Página 3 de 3. • 1, 2, 3
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Primer sueño de Damian
28/01/24, 11:45 pm
Recuerdo del primer mensaje :
La oscuridad más absoluta envuelve el sueño de Damian. Mire adonde mire no podrá ver un resquicio de luz, aunque el resto de sus sentidos funcionen con normalidad. El niño está de pie sobre un suelo de arenisca que cruje bajo sus zapatos, y lleva puesta una máscara y un atuendo de tela barata que pica allí donde se dobla para adaptarse a la forma de su cuerpo.
Apenas tiene tiempo de asimilar que lleva puesto un traje que se siente como el que solía usar para actuar en el circo cuando una serie de chasquidos preceden al encendido de varios focos sobre su cabeza. Una pista familiar y desconocida a la vez se ilumina en torno a Damian, cegándolo durante unos momentos, e impidiéndole ver que no está solo ante las gradas.
—¡Damas y caballeros, niños y niñas de todas las edades! ¡Sed bienvenidos al circo de Rocavarancolia! —dice una voz conocida a su lado, amplificada hasta retumbar por toda la carpa.
El clamor del público recibe a la dueña de la voz, que se sitúa al lado de Damian con una serie de pasos firmes. Se trata de Akeyo Kau, que viste una casaca roja con cola de frac, adornada con botones y filigranas doradas. Todas sus prendas resultan exquisitas, desde las botas y el pantalón negros al sombrero de copa, causando una impresión muy diferente en comparación con el disfraz barato que lleva puesto el niño, un leotardo blanco con detalles azules y dorados bordados en hilo de plástico.
—El espectáculo de hoy lo abrirá un invitado muy especial —anuncia Akeyo, girando en su mano un bastón y apuntando al niño con él—. No podemos deciros mucho de él, ya que es su deseo actuar desde el anonimato, pero sí os puedo contar que participa en nuestro espectáculo para ayudar a su madre, que se encuentra hospitalizada en este momento. ¡Por lo tanto, realizará todos sus números portando una máscara! ¿Será capaz de llevar a cabo semejante proeza? —La mujer habla con reverencia hacia el público, imprimiendo emoción en cada palabra para mantener la atención en ella, como haría un buen jefe de pista.
Durante ese tiempo Damian podría notar una serie de cosas. La primera, que las gradas están separadas de la arena por una doble alambrada espinosa que se extiende hasta lo más alto de la carpa. La luz de los focos apenas llega al público, pero si se fija podrá ver rostros familiares entre las primeras filas. Sus compañeros de torreón están todos allí, observando con tan poco interés que resulta evidente que no le reconocen. Lejos de ser las únicas caras familiares, también podrá descubrir a Stefano, Luciano, Angelo, Marco… todos los miembros de su circo están en las gradas excepto uno: su madre. Tampoco parecen reconocerlo.
La otra cosa que puede notar es que no es posible quitarse la máscara, ya que está pegada a su cabeza como por arte de magia. Al palparla podrá notar que es rígida, no muy diferente de una máscara de plástico para Halloween con algún monstruo dibujado, y limita considerablemente su visión lateral. Si intenta hablar, su voz no será amplificada como la de Akeyo, y por tanto gran parte de lo que diga se perderá entre el murmullo de cientos de voces que comentan su presentación.
La oscuridad más absoluta envuelve el sueño de Damian. Mire adonde mire no podrá ver un resquicio de luz, aunque el resto de sus sentidos funcionen con normalidad. El niño está de pie sobre un suelo de arenisca que cruje bajo sus zapatos, y lleva puesta una máscara y un atuendo de tela barata que pica allí donde se dobla para adaptarse a la forma de su cuerpo.
Apenas tiene tiempo de asimilar que lleva puesto un traje que se siente como el que solía usar para actuar en el circo cuando una serie de chasquidos preceden al encendido de varios focos sobre su cabeza. Una pista familiar y desconocida a la vez se ilumina en torno a Damian, cegándolo durante unos momentos, e impidiéndole ver que no está solo ante las gradas.
—¡Damas y caballeros, niños y niñas de todas las edades! ¡Sed bienvenidos al circo de Rocavarancolia! —dice una voz conocida a su lado, amplificada hasta retumbar por toda la carpa.
El clamor del público recibe a la dueña de la voz, que se sitúa al lado de Damian con una serie de pasos firmes. Se trata de Akeyo Kau, que viste una casaca roja con cola de frac, adornada con botones y filigranas doradas. Todas sus prendas resultan exquisitas, desde las botas y el pantalón negros al sombrero de copa, causando una impresión muy diferente en comparación con el disfraz barato que lleva puesto el niño, un leotardo blanco con detalles azules y dorados bordados en hilo de plástico.
—El espectáculo de hoy lo abrirá un invitado muy especial —anuncia Akeyo, girando en su mano un bastón y apuntando al niño con él—. No podemos deciros mucho de él, ya que es su deseo actuar desde el anonimato, pero sí os puedo contar que participa en nuestro espectáculo para ayudar a su madre, que se encuentra hospitalizada en este momento. ¡Por lo tanto, realizará todos sus números portando una máscara! ¿Será capaz de llevar a cabo semejante proeza? —La mujer habla con reverencia hacia el público, imprimiendo emoción en cada palabra para mantener la atención en ella, como haría un buen jefe de pista.
Durante ese tiempo Damian podría notar una serie de cosas. La primera, que las gradas están separadas de la arena por una doble alambrada espinosa que se extiende hasta lo más alto de la carpa. La luz de los focos apenas llega al público, pero si se fija podrá ver rostros familiares entre las primeras filas. Sus compañeros de torreón están todos allí, observando con tan poco interés que resulta evidente que no le reconocen. Lejos de ser las únicas caras familiares, también podrá descubrir a Stefano, Luciano, Angelo, Marco… todos los miembros de su circo están en las gradas excepto uno: su madre. Tampoco parecen reconocerlo.
La otra cosa que puede notar es que no es posible quitarse la máscara, ya que está pegada a su cabeza como por arte de magia. Al palparla podrá notar que es rígida, no muy diferente de una máscara de plástico para Halloween con algún monstruo dibujado, y limita considerablemente su visión lateral. Si intenta hablar, su voz no será amplificada como la de Akeyo, y por tanto gran parte de lo que diga se perderá entre el murmullo de cientos de voces que comentan su presentación.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Re: Primer sueño de Damian
26/02/24, 08:34 pm
El látigo silbó en el aire, pasando por encima de Damian y ganando velocidad gracias al tirón furioso que el niño propinó. El chico quería golpearlo, maltratarlo, dañarlo, hacerle saber a esa bestia que él, a pesar de sentirse completamente indefenso y asustado no cesaría de dar guerra y defenderse con los dientes apretados y mucha, mucha rabia.
La criatura rugió de molestia, afectada por el golpe que le aterrizó por la gracia de un milagro en toda la cara. Al principio Damian no pudo ver siquiera qué es lo que le había provocado el animal que estaba corriendo en dirección contraria hacia los alambres. El chico parpadeo, con algo de molestia por la sangre que ya se estaba secando de su cara pero que, de igual manera, alguna le entró en los ojos. Sin embargo el león tenía sangre, dibujada a lo largo de uno de sus ojos.
La furia de Damian se encendía aun más al darse cuenta que le hizo una herida al enorme cazador. Le hervía la sangre al ver la de su enemigo, apretando su agarre en el látigo, aquella arma con la que ya se sentía fuerte. La adrenalina se le disparaba por momentos y arrugó la cara.
—¡¡A QUE DUELE, EH!! ¡¡¿¿TE DUELE BICHO DE MIERDA??!! ¡¡¡CABRÓN, CAPULLO, CABRONAZO!!! —gruñó al asqueroso felino meneando el látigo en el aire y crujiéndolo en un intento de demostrar que le caería mas de un latigazo a su enemigo jurado.
No tenía la mejor técnica ni el mejor agarre pero vaya que sí lo usaría, dando pasos cautelosos, una infantil imprudencia que llevaba a Damian a ir hacia delante llevado por el primer golpe propinado. El dolor del brazo lo tenía más invisivilizado en su mente, escuchando como bramaba Akeyo. Claro que iba a por todas, eso era lo único que escuchó de todo aquel discurso y lo de su madre no lo llegó a entender del todo en su mollera.
Y ni siquiera era eso. No le daba para pensar, solo quería acabar con todo y dejar al bicho en su sitio en una ira ciega.
—¡¡E-ESO, LIMPIATE EL PUTO OJO GILIPOLLAS!! —tenía miedo pero su mala leche le ganaba, alzando el látigo mientras su mirada cargada de odio fulminaba al león tras la máscara—. ¡¡MÁS ME DUELE A MI TODO EL PUTO CUERPO, CAGÓN DE MIERDAAAA!!
Damian gritó, lanzando la punta del látigo hacia Belial. Quería ver más sangre de ese bicho, de ese puto felino que le estaba jodiendo la vida. Quería verlo gimotear en el suelo hasta quedarse a gusto. Quería desquitarse golpe tras golpe, latigazo tras latigazo.
Quería matarlo.
La criatura rugió de molestia, afectada por el golpe que le aterrizó por la gracia de un milagro en toda la cara. Al principio Damian no pudo ver siquiera qué es lo que le había provocado el animal que estaba corriendo en dirección contraria hacia los alambres. El chico parpadeo, con algo de molestia por la sangre que ya se estaba secando de su cara pero que, de igual manera, alguna le entró en los ojos. Sin embargo el león tenía sangre, dibujada a lo largo de uno de sus ojos.
La furia de Damian se encendía aun más al darse cuenta que le hizo una herida al enorme cazador. Le hervía la sangre al ver la de su enemigo, apretando su agarre en el látigo, aquella arma con la que ya se sentía fuerte. La adrenalina se le disparaba por momentos y arrugó la cara.
—¡¡A QUE DUELE, EH!! ¡¡¿¿TE DUELE BICHO DE MIERDA??!! ¡¡¡CABRÓN, CAPULLO, CABRONAZO!!! —gruñó al asqueroso felino meneando el látigo en el aire y crujiéndolo en un intento de demostrar que le caería mas de un latigazo a su enemigo jurado.
No tenía la mejor técnica ni el mejor agarre pero vaya que sí lo usaría, dando pasos cautelosos, una infantil imprudencia que llevaba a Damian a ir hacia delante llevado por el primer golpe propinado. El dolor del brazo lo tenía más invisivilizado en su mente, escuchando como bramaba Akeyo. Claro que iba a por todas, eso era lo único que escuchó de todo aquel discurso y lo de su madre no lo llegó a entender del todo en su mollera.
Y ni siquiera era eso. No le daba para pensar, solo quería acabar con todo y dejar al bicho en su sitio en una ira ciega.
—¡¡E-ESO, LIMPIATE EL PUTO OJO GILIPOLLAS!! —tenía miedo pero su mala leche le ganaba, alzando el látigo mientras su mirada cargada de odio fulminaba al león tras la máscara—. ¡¡MÁS ME DUELE A MI TODO EL PUTO CUERPO, CAGÓN DE MIERDAAAA!!
Damian gritó, lanzando la punta del látigo hacia Belial. Quería ver más sangre de ese bicho, de ese puto felino que le estaba jodiendo la vida. Quería verlo gimotear en el suelo hasta quedarse a gusto. Quería desquitarse golpe tras golpe, latigazo tras latigazo.
Quería matarlo.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Primer sueño de Damian
29/02/24, 09:34 pm
El león no permanece mucho tiempo actuando con cautela. Al ver que los latigazos se aproximan a él una vez más, adopta una pose fiera y escapa hacia un lado. No le gusta verse perseguido por el chasquido que asocia con dolor y poco más; todavía no entiende lo que significa obedecer y pretende alejarse todo lo posible de esa fuente de miedo, aunque ahora está más enfadado y sediento de sangre que antes.
El ruido del público al comentar y animar hace que resulte difícil distinguir voces que no sean la de Akeyo, pero una empieza a hacerse oír por encima de las demás. Proviene de un hombre delgado y alto, que se aferra a la alambrada para agitarla. Stefano.
—¡Acaba con esto de una vez! ¿No ves que estás alargando lo inevitable? —Grita su voz, carente del cariño con el que solía hablarle, hasta el punto de no parecer suya—. ¿No quieres ayudar a Bianca… a tu mamá? ¡Pues muérete de una vez! Echaste a perder su vida, ¡desaparecer es lo mínimo que puedes hacer para intentar arreglarlo!
A medida que Stefano grita el resto del público calla para escucharle. Sus compañeros del circo asienten y hacen gestos de desprecio. Todos ellos le habían reconocido desde el principio. Tal vez estaban allí específicamente para verlo morir por su madre.
—¡Una boca menos que alimentar significa más comida para tu madre, muchacho! —grita Luciano, sin levantarse siquiera del asiento.
—Vaya, estos caballeros me han estropeado la revelación final… ¡Qué le vamos a hacer! —Se lamenta Akeyo; su voz retumba aún más al estar la carpa en silencio—. Supongo que podríamos pasar pronto a la cuarta prueba, algo como… ¿contorsionismo en el estómago de un león? —rompe a reír.
Como hechizado por su voz, Belial se lanza de un salto hacia un lateral de Damian y se dispone a correr hacia él para atacarlo por su flanco derecho.
El ruido del público al comentar y animar hace que resulte difícil distinguir voces que no sean la de Akeyo, pero una empieza a hacerse oír por encima de las demás. Proviene de un hombre delgado y alto, que se aferra a la alambrada para agitarla. Stefano.
—¡Acaba con esto de una vez! ¿No ves que estás alargando lo inevitable? —Grita su voz, carente del cariño con el que solía hablarle, hasta el punto de no parecer suya—. ¿No quieres ayudar a Bianca… a tu mamá? ¡Pues muérete de una vez! Echaste a perder su vida, ¡desaparecer es lo mínimo que puedes hacer para intentar arreglarlo!
A medida que Stefano grita el resto del público calla para escucharle. Sus compañeros del circo asienten y hacen gestos de desprecio. Todos ellos le habían reconocido desde el principio. Tal vez estaban allí específicamente para verlo morir por su madre.
—¡Una boca menos que alimentar significa más comida para tu madre, muchacho! —grita Luciano, sin levantarse siquiera del asiento.
—Vaya, estos caballeros me han estropeado la revelación final… ¡Qué le vamos a hacer! —Se lamenta Akeyo; su voz retumba aún más al estar la carpa en silencio—. Supongo que podríamos pasar pronto a la cuarta prueba, algo como… ¿contorsionismo en el estómago de un león? —rompe a reír.
Como hechizado por su voz, Belial se lanza de un salto hacia un lateral de Damian y se dispone a correr hacia él para atacarlo por su flanco derecho.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Re: Primer sueño de Damian
02/03/24, 09:16 pm
El león era peligroso a ojos de Damian, adoptando poses que vibraban de rabia. Pero aquel animal idiota escapaba con cada crujir del látigo y eso le dio al niño una posición de poder que estaba aprovechando, exclamando al león sin escuchar un mínimo lo que decía Akeyo o el publico pues estaba enfocado demasiado en dejar a Belial hecho trizas.
Una voz, sin embargo, pudo romper todo aquel vorágine de cabreo. No había dudas por parte de Damian, era una voz que reconocería entre millones exclamando en el público y al fin había hablado.
—Huff… Huff... ¿Stefano? —el chico se detuvo en seco, mirando a las gradas y bajando el látigo entre jadeos. Estaba enfadado, eso podía sentirlo, pero no… Nunca había hablado de aquella forma, ¿estaba tardando mucho?
No.
Aunque la primera parte a duras penas podía incluso interpretarla a su favor, escuchar de boca de una de sus personas más importantes “¡Pues muérete de una vez!” rompió al chico en un millón de pedazos, siquiera con tiempo de procesar o ocurrírsele alguna excusa del por qué esas cosas tan feas resonaban de boca de… él. Precisamente él, el más cariñoso junto a su mamá, decía una cosa tras otra.
—¿Qué…? ¿Qué dices Stefano? Eso es mentira...
Era una tontería ocultarlo y en un reflejo quiso quitarse la máscara soltando el látigo pero no podía, no podía mostrar en realidad como se sentía, para que Stefano viese como se ahogaban sus ojos sinceros en una horrible angustia.
Todos parecían estar de acuerdo con lo que estaba diciendo. Si era una broma no era gracioso, nada de aquello era gracioso.
—¡No es verdad! ¡Cállate! Cállate, callate... —el italiano exclamó con la voz rota mientras empezó a llorar dentro de la máscara que no podía quitarse por mucho que tirase de ella.
A diferencia de con Akeyo era incapaz de mirar el chico con mala cara a su propia familia pues no era rabia lo que sentía. Era pura culpa, un peso que estaba cargando por aquellas acusaciones y ni Stefano ni Luciano podrían bromear con aquello. Para Damian eso era un doloroso regaño, se sentía señalado por algo que no comprendía, si estaba haciendo todo por ellos.
Con el pecho agitado escuchó a Akeyo sin mediar palabra al principio. Todo estaba en silencio y la congoja del chico la pudo escuchar hasta él mismo.
—Diles que no… Que no estoy siendo malo. Que lo hago todo por ellos, Akeyo...
Por desgracia su plegaria era inaudible por su nula fuerza para hablar y Akeyo siguió con su discurso. Su mirada pasó lentamente de un profundo dolor a un terror absoluto, percatándose de lo que estaba por venir y el animal pudo verlo corriendo en su dirección y ya era demasiado tarde.
Tapándose con el brazo y encogido en si mismo, no pudo hacer otra cosa sino gritar con todas sus fuerzas cerrando los ojos en una cobardía de última hora.
No quería verlo corriendo hacia él.
Una voz, sin embargo, pudo romper todo aquel vorágine de cabreo. No había dudas por parte de Damian, era una voz que reconocería entre millones exclamando en el público y al fin había hablado.
—Huff… Huff... ¿Stefano? —el chico se detuvo en seco, mirando a las gradas y bajando el látigo entre jadeos. Estaba enfadado, eso podía sentirlo, pero no… Nunca había hablado de aquella forma, ¿estaba tardando mucho?
No.
Aunque la primera parte a duras penas podía incluso interpretarla a su favor, escuchar de boca de una de sus personas más importantes “¡Pues muérete de una vez!” rompió al chico en un millón de pedazos, siquiera con tiempo de procesar o ocurrírsele alguna excusa del por qué esas cosas tan feas resonaban de boca de… él. Precisamente él, el más cariñoso junto a su mamá, decía una cosa tras otra.
—¿Qué…? ¿Qué dices Stefano? Eso es mentira...
Era una tontería ocultarlo y en un reflejo quiso quitarse la máscara soltando el látigo pero no podía, no podía mostrar en realidad como se sentía, para que Stefano viese como se ahogaban sus ojos sinceros en una horrible angustia.
Todos parecían estar de acuerdo con lo que estaba diciendo. Si era una broma no era gracioso, nada de aquello era gracioso.
—¡No es verdad! ¡Cállate! Cállate, callate... —el italiano exclamó con la voz rota mientras empezó a llorar dentro de la máscara que no podía quitarse por mucho que tirase de ella.
A diferencia de con Akeyo era incapaz de mirar el chico con mala cara a su propia familia pues no era rabia lo que sentía. Era pura culpa, un peso que estaba cargando por aquellas acusaciones y ni Stefano ni Luciano podrían bromear con aquello. Para Damian eso era un doloroso regaño, se sentía señalado por algo que no comprendía, si estaba haciendo todo por ellos.
Con el pecho agitado escuchó a Akeyo sin mediar palabra al principio. Todo estaba en silencio y la congoja del chico la pudo escuchar hasta él mismo.
—Diles que no… Que no estoy siendo malo. Que lo hago todo por ellos, Akeyo...
Por desgracia su plegaria era inaudible por su nula fuerza para hablar y Akeyo siguió con su discurso. Su mirada pasó lentamente de un profundo dolor a un terror absoluto, percatándose de lo que estaba por venir y el animal pudo verlo corriendo en su dirección y ya era demasiado tarde.
Tapándose con el brazo y encogido en si mismo, no pudo hacer otra cosa sino gritar con todas sus fuerzas cerrando los ojos en una cobardía de última hora.
No quería verlo corriendo hacia él.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Primer sueño de Damian
03/03/24, 02:03 am
Stefano lo observa en silencio, escrutándolo con una dureza que reafirma la sinceridad de sus palabras. Cuando entiende que ha sido escuchado suelta la alambrada y solo se queda ahí, de pie, esperando lo que ocurra sin apartar la mirada. No necesita decir nada más.
El león salta, Akeyo aún ríe. La plegaria de Damian sí llega a oídos de la mujer, pero no tiene tiempo de contestarle, solo de mirarlo con un atisbo de simpatía que, a la vez, es indiferente. Para ella, Damian solo es uno de tantos. Y todos suplican.
Belial se abalanza con la boca abierta hacia el niño, que ha dejado de defenderse, más que dispuesto a devolverle el daño causado. Sus dientes se hunden en el brazo levantado que apenas hace de escudo, y le da un fuerte tirón que lo disloca a la altura del hombro. Damian es arrastrado por el gesto hasta que su cara da con el suelo, quedando sometido al animal. Este hunde más sus dientes en la carne, asegurándose de que su presa no pueda huir.
—Bueno, parece que nuestro invitado por fin está logrando cumplir el deseo de su madre y ayudarla a tener una vida mejor. ¿No es enternecedor? —Comenta Akeyo para un público que ya no tiene ningún interés en lo que ella dice.
También ocurre algo más. Tal vez es por el golpe, o quizá porque ya da todo igual, pero la máscara de Damian se ha desprendido y queda tirada a un lado como el juguete roto que es, teñida de sangre y enjuagada en lágrimas.
El león salta, Akeyo aún ríe. La plegaria de Damian sí llega a oídos de la mujer, pero no tiene tiempo de contestarle, solo de mirarlo con un atisbo de simpatía que, a la vez, es indiferente. Para ella, Damian solo es uno de tantos. Y todos suplican.
Belial se abalanza con la boca abierta hacia el niño, que ha dejado de defenderse, más que dispuesto a devolverle el daño causado. Sus dientes se hunden en el brazo levantado que apenas hace de escudo, y le da un fuerte tirón que lo disloca a la altura del hombro. Damian es arrastrado por el gesto hasta que su cara da con el suelo, quedando sometido al animal. Este hunde más sus dientes en la carne, asegurándose de que su presa no pueda huir.
—Bueno, parece que nuestro invitado por fin está logrando cumplir el deseo de su madre y ayudarla a tener una vida mejor. ¿No es enternecedor? —Comenta Akeyo para un público que ya no tiene ningún interés en lo que ella dice.
También ocurre algo más. Tal vez es por el golpe, o quizá porque ya da todo igual, pero la máscara de Damian se ha desprendido y queda tirada a un lado como el juguete roto que es, teñida de sangre y enjuagada en lágrimas.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Re: Primer sueño de Damian
04/03/24, 06:51 pm
El chico prefirió ver nada, cerrando sus párpados con fuerza segundos antes del momento que decidiría todo. Prefería estar cegado por lo que le podría venir, sintiendo como su corazón se le saltaba del pecho. No quería saber nada ni sentir nada a pesar de todo.
Pero el dolor fue inevitable. Punzadas enormes se enterraron en su brazo, que sacaron de Damian una exhalación entrecortada que apenas le salía. Su expresión se torció, abriendo los ojos y a su vez pudo ver las fauces que lo estaban destruyendo. El león tiró con una monstruosa fuerza que nada podía hacer el chico por defenderse, notando como su hombro crujía. El circense hizo un grito mudo, abriendo su boca de dolor y viendo todo a gran velocidad para luego estamparse contra el suelo.
—¡GHHHHNNNNN! ¡NGHHHHHHH! —hizo gruñidos hórridos de dolor, mirando como su brazo es cada vez más devorado por Belial. No podía pelear, simplemente no podía dar más lucha que unos minúsculos tirones que solo agravaban la carnicería. Su cuerpo no podía más, ni siquiera podía escuchar bien a Akeyo, estaba en su límite y no le quedaban más lagrimas ensangrentadas que derramar, cayendo las últimas en el suelo de aquel infierno.
Y de pronto, su máscara decidió ceder en ese momento. Con los párpados entrecerrados, fatigoso y mareado, Damian tuvo la mirada clavada en el suelo justo donde cayó la dichosa máscara. Hasta eso tenía su propia sangre.
Pero el dolor fue inevitable. Punzadas enormes se enterraron en su brazo, que sacaron de Damian una exhalación entrecortada que apenas le salía. Su expresión se torció, abriendo los ojos y a su vez pudo ver las fauces que lo estaban destruyendo. El león tiró con una monstruosa fuerza que nada podía hacer el chico por defenderse, notando como su hombro crujía. El circense hizo un grito mudo, abriendo su boca de dolor y viendo todo a gran velocidad para luego estamparse contra el suelo.
—¡GHHHHNNNNN! ¡NGHHHHHHH! —hizo gruñidos hórridos de dolor, mirando como su brazo es cada vez más devorado por Belial. No podía pelear, simplemente no podía dar más lucha que unos minúsculos tirones que solo agravaban la carnicería. Su cuerpo no podía más, ni siquiera podía escuchar bien a Akeyo, estaba en su límite y no le quedaban más lagrimas ensangrentadas que derramar, cayendo las últimas en el suelo de aquel infierno.
Y de pronto, su máscara decidió ceder en ese momento. Con los párpados entrecerrados, fatigoso y mareado, Damian tuvo la mirada clavada en el suelo justo donde cayó la dichosa máscara. Hasta eso tenía su propia sangre.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Primer sueño de Damian
08/03/24, 02:24 pm
El león da un tirón más con furia, manejando la vida de Damian como si de un muñeco de trapo se tratase. Aunque ese gesto lo aleja de la máscara, tendrá tiempo de observarla durante unos instantes. Una máscara de lo más anodina, si uno se la imaginaba limpia de sangre y la tierra que se le había pegado al caer a la pista. No son más que facciones humanas genéricas de un hombre joven, pintadas en una máscara barata de plástico, tan generales que podría ser alguien en particular o cualquiera.
Con la cabriola del león quedará suspendido un momento en el aire. Un momento eterno en que su vista podrá ver a sus amigos circenses dándole la espalda, mirándolo con repulsión y alegrándose de su muerte. Alegrándose de haber conseguido la libertad para su madre.
Por el otro lado, ahora verá a sus compañeros de torreón pegados a la alambrada, dando golpes, dando gritos. «¡Pelea!» grita Connor con fiereza, descargando una patada sobre el alambre, «¡defiéndete!» le corea Szczenyak. «¡No me dejes solo!» pide Aniol, con ojos llorosos. Los dedos de Ethan se cortan contra los pinchos de la alambrada pero la sujeta de todos modos para agitarla y llamar su atención; «no te rindas!» suplica. «¡Aún tenías muchas cosas que hacer, ¿recuerdas?!» le dice Nohlem; «¡tienes que volver!» ruega Räg, seguido de un «¡te necesitamos!» de Airi. «¡Se valiente!» exclama Rick, y es secundado por un gesto solemne de Kalna que parece querer decir lo mismo.
El hechizo se rompe cuando su nuca se golpea con el suelo, causándole un dolor lacerante. Todo lo que ha visto y oído da igual, porque ahora, tumbado boca arriba, está a completa merced del león. Belial aparece en su campo de visión y su boca se abre y abre. Más de lo que debería abrirse la boca de cualquier león. Es oscuridad pura bordeada de dientes enormes, cada vez más extensa, cubriendo por completo sus sentidos, anegándolo de miedo puro.
Entonces la oscuridad cierra su mordisco en torno a su cuerpo, despedazándolo desde todas direcciones a la vez, arrancándole la piel y los huesos.
Damian despertará casi sin aire, con el dolor todavía persistiendo en su carne, que desaparecerá a medida que se dé cuenta de que ha vuelto a la realidad.
Con la cabriola del león quedará suspendido un momento en el aire. Un momento eterno en que su vista podrá ver a sus amigos circenses dándole la espalda, mirándolo con repulsión y alegrándose de su muerte. Alegrándose de haber conseguido la libertad para su madre.
Por el otro lado, ahora verá a sus compañeros de torreón pegados a la alambrada, dando golpes, dando gritos. «¡Pelea!» grita Connor con fiereza, descargando una patada sobre el alambre, «¡defiéndete!» le corea Szczenyak. «¡No me dejes solo!» pide Aniol, con ojos llorosos. Los dedos de Ethan se cortan contra los pinchos de la alambrada pero la sujeta de todos modos para agitarla y llamar su atención; «no te rindas!» suplica. «¡Aún tenías muchas cosas que hacer, ¿recuerdas?!» le dice Nohlem; «¡tienes que volver!» ruega Räg, seguido de un «¡te necesitamos!» de Airi. «¡Se valiente!» exclama Rick, y es secundado por un gesto solemne de Kalna que parece querer decir lo mismo.
El hechizo se rompe cuando su nuca se golpea con el suelo, causándole un dolor lacerante. Todo lo que ha visto y oído da igual, porque ahora, tumbado boca arriba, está a completa merced del león. Belial aparece en su campo de visión y su boca se abre y abre. Más de lo que debería abrirse la boca de cualquier león. Es oscuridad pura bordeada de dientes enormes, cada vez más extensa, cubriendo por completo sus sentidos, anegándolo de miedo puro.
Entonces la oscuridad cierra su mordisco en torno a su cuerpo, despedazándolo desde todas direcciones a la vez, arrancándole la piel y los huesos.
Damian despertará casi sin aire, con el dolor todavía persistiendo en su carne, que desaparecerá a medida que se dé cuenta de que ha vuelto a la realidad.
Página 3 de 3. • 1, 2, 3
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.