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- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Primer sueño de Damian
28/01/24, 11:45 pm
Recuerdo del primer mensaje :
La oscuridad más absoluta envuelve el sueño de Damian. Mire adonde mire no podrá ver un resquicio de luz, aunque el resto de sus sentidos funcionen con normalidad. El niño está de pie sobre un suelo de arenisca que cruje bajo sus zapatos, y lleva puesta una máscara y un atuendo de tela barata que pica allí donde se dobla para adaptarse a la forma de su cuerpo.
Apenas tiene tiempo de asimilar que lleva puesto un traje que se siente como el que solía usar para actuar en el circo cuando una serie de chasquidos preceden al encendido de varios focos sobre su cabeza. Una pista familiar y desconocida a la vez se ilumina en torno a Damian, cegándolo durante unos momentos, e impidiéndole ver que no está solo ante las gradas.
—¡Damas y caballeros, niños y niñas de todas las edades! ¡Sed bienvenidos al circo de Rocavarancolia! —dice una voz conocida a su lado, amplificada hasta retumbar por toda la carpa.
El clamor del público recibe a la dueña de la voz, que se sitúa al lado de Damian con una serie de pasos firmes. Se trata de Akeyo Kau, que viste una casaca roja con cola de frac, adornada con botones y filigranas doradas. Todas sus prendas resultan exquisitas, desde las botas y el pantalón negros al sombrero de copa, causando una impresión muy diferente en comparación con el disfraz barato que lleva puesto el niño, un leotardo blanco con detalles azules y dorados bordados en hilo de plástico.
—El espectáculo de hoy lo abrirá un invitado muy especial —anuncia Akeyo, girando en su mano un bastón y apuntando al niño con él—. No podemos deciros mucho de él, ya que es su deseo actuar desde el anonimato, pero sí os puedo contar que participa en nuestro espectáculo para ayudar a su madre, que se encuentra hospitalizada en este momento. ¡Por lo tanto, realizará todos sus números portando una máscara! ¿Será capaz de llevar a cabo semejante proeza? —La mujer habla con reverencia hacia el público, imprimiendo emoción en cada palabra para mantener la atención en ella, como haría un buen jefe de pista.
Durante ese tiempo Damian podría notar una serie de cosas. La primera, que las gradas están separadas de la arena por una doble alambrada espinosa que se extiende hasta lo más alto de la carpa. La luz de los focos apenas llega al público, pero si se fija podrá ver rostros familiares entre las primeras filas. Sus compañeros de torreón están todos allí, observando con tan poco interés que resulta evidente que no le reconocen. Lejos de ser las únicas caras familiares, también podrá descubrir a Stefano, Luciano, Angelo, Marco… todos los miembros de su circo están en las gradas excepto uno: su madre. Tampoco parecen reconocerlo.
La otra cosa que puede notar es que no es posible quitarse la máscara, ya que está pegada a su cabeza como por arte de magia. Al palparla podrá notar que es rígida, no muy diferente de una máscara de plástico para Halloween con algún monstruo dibujado, y limita considerablemente su visión lateral. Si intenta hablar, su voz no será amplificada como la de Akeyo, y por tanto gran parte de lo que diga se perderá entre el murmullo de cientos de voces que comentan su presentación.
La oscuridad más absoluta envuelve el sueño de Damian. Mire adonde mire no podrá ver un resquicio de luz, aunque el resto de sus sentidos funcionen con normalidad. El niño está de pie sobre un suelo de arenisca que cruje bajo sus zapatos, y lleva puesta una máscara y un atuendo de tela barata que pica allí donde se dobla para adaptarse a la forma de su cuerpo.
Apenas tiene tiempo de asimilar que lleva puesto un traje que se siente como el que solía usar para actuar en el circo cuando una serie de chasquidos preceden al encendido de varios focos sobre su cabeza. Una pista familiar y desconocida a la vez se ilumina en torno a Damian, cegándolo durante unos momentos, e impidiéndole ver que no está solo ante las gradas.
—¡Damas y caballeros, niños y niñas de todas las edades! ¡Sed bienvenidos al circo de Rocavarancolia! —dice una voz conocida a su lado, amplificada hasta retumbar por toda la carpa.
El clamor del público recibe a la dueña de la voz, que se sitúa al lado de Damian con una serie de pasos firmes. Se trata de Akeyo Kau, que viste una casaca roja con cola de frac, adornada con botones y filigranas doradas. Todas sus prendas resultan exquisitas, desde las botas y el pantalón negros al sombrero de copa, causando una impresión muy diferente en comparación con el disfraz barato que lleva puesto el niño, un leotardo blanco con detalles azules y dorados bordados en hilo de plástico.
—El espectáculo de hoy lo abrirá un invitado muy especial —anuncia Akeyo, girando en su mano un bastón y apuntando al niño con él—. No podemos deciros mucho de él, ya que es su deseo actuar desde el anonimato, pero sí os puedo contar que participa en nuestro espectáculo para ayudar a su madre, que se encuentra hospitalizada en este momento. ¡Por lo tanto, realizará todos sus números portando una máscara! ¿Será capaz de llevar a cabo semejante proeza? —La mujer habla con reverencia hacia el público, imprimiendo emoción en cada palabra para mantener la atención en ella, como haría un buen jefe de pista.
Durante ese tiempo Damian podría notar una serie de cosas. La primera, que las gradas están separadas de la arena por una doble alambrada espinosa que se extiende hasta lo más alto de la carpa. La luz de los focos apenas llega al público, pero si se fija podrá ver rostros familiares entre las primeras filas. Sus compañeros de torreón están todos allí, observando con tan poco interés que resulta evidente que no le reconocen. Lejos de ser las únicas caras familiares, también podrá descubrir a Stefano, Luciano, Angelo, Marco… todos los miembros de su circo están en las gradas excepto uno: su madre. Tampoco parecen reconocerlo.
La otra cosa que puede notar es que no es posible quitarse la máscara, ya que está pegada a su cabeza como por arte de magia. Al palparla podrá notar que es rígida, no muy diferente de una máscara de plástico para Halloween con algún monstruo dibujado, y limita considerablemente su visión lateral. Si intenta hablar, su voz no será amplificada como la de Akeyo, y por tanto gran parte de lo que diga se perderá entre el murmullo de cientos de voces que comentan su presentación.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Re: Primer sueño de Damian
06/02/24, 02:49 pm
En contraste a su lucha por no querer caerse, el público parecía más escandaloso que nunca. Akeyo se puso a agregar mayor tensión al ambiente con todo lo que decía y Damian no quería rendirse. Se aferró a la cuerda y daba paso tras paso, agarrado fuertemente con sus manos y piernas. La veía boca abajo pero ahí estaba la plataforma de madera, cerca, cada vez más cerca.
—Vamos… ¡Ngh, vengaaa! —gruñó avanzando cada vez más rápido, ansioso por llegar.
Lo tenía al lado, era esforzarse un poco mas. Solo un poco. Notaba la cuerda más tensa y, extendiendo la mano, tocó la plataforma para confirmar su solidez. Haciendo uso de toda la fuerza de su cuerpo, subió su torso por encima de la cuerda, colando una pierna por encima y, con el tan ansiado apoyo, pisó fuerte para rodar en un impulso arriba de ésta, quedando boca arriba.
No tardó apenas nada en levantarse con dificultad, moviendo su hombro resentido y mirando hacia abajo.
—Ya… ¡Ya está! ¡Lo hice! ¡LO HICE, HE CRUZADO! —Damian no pudo evitar sentir una euforia nerviosa, alzando sus brazos al aire y jadeando fuerte notando su aliento tras la máscara. La tensión ahí se quedaba, pero no por ello sintió el enorme logro de haberlo logrado a pesar de que casi se cae a un destino que, por encima de todo, no deseaba volver a pensar.
Y lo primero que hizo fue mirar al público, apretando los puños y meneándolos por aquel pedazo de logro.
—¡WOOOOOOOOOOOOOOOO!
—Vamos… ¡Ngh, vengaaa! —gruñó avanzando cada vez más rápido, ansioso por llegar.
Lo tenía al lado, era esforzarse un poco mas. Solo un poco. Notaba la cuerda más tensa y, extendiendo la mano, tocó la plataforma para confirmar su solidez. Haciendo uso de toda la fuerza de su cuerpo, subió su torso por encima de la cuerda, colando una pierna por encima y, con el tan ansiado apoyo, pisó fuerte para rodar en un impulso arriba de ésta, quedando boca arriba.
No tardó apenas nada en levantarse con dificultad, moviendo su hombro resentido y mirando hacia abajo.
—Ya… ¡Ya está! ¡Lo hice! ¡LO HICE, HE CRUZADO! —Damian no pudo evitar sentir una euforia nerviosa, alzando sus brazos al aire y jadeando fuerte notando su aliento tras la máscara. La tensión ahí se quedaba, pero no por ello sintió el enorme logro de haberlo logrado a pesar de que casi se cae a un destino que, por encima de todo, no deseaba volver a pensar.
Y lo primero que hizo fue mirar al público, apretando los puños y meneándolos por aquel pedazo de logro.
—¡WOOOOOOOOOOOOOOOO!
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Primer sueño de Damian
07/02/24, 01:10 pm
El éxito de Damian hace gritar al público de excitación y decepción al mismo tiempo. En respuesta a su señal de victoria se alza algún aplauso de aquellos que, tal vez, lo único que quieren es ver un buen espectáculo. Si Damian dedicase unos momentos, ahora que puede, a buscar a sus conocidos en las gradas, los verá más o menos en la misma postura de indiferencia o intercambiando cuchicheos.
La plataforma sobre la que se apoya el niño demuestra ser segura, pero las escalinatas para bajar son metálicas, y la caída hasta el suelo es demasiado grande como para saltar por el momento. En la arena Akeyo vuelve a ocupar una posición central y muchos focos se centran sobre ella, solo quedando uno que apunta al niño. Las voces y aplausos se apagan, esperando un nuevo anuncio.
—¡Muy bien hecho! La verdad es que no esperaba menos de nuestro invitado. Ha logrado darnos un espectáculo plagado de tensión… ¡Ja! —Akeyo guiña un ojo al público, que apenas ríe la gracia—. ¡Pero esto no acaba aquí! Preparaos ahora para más espectáculo y más tensión, ¡porque va a dar comienzo la segunda prueba!
La jefa de pista esboza otra gran sonrisa y desvía la atención del público hacia el cielo usando su bastón de guía. Desde lo más alto de la carpa se descuelgan una serie de columpios, simples barras de acero atadas por ambos extremos a una cuerda, que se detienen a diferentes alturas. Uno de ellos queda justo sobre el vacío frente a la plataforma donde se encuentra Damian, de forma que podrá cogerlo entre los dedos y comprobar que está sujeto con firmeza. El resto se reparten por o alto de la carpa formando un camino que se podría recorrer saltando de uno a otro.
Cuando los trapecios estén en posición el niño notará un clac-clac constante bajo sus pies. Cada vez que este suena, la plataforma tiembla, ganando inclinación. Se trata de un engranaje que lo guía lentamente hacia el vacío, dejándole una única salida fácil: el trapecio.
Akeyo guarda silencio, y varios focos regresan a Damian, iluminándolo desde varios ángulos.
La plataforma sobre la que se apoya el niño demuestra ser segura, pero las escalinatas para bajar son metálicas, y la caída hasta el suelo es demasiado grande como para saltar por el momento. En la arena Akeyo vuelve a ocupar una posición central y muchos focos se centran sobre ella, solo quedando uno que apunta al niño. Las voces y aplausos se apagan, esperando un nuevo anuncio.
—¡Muy bien hecho! La verdad es que no esperaba menos de nuestro invitado. Ha logrado darnos un espectáculo plagado de tensión… ¡Ja! —Akeyo guiña un ojo al público, que apenas ríe la gracia—. ¡Pero esto no acaba aquí! Preparaos ahora para más espectáculo y más tensión, ¡porque va a dar comienzo la segunda prueba!
La jefa de pista esboza otra gran sonrisa y desvía la atención del público hacia el cielo usando su bastón de guía. Desde lo más alto de la carpa se descuelgan una serie de columpios, simples barras de acero atadas por ambos extremos a una cuerda, que se detienen a diferentes alturas. Uno de ellos queda justo sobre el vacío frente a la plataforma donde se encuentra Damian, de forma que podrá cogerlo entre los dedos y comprobar que está sujeto con firmeza. El resto se reparten por o alto de la carpa formando un camino que se podría recorrer saltando de uno a otro.
Cuando los trapecios estén en posición el niño notará un clac-clac constante bajo sus pies. Cada vez que este suena, la plataforma tiembla, ganando inclinación. Se trata de un engranaje que lo guía lentamente hacia el vacío, dejándole una única salida fácil: el trapecio.
Akeyo guarda silencio, y varios focos regresan a Damian, iluminándolo desde varios ángulos.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Re: Primer sueño de Damian
09/02/24, 04:05 pm
La merecidísima meta estaba ahora en los pies de Damian quien después de gritar con euforia miró al publico mientras su pecho bajaba y subía por los jadeos cada vez menores. Debían estar contentos por su pedazo de actuación, felices por ver que se había dejado la piel en el espectáculo por todos ellos y…
¿Por qué estaban tan indiferentes?
Damian desde luego esperaba otra cosa y, extrañado, escuchó las alabanzas de Akeyo con los brazos ya bajados. ¿Lo que él hacía no les llamaba la atención como para tener un aplauso completo? Ni siquiera era enfado, era una cosa más impulsada por la tristeza de no haberlo hecho lo suficientemente bien. Se culpó por el desliz que tuvo, ¿quizás por eso el espectáculo no fue llamativo? Eran muchas preguntas pero ver a los que conocía pasando tanto de todo le quemaba por dentro.
¡No! No quería sentirse así, quería mejorarlo y dar otro espectáculo que fuese mejor, más entretenido y así se aseguraría salvar a su mamá además de entretener al exigente público. Meneando su cuerpo con una nueva motivación miró hacia arriba desde donde bajaban trapecios. ¡Eso! ¡Ahí es donde podía brillar!
—¡Bien! ¡Bien, bien! ¡Eso es lo que más me gusta hacer! —dijo esbozando una sonrisa nerviosa bajo la máscara. Ni siquiera pensó en su hombro dolorido, eso no le importaba nada si podía ser capaz de comerse el mundo surcando el aire en su espectáculo favorito.
Sin embargo un ruido constante llamó la atención de Damian y miró bajo sus pies, preguntándose qué sería. La plataforma en la que estaba se estaba moviendo, inclinándose hacia su caída.
—¡M-Mierda!
Era ahora o nunca. El circense no le dio tiempo ni a rascarse, agarrando el trapecio con sus manos y con mucha firmeza. No había tiempo de dudar y con un gruñido que se le escapó entre sus apretados dientes se precipitó hacia delante sin mirar atrás, con una valentía ciega. Notó la ráfaga de viento azotar su cuerpo, la velocidad y el vaivén del trapecio. No veía para nada bien con la máscara pero se dispuso a saltar, soltándose como siempre hizo entrenando y en un agarre fugaz se enganchó al siguiente.
¡Bien! El italiano se veía con fuerzas para seguir. En aquel punto solo estaba en su zona, concentrado y dejando atrás cualquier cosa que lo pudiese distraer, hasta el suelo electrificado no formaba parte de sus pensamientos. Todo iría bien, sería hacer lo mismo una y otra vez.
Un salto bien ejecutado, el segundo, lo llevó al tercer trapecio. Lo tenía cerca, solo tenía que agarrarlo. Sin embargo no podía ver su periferia y un error de cálculo de tan solo unos centímetros hizo que sus manos acariciaran el aire y solo eso. Un terrible vuelco en el corazón del chico lo azotó de golpe. ¿No lo agarró?
Hizo un segundo intento pero fue en vano, no llegó y de inmediato notó el peso de la gravedad llevarlo hacia abajo. La máscara no le ayudo a ver donde estaba cayendo, tapando su cara al momento y sin saber qué pasaría con él. Caer a un vacío, a su fin.
Su miedo fue exhibido en un grito lleno de terror a lo que desconocía.
¿Por qué estaban tan indiferentes?
Damian desde luego esperaba otra cosa y, extrañado, escuchó las alabanzas de Akeyo con los brazos ya bajados. ¿Lo que él hacía no les llamaba la atención como para tener un aplauso completo? Ni siquiera era enfado, era una cosa más impulsada por la tristeza de no haberlo hecho lo suficientemente bien. Se culpó por el desliz que tuvo, ¿quizás por eso el espectáculo no fue llamativo? Eran muchas preguntas pero ver a los que conocía pasando tanto de todo le quemaba por dentro.
¡No! No quería sentirse así, quería mejorarlo y dar otro espectáculo que fuese mejor, más entretenido y así se aseguraría salvar a su mamá además de entretener al exigente público. Meneando su cuerpo con una nueva motivación miró hacia arriba desde donde bajaban trapecios. ¡Eso! ¡Ahí es donde podía brillar!
—¡Bien! ¡Bien, bien! ¡Eso es lo que más me gusta hacer! —dijo esbozando una sonrisa nerviosa bajo la máscara. Ni siquiera pensó en su hombro dolorido, eso no le importaba nada si podía ser capaz de comerse el mundo surcando el aire en su espectáculo favorito.
Sin embargo un ruido constante llamó la atención de Damian y miró bajo sus pies, preguntándose qué sería. La plataforma en la que estaba se estaba moviendo, inclinándose hacia su caída.
—¡M-Mierda!
Era ahora o nunca. El circense no le dio tiempo ni a rascarse, agarrando el trapecio con sus manos y con mucha firmeza. No había tiempo de dudar y con un gruñido que se le escapó entre sus apretados dientes se precipitó hacia delante sin mirar atrás, con una valentía ciega. Notó la ráfaga de viento azotar su cuerpo, la velocidad y el vaivén del trapecio. No veía para nada bien con la máscara pero se dispuso a saltar, soltándose como siempre hizo entrenando y en un agarre fugaz se enganchó al siguiente.
¡Bien! El italiano se veía con fuerzas para seguir. En aquel punto solo estaba en su zona, concentrado y dejando atrás cualquier cosa que lo pudiese distraer, hasta el suelo electrificado no formaba parte de sus pensamientos. Todo iría bien, sería hacer lo mismo una y otra vez.
Un salto bien ejecutado, el segundo, lo llevó al tercer trapecio. Lo tenía cerca, solo tenía que agarrarlo. Sin embargo no podía ver su periferia y un error de cálculo de tan solo unos centímetros hizo que sus manos acariciaran el aire y solo eso. Un terrible vuelco en el corazón del chico lo azotó de golpe. ¿No lo agarró?
Hizo un segundo intento pero fue en vano, no llegó y de inmediato notó el peso de la gravedad llevarlo hacia abajo. La máscara no le ayudo a ver donde estaba cayendo, tapando su cara al momento y sin saber qué pasaría con él. Caer a un vacío, a su fin.
Su miedo fue exhibido en un grito lleno de terror a lo que desconocía.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Primer sueño de Damian
12/02/24, 01:19 pm
Akeyo llama al aplauso cuando Damian acepta el reto, tomando el trapecio y saltando. El público tal vez no ha llegado a percibir que la plataforma le obligaba a ello, porque en cuanto el niño sujeta firmemente el trapecio y se impulsa la estructura con la cuerda empieza a hundirse en el suelo como si fuese intangible y desaparece de la pista tan mágicamente como había aparecido.
El redoble de tambores vuelve a sonar y Akeyo alza el bastón, haciendo retumbar su voz por toda la carpa.
—¡Los trapecios candentes, damas y caballeros, niños y niñas! —anuncia, mientras Damian efectúa el primer salto—. ¡Cada segundo que nuestro invitado pase agarrado a las barras de metal hará que estas se calienten más y más! ¡En quince segundos estarán al rojo vivo! ¡¿Será capaz de calcular correctamente los saltos a contrarreloj…?!
El silencio repentino de Akeyo no se debe a que no tenga más que decir, sino que el error de Damian no le permite continuar. Sus ojos y los de todo el público están fijos en la caída del muchacho hasta que el ruido sordo contra el suelo produce un silencio ominoso que solo dura un segundo, tras el que el público rompe a aullar, como si por fin aquella función se hubiese puesto interesante.
—¡Yyyy ha caído! ¡Ha caído, señoras y señores! ¡Nuestro invitado no ha pasado la segunda prueba! —anuncia Akeyo con jolgorio, haciéndose oír por encima del jaleo con su voz amplificada—, ¡y eso que era su prueba favorita! —informa al público con tono confidencial.
Damian puede oír todo lo que ocurre a su alrededor a través de una capa espesa de confusión. Siente una serie de dolores agudos por todo su cuerpo y un líquido caliente y espeso le mancha el pelo. Pese a todo, vive. Un payaso se acerca a él para comprobar si ese es el caso y, cuando ve que respira, le alza el dedo pulgar a Akeyo y vuelve a esconderse corriendo detrás del telón.
—¡Pero parece que aún podemos continuar un poquito más! Aunque no sé si será igual de divertido —dice la mujer al ver la señal—. ¿Pasamos a la tercera prueba, Damian? —le pregunta con una gran sonrisa.
Dado para evaluar los daños:
1-45: Tiene un brazo y alguna costilla rotos, además de varias contusiones y una brecha en la cabeza. Nada de esto le impide levantarse y moverse.
46-90: Tiene varias costillas rotas, así como el brazo y la pierna del mismo lado (da igual cuál). Además de sangrar, sufre una conmoción cerebral que le dará un buen dolor de cabeza y náuseas. Movimientos muy limitados.
91-100: Lo mismo que el anterior pero la concusión cerebral le hará alucinar y perder lucidez por momentos, llegando a vomitar por las náuseas.
El redoble de tambores vuelve a sonar y Akeyo alza el bastón, haciendo retumbar su voz por toda la carpa.
—¡Los trapecios candentes, damas y caballeros, niños y niñas! —anuncia, mientras Damian efectúa el primer salto—. ¡Cada segundo que nuestro invitado pase agarrado a las barras de metal hará que estas se calienten más y más! ¡En quince segundos estarán al rojo vivo! ¡¿Será capaz de calcular correctamente los saltos a contrarreloj…?!
El silencio repentino de Akeyo no se debe a que no tenga más que decir, sino que el error de Damian no le permite continuar. Sus ojos y los de todo el público están fijos en la caída del muchacho hasta que el ruido sordo contra el suelo produce un silencio ominoso que solo dura un segundo, tras el que el público rompe a aullar, como si por fin aquella función se hubiese puesto interesante.
—¡Yyyy ha caído! ¡Ha caído, señoras y señores! ¡Nuestro invitado no ha pasado la segunda prueba! —anuncia Akeyo con jolgorio, haciéndose oír por encima del jaleo con su voz amplificada—, ¡y eso que era su prueba favorita! —informa al público con tono confidencial.
Damian puede oír todo lo que ocurre a su alrededor a través de una capa espesa de confusión. Siente una serie de dolores agudos por todo su cuerpo y un líquido caliente y espeso le mancha el pelo. Pese a todo, vive. Un payaso se acerca a él para comprobar si ese es el caso y, cuando ve que respira, le alza el dedo pulgar a Akeyo y vuelve a esconderse corriendo detrás del telón.
—¡Pero parece que aún podemos continuar un poquito más! Aunque no sé si será igual de divertido —dice la mujer al ver la señal—. ¿Pasamos a la tercera prueba, Damian? —le pregunta con una gran sonrisa.
Dado para evaluar los daños:
1-45: Tiene un brazo y alguna costilla rotos, además de varias contusiones y una brecha en la cabeza. Nada de esto le impide levantarse y moverse.
46-90: Tiene varias costillas rotas, así como el brazo y la pierna del mismo lado (da igual cuál). Además de sangrar, sufre una conmoción cerebral que le dará un buen dolor de cabeza y náuseas. Movimientos muy limitados.
91-100: Lo mismo que el anterior pero la concusión cerebral le hará alucinar y perder lucidez por momentos, llegando a vomitar por las náuseas.
- Rocavarancolia Rol
Re: Primer sueño de Damian
12/02/24, 01:19 pm
El miembro 'Tak' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio
'Dado de 100 caras' : 7
'Dado de 100 caras' : 7
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Personajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Primer sueño de Damian
12/02/24, 07:57 pm
Momentos antes de su caída Akeyo presentó lo que iba a ser inicialmente la prueba pero Damian, aunque notó un calor inicial que pudo percibir en sus palmas, por suerte o por desgracia su fallo en poder agarrarse al siguiente trapecio lo hizo salir antes de tiempo de la prueba y, quizás, de algo tortuoso.
En su lugar se encontraba precipitándose al vacío a gritos. Los ojos del muchacho estaban muy abiertos del miedo por culpa de la maldita máscara que no lo hacía ver bien. Pudo ver a duras penas luces por doquier, a Akeyo, las personas del público y, finalmente, la pista.
El impacto lo sintió tanto como lo aturdió, cayendo sobre el brazo derecho que acabó inevitablemente molido junto a algunas costillas rotas. Su cabeza rebotó de mala manera contra el suelo antes de rodar pesadamente en el suelo y quedar ahí, inmóvil.
—Mnghhhh… —sus oídos no recibían la información con el enorme aturdimiento al que estaba sometido el italiano, sintiendo como si todo el peso del mundo lo hubiese aplastado ahí mismo. Gruñó confundido, notando su pelo húmedo a la vez que parte de su cara y le dolía horrores un punto de su cabeza si le podía doler algo más que no fuesen todas las contusiones de su cuerpo. Alzó la mirada que aún conservaba el terror de la caída, en respuesta a la mujer que quería continuar a pesar de que Damian estaba muy adolorido.
Tomar una bocanada de aire no fue una buena idea, sintiendo un dolor intenso y punzante dentro de su pecho y se encogió, sudando y gruñendo con fuerza.
—¡AAHH! ¡A-AH! —aulló de dolor y desesperación por ello y por cada respiración que realizaba de ahí en adelante. ¿Qué era eso que le dolía tantísimo? La ignorancia de desconocer qué se había hecho, no obstante, lo estaba librando de algo mucho peor que, por instinto, se intentó llevar al pecho. Su brazo, pudo notar que al moverlo algo no se movía como era de esperar. Cerca del codo, en el antebrazo, algo torcía de mala manera y moverlo con el hombro le hizo sentir un horrible chispazo de dolor haciendo que unos lagrimones se deslizaban encima de toda la sangre que Damian estaba acumulando en su rostro. Saber que ahí tenía algo raro en medio del brazo, fuera de lugar le hizo palidecer junto a la tortura de sentir la fractura dentro.
¡Nnnhggggg…! ¡AH! Mi brazo…. me duele… ¡A-Ah…! A-Akeyo… No puedo, no puedo, no puedo, no puedo… —trato de decir a la maestra de ceremonias en tono suplicante que no podía seguir por mucho que quisiese, encogido en sí mismo tratando de aguantar entre dientes y con los ojos apretados en una mueca de dolor, siseando entre sus respiraciones entrecortadas. La sangre que humedeció su pelo ya le caía por la barbilla y el cuello—. M-Me duele... mucho el brazo. ¡A...ahhhh! Ayúdame... —pidió moqueando y jadeando, mirando a Akeyo con unos ojos llenos de lágrimas dolorosas.
En su lugar se encontraba precipitándose al vacío a gritos. Los ojos del muchacho estaban muy abiertos del miedo por culpa de la maldita máscara que no lo hacía ver bien. Pudo ver a duras penas luces por doquier, a Akeyo, las personas del público y, finalmente, la pista.
El impacto lo sintió tanto como lo aturdió, cayendo sobre el brazo derecho que acabó inevitablemente molido junto a algunas costillas rotas. Su cabeza rebotó de mala manera contra el suelo antes de rodar pesadamente en el suelo y quedar ahí, inmóvil.
—Mnghhhh… —sus oídos no recibían la información con el enorme aturdimiento al que estaba sometido el italiano, sintiendo como si todo el peso del mundo lo hubiese aplastado ahí mismo. Gruñó confundido, notando su pelo húmedo a la vez que parte de su cara y le dolía horrores un punto de su cabeza si le podía doler algo más que no fuesen todas las contusiones de su cuerpo. Alzó la mirada que aún conservaba el terror de la caída, en respuesta a la mujer que quería continuar a pesar de que Damian estaba muy adolorido.
Tomar una bocanada de aire no fue una buena idea, sintiendo un dolor intenso y punzante dentro de su pecho y se encogió, sudando y gruñendo con fuerza.
—¡AAHH! ¡A-AH! —aulló de dolor y desesperación por ello y por cada respiración que realizaba de ahí en adelante. ¿Qué era eso que le dolía tantísimo? La ignorancia de desconocer qué se había hecho, no obstante, lo estaba librando de algo mucho peor que, por instinto, se intentó llevar al pecho. Su brazo, pudo notar que al moverlo algo no se movía como era de esperar. Cerca del codo, en el antebrazo, algo torcía de mala manera y moverlo con el hombro le hizo sentir un horrible chispazo de dolor haciendo que unos lagrimones se deslizaban encima de toda la sangre que Damian estaba acumulando en su rostro. Saber que ahí tenía algo raro en medio del brazo, fuera de lugar le hizo palidecer junto a la tortura de sentir la fractura dentro.
¡Nnnhggggg…! ¡AH! Mi brazo…. me duele… ¡A-Ah…! A-Akeyo… No puedo, no puedo, no puedo, no puedo… —trato de decir a la maestra de ceremonias en tono suplicante que no podía seguir por mucho que quisiese, encogido en sí mismo tratando de aguantar entre dientes y con los ojos apretados en una mueca de dolor, siseando entre sus respiraciones entrecortadas. La sangre que humedeció su pelo ya le caía por la barbilla y el cuello—. M-Me duele... mucho el brazo. ¡A...ahhhh! Ayúdame... —pidió moqueando y jadeando, mirando a Akeyo con unos ojos llenos de lágrimas dolorosas.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Primer sueño de Damian
15/02/24, 02:17 pm
Akeyo Kau permanece imperturbable, sonrisa incluida, mientras observa al niño aullar de dolor, tratar de moverse y explorar su propio cuerpo maltrecho. Su expresión empieza a cambiar, la boca cada vez más curvada en una mueca de decepción, al escucharle decir que no puede continuar. Se yergue y apunta al público con el bastón, sin apartar la mirada del suelo. Ahora su voz no se amplifica; habla solo para Damian.
—Era una pregunta retórica, querido. Has firmado para hacer todas las pruebas y el público está esperando a que lo complazcas. Y también está tu madre, no te olvides de tu madre. —En su voz suave se mezcla la dureza de un profesor que te regaña para que des lo mejor de ti y hagas lo que él considera que es tu deber. No admite cuestiones—. ¡Parece que podemos continuar, damas y caballeros! —anuncia amplificando su voz, sin esperar respuesta alguna.
Con una floritura extraña de su bastón, un aura de colores la envuelve y comienza a levitar sobre la pista, dejando a Damian solo en la arena. Desde donde está continúa hablándole al público.
—¡Va a dar comienzo la tercera prueba! ¿Y qué podrá ser? Oh, sí, si la anterior era de las favoritas de nuestro invitado, la que viene ahora… posiblemente sea la que menos le gusta. ¡Pero eso solo le da más interés a todo el asunto! —Akeyo se vuelve hacia Damian y le mira desde arriba, haciéndole gestos para que se ponga en pie—. ¡Arriba, levántate! No querrás que te alcancen de esa guisa, ¿no?
La mujer descuelga de su cinturón un látigo de cuero con un mango colorido y lo deja caer al suelo delante del niño. El telón, a sus espaldas, se alza ligeramente con un redoble de tambores y un gran felino se abre camino emitiendo un gruñido bajo. Se trata de un león adulto con una melena espesa, que durante un momento enseña unos enormes dientes al mirar al público con cautela. Después ve al niño, que capta su interés y le hace olfatear el aire en su dirección. El aroma de la sangre le hace levantar las orejas.
—¡Dadle la bienvenida a Belial! Ha estado en compañía de adiestradores desde que lo capturamos… ¿será capaz nuestro invitado de mantenerlo a raya? ¡Comienza la tercera prueba! ¡La doma del león! —anuncia con entusiasmo, siendo coreada por parte del público.
—Era una pregunta retórica, querido. Has firmado para hacer todas las pruebas y el público está esperando a que lo complazcas. Y también está tu madre, no te olvides de tu madre. —En su voz suave se mezcla la dureza de un profesor que te regaña para que des lo mejor de ti y hagas lo que él considera que es tu deber. No admite cuestiones—. ¡Parece que podemos continuar, damas y caballeros! —anuncia amplificando su voz, sin esperar respuesta alguna.
Con una floritura extraña de su bastón, un aura de colores la envuelve y comienza a levitar sobre la pista, dejando a Damian solo en la arena. Desde donde está continúa hablándole al público.
—¡Va a dar comienzo la tercera prueba! ¿Y qué podrá ser? Oh, sí, si la anterior era de las favoritas de nuestro invitado, la que viene ahora… posiblemente sea la que menos le gusta. ¡Pero eso solo le da más interés a todo el asunto! —Akeyo se vuelve hacia Damian y le mira desde arriba, haciéndole gestos para que se ponga en pie—. ¡Arriba, levántate! No querrás que te alcancen de esa guisa, ¿no?
La mujer descuelga de su cinturón un látigo de cuero con un mango colorido y lo deja caer al suelo delante del niño. El telón, a sus espaldas, se alza ligeramente con un redoble de tambores y un gran felino se abre camino emitiendo un gruñido bajo. Se trata de un león adulto con una melena espesa, que durante un momento enseña unos enormes dientes al mirar al público con cautela. Después ve al niño, que capta su interés y le hace olfatear el aire en su dirección. El aroma de la sangre le hace levantar las orejas.
—¡Dadle la bienvenida a Belial! Ha estado en compañía de adiestradores desde que lo capturamos… ¿será capaz nuestro invitado de mantenerlo a raya? ¡Comienza la tercera prueba! ¡La doma del león! —anuncia con entusiasmo, siendo coreada por parte del público.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidadPersonajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Primer sueño de Damian
16/02/24, 06:40 pm
—¿Retórica...? —Damian jadeó confundido al no saber qué significaba exactamente esa palabra al principio.
Sin embargo lo siguiente dejó bien claro lo que quería decir Akeyo que, aunque el chico lo veía todo cruelmente injusto y repentino para lo mal que se encontraba, mencionar a su madre fue demoledor. Era su punto flaco, tanto que el italiano, en un inicio con la boca abierta para decir de todo a la mujer en la que tanta confianza depositó, enmudeció impotente y con ganas de gritar, de perder los estribos, de llorar aun más si podía.
Ante la frialdad maestra de ceremonias por dar comienzo a lo siguiente que le tocaría, Damian apretó los dientes e hizo el intento de levantarse con mucha dificultad sintiendo las punzadas en su pecho y el dolor creciente de su brazo al intentar mover la mano que, de hecho, le era imposible a menos que quisiese más tortura. Por ello prefirió sentarse apoyado en un brazo y el otro colgando inerte rozando el suelo. ¿Por qué estaba ahí? ¿De qué contrato hablaba, no ha sido suficiente con decir que no podía más por como tenía el brazo? ¿Acaso Akeyo no vio bien lo torcido que estaba?
La miró con un creciente rencor en cuanto la mujer voló con un truco de magia. El chico se sentía amedrentado y presionado por las pasadas palabras, navegando a dos aguas entre su madre y sí mismo. Él o la persona más valiosa de su vida.
—Ya lo se… ¡Nghh! Ya… Estoy ya de pie me cago en Dios… joder… —maldijo entre dientes al incorporarse haciendo primero uso de una de sus rodillas, siseando de dolor y jadeando. El dolor le le hacía sentir cansado y terriblemente mal, no sabía que clase de prueba saldría del cerebro podrido de Akeyo pero no estaba para nada seguro de que fuese algo bueno teniendo de primera impresión lo que ella dijo.
El látigo cayó cerca de los pies de Damian, identificándolo como uno al agacharse sin hacer movimientos bruscos y agarrándolo. Era como los de su madre, del mismo estilo. Bajo la máscara, la incertidumbre del pequeño se apagó, palideciendo al escuchar a sus espaldas un rugido que lo hizo girar rápidamente.
—Ahhh… Aaaahh… —los oidos le empezaron a pitar, presa del terror suspirando temblorosamente. Ni siquiera escuchó la presentación, todos sus sentidos estaban enfocados en aquel felino gigantesco y el león hizo lo mismo. No podía gritar, no podía moverse, sus piernas amenazaban con desmoronarse por agitarse tanto. Apretó su mano en el mango del látigo, ese bicho era parecido al tigre de su mamá, el que la puso mala cuando la atacó. No quería estar ahí, retrocediendo un paso diminuto que apenas podría notar el resto.
Tropezó al dar un segundo paso y cayó en sus posaderas bruscamente, acto que por desgracia hizo que a Damian se lo tragase el pánico por completo, alzando el látigo con los ojos derramando lágrimas de miedo.
—¡FUERA! ¡AHHHHHH! ¡FUERAA! ¡VETE! ¡FUERAAAAA! —chilló en desesperación, meneando el látigo con su brazo bueno mientras retrocedía empujándose con sus piernas. La punta de su arma crujía en el aire, en algunos casos muy peligrosamente cerca de Damian pero él tenía todo el foco puesto a la bestia que lo miraba.
Sin embargo lo siguiente dejó bien claro lo que quería decir Akeyo que, aunque el chico lo veía todo cruelmente injusto y repentino para lo mal que se encontraba, mencionar a su madre fue demoledor. Era su punto flaco, tanto que el italiano, en un inicio con la boca abierta para decir de todo a la mujer en la que tanta confianza depositó, enmudeció impotente y con ganas de gritar, de perder los estribos, de llorar aun más si podía.
Ante la frialdad maestra de ceremonias por dar comienzo a lo siguiente que le tocaría, Damian apretó los dientes e hizo el intento de levantarse con mucha dificultad sintiendo las punzadas en su pecho y el dolor creciente de su brazo al intentar mover la mano que, de hecho, le era imposible a menos que quisiese más tortura. Por ello prefirió sentarse apoyado en un brazo y el otro colgando inerte rozando el suelo. ¿Por qué estaba ahí? ¿De qué contrato hablaba, no ha sido suficiente con decir que no podía más por como tenía el brazo? ¿Acaso Akeyo no vio bien lo torcido que estaba?
La miró con un creciente rencor en cuanto la mujer voló con un truco de magia. El chico se sentía amedrentado y presionado por las pasadas palabras, navegando a dos aguas entre su madre y sí mismo. Él o la persona más valiosa de su vida.
—Ya lo se… ¡Nghh! Ya… Estoy ya de pie me cago en Dios… joder… —maldijo entre dientes al incorporarse haciendo primero uso de una de sus rodillas, siseando de dolor y jadeando. El dolor le le hacía sentir cansado y terriblemente mal, no sabía que clase de prueba saldría del cerebro podrido de Akeyo pero no estaba para nada seguro de que fuese algo bueno teniendo de primera impresión lo que ella dijo.
El látigo cayó cerca de los pies de Damian, identificándolo como uno al agacharse sin hacer movimientos bruscos y agarrándolo. Era como los de su madre, del mismo estilo. Bajo la máscara, la incertidumbre del pequeño se apagó, palideciendo al escuchar a sus espaldas un rugido que lo hizo girar rápidamente.
—Ahhh… Aaaahh… —los oidos le empezaron a pitar, presa del terror suspirando temblorosamente. Ni siquiera escuchó la presentación, todos sus sentidos estaban enfocados en aquel felino gigantesco y el león hizo lo mismo. No podía gritar, no podía moverse, sus piernas amenazaban con desmoronarse por agitarse tanto. Apretó su mano en el mango del látigo, ese bicho era parecido al tigre de su mamá, el que la puso mala cuando la atacó. No quería estar ahí, retrocediendo un paso diminuto que apenas podría notar el resto.
Tropezó al dar un segundo paso y cayó en sus posaderas bruscamente, acto que por desgracia hizo que a Damian se lo tragase el pánico por completo, alzando el látigo con los ojos derramando lágrimas de miedo.
—¡FUERA! ¡AHHHHHH! ¡FUERAA! ¡VETE! ¡FUERAAAAA! —chilló en desesperación, meneando el látigo con su brazo bueno mientras retrocedía empujándose con sus piernas. La punta de su arma crujía en el aire, en algunos casos muy peligrosamente cerca de Damian pero él tenía todo el foco puesto a la bestia que lo miraba.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Primer sueño de Damian
20/02/24, 12:12 pm
El león no avanza de inmediato, especialmente al ver que el niño recoge el látigo. Parece sopesar sus opciones mientras el ruido del público y los focos lo ponen aún más nervioso. Su cola da bandazos de forma arrítmica a su espalda, y los ojos por un momento dan la vuelta a todas las gradas antes de volver a centrarse en Damian.
Son su caída y su posterior arranque caótico lo que pone en marcha al animal, que inicialmente adopta una pose de alerta y amenaza. Pero, al ver que el niño no se mueve del sitio, el felino empieza a dar un rodeo bordeando la pista, sin perderlo de vista ni un segundo, sopesando los ángulos muertos por los que podría atacar. Akeyo empieza a hablar de nuevo desde su posición segura en el aire.
—Belial es un ejemplar fantástico. Si os soy sincera, solo lleva con nosotros un par de semanas, así que es verdad que ha estado siendo domado desde que lo capturamos, pero no es mucho. De hecho, su primer domador ha cambiado de trabajo y ahora se dedica a cultivar malvas —ríe—. La verdad es que nuestro amigo posee un temperamento curioso, por eso le pusieron ese nombre. Hablando de nombres, ¿sabíais que el nombre original de nuestro invitado significa domador en cierta lengua? —Baja la voz y añade, casi como para sí misma—: Aunque igual no debería dar muchas pistas.
»¡En cualquier caso! Diría que es una lástima que nos esté dando un espectáculo tan lamentable en ese aspecto. ¡Y eso que su madre sí se da maña e intentó enseñarle a hacerlo bien!
La mujer habla y habla, como si se viese obligada a entretener al público mientras no ocurre nada interesante en la pista. El león lo que hace entonces es dar algunos pasos al frente, para estudiar la reacción de aquel que sujeta el látigo. Sus chasquidos parecen ser lo único que lo hace dudar sobre cómo proceder.
Son su caída y su posterior arranque caótico lo que pone en marcha al animal, que inicialmente adopta una pose de alerta y amenaza. Pero, al ver que el niño no se mueve del sitio, el felino empieza a dar un rodeo bordeando la pista, sin perderlo de vista ni un segundo, sopesando los ángulos muertos por los que podría atacar. Akeyo empieza a hablar de nuevo desde su posición segura en el aire.
—Belial es un ejemplar fantástico. Si os soy sincera, solo lleva con nosotros un par de semanas, así que es verdad que ha estado siendo domado desde que lo capturamos, pero no es mucho. De hecho, su primer domador ha cambiado de trabajo y ahora se dedica a cultivar malvas —ríe—. La verdad es que nuestro amigo posee un temperamento curioso, por eso le pusieron ese nombre. Hablando de nombres, ¿sabíais que el nombre original de nuestro invitado significa domador en cierta lengua? —Baja la voz y añade, casi como para sí misma—: Aunque igual no debería dar muchas pistas.
»¡En cualquier caso! Diría que es una lástima que nos esté dando un espectáculo tan lamentable en ese aspecto. ¡Y eso que su madre sí se da maña e intentó enseñarle a hacerlo bien!
La mujer habla y habla, como si se viese obligada a entretener al público mientras no ocurre nada interesante en la pista. El león lo que hace entonces es dar algunos pasos al frente, para estudiar la reacción de aquel que sujeta el látigo. Sus chasquidos parecen ser lo único que lo hace dudar sobre cómo proceder.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidadPersonajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Primer sueño de Damian
25/02/24, 12:37 pm
Para Damian solo existía una maldita cosa en aquel momento tan angustiante: el monstruo. Un felino enorme, quien pareció en un inicio distraído por las gradas. De forma opuesta, el italiano meneó el látigo sin perder un segundo la vista y con el corazón a mil.
Los vellos de su cogote se erizaron cuando el bicho se giró de vuelta. Akeyo hablaba de fondo pero Damian no escuchaba nada de lo que ella decía pues los pasos del cazador enorme lo tenían alerta y cada vez gritó menos, como si en cualquier momento decidiese meter carrera y acabar con todo eso. Damian estaba visiblemente desesperado y huidizo, maldiciendo el lamentable estado en el que se encontraba pues solo del vaivén de su brazo bueno meneando el látigo le generaba pinchazos desagradables dentro del abdomen y el interior de su brazo roto ardía y dolía.
El león se aventuró a dar pasos hacia el chico con el látigo. Damian dejó de menear su arma, asustado y usando su brazo de apoyo para levantarse, en una pose inestable por el meneo incesante de sus piernas, no le paraban de temblar. Belial estaba más cerca, con esos ojos penetrantes en los suyos ahogados de miedo.
—¡N-NO VENGAS! ¡VETE DE AQUÍII AAHHHHH! —vociferó con una rabia producto de la angustia. Carecía de opciones y lo único que le quedaba para salir de aquella situación era sacar a la desesperada un ataque imprudente con el látigo, dirigido a todo el morro del león por una suerte que él no pidió.
Los vellos de su cogote se erizaron cuando el bicho se giró de vuelta. Akeyo hablaba de fondo pero Damian no escuchaba nada de lo que ella decía pues los pasos del cazador enorme lo tenían alerta y cada vez gritó menos, como si en cualquier momento decidiese meter carrera y acabar con todo eso. Damian estaba visiblemente desesperado y huidizo, maldiciendo el lamentable estado en el que se encontraba pues solo del vaivén de su brazo bueno meneando el látigo le generaba pinchazos desagradables dentro del abdomen y el interior de su brazo roto ardía y dolía.
El león se aventuró a dar pasos hacia el chico con el látigo. Damian dejó de menear su arma, asustado y usando su brazo de apoyo para levantarse, en una pose inestable por el meneo incesante de sus piernas, no le paraban de temblar. Belial estaba más cerca, con esos ojos penetrantes en los suyos ahogados de miedo.
—¡N-NO VENGAS! ¡VETE DE AQUÍII AAHHHHH! —vociferó con una rabia producto de la angustia. Carecía de opciones y lo único que le quedaba para salir de aquella situación era sacar a la desesperada un ataque imprudente con el látigo, dirigido a todo el morro del león por una suerte que él no pidió.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Primer sueño de Damian
25/02/24, 10:36 pm
El león, tras dar algunos pasos cautelosos hacia el niño, se detiene al oír el grito más penetrante. Los latigazos sin ton ni son parecen preocuparle, pero también desconcertarle a la vez, por lo que no sabe muy bien si están dirigidos a él o no hasta que Damián dirige el látigo hacia su morro.
DADO:
1-30: El león recibe un latigazo en el pecho, protegido por la melena.
31-60: El látigo le da en el hocico, haciéndolo sangrar.
61-90: El látigo le da en la cabeza, cegándolo de un ojo.
91-100: El látigo no acierta al león, sino que le pasa muy cerca de la cara.
El cambio repentino de objetivo del arma toma desprevenido al animal. La punta del látigo lo marca en la cara, arrancándole un gruñido de dolor y haciéndolo retroceder de una carrera hasta el borde de la pista, donde se pega a los alambres de espino. La marca del látigo le ha dejado una herida recta en la cara que atraviesa su ojo izquierdo. Algo de sangre empieza a manar de ella, cegándolo e impidiéndole ver hacia ese lado. Con un nerviosismo que no se había hecho visible antes, el león trata de lavarse la cara con las patas, aunque sin perder de vista a Damian con el ojo que todavía puede ver.
—¡Caray! ¡Este muchacho va a por todas! —brama Akeyo desde el aire—. ¡Y yo que pensaba que Belial ya había ganado esta ronda! Parece que todavía puede haber un cambio de tornas, querido público. A este paso la madre de nuestro invitado no va a poder ver cumplido su sueño. Sería una lástima para todos, la verdad —lamenta, fingiendo un puchero.
DADO:
1-30: El león recibe un latigazo en el pecho, protegido por la melena.
31-60: El látigo le da en el hocico, haciéndolo sangrar.
61-90: El látigo le da en la cabeza, cegándolo de un ojo.
91-100: El látigo no acierta al león, sino que le pasa muy cerca de la cara.
El cambio repentino de objetivo del arma toma desprevenido al animal. La punta del látigo lo marca en la cara, arrancándole un gruñido de dolor y haciéndolo retroceder de una carrera hasta el borde de la pista, donde se pega a los alambres de espino. La marca del látigo le ha dejado una herida recta en la cara que atraviesa su ojo izquierdo. Algo de sangre empieza a manar de ella, cegándolo e impidiéndole ver hacia ese lado. Con un nerviosismo que no se había hecho visible antes, el león trata de lavarse la cara con las patas, aunque sin perder de vista a Damian con el ojo que todavía puede ver.
—¡Caray! ¡Este muchacho va a por todas! —brama Akeyo desde el aire—. ¡Y yo que pensaba que Belial ya había ganado esta ronda! Parece que todavía puede haber un cambio de tornas, querido público. A este paso la madre de nuestro invitado no va a poder ver cumplido su sueño. Sería una lástima para todos, la verdad —lamenta, fingiendo un puchero.
- Rocavarancolia Rol
Re: Primer sueño de Damian
25/02/24, 10:36 pm
El miembro 'Tak' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio
'Dado de 100 caras' : 86
'Dado de 100 caras' : 86
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Personajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Primer sueño de Damian
26/02/24, 08:34 pm
El látigo silbó en el aire, pasando por encima de Damian y ganando velocidad gracias al tirón furioso que el niño propinó. El chico quería golpearlo, maltratarlo, dañarlo, hacerle saber a esa bestia que él, a pesar de sentirse completamente indefenso y asustado no cesaría de dar guerra y defenderse con los dientes apretados y mucha, mucha rabia.
La criatura rugió de molestia, afectada por el golpe que le aterrizó por la gracia de un milagro en toda la cara. Al principio Damian no pudo ver siquiera qué es lo que le había provocado el animal que estaba corriendo en dirección contraria hacia los alambres. El chico parpadeo, con algo de molestia por la sangre que ya se estaba secando de su cara pero que, de igual manera, alguna le entró en los ojos. Sin embargo el león tenía sangre, dibujada a lo largo de uno de sus ojos.
La furia de Damian se encendía aun más al darse cuenta que le hizo una herida al enorme cazador. Le hervía la sangre al ver la de su enemigo, apretando su agarre en el látigo, aquella arma con la que ya se sentía fuerte. La adrenalina se le disparaba por momentos y arrugó la cara.
—¡¡A QUE DUELE, EH!! ¡¡¿¿TE DUELE BICHO DE MIERDA??!! ¡¡¡CABRÓN, CAPULLO, CABRONAZO!!! —gruñó al asqueroso felino meneando el látigo en el aire y crujiéndolo en un intento de demostrar que le caería mas de un latigazo a su enemigo jurado.
No tenía la mejor técnica ni el mejor agarre pero vaya que sí lo usaría, dando pasos cautelosos, una infantil imprudencia que llevaba a Damian a ir hacia delante llevado por el primer golpe propinado. El dolor del brazo lo tenía más invisivilizado en su mente, escuchando como bramaba Akeyo. Claro que iba a por todas, eso era lo único que escuchó de todo aquel discurso y lo de su madre no lo llegó a entender del todo en su mollera.
Y ni siquiera era eso. No le daba para pensar, solo quería acabar con todo y dejar al bicho en su sitio en una ira ciega.
—¡¡E-ESO, LIMPIATE EL PUTO OJO GILIPOLLAS!! —tenía miedo pero su mala leche le ganaba, alzando el látigo mientras su mirada cargada de odio fulminaba al león tras la máscara—. ¡¡MÁS ME DUELE A MI TODO EL PUTO CUERPO, CAGÓN DE MIERDAAAA!!
Damian gritó, lanzando la punta del látigo hacia Belial. Quería ver más sangre de ese bicho, de ese puto felino que le estaba jodiendo la vida. Quería verlo gimotear en el suelo hasta quedarse a gusto. Quería desquitarse golpe tras golpe, latigazo tras latigazo.
Quería matarlo.
La criatura rugió de molestia, afectada por el golpe que le aterrizó por la gracia de un milagro en toda la cara. Al principio Damian no pudo ver siquiera qué es lo que le había provocado el animal que estaba corriendo en dirección contraria hacia los alambres. El chico parpadeo, con algo de molestia por la sangre que ya se estaba secando de su cara pero que, de igual manera, alguna le entró en los ojos. Sin embargo el león tenía sangre, dibujada a lo largo de uno de sus ojos.
La furia de Damian se encendía aun más al darse cuenta que le hizo una herida al enorme cazador. Le hervía la sangre al ver la de su enemigo, apretando su agarre en el látigo, aquella arma con la que ya se sentía fuerte. La adrenalina se le disparaba por momentos y arrugó la cara.
—¡¡A QUE DUELE, EH!! ¡¡¿¿TE DUELE BICHO DE MIERDA??!! ¡¡¡CABRÓN, CAPULLO, CABRONAZO!!! —gruñó al asqueroso felino meneando el látigo en el aire y crujiéndolo en un intento de demostrar que le caería mas de un latigazo a su enemigo jurado.
No tenía la mejor técnica ni el mejor agarre pero vaya que sí lo usaría, dando pasos cautelosos, una infantil imprudencia que llevaba a Damian a ir hacia delante llevado por el primer golpe propinado. El dolor del brazo lo tenía más invisivilizado en su mente, escuchando como bramaba Akeyo. Claro que iba a por todas, eso era lo único que escuchó de todo aquel discurso y lo de su madre no lo llegó a entender del todo en su mollera.
Y ni siquiera era eso. No le daba para pensar, solo quería acabar con todo y dejar al bicho en su sitio en una ira ciega.
—¡¡E-ESO, LIMPIATE EL PUTO OJO GILIPOLLAS!! —tenía miedo pero su mala leche le ganaba, alzando el látigo mientras su mirada cargada de odio fulminaba al león tras la máscara—. ¡¡MÁS ME DUELE A MI TODO EL PUTO CUERPO, CAGÓN DE MIERDAAAA!!
Damian gritó, lanzando la punta del látigo hacia Belial. Quería ver más sangre de ese bicho, de ese puto felino que le estaba jodiendo la vida. Quería verlo gimotear en el suelo hasta quedarse a gusto. Quería desquitarse golpe tras golpe, latigazo tras latigazo.
Quería matarlo.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Primer sueño de Damian
29/02/24, 09:34 pm
El león no permanece mucho tiempo actuando con cautela. Al ver que los latigazos se aproximan a él una vez más, adopta una pose fiera y escapa hacia un lado. No le gusta verse perseguido por el chasquido que asocia con dolor y poco más; todavía no entiende lo que significa obedecer y pretende alejarse todo lo posible de esa fuente de miedo, aunque ahora está más enfadado y sediento de sangre que antes.
El ruido del público al comentar y animar hace que resulte difícil distinguir voces que no sean la de Akeyo, pero una empieza a hacerse oír por encima de las demás. Proviene de un hombre delgado y alto, que se aferra a la alambrada para agitarla. Stefano.
—¡Acaba con esto de una vez! ¿No ves que estás alargando lo inevitable? —Grita su voz, carente del cariño con el que solía hablarle, hasta el punto de no parecer suya—. ¿No quieres ayudar a Bianca… a tu mamá? ¡Pues muérete de una vez! Echaste a perder su vida, ¡desaparecer es lo mínimo que puedes hacer para intentar arreglarlo!
A medida que Stefano grita el resto del público calla para escucharle. Sus compañeros del circo asienten y hacen gestos de desprecio. Todos ellos le habían reconocido desde el principio. Tal vez estaban allí específicamente para verlo morir por su madre.
—¡Una boca menos que alimentar significa más comida para tu madre, muchacho! —grita Luciano, sin levantarse siquiera del asiento.
—Vaya, estos caballeros me han estropeado la revelación final… ¡Qué le vamos a hacer! —Se lamenta Akeyo; su voz retumba aún más al estar la carpa en silencio—. Supongo que podríamos pasar pronto a la cuarta prueba, algo como… ¿contorsionismo en el estómago de un león? —rompe a reír.
Como hechizado por su voz, Belial se lanza de un salto hacia un lateral de Damian y se dispone a correr hacia él para atacarlo por su flanco derecho.
El ruido del público al comentar y animar hace que resulte difícil distinguir voces que no sean la de Akeyo, pero una empieza a hacerse oír por encima de las demás. Proviene de un hombre delgado y alto, que se aferra a la alambrada para agitarla. Stefano.
—¡Acaba con esto de una vez! ¿No ves que estás alargando lo inevitable? —Grita su voz, carente del cariño con el que solía hablarle, hasta el punto de no parecer suya—. ¿No quieres ayudar a Bianca… a tu mamá? ¡Pues muérete de una vez! Echaste a perder su vida, ¡desaparecer es lo mínimo que puedes hacer para intentar arreglarlo!
A medida que Stefano grita el resto del público calla para escucharle. Sus compañeros del circo asienten y hacen gestos de desprecio. Todos ellos le habían reconocido desde el principio. Tal vez estaban allí específicamente para verlo morir por su madre.
—¡Una boca menos que alimentar significa más comida para tu madre, muchacho! —grita Luciano, sin levantarse siquiera del asiento.
—Vaya, estos caballeros me han estropeado la revelación final… ¡Qué le vamos a hacer! —Se lamenta Akeyo; su voz retumba aún más al estar la carpa en silencio—. Supongo que podríamos pasar pronto a la cuarta prueba, algo como… ¿contorsionismo en el estómago de un león? —rompe a reír.
Como hechizado por su voz, Belial se lanza de un salto hacia un lateral de Damian y se dispone a correr hacia él para atacarlo por su flanco derecho.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidadPersonajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Primer sueño de Damian
02/03/24, 09:16 pm
El león era peligroso a ojos de Damian, adoptando poses que vibraban de rabia. Pero aquel animal idiota escapaba con cada crujir del látigo y eso le dio al niño una posición de poder que estaba aprovechando, exclamando al león sin escuchar un mínimo lo que decía Akeyo o el publico pues estaba enfocado demasiado en dejar a Belial hecho trizas.
Una voz, sin embargo, pudo romper todo aquel vorágine de cabreo. No había dudas por parte de Damian, era una voz que reconocería entre millones exclamando en el público y al fin había hablado.
—Huff… Huff... ¿Stefano? —el chico se detuvo en seco, mirando a las gradas y bajando el látigo entre jadeos. Estaba enfadado, eso podía sentirlo, pero no… Nunca había hablado de aquella forma, ¿estaba tardando mucho?
No.
Aunque la primera parte a duras penas podía incluso interpretarla a su favor, escuchar de boca de una de sus personas más importantes “¡Pues muérete de una vez!” rompió al chico en un millón de pedazos, siquiera con tiempo de procesar o ocurrírsele alguna excusa del por qué esas cosas tan feas resonaban de boca de… él. Precisamente él, el más cariñoso junto a su mamá, decía una cosa tras otra.
—¿Qué…? ¿Qué dices Stefano? Eso es mentira...
Era una tontería ocultarlo y en un reflejo quiso quitarse la máscara soltando el látigo pero no podía, no podía mostrar en realidad como se sentía, para que Stefano viese como se ahogaban sus ojos sinceros en una horrible angustia.
Todos parecían estar de acuerdo con lo que estaba diciendo. Si era una broma no era gracioso, nada de aquello era gracioso.
—¡No es verdad! ¡Cállate! Cállate, callate... —el italiano exclamó con la voz rota mientras empezó a llorar dentro de la máscara que no podía quitarse por mucho que tirase de ella.
A diferencia de con Akeyo era incapaz de mirar el chico con mala cara a su propia familia pues no era rabia lo que sentía. Era pura culpa, un peso que estaba cargando por aquellas acusaciones y ni Stefano ni Luciano podrían bromear con aquello. Para Damian eso era un doloroso regaño, se sentía señalado por algo que no comprendía, si estaba haciendo todo por ellos.
Con el pecho agitado escuchó a Akeyo sin mediar palabra al principio. Todo estaba en silencio y la congoja del chico la pudo escuchar hasta él mismo.
—Diles que no… Que no estoy siendo malo. Que lo hago todo por ellos, Akeyo...
Por desgracia su plegaria era inaudible por su nula fuerza para hablar y Akeyo siguió con su discurso. Su mirada pasó lentamente de un profundo dolor a un terror absoluto, percatándose de lo que estaba por venir y el animal pudo verlo corriendo en su dirección y ya era demasiado tarde.
Tapándose con el brazo y encogido en si mismo, no pudo hacer otra cosa sino gritar con todas sus fuerzas cerrando los ojos en una cobardía de última hora.
No quería verlo corriendo hacia él.
Una voz, sin embargo, pudo romper todo aquel vorágine de cabreo. No había dudas por parte de Damian, era una voz que reconocería entre millones exclamando en el público y al fin había hablado.
—Huff… Huff... ¿Stefano? —el chico se detuvo en seco, mirando a las gradas y bajando el látigo entre jadeos. Estaba enfadado, eso podía sentirlo, pero no… Nunca había hablado de aquella forma, ¿estaba tardando mucho?
No.
Aunque la primera parte a duras penas podía incluso interpretarla a su favor, escuchar de boca de una de sus personas más importantes “¡Pues muérete de una vez!” rompió al chico en un millón de pedazos, siquiera con tiempo de procesar o ocurrírsele alguna excusa del por qué esas cosas tan feas resonaban de boca de… él. Precisamente él, el más cariñoso junto a su mamá, decía una cosa tras otra.
—¿Qué…? ¿Qué dices Stefano? Eso es mentira...
Era una tontería ocultarlo y en un reflejo quiso quitarse la máscara soltando el látigo pero no podía, no podía mostrar en realidad como se sentía, para que Stefano viese como se ahogaban sus ojos sinceros en una horrible angustia.
Todos parecían estar de acuerdo con lo que estaba diciendo. Si era una broma no era gracioso, nada de aquello era gracioso.
—¡No es verdad! ¡Cállate! Cállate, callate... —el italiano exclamó con la voz rota mientras empezó a llorar dentro de la máscara que no podía quitarse por mucho que tirase de ella.
A diferencia de con Akeyo era incapaz de mirar el chico con mala cara a su propia familia pues no era rabia lo que sentía. Era pura culpa, un peso que estaba cargando por aquellas acusaciones y ni Stefano ni Luciano podrían bromear con aquello. Para Damian eso era un doloroso regaño, se sentía señalado por algo que no comprendía, si estaba haciendo todo por ellos.
Con el pecho agitado escuchó a Akeyo sin mediar palabra al principio. Todo estaba en silencio y la congoja del chico la pudo escuchar hasta él mismo.
—Diles que no… Que no estoy siendo malo. Que lo hago todo por ellos, Akeyo...
Por desgracia su plegaria era inaudible por su nula fuerza para hablar y Akeyo siguió con su discurso. Su mirada pasó lentamente de un profundo dolor a un terror absoluto, percatándose de lo que estaba por venir y el animal pudo verlo corriendo en su dirección y ya era demasiado tarde.
Tapándose con el brazo y encogido en si mismo, no pudo hacer otra cosa sino gritar con todas sus fuerzas cerrando los ojos en una cobardía de última hora.
No quería verlo corriendo hacia él.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Primer sueño de Damian
03/03/24, 02:03 am
Stefano lo observa en silencio, escrutándolo con una dureza que reafirma la sinceridad de sus palabras. Cuando entiende que ha sido escuchado suelta la alambrada y solo se queda ahí, de pie, esperando lo que ocurra sin apartar la mirada. No necesita decir nada más.
El león salta, Akeyo aún ríe. La plegaria de Damian sí llega a oídos de la mujer, pero no tiene tiempo de contestarle, solo de mirarlo con un atisbo de simpatía que, a la vez, es indiferente. Para ella, Damian solo es uno de tantos. Y todos suplican.
Belial se abalanza con la boca abierta hacia el niño, que ha dejado de defenderse, más que dispuesto a devolverle el daño causado. Sus dientes se hunden en el brazo levantado que apenas hace de escudo, y le da un fuerte tirón que lo disloca a la altura del hombro. Damian es arrastrado por el gesto hasta que su cara da con el suelo, quedando sometido al animal. Este hunde más sus dientes en la carne, asegurándose de que su presa no pueda huir.
—Bueno, parece que nuestro invitado por fin está logrando cumplir el deseo de su madre y ayudarla a tener una vida mejor. ¿No es enternecedor? —Comenta Akeyo para un público que ya no tiene ningún interés en lo que ella dice.
También ocurre algo más. Tal vez es por el golpe, o quizá porque ya da todo igual, pero la máscara de Damian se ha desprendido y queda tirada a un lado como el juguete roto que es, teñida de sangre y enjuagada en lágrimas.
El león salta, Akeyo aún ríe. La plegaria de Damian sí llega a oídos de la mujer, pero no tiene tiempo de contestarle, solo de mirarlo con un atisbo de simpatía que, a la vez, es indiferente. Para ella, Damian solo es uno de tantos. Y todos suplican.
Belial se abalanza con la boca abierta hacia el niño, que ha dejado de defenderse, más que dispuesto a devolverle el daño causado. Sus dientes se hunden en el brazo levantado que apenas hace de escudo, y le da un fuerte tirón que lo disloca a la altura del hombro. Damian es arrastrado por el gesto hasta que su cara da con el suelo, quedando sometido al animal. Este hunde más sus dientes en la carne, asegurándose de que su presa no pueda huir.
—Bueno, parece que nuestro invitado por fin está logrando cumplir el deseo de su madre y ayudarla a tener una vida mejor. ¿No es enternecedor? —Comenta Akeyo para un público que ya no tiene ningún interés en lo que ella dice.
También ocurre algo más. Tal vez es por el golpe, o quizá porque ya da todo igual, pero la máscara de Damian se ha desprendido y queda tirada a un lado como el juguete roto que es, teñida de sangre y enjuagada en lágrimas.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidadPersonajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Primer sueño de Damian
04/03/24, 06:51 pm
El chico prefirió ver nada, cerrando sus párpados con fuerza segundos antes del momento que decidiría todo. Prefería estar cegado por lo que le podría venir, sintiendo como su corazón se le saltaba del pecho. No quería saber nada ni sentir nada a pesar de todo.
Pero el dolor fue inevitable. Punzadas enormes se enterraron en su brazo, que sacaron de Damian una exhalación entrecortada que apenas le salía. Su expresión se torció, abriendo los ojos y a su vez pudo ver las fauces que lo estaban destruyendo. El león tiró con una monstruosa fuerza que nada podía hacer el chico por defenderse, notando como su hombro crujía. El circense hizo un grito mudo, abriendo su boca de dolor y viendo todo a gran velocidad para luego estamparse contra el suelo.
—¡GHHHHNNNNN! ¡NGHHHHHHH! —hizo gruñidos hórridos de dolor, mirando como su brazo es cada vez más devorado por Belial. No podía pelear, simplemente no podía dar más lucha que unos minúsculos tirones que solo agravaban la carnicería. Su cuerpo no podía más, ni siquiera podía escuchar bien a Akeyo, estaba en su límite y no le quedaban más lagrimas ensangrentadas que derramar, cayendo las últimas en el suelo de aquel infierno.
Y de pronto, su máscara decidió ceder en ese momento. Con los párpados entrecerrados, fatigoso y mareado, Damian tuvo la mirada clavada en el suelo justo donde cayó la dichosa máscara. Hasta eso tenía su propia sangre.
Pero el dolor fue inevitable. Punzadas enormes se enterraron en su brazo, que sacaron de Damian una exhalación entrecortada que apenas le salía. Su expresión se torció, abriendo los ojos y a su vez pudo ver las fauces que lo estaban destruyendo. El león tiró con una monstruosa fuerza que nada podía hacer el chico por defenderse, notando como su hombro crujía. El circense hizo un grito mudo, abriendo su boca de dolor y viendo todo a gran velocidad para luego estamparse contra el suelo.
—¡GHHHHNNNNN! ¡NGHHHHHHH! —hizo gruñidos hórridos de dolor, mirando como su brazo es cada vez más devorado por Belial. No podía pelear, simplemente no podía dar más lucha que unos minúsculos tirones que solo agravaban la carnicería. Su cuerpo no podía más, ni siquiera podía escuchar bien a Akeyo, estaba en su límite y no le quedaban más lagrimas ensangrentadas que derramar, cayendo las últimas en el suelo de aquel infierno.
Y de pronto, su máscara decidió ceder en ese momento. Con los párpados entrecerrados, fatigoso y mareado, Damian tuvo la mirada clavada en el suelo justo donde cayó la dichosa máscara. Hasta eso tenía su propia sangre.
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