Un corte profundo

Ulmara había salido como todos los días y, en esta ocasión, Rua había insistido en acompañarla. Lo hacía a menudo, igual que Pefka, y en el fondo sabía lo que pasaba por sus cabezas. La cercana era consciente de que su conducta no era sana, pero no pesaba nada en comparación al alivio que sentía cada vez que se iba de Sendar. El torreón estaba lleno de gente, más que nunca, y si eso no era un motivo suficiente para querer salir, la ausencia de Iemai pesaba el doble. El tiempo se había vuelto loco, el viento soplaba fuerte, el cielo se había cubierto de nubes y el suelo temblaba a veces; Rocavarancolia estaba viva ahí fuera y la cercana ansiaba sentirse igual de viva. Sin embargo, ese sentimiento le llegaba con más claridad en los peores momentos. Como cuando aquel.... perro que no era un perro pero que definitivamente era un perro gigante les había atacado. Tenía tantas patas que no habría podido seguirles sin tropezarse, pero Ulmara se había lanzado de lleno a aquella masa negra, amorfa y gaseosa de incertidumbre canina y un par de bocas se había cerrado sobre su brazo. Debido a un tirón mal dado, uno de los colmillos le había provocado un corte profundo.

No era una herida seria. Ninguna herida lo hera desde que Lasca le había abierto la espalda, pero aún así sabía que necesitaría el dichoso papel y sabía que había hecho mal. Sentía el reproche de Rua en el aire, de camino a Sendar, pero había algo en el brazo sangrante, en el dolor latente y en las entrañas de la cercana que se regocijaba en aquella herida. También había vergüenza, sin embargo.

—Mira... Lo siento. —Llevaba pidiéndole disculpas desde hace semanas a Rua y todas eran sentidas solo a medias. Pero, ¿qué otra cosa le iba a decir a la sueca? Se llevó el brazo sano a la cabeza y se peinó las plumas en un gesto incómodo, sentada en una silla y mirando al suelo.

Rua estaba molesta, realmente lo estaba, habia decidido salir junto con Ulmara, por un lado porque ultimamente salia  mucho mas a menudo, por otro lado porque habia sido testigo, directo y comentando y por otros de como Ulmara parecia tener cero sentido de autopreservacion.  Que viniera herida casi cada vez que salia y salia siempre, se habia hecho tan cotidiano que Rua sentia que su paciencia no iba a guantarlo mas sin mencionar algo al respecto. Pero ese dia que habia sido testigo de como realmente Ulmara se arriesgaba sin medirse, conjtr aun bicho gigantesco y claramente peligroso cuando podrian haber huido, el vaso termino de colmarse. No era normal su comportamiento. Y vale que desde lo de Iemai habia ocurri un cambio general en muchos, gente que se aislaba mas, gente que inrentaba interactuar mas, pero lo que hacia Ulmara ponia en riesgo su vida y no entendia el porque lo hacia. Era como sino pudiera dejar su trasero quieto en el torreon mas de unas horas seguidas.

Por ello cuando llegaron de su salida, Rua subio al cuarto haciendo que la acompañase para tomar el papel, ponerselo y de paso hablar con ella de forma mas privada. Necesitaba una explicacion.  La vio sentarse en una silla que tneia en el cuarto mientras bsucaba el amuleto.

-Cada vez que te disculpas por salir herida, cuando pareces estar buscando herirte cada vez que sales con tu poca precaucion,  lo siento mas falso, Ulmara -respondio Rua  directa con el ceño fruncido acercandose a ella con el amuleto en la mano, cruzandose de brazos- ¿Se puede saber que demonios ocurre exactamente? Parecieras que estuvieras bsucando morir alla afuera y no lo entiendo.- dijo Rua mirandola un tanto impaciente antes de suspirar y colocarle finalmente el amuleto contra la piel para que empezase a curar, mientras tomaba asiento en la cama frente a ella. Se aguanto su molestia por que queria habalr, no discutir y la miro seriamnte. Algo debia estar pasando, porque ese comportamiento no era normal y por mas que ya sabia algunos la habian regañado por su comportamiento, que Ulmara llevara ya un buen tiempo con un paciencia muy corta, hacia que todo se desbordase en cuestion de minutos y al final nunca lograban nada

- Sabes que no me importa cargar ese amuleto siempre que haga falta, usar mi magia para curaros o para lo que sea, pero al menos me gustaria saber el motivo por el que ultimamente debo curarte dia si y dia tambien -aclaro Rua su punto mirando a la cercana antes de suspirar- Estoy preocupada...es un giro muy repentino de actitud. Siempre has sido super prudente cuando salimos y de pronto estas en modo kamikaze lanzandote contra todo lo que se mueve y arriesgandote. - añadio mirandola y luego tras algunos segundos de silencio y recordando su decisison de intentar hablar. La muerte de Iemai le habia hecho entender que era sumamente necesario, no queria quedarse de neuvo con la idea de que por no habalr las cosa spdoria ocurrir una tragedia que podria tal vez haberse evitado o minimo haberla comprendido- ¿Ocurre algo que tenga sentir asi...no se...impaciente?

La cercana no pudo sino esbozar una sonrisa agria, llena de culpa, porque Rua llevaba razón, aquello era falso. Más o menos.

—A ver... —Iba a excusarse, pero no tenía sentido. Claro que le daba un poco de cosa que Rua malgastase su magia en curarle por una temeridad, pero solo por el malgasto de recursos. Cuando volvía solo con heridas superficiales no lo sentía lo más mínimo. A veces tampoco hacía nada y se limitaba a pasear, a cerrar los ojos y sentir el aire entre las plumas, como si le hablara en un idioma antiguo pero familiar—. No sé... Estoy... Estoy cansada y estoy harta y somos muchos y el torreón muy pequeño... No sé. Me agobia todo —le estaba costando explicarse, no sabía qué palabras usar, o en qué orden—. El tiempo pasa muy despacio aquí dentro y me siento enjaulada —terminó confesando una parte de aquel rompecabezas. Dentro podría significar dentro del torreón, o dentro de Rocavarancolia, o dentro del grupo, o dentro de aquella farsa cultural de la que aún empezaba a librarse, con dificultad.

Sentía que vivía en una jaula con capas. Rejas tras las rejas, tras las rejas... Parecía que luchaba por una brizna de aliento cada vez que plantaba los pies fuera de Sendar.

—¿A ti no te pasa? —le preguntó con algo de amargura.

Rua espero hasta que Ulmara pudiera juntar las palabras para hablar, ya que parecía que le estaba costando, no presiono de más. Bastante tenía con la cercana pareciera dispuesta a responder después de esa sonrisa agria y cansada que le había mostrado. Y la respuesta no le parecia tan...surrealista o extraña como le habría podido parecer, en realidad era un sentimiento bastante normal. Era la primera vez que eran tantos en el torreón, porque había perdido a Iemai pero tenía a los cuatro macieleros con ellos, y aunque Jara ocupaba casi el mismo espacio que un cazuela no dejaba de ser una más.

- Es cierto que desde que llegamos aqui, nunca te gusto esta mucho tiempo encerrada. -aceptó Rua habían pasado meses de eso pero Rua lo podía recordar bastante bien. La necesidad de la cercana de querer salir, el motivo principal por el que al inicio cuando ella aún no se acostumbraba a la luz del sol, Rua le prestaba sus gafas de sol para que pudiera salir sin acabar deslumbrada.

- Puedo entender eso, el agobio de estar aquí con más gente, querer salir, tener espacio y todo eso. No te creas, yo también quiero a veces que solo exista silencio a mi alrededor y tener paz…más de una vez he tenido ganas de irme a la bahía o al faro y simplemente pasearme por allí, por simplemente cambiar de aires. - eso podía comprenderlo, a ella le gustaba socializar, peor también necesitaba de su tiempo para ella misma, leyendo bañándose, en el patio, arriba en el tejado, donde fuera, pero su espacio. A vece incluso salir lo usaba como forma de estirar las piernas y aunque las vistas de la ciudad no era precisamente buenas vistas y casi siempre hacían las mismas rutas, era un cambio. -Todo eso lo entiendo...pero lo que no comprendo es porque te arriesgas- dijo Rua mirándolo atentamente, con seriedad, pero notando su amargura, suavizo el tono

- Hoy, por ejemplo, te lanzaste sobre esa bestia infernal cuando teníamos opciones menos peligrosas. Podríamos a ver escapado, esquivarla con cierta facilidad porque era bastante torpona, de hechizarla y correr. O incluso, atacarla con algo de distancia con las ballesta, engañarla y hacerla meterse por algún callejón estrecho y luego que la atacases…pero tu solo te lanzaste de cabeza a por ella, sin mas. ¿Por qué? - pregunto intrigada por su accionar, que era el más imprudente de todos, era una opción que podría pasar, no es que estuviera en contra de matar si intentaban matarte, ya había aprendido hacía mucho tiempo que no se podía ser suave con las alimañas y monstruos de esa ciudad o podrían matarte. Y ella estaba a favor de matar antes de ser asesinada. Su vida valía mucho para Rua, pero siempre desde una zona de seguridad, no lanzándose sin medir consecuencias como Ulmara parecía haber hecho ese día.

Ulmara asintió tras Rua. Nunca se le había dado bien quedarse quieta, eso era verdad.

—Sí... —dijo. Y de repente le apetecía muchísimo volver a salir para ver la playa, tal y como había dicho la sueca.

Después de eso agachó la cabeza con cierta vergüenza. Las primeras veces había mentido a sus compañeros (y a sí misma) y les había dicho que le había atacado algo. Puede que incluso fuera verdad en alguna ocasión, pero lo cierto es que no lo pensaba demasiado, se lanzaba de cabeza contra el peligro por el chute de adrenalina. Habían vivido meses enteros a la defensiva, muertos de miedo y sin la capacidad de hacer nada real por sobrevivir. Si querían, los sacaban del torreón a escondidas, o les atacaban desde dentro las bestias, y parecía que lo único que tenían en su mano era defenderse a duras penas. Con Lasca no tuvieron ni esa oportunidad, no hubo nada que hacer. Lanzarse a la carga contra una bestia vagabunda le hacía sentir que se salía un poco de aquel marco que les oprimía, que tenía algo de agencia, e incluso si la mayoría de las veces acababa huyendo y herida, la sensación al llegar a casa era de victoria. El dolor de los arañazos, de las contusiones o las roturas de hueso aliviaban el malestar perenne que habitaba en su mente y, por equivocación, la cercana lo interpretaba como un alivio. Así que lo repetía.

—Te va a sonar a que estoy loca —reconoció. Ya le daba igual, nisiquiera había cercanos ya para juzgarla por ello—. Me... Me hace sentir viva, me alivia la sensación de volver a casa y hace que sea menos deprimente escuchar el portón cerrarse tras de mí. También me ayuda a descargar un poco de... ¿Rabia? ¿Enfado? No sé, le devuelvo a la ciudad un poco de lo que nos ha hecho ella y sienta bien.

Suspiró con hastío. Definitivamente se sentía loca.

La sueca la observaba en silencio, tal vez intentando leerla. No es que fuese ninguna experta en ello, pero era observadora y había estado rodeada de mucha falsedad, también de muchas ilusiones y alegría si, pero de sonrisas falsas y verdades a medias que escondían dolor y esfuerzo conocía un poco. Tal vez no en un ambiente tan tétrico como el de esa ciudad, pero algo era algo.

- ¿Loca? Pfff…amiga, te sorprenderías saber cuántos necesitan una terapia intensiva con un psicólogo en este torreón. Y a muchos ni siquiera por locura. - dijo Rua negando con la cabeza, antes de escuchar sus siguientes palabras, frunciendo un poco el ceño por lo que parecía tratar de explicar. Y si, por loco que sonase, aunque le pareciera a arriesgado e imprudente, podía entenderlo también visto de ese modo. ¿Cuántas veces ella no había querido darle una patada en el culo a la ciudad? Probablemente más veces de las que podía contar siquiera.

-¿Darle un poco de su merecido a este infierno donde nos trajeron? Eso puedo entenderlo también. - dijo pensativa jugueteando con uno de los largos mechones de su pelo, cruzando las piernas y apoyando su codo sobre su rodilla- Joder, cuantas veces no habré deseado estar sobria y no dejarme llevar por una cara bonita, cuando firme ese condenado contrato para venir aquí- añadió con hastió por algo que ya no podía cambiar, antes de mirar atentamente a Ulmara- O de querer darle tremenda patada a la ciudad, sus habitantes y a su maldito ecosistema monstruoso. Rageo muy poco en voz alta en comparación a lo que vomito por dentro, créeme. - afirmo Rua con un bufido de impaciencia y cansancio, antes de encogerse de hombros- Así que no, no pienso que estés loca…pienso que estas hasta los mismísimos ovarios de toda esta mierda. Cosa que comparto, aunque con más sentido de auto preservación. – indico Rua mirándola con atención, si algo tenía en claro tras tantos meses de convivencia con tan dispar grupo de gente, es que no se podía cambiar porque si la forma de proceder de la gente. Lo que para unos era de puro sentido común, para otros no lo era. Si ya en tierra entre puros humanos podía haber choques, a veces súper estúpidos, entre diferentes mundos ya era un festival. Lo había aprendido por las malas a base de tener inicialmente malos roces sobre todo con Nery’s.

- No creo que sirva de nada que te diga “no vuelvas a hacerlo” ¿Me equivoco? - pregunto Rua mirándola con algo de entretención carente de alegría real, era más bien algo en lo que estaba convencida, más de uno aprecia haberla regañado ya, sin éxito- Y si vas a decirme el “no lo haré más” para dejarme tranquila y que deje el sermon cuando no lo piensas, mejor ahórrate el mentirme; y a mí, el hacer que me lo creo. - añadió Rua astutamente, observando el amuleto que ya le había colocado minutos atrás- Pero si deberías tener más cuidado, ser más precavida, atacar si eso quieres con mas prudencia. Dale patadas en la cara a la ciudad si quieres, y suéltales un ‘me cago en tu perra vida’ de mi parte, pero no lo hagas perdiendo partes en el camino. Hago magia, no milagros. – añadió el énfasis de aquello, tal vez la magia en si podía catalogarse de milagro peor hasta ella sabía que tenía sus limitaciones-  No regenero miembros, creo y no se si quiero comprobarlo, tampoco puedo devolverle la vida a la gente…y me gustaría que llegaras a esa luna de mierda con nosotros, siendo aún una cercana. - añadió con énfasis en lo último aludiendo con eso a la propia cultura de la cercanía. Ulmara sería una cercana mientras viviera y quería que lo siguiera siendo.

Saber que todos estaban mal era extrañamente alentador, le hacía sentir menos sola e incomprensible. También le gustaba compartir ese impulso de devolver la balanza a su sitio con Rua, y que le dijera que no estaba loca, solo harta. La línea entre la locura y la cordura en la Cercanía era más fina que en otros sitios, así que todavía le quedaba la duda, pero sí sintió algo de alivio.

—A ver, sí, te estaría mintiendo —se rio, no tenía sentido convencerla de lo contrario—. Pero sí puedo prometer que no haré nada que sea extremadamente mortal —hablaba de broma, pero lo decía en serio. Al final no quería morirse, no le plantaba cara a nada que tuviese pintas de poder matarla y seguiría haciéndolo de esa manera, con ese pequeño cuidado. Más o menos.

Ulmara sonrió cuando la humana le habló en términos de su propio mundo y le pidió que se mantuviera cercana.

—No te preocupes, que si pierdo un pie no te pediré que me lo pegues, ni me enfadaré si no puedes —le dijo, antes de ponerse seria—. Te prometo que llegaré a ver la Luna viva y coleando, y espero que tú también lo hagas. Ni se te ocurra morirte mañana por una tontería, ¿eh? Y menos después de cantarme las cuarenta de esta manera —volvió a reírse.

Había tenido una conversación parecida con Iemai y ahora entendía que fue totalmente falsa por su parte. Esperaba llevar razón esta vez.

Vio como la expresión de Ulmara parecía relajarse un poco conforme charlaban, no sabía si aquello le servía de algo realmente, pero parecía un poco menos tensa e incómoda que al inicio de la charla, así que suponía era algo positivo, por lo que le devolvió la sonrisa, cuando esta le dio la razón con la verdad por delante sin medias tintas.

- Si esa broma tiene su punto de verdad, la compro entonces. Me vale con eso. - respondió Rua con algo de entretención pese a todo ante sus palabras, a esas alturas se tomaba la cosa con una mezcla de humor y seriedad. Era eso o estar como alma en pena todo el día o con el ceño fruncido, provocándose arrugas. Era una estupidez y era absurdo preocuparse por algo como eso, pero a Rua le valía como un motivo para no estar de rancia, o de haber chupado un limón, 24/7 y con eso era suficiente.

- Como poder, creo que podría con el moldeo…si es que puede usarse así, pero probablemente te haga antes una obra artística inútil que una extremidad utilizable. Estarías divina eso si, gangrenada, pero divina. - negó Rua con un humor un tanto cínico y negro que era lo que les quedaba a esas alturas. Mas al ver que se ponía seria, Rua le devolvió la mirada con seriedad ante de sonreír ligeramente ante su advertencia final, se rio ligeramente ante aquello.

- Hazlo, sobrevivie, que yo también lo hare, no os vais a librar tan fácilmente de mi a estas alturas. Tengo mucho de lo que quejarme aún. – añadió con un gesto pomposos y claramente exagerando encogiéndose de hombros con una sonrisa- Siéntete libre de cantarme las cuarenta cuando quieras, una discusión coherente de vez en cuando no es algo a lo que voy a negarme. – aseguro Rua.

Ulmara asintió, reconfirmando que aquella broma sí tenía algo de verdad, y luego se rio a carcajadas, con cierta culpa, cuando Rua le habló del brazo falso. Kahlo estaba pasando justo por ese problema y ya convivían con Keskit, que era manca, pero la idea de un brazo malamente moldeado, incluso con arcilla, piedra o madera le hizo demasiada gracia.

—Le daría tanta pena a los monstruos de la ciudad que no volverían a atacarme —añadió.

Luego se puso un poco más seria.

—Tendré que sobrevivir para que tengamos la dosis de bronca recomendada entonces, me parece un trato justo.—Se llevó una mano a las plumas de la cabeza y se las peinó, luego cogió aire para volver a hablar—. Oye, Rua... Muchas gracias.

Ulmara se repetía a sí misma que prefería no molestarles y que la dejaran salir a solas, pero en el fondo agradecía que se preocuparan por ella, aunque no siempre lo supiera demostrar. En este instante se estaba esforzando por dejarlo claro.