Pozos

Se pusieron a andar por Rocavarancolia, mientras el trasgo contaba a su amigo las nuevas que había habido en Rocavarancolia durante su ausencia, especialmente en el tema más jugoso para los chismorreos: la cosecha.

—Un mes o así dormidos, y de repente despiertan algunos —le estaba comentando, por supuesto, uno de los aspectos más curiosos de aquel año: el coma en el que estaban sumidos algunos cosechados. El trasgo se acariciaba la mejilla, casi pensativo—. De hecho he oído que los macieleros también despertaron tarde, lo cual también me extraña. ¿Tanto se pasaron con los somníferos? O eso o su esencia es especialmente débil —la última parte la había dicho con especial desdén, despreciando a cualquier transformado con esa posibilidad—. Alguna vez me he preguntado cuál es la mía... Ojalá supiéramos cómo medirla —gruñó, con la cara de un niño al borde de un berrinche porque se le negaba una chuchería especialmente jugosa. Al cambio su cara cambió a una más alegre, casi como si se acabara de acordar de algo gracioso—. Oh, y hablando de macieleros, ¿escuchaste lo del derrumbamiento? Al parecer los muy bestias tiraron una casa encima de un par de transformadas de la última cosecha. O una cabra zombie lo hizo, no me enteré muy bien. El caso es que al parecer una de ellas murió y la otra planea aplastar sus huesos en cuanto salga la Luna Roja como venganza —Bastel negó con la cabeza, aparentemente decepcionado. Lo cierto es que le divertía aquella reacción, aunque le parecía, cuanto menos, curiosa—. A veces me sorprende lo rápido que Rocavarancolia y la Luna Roja nos hacen olvidar quiénes y qué fuimos.

Por su parte no se quejaba. Mirando hacia atrás solo podía decir lo agradecido que estaba de que aquel olvido hubiera hecho efecto por completo.

Había quedado con Bastel aquel día, tras haberse pasado algún tiempo en Roca Sagrada documentándose un poco sobre la cultura y especialmente sobre lo los productos únicos que allí podían encontrarse con intenciones de conseguirlos para hacer un baremo del mercado actual en Rocavarancolia. Hacia tiempo no lo veía y estaba completamente despistado sobre como estaba todo actualmente en la ciudad, decidió que hacerle compañía le ayudaría a enterarse de las novedades.

Realmente no estaba muy al pendiente sobre el estado de aquellos que pertenecían a la cosecha de aquel año y andaba también algo perdido sobre el estado de los de la anterior. << Debo pasarme mas por la Sede, ahora que me quedare un tiempo aquí >> pensó Dédalo, que ya tenia abierto en el frente alguno negocios con todos lo que había ido consiguiendo en los últimos meses en varios mundos, sin contar que Heiss iba a matarlo como siquiera sin ir a la tienda. Esperaba que las joyas que había conseguido en libo para poder engarzarlas y darles forma la contentaran lo suficiente.

Tras contarle un poco sobre lo que había estado haciendo, Bastel comenzó a ponerlo al día sobre el estado actual de la cosecha...como estaba tan enterado era un misterio. Y lo que le contaba no tenía tampoco mucho sentido.

-¿Confundirse con la dosis? Llevan años, demasiado para contarlos ya, haciendo esto. Dudo que se confundan con algo así y mucho menos solo con la de algunos. ¿Porque los de letargo despertaron bien, cierto? Eso deja claro que no pudo ser la dosis, menos si afecto a gente de diferentes mundos por igual-indico Dédalo que rodó los ojos ante su comentario sobre la esencia débil y el tono usado al decirlo, Bastel se había vuelto, tan, pero tan rocavarancoles para algunas cosas desde hacía un buen tiempo, por algo ya les había pedido llamarlo simplemente Bastel, que no se sorprendía del todo. Aunque quitando el tono despreciativo usado, tal vez si tenia algo de razón con esa conjetura- ¿Y para que quieres saber eso? Ni que eso vaya a cambiarte la vida saber cuanta esencia tienes...- añadió Dédalo pasivamente, aunque haciéndole algo de gracia como parecía pasar de gruñón por la esencia de los cosechados, a mostrarse caprichoso y de pronto alegre...menuda crisis de cambios de humor tenía encima.

Aunque al percatarse que el humor alegre provenía de una desgracia para los cosechados hizo que lo mirase con una ceja alzada, extrañado << No, espera, no debería sorprenderme ya que le haga gracia algo así >> pensó Dédalo, observándolo. Realmente era difícilmente reconocible, quedando obvio que no quedaba ni rastro de nublino de su cosecha, no en carácter o moralidad a menos. <<A esto se le llama meterse completamente en la piel de un trasgo >> pensó sintiendo una cierta envidia y también algo de terror, por lo fácil que parecía ser para algunos dejar a un lado sus vidas anteriores. El ni lo lograba, ni se atrevía a lograrlo.

-Macieleros tenían que ser, sino destruyen la ciudad en algún punto, no son felices...- añadió con un bufido, pues recordaba aun muy vividamente lo que provocaron ellos mismo durante su cosecha- ¿Una cabra zombie?- era tan absurdo pero tan posible en esa ciudad, que no sabia si reírse o no, aunque muchas ganas de hacerlo no le dieron al escuchar que el derrumbe había matado a una transformada. Independientemente de no conocerla, solo imaginarse de que fuese alguien apreciado o conocido le quitaba la ganas de tomárselo a chiste. Ya imaginaba la reacción de su compañera, ¿cosechados matando accidentalmente a transformados? No recordaba un caso similar antes. ¿Se consideraría intervención si la compañera se vengaban por aquello siendo que al parecer también había sido herida? No parecía querer averiguarlo si pensaba vengarse tras la luna. Observo a Bastel al ver como negaba con la cabeza.

-Pareces decepcionado ¿es porque desea matarlos o es por que no lo hizo en ese mismo momento?-cuestiono Dédalo con curiosidad y aunque no le veía el humor real al asunto, ciertamente entendía la postura de la transformada, mas que por ser transformada por el sencillo hecho de sentirse furiosa por la muerte de una amiga-  Ahí la luna no tiene nada que ver, si matan a tu compañera vas a mosquearte y si es cercana vas a desear que corra la sangre por ello, mas si los causantes están delante de tus narices... y eso ocurre ya seas cosechado o transformado -se encogió de hombros, viéndole el punto lógico al asunto. Bufo ante el comentario de Bastel, negando con la cabeza.

-Pff, no parece que ese cambio te moleste mucho a estas alturas...al contrario, pareces haberte quitado una piedra enorme de encima al volverte simplemente Bastel.- añadió con una risa mientras avanzaban hacia los pozos, pues su forma actual de pensar le intrigaba- Yo pasándome la vida intentando no olvidar quien soy y otros que prefieren olvidar quienes eran...me pregunto quien esta mas locos de los dos- añadido Dédalo con una sonrisa pensativa, al ver la diferencia entre el trasgo y el mismo- En fin, como sea, se ve que siguen pasando cosas extrañas por aquí...aunque están ocurriendo mucho antes de la llegada de la luna, así que cosa suya no es. - añadió finalmente Dédalo volviendo a la conversación anterior, menos problemática de la que hablar.

—Tienes razón. Y sí, los que han acabado en Letargo despertaron a tiempo para el discurso Y muchos otros siguen durmiendo —se acarió la mejilla izquierda, pensativo, mirando hacia uno de los pozos cercanos. Recordaba que encima de este aparecía, con la cercanía de la Luna Roja, el vórtice muerto más grande de la ciudad—. También es raro que vayan despertando por grupos, siempre varios a la vez —aquella reflexión fue pensativa, dicha más en voz alta para sí mismo que para su amigo. Ante la siguiente pregunta del foner se encogió de hombros, quitándole importancia—. Pues por curiosidad, ¿por qué si no? Además, a mi orgullo no le importaría nada enterarse de que mi esencia es grande.

Soltó una risa ante la siguiente apreciación de DL. Desde luego aquello parecía comenzar a hacerse tradición entre los habitantes del torreón Maciel. No en vano tenían el único torreón parcialmente destrozado de la ciudad.

—Sí, una cabra zombie. Al parecer se colaron en una casa para escapar de ella y de alguna forma consiguieron que la derruyera —una negación con la cabeza acompañó a su rostro risueño, como si aquella fuera una broma magnífica—. Desde luego para ellos tuvo que ser de todo menos divertido, pero lo miras de forma objetiva y la situación es bastante surrealista.

Se mantuvo pensativo ante la cuestión del cambiante, pensando exactamente en cómo decir lo que le molestaba del asunto. A Bastel le traía sin cuidados el destino de gente que ni conocía, pero el destino de Rocavarancolia era otra cosa.

—Te equivocas en ambas suposiciones, es más simple que eso. La ciudad, para crecer, necesita cosechas numerosas. Para que haya cosechas numerosas hacen falta muchos portales. ¿Y quienes abren los portales? "Esencia sin mácula jamás tocada por la Sagrada Luna Roja" —había impuesto un tono solemne a aquella cita de la gran obra de Blatto Zenzé, una de sus lecturas favoritas—. Para mí Rocavarancolia está por delante de cualquier deseo de venganza. Nunca mataría a un nuevo transformado hasta que ya no haga falta para abrir vórtices a nuevos mundos vinculados.

»No me refería a eso —aclaró, con un ademán para restarle importancia—. Solo me sorprende que haya gente que olvida por completo lo que sufrió en su cosecha en poquísimos meses. Y yo... Bueno, sí, también he olvidado lo que fui antes, claro. A veces, para sobrevivir, hay que olvidar —lo miró de reojo, pensando en el propio Dédalo. Se preguntaba qué le dificultaba el dejarse arrastrar por su nuevo ser y dejar atrás un pasado que, como a cualquier rocavarancolés, solo lastraba.

—No, no puede ser la Luna Roja, ahora mismo a los cosechados apenas les afecta, es Rocavaragálago lo que realmente está moldeando su auténtico ser. Y de momento ese cambio es lento, muy lento —coincidió, con un asentimiento—. Supongo que al final se aclarará. Sea lo que sea seguro que la Luna Roja lo saca a la luz. Siempre lo hace.

Escucho las palabras de Bastel con atención, pensativo. Lo que estaba ocurriendo con los cosechados no tenia explicación alguna y si el consejo lo sabia no anda muestras de ello. Que el supiera todas los cosechados despertaban al mismo tiempo, tal vez con algunas horas de diferencia, pero no días en variados grupos de poca gente. O directamente, no despertaban.

-No sabría decirte si el hecho de que todos esos cosechados no despierten es por causa de tener una esencia débil, como supones, aunque no es mala teoría- añadió pues había estado dándole vueltas a ese detalle- Pero seguro habrá cosechados de varios mundos y ha habido esencias débiles antes, eso seguro, y también seguro muchas de ellas llegaron al la luna. Que ahora de pronto, posibles cosechados no tengan un esencia fuerte caigan en una especie de coma extraño, no tiene mucha lógica si antes no ha ocurrido. - indico encogiéndose de hombros aunque ciertamente le intrigaba un poco ese aspecto. No veía posible que tantos cosechadores, de tantos diversos mundos, se equivocasen todos al escoger cosechados. Era todo demasiado extraño, pero eran demasiadas preguntas y ninguna respuesta.

Dédalo soltó una leve risa ante su apreciación sobre el asuntillo de la supuesta cabra zombie. ¿Surrealista? Que no era surrealista en ese lugar.

-Por algún motivo, cada vez que se menciona 'animal extraño causa estragos en la ciudad' me viene la mente Giz, el genemante. Su zona de trabajo esta llena de jaulas de toda clases de bichejos. No me sorprendería en lo mas mínimo, que si existió una cabra zombie de verdad...sea cosa suya –concluyo Dédalo, acordándose aun de aquel dichoso mono volador que al final se había quedado su jefa. Era al menos una anécdota digna de recordar y que dudaba los macieleros fuesen a olvidar fácilmente, ni ellos ni la transformada que había perdido a sus compañera, lo harían.

Dédalo miro a Bastel al escuchar la forma en la que se expresaba sobre la magnificiencia de la ciudad, que aunque estaba mejor en la actualidad a cuando ellos llegaron, distaba mucho aun de ser un lugar adecuado. Y ni hablar de tener la gloria con la que se le representaba en los libros. El crecimiento de Rocavarancolia, dependía de sus cosechas y de los transformados que salieran de estas, no podía negarle aquello << Pero pienso que mas vale dos futuros transformados a solo uno o ninguno. Ambos son perdidas >> pensó ante la posibilidad de que ya fuese un cosecha o un transformado novato, murieran.

-A mi no me sorprende en lo mas minino- indico viéndolo con obvie dad, mas bien le resultaba extraño que le pareciera tan curiosos el cambio de mentalidad en alguien con poco meses de transformados. Ellos ya había visto eso entre sus propios compañeros, incluso si Bastel había tardado mas tiempo en olvidarse de ello- Creo que a las criaturas de precio les costaría menos, al fin de cuenta cambias psicologicamente también ¿no? Todo con el fin de poder realizar aquello que necesitáis para estar completos. -indico Dédalo observando a Bastel, pues ciertamente las transformación como la de sus amigos o la de otras criaturas de precios inmorales, era algo que psicologicamente hablando resultaba curiosa. Como podía cambiar tanto una persona influenciado por su propia inmoralidad

-Y sobre eso que mencionábamos antes, me pregunto si los soñadores de la ciudad habrán curioseado sobre esto y sabrán algo. Ahora mismo son las transformaciones capaces de meterse en los sueños de la gente los que mas posibilidades tienen de saber que ocurre con todos esos durmientes. Por que desde fuera...lo único que parece notorio para todos, es que no despiertan- indico, mordiéndose el labio inferior con intriga y nervios, acordándose de Seon y preguntándose si la sinhadre sabría algo al respecto o estaba tan perdida como todos los demás. Incluso si cuando llegase ala luna se enteraría de lo que andaba pasando, Dédalo no podía evitar sentir una cierta ansiedad con el asunto, pues aunque no era preocupante en principio...siempre que pasaba cosas raras en la ciudad, nunca...pero nunca, terminaban bien. Era casi una ley.

Bastel masticó los contraargumentos de DL sobre los cosechados, pensando en eso. ¿Podía haber algo más? El trasgo miraba alrededor, pensando en Rocavarancolia, y sin duda era posible. Aquella ciudad era delirante, en aquel lugar la palabra imposible no tenía significado alguno, y para probarlo se encontraba la resurrección de Zmey. Y si realmente había algo más... el trasgo se preguntó si llegaría a afectarles a ellos. Podía ser una nueva vuelta de tuerca de Rocavarancolia para juzgar a los dignos de pertenecer a la ciudad u otra cosa completamente distinta.

—¿Pero es genemante, no nigromante, no? Una cabra zombie entra más bien el campo de dominio de esos hechiceros —apuntó, recordando a la quimera que casi le mató en su primera Luna Roja—. No recuerdo si hay alguno además del Señor de los Asesinos. Quizás él fuera el culpable.

Sí, a los monstruos inmorales les podía ser especialmente fácil perder su antiguo ser, pero Bastel sabía que no siempre era así. Él había tardado años. Años de estúpido sufrimiento y autoodio, años de no ver la realidad de la inferioridad de los sin esencia, de la inferioridad de la debilidad. Se gruñó mentalmente cuando sus pensamientos se fueron por un instante a su antigua amiga. El poder era lo que realmente gobernaba el universo, y eso sucedía en seres inteligentes y en simples bestias, en lo vivo y en lo inerte. Y, si él tenía poder, no iba a sentirse mal al proclamarlo.

—Ni idea de si los soñadores saben algo, hace tiempo que no veo a Seon, y no sé qué otros oniromantes hay en Rocavarancolia —una nueva idea se coló en su mente acerca de aquello, algo que le hizo fruncir el ceño al caer en que no solo los brujos oníricos podían acceder a los sueños de los cosechados—. Los íncubos y súcubos de las pesadillas también pueden saber algo, pero no sé si hay alguno además de Nihil. Y si ella sabe algo no me ha dicho nada —aquel misterio de cosechados estaba empezando a despertar su curiosidad, aunque en no necesitaba saciarle con urgencia. Aun así quizás fuera bueno apuntarse en un rinconcito investigar algo cuando tuviera tiempo libre—. Podemos preguntar a Seon si sabe algo, de todas formas. Con esta charla me está empezando a despertar algo de curiosidad por este tema.

La dichosa cabra zombie estaba llevándose una buena parte de la atención en aquella conversación, como sino fuera ya medio normal para ellos la aparición de criaturas extrañas intentando arrancarles la cabeza. Aunque no hubiese sido a ellos exactamente, le había pasado a los macieleros que eran algo así como los novatos de la generación. Y era casi sabido que los macieleros parecían estar gafados por la ciudad, si había algo que pudiera matarlos, arrancarles algo, torturarlos o similares, seguro que o la cosa en cuestión iba a por ellos o ellos iban hacia el peligro como insecto a la planta carnívora.

-Mas ideas que nosotros van a tener seguro, es su campo de dominio, eso suponiendo que se hubiesen interesado en los cosechados- indico Dédalo ante las palabras de Bastel, pensativo sobre ello pues ahí tenia un buen punto. No conocía a mas oniromantes que Seon ¿no seria la única que había en la ciudad en esos momentos? No podía jurarlo tampoco claro, pero era una posibilidad- Tal vez puedas probar a preguntarle ¿que tanta confianza tienes con ella?- pregunto con una media sonrisa entretenida, pues sabia de la incubo de las pesadillas, aunque nunca la hubiera conocido en persona- Aunque si, Seon es de mas confianza, incluso si hace un tiempo que resulta un poco complicado hablar con ella, a no ser que le de por visitarte en tus sueños, estando siempre durmiendo...- añadió observando  alrededor, desde luego el sitio que había escogido Bastel para pasear era bastante significativo.

-¿Se considerara intervención ir a ver con nuestros propios ojos el estado de esos cosechados de las mazmorras?Técnicamente no son 'activos' de la criba si andan en esa especie de coma- pregunto Dédalo girándose a verle con curiosidad tentativa, no podía evitarlo, tanto tiempo conviviendo junto a Enredo le había pegado sus instintos de cuidados y protección...si se le podía llamar a si a tenerme simple interés morboso en aquel misterio. Preocuparse por la nueva cosecha no iba a serles de utilidad alguna, por eso no lo hacía, no cuando seguían igualmente teniendo que sufrir la criba por su cuenta.

—Hmm... No tengo mucha relación con ella, la verdad. Ni con el resto de los sacerdotes, si he de ser sincero —Bastel frunció el ceño. Si tenía que admitirlo lo cierto es que le frustraba algo aquella incomunicación, pero no era algo nacido de la nada: tendía a evitar cualquier contacto mínimo con Tero. Ese chiquillo no le gustaba nada—. Los soñadores tienden a abstraerse bastante. Ellos también pierden la cabeza.

Una risa seca siguió a su broma de múltiples interpretaciones. Luego bufó y se encogió de hombros, sin saber muy bien qué más añadir.

—Quizás le pregunte alguna vez a Nihil si ha curioseado por las mentes de esos dormilones... De momento en Rocavarancolia no parece haber demasiados problemas, así que tampoco tengo un exceso de curiosidad. Quién sabe —formó una sonrisa traviesa, casi expectante, una sonrisa nacida de recordar una buena y ya lejana noche—, quizás la próxima Luna Roja vuelva a ser tan delirante como la nuestra.

»Siguen siendo cosechados, la criba se les aplica —dijo tras la última intervención de su amigo, solo para pasar a sonreír con amplitud—. Aun así espiar cosechados no está prohibido por la ley de no intervención. ¿Te hace un viaje a las mazmorras?

Dédalo observó a Bastel con detenimiento cuando menciono a resto de sacerdotes, pues a decir verdad no sabían gran cosa de la vida de este en el templo, ni el ni ninguno de sus mas cercanos sabían que hacia allí dentro o como era tratado mayormente. El como mucho sabia que se llevaba fatal con Tero, otro de los sacerdotes y que Nihil lo tenía algo así como protegido, del resto de sacerdotes no sabían mucho mas. Y Dédalo tampoco había tenido nunca mucho interés en meterse en lo asuntos de la secta, ya de por si resultaba peculiar que uno de sus mejores amigos formara parte de esta por obligación.

Observó las manos de este de forma distraída. ¿Cuantos en la ciudad se arrodillarían prácticamente frente a el por beber de esas manos? << Que ironía, un nublino que fue creyente de los dioses, convertido en lo mas parecido a un dios, con docenas de personas adorándolo buscando su dosis >> pensó Dédalo que sonrió ligeramente ante su comentario de los soñadores. Suerte de aquel, que en esa ciudad, no perdía la cabeza. Ya fuese literal o no.

-Todos lo hacemos, realmente creo que de los que conozco, el único que se mantiene en esencia como ha sido siempre es Enredo...al resto nos falta algún que otro tornillo- tengo con la cabeza cuando recordó la Luna Roja que ellos habían sufrido, un sinsentido enorme. Aun recordaba la batalla en la plaza de la fuente con Jack y la flechas bombas de Valek. Aquel que le dijera que el hechizo de intangibilidad era el mal mismo, le haría comerse unas de las flechas bombas del vampiro, u otros de sus artefactos de bombardero, a ver si pensaba lo mismo- Según escuche después, nuestra Luna roja fue una sin precedentes, pero también la cosa a estado un tanto tranquila estos años durante la luna, si comparamos...y aquí no gusta la tranquilidad. Somos tan porculeros, que si nada malo viene a nosotros, ya nos encargamos alguno de buscarlo de algún modo- añadió con un leve bufido. Que ansias tenia la gente de darse hostias contra alguien o algo, por favor.

Lo peor es que el también se aburría. El, que no era generalmente amante de los conflictos. Tanta tranquilidad, y su trabajo, estaba oxidandole sus dotes de pelea. Tal vez por eso cuando su comentario de ir a visitar a los durmientes fue bien recibido, se sintió de buen humor. Echaba un poco en falta algo que saliera de su monotonía, incluso sino eran batallas, pues incluso si le gustaba el trabajo que había escogido como una especie de mercader aventurero y siempre había nuevas cosas que ver y hacer en los mundos vinculados, no era igual a las intrigas de la misma Rocavarancolia. O hacer cosas con sus amigos.

Si algo tenía claro Dédalo, era que buena parte de su generación ya se había asentado y relajado. Como un mecanismo mas de la ciudad, que rara vez iba a salirse del molde. Y no sabía si agradecer esa calma monótona o desconfiar de ella. << Como siempre, soy un paranoico, viendo fantasmas y peligros en todos lado >> suspiro observando uno de los pozos mas grandes antes de volverse hacia el trasgo.

-Vamos entonces, total dudo que vayan a darles por despertarse y desaparecer ahora que por fin van a tener algo de visita -añadió con cierto humor mientras se alejaba de los pozos.

Sigue en Mazmorras de la Cosecha

Alec escuchó la propuesta de la pájaro y asintió. Después cogió una espada normal y corriente de la pared, se la enfundó en la cintura y también recogió una lanza para llevar en la mano. El escocés prefería ser previsor, mejor llevar ambas cosas por si acaso.

Emitió un gruñido ante el intento del alemán por ir en formación, le parecía una absoluta tontería que gente que no tenía formación de combate fuese en una. Si algo los atacaba Alec podía ver como tropezarían unos con otros.

Le reconfortó no obstante el tener a Qirra sobre sus cabezas, al poder volar podría avisarles de cualquier peligro. Ciertamente la lagarta podía llegar a convertirse en alguien indispensable en futuras salidas.

-Lethe, una pregunta, ¿los de tu especie no podéis volar? - le preguntó poniéndose a su altura.

Por fin la bañera se detuvo en el aire y parecía que estaba descargando cosas pero sin llegar a bajar la misma al suelo. Cuando ya quedaba poco para llegar Alec empezó a ver pozos en medio de la calle, le pareció un lugar raro para ponerlos pero la ciudad era una ruina así que tampoco se molestó. Terminó de acercarse a las cestas y soltó una carcajada de satisfacción.

-Joder, sí. Por fin algo nos sale bien - observó el contenido y todo parecía perfectamente comestible.

La enderth hizo caso omiso de la sugerencia de Kolja y simplemente abrió la marcha una vez todos estuvieron listos para salir. Aquella actitud de creerse el líder del grupo, o algo por el estilo, comenzaba a irritarla teniendo en cuenta que estaba claro que su cabeza no le daba para demasiado. Por tanto ignoró por completo su presencia y se acercó a Alec y Chromsa, quienes ya habían dado muestras de cierta competencia.

Estaba alerta mientras caminaban por las calles, aunque no podía evitar dirigir la vista de tanto en cuanto a la pequeña Qirra, que volaba libremente por encima de sus  cabezas. Que contase con la capacidad de volar les iba a resultar muy útil y de este modo no perderían de vista aquellas extravagantes bañeras. Fue en una de esas que el humano de pelo rojo se le acercó con una pregunta relacionada.
—Ojalá—le respondió sin dejar de mirar al frente en busca de posibles peligros—. Solo puedo planear. Lo mismo les ocurre a los clinger —señaló levemente con la cabeza a Kradko.

Poco después llegaron al lugar en el que habían visto descender al extraño vehículo aéreo. Ya no había rastro de la bañera o de la canción de su conductor, pero no tardaron mucho en ver algo que no parecía formar parte del paisaje normalmente: unas cestas de mimbre tiradas en el suelo, rodeadas por los numerosos pozos que había en aquel lugar.
—Creo que a Luci le aliviará saber que se trata de comida de aspecto normal. ¿Qué es esto? —Se extrañó al ver un tarro relleno de algo de aspecto viscoso y espeso—. Tiene un color extraño… ¡Pescado! Mira, Kradko: hay pescado. No reconozco esta especie. Tiene que ser de otro mundo.
Empezaba a entusiasmarse con el descubrimiento cuando se dio cuenta de algo.
>>Esto no parece demasiada comida teniendo en cuenta que somos bastantes. Me pregunto como de habitual será el suministro. O quizás…

Una certeza le asaltó entonces a la mente y se asomó a los pozos más cercanos al lugar de aterrizaje de las cestas. Solo agua en el primero. El segundo estaba seco y no podía ver el fondo. En el tercero…
—Ese estúpido “bañerista” ha tirado parte de nuestra comida a los pozos —dijo señalando el interior del último al que se había asomado, en el que había dos cestas más flotando en su interior—. Quién sabe si no habrá más comida echada a perder en el fondo de ese pozo seco. —Refunfuñando se acercó a la parqia—. Estos pozos no disponen de poleas para subir el agua… ¿Quién diseñó este lugar por todos los meros? —Se había cortado a sí misma para maldecir—. En fin… ¿Crees que serías capaz de coger las cestas ahí dentro? La lanza no llega para intentar pescarlas.
Maldijo entre dientes de nuevo: aquello sería tan fácil si tuviera su caña.

Como todo clinger que se preciara, Kradko era bien consciente de que en manos inexpertas un arma era más peligro que ayuda. Y sus manos nunca habían llegado a empuñar nada más sofisticado que varas y cuchillos, así que había limitado su selección a estos. No sabía si en presencia de lagartos gigantes psicópatas asesinos una vara iba a ser de mucha ayuda, pero podía ser práctica. Era al menos mejor que nada. Y el cuchillo, por supuesto, tenía muchos más usos posibles.

Con estas herramientas y su tosca capa calada iba la clinger siguiendo al resto. No le pareció del todo mal la formación que propuso el simio más grande cuyo nombre ya había olvidado, pero le hizo gracia la ropa que llevaba. «Blanditos», se dijo para sus adentros. Aún así, parecía que sabía manejar un arma mejor que muchos de los presentes. Respetó eso y se colocó en una posición más interior, aunque más cerca de Lethe. Eso le permitió escuchar por encima la conversación que mantuvo la enderth con Alec.

—Bueno, ¡podemos saltar muy alto también con las alas! ¿Sabes? Yo soy la que más alto saltaba y la que mejor trepaba de todo mi centro. —añadió con cierta chulería.

Tal como le pareció al salir, el lugar donde se detuvieron más las bañeras no se encontraba muy lejos. Si algo llamaba la atención de tal sitio era la gran cantidad de lo que parecían pozos. No le parecía el mejor lugar para arrojar lo que, como pudieron comprobar pronto, era comida de verdad.

Entre varias cosas extrañas, pudo comprobar que la mayoría de los alimentos parecían normales. Normales, apetecibles, hermosos. Rápidamente, agarró uno de los pequeños pescados con sus manos y lo sostuvo entre sus manos mientras lo observaba como si fuera lo más precioso que había contemplado en años. De ser humana, estaría sin duda salivando incontrolablemente.

Emitía como una especie de gemido causado por el hambre mientras inconscientemente se disponía a llevarse la pieza a la boca.

oof─ Podría intentarlo. ─ respondió. No sería la primera vez que se metía en un agujero así de estrecho. Inspeccionando las paredes pudo comprobar que no le resultaría demasiado difícil volver a subir debido a su relieve. El principal de los problemas iban a ser las dimensiones de las cestas, aunque no le dio demasiada importancia. Mirando dentro del pozo trazó un plan mentalmente. Se lo comentó a Lethe. ─ Controlo la caída con las alas todo lo extendidas que pueda, y cuando llegue abajo agarro las cestas con la boca y las subo. ─ La chica emplumada le ofreció ayuda, diciéndole que alzase las cestas al llegar a la altura de su lanza extendida para poder subirlas más rápidamente. Parecía un buen plan.
   oofUna vez en el fondo, ejecutó su plan todo lo bien que pudo, pero el tamaño de las cesta iba a resultar un problema mayor del que esperaba. No es que pesasen mucho, pero la postura que llevaba hacía la tarea absurdamente ardua. Al llevar la cesta en la boca, debía girar la cabeza casi 180 grados para que no le molestase a la hora de escalar, pero esto hacía que a cada pequeño avance el cacharro fuese chocando contra el costado de la chica, haciendo peligrar su contenido. El pozo no era demasiado hondo, y aun así se pudo escuchar claramente el sonido que hacía la comida al caer al agua de un pozo. Y cuando Lethe pescó la cesta con la lanza, aun tenía que repetir el proceso una segunda vez.
   oofAl salir del pozo, Qirra se desplomó sobre el suelo de la plaza, jadeando. Hacía más de un día que no comía nada y se había esforzado más de lo que lo había hecho en su vida. Normalmente, recoger huesos de animales que se habían despeñado en algún pozo seco no requería tanto esfuerzo; y en caso de requerirlo, la chica se daba por vencida rápidamente. Pero esto no eran huesos de roedor, sino comida, por lo que Qirra puso toda la carne en el asador. Podríamos decir que la chica se quedó sin carne para asar en el intento.

Cuando llegarón a aquella plaza llena de pozos algunos de sus nuevos compañeros fueron directamente a inspeccionar el contenido de las cestas, que se demostró comestible y común, en desacuerdo con el cantar del piloto. Kolja se quedó atras mientras Lethe miraba dentro de un pozo y encontraba dos cestas flotando en el agua y escuchando el plan de rescate planteado. Le pareció una buena idea, por lo cual les dejó hacer como les pareciera. Hechando un vistazo a su alrededor se fijó en aquella chica-bicho, que se disponia a llevarse un pescado crudo a la boca.
-Yo que tu no le hincaría el diente todavía, no se si conoces esa especie de pescado, pero si no es mejor cocinarlo, no vaya a ser que te haga enfermar si lo comes crudo- le aconsejó con tono algo desintereso.
Sin comprobar si la bicho seguía su consejo, se fué a inspeccionar el interior de una de las cestas que la mini-dragón habia sacado del pozo. Estaba llena por la mitad, nada mal considerando que habia tenido que cargarla con la boca escalando y que lo que habia dentro era un monton de carne y fruta, no precistamente peso pluma.
Asistió en lo que pudo en sacar la segunda cesta, aquella llena de unas bolsitas de diferentes tamaños.
-¿Quereis mirarar en el resto de pozos? No se si nuestra amiga reptiliana tiene el fuelle para sacar mas cestas, pero igual podiamos hacer una cadena "humana" si lo veis necesario. Sino podemos ir volviendo, me gustaria comer algo lo antes posible y luego salir a explorar los alrededores del refugio, igual encontramos cosas interesantes o útiles .

Antes de que le respondieran, el grupo ya estaba avanzando y casi nadie seguía una formación, así que Chromsa se limitó a seguir al grupo.

Iba observando todo a su alrededor mientras iba ojeando al grupo y a la bañera para evitar perder a alguno de los dos. También se fijó que Quirra iba sobrevolándolos a cierta altura y parecía estar atenta a todo lo que había cerca. El ochrorio quería intentar memorizarse aquellas calles para que en otra situación no se perdieran, o incluso para encontrar algún atajo al torreón si pasaba algo como en la plaza de la fuente.

Después de no mucho camino, vio como la bañera paró y al poco tiempo llegaron a aquel lugar. La verdad es que esta zona le resultó un tanto peculiar. -¿Por qué hay tantos pozos? En tiendo que seguramente haya agua, ¿pero tanta hay como para poner los pozos tan cerca unos de otros?- pensó, intentando encontrarle algún significado. Aunque había algo que le llamaba más la atención en ese momento, al igual que al resto del grupo. La bañera había dejado varias cestas con comida que por suerte no tenía nada que ver con lo que decían los navegantes de la bañera. Parecía comida normal y corriente, claro está que con algunas diferencias a las originarias de su mundo. Estaba embelesado viendo los tipos de verduras (-Bendita sea la Acromía, por fin vamos a poder comer- dijo alegre) que había cuando Lethe avisó de que había más cestas en los pozos y pedía ayuda para cogerlas. A ésto reaccionó la pequeña lagarta, que se ofreció a subir las cestas de dos pozos. Lo consiguió, pero quedó bastante cansada.

Kolja preguntó si habían más cestas, así que Chromsa fue a mirar a los pozos cercanos. Como eran un poco hondos no se veían bien, sumado además a la visión del ochrorio, pero no vio ninguna cesta. -Creo que ya no quedan más cestas, así que podemos volver ya. El resto se va a alegrar mucho cuando vean toda la comida que llevamos.- dijo. Añadió también: -Me parece buena idea salir a explorar, seguro que nos servirá para familiarizarnos con la ciudad y de paso nos da tiempo para conocernos. Pero antes habrá que recargar energías.-

Se acercó a la lagarta y le dijo de manera amigable: -Lo has hecho muy bien Quirra. Sin tí creo que nos habríamos quedado sin bastante comida.- Como vio que seguía muy cansada añadió: Oye, si ves que no vas a poder volver por el cansancio puedo intentar llevarte en la espalda. No es que sea muy fuerte, pero creo que puedo llegar hasta el torreón contigo.-

Alec comprobó el contenido de la cesta y soltó una risa cuando se mencionó a Luci.

-Estoy seguro de que Kahlo se sentirá igual de aliviada - dijo sin poder evitar el buen humor. Tenían comida.- Se parece a la miel de mi mundo - respondió mirando también el tarro que sujetaba Lethe.

Siguió comprobando las cestas mientras el resto intentaba sacar otras de dentro de un pozo. Sonrió para sí mismo al oír el ofrecimiento de Qirra, definitivamente les iba a ser útil aquella dragona.

Oyó las palabras de Kolja hacia la clinger y alzó la mirada hacia la insecto.

-Estoy de acuerdo con él, Kradko. No es buena idea comer crudo algo que no conoces, podrías ponerte enferma - le dijo.- Además tú eres una clinger fuerte, seguro que puedes aguantar un poco más sin comer - comentó apelando a su orgullo para que resistiese el hambre. Si funcionaba con sus hermanos el escocés estaba seguro de que podría funcionar con ella también.- ¿Qué te parece si cuando volvamos y hayamos comido me enseñas como de alto puedes saltar? Tengo mucha curiosidad por verlo - le dirigió una sonrisa amable y luego se irguió a tiempo para ver cómo Qirra sacaba la última cesta del pozo.

Cargó un par de cestas pasando la lanza por dentro del asa y se acercó hasta allí.

-Gran trabajo Qirra, te mereces un buen plato de comida después de esto - dijo tratando de animar a la parqia. Oyó entonces lo de explorar después de comer y frunció ligeramente el ceño.- Yo no creo que sea buena idea salir hoy. Pienso que lo mejor es que comamos y terminemos de acondicionar el Torreón para vivir en él. Las ruinas no se van a mover de donde están. Y hablando del Torreón deberíamos ir volviendo, no sé vosotros pero yo quiero comer algo caliente, y puede que luego me de un buen baño.

Ladeó ligeramente la cabeza cuando Alec respondió a su duda acerca del tarro.
—¿Miel? La textura se parece, pero este color…
Qirra aceptó su propuesta, lo cual le ganó bastantes puntos respecto al juicio de la enderth, aún más viendo como se esforzaba una vez descendió al pozo. No estaba resultando una tarea fácil y se vertió parte del contenido de la cesta mientras la reptil se las afanaba por subir, pero no la culpaba: estaba haciendo lo que podía. Lethe le indicó que colgase la cesta de su lanza una vez alcanzase la altura adecuada para facilitar y agilizar su tarea. Tan solo desvió su atención de la parqia cuando varios llamaron la atención de Kradko, quien parecía dispuesta a hincarle el diente a un pescado allí mismo.
—Hazles caso, Kradko. Imagínate que tiene parásitos alienígenas.
Para su sorpresa una de las personas que ejercieron de voz de la razón fue Kolja, pero quizás estaba dándole demasiado crédito ya que se trataba de algo básico. La clinger simplemente era una niña hambrienta.

—Buen trabajo, pequeña depredadora —felicitó a la exhausta Qirra una vez tuvieron en su poder las dos cestas. El tono que había empleado podría sonar ligeramente sarcástico y más bien serio, pero lo pensaba de verdad.
Dejó que otros más fuertes que ella se encargasen de cargar con la parqia y ayudó a Chromsa a revisar algunos de los otros pozos de los alrededores. Al no encontrar nada más volvió a reunirse con el grupo y se disponía a ponerse en marcha cargando con una de las cestas que estaban en el pozo, comprobando por encima que no se hubiese echado a perder la comida debido al agua.

Sorprendida una vez más porque Kolja no hubiese dicho obviedades ni estupideces, aunque no pensaba felicitarle por ello, se vio de todas formas de acuerdo con el ochrorio y el otro humano por lo que simplemente no opinó al respecto y echó a andar.