¡Cochitrileros! ¡Mirad qué hay bajo el pino!

-¡Cochitrileros! ¡Mirad qué hay bajo el pino!

-¿Qué? ¿Quién ha gritado? ¿Qué pino?
El fuego fatuo bajó las escaleras del cuchitril a toda prisa, pensando que había un inquilino no deseado berrenado en el comedor. Preocupado, se puso a revisar todos los rincones sin encontrar a nadie, y después se preguntó si no empezaría a escuchar voces en su cabeza. Por otro lado, no tenía ni idea de a qué se podría haber referido aquello, de todos modos. En la Tierra ahora mismo sería Navidad, se había dado cuenta de ese hecho un par de días atrás, y la mención a un pino no hizo más que recordárselo.

Rebuscó y rebuscó, todavía preocupado por el grito hasta que, al final, dio con una caja muy delgada, envuelta y con un lacito. Estaba debajo de la mesa que Vac había tallado con tanto esmero.
-¿Es que acaso es madera de pino? -pensó Gael agachándose para examinar el paquete de cerca. Parecía tan normal que solo daba que sospechar. Tuvo que usar un hechizo para intuír restos de magia en él, pero parecía limpio. Con una serie de toquecitos lo empujó hasta sacarlo de allí abajo y llamó a sus compañeros a gritos.
-¡Ey! ¡Bajad aquí, todos! Tenemos un... bueno, parece un regalo.
Esperó preguntándose quién lo habría dejado, tal vez alguien del burdel, o de Serpentaria. Los demás bajaron y empezaron a apiñarse en torno al paquete, haciendo preguntas. El chico les contó cómo lo había encontrado y tras ser analizado de nuevo por Giz y por Toima con sus propias habilidades decidieron abrirlo. Todas las cabezas se apiñaban alrededor del paquete, algunos dando salitos para poder ver. El papel cayó arrancado a un lado y abrieron la caja que se encontraba debajo. Se hizo el silencio y, después, solo los de la Tierra se echaron a reír.

Spoiler:

El extraño grito que hablaba de mirar bajo un pino despierta al Draco y se pregunta, confuso, de dónde había salido la voz desconocida. <<¿Ha dicho "cochitrileros"? Creo que aún estoy muy dormido>>, piensa mientras coge a Odin en brazos. Oye movimiento en las habitaciones contiguas mientras se levanta de la cama y comienza a dibujar la runa para vestirse. El sueño le hace bostezar y se le nubla la vista mientras trata de dibujar, con escaso éxito, la runa.
-¡He perdido la facultad de dibujar! -exclama mientras realiza unos trazos más torcidos que otra cosa-. Ah, vale, creo que ya está...
Cuando por fin logra vestise, escucha la voz de Gael desde el piso de abajo, diciendo que hay un regalo. Noel baja las escaleras a toda prisa, intrigado. Con todo lo que había tardado en vestirse ya le había dado tiempo al Fuego Fatuo a encontrar una caja envuelta en papel de regalo. El resto de habitantes del cuchitril van llegando y cuando ya están todos reunidos, el nigromante deshace por fin el lazo que ata el anónimo regalo. Unos segundos de silencio anteceden a las inevitables carcajadas por parte de los de la Tierra.
-¿Quién ha hecho esto? Os juro que yo no he sido a pesar de lo que mi nombre os pueda sugerir -bromea el Draco mientras se ríe.
Quien iba a pensar que alguien recibiría un regalo de Navidad en Rocavarancolia.

¿Quién? ¿Qué? ¿Como? ¿Cochitrileros? Me levanto alterada y salgo... ¡epa! ¡Vestirse! Primero vestirse. Dibujo la runa en mi cuerpo con facilidad rutinaria e invoco mis ropas. Seguida de la gata, soy de las primeras que llega abajo después de Gael, y al verlos más con curiosidad que alterados, decido quitarle hierro al asunto.

—Bajo el pino, bajo el pino, un pepino, unas trufas, otro pino~~ ¿Que hay por ahí? Espero que no nos hayan plantado otro pino.

Estamos todos apiñados alrededor del misterioso paquete mientras Gael lo abre, incluso tengo a alguien medio subido a mi espalda (creo que Yloh), así que procuro agacharme un poco para que lo vea. El fuego fatuo abre el paquete... ¿Qué cogno? Pero... pero... qué bueno, por favor. No puedo parar de reír y reír con los demás terrícolas mientras contemplo el dibujo y sus personajes...

—Esto es genial, cochitrileros –digo haciendo mención al mote usado por la voz culpable del regalo–. Y debo decir que salgo muy muy favorecida con la criatura elegida para mí. Y bueno, los demás también, qué leches.

No puedo parar de reírme, casi hasta rodar por el suelo después de estas palabras. Me encanta.