente las heridas antes de sentir que la tierra temblaba muy cerca de él.
Rodó por el suelo instintivamente justo antes de que una impresionante garra hendiese los adoquines donde él había estado de pie momentos antes. Retrocedió a cuatro patas lo más rápidamente que pudo, mientras una quimera escupía ácido a la calzada, calcinando por el camino a otras criaturas más pequeñas. El olor a piedra derretida y a sangre inundó la calle, y fue eso lo que activó un detonador en la mente del idrino.
Shizel apartó de su cabeza las dudas, el miedo, la ansiedad por lo que pudiera estarles pasando a sus compañeros. Su mente las aisló de la superficie de su conciencia con la misma facilidad con que uno barajaba cartas, y la parte de él que se había cansado hacía mucho tiempo de ser una presa de Rocavarancolia afloró a la superficie.
Se había acabado huir. Iba a abrirse paso a puro fuego, por irónico que sonase en su nueva condición. La Luna refulgía como un sol en llamas sobre él, susurrándole que demostrase a toda Rocavarancolia que él estaba muy por encima de morir a manos de escoria como aquélla.
Dio un puñetazo a la pared más cercana con la mano envuelta en un hechizo de impacto, derrumbando aquel sector que ya había quedado muy dañado por el terremoto. Los escombros sepultaron a las alimañas más pequeñas y sembraron la confusión entre el resto, situación que la nueva analítica que anidaba en la mente de Shizel no perdió un segundo en aprovechar.
Cargó un hechizo de impacto y lo sintió pulsar en la atmósfera que atravesó antes de alcanzar su objetivo. Era casi como el movimiento de lanzar un guijarro: sentía la magia burbujear entre sus dedos justo antes de soltarla.
Una serie de hechizos gemelos le siguieron, surcaron la calle con el objetivo de despejar su camino. Avanzó implacable, derribando a lo que se interponía en su camino hasta que de nuevo un denso bloque de engendros le impidió el paso. Aquella vez se hizo intangible para atravesar el edificio más cercano en busca de una zona más despejada.
Habría recorrido la distancia hacia el centro de la ciudad a golpe de levitación, pero los cielos estaban más poblados aún de peligros que el suelo. Shizel había comprendido hacía mucho que iba a tener que abrirse paso por la fuerza.
Sin embargo apenas se le agotó el hechizo de intangibilidad unas calles más adelante se dio cuenta de que estaba en una encerrona: no tenía forma de avanzar sin que los engendros se le echasen encima: eran prácticamente todo ojos y tentáculos. De hecho algunos ya le habían detectado y Shizel se dio cuenta de que tenía que tomar una decisión rápida.
Convocó un hechizo de niebla mágica, y su nueva visión periférica le permitió determinar el foco del siguiente hechizo con mayor precisión. Necesitó de toda su sangre fría para forzarse a cerrar los ojos, pues lo que estaba a punto de pasar corría el riesgo de dañarle a él también si no lo hacía. Con los ojos cerrados pero no a ciegas Shizel realizó un hechizo de destello, y un potente fogonazo de luz inundó toda la calle, inutilizando por unos momentos la visión de todos los presentes. El monstruo más cercano detuvo su embestida a un escaso metro del inmóvil idrino, aullando de dolor.
Parte de su rabia pareció evaporarse, pero Shizel sabía que lo único que acababa de desaparecer era una parte importante de sus fuerzas. Sin desligar aún el hechizo de visión de sus ojos continuó avanzando a toda la velocidad que le permitieron las piernas a lo largo de las calles de Rocavarancolia, vigilando desde las alturas los contratiempos con los que su cuerpo que corría abajo pudiera encontrarse.
Desde las inmediaciones del castillo vio acercarse una nueva figura a toda carga, y deshizo el hechizo. Giró rápidamente sobre sus talones, convocando sendas bolas de fuego en las manos. Estaba herido por diversos puntos, con la ropa desgarrada, vapor desprendiéndose en fumarolas gélidas de su piel y con el escudo de hielo completamente destrozado por las embestidas de los monstruos, pero no estaba dispuesto a dejar de pelear. Sin embargo algo en su mente le advirtió de que había algo familiar en el pelaje de la criatura recién llegada, en los aullidos que habían precedido a su llegada. En el ojo que le faltaba.
-¿Karime?
El rojo sanguino de la construcción se reflejó en la capa de hielo que lo cubría, y una avalancha de magia pura accedió a su cuerpo. Shizel jadeó de sorpresa y abrió los ojos al máximo, mirando frenéticamente a su alrededor para tratar de descubrir el origen de aquel deliciosamente brutal torrente de energía que le invadía.
Sin embargo no tardó en darse cuenta de que no era un ataque, no era un nuevo cambio como el que le había convertido en un ser inmune al frío. Fuese lo que fuese lo que había sucedido en el edificio rojo, le había cargado como a una pila humana.
El corazón le latía a toda velocidad. Cada célula de su cuerpo vibraba con aquella nueva energía, la sentía circulando por cada vena de su cuerpo con una nitidez tan deliciosa que dolía. Sentía que estallaría en mil pedazos si no la usaba, y por eso el zumbido que se aproximaba a él le sonó a gloria, y no a amenaza. En su deleite se olvidó incluso de maldecirse a sí mismo por haber detonado lo que era obviamente un sistema de alarma. Rió, con una mezcla de desdén y expectación en la voz.
Los insectos mecánicos fueron más rápidos que su reacción, y se preparó instintivamente para el dolor cuando impactaron contra él. Le costó un momento darse cuenta de que la capa de hielo le había escudado, y le salió una risa incrédula. Instintivamente supo con toda seguridad que de no haber estado protegido de aquella guisa las garras de aquellos seres habrían sido capaces de atravesarle la muñeca de parte a parte.
Su primer instinto fue darse manotazos frenéticamente para quitarse a aquellos seres de encima. Sin embargo su nueva mente trabajaba con escalofriante distanciamiento, y lo que hizo en su lugar fue tejer un hechizo de petrificación con toda la flema que las circunstancias le permitieron. Un toque a cada uno de los insectos los transfiguró en figuras de piedra, y arrancándolas de su segunda piel helada Shizel las estampó una a una contra el suelo desde las alturas.
No tuvo tiempo de felicitarse por su éxito. Una barahúnda de criaturas aladas surcaba la noche en dirección a la torre mecanizada, atraídas por la magia que anidaba allí como polillas a una llama. Formaban una nube tan densa que Shizel apenas tuvo tiempo de convocar un campo de fuerza en torno a sí antes de que se desatara el caos.
Los minutos siguientes fueron muy confusos. Shizel se defendió con uñas y dientes contra aquel mar de garras, dientes, alas y extremidades varias que se le echaba encima. La nueva frialdad de su mente le permitió no caer en el pánico, pero su capacidad de reacción estaba al límite y su desesperación fue creciendo a medida que se dio cuenta de que muchos de aquellos seres eran resistentes a la magia. Su táctica consistió en moverse a lo largo de los muchos pisos de la torre, forzando a los seres alados más pesados a maniobrar con dificultad. En muchas ocasiones trató de emprender la retirada hacia la ciudad, pero ésta se le vio siempre frustrada: mirase a donde mirase no tardaba en estar rodeado.
La fachada de Altabajatorre se llenó de fogonazos e impactos. Los murciélagos flamígeros le resultaron especialmente problemáticos, pues pugnaban por agarrarse a sus ropas y sus altas temperaturas derretían la escarcha sobre su piel. Allá donde ésta desaparecía Shizel tenía la piel surcada de heridas varias, pues ante semejantes cargas conjuntas sus campos de fuerza acababan no durando mucho y los segundos que tardaba en volver a repeler a los engendros le costaban caros.
Shizel vio su oportunidad cuando del interior de la torre empezaron a emerger engendros mecánicos. El idrino sentía poderosos sortilegios anclados a ellos, y en las ocasiones en que se detonaba algún hechizo en su campo de visión sentía aquella nueva corriente renovadora volviendo a él. En mitad del frenesí de hechizos de impacto y maniobras en el aire vio que aquellos inesperados refuerzos desviaban la atención de los monstruos sobre sí mismo, por lo que se encaramó a una de las torretas cercanas, sin aliento. Allí por fin dispuso de un fugaz respiro para mirar en dirección a la ciudad, y vio que el caudal de criaturas tenía razones de peso para no disminuir: múltiples grietas fracturaban la ciudad abriendo paso a aquella procesión de monstruos. Altabajatorre debía haber concentrado a buena parte de las que se veían atraídas por magia y por tanto eran más resistentes a sus efectos. Decidió dejar que los habitantes de aquella torre demencial lidiaran con ello y descendió pesadamente a tierra como un meteoro, confiando en que los asediantes no lo siguieran. Los más aventureros lo hicieron, pero las defensas de la torre se encargaron de mantener a raya al resto.
La situación al nivel del suelo no estaba mucho mejor pero la densidad de monstruos no era tan alta como la de los engendros voladores, a pesar de que los primeros eran de mayor envergadura. La acometida en Altabajatorre había hecho trizas su escudo hasta reducirlo apenas a pedazos de hielo sueltos. Shizel trató desesperadamente de activar de nuevo el mecanismo que lo formaba, fuese cual fuese, pero sentía un calor pulsante en las zonas donde las llamas le habían alcanzado y el hielo se negó a acudir a él. Tuvo el tiempo justo de curarse superficialmente las heridas antes de sentir que la tierra temblaba muy cerca de él.
Rodó por el suelo instintivamente justo antes de que una impresionante garra hendiese los adoquines donde él había estado de pie momentos antes. Retrocedió a cuatro patas lo más rápidamente que pudo, mientras una quimera escupía ácido a la calzada, calcinando por el camino a otras criaturas más pequeñas. El olor a piedra derretida y a sangre inundó la calle, y fue eso lo que activó un detonador en la mente del idrino.
Shizel apartó de su cabeza las dudas, el miedo, la ansiedad por lo que pudiera estarles pasando a sus compañeros. Su mente las aisló de la superficie de su conciencia con la misma facilidad con que uno barajaba cartas, y la parte de él que se había cansado hacía mucho tiempo de ser una presa de Rocavarancolia afloró a la superficie.
Se había acabado huir. Iba a abrirse paso a puro fuego, por irónico que sonase en su nueva condición. La Luna refulgía como un sol en llamas sobre él, susurrándole que demostrase a toda Rocavarancolia que él estaba muy por encima de morir a manos de escoria como aquélla.
Dio un puñetazo a la pared más cercana con la mano envuelta en un hechizo de impacto, derrumbando aquel sector que ya había quedado muy dañado por el terremoto. Los escombros sepultaron a las alimañas más pequeñas y sembraron la confusión entre el resto, situación que la nueva analítica que anidaba en la mente de Shizel no perdió un segundo en aprovechar.
Cargó un hechizo de impacto y lo sintió pulsar en la atmósfera que atravesó antes de alcanzar su objetivo. Era casi como el movimiento de lanzar un guijarro: sentía la magia burbujear entre sus dedos justo antes de soltarla.
Una serie de hechizos gemelos le siguieron, surcaron la calle con el objetivo de despejar su camino. Avanzó implacable, derribando a lo que se interponía en su camino hasta que de nuevo un denso bloque de engendros le impidió el paso. Aquella vez se hizo intangible para atravesar el edificio más cercano en busca de una zona más despejada.
Habría recorrido la distancia hacia el centro de la ciudad a golpe de levitación, pero los cielos estaban más poblados aún de peligros que el suelo. Shizel había comprendido hacía mucho que iba a tener que abrirse paso por la fuerza.
Sin embargo apenas se le agotó el hechizo de intangibilidad unas calles más adelante se dio cuenta de que estaba en una encerrona: no tenía forma de avanzar sin que los engendros se le echasen encima: eran prácticamente todo ojos y tentáculos. De hecho algunos ya le habían detectado y Shizel se dio cuenta de que tenía que tomar una decisión rápida.
Convocó un hechizo de niebla mágica, y su nueva visión periférica le permitió determinar el foco del siguiente hechizo con mayor precisión. Necesitó de toda su sangre fría para forzarse a cerrar los ojos, pues lo que estaba a punto de pasar corría el riesgo de dañarle a él también si no lo hacía. Con los ojos cerrados pero no a ciegas Shizel realizó un hechizo de destello, y un potente fogonazo de luz inundó toda la calle, inutilizando por unos momentos la visión de todos los presentes. El monstruo más cercano detuvo su embestida a un escaso metro del inmóvil idrino, aullando de dolor.
Parte de su rabia pareció evaporarse, pero Shizel sabía que lo único que acababa de desaparecer era una parte importante de sus fuerzas. Sin desligar aún el hechizo de visión de sus ojos continuó avanzando a toda la velocidad que le permitieron las piernas a lo largo de las calles de Rocavarancolia, vigilando desde las alturas los contratiempos con los que su cuerpo que corría abajo pudiera encontrarse.
Desde las inmediaciones del castillo vio acercarse una nueva figura a toda carga, y deshizo el hechizo. Giró rápidamente sobre sus talones, convocando sendas bolas de fuego en las manos. Estaba herido por diversos puntos, con la ropa desgarrada, vapor desprendiéndose en fumarolas gélidas de su piel y con el escudo de hielo completamente destrozado por las embestidas de los monstruos, pero no estaba dispuesto a dejar de pelear. Sin embargo algo en su mente le advirtió de que había algo familiar en el pelaje de la criatura recién llegada, en los aullidos que habían precedido a su llegada. En el ojo que le faltaba.
-¿Karime?
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Altabajatorre
03/07/13, 01:06 am
La gran loba negra había olido en el ambiente un atisbo de un aroma familiar y corría hacia el origen de este. Cuando más intenso se hacía el aroma, más velocidad cogía la loba y daba las zancadas con mayor seguridad coreadas de aullidos. No le había gustado nada la reacción de la manada y quería rodearse de gente conocida y que la apreciaba ahora que ya no era peligrosa y sentía que tenía mayor capacidad de decisión sobre sus ataques; aunque no iba a olvidar su idea de relacionarse con la manada. “Me tienen que aceptar.” Se dijo empecinada.
Cuando quiso darse cuenta, se estaba acercando a la carrera a un Shizel congelado con sendas bolas de fuego en las manos. A Karime le extrañó que el fuego no derritiera al idrino, pero parecía que su magia se lo permitía; además, Karime sabía que Shizel no era tan tonto como para hacer algo que le perjudicara de esa manera.
- Hola, Perlita, ¿Me echabas de menos?- le preguntó con la voz más humana que había podido poner desde que comenzó su transformación gracias a que, por el camino, había intentado pronunciar palabra deseando poder hacerlo y como resultado había obtenido la reversión de alguno de los cambios que había sufrido. En ese momento se presentaba como una loba con pechos humanos y sin cola.
Idrino y líbense no alcanzaron a hablar demasiado cuando el primero interrumpió la conversación para avisarle de que DL había roto el aparatito que este le había dado y que, por lo tanto, era una llamada. En seguida, Karime se puso a olfatear el ambiente buscando un atisbo del rastro de DL, pero ante la imposibilidad de encontrarlo, aceptó que fuera Shizel quien guiara.
- Sube, Perlita.- le dijo la loba ofreciéndole su lomo.- Iremos más rápidos de esta manera.
Una vez Shizel se hubo montado y le hubo señalado la dirección que debía seguir, la loba soltó un sonoro aullido antes de echar a correr por las calles de Rocavarancolia.
Sigue en la Biblioteca Mágica.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades: Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Altabajatorre
04/07/13, 01:05 am
Montar a lomos de Karime era como hacerlo sobre una estufa, y para la propia loba llevarle a cuestas debía ser como cargar con un témpano de hielo. Shizel suponía que debería haber hechizos para suavizar aquella diferencia de temperatura, pero estaban más allá de sus conocimientos. Consciente de que la situación era más desventajosa para Karime que para él, hizo uso de hechizos térmicos cuando percibía que la loba empezaba a perder sensibilidad en el lomo. Era una solución a parchetazos, pero tendrían que apañárselas.
Sus globos oculares se habían vuelto completamente negros, resultado del hechizo localizador que Shizel había detonado al recibir el aviso de DL. En la distancia oía un retumbar sordo, que se hacía más intenso a medida que se acercaban a su objetivo, y de él se servía para guiar a la libense hasta que ésta consiguiese captar su rastro.
La ciudad entera estaba sumida en el caos. Las grietas abiertas en el suelo y los enjambres de monstruos no habían sido exclusivos de la zona oeste, y tanto el idrino como la libense tuvieron que abrirse paso hacia el norte presentando batalla cuando no les quedaba más remedio. Aun en su inexperta forma lobuna la libense se las apañaba de forma admirable en combate, aunque sorprendentemente las heridas sí parecían resentirla. Shizel arañó el aire con fiereza, tejiendo un hechizo escudo allá donde pasaba su mano, antes de detenerse a curarle las más molestas.
Cuando lo veía necesario el idrino convocaba un hechizo de levitación para poder adelantarse y despejar parte del camino a la loba a golpe de magia, o cuando ésta se hallaba combatiendo y su peso sobre ella le estorbaba. En una de esas ocasiones encontró frente a sí una barrera de ruinas e hizo uso de un embrujo abrasivo. El hechizo burbujeó bajo sus dedos antes de salir disparado hacia los escombros, y sintió cómo la gravilla desmenuzada se deslizaba entre ellos. Tras ella aguardaba un contingente importante de engendros.
Shizel no perdió el tiempo con exclamaciones de sorpresa inútiles. Sacó de su bolsillo la batería de canicas llenas de ácido que había fabricado en su momento y las lanzó al aire una tras otra. Las bolitas quedaron suspendidas en el aire frente a él, y a tres precisos gestos salieron disparadas con toda la fuerza que el idrino fue capaz de imprimirles. Las continuas referencias de RR a las armas de fuego le habían dejado las ideas muy claras en su momento. No le veía la utilidad a pasarse horas manufacturando cacharros cuando esa misma potencia podía alcanzarse por medios inmediatamente mágicos.
Aquella vez no iba a andarse con chiquitas. Había impreso en las “balas” la misma cantidad de impulso que habría utilizado para romper una pared, y su recién descubierta sangre fría le permitió apuntar decentemente. Una cantidad considerable de ellas impactaban sobre sus objetivos, aunque con una precisión que podría calificarse como deficiente. Shizel trataba de apuntar a los ojos o las partes que parecían más vulnerables a la corrosión. Cuando se quedó sin munición hizo ademán de volver levitando junto a Karime, pero un chispazo fuera de su campo de visión frustró su intentona.
Shizel no lo vio venir a tiempo: la potencia de dos hechizos combinados hizo trizas la precaria protección que llevaba puesta y el idrino salió despedido hacia atrás. Golpeó con fuerza la pared, y sólo su precaución al invocar un escudo previamente le había salvado de probablemente partirse el cráneo en dos. Se llevó una mano vacilante a la nuca, y la retiró conmocionado al sentir correr por ella un tenue hilillo de sangre.
Frente a él se encontraban dos poseídos de menor nivel. La compenetración al lanzar ambas cargas ofensivas había sido fruto por completo de la casualidad, aunque él no tenía manera de saberlo.
Hirviendo de fría ira, se levantó de un salto sin hacer caso al mareante pitido que llenaba sus oídos y extendió el brazo, usando su otra mano de soporte para asegurar su precisión antes del disparo. La potencia del sortilegio de impacto fue tal que sintió cómo su cabello se alborotaba hacia atrás víctima del desplazamiento de aire.
-Comeos esto- siseó. Su cuerpo reaccionó a su rabia alzando defensas en torno a sí, y Shizel sintió que la fina capa de escarcha que le encubría se iba solidificando.
Se enzarzó en un frenético intercambio de balizas mágicas contra ambos. Aun a pesar de la evidente superioridad de sus oponentes Shizel tenía la sensación, errónea o no, de que podría ser capaz de ganar de haber dispuesto de más recursos. Su sentido común, que en otra ocasión le habría advertido de que estaba haciendo un gasto de magia alarmante, ahora asistía perplejo al hecho de que cada hechizo nuevo que vibraba en el aire parecía henchirle aún más de energía. No sólo eso, sino que aunque había sido alcanzado claramente por hechizos de una forma tal que debería haber quedado fuera de combate, algo había impedido que dicho desenlace se materializara. Una parte de la mente de Shizel se reservó aquel dato para analizarlo más adelante, pero el resto se centraba en el duelo y hasta cierto punto lo disfrutaba, desmenuzando las formas en las que podía tentar a los poseídos para derrochar más magia.
En un momento dado se le acabó la suerte, y un impacto directo de lo que debía ser un hechizo de consunción hizo trizas su escudo de hielo sin previo aviso. Shizel no se había dado cuenta hasta entonces de que dependía de él, y entendió que hasta que averiguase la manera de alzarlo de nuevo había perdido su ventaja.
En un momento de iluminación convocó una campana de silencio sobre la zona, y escapó calle abajo en busca de Karime durante los preciosos segundos en que los poseídos se dieron cuenta de que simplemente podían salir de su perímetro para seguir lanzando ensalmos.
La ciudad entera parecía sacudida por detonaciones de todo tipo. Doblando una esquina cercana a la zona noreste a lomos de Karime Shizel pudo sentir que un pequeño cauce de poder mágico volvía fugazmente a él, pero no se detuvo a mirar la contienda que estaba teniendo lugar. De haberlo hecho, se habría dado cuenta de que el grueso de los poseídos como los que se había encontrado anteriormente estaba asediando una construcción de madera en concreto.
Sigue en la Biblioteca Mágica.
Sus globos oculares se habían vuelto completamente negros, resultado del hechizo localizador que Shizel había detonado al recibir el aviso de DL. En la distancia oía un retumbar sordo, que se hacía más intenso a medida que se acercaban a su objetivo, y de él se servía para guiar a la libense hasta que ésta consiguiese captar su rastro.
La ciudad entera estaba sumida en el caos. Las grietas abiertas en el suelo y los enjambres de monstruos no habían sido exclusivos de la zona oeste, y tanto el idrino como la libense tuvieron que abrirse paso hacia el norte presentando batalla cuando no les quedaba más remedio. Aun en su inexperta forma lobuna la libense se las apañaba de forma admirable en combate, aunque sorprendentemente las heridas sí parecían resentirla. Shizel arañó el aire con fiereza, tejiendo un hechizo escudo allá donde pasaba su mano, antes de detenerse a curarle las más molestas.
Cuando lo veía necesario el idrino convocaba un hechizo de levitación para poder adelantarse y despejar parte del camino a la loba a golpe de magia, o cuando ésta se hallaba combatiendo y su peso sobre ella le estorbaba. En una de esas ocasiones encontró frente a sí una barrera de ruinas e hizo uso de un embrujo abrasivo. El hechizo burbujeó bajo sus dedos antes de salir disparado hacia los escombros, y sintió cómo la gravilla desmenuzada se deslizaba entre ellos. Tras ella aguardaba un contingente importante de engendros.
Shizel no perdió el tiempo con exclamaciones de sorpresa inútiles. Sacó de su bolsillo la batería de canicas llenas de ácido que había fabricado en su momento y las lanzó al aire una tras otra. Las bolitas quedaron suspendidas en el aire frente a él, y a tres precisos gestos salieron disparadas con toda la fuerza que el idrino fue capaz de imprimirles. Las continuas referencias de RR a las armas de fuego le habían dejado las ideas muy claras en su momento. No le veía la utilidad a pasarse horas manufacturando cacharros cuando esa misma potencia podía alcanzarse por medios inmediatamente mágicos.
Aquella vez no iba a andarse con chiquitas. Había impreso en las “balas” la misma cantidad de impulso que habría utilizado para romper una pared, y su recién descubierta sangre fría le permitió apuntar decentemente. Una cantidad considerable de ellas impactaban sobre sus objetivos, aunque con una precisión que podría calificarse como deficiente. Shizel trataba de apuntar a los ojos o las partes que parecían más vulnerables a la corrosión. Cuando se quedó sin munición hizo ademán de volver levitando junto a Karime, pero un chispazo fuera de su campo de visión frustró su intentona.
Shizel no lo vio venir a tiempo: la potencia de dos hechizos combinados hizo trizas la precaria protección que llevaba puesta y el idrino salió despedido hacia atrás. Golpeó con fuerza la pared, y sólo su precaución al invocar un escudo previamente le había salvado de probablemente partirse el cráneo en dos. Se llevó una mano vacilante a la nuca, y la retiró conmocionado al sentir correr por ella un tenue hilillo de sangre.
Frente a él se encontraban dos poseídos de menor nivel. La compenetración al lanzar ambas cargas ofensivas había sido fruto por completo de la casualidad, aunque él no tenía manera de saberlo.
Hirviendo de fría ira, se levantó de un salto sin hacer caso al mareante pitido que llenaba sus oídos y extendió el brazo, usando su otra mano de soporte para asegurar su precisión antes del disparo. La potencia del sortilegio de impacto fue tal que sintió cómo su cabello se alborotaba hacia atrás víctima del desplazamiento de aire.
-Comeos esto- siseó. Su cuerpo reaccionó a su rabia alzando defensas en torno a sí, y Shizel sintió que la fina capa de escarcha que le encubría se iba solidificando.
Se enzarzó en un frenético intercambio de balizas mágicas contra ambos. Aun a pesar de la evidente superioridad de sus oponentes Shizel tenía la sensación, errónea o no, de que podría ser capaz de ganar de haber dispuesto de más recursos. Su sentido común, que en otra ocasión le habría advertido de que estaba haciendo un gasto de magia alarmante, ahora asistía perplejo al hecho de que cada hechizo nuevo que vibraba en el aire parecía henchirle aún más de energía. No sólo eso, sino que aunque había sido alcanzado claramente por hechizos de una forma tal que debería haber quedado fuera de combate, algo había impedido que dicho desenlace se materializara. Una parte de la mente de Shizel se reservó aquel dato para analizarlo más adelante, pero el resto se centraba en el duelo y hasta cierto punto lo disfrutaba, desmenuzando las formas en las que podía tentar a los poseídos para derrochar más magia.
En un momento dado se le acabó la suerte, y un impacto directo de lo que debía ser un hechizo de consunción hizo trizas su escudo de hielo sin previo aviso. Shizel no se había dado cuenta hasta entonces de que dependía de él, y entendió que hasta que averiguase la manera de alzarlo de nuevo había perdido su ventaja.
En un momento de iluminación convocó una campana de silencio sobre la zona, y escapó calle abajo en busca de Karime durante los preciosos segundos en que los poseídos se dieron cuenta de que simplemente podían salir de su perímetro para seguir lanzando ensalmos.
La ciudad entera parecía sacudida por detonaciones de todo tipo. Doblando una esquina cercana a la zona noreste a lomos de Karime Shizel pudo sentir que un pequeño cauce de poder mágico volvía fugazmente a él, pero no se detuvo a mirar la contienda que estaba teniendo lugar. De haberlo hecho, se habría dado cuenta de que el grueso de los poseídos como los que se había encontrado anteriormente estaba asediando una construcción de madera en concreto.
Sigue en la Biblioteca Mágica.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Altabajatorre
14/11/13, 02:24 am
Por el camino habían caído en un problema de ultima hora: el idioma. Y a Tap no se le ocurrió ningún otro sitio al que acudír salvo el lugar donde vivía su demiurga preferida. Una vez llegó, se metió en su lapicero y pasó una nota a Pablo:
"Llama a la puerta, pregunta por dama Hálito y déjame el resto a mí. Espera fuera". Tap no quería que supiera la razón por la que estaba haciendo todo esto, lo de su cuerpo tenía que ser una sorpresa, y tampoco estaba seguro de si la muchacha disfrutaría de la presencia de un vampiro. <<No puedo fastidiarla con la única giganta que lo vale>>.
"Llama a la puerta, pregunta por dama Hálito y déjame el resto a mí. Espera fuera". Tap no quería que supiera la razón por la que estaba haciendo todo esto, lo de su cuerpo tenía que ser una sorpresa, y tampoco estaba seguro de si la muchacha disfrutaría de la presencia de un vampiro. <<No puedo fastidiarla con la única giganta que lo vale>>.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Altabajatorre
15/11/13, 01:04 am
Pablo y Tap no tardaron en escuchar unos pasos que resonoban contra el suelo con un leve eco metálico. Un autómata de hojalata abrió la puerta y dirigió sus ojos mecánicos hacia el vampiro.
—¿Qué asuntos le traen por Altabajatorre? —inquirió con tono de voz monocorde el artefacto demiúrgico.
Cuando el español explicó que quería hablar con dama Hálito, el ser de hojalata solo dijo un “espere un momento” antes de desaparecer de nuevo en el interior de la torre.
No tuvieron que esperar mucho rato, pues Enna decidió salir ella misma en cuanto se enteró de que la buscaban. Iba acompañada del mismo cuco de madera que Tap ya había visto en las anteriores ocasiones, que se desplazaba entre sus hombros y movía la cabeza con la misma hiperactividad de la que ya había hecho gala.
—Hola, yo soy dama Hálito… —comenzó a dirigirse a Pablo con expresión de curiosidad hasta que reparó en el cuaderno que flotaba en medio del aire—. Oh, eres tú, Tap. No creo que hayas tenido tiempo todavía de recoger todo lo que te pedí —constantó esbozando una sonrisa—. ¿Tienes alguna duda? ¿Eres amigo de Tap? —se dirigió sonriendo de nuevo al vampiro tras una pausa.
—¿Qué asuntos le traen por Altabajatorre? —inquirió con tono de voz monocorde el artefacto demiúrgico.
Cuando el español explicó que quería hablar con dama Hálito, el ser de hojalata solo dijo un “espere un momento” antes de desaparecer de nuevo en el interior de la torre.
No tuvieron que esperar mucho rato, pues Enna decidió salir ella misma en cuanto se enteró de que la buscaban. Iba acompañada del mismo cuco de madera que Tap ya había visto en las anteriores ocasiones, que se desplazaba entre sus hombros y movía la cabeza con la misma hiperactividad de la que ya había hecho gala.
—Hola, yo soy dama Hálito… —comenzó a dirigirse a Pablo con expresión de curiosidad hasta que reparó en el cuaderno que flotaba en medio del aire—. Oh, eres tú, Tap. No creo que hayas tenido tiempo todavía de recoger todo lo que te pedí —constantó esbozando una sonrisa—. ¿Tienes alguna duda? ¿Eres amigo de Tap? —se dirigió sonriendo de nuevo al vampiro tras una pausa.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Altabajatorre
15/11/13, 07:52 pm
Tap dirigió una mirada asesina (e invisible) a Pablo, y lo golpeó con cierta suavidad. Estaba depositando demasiada confianza en dama Hálito y no quería que el vampiro de su posición oral ventajosa para mentirle acerca de la fama del poltergeist. Sacó una hoja y le escribió a la demiurga lo que les ocurría intentando ser lo más escueto y educado posible:
"Necesitamos algo para el idioma de Irraria. ¿Puedes ayudarnos?"
"Necesitamos algo para el idioma de Irraria. ¿Puedes ayudarnos?"
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
Re: Altabajatorre
15/11/13, 09:55 pm
Lo que nos abrió fue un autómata, que no tardó en volver a desaparecer tras decirme, ya que no parecía haber visto a Tap, que esperase. No pasó mucho tiempo hasta que la demiurga que buscábamos apareció.
Era daeliciana, o eso creía, ya que la única de su raza a la que había conocido era Dahannei. Pensar en ella me puso incómodo, aunque no sabía muy bien por qué.
Entre tanto, la demiurga ya había identificado a Tap, y empezaba a preguntar cosas. Presté atención por si conseguía alguna pista de lo que podría estar tramando el repoblador, pero no hubo suerte.
-¿Amigo? Pues... no se si “Amigo” es la palabra correcta, pero le estoy ayudando, si- Noté el golpe del poltergeist y también la intención con la que iba, pero no le dí mayor importancia. “A mi tampoco me interesa quedarme sin metales. No voy a decir nada que haga que te odie tranquilo, aunque me lo pones difícil. El tamaño de la lista de tus cosas buenas es proporcional al tuyo”
A partir de aquí le dejaría hablar a él, o escribir más bien. No intervendría a menos que alguien me hablara directamente.
Era daeliciana, o eso creía, ya que la única de su raza a la que había conocido era Dahannei. Pensar en ella me puso incómodo, aunque no sabía muy bien por qué.
Entre tanto, la demiurga ya había identificado a Tap, y empezaba a preguntar cosas. Presté atención por si conseguía alguna pista de lo que podría estar tramando el repoblador, pero no hubo suerte.
-¿Amigo? Pues... no se si “Amigo” es la palabra correcta, pero le estoy ayudando, si- Noté el golpe del poltergeist y también la intención con la que iba, pero no le dí mayor importancia. “A mi tampoco me interesa quedarme sin metales. No voy a decir nada que haga que te odie tranquilo, aunque me lo pones difícil. El tamaño de la lista de tus cosas buenas es proporcional al tuyo”
A partir de aquí le dejaría hablar a él, o escribir más bien. No intervendría a menos que alguien me hablara directamente.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Altabajatorre
15/11/13, 10:44 pm
—Bueno, pero estás ayudando a Tap que es lo que cuenta. Además seguro que no habría recurrido a ti si no le inspirases confianza, ¿no crees? —le dijo la daeliciana a Pablo enarbolando una sonrisa amable.
Mientras tanto, el poltergeist había escrito una nota y la demiurga dirigió su atención a ella.
—Es cierto que si no tenéis dinero el idioma es un problema —afirmó tras leerla con aire pensativo—. Esperadme un momento, enseguida vuelvo.
Enna volvió al interior de la torre y volvió pocos minutos después, llevando un amuleto en las manos.
—Es un ingenio logomántico que pertenece a uno de los demiurgos de la torre, pero me han permitido prestároslo asumiendo yo la responsabilidad en caso de que le suceda algo. Confío en que lo cuidaréis bien y en que no tardaréis mucho en devolverlo. Si fuese mío no me importaría que os lo quedaseis por un tiempo, pero… —dejó la frase en el aire mientras le tendía el amuleto al vampiro—. Eres tú quien lo va a necesitar, aquí tienes.
Mientras tanto, el poltergeist había escrito una nota y la demiurga dirigió su atención a ella.
—Es cierto que si no tenéis dinero el idioma es un problema —afirmó tras leerla con aire pensativo—. Esperadme un momento, enseguida vuelvo.
Enna volvió al interior de la torre y volvió pocos minutos después, llevando un amuleto en las manos.
—Es un ingenio logomántico que pertenece a uno de los demiurgos de la torre, pero me han permitido prestároslo asumiendo yo la responsabilidad en caso de que le suceda algo. Confío en que lo cuidaréis bien y en que no tardaréis mucho en devolverlo. Si fuese mío no me importaría que os lo quedaseis por un tiempo, pero… —dejó la frase en el aire mientras le tendía el amuleto al vampiro—. Eres tú quien lo va a necesitar, aquí tienes.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Altabajatorre
17/11/13, 08:32 pm
Tap agradeció el silencio de Pablo y el buen criterio de Hálito por dejarles el cachivache ese, e ignoró ciertas verdades que dijo y no querría reconocer ni en pintura. Volvió a meterse en su lapicero y escribió para despedirse:
"Yo me encargaré de protegerlo, porque lo que es Pablo...". Realmente ya no pensaba en Pablo como alguien tan torpe, después de la guerra que daba en la sede con las runas lo podía ver incluso fuerte comparándolo con otros de su clase. Pero el hábito de atacarle por torpe había arraigado con fuerza en el poltergeist. "Volveré pronto con todo. Gracias". Metió libreta y lapicero dentro de la mochila y la poseyó para tomar el camino hacia la explanada.
Sigue en Irraria.
"Yo me encargaré de protegerlo, porque lo que es Pablo...". Realmente ya no pensaba en Pablo como alguien tan torpe, después de la guerra que daba en la sede con las runas lo podía ver incluso fuerte comparándolo con otros de su clase. Pero el hábito de atacarle por torpe había arraigado con fuerza en el poltergeist. "Volveré pronto con todo. Gracias". Metió libreta y lapicero dentro de la mochila y la poseyó para tomar el camino hacia la explanada.
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No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
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Re: Altabajatorre
17/11/13, 08:55 pm
“Demasiado amable para su propio bien” A rasgos generales esa estaba siendo mi primera impresión de la demiurga, y el hecho de que tratara tan ingenuamente con Tap solo servía para confirmármelo.
-Tal vez- Respondí a la daeliciana cuando mencionó lo de la confianza, pero lo cierto era que no me lo creía para nada. “Es más. Aún no se lo que la planta esta busca exactamente. Todavía puedo encontrarme con que hace falta usar a alguien como cebo y me ha elegido para eliminar dos pájaros de un tiro”
Tras eso esperé mientras la chica volvía al interior, para aparecer al cabo de no mucho rato con un amuleto, que según lo que ella misma dijo solucionaría el problema del idioma, al menos para mí. -Gracias-
Capté de reojo lo que escribía Tap “Y hace tan solo unos instantes me estaba diciendo que no hablara mal de él...” Me limité a soltarle una mirada de desdén, para luego despedirme y salir detrás. Ya tendría tiempo para venganzas luego.
Sigue en Irraria.
-Tal vez- Respondí a la daeliciana cuando mencionó lo de la confianza, pero lo cierto era que no me lo creía para nada. “Es más. Aún no se lo que la planta esta busca exactamente. Todavía puedo encontrarme con que hace falta usar a alguien como cebo y me ha elegido para eliminar dos pájaros de un tiro”
Tras eso esperé mientras la chica volvía al interior, para aparecer al cabo de no mucho rato con un amuleto, que según lo que ella misma dijo solucionaría el problema del idioma, al menos para mí. -Gracias-
Capté de reojo lo que escribía Tap “Y hace tan solo unos instantes me estaba diciendo que no hablara mal de él...” Me limité a soltarle una mirada de desdén, para luego despedirme y salir detrás. Ya tendría tiempo para venganzas luego.
Sigue en Irraria.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
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Re: Altabajatorre
22/08/18, 10:51 pm
—Suéltame ya, te sigo a donde quieras llevarme, total está claro que no tengo otra elección —gruñó Granta al cabo de un rato, harto de verse arrastrado.
Akeyo se giró hacia él, lo observó unos segundos y finalmente le soltó.
—Muchas gracias, te prometo que…
—Sí, sí, que será rápido, ya lo has dicho. Vamos de una vez: tengo que volver para recibir a Baste y Lulu que a saber en qué condiciones vuelven esos dos.
La chica asintió y continuó su camino, conduciendo al asreniano hasta la puerta de Altabajatorre.
—Joder, y yo pensaba que el torreón era alto… —musitó Granta, impresionado con el tamaño del edificio.
Akeyo no parecía estar prestándole mucha atención en ese momento y se apresuró en abrir la puerta.
—Entra, por favor, lo que necesito es que despiertes a alguien.
El asreniano siguió los pasos de la humana, aún más desconcertado si cabía.
—¿Despertar a alguien? ¿Para eso me has traído?
El interior del edificio era tan ostentoso como el exterior y el asreniano no sabía hacia dónde mirar con tantas cosas que llamaban la atención.
Akeyo finalmente se detuvo frente a una puerta y la abrió.
Reposando sobre un camastro improvisado había una daeliciana con alas blancas y un par de cuernos brillantes de una forma peculiar ya que sus puntas casi se juntaban. El asreniano se acercó a la cama mientras Akeyo tomaba una mano de la chica durmiente entre la suya.
—Despiértala, por favor. Igual que hiciste con tu amigo. Hace más de una semana que duerme y temo por ella.
—¿Y por qué iba a ser capaz yo? Sentí algo… raro al tocar a Aldhias, pero no creo que fuese más que casualidad que…
—No, puedes despertar a quién quieras, créeme. Por favor, tócala hasta que se despierte.
Granta la miró unos instantes, emitió un leve gruñido y, tras encogerse de hombros, estiró un brazo hacia el de la daeliciana durmiente. El asreniano frunció el ceño inmediatamente, notando sensaciones muy parecidas que cuando había hecho lo mismo con Aldhias.
Los segundos se le hicieron eternos a Akeyo, pero cuando finalmente su ángel dio muestras de empezar a despertarse una gran sonrisa de alivio apareció en su rostro.
—A… Akeyo… ¿Qué…?
—Shhh, tranquila Anfi —Akeyo acarició el cabello azul de la daeliciana con ternura—. Tómatelo con calma, estarás desorientada.
—Pues… pues sí… Yo soñaba… cosas horribles…
Akeyo la abrazó suavemente: su rostro había cambiado por completo y el gesto de preocupación se había sustituido por un alivio inmenso.
Granta se rasco la nuca presenciando la escena y se aclaró ligeramente la garganta. Akeyo reaccionó por fin, alejándose con cuidado de la daeliciana, como si fuera a romperse.
—Sí, disculpa. Muchas gracias por haberla despertado: estoy en deuda contigo. Acompáñame al exterior de la torre. Ahora vuelvo, Anfi.
El velador dedicó una última mirada a la daeliciana, quien compuso una pequeña sonrisa hacia él, y Granta se despidió con la mano de forma un tanto incómoda. La escena le había conmovido un poco; aunque nunca lo admitiría, por supuesto.
Akeyo estaba esperándole junto a una especie de insecto hecho de madera cuando la alcanzó junto al marco de la puerta de entrada. La criatura de madera comenzó a revolotear alrededor de Granta y Akeyo la señaló.
—Te guiará de vuelta al torreón Sendar, por si no estás seguro del camino, y… —Akeyo realizó un nuevo hechizo, en esa ocasión sobre el asreniano—. Estas protecciones te ayudarán en caso de que tengas algún percance en el camino. Si alguna vez necesitas ayuda vuelve por aquí y pregunta por Akeyo Kau. Cualquiera te sabrá decir cómo llegar a Altabajatorre.
—Vaya nombrecito… —Fue lo único que atinó a decir Granta en un principio, todavía inseguro de qué debía decir—. Bien, eh… Me alegro de haber podido ayudar, supongo.
Akeyo sonrió.
—Gracias de nuevo. Y ten mucho cuidado, velador.
La demiurga volvió al interior sin perder más tiempo: debía atender a su pareja cuanto antes.
Akeyo se giró hacia él, lo observó unos segundos y finalmente le soltó.
—Muchas gracias, te prometo que…
—Sí, sí, que será rápido, ya lo has dicho. Vamos de una vez: tengo que volver para recibir a Baste y Lulu que a saber en qué condiciones vuelven esos dos.
La chica asintió y continuó su camino, conduciendo al asreniano hasta la puerta de Altabajatorre.
—Joder, y yo pensaba que el torreón era alto… —musitó Granta, impresionado con el tamaño del edificio.
Akeyo no parecía estar prestándole mucha atención en ese momento y se apresuró en abrir la puerta.
—Entra, por favor, lo que necesito es que despiertes a alguien.
El asreniano siguió los pasos de la humana, aún más desconcertado si cabía.
—¿Despertar a alguien? ¿Para eso me has traído?
El interior del edificio era tan ostentoso como el exterior y el asreniano no sabía hacia dónde mirar con tantas cosas que llamaban la atención.
Akeyo finalmente se detuvo frente a una puerta y la abrió.
Reposando sobre un camastro improvisado había una daeliciana con alas blancas y un par de cuernos brillantes de una forma peculiar ya que sus puntas casi se juntaban. El asreniano se acercó a la cama mientras Akeyo tomaba una mano de la chica durmiente entre la suya.
—Despiértala, por favor. Igual que hiciste con tu amigo. Hace más de una semana que duerme y temo por ella.
—¿Y por qué iba a ser capaz yo? Sentí algo… raro al tocar a Aldhias, pero no creo que fuese más que casualidad que…
—No, puedes despertar a quién quieras, créeme. Por favor, tócala hasta que se despierte.
Granta la miró unos instantes, emitió un leve gruñido y, tras encogerse de hombros, estiró un brazo hacia el de la daeliciana durmiente. El asreniano frunció el ceño inmediatamente, notando sensaciones muy parecidas que cuando había hecho lo mismo con Aldhias.
Los segundos se le hicieron eternos a Akeyo, pero cuando finalmente su ángel dio muestras de empezar a despertarse una gran sonrisa de alivio apareció en su rostro.
—A… Akeyo… ¿Qué…?
—Shhh, tranquila Anfi —Akeyo acarició el cabello azul de la daeliciana con ternura—. Tómatelo con calma, estarás desorientada.
—Pues… pues sí… Yo soñaba… cosas horribles…
Akeyo la abrazó suavemente: su rostro había cambiado por completo y el gesto de preocupación se había sustituido por un alivio inmenso.
Granta se rasco la nuca presenciando la escena y se aclaró ligeramente la garganta. Akeyo reaccionó por fin, alejándose con cuidado de la daeliciana, como si fuera a romperse.
—Sí, disculpa. Muchas gracias por haberla despertado: estoy en deuda contigo. Acompáñame al exterior de la torre. Ahora vuelvo, Anfi.
El velador dedicó una última mirada a la daeliciana, quien compuso una pequeña sonrisa hacia él, y Granta se despidió con la mano de forma un tanto incómoda. La escena le había conmovido un poco; aunque nunca lo admitiría, por supuesto.
Akeyo estaba esperándole junto a una especie de insecto hecho de madera cuando la alcanzó junto al marco de la puerta de entrada. La criatura de madera comenzó a revolotear alrededor de Granta y Akeyo la señaló.
—Te guiará de vuelta al torreón Sendar, por si no estás seguro del camino, y… —Akeyo realizó un nuevo hechizo, en esa ocasión sobre el asreniano—. Estas protecciones te ayudarán en caso de que tengas algún percance en el camino. Si alguna vez necesitas ayuda vuelve por aquí y pregunta por Akeyo Kau. Cualquiera te sabrá decir cómo llegar a Altabajatorre.
—Vaya nombrecito… —Fue lo único que atinó a decir Granta en un principio, todavía inseguro de qué debía decir—. Bien, eh… Me alegro de haber podido ayudar, supongo.
Akeyo sonrió.
—Gracias de nuevo. Y ten mucho cuidado, velador.
La demiurga volvió al interior sin perder más tiempo: debía atender a su pareja cuanto antes.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Altabajatorre
24/01/19, 07:13 pm
Si tenía que ser sincero, Granta no tenía mucha idea de cómo estaba siendo su adaptación a Rocavarancolia, aunque la situación no había empeorado. Al menos para él no: sus compañeros seguían acosados por pesadillas y falta de sueño, cosa que no sufría en sus carnes. Sospechaba que su transformación tenía que ver con aquello.
La demiurga ya le había dicho el nombre, así que Aldhias la había encontrado con rapidez. También había dicho algo de que aprendiera a leer, idea ante la cual bufaba con renuencia. Podía ser imprescindible para aprender a hacer magia, pero no quitaba de su cabeza que parecía demasiado difícil memorizar todos aquellos símbolos.
Un zumbido extraño lo sacó de sus pensamientos. Un... ser difícil de describir hecho de migas, alambres y papel maché se acercaba hacia él a toda velocidad. Su aparente urgencia lo alarmó tanto que a punto estuvo de sacar un cuchillo y lanzárselo, pero se calmó un poco al oír la voz de Akeyo.
—Granta, por favor, necesito que sigas ahora mismo a esta criatura. Te llevará hasta mí. No te preocupes, no pasa nada, pero creo que puedes ayudarme con algo.
El velador se quedó por un momento mirando a aquella creación antes de suspirar. Tenía la tentación de soltarle al bicho que no era el recadero de Akeyo ni estaba a su disposición el día entero, pero acabó optando por no hacerlo. Probablemente ni siquiera lo oiría... Y ni siquiera estaba seguro de si aquello no sería lo mejor.
Fue a medio camino cuando lo sintió. Un aura tenebrosa se extendió a su alrededor y, por un instante, una torre oscura apareció en su mente. Granta quedó mareado durante un segundo mientras miraba a su alrededor... Antes de darse cuenta del repentino silencio que se había instalado en Rocavarancolia. De repente parecía que él fuera el único ser en toda la ciudad, y la sensación de que había ocurrido algo catastrófico lo aplastó.
Un zumbido cercano lo sacó de sus pensamientos. La creación de Akeyo había vuelto, y volvía a reproducir el mensaje.
Al doblar una esquina empezó a recibir respuestas. Tirado en el suelo había un rocavarancolés, o al menos eso parecía teniendo en cuenta las alas. Allí, como en todos lados, había un silencio antinatural.
El velador decidió que podía ignorar por un instante a la insistente criatura demiúrgica. Una desesperación irrefrenable por obtener respuestas le impelió a acercarse al caído. Se agachó junto a él, con cuidado de no tocarle. A cada segundo que pasaba sentía como si alguien hubiera agarrado su corazón y apretara más y más. Aquel hombre estaba dormido, como lo habían estado tantos de sus compañeros... Y dama Anfiel.
Entonces ocurrió algo que recordaría durante mucho tiempo. El desconocido estaba sin camiseta, y eso le permitió ver cómo en su pecho empezaban a aparecer heridas de cuchilladas. El asreniano dio un salto, sintiendo tambores en sus sienes. No obstante, ni las convulsiones ni la sangre expulsada a toses lo despertaron.
Y, entonces, la cabeza de aquel hombre reventó.
—¡JODER! —gritó. Sus compañeros habían muerto, sí, pero no así.
A partir de ahí no hubo más distracciones, siguiendo al bichito con el único lamento de no ir más rápido. Ninguna de las personas inconscientes con las que se encontró le llevó a pararse. No obstante, cada una de ellas aumentó la viscosidad del nudo que sentía en la garganta.
Y, al fin, vio dónde pretendía dirigirlo el bicho. Era tan obvio que quiso patearse por haber perdido el tiempo siguiéndolo en lugar de ir allí directamente.
Llegó casi a la carrera a Altabajatorre, preguntándose por qué estaba tan estúpidamente preocupado por unos compañeros con los que se relacionaba cada vez menos, un puñado de monstruos desconocidos que lo habían llevado a aquel lugar a morir y una chica que lo trataba como un recadero que problablemente era tan psicópata como el resto. «Vivir solo para siempre en una ciudad llena de comatosos que van muriendo de forma aleatoria. Delicioso» pensó con ironía mientras buscaba en aquel lugar. A pesar de aquel intento de hacerse indiferente no podía negarse lo desagradable que sería.
Finalmente encontró a Akeyo, tirada en medio del suelo. No había sangre ni ángulos imposibles en sus extremedidades, así que el velador esperaba que no hubiera estado volando al caer. Su cara, sin embargo, seguía estando desencajada cuando la agarró del brazo.
«Por favor, que funcione.»
La demiurga ya le había dicho el nombre, así que Aldhias la había encontrado con rapidez. También había dicho algo de que aprendiera a leer, idea ante la cual bufaba con renuencia. Podía ser imprescindible para aprender a hacer magia, pero no quitaba de su cabeza que parecía demasiado difícil memorizar todos aquellos símbolos.
Un zumbido extraño lo sacó de sus pensamientos. Un... ser difícil de describir hecho de migas, alambres y papel maché se acercaba hacia él a toda velocidad. Su aparente urgencia lo alarmó tanto que a punto estuvo de sacar un cuchillo y lanzárselo, pero se calmó un poco al oír la voz de Akeyo.
—Granta, por favor, necesito que sigas ahora mismo a esta criatura. Te llevará hasta mí. No te preocupes, no pasa nada, pero creo que puedes ayudarme con algo.
El velador se quedó por un momento mirando a aquella creación antes de suspirar. Tenía la tentación de soltarle al bicho que no era el recadero de Akeyo ni estaba a su disposición el día entero, pero acabó optando por no hacerlo. Probablemente ni siquiera lo oiría... Y ni siquiera estaba seguro de si aquello no sería lo mejor.
Fue a medio camino cuando lo sintió. Un aura tenebrosa se extendió a su alrededor y, por un instante, una torre oscura apareció en su mente. Granta quedó mareado durante un segundo mientras miraba a su alrededor... Antes de darse cuenta del repentino silencio que se había instalado en Rocavarancolia. De repente parecía que él fuera el único ser en toda la ciudad, y la sensación de que había ocurrido algo catastrófico lo aplastó.
Un zumbido cercano lo sacó de sus pensamientos. La creación de Akeyo había vuelto, y volvía a reproducir el mensaje.
Al doblar una esquina empezó a recibir respuestas. Tirado en el suelo había un rocavarancolés, o al menos eso parecía teniendo en cuenta las alas. Allí, como en todos lados, había un silencio antinatural.
El velador decidió que podía ignorar por un instante a la insistente criatura demiúrgica. Una desesperación irrefrenable por obtener respuestas le impelió a acercarse al caído. Se agachó junto a él, con cuidado de no tocarle. A cada segundo que pasaba sentía como si alguien hubiera agarrado su corazón y apretara más y más. Aquel hombre estaba dormido, como lo habían estado tantos de sus compañeros... Y dama Anfiel.
Entonces ocurrió algo que recordaría durante mucho tiempo. El desconocido estaba sin camiseta, y eso le permitió ver cómo en su pecho empezaban a aparecer heridas de cuchilladas. El asreniano dio un salto, sintiendo tambores en sus sienes. No obstante, ni las convulsiones ni la sangre expulsada a toses lo despertaron.
Y, entonces, la cabeza de aquel hombre reventó.
—¡JODER! —gritó. Sus compañeros habían muerto, sí, pero no así.
A partir de ahí no hubo más distracciones, siguiendo al bichito con el único lamento de no ir más rápido. Ninguna de las personas inconscientes con las que se encontró le llevó a pararse. No obstante, cada una de ellas aumentó la viscosidad del nudo que sentía en la garganta.
Y, al fin, vio dónde pretendía dirigirlo el bicho. Era tan obvio que quiso patearse por haber perdido el tiempo siguiéndolo en lugar de ir allí directamente.
Llegó casi a la carrera a Altabajatorre, preguntándose por qué estaba tan estúpidamente preocupado por unos compañeros con los que se relacionaba cada vez menos, un puñado de monstruos desconocidos que lo habían llevado a aquel lugar a morir y una chica que lo trataba como un recadero que problablemente era tan psicópata como el resto. «Vivir solo para siempre en una ciudad llena de comatosos que van muriendo de forma aleatoria. Delicioso» pensó con ironía mientras buscaba en aquel lugar. A pesar de aquel intento de hacerse indiferente no podía negarse lo desagradable que sería.
Finalmente encontró a Akeyo, tirada en medio del suelo. No había sangre ni ángulos imposibles en sus extremedidades, así que el velador esperaba que no hubiera estado volando al caer. Su cara, sin embargo, seguía estando desencajada cuando la agarró del brazo.
«Por favor, que funcione.»
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Altabajatorre
24/01/19, 07:47 pm
Akeyo se despertó desorientada y abriendo mucho los ojos. A pesar de que ya contaba con ello tardó unos instantes en recomponerse, como si se hubiera despertado de un letargo muy largo. No tardó en ponerse en marcha y levantarse en cuanto se vio mínimamente capaz.
—Granta, sabía que lo conseguirías.
—¿Qué demonios está pasando? Vi como a alguien le empezaban a aparecer heridas de la nada y después le reventó la...
Akeyo detuvo al velador con un gesto.
—Lo sé, todo esto tiene que estar resultando muy confuso para ti, pero no tenemos tiempo. O actuamos enseguida o moriremos todos. Te contaré lo justo y necesario, ya habrá tiempo para preguntas. ¿Has visto esa torre, verdad? Hay que destruirla, y para eso te necesitamos.
El asreniano seguía a la frenética demiurga, no mucho menos confuso que hacía un instante.
—¿Pero qué puedo hacer yo? Quiero decir... ¿Está todo el mundo dormido?
—Sí, quizás seamos los únicos despiertos en toda la ciudad ahora mismo.
Los pasos de Akeyo los condujeron a una instancia que el velador ya conocía: la habitación donde había despertado a dama Anfiel la última vez que estuvo en Altabajatorre. Parecía que iba a tener que repetir la maniobra.
—Despiértala deprisa, tengo que dejarla encargada de algo. Inmediatamente después saldremos volando hacia el castillo.
El asreniano supo que no serviría de nada hacer preguntas, y sin duda el tono apremiante de la demiurga había calado en él. Sabía que podía fiarse de ella y estaba claro que algo muy terrible estaba ocurriendo. Se dio prisa en despertar a la ángel y, después de que Akeyo le explicase a su pareja lo que quería que hiciera, de pronto le lanzó un hechizo.
—El hechizo de vuelo. Sé que no tienes práctica, pero te ayudaré. No hay tiempo que perder.
Sigue en el Salón del trono.
—Granta, sabía que lo conseguirías.
—¿Qué demonios está pasando? Vi como a alguien le empezaban a aparecer heridas de la nada y después le reventó la...
Akeyo detuvo al velador con un gesto.
—Lo sé, todo esto tiene que estar resultando muy confuso para ti, pero no tenemos tiempo. O actuamos enseguida o moriremos todos. Te contaré lo justo y necesario, ya habrá tiempo para preguntas. ¿Has visto esa torre, verdad? Hay que destruirla, y para eso te necesitamos.
El asreniano seguía a la frenética demiurga, no mucho menos confuso que hacía un instante.
—¿Pero qué puedo hacer yo? Quiero decir... ¿Está todo el mundo dormido?
—Sí, quizás seamos los únicos despiertos en toda la ciudad ahora mismo.
Los pasos de Akeyo los condujeron a una instancia que el velador ya conocía: la habitación donde había despertado a dama Anfiel la última vez que estuvo en Altabajatorre. Parecía que iba a tener que repetir la maniobra.
—Despiértala deprisa, tengo que dejarla encargada de algo. Inmediatamente después saldremos volando hacia el castillo.
El asreniano supo que no serviría de nada hacer preguntas, y sin duda el tono apremiante de la demiurga había calado en él. Sabía que podía fiarse de ella y estaba claro que algo muy terrible estaba ocurriendo. Se dio prisa en despertar a la ángel y, después de que Akeyo le explicase a su pareja lo que quería que hiciera, de pronto le lanzó un hechizo.
—El hechizo de vuelo. Sé que no tienes práctica, pero te ayudaré. No hay tiempo que perder.
Sigue en el Salón del trono.
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