Pozos

Los gritos del chico nutria fueron el primer aviso que tuvo de que algo no iba bien, porque Alyssa ni escuchó ni vio al reptil hasta que estuvo fuera del pozo. Eso sí, en cuanto lo vio no dudó en echar a correr con el resto, que la mayoría ya estaban en ello. Sin embargo, se paró al escuchar al chico rubio y entender lo que pensaba hacer.
“No se le ocurrirá...”
Lamentablemente solo tuvo que girarse en su dirección para confirmar que sí que se le había ocurrido. Si no fuera porque estaba demasiado asustada con la situación se habría llevado las manos a la cabeza. "Pero será imbécil..."
Técnicamente aquello era ventajoso para ellos. Si la serpiente iba a por él estaría ocupada y no perseguiría al resto. La mejor decisión sería aprovecharse de él y dejarlo ahí.
Pensar de aquel modo la enfadó. Esa mentalidad de aprovecharse de los demás en propio beneficio era algo que siempre le habían intentado educar desde niña, y lo detestaba, pero al mismo tiempo no podía negar que en aquel momento esa era la decisión inteligente.

Y aún así no podía hacerlo...

Apretó los dientes mientras maldecía internamente su estupidez por lo que estaba a punto de hacer, pero lo hizo igualmente. Corrió hacia el chico y empezó a tirar de él en dirección del resto del grupo.  
–¿Qué crees que estás haciendo? ¡Echa a correr de una vez!
Su estúpida conciencia le había impedido dejarlo ahí, pero no se consideraba tan estúpida como para poner su vida completamente por delante de la del chico. Si les atacaban se escondería detrás de él para usarlo como escudo.

Aunque Amira se había relajado lo suficiente y no miraba paranoica a los alrededores, apretaba con fuerza la espada, tanto que tenía los nudillos blancos. Miraba el contenido de la cesta que llevaba, tratando de ver cuantas cosas conocía y cuántas podían no ser terrestres. No es que le hiciera especial ilusión comer comida alienígena, pero le valía con que no le fuera a ser perjudicial.

Las palabras de Chromsa la sacaron de sus pensamientos relativos a problemas digestivos por comida alien, y en cuanto echó una mirada al pozo se le abrieron mucho los ojos. «¿Una jodida serpiente con alas? ¿Y encima gigante? Sus muertos, joder». Le faltó tiempo para echar a correr, aunque frenó en seco al oír a Kolja hablar de pelear contra aquella cosa que se los quería comer con total seguridad. Iba a ir a por él, pero se le adelantó otra chica, así que siguió corriendo hacia el torreón, cargando con la cesta.

—¿Por qué los blancos sois tan idiotas? ¿Es que acaso morir haciéndote el héroe te parece buena idea? —le recriminó casi a gritos, sumándose a las quejas de Lethe. No podía con la estupidez que acababa de demostrar el alemán, pero tampoco iba a ponerse a gritarle mientras la serpiente estaba detrás de ellos. Si no habían muerto, podría decírselo en el torreón, ya a salvo.

Aun después de oir la respuesta de Lethe, Kolja estaba dispuesto a quedarse alli a cubrir la retirada del resto el solo. Pero cuando aquella chica fue a por el para conseguir qye hechase a correr como eel resto no pudo hacer otra cosa que seguirla. No iba a arriesgar la vida de una persona que no habia peleado en su vida y que además se preocupaba por su seguridad.
Asi que entre maldiciones rapudamente volvió a enfundar su espada y recogió las flechas que habia dejado en el pozo y corrió detras del resto, el último en la fila y con el arco en la mano y una flecha en la cuerda, listo para lo peor.

Alec cargó las cestas sin mucha dificultad. Eran aparatosas pero no pesadas, al menos no para lo que él estaba acostumbrado.

No tardó en echar a correr con el resto cuando vio la pedazo de serpiente que salía de un pozo cercano. Luego los terrestres hablaban del monstruo del Ness... seguro que aquel bicho estaba emparentado.

Se detuvo en seco cuando escuchó las palabras del alemán y se unió al coro de voces en contra de su idea.

- Déjate de gilipolleces, Kolja - le gritó por encima del hombro.- O corres o te juro que te doy tal patada en el culo que Luci va a conocer colores nuevos.

Vio por el rabillo del ojo a la chica arrastrar al otro y no volvió a mirar atrás. Corrió como alma que lleva el diablo en dirección al Torreón siguiendo al resto.

Adam se despertó rápidamente pero dolorido por la dureza del suelo. No creyó que dormir escondido en una pequeña casa abandonada le costaría tan caro a su espalda. Aún estando aturdido recordó a la perfección el extraño liquido que bebió de la fuente. Ya que insistían tanto las curiosas personas, que se dirigían a él en un raro idioma que no lograba entender y que se encontró en aquel edificio cuya semejanza a una prisión le traía malos recuerdos, no dudó en beber esa sustancia que, al recorrer su garganta, no notó nada fuera de lo común—. Que refrescante, lo necesitaba.
Todos esos extraños sujetos celebraban al unísono pero hubo algo distinto, Adam pudo entenderlos a la perfección pero eso no es lo que le sorprendió. ¡Todo lo que decía se traducía automáticamente en ese lenguaje!

No pudo creerlo, ese hecho lo asustó, más de lo que él mismo se esperaba. No pudo evitar separarse de los demás tras el shock producido por tantas personas interrogándole. Cuando se dio cuenta estaba completamente solo y no supo si era intuición o era evidente que el lugar donde se situaba era peligroso ya que todo eran casas en ruinas y estructuras muy dañadas. Debido al poderoso miedo que sentía dentro de él no dudó en meterse dentro de una casa abandonada, la cual estaba en mejor estado que las demás—. ¿Por qué hice eso? Este no es lugar para entrar en pánico. Solo cálmate Adam... —Se dijo a sí mismo con una voz entrecortada mientras notaba como el sueño le arrastraba.

Se despertó de forma súbita debido a un horrible estruendo. Mientras recordaba cuando bebió de la fuente, procedió a asomándose con temor por una ventana rota para poder vislumbrar el origen del espantoso ruido, se le paró la respiración al ver una enorme serpiente blanca alada cuya extraña apariencia opacaba las pequeñas figuras enfrente suya. Adam pudo ver de reojo como una enorme barca dorada, o lo que pudo distinguir desde tan lejos, se iba volando lentamente en dirección contraria al grupo. Vio con absoluto pánico la escena temiendo por la vida de ese grupo pero ese sentimiento fue a peor cuando observó que uno de ellos le plantó cara a esa monstruosidad—. Escapad... no podéis hacer nada ante eso... —Dijo muy bajo aún a sabiendas de que es imposible que le escuchen. Estaba demasiado lejos.

Cerró los ojos para no poder ver una verdadera carnicería que creía que iba a suceder, pero antes de que siquiera pudiera cerrar sus párpados, vio como la serpiente atacaba a otro ser de forma súbita. Adam ya vio lo imposible: una serpiente alada atacando a un gigantesco marsupial, barcos voladores y agua milagrosa que te hacía aparentemente políglota.

Aun a sabiendas de que le dijeron que Rocaarancolia es un mundo mágico, no estuvo preparado mentalmente para ese momento. Pero vio un atisbo de esperanza en el grupo que acaba de salvarse de una situación verdaderamente imposible de sobrellevar, así que decidió seguir a hurtadillas sus pasos con la esperanza de que ese pequeño grupo pudiese ayudarle.

Torreón Silente

La enderth caminaba junto al grupo pero siempre lo más lejos de Kolja que le era discretamente posible. No porque le importara lo que pensase, sino porque no quería comentarios al respecto. No habló mucho durante el trayecto, tan solo respondiendo escuetamente si se le hacía alguna pregunta o se hablaba de algo en lo que debiera opinar. Durante el trayecto no vieron a la bañera voladora y empezaba a preocuparse un poco. No había hablado con Qirra de la idea de Alec debido a todo el follón del día anterior, pero tampoco importaba mucho en ese momento. Se conformaría si encontraban alguna cesta incluso aun si solo estuvieran en el fondo de un pozo otra vez. Si era así en aquella ocasión volverían a tener que pedirle a la pequeña depredadora que les echase un cable con su par de alas voladoras, pero Lethe ya tenía en mente cuál sería su próximo proyecto. Pensando en ello acabaron llegando al lugar antes de que se diese cuenta, ya que por suerte no había habido ningún incidente. De primeras no vio ninguna cesta: mala señal y se encaminó hacia el primer pozo para examinar su interior.

La pequeña estaba de buen humor ese día así que no solo propuso la salida, sino que se animó también a ir. Fue a pesar de la terrorífica experiencia que le contaron el día anterior. Y de la que vivió hacía dos. Y de lo que ocurrió nada más despertar y salir a la Plaza de la Fuente. Está claro que la niña no aprende…

—¡Eh! ¿Qué tal si cogemos las cestas mientras caen? —Propuso en un arrebato cuando llegaron al lugar. No había ninguna a la vista, así que dedujo que aún no las habrían soltado. Obviando que, por supuesto, habían visto algunas bañeras hacía no mucho.—. No creo que no podáis los que no tenéis alas, ¡pero al menos yo puedo saltar muuuy alto!

Como para demostrar su punto, desplegó las alas y las batió lo suficiente para hacer algo de ruido. Rio ligeramente ante las reacciones de algunos al gesto brusco.

Sin embargo, la realidad no tardó mucho en cortarle el rollo. Una terrorífica criatura quedó a la vista cuando se acercaron al pozo, una que aún recordaba muy bien. ¡Y estaba robándoles la comida! Kradko apretó la mano que agarraba el bastón, claramente nerviosa y asustada. Ni siquiera ella creía que su arma pudiera suponer un mínimo estorbo del reptil gigante asesino psicópata genocida que tenía en frente. Daba gracias si podía usarlo de mondadientes.

Claramente aterrada, instintivamente se escondió detrás del mamífero que tenía más cerca, quien resultó ser Chromsa.

Adam caminó junto al grupo de forma que él estuviese en el centro. Apenas habló durante el trayecto mirando de forma maniática a todos los lados posibles ya que la última salida la tomó como toque de atención para permanecer siempre en guardia.

Saltó sorpresívamente cuando Kradko agitó sus alas. La verdad es que se hallaba admirado ante la capacidad de volar de algunos miembros del torreón. —Ojalá tuviese alas. Siempre envidiaba a las aves por eso, volar debe ser divertid… —Paró súbitamente al mirar de reojo el pozo que inspeccionaba Lethe y percatarse de una cara conocida. La carnicería que presenció en esa plaza hizo mella suficiente en Adam como para recordar al principal partícipe de ese grotesco evento. Lo peor que pudo imaginarse sucedió: ese monstruo se dio cuenta de que ellos estaban allí, y además cargaba con muchas de las cestas que andaban buscando. En cuanto ese ser se puso amenazante, el miedo se apoderó de él. —D-de-debemos irnos ya. Esto es muy peligroso—. Sugirió al resto del grupo en una voz muy baja. Prefería pasar algo de hambre a enfrentar al sujeto cuya peligrosidad fue claramente visible aquel día.

Kolja se puso otra vez la armadura, algo agarrotado después del baño en frío. Cogió el arco y dos hachas y se planto en la puerta, esperando al resto. Durante el camino no hablaron y el se colocó a la cabeza de la comitiva. Apoyó la idea del insecto con un simple asentimiento, concentrado en los alrededores intentando prevenir posibles amenazas. Aunque la amenaza no llegó como ataque sorpresa, sino como lagarto enorme asesino. Rápidamente sacó las hachas del cinturón. Le había visto en la plaza, y el bicho era rápido, no confiaba en poder acertarle con una flecha. Decidió dejar hablar al resto, ya había descubierto que los aliens no eran precisamente muy dados a su persona. Además, no sabía si aquel tipo era de los suyos o de los del esqueleto con mocos. Aunque dejo claro con la postura corporal que estaba listo para defenderlos en caso de ser necesario.

El camino hasta los pozos fue tranquilo, aburrido incluso. El paisaje era siempre igual mirase a donde mirase, casas derrumbadas por todas partes, ninguna otra persona aparte de ellos. Alec se preguntaba cómo de monótono sería el camino cuando lo hubiese hecho más veces.

Pero no por eso el escocés estaba poco atento a que pudiera surgir un monstruo de cualquier esquina. Llevaba el martillo en la mano dejando que el mango saliese por hacia la zona de su espalda un buen trecho. Aquel día estaba todavía más atento, la armadura que llevaba Kolja encima hacía mucho ruido. Estaba claro que no se había hecho para el sigilo.

Al rato llegaron a la zona de los pozos donde deberían estar las cestas, y allí estaban aunque a priori no se viesen... acompañadas por un ser que Alec hubiera preferido no volver a ver.

Miró a Adam comprensivo. El propio instinto de Alec le pedía que se fuese de allí lo más rápido que pudiera pero... los que se habían quedado en el torreón habían confiado en ellos para llevar comida. Algo más fuerte que el instinto de supervivencia físico humano se impuso en Alec para avanzar un paso, apoyar la cabeza del martillo en la tierra y poner la mano al final del mango. Quizá aquello pudiera solucionarse con diplomacia.

-¿Toda la comida? ¿Por qué no la compartimos? - propuso el pelirrojo.- Quédate con la mitad de las cestas y nosotros con la otra mitad - aunque sólo tuviesen la mitad de las cestas podrían ir al día siguiente a por comida. Era una apuesta que el escocés estaba casi seguro de poder ganar, ya iban tres días consecutivos que habían ido las cestas.- ¿Qué te parece? No es mal trato.

Por supuesto, cómo no. Por el rabillo del ojo ya vio la que se les venía encima y lo primero que hizo fue dar varios pasos hacia atrás y volver con el grupo. Se quedó paralizada unos instantes, debatiéndose entre darle la razón de inmediato a Adam o confrontar verbalmente al reptil. Luego estaba el hecho de que les acompañaba cierto mamífero al cual observó de reojo. Por una vez no se estaba lanzando de cabeza a una muerte segura, debía admitir. El tiempo que transcurrió navegando entre aquellos pensamientos fue suficiente para que Alec se le adelantase tomando una decisión. Miró de vuelta hacia el reptil asesino a la espera de una respuesta que no le sorprendió en lo más mínimo cuando llegó. Ello fue lo que decidió finalmente a la enderth a decidir qué debería hacer.
—Chicos, está claro que aquí no hay nada que hacer. No es como si no hubiera mejores lugares donde aprovisionarse que uno en el que tiran habitualmente la comida al fondo de un pozo —mintió dedicándoles a varios una mirada significativa.
Hablaba sin dirigirse al reptil, pero lo suficientemente alto como para que le oyese.
>>Vámonos —dijo realizando un gesto con la cabeza y esperando que todos, incluido Kolja -aunque tampoco se detendría a asegurarse-, le hiciesen caso.

Si no ocurría nada inesperado, la enderth pretendía conducir al grupo a algún lugar a cierta distancia de los pozos donde pudiesen esperar ocultos a que el reptil se decidiese ir y pudiesen ir a recoger las cestas con las que no hubiese sido capaz de cargar. Se lo haría saber en voz baja al grupo una vez estuviesen fuera de lo que consideraba el posible alcance del oído del reptil asesino.

oofQirra asentió ante la pregunta de Alec. Le parecía buena idea. Una vez acabó con la comida se dirigió al exterior con los demás que pensaban salir a por comida.
oof
oofUna vez en los pozos, no tardó mucho en percatarse de la presencia del ser del otro día. Parecía bastante intimidante, y se llevaba toda la comida. Afirmaba que la comida era suya porque él había llegado primero, e hizo caso omiso ante la proposición de compartir la comida que hizo su compañero. Ante esto, Qirra preguntó curiosa:
—Entonces, ¿en caso de que llegásemos antes mañana sería nuestra la comida?— Un segundo más tarde añadió —No es porque no la tengas tú, es que somos muchos y tenemos hambre.

El camino hasta los pozos se hizo prácticamente en silencio. Chromsa no sabría decir si se debía a lo ocurrido el día anterior o simplemente por concentración, pero nadie dijo una sola palabra. En parte no podía quejarse, porque aquella situación le permitió centrarse un poco en encontrar dos cosas por las ruinas cercanas a las calles por las que pasaban: en primer lugar el espejo que había pedido Kahlo y en segundo buscaba un bloque de madera o en su defecto un trozo del tronco de un árbol para tallar. Esto último se debía a una idea que se le ocurrió por la noche, cuando estaba a punto de dormirse. -(Bueno, no es que haya tallado tanto como para ser un maestro, pero creo que si es un trozo pequeñito y le pongo esfuerzo podría quedar un trabajo que guste al resto. Tal vez así empecemos a llevarnos un poco mejor...)- pensó en ese momento.

Sin embargo, tanto porque no quería quedarse demasiado atrás como por su visión no encontró nada de lo que andaba buscando.

Poco después llegaron a la zona donde encontraron la comida hacía ya unos días. Lo que le extraño al ochrorio es que las cestas no estuvieran por allí ya. Cierto es que aquella mañana no había escuchado los cánticos que anunciaban la llegada de la comida (seguramente no se fijó en ello), pero hasta ahora siempre había sido casi a la misma hora de la mañana. De sus pensamientos lo sacó Kradko cuando comenzó su salto, lo cual hizo que Chromsa diera un ligero respingo. Viendo que es lo que había causado eso, se rió y añadió: -Pues sí que saltas alto. No tienes nada que envidiarle a Qirra-

Esta alegría pasó rápidamente al horror cuando el grupo vio cerca del pozo a una figura conocida. El ochrorio no pudo contener un escalofrío (y un ligero tembleque) ante la visión del gran lagarto del que huyeron el primer día en Rocavarancolia. Lo peor de todo es que tenía todas las cestas. El lagarto se dio cuenta de que estaban allí y se puso a la defensiva en cuanto a la comida con una postura de todo menos acogedora. Chromsa notó que la chica bicho se puso a su espalda en ese momento y él instintivamente la mantuvo ahí. Era consciente de que, en realidad, ese ser podría matarlo sin problemas, pero al menos no atacaría a Kradko. Mientras que Kolja se preparaba para un posible ataque de parte del monstruo,algunos intentaban dialogar con el lagarto en vano. No iba a darles nada de la comida a no ser que llegaran primero, lo cual Chromsa se preguntaba si posible conseguir teniendo en cuenta la apariencia de ese ser.

Finalmente Lethe fue la primera en plantear que marchasen de vuelta al torreón. A Chromsa no le gustaba reconocerlo, pero era lo más sensato que hacer en aquel momento. Le sabía mal volver sin absolutamente nada, pero era prácticamente conseguir algo de ese lagarto. Le entró un poco de pena la cara de decepción que tendría el resto cuando llegaran y, más importante aun, esperaba que la comida que les quedaba fuera suficiente para los siguientes días. -Está bien- contestó un tanto alicaído a las palabras de Lethe.

Se alejaron entonces de allí ya en dirección al torreón. Cuando se alejaron lo suficiente de la zona de los pozos, se le vino a la mente lo último que había dicho el reptil rojo y, en voz baja porque no se fiaba mucho de si podía escucharlos aún, comentó al grupo: -Oye, si no lo he entendido mal, ha dicho que hay otro grupo cerca, ¿no? Tal vez en algún momento algún otro del grupo venga a por las cestas y con suerte podamos negociar con alguien más... amable. Quiero decir, si su grupo es parecido al nuestro bastaría con repartirnos los días que recoge la comida cada uno.- Justo después, entrando un poco en un pensamiento un poco más realista, añadió: -Aunque puede que sea complicado. ¿Quién podría querer estar en el mismo torreón que eso después de lo ha demostrado que puede hacer?-