Un bonito techo

Quería descansar, poder dormir antes de que el cielo volviera a tornarse de un gris pálido pero por más que quería, por más que sus párpados pesaban con el pasar de las horas ahí seguía, derrotado y despierto. El techo era tan mustio como el resto del torreón, grietas, piedra y una pequeña telaraña haciendo esquina en el pasillo. Ethan llevaba sentado en mitad del mismo más tiempo del que le hubiera gustado admitir, tras haber pasado el rato con su amigo sin nombre había dejado el cisne de Serena en el pozo y para su pena se había tenido que despedir del murciélago sin haberle podido ofrecer nada de comida. Tal y como estaban no iba a regalarle los últimos insectos de la alacena. Al menos, el pequeño mamífero no parecía verse indignado, se había mantenido en el sitio buscando un rato y al ver que no había nada lejos de irse se había mantenido hecho una bola en el sitio, una compañía breve hasta que cansado quizá de esperar decidió retomar su vuelo para perderse en la oscura noche.

Ojala volviese, no tenía ganas de perder a 2 compañeros en un mismo día. Ethan resopló, no le quedaban lágrimas que soltar, tras la pena quedaba el vacío apático y ahí se encontraba él, sentado, con la vista perdida en la nada.  Una pequeña araña recorrió el techo marcando aquel acontecimiento como el más entretenido de la última hora, se aburría. Mucho.

No quería entrar al cuarto de Serena aún a sabiendas de que podría obtener la compañía de Kalna, tampoco encontraba emoción alguna en regresar al cuarto para encontrarse con Rick a sabiendas de que iban a ser dos pozos sin fondo de lágrimas, tampoco le apetecía ir en búsqueda de Connor, demasiado paseo y Nohlem… ¿Dónde se había metido? Nah, daba igual.

El techo estaba bien, la araña se estaba desplazando hacía lo que suponía que era su casa y eso estaba bien. ¿Y si hacía alguna figurita de origami?

Nah.

En algún momento sintió sueño, el agradable sopor que trae a la calma. En cuestión de segundos sus párpados caerían ligeros como las hojas en otoño y su mente se perdería en la nada, una tregua -siempre que no tuviera pesadillas- a tan terrible día.

Pero entonces Rick se levantó y jodió la marrana. No hacía falta el crujir de un somir o un par de pies contra el suelo del torreón, bastaba con el suspiro de una sábana al ser apartada para tener al granta alerta y fresco de nuevo. El sueño le abandonó como la marea abandona la orilla, y entonces Nohlem supo que si quería recuperarlo tendría que nadar mar adentro. Y aunque le hubiera gustado, deshacerse de esa desagradecida frescura, su corazón acelerado sin motivo (y a la vez con todos las razones del mundo) no opinó lo mismo.

En ese pequeño espacio de tiempo en el que Rick se fue de la habitación y el silencio se posó de nuevo, a Nohlem le dio tiempo a pensar demasiadas cosas: en lo rápido que había descarrilado todo, en que aguantar un día más empezaba a sentirse como un milagro, en que el cadáver de Serena estaba demasiado cerca de allí, en que su alma seguía atrapada en su cuerpo caduco y que alguien tendría que sacarla. No recordaba las palabras exactas, las que le dedicó a la chica el primer día, al poco de beber de la fuente. Que la Hoja Negra no la atrapase antes que al resto... que nadie la iba a ayudar entonces...

Tragó saliva.

El karma era realmente peligroso. Y sin duda tenía que sacar a Serena de ahí, y no físicamente hablando.

"Cuando vuelva Rick" se dijo, solo por asegurarse de no le interrumpiese, para que no pudiera ver el lamentable espectáculo que posiblemente diese, así que esperó paciente su momento. No obstante el calor bajo las mantas era asfixiante y el cuerpo le pedía entre tanto hacer algo para tranquilizarse, así que se levantó de la cama y salió en busca de lo que fuese. En busca de Rick, de brisa fresca, de piedras que contar en la pared o del sueño que había perdido.

En su lugar se encontró a Ethan sentado en el suelo mirando arriba. No cerró la puerta detrás suya al salir, pero la movió con todo el cuidado para que no hiciera más sonido que su propia voz, un murmullo de por sí.

—Ethan —su tono salió incoloro. Inspeccionó brevemente su alrededor, sin dar con nada ni nadie especial—. ¿Qué haces?

Las guardias, supuso, pero era más incómodo no preguntar.

El sueño fue una cruel burla durante la noche, y es que todo lo que había ocurrido lo mantenía alerta y vigilante. La falsa seguridad del torreón había terminado por caerse del todo, y si ya estaba baja por culpa de aquel ser de sombras ahora estaba directamente enterrada a tres metros bajo tierra. Les habían envenenado la puta comida, y aunque quería creer que ese cabronazo estaba muerto gracias a Nohlem... No podían estar seguros. Y aquello lo inundaba de rabia y mala hostia. Cualquiera de ellos podría haber sido la puta víctima, y en lugar de tener tapada con una manta a Serena podría haberse tratado de cualquiera de los críos, sin ir más lejos.

Las emociones se mezclaban dentro del motero como si fueran dos mareas luchando por quedarse con el territorio. La rabia por lo sucedido: el ataque, la impotencia por no haber podido hacer nada, la necesidad acuciante de vengarse o al menos reventar cualquier mierda que encontrara por el camino. El puto miedo de los cojones: a morir, porque tenía claro que lo iban a hacer todos, a las sombras que ahora podían ser perfectos escondites o a las troneras... Dónde ahora sabían que pajarracos cabrones podían asomarse por ellas y descojonarse de ellos, mientras morían. <<Mierda...>>. Pensó el canadiense, con la vista clavada en el techo de la habitación, la maza muy cerca del borde de su cama.

Por otro lado no estaba afectado emocionalmente por la muerte de Serena, no por ella en sí. Ni siquiera la conocía, y lo poco que habían hablado había sido para intercambiar hostilidades. De hecho, sus primeras palabras dirigidas a él habían sido que fuera delante... Así podía morir y se salvaba ella. No, no iba a llorar de puta pena precisamente por la pelirroja. Pero eso no quitaba que el ambiente tenso, cargado y oscuro le afectaba igual que al resto. Porque solo llevaban una semana allí y tenía claro que iban a caer como jodidas moscas. Y por muy cabrón que fueras, todos los cabrones se acojonan en el lecho de su muerte. Lo había visto. Aún recordaba a Markus suplicarle por su vida, cuando se la quitó a Yasser y a Rho...<< Para de una puta vez, gilipollas..>> Se tuvo que decir así mismo, interrumpiendo el tren de pensamientos. ¿Por qué  los estaba recordando más veces de la cuenta en aquella ciudad? ¿Era porque más que nunca sentía que pronto acabaría igual de muerto que sus hermanos?

Connor bufó pesadamente, intentando apartar aquellas mierdas de su cabeza, mientras observaba a Rick marcharse de la habitación en la oscuridad. No sabía adónde iría, pero lo había visto realmente muy mal y prefirió darle su puto espacio. Sin embargo después fue Nohlem quien se levantó, parecía que en aquella habitación todos eran unos putos desgraciados que no podían dormir. Y seguramente el resto de sus compañeros tampoco podían hacerlo. Lo escuchó hablar entre susurros, pero ni fue capaz de saber lo que decía ni sabía a quien iban dirigidas sus palabras, pero aquello lo activó. Connor se incorporó de forma muy lenta en la cama, a la par que su mano buscaba la maza apoyada en el borde y la agarraba con fuerza. Se sentía intranquilo y en peligro, y por alguna puta razón se había puesto alerta, todas las alarmas de su cabeza disparadas como luces rojas. ¿Y si el monstruo de sombras había entrado en el torreón y era alguien advirtiéndole a Nohlem de que tuviera cuidado? ¿Y si se trataba de cualquier otra mierda... de la infinidad de mierdas que podían matarlos? <<Me voy a volver loco aquí, joder...>>.

-Eh, Nohlem...- Le diría al varmano entre susurros aunque algo más altos que los de su compañero para que llegaran hasta él. Connor terminó por levantarse de la cama.- ¿Qué cojones pasa?- Preguntaría con un tono entre la alerta y la preocupación.

La araña seguía su camino sin pausa pero sin prisa, una pequeña mota negra en el estampado gris de la piedra. Ethan se preguntó en silencio a donde iba, si buscaba alguna presa en concreto, apenas había visto insectos durante la última semana así que quizás la pobre tendría que mudarse más pronto que tarde de lugar.

¨Mejor, esta casa es una absoluta mierda¨

Pensó tan abstraído de la realidad que cuando la puerta se abrió ni siquiera reaccionó. Ambas manos descansaban entre sus piernas, apoyadas en el suelo de forma relajada en lo que era una forma de V sentada. Era todo un incordio a quien quisiera pasar, pues eso supondría tener que esquivarle si o si. Uno de sus ojos, el que tenía un párpado parcialmente hinchado, titubeo momentáneamente, un pestañeo en forma de tic que regresaba cuando el escozor se había más notable pero al que de nuevo, ignoro tan distraído como estaba.

No fue hasta que Nohlem habló que fue arrancado de ese letargo perpetuo para regresar abruptamente a la realidad. En una mezcla de confusión y sorpresa le dirigió una mirada ladeando el rostro hacía uno de los lados sin saber de primeras a que se refería.

-¿Que hago, de que? -La misma interrogación con la que el felino le preguntó, el londinense se la respondió. Ethan no estaba haciendo ninguna guardía, se le había olvidado llegado a ese punto. Era el mero insomnio lo que le mantenía atrapado en aquel lugar sin querer pegar ojo. ¿Cuándo había bajado Nohlem? ¿Llevaba ahí todo ese rato? Que perdido estaba.

-Ah!  -Exclamó un poquito más alto al caer, bajando repentinamente la voz al darse cuenta de ello. Al volver a hablar su tono había regresado a un susurro respetuoso. -Estaba mirando a una araña, ahí.

Señaló con un leve cabeceo la dirección, como si fuera fácil localizarla teniendo la escasa luz de un par de antorchas. Él por que ya sabía que buscaba y donde buscarla, pero el pobre animal era tan pequeño que bien podía pasar por una mera mancha. La apatía era tal que no buscó abrir más tema de conversación, resuelta la duda suponía que estaba resuelta la charla. Que Connor estuviera murmurando de fondo ni siquiera levantó su curiosidad, quizá se estaba quejando de la puerta abierta, no le fuera a molestar la luz del pasillo si había conseguido dormir algo.  

-¿Todo bien? -Sabía que no, pero siempre era cortés preguntar.

—Pues... que qué haces... —le señaló vagamente con la palma abierta, con obviedad. Tanta así que Ethan cayó por cuenta propia, pero su respuesta no es que sacase demasiada luz que digamos. Siguió la dirección en la que apuntó, sin encontrar a la araña de la que hablaba, aunque tampoco tuvo tiempo de buscarla en condiciones -y visto que no era gigantesca o llamativa no es que le causase mucho interés- porque la voz de Connor detrás suya le hizo voltearse al mismo—. Ah. Nada. Ethan está en el suelo... Sentado —especificó, fuera a preocuparse—. Viendo una araña.

Apasionante.

Una de las orejas del varmano se ladeó con incomodidad ante la siguiente pregunta del londinense, a la cual no respondió al momento. En su lugar se apartó de la puerta y se sentó a su lado, espalda contra pared y rodillas arriba para apoyar los brazos en ellas.

—Vente, Connor —dijo lo justo de alto y claro para que pudiera oirle sin molestar a otras habitaciones. En un tono más privado, continuó con el moreno—. Estoy... Despierto —"que ya es mucho" pensó. No es que todos tuvieran esa suerte. Miró al techo, retomando su búsqueda al bicho ya por puro aburrimiento—. ¿Tú? —echó la vista a un lado, en su dirección, una intención breve que se vio alargada por la hinchazón de su rostro. Nohlem soltó un breve resoplido nasal que a duras penas contaba como risa—. Estás horrible.

La primera parte de la frase de Nohlem lo alarmó, empezando a visualizar al británico tirado en el suelo y desmayado aunque esto no tuviera sentido, pues el tono del felino no hacía parecer eso. De todas maneras, antes de que tuviera tiempo siquiera a procesar del todo la información, Nohlem se dispuso a especificar que se refería a que Ethan estaba en el suelo, pero sentado. Y.... ¿viendo una araña? La sensación de peligro inminente y preocupación empezaron a replegarse a los rincones más oscuros de la mente de Connor, a la espera de hacer acto de presencia a la menor oportunidad. Pero no pudo evitar fruncir el ceño, confundido por lo arbitrario y aleatorio de la situación que tenía lugar.

-¿Qué?- Preguntaría el motero mientras dejaba la maza encima de su cama, sin saber muy bien qué hacer en ese instante. Por un lado estaba el tumbarse e intentar encontrar un puto sueño que no quería aparecer. Por otro... estaba hasta los cojones de intentarlo y comer techo. Así que puestos a eso, mejor hacerlo en compañía, ¿no? Asintió con la cabeza a la invitación de Nohlem, y se encaminó hacia el pasillo con pasos pesados y cansados. No podía dormir, pero eso no significaba que su mente no quisiera hacerlo, o que su cuerpo no le pesara debido al bajo estado de ánimo que tenía. Joder, estaba en la puta mierda y ni siquiera había tocado la puta comida envenenada como sus dos compañeros de allí.

Cuando salió se encontró tanto a Ethan como a Nohlem sentados en el suelo, aunque lo que más le llamó la atención fue ver nuevamente el hinchazón alrededor del ojo del británico.

-Eh- Dijo como saludo y un movimiento de cabeza. Su tono a medio camino entre ser neutro y un poco gruñón, aunque no con nadie en particular y más consigo mismo por no ser capaz de cerrar los puñeteros ojos y descansar un rato. Se sentó al lado de ellos con las piernas extendidas cuán largo era y los brazos cruzados, de modo que se había formado una fila en el suelo que contando desde la puerta iba así: Ethan, Nohlem, Connor. El motero se quedó uno segundos callado, con la vista perdida en la pared del otro lado del pasillo.- ¿Y... cómo lleváis esa mierda?- Les preguntó finalmente, haciendo hincapie con la mirada a que se refería a las reacciones en las manos del felino y en la cara del británico, debido al veneno.

Inconscientemente se puso a buscar a la araña, la cuál iba a acabar irremediablemente aplastada como estuviera cerca suya.

Ethan siguió la vista de Nohlem hacía el interior de un cuarto que no veía desde donde estaba, con la misma apatía y desgana como la conversación que estaban teniendo. Una interrogación breve se formó en su mente al oírle responder pero que decidió no verbalizar en alto.

-Estoy sentado, si. -Confirmó en bajo con un ligero cabeceo antes de echarse ligeramente hacía un lado, más como un gestó de educación que como un intentó útil de dejar hueco al felino. El pasillo era suficientemente grande como para que no se tuviera que esmerar.

Y de nuevo, absorbido en un ambiente tan pésimo como aquel volvió a enfocarse en la arañita que tanto buscaba su compañero. Se estaba acercando por el techo, ligeras S que eran demasiado rápidas para un cuerpo tan minúsculo.

-Hmmm -Respondió de primeras entendiendo que el felino no quería entrar en más detalles, lo respetaba. -Ah, vaya, iba a decir que mejor… -Guardó silencio brevemente apartando sus ojos de la araña para centrarlos en el varmano, uno más cerrado que el otro. Su sonrisa dejada, apenas efímera, dejaba en evidencia que no se había tomado a mal el apunte. Irónicamente cuando todo iba tan mal se llegaba a agradecer un poco de humor.

-Pero ya veo que no…

Dejó escapar más aire que risa, una exhalación breve en la que se debatía si alegrarse o llorar al respecto. Llevaba buscando toda la tarde algún lugar donde poder reflejarse, pero a falta de algo útil los comentarios de sus compañeros apuntaban a que su herida era tan mala como el escozor continuo que le provocaba. Era difícil no preocuparse ante ello pues si bien había cesado su búsqueda seguía alarmando ante la idea de que pudiera dejarle una marca mayor de las que ya tenía recorriendo el rostro. No si al final iba a ser normal que Aniol huyese de él.

-Hey -Levantó una mano para saludar a Connor en cuanto este se sentó al otro lado. -Por lo que parece, fatal. No quiero tener la cara de la misma textura que un pollo asado y viendo las manos de algunos...

Dirigió una mirada hacía el pelirrojo con una notable burla en un rostro lo suficientemente hastiado como para no gesticular con demasiada emoción. La araña se había movido, estaba regresando a su pequeña morada aunque ahora que se fijaba en la telaraña ya había otra figura. ¿Eran dos? La nueva tenía mayor tamaño pero desde donde estaba no sabría diferenciar bien si eran si quiera del mismo tipo.

-Ah, espera, que hay más.

Respondió con una ilusión muerta, como si aquello fuera el mayor acontecimiento que había presenciado en décadas. Demasiado cansado para festejar pero demasiado aburrido como para dejarlo pasar.

El temblor de una risa cruzó su rostro, un espasmo tan pequeño como la araña en el techo que aún no había sido capaz de encontrar, al ponerse Ethan de frente con la asimetría en toda su gloria. Sería un caballero y un adulador, pero sentido del humor no le faltaba.

—A ver —miró en otra dirección, casual—, al menos no estás tan hinchado como Rick.

Una risa acompañó su resoplido, momento en el que Connor salió al pasillo. Le saludó con una pequeña sonrisa, y aunque había hueco de sobra, en acto reflejo a lo que el londinense había hecho con él, se hizo a un lado para cederle sitio. Hace poco más de una semana se habría acojonado por estar entre aquellos dos, como mínimo se habría sentido incómodo, ahora no podía apreciarlo más. Había tenido su dosis de soledad por un día.

Ante la pregunta levantó las palmas para vérselas (al entreluz de las antorchas lucían peor de lo que estaban) e iba a responder con un simple encogimiento de hombros que ni en sueños recogía todos los miedos que realmente ocultaba –sus bonitas manos, su herramienta más preciada, llenas de cortes por frío, callos por flechas y quemaduras por veneno–, cuando Ethan respondió por él, devolviéndole la de antes.

—Un pollo asado —repitió con el inicio tonto de una sonrisa, demasiado cansado para ofenderse—. Que asco —el suspiro de una risa—. Están... No sé, al menos ya no pican tanto.
Las examinó de un lado a otro cuando cayó en algo. Se quitó un anillo y le enseñó la mano a Connor, el aro de palma clara y limpia que había debajo, piel protegida por el oro.
—Mira, un truco de magia. Solo he tomado mucho el sol.

Levantó un poco su segundo anillo para comprobar que lo mismo había pasado con ese antes de recolocarlo y seguir con la mirada la voz de Ethan. Por fin la vio, la minúscula arañita a la que refería, gracias a su cercanía a una mayor.

—Oh —dijo con la misma emoción insulsa. La araña pequeña se acercó de más a los bordes invisibles de la tela de la mayor, a penas una patita en el hilo para que las vibraciones hicieran que la otra virase en su dirección, alerta—. Oh. Se la va a comer.

Pero ninguna se movió. Ocho ojos pequeños mirando ocho ojos más grandes, dos duelistas quietos esperando para sacar sus pistolas. Guardó silencio unos instantes.

—Apuesto por la pequeña. Los bajitos somos muy ágiles.

Había una clara apatía general en el ambiente, cosa que era bastante normal teniendo en cuenta por lo que habían pasado todos antes. En aquel momento, allí sentado junto a ellos dos, no podía evitar pensar que estaba viviendo tiempo prestado. Tiempo que la puta ciudad no tardaría en reclamar la próxima vez que salieran fuera, matando a alguno más por el camino. ¿Qué sería la próxima vez? ¿Perros asesinos gigantes que también lanzaran jodidas espinas? ¿Otro monstruo capaz de atravesar las puñeteras paredes? Connor estaba cansado, a pesar de estar acostumbrado a la presión y a la violencia de la vida en el club... aquello era diferente. Sentía que iba a luchar por su vida para nada, porque acabaría muriendo igualmente. Por suerte, dentro de esa apatía general, los intentos de burlas o los inicios de sonrisas de sus compañeros cuando le respondieron lograron centrarle un poco.

-Bueno, parece que ya han parado de empeorar esa mierdas.- Le dijo a Ethan sobre su cara y a Nohlem sobre sus manos con tono cansado, mientras observaba las hinchazones. Luego, no pudo evitar mostrar lo que era una sombra de una sonrisa, con el "ataque" del británico hacia el varmano sobre sus "manos de pollo asado" y tampoco pudo evitar entrar en la dinámica de burlas. Todo lo que fuera por tal de sacar aunque fuera solo el pie de aquel pozo de amargura.- Habló el puto capitán pirata...- Le dijo a Ethan señalándose el ojo, con un pobre intento de sonrisa burlona. Los intentos de salir del puto pozo siguieron dándose cuando Nohlem le enseñó su "truco de magia", quitándose el anillo y enseñándole la piel más clara debajo. -Buen truco, sí...- Dijo con un bufido y otro pobre intento de sonrisa, mientras meneaba la cabeza.

No fue hasta que Ethan hizo saber que había una araña más grande y al seguir la mirada de Nohlem, que las vio. La más grande en su tela de red, a la espera, depredadora. Y la más pequeña enfrente suya, la pobre presa. Connor se quedó observándolas, mientras inspiraba profundamente y se recostaba un poco más contra la pared. La apuesta del varmano le hizo desviar la mirada en su dirección unos instantes, interesado.

-Ni de coña, joder.- Comentó, para luego volver a centrarse en los arácnidos y empezar a asentir con la cabeza, pensativo.- Gana la más grande. Y me apuesto el puto anillo de Nohlem.- Les dijo a los dos a modo de pique contra el felino, como si aquel objeto valioso estuviera en la puja o tuviera algún derecho sobre ella.- ¿Con quién vas y qué apuestas, Ethan?- Le preguntó con interés, estirando la cabeza para poder verle.

Mierda, qué cansado estaba de todo que había llegado al punto de apostar por una jodida araña.

No sabía si reír, enfadarse o sorprenderse con la repentina broma hacía el pobre Rick. Le había descuadrado tanto todos los esquemas que apenas logró contener un resoplido a tiempo de que saliera, sintiéndose horrorosamente culpable porque durante un segundo le había hecho gracia.

-Dios, Nohlem, que bruto eres. -Le recriminó sin demasiado ahínco dándole un ligero empujón con el hombro, no más que un toque de atención. Estaba actuando como un padre  tan cansado que no tenía el día para reñir a nadie. -A mí tampoco me pica tanto, a ratos solo.

Respondió de seguido al comentario del felino una vez Connor se asentaba al otro lado del mismo. Atendió a su clase de magia con interés fingido pues si bien al principio le daba curiosidad lo que andaba haciendo, en cuanto dejó en evidencia su truco una risa amarga se le escapó de entre las comisuras. Al menos podía bromear con ello, ahora se preguntaba si la reacción era peor en sus cicatrices o si eso dejaría marca, no verse era una absoluta mierda.

-Oh, vamos... ¿Tan mal estoy? No puede ser taaan tan feo, no? Me estáis preocupando cabrones. -Resopló al comentario de Connor sobre ser un pirata. -Teniendo en cuenta que te libraste por no ayudar una mierda, yo no hablaría tanto, ¿Eh?

Soltó la pulla de regalo al pelirrosa, más como un juego donde devolverse la pelota como un pin pong tonto que porque de verdad estuviera molesto por eso. Sabía que al fin y al cabo en el torreón todos intentaban echar una mano a su manera, incluso Kalna había estado más colaborativa los últimos días. Para cuando sus ojos se condujeron al espectáculo de boxeo que tanto andaban mencionando sus compañeros, ambas arañas ya se habían encontrado, expectantes de ver quien de las dos hacía su primer movimiento.

-Yo …. hmmmm… Pues no sé, tampoco tengo nada que apostar. -Se encogió de hombros distraído, recostándose un poco más sobre la pared para tener mejores vistas del combate. -Vale eh, me juego el chaleco de Connor a que al final ambas se van cada una por su lado.

Apuestas:

El miembro 'Raven' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio

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'Dado de 100 caras' : 33

Sonrió con ladina inocencia según su cuerpo se bamboleaba a un lado por el empujón.
—Me han llamado muchas cosas, ¿pero bruto?
“Si soy más bueno que un Santo”, pensó, pero las bromas requerían un humor y una dedicación que él no tenía en esos momentos. Su estamina se gastaba más rápido de lo que se recuperaba, pero algo mejoraba cuando otros chinchaban por él. Una tímida felicidad calentó su pecho y mejillas cuando Connor se unió en su favor, atacando a Ethan como capitán pirata. El granta ahogó el suspiro de otra risa, devolviéndole al londinense el empujón de hombro con más suavidad aún como compensa.

—Nada, nada, sigues estando en el top 3 de humanos más guapos del torreón, no te preocupes.

Por supuesto, considerando la escasa competencia, el cumplido era tan penoso como toda la situación. La puya volvió en dirección al pelirrosa, pero esta vez el granta se limitó a chasquear la lengua y silbar entredientes como si se hubiera quemado, echándose para atrás para que pudieran entablar mejor contacto visual entre ellos. Si estaba en medio mejor divertirse como espectador a salir escaldado.

Las arañas se movían con suma precaución en su esquina, tanta que de no ser por las apuestas tontas se habría aburrido en seguida de mirarlas. Cuando Connor se jugó su anillo, no obstante, tuvo energía de sobra para mostrarse fingidamente ofendido. En el fondo un poco sí que le preocupaba.

—¿Discuuulpa? ¿Desde cuando en una apuesta te juegas algo que no te pertenece? ¿Lo hacéis alrevés en planeta Piedra o qué? —Ethan se sumó a las apuestas ajenas, añadiendo el chaleco de Connor como premio y marcando la norma. El varmano dejó caer la cabeza con un bufido de humor sin energías, mientras pensaba que pedir—. Entonceees… Yo me apuesto un beso de Ethan —la pequeña sonrisa de medio lado que adornaba su rostro se volvió una entera, llena de santísima castidad.

Ethan pedía algo de Connor, Connor pedía algo suyo y él pedía algo de Ethan. Era lo justo, ¿no? Ahora, por mucho que ganase el americano no iba a desprenderse de su anillo y dudaba que él fuera a cederle su chaqueta al mestizo, así que, ¿qué más daba jugarse tal tontería? Si acaso era la única fácil de cumplir. Además, el varmano no era precisamente nuevo en reclamar tales muestras de afecto -y peores- sin pudor alguno cuando se encontraba mal. Le ayudaban a no pensar.
Así que con renovado interés, Nohlem observó el combate. Contra todo pronóstico la araña grande tenía en tamaño su equivalente a cobardía, y la pequeña, en lugar de alejarse alarmada por haber pisado la trampa, se adentró en la misma, intimidando a la mayor hasta que la forzó a marcharse de su propia casa. No fue nada épico, pero lo suficiente para que sus ojos brillasen ligeramente por el sabor de una victoria.

—¿Aaaah? ¿Connor? —le miró con hiriente sorpresa—. ¿Qué ha pasado, grandullón? ¿Qué te decía de los bajitos? —le dio un codazo. Después recordó lo que tocaba. Se giró a Ethan con elegante teatralidad y una sonrisita que poco escondía sus malas intenciones, antes de señalarse una mejilla y darse sendos toquecitos en esta con un dedo—. ¿Hmmm? Creeeo que he ganado, capitán.

No lo estaba pensando y eso era todo un logro. Que el cadáver de Serena estaba a escasos metros de donde se encontraban.