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- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Confidencias de tullidos
26/11/23, 10:26 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Era la primera vez que Airi se sentía bajo tanta presión. Creía que en los últimos años había trabajado al máximo de sus capacidades para lograr sus objetivos, pero ahora se daba cuenta de hasta qué punto no era cierto. Cuánto cambiaba todo cuando no estaba en juego su estilo de vida, sino la propia vida.
Cada uno de ellos estaba dando todo de sí, de una manera u otra, urgidos por el miedo, la rabia o el hambre. Le sanaí lo veía, la tensión, la urgencia por solucionar un problema que no tenían ni idea de cómo afrontar. Elle no se quedaba atrás, dejándose la piel con el arco, siguiendo las instrucciones de Nohlem, ahora más estricto que nunca. No quería defraudarle, y no quería parar. Lo que no sabía era para qué iba a usar ese arco exactamente.
Precisamente porque le dolían los codos y las manos de sobreesforzarse entrenando no podía sacarse a Ethan de la cabeza. Le acababa de ver pasar hacía poco en direción al patio, solo y caminando con dificultad. No sabía muy bien qué causaba su cojera, pero desde el primer día había admitido tenerla, y ahora el estilo de vida que llevaban no le estaba ayudando en nada. Eso era algo que podía entender bien, a pesar de tener problemas diferentes.
Aun cuando ya había cogido una manta para salir tras él dudó si era lo correcto. Podía intuir que el patio era un lugar especial para Ethan por las figuritas de papel del pozo, y no quería interrumpir un momento en que quizá quisiese estar solo. Decidió que al menos debía dársela y, si no quería compañía, le dejaría tranquilo de inmediato. Salió al patio con la manta al hombro y le buscó con la mirada entre la penumbra.
—¿Ethan? —llamó con suavidad.
Era la primera vez que Airi se sentía bajo tanta presión. Creía que en los últimos años había trabajado al máximo de sus capacidades para lograr sus objetivos, pero ahora se daba cuenta de hasta qué punto no era cierto. Cuánto cambiaba todo cuando no estaba en juego su estilo de vida, sino la propia vida.
Cada uno de ellos estaba dando todo de sí, de una manera u otra, urgidos por el miedo, la rabia o el hambre. Le sanaí lo veía, la tensión, la urgencia por solucionar un problema que no tenían ni idea de cómo afrontar. Elle no se quedaba atrás, dejándose la piel con el arco, siguiendo las instrucciones de Nohlem, ahora más estricto que nunca. No quería defraudarle, y no quería parar. Lo que no sabía era para qué iba a usar ese arco exactamente.
Precisamente porque le dolían los codos y las manos de sobreesforzarse entrenando no podía sacarse a Ethan de la cabeza. Le acababa de ver pasar hacía poco en direción al patio, solo y caminando con dificultad. No sabía muy bien qué causaba su cojera, pero desde el primer día había admitido tenerla, y ahora el estilo de vida que llevaban no le estaba ayudando en nada. Eso era algo que podía entender bien, a pesar de tener problemas diferentes.
Aun cuando ya había cogido una manta para salir tras él dudó si era lo correcto. Podía intuir que el patio era un lugar especial para Ethan por las figuritas de papel del pozo, y no quería interrumpir un momento en que quizá quisiese estar solo. Decidió que al menos debía dársela y, si no quería compañía, le dejaría tranquilo de inmediato. Salió al patio con la manta al hombro y le buscó con la mirada entre la penumbra.
—¿Ethan? —llamó con suavidad.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: Confidencias de tullidos
03/12/23, 03:44 pm
-Oh
Musitó ante una respuesta que bien podría ser obvia pero que le resultó igualmente sorpresiva. Debido a su situación no se estaba esperando que lo de Airi fuera crónico de nacimiento, que torpe acaba de sentirse con el descubrimiento. Por un lado le resultó tranquilizador que quisiera hablar de ello, más allá de conocerse le venía bien tenerlo en cuenta por si sucedía cualquier inconveniente en un futuro próximo, por el otro recibió un modesto apuro, un carraspeo cargado de dudas no resueltas.
No sabía que era una fiebre reumática ni qué consecuencias tenía más allá de una cojera visible pero por la normalidad con lo que lo mencionó dedujo que quizás era común en su mundo. En el suyo solo se podía imaginar temperaturas altas y estar congestionado en cama con dolor de cabeza. Dudaba que fuera ni mucho menos similar. ¿Estaría bien preguntar? No quería rozar la incomodidad entrando en detalles, sobre todo a sabiendas de que estos podían resultar mucho más frágiles.
-Vaya, ¿toda una vida con ello? Tiene que ser cansado. -Acabó diciendo con total sinceridad. Quizá el nunca haber vivido otra situación facilitaba normalizar la enfermedad, su deseo parecía distar de aquella idea. Podía entenderlo, no siempre tenías que perder algo para querer obtener lo mismo que veías en otros. -Lo mio fue un accidente, hace un año y pico, no ha pasado mucho aún.
Se recolocó en el sitio, más por un sutil nervio que porque estuviera incómodo, tirando un poco de su manta para abrigarse bien y de paso distrayéndose al encorvarse para colocar mejor el lado de Airi. Una sonrisa dibujó su rostro tratando de crear símiles sin llegar a ninguna conclusión. ¿Qué era peor? ¿Nacer sin vista, o perderla repentinamente? Daba igual, ninguno de los dos eran ciegos y si lo fueran definitivamente estarían aún más jodidos en ese lugar.
-No se como tiene que ser crecer así, quiero decir en mi caso al menos me fastidie ya de mayor! No veas lo que corría antes, no paraba quieto, quizá fue una indirecta para que me estuviera quieto.
Se río ante su propio comentario quitándole hierro al asunto. Su pierna dolorida se levantó un poco del suelo, un pequeño bote para que quedara claro quién era la culpable de su continuo malestar.
-Aunque eh, perdón… ¿Qué es una fiebre reumática?
Musitó ante una respuesta que bien podría ser obvia pero que le resultó igualmente sorpresiva. Debido a su situación no se estaba esperando que lo de Airi fuera crónico de nacimiento, que torpe acaba de sentirse con el descubrimiento. Por un lado le resultó tranquilizador que quisiera hablar de ello, más allá de conocerse le venía bien tenerlo en cuenta por si sucedía cualquier inconveniente en un futuro próximo, por el otro recibió un modesto apuro, un carraspeo cargado de dudas no resueltas.
No sabía que era una fiebre reumática ni qué consecuencias tenía más allá de una cojera visible pero por la normalidad con lo que lo mencionó dedujo que quizás era común en su mundo. En el suyo solo se podía imaginar temperaturas altas y estar congestionado en cama con dolor de cabeza. Dudaba que fuera ni mucho menos similar. ¿Estaría bien preguntar? No quería rozar la incomodidad entrando en detalles, sobre todo a sabiendas de que estos podían resultar mucho más frágiles.
-Vaya, ¿toda una vida con ello? Tiene que ser cansado. -Acabó diciendo con total sinceridad. Quizá el nunca haber vivido otra situación facilitaba normalizar la enfermedad, su deseo parecía distar de aquella idea. Podía entenderlo, no siempre tenías que perder algo para querer obtener lo mismo que veías en otros. -Lo mio fue un accidente, hace un año y pico, no ha pasado mucho aún.
Se recolocó en el sitio, más por un sutil nervio que porque estuviera incómodo, tirando un poco de su manta para abrigarse bien y de paso distrayéndose al encorvarse para colocar mejor el lado de Airi. Una sonrisa dibujó su rostro tratando de crear símiles sin llegar a ninguna conclusión. ¿Qué era peor? ¿Nacer sin vista, o perderla repentinamente? Daba igual, ninguno de los dos eran ciegos y si lo fueran definitivamente estarían aún más jodidos en ese lugar.
-No se como tiene que ser crecer así, quiero decir en mi caso al menos me fastidie ya de mayor! No veas lo que corría antes, no paraba quieto, quizá fue una indirecta para que me estuviera quieto.
Se río ante su propio comentario quitándole hierro al asunto. Su pierna dolorida se levantó un poco del suelo, un pequeño bote para que quedara claro quién era la culpable de su continuo malestar.
-Aunque eh, perdón… ¿Qué es una fiebre reumática?
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Confidencias de tullidos
04/12/23, 12:32 pm
Airi estuvo a punto de negar con la cabeza y decir que se podía vivir con ello cuando Ethan comentó lo duro que era llevar así toda una vida. En realidad le hartaba mentir siempre para no preocupar a la gente de su alrededor. Le salía de forma automática ya, como un modo de tranquilizar las conciencias de los demás cuando nadie se lo había pedido.
—Hay momentos malos… pero al menos no es siempre —respondió finalmente.
En ese momento tenía más interés en la historia de Ethan, quería saber un poco sobre su accidente para poder ayudarle cuando lo necesitase. Tras su primera mención a ello esperó mientras le miraba recolocarse bajo la manta, dándole margen para continuar.
No esperaba que se tratase de algo tan reciente, si había sido algo aparatoso quería decir que no hacía tanto que había sanado, y de pronto se sintió aún peor por no pedirle que descansase más a menudo. Ethan era la clase de persona que rara vez veías descansando, y podía entender que saliese de él mismo, que no quisiese sentirse menos que los demás, pero tal vez aún tenía que aprender a cuidar su cuerpo. Su “nuevo” cuerpo.
Le sorprendió que Ethan fuese capaz de bromear sobre ello. Hacía más difícil decirle nada de lo que estaba pensando, y mientras meditaba su respuesta llegó otra pregunta. Aquella tampoco podía responderla demasiado bien, pero lo intentó.
—No, perdóname a mí, debí explicarme mejor. Es solo que no sé hacerlo muy bien… médicamente y eso —se disculpó con una sonrisa—, pero te puedo decir cómo es mi experiencia. Se me inflaman las articulaciones con mucha facilidad, como… no sé, ¿como cuando se te inflama la garganta, supongo? Cuando era más joven y pegaba un estirón se me inflamaba casi todo a la vez, y acababa en cama con fiebre y mucho dolor. Ahora es diferente, no me sube la fiebre ni nada. No me puedo quejar… mucho —bromeó, aunque suspirando. No lo pudo evitar al recordar la voz de la médico explicándole que hubiese crecido mucho más de no ser por su condición.
—Pero ya vale de hablar de mí —dijo de pronto, dándole un toquecito amistoso con el hombro a Ethan—. ¿Hay algo en lo que podamos ayudarte? ¿Todavía te estás curando? No tienes que sobre esforzarte por ser de los mayores… somos una tribu, estamos ahí para lo bueno y para lo malo —le recordó con una sonrisa.
—Hay momentos malos… pero al menos no es siempre —respondió finalmente.
En ese momento tenía más interés en la historia de Ethan, quería saber un poco sobre su accidente para poder ayudarle cuando lo necesitase. Tras su primera mención a ello esperó mientras le miraba recolocarse bajo la manta, dándole margen para continuar.
No esperaba que se tratase de algo tan reciente, si había sido algo aparatoso quería decir que no hacía tanto que había sanado, y de pronto se sintió aún peor por no pedirle que descansase más a menudo. Ethan era la clase de persona que rara vez veías descansando, y podía entender que saliese de él mismo, que no quisiese sentirse menos que los demás, pero tal vez aún tenía que aprender a cuidar su cuerpo. Su “nuevo” cuerpo.
Le sorprendió que Ethan fuese capaz de bromear sobre ello. Hacía más difícil decirle nada de lo que estaba pensando, y mientras meditaba su respuesta llegó otra pregunta. Aquella tampoco podía responderla demasiado bien, pero lo intentó.
—No, perdóname a mí, debí explicarme mejor. Es solo que no sé hacerlo muy bien… médicamente y eso —se disculpó con una sonrisa—, pero te puedo decir cómo es mi experiencia. Se me inflaman las articulaciones con mucha facilidad, como… no sé, ¿como cuando se te inflama la garganta, supongo? Cuando era más joven y pegaba un estirón se me inflamaba casi todo a la vez, y acababa en cama con fiebre y mucho dolor. Ahora es diferente, no me sube la fiebre ni nada. No me puedo quejar… mucho —bromeó, aunque suspirando. No lo pudo evitar al recordar la voz de la médico explicándole que hubiese crecido mucho más de no ser por su condición.
—Pero ya vale de hablar de mí —dijo de pronto, dándole un toquecito amistoso con el hombro a Ethan—. ¿Hay algo en lo que podamos ayudarte? ¿Todavía te estás curando? No tienes que sobre esforzarte por ser de los mayores… somos una tribu, estamos ahí para lo bueno y para lo malo —le recordó con una sonrisa.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: Confidencias de tullidos
05/12/23, 03:46 pm
Escuchar a Airi suavizar su propio problema le sacó una leve risilla, apenas perceptible. No podía evitar reflejarse en sus palabras, entre otras cosas porque era el primer tonto que negaba cualquier tragedia en torno a su lesión a poco que le preguntaran.
-No es todo el rato, no, pero igual es muuuy cansado. -Le replicó alargando las vocales para que su tono perdiera toda la seriedad posible, como si acabara de salir de un largo turno de oficina. -Quiero decir, los suertudos del resto no tienen que estar pensando en cuándo será la próxima vez que uno esté mal! Es una lata despertarse y decir oh, que guay, ¨ahora¨ estoy bien, en una hora? Ha, a saber.
Le devolvió una sonrisa cómplice que la oscuridad de la noche no tardó en tragarse. Ese pequeño rincón del patio se había transformado en un confesionario de hospital, uno donde poder explayar todas sus molestias sin miedo a la compasión, recibiendo a cambio la empatía de quien se veía en la misma tesitura. Aquella novedad resultaba muy agradable, por eso Ethan se encontró mucho más permisivo cuando Airi empezó a preguntarle sobre cómo podría ayudar al respecto. Cualquier otro del torreón se habría llevado una negativa cortante y ponzoñosa de quien no se veía en la necesidad de ser tratado diferente, pero ahí en el consuelo de verse en las mismas podía entender de dónde venía originada esa preocupación.
-Oh, con que eras tú el origen de la tribu! Ya me preguntaba yo de dónde había sacado Aniol esa idea. -Era un concepto bonito, aún no acababa de sentirse muy cómodo en el mismo, pero valoraba la idea de lo que buscaban y sobre todo de lo que lograban. Si los niños se encontraban mejor en ese intento de familia, que así fuera. -Y no es ah, hmmm no lo se. -Se confesó en una risa demasiado sonora, la verdad, no sabía si seguía curándose o si tenía un tope.
>>Ah, joeh pues no sé. Me has pillado, hmm a ver es, eh. Tengo como un metal dentro dicho mal y pronto, el hueso se quedó en tantos cachitos que pusieron como una placa de metal para que pudiera curarse o algo así. -Se encogió de hombros. -Sé tanto de medicina como tu. La cosa eees que ni siquiera sabían si podría volver a mover la pierna, así que supongo que caminar ya es un puntazo. Mientras no … -Sacó una mano del interior de la manta, todo para empezar a contar con los dedos. -Corra, salte, la apoye mucho tiempo, ande demasiado, pise mal, pise fuerte, reciba un golpe, ande aunque no sea mucho, respire, exista, eh sí, eso, si no la uso va genial!
Había sátira en su voz, le dio un leve empujón con el hombro imitando la secuencia de golpes suaves que se iban devolviendo. Todo como amago a que no se preocupase de verdad por algo que claramente no tenía solución, si algún día se encontraba fuera Ethan ya tenía asumido que la aventura se acababa ahí. No podía correr, menos podría huir.
-¿Y sobre ti, que? Lo mío es concentrado y aún así escuece, no quiero ni imaginarme como tiene que ser que suceda en todo tu cuerpo… ¿Hay formas de intentar prevenirlo? ¿O de aliviar el dolor después? Por la cojera no te preocupes, pesas poquito así que nada mejor que otro cojo para llevarte en brazos.
Su voz era cálida, dejando que la broma diera paso a una realidad. Él estaba dispuesto a quedarse atrás, incluso a rendirse antes de tiempo para evitar exponer a nadie al peligro pero eso no significa que pensara igual con le chique. Si podía ayudar le ayudaría, ahí signifique morir como un estúpido. No iba a abandonar a alguien tullido, menos tan pequeño y menos cayéndole tan bien. Ah, qué bonita era la hipocresía.
-No es todo el rato, no, pero igual es muuuy cansado. -Le replicó alargando las vocales para que su tono perdiera toda la seriedad posible, como si acabara de salir de un largo turno de oficina. -Quiero decir, los suertudos del resto no tienen que estar pensando en cuándo será la próxima vez que uno esté mal! Es una lata despertarse y decir oh, que guay, ¨ahora¨ estoy bien, en una hora? Ha, a saber.
Le devolvió una sonrisa cómplice que la oscuridad de la noche no tardó en tragarse. Ese pequeño rincón del patio se había transformado en un confesionario de hospital, uno donde poder explayar todas sus molestias sin miedo a la compasión, recibiendo a cambio la empatía de quien se veía en la misma tesitura. Aquella novedad resultaba muy agradable, por eso Ethan se encontró mucho más permisivo cuando Airi empezó a preguntarle sobre cómo podría ayudar al respecto. Cualquier otro del torreón se habría llevado una negativa cortante y ponzoñosa de quien no se veía en la necesidad de ser tratado diferente, pero ahí en el consuelo de verse en las mismas podía entender de dónde venía originada esa preocupación.
-Oh, con que eras tú el origen de la tribu! Ya me preguntaba yo de dónde había sacado Aniol esa idea. -Era un concepto bonito, aún no acababa de sentirse muy cómodo en el mismo, pero valoraba la idea de lo que buscaban y sobre todo de lo que lograban. Si los niños se encontraban mejor en ese intento de familia, que así fuera. -Y no es ah, hmmm no lo se. -Se confesó en una risa demasiado sonora, la verdad, no sabía si seguía curándose o si tenía un tope.
>>Ah, joeh pues no sé. Me has pillado, hmm a ver es, eh. Tengo como un metal dentro dicho mal y pronto, el hueso se quedó en tantos cachitos que pusieron como una placa de metal para que pudiera curarse o algo así. -Se encogió de hombros. -Sé tanto de medicina como tu. La cosa eees que ni siquiera sabían si podría volver a mover la pierna, así que supongo que caminar ya es un puntazo. Mientras no … -Sacó una mano del interior de la manta, todo para empezar a contar con los dedos. -Corra, salte, la apoye mucho tiempo, ande demasiado, pise mal, pise fuerte, reciba un golpe, ande aunque no sea mucho, respire, exista, eh sí, eso, si no la uso va genial!
Había sátira en su voz, le dio un leve empujón con el hombro imitando la secuencia de golpes suaves que se iban devolviendo. Todo como amago a que no se preocupase de verdad por algo que claramente no tenía solución, si algún día se encontraba fuera Ethan ya tenía asumido que la aventura se acababa ahí. No podía correr, menos podría huir.
-¿Y sobre ti, que? Lo mío es concentrado y aún así escuece, no quiero ni imaginarme como tiene que ser que suceda en todo tu cuerpo… ¿Hay formas de intentar prevenirlo? ¿O de aliviar el dolor después? Por la cojera no te preocupes, pesas poquito así que nada mejor que otro cojo para llevarte en brazos.
Su voz era cálida, dejando que la broma diera paso a una realidad. Él estaba dispuesto a quedarse atrás, incluso a rendirse antes de tiempo para evitar exponer a nadie al peligro pero eso no significa que pensara igual con le chique. Si podía ayudar le ayudaría, ahí signifique morir como un estúpido. No iba a abandonar a alguien tullido, menos tan pequeño y menos cayéndole tan bien. Ah, qué bonita era la hipocresía.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Confidencias de tullidos
07/12/23, 02:37 am
Las palabras de Ethan, aunque con tono humorístico, le hicieron asentir con resignación. Era liberador hablar con alguien que estaba en la misma página que elle. Claro que resultaba agotador vivir pendiente del cuerpo, y más cuando otros no acababan de entender lo que significaba llevar esa carga, ignorándola o sobreprotegiéndole. Airi deseaba normalidad, solo que una normalidad ajustada a sus restricciones, nada más.
Antes de responder a su pregunta, Ethan le distrajo por la mención a la tribu. Le sanaí no tuvo claro si estaba tratando de cambiar de tema, y aun sin intención de interrumpir sintió que debía explicarse.
—Aunque fue algo que le dije a Aniol para calmarlo cuando echaba de menos a su familia, lo creo de verdad. No importa si no tiene una forma… convencional. Lo que importa es que cuidamos unos de otros.
La explicación sobre la cojera de Ethan tampoco tardó en llegar, y Airi pudo entender por qué era tan difícil ponerlo en palabras. Le escuchó con interés, sin mostrar en su rostro lo turbulento que le resultaba. No tenía claro si esos procedimientos existían en su mundo, y de hacerlo desde luego no sería del lado Norte de Saohkos. Su cabeza bullía, plagada con imágenes desagradables y muchas preguntas, entre ellas las que empezaban por cómo y por qué. Esas, sin embargo, no era de buena educación formularlas, por lo que las enterró. Si él hubiese querido contarlo, lo habría incluido desde el principio.
Airi no fue capaz de reírse por la broma con la que terminó su explicación, no sabiendo diferenciar bien cuánto era real y cuánto exageración. Se sentía mal por haberse dejado engañar por aquel actor excelente que no les dejaba ver su dolor y sus preocupaciones. Pero sí le devolvió una sonrisa apagada de empatía hacia su situación. ¿Qué podía decir? Dudó tanto que Ethan ya había pasado a la carga con más preguntas.
Le habría encantado poder devolverle la broma sin filtros, si estuvieran en el Sanai, en una cabaña de madera y fuesen parte de la misma tribu. Le habría respondido que entre ambos podían coordinarse para correr como uno solo, o que sería elle quien le llevaría en brazos si tenía un buen día… pero no fue capaz. No estaban en casa. Se estaban jugando la vida.
—Puedo evitar tener brotes graves, más o menos, andando con cuidado. Ahora casi siempre solo me duele una cosa… o las rodillas, o un brazo, o… lo que toque —contestó—. Y no sé si a ti te pasa igual, pero si no hay medicinas o artefactos, al menos el calor me alivia bastante, por eso quería darte la manta. —Al decir aquello le dio un suave tirón a la tela y aprovechó para envolverse con un poco más de fuerza en ella, de forma que su brazo dolorido quedase bien tapado.
»¿Sería buena idea que intentemos tallar un bastón? ¿A ti te serviría? —quiso saber. Elle no lo necesitaba a menudo, y quizás el caso de Ethan fuese similar, pero en aquel momento parecía que podía venirle bien. Para Airi solo era una herramienta para caminar, como lo eran los zapatos para cualquier otro. Solo lamentaba que no tuviesen ya uno a mano.
Antes de responder a su pregunta, Ethan le distrajo por la mención a la tribu. Le sanaí no tuvo claro si estaba tratando de cambiar de tema, y aun sin intención de interrumpir sintió que debía explicarse.
—Aunque fue algo que le dije a Aniol para calmarlo cuando echaba de menos a su familia, lo creo de verdad. No importa si no tiene una forma… convencional. Lo que importa es que cuidamos unos de otros.
La explicación sobre la cojera de Ethan tampoco tardó en llegar, y Airi pudo entender por qué era tan difícil ponerlo en palabras. Le escuchó con interés, sin mostrar en su rostro lo turbulento que le resultaba. No tenía claro si esos procedimientos existían en su mundo, y de hacerlo desde luego no sería del lado Norte de Saohkos. Su cabeza bullía, plagada con imágenes desagradables y muchas preguntas, entre ellas las que empezaban por cómo y por qué. Esas, sin embargo, no era de buena educación formularlas, por lo que las enterró. Si él hubiese querido contarlo, lo habría incluido desde el principio.
Airi no fue capaz de reírse por la broma con la que terminó su explicación, no sabiendo diferenciar bien cuánto era real y cuánto exageración. Se sentía mal por haberse dejado engañar por aquel actor excelente que no les dejaba ver su dolor y sus preocupaciones. Pero sí le devolvió una sonrisa apagada de empatía hacia su situación. ¿Qué podía decir? Dudó tanto que Ethan ya había pasado a la carga con más preguntas.
Le habría encantado poder devolverle la broma sin filtros, si estuvieran en el Sanai, en una cabaña de madera y fuesen parte de la misma tribu. Le habría respondido que entre ambos podían coordinarse para correr como uno solo, o que sería elle quien le llevaría en brazos si tenía un buen día… pero no fue capaz. No estaban en casa. Se estaban jugando la vida.
—Puedo evitar tener brotes graves, más o menos, andando con cuidado. Ahora casi siempre solo me duele una cosa… o las rodillas, o un brazo, o… lo que toque —contestó—. Y no sé si a ti te pasa igual, pero si no hay medicinas o artefactos, al menos el calor me alivia bastante, por eso quería darte la manta. —Al decir aquello le dio un suave tirón a la tela y aprovechó para envolverse con un poco más de fuerza en ella, de forma que su brazo dolorido quedase bien tapado.
»¿Sería buena idea que intentemos tallar un bastón? ¿A ti te serviría? —quiso saber. Elle no lo necesitaba a menudo, y quizás el caso de Ethan fuese similar, pero en aquel momento parecía que podía venirle bien. Para Airi solo era una herramienta para caminar, como lo eran los zapatos para cualquier otro. Solo lamentaba que no tuviesen ya uno a mano.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: Confidencias de tullidos
17/12/23, 04:52 pm
El medio japonés sonrió ante la explicación de Airi, no hacía falta que justificará el porqué de aquella tribu, con tan solo saber que los pequeños se encontraban agusto en ella era suficiente. Podía comprender la creación de ese refugio imaginario, una familia disfuncional que se había creado más por necesidad que por compatibilidad, estaba bien, servía como un apoyo temporal aunque de igual manera siguiera sin sentirse conforme con participar en ella. A Aniol le había dado largas en su día, respuestas obtusas para no decir que no pero tampoco que sí, esta vez al menos no hacía falta repetirse. Así que simplemente asintió dejando que aquel tema muriese tan pronto había empezado.
-Con qué calor! Viene bien saberlo, tenemos paños de sobra y ahora que calentar el agua es tan fácil… -La sonrisa de su rostro oculto una amargura sutil en su voz, claro que era tarea sencilla, para aquellos que tenían la magia a su disposición. -Si te duele algo y quieres compartirlo avisa, y te preparo lo que sea.
Ahora que era conocedor de que la manta no había sido simplemente un gesto para el frío no pudo evitar ruborizarse con la inocencia de quien se sentía cuidado. Tonto de él había creído que aquel detalle no iba más allá que una protección para el viento nocturno. Saber ahora que estaba pensando en su cojera era reconfortante, sobre todo porque el acercamiento había sido sutil, desde la ayuda y no la compasión. No ver pena sino comprensión en ojos ajenos era algo que echaba en falta, un vacío que por desgracia se había hecho demasiado grande desde la pérdida de Jasper.
-Me siento un poco culpable por tener a alguien más peque cuidando de mi, pero… -Le buscó con la mirada, con unos ojos entrecerrados que acompañaban la suave sonrisa de su rostro. -Gracias, de verdad.
El tema del bastón fue más delicado, no porque a Airi le faltase razón si no por el recuerdo amargo que le traían las muletas. En su caso no había sido simplemente una ayuda, había sido una necesidad, un ¨si no mejoras solo podrás vivir con esto.̈ La recuperación había sido tan larga y tan tediosa que el solo verlas apoyadas en un rincón del hogar le traía unas vivencias incómodas, porque con ellas se veía aún más inutil, renegado de una cualidad que hasta hace no mucho tenía como cualquier otra persona. No quería tener que recuperar un objeto que solo le hacía recordar cada pìsada mal dada y cada noche incapaz siquiera de ponerse en pie.
-No creo… quiero decir, si cojeo esta bien ya tengo la lanza más o meenooos para ayudar.
Disimuló su malestar como pudo, apartando la vista hacía la noche sin estrellas. Las luces danzantes se habían desperdigado y solo varias de ellas seguían en la cercanía dando vueltas en torno al torreón. Una de ellas, en cambio, se desvió del rumbo volviéndose un borrón cada vez más definido con la cercanía. Un murciélago de menor tamaño se posó sobre la piedra del patio, a suficiente distancia de ambos como para levantar la cabeza confundido, olía comida pero no veía lo suficientemente bien para distinguir entre los borrones que tenía al frente.
-Igualmente si quieres uno para ti, yo no se tallar pero, oh! -Ethan cortó su conversación para desviar la vista hacía el animal, se le había olvidado el cuenco de bichos que tenía escondido en su lateral contrario. -Mira quien llegó, el que faltaba para la reunión de tullidos. El cojo, la dolorida y ahora el ciego.
Río con suavidad ante su propia broma.
-Con qué calor! Viene bien saberlo, tenemos paños de sobra y ahora que calentar el agua es tan fácil… -La sonrisa de su rostro oculto una amargura sutil en su voz, claro que era tarea sencilla, para aquellos que tenían la magia a su disposición. -Si te duele algo y quieres compartirlo avisa, y te preparo lo que sea.
Ahora que era conocedor de que la manta no había sido simplemente un gesto para el frío no pudo evitar ruborizarse con la inocencia de quien se sentía cuidado. Tonto de él había creído que aquel detalle no iba más allá que una protección para el viento nocturno. Saber ahora que estaba pensando en su cojera era reconfortante, sobre todo porque el acercamiento había sido sutil, desde la ayuda y no la compasión. No ver pena sino comprensión en ojos ajenos era algo que echaba en falta, un vacío que por desgracia se había hecho demasiado grande desde la pérdida de Jasper.
-Me siento un poco culpable por tener a alguien más peque cuidando de mi, pero… -Le buscó con la mirada, con unos ojos entrecerrados que acompañaban la suave sonrisa de su rostro. -Gracias, de verdad.
El tema del bastón fue más delicado, no porque a Airi le faltase razón si no por el recuerdo amargo que le traían las muletas. En su caso no había sido simplemente una ayuda, había sido una necesidad, un ¨si no mejoras solo podrás vivir con esto.̈ La recuperación había sido tan larga y tan tediosa que el solo verlas apoyadas en un rincón del hogar le traía unas vivencias incómodas, porque con ellas se veía aún más inutil, renegado de una cualidad que hasta hace no mucho tenía como cualquier otra persona. No quería tener que recuperar un objeto que solo le hacía recordar cada pìsada mal dada y cada noche incapaz siquiera de ponerse en pie.
-No creo… quiero decir, si cojeo esta bien ya tengo la lanza más o meenooos para ayudar.
Disimuló su malestar como pudo, apartando la vista hacía la noche sin estrellas. Las luces danzantes se habían desperdigado y solo varias de ellas seguían en la cercanía dando vueltas en torno al torreón. Una de ellas, en cambio, se desvió del rumbo volviéndose un borrón cada vez más definido con la cercanía. Un murciélago de menor tamaño se posó sobre la piedra del patio, a suficiente distancia de ambos como para levantar la cabeza confundido, olía comida pero no veía lo suficientemente bien para distinguir entre los borrones que tenía al frente.
-Igualmente si quieres uno para ti, yo no se tallar pero, oh! -Ethan cortó su conversación para desviar la vista hacía el animal, se le había olvidado el cuenco de bichos que tenía escondido en su lateral contrario. -Mira quien llegó, el que faltaba para la reunión de tullidos. El cojo, la dolorida y ahora el ciego.
Río con suavidad ante su propia broma.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Confidencias de tullidos
20/12/23, 01:11 pm
Ethan, como era usual, estaba dispuesto a ayudar, ofreciéndose en caso de que Airi se sintiese mal. Viniendo de alguien que también tenía sus problemas, no creía que debiese ser él quien se preocupase de cuidarle, pero como elle estaba haciendo exactamente eso, se dio cuenta de que era hipócrita mencionarlo. No todos los días eran igual de malos, después de todo.
—Gracias —dijo con una sonrisa sincera—, espero no necesitar ayuda a menudo.
También llegó su turno de recibir agradecimiento. La mirada de Ethan en la penumbra y el tono de su voz contenían una sinceridad que le desarmó. Se preguntó cuántas veces alguien había valorado un gesto tan pequeño por su parte. Normalmente era elle quien debía dar las gracias, en un entorno donde no le dejaban hacer mucho y nada tenía valor si no se enfocaba en las cosas correctas.
—La edad no importa para esas cosas —contestó finalmente, con una gran sonrisa—. Lo que sí importa es que todo el mundo tiene derecho a sentirse un poco mejor, aunque sea con cosas pequeñas.
La sonrisa se desvaneció lentamente mientras hablaba, a medida que regresaba a la realidad en la que vivían ahora. Una realidad a la que no pensaba hacer referencia alguna si era posible.
La pregunta sobre el bastón fue respondida con una negativa, y aunque Airi no podía entender todos los matices detrás de esta, la aceptó sin más, asintiendo. Iba a explicarle que en su caso probablemente tampoco era muy necesario cuando la interrupción de Ethan le provocó un pequeño sobresalto. No se asustó, porque su exclamación no había contenido miedo, pero sus músculos se tensaron por un instante.
—¿Oh? —Se le escapó a Airi al escuchar la broma de Ethan, y miró fijamente al animal, notando que no parecía mostrar una actitud agresiva—. ¿Son ciegos estos moradores del cielo? Nunca había visto ninguno parecido antes… ¡qué orejones! —rió. Nunca los había visto tan de cerca. Cuando revoloteaban en la oscuridad eran solo puntos de luz, con siluetas difíciles de definir—. Este no parece tener miedo… ¿debería preocuparme?
Ethan parecía saber mucho más de aquellas criaturas y, aunque no se le veía alarmado, Airi no pensaba dar nada por sentado en aquel mundo extraño.
—Gracias —dijo con una sonrisa sincera—, espero no necesitar ayuda a menudo.
También llegó su turno de recibir agradecimiento. La mirada de Ethan en la penumbra y el tono de su voz contenían una sinceridad que le desarmó. Se preguntó cuántas veces alguien había valorado un gesto tan pequeño por su parte. Normalmente era elle quien debía dar las gracias, en un entorno donde no le dejaban hacer mucho y nada tenía valor si no se enfocaba en las cosas correctas.
—La edad no importa para esas cosas —contestó finalmente, con una gran sonrisa—. Lo que sí importa es que todo el mundo tiene derecho a sentirse un poco mejor, aunque sea con cosas pequeñas.
La sonrisa se desvaneció lentamente mientras hablaba, a medida que regresaba a la realidad en la que vivían ahora. Una realidad a la que no pensaba hacer referencia alguna si era posible.
La pregunta sobre el bastón fue respondida con una negativa, y aunque Airi no podía entender todos los matices detrás de esta, la aceptó sin más, asintiendo. Iba a explicarle que en su caso probablemente tampoco era muy necesario cuando la interrupción de Ethan le provocó un pequeño sobresalto. No se asustó, porque su exclamación no había contenido miedo, pero sus músculos se tensaron por un instante.
—¿Oh? —Se le escapó a Airi al escuchar la broma de Ethan, y miró fijamente al animal, notando que no parecía mostrar una actitud agresiva—. ¿Son ciegos estos moradores del cielo? Nunca había visto ninguno parecido antes… ¡qué orejones! —rió. Nunca los había visto tan de cerca. Cuando revoloteaban en la oscuridad eran solo puntos de luz, con siluetas difíciles de definir—. Este no parece tener miedo… ¿debería preocuparme?
Ethan parecía saber mucho más de aquellas criaturas y, aunque no se le veía alarmado, Airi no pensaba dar nada por sentado en aquel mundo extraño.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Confidencias de tullidos
22/12/23, 04:50 pm
-Pues sí, la verdad, tienes razón. Cuidar a otros a veces no entiende de edades.
Torció el gesto, una sonrisa ladeada que ocultaba la nostalgia repentina que le había golpeado con la afirmación de Airi. No era agradable estar a cargo de otros cuando por años no correspondía pero a veces ocurría, a veces a un hermano le tocaba hacer de padre y a veces un desconocido debía de adoptar el rol de hermano. Que irónica la vida, había pasado de ser el pequeño de la familia a ser el grande con todo lo que ello conllevaba. Al menos esa familia era autosuficiente y colaborativa, un grupo de niños sin padres tratando de sobrellevar la situación, podría ser peor, mucho peor.
-¿Moradores? Ah, son murciélagos! ¿En tu mundo no los tenéis? -Ethan les había nombrado así desde el primer día, aún sin saber si la familiaridad estaba bien adjudicada. Ahora que se daba cuenta de ello no tenía ni idea sobre si el símil era adecuado, no estaba más que adaptando su cultura a las extrañas bestias del lugar. Ratas grandes con pinchos, murciélagos de fuego… Se encogió de hombros descentrado, su actitud relajada delataba en parte su cercanía con esos animales. -Bueno, no se si son eso en especifico, pero de donde vengo llamamos así a bichos similares solo que eh, los nuestros no tienen alas de fuego claro.
A decir verdad, tampoco sabía si eran ciegos. Ethan soltó una pequeña risa culpable por su propia estupidez, sacando el pequeño cuenco que escondía en el lateral para enseñárselo a Airi. No tenía tantos bichos como de costumbre debido al racionamiento pero suponía que para un ser tan diminuto como era ese invitado bastarían.
-Y no no, no te preocupes, es un amigo, supongo. -Volvió a encogerse de hombros, una sonrisa nerviosa adueñaba su rostro al percatarse de cómo lo habían expuesto. Ese animalito era su pequeño secreto personal, no sabía cómo se tomaron sus compañeros el conocer que estaba cediendo un poco de comida a una alimaña. -Le ví una noche cazando y se le daba tan mal que me dio pena, así que le ofrecí un bicho. Ahora pues, se ha acostumbrado y viene a que le de más, es un vago.
Dicho esto cogió uno reseco para tirarlo cerca, gracias a ese animal les estaba perdiendo el asco. El murciélago levantó ambas orejas atento, girándolas primero en dirección a las voces para después centrarse donde había sonado el golpeteo. Dío un pequeño brinco asustado, tardando unos momentos en recomponerse para ir buscando con el hocico donde estaba su presa, una a la que nada más encontrar empezó a roer indiferente de la compañía.
-Es una tontería pero me siento un poco más acompañado así. ¿Útil quizás? No sé, pero ayuda a no ver este lugar tan horrendo. Saber que no todas las bestias de este sitio nos quieren hacer daño es… agradable. -Confesó desviando la mirada hacía la antorcha irregular que tenían al frente. Sin apartar la mirada del peque sacudió levemente el cuenco hacía Airi. -¿Quieres darle una? Si te la pones en la mano se acerca.
Torció el gesto, una sonrisa ladeada que ocultaba la nostalgia repentina que le había golpeado con la afirmación de Airi. No era agradable estar a cargo de otros cuando por años no correspondía pero a veces ocurría, a veces a un hermano le tocaba hacer de padre y a veces un desconocido debía de adoptar el rol de hermano. Que irónica la vida, había pasado de ser el pequeño de la familia a ser el grande con todo lo que ello conllevaba. Al menos esa familia era autosuficiente y colaborativa, un grupo de niños sin padres tratando de sobrellevar la situación, podría ser peor, mucho peor.
-¿Moradores? Ah, son murciélagos! ¿En tu mundo no los tenéis? -Ethan les había nombrado así desde el primer día, aún sin saber si la familiaridad estaba bien adjudicada. Ahora que se daba cuenta de ello no tenía ni idea sobre si el símil era adecuado, no estaba más que adaptando su cultura a las extrañas bestias del lugar. Ratas grandes con pinchos, murciélagos de fuego… Se encogió de hombros descentrado, su actitud relajada delataba en parte su cercanía con esos animales. -Bueno, no se si son eso en especifico, pero de donde vengo llamamos así a bichos similares solo que eh, los nuestros no tienen alas de fuego claro.
A decir verdad, tampoco sabía si eran ciegos. Ethan soltó una pequeña risa culpable por su propia estupidez, sacando el pequeño cuenco que escondía en el lateral para enseñárselo a Airi. No tenía tantos bichos como de costumbre debido al racionamiento pero suponía que para un ser tan diminuto como era ese invitado bastarían.
-Y no no, no te preocupes, es un amigo, supongo. -Volvió a encogerse de hombros, una sonrisa nerviosa adueñaba su rostro al percatarse de cómo lo habían expuesto. Ese animalito era su pequeño secreto personal, no sabía cómo se tomaron sus compañeros el conocer que estaba cediendo un poco de comida a una alimaña. -Le ví una noche cazando y se le daba tan mal que me dio pena, así que le ofrecí un bicho. Ahora pues, se ha acostumbrado y viene a que le de más, es un vago.
Dicho esto cogió uno reseco para tirarlo cerca, gracias a ese animal les estaba perdiendo el asco. El murciélago levantó ambas orejas atento, girándolas primero en dirección a las voces para después centrarse donde había sonado el golpeteo. Dío un pequeño brinco asustado, tardando unos momentos en recomponerse para ir buscando con el hocico donde estaba su presa, una a la que nada más encontrar empezó a roer indiferente de la compañía.
-Es una tontería pero me siento un poco más acompañado así. ¿Útil quizás? No sé, pero ayuda a no ver este lugar tan horrendo. Saber que no todas las bestias de este sitio nos quieren hacer daño es… agradable. -Confesó desviando la mirada hacía la antorcha irregular que tenían al frente. Sin apartar la mirada del peque sacudió levemente el cuenco hacía Airi. -¿Quieres darle una? Si te la pones en la mano se acerca.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Confidencias de tullidos
28/12/23, 12:50 pm
La mirada de Airi estaba fija en la criatura orejona, aun cuando Ethan le estaba explicando de qué se trataba.
—¿Murciélagos? —murmuró, antes de romper voluntariamente la hipnosis que el fuego estaba ejerciendo sobre elle—. No, nunca lo había oído ni… conocía nada volador que se le parezca. Y no me refiero ni siquiera al fuego, por lo que he oído eso no es normal en ningún mundo. —Sin duda eso era lo más extraño de todo, pero al menos era un alivio saber que esa rareza era exclusiva de un lugar plagado de magia extraña.
El cuenco que había estado oculto de su mirada le hizo comprender mejor la actitud del animal, y soltó un “oh” de comprensión antes de asentir con una sonrisa. La justificación del humano solo hizo que el animal aún le produjese más ternura.
—Pobre… Qué suerte ha tenido de encontrar un amigo —dijo con una risilla suave. No le había molestado que Ethan apartase una ración diminuta de bichillos para un animal cuando, normalmente, eran lo único que sobraba dado que solo unos pocos los comían. Tal vez ahora tendrían que racionar más la comida, pero hasta ese momento habían tenido de sobra.
Airi observó con curiosidad cómo se lanzaba a por su “presa” y comía con ganas. Solo podía sentir empatía hacia una criatura hambrienta, y aunque fuese hija del Cielo y no de la Tierra como elle, eso no les hacía diferentes en absoluto.
—Buen provecho —le dijo con una sonrisa.
La explicación que Ethan le dio a continuación le sacó de su ensimismamiento. No se había parado a pensarlo de forma tan negativa, pero no le faltaba razón al chico.
»Lo es… —admitió, sin saber qué más decir. Por suerte Ethan ya le estaba ofreciendo alimentar al murciélago, y Airi recuperó una sonrisa ilusionada—. ¿Puedo?
Cogió un insecto sin dudar, pero lo arrojó cerca de sus pies. No quería obligar al animal a acercarse a su mano cuando aún no se conocían de nada, así que pensó que sería más fácil hacerlo aproximarse cada vez un poquito más. Primero quería observarlo de cerca.
—Son adorables ahora que los veo mejor —comentó sin quitarle los ojos de encima—. O sea, los moradores del cielo suelen serlo, la verdad —rio—. Pero normalmente tienen escamitas en vez de pelo y… este parece un caminante con alas, aunque uno muy raro.
»¿No quema mucho cuando se te acerca? —preguntó entonces, al sentir en sus mejillas la calidez que emanaba de sus alas. Si le ofrecían los insectos en la mano, ¿no sería peligroso?
—¿Murciélagos? —murmuró, antes de romper voluntariamente la hipnosis que el fuego estaba ejerciendo sobre elle—. No, nunca lo había oído ni… conocía nada volador que se le parezca. Y no me refiero ni siquiera al fuego, por lo que he oído eso no es normal en ningún mundo. —Sin duda eso era lo más extraño de todo, pero al menos era un alivio saber que esa rareza era exclusiva de un lugar plagado de magia extraña.
El cuenco que había estado oculto de su mirada le hizo comprender mejor la actitud del animal, y soltó un “oh” de comprensión antes de asentir con una sonrisa. La justificación del humano solo hizo que el animal aún le produjese más ternura.
—Pobre… Qué suerte ha tenido de encontrar un amigo —dijo con una risilla suave. No le había molestado que Ethan apartase una ración diminuta de bichillos para un animal cuando, normalmente, eran lo único que sobraba dado que solo unos pocos los comían. Tal vez ahora tendrían que racionar más la comida, pero hasta ese momento habían tenido de sobra.
Airi observó con curiosidad cómo se lanzaba a por su “presa” y comía con ganas. Solo podía sentir empatía hacia una criatura hambrienta, y aunque fuese hija del Cielo y no de la Tierra como elle, eso no les hacía diferentes en absoluto.
—Buen provecho —le dijo con una sonrisa.
La explicación que Ethan le dio a continuación le sacó de su ensimismamiento. No se había parado a pensarlo de forma tan negativa, pero no le faltaba razón al chico.
»Lo es… —admitió, sin saber qué más decir. Por suerte Ethan ya le estaba ofreciendo alimentar al murciélago, y Airi recuperó una sonrisa ilusionada—. ¿Puedo?
Cogió un insecto sin dudar, pero lo arrojó cerca de sus pies. No quería obligar al animal a acercarse a su mano cuando aún no se conocían de nada, así que pensó que sería más fácil hacerlo aproximarse cada vez un poquito más. Primero quería observarlo de cerca.
—Son adorables ahora que los veo mejor —comentó sin quitarle los ojos de encima—. O sea, los moradores del cielo suelen serlo, la verdad —rio—. Pero normalmente tienen escamitas en vez de pelo y… este parece un caminante con alas, aunque uno muy raro.
»¿No quema mucho cuando se te acerca? —preguntó entonces, al sentir en sus mejillas la calidez que emanaba de sus alas. Si le ofrecían los insectos en la mano, ¿no sería peligroso?
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Confidencias de tullidos
11/01/24, 03:20 pm
Ethan soltó una leve risa ante la perplejidad de su compañere, al menos los términos de Airi sin comprenderlos del todo eran fácil de contextualizar. Moradores del cielo, caminantes de la tierra… Era una extraña manera de agrupar a los seres vivos, un poco obtusa si le preguntaban a él pero cuanto menos efectiva y mientras ellos hablaban el murciélago andaba terminando con su anterior presa, atento a donde le dejaban la siguiente.
-Claro que puedes, era un poco mi secreto pero ahora, supongo que es nuestro. -Le confesó con una sincera sonrisa, no había molestia en su voz que pudiera denotar ofensa al tener que compartirlo, al contrario parecía feliz de poder presentar a su pequeño compañero. -No tiene ni nombre el pobre, pero es que soy horrible poniéndolos y entre tu y yo es muy buena linterna. Se me da bien hacer figuritas pero no veas a oscuras como es de complicado.
El ser sin nombre levantó ambas orejas como si de alguna manera intuyese que estaban hablando sobre él, la verdad fue otra más alejada y real. El intercambio de bichos y el consecuente golpeteo de uno contra el suelo gracias a Airi captó su atención y se dirigió hacía allí. El contraluz de sus ascuas permitía a ambos jóvenes verse mejor y en parte el baile de llamas también dejaba a la vista un pequeño oasis de figuritas que con el tiempo habían acabado menguando en tamaño, gracias a la falta de papel. La fuente ya no solo tenía pequeñas grullas, a su lado cisnes, flores como la que en su día Räg le había pedido y el reclamo de dos pequeños dragones decoraban un cementerio convertido en un extraño zoológico.
-En mi mundo no tenemos animales con escamas que vuelven. -Al menos que el recordara añadió a los comentarios de su amigue, escuchando curioso. -¿No hacéis distinciones entre razas? Quiero decir, nosotros no los separamos por si caminan, vuelan o nadan si no por familias por así decirlo.
Se encogió de hombros atentó a las diferencias culturales que pudiera haber. En los términos de Airi todo parecía más unido y ligado, no tan especista o científico como era en la tierra. Ya habían aprendido por encontronazos o charlas amenas que aún compartiendo una cantidad de similitudes preocupante cada mundo tenía su propia forma de ser y entender la vida. Nunca estaba de más conocer un poco más sobre las curiosidades que los diferenciaban.
>>Y nah, no te preocupes no creo que queme mucho, mira.
No razono demasiado su idea pues en su cabeza lo único que ardía eran las alas, no el cuerpo por lo que si solo mordía no tendría por qué quemar. Mientras el animalito zampaba con gusto y gula el insecto que le joven le había regalado, Ethan sacaba otro y se lo colocaba sobre la palma, inclinando la mano para que este se arrimara al final de los dedos y así pudiera ser de fácil acceso.
-Claro que puedes, era un poco mi secreto pero ahora, supongo que es nuestro. -Le confesó con una sincera sonrisa, no había molestia en su voz que pudiera denotar ofensa al tener que compartirlo, al contrario parecía feliz de poder presentar a su pequeño compañero. -No tiene ni nombre el pobre, pero es que soy horrible poniéndolos y entre tu y yo es muy buena linterna. Se me da bien hacer figuritas pero no veas a oscuras como es de complicado.
El ser sin nombre levantó ambas orejas como si de alguna manera intuyese que estaban hablando sobre él, la verdad fue otra más alejada y real. El intercambio de bichos y el consecuente golpeteo de uno contra el suelo gracias a Airi captó su atención y se dirigió hacía allí. El contraluz de sus ascuas permitía a ambos jóvenes verse mejor y en parte el baile de llamas también dejaba a la vista un pequeño oasis de figuritas que con el tiempo habían acabado menguando en tamaño, gracias a la falta de papel. La fuente ya no solo tenía pequeñas grullas, a su lado cisnes, flores como la que en su día Räg le había pedido y el reclamo de dos pequeños dragones decoraban un cementerio convertido en un extraño zoológico.
-En mi mundo no tenemos animales con escamas que vuelven. -Al menos que el recordara añadió a los comentarios de su amigue, escuchando curioso. -¿No hacéis distinciones entre razas? Quiero decir, nosotros no los separamos por si caminan, vuelan o nadan si no por familias por así decirlo.
Se encogió de hombros atentó a las diferencias culturales que pudiera haber. En los términos de Airi todo parecía más unido y ligado, no tan especista o científico como era en la tierra. Ya habían aprendido por encontronazos o charlas amenas que aún compartiendo una cantidad de similitudes preocupante cada mundo tenía su propia forma de ser y entender la vida. Nunca estaba de más conocer un poco más sobre las curiosidades que los diferenciaban.
>>Y nah, no te preocupes no creo que queme mucho, mira.
No razono demasiado su idea pues en su cabeza lo único que ardía eran las alas, no el cuerpo por lo que si solo mordía no tendría por qué quemar. Mientras el animalito zampaba con gusto y gula el insecto que le joven le había regalado, Ethan sacaba otro y se lo colocaba sobre la palma, inclinando la mano para que este se arrimara al final de los dedos y así pudiera ser de fácil acceso.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Confidencias de tullidos
24/01/24, 02:43 pm
Airi rio cuando Ethan admitió que se había quedado sin secreto, en parte feliz de haber sido la primera persona con quien lo compartía. Aquellas pequeñas cosas le hacían conectar poco a poco con todos sus compañeros, haciéndole sentirse un poco más en casa en su nueva tribu.
—¿No tiene nombre? Si sigue encariñándose contigo deberías ponerle uno. ¿Algo como Antorchilla, por ejemplo? —comentó con diversión. No lo decía en serio, pero le había hecho gracia que Ethan admitiese usar al animal para ver mejor en la oscuridad. Ahora entendía cómo lograba hacer tantas figuritas sin que nadie se diese cuenta de cuándo ocurría. Elle precisamente le admiraba por aquella tarea que estaba haciendo en el pozo y, aunque solo fuese papel, le hacía sentirse un poco más protegide que si no hubiese ni una sola figura en toda la torre.
Airi sabía que había diferencias entre los animales de otros mundos, pero como había compartido información con mucha gente no tenía claro a veces de dónde venía cada dato. Cuando Ethan mencionó que su forma de separar los animales en grupos era extraña, asintió con una sonrisa. Sin saberlo, había mencionado un tema que tenía controversia entre las civilizaciones de su propio mundo.
—Ay, pero ten cuidado —dijo sin poder evitarlo al ver que realmente iba a comprobar si el animal quemaba o no. Mientras esperaban a que este terminase de masticar y se fijase en el nuevo insecto, Airi decidió explicarle un poco más sobre aquel asunto.
»En mi mundo hay quien dice lo mismo que tú sobre lo de clasificar animales. Los eruditos y la gente joven de las ciudades del Sur cada vez usan menos estos términos porque, como dices, no son muy… científicos. Y bueno, todos lo sabemos, pero es una tradición que tiene relación con los Espíritus —comentó. Sabía que otros no compartían sus mismas creencias, por lo que podían ser temas incómodos. Al menos prensaba que Ethan no sería de los que juzgasen—. Tradicionalmente separábamos las criaturas según el lugar que habitan porque sus espíritus están ligados al Espíritu de ese elemento… quizá se entiende mejor si digo que somos parte de él o provenimos y volvemos a él… en nuestro caso es Sanai, la Tierra.
Se detuvo en medio de la explicación al ver que el murciélago volvía a ponerse en marcha, con una breve sacudida que le hizo derretirse de amor y soltar un “aww”.
—¡Oh, creo que ha visto el insecto! —exclamó bajando la voz y evitando moverse para no espantarlo.
—¿No tiene nombre? Si sigue encariñándose contigo deberías ponerle uno. ¿Algo como Antorchilla, por ejemplo? —comentó con diversión. No lo decía en serio, pero le había hecho gracia que Ethan admitiese usar al animal para ver mejor en la oscuridad. Ahora entendía cómo lograba hacer tantas figuritas sin que nadie se diese cuenta de cuándo ocurría. Elle precisamente le admiraba por aquella tarea que estaba haciendo en el pozo y, aunque solo fuese papel, le hacía sentirse un poco más protegide que si no hubiese ni una sola figura en toda la torre.
Airi sabía que había diferencias entre los animales de otros mundos, pero como había compartido información con mucha gente no tenía claro a veces de dónde venía cada dato. Cuando Ethan mencionó que su forma de separar los animales en grupos era extraña, asintió con una sonrisa. Sin saberlo, había mencionado un tema que tenía controversia entre las civilizaciones de su propio mundo.
—Ay, pero ten cuidado —dijo sin poder evitarlo al ver que realmente iba a comprobar si el animal quemaba o no. Mientras esperaban a que este terminase de masticar y se fijase en el nuevo insecto, Airi decidió explicarle un poco más sobre aquel asunto.
»En mi mundo hay quien dice lo mismo que tú sobre lo de clasificar animales. Los eruditos y la gente joven de las ciudades del Sur cada vez usan menos estos términos porque, como dices, no son muy… científicos. Y bueno, todos lo sabemos, pero es una tradición que tiene relación con los Espíritus —comentó. Sabía que otros no compartían sus mismas creencias, por lo que podían ser temas incómodos. Al menos prensaba que Ethan no sería de los que juzgasen—. Tradicionalmente separábamos las criaturas según el lugar que habitan porque sus espíritus están ligados al Espíritu de ese elemento… quizá se entiende mejor si digo que somos parte de él o provenimos y volvemos a él… en nuestro caso es Sanai, la Tierra.
Se detuvo en medio de la explicación al ver que el murciélago volvía a ponerse en marcha, con una breve sacudida que le hizo derretirse de amor y soltar un “aww”.
—¡Oh, creo que ha visto el insecto! —exclamó bajando la voz y evitando moverse para no espantarlo.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Confidencias de tullidos
27/01/24, 12:48 pm
-¿Antorchita? Me gusta, ese será su nombre provisional. -Sentenció con los ojos cerrados y una sonrisa ensanchada. Era adorable, al menos hasta que encontraran uno mejor serviría para dejar de llamarle simplemente ¨murciélago¨. -Nada nada, no te preocupes, si quema me aparto.
La convicción en su rostro era tan honorable como inocente, el mero hecho de que el animal fuera pequeño le restaba peligrosidad al asunto y mientras Airi compartía el debate etimológico de su mundo, él asentía cada vez más decidido. Lo que le contaba su compañere le era familiar, no porque en la tierra hubiera escuchado nada similar si no por el hecho de que empezaba a conectar las piezas de un puzzle difuso, le chique le parecía alguien creyente, no de algún dios en particular si no en alguna clase de espiritismo extranjero. ¿Qué iba a decirle? Ethan no era quien para juzgar, al contrario, en esos instantes cualquier ayuda psicológica, por pequeña que fuera era más que bienvenida.
-Me gusta más tu idea, la de que somos parte de un todo digo, aunque si puedo elegir preferiría ser del cielo, que a este le hace falta mucha decoración. -Respondió con cierta sátira en su voz, queriendo añadir cierto humor al hecho de que morirse no estaba muy alejado de sus posibilidades. -Hmm, ¿Es por eso que fuisteis a grabar el nombre? ¿Para qué se quedará en la tierra marcado? Perdona que te acompañara, soy horrible para los funerales.
Otra risa, una queda y nerviosa. La cercanía del murciélago consiguió evadir su atención al mismo y mientras bajaba la mano sucedía por fin la magia. El diminuto Antorchita se acercó y olfateó primero lo que tenía ante él, las dudas asaltaban su mente en todo lo que el instinto de supervivencia nulo le permitía. Por eso, el hambre acabo ganando al miedo y abriendo la boca se atrevió a morder el final del insecto que le ofrecían. El problema llegó cuando se percató de que así no podía arrastrarlo lejos y en un intentó de tener mayor sujeción una de sus patas se apoyó sobre la palma del londinense. No quemó, no al menos los primeros segundos, rápidamente lo que era una escena adorable se convirtió en un dolor insoportable más similar al de haberte salpicado con aceite. Ethan se mordió el labio y con todo el cuidado que le permitía la quemadura latente apartó la mano a una velocidad justa para no volverse un gesto agresivo, pero no lo suficiente suave como para evitar que el animalito cayera panza arriba notablemente confundido.
-Vaaaaleee hah, quema un poco… -Sonrió sacudiendo ahora el quemazón, tratando de restarle importancia. Por suerte Antorchita era tan pequeño que la zona afectada apenas era un óvalo alargado del tamaño de una gota que se había escurrido por el dorso. Ahora la tenía roja e irritada pero nada que pudiera asustar. -!Perdón, ah! !Pobrecillooo!
La convicción en su rostro era tan honorable como inocente, el mero hecho de que el animal fuera pequeño le restaba peligrosidad al asunto y mientras Airi compartía el debate etimológico de su mundo, él asentía cada vez más decidido. Lo que le contaba su compañere le era familiar, no porque en la tierra hubiera escuchado nada similar si no por el hecho de que empezaba a conectar las piezas de un puzzle difuso, le chique le parecía alguien creyente, no de algún dios en particular si no en alguna clase de espiritismo extranjero. ¿Qué iba a decirle? Ethan no era quien para juzgar, al contrario, en esos instantes cualquier ayuda psicológica, por pequeña que fuera era más que bienvenida.
-Me gusta más tu idea, la de que somos parte de un todo digo, aunque si puedo elegir preferiría ser del cielo, que a este le hace falta mucha decoración. -Respondió con cierta sátira en su voz, queriendo añadir cierto humor al hecho de que morirse no estaba muy alejado de sus posibilidades. -Hmm, ¿Es por eso que fuisteis a grabar el nombre? ¿Para qué se quedará en la tierra marcado? Perdona que te acompañara, soy horrible para los funerales.
Otra risa, una queda y nerviosa. La cercanía del murciélago consiguió evadir su atención al mismo y mientras bajaba la mano sucedía por fin la magia. El diminuto Antorchita se acercó y olfateó primero lo que tenía ante él, las dudas asaltaban su mente en todo lo que el instinto de supervivencia nulo le permitía. Por eso, el hambre acabo ganando al miedo y abriendo la boca se atrevió a morder el final del insecto que le ofrecían. El problema llegó cuando se percató de que así no podía arrastrarlo lejos y en un intentó de tener mayor sujeción una de sus patas se apoyó sobre la palma del londinense. No quemó, no al menos los primeros segundos, rápidamente lo que era una escena adorable se convirtió en un dolor insoportable más similar al de haberte salpicado con aceite. Ethan se mordió el labio y con todo el cuidado que le permitía la quemadura latente apartó la mano a una velocidad justa para no volverse un gesto agresivo, pero no lo suficiente suave como para evitar que el animalito cayera panza arriba notablemente confundido.
-Vaaaaleee hah, quema un poco… -Sonrió sacudiendo ahora el quemazón, tratando de restarle importancia. Por suerte Antorchita era tan pequeño que la zona afectada apenas era un óvalo alargado del tamaño de una gota que se había escurrido por el dorso. Ahora la tenía roja e irritada pero nada que pudiera asustar. -!Perdón, ah! !Pobrecillooo!
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Confidencias de tullidos
29/01/24, 01:06 pm
Airi rio, no creyéndose que Ethan eligiese llamar por un nombre tan improvisado a su amigo, aunque solo fuese de forma provisional. No desconfiaba en que el chico pudiese apartarse a tiempo, pero si se hacía daño se iba a llevar igual una herida extra a curar, y todavía no tenían artefactos o magia para acelerar el proceso.
Aunque ya lo imaginaba, a Airi le alivió saber que Ethan respetaba sus creencias a pesar de no compartirlas o entenderlas bien. Su broma sobre pertenecer al Cielo no le molestó en absoluto, y le sonrió, mirando hacia arriba una vez más por su comentario sobre la decoración. Si el cielo diurno era triste, el nocturno ni siquiera tenía descripción posible, aparte de un vacío infinito.
La pregunta sobre la despedida de Serena le hizo volver a poner los pies en la tierra. El tono de broma con el que pensaba responder desapareció cuando aquellas palabras trajeron de vuelta todos los recuerdos que necesitaba enterrar para seguir adelante día a día. Negó con la cabeza, asegurando que no tenía que disculparse por no haber salido cuando grabó el nombre en el muro; elle ya sabía que había sido una petición insensata dadas las circunstancias.
—Es un poco diferente, creo —respondió—. El cuerpo vuelve a la tierra y a sus caminantes, y el espíritu a formar parte del Sanai. La tradición de los nombres… supongo que lo hacemos por nosotros mismos, para recordar, y para saber que seremos recordados.
“Antorchita” se acercó peligrosamente en ese momento, interrumpiendo totalmente la conversación. Airi calló, esperando quedamente a ver qué pasaba, y se aferró a la manta por si tenía que usarla para espantarlo. El animal no tardó en posarse sobre la piel de Ethan para comer, sorprendiendo a Airi de que este no hubiese reaccionado todavía. Las alas del animal emitían calor, porque lo notaba en sus mejillas, pero tal vez se equivocaba y no todo su cuerpo quemaba.
Su teoría se desmoronó cuando Ethan reaccionó por fin, dándole un buen susto al animal y también a elle. Airi se acercó a él con una zancada rápida y el ceño fruncido de preocupación.
—Si quemaba no tenías que haber aguantado —exclamó, cogiéndole el brazo con cuidado para ver mejor. No era nada grave, pero sería mejor enfriar la piel cuanto antes—. ”Antorchita” ha salido mejor parado que tú, creo —bromeó al escuchar su lamento. Le sanaí se acercó al pozo sin perder un momento y subió un subo de agua fresca donde Ethan pudiese hundir la mano.
Aunque ya lo imaginaba, a Airi le alivió saber que Ethan respetaba sus creencias a pesar de no compartirlas o entenderlas bien. Su broma sobre pertenecer al Cielo no le molestó en absoluto, y le sonrió, mirando hacia arriba una vez más por su comentario sobre la decoración. Si el cielo diurno era triste, el nocturno ni siquiera tenía descripción posible, aparte de un vacío infinito.
La pregunta sobre la despedida de Serena le hizo volver a poner los pies en la tierra. El tono de broma con el que pensaba responder desapareció cuando aquellas palabras trajeron de vuelta todos los recuerdos que necesitaba enterrar para seguir adelante día a día. Negó con la cabeza, asegurando que no tenía que disculparse por no haber salido cuando grabó el nombre en el muro; elle ya sabía que había sido una petición insensata dadas las circunstancias.
—Es un poco diferente, creo —respondió—. El cuerpo vuelve a la tierra y a sus caminantes, y el espíritu a formar parte del Sanai. La tradición de los nombres… supongo que lo hacemos por nosotros mismos, para recordar, y para saber que seremos recordados.
“Antorchita” se acercó peligrosamente en ese momento, interrumpiendo totalmente la conversación. Airi calló, esperando quedamente a ver qué pasaba, y se aferró a la manta por si tenía que usarla para espantarlo. El animal no tardó en posarse sobre la piel de Ethan para comer, sorprendiendo a Airi de que este no hubiese reaccionado todavía. Las alas del animal emitían calor, porque lo notaba en sus mejillas, pero tal vez se equivocaba y no todo su cuerpo quemaba.
Su teoría se desmoronó cuando Ethan reaccionó por fin, dándole un buen susto al animal y también a elle. Airi se acercó a él con una zancada rápida y el ceño fruncido de preocupación.
—Si quemaba no tenías que haber aguantado —exclamó, cogiéndole el brazo con cuidado para ver mejor. No era nada grave, pero sería mejor enfriar la piel cuanto antes—. ”Antorchita” ha salido mejor parado que tú, creo —bromeó al escuchar su lamento. Le sanaí se acercó al pozo sin perder un momento y subió un subo de agua fresca donde Ethan pudiese hundir la mano.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Confidencias de tullidos
09/02/24, 07:31 pm
Si Antorchita tenía alguna clase de neurona funcional dentro de esa minúscula cabeza acababa de morir tras su torpe caída. El animal se encontraba panza arriba, moviendo sus patitas en un estado de completa desorientación, ser parcialmente ciego y tener a su vez unas alas deslumbrantes no eran la mejor combinación genética, como tampoco lo era su falta inherente de supervivencia. Tras un par de toscos intentos, mientras Ethan se incorporaba para acercarse al pozo cojeando con torpeza, el murciélago hizo lo mismo y logró levantarse. Sacudió levemente su morro como si aquel gestó fuera a ayudarle de alguna manera, con un temor tan estupido que desapareció nada más oler el cuenco ahora abandonado sobre el suelo.
El londinense por su lado y un poco a la pata coja recortó el trayecto en un par de saltos, incapaz de no reírse ante lo estupido que era toda la situación. Metió su mano afligida en el agua, quejándose entre medias más por ser dramático que porque de verdad le doliera la quemadura.
-Ay, auch -Una risa muda interrumpió sus lamentos. -Baah no es para tanto, la verdad pensé que podría eh, ser fuego mágico, como una ilusión o algo así. -Se sinceró con cierta mirada culpable, encogiéndose de hombros ante tal descubrimiento. -Quiero decir no se, todo por aquí es confuso y como nunca vi que ardiera nada por los murciélagos…
Mientras decía eso, pequeñas ascuas salían del tazón pues en su interior descansaba un murciélago hambriento, devorando sin escrúpulos lo que en su día a día le tocaba comer en raciones. Antorchita se estaba dando el atracón de su vida, una justa victoría tras haber tenido medio segundo de pasarlo mal.
-Ah oye y eh, a riesgo de fastidiar un poco el ambiente… -Su voz bajó a un tono más serio, sin borrar el acento informal de aquella conversación. -Si algún día me pasara algo, que oye espero que no. ¿Podrías hacerme un favor? En vez de grabar solo mi nombre, me gustaría que grabaras dos. -Sonrío con cierta torpeza sin saber cómo llevar ese tema de la manera más suave y distendida posible. -Me gusta mucho lo que dices, de recordar a alguien, lo entiendo porque en parte también hago eso aunque bueno, en vez de nombres sean…
Su mirada recorrió la oscuridad del pozo hasta fijarse en la primera figurita que descansaba a sus pies. Era una grulla pintada en azul cielo, caída de medio lado por el viento. Una de las primeras que había hecho y que tras descubrir la magia les había pedido de favor a Rag y Aniol que se las pudieran colorear, para que así la decoración del patio fuera más bonita.
>> ¿Animales? Es una historia demasiado larga como para aburrirte con ella pero digamos que si yo me voy, no quiero que haya otra persona que se pueda quedar en el olvido.
El londinense por su lado y un poco a la pata coja recortó el trayecto en un par de saltos, incapaz de no reírse ante lo estupido que era toda la situación. Metió su mano afligida en el agua, quejándose entre medias más por ser dramático que porque de verdad le doliera la quemadura.
-Ay, auch -Una risa muda interrumpió sus lamentos. -Baah no es para tanto, la verdad pensé que podría eh, ser fuego mágico, como una ilusión o algo así. -Se sinceró con cierta mirada culpable, encogiéndose de hombros ante tal descubrimiento. -Quiero decir no se, todo por aquí es confuso y como nunca vi que ardiera nada por los murciélagos…
Mientras decía eso, pequeñas ascuas salían del tazón pues en su interior descansaba un murciélago hambriento, devorando sin escrúpulos lo que en su día a día le tocaba comer en raciones. Antorchita se estaba dando el atracón de su vida, una justa victoría tras haber tenido medio segundo de pasarlo mal.
-Ah oye y eh, a riesgo de fastidiar un poco el ambiente… -Su voz bajó a un tono más serio, sin borrar el acento informal de aquella conversación. -Si algún día me pasara algo, que oye espero que no. ¿Podrías hacerme un favor? En vez de grabar solo mi nombre, me gustaría que grabaras dos. -Sonrío con cierta torpeza sin saber cómo llevar ese tema de la manera más suave y distendida posible. -Me gusta mucho lo que dices, de recordar a alguien, lo entiendo porque en parte también hago eso aunque bueno, en vez de nombres sean…
Su mirada recorrió la oscuridad del pozo hasta fijarse en la primera figurita que descansaba a sus pies. Era una grulla pintada en azul cielo, caída de medio lado por el viento. Una de las primeras que había hecho y que tras descubrir la magia les había pedido de favor a Rag y Aniol que se las pudieran colorear, para que así la decoración del patio fuera más bonita.
>> ¿Animales? Es una historia demasiado larga como para aburrirte con ella pero digamos que si yo me voy, no quiero que haya otra persona que se pueda quedar en el olvido.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Confidencias de tullidos
12/02/24, 01:47 am
Mientas Airi subía el cubo prácticamente usando solo el brazo que menos le dolía, Ethan se acercó al pozo con pequeños saltos. Si bien en ese momento no le hacía gracia, la situación bien podía ganarse una carcajada irónica vista desde fuera. Pronto apartó ese pensamiento, preocupade de que el agua fuese suficiente para evitar que la quemadura empeorase.
—¿En vuestro mundo no os enseñan a no jugar con fuego? —le preguntó en medio de sus lamentos, claramente una broma, pero que escondía preocupación genuina. El fuego podía ser mágico o cualquier cosa, pero ante el desconocimiento, a elle sus mayores le habían enseñado a no tocar.
Le sanaí no había reparado en el murciélago hasta que escuchó el traqueteo del tazón y se giró para verlo atracándose con su contenido. Se le escapó finalmente una risotada al verlo. Si algo tenía claro es que no sería elle quien le quitaría su tesoro al animal.
Cuando Ethan volvió a hablar, Airi no se esperaba que fuese a cambiar de tema por completo, haciendo que sus comisuras se tensaran devolviéndole la expresión seria. Asintió con la cabeza cuando mencionó el favor y esperó a escuchar más, solo tragando saliva con discreción. El chico quería que grabara dos nombres si le pasaba algo. No entendía nada, o no creía entenderlo, hasta que mencionó que él hacía lo mismo. Sus figuritas, aunque se pareciesen a ofrendas, no lo eran, sino que eran su propio muro fúnebre sin letras. Las miró de reojo, dándose cuenta de que no podía poner nombre a la grandísima mayoría.
—Yo… por supuesto —respondió dudando. Siempre que se mencionaban aquel tipo de cosas no sabía qué hacer, no podía prometer que estarían bien, no podía prometer no desaparecer primero… Lo que sí le podía prometer es que respetaría su deseo, y eso era lo único en lo que no dudaba.
»No creo que sea cuestión de que aburra o no —añadió con inseguridad—, pero entiendo si no es un buen momento para los detalles. Haré lo que me pides siempre que esté en mi mano, incluso si no sé nada —aseguró. Su voz ahora no le traicionaba, dando peso a su promesa.
—¿En vuestro mundo no os enseñan a no jugar con fuego? —le preguntó en medio de sus lamentos, claramente una broma, pero que escondía preocupación genuina. El fuego podía ser mágico o cualquier cosa, pero ante el desconocimiento, a elle sus mayores le habían enseñado a no tocar.
Le sanaí no había reparado en el murciélago hasta que escuchó el traqueteo del tazón y se giró para verlo atracándose con su contenido. Se le escapó finalmente una risotada al verlo. Si algo tenía claro es que no sería elle quien le quitaría su tesoro al animal.
Cuando Ethan volvió a hablar, Airi no se esperaba que fuese a cambiar de tema por completo, haciendo que sus comisuras se tensaran devolviéndole la expresión seria. Asintió con la cabeza cuando mencionó el favor y esperó a escuchar más, solo tragando saliva con discreción. El chico quería que grabara dos nombres si le pasaba algo. No entendía nada, o no creía entenderlo, hasta que mencionó que él hacía lo mismo. Sus figuritas, aunque se pareciesen a ofrendas, no lo eran, sino que eran su propio muro fúnebre sin letras. Las miró de reojo, dándose cuenta de que no podía poner nombre a la grandísima mayoría.
—Yo… por supuesto —respondió dudando. Siempre que se mencionaban aquel tipo de cosas no sabía qué hacer, no podía prometer que estarían bien, no podía prometer no desaparecer primero… Lo que sí le podía prometer es que respetaría su deseo, y eso era lo único en lo que no dudaba.
»No creo que sea cuestión de que aburra o no —añadió con inseguridad—, pero entiendo si no es un buen momento para los detalles. Haré lo que me pides siempre que esté en mi mano, incluso si no sé nada —aseguró. Su voz ahora no le traicionaba, dando peso a su promesa.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Confidencias de tullidos
23/02/24, 10:39 am
Ethan sonrió de medio lado, tranquilo y alegre de tener una confirmación de su deseo. Sabía que pedirselo al chique era egoísta, bastante hacía con tan corta edad cuidando de todos los del torreón como para encima colocarle aún más carga sobre sus hombros pero a su vez necesitaba saber que su hermano no sería olvidado llegado el caso. Cargar su recuerdo era pesado, no hacerlo simplemente era erróneo y aunque en esa dualidad una parte de él quería precisamente ser olvidado si llegaba a morir, pedir semejante capricho ya era injusto.
-Peroo bueno, ni te ralles, no creo que suceda nada remotamente cercano. -Sentenció con cierta alegría infundada, revolviéndole ligeramente el pelo entre ambos cuernos al apoyar la mano sobre su cabeza. Era un gesto que había heredado directamente de Jasper, un intento burdo de ser un hermano mayor a pesar de no tener ninguna noción al respecto. -Lo dejare escrito en alguna figura, así que pase lo que pase no tienes ni que pensar en ello hasta que se de.
Culpabilidad, eso es lo que le estaba recorriendo su espina dorsal ahora mismo, como quien había revelado un secreto por desesperación. Su sonrisa se ensanchó irónicamente más falsa que la anterior mientras se remojaba la herida con el agua helada del pozo. La herida dolía, pero era un quemazón tan llevable que se encontraba solo ante sus pensamientos. ¿Hablaba más o hablaba menos? ¿Sería más incómodo si le comentaba que los cisnes eran para Serena o al no hacerlo podría darse el malentendido de que pensara que su regalo era algo fúnebre?
-No todas, digo, las figuras. -Carraspeo masajeando los dos puntitos enrojecidos de su mano. -Que no todas son para gente que ya no está, la que te di, no es… Ya me entiendes, ese es solo un animal bonito. Quiero decir, la leyenda original no es fúnebre, bueno, un poco… Pero eh, habla de deseos si!
Una bombilla se le encendió de golpe al recordar que el origen era bastante más bonito de como lo había pintado en un momento. Era un buen escape, un intento burdo de suavizar una situación que quizá solo el propio londinense veía mala. Se separó ligeramente del pozo para señalar la cantidad exagerada de grullas que empezaba a acumularse a sus pies.
-¡Son deseos, o algo así! La leyenda original decía que quien obtuviera mil grullas de papel podría ver cumplido su deseo, pero nunca se definió si esa persona a las que se las regalaba tenía que, bueno, seguir viva. No sé, puedes verlo mejor así. -Se encogió de hombros colocándose al momento su manta para que no terminara de caer. -Os regalo fragmentos muy chiquititos de algo que espero que os dé un poquito de suerte en vuestros propósitos. No creo que en verdad haga nada, pero no se… ¿La intención es lo que cuenta?
-Peroo bueno, ni te ralles, no creo que suceda nada remotamente cercano. -Sentenció con cierta alegría infundada, revolviéndole ligeramente el pelo entre ambos cuernos al apoyar la mano sobre su cabeza. Era un gesto que había heredado directamente de Jasper, un intento burdo de ser un hermano mayor a pesar de no tener ninguna noción al respecto. -Lo dejare escrito en alguna figura, así que pase lo que pase no tienes ni que pensar en ello hasta que se de.
Culpabilidad, eso es lo que le estaba recorriendo su espina dorsal ahora mismo, como quien había revelado un secreto por desesperación. Su sonrisa se ensanchó irónicamente más falsa que la anterior mientras se remojaba la herida con el agua helada del pozo. La herida dolía, pero era un quemazón tan llevable que se encontraba solo ante sus pensamientos. ¿Hablaba más o hablaba menos? ¿Sería más incómodo si le comentaba que los cisnes eran para Serena o al no hacerlo podría darse el malentendido de que pensara que su regalo era algo fúnebre?
-No todas, digo, las figuras. -Carraspeo masajeando los dos puntitos enrojecidos de su mano. -Que no todas son para gente que ya no está, la que te di, no es… Ya me entiendes, ese es solo un animal bonito. Quiero decir, la leyenda original no es fúnebre, bueno, un poco… Pero eh, habla de deseos si!
Una bombilla se le encendió de golpe al recordar que el origen era bastante más bonito de como lo había pintado en un momento. Era un buen escape, un intento burdo de suavizar una situación que quizá solo el propio londinense veía mala. Se separó ligeramente del pozo para señalar la cantidad exagerada de grullas que empezaba a acumularse a sus pies.
-¡Son deseos, o algo así! La leyenda original decía que quien obtuviera mil grullas de papel podría ver cumplido su deseo, pero nunca se definió si esa persona a las que se las regalaba tenía que, bueno, seguir viva. No sé, puedes verlo mejor así. -Se encogió de hombros colocándose al momento su manta para que no terminara de caer. -Os regalo fragmentos muy chiquititos de algo que espero que os dé un poquito de suerte en vuestros propósitos. No creo que en verdad haga nada, pero no se… ¿La intención es lo que cuenta?
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Confidencias de tullidos
25/02/24, 02:42 pm
Ethan trató de tranquilizarle, pero ni siquiera su gesto cariñoso lo logró. No quería que pensara en ello, pero ahora que le había hecho aquella petición no podía quitarse de la cabeza lo negro que era el futuro. Era un pensamiento recurrente desde la muerte de Serena, que había logrado sacurdirse durante un raro mientras hablaban de esto y lo otro. Ni siquiera le importaba que volvieran a ponerle los pies en la tierra, porque Airi no era de esas personas capaces de ignorar la realidad, así que en cierto modo le resultó extraño cómo quería restarle importancia a una petición que parecía tener tanto peso.
Airi sopesaba qué responderle, pensando que tal vez lo mejor era fingir que no le daría muchas vueltas, cuando el chico volvió a hablar. No entendió de inmediato a qué se refería, y soltó un “oh” de comprensión cuando explicó que se refería a los propósitos de las figuras. No había pensado tan en profundidad en ello, pero veía por qué había necesitado aclararlo. Como no entendía por completo aquella tradición había pensado que tendría matices diferentes de las suyas, aunque inconscientemente siempre buscase paralelismos.
—Oh, no lo había pensado, imaginaba que cada una podía tener… su significado —dijo para tranquilizarle. Tenía mucha curiosidad por escuchar el origen, así que no le interrumpió de nuevo hasta que Ethan terminó de explicarse.
»¡Es una creencia muy bonita! Es como lo de las estrellas… en la Tierra os gusta mucho pedir deseos, ¿no? —rio—. Pero me parece precioso lo de las mil figuras y el significado de las que nos diste… Gracias de nuevo. Ahora veo que es mucho más que un regalo —terminó dirigiéndole una gran sonrisa.
Temiendo que en algún momento pudiese terminar como el pobre Rambo, decidió que guardaría con más cuidado su figura, ahora que entendía que era mucho más de lo que aparentaba, incluso si ya había querido verlo de ese modo debido a sus propias creencias. Le gustaba saber para qué estaban pensadas realmente, tanto las que les había regalado a todos como las que poblaban el pozo. Gracias a eso, le resultó un poco más fácil seguir el cambio de tema de Ethan y volver al ambiente relajado de antes. Airi pensó que le encantaría devolverle el regalo si supiera cómo, y terminó dándole vueltas una vez se metió en cama esa noche. Le había sentado bien charlar y compartir experiencias con Ethan, aunque al salir el sol al día siguiente la realidad fuese a golpearle de nuevo.
Airi sopesaba qué responderle, pensando que tal vez lo mejor era fingir que no le daría muchas vueltas, cuando el chico volvió a hablar. No entendió de inmediato a qué se refería, y soltó un “oh” de comprensión cuando explicó que se refería a los propósitos de las figuras. No había pensado tan en profundidad en ello, pero veía por qué había necesitado aclararlo. Como no entendía por completo aquella tradición había pensado que tendría matices diferentes de las suyas, aunque inconscientemente siempre buscase paralelismos.
—Oh, no lo había pensado, imaginaba que cada una podía tener… su significado —dijo para tranquilizarle. Tenía mucha curiosidad por escuchar el origen, así que no le interrumpió de nuevo hasta que Ethan terminó de explicarse.
»¡Es una creencia muy bonita! Es como lo de las estrellas… en la Tierra os gusta mucho pedir deseos, ¿no? —rio—. Pero me parece precioso lo de las mil figuras y el significado de las que nos diste… Gracias de nuevo. Ahora veo que es mucho más que un regalo —terminó dirigiéndole una gran sonrisa.
Temiendo que en algún momento pudiese terminar como el pobre Rambo, decidió que guardaría con más cuidado su figura, ahora que entendía que era mucho más de lo que aparentaba, incluso si ya había querido verlo de ese modo debido a sus propias creencias. Le gustaba saber para qué estaban pensadas realmente, tanto las que les había regalado a todos como las que poblaban el pozo. Gracias a eso, le resultó un poco más fácil seguir el cambio de tema de Ethan y volver al ambiente relajado de antes. Airi pensó que le encantaría devolverle el regalo si supiera cómo, y terminó dándole vueltas una vez se metió en cama esa noche. Le había sentado bien charlar y compartir experiencias con Ethan, aunque al salir el sol al día siguiente la realidad fuese a golpearle de nuevo.
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