Torreón Letargo (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Llegamos a las afueras del torreón, que esta completamente cubierto de enredadera, a primera vista no se ve la puerta, así que me pongo a buscarla ...
-Ayudarme por favor - les pido a Elliot y a Gael - ...
Comienzo a golpear con la punta del bate suavemente sobre las enredaderas, esperando oír algo que no sea la madera golpeando contra la piedra bajo de las enredaderas ...

Me despierto de golpe, en una cama del Torreón. Estoy confuso. Últimamente estoy muy desorientado y no se cuando he llegado aquí.
Me despierto, me desperezó y me bajo para ver quien hay por el torreón, con una camiseta vieja de tirantes en la mano que más que camiseta parece un trapo, puesto que dejaba al descubierto casi toda la espalda y el torso, y la camisa ya se terminó por romper por completo...
Cuando bajo, escucho mucho follón en la puerta y me asomo. Por sorpresa, descubro a mucha gente allí, amontonada, caras nuevas... De golpe me pongo la camiseta y me acerco a ellos...
-Qué está pasando aquí...? -Digo en voz alta, cuando de repente veo qué estaban rodeando los chicos.
Me acerco más a ellos y veo a Gael, un poco nervioso, también lo veo cambiado, ya que hacía tiempo que tampoco lo veía. Veo que está pensando algo y me ve. Me da señales para que me acerque a él y me ponga delante suya.
Al ponerme delante suya, se nota más que nunca mi nuevo tamaño al compararlo con el tamaño de mi joven amigo. Le tapo por completo y le miro a ese... Simio, que está delante mía.
-Qué está pasando aquí?? -Repito.
-¿Tú quién/qué coño eres? -Le pregunto mirándole.

Jau aparece de forma inesperada por la puerta del torreón y se coloca delante de mí. Por un momento siento alivio al no estar ya frente al mono, protegido detrás de Jau. Sin embargo, este le habla de malos modos y me asusto. Ha encendido unas llamas... y está claro que su dominio de la magia es superior. Tal vez pueda hacer algo ahora que Jau lo ha despistado, estoy... sí, tapado por completo detrás de él. Mientras dice la última frase empiezo a lanzar el hechizo de parálisis. Solo tengo una oportunidad, y tengo que asomarme y todavía encontrar a mi objetivo. Espero que siga donde recuerdo haberlo visto antes. El esfuerzo y los nervios me han espabilado un poco, pero aún así el sueño puede jugarme una mala pasada.
Rápidamente doy un paso al lado de Jau y clavo la vista en el mono, lanzando el hechizo de parálisis sobre él. Varias gotas de sudor resbalan por mi frente. Si no consigo acertar... ¿qué más podrá hacer este simio? ¿será más peligroso de lo que parece?

Harm vio como el mono se enfadaba por el intento de Gael de paralizarle.
<<Despues de todo no habia plan...>>
Sacó del cinto dos cuchillos rápidamente para poder contraatacar pero el mono tambien sacó uno y mató a un cosechado. Harm observa indiferente los ultimos momentos del cosechado y se gira, cuchillos en mano. Contiene la respiración para apuntar mejor y lanza primero uno que se dirige a su garganta y luego el otro que tiene como objetivo el esternón.

Todo sucedió muy rápido después de mi ataque. El mono lo esquivó con una facilidad insultante, que me hizo darme cuenta de lo que ya sabía: atacarlo era un error. No sé cómo se me ocurrió por un segundo que podría coger desprevenido a un mago más experimentado, por muy loco que esté. Cuando lanza el cuchillo mi corazón palpita a un ritmo desenfrenado, que no se tranquiliza ni un segundo cuando veo que pasa de largo. Me vuelvo rápidamente, dando la espalda a ese loco, sin pensar en protegerme ni en nada más que no sea la trayectoria del cuchillo. Mis ojos se abren de par en par cuando veo como impacta en aquella persona de la ventana, ¿quién...? Entorno los ojos y descubro a Dean cayendo fulminado por el arma. En ese momento me quedo sin aire. No sé qué qué suelo piso ni cuánto tiempo pasa. Estoy de espaldas a ese endemoniado animal y no veo nada de lo que pasa a continuación. Cuando me quiero dar cuenta allí hay dos habitantes de la ciudad, dos de los que al menos no parecen locos decadentes. Pero lo malo continúa, apenas sé de qué hablan, pero cuando se marchan se llevan a Dean consigo, sin darnos la posibilidad de enterrarlo como hicimos con nuestros otros dos amigos. Y al mono... al mono lo dejan allí, agonizando. No puedo mirar más, necesito esconderme. Todos mueren, aquí todos mueren, y nunca soy yo, el débil, el que hace que los demás mueran por su culpa. Porque Ulises murió por mi despiste, y ahora Dean por mi estupidez. Empiezan a humedecérseme los ojos, y oculto la mirada, avergonzado, pero algo me saca de mi ensimismamiento y hace que todos nos giremos. Es un ángel, con sus alas blancas y relucientes. Está hablando con el mono agonizante, parecía preocupado por él. Pero cuando nos miró supimos que había algo en ese ángel que poco tenía que ver con los seres celestiales de nuestras creencias. Nos miraba con un odio visceral, como si fuésemos los causantes directos de la muerte de ese estúpido monstruo. Cuando se aleja con él solo quedamos un montón de niños asombrados y atemorizados que no entienden qué ha pasado, cómo se precipitó toda esa serie de acontecimientos. Y por si fuera poco, el aroma de los capullos de la enredadera sigue manteniéndonos adormilados. Me tomo esa sensación como un insulto, ¿cómo podía sentir sueño en un momento como este? Sacudo la cabeza y me dirijo a la puerta con furia, Jau y Nia me siguen. Cuando la abro hablo para todos:
-Entrad a ocupar el salón, ahora os bajo unas mantas. Mmm... para la chica enferma hay una cama de sobra. -Miro interrogante a Jau, que asiente.
Bajamos varias mantas y las repartimos para que puedan dormir. Nia, o mejor dicho, Harm, les explica normas de convivencia, aunque creo que tan solo sirven para adormilarlos todavía más. Mientras habla, vuelvo a la cocina y atranco la puerta que da a las mazmorras y la armería. Había visto que con los demás estaba aquel chaval llamado Alex del que había oído hablar alguna que otra vez, y no nos sobraban existencias precisamente. Tal vez estaba paranoico, pero la presencia de toda esa gente allí... Y tantos desconocidos... Al final también cerré la puerta del patio y la del estudio, para proteger la huerta y el círculo mágico. Pero no quería tener esas llaves, no ese día. Encontré a Jau de nuevo en la cocina y le di las llaves.
-No me fío de los desconocidos... Elliot me mataría si no protegiese nuestras cosas -añado intentando sonar menos afectado-, guárdalas tú por favor.
Después cojo una un pedazo de pan y una fruta y subo las escaleras cabizbajo. Paso de largo el tercer piso y subo hasta llegar a la terraza, donde como a pequeños mordiscos el cacho de pan y después la pieza de fruta, manchándome las manos con su jugo dulce. Me limpio las manos al pantalón, sin lograr que dejen de estar del todo pringosas y miro las estrellas de la noche que empieza a caer. Siempre los mismos pensamientos una y otra vez. Que si por qué estoy aquí, que si por qué soy tan imbécil, tan inútil, tan crío... No puedo jugar a ser un héroe porque sencillamente no lo soy. En la maldita ficción las cosas siempre salen bien, se puede derrotar a los malos, se puede ser más rápido, listo o eficaz... Pero aquí ni siquiera hay malos y buenos, lo que nos ataca en la ciudad puede ser nosotros mismos dentro de un tiempo, si hay malos, esos somos nosotros también. ¿Tanto vamos a cambiar?
Trato de secar mis mejillas con las manos, solo consiguiendo repartir más las lágrimas por toda mi cara. No puedo parar de llorar porque después de lo que prometí no he conseguido nada. Sigo siendo el mismo torpe que no da una en el clavo. No hay magia que valga, ni esfuerzo, el que no sirve para nada, no servirá nunca. Y voy a tener que seguir dependiendo de los demás, y hacer estrictamente lo que me manden hacer, no por mi bien, sino por el de los demás.
El tiempo pasa pero el nudo que tengo en la garganta no se deshace, y las lágrimas siguen cayendo en sucesión. No me atrevo siquiera a bajar abajo, con toda esa gente allí dentro, respirando, ocupando nuestro espacio. No sé cómo puedo ser tan egoísta en un momento así. Miro al profundo negro de la ciudad que se extiende más adelante y una idea me cruza la cabeza. Me levanto del suelo y camino hacia el final de la terraza, pero antes de llegar al borde he murmurado el hechizo de levitación y empiezo a dar pasos por el aire. Tal vez sea lo único que me puede despejar ahora mismo. Aumento las precauciones haciendo el hechizo de intangibilidad cuando empiezo a caminar más allá del torreón y sigo andando por el aire sin rumbo fijo, hacia el este por inercia.

(Continúa en el Burdel de dama Espasmo).

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Llego al torreón flotando y me bajo en la terraza, el mismo lugar del que huí ayer. Tal vez nadie se haya dado cuenta siquiera de mi ausencia. Entro de nuevo y bajo hasta el escritorio. Recuerdo haberle dado la llave a Jau, pero sigue dormido. Con fastidio, hago el hechizo de intangibilidad y atravieso la puerta. Por suerte, los cristales ya están cargados de nuevo y puedo volver a hacer el conjuro sobre el portal. Lo recuerdo primero y después lo lanzo. La magia brota de mi interior y veo que no ha pasado nada extraño. Entonces cojo un trozo de madera y empiezo a escribir en él:
"Soy Gael, he vuelto al torreón esta mañana. Aquí todos siguen dormidos, pero en cuanto despierten veremos qué podemos hacer con ellos. Si tenéis de idea de algún lugar a donde puedan ir, avisad, por favor."
La letra al final termina siendo un poco apretada, pero creo que se entiende lo suficiente. Coloco el pedazo en el centro y lo hago arder. Miro desde la puerta cómo se calcina y después desaparezco de nuevo al otro lado, reabriendo el corte de mi mano para cargar una vez más los cristales. Bajo a la cocina y cojo un poco de pan y queso. Hay demasiada gente en el torreón, y eso no me gusta. Instintivamente vuelvo de nuevo a la terraza y me siento allí a comer.

Habia muerto, alguien habia vuelto a morir delante de mis ojos, no, no puede ser, no....quien seria el proximo, quizas ni me enteraria.....de repente el olor de la carne que habian recogido de las cestas se filtro en mi nariz, fue una sensacion embriagadora, mis sentidos se excitaron, y me acerque lentamente a esa cesta, queria comerme esa carne, si, cruda, no podia aguantarme mas, era algo horrible, lo sabia, pero queria comer...¡¿EN QUE ESTABA PENSANDO!? Comer carne cruda!? Es que estaba mal de la cabeza o que!? Me aparte brutalmente de la carne y me dije a mi mismo que no era hora de pensar en eso, habia muerto alguien, y Bonnie seguia enferma, aunque ya estaba mejor, deberia estar pensando en otras cosas.

Ya que nos habian acogido aqui tenia que ayudarles, me puse a limpiar la casa, no me atrevi a entrar a sus habitaciones por si acaso se molestaban, baje a la planta baja y fui a limpiar el charco de sangre seca que habia emanado de Dean al morir, me acerque a el, en menor medida senti lo mismo que con la carne, ¿Como podia pensar en una cosa asi mirando la sangre de un fallecido? De verdad...yo...era repugnante...me puse a limpiar en silencio mientras lloraba, ¿Por que Rocavarancolia me hacia esto? Me hacia querer comer esas cosas...la sangre de un compañero muerto, exactamente, estaba muerto, y en vez de pensar en su muerte y entristecerme solo pensaba en el banquete que podria darme con su sangre.

El ataque el mono, la muerte del chico delante de nuestros propios ojos... Todo ha sucedido demasiado rápido. Sin embargo, permanezco firme, aunque sé que debería estar derrumbándome. Todos los que vivían conmigo en Maciel parecen estar bastante mal. Pero no podemos derrumbarnos. No ahora.
Gael nos dio mantas para que durmiésemos en el piso de abajo, y así lo hicimos. Y cuando, tras dar las gracias por todo, me acosté sobre el suelo, junto Alex, deseé con todas mis fuerzas que no hubiesen más muertes, aunque, en el fondo, sabía que era inevitable.

Abro los ojos. Entonces, me doy cuenta de que estoy fuertemente abrazada a Alex. Pobre. No le debe haber resultado muy cómodo dormir con prácticamente todo mi peso sobre él.
Me incorporo con lentitud. Entonces, oido ruidos y al caminar hacia el lugar de procedencia de estos veo a Will, limpiando la sangre del cosechado que murió el día anterior.
Contempla la sangre con un gesto serio en el rostro. Demasiado serio. Me preocupa...
Me acuclillo junto a él, estudiando su expresión:
-Buenos días, Will... ¿En qué piensas?

Nia observa como varios de los "okupas" como les llamaba Harm en broma, si es que Harm tenia la capacidad de bromear, salen del salón y suben a un piso. Uno de ellos, limpia. Nia les sigue espiando un buen rato y luego decide bajar otra vez a donde estan todos dormidos. Uno tenia la cara quemada. ¿Seria humano acaso? Nia se acuclilló y comenzó a darle toques con un dedo, pero no despertaba. Su atención pasó a otro, que tenia el brazo un poco...falto.
<<Es como yo...No...Yo al menos conservo el brazo...>>
Harm se hallaba sumido en sus pensamientos cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo Nia y la regañó ambas voces resonando através del cuerpo de Nia, causando un alboroto.
-¡No puedes hacer eso!-
-¡Pero es que me dan penita! Estan muy heridos y mira, este es como yo.-dice señalando la ausencia del brazo del cosechado que aun no conocia el nombre.
-Aun asi no esta bien, van a pensar que te estas burlando de ellos o algo...-
-¿Que? Yo no quiero que piensen eso...tan solo...-
Harm suspiró y tiró del brazo de Nia hasta que la condujo escaleras arriba.
-Te entiendo, tranquila. No has hecho nada malo. Pero será mejor que no les despiertes...-

-Si...-respondio Nia sin mucho animo...

Marta se mr acerca, parece haber notado que me pasaba algo, no se deberia haber preocupado por mi, me miro a los ojos aun llenos de lagrimas, intemte contenerme, me preguntaba que que me pasaba, si se lo contaba, ella nunca me querria...aunque ella ya tenia a Alex...asi que fuera como fuera ella nunca me querria igual que yo la quiero a ella

-Marta...yo...he empezado a tener mis primeros sintomas...-dije mientras mis ultimas lagrimas caian de mis ojos

Me fijo en que tiene los ojos húmedos.
Parece debatirse en silencio unos segundos, y finalmente habla lentamente.
Al notar tanta pena contenida en él, una especie de instinto maternal se apodera de mí, y me dan ganas de lanzarme hacia el chico, al que siento como a un hermano pequeño, que parece tan desvalido y darle un abrazo. Sin embargo, no sé si esa especie de instinto le podrá molestar, así que me limito a mirarlo fijamente:
-Bueno... Debía suceder antes o temprano... Al fin y al cabo, estamos todos igual, pero intenta no agobiarte. Al fin y al cabo, estamos todos juntos en esto, ¿o no? -esbozo una débil sonrisa.
Luego, ante su silencio, respondo:
-Va, ¿necesitas que haga algo por ti?

-Si, la verdad...esque necesito que hagas algo por mi...no le cuentes nada de esto a Bonnie, se preocuperia ya que mis sintomas son....-hago una pausa y trago saliva-...bueno...hace poco que tengo ganas de comer carne....cruda...y cuando he visto ese charco de sangre..he querido tomarmela...bebermela...no te asustes ppr favor, de verdad

Quizas habia asustado de algun modo a Marta, no, no queria que huyera, por que pasaba esto?hace tiempo que asumi que ibamos a convertirnos en monstruos, pero aun no lo habia edperimentado...

Le escucho en silencio. Así que carne cruda y sangre... Bueno, en realidad podría haber despedazado el cadáver del chico... Pero no lo ha hecho.
-No voy a asustarme -replico con calma-. Al fin y al cabo, aún no te has comido a nadie, ¿no? -murmuro en voz baja. Ahora que me lo planteo, mi síntoma, el afinamiento del oído por lo visto, no resulta tan malo...
-Estás haciéndolo muy bien -añado.
-Tan solo tómatelo con calma, ¿vale? -y vuelvo a sonreír levemente-. Y tranquilo, no le diré nada a Bonnie.

Al terminar de comer todavía no bajo, me quedo un rato mirando la ciudad, y ese momento se alarga demasiado. Me levanto con un suspiro y vuelvo a entrar cuando noto que empieza a haber movimiento en el torreón. Bajando las escaleras me encuentro a Nia allí parada, mirándome bajar.
-Hola Nia -la saludo, intentando dedicarle una sonrisa de ánimo-. Voy a salir a por más comida, que con tanta gente aquí la que hay no va a llegar para nada.
Me asomo al dormitorio y pregunto si alguien quiere salir a por las cestas, en voz no muy alta para no despertar a los dormidos. Después bajo las escaleras y Nia me sigue.
-¿Tú también quieres venir? -le pregunto.
La armería sigue cerrada, pero sigo sin querer despertar a Jau, así que atravieso la puerta y cojo armas para todos los que se han apuntado a la expedición, y vuelvo a atravesarla. Utilizo la energía de los talismanes para que se carguen de nuevo mientras vamos hacia las cestas.
-¿Qué os parece ir a la cicatriz? -pregunto a todos-, los del burdel cogerán las de la plaza seguramente, aún estamos a tiempo de coger al vuelo las otras.

Nia pega un brinco de sorpresa. ¿De verdad podria ir a por la comida? Bueno, se suponia que no estaban ni Elliot ni Vacuum asi que le tocaba a ellos a tirar del torreón. Además, podria ir con Gael.
-¡Si!-dijo entusiasmada mientras seguia a Gael como su sombra casi apunto de chocar con la puerta cerrada de la armeria.
-A mi tambien me gustaria hacer magia...-dijo con un puchero al verle salir.
-¿La cicatriz? ¡Nunca he ido! ¡Vayamos!-dijo energica tras haberse pertrechado con todo.