¡A todo gas hacia el Polo Norte!
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- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
¡A todo gas hacia el Polo Norte!
02/12/23, 09:55 am
Recuerdo del primer mensaje :
La luz tenue de Rocavarancolia se colaba por la tronera en un intento de acariciar los cabellos negros como el tizón de Aniol. Éste, sin embargo, se encontraba lo más apartado posible y con la espalda pegada a la pared de una de las habitaciones comunales de la segunda planta que nunca llegaron a usarse. Debido a los acontecimientos recientes prefería sumirse un poquito en la oscuridad, aunque tuviera que usar uno de los cristales mágicos que Ethan había cargado personalmente para él, como era el caso.
En ese momento una luz anaranjada iluminaba la estancia con un brillo parecido al que aportaría una chimenea en invierno. Y es que nadie sabía que el Polo Norte estaba llegando ya al torreón Sendar.
—Oh… blanca Navidad… sueño… —canturreaba en voz queda mientras su muñeca se movía al son de los sueños que todavía estaban por cumplirse. Tras hablar con el medio japonés hacía unas semanas ya no poseía ningún reparo en portar un lápiz y encima gracias al chico había rescatado un folio de papel para crear lo que sería su carta al Señor Santa—. Y con la nieve en derredooor… — prosiguió, de espaldas al umbral de la puerta y con la hoja en blanco mirándole ceñuda al ser consciente de que todavía no había escrito nada en ella.
¡Era super difícil! ¡De hecho la misión más complicada de todas!
Pero allí estaba su premio, la chaqueta de cuero de Connor reposaba sobre el colchón inerte y ajena a lo que estaba sucediendo. Aniol bostezó todavía adormilado por tener que madrugar mucho para poder colarse en el dormitorio de los mayores a hurtadillas. ¿Pero cómo si no iba a poder mirar su tejido y proveniencia? A lo mejor Papá Noel no podía llegar hasta ellos así que tendría que avisarle de que algunos de los regalos debían bajar por la chimenea de Texas. Tenía que ser una chupa nueva y más limpia pero que conservara el dragoncito rosa de su espalda.
—No le pongas en la lista de los niños malos porfi… —susurró al aire—. Él lo intenta.
La luz tenue de Rocavarancolia se colaba por la tronera en un intento de acariciar los cabellos negros como el tizón de Aniol. Éste, sin embargo, se encontraba lo más apartado posible y con la espalda pegada a la pared de una de las habitaciones comunales de la segunda planta que nunca llegaron a usarse. Debido a los acontecimientos recientes prefería sumirse un poquito en la oscuridad, aunque tuviera que usar uno de los cristales mágicos que Ethan había cargado personalmente para él, como era el caso.
En ese momento una luz anaranjada iluminaba la estancia con un brillo parecido al que aportaría una chimenea en invierno. Y es que nadie sabía que el Polo Norte estaba llegando ya al torreón Sendar.
—Oh… blanca Navidad… sueño… —canturreaba en voz queda mientras su muñeca se movía al son de los sueños que todavía estaban por cumplirse. Tras hablar con el medio japonés hacía unas semanas ya no poseía ningún reparo en portar un lápiz y encima gracias al chico había rescatado un folio de papel para crear lo que sería su carta al Señor Santa—. Y con la nieve en derredooor… — prosiguió, de espaldas al umbral de la puerta y con la hoja en blanco mirándole ceñuda al ser consciente de que todavía no había escrito nada en ella.
¡Era super difícil! ¡De hecho la misión más complicada de todas!
Pero allí estaba su premio, la chaqueta de cuero de Connor reposaba sobre el colchón inerte y ajena a lo que estaba sucediendo. Aniol bostezó todavía adormilado por tener que madrugar mucho para poder colarse en el dormitorio de los mayores a hurtadillas. ¿Pero cómo si no iba a poder mirar su tejido y proveniencia? A lo mejor Papá Noel no podía llegar hasta ellos así que tendría que avisarle de que algunos de los regalos debían bajar por la chimenea de Texas. Tenía que ser una chupa nueva y más limpia pero que conservara el dragoncito rosa de su espalda.
—No le pongas en la lista de los niños malos porfi… —susurró al aire—. Él lo intenta.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Re: ¡A todo gas hacia el Polo Norte!
24/01/24, 09:23 pm
Hablar con Aniol era muy agradable después de haber estado esas semanas viendo el miedo en sus ojos cada vez que se cruzaban, y Connor se lamentó un poco por no haber intentado ser más cercano en un inicio con el polaco. La conversación que había tenido con Ethan en la azotea le estaba sirviendo de mucho a la hora de tratar con Aniol, igual que recordar cómo el japonés, Räg, Airi o Nohlem hablaban con los críos. El motero se había criado en un entorno tan hostil y crudo, que saber que eras capaz de intimidar era una noticia buena de cojones. Pero con aquel niño era la primera vez que sentía deseos de ser todo lo contrario. Más confiable, menos agresivo.
Connor sonrió y asintió con la cabeza cuando Aniol aclaró que sabía que no había insultado a "Anastasia". Ver que el niño empezaba a entender su puñetera forma de hablar le tranquilizó por dentro. Porque joder, no pensaba cambiar su vocabulario pero tampoco quería que se sintiera atacado cada vez que abriera la puta boca. Por otro lado, el motero se había fijado en cómo Aniol solía usar muchas veces las "u" en vez de las "o", y aunque ni de coña pensaba corregirle sí que le hacía cierta gracia que se reveló en sus labios sonrientes. Tampoco se le habían escapado sus miradas curiosas hacia sus tatuajes, y durante unos segundos Connor se vio reflejado así mismo en el pequeño. ¿Así se había visto él cuando llegó al club siendo un jodido niño? Ojos curiosos clavados en todos aquellos tatuajes y cicatrices... La pregunta que vino a continuación lo sacó de aquellos pensamientos más rápido que un puto puñetazo en la barbilla, y Connor clavó su vista en Aniol con una leve mueca incómoda.
-Ah... bueno...- Empezó a decir removiéndose en el sitio y desviando la mirada hacia la pared de la habitación. Inconscientemente había empezado a apretar con algo de fuerza el chaleco de cuero entre sus manos. Aniol no le preguntaba por el club ni sus miembros... Le preguntaba por familia de sangre. Por unos padres muertos que casi no recordaba pero que sabía que nunca habían pensado en él cuando estuvieron vivos. En realidad, nada de eso le importaba tanto como algo que había más allá: recordar su niñez era recordar sus años en el orfanato y los meses en las calles cuando escapó de allí. Era recordar el puto dolor, el hambre y el frío. Demasiada mierda para contársela a un niño.
Aún así la oferta amable del polaco le hizo esbozar una leve sonrisa antes de hablar.
-Gracias Aniol, pero no te preocupes por eso. Yo... ehh... crecí en un puto orfanato. Así que no recuerdo mucha mierda de mis padres.- Empezó a explicar mientras se encogía de hombros. Mostró una sonrisa, ésta vez más profunda para esconder las sombras que se amarraban en su pecho y le recordaban el amargo sabor del invierno de Canadá cuando lo sufrías debajo de un puente, y le dio varias palmadas al logo del dragón guiverno del chaleco.- Ésta es mi verdadera puta familia. El club, digo. Me acogieron cuando tenía tu edad, ¿sabes? Era un puto crío, pero los cabrones se quedaron conmigo...- Le explicó con un tono agradecido y renovado. Nadie leería esas cartas, pero aquello parecía alimentar la jodida esperanza de Aniol. Y Connor quería participar en esa fantasía, relegando a un segundo plano su propia tristeza por pensar en los suyos y lo lejos que estaban de él.- ¡Pero eh, puedes escribírsela a ellos! Seguro que los gilipollas se pondrán muy contentos cuando sepan que estoy bien, y te mandan algún puto regalo a Polonia.- Connor se llevó una mano a la barbilla pensativo, y volvió a hablar con tono divertido y burlón.- Hmmm... ¿Qué te gustaría más como regalo? Casi siempre envían cerveza o ron. Vas a tener que elegir una de las dos, lo siento Aniol... Joder...-
Por otro lado, Connor atendió con atención a la explicación de Aniol sobre sus pulseras. Eran una herencia de su abuela, por lo que al momento quedó más que claro el puto significado que tenían para el polaco. Sin embargo, sus siguientes palabras reflejaron en él una leve expresión confusa. Su abuela había estado enferma y le había regalado sus pulseras... Pero aquella "casa de campo" adónde había ido a parar lo desconcentró durante unos segundos. Los pocos que tardó en darse cuenta de a qué se refería al escucharlo hablar y ver su expresión sombría. <<Ah... joder...>>. Pensó el motero mientras ahora sí asentía con la cabeza siguiéndole el hilo de la explicación. ¿Qué podía decir en aquella situación? A pesar de lo que había pasado con Serena... Aniol creía que estaba bien en "aquella casa de campo" junto con su abuela y su tía abuela, regando plantas y sirviendo jodidos zumos... En otra ocasión, quizás le habría intentado sacar de aquella burbuja de protección para que viera la puta realidad lo antes posible, pero no lo hizo. Puede que fuera por razones egoístas de cojones, pero ahora que empezaba a llevarse bien con el niño no sería él quién le diera la contra con aquella mierda y decirle que Serena no estaba en un campo de flores... Que estaba con los putos gusanos...
-Claro que está en la casa de campo....- Mintió mientras seguía escuchándolo, sintiéndose entre buena persona y un puto miserable. Las pulseras eran en realidad un semanario, y por eso Aniol se ponía una cada día. Connor iba a preguntarle más sobre eso cuando la palabra "elfito" atrajo su atención. -¿Como dices....? ¡Ah, cojones! ¡El puto Nohlem!- Exclamó con una risotada bien intencionada ante el mote del niño. - ¿Y cuántos días habéis contado exactamente? Creo que perdí la puñetera cuenta la primera semana...- La explicación final le daba un mayor significado a aquellas pulseras de plata y sobre todo al acto de regalarlas. Se parecía más o menos a los chalecos del club... Eran personales y de uso propio, pero solo las parejas de los moteros u otros miembros podían tocarlos también. Connor lo miró con una sonrisa cargada de un sentimiento de ternura nuevo hasta entonces en él.- Pues tengo que decirte, que tu abuela te hizo un regalazo de cojones con esas pulseras, Aniol. ¡Y te quedan de puta madre!- Le halagó asintiendo con la cabeza.- Seguro que tu abuela está muy contenta de verte con ellas puestas, joder.- Le dijo con una sonrisa y un leve empujón amistoso en el hombro con uno de sus dedos, sin creerse de verdad que nadie ya muerto pudiera verlos, pero pensando que quizás aquello podría hacerle sentir bien a Aniol donde a él no le hacía efecto alguno.
Connor se quedó en silencio unos segundos, donde aprovechó para ponerse de una puta vez el chaleco. Pasó ambos brazos por los amplios huecos y le dio un tirón hacia arriba para ajustarlo bien. Ahora si se sentía completo. Luego giró la cabeza hacia Aniol.
-Tienes muchas hermanas, ¿verdad?- Le preguntó con curiosidad. Soltó una breve risotada ante lo que iba a decir.- En eso nos parecemos tú y yo, joder. Somos los putos pequeños de un montón.-
Connor sonrió y asintió con la cabeza cuando Aniol aclaró que sabía que no había insultado a "Anastasia". Ver que el niño empezaba a entender su puñetera forma de hablar le tranquilizó por dentro. Porque joder, no pensaba cambiar su vocabulario pero tampoco quería que se sintiera atacado cada vez que abriera la puta boca. Por otro lado, el motero se había fijado en cómo Aniol solía usar muchas veces las "u" en vez de las "o", y aunque ni de coña pensaba corregirle sí que le hacía cierta gracia que se reveló en sus labios sonrientes. Tampoco se le habían escapado sus miradas curiosas hacia sus tatuajes, y durante unos segundos Connor se vio reflejado así mismo en el pequeño. ¿Así se había visto él cuando llegó al club siendo un jodido niño? Ojos curiosos clavados en todos aquellos tatuajes y cicatrices... La pregunta que vino a continuación lo sacó de aquellos pensamientos más rápido que un puto puñetazo en la barbilla, y Connor clavó su vista en Aniol con una leve mueca incómoda.
-Ah... bueno...- Empezó a decir removiéndose en el sitio y desviando la mirada hacia la pared de la habitación. Inconscientemente había empezado a apretar con algo de fuerza el chaleco de cuero entre sus manos. Aniol no le preguntaba por el club ni sus miembros... Le preguntaba por familia de sangre. Por unos padres muertos que casi no recordaba pero que sabía que nunca habían pensado en él cuando estuvieron vivos. En realidad, nada de eso le importaba tanto como algo que había más allá: recordar su niñez era recordar sus años en el orfanato y los meses en las calles cuando escapó de allí. Era recordar el puto dolor, el hambre y el frío. Demasiada mierda para contársela a un niño.
Aún así la oferta amable del polaco le hizo esbozar una leve sonrisa antes de hablar.
-Gracias Aniol, pero no te preocupes por eso. Yo... ehh... crecí en un puto orfanato. Así que no recuerdo mucha mierda de mis padres.- Empezó a explicar mientras se encogía de hombros. Mostró una sonrisa, ésta vez más profunda para esconder las sombras que se amarraban en su pecho y le recordaban el amargo sabor del invierno de Canadá cuando lo sufrías debajo de un puente, y le dio varias palmadas al logo del dragón guiverno del chaleco.- Ésta es mi verdadera puta familia. El club, digo. Me acogieron cuando tenía tu edad, ¿sabes? Era un puto crío, pero los cabrones se quedaron conmigo...- Le explicó con un tono agradecido y renovado. Nadie leería esas cartas, pero aquello parecía alimentar la jodida esperanza de Aniol. Y Connor quería participar en esa fantasía, relegando a un segundo plano su propia tristeza por pensar en los suyos y lo lejos que estaban de él.- ¡Pero eh, puedes escribírsela a ellos! Seguro que los gilipollas se pondrán muy contentos cuando sepan que estoy bien, y te mandan algún puto regalo a Polonia.- Connor se llevó una mano a la barbilla pensativo, y volvió a hablar con tono divertido y burlón.- Hmmm... ¿Qué te gustaría más como regalo? Casi siempre envían cerveza o ron. Vas a tener que elegir una de las dos, lo siento Aniol... Joder...-
Por otro lado, Connor atendió con atención a la explicación de Aniol sobre sus pulseras. Eran una herencia de su abuela, por lo que al momento quedó más que claro el puto significado que tenían para el polaco. Sin embargo, sus siguientes palabras reflejaron en él una leve expresión confusa. Su abuela había estado enferma y le había regalado sus pulseras... Pero aquella "casa de campo" adónde había ido a parar lo desconcentró durante unos segundos. Los pocos que tardó en darse cuenta de a qué se refería al escucharlo hablar y ver su expresión sombría. <<Ah... joder...>>. Pensó el motero mientras ahora sí asentía con la cabeza siguiéndole el hilo de la explicación. ¿Qué podía decir en aquella situación? A pesar de lo que había pasado con Serena... Aniol creía que estaba bien en "aquella casa de campo" junto con su abuela y su tía abuela, regando plantas y sirviendo jodidos zumos... En otra ocasión, quizás le habría intentado sacar de aquella burbuja de protección para que viera la puta realidad lo antes posible, pero no lo hizo. Puede que fuera por razones egoístas de cojones, pero ahora que empezaba a llevarse bien con el niño no sería él quién le diera la contra con aquella mierda y decirle que Serena no estaba en un campo de flores... Que estaba con los putos gusanos...
-Claro que está en la casa de campo....- Mintió mientras seguía escuchándolo, sintiéndose entre buena persona y un puto miserable. Las pulseras eran en realidad un semanario, y por eso Aniol se ponía una cada día. Connor iba a preguntarle más sobre eso cuando la palabra "elfito" atrajo su atención. -¿Como dices....? ¡Ah, cojones! ¡El puto Nohlem!- Exclamó con una risotada bien intencionada ante el mote del niño. - ¿Y cuántos días habéis contado exactamente? Creo que perdí la puñetera cuenta la primera semana...- La explicación final le daba un mayor significado a aquellas pulseras de plata y sobre todo al acto de regalarlas. Se parecía más o menos a los chalecos del club... Eran personales y de uso propio, pero solo las parejas de los moteros u otros miembros podían tocarlos también. Connor lo miró con una sonrisa cargada de un sentimiento de ternura nuevo hasta entonces en él.- Pues tengo que decirte, que tu abuela te hizo un regalazo de cojones con esas pulseras, Aniol. ¡Y te quedan de puta madre!- Le halagó asintiendo con la cabeza.- Seguro que tu abuela está muy contenta de verte con ellas puestas, joder.- Le dijo con una sonrisa y un leve empujón amistoso en el hombro con uno de sus dedos, sin creerse de verdad que nadie ya muerto pudiera verlos, pero pensando que quizás aquello podría hacerle sentir bien a Aniol donde a él no le hacía efecto alguno.
Connor se quedó en silencio unos segundos, donde aprovechó para ponerse de una puta vez el chaleco. Pasó ambos brazos por los amplios huecos y le dio un tirón hacia arriba para ajustarlo bien. Ahora si se sentía completo. Luego giró la cabeza hacia Aniol.
-Tienes muchas hermanas, ¿verdad?- Le preguntó con curiosidad. Soltó una breve risotada ante lo que iba a decir.- En eso nos parecemos tú y yo, joder. Somos los putos pequeños de un montón.-
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: ¡A todo gas hacia el Polo Norte!
28/01/24, 12:47 pm
Las palmadas de Connor al dragoncito rosa del chaleco no impidieron que el niño se percatara de la mirada taciturna que lanzó a la pared. Su mente no llegó a comprender qué cuerda de guitarra no afinada había tocado, no hasta que el propio canadiense lo explicó.
Otro huérfano en el torreón. Otro niño sin padres como Räg y Rick. Era horrible, no imaginaba su vida sin su familia de sangre, aunque sabía que las familias podían existir de muchas maneras y se alegraba de que aquel club lo acogiera como uno más.
—Buenu, no importa, entonces ellos recibirán la carta. El Señor Santa se la entrega a tu familia, sea cual sea —murmuró convencido, girando el lápiz de manera torpe entre sus dedos. Luego rio, echando la cabeza hacia atrás por lo divertido y moviendo su melena destartalada de bucles—. En mi casa está prohibidito el alcohol, a mis padres no les gusta nada. Pero si tengo que elegir... ¿Ron? Algunas de mis hermanas bebe ron-cola a escondidas y una vez di un buche de mentira porque solo me mojé los labios... —adoptó un tono confidente entonces, apoyando la cabeza un poco sobre el brazo del motero. Su compañía le resultaba relajante como si se sintiera protegido todo el tiempo—. La verdad sabía rico.
Aniol se vio levemente repelido hacia atrás cuando Connor le empujó con el dedo amistosamente. Pero él volvió hasta su brazo como un boomerang, sin importarle si le incomodaba. Las palabras del chico le arrancaron una sonrisita. Sí, seguro que su abuela estaba orgulloso de él. La echaba de menos eso sí, extrañaba su raro olor a naftalina camuflado con colonia de señora mayor y cómo le retorcía los mofletes. Al principio era algo que odiaba pero ahora... pagaría cualquier precio por volver a sentir sus manos callosas en el rostro.
—El elfito y yo hemos contado veintinueve días —respondió—. Mañana se cumple un mesecito... —lo cual era demasiado, el máximo tiempo que había pasado separado de sus padres fueron tres días en la casa del hijo del carnicero, y la segunda tarde ya estaba llorando con ganas de regresar. Sin embargo... ¿Por qué ahora no? Seguía extrañándoles y la tristeza lo hechizaba de vez en cuando pero... sus compañeros le entretenían todo el tiempo. Y menos mal.
La emoción de compartir algo con Connor fue palpable en cómo parpadeó repetidas veces. Ambos eran los más pequeños de sus respectivos hogares.
—Eso significa que... ¡Podemos pedir tooooooda la comida que queramos! Hay que decírselo a Ethan, huelga de melocotones... —llegó su tema favorito, hablar de sus hermanas—. ¡Tengo muchas! Yo soy el número siete, como los siete colores del arco iris y los siete enanitos de Blancanieves. Aunque mi madre... está embarazada con un bombo ahora... mi hermanito nacerá para diciembre... —se frenó unos segundos, pero retomó de manera animada como si aquel hecho no tuviera importancia—. Mis hermanas son Nelka, Jassia, las mellizas Crina y Larissa, Luiza y Tabitha. Tabitha se parece a Damian porque me molesta mucho, jejeje.... ¿Y tú? ¿Cómo son tus hermanos del club? —preguntó con curiosidad—. También tengo un perrito, Cometa. Es un San Bernardo muy bueno. ¿A ti te gustan los perros grandes?.
Si le dabas una mínima pizca de confianza al polaco el churumbel hablaba por los codos.
Otro huérfano en el torreón. Otro niño sin padres como Räg y Rick. Era horrible, no imaginaba su vida sin su familia de sangre, aunque sabía que las familias podían existir de muchas maneras y se alegraba de que aquel club lo acogiera como uno más.
—Buenu, no importa, entonces ellos recibirán la carta. El Señor Santa se la entrega a tu familia, sea cual sea —murmuró convencido, girando el lápiz de manera torpe entre sus dedos. Luego rio, echando la cabeza hacia atrás por lo divertido y moviendo su melena destartalada de bucles—. En mi casa está prohibidito el alcohol, a mis padres no les gusta nada. Pero si tengo que elegir... ¿Ron? Algunas de mis hermanas bebe ron-cola a escondidas y una vez di un buche de mentira porque solo me mojé los labios... —adoptó un tono confidente entonces, apoyando la cabeza un poco sobre el brazo del motero. Su compañía le resultaba relajante como si se sintiera protegido todo el tiempo—. La verdad sabía rico.
Aniol se vio levemente repelido hacia atrás cuando Connor le empujó con el dedo amistosamente. Pero él volvió hasta su brazo como un boomerang, sin importarle si le incomodaba. Las palabras del chico le arrancaron una sonrisita. Sí, seguro que su abuela estaba orgulloso de él. La echaba de menos eso sí, extrañaba su raro olor a naftalina camuflado con colonia de señora mayor y cómo le retorcía los mofletes. Al principio era algo que odiaba pero ahora... pagaría cualquier precio por volver a sentir sus manos callosas en el rostro.
—El elfito y yo hemos contado veintinueve días —respondió—. Mañana se cumple un mesecito... —lo cual era demasiado, el máximo tiempo que había pasado separado de sus padres fueron tres días en la casa del hijo del carnicero, y la segunda tarde ya estaba llorando con ganas de regresar. Sin embargo... ¿Por qué ahora no? Seguía extrañándoles y la tristeza lo hechizaba de vez en cuando pero... sus compañeros le entretenían todo el tiempo. Y menos mal.
La emoción de compartir algo con Connor fue palpable en cómo parpadeó repetidas veces. Ambos eran los más pequeños de sus respectivos hogares.
—Eso significa que... ¡Podemos pedir tooooooda la comida que queramos! Hay que decírselo a Ethan, huelga de melocotones... —llegó su tema favorito, hablar de sus hermanas—. ¡Tengo muchas! Yo soy el número siete, como los siete colores del arco iris y los siete enanitos de Blancanieves. Aunque mi madre... está embarazada con un bombo ahora... mi hermanito nacerá para diciembre... —se frenó unos segundos, pero retomó de manera animada como si aquel hecho no tuviera importancia—. Mis hermanas son Nelka, Jassia, las mellizas Crina y Larissa, Luiza y Tabitha. Tabitha se parece a Damian porque me molesta mucho, jejeje.... ¿Y tú? ¿Cómo son tus hermanos del club? —preguntó con curiosidad—. También tengo un perrito, Cometa. Es un San Bernardo muy bueno. ¿A ti te gustan los perros grandes?.
Si le dabas una mínima pizca de confianza al polaco el churumbel hablaba por los codos.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Re: ¡A todo gas hacia el Polo Norte!
03/02/24, 01:30 pm
Connor no pudo evitar sonreír ante el comentario de Aniol, pues al igual que el polaco él también creía que la familia no tenía por qué decidirla la puta sangre. A veces podía venir un completo desconocido como Eva y ofrecerte una vida que no imaginabas, pero que acababas abrazando como un cabronazo y hasta agradeciendo haber vivido en la calle... Aunque solo fuera para haber podido conocer al club y a todo su catálogo de jodidos gilipollas a los que tanto quería. Soltó una risotada en unísono a la de Aniol y escuchó su anécdota sobre el alcohol prohibido y sus hermanas tomándolo a escondidas, divertido al imaginarse aquella escena secreta, pero preguntándose si a sus padres no les gustaba de verdad ni una pizca de alcohol o solo era una mentira para mantener aquella regla en la casa.
-¡Ehh! ¿Eso quiere decir que probaste el puto alcohol también a escondi....?- Su pregunta burlona quedó en el aire cuando Aniol apoyó parte de su cabeza en su brazo. Connor se quedó unos segundos en silencio, sin saber qué hacer tras aquella muestra de aprecio del niño y sintiendo poco a poco una alegría similar a cuando empezó a llevarse bien con Damian o cuando Ethan le hizo aquellas figuritas de dragón... Una alegría que al principio le confundía, porque no entendía por qué se sentía así con gente fuera del club. Tras aquellas semanas ahora sí lo entendía y hasta se descubría aceptándolo. Su expresión confundida se fue y el motero sonrió, sin apartarse de Aniol mientras seguía hablando. Miró hacia abajo para encontrarse con la melena destartalada del crío.- Tranquilo, creo que te guardaré el secreto, joder... Ya sabes, promesa de motero.- Le dijo en el mismo tono confidente e infantil y empujándolo levemente con el hombro.
Aún así, su sonrisa sincera se acabó desdibujando cuando escuchó el conteo de días de Aniol y "el elfito" Nohlem. Connor frunció el ceño y clavó la vista en la pared de la habitación, con aire ausente y distraído. <<Un mes ya, joder...>> Cómo de rápido pasaba el maldito tiempo y aún quedaban muchos más meses para volver... Si es que lograba hacerlo. Podía negarle a Aniol que tenía miedo, pero no a sí mismo. Porque estaba muy acojonado solo de imaginarse al club desesperado buscándolo, en los putos líos que se podían meter o en la de gente a las que le retorcerían las putas entrañas solo para encontrarlo. Los Wyverns eran capaces de todo por los suyos, y eso era justamente lo que más miedo le daba. <<La cantidad de putos cabrones a los que tienen que estar haciendo enfadar solo por mí...>> Y aún con todo eso su mente se centró en aquel pequeño niño apoyado en su hombro. Porque si para él ya era jodidamente difícil... ¿Cómo lo sería para Aniol? Sabía por experiencia propia que un puto crío podía adaptarse a muchas mierdas, aunque fuera de mala manera, pero aún así...
-Un puto mes... ¡Pues ha pasado jodidamente rápido! Cuando nos demos cuenta ya estaremos en nuestras casas con nuestras familias, ¿verdad Aniol?- Intentó animar aquella noticia con una sonrisa falsa por dentro, pero que intentaba ser sincera por fuera para el crío.
Estar en aquel lugar abandonado y jugándote el pellejo por la comida... Era una auténtica puta mierda. Aún dentro de una rutina y de una costumbre que se iba asentando poco a poco... Si, seguía siendo una tremenda cabronada y había días mejores y otros peores. Pero a pesar de esa angustia y duda, todavía había espacio para las risas o buenos momentos. Sus compañeros eran la muestra de ello, y en este caso lo era Aniol. Connor soltó varias breves risotadas, expulsando el aire y meneando la cabeza ante la cantidad de preguntas que le acababa de lanzar el polaco y contagiado por aquella alegría tan característica de los niños.
-¡Vale, vale!- Exclamó con una sonrisa como si pidiera tiempo muerto a modo de broma.- Lo primero: Estoy de acuerdo contigo y deberíamos hacer una jodida huelga, Aniol. Odio. Los putos. Melocotones.- Enfatizó cada una de las palabras, dándole fuerza y sonoridad para remarcar lo mucho que le estaban asqueando últimamente.- Y como hermanos pequeños de nuestras familias... Tenemos todo el derecho a pedir lo que nos dé la gana, ¿eh?- Le siguió el juego con una sonrisa estúpida y dándole pequeños empujones en el hombro. Luego saltó de tema con la misma velocidad que había hecho Aniol.- Pero ya mismo no serás el más pequeño...¿Cómo se va a llamar tu nuevo hermano? Porque sabía que tenías muchas, pero no tantas, joder...- Confesó con una risa sincera. No se le pasó por alto el hecho de que el polaco no podría ver su nacimiento, ni aquel pequeño silencio de antes que había hecho... Pero tampoco es que pudiera hacer nada al respecto, más que seguir contestando e intentar sacarle alguna sonrisa.- Pues nunca he tenido un perro, joder... pero... ¿Sabes lo que me encantaría tener?- Le susurró en tono confidente agachándose un poco.- Un puto caballo, si...- Confesó con casi orgullo en su voz, asintiendo con la cabeza e irguiendo la espalda.- Uno de esos caballos jodidamente grandes, para cuidarlo, montar encima y sentirme un puto vaquero, ¿vale? Adoro mi jodida motocicleta, pero... ¿por qué conformarse con una sola cosa?- Imitó durante unos segundos que tenía las riendas en las manos y cabalgaba imaginariamente por el Oeste, dando suaves botes en la cama.- Pero tener a un perro grande que se llame Cometa no está nada mal, cojones... ¿Por qué se llama así?- Preguntó con curiosidad.
A partir de este punto Connor sabía que solo le quedaba una única pregunta por responder, pero... Obviamente tenía que mentirle a Aniol o al menos no decirle toda la puta verdad. No podía contarle a lo que se dedicaban en el club, ni lo jodidamente violentos que podían llegar a ser... Pero sí podía hablarle de cómo eran la mayor parte del tiempo.
-Bueno, son muy... suyos. Llevo desde que era un puto crío en el club, así que me parezco a ellos en muchas mierdas.- Empezó a contar con una sonrisa de medio lado mientras se pasaba la mano por la cresta desordenada.- Les gusta hacer mucho ruido y ser jodidamente unos pesados a veces. A mí también me molestan de vez en cuando como te pasa a ti con Tabitha...- Confesó de nuevo con tono confidente.- Pero son mi puta familia, así que no me importa mucho y aprovecho para molestarles también. Ojo por ojo y esas mierdas.- Se encogió de hombros con una leve sonrisa mientras miraba a Aniol.- Eh, ya que te gusta tanto la Navidad... Que sepas que uno de ellos se parecía a Sant Claus, joder.- Una sonrisa nostálgica adornó su rostro al recordar a Sean con tanto cariño.- El muy cabronazo hasta se reía igual, te lo juro Aniol. Sacaba pecho, se agarraba la barriga...- Connor sacó pecho y se agarró la barriga con ambas manos.- Y gritaba como un hijoputa...-El motero miró una vez de soslayo a Aniol, antes de...- ¡HOHOHOHOHO!-
-¡Ehh! ¿Eso quiere decir que probaste el puto alcohol también a escondi....?- Su pregunta burlona quedó en el aire cuando Aniol apoyó parte de su cabeza en su brazo. Connor se quedó unos segundos en silencio, sin saber qué hacer tras aquella muestra de aprecio del niño y sintiendo poco a poco una alegría similar a cuando empezó a llevarse bien con Damian o cuando Ethan le hizo aquellas figuritas de dragón... Una alegría que al principio le confundía, porque no entendía por qué se sentía así con gente fuera del club. Tras aquellas semanas ahora sí lo entendía y hasta se descubría aceptándolo. Su expresión confundida se fue y el motero sonrió, sin apartarse de Aniol mientras seguía hablando. Miró hacia abajo para encontrarse con la melena destartalada del crío.- Tranquilo, creo que te guardaré el secreto, joder... Ya sabes, promesa de motero.- Le dijo en el mismo tono confidente e infantil y empujándolo levemente con el hombro.
Aún así, su sonrisa sincera se acabó desdibujando cuando escuchó el conteo de días de Aniol y "el elfito" Nohlem. Connor frunció el ceño y clavó la vista en la pared de la habitación, con aire ausente y distraído. <<Un mes ya, joder...>> Cómo de rápido pasaba el maldito tiempo y aún quedaban muchos más meses para volver... Si es que lograba hacerlo. Podía negarle a Aniol que tenía miedo, pero no a sí mismo. Porque estaba muy acojonado solo de imaginarse al club desesperado buscándolo, en los putos líos que se podían meter o en la de gente a las que le retorcerían las putas entrañas solo para encontrarlo. Los Wyverns eran capaces de todo por los suyos, y eso era justamente lo que más miedo le daba. <<La cantidad de putos cabrones a los que tienen que estar haciendo enfadar solo por mí...>> Y aún con todo eso su mente se centró en aquel pequeño niño apoyado en su hombro. Porque si para él ya era jodidamente difícil... ¿Cómo lo sería para Aniol? Sabía por experiencia propia que un puto crío podía adaptarse a muchas mierdas, aunque fuera de mala manera, pero aún así...
-Un puto mes... ¡Pues ha pasado jodidamente rápido! Cuando nos demos cuenta ya estaremos en nuestras casas con nuestras familias, ¿verdad Aniol?- Intentó animar aquella noticia con una sonrisa falsa por dentro, pero que intentaba ser sincera por fuera para el crío.
Estar en aquel lugar abandonado y jugándote el pellejo por la comida... Era una auténtica puta mierda. Aún dentro de una rutina y de una costumbre que se iba asentando poco a poco... Si, seguía siendo una tremenda cabronada y había días mejores y otros peores. Pero a pesar de esa angustia y duda, todavía había espacio para las risas o buenos momentos. Sus compañeros eran la muestra de ello, y en este caso lo era Aniol. Connor soltó varias breves risotadas, expulsando el aire y meneando la cabeza ante la cantidad de preguntas que le acababa de lanzar el polaco y contagiado por aquella alegría tan característica de los niños.
-¡Vale, vale!- Exclamó con una sonrisa como si pidiera tiempo muerto a modo de broma.- Lo primero: Estoy de acuerdo contigo y deberíamos hacer una jodida huelga, Aniol. Odio. Los putos. Melocotones.- Enfatizó cada una de las palabras, dándole fuerza y sonoridad para remarcar lo mucho que le estaban asqueando últimamente.- Y como hermanos pequeños de nuestras familias... Tenemos todo el derecho a pedir lo que nos dé la gana, ¿eh?- Le siguió el juego con una sonrisa estúpida y dándole pequeños empujones en el hombro. Luego saltó de tema con la misma velocidad que había hecho Aniol.- Pero ya mismo no serás el más pequeño...¿Cómo se va a llamar tu nuevo hermano? Porque sabía que tenías muchas, pero no tantas, joder...- Confesó con una risa sincera. No se le pasó por alto el hecho de que el polaco no podría ver su nacimiento, ni aquel pequeño silencio de antes que había hecho... Pero tampoco es que pudiera hacer nada al respecto, más que seguir contestando e intentar sacarle alguna sonrisa.- Pues nunca he tenido un perro, joder... pero... ¿Sabes lo que me encantaría tener?- Le susurró en tono confidente agachándose un poco.- Un puto caballo, si...- Confesó con casi orgullo en su voz, asintiendo con la cabeza e irguiendo la espalda.- Uno de esos caballos jodidamente grandes, para cuidarlo, montar encima y sentirme un puto vaquero, ¿vale? Adoro mi jodida motocicleta, pero... ¿por qué conformarse con una sola cosa?- Imitó durante unos segundos que tenía las riendas en las manos y cabalgaba imaginariamente por el Oeste, dando suaves botes en la cama.- Pero tener a un perro grande que se llame Cometa no está nada mal, cojones... ¿Por qué se llama así?- Preguntó con curiosidad.
A partir de este punto Connor sabía que solo le quedaba una única pregunta por responder, pero... Obviamente tenía que mentirle a Aniol o al menos no decirle toda la puta verdad. No podía contarle a lo que se dedicaban en el club, ni lo jodidamente violentos que podían llegar a ser... Pero sí podía hablarle de cómo eran la mayor parte del tiempo.
-Bueno, son muy... suyos. Llevo desde que era un puto crío en el club, así que me parezco a ellos en muchas mierdas.- Empezó a contar con una sonrisa de medio lado mientras se pasaba la mano por la cresta desordenada.- Les gusta hacer mucho ruido y ser jodidamente unos pesados a veces. A mí también me molestan de vez en cuando como te pasa a ti con Tabitha...- Confesó de nuevo con tono confidente.- Pero son mi puta familia, así que no me importa mucho y aprovecho para molestarles también. Ojo por ojo y esas mierdas.- Se encogió de hombros con una leve sonrisa mientras miraba a Aniol.- Eh, ya que te gusta tanto la Navidad... Que sepas que uno de ellos se parecía a Sant Claus, joder.- Una sonrisa nostálgica adornó su rostro al recordar a Sean con tanto cariño.- El muy cabronazo hasta se reía igual, te lo juro Aniol. Sacaba pecho, se agarraba la barriga...- Connor sacó pecho y se agarró la barriga con ambas manos.- Y gritaba como un hijoputa...-El motero miró una vez de soslayo a Aniol, antes de...- ¡HOHOHOHOHO!-
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: ¡A todo gas hacia el Polo Norte!
06/02/24, 03:57 pm
El suave empujoncito de Connor con el hombro provocó que Aniol sonriera y se sintiera agusto allí sin más, disfrutando de tener la cabeza apoyada en el brazo del motero y de que éste no huyera de su cercanía.
—¿Un secreto? ¿Qué secretito me guardas? Yo no sé nada de eso… —añadió aguantando la risa como si padeciera una suerte de amnesia selectiva. Si sus padres se enteraran de que había probado el ron-cola a escondidas le matarían, bueno, más bien se quedaría sin ver la película de Frozen cada sábado durante tres semanas, que era más o menos lo mismo que acabar con su vida. En su defensa sólo podía decir que no fue más de un sorbito.
Organizar una huelga de melocotones junto al canadiense y escuchar tantas de sus palabrotas impedían que su ánimo decayera un poco al hablar de su familia. Pero no evitaba que su voz sonara más taciturna.
—No lo sé… tengo que ser yo el que le ponga el nombre pero… —la garganta le traicionó con un leve temblor—. Quedan pocas semanitas para que mi hermano venga al mundo y yo sigo aquí… ¿Te imaginas que le pongo el nombre de Colmillo? —rio, esquivando un bache de tristeza.
—¡UN CABALLO! —De todos los animales posibles el equino no estaba en su lista de posibles mascotas para Connor. Aunque si lo pensaba dos veces… tenía más sentido del que creía en un inicio—. ¿Y cómo le pondrías? ¿Ya has montado a caballo? ¡Te pega mucho! ¡Tienes cara de vaquero! Pero de los malos… —bromeó. Lo siguiente no se lo tuvo que pensar dos veces, era fácil explicar el por qué del nombre de su San Bernardo. El niño respondió como si fuera lo más obvio del universo—. ¡Porque así es como se llama uno de los renos del Señor Santa! ¡Por supuestísimo!.
Connor resultaba un buen roble sobre el que apoyarse. No solo sabía escucharle con atención sino que sus ocurrencias le hacían sentir que seguía siendo un niño. Aniol estuvo riendo más de medio minuto entero con la imitación del Señor Santa por parte del chico. Las mofletes se encendieron y sus ojos mostraban lágrimas de risa imposibles de camuflar.
—¡HOHOHOHOHO! —coreó, aguantándose la barriga entre carcajadas y un pataleo de sus piececitos. Que el aire volviera a entrar en sus pulmones costó y el churumbel resopló varias veces hasta que su pecho dejó de subir y bajar con tanta violencia—. Oye.. eres bastante divertido… ¿te lo han dicho alguna vez? ¿Connorcito? Ahora entiendo por qué a Damian le gusta pasar tanto tiempo contigo… jeje.
Su mirada se clavó en la hoja en blanco. Por su parte continuaba sin saber qué es lo que Airi y los demás deseaban por Navidad.
—¿Me ayudas con esto? No son deberes... promesa de motero —sí, iba a llevar esa broma hasta el cansancio.
—¿Un secreto? ¿Qué secretito me guardas? Yo no sé nada de eso… —añadió aguantando la risa como si padeciera una suerte de amnesia selectiva. Si sus padres se enteraran de que había probado el ron-cola a escondidas le matarían, bueno, más bien se quedaría sin ver la película de Frozen cada sábado durante tres semanas, que era más o menos lo mismo que acabar con su vida. En su defensa sólo podía decir que no fue más de un sorbito.
Organizar una huelga de melocotones junto al canadiense y escuchar tantas de sus palabrotas impedían que su ánimo decayera un poco al hablar de su familia. Pero no evitaba que su voz sonara más taciturna.
—No lo sé… tengo que ser yo el que le ponga el nombre pero… —la garganta le traicionó con un leve temblor—. Quedan pocas semanitas para que mi hermano venga al mundo y yo sigo aquí… ¿Te imaginas que le pongo el nombre de Colmillo? —rio, esquivando un bache de tristeza.
—¡UN CABALLO! —De todos los animales posibles el equino no estaba en su lista de posibles mascotas para Connor. Aunque si lo pensaba dos veces… tenía más sentido del que creía en un inicio—. ¿Y cómo le pondrías? ¿Ya has montado a caballo? ¡Te pega mucho! ¡Tienes cara de vaquero! Pero de los malos… —bromeó. Lo siguiente no se lo tuvo que pensar dos veces, era fácil explicar el por qué del nombre de su San Bernardo. El niño respondió como si fuera lo más obvio del universo—. ¡Porque así es como se llama uno de los renos del Señor Santa! ¡Por supuestísimo!.
Connor resultaba un buen roble sobre el que apoyarse. No solo sabía escucharle con atención sino que sus ocurrencias le hacían sentir que seguía siendo un niño. Aniol estuvo riendo más de medio minuto entero con la imitación del Señor Santa por parte del chico. Las mofletes se encendieron y sus ojos mostraban lágrimas de risa imposibles de camuflar.
—¡HOHOHOHOHO! —coreó, aguantándose la barriga entre carcajadas y un pataleo de sus piececitos. Que el aire volviera a entrar en sus pulmones costó y el churumbel resopló varias veces hasta que su pecho dejó de subir y bajar con tanta violencia—. Oye.. eres bastante divertido… ¿te lo han dicho alguna vez? ¿Connorcito? Ahora entiendo por qué a Damian le gusta pasar tanto tiempo contigo… jeje.
Su mirada se clavó en la hoja en blanco. Por su parte continuaba sin saber qué es lo que Airi y los demás deseaban por Navidad.
—¿Me ayudas con esto? No son deberes... promesa de motero —sí, iba a llevar esa broma hasta el cansancio.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Re: ¡A todo gas hacia el Polo Norte!
10/02/24, 08:11 pm
-¿Eh? ¿Qué yo te guardo un secreto? Joder, no me acuerdo de haber dicho eso...- Le siguió el rollo con una sonrisilla y un dedo a los labios para emular un "Shhh" ante su secreto de que el niño había probado el alcohol a escondidas de sus padres. Luego no pudo evitar soltar una breve risotada por ello, mientras escuchaba a Aniol seguir hablando. Era bueno, educado y jodidamente respetuoso, pero también era un puto crío y tenía sus toques de travesura. Aquellas semanas le habían enseñado a no ser un cabrón prejuicioso con el resto como lo había sido el primer día: Nohlem no era un pijo de mierda arrogante y Aniol era tan bueno como parecía, pero también le gustaba portarse mal a veces y ser travieso.
Aún así sus pensamientos se centraron con velocidad en las siguientes palabras de Aniol, hablando de su familia y de su futuro hermano. Levantó las cejas por la sorpresa ante el hecho de que fuera el polaco quien debiera elegir el nuevo nombre, con el propio fruncimiento de ceño ante lo que aquello significaba: Aniol no iba a tener oportunidad de conocer a su hermano nada más nacer ni mucho menos ponerle el puto nombre... De todas maneras, Aniol salió rápidamente de ese tema y ese leve temblor en su voz con resuelta facilidad, bromeando y sacándole una risotada a Connor.
-No se si a tus padres les gustará mucho esa mierda, pero...¡Joder, no estaría nada mal llamarlo así!- Comentó con sorna e imaginándose con diversión a sus padres con putas caras de asombro por ver a su nuevo hijo llamado Colmillo. Las risas no hicieron más que intensificarse ante la ilusión de Aniol por haber hablado de los caballos, con el obvio aluvión de preguntas correspondientes.-¡A ver, a ver! Pues no sé qué nombre le pon... Ah no, no he montado nun... ¿Eh? ¿Qué tengo cara de vaquero, joder? ¡Muchas graci... Ah, de los vaqueros malos dices! ¡Serás cabroncete!- Respondería como podía y con sus interrupciones por parte del niño, entre risas y dándole un leve empujón (otro) por nombrarle como un vaquero de los malos. Aunque en el fondo le gustara la verdad.
Después se puso algo más serio para responder como era debido.
-Nunca he pensado qué puto nombre le pondría a un caballo si lo tuviera, pero... puede que... ¿Noche si es negro y Nieve si es blanco?- Nada más decir aquello se rio ante lo estúpido e infantil que sonaba. Con unas carcajadas fuertes y sonoras levantó ambas manos.-No, no... Ni de puta coña lo llamaría así, espera, espera...- Connor se quedó unos segundos en silencio, antes de señalar con un dedo a Aniol y exclamar.- ¡Clint! ¿Sabes quien es, no joder? El puto héroe de las películas de vaqueros... ¿El bueno, el feo y el malo? ¿Por un puñado de dólares? ¡Clint! ¡Clint Eastwood, joder...!-Intentó explicarle. A pesar de su sonrisa, cuanto más lo decía más feo de cojones le parecía el nombre para un caballo. Finalmente Connor negó con la cabeza, con un suspiro divertido y le dio una palmada suave en la espalda a Aniol. -Vale. Me rindo, joder... ¿Cómo llamarías tu a mi caballo? Porque está claro que tienes más puta imaginación que yo. Cometa es un nombre bonito de cojones.- Le halagó con un asentimiento de cabeza y una leve sonrisa sincera.
Teniendo en cuenta el gusto de Aniol por la Navidad, no le extrañaba nada aquel nombre elegido para su perro San Bernardo. Su sonrisa era ancha al ver la ilusión en los ojos del polaco, más aún cuando éste empezó a descojonarse con profundidad ante su imitación del cabrón de Sean. El motero acabó contagiándose de las carcajadas y el pataleo de Aniol y empezó reírse levemente en un principio, pero poco a poco acabó descontrolándose también al imaginarse aquella escena que él mismo había interpretado. Se golpeó varias veces con el puño su propia pierna, mientras se inclinaba un poco hacia delante entre risas. Hasta en la puñetera muerte Sean le ayudaba, aunque fuera en divertir al niño.
-¡Te lo juro, joder! ¡Lo hacía justo así , como estás haciendo!- Añadió entre risas cuando Aniol hizo su propio "HOHOHOHO". Poco a poco ambos fueron tranquilizándose, mientras aún quedaban las ultimas pruebas del ataque de risa en forma de un divertido lagrimeo.- Ahhh gracias, joder. Tú también eres muy divertido, que lo sepas cabroncete...- Le devolvió el halago con una sonrisa, que no tardó en transformarse en una ceja levantada y divertida.-¿Connorcito? Me han llamado de muchas puñeteras formas pero de esa nunca.- Confesó con una leve sonrisa.
Su vista siguió la mirada del niño hacia el papel blanco e intuyendo que era una lista de regalos para el resto, recordando por qué el niño estaba allí y la razón por la que le había robado el puto chaleco en primer lugar. El motero se acercó un poco más para coger el papel con una mano, como si observar el vacío de letras le pudiera dar alguna jodida idea de por dónde empezar a ayudarlo. Soltó un bufido divertido con la ocurrencia del niño y la promesa de motero.
-Joder, espero que de verdad no sean putos deberes- Soltó con una sonrisa y siguiendo con un tono de amenaza bromista e infantil.- Porque como lo sean soy capaz de meterle fuego con el mechero al papel este, ¿eh? Odio las matemáticas de los cojones...- Dijo alzando las cejas con expresión divertida y llevándose el papel a la espalda como si fuera a hacer algo de verdad, aunque luego rectificó con un bufido divertido y se lo devolvió sin más bromas de por medio.-Vale, a ver... Habías pensado en algo para los demás, ¿verdad? ¿Tienes alguna puta idea de por dónde empezar?- Le preguntó con interés y queriendo ponerse más serio para ayudar al niño en condiciones.
Aún así sus pensamientos se centraron con velocidad en las siguientes palabras de Aniol, hablando de su familia y de su futuro hermano. Levantó las cejas por la sorpresa ante el hecho de que fuera el polaco quien debiera elegir el nuevo nombre, con el propio fruncimiento de ceño ante lo que aquello significaba: Aniol no iba a tener oportunidad de conocer a su hermano nada más nacer ni mucho menos ponerle el puto nombre... De todas maneras, Aniol salió rápidamente de ese tema y ese leve temblor en su voz con resuelta facilidad, bromeando y sacándole una risotada a Connor.
-No se si a tus padres les gustará mucho esa mierda, pero...¡Joder, no estaría nada mal llamarlo así!- Comentó con sorna e imaginándose con diversión a sus padres con putas caras de asombro por ver a su nuevo hijo llamado Colmillo. Las risas no hicieron más que intensificarse ante la ilusión de Aniol por haber hablado de los caballos, con el obvio aluvión de preguntas correspondientes.-¡A ver, a ver! Pues no sé qué nombre le pon... Ah no, no he montado nun... ¿Eh? ¿Qué tengo cara de vaquero, joder? ¡Muchas graci... Ah, de los vaqueros malos dices! ¡Serás cabroncete!- Respondería como podía y con sus interrupciones por parte del niño, entre risas y dándole un leve empujón (otro) por nombrarle como un vaquero de los malos. Aunque en el fondo le gustara la verdad.
Después se puso algo más serio para responder como era debido.
-Nunca he pensado qué puto nombre le pondría a un caballo si lo tuviera, pero... puede que... ¿Noche si es negro y Nieve si es blanco?- Nada más decir aquello se rio ante lo estúpido e infantil que sonaba. Con unas carcajadas fuertes y sonoras levantó ambas manos.-No, no... Ni de puta coña lo llamaría así, espera, espera...- Connor se quedó unos segundos en silencio, antes de señalar con un dedo a Aniol y exclamar.- ¡Clint! ¿Sabes quien es, no joder? El puto héroe de las películas de vaqueros... ¿El bueno, el feo y el malo? ¿Por un puñado de dólares? ¡Clint! ¡Clint Eastwood, joder...!-Intentó explicarle. A pesar de su sonrisa, cuanto más lo decía más feo de cojones le parecía el nombre para un caballo. Finalmente Connor negó con la cabeza, con un suspiro divertido y le dio una palmada suave en la espalda a Aniol. -Vale. Me rindo, joder... ¿Cómo llamarías tu a mi caballo? Porque está claro que tienes más puta imaginación que yo. Cometa es un nombre bonito de cojones.- Le halagó con un asentimiento de cabeza y una leve sonrisa sincera.
Teniendo en cuenta el gusto de Aniol por la Navidad, no le extrañaba nada aquel nombre elegido para su perro San Bernardo. Su sonrisa era ancha al ver la ilusión en los ojos del polaco, más aún cuando éste empezó a descojonarse con profundidad ante su imitación del cabrón de Sean. El motero acabó contagiándose de las carcajadas y el pataleo de Aniol y empezó reírse levemente en un principio, pero poco a poco acabó descontrolándose también al imaginarse aquella escena que él mismo había interpretado. Se golpeó varias veces con el puño su propia pierna, mientras se inclinaba un poco hacia delante entre risas. Hasta en la puñetera muerte Sean le ayudaba, aunque fuera en divertir al niño.
-¡Te lo juro, joder! ¡Lo hacía justo así , como estás haciendo!- Añadió entre risas cuando Aniol hizo su propio "HOHOHOHO". Poco a poco ambos fueron tranquilizándose, mientras aún quedaban las ultimas pruebas del ataque de risa en forma de un divertido lagrimeo.- Ahhh gracias, joder. Tú también eres muy divertido, que lo sepas cabroncete...- Le devolvió el halago con una sonrisa, que no tardó en transformarse en una ceja levantada y divertida.-¿Connorcito? Me han llamado de muchas puñeteras formas pero de esa nunca.- Confesó con una leve sonrisa.
Su vista siguió la mirada del niño hacia el papel blanco e intuyendo que era una lista de regalos para el resto, recordando por qué el niño estaba allí y la razón por la que le había robado el puto chaleco en primer lugar. El motero se acercó un poco más para coger el papel con una mano, como si observar el vacío de letras le pudiera dar alguna jodida idea de por dónde empezar a ayudarlo. Soltó un bufido divertido con la ocurrencia del niño y la promesa de motero.
-Joder, espero que de verdad no sean putos deberes- Soltó con una sonrisa y siguiendo con un tono de amenaza bromista e infantil.- Porque como lo sean soy capaz de meterle fuego con el mechero al papel este, ¿eh? Odio las matemáticas de los cojones...- Dijo alzando las cejas con expresión divertida y llevándose el papel a la espalda como si fuera a hacer algo de verdad, aunque luego rectificó con un bufido divertido y se lo devolvió sin más bromas de por medio.-Vale, a ver... Habías pensado en algo para los demás, ¿verdad? ¿Tienes alguna puta idea de por dónde empezar?- Le preguntó con interés y queriendo ponerse más serio para ayudar al niño en condiciones.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: ¡A todo gas hacia el Polo Norte!
27/02/24, 12:01 pm
Sí. Sin duda Aniol había descubierto una de las ocho maravillas allí presentes. Connor no solo era una persona confiable y más amable de lo que parecía, sino que sus ocurrencias eran estúpidas sin miedo a parecer tonto. Aquello solo le llenaba de una alegre tranquilidad.
—¡Noche es un poco gótico! Pero Nieve... por ser blanco... —sus ojos parpadearon, otorgando suspense al momento y luego una enorme sonrisa de oreja a oreja—. ¡A mí me encanta! Dónde yo vivo no es raro, todo el mundo llama copito, cubito o ventisca a sus mascotas... jeje —lo siguiente sí que le desconcertó un poco. No conocía a ese tal Clint Eastwood pero parecía una persona que molaba por la intensidad que el canadiense le ponía a sus palabras. No obstante le miró ceñudo, tratando de encontrar un mote adecuado para el equino imaginario del chico—. Mmm... a ver a ti te gustan las motos... así que... ¿Tuerquitas? ¿Gassy? De Gasolina... ¡Si fuera Yegua! O tal vez... ¡MUSHU! ¡Síii! ¡Eseeeee! A ti te encantan los dragones... ¿No? Pues ese es el chiquitito rojo de Mulán. Sí señor —finalizó convencido.
Cuando lograron relajarse se pusieron juntos manos a la obra. El polaco rio por la broma de Connor al esconder el papel y luego le sacó la lengua en señal de que se lo devolviera. Una vez el manuscrito en blanco volvió a tocar la mesa el churumbel se dispuso a exponer sus vagas ideas con una de sus manos dando golpecitos en la rodilla del motero.
—A mí tampoco me gustan las mates, es que es una penita pena que cocinar no sea una asignatura... jo. Creo que por eso mi favorita es biología, a veces mi profesora nos lleva de excursión al bosque y nos enseña a reconocer los frutos silvestres. Una vez una niña se perdió y lloró mucho hasta que la encontraron escondida debajo de un tronco hueco... ¡Se hizo pis! Ahora todos la conocen como Myrtle la llorona... bueno... creo que estoy confundiéndome con otra cosa —suspiró. Aniol se recolocó en su sitio con disposición e imitó el gesto de ponerse unas gafas para comenzar con el acto cual Señor Santa—. ¡Tengo varias ideas! Para Ethan una pierna mecánica nueva como las de las pelis de Terminator que ve mi hermana... ¿Buena idea a que sí? Abel necesita un peine... ¡URGENTEMENTE! Mi problema es... ¡Airi! No tengo ni idea de por donde empezar... además... ¿Crees que Papá Noel puede cargar con un piano para Nohlem? No quiero que sus renos sufran mucho peso...
—¡Noche es un poco gótico! Pero Nieve... por ser blanco... —sus ojos parpadearon, otorgando suspense al momento y luego una enorme sonrisa de oreja a oreja—. ¡A mí me encanta! Dónde yo vivo no es raro, todo el mundo llama copito, cubito o ventisca a sus mascotas... jeje —lo siguiente sí que le desconcertó un poco. No conocía a ese tal Clint Eastwood pero parecía una persona que molaba por la intensidad que el canadiense le ponía a sus palabras. No obstante le miró ceñudo, tratando de encontrar un mote adecuado para el equino imaginario del chico—. Mmm... a ver a ti te gustan las motos... así que... ¿Tuerquitas? ¿Gassy? De Gasolina... ¡Si fuera Yegua! O tal vez... ¡MUSHU! ¡Síii! ¡Eseeeee! A ti te encantan los dragones... ¿No? Pues ese es el chiquitito rojo de Mulán. Sí señor —finalizó convencido.
Cuando lograron relajarse se pusieron juntos manos a la obra. El polaco rio por la broma de Connor al esconder el papel y luego le sacó la lengua en señal de que se lo devolviera. Una vez el manuscrito en blanco volvió a tocar la mesa el churumbel se dispuso a exponer sus vagas ideas con una de sus manos dando golpecitos en la rodilla del motero.
—A mí tampoco me gustan las mates, es que es una penita pena que cocinar no sea una asignatura... jo. Creo que por eso mi favorita es biología, a veces mi profesora nos lleva de excursión al bosque y nos enseña a reconocer los frutos silvestres. Una vez una niña se perdió y lloró mucho hasta que la encontraron escondida debajo de un tronco hueco... ¡Se hizo pis! Ahora todos la conocen como Myrtle la llorona... bueno... creo que estoy confundiéndome con otra cosa —suspiró. Aniol se recolocó en su sitio con disposición e imitó el gesto de ponerse unas gafas para comenzar con el acto cual Señor Santa—. ¡Tengo varias ideas! Para Ethan una pierna mecánica nueva como las de las pelis de Terminator que ve mi hermana... ¿Buena idea a que sí? Abel necesita un peine... ¡URGENTEMENTE! Mi problema es... ¡Airi! No tengo ni idea de por donde empezar... además... ¿Crees que Papá Noel puede cargar con un piano para Nohlem? No quiero que sus renos sufran mucho peso...
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: ¡A todo gas hacia el Polo Norte!
05/03/24, 10:15 am
Aquella conversación estaba siendo tan ligera, divertida y sobre todo entrañable que Connor tenía una sonrisilla permanente. Se alegraba de ver la diversión asomando en los ojos miel del polaco y la ausencia de ese miedo huidizo en el que se había basado su relación hasta entonces. Aniol era todo lo que un niño pequeño debía ser: risueño y contento, aunque travieso a partes iguales. Y viéndolo ahí, buscándole posibles nombres para su motocicleta... No podía evitar pensar qué clase de niño habría sido él mismo si no hubiera tenido pues... esa clase de pasado. Porque Connor no podía decir absolutamente nada bueno de su infancia antes de conocer a los Wyverns. ¿Habría sido un puto crío alegre si no hubiera acabado en ese jodido orfanato? ¿Si no hubiera malvivido en la puñetera calle durante meses? El club le había dado la felicidad que nunca había tenido y le había enseñado a sonreír, pero los recuerdos de su infancia seguían siendo oscuros y llenos de sombras...
Pero sinceramente, ¿qué cojones importaban esas preguntas cuando ya había matado a dos personas y estaba dispuesto a seguir por el club? Lo único que sabía con certeza en aquel lugar es que a cada día que pasaba estaba más dispuesto a hacer lo necesario por Damian y Aniol...
-¿Se llama Mushu? Es que nunca he visto la película...-Dijo con tono divertido y negando con la cabeza, como si no hubiera tenido segundos antes aquellos pensamientos más oscuros. -¡Pero es un buen nombre, joder!- Exclamó dándole un leve empujón con el hombro. En realidad Tuerquitas o Gassy le parecían mejores, pero... ¿quién era él para discutirle a la persona con más imaginación del puto torreón? -Cuando vuelva a la Tierra, de las primeras cosas que voy a hacer es empezar a llamar a mi moto por ese nombre- El puño levantado para chocarlo con el de Aniol.
Pronto, los dos se pusieron manos a la obra con la tarea pendiente del polaco. Si habían tenido toda aquella conversación en primer lugar es porque Aniol le había quitado el chaleco para saber de dónde era y hacerle una jodida carta de Navidad. Y eso también se extendía al resto. Connor se dedicó a escuchar con atención cómo el niño no paraba de hablar de asignaturas, compañeros de clases, motes graciosos o darle palmaditas en la rodilla. A su yo del pasado le habría pasado factura tener que escuchar todas esas cosas y aguantar a un puto crío, pero ahora se alegraba de ver que Aniol tuviera suficiente confianza como para hablar por los puñeteros codos y ser cercano. No pudo evitar sonreír ante su inocencia por desear una pierna mecánica para Ethan...
-Joder, es una pedazo de idea Aniol.- Le siguió el motero mientras asentía con la cabeza, aunque pronto soltó un bufido divertido...- Pero eh, si Ethan va a tener una puta pierna mecánica yo no quiero ser menos, cojones...- Se encogió de hombros y luego se inclinó sobre el papel del niño con una sonrisa burlona.- Apunta debajo del puto mejor regalo del mundo, el chaleco nuevo, un jodido brazo de Terminator. ¡Así iríamos a juego!- Pidió con un tono bromista. Luego no pudo evitar soltar una risotada con el comentario de Aniol sobre Abel y su pelo, así que Connor se inclinó para hablar de forma confidente e infantil.- No le digas a Abel que te digo esto, pero lo que necesita de verdad son unas putas tijeras...-
Lo siguiente hizo reflexionar más al motero. ¿Qué podía pedirle Aniol a Airi? Connor se quedó unos segundos pensando hasta dar con la clave con una palmada.
-¡Un pañuelo para la puta cabeza! ¿Te acuerdas del azul que tiene? Seguro que le gustará que le pidas uno de otro color.- Asintió convencido con una leve sonrisa y cruzándose de brazos.- Y no te preocupes por el piano de Nohlem. Los renos son mágicos, ¿no?- El motero se encogió de hombros sin terminar de creerse todavía lo bien que se lo estaba pasando con aquella conversación, donde cada una de sus palabras no iban a ningún lado porque no había un puto Santa Claus esperándolos con regalos a la vuelta, pero que igualmente le acercaban más a Aniol. Connor se quedó unos segundos en silencio mirando la hoja de deseos del polaco. Finalmente volvió a hablar.- ¿Qué vas a pedir tú, cabroncete? No puedes pedirnos regalos a los demás y quedarte tú sin ninguno, joder...- El motero se puso pensativo con los brazos cruzados y luego asintió.- Si dependiera de mí te pediría un viaje en trineo con el puto Santa Claus... ¡Y podrías ir montado en Cometa! El reno digo, no tu perro...- Aclaró con una sonrisa.
Pero sinceramente, ¿qué cojones importaban esas preguntas cuando ya había matado a dos personas y estaba dispuesto a seguir por el club? Lo único que sabía con certeza en aquel lugar es que a cada día que pasaba estaba más dispuesto a hacer lo necesario por Damian y Aniol...
-¿Se llama Mushu? Es que nunca he visto la película...-Dijo con tono divertido y negando con la cabeza, como si no hubiera tenido segundos antes aquellos pensamientos más oscuros. -¡Pero es un buen nombre, joder!- Exclamó dándole un leve empujón con el hombro. En realidad Tuerquitas o Gassy le parecían mejores, pero... ¿quién era él para discutirle a la persona con más imaginación del puto torreón? -Cuando vuelva a la Tierra, de las primeras cosas que voy a hacer es empezar a llamar a mi moto por ese nombre- El puño levantado para chocarlo con el de Aniol.
Pronto, los dos se pusieron manos a la obra con la tarea pendiente del polaco. Si habían tenido toda aquella conversación en primer lugar es porque Aniol le había quitado el chaleco para saber de dónde era y hacerle una jodida carta de Navidad. Y eso también se extendía al resto. Connor se dedicó a escuchar con atención cómo el niño no paraba de hablar de asignaturas, compañeros de clases, motes graciosos o darle palmaditas en la rodilla. A su yo del pasado le habría pasado factura tener que escuchar todas esas cosas y aguantar a un puto crío, pero ahora se alegraba de ver que Aniol tuviera suficiente confianza como para hablar por los puñeteros codos y ser cercano. No pudo evitar sonreír ante su inocencia por desear una pierna mecánica para Ethan...
-Joder, es una pedazo de idea Aniol.- Le siguió el motero mientras asentía con la cabeza, aunque pronto soltó un bufido divertido...- Pero eh, si Ethan va a tener una puta pierna mecánica yo no quiero ser menos, cojones...- Se encogió de hombros y luego se inclinó sobre el papel del niño con una sonrisa burlona.- Apunta debajo del puto mejor regalo del mundo, el chaleco nuevo, un jodido brazo de Terminator. ¡Así iríamos a juego!- Pidió con un tono bromista. Luego no pudo evitar soltar una risotada con el comentario de Aniol sobre Abel y su pelo, así que Connor se inclinó para hablar de forma confidente e infantil.- No le digas a Abel que te digo esto, pero lo que necesita de verdad son unas putas tijeras...-
Lo siguiente hizo reflexionar más al motero. ¿Qué podía pedirle Aniol a Airi? Connor se quedó unos segundos pensando hasta dar con la clave con una palmada.
-¡Un pañuelo para la puta cabeza! ¿Te acuerdas del azul que tiene? Seguro que le gustará que le pidas uno de otro color.- Asintió convencido con una leve sonrisa y cruzándose de brazos.- Y no te preocupes por el piano de Nohlem. Los renos son mágicos, ¿no?- El motero se encogió de hombros sin terminar de creerse todavía lo bien que se lo estaba pasando con aquella conversación, donde cada una de sus palabras no iban a ningún lado porque no había un puto Santa Claus esperándolos con regalos a la vuelta, pero que igualmente le acercaban más a Aniol. Connor se quedó unos segundos en silencio mirando la hoja de deseos del polaco. Finalmente volvió a hablar.- ¿Qué vas a pedir tú, cabroncete? No puedes pedirnos regalos a los demás y quedarte tú sin ninguno, joder...- El motero se puso pensativo con los brazos cruzados y luego asintió.- Si dependiera de mí te pediría un viaje en trineo con el puto Santa Claus... ¡Y podrías ir montado en Cometa! El reno digo, no tu perro...- Aclaró con una sonrisa.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: ¡A todo gas hacia el Polo Norte!
08/03/24, 05:24 pm
Esta vez el niño sí que chocó el puño con el canadiense en lugar de envolverlo con la palma de la mano. Se alegraba de entender sus gestos de tipo duro, un código muy difícil de interpretar para una persona tan suave como él. Además ya no sonaba tan raro cuando le llamaba "cabroncete", tenía cierta gracia.
—¡Vale, brazo concedido en la carta! Pero... shhh... Damian no se puede enterar... o querrá todo un cuerpo robótico —rio por la ocurrencia, si su amigo se enteraba de que Ethan y Connor recibían una extremidad de metal no tardaría en reclamarle que le diera todo un arsenal, como el que poseía Rambo. Y la verdad, estaba seguro de que hasta el Señor Santa tenía sus limitaciones.
La siguiente tarea parecía complicada para ambos, el churumbel quería pensar que no se debía a la diferencia de cultura entre mundos, ya que creía conocer lo suficiente a Airi como para superar esa barrera. Y sin embargo, fue el motero quien dio con la solución. Los ojos de Aniol parecieron brillar por la emoción ante la idea.
—¡Síiii! ¡Eso es! ¡Eres genial, Connorcito! ¿Su pañuelo ya era azul, seguro? ¿Azul sobre azul? Tienes razón... ¡Mejor otro color! —los dedos del polaco se movieron con velocidad, grafito sobre papel. Apuntó unas tijeras para Abel, aunque solo lo hizo para bromear y enseñárselo al chico, luego lo tachó con fuerza para que fuera ilegible, el piano de Nohlem también tuvo lugar en aquel manuscrito que hacía de primer borrador, si los renos eran mágicos no se enfadarían con él por hacerles cargar con el instrumento.
Y entonces llegó la pregunta. El niño no dudó en responder, todo lo contrario, su velocidad al contestar fue tal que casi se podría imaginar que estaba esperándolo.
—Me encantaría el viaje en trineo, ¡Gracias! Pero... yo no voy a pedir nada para mí... —a pesar de sus palabras su voz no era lúgubre en absoluto, en la entonación había agradecimiento y resignación—. Yo solo voy a desear que vuestros regalos se cumplan... así me aseguro de que los tengáis de verdad. Otra cosita sería volver a casa... pero si el Señor Santa aún no ha venido a por mí... ¡En fin! ¡Sigamos! —apremió, prefería cambiar de canal—. ¡Hay mucho que hacer!
Durante el resto de la mañana juntos crearon un verdadero taller de duendes y sueños. Y no solo eso, se habían acercado de una manera tan diferente que ya no le daba miedo cruzarse con el muchacho por los pasillos del torreón.
Con disimulo guardaría la carta en el bolsillo de su mono de reno pues sabía que la prenda le otorgaría más privacidad que cualquier otra. En el cobijo de varias noches sucesivas aprovecharía para escribir y escribir diferentes versiones. Algunas tan alocadas que ni siquiera el propio Connor reconocería sus ideas allí.
En una ciudad de pesadillas pocas cosas ocurrían con certeza. Pero había una verdad inamovible que traspasaba años luz de distancia. Desde la Tierra. Desde Polonia y Cracovia:
La Navidad quedaba cerca.
—¡Vale, brazo concedido en la carta! Pero... shhh... Damian no se puede enterar... o querrá todo un cuerpo robótico —rio por la ocurrencia, si su amigo se enteraba de que Ethan y Connor recibían una extremidad de metal no tardaría en reclamarle que le diera todo un arsenal, como el que poseía Rambo. Y la verdad, estaba seguro de que hasta el Señor Santa tenía sus limitaciones.
La siguiente tarea parecía complicada para ambos, el churumbel quería pensar que no se debía a la diferencia de cultura entre mundos, ya que creía conocer lo suficiente a Airi como para superar esa barrera. Y sin embargo, fue el motero quien dio con la solución. Los ojos de Aniol parecieron brillar por la emoción ante la idea.
—¡Síiii! ¡Eso es! ¡Eres genial, Connorcito! ¿Su pañuelo ya era azul, seguro? ¿Azul sobre azul? Tienes razón... ¡Mejor otro color! —los dedos del polaco se movieron con velocidad, grafito sobre papel. Apuntó unas tijeras para Abel, aunque solo lo hizo para bromear y enseñárselo al chico, luego lo tachó con fuerza para que fuera ilegible, el piano de Nohlem también tuvo lugar en aquel manuscrito que hacía de primer borrador, si los renos eran mágicos no se enfadarían con él por hacerles cargar con el instrumento.
Y entonces llegó la pregunta. El niño no dudó en responder, todo lo contrario, su velocidad al contestar fue tal que casi se podría imaginar que estaba esperándolo.
—Me encantaría el viaje en trineo, ¡Gracias! Pero... yo no voy a pedir nada para mí... —a pesar de sus palabras su voz no era lúgubre en absoluto, en la entonación había agradecimiento y resignación—. Yo solo voy a desear que vuestros regalos se cumplan... así me aseguro de que los tengáis de verdad. Otra cosita sería volver a casa... pero si el Señor Santa aún no ha venido a por mí... ¡En fin! ¡Sigamos! —apremió, prefería cambiar de canal—. ¡Hay mucho que hacer!
Durante el resto de la mañana juntos crearon un verdadero taller de duendes y sueños. Y no solo eso, se habían acercado de una manera tan diferente que ya no le daba miedo cruzarse con el muchacho por los pasillos del torreón.
Con disimulo guardaría la carta en el bolsillo de su mono de reno pues sabía que la prenda le otorgaría más privacidad que cualquier otra. En el cobijo de varias noches sucesivas aprovecharía para escribir y escribir diferentes versiones. Algunas tan alocadas que ni siquiera el propio Connor reconocería sus ideas allí.
En una ciudad de pesadillas pocas cosas ocurrían con certeza. Pero había una verdad inamovible que traspasaba años luz de distancia. Desde la Tierra. Desde Polonia y Cracovia:
La Navidad quedaba cerca.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: ¡A todo gas hacia el Polo Norte!
17/03/24, 09:20 am
Connor sonrió con diversión cuando esta vez Aniol sí le chocó el puño en vez de envolverlo con la mano. Era gratificante ver que tras aquellas semanas donde el polaco había sido esquivo y temeroso con él, por fin parecían estar llevándose de una manera similar a Damian.
-¡Hecho, joder! No le diré ni una puñetera palabra sobre brazos robóticos...¡Shhhhh!- Le siguió la broma llevándose un dedo a los labios para enfatizar el silencio, mientras se imaginaba a Damian tal y como decía Aniol: Pidiéndole a Santa un jodido cuerpo entero de Terminator y saltando mucho en el jodido sitio. Lo cierto es que ambo críos no podían ser más diferentes uno del otro, aunque cuando estaban juntos se divertían y reían en armonía. El motero no pudo evitar reír de nuevo ante la ocurrencia de Aniol de llamarle "Connorcito" y se encogió de hombros ante el halago con una sonrisa.- Es que soy muy listo, cojones... ¿Has visto el puto cabezón que tengo?- Dijo mientras se daba unos toquecitos con los nudillos en la sien.
Aniol y Connor continuaron con la tarea de escribir aquella carta llena de deseos y buenas intenciones. Puede que para él y para cualquier adulto aquello fuera una auténtica pérdida de tiempo, pero para el polaco era real y le estaba alejando de toda la mierda que había ahí fuera... De la ciudad y sus cabrones asquerosos. ¿Así que había algo más importantes que eso ahora? Joder, no lo había.
Tras su pregunta se sorprendió de que el crío contestara tan rápido, pero sobre todo fue su respuesta lo que hizo que alzara las cejas al no esperársela.
-¿Seguro que no quieres pedir nada?- Preguntó con una sonrisa al revelar Aniol que su deseo era que se cumplieran los deseos de los demás. Connor soltó aire por la nariz a modo de risa por lo jodidamente amable que podía llegar a ser el polaco. Pero siguió insistiendo con una sonrisilla que delataba que estaba de puta guasa, mientras le daba empujoncitos con el hombro.- ¿Nada de nada, joder? ¿Ni un puto trineo con cuatro motores? ¿O un cañón que lance bolas de nieve a la jodida cara? Eso sería divertido de cojones.... Yo solo doy ideas...- Murmuró mientras se encogía de hombros divertido. Luego se puso algo más sereno mientras asentía con la cabeza.- Bueno, hay que ser jodidamente bueno para pedir un deseo como el tuyo, Aniol.- Bajó la voz con tono confidente.- Seguro que Santa te hace otro regalo de sorpresa por eso, cabroncete.-
Pasaron el resto de la mañana enfrascados en aquella hoja, obviando ambos que quizás lo mejor que le podías pedir a un cabronazo que cumplía deseos era volver a casa... Cuando se dio por terminada aquella tarea, Connor se despediría con una sonrisa y otro puño alzado para que se lo chocara. Y sobre todo se fue con una sensación de alivio y ligereza, pues se había quitado un puñetero peso de encima: Aniol ya no le temía y poco a poco habían comenzado a congeniar. Por el momento vivían en una ciudad llena de monstruos hijos de puta a los que había que temer a la vuelta de cada esquina... Se limitaban a sobrevivir como podían todos juntos sin importar de dónde vinieran ni quiénes fueran. Quizás ya tenían bastante con los peligros y problemas de ahí fuera para sumarles otros dentro.
Cuando Eva le mandó matar a Roderick, se prometió cumplir con ello y convertirse en lo que ella y el club querían que fuera: un puto asesino de los Wyverns, sin remordimientos. Y lo cumplió. Ahora y mucho tiempo después de aquello, casi como si fuera en otra vida, Connor volvía a prometerse algo: No dejaría que Aniol volviera a temerle.
¿Y no eran las promesas de motero las más fuertes, joder?
-¡Hecho, joder! No le diré ni una puñetera palabra sobre brazos robóticos...¡Shhhhh!- Le siguió la broma llevándose un dedo a los labios para enfatizar el silencio, mientras se imaginaba a Damian tal y como decía Aniol: Pidiéndole a Santa un jodido cuerpo entero de Terminator y saltando mucho en el jodido sitio. Lo cierto es que ambo críos no podían ser más diferentes uno del otro, aunque cuando estaban juntos se divertían y reían en armonía. El motero no pudo evitar reír de nuevo ante la ocurrencia de Aniol de llamarle "Connorcito" y se encogió de hombros ante el halago con una sonrisa.- Es que soy muy listo, cojones... ¿Has visto el puto cabezón que tengo?- Dijo mientras se daba unos toquecitos con los nudillos en la sien.
Aniol y Connor continuaron con la tarea de escribir aquella carta llena de deseos y buenas intenciones. Puede que para él y para cualquier adulto aquello fuera una auténtica pérdida de tiempo, pero para el polaco era real y le estaba alejando de toda la mierda que había ahí fuera... De la ciudad y sus cabrones asquerosos. ¿Así que había algo más importantes que eso ahora? Joder, no lo había.
Tras su pregunta se sorprendió de que el crío contestara tan rápido, pero sobre todo fue su respuesta lo que hizo que alzara las cejas al no esperársela.
-¿Seguro que no quieres pedir nada?- Preguntó con una sonrisa al revelar Aniol que su deseo era que se cumplieran los deseos de los demás. Connor soltó aire por la nariz a modo de risa por lo jodidamente amable que podía llegar a ser el polaco. Pero siguió insistiendo con una sonrisilla que delataba que estaba de puta guasa, mientras le daba empujoncitos con el hombro.- ¿Nada de nada, joder? ¿Ni un puto trineo con cuatro motores? ¿O un cañón que lance bolas de nieve a la jodida cara? Eso sería divertido de cojones.... Yo solo doy ideas...- Murmuró mientras se encogía de hombros divertido. Luego se puso algo más sereno mientras asentía con la cabeza.- Bueno, hay que ser jodidamente bueno para pedir un deseo como el tuyo, Aniol.- Bajó la voz con tono confidente.- Seguro que Santa te hace otro regalo de sorpresa por eso, cabroncete.-
Pasaron el resto de la mañana enfrascados en aquella hoja, obviando ambos que quizás lo mejor que le podías pedir a un cabronazo que cumplía deseos era volver a casa... Cuando se dio por terminada aquella tarea, Connor se despediría con una sonrisa y otro puño alzado para que se lo chocara. Y sobre todo se fue con una sensación de alivio y ligereza, pues se había quitado un puñetero peso de encima: Aniol ya no le temía y poco a poco habían comenzado a congeniar. Por el momento vivían en una ciudad llena de monstruos hijos de puta a los que había que temer a la vuelta de cada esquina... Se limitaban a sobrevivir como podían todos juntos sin importar de dónde vinieran ni quiénes fueran. Quizás ya tenían bastante con los peligros y problemas de ahí fuera para sumarles otros dentro.
Cuando Eva le mandó matar a Roderick, se prometió cumplir con ello y convertirse en lo que ella y el club querían que fuera: un puto asesino de los Wyverns, sin remordimientos. Y lo cumplió. Ahora y mucho tiempo después de aquello, casi como si fuera en otra vida, Connor volvía a prometerse algo: No dejaría que Aniol volviera a temerle.
¿Y no eran las promesas de motero las más fuertes, joder?
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