Primer sueño de Marsi

Una sola lágrima cayó por la mejilla de Marsi, tal vez empujada por un recuerdo amargo. Dejó lo que estaba haciendo y quedó arrodillada sobre la tierra, preguntándose qué pintaba allí y cómo había llegado a esa situación. No reconocía el lugar y aún así, algo en lo más profundo de su mente le decía que debía resultarle familiar, que estaba ligado a ella de alguna forma.

Miró a la rata voladora con extrañeza, pero no se sobresaltó demasiado. El ambiente le decía que eso era normal... de alguna forma. El nombre de Oriana hizo que se pusiese de pie de un salto. ¿Podría verla? Llevaba mucho tiempo sin oir su voz, sin sentir sus abrazos y la tranquilidad que le transmitía su personalidad despreocupada. Aceptó la hoz sin rechistar y se dirigió a la puerta como le habían dicho, pero se detuvo cuando la zona desconfiada de su mente despertó. Sus ánimos desaparecieron, la emoción se emborronó y dejó paso a la suspicacia. Por muchas alas de mariposa que le hubiesen puesto, seguía siendo la rata asesina.

-¿Qué pretendes que haga?

-No eres una rata madrina, eres un asesino psicópata y fanático- le espetó Marsi- ¿Cómo sé que no me estás mintiendo? No me fío de ti, y no pienso matar a nadie. Dime dónde está Oriana.

Marsi había despertado de su anestesia onírica, y apuntaba a la rata con la misma hoz que le había dado. No iba a seguir órdenes de nadie de buenas a primeras, mucho menos de Yrfy.

Marsi extendió el brazo para intentar tocar la imagen, pero la atravesó y distorsionó ligeramente. Ahí estaba Oriana, y lo estaba pasando mal. En la cara de la varmana se reflejó el sufrimiento de su amiga, pero rápidamente apretó los dientes y desvió la mirada hacia la rata.

-¿Y cómo va a ayudarla que mate a mis padrastros? ¿Cómo me va a llevar hasta ella? No tiene ningún sentido.- se sacudió a la rata del hombro y se asomó al interior de la casa. Frunció el ceño y miró a su ''hada madrina'' con incredulidad- ¿Qué hace Alvaro ahi? ¿Qué estás tramando, bicho? - volvió a apuntarlo con la hoz- Llévame hasta ella. -exigió.

Los ojos de Marsi se encienden de ira. Sus dientes rechinan y sus nudillos se vuelven blancos por la fuerza con la que sujeta la hoz.

-Llévame al castillo, rata. Arrebataré tres vidas, pero no serán las de mi familia.

Iba a destrozarlos a todos, queria hacer que se arrepintieran de haber tocado a su amiga. La rabia se tragó el miedo que esos monstruos le provocaban.

Marsi sintió unas horribles ganas de vomitar. Estaba cubierta de ratas muertas, pisaba ratas muertas, podía olerlas y oir el chapoteo de sus pies sobre las vísceras. Ya no había vuelta atrás, había tomado su decisión. Caminó a pasos cortos y mecánicos, casi ortopédicos, atravesando el camino rojo hasta la calabaza. Dudó sobre si debía entrar, las llamas le intimidaban. Al final entró y buscó donde sentarse.

El ambiente dentro de la calabaza es agobiante. Marsi contaba con que hubiese al menos una ventana, pero se había chafado parte de su plan. Usó el largo viaje para intentar ordenar sus ideas. ¿Qué pensaba hacer? No podía enfrentarse a esas personas, no podía matar a nadie, sin embaergo pensar en Orianna le hacía hervir la sangre.

Cuando por fin salió del carro temblaba levemente, y se sentía mareada y nerviosa. Aún tenía la hoz en la mano, por lo que en cuanto la ratale preguntó qué pensaba hacer, trató de rajarla por la mitad. Lo logró. La parte inferior cayó al suelo, pero la superior siguió volando. Yrfy le miraba espectante, como si no hubiera pasado nada, con sus tripitas de rata mágica colgando. Marsi hizo una mueca de asco. Aquello era ridículo.

-Improvisar sobre la marcha...- dijo con un hilo de voz. En realidad no le quedaba otra opción.

Usando el entrenamiento de Sura, se aproximó rápidamente a uno de los guardias y le abrió la garganta con la hoz.