Tarot entre Mundos

Recuerdo del primer mensaje :

Connor se encontraba tumbado en una de las camas del torreón. Hacía nada que había ocurrido lo de las putas ratas, la huida, Serena... Aquella pesadilla hecha de sombras y huesos... La mayoría ya estaban abajo, preocupados por la llegada de Rick, Kalna, Abel y Serena y hablando con ellos. Él en cambio era incapaz de bajar en ese instante, porque sabía que en cuanto viera a la pelirroja su sangre herviría de nuevo como si por sus venas corriera lava. Así que ahí estaba, intentando relajarse si es que eso era posible, con una completa desconocida desmayada en otra de las camas. Aria. El motero permanecía con los ojos cerrados, sin parar de darle vueltas a lo ocurrido antes. ¿Qué cojones era esa cosa? Había atravesado el puto muro como si fuera un fantasma. No, como si lo fuera no... Es que tenía que ser un puto fantasma. ¿Qué otra cosa podía ser? Y  sus pensamientos divagaban entre lo sorprendente que era ese detalle y lo jodidamente aterrador que resultaba. Se había paralizado, como cuando era un niñ-. Szczcheniak entró en la habitación, interrumpiendo aquellos sombríos recuerdos para agradecimiento de Connor.

En un principio la idea del canadiense era permanecer en el cuarto para estar solo, pero no le importaba la presencia del cánido mientras estuvieran en silencio. Sin embargo, conforme pasaban los minutos se descubrió sintiéndose algo más tranquilo con su compañía, al fin y al cabo, después de lo ocurrido en las calles estar solo se volvía un escenario desesperanzador y peligroso. Con la sensación y tranquilidad en su cuerpo de saber que mientras descansaba había alguien allí, porque aquella chica nueva no contaba debido a su inconsciencia, Connor empezó a preguntarse qué estaría haciendo su compañero para matar el tiempo. <<Seguramente en lo que acabamos de ver...>>

El motero acabó por incorporarse, con un bufido y gesto cansado, y luego se giró sentado en la cama para observarle. Estaba mostrando unas especies de cartas, y aunque no sabía de qué se trataba aquello solo despertó su interés. Connor decidiría preguntarle sobre ello, aunque no podía negar que no se trataba solo de genuina curiosidad. Pensar en todo lo ocurrido le estaba machacando como si fuera un martillo demasiado pesado, y necesitaba una distracción.

-Eh, Schecheniak.- Empezaría a hablar, intentando pronunciar su nombre como buenamente podía. Aunque era complicado de momento.- ¿Qué cojones son esas cartas? ¿Puede meterse otro jugador?- Preguntó con tono cansado por toda la situación, aunque había un matiz de interés en sus palabras. Jugar a lo que fuera aquello parecía mejor pasatiempo que seguir pensando en lo jodidos que estaban todos. Aunque entendería que su compañero rechazara la oferta y quisiera seguir en silencio.

Colmillo esperó pacientemente a que Connor revolviera las cartas a su antojo, observando cómo lo hacía ya como un hábito desde que su nana le había dicho que podía saberse mucho de una persona solo viendo cómo trataba las cosas de los demás.

-Joder, sí, mi nana es la puta ama -contestó con el pecho hinchado de orgullo por ella-. Su don es la hostia, de verdad. Y no solo con las cartas. Cualquier tipo de puta adivinación la borda. A veces, incluso sin darse cuenta -comentó bajando un poco el tono en la última frase, recordando algunas predicciones chungas que había tenido de forma espontánea, como la muerte de Yaya o el ataque a Freyja o, más recientemente, la frase que le dijo antes de que Matka viniera a por él-. A ver, tampoco es que pueda abusar de eso -siguió contando obligándose a sonar un poco más animado para no caer en el hoyo del recuerdo de nuevo-. Adivinar cansa como cualquier habilidad. Y también mi nana dice que tampoco se puede explotar a los arcanos, que o los tratas bien y respetas sus tiempos y sus mierdas o estás jodido -terminó encogiéndose de hombros.

Él nunca había creído demasiado en esto último. Para el vittya los arcanos, como mucho, podían castigarte con predicciones incorrectas, pero él no había tenido una predicción real en su vida y nunca les había hecho nada, así que no creía mucho en que tuvieran una voluntad real de rebelarse. Aún así, Nana era la experta y no sería él el que fuera pillado contradiciéndola en este mundo y en cualquiera.

A medida que Connor elegía carta, Colmillo las iba colocando cuidadosamente en forma de cruz, en orden y en la misma dirección en la que las había recogido para perturbar lo mínimo posible la tirada. Ante la pregunta del humano, el zawodny simplemente asintió de acuerdo con esta mientras reunía el resto de cartas de nuevo en un mazo y lo dejaba a un lado.

-Las cartas representan la situación actual, las influencias que tiene y lo que puede pasar a futuro si no cambias la situación. También te darán una "solución", aunque es más bien un consejo -comenzó a explicar señalando todas las cartas desplegadas-. Esta es la primera que levantaremos y hablará de todo lo positivo respecto a tu pregunta o los puntos a favor para enfrentarte a ella -explicó mientras levantaba la carta para dejarla en la misma posición en la que había estado boca abajo-. El Wendigo en posición derecha. Esta ya la conoces -señaló dejando ver el elaborado dibujo de un grotesco vittya con calavera de rogi, grandes astas y garras bestiales en manos y pies-. Como te dije, aunque parece un mal augurio no lo es tanto. Significa cambio principalmente. Derecho y en esta posición significa que partes con la ventaja de estar abierto a los cambios y a las transformaciones que esta mierda de ciudad tire sobre ti. Vamos, que te vas a adaptar de puta madre porque es algo que se te da bien -terminó mirando a Connor para ver cómo se tomaba esta primera carta.

Cuanto más hablaba el cánido sobre los dones de su nana, más evidente era que creía fervientemente en todo ello. Connor por su parte, solo podía cuestionar si aquello podría ser jodidamente real o no... porque por lo que decía, su puñetera nana tenía un buen número de aciertos. <<Acabo de correr cagando hostias de un puto monstruo... Las cartitas del tarot serían lo menos loco del jodido día...>>

El motero aguardó mientras escuchaba a Szcheniak detallar el funcionamiento de cómo sería aquella lectura. Connor se limitó a asentir mientras esperaba con impaciencia que levantara la primera. Cuando vio que se trataba de aquella primera y tétrica carta por la que se había interesado, El Wendigo, no pudo evitar bufar divertido ante toda la situación. Un ser de calavera canina, cuernos y garras bestiales se mostraba ante sus ojos y como aún se mostraba medio escéptico... Connor prefirió elegir el camino de la sonrisa y la puta guasa.- ¿Ese bicho de los cojones otra vez? Pues empezamos bien, no me jodas...- Comentó con sorna al ver que incluso para ésa clase de cosas parecía ser un desgraciado. Aún así no tardó en soltar un "Ah, es verdad...", cuando Szcheniak volvió a explicar que no tenía que tratarse de algo malo. Era cambio.

Sus siguientes palabras resultaron ser más reveladoras. Solo los "Hmm" que fue soltando Connor le harían ver a su compañero que estaba escuchándolo, porque en lo que se refería a su mirada... Estaba algo más perdida, con ceño fruncido. <<Vale, me cago en la puta. Puede que algo haya acertado con esta carta. Pero no significa una mierda, ¿no?>> Pensó el canadiense mientras se obligaba a analizar con detalle la información otorgada. El Wendigo era cambio, y en contexto con la pregunta que acababa de hacer, significaba que él tenía cierta ventaja a la hora de adaptarse a dichos cambios. Si, eso tenía todo el puto sentido, ¿verdad? Toda su vida se había tratado de giros inesperados, a fin de cuentas: Orfanato, las calles, el club. Peleas, asuntos que salían mal... Traiciones. Estaba acostumbrado a improvisar, a adaptarse. Y tenía muy claro que se debía a la vida que había vivido tanto antes como una vez dentro de los Wyverns. Pero luego pensaba en ese monstruo de sombras y en lo poco que se había logrado adaptar a ese puñetero cambio. Aunque bueno, al final había espabilado y huyó cagando leches, ¿no?

-Joder.- Empezó a decir Connor mientras asentía con la cabeza, su mirada posada en la carta tenebrosa del Wendigo, que ahora no parecía ser tan tenebrosa.- A ver, ni de coña me gustaría tener que adaptarme a las mierdas de ahí fuera, eso significaría tener que verlas de nuevo. Pero tampoco parece que tengamos otra puta opción. Y algo de razón si que tiene esa carta... En mi mundo siempre me he tenido que adaptar.- Dijo con el ceño fruncido y volviendo a asentir.- Está bien, joder. Llevas uno de cinco aciertos, por ahora. A ver qué más tienes para mí, cabronazo.- Comentó mientras señalaba con la cabeza el resto de cartas, con una leve sonrisa en los labios y algo más repuesto.

Con todavía un porcentaje de escepticismo en su cuerpo, porque aún pensaba que podía haber sido coincidencia el acierto, Connor se mostraba curioso. Porque otra parte de él no veía disparatado que acertara todas las veces. A fin de cuentas, estaba en Rocavarancolia. Y prefería que su compañero le adivinara su futuro y todos sus putos secretos antes que vérselas de nuevo con aquella manada de ratas. O con lo otro.

A medida que Colmillo iba dándole la interpretación de la carta a Connor, no pudo evitar fijarse en sus expresiones, muy interesado en su reacción. Al principio, su ceño fruncido parecía más confuso que en desacuerdo, pero pronto pareció bastante conforme con el resultado y el vittya no pudo evitar regodearse un poco en haber acertado. Quizás las posiciones futura y consejos se le fueran a escapar más, pero al menos podría decir que la interpretación de la realidad se le estaba dando bien.

-Joder si adaptarse a estar aquí no va a ser la mierda más jodidamente grande -estuvo de acuerdo el zawodny-. Pero, hostia, es una muy buena primera carta para la cabronada en la que nos han metido. Te aseguro que de adaptarme yo no sé una mierda -le animó con un poco de autodesprecio.

El zawodny no era tan tonto como para no ser consciente de lo protegido que había crecido. En las escasas ocasiones en su vida en las que los imprevistos le habían obligado a adaptarse a algo siempre había tenido a toda su familia como respaldo. Al final, la realidad era que había muy pocas cosas que sabía hacer por sí mismo.

-Vamos con la siguiente, que estoy en racha -dijo medio sonriendo mientras levantaba la carta de la derecha-. Esta va a hablar de la mierda en contra que tienes -comenzó mientras descubría la carta, que mostraba una cierva bípeda con un sol como corona, una cinta cubriéndole los ojos y mostrando las palmas de las manos desnudas. El fondo de la carta es un extenso e infinito desierto en tonos ocres con grandes dunas. En contraste con el desierto, el marco de la carta está rodeado de flores marchitas-. Es La Ciega, en posición invertida -indicó, estremeciéndose al recordar la dura mitología que envolvía esa carta-. En general, La Ciega habla de sacrificio. Invertida como está significa sacrificio inutil o fracaso -explicó frunciendo un poco el morro, molesto por estar sacando a relucir algo de Connor que quizás no quisiera compartir-. Realmente representa una diosa en mi mundo. Más bien un suceso concreto de su historia que no es… no es el más agradable -continuó, queriendo mostrar un poco de su cultura, pero sin querer entrar en detalles sin que Connor preguntara. Posiblemente a Connor le daba igual para quien había sido un suceso exactamente más desagradable en opinión de Colmillo-. Viene a significar que a la hora de enfrentarte a la ciudad hay un fracaso pasado o algo por lo que te esforzarse y que salió mal que te está lastrando.

Colmillo no quiso decir más por si algo de lo que había dicho molestaba a Connor. El humano le parecía un tío de puta madre, pero ya había visto que podía tener reacciones explosivas a las cosas con las que no estaba de acuerdo y el vittya prefería no ser el receptor de esa mala hostia.

Connor asintió con la cabeza y una leve sonrisa ante las palabras del cánido, el cuál le estaba transmitiendo sus felicitaciones por haberse mostrado una carta tan buena como el Wendigo.

-Eh, vamos. Tú también te estás adaptando a este sitio de mierda.- Le dijo como respuesta cuando Szcheniak aseguró que eso no era lo suyo.- Hace dos días ni de coña habrías pensado que estarías aquí, echándole las putas cartas a un alienígena, ¿verdad joder? Si eso no es adaptarse... no sé qué cojones puede serlo.- Comentó con sorna.

Pronto, llegó el turno de revelar la siguiente carta. Connor se mostraba expectante ante aquello, y no solo por ver si había algo de verdad en aquellas revelaciones (y en ese caso lo que le deparaba), también por ver el arte tan jodidamente detallado que tenían. Escuchó con atención las indicaciones de su compañero sobre lo qué significaría la próxima respuesta: La mierda que tenía en contra. Y con aquella frase algo perturbadora Connor observaría con curiosidad lo que iba a ser revelado. La Ciega. Se trataba de una cierva a dos patas, como lo parecían todos en el mundo de Szcheniak. En su cabeza portaba un sol y como su nombre indicaba estaba ciega, porque llevaba los ojos vendados. El arte nuevamente era impresionante, y Connor no pudo evitar soltar un suspiro sorprendido mientras se fijaba en las dunas que hacían de fondo o en las flores marchitas que hacían de marco.

Lo que quería decir aquella carta invertida no era tan bonito, a juzgar por aquel estremecimiento del cánido y lo que dijo a continuación. Lo que le reveló dejó al motero en silencio y sin palabras que decir, con el ceño fruncido y expresión pensativa y distante. Sacrificio inútil. Fracaso. Algo de su pasado que salió terriblemente mal... Algo por lo que intentó hacer un sacrificio y que fracasó estrepitosamente. Tanto, que ahora le lastraba a la hora de enfrentarse en la ciudad. Connor no tuvo muchas dificultades en buscar qué podía cuadrar con aquella explicación: Rhona, Yasser... Markus y Roderick.

No sabía si aquel conflicto pasado lo estaba lastrando en sus intentos de sobrevivir, y si tuviera que apostar diría que no... ¿Pero que aquello lo llevaba lastrando como unas pesadas cadenas desde hacía mucho tiempo? ¿Que había sido el mayor fracaso de su vida perder a sus amigos en ese puto páramo? Joder que sí. No se culpaba de sus muertes, pero un fracaso era un fracaso. Había superado sus muertes tanto como pueden superarse... Que era más bien poco. Con días mejores y peores. Aún los recordaba y volvían a la vida en comentarios de sus compañeros del club o al ver sus rostros, en la Tierra. En los silencios dentro de su habitación, cuando estaba solo y lo único que podía hacer era lamentarse como un puto desgraciado o tocar la jodida guitarra. Casi siempre ambas cosas a la vez. Los recordaba al sentarse en su motocicleta y notar sus ausencias, sus vacíos, tanto a la izquierda como a la derecha. Ni rastro de sus motos, una naranja y otra plateada. Ni rastro de aquella mujer llena de luz, que ocultaba a la perfección el mar de sombras del que estaba hecha. Ni rastro de aquel hombre lleno de ira, que ocultaba a la perfección un corazón nostálgico que nunca dejó de vivir en el pasado. Si Connor tenía que buscar algo que cuadrara con su vida y con la puta Ciega de los cojones... Si, tenía que ser eso.

El motero tenía el ceño fruncido y la mirada distante, pero en cuanto tuvo la oportunidad de salir de ese trance, y lo hizo, cambió con velocidad su actitud. En un vano intento de ocultar que aquella maldita carta de mierda había dado justo en el clavo. En el puto pecho y a la altura del jodido corazón.

-Vaya putada esta carta, ¿no?- Comentó con sorna en sus intentos por fingir y aliviar la tensión. Miró al cánido unos instantes, y quizás de manera egoísta para dejar de pensar en sus mierdas y cambiar de tema... Decidió pasarle la puta pelota y que cayera en el tejado de su compañero. Al fin y al cabo había sido él quién le había hablado de "ella".-¿Y qué le pasó a esa diosa tuya, joder? Porque parece chungo de cojones... Y a mí me acaba de tocar y encima... ¿cómo le dices tú?- Preguntó con el ceño fruncido, aunque no le daría tiempo a responder a Szheceniak.- Invertida, joder. Eso.

Connor se quedaría unos segundos en silencio antes de volver a hablar. Tenía que reconocer que aquella carta había acertado un poco. No sabía si respecto a la hora de sobrevivir. Pero aquel... fracaso... Por supuesto que llevaba lastrándolo durante un año y varios meses.

-Dos de cinco, cabronazo. Más o menos. Me da a mi que si tienes el puto don de tu nana...- Le concedió a su compañero asintiendo con la cabeza, con menos dudas sobre todo aquello. Su mirada no pudo evitar posarse unos segundos en la carta de La Ciega. Era curioso, la carta más bonita hasta ahora también era la más cabrona. Y dónde antes la había admirado... ahora no le apetecía tanto observarla.

Colmillo sonrió un poco cuando Connor le dijo que él también se estaba adaptando de puta madre. No le creía, por supuesto, porque claramente no se estaba adaptando una mierda cuando lo único que había hecho hasta ahora era sentir miedo y soledad, pero las palabras del humano le dieron bastantes ánimos. Si un tío tan guay como Connor le decía eso, pues algo de verdad habría.

Y precisamente por eso le fastidió tanto tener que presentarle una carta invertida. Incluso si había sido rápido en cambiar su expresión a algo más neutral, a Szczenyak no le pasó desapercibido el ceño fruncido y la cara distante, pero prefirió guardárselo para sí mismo y no hacer comentarios al respecto. Ya era suficientemente malo que estuviera dando a entender que le lastraba un fracaso, como para encima regodearse en cómo le había afectado.

-Sí, es… -comenzó un poco entrecortado, pero tras aclararse la garganta continuó con voz más estable-. Sí, cuando salen invertidas suelen ser una putada.

Por suerte, Connor preguntó sobre la historia detrás de la carta y Colmillo agradeció profundamente la distracción de su propia incomodidad y se lanzó a hacer un rápido resumen del origen del desierto de Ógien.

-Ella es Korén, la diosa de la naturaleza, los herbívoros, la fertilidad y el sol. Se encarga de la abundancia en las cosechas y que la tierra sea fértil, entre otras cosas, pero cuando la caza es demasiado coge unos cabreos de cojones y ya puedes mandar a la mierda tus cosechas -resumió rápidamente-. Cuenta la leyenda que antes de que mi especie poblara Zemlya… Bueno, en mi mundo hay un continente llamado Ógien que es básicamente un gran desierto, ¿vale? Entonces, antes de que Matka creara a los vittya, Kiel, el dios de la caza, permitió que sus depredadores arrasaran con los hijos de Korén. Ella cogió un cabreo de mil demonios por esto y arrasó con la tierra, quemó las plantas y secó el agua convirtiendo a Ógien en el desierto que es ahora. Luego cuando pasó el luto volvió a hacer fértil una zona, Cudowna, pero dejó el resto de Ógien seco para que nadie olvidara lo ocurrido.

Colmillo terminó la historia con un aire de veneranza sin poder evitarlo, porque siempre había considerado que Korén había sacrificado esas tierras para que Kiel y los vittyas no permitieran que algo así volviera a suceder y que este sacrificio era más doloroso para ella de lo que nunca sería para el resto.

En un principio, aunque hablar de historias y leyendas era una de sus cosas favoritas, Colmillo no había tenido la intención de hacerlo, ya que aunque él tenía curiosidad sobre los otros mundos no quería decir que otros también la tuvieran, pero el zawodny se alivió a sí mismo diciéndose que Connor había preguntado y que no había sido una imposición suya que pudiera resultarle pesada.

-Ya, bueno, no cantes victoria tan pronto -comentó con modestia tras lo que para él era un absoluto halago-. Ahora es cuando empieza a irse todo a la mierda en mis predicciones -dijo mientras señalaba la siguiente carta, la de arriba-. Esta viene a explicar la situación actual, el contexto de la pregunta Vamos, que va a explicar un poco la mierda que está pasando.

Dicho esto, Colmillo levantó la carta descubriendo una bonita imagen que mostraba un rogi y un katsuva enzarzados en una pelea, con los afilados dientes del katsuva enterrados en los cuartos traseros del herbívoro y las grandes astas del rogi ensartadas en el vientre del felino.

-Joder, otra invertida -se quejó colocándola en su lugar tal y como había salido, del revés-. Esta es La Caza. Suele significar equilibrio, verdad y justicia. Invertida significa, bueno, bastante obvio. Injusticia y desequilibrio. También puede significar deshonestidad e inmoralidad.

Durante unos segundos, el vittya se quedó mirando la carta fijamente, como si no fuera capaz de asimilar un resultado tan exacto en su tirada.

-Tiene puta razón, ¿eh? Esto es una puta mierda injusta.

Connor escuchó con atención la explicación del cánido. Por lo que decía, La Ciega, esa carta que le había dejado algo tocado y recordado mierdas de su pasado que prefería no pensar... Pues era una puta diosa para su compañero y para el mundo del que venía. El motero, que no era creyente para nada, atendió a sus palabras como si de un puto cuento se tratase. Y la verdad es que era uno bueno, aunque fue tanta información de repente que no pudo evitar fruncir el ceño perdiéndose un poco entre nombres como Kóren, Kiel, Cuwona o algo así y Ogien. Le recordaba a las típicas mierdas que creían algunos en la Tierra, con un dios cabrón que si te portabas mal te mandaba un puñetero diluvio,  y ante todo eso solo pudo pensar que todo era más sencillo cuando creías que no había nada más allí fuera. Que estaban solos y jodidos desde que eran unos putos enanos que acababan de nacer. Aunque no pensaba decirle en lo que debía creer o en lo que no, incluso algunos de los Wyverns eran creyentes.

-Joder...- Dijo mientras asentía con la cabeza pensativo, intentando sin mucho éxito quedarse con los nombres que Szcheniak le había dicho. Connor cogió la carta de La Ciega por uno de los bordes, y la alzó mientras volvía a hablar.- Se ve que a ésta nadie le toca los cojones, ¿no?- Comentó con sorna y una leve sonrisa.-En mi mundo, la mayoría de la gente cree en un puto dios que te quiere y todas esas cosas... Pero también hay muchos que no creen en una mierda, como yo.- Le informó mientras volvía a dejar la carta dónde estaba.-¿Hay de esos en tu mundo? ¿Gente que piensa que estamos solos desde toda la puta vida?- Preguntó con interés.

Por otro lado, su compañero no tardaría en sacar la siguiente carta. La cuál fue bastante evidente de interpretar, pero no por eso dejaba de ser algo turbia de cojones. Además, Szschenia había vuelto a acertar con las cartas, y le hacía pensar seriamente sobre si de verdad tenía alguna especie de don. El arte de La Caza era jodidamente bonito, como toda las anteriores. Y mostraba a dos animales enzarzados en un puto combate a muerte. Ver una representación de dos animales de su mundo, le hizo pensar en lo poco que sabían pues del... universo. Y no es que él fuera de los que se ponían filosóficos, a no ser que estuviera muy fumado de algo, pero le daban ganas hasta de saber más de cada uno de los hogares de sus compañeros no humanos.

-Sí, esto es una mierda injusta de cojones.- Secundó al cánido sin dejar de observar la carta, algo menos vivaracho que antes y desde luego más sombrío. La carta parecía recordarles que daba igual que fueran capaces de distraerse durante unos minutos... Estaban jodidos igualmente. Y la presencia de aquel monstruo de pesadilla, hecho de sombras y huesos, se hacía de nuevo más real y menos un recuerdo.- Estaría bien que tuvieras una carta... que nos dijera cómo salir de esta mierda, ¿verdad?- Comentó casi a la nada con el ceño fruncido, con sorna sí, pero con la amargura pintando de negro cada una de sus palabras. Connor alzó la vista para mirar a su compañero, pero no tardó en desviarla hacia la tronera de la pared. Pensando en lo que había allí fuera y esperando que la siguiente carta no fuera tan deprimente.

Colmillo rió con la broma sobre que a Korén nadie le tocaba los cojones, pensando brevemente que no era como si se pudiera decir eso de algún dios, pero en seguida se centró en la pregunta que hizo a continuación, frunciendo el ceño al no entender muy bien a qué se refería con creer.

-Creo que no te sigo -respondió ladeando un poco la cabeza en confusión-. No es una cuestión de creer o no. La naturaleza es lo que es y todos formamos parte de ella. Yo formo parte de la naturaleza de Zemlya y tú de la Tierra. Creer o no en ella no va a cambiar eso -contestó sin llegar a entender en qué exactamente creía o no Connor y que tenía que ver estar solo con un dios que te quiere o no lo hace.

Si bien Szczenyak era bueno con las historias y leyendas, sabía que eso no le convertía en la manzana más lista de la cesta, pero si de algo podía estar seguro y era porque le parecía completamente obvio era que la naturaleza tenía un orden, todos los seres que la componían eran iguales y los dioses estaban ahí para asegurarse de que ese orden y esa igualdad se respetaban. “¿Funciona distinto la naturaleza en la Tierra? ¿Son los dioses distintos ahí?” se preguntó a sí mismo, no queriendo molestar a Connor con sus preguntas, pero pensando que podía ser así.

Si algo le había demostrado el poco tiempo que llevaba conviviendo con estos seres era que podían sorprenderle tanto sus diferencias como sus semejanzas.

-Sí, bueno, esa es la idea -contestó su última pregunta con el mismo tono.

Las cartas no estaban saliendo muy positivas que se dijera y Colmillo temía que las dos últimas no serían mejores.

-Esta -dijo señalando la de abajo-. Habla del futuro, más o menos. Viene a ser la mierda que pasará si no cambias nada. Y la última sería un consejo o una respuesta a tu pregunta. Con suerte, nos dirá cómo lidiar con la mierda -explicó intentando darle algo de humor, pero bastante ensombrecido por las malas perspectivas.

Si quien estuviera echando las cartas fuera su nana, Colmillo tendría plena confianza en que sus habilidades le permitirían encontrar una solución, pero siendo él el lanzador el vittya solo podía esperar que el golpe fuera leve o que, lo más probable, no significara nada más que que era un inútil en la adivinación.

-Mierda -se quejó al ver que la siguiente carta también estaba invertida.

La carta mostraba un vittya adulto, un Salvaje del Páramo, erguido con orgullo mirando al horizonte, con un brazo extendido sobre el que se posaba un cuervo. Su otra mano sostenía una lanza apoyada en el suelo y a su espalda podía verse una ballesta y un carcaj de saetas. Al fondo de la imagen podía verse el atardecer proyectando las sombras de una manada de rogis.

-El Cazador -explicó mientras colocaba la carta en su sitio-. Significa lucidez, absolución y perdón, principalmente. Invertida puede ser dudas, culpa o temor. Supongo que puedes imaginarte que en esta posición significa que el futuro va a ser una mierda enorme.

Claramente, aquella no estaba siendo una lectura formal y si su nana le escuchara le tiraría de las orejas por poco profesional, pero Colmillo temía poner en palabras lo que aludía el Cazador invertido. Un futuro lleno de mayor miedo e incertidumbre que el presente e incluso la posibilidad de que terminaran haciendo cosas de las que se arrepentirían.

-Joder, a ver si la última nos da alguna puta solución, ¿eh? -dijo intentando teñir sus palabras de algo de alegría y mofa, pero sin conseguirlo del todo.

Con ese ánimo tan bajo fue que le dio la vuelta a la última carta, la del centro, quedando momentáneamente mudo.

La carta mostraba un cachorro, un bebé diminuto hecho bolita sobre lo que parecía una pila del resto de su camada de los que solo se distinguían los pelajes blancos y negros que contrastaban con los tonos grises y pardos del pequeño vittya protagonista. El perfecto círculo que formaba su cuerpo solo era perturbado por sus orejas puntiagudas. Su tamaño y sus ojos sellados daban a entender sin ninguna duda que no era más que un recién nacido.

-El Cachorro -explicó mientras colocaba la carta cuidadosamente en su lugar, en la temida ya posición invertida-. Significa inocencia, espontaneidad, pureza… En esta posición… Invertida significa insensatez, imprudencia e ingenuidad. Creo que… Creo que quiere decir que nuestra única salida es asumir riesgos.

Colmillo tragó pesadamente. En el fondo de su mente sabía que él no tenía el don de su nana y por lo tanto esto no significaba nada, pero una parte de él no podía evitar preguntarse a qué riesgos horribles tendrían que enfrentarse en un sitio como aquel para poder escapar.

Tras haber tenido que huir cagando leches de un monstruo que atravesaba paredes, había esperado que las cartas de Szcheniak lo distrajeran un poco de tanta mierda. Pero aquello no estaba saliendo como esperaba. El cánido acertaba de una forma precisa y eficaz, y lo transportaba a su pasado más de lo que le gustaría. Haciéndole recordar viejas heridas que nunca podría curar del todo. Bajo una capa de sorna y leves sonrisas, Connor empezaba a temer un poco la espera hasta la siguiente carta y lo que vaticinara ésta o adivinara de su pasado.

Las siguientes cartas no fueron mucho mejores. La del Cazador mostraba a un miembro de la especie de Szcheniak portando lanza y ballesta, y eran temor, dudas o culpa en el futuro. Como siempre, el arte era jodidamente bueno, pero quedaba enturbiado ante su puñetero y oscuro significado.

-¿En serio, joder?- Dijo con una leve sonrisa y alzando un poco las manos. Un pobre intento de tomarse a coña que todas la cartas salieran malas, aunque su tono revelaba un pesimismo mal escondido y muy parecido al de su compañero cánido.- A éstas alturas voy a pensar que estas cartas son en realidad un puto juego de hacer llorar al cabrón de enfrente...- Soltó con sorna el motero con un bufido y meneando la cabeza.

Connor asintió a las palabras del cánido, consciente de su intento por aliviar el ambiente aunque sin mucho éxito. La siguiente carta tampoco fue la mejor del mundo, y su significado fue algo que tomó por sorpresa a Connor. Se trataba del Cachorro, y como tal, mostraba a una camada con uno de ellos de un color diferente y siendo el protagonista del dibujo. Szcheniak le explicó que esa carta era un consejo final para su pregunta. Y la respuesta era: Ser imprudente, insensato... Correr riesgos.

-Venga ya, no me jodas...- Dijo con una sorna sombría. Había esperado una solución mucho más clara y desde luego no algo como aquello. Correr riesgos era jodidamente lo contrario que tenías que hacer si querías sobrevivir, aunque no era algo que  el motero no estuviera acostumbrado... La vida en el club era un riesgo constante...- Pues vaya puta mierda... No creo que la manera de sobrevivir sea corriendo riesgos, joder... Hoy lo hemos hecho y mira al cabrón que nos hemos encontrado.- Dijo señalando la pared como si así pudiera llegar al fantasma negro de antes.- Hmm, da igual.- Connor se levantó de la cama, dispuesto a irse en breve. Necesitaba estar solo un rato.- Tengas el puto don de tu nana o no, aunque ahora preferiría que no lo tuvieras, me pareces un cabronazo. En el buen sentido, eh.- Connor le mostró una sonrisa sincera mientras asentía con la cabeza.- Al menos has hecho que dejara de pensar un poco en lo de antes y en la gilipollas que tenemos abajo...- Dijo haciendo referencia a la pelirroja.

Connor no tardaría en irse de allí, deseando sumirse en sus propios pensamientos. El cánido le había caído bien, y eso era lo mejor que se llevaba de aquella puta conversación con las cartas. Éstas en cambio habían sido lo peor. Le habían hecho recordar mierdas de su pasado, que ahora solo podía volver a enterrar con un par de horas solo y un cigarrillo. En cuanto a las cartas sobre el futuro... Joder,  solo esperaba que aquello solo hubiera sido un juego y que de verdad su compañero no tuviera ni puta idea de nada.

Aunque Connor había dicho lo de llorar en broma, Colmillo estuvo de acuerdo en cierta manera. Las cartas eran impredecibles, pero las tiradas de su nana no solían ser tan fatalistas y dada la experiencia que acababan de tener con el monstruo, la verdad era que hubiera apreciado más una tirada amigable a esto.

El vittya asintió de forma distraída a las palabras del humano sin quitar la vista de las cartas como si así pudiera conseguir que repentinamente la tirada cambiara, pero en realidad en esto último no había estado tan de acuerdo con Connor. Ellos no habían corrido ningún riesgo consciente. En lo que a él respectaba, habían salido detrás de una niña mimada con un berrinche y se habían topado de bruces con el peligro. “Si al menos hubiéramos salido por ella, pero ni siquiera” pensó sabiendo a ciencia cierta que si Serena no hubiera cogido la cesta, él no se habría movido de su sitio.

-Tú también eres un cabronazo de puta madre, tío -contestó con una media sonrisa y dándole un puñetazo amistoso en el hombro, casi animado de nuevo por el comentario de Connor, aunque ambos sabían que en ese momento no había mucho espacio para su alegría.

Pero, si bien no había sido su mejor tirada, el humano tenía razón. Al menos les había ayudado a distraerse un poco de lo ocurrido.