Embajada de Libo

Mánia no iba a negarle a su invitado su independencia. Como andrógino era difícil hacer cosas por uno mismo, siempre había una corte de sirvientes detrás para hacerlo por ti, quisieras o no. Después de pensar si quería unirse o no a Ilol respondió:

-Ya me bañé esta mañana, pero puedo hacerte compañía igualmente.

Se quitó los zapatos y las medias y guió al pequeño andrógino hasta el baño. El vapor no se había dispersado del todo y le daba un aire íntimo y místico a la habitación. La bañera estaba encajada en la pared y podía ocultarse tras un par de cortinas de gasa. La espuma casi rebosaba y todo olía a lavanda y esencias aromáticas. El suelo ajedrezado estaba moderadamente cálido gracias a una pequeña estufa mágica situada en una esquina de la habitación. Había una silla ya dispuesta junto a la bañera pero estaba ocupada por un juego de toallas pulcramente dobladas, así que Mánia se trajo el banquito del tocador para poder sentarse. Recogió los pies descalzos sobre el banquito y apoyó la cabeza en las rodillas para mirar a Ilol.

-Pensé que querrías un baño de espuma. Casi todos los productos que tengo son de Libo pero tengo alguno frivy también, como una loción corporal con purpurina. ¡Esa gente le echa purpurina a todo!

Los ojos de Ilol brillaron cuando vio la bañera rebosante de espuma. El andrógino amaba la hora del baño desde pequeño ya que era común para él compartir ese momento con Karime, ya que ella lo aborrecía y lo limitaba a un acto rápido, práctico y nada recreativo, pero si era su hermanito quien le pedía que le acompañara podían pasar ahí horas los dos jugando. En sus primeros días en el palacio de la Reina Madre, Ilol se había encontrado muy incómodo con la idea de que otra persona que no fuera Karime le ayudara a bañarse y precisamente por eso había encontrado cierto gusto y placer en hacerlo él mismo.

-Sí, gracias, amo los baños de espuma -agradeció Ilol mientras se desvestía dejando sus prendas en el respaldo de la silla donde estaban las toallas-. ¿En serio? Pues no me importaría probarla. La purpurina es fascinante. Es como estar cubierto de millones de fragmentos minúsculos de oro o piedras brillantes. Es increíble.

Ilol comenzó a meterse lentamente en la bañera, apreciando el cambio de temperatura de su piel al contacto con el agua y suspirando de placer cuando estuvo completamente dentro, recostando la cabeza sobre el borde de la bañera. La espuma, el agua y el aroma lograron relajarlo al instante e Ilol no pudo evitar cerrar los ojos para regodearse durante unos minutos en ese placer.

-Tu bañera es una maravilla -suspiró feliz. Luego, abrió los ojos y se movió hasta apoyar la barbilla en el borde de la bañera para poder mirar directamente a Mánia-. Entonces, cuéntame. ¿Qué tal? ¿Qué has estado haciendo desde la última vez que te vi?

Mánia sonrió.

-Sí que lo es -dijo.

Ella no era especial fan de la purpurina, salvo cuando era muy sutil o en detalles concretos como la sombra de ojos. La de la loción a la que se había referido era tan delicada que se fundía perfectamente en el tono de la piel y sólo era visible cuando le daba la luz. A Mánia le había fascinado que no hubiera magia en su preparación.

Bajó una pierna y se quedó con la cabeza apoyada en la rodilla restante, ligeramente ladeada. Observó a Ilol hundirse en el agua y luego acercarse. Era increíble lo mucho que cambiaba sin el maquillaje. Quiso tomarse unos instantes para responder a su pregunta, habían pasado muchas cosas.

-He estado… recuperándome, supongo. Ocurrió una desgracia en la ciudad, una conspiración que nos afectó a todos los ciudadanos. No sé si tu hermana te ha hablado de ello, seguramente no querría preocuparte -dijo. Las cosas que ocultaba a Ilol eran más por protegerle y en consideración a su edad que porque temiera que se fuera de la lengua en la corte. Confiaba en él, de hecho posiblemente era de las pocas personas en las que confiaba. -Pero antes de eso fui a buscar a mi hermano a Libo. Está aquí, en la ciudad. Tiene trabajo y todo.

Era curioso, pero Mánia se sentía más nerviosa hablando de Maher que de la desgracia que sufrieron con la Torre de los Sueños.

Ilol se removió en la bañera regocijándose en el placer que los aceites y la espuma le brindaban. Aunque cuando Mánia comenzó a hablarle de la desgracia, paró para darle toda su atención.

-A mi hermana le gusta pensar que es capaz de ocultarme cuando está tensa o algo le ha afectado especialmente. Sé que no quiere preocuparme y solo pretende protegerme, pero Ka es un libro abierto para mi -explicó Ilol apoyándose de nuevo en el borde de la bañera-. En sus visitas y cartas suele hablarme de sus amigos y cuando empezó a dejar de hablarme de su amiga Ariv tuve que preguntar y me contó que había fallecido, aunque no me dio más detalles. Sospechaba que estaba pasando algo y pareció lo suficientemente serio. Le pregunté varias veces al respecto, pero se comportó de forma bastante evasiva hasta que pasó todo. Sé que cuando me lo contó no entró en detalles, pero no quise hacerle sufrir más indagando demasiado. Tampoco lo haré contigo si no quieres contarme. Quiero decir, soy un oído dispuesto si lo necesitas, pero no tienes por qué contarme nada si no quieres porque tampoco quiero que te haga daño recordarlo.

Ilol se sumergió un poco más en la bañera ocultando la mitad de su rostro bajo el agua, algo cohibido al pensar que había divagado sobre un tema serio y que podía haber molestado a su anfitriona.

-¡Oh! ¡Eso es genial! ¿Puedo conocerlo? -preguntó incorporándose de golpe en la bañera-. Me encantaría preguntarle sobre su experiencia y su opinión de la ciudad. No conozco a nadie que viva en la ciudad y no haya pasado por una cosecha. Aunque en realidad no conozco a mucha gente -añadió con una sonrisa tímida-. Oh, por los grandes felinos, le envidio tanto.

Mánia sintió una extraña complicidad con Karime al saber que ambas habían tomado la misma decisión en cuanto a hablarle a Ilol de la torre, pero el pequeño la sorprendió demostrando su madurez como ya había hecho en otras ocasiones. Rió por lo bajo.

-Gracias. Lo hablé todo con Maher y Vlad en su momento y creo que ahora estoy bien -dijo, y acarició el pelo mojado de Ilol. Tal vez había demostrado que podía saber qué ocurrió, aunque fuera de manera general - Murió mucha gente. Fue algo insólito, nos atacaron nuestras propias pesadillas, literalmente. Por suerte el Consejo actuó y lo hizo bastante bien, aunque creo que a todos nos hubiese gustado que lo hicieran un poquito antes -hizo una mueca. Siempre estaba bien una confirmación de que no estaba siendo gobernada por absolutos incompetentes, claro que no tenía tantos datos como para saberlo al cien por cien.

Su mueca pasó a una gran sonrisa cuando Ilol se mostró tan emocionado ante la idea de conocer a Maher.

-No es muy hablador -le advirtió -Pero dudo mucho que le niegue respuestas a un andrógino, y mucho menos a un amigo mío. Podríamos tenderle una emboscada para la hora del té.

Si invitaba a Maher a cualquier evento social sabía que le pondría la excusa del trabajo, así que tendría que engañarlo si quería que se presentase en el palacete.

Ilol sonrió al recibir la caricia de Mánia, encantado como siempre estaba con el contacto.

La explicación de Mánia fue muy similar a la que le había dado su hermana, pero a la andrógina se le notaba mucha menos frustración de la que había mostrado Ka, siempre dispuesta a responsabilizarse de aquello que se escapaba a su control a la hora de proteger a quienes amaba.

-¡Oh!- exclamó encantado por la sugerencia de Mánia respecto a su hermano-. Me encantaría. Quiero decir, no quiero imponerme a él. Si está ocupado o algo... No quiero molestarle. Pero puedes decirle que quiero conocerlo y si él también quiere conocerme y tiene tiempo un té sería maravilloso.

Ilol, que ya se sentía bastante limpio y relajado gracias al baño, no tendría ningún problema en terminarlo en cuanto Mánia le dijera aunque mientras tanto se quedaría disfrutando del agua calentita, las sales y los aromas.

-Si no le tendiese emboscadas no saldría nunca de casa, le viene bien que le de el aire de vez en cuando -dijo Mánia quitándole hierro al asunto. Era increíble que su hermano fuese incluso más antisocial que ella. -Si te parece bien voy a llamarle, tú puedes ir secándote o quedarte un rato más si te apetece, ¿vale? Vendré enseguida.

Le indicó donde estaban los aceites y las cremas hidratantes por si quería usar alguna antes de irse y fue descalza a su dormitorio, donde había dejado su dispositivo de comunicación. Había hecho uno nada más instalarse Maher en su propia casa y lo había amenazado con enviar a Vlad como mensajero si no respondía cuando le llamaba.

Se acercó el dispositivo, con forma de brazalete dorado, a la boca, y habló:

-Maher, he traído el libro que me pediste. Ven a recogerlo y de paso tomas el té conmigo.

Y le dió a enviar. Prefería dejarle mensajes cortos en lugar de empezar conversaciones porque siempre acababan en silencios incómodos. No tardó en recibir la respuesta de su hermano con la confirmación de que iría. Mánia sonrió. A veces le preocupaba ser demasiado mandona o demandante con Maher pero él no se quejaba nunca.

Regresó al dormitorio de Ilol para informarle y ver si necesitaba ayuda con la ropa o el maquillaje. La merienda debía estar casi lista.

Ilol asintió con una sonrisa a Mánia cuando se despidió para ir a llamar a su hermano y se quedó un rato más en la bañera disfrutando de relajarse antes de salir. El andrógino se envolvió con placer en las esponjosas toallas que la bruja tenía y luego se pasó un rato olisqueando los aceites y cremas que le había señalado su amiga antes de irse, dudando cuál elegir.

Cuando volvió a la habitación, Mánia ya estaba ahí preguntándole si necesitaba ayuda con la ropa o el maquillaje, a lo que él asintió efusivamente.

-¡Si, si! ¡Quiero que me ayudes a elegir algo bonito! -exclamó encantado comenzando a sacar de su equipaje toda la ropa de otros mundos que había traído-. Quiero algo adecuado para una merienda informal, pero llamativo. Y quiero que vaya acorde a la moda del mundo de procedencia de la prenda. Quiero decir, tengo entendido que en la Tierra el oro no es tan exclusivo y que las plumas en Sinhdro son un accesorio muy común y también que hay sitios donde mostrar los pechos es de mal gusto o incluso está ¿prohibido? -terminó preguntando, ya que la idea le sonaba tan loca que posiblemente en realidad se tratara de una broma de Karime más que de una realidad-. Lo que quiero al final es que si me voy a vestir de otro mundo quiero hacerlo bien.

Ilol había ido extendiendo las prendas sobre la cama, dejando los accesorios en la zona de las almohadas y los zapatos a los pies. En realidad, no había deshecho todo su equipaje, sino únicamente lo que él consideraba que era adecuado para una merienda, algo intermedio, ya que también había traído prendas más elegantes y más informales, pero, dado que no conocía exactamente los criterios de otros mundos por mucho que a él le gustaría, posiblemente había prendas sobre la cama que entraban más en los dos últimos criterios y seguramente se había dejado alguna prenda más acorde a la situación todavía guardada.

-¿Qué opinas?

-No, en la Tierra cualquiera que se lo pueda permitir puede usar oro, aunque sigue siendo un metal asociado a las clases altas -respondió. Según tenía entendido, para los terrícolas el oro significaba lujo. -Y en todos esos mundos está mal visto mostrar los pechos en público. Bueno, en Frivowaldany solo los pezones.

Dio una vuelta alrededor de la exposición de prendas que había montado Ilol en un momento para inspeccionarlas con detenimiento. Era impresionante incluso para el vestuario de un andrógino. No le gustaba especialmente la moda frivy, los colores eran demasiado estridentes y la calidad de los tejidos era cuestionable en la mayoría de los casos, así que se vio atraída irremediablemente hacia la daeliciana. Era novedosa, pero entraba dentro de su zona de confort. Igual su concepto de ‘informal’ seguía estando ligado al protocolo y a su educación, así que al final sugirió un pantalón corto de cuero y una blusa traslúcida de color menta abotonada hasta el cuello y con volantes en las mangas. Le añadió un arnés para que fuera menos clásico (o más, según el punto de vista) y eligió unos zapatos negros de ante con lazos de raso y un poco de tacón.

-Creo que irá bien con unas medias lisas -dijo -Si no has traído liguero te puedo dejar uno. Lo que no sé si puedo hacerte un maquillaje muy daeliciano, solo tengo sombras oscuras…

Ilol dio saltitos emocionado mientras Mánia seleccionaba prendas para él. Le emocionaba la idea de poder llevar esa ropa tan exótica de la manera adecuada y confiaba plenamente en el criterio de la bruja. El andrógino, impaciente, fue colocándose las prendas a medida de que su amiga las iba nombrando por lo que se tuvo que volver a quitar los zapatos cuando Mánia sugirió las medias.

-No te preocupes, tengo liguero y maquillaje en tonos claros -tranquilizó Ilol-. Karime me regaló dos paletas de tonos pastel como una broma porque yo nunca me he querido mover de los oscuros o brillantes, pero la cosa es que al final me han terminado gustando un poco y sobre todo si van a combinar con ropa en los mismos tonos.

Rápidamente, Ilol sacó las susodichas paletas de su maletín de maquillaje y se los ofreció a Mánia aún con las medias en una mano y el liguero en la otra.

-¡Perfecto entonces!

En Libo era prácticamente imposible encontrar tonos pastel. La moda más colorida se encontraba en los pueblos costeros pero ellos usaban colores vivos inspirados en la fauna y flora local, nada tan suave como lo habitual en Daelicia.

Ayudó a Ilol a maquillarse. No hizo nada muy excesivo, solo un degradado en los párpados con el tono de la blusa, algo de rimel y gloss en los labios. Le puso algo de iluminador en los pómulos que le dio cierto aire de hada. Era realmente extraño y muy alejado de cómo solía ver a Ilol, sin embargo le quedaba bien.

-Estoy deseando que te vea tu hermana -dijo con una sonrisa. De pronto, se le ocurrió algo: -Voy a ir a cambiarme yo también. ¡No vas a ser el único que lleve ropa de otros mundos!

En cuanto Ilol estuvo listo lo tomó de las manos y se lo llevó a su habitación para que le hiciera compañía mientras se vestía. Se puso un vestido sencillo negro con falda de vuelo y cuello blanco de bebé. Las mangas eran largas y de tela negra transparente. Había sido un regalo de Vlad, traído de la Tierra. Lo acompañó con un arnés de vinilo y medias y zapatos negros muy similares a los que llevaba el andrógino y una diadema de púas. No quiso probar el maquillaje pastel si no que se quedó con simple rimel y labial negro mate.

Vlad llamó a la puerta cuando terminaba de maquillarse.

-Mi señora, el té está listo, y su hermano la espera en la biblioteca.

-Ahora bajamos -respondió Mánia. Antes de salir le puso a Ilol una corona de flores de tela. Eran rosas negras.

La cara de desconcierto de Maher al verlos llegar fue divertida. Luego pasó a una mirada de reproche hacia Mánia que fue aún más divertida, antes de inclinarse en una reverencia hacia Ilol.

-Es un honor estar en su presendia, deidad.

-No seas ridículo, Maher, Ilol está aquí como mi invitado igual que tú. Levántate, estamos entre iguales.

Maher no parecía muy convencido con eso de estar entre iguales, pero se incorporó de todas formas. Se presentó, todavía incapaz de mirar a Ilol a los ojos y visiblemente incómodo.

-No os entretendré mucho, en cuanto tenga mi libro me iré.

-Lo del libro era una excusa para que vinieras. Vas a tomar el té con nosotros -sentenció Mánia.

-¿Qué? ¡No! ¡No puedes… !

Maher se debatía entre expresar su desacuerdo con que su hermana pequeña lo mangoneara y llevarle la contraria no a una, si no a dos andróginos. Al final se rindió, pues sabía lo imposible que se ponía su hermana cuando quería algo. Además, no era más que un andrógino joven, que dentro de sus estándares eran los menos problemáticos de la clase alta. Y parecía agradable.

Al final cedió incluso a vestirse con ropa de otros mundos vinculados para no desentonar en la merienda. Mánia estaba harta de que su hermano vistiera siempre como un pordiosero así que le había comprado ropa en contra de su voluntad. Le puso unos pantalones negros lisos varmanos con sus tirantes y una camiseta negra de algodón de la Tierra que había desentonado un poco de no ser por las botas militares. Le cambió el maquillaje a un eyeliner negro básico pero le dejó quedarse su gargantilla de cuero y sus pulseras. Pronto estuvieron los tres sentados en el solarium con un servicio de té completo frente a ellos. Las berlinesas eran imprescindibles, los dulces favoritos de Mánia, pero también había canoli y cosas saladas como sandwiches. El té era syv sinhadre.

-¿Estás contenta ahora? -gruñó Maher.

-Mucho -respondió Mánia. Y le dio un bocado a una berlinesa. -Me encanta rodearme de gente a la que quiero. Y aunque no te guste estás entre esas personas.

Ilol recibió encantado la ayuda de Mánia feliz como siempre de compartir este tipo de cosas con una amiga. Aunque se esperaba el cambio, no pudo evitar sorprenderse cuando vio su imagen en el espejo asombrado por lo diferente que se veía pero contento con la novedad.

-¡Se va a sorprender muchísimo! -exclamó encantado el andrógino pensando en lo asombrada que quedará su hermana cuando lo vea.

Ilol revoloteó fascinado por el armario de Mánia mientras esta se vestía, aplaudiendo efusivamente su elección. El vestuario de Ilol como andrógino de la Reina Madre era muy extenso y más aún desde que su hermana le traía ropa de otros mundos, pero eso no quería decir que no se viera encantado cuando veía los armarios de otras personas, halagando los diseños y colores.

Con una amplia sonrisa por la corona de flores que le había puesto Mánia, Ilol saludó con alegría al hermano de su amiga sin notar la incomodidad de este, contento de no tener que limitarse a los protocolos de palacio. Aunque le emocionaba mucho conocer a un libense sin transformar como él viviendo en Rocavarancolia, el andrógino contuvo su entusiasmo hasta que los hermanos terminaron de hablar y de cambiarle la ropa a Maher, no queriendo interrumpirlos.

Distraído por el té, los dulces y los sandwiches de otros mundos, Ilol se debatió durante unos instantes por qué aperitivo debería elegir primero para acompañar a su té, antes de saltar a las preguntas entusiastas.

-¡Tenía muchas ganas de conocerte, Maher! Mánia me ha hablado de ti y he de confesar que te tengo mucha envidia. ¿Cómo es vivir entre los milagros y los portentos? ¿Es tan fascinante como parece desde fuera? ¿Has visrto mucha magia? ¿Y muchas transformaciones? ¿Es verdad que hay lagartos enormes que vuelan? ¿¡Es verdad que hay una casa hecha de chocolate!?

Maher se encogió en el sitio cuando Ilol se dirigió a él. Miró a Mánia como pidiendo ayuda, pero esta estaba muy concentrada disfrutando de sus berlinesas y no parecía tener ninguna intención de responder por él, así que el libense tuvo que buscar otra cosa en la que fijar la mirada mientras hablaba.

-Bueno… no salgo mucho del taller así que no se puede decir que haya visto muchos milagros -Notó la mirada acusadora de su hermana que le decía: ‘’No sales porque no quieres’’ -Mi aprendiz puede hacer magia así que la veo a diario, y también a veces cuando vengo a visitar a Mánia. Es bastante práctica, da un poco de envidia -reconoció. -Sí que hay lagartos gigantes, son monturas de uno de los cuerpos del ejército. A veces se pueden ver en el cielo haciendo maniobras, es bastante impresionante. Lo de la casa de chocolate no lo había oído nunca.

Levantó la vista, que había estado todo el tiempo fija en una servilleta para ver si Mánia confirmaba lo de la casa. Se había callado algunas cosas, como que la ciudad no era como se la habían vendido en Libo y que estaba bastante echa polvo y que tal vez podría resultar decepcionante. Aunque irónicamente que la cuidad estuviera echa polvo hacía que a Maher le gustase más, por alguna razón.

-Hay una casa hecha con dulces, pero es una casa trampa -respondió la bruja -Es increíble que tu hermana lograse superarla.

Ilol no necesitaba excusas para enorgullecerse de su hermana, pero eso no significaba que no pudiera darle más. Por supuesto no le iba a decir que su hermana podría haber sido descuartizada por esa misma casa y servida a los ciudadanos como almuerzo.

A Ilol la actitud de Maher se le antojó adorable, como solía pasarle con todos aquellos que se comportaban con reverencia hacia él debido a su estatus. El libense bebió sus palabras como si le estuviera hablando de increíbles hechizos, siempre dispuesto a admirar a aquellos que vivían en la ciudad.

-¡Me lo contó! -exclamó complacido Ilol cuando Mánia confirmó la historia de la casa de chocolate de su hermana-. Me dijo que Alder y ella habían cogido mucho dulce de las paredes para compartirlo con sus amigos un día que se habían perdido volviendo al torreón donde vivían. Me dijo que luego se enteró de que si hubieran probado algo del chocolate cerca de la casa se habrían quedado atrapadas, pero como desde el principio habían querido compartir con sus amigos no comieron nada hasta que llegaron junto al resto. Yo me lo habría comido todo -rió encantado por poder contar una de las historias de Karime, orgulloso como siempre de sus logros. Luego se volvió a girar hacia Maher-. Cuéntame más de la ciudad. ¿Cómo es ver la magia en vivo? A mi me encanta ver a Mánia hacer cosas o a mi hermana transformarse. ¿Qué hace tu aprendiz?

-Yo confieso que también me lo habría comido todo -dijo Mánia. De aquellas no era la persona más prudente del mundo. De hecho si echaba la vista atrás a veces se preguntaba cómo demonios había sobrevivido -Pero en mi defensa diré que la comida de los torreones era horrible.

Ignoró la mirada de curiosidad de su hermano. No le gustaba hablar de su criba y casi nunca lo hacía, ni siquiera con Vlad que había compartido Luna con ella.

A Maher las preguntas de Ilol volvieron a pillarle desprevenido.

-Pues… Es menos vistosa de lo que había imaginado, aunque a lo mejor es porque mi aprendiz solo usa hechizos de bajo nivel, ya sabes: levitar cosas, limpiar el serrín de forma instantánea… Tiene uno que mata todas las plagas de un mueble que suena a chisporroteo y huele a azufre pero nada más.

De pronto el libense se sentía un poco inepto. Estaba allí con dos andróginos en una ciudad mágica y lo más interesante de lo que podía hablar era un hechizo para matar carcoma.

Ilol rió encantado con la contestación de Mánia y su comentario sobre los torreones, fascinado como siempre con cualquier comentario o dato por pequeño que este fuera sobre las cribas.

-¿¡En serio!? -exclamó emocionado por la descripción de los hechizos que hizo Maher-. ¿Y qué más sabe hacer? ¿Además de magia tiene otras habilidades? ¿Cuál es su transformación? ¿Conoces a más transformados? ¿Cuál es la transformación más guay que has visto? ¿Has visto a la manada de lobos?

Aunque era bueno que el andrógino no se estuviese aburriendo con lo poco que tenía que ofrecer, Maher estaba un poco agobiado con tantas preguntas.

-Sé que tiene alguna habilidad que le permite encontrar antigüedades -respondió -Creo que su transformación se llamaba rapiña, pero no sé mucho sobre ella. Creo que le incomoda, aunque no entiendo por qué. Es como una hiena, hasta se ríe como una.

Arcan evitaba hablar de su tranformación y Maher evitaba hacer preguntas que no considerase necesarias. Conocía las habilidades que había usado en el trabajo y ya.

-Solo conocí a la mujer que me contrató para el proyecto en el que estoy trabajando ahora. Es la mujer más guapa que he visto en mi vida. Parece hechicera o algo. Tiene la piel oscura y el cabello le cambia de color cada vez que nos vemos. Pero… no he visto a nadie más.

Mánia decidió acudir en rescate de su hermano para evitar que se sintiese todavía peor.

-¿Y tú qué has estado haciendo estos días, Ilol? Últimamente solo paso por el palacio a buscarte. ¿Ha pasado algo interesante?