Montañas

Por el camino no paraba de pensar en lo que me estaba pasando, era imposible que después de tanto esfuerzo hubiera acabado así… necesitaba encontrar respuestas y solo conocía un método para poder encontrarlas…


No fue para nada difícil llegar al pico más alto, casi aburrido… ahora simplemente podía caminar por cualquier superficie ¡!Qué nostalgia de cuando arriesgaba escalando los escarpados riscos!¡


Una vez llegué comí un poco y me senté en posición de loto mirando al horizonte de aquel inmenso desierto… no pasaron mas de dos horas cuando me perdí en el infinito…

Después de la visita al Mercado y antes de los últimos preparativos de la fiesta faltaba algo por hacer. Bueno, realmente dos cosas, pero la segunda requería finiquitar la primera. Por ello desde hace bastante rato me encontraba en las montañas sobrevolando la zona en busca del grandullón. El plan inicial era peinar toda la zona montañosa desde el aire, pero luego decidí realizar un hechizo de localización. Molaba la idea del paseo por las montañas pero... Norou podía estar desde en lo más recóndito de una cueva como en el pico más alto o vete a saber dónde.

-Será. Maldito.-río desde el suelo cuando el hechizo me indica el recorrido: un pico bastante elevado.-¿Trepamos o volamos?

Pero rápidamente veo la respuesta, ya que si Norou subió por sus propios medios, ¿por qué no yo? Así pues, me quito la camiseta, la anudo a la cintura y empiezo la subida, a veces de pie, otras trepando con agilidad.

Una vez arriba, disfrutando de las vistas tanto del desierto como de la ciudad a nuestros pies, y por qué negarlo, de la figura que yace en posición de loto, con los ojos cerrados.
-Verás tú como tenga un mal despertar.-resoplo riendo en voz baja.

Rápidamente me coloco a su izquierda, en la misma posición, para luego darle toquecitos en el brazo o incluso sacudirle, pero con cuidado de que no se despierte bruscamente y acabe yo en el Faro.
-Despierta, chaval, que ya es hora y tengo un regalo esperando en casa.

Algo perturba mi paz y siento como caigo y caigo como si fuera una estrella que cayera del cielo veo el dibujo de las montañas y a mi mismo acompañado de otra persona lejos debajo mio, después de cruzar constelaciones y galaxias caigo sobre mí mismo con una velocidad de vértigo.


Despierto abriendo los ojos con una inspiración brusca y sonada e instintivamente doy un golpe a la mano que me estaba tocando para apartarla de mí antes de ponerme en guardia, todo esto ocurre casi en una exhalación.


“Oh Jacky eres tú…- digo relajándome cuando me percato y recuerdo que le dije que viniera a despertarme antes de la celebración- … con que ya ha llegado el día.. –digo un poco ido aun- me alegro de verte de nuevo amigo ¿ha ocurrido algo importante en mi ausencia? Y por cierto me muero de hambre -dije mientras me ponía a estirar el entumecido cuerpo- bueno… -dije al rato cuando terminé los estiramientos- ahora viene la parte más divertida… - miré al vampiro con aires de grandeza- … te echo una carrera hasta el burdel y el perdedor deberá hacer lo que el vencedor mande… fácil, no? – dicho esto salto y corro a toda velocidad montaña abajo- Demasiado fácil – grito al ver que Jack se queda atras“


Sigue en Burdel de Dama Espasmo.

Alcance la base de las montañas sin mucho problema, al alzar la mirada al fin comprendí la magnificencia de aquella cadena montañosa. Sepalian había señalado las montañas en respuesta a la pregunta de la tierra, suspire y comencé a subir por la falda de la montaña, subí el primer tramo rápido, pero pronto se volvió mas escarpado así que reduje el ritmo, después de un tiempo volví a mirar arriba y me fije en que ya llevaba la mitad del camino hecho.
Unos metros mas arriba encontré una especie de pequeño saliente en el que pare para mirar la ciudad de abajo.

La vista me dejo impresionado, veía casi toda la ciudad, si giraba la cabeza podía ir viendo distintos sectores, distinguí los jardines y el cementerio, maravillado por las vistas me pregunte que vería si llegaba arriba, pero al mirar arriba me di cuenta de que no podría trepar eso por mi solo, quizás si usara magia podría llegar, tendría que probar a levitar.

Empece a entonar el hechizo pero la primera vez no ocurrió nada, volví a empezar imprimiendo mas concentración y cuando termine me eleve un par de palmos, la alegría me invadió y perdí la concentración por lo que caí. <<Bien, puedo hacerlo, solo tengo que concentrarme en ello>>.

Por tercera vez repetí el hechizo, esta vez me eleve, mi concentración era absoluta, comencé a sudar y algunas gotas me cayeron por la frente pero las ignore, me fui acercando a la cima poco a poco y cuando al fin llegue me deje caer sobre el suelo, pronto recupere el aliento y me levante.

Ante mi se extendía kilómetros y kilómetros de arena, aquel desierto parecía enorme. No me entretuve demasiado con aquella vista y me di al vuelta lentamente, absorbí aquella vista como una esponja. La vista de aquella ciudad increíble a mis pies me hizo soltar un grito de libertad.

-¡Mírame Luna!- grité con la vista clavada en el astro rojo, respiré hondo y cerré los ojos disfrutando la sensación que ahora mismo tenia. Esa emoción se fue pasando y poco a poco recordé lo que había venido a hacer en las montañas.

Comencé a buscar algún lugar donde creciera algo de vegetación abundante por que sabia que habría tierra para mis macetas, al fin encontré un lugar así y metí tierra en ambos sacos, los cuales hice levitar y comencé a bajar la montaña. Al fin llegue al suelo y me dirigí a la torre pasando por las calles de aquella ciudad que tan bonita había parecido desde arriba.

Sigue en la Torre Serpentaria.

Tras un buen tiempo buscando entre las laderas, Toima soltó una maldición y se adelantó al resto. Era de cajón que había encontrado la guarida de la ladrona y el resto del grupo le siguió. A Giz no le fue dificil rastrear el camino hasta la cueva a partir de ahí, dama Aurora se había encargado de cubrir la zona de protecciones, pero no había tenido en cuenta aquellas que impedían al goliat percibirlas. La entrada estaba en una zona escarpada de difícil acceso, lo que evidenciaba que Melodes no se había equivocado. Era el lugar perfecto para una quimera que quería esconderse. Mientras Toima avanzaba de manera normal, Giz se decantó por el hechizo de vuelo.

Lo primero que encontraron a su paso fueron varios cordeles de alarma situados a diferentes distancias de un hechizo ilusorio. Giz les señaló a sus compañeros el lugar exacto de la ilusión y luego añadió por el comunicador:

—Toima, no avances más o activarás las alarmas. Dime también qué ves unos pocos metros a tu derecha. Hay un hechizo ilusorio, nosotros vemos una pared rocosa—una vez el argos les indicó que era la entrada, Giz usó tantos hechizos de neutralización como cordones había, desmantelando las protecciones—. Ya se puede entrar, pero no os precipiteis—añadió—, que todavía hay más.

Giz iría anulando el resto de alarmas y protecciones conforme avanzaran. Para evitar llamar la atención convocando luces, conjuró un hechizo de niebla mágica que le permitiera ver en la oscuridad.

Toima

Aquella misión era puro saldo. Un contratista, el libense de habla refinada cuyo nombre se resbalaba al ulterano, habia sido robado. Al parecer habiendo localizado al ladrón, su misión era recuperar lo que fuera robado y la linea del cliente mismo habia sido que no le importaba en absoluto lo que le pasase al ladrón. Toima tenia una buena idea de lo que podria hacerle, pero no iba a ponerlo en común al grupo. Pero era facil: Entrar en la casa del ladron, o bien escurriendose como un traicionero mosquito, o bien tirando la puerta abajo. Era un empleo asi que Toima no iba a anteponer sus propios deseos al bienestar de la misión, pero si le preguntaban a él, la segunda opción resultaba mucho más divertida.

Pronto localizaron la base del ladrón. En la ladera de la montaña, Toima podia apreciar una cantidad inusual de magia entre otras energias, pero las capas estaban demasiado superpuestas para poder dibujar un plano desde donde lo veia. Pensando rápido, habria que escalar la ladera. Y con habia, se referia, por supuesto a él. Los demás usarian sus alas o magia para subir. No dijo nada al respecto pero su plan de adelantarse fue frustrado cuando los demás le siguieron corriendo detrás de él. Y para cuando alcanzaron el descanso donde estaba nivelada la base, Toima aun tardó algo más llegar donde los demás, cuando lo hizo, pudo apreciar con mejor vista, todo el componente interno. Procedio a, como de costumbre, informarles a todos de lo que veia mientras Giz le iba poniendo nombres que al enorme ulterano se le escaparon debido a la falta de interés por recordar. Parecia ir desactivando una a una las numerosas trampas mágicas que podian apreciar hasta que al final no quedó ni una. Toima se crujió los nudillos mientras por su comisura se dejaba ver una pequeña sonrisa de excitación, mientras la adrenalina comenzaba a ebullir.

Y así llegaron a la entrada. La puerta, cargada con diferentes sortilegios, runas y otros hechizos de alarma, habria sido una puerta bastante decente a la hora de mantener alejados a intrusos de no ser por la combinación entre el argos y el goliat. Uno removió las protecciones mágicas de la puerta y el otro la arrancó de los gozones con facilidad y sorprendente sigilo. Avanzaron en la primera galeria de la estancia, poco habia decorado, siendo una gruta escarbada en la montaña y la galeria se alargaba hacia la profundidad de la montaña. Oscuro como la boca de un lobo, el ulterano vio, con cierta gracia, como aquellos cuchitrileros andaban a ciegas, cuando no guiados por su magia claro, pero no quitaba que pusiesen las expresiones más bizarras en mitad de la oscuridad. Toima dejó escapar una risilla.

A mitad de la galeria, se detuvo y cogio un palo en la oscuridad. Una antorcha que se habia extinguido, lo envolvió con una tela gastada en el que vació una pequeña petaca y, con un mechero, le prendió fuego. Antorcha en mano, él abria el paso en el avance, pero los demás aun seguian algo sumergidos en la oscuridad. Pasó la antorcha hacia atrás.
-Mirad donde pisais, cegatos.-les dijo jocosamente, para luego añadir, más serio.-La veo.-

La incursión a ulterania tuvo que retrasarse unos días debido al nuevo encargo que les había surgido a los cuchitrileros. El soñador vestido de mosquetero de la fiesta de Libo les contrató para recuperar unos instrumentos caros procedentes de la Tierra que le habían sido robados por al parecer una quimera sensorial altamente habilidosa en el “negocio”.

Pudieron comprobarlo según se acercaban a la ladera de la montaña en la que se encontraba la guarida de dama Aurora. Giz no paraba de advertir acerca de hechizos de ocultación y seguridad de diversa naturaleza mientras Toima les desvelaba qué había en realidad tras la gran cantidad de ilusiones que ocultaban la puerta de entrada y sus alrededores.

Una vez dentro, Noel imitó a sus compañeros e hizo uso de la niebla mágica para poder ver en la absoluta oscuridad que reinaba en la casa-cueva. Pronto la antorcha de Toima iluminó los alrededores y deshizo el hechizo. La agarró cuando el ulterano la tendió hacia ellos y le dirigió una media sonrisa mezclada con una expresión de falsa indignación. A continuación conjuró un hechizo insonorizador de dirección única.
—Nosotros también tenemos nuestros métodos para ver en la oscuridad —le respondió una vez seguro de que no se les oiría.

A continuación el argos aseguró haber visto a la ladrona y, tras preguntarle en qué dirección estaba, el draco dio un par de pasos hacia delante mientras exploraba los alrededores. En la entrada no había gran cosa, como era de esperar.
—Más que localizarla a ella, deberías buscar los instrumentos. —Se volvió para hablar de nuevo con Toima— ¿O se encuentran en su posición?

Al argos no le llevó demasiado localizar el primero. Un violín se encontraba tras una puerta cercana junto a otros objetos de menor valor. El grupo se dirigió hacia allí y abrieron la puerta después de que Giz neutralizase los hechizos que impedían abrirla o que pudiesen alertar a dama Aurora.  El instrumento se encontraba dentro de un cofre que aparentemente podía ser abierto sin problemas. Noel le tendió la antorcha a Adara y se agachó para abrirlo una vez Giz le hubo asegurado que no detectaba magia en él.

Gael evitó la zona escarpada volando con la niña aferrada con las manos. El exceso de peso no ayudaba en absoluto, pero solo necesitó dar saltos largos, posándose aquí y allá, para acabar llegando al mismo lugar que los demás. Después, en la oscuridad, lamentó no haber cambiado los ojos del daeliciano por los que tenía el propio pajarraco de los subterráneos, aunque no era fácil. Tuvo que hacer como los demás y se sirvió de la niebla mágica para avanzar. No dijo nada porque algo ya se había encargado de transmitir Noel, pero no le hizo gracia ver la antorcha encendida, ya que no la necesitaban y podía ser más perjudicial que otra cosa.

Se dirigieron primero al instrumento más cercano. De seguir como hasta ese momento, casi eran más personas de las que realmente hacían falta. Desde luego era una ocasión genial para admirar lo bien que trabajaban Giz y Toima en equipo para ese tipo de situaciones. Él se quedó cerca de la entrada, con los ojos puestos en el pasillo por duplicado, con una cabeza mirando en cada dirección, y por eso la súbita detonación de hechizos de alarma lo cogió totalmente por sorpresa. Se volvió hacia sus amigos solo con la niña y vio la funda abierta. Apenas le dio tiempo a responder a la voz «buena lección, viniendo de una ladrona», porque el pitido lo desconcentró de sobremanera por la sorpresa. Sus dos cuerpos empezaron a hacer movimientos iguales de forma simultánea, y perdió de vista el pasillo hasta que, al volver a mirar hacia allí, veía una cara camuflada en la oscuridad, sonriendo como si fuese el Gato de Cheshire. No podía saber qué formas para protegerse estaba utilizando, pero aun así consideró que se escabulliría ante el mínimo movimiento. La quimera alada empezó a preparar un hechizo sin ocultarlo, pero era un mero hechizo de amplificación sensorial. Entre tanto, la pequeña varmana, que estaba tras la quimera, había accionado la runa de su cuello activando un embrujo de tiniebla, y se coló hacia el pasillo pasando entre las piernas de ave. Amparada en la oscuridad y el pitido, la niña realizo un hechizo de parálisis lo más cerca posible del objetivo, situada a su derecha en el pasillo, pretendiendo acertar a la ladrona cuando esquivara el primer conjuro.

Con la activación de las runas, el gesto de Giz pasó de la concentración a la sorpresa, de la sorpresa al fastidio y finalmente, del fastidio a la concentración de nuevo. Parte de él estaba seguro de que aquella ladrona había estado deseando que alguien activara aquella traca. Cerró la gola para evitar sobresaturarse. Sus sospechas se acrecentaron cuando la químera hizo acto de presencia en forma de ojos y boca flotante. Acabó suspirando. Aquella actitud no era la común en alguien que se veía acorralado.

Necesitó un par de segundos para valorar qué hacer y su decisión llegó casi al mismo tiempo que la luz ochroria. Enfocó la niebla mágica fuera de aquella habitación para no cegarse y comenzó a tejer a ciegas un lanzazo de magia. Ajustó la vista de nuevo y buscó rápidamente la cara de la ladrona.

Giz dirigió el lanzazo hacia ella.

Noel maldijo cuando vio las runas, demasiado tarde para poder hacer nada al respecto. La habitación se convirtió en unos instantes en un caos de luz y color que sin duda hacían juego con la transformación de la habitante de aquella guarida. La voz de la susodicha les dedicó un comentario que, viniendo de quien venía, podía calificarse como absurdamente hipócrita o, probablemente, de la más absoluta ironía. Pero ello pasó a segundo plano cuando sonó el pitido. El penetrante sonido se clavó en los finos oídos del draco como un puñal y soltó más maldiciones en voz alta de contenido que pretendía alcanzar en desagradable al producto de su irritación pero en su opinión no había palabras que pudiesen alcanzar dicho objetivo. Había estado a punto de dejar caer el violín en el momento en que empezó aquella masacre auditiva, por lo que decidió posarlo en el suelo por el momento para evitar algún accidente. Se sintió tentado a ejecutar un hechizo insonorizador, pero tal vez no fuese buena idea privarse del oído.

Y allí estaba la perpetradora del crimen. Y del robo de los instrumentos también. La misma comparación que había hecho Gael se le pasó también por la cabeza y se preguntó sarcásticamente si Alicia sería Toima ya que era el único que tenía el pelo de un color claro de todos ellos. El argos precisamente fue quien les comenzó a indicar en todo momento los movimientos de la quimera, aunque concentrarse en entenderlo e ignorar el maldito pitido no era tarea fácil. El sueco fue consciente de que los demás habían conjurado diversos hechizos y cerró los ojos a tiempo, cubriéndose también con un brazo al oír la advertencia de Adara y evitar que la luz Ochroria le cegase. Él, por su parte, lanzó una serie de plumas en dirección a la posición que indicaba el ulterano en ese momento.
—¡No es nada personal! O más bien no lo era hasta que quisiste reventarnos los tímpanos —gritó en tono jocoso y esgrimiendo una mueca de desagrado tratando de hacerse oír entre el estruendo.
De todas formas no estaba seguro de si dama Aurora les podría escuchar ya que de estar en su lugar, él se habría puesto un hechizo insonorizador de inmediato.

Toima

Tapándose los oidos con un gesto de dolor, el ulterano maldijo con voz estridente.
-¡HIJA DE PUTA DE MIERDA!-gritó, dejándose la garganta. Él no parecia el único afectado por el potente ruido, puesto que los demás habian tenido reacciones parecidas, aunque no demasiado afectadas. Aquello le hizo cabilar un instante sobre que entendian los demás por "ruido" y por "música" ya que al ulterano le parecia lo mismo siempre. Por suerte, Toima no era de las personas que solia pensar durante mucho tiempo seguido y pronto logró volver a estar alerta, pasando a informarles, con gestos, de que estaba haciendo en cada momento.
A su espalda, una fuerte potencia mágica se concentraba, proveniente de sus amigos para tranquilidad de su paranoia y fue entonces que el ulterano se preguntó si de verdad subestimaba la magia. Viendo tal demostración de poderes varios, el argos no pudo hacer nada más que señalar como un retrasado donde se encontraba y que hacia, mientras el penetrante pitido le hacia querer encañonarse la cabeza y apretar el gatillo.

Fue entonces cuando, de pronto, a una velocidad increible, un lanzazo de magia golpeó a la ladrona, derribandola, a continuación de otra sucesion de poderes mágicos que Toima no pudo identificar a simple vista. Pudo comprobar, sin embargo, que se encontraba sumergida en uno de los hechizos que mejor conocia, por experiencia propia: el de paralisis. Casi con ironia, sentia algo de pena por la chica ya que entendia su situación. Casi. Seguia siendo una bastarda ruidosa que hizo que le doliese la cabeza. Les hizo señas para indicarles que se encontraba paralizada y luego, llamandoles la atención hacia el techo, hizo señas de dibujos y de ruido en la oreja, con la esperanza de que le entendiesen.
El ulterano, no se detuvo ahí. Tenia una imperiosa necesidad de hacer algo. Avanzó a paso constante y casi acelerado hacia el cuerpo.

Confundiendo las capas de magia, y en parte porque el hechizo se estaba desvaneciendo, se le olvido percatarse de la intangibilidad y fue a darle una patada dura en el hombro para ponerla bocarriba. Lo que sucedió es que la atravesó limpiamente y casi se cae por la inercia de esta. Maldiciendo una vez más, desenfundó su pistola y la apuntó directamente a pocos centímetros de la sien. Sin girarse, se alegró de que el sonido parara cuando Noel lo desactivó y entonces habló.

-¡Joder que gusto no oir ese jodido berrinche!-dio en un resoplido aliviado y levantó el seguro del arma con un "clak" apurando el cañón de la pistola mientras mantenia a pulso el tiro directo.-¿Y ahora que hacemos con esta mamonaza?-dijo en un gruñido, consultando con el resto. Si movia un solo músculo, él lo sabria y abriria fuego. Quizas, a esa distancia, un disparo tan directo, la mataria muy dolorosamente, pues pocas posibilidades tendria de sobrevivir a una descarga directa a la cabeza.

Todo transcurrió de forma confusa, pues Gael apenas pudo abarcar lo que hacían los demás. Era difícil saber qué había acertado y qué no, pero lo importante era, a fin de cuentas, el resultado. Se protegió a duras penas con alas y brazos cuando saltaron los escombros y, ante el resultado que mostraban sus ojos, se limitó a sacudirse los cuerpos de polvo y tierra. Sabía que Toima se iba a tropezar con la intangibilidad cuando se acercó a la ladrona, pero ni siquiera se molestó en intentar advertirlo. Hacerse oír por encima de aquel pitido no era tan fácil. La tentación de reventarle los tímpanos a los cuerpos era enorme.

Cuando el ruido cesó sus ojos debían de expresar una enorme gratitud, pero no tuvo ocasión para agradecimientos porque la pregunta de Toima le hizo volver a mirar a la chica. Le daba igual lo que pasara con ella, aunque tampoco era un gran peligro ni nada parecido. Pero se guardó su opinión. Estaba claro lo que Adara quería, lo que necesitaba, así que se apartó del espectáculo y se dirigió al botín de la ladrona. Todavía faltaban otros tres instrumentos.
—Bueno, sería una lástima que estas cosas se perdiesen aquí —dijo la pequeña niña empezando a revolver entre los objetos de menor valor—. Toima, ¿ves los demás? —preguntó la quimera, agarrando el brazo del argos para llamar su atención.
Poco pudo rescatar, pero sí se hizo con un par de amuletos que aparentaban ser de buena calidad aunque un poco ostentosos de más. Y haría lo propio examinando todo lo que encontrasen. No le reconcomía robar a un ladrón, y menos a uno muerto.

Giz se cubrió de forma instintiva, a pesar de estar lo suficientemente lejos como para que no le cayera nada encima. El sonido seguía ahí, taladrándoles los oídos, por lo que no hizo ningún comentario y se dedicó simple y llanamente a conjurar una burbuja de silencio graduada para escuchar levemente y espantó el humo con las manos. Deshizo la burbuja con las manos en cuanto Noel desactivó el pitido y fue entonces cuando dio un tirón mágico de la cabellera de la muchacha. Varios pelos volaron hacia él y se guardaron en unos tubos que había sacado de su bolsa sin fondo.

No le importaba mucho el destino de aquella chica y, desde luego, si moría sería la evolución más lógica de la situación, dada su temeridad. Cuando Adara hizo patente cómo acabaría todo, Giz decidió imitar a los cadáveres de Gael y seguir buscando por las diferentes habitaciones de aquella cueva. Abrió la gola y avanzó con precaución por un pasillo. Iba con pies de plomo, asegurándose de que no pisaba nada con runas dibujadas, para no desatar un segundo pitido infernal en el mismo día.

La gorguera le llevó a una habitación algo retirada y sin nada más que un puñado de ollas y utensilios de cocina. Eso y un potente hechizo ilusorio en una de las paredes de piedra. Se acercó con cuidado y disipó el encantamiento a tiempo para ver otro de los instrumentos: el violonchelo . Sin embargo, cogerlo no sería tan sencillo, la cavidad en la que lo había escondido estaba protegida por una maraña de protecciones mágicas y runas. Maldijo por lo bajo y se armó de paciencia.

—He localizado el segundo instrumento, ya solo nos quedan dos—comunicó por el transmisor antes de ponerse manos a la obra.