Pozos

Alguno de sus compañeros les sugirió a los recién conocidos que fueran hasta su torreón, y Amira dudó un segundo. ¿Era lo más sensato dejar que fueran hasta su casa cuando les acababan de conocer? Tal vez no, pero no hacerlo no era lo correcto. Estaban en una situación tan mala como ellos, y al fin y al cabo, ¿no habían hecho lo mismo con Adam?  Le habían dejado quedarse con ellos porque estaba solo y en peligro, y aunque ellos no estuvieran solos (y vivieran en otro torreón) no dejaban de haber sufrido una experiencia traumática y ayudarles era lo correcto.

—Nuestro torreón tampoco viene en nuestro mapa —añadió, mirando a sus compañeros. ¿Lo había llevado alguno? —Parece que lo construyeron después de hacerlos o algo.

Parecía que a ellos tampoco les hacía gracia ir al refugio de unos desconocidos, ya que sus compañeros les esperaban, y no querían preocuparles. Les comprendía. Si ellos tardaban mucho probablemente Lethe, Luci y el resto se preocuparían, y no le gustaría aquello. No les estaba pasando nada malo, sí, pero los que se quedaban en el torreón no lo sabían. No pudo evitar sonreír al oír la descripción de la repobladora. Sonaba tan adorable que quería verla.
—Sí, hace mucho que no está. No deberíais tener problemas en volver —les dijo, tratando de quitarles el miedo. Si les podían enseñar donde estaba el torreón podrían verse y ayudarse, cosa que no estaba de más en la ciudad.

Adam estuvo contento con la reacción de todos ante la situación problemática del otro grupo, recordando lo diferente de su actuar con respecto al sueño que tuvo. Fue ese momento el que aseguro que siempre estuvo rodeado de personas maravillosas y bondadosas, las mismas que salvaron su vida sin pedir nada a cambio.

Negó con la cabeza ante las miradas de Amira y Kahlo, no llevó ningún mapa encima durante toda la salida.

Curioseó mentalmente al escuchar la descripción de la repobladora. ¿Es posible que un ser vivo inteligente midiese tan poco? Se le hizo muy curioso el hecho de que, si fuese cierto y no estuviesen exagerando, tantas especies variopintas estuviesen conviviendo en este mundo tan raro. Recordó algunas películas de ciencia ficción en las que existían gobiernos estelares de distintas razas alienígenas.

—Hace meses que no vemos a ese monstruo, no creo que aparezca de la nada. Pero para todo lo que necesitéis, lo que sea, nuestras puertas estarán abiertas para vosotros — reiteró esta vez sin pelos en la lengua.

El tema de la magia prefirió no tocarlo, ignorante sobre el tema de los hechizos traducidos que conocían algunos de sus compañeros.

Los cosechados ya estaban mucho más tranquilos. Chromsa se alegró de que aceptaran su ayuda, al fin y al cabo eran iguales en aquella ciudad. Fue por eso que comprendió por completo el por qué se negaban a ir al torreón. -Lo entiendo. Nosotros también tenemos compañeros esperando en el torreón.- dijo a Reira.

Al igual que Adam negó con la cabeza cuando Kahlo se volteó para ver si alguien llevaba un mapa encima. Justo después con la descripción de la tal Jara el ochrorio empezó a imaginársela maravillado. Por supuesto que había visto distintos seres de otros mundos, algunos más grandes y otros más pequeños, pero nunca se le habría ocurrido que hubiera alguien así de pequeño por Rocavarancolia. Debía ser aún más difícil que para el resto sobrevivir en la ciudad con ese tamaño, aunque la magia podía compensarlo un poco. -(Tengo ganas de conocerla)- pensó.

-Es eso, hace mucho que no lo vemos. No creo que ande cerca, pero ir con cuidado siempre es buena opción.- añadió con una sonrisa amable. En aquel lugar en pocos sitios se podía estar seguro, pero Chromsa quería tener la esperanza de que Setenta y Siete no volvería. A saber de lo que sería capaz ahora...

La pregunta de Reina le hizo fijarse en un detalle mejor. Curar una herida es fácil, pero estabilizar a alguien al que le falta un brazo no parecía una tarea sencilla. -Me imagino que ha sido cosa de magia curativa, aunque solo es una suposición.- dijo como respuesta a la terrestre y como duda que esperaba respeta al pequeño grupo. Si resulta que sí tenían un médico, aquello podría ser un encuentro incluso mejor de lo que estaba siendo.

Alec no comentó nada acerca del lagarto gigante pues sus compañeros lo dijeron por él. Era cierto que hacía mucho que no lo veían y ahora sabían por qué.

-El torreón está por aquí cerca - asintió.- Pero creo que no hemos traído mapa, esta zona ya la conocemos de memoria y no nos hacía falta. Pero vaya, si os subía a cualquier edificio de esta zona es fácil de ver - comentó con una sonrisa amable.- Pero podéis acompañarnos un poco en el camino y lo veréis por vosotros mismos.

>>Podéis venir de visita cuando queráis, estoy seguro de que a los que se quedaron en el torreón no les importará.

Aún así aquel grupo le parecía muy pequeño incluso si decían que les quedaban compañeros.

-¿Os habéis encontrado con alguien más en la ciudad? Nosotros nos hemos encontrado con dos ciudadanos y con el fantasma de la biblioteca. Lo digo porque igual no estáis al tanto de las leyes que les impiden ayudarnos - preguntó con curiosidad.

Kolja ayudó a Kahlo con las cestas, escuchando al mismo tiempo la conversación de sus compañeros con los otros cosechados. Le pareció comprensible que estos prefiriesen volver sin rodeos, habiendo pasado lo que habían pasado, sus compañeros seguro que se imaginarían lo peor si tardaban en volver. Levantó una ceja al oír la descripción de aquella tal Jara. Desde luego parecía una monada, y bastante indefensa, menos mal que había encontrado a gente con la que convivir, aunque hubiese tenido tan mala suerte de que uno de ellos fuera 77.

-Si insistís en volver cuanto antes con vuestros compañeros, por lo menos permitirnos que algunos de nosotros os acompañen y ayuden con las cestas. Así, además, nos hacemos una idea de donde está vuestro torreón y podemos llevaros nosotros los hechizos, para que no tengáis que arriesgaros si quedáis pocos y todavía estáis debiles- propuso, buscando con la mirada apoyo entre sus compañeros.