La irresponsabilidad de la responsable

Amira llevaba días dándole vueltas a cómo hablarle a Lethe de su transformación. Había investigado sobre todas las de sus compañeros de criba, y no se le había pasado por alto que la de la horus entrañaba peligro. Adam había sido abierto con ello, pero Lethe no les había dicho nada… y eso la preocupaba. ¿Por qué ocultarlo? Solía ser práctica, así que no le veía razones a ocultarles algo que les beneficiaba saber…

Pero tampoco había querido meterse en sus asuntos, y le había dado tiempo para que si Lethe lo quería decir, lo hiciera. El problema era que ya había pasado bastante desde que habían descubierto lo que eran, así que le parecía que no lo iba a hacer por voluntad propia. No entendía por qué Lethe era tan secreta con un dato que cualquiera podía saber si lo leía, y que podía ser beneficioso compartir por si le pasaba cualquier cosa.

Solo después de que Adam fuera a hablar con ella por lo de Setenta y siete decidió ir a hacerlo. Haría lo que él: llamar a su cuarto y mantener la conversación lo más en privado posible, para hacer sentir a Lethe lo menos incómoda posible. Respiró hondo frente a la puerta antes de llamar.  
—¿Lethe? ¿Estás? Soy Amira, ¿podemos hablar?

Después de haber recibido las clases con los veteranos, Lethe se había tomado en serio aprender sobre anatomía de las diferentes especies a las que pertenecían sus amigos. Puede que no contemplase hacer carrera de ello como Adam, pero sin duda lo último que quería sería desperdiciar un don tan valioso como era el tener afinidad a la magia curativa. No pretendía llevar dichos conocimientos a unos niveles como a los que aspiraba el pegaso, pero quería estar preparada para circunstancias graves. Estaba comenzando por la anatomía humana, pues la gran mayoría de sus amigos pertenecían a dicha especie y compartían bastantes cosas con especies como la varmana o la ochroria, pero también había estudiado bastante la clinger: no soportaría que Kradko se hiciese daño y por desconocimiento al intentar curarla solo lo empeorase. Por supuesto aún no había tocado ningún libro acerca de anatomía enderth. Su excusa era que todavía no había encontrado ninguno, y ciertamente no debía haber gran cosa al respecto dado lo escasos que eran los miembros de su especie. Pero tampoco le había preguntado a Kirés al respecto, por ejemplo, quien seguramente le podría ayudar.

Cerró el libro cuando llamaron a la puerta y enseguida se dirigió a abrirla al reconocer la voz antes de que se anunciase.
—Hola —la saludó nada más abrir la puerta—. Sí, claro, pasa.
La invitó a sentarse en donde prefiriese, ya fuese una silla o la cama. No sabía qué sacar en claro de la expresión de la valkyria y en anticipación a lo que pudiera querer decirle se le instaló un pequeño peso de angustia en el pecho.
>>¿Ocurre algo?

Se sentó en la cama, dándole aún vueltas a cómo iba a decírselo. ¿Era práctica y lo hacía de golpe? Igual era demasiado brusco, y tampoco quería que Lethe se pusiera a la defensiva, porque solo quería hablarlo con ella. Amira estaba segura de que tendría sus motivos para no haberlo dicho antes, ¿no? Lethe era siempre tan práctica y responsable que alguna justificación tendría que tener.

—Bueno, no exactamente, pero… He estado leyendo sobre nuestras transformaciones —decidió hablar en general, cosa que no era mentira —. Y he encontrado que la tuya, horus, es… Bueno, que tiene sus riesgos. ¿Lo sabías?
Decidió jugar la carta de que a lo mejor la enderth no lo sabía. Lo dudaba, porque sabía de sobra que había investigado al respecto de su transformación, como habían hecho, todos, pero consideró que era lo más seguro para que la conversación no escalase demasiado.

La visita de Amira no era por ninguno de los motivos que se le habían cruzado fugazmente por la cabeza, pero desde luego tampoco se trataba de algo que deshiciese el nudo que se le estaba formando en la garganta. Lethe no era tonta y en realidad sí que se había preguntado cuándo llegaría el momento en el que alguien le preguntase al respecto de lo que la valkyria estaba poniendo sobre la mesa. Simplemente no era una de las preocupaciones que plagaban constantemente sus pensamientos, aún si le incomodaba sobremanera.

Las plumas se le erizaron y tuvo que sacudírselas para tratar de quitarse algo del estrés que le generaba la situación antes de poder responder.
—Sobre eso… —dejó escapar un suspiro—. Sí —respondió sin ningún rodeo. No planeaba ocultar nada incluso si su lenguaje corporal no la hubiese delatado ya: ella no era tonta, pero Amira tampoco—. Lo sabía.
Se levantó de la silla y dio unos pasos por la habitación, evitando la mirada de su amiga.  
>>No quería añadir una preocupación más a la lista —intentó empezar a explicarse.

Se quedó mirándola en silencio, sin querer decir más antes de que se explicase. Su lenguaje corporal ya dejaba claro que aquel tema era algo que le generaba sentimientos no muy agradables, pero Amira no sabía si era solo incomodidad o había algo más, y probablemente no lo hubiera sabido discernir ni aunque Lethe fuera humana: aquellas cosas no se le terminaban de dar bien del todo.

Que lo supiera era algo que podía intuir, pero que no le ayudaba a entender por qué ocultarlo.  No era propio de ella, por mucho que le intentase vender la excusa de la preocupación.
—¿Y no crees que nos hubiéramos preocupado mucho más si te pasara cualquier cosa? —estaba intentando no sonar demasiado acusatoria, pero con el tema no era demasiado sencillo —Al menos sabiéndolo podemos hacer como con Adam y no mencionar su transformación, o estar preparados por si pasa cualquier cosa…

La verdad era que podían seguir atacándola igual, pero al menos el saber que podía estar en peligro por lo que era les daba cierto margen a la hora de no mencionar que era una horus, y que no corriesen rumores por la ciudad que pudieran ponerla aún más en peligro.

La enderth dudó mucho antes de responder, haciendo tiempo moviéndose nerviosamente de un lado a otro unos instantes más antes de volver a su sitio, suspirar, y finalmente atreverse a mirar a la valkyria a los ojos.

—Soy consciente de que tal vez no he tomado la mejor decisión ocultándolo… —empezó con cierta vacilación, pero su tono de voz se afianzó conforme seguía hablando—. Pero, en realidad, creo que no gano nada con el secretismo ante otros. No estoy diciendo que Adam debería hacer lo mismo, porque de hecho su caso es diferente. Él tiene dos cuerpos y mientras nadie vea las plumas de sus brazos podría hacerse pasar por otra cosa. Yo no —hizo un gesto con las manos intentando abarcar la totalidad de su cuerpo, señalándose—. Si hay alguien que sepa lo que es un horus y quiera ir detrás de mis ojos, lo sabrá con solo verme. Y la verdad es que no pretendo vivir buscando formas de ocultarme constantemente, ni con miedo a lo que podría ocurrir. Por suerte, por lo que he entendido, no parece una transformación muy común y es poco probable que alguien la conozca. De hecho, si no escondo el nombre de mi transformación es porque creo que hacerlo podría provocar que alguien que no tenga ni idea se pregunte por qué lo hago —se encogió de hombros—. Sé que existe la posibilidad de que suceda lo contrario también y alguien sienta curiosidad al escuchar algo que no le suena, pero no puedo controlar todas las posibilidades.

Hizo una pausa y cruzo un brazo sobre su regazo, manteniendo el otro erguido y apoyando el dorso de su garra sobre su cara, en pose pensativa.
>>Perdóname por habéroslo ocultado. Tienes razón en que si me hubiese pasado algo podríais ni siquiera saber por qué y volverlo más complicado. Pero… ¿Podrías guardarme el secreto por ahora? Yo misma lo explicaré cuando no sienta como que estoy poniendo una carga extra sobre los demás. Aunque la verdad es que te la estoy poniendo a ti ahora mismo: entenderé si… te niegas.

Aunque no estaba mintiendo y no se iba a enfadar con Amira si le denegaba aquella petición, una buena parte de la enderth esperaba y deseaba que accediese a su petición egoísta. Especialmente, no quería que Adam lo supiese por el momento.

Amira sospechaba que alguna lógica tenía que haber detrás de las acciones de Lethe. Siempre había sido la que había puesto sentido común en Silente en la cosecha, así que no creía que sus acciones fueran solo por “no preocuparles”. Tenía que haber algo más, y aunque le costaba no quería juzgarla sin escuchar antes lo que tenía que decir.  

Atendió a sus palabras sin interrumpir, callándose que le daba miedo precisamente que ocurriera eso último: que alguien la buscase y, sabiendo lo que era, decidiera atacarla para quedarse con sus ojos. Pero podía entender el resto. Amira había tenido la suerte de que su transformación no conllevaba riesgos, pero no le hubiera gustado esconderse. No quería vivir oculta, en una mentira, sin poder ser libre de ser quien era. Además Lethe tenía razón: no podía ocultarse con tanta facilidad como Adam. ¿Cómo iba a enfadarse con ella por querer simplemente vivir libre? No, no podía culparla de nada tras ese razonamiento.

—Claro que sí, Lethe. La única que tiene derecho a contarlo eres tú. No quiero que te sientas presionada a ello, pero no eres para nada una carga para nosotros.
Ni siquiera lo estaba sintiendo una carga. Valoraba mucho que la enderth confiase en ella, y Amira no pensaba traicionar esa confianza. Le guardaría el secreto todo lo que hiciera falta.

»Pero sí te pasa cualquier cosa, o tienes sospechas de que te vigilan o algo… Por favor, cuéntaselo al resto. No queremos que desaparezcas tú también… —aquello era lo que más la preocupaba. Si desaparecía y nadie sabía que tenía aquel riesgo la búsqueda podía complicarse más que si tenían una ligera idea de los motivos.

No pudo sentirse más agradecida ante la comprensión que le mostró Amira y observó a la valkyria durante unos instantes con incredulidad. No porque pensase que mentía ni nada parecido, sino porque todavía le resultaban difíciles de asimilar aquellas muestras confianza absoluta para con ella. Apreciaba mucho las amistades que había trabado con el grueso de sus compañeros de criba, y la valkyria se contaba entre aquellas personas a quien se sentía más cercana después de Kradko, por lo que había sido una suerte que fuese ella quien había descubierto su secreto. Es por ello que su primer impulso no fue responderle, si no levantarse de su asiento para darle un abrazo.

—Gracias, Amira. No sabes cuánto lo aprecio —le dijo con la voz mucho menos firme que antes debido al batiburrillo de sentimientos que se le agolpaban en la mente y que no hubiese sabido describir con exactitud. El único que tenía claro era la gratitud.

Se separó de la valkyria con cierta incomodidad, pues todavía no estaba del todo acostumbrada a aquella clase de gestos afectuosos y se llevó una mano a la nuca algo incómoda. Esperaba no haberle provocado justamente eso a su amiga con su acción impulsiva.

Carraspeó.
>>Te prometo que si noto algo raro serás la primera en saberlo y lo contaré todo a los demás —añadió—. Por el momento no he visto ningún motivo para preocuparme por mi seguridad... Más allá de vivir en una ciudad donde potencialmente todo te puede matar, claro. Pero los dryfenses venimos acostumbrados de casa a estar alerta en todo momento, te lo aseguro —añadió en un tono más jocoso, queriendo aliviar un poco la tensión.

Le dedicó una sonrisa amplia a Lethe al verla dudar. Había sido sincera con ella, no pensaba decir nada, y no quería que la horus pensase que lo decía por decir. Lo que sí que Amira no esperaba era el abrazo: Lethe no era de dar aquellas muestras de afecto tan directas. No por inusual era menos bienvenido, sin embargo, y correspondió al abrazo conteniendo sus ganas de abrazarla fuerte para demostrarla que todo eso estaba bien. Poco a poco, tampoco quería atosigar.
—¡No tienes que darme las gracias! —quería dejarlo claro. Era algo básico entre amigas, o así lo consideraba Amira.

Asintió ante su promesa. Era todo lo que necesitaba, se fiaba de Lethe. Y aunque tenía razón en lo de que vivían en una ciudad en la que casi todo intentaba matarte, también lo tenía en que llevaba toda su vida rodeada de peligros.
—Confío plenamente en tu criterio —sonrió—. Y si intentan hacerte cualquier cosa, estaremos aquí para ayudar.
Lo había dicho mucho más bonito de lo que realmente lo pensaba. Si intentaban hacer daño a Lethe, a cualquiera de sus amigos, Amira se veía capaz de hacer lo que fuera, hasta las últimas consecuencias, para protegerles.

Por mucho que Amira le dijese que no tenía que darle las gracias, la horus no podía evitar sentirse agradecida, pero no insistió sobre ello.
—El sentimiento es mutuo. En ambos casos —le dijo en respuesta a sus afirmaciones.
Aunque eran pensamientos que ninguna de las dos llegó a expresar en voz alta, ambas compartían la determinación absoluta de sentirse capaces de cualquier cosa para proteger a sus seres queridos. No podían ser más distintas a simple vista e incluso en cuanto a las experiencias que habían tenido antes de llegar a la ciudad, pero la enderth y la humana tenían mucho en común.