El pupilo termina su aprendizaje.

Kolja y Adam estaban entrenando, como prácticamente todas las mañanas. Ya habían terminado la carrera y las poses, y estaban enzarzados en una pelea de entrenamiento. El rusky llevaba su acostumbrado escudo y una espada corta, mientras que el alemán peleaba con dos espadas cortas. No era precisamente su punto fuerte, ya que requerían de bastante velocidad y agilidad, mientras que el vikingo era más de fuerza y resistencia, pero creía que era lo más adecuado para entrenar a Adam, considerando todos los monstruos con garras que se iban encontrando por aquella ciudad de locura.

Estaban enfrascados en la lucha cuando Kolja lanzó un tajo desde arriba con su mano izquierda. Había puesto más fuerza en aquel golpe, dando por hecho que su pupilo lo pararía con el escudo. Quería que Adam se acostumbrase a encajar golpes fuertes con ese brazo, para fortalecerlo y que no soltase el escudo ante un ataque fuerte. Sin embargo, cuando la espada hizo contacto con el escudo no chocó contra la madera, sino que el rusky lo había subido lo suficiente como para que el golpe fuese directo contra el refuerzo de metal del centro. El golpe de metal contra metal le subió a Kolja por todo el brazo, haciéndole templar los músculos y antes de que se diese cuenta, su espada ya se le había escapado de la mano.

Medio segundo se quedó el alemán mirando su dolorida palma, intentando comprender que había pasado. Sin embargo, Adam no quiso darle ni un respiro y cambio de su posición defensiva a un ataque más directo en el tiempo que su maestro estaba despistado. Este cambió rápidamente a la defensiva, pero sabía que con solo una espada corta era cuestión de tiempo que sucumbiese ante el ataque de su pupilo. Hizo lo mejor que pudo, agarrando el borde del escudo del rusky para intentar crear un hueco por donde penetrar sus defensas, pero el agarre del pupilo era demasiado fuerte y siempre que lo intentaba lo empujaba con el escudo, forzando a Kolja a soltar su agarre.

Como había anticipado, Adam no tardó en desestabilizarle y hacer el contacto que marcaba el final de la pelea. Kolja soltó la espada, respirando como un toro enfurecido. Su pupilo debía de estar igual de cansado, la pelea había durado bastante más de lo que solía. Kolja miró al rusky fijamente desde detrás de su casco... y soltó una carcajada. Con una fuerte palmada en el hombro le invitó a sentarse, mientras iba a por agua del pozo para que se refrescaran.

-Ahhhh- dijo, después de un largo sorbo.- Ha sido una buena pelea, hacía mucho tiempo que no tenía que esforzarme tanto- manifestó, mientras le pasaba el cubo y el vaso al rusky.

-¿Dime, ha sido casualidad o has levantado tanto el escudo para que mi espada chocase contra el refuerzo de metal del centro?- le preguntó, después de que hubiese bebido.

Aquella mañana Adam, como la gran mayoría de días, estuvo empezando la rutina de entrenamiento con Kolja. Tras terminar la fase inicial del entrenamiento ambos se enfrentaron para practicar como ya venia siendo costumbre.

Desde aquel fatídico día en que dudó frente a su maestro, antes del enfrentamiento se lo recordaba una y otra vez: nada de vacilar ni dudar frente al que le está haciendo el favor de formarlo en el combate. La lucha dio comienzo, empleando el ruso todo su ser en ella cuando se percató de un tajo venidero de Kolja. Empleó una buena postura y, con fuerza y decisión, levantó el escudo para parar la espada pero no se percató de que lo levantó algo más de lo normal.

Fue un golpe de suerte. Adam pudo no entender que pasaba pero algo estaba claro, era una oportunidad única. Gritando dentro de sí y apretando los dientes decidió atacar sin pensarlo dos veces, aprovechando el momento. Kolja no se dio por vencido, agarrando el escudo para enfrentar al ruso pero toda la fuerza que este último ganó gracias a quien estuvo enfrentando la concentró en no soltarlo y acto seguido empujarlo contra Kolja.

Lo consiguió al fin: una victoria contra su maestro. Jadeando mucho se echó hacia atrás los pelos sueltos de su pelo recogido y bajó la espada. No tuvo fuerzas para reír pero un gesto sonriente y sorpresivo adornó el rostro sudado de Adam.

Cuando Kolja fue a por agua se sentó, apretando los puños por lo que sentía. Nunca en su vida se sintió tan orgulloso de sí mismo por conseguir algo. ¿Para qué quería magia teniendo ese fuerte sentimiento de vigor tan embriagador? Por respeto a su maestro decidió calmarse o, al menos, a vista suya.

Bebió agua a puro buche, dejando caer de sus comisuras mojando un poco su ropa en el proceso.

—Yo lo he dado todo… y ha sido genial —confesó opinando sobre la pelea, aun exhausto por ella.

Levantó las cejas sorprendido por lo que Kolja preguntó, comprendiendo el por qué de aquella apertura.

—Así que fue eso. No, lo hice sin darme cuenta pero igualmente aproveché aquella oportunidad —bebió de nuevo tomando una pausa—. Supongo que tuve la suerte de mi parte —tras decir eso se rio un poco, no ocultando su buen estado de ánimo.

-Bueno, aunque haya sido un golpe de suerte has reaccionado muy rápido, lo has hecho bien- le cumplimentó. Le alegraba ver a su pupilo de bueno humor, y la verdad es que se lo merecía, lo había hecho muy bien.

Durante unos segundos Kolja tan solo se quedó ahí sentado, recuperando el aliento y disfrutando del fresco de la noche, que el sol de Rocavarancolia todavía no había podido erradicar.

-Creo que podemos dar por terminado tu periodo de entrenamiento- dijo, mirando al cielo, viendo pasar a uno de los dragones que cada vez más a menudo surcaban el cielo, ojala ser capaz de volar de aquella forma, o ver de cerca a esas majestuosas bestias. -No estoy seguro de poder enseñarte mucho más ya.

Antes de que su pupilo se asustase ante la perspectiva de terminar los entrenamientos volvió a hablar.

-A partir de ahora será más perfeccionar lo que te he enseñado que aprender cosas nuevas. Seguiremos entrenando, por supuesto, pero haremos más peleas de entrenamiento y menos poses y entrenamientos de movimientos específicos, ahora tienes que perfeccionar el usarlos en una pelea y como ir uniéndolos según se desarrolla el combate- le contó.

Ante el cumplido Adam sonrió aun más, riendo un poco.

—Gracias Kolja —agradeció mientras procedía a soltar su pelo, no estando muy acostumbrado a la sensación de tensión en su cabeza. Las caricias de su cabello en su nuca le resultaban ciertamente agradables.

—Wow… ¿Seguro? —respondió a la finalización de su entrenamiento sin saber muy bien que decir hasta que Kolja dijo que de ahora en adelante harán practicas de combate con mayor frecuencia.

Teniendo un ligero golpe de la realidad miró su vaso ensanchando sus comisuras. Su mirada pasó a su escudo y de su escudo… a la espada.

—Kolja, sé que te dije de no contenerme y todo eso pero quiero preguntarte algo —tomó una breve pausa antes de hablar a su maestro tornando su semblante a uno más serio de lo normal—. Cuando sea necesario que haga uso de todo lo que me has enseñado, ¿podré hacerlo?

Su mirada no era tanto de preocupación sino de duda. Quería proteger a todos pero tenía ese miedo de echarse atrás a la hora de la verdad. Ya no le afectaba demasiado la espada pero temía dudar como dudó al principio con Kolja, al fin y al cabo sobreentendió que estando en mitad de un combate real no sería para nada lo mismo a un entrenamiento. Ya no sabía si era por cobardía o sus propios fantasmas invadiéndolo de nuevo.

Kolja miró a su pupilo mientras este expresaba sus dudas. Este había sido un tema desde el principio con el ruso. Y la verdad es que el alemán no podía asegurarle nada. No tenía ni idea de si sería capaz de mantener el terreno y pelear, o si tendría flashbacks de su pasado y se quedaría quieto como una estatua, o si saldría corriendo, sobrepasado por la idea. Pero lo correcto era darle ánimos, asegurarle que sería capaz de hacer lo que tenía que hacerse. No podía dejar entrever las dudas que tenía en su pupilo, eso solo le haría daño.

-Estoy seguro de que cuando llegue el momento de poner en practica lo que te enseñado, en una situación real, harás lo que debas- le dijo, con confianza.- Es el propósito que te has impuesto, defender a los que te rodean, sin duda, cuando lleguemos a ese punto, no dudaras, entonces sabrás que has elegido correctamente- le aseguró, poniendo la mano en el hombro y apretando un poco, dándole los ánimos que creía que el rusky necesitaba.

-¿Me ayudas a preparar esto para el entrenamiento de tiro con arco con Lethe? Si quieres seguimos charlando, pero dame un momento para asearme un poco, ya sabes como es con los "mamiferos"- dijo, utilizando el apelativo que les había puesto la chica pájaro.- Mejor no darle razones para que también se queje de lo mal que olemos- bromeó, con una sonrisa.

El ruso sintió que ya era algo pesado recordando a su maestro en reiteradas ocasiones su yo pasado. Asintió conservando algo de ese buen ánimo que tuvo al ganar la pelea, admitiendo que llevaba mucha razón en todo lo que decía. Adam nunca sabrá si lo hará bien o no cuando tenga que enfrentar un peligro de verdad, pero lo hará por el bien de proteger a estas nuevas personas que lo aceptaron, aquellos que consideraba unos verdaderos amigos.

El apretón de Kolja a su hombro lo sintió muy raro, no sabía el por qué de ese rechazo a que el alemán tocase su hombro poniéndose un tanto incomodo hasta que lo soltó.

—Claro, lo que haga falta —se ofreció a ayudar a la mujer pájaro—. Y creo que yo voy a aprovechar también, no quiero que me mate por ello —dijo continuando un poco la broma pero conservando el cierto respeto que tiene hacia Lethe.

Esperó a que Kolja terminase para asearse también, suele desprender un olor particularmente fuerte cuando hace actividades que le hagan sudar mucho. Procuró no tardar mucho para ayudar a Kolja con su labor. Una vez estando fuera se puso manos a la obra y, aprovechando que no estaba cerca, quiso hablar con Kolja de una cosa.

—La verdad… es que Lethe me da algo de miedo —confesó—. Pero no miedo, miedo. Es más respeto que miedo. Cuando me cruzo con ella es como si me cruzase con un militar o un policía, no puedo evitar sudar a mares —eso último lo dijo soltando una pequeña risa mientras colocaba una de las dianas—. Pero eso no quita que me caiga bien, la veo como una persona muy responsable y confío mucho en ella aunque sea algo seria.

Después de un rato terminó de poner todo en su sitio, teniéndolo todo a punto para el entrenamiento de tiro con arco.

—¿Así está bien?

Kolja se aseó ahí mismo en el pozo, a pesar de que el agua estaba tan fría que le hizo chirriar los dientes. Mientras Adam se quitaba también un poco el sudor de encima, él fue recogiendo y colocando las dianas a diferentes distancias, siempre con cuidado de no poner alguna demasiado cerca del huerto de Chromsa. Con la ayuda de Adam quedó solucionado bastante rápido.

-Es juzgona y cortarollos, pero tienes razón en que no es del todo mala gente- contestó a su pupilo- Pero vamos, creo que está suficientemente ocupada en poner los ojos en blanco cada vez que abro la boca para criticarte demasiado, no te rayes- añadió.

-Si, así esta bien-dijo.- Gracias por la ayuda, te veo en la comida entonces.

—Si, claro. No hay de qué

Tras responder a los agradecimientos de Kolja, Adam se metió dentro del torreón haciéndose de nuevo el moño para dejarlo un poco más presentable. Ya mismo iban a comer así que se sentó cerca de la cocina para descansar un rato.

—<<¿He aprendido tanto en todo este tiempo? Pues sí que enseña bien>> —pensó el ruso, mirando su mano derecha la cual tiene unos ligeros callos formados debajo de sus dedos. No sabía si podía poner en practica sus conocimientos pero estuvo claro que ha trabajado mucho durante todos estos meses.