Roca Sagrada

Si ya estaba atrapada, sus palabras multiplicaron el efecto. ¿Reclutar? ¿Hazaña, milagro, grandeza? ¿Ir con él, convertirse en milagro? Sacudió la cabeza, intentando encontrar sentido a aquello, pero solo tenía uno posible: era algo idéntico a cuando conoció a Sinrastro. Casi, si ignoramos el detalle de la música tan perfecta...

—¿Por qué yo? —inquirió pero negó con la cabeza pues pensaba que le diría lo mismo que su amiga—. No eres de Tierra-Bruja... ¿Eres chamán de Silencio? Por eso el aspecto, camuflado... Si... si mi gente se beneficia..., aceptaré.

En su fuero interno, no obstante, quería aceptar ya. Quería ir a donde ese Mikk, que seguramente era un deseo codificado, le dijera. Quería formar parte de aquello. ¡No podía ser malo! La misma música se lo había hecho sentir. Pero... necesitaba asegurarse. Una parte de ella le gritaba que no se arrepentiría, que sería como cuando Sinrastro le convenció... Pero quería asegurarse y ya había planteado sus dudas.

<<No es de este mundo... ¿Es un dios? ¿Un enviado? ¿Yo tampoco? ¿M-magia? ¿Potencial?>> Para cuando Mikk se puso en pie, Sinceridad tenía la cabeza embotada solo con lo que le había dicho. Era imposible, pero al mismo tiempo algo le decía que era verdad, que todo aquello era cierto... Y qué mejor prueba que lo que sucedió a continuación.

Ahogó un grito al ver la llama ascender a su mano como si nada. Parte de ella quiso retroceder, pero la curiosidad o quizá el hechizo fueron más fuertes y tan solo tembló en el sitio con los ojos como platos y sus extremidades paralizadas pero recorridas por fugaces sacudidas. Tuvo que forzarse a parpadear pues lo que Mikk siguió diciendo era demasiado maravilloso y se le habrían secado de mirarle con tanta intensidad. Cuando acabó su explicación pidiéndole ayuda...solo se le ocurría una respuesta. Tomó aire, intentó decirlo sin éxito pero al tercer intento pudo lograr una sola palabra con bastante firmeza para el estado de “emoción imposible y temblequeante” en que se encontraba.

–Iré.

Todo el asunto de los buscapleitos que andaban liándola en mundos vinculados le sacaba de quicio. Es que, de verdad, años en el ejército, y les llamaban para unos gilipollas que estaban sembrando el caos en otros mundos de poca monta. Y menos mal que Libo no parecía haberse visto afectado, o habría pedido ir allí en lugar de a Roca Sagrada (y seguramente se lo habrían denegado por si perdía los nervios). El helión no conocía este mundo más que por alguna que otra conversación en la ciudad, y por los pocos roquenses que había en Rocavarancolia. A la de la Sede, por cierto, le jodería bastante una misión para "ayudar" al Coro, aunque realmente fuera para ayudar a todo el mundo. Otro día se lo contaría.

Ahora lo importante era escuchar a Gahna y trazar un plan con su acompañante, Malahierba. ¿En qué estaban pensando al ponerles juntos? A ver, tenía sentido, podían ser bastante versátiles, pero esperaba que el repoblador pusiera de su parte. A Skarog le importaban un carajo los recuerdos de Atol y Tap, para él la misión era lo único importante. A todo esto, ¿dónde estaba y cómo se organizarían?
—Bueno, bribón invisible, ¿cómo nos apañamos? —dijo el helión al aire, mirando al infinito.

>>¡Recibido! —respondía Tap a Gahna tras las instrucciones. El papel encantado que le serviría para viajar pasó a flotar en el aire junto a una espada sencilla.

Al contrario que a Skarog, al poltergeist le hacía ilusión cualquier encargo de sus superiores, pues le servían para desquitarse con otra gente de un mal día o para relajarse a solas o en poca compañía, cuando le tocaba algo específico del cuerpo de espías. Le costaba decir si prefería los encargos en zonas verdes o en zonas rurales, ya que ahora disfrutaba de cualquier amontonamiento de chatarra y siempre caía bien un susto a algún gigante. En esta ocasión, sabía que no iba a disfrutar tanto por lo que les acababa de comunicar Gahna: iban a aparecer en mar abierto. Por eso, y porque no sabía qué tal trabajaría con Skarog.

Por suerte, el repoblador se sentía un individuo diferente al que vivió en Letargo y esperaba que ocurriese lo mismo con el helión. Él ya no estaba indefenso y ninguno de los dos se encontraban al borde de un ataque de nervios por una serie de situaciones típicas de cualquier cosecha y que le habrían venido grandes a cualquier cosechado.

>>Mejor que en el pasado, eso seguro —dijo mediante telepatía, con un tono que le quitaba cualquier rastro de seriedad o rencor a las palabras.

El poltergeist, que en ese momento hacía flotar la espada, se la tendió (se tendió a sí mismo) al helión.

>>¿Puedes poner esto en tu cinturón antes de teletransportarte? Para que el niñato este se piense que vienes solo —para el poletergeist, el factor sorpresa era importantísimo. No por nada, sino por ver la cara del aura oscura cuando descubriese que estaba en minoría.

Una vez el Helión cogiera la espada. Tap le daría las gracias y la desposeería para meterse por completo en el papel. De ahí emergió en el aire, flotando, e hizo un esfuerzo para retangibilizar sus manos con el papel entre ellas. En cuanto estuvieran listos, activaría el hechizo de traslocación.

Al libense se le escapó una carcajada, pero para nada cargada de maldad y bastante breve. "En el pasado"... En esa época ni siquiera él sabía qué hacer con su vida, la verdad, y mucho de lo que había tenido sentido para él entonces ahora le parecía absurdo cada vez (muy de vez en cuando) que echaba la vista atrás. No le respondió a eso en primer lugar, sino que atendió a su plan.

Asintió con vigor y extendió el brazo para recoger el arma.
—Me gusta la idea —y a continuación enganchó la espada en el cinturón. Después, se permitió un momento para hablar del pasado. Había cosas que quizás no podían o no querían arreglarse, pero hacía tiempo que él estaba dispuesto a "enterrar" todo y culpar a la criba—. Ah y lo de antes... La cosecha fue una mierda y estábamos jodidos, me incluyo —pero el momento pasó y se calló. Podría haber dicho más pero no era la ocasión más oportuna y tampoco es que se le diera bien hablar de cosas así.

No le costó mucho centrarse de nuevo. Hizo recuento mental de sus uñas y se acercó para el hechizo de traslocación.
—Este va a acabar peor que nosotros, eso seguro. Vámonos.

Iba cargado de hechizos y si el aura oscura no reconocía su transformación, tendrían otra ventaja. Esperaba, al menos, aterrizar sobre tierra firme. Y así fue. En cuanto sus sandalias tocaron el suelo, echó un vistazo alrededor. «Al lío» pensó justo antes de conjurar un sortilegio de búsqueda. Si el aura oscura había hecho algún hechizo por allí, le encontrarían.

A Tap le bastó con la risa del helión y su comentario para entender que podrían trabajar en equipo sin ningún problema. Asintió con vehemencia cuando hablaron sobre el destino del aura oscura y, una vez estuvieron listos, activó el hechizo que les había prestado Gahna. Aparecieron en mitad de un bosque de coníferas que se alzaban tan alto que Tap echó de menos su Macetero. <<Espero que el incendio no esté causando demasiados daños>> pensó para entre sí, antes de focalizarse en la misión.

El suelo estaba cubierto de nieve sucia esparcida, piñones secos, ramas… y de vez en cuando asomaba la cabeza roedores o liebres curiosas. El hechizo localizador de Skarog los guió a través de los árboles durante varios minutos, en los cuales, Tap, aprovechó para recargar energía previamente al encuentro con el aura oscura. El poltergeist saltaba entre las ramas y los piñones y las hojas y las piedras; se zambuyó hasta en la nieve, deshaciendo su conciencia en su pequeña inmensidad. Desde fuera, sus movimientos simulaban una brisa alrededor del helión y añadieron una nota extra a los murmullos del bosque. Hasta que dieron con su objetivo.

El aura oscura se desplazaba flotando, formando apéndices con la negrura que le rodeaba para empujarse con los troncos de los árboles y el suelo a pocos centímetros de él. Al ritmo que se movía, no parecía que huyera de ellos. Hyun, simplemente, avanzaba hasta su próximo destino: una de las pequeñas colonias en Tierra Bruja.

Tap saltó en un segundo a su espada, en el cinturón de Skarog, y le dirigió la palabra:

>>¡Cuando quieras!

Ahí estaba el aura oscura, flotando cerca del suelo nevado y sirviéndose del terreno para avanzar, y no, no parecía que les hubiera visto. «¿Podrá usar esos brazos de oscuridad para tirarnos rocas o golpearnos?» pensó el helión. Después, cuando Tap se lanzó a su espada, Skarog pensó otra cosa, pero no solo para él.

>>¿Qué te parece si le acorralamos y probamos qué defensas lleva? Llevo hechizos para agujerear o reventar lo que sea.

Quizá pillara desprevenido al poltergeist, pero había aprendido telepatía para comunicarse mejor y a más velocidad en el Ejército, y les vendría genial para coordinarse contra el aura oscura. Lo que no sorprendería a Malahierba era que Skarog seguía siendo un exagerado y un poco bravucón, o lo poco que parecía importarle destrozar la zona en la que estaban... incluso aun a sabiendas de que había un mundo en llamas en otro lado. Ni siquiera había caído en el detalle de la discreción, tan importante en un mundo vinculado.

>>Bienvenido a mi cerebro —se rió el poltergeist, sus palabras mentales teñidas de sorpresa—. Te preparo el terreno en un segundo.

Abandonó la espada y emergió desnudo, flotando rápidamente hacia arriba para permanecer invisible. Malahierba no perdió el tiempo y, a la vez que ascendía, gesticulaba con las manos para desatar dos hechizos lo más rápido posible, uno tras otro. El primero fue una campana insonorizadora en un radio amplio dentro de aquel bosque de coníferas, mandatorio para que ningún roquense los descubriera por el ruido. El segundo, una barrera de inercia en un radio menor, en torno al aura oscura.

Tras el segundo conjuro, Hyun cayó inevitablemente de bruces contra el suelo y se levantó con dificultad. Rodeó su cuerpo con el aura y miró a todas partes, confundido. Su expresión era de horror, una corazonada le hizo ponerse en lo peor, en creer que había sido descubierto.

Tap volvió a su escondite en el cinturón de Skarog a tiempo para verle desatar la pólvora (sin fuego, esperaba).

El helión no supo a qué se refería Malahierba hasta que se fijó en los hechizos.
>>Perfecto, gracias.

Se rascó la nuca cuando reconoció el hechizo de silencio «Esas sutilezas siempre se me olvidan...» Pero era indudable que les vendría genial.

En cuanto el aura oscura comprobó que había sido descubierto, Skarog ya apuntaba con sus manos en su dirección. Mientras trazaba el gesto para conjurar un lanzazo mágico, también disparó dos de sus uñas de la mano derecha (la que hacía el movimiento) y una de su pie izquierdo. La del pie activó un hechizo de levitación para él, mientras que al lanzazo de magia se le sumaron dos diferentes: una versión del de impacto bien cargado que había estado probando para pulverizar las defensas más sólidas, y una consunción para dañar lo máximo posible los apéndices de oscuridad de su aura. Quería comprobar también a qué se enfrentaban y, de paso, le dejaba claro que no se andarían con rodeos.


* Mano izquierda: 5/5
* Mano derecha: 3/5
* Pie izquierdo: 4/5
* Pie derecho: 5/5

Hyun da con su atacante justo a tiempo para ver cómo todas sus protecciones se desintegran: las físicas carecen de energía para parar un impacto tan reforzado y las mágicas aguantan el lanzazo, pero no la consunción. Las sombras que lo rodean se reducen. De repente duda de las decisiones que ha tomado y que lo han llevado hasta allí, empezando por aquella noche en que lo drogaron y dijo que sí, pero sabe que no está en posición de huír igual que sabe que, esa noche, no habría podido negarse. El coreano se tapa los ojos con sus propias sombras y cae de culo, dolorido, por el hechizo de impacto tan reforzado. Está nervioso, le tiemblan las manos cuando palpa los amuletos prestados. Basta con un toque para que dos protecciones nuevas lo protejan, y otro toque desencadena una ráfaga de explosiones.

Tap abandonó la espada a tiempo para desviar una de ellas contra un árbol, que se partió por la mitad y cayó a la izquierda de él y Skarog. Las otras, corrieron a cargo del helión, que las esquivó sin problemas alzando el vuelo.

>>Voy a darle por saco con telepatía —decidió una vez estuvo de vuelta en su arma, con cierta molestia por los hechizos de los que disponía el novato—. ¿Se te ocurre qué hacer para pillarlo sin asesinarlo? Es una pregunta seria.

Mientras, lanzó la primera espinita a Hyun:

>>¡Tú! ¡TROPEZONES NEGROS! —le dijo al aura oscura. Tap imitaba una voz grave, como si hablase por Atol, para seguir escondido. Había algo placentero en insultar a la gente y Tap eso no lo disimulaba en absoluto—. ¡Te han dejado tirado! ¡Das vergüenza corriendo por el bosque tú solo como si tuvieses una razón de ser! ¿Por qué no te rindes y le das un respiro a tu ego?

El repoblador desvió una de las explosiones y Atol le respondió mientras esquivaba en el aire. Se veía más en un aprieto por la pregunta de Malahierba que por haber brincado con levitación para evitar las explosiones. Sinceramente, esforzarse para no matar era un reto. Ahora lamentaba haber preparado la mano izquierda con hechizos mortales, pero nunca escatimaba en prevención. Como siempre, los pies llevaban hechizos aplicables a él mismo, y las manos se repartían los ofensivos.

>>... ¿Sin asesinación? Podemos incapacitarle, reventarle una pierna... O agotarle e inmovilizarle. ¡Pero yo le cortaría las manos para que no nos sorprenda con magia! —exclamó con telepatía finalmente antes de que Tap se lanzase a la mente del otro. «Pobre desgraciado» pensó con diversión para sí mismo, pues al repoblador se le daba bien "dar por saco" ya en el pasado y él se acordaba bien.

El helión entonces volvió a encadenar hechizos. Esta vez, se cubrió los ojos con niebla mágica para intentar ver qué hacía el otro detrás de sus sombras, y volvió a disparar tres de sus uñas. Dos de impacto cargados y destinados a sus defensas como antes, y un tercero de parálisis por si lograban atraparle. En total, la mano derecha estaba descargada.


* Mano izquierda: 5/5
* Mano derecha: 0/5
* Pie izquierdo: 4/5
* Pie derecho: 5/5

Hay un instante de terror en la cara de Hyun que Skarog podrá apreciar perfectamente gracias a la niebla mágica. Un terror que nace en el instante en que el helión vuelve a encadenar tantos hechizos, uno tras otro, en cuestión de un segundo. El temor a una muerte inevitable (así lo cree Hyun) activa, sin embargo, un mecanismo inesperado, ajeno, dentro de su propia cabeza. Su rostro pierde cualquier rastro de emoción a la vez que los hechizos golpean sus nuevas defensas y las destrozan.

Siguiendo una orden implantada. Lleva su mano derecha a un colgante que no recordaba tener en el cuello y se produce una explosión enorme con el interior de su pecho como epicentro. Su aura se deshace en jirones y se desvanece en el mismo instante en que su cuerpo se desintegra. Tal es la explosión que derriba los árboles circundantes y hace saltar ramas y astillas en todas direcciones.

Tap no asimilaba lo que acababa de ocurrir. Estaban lo suficientemente lejos como para no sufrir la explosión y las defensas que tenían lidiaron con los restos sin romperse del todo. Aun así, inconscientemente, el poltergeist había pegado un bote en el aire. <<¿Tan fuerte le he insultado?>> se dijo al principio, todavía sorprendido. Luego negó con la cabeza y, a la vez que lo procesaba todo, su mal genio aumentaba.

>>¡No me lo puedo creer, Atol! —estaba tan enfadado que se olvidó de utilizar el nombre nuevo del helión. Seguía flotando en el aire y movía las cuatro manos con más furia de la que debería caber en un cuerpo tan pequeño—. ¿Por qué hiedras ha hecho eso? Ya hay que ser gilipollas de sobrevivir a la Luna Roja y tomar tan malas decisiones como para acabar suicidándote. ¡De verdad! ¡Y encima no podemos cumplir con nuestro encargo! ¡FLORA!

Recordó lo que le decía siempre Quem y trató de contar hasta diez. Llegó solo hasta el cuatro, pero fue suficiente para que hiciera un intento de chiste.

—Al final un poco de “asesinación” sí que ha habido, me cago en la mano que lo sembró.

El helión sonrió cuando vio la reacción de terror en la cara del aura oscura. Parecía que estaban a punto de atraparlo, por fin. Los hechizos pulverizaron las defensas que llevaba encima pero le dio tiempo a tocar un colgante... Y entonces se volatilizó. Ni siquiera le dio tiempo a cubrir a Tap con alguna defensa, pero las propias del repoblador le cubrieron bien. Él solo ladeó la cabeza un poco, pero miró fijamente toda la explosión de principio a fin. Y según esta terminaba, empezaba su enfado.
—¡¿Pero qué mierda?! —bramó Skarog con los puños apretados mientras se acercaba al lugar donde ahora solo quedaba una especie de cráter. Hasta los árboles habrían sufrido las consecuencias. Se rió con la ocurrencia de la asesinación, eso sí—. ¡Mira que me esforcé en no matarlo, joder, ¿qué cojones?! —Bajó al suelo y lo pateó. La tierra era una mezcla de suelo y restos sanguinolentos y carbonizados. Al final, escupió ahí—. A saber qué mierda sabía o pretendía hacer o llevaba encima para haber explotado de esa forma, pero si lo llego a saber le habría reventado yo así antes, joder.

Él no conocía los ejercicios de respiración, no. Se dedicó a patear la tierra y gesticular con violencia un poco más y al final se le pasó un poco.
—Vamos a informar, anda. ¿Por qué diablos iba a suicidarse, qué le has dicho? —se rió entonces—. Al menos ha estado guay trabajar contigo.

Y así, gruñendo y maldiciendo al aura oscura, y charlando y bromeando entre ellos, se retiraron para informar sobre lo que había pasado.