Primer sueño de Ethan

Si bien el mareo había sido una exageración para meter cierto pánico, la verdad es que estaba empezando a sentirse así. La confusión y la incertidumbre se sumaban a una velocidad que no ayudaba. Su cabeza daba vueltas incapaz de razonar el porqué la carretera le producía tanto pánico, daba igual a donde mirase no podía escapar del sin sentido. Las vías se acababan entrecruzando sin ton ni son, siguiendo una estela infinita allí donde quisiera apartar la vista, el suelo era tan profundo que imponía en su magnitud y en aquella falta de lógica la nula presencia del sol parecía lo más normal.

¿Qué eran esas partículas? Ethan trató de focalizar en un intento desesperado por agarrarse a algo que no supusiera carriles o coches desenfrenados pero desde esa distancia todo resultaba tan difuso como su propia conciencia sumida en un extraño letargo apagado para no echarse a gritar allí mismo. Sus nudillos estaban blancos por la fuerza del agarre y su casco en una posición incómoda pues se mantenía recostado sobre la espalda de su hermano. No quería volver a separarse de él, aunque eso solo hubiera sido una pesadilla, aunque ahora no tuviera nada que ver, el deseo y la necesidad de pertenencia era más fuerte que la poca lógica que le quedaba.

-No entiendo nada… -Farfulló en un lloriqueo que pronto se llevó el viento. Ni siquiera las palabras de Jasper le consolaban, pues en su intento de ayudar solo estaba volviendo peor la situación. -Te pedí que pararas no que fuéramos aún más rápido…

De nuevo su aliento quedó perdido en el estruendo que los rodeaba, daba igual, tanto que siquiera se molestó en alzar la voz rendido por las circunstancias. Claro estaba, no podían seguir bien y tan pronto estaba cerrando los ojos para acostumbrarse al resto del trayecto la moto decidía girar levemente sobre sí misma, provocando que el corazón del joven se saltara más latidos de los que era sano saltarse. El susto le arrebató de su pequeño caparazón y tenso como estaba se dedicó a observar atónito la desagradable escena que tenían ante ellos.

-Jasper… vámonos… -Volvió a rogar ahora que estar parados les permitía escuchar un poco mejor. La voz que a diferencia de la suya no se amortiguaba bajo el casco le resultó inquietantemente familiar. Un dato que lejos de tranquilizarlo le empezó a poner más ansioso. -Jasper, Jasper por el amor de dios arranca la puta moto.

Apretó ligeramente el abrazo, un par de veces en un intentó de reactivar a su hermano a la desesperada. No deseaba comprobar cuán peligrosos eran esos tipos, ni mucho menos quedarse más tiempo a ver lo que sucedía con sus otras víctimas. El coche había sido un martirio y las imágenes del tren le seguían persiguiendo como flashes esporádicos.

No quería morir.
No quería ver morir a Jasper.
No quería…

En un acto esporádico, llevado por la adrenalina, la desesperación y la agonía de unos recuerdos tan reales como fugaces se soltó parcialmente del abrazo de su hermano. Una mano suya buscó angustiosa los cordeles que mantenían el casco de la moto atado a su cabeza, y tras un ligero clack, sin pensar demasiado en que estaba haciendo sostuvo en alto su casco por la tira dejando que el impulsó de una sacudida lo convirtiera en un proyectil.

Si se iban a ir a la mierda, al menos esta vez no quería quedarse sin hacer nada al respecto. Lanzó el objeto contundente contra el puñetero motorista y sin ver siquiera si había acertado volvió a sujetarse a Jasper, deseando que esta vez la huida no acabará en una catástrofe.

-VÁMONOS DE UNA PUTA VEZ.

Su corazón latía desacompasado, iba despacio, frenéticamente despacio, quizá por eso su cuerpo aletargado no supo reaccionar. Daba igual cuantas veces se repitiera la escena, nunca llegaba a tiempo, nunca era suficiente. El motor que hasta ahora era un silbido molesto se convirtió en el rugido de un monstruo, zarpas ensordecedoras que dejaron al joven temblando en el sitio. Como un conejo que se queda observando las luces del coche que está por matarlo Ethan no reaccionó, no supo hacerlo, ni siquiera lo hizo cuando sintió el brazo de Jasper apartarlo, ni cuando sus palmas alcanzaron el frío asfalto. Sintió el dolor recorrer su cuerpo como un calambre repentino pero el impacto pronto se volvió nulo cuando alzó la vista y entre pestañeos confundidos consiguió localizar a su único familiar.

La sangre empaño su vista, desenfocó su cordura e hizo que su conciencia empezará a resquebrajarse en lágrimas violentas. Su respiración se volvió rápidamente agitada ante la falta de aire de unos pulmones que no podían seguirle el ritmo a un corazón que demandaba pero no recibía. Ethan quería gritar pero su garganta estaba muda, quería correr, patalear y huir pero sus piernas no parecían reaccionar, quería poder apartar la vista, esconderse de aquel horror pero seguía absorto en el casco roto y el cuerpo inerte de su hermano. El granate seguía inundando la carretera y aún con la distancia que les separaba se sentía sucio, como si aquel color le debiera pertenecer, como si toda la escena fuera un completo error.

¿Por qué era quien seguía de rodillas? Él lo había golpeado, él lo había cabreado, él era el inepto, el inmaduro que no sabía crecer por su cuenta, quien lloraba cada vez que sus padres discutían y quien buscaba aún con su edad el consuelo entre los brazos de su hermano. Era quien se frustraba, quien no encontraba fuerzas para seguir adelante, quien dependía constantemente de palabras reconfortantes y sonrisas ajenas, era quien no sabía qué futuro deseaba ni porque lo deseaba. Era él quien no sabía apreciar cada detalle que la vida le regalaba, el que ni con todas las sonrisas que Jasper le había regalado había sido consciente del tesoro que recibía al llegar cada día a su hogar.

Y aún así.

Aún así seguía siendo él quien seguía allí, condenado a ser testigo de cómo la muerte se equivocaba y se llevaba a quien no debía. Un sollozo logró romper por fin el silencio en el que el shock le había sumido. Sus rodillas dolían, no por el impacto si no por el peso que cargaban, por toda la culpa que soportaba en una espalda encorvada y en unas manos que sostenían su rostro a cada nueva oleada de lágrimas. Sendos lagos que se escurrían por sus mejillas tan rápido como la sombra que proyectaba el asesino le cubría por su cercanía.

Lo peor, es que no tenía miedo, ni rabia, ni siquiera un ápice de cabreo. Sentía pena, pero sobre todo angustia, porque ya no era una muerte, eran tres, tres escenas que se empezaban a solapar en su tórax, enredándose y aprisionando su estómago hasta volverlo pequeño. No podía más, ni con los sueños, ni con las pesadillas, ni con los horrores de esa nueva realidad. Ethan desplazó las palmas de sus manos hacía sus rodillas, aún agazapado en el suelo. Se sentía tan pequeño en esos instantes que bien la tubería podía ser una enorme maza cargada a dos manos. La familiaridad en aquellos cabellos rosados no le dieron paz pero busco en sus ojos una extraña piedad, como si de verdad aquel tipo estuviera dispuesto a concederle lo último que quisiera pedirle.

Otra lágrima cayó por su rostro, desganada, derrotada, tan cansada como el joven de quien salía y entonces con una voz desgarrada, convertida en apenas un murmullo audible, le rogó.

-Por favor… Solo haz que esto termine de una vez…

Durante una fracción de segundo Ethan tuvo miedo. Temió que el golpe fuera lento, que no fuera suficiente, que en su estupidez hubiera dejado una puerta abierta a que el dolor lo sacudiese. Le dio pavor imaginar que eso podía acabar en una paliza, que de verdad iba a ser así su final, despacio, agónico e inevitable. Se encogió de hombros entrecortando su último suspiro para aguardar, temeroso de que hasta la más mínima gota pudiera interrumpir y trastocar un destino que debía de ser rápido.

Cuando por fin sucedió, no supo que esperar al respecto porque simplemente no llegó. Abrió los ojos con lentitud, sintiendo sus párpados escarchados por el cansancio y su cabeza punzante por las últimas imágenes que asolaban sus recuerdos. Trató de cubrirse el rostro con una mano, intentando evitar que la luz le cegara por completo y entre gruñidos de incomprensión volvió a escuchar la dichosa frase. Esta vez no hubo una sonrisa afable por reconocerla, ni tampoco la confusión de la anterior vez, había dolor, todo aquel que se había ahorrado al no sentir el golpe. No quería seguir ahí.

-No puedo más… -Murmuraba extenuado a medida que se incorporaba hasta quedar sentado, sin prisa alguna por retomar el bucle. Sentía sus ojos húmedos, alertando de que estaban próximos a volver a desbordarse. -Todavía no me has dicho a donde vamos, yo... No, no puedo más.

Se confesó a Jasper aún a sabiendas de que no recordaría nada, de que quizá solo había tenido un sueño demasiado vivido y lo que quedaba era el recuerdo de sensaciones agridulces. Daba igual, la tristeza era demasiado real como para ignorarla, para cuando levantó la vista se encontró con que no podía ver nada a través de tanta lágrima. El ambiente blanco no ayudaba a que pudiera enfocar pero definitivamente no estaba colaborando en la labor. Trató de limpiarse con las mangas de su sudadera, culpable por verse de nuevo necesitado, daba igual, cada vez que lograba secarse las mejillas estas volvían a mojarse ante un nuevo torrente silencioso y continuo.

-Perdón, joder perdón… Debería de ser más fuerte, debería de ser más como tú, pero… -La voz se le empezó a entrecortar, incapaz de elaborar la amalgama de sentimientos que se le acumulaban en la garganta. Estaba apenado, frustrado, cansado, temeroso y enfadado, enfadado consigo mismo, por no ser capaz de ayudar a su hermano, por no ser más valiente como para sacar a ambos hacía delante como tantas veces Jasper había hecho por él. Solo tenía que devolverle el favor, uno de muchos que le debía y simplemente no podía..

-Soy incapaz de hacer nada bien, no puedo… tu siempre… -Cerró los ojos cuando las imágenes volvieron a atormentarlo, incapaz de mirar a los ojos a la misma persona a la que tantas veces había fallado. -Mierda… Perdón, perdón, perdón, lo siento mucho.

Las lágrimas seguían perfilando su rostro, suaves y frías como la caricia de los copos de nieve al caer sobre ellos. Aún le costó vislumbrar donde se encontraba y cuando poco a poco sus ojos cansados empezaron a hacerlo tampoco lo sintió del todo real. Su mente, arraigada en todas las sombras que habían dejado los anteriores sueños no le dejaba con la suficiente paz como para que acabara de diferenciar que aquella vez era diferente. Por desgracia la lucidez era un premio inalcanzable para alguien que se encontraba extenuado aún a pesar de haberse acabado de despertar, otra vez.

-Tengo frío…

Fue lo único que respondió a cada palabra de consuelo que le dedicaba su hermano. No es que no le creyera, es que en esos instantes la dulzura de sus palabras quedaba emponzoñada por todo lo vivido. La frustración no ayudó cuando se acercó a la fogata para calentar sus manos, quería confort y lo único que encontró fue la pena de saber que en algún momento todo volvería a terminar. No podía disfrutar de aquella escena cuando en su boca solo sentía la amargura de tantos otros accidentes. Siquiera se atrevía a mirar a Jasper pues en su cabreo se había hecho una bola juntó al fuego, rodillas en alza y brazos con los que rodear ambas en un abrazo propio. Su rostro descansaba sobre una de ellas, viendo difuso como las ascuas danzaban y el calor secaba parcialmente los trazos húmedos que dejaban nuevas gotas recorriendo sus mejillas.

-Y eres tú el que no se acuerda de nada pero estas venga a decir que tengo que saber a dónde vamos… -Respiró hondo, o al menos lo intentó porque su voz quedó entrecortada. Le estaba costando horrores no romper en llanto y el mero hecho de hablar era un esfuerzo constante, pues a más lo hacía más molesto se sentía. -Es que, ¿qué demonios Jas? No se que en que puto momento había que cruzar unas vias de tren para llegar a casa, ni cuando te has comprado una moto, ni mucho menos se que cojones hacemos perdidos en mitad de una montaña! No, en serio, ¿A quién demonios se le ocurrió esta excursión? ¿Por qué narices aceptaría venir a congelarme el culo aquí? ¡No lo entiendo, no entiendo nada!

Farfulló dejando que parte de su angustia pudiera escapar de su cuerpo. Era confuso pues una parte de él justificaba cada situación, la trenzaba y la hilaba de forma que pudiera darle cierta lógica a que eran meros sueños, a que el susto de un despertar a medias le dejará tan aturdido como para no recordar absolutamente nada de cómo había llegado hasta ahí. Claro, es que ese no era el punto, a Ethan le daba igual el coche, la moto o el tren. El problema era que poner en boca la impotencia que sentía era más complicado, que atreverse a confesar en alto cuantas veces lo había visto morir era tan desagradable que ni podía plantearse hacerlo. Prefería esconderse bajo quejas insulsas sobre el frío que tener que plantar cara a algo que no se atrevía. Tragó saliva en un intento de calmarse.

-No se donde estoy, no sé a dónde vamos y no sé de qué decisión difícil me hablas pero no me gusta, me da miedo. Siento que vas a volver a dejarme solo y no quiero… -Volvió a pasarse la manga de su abrigo por la cara, frotando con fuerza. -Y joder, ya se que no lo tienes fácil, nunca lo has tenido fácil… Yo, no, no estoy enfadado contigo, pero no me gusta esto, estoy jodidamente aterrado. Me gustaría poder ayudar, de verdad, es solo que no se como hacerlo, da igual lo que haga, da igual lo que intente no puedo cambiar nada y, y…

Los ojos se le volvieron a empañar, que fuera de noche no ayudaba a que el lugar fuera más agradable, pero al menos esa vez buscó la mirada de su hermano junto al calor del fuego. Él siempre estaba ahí, velando por su hermanito, cuidándolo hasta en los más absurdos detalles. Ojalá haber podido ser un ápice de aquello, haberle dado una ínfima parte de lo que había recibido, ojalá haber heredado la valentía y fuerza con la que Jasper cuidaba de otros, ojalá…

>>Simplemente no sé, me gustaría poder ser el mayor, que pudiera protegerte ni que fuera una sola vez.

El abrazó de Jasper se sintió amargamente cálido, Ethan aún sostenía el termo de entre sus manos con la torpeza de quien no quería dejarlo pero tampoco beberlo, seguía sin encontrarle lógica alguna a la situación pero al menos podía disfrutar de una compañía que se le hacía extrañamente nostálgica. Su mente luchaba constantemente contra aquel despertar turbulento, meciendo su conciencia entre el vivir aquellas pesadillas como reales o el dejarlas ir como otra fantasía más. Había visto la confusión en el rostro de su hermano, un hecho que lejos de resolver dudas solo había creado más interrogantes. No recordaba el tren, ni la charla, ni lo que supuestamente venían a hacer, encima el café que le había dado estaba frío. No, claro, no estaba frío, pestañeo con cierta lentitud ante la sorpresa de su hermano. ¿Era él quien ardía?

-Lo siento -Respondió lastimoso mientras se llevaba una mano a su frente y Jasper terminaba de incorporarse. Por mucho que no comprendiera el contexto no podía evitar verse culpable, su hermano parecía ilusionado con llegar al destino, fuera cual fuera no quería interrumpir algo así. -No eh, da igual, es solo un poco de fiebre se me ira al momento…

Logró incorporarse con cierta torpeza pues la conciencia de cómo iban vestidos no le ayudaba ni a moverse mejor, ni a sentirse menos caliente. Quizá era por el ambiente nocturno o por el espesor de la nieve que caía, pero si había otra persona con ellos Ethan no la escuchaba, ni mucho menos la veía. Trató de entrecerrar los ojos en su búsqueda mientras recordaba la distancia con Jasper para poder quedar sujeto a uno de sus brazos, un tanto temeroso de que se fuera a ir sin él.

-Porfa, déjalo estar, prefiero que me sigas contando… -Hablaba con cierta lentitud, con una garganta aún carcomida por las lágrimas y un rostro empañado. Su mano libre empezó a bajarse la cremallera del abrigo con todo el disimulo que la cercanía le permitía. La temperatura tan alta le estaba agobiando con tanta capa de ropa puesta, solo quería un poco de aire. -Ya se me pasará, es un simple catarro.

Y un consuelo diferente, pues al menos ahora encontraba cierta explicación a sus lagunas mentales. Si Jasper tenía razón simplemente no recordaba bien el camino porque se la había pasado descansando, tenía que ser eso sí. Estaba agotado por una estúpida gripe y atormentado por unas pesadillas que nunca habían ocurrido. Esa idea, por poca lógica que pudiera tener, logró dibujar en su rostro una tímida sonrisa, le aliviaba encontrar alguna respuesta a lo mal que se sentía.

-Podemos seguir tomando café y, y me dices de nuevo a donde íbamos… -No olvidaba el detalle de que iba a dejarlo solo, pero también del hecho de que sería algo pasajero, como cuando tuvo que cambiarse de ciudad para estudiar en la uni. Si era algo similar Ethan podría asumirlo, se llamarían por teléfono más a menudo y le preguntaría qué tal le iba, como en los viejos tiempos. Sí, todo estaba volviendo a buen cauce, estaban en un viaje familiar un tanto curioso, él se encontraba enfermo y aquellas visiones horribles no existían, nunca lo habían hecho. Ah, qué fácil era tratar de mentirse a uno mismo a pesar de lo poco convincente que resultaba.

-Porfa Jas… No quiero ser una molestia. -Le tiró del brazo al que seguía anclado, esta vez había suplica en su tono.

El eco reverberó por toda la zona, haciendo que su corazón empezara a bombear con urgencia y su piel quedará erizada del terror. Reconocía las voces y aún así no lo hacía, la familiaridad de las mismas quedaba oculta bajo una capa misteriosa, se entremezclaban hablando en un unísono que solo lograba confundirlo. No quería estar ahí pero tampoco podía alejarse de Jasper, así que se ancló junto a él, abrazando su brazo en búsqueda de una protección que estaba siendo ignorada por aquellas voces anónimas.

Ethan sintió el temblor antes de verlo.

Era curioso como por muchas pesadillas horrendas que viviera nada podía prepararlo para regresar a ese momento. El suelo bajó sus pies vibró anunciando la tragedia y para cuando sus párpados se abrieron solo se  encontraron ante un final irremediable. Ethan pestañeó en lo que era el aleteo ralentizado de una mariposa, giró su rostro estupefacto y de golpe, cuando sus ojos se encontraron con los de Jasper el tiempo frenó concediéndole un último regalo. Sus labios se abrieron en una llamada que nunca pudo hacerse vocal, una interrogante que fue a morir cuando la nieve lo alcanzó.

Y entonces llegó el blanco.

Ruido, todo era ruido. Su cuerpo cayó sin caer, su mano se estiró desesperada pero solo encontró espesura y pronto lo que había sido el brillo cegador de su hermano se convirtió en una densa negrura. No podía respirar. no podía moverse. Quería gritar pero su voz quedaba opacada, tan presionada como su cuerpo. La agonía se convirtió en desesperación. ¿Estaba boca arriba? ¿Dónde estaba el suelo?  Movió una pierna y notó cómo se hundía más.  Respirar pronto se volvió complicado, extenuante. Se estaba ahogando, se estaba muriendo. No quería, no quería morir. Un aullido desgarrador logró escapar de su garganta antes de que esta se consumiera en nieve. ¿Tenía los ojos abiertos? Solo había negro, allí donde intentara mirar, era incapaz de girar el rostro. Se estaba sofocando. La tierra se movía pero su cuerpo yacía inerte, atrapado. El temblor era continuo pero ya apenas lo escuchaba, todo era tan lejano… Su corazón le presionaba la sien, latía al compás del estruendo, allí abajo solo estaba él con sus pensamientos y sus pensamientos estaban tan vacíos como sus pulmones.

Estaba ardiendo o eso creía él.

Estaba llorando o eso creía.

Estaba durmiendo, creía.

Estaba muriendo.

¨Jasper¨

Rogó a la nada. Incapaz de pronunciar su nombre en voz alta lo creó en su difusa conciencia. Una última vez, un último recuerdo. Sus párpados pesaban a medida que el sueño le iba abrazando pero ni con la tétrica calma la agonía desapareció.

Si Ethan había aprendido algo durante aquel ciclo es que despertar nunca se sentía del todo bien. Notaba la garganta seca, los párpados pesados y su energía mermada por un reposo turbulento. A la incertidumbre inicial se le unió un agobio latente en el interior de su cuerpo, uno que le forzó a incorporarse sobre la cama a medida que tomaba una bocanada de aire, desesperado. Empujó las mantas en pleno ataque de pánico, pataleando con sus escasas energías hasta que estas cayeron hacía los lados pues la presión sobre su cuerpo era casi tan estresante como su incomprensión sobre el entorno.

No podía respirar bien, ya no sabía si era por aquella pesadilla tan vivida o por las voces en eco que resonaban en su cabeza. Voces que no menguaron aún cuando se cubrió los oídos con ambas manos y se quedó encorvado sobre su somier, balanceándose en un intentó de recuperar cierta compostura. Sus ojos se debatían en lágrimas mientras susurraba para sí mismo palabras de consuelo, intentos de ánimos que acababan rotos a medio camino de hacerlos vocales.

-Esta bien, estas bien, solo han sido pesadillas. Estás bien, todo está bien… todo…

El trance se vio interrumpido cuando el móvil empezó a sonar haciendo que el río que recorría sus mejillas obtuviera tramos cortados por cada nuevo parpadeo confuso. No lo aguantaba, si su sanidad seguía respetable era porque le habían educado lo suficientemente bien como para no mandar callar a gritos las putas voces de su mente. Las odiaba de forma visceral, pues recordaba sus palabras y sobre todo lo que les habían hecho. Jasper se había esfumado por su culpa, por ellos, por…

¿Rocavarancolia?

Hubo un silencio, uno tan tenso y largo que en el cuarto solo se escuchaba la llamada. Ethan frunció el ceño ante unos recuerdos tan fragmentados que se entremezclaban con sus pesadillas. Recordaba el barco y al estupido de Connor, escenas fugaces que lejos de aportar algun sentido solo incrementaron su dolor de cabeza. Se encontraba agotado por tanta emoción, tan exhausto tras el arrebato inicial que si no hubiera sido por el continuo y dichoso politono se hubiera vuelto a arropar en su cama. Si tan solo pudiera cerrar los ojos y olvidar…

Pero no podía y lo que era más importante, Jasper le estaba llamando. Tras la preocupación continua encontró cierto consuelo en ver su nombre escrito en la pantalla, como si aquello solo reforzarse que estaba bien, que a él no se lo había tragado una avalancha y que a su hermano no le habían abducido extraterrestres. Respiró hondo una última vez y se frotó el rostro para limpiar las pruebas de su mal estado antes de deslizar el icono verde y aceptar la llamada.

-¡Jas! -Le gritó antes de que siquiera la imagen pudiera enfocarse. Se notaba en su voz la urgencia por ver que todo estaba bien. -¿Dónde estás, esta todo bien, estas bien? ¿Puedo ir contigo? Dime donde estas porfa que voy para allá