Las Dragoneras

Varsai estaba exultante. En el momento en que habían dicho que empezaba la reconstrucción de las dragoneras por poco dio saltos de alegría. Aquello significaba que estaban más cerca de tener dragones en la ciudad, y cuanto antes se terminasen las obras antes llegarían.

Se apuntó como voluntaria y entró al recinto con los demás. Preguntó a la hermana de dragones, con cierta admiración, donde podía ayudar y ella le señaló un grupo de tres que en ese momento movían piedras de un lado a otro.

En ese momento tenía la cola y las orejas transformadas así como los ojos, era esa la apariencia que solía mantener últimamente, le gustaba. Por el camino hacia el trío vio a Sura hablando con un neuvlm, de pelo azul corto, que la leoparda había visto ya varias veces por la Sede. Pensó en acercarse a saludar pero decidió que ya habría tiempo para aquello.

Llegó a su altura y los observó un poco por encima antes de hablar. Eran un varmano como ella que despedía cierto brillo azul, un asreniano y un draco de estínfalo.

Curiosamente conocía aquella transformación. Se había pasado mucho tiempo investigando sobre dragones, y aquello le había llevado a la palabra draco y buscando más información sobre esa palabra había encontrado la transformación. Sabía lo que hacía un draco pero si Rasqa podía quemar seres vivo... habría sido hipócrita por su parte no darle la oportunidad al otro chico.

"Hola chicos, ¿os echo una pata?" preguntó mentalmente acercándose más. "Me llamo Varsai, encantada" transmitió con una sonrisa antes de agarrar una piedra y desplazarla sin mucha dificultad.

A Noel no le hacía especial ilusión aquello, pero dado el interés que había mostrado Giz no puso ninguna pega. El goliat necesitaba distraer su cabeza lo máximo posible y, siendo claros, él también. Incluso el hecho de tener que volver a dedicarse a la reconstrucción de edificios parecía más atractivo que continuar los días dándole vueltas y más vuelta a lo que había sucedido. Para más inri, Wen había vuelto a Krabelin una vez más y no podía evitar pensar constantemente en lo poco que le gustaba. Sabía que era su trabajo y que tenía que ser así, pero si antes simplemente la echaba de menos, desde la muerte de Nasher tenía motivos, además, para preocuparse. Sí, sin duda tratar de centrarse en algo distinto a su rutina podía venirles bien. Así que allí estaba, indicándole su nombre a Garoni tras Gael y esperando a que les diesen indicaciones.

Tras una breve conversación con Cicatriz, a quién pidieron trabajar los tres juntos tras la recomendación de Gahna, se fueron al lugar que les habían señalado. La licántropo les había advertido, no obstante, de que no se soprendiesen si más adelante les asignaba tareas en lugares distintos y el draco resopló. “Es lo que hay, estáis aquí por voluntad propia y yo me encargo de gestionar esto” le había dicho la comandante de los ejércitos a su nada disimulado desaire. El sueco tan solo había asentido con cansancio.

Apenas llevaban un par de minutos moviendo piedras cuando Cicatriz asignó a otra persona más para trabajar junto a ellos. Una varmana que seguramente perteneciese a la cosecha más reciente, pues al draco no le sonaba su cara en absoluto y parecía bastante joven. Le sorprendió recibir un mensaje telepático, ya que la chica no parecía tener una transformación que impidiese el habla y el embotamiento por la falta de sueño no le hicieron elucubrar más allá. De hecho, y por reflejo, saludó inicialmente con un “hola” mental, aunque se corrigió enseguida.
—Igualmente, Varsai. Yo soy Noel. Supongo que Cicatriz ya te habrá explicado lo que estamos haciendo aquí —. La varmana lo demostró poniéndose manos a la obra de inmediato—. Veo que tienes bastante fuerza. ¿Licántropa, supongo?
Se había fijado bien por primera vez en su cola y orejas no varmanas, que tenían aspecto de poder tratarse de una transformación parcial, lo cual explicaría que aquella chica fuese bastante más fuerte de lo que parecía a simple vista.

Gael tampoco había dudado en apuntarse cuando Giz expresó su deseo de ir. Era cierto que tenían trabajo, pero también había cosas en las que no pensar, y tal vez hacer aquello fuese refrescante en cierto modo. Charlar, trabajar, y fantasear con ver los dragones de vuelta en la ciudad. Al menos estaba remunerado.

El fuego fatuo vistió para la ocasión el cadáver de un varmano musculoso que guardaba para cuando era necesario usar fuerza bruta. Así podía emplear algo más que la magia. El cuerpo estaba algo viejo, pero teniendo en cuenta que podía dañarse era mejor así.

No se dio cuenta de lo desafortunado que era que los asignasen a trabajar precisamente con una varmana real porque rara vez se acordaba de prestar atención a aquellas cosas. La chica hablaba telepáticamente a pesar de ser posiblemente licántropa, como sugerían sus modificaciones corporales o su fuerza, y le resultó extraño de entrada.
—Encantado, yo soy Koval —respondió él. Estaba deseando preguntarle por qué usaba telepatía, pero se detuvo a tiempo al darse cuenta de que no era una pregunta muy adecuada—. ¿Te transformaste en una de las últimas Lunas? Creo que nunca hemos coincidido —preguntó en cambio.

Los rumores sobre los dragones llevaban sonando desde pocos días después de que se abriera el portal a Ormivas. A Giz le daba igual la gloria de Rocavarancolia, mientras la ciudad se mantuviera estable en su miseria y él pudiera seguir viviendo de sus cosas, se apañaba. La presencia de los dragones en la ciudad era otra historia. Giz tenía un interés mágico (o científico) en ellos, pues sabía el gran filón que supondrían si se hacía con un buen muestrario; también había leído sobre los hibridos entre guerreros y dragones de otros mundos. Sin embargo, en ese momento, la presencia de Giz en las dragoneras no se debía a su interés por aquellas criaturas, sino a una ausencia de la que no lograba olvidarse. Antes de acudir a la llamada del consejo, Giz se aseguró de agradecer a sus compañeros que se apuntaran.

Cuando la varmana se acercó a saludar, el goliat apenas alzó la mano y anunció en voz alta su propio nombre:

—Giz.

Acto seguido, se obligó a sí mismo a charlar y se descubrió haciendo una pregunta que realmente le interesaba. Lo que no sabía era que, tal vez, podría ser de mal gusto.

—¿De qué especie eres licántropa? —Había asumido que la suposición de Noel era cierta.

Los tres de Serpentaria se dirigieron enseguida a Cicatriz para que les asignaran las tareas. A Heraldo no le importaba en absoluto la gloria del reino o las dragoneras, si bien le impresionaba que hubieran sido capaces no solo de doblegar, sino de hasta cierto punto dominar a tan poderosas bestias. Su objetivo no alcanzaba más allá de lo prosaico: ganarse un jornal que le permitiera empezar a desenvolverse por su cuenta. Los dioses recompensarían su esfuerzo.

Al ser el trío transformados capacitados principalmente para la magia, les asignaron a una sección que precisaba más de tal capacidad. Su primera tarea era simplemente retirar escombros, pero en tal cantidad que la magia les ahorraría bastante.

Los tres habían sido asignados a un equipo en el que no estaban solos, así que el sacerdote hizo lo apropiado nada más reunirse.

―Hemos sido asignados aquí para colaborar en la retirada de escombros ―dijo―. Mi nombre es Heraldo Rocuo, encantado.

"¡Dragones!" Era el pensamiento que se repetía en la mente de Evelhan Kaw mientras observaba todo lo que quedaba por hacerla reconstrucción de las dragoneras. Al niño no le importaba la gloria de la ciudad ni ninguna cosa de esas, a el le interesaba ver dragones como lo de los libros que leía cuando estaba en Daelicia, dragones vivos no convertidos en piedra, para variar. Por eso en cuanto supo que podría unirse a reconstrucción de las dragoneras Evelhan no dudo en apuntarse, sabia no se encontraría dragones aun pero no importaba el pensamiento le hacia ilusión, le emocionaba como si volviese a ser aquel crío de daelicia que soñaba con la magia y aventuras, ajeno a los peligros que existían detrás de estas.

Ademas llevaba tiempo sin sentirse de buen animo así que era un novedad, sin contar que también tenia labor por hacer en algún momento. No olvidaba por ningún motivo la charla que había tenido con Saria en la biblioteca aun tiempo atrás y la decisión tomada. <<Pero tiempo al tiempo, va a llevarnos mas de un día en reconstruir esto, esta hecho un asco >> pensó Evelhan cuando vio como Heraldo se presentaba ante el grupo con el que había sido asignados.

-Mi nombre es Evelhan Kaw, encantado también - se presento también el niño, mientras sobre su hombro, siendo prácticamente un catalizador mágico pues existía mas estirges de su bandada pululando por la montaña, Munin quien era quien le acompañaba en esta ocasión, graznaba con aburrimiento- Y el es Munin- dijo presentando como quien no quiere la cosa a la estirge que clavo sus ojitos oscuros en los presentes con una mezcla de aburrimiento y memorizando cada una de sus caras.

Varsai sonrió ante las presentaciones del resto y sus preguntas. No se molestó porque le preguntaran por su transformación, había gente que escondía sus poderes por miedo y paranoia, la varmana no era una de ellos. Estaba orgullosa de su transformación.

"Tanto gusto chicos" les transmitió sin dejar de trabajar. Si algo bueno tenía la telepatía era que no necesitabas mirar a una persona o estar cerca de ella para que te oyese alto y claro.

"Soy una licántropa de la última Luna, sí. Habéis acertado." Movió la cola rítmicamente haciendo una breves pausa para mirarlos mientras iba a por otra piedra. "Soy una especie de gran felino terrestre. El leopardo de las nieves. Tú si no me equivoco eres un draco de estínfalo ¿no?" le preguntó a Noel por cortesía. Luego miró al resto. "Con vosotros sin embargo estoy algo perdida." dejó la pregunta en el aire para que pudieran cambiar de tema si no querían contestar.

"Y decidme chicos, ¿también estáis aquí por ver dragones en la ciudad? Yo tengo muchas ganas de terminar ya las obras y poder ver uno de cerca".

Las suposiciones de los tres resultaron ser correctas y Noel asintió al fijarse bien en la cola de Varsai cuando esta mencionó de qué animal se trataba. Si no estuviera tan atontado por la falta de sueño sin duda su pregunta habría sido más específica, ya que era obvio que se trataba de la cola de un felino aunque no hubiese podido precisar cuál.
—Sí, estás en lo cierto... —respondió cuando le preguntó por su transformación.
No le extrañaba que no conociese las transformaciones de Gael y Giz, especialmente si llevaba tan poco tiempo en la ciudad, pero le sorprendía que sí conociese la suya. Sabía que uno muchas veces se encontraba información por casualidad sobre transformaciones al leer algunos libros sobre el tema, pero aún así la suya no era de las más comunes. Además, como siempre que alguien reconocía lo que era, se preguntaba si realmente se fiaría de alguien como él. Probablemente no, aunque a Noel había empezado cada vez a importarle menos aquello.

—Bueno, en parte —respondió a su última pregunta—. Hoy estamos aquí más bien porque pagan y por mantenernos ocupados —añadió con cierto sarcasmo—. Es decir, no es que no tenga ningún interés en los dragones, pero sin saber qué planes tiene el Consejo al respecto no puedo opinar si me gusta la idea o no. Aunque no niego que ver un dragón de verdad también me atrae.

Gael trató de recordar cómo era un leopardo de las nieves pero no le sonaba ese animal. Sería un leopardo blanco, probablemente, como sugería el pelaje de las partes que llevaba transformadas. Fue una sorpresa que la varmana, para ser transformada reciente, fuese capaz de decir una de las tres transformaciones de su grupo. No eran de las frecuentes, y que él supiera no había otros dracos en la actualidad, aunque siempre podía haber aparecido alguno recientemente que no hubiese llegado a sus oídos por cualquier motivo.

Decidió esperar a ver si el propio Noel quería preguntar de qué conocía su transformación, e intentó resumirle la suya a la chica cuando mostró interés.
—Yo soy un fuego fatuo, pero doy más el cante cuando muestro mi verdadera forma. Estoy en llamas —explicó, divertido—. Pero ahora no puedo presentarme como es debido, cargar peso con un cuerpo pluma no es mi fuerte y a lo mejor nos atizan si nos ven holgazaneando —bromeó. Tuvo que admitir que le incomodaba revelar que llevaba el cadáver de un compatriota de la chica, pero si a ella le iba a molestar ese hecho, era mejor que lo descubriese cuanto antes—. Lo que hago es… aprovechar cuerpos muertos, básicamente, poseerlos y convertirlos en mi cuerpo.

Como la respuesta sobre los dragones que había dado Noel aplicaba también para él mismo, se limitó a asentir. Trataba de leer el ambiente antes de volver a incorporarse a la conversación.

Giz asintió ante su respuesta, complacido con la información. Aquella especie se encontraba entre el catálogo de muestras que logró en sus visitas por zoológicos terrestres, pero jamás había llegado a utilizarla. El goliat no tenía mucho ánimo de hablar y habría permanecido en silencio con mucho gusto, escuchando a la vez que levitaba piedras.

Sin embargo, una de las preguntas que surgieron con la conversación acabó salpicándole y se vio obligado de nuevo a alzar la voz.

—Yo soy un goliat —abrió y cerró la gola—. Absorbo y rastreo magia.

En cuanto a los dragones, volvió a asentir, como Koval, al escuchar la respuesta de Noel. No tenía mucho más que añadir.