Torreón Letargo (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Llegamos a las afueras del torreón, que esta completamente cubierto de enredadera, a primera vista no se ve la puerta, así que me pongo a buscarla ...
-Ayudarme por favor - les pido a Elliot y a Gael - ...
Comienzo a golpear con la punta del bate suavemente sobre las enredaderas, esperando oír algo que no sea la madera golpeando contra la piedra bajo de las enredaderas ...

Chocó su espada y la mía y le miré a los ojos mientras sostenía su espada.
-Sí, tienes bastante ventaja, señorita, así que intentaré mirarte a los ojos. - Seguí bromeando.
Después empujé su espada y me eché hacia atrás, dando una voltereta en el suelo con la espada en la mano, como en mi época de bailarín, en la tierra.
-Ahora empieza lo bueno no??. -Le dije después de la voltereta y me acerqué a ella poco a poco...

Tras mi voltereta, Elliot se rió, después Elliot intento atacarme por el costado. Yo, por muy poco lo esquivé echándome a un lado y Elliot casi se cae al suelo por la fuerza del ataque y el peso de la espada.
-Controle su fuerza, señorita!! -Le dije sonriendo.
Después la miré de arriba a bajo descaradamente, bromeando, tras el comentario que dijo del instinto.
Después fui yo el que atacó primero con la espada recta, dirección al estómago.

Encontré un montón de sacos rellenos de algo ligero y blando.
<<Me serviran para entrenar>>

-Voy fuera, al "patio", para entrenar.

Me colgué el arco y baje unos cuantos sacos conmigo. Los reparti por el jardín y me puse en el centro. Apunté al primer objetivo, pero algo me distrajo: un brillo a lo lejos. Enfoqué la vista y vi una figura humana. Se parecia al ser que nos visitó en la plaza de la bañera de comida. No le deje de prestar atencion, por lo que pudiera hacer. Saqué una flecha del carcaj, la coloqué en el arco y apunté hacia el primer saco.
¡ZUS!
-Diana.
Mi punteria seguia igual de buena que siempre.

No pude evitar echarme a reír tras del comentario de Elliot.
-Señorita, pues tenga cuidado, o póngase algo, que la carne es débil. -Seguí bromeando teatralmente, cuando se estaba estirando la camiseta hacia abajo.
Ataco desde arriba con un movimiento de arco y la frene con las dos manos, desde arriba.
-Necesitas una espada más grande o unos movimientos más rápidos, eres previsible. -Le dije mirando a los ojos.
-Bueno, o ropa que abrigue más... -Le dije mirándola otra vez de arriba a bajo, pero esta vez, desde muy cerca.
Después empujamos las espadas, y me reí.

Se puso furiosa después de oír mi comentario y fue rauda con la espada baja, hacia mis partes del cuerpo más valoradas por el hombre.
Puse mi espada en medio de su espada y mis partes, con las dos manos, a escasos centímetros de la zona...
-Vaya!! Enfadándose das más de sí, señorita! -Le digo tragando saliva.
-Bueno, ya no seré tan descarado. -Le sonreí y con fuerza, empuje su espada hasta tirársela al suelo.
-Intentemoslo de nuevo ,pero ahora un poco más serios. -Finalicé y le guiñé un ojo.

veo un torreón lleno de enredaderas, dentro se oyen voces
<< ya sé donde viven los otros, ... les hare una visita >>
doy una vuelta al torreón pero no encuentro la puerta por que esta tapada con enredaderas
<< ¿y ahora como abro? ... mmm bueno quizás >>
me pego al muro y voy dando toques a las piedras, consigo dar casi media vuelta cuando encuentro la puerta, retiro un poco las planta y llamo a la puerta con decision

- uno de los que os salvaron de las ratas
le contesto con una media sonrisa intentando no sonar tan burlon como ella

atravieso el umbral sin hacer ruido como me dice
- a nada en particular, solo queria saber donde os hallabais situados
le ago una reverencia
- espero no haberla molestado joven dama
rio por lo bajo

Al final del sueño o pesadilla todo fue muy deprisa. Las cuerdas volvieron, me atraparon y me aplastaron sin piedad.
<<CRAACK>> resonó en mi cabeza. Un sonido tétrico, prolongado, formado de la rotura de todos los huesos a la vez, un sonido apagado y estridente, que en mis oídos sonó más alto de lo que debería, porque eran mis propios huesos.
Todavía se repetía una y otra vez ese crujido en mi imaginación cuando grité. Pero el lugar donde estoy gritando ya no tiene nada que ver con aquello, es la realidad. Aferro las sábanas y las arranco, arrastrándolas conmigo hasta la cabecera de la cama, donde me acurruco unos instantes. ¿Qué ha pasado? Era un sueño, solo un sueño. Ni siquiera me duelen los huesos, no sangro, no estoy muerto. Pero me he traido otras cosas desde el sueño, montones de sensaciones. Tengo los ojos humedecidos, debí de haber empezado a llorar hace rato. Me limpio las lágrimas con las mangas y me levanto de un salto.
Cuando llego a la planta baja alguien se interesa por mi grito, alguien que subía y no he identificado porque no quise mirarle a los ojos. Explico rápidamente que me había asustado una pesadilla, y que no pasaba nada. Voy al pozo y subo hasta tres cubos de agua a la bañera, que deberían ser suficientes y me meto en el agua helada. Mi cuerpo parecía tener fiebre cuando me levanté, y lograr meterme en el agua es doloroso, pero al cabo de un rato me doy cuenta de que ha valido la pena. Salgo refrescado, al menos de cuerpo, porque todavía me encuentro confuso y tembloroso. Me pongo de nuevo el pijama con el que llegué a Rocavarancolia y regreso a la planta baja, cabizbajo. Cojo una fruta y la masco desganado. Una parte de mí todavía no ha vuelto a la realidad. El recuerdo cada vez más borroso de aquel mal sueño me hace estremecer, de terror y quizá algo más. Agradezco que la fruta esté amarga, yo también me siento agrio.