Torreón Silente

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

Luci estaba concentrado principalmente en poner un pie delante del otro. Se mantenía lejos de la cabeza del grupo y lejos de la cola, pues tenía miedo tanto de ser el primero en enfrentarse al paisaje como de quedarse rezagado. Aparte de sus pasos también prestaba atención a las tres personas que le habían dirigido la palabra, asegurándose de tener al menos una a su alcance en todo momento. El daeliciano necesitaba nuevos referentes a los que aferrarse.

En cuanto a la fealdad de la ciudad, Luci hacía grandes esfuerzos por ignorarla. La zona por la que avanzaban parecía cada vez más y más ruinosa y los pocos edificios que se tenían en pie eran verdaderas abominaciones. Entre semejante escombrera no tardaron en ver una torre alzarse, claramente nueva y en buenas condiciones pero igualmente horrenda en sus términos estéticos. Por mucho que lo deseara no le quedaba más remedio que aceptar que ese era el posible refugio que había divisado la persona emplumada pues no había ningún otro sitio donde meterse. Se le escapó un gemido lastimero.

La torre (o más bien torreón) era altísima, de piedra gris y salpicada de diminutas ventanitas que auguraban un interior oscuro y frío. El único adorno que tenía era un ¿reloj? Parecía un reloj pero Luci no era capaz de interpretar la hora que marcaba. Tenía un puente sujeto por cadenas sobre un foso. Al acercarse el pelirrosa comprobó con alivio que no había huesos en él aunque olía terriblemente mal. << ¿Es que todo en esa ciudad es desagradable?>> pensó angustiado, cubriéndose la nariz con el cuello del pijama. No sería el primero en entrar, pero tampoco el último, simplemente seguiría al grueso del grupo a pasitos inseguros.

A pesar del turbulento clima y la presencia de la inmensa luna roja, Adam llegó a dormirse relativamente rápido en cuanto todos estuviesen listos. La fatiga mental que estuvo arrastrando y la extraña calma que sintió dejando caer su cuerpo en el suelo lo relajaron lo suficiente para ingresar a los brazos del sueño. Soñó con sus padres, sobre cómo reaccionarían al verlo así. Pudo verlos reprimiéndolo, soltando que ese es un castigo apropiado para él. Aún con esas los echaba de menos, aunque intentase engañarse.

Al abrir los ojos producto del ruido de los demás se miró a sí mismo. Nada había cambiado. Todo lo de ayer fue real. Observó a los demás y seguían conservando los cambios. No fue producto de un sueño, realmente sucedió.

El pegaso fue de los primeros en estar listo, esperando impaciente en la puerta por ver el refugio que la reina de Rocavarancolia les proporcionó. Tampoco tuvo la necesidad de llevar nada, aparte de su escudo tampoco echaba nada de menos en el torreón.

—<<Supongo que sí, sería una lástima desentendernos de este lugar… y de ella>> —contestó a Chromsa. Aunque no recogiese nada de allí, el torreón es como un buen recuerdo de lo mucho que ha logrado crecer como persona y tampoco quería abandonarlo por su parte—. <<Por cierto, os puedo ayudar a cargar con algo?>> —preguntó a todos, quería hacer uso de su cuerpo. Sin embargo, aunque iba a ofrecerlo, se retractó de proponer que alguien se montase encima de él, Adam lo veía extraño.

Alyssa se despertó rodeada de pétalos, demasiados pétalos. El proceso de florecer y caerse de forma estúpidamente acelerada de sus flores parecía no haberse detenido en absoluto y, por primera vez, agradeció que sus nuevos cuernos, ramas o lo que fueran le hubieran impedido dormir de lado, porque probablemente habría acabado con la cabeza enterrada de haberlo hecho, atragantándose en ellos.

Cuando llegó el momento de marcharse no recogió apenas ninguna pertenencia, no tenía nada que llevarse después de todo, pero se tomó la libertad de vagar por su cuenta por las habitaciones sumida en sus pensamientos mientras el resto terminaba. Hacía tiempo desde la última vez que lo había hecho, y moverse por el lugar que había sido su hogar y que, aparentemente, ya no lo sería más resultó ser una experiencia casi nostálgica… casi.
Evitó demorarse más de lo necesario y volvió con el grupo que ya empezaba a formarse en la salida en cuanto notó que la gente empezaba a estar lista. Era hora de buscar aquel refugio y ver qué les tenían preparado ahora sus encantadores “anfitriones”.




A medida que los recién transformados fueran saliendo del torreón, se darían cuenta enseguida de que no se estaban mojando. Seguía lloviendo, y era necesario fijarse para verlo, pero las gotas de lluvia parecían apartarse en el último momento de su trayectoria lo justo para no golpear a los presentes.

Al otro lado del puente levadizo, en la primera fachada entera cercana al torreón, Kirés, Xalkoth y Metro estaban esperando. El primero estaba apoyado en la pared y les saludaría sutilmente con una garra cuando lo vieran. El clinger se encontraba subido a la pared un par de metros por encima y agitaba efusivamente su tenaza para saludar mientras seguía agarrado con el resto de extremidades. En cuanto a Metro… del animal solo se veía media cabeza que asomaba por la esquina, sin terminar de fiarse de los que iban abandonando el torreón.

Como siempre, Lethe no entendía nada acerca de los ritos post-mortem de sus compañeros por lo que simplemente guardó silencio y no dijo que ella al menos no pensaba volver allí ni por ese motivo ni por otro que se le ocurriese en ese instante. Qirra ya solo existía en sus recuerdos y disponía sobre sus hombros de todo lo necesario para no “desentenderse” de lo que quedaba de ella: su propia cabeza.

A la enderth desde luego no se le pasó desapercibido el fenómeno extraño que les recibió en cuanto abandonaron el torreón: ¿cómo lucios no se estaban mojando si seguía lloviendo todo lo que no había llovido en los meses anteriores? Miró hacia arriba y notó que las gotas impactaban en algo invisible. ¿Quién había usado magia de aquella forma…? Ah. La respuesta les saludó entonces al avanzar un poco más. Parecía que después de todo, su congénere sí iba a cumplir su palabra. Y no estaba solo: lo acompañaba un clinger de apariencia sumamente extraña, aunque Lethe ya imaginaba que se trataba de su propio cambio por la Luna Roja, y… ¿un ave?

—Has venido —le dijo al enderth acercándose a él, incapaz de desviar la mirada de tanto en cuanto a sus peculiares acompañantes—. Hum… Gracias, supongo. ¿Quiénes… son tus amigos?
No, aquello no se le daba nada bien.

La respuesta de Kahlo le extrañó y la miró atentamente, parecía que la chica gato no le mentía. Cuando dijo que solo había subido para poder mirar el astro rojo no le sorprendió, la luna parecía tener una extraña influencia no solo en sus cuerpos, si no que también en sus mentes, un curioso magnetismo que por lo menos a él le provocaba que siempre acabase alzando la mirada para mirarla.

Kahlo se marchó poco después, animándole a volver a bajar. Kolja suspiró volviendo a alzar la mirada, si, seguramente era momento de volver a unirse al grupo. Cuando estaba bajando las escaleras notó otro de aquellos terremotos que venían sacudiendo la ciudad, aunque este parecía más debil y al mismo tiempo más cercano. Se encontró a Chromsa y Adam a los pies de la escalera, parecía que no estaban seguros de como habían llegado hasta allí, y por lo que oía de los otros parecía tratarse de un fenómeno en masa. Kolja se preguntó si se trataba de algún poder nuevo de uno de sus compañeros, al estilo de su ceniza/hierro, o la telepatía de Adam.

No le dio muchas más vueltas al tema ya que en ese momento volvió Amira de donde quisiese que hubiese ido y traía compañía. Otro pegaso como Adam la siguió por la puerta, este o tenía más experiencia no dejando escapar pensamientos o era mucho más callado incluso en la presencia de extraños. Tras la explicación de la francesa descubrió que al parecer no se trataba de ninguna de las dos, si no que era un simple caballo alado (que pudiese añadir la palabra "simple" a un hecho como ver un caballo alado arrancó una pequeña sonrisa al alemán).

Cenó con el resto y ayudo en la limpieza y a bajar los colchones, manteniendose callado y en segundo lugar, incluso con la misiva que apareció de repente en la pared no pronunció palabra. Para él tenía sentido que aquel torreón y el estilo de vida más medieval hubiesen formado parte de la prueba y ahora que había finalizado pues no era disparatado que les mudasen a un alojamiento más decente. Si que le molestaba que no pudiese llevarse ninguna de las armas o del equipo que había reparado durante los últimos meses, pero lo aceptó como un hecho.

Aún habiendo bajado los colchones Kolja continuó durmiendo aquella última noche en su sofá. Tenía la suerte de que no le hubiesen crecido cuernos o nuevas extremidades como a algunos de sus compañeros, por lo que durmió como siempre. Por la mañana no tardó mucho en prepararse, se puso la ropa con la que había llegado a la ciudad, su disfraz/ ropa de vikingo que llevaba en la fiesta de halloween de hace ni siquiera un año, aunque le parecía que había pasado más tiempo. La ropa le iba a pesar una tonelada en cuanto se mojase, pero si no quería llevarse nada que no hubiese traído no le quedaba otra. Cuando Luci se sacudió la ceniza de sus alas el alemán se quedó mirando la que le cayó a él en el brazo. El color de la ceniza apenas era diferenciable del de su propia piel. Sacudió el brazo con un suspiro, provocando que nueva ceniza saliese de su boca y cayese al suelo con un sonido metálico. De verdad tenía que aprender a controlar cuando la expulsaba.

No le pareció mal que algunos se llevasen las plantas del torreón, al fin y al cabo aunque no se las habían traído a la ciudad per se si que las habían llevado ellos al torreón. Cuando Chromsa sacó el tema del cuerpo de la dragoncilla que estaba enterrado en el jardín a Kolja le sentó como una pequeña puñalada. Se prometió a si mismo que en cuanto pudiese organizaría a alguno de sus compañeros con magia para cremarla y llevarsela con ellos, hoy por desgracia no podía hacerse ya.

Cuando salieron por el puente levadizo Kolja notó que la esperada lluvia no parecía estar mojándoles. Las gotas se apartaban antes de llegar a caer sobre ellos, como por arte de magia. Entonces se fijó en las dos figuras delante de ellos, el pájaro de la misma especie que su compañera pájaro y otro chico bicho cómo su compañera bicho, este bastante más cambiado por la luna que Kradko, por lo menos supuso que era la luna lo que había provocado sus cambios.

Kolja se paró al pasar el puente y les correspondió al saludo, levantando su grisácea mano.

Le agradeció el gesto a Luci mientras se echaba el mantón de manila sobre la cabeza para no mojarse con la lluvia, asomando bajo este sus antenas. La idea de visitar a la parqia le habría parecido mejor de no ser porque posiblemente ese refugio lo usaría más gente en un futuro, igual que lo habrían usado otros en el pasado, e irrumpir en la casa de futuros aterrorizados supervivientes para visitar a un fallecido… no se le antojaba de buen gusto. La otra opción era desenterrarla, la cual le gustaba menos aún, así que guardó silencio.

El mantón la protegía del agua fantásticamente bien, o eso fue lo primero que pensó antes de dar un par de pasos más. El suelo estaba húmedo como si hubiera llovido -y claramente seguía lloviendo- pero no solo su pelo, nada en ellos se estaba mojando. La respuesta de aquel escudo mágico apareció pronto en su campo de visión. Esbozó una pequeña sonrisa al ver a Kirés, más cohibida por el desconocido y aquella criatura, e inevitablemente los ojos se le fueron de un enderth a otro, comparándolos ahora que Lethe tenía sus cambios. Se sentía orgullosa de que su compañera fuese, al menos para ella, más impresionante.

—Hola. Gracias por el paraguas —bromeó, haciendo una pequeña reverencia con la cabeza.

Luci siguió la mirada de Chromsa hacia el patio. A pesar de haber pasado por allí no se había parado en la tumba de la parqia. Vivir con su tumba en el patio había sido incómodo. Había algo de incompleto, de asunto sin concluir en ello, incluso aunque se había convencido de que había vuelto al Demiurgo por otra vía. No quería sentir que abandonaba a su amiga, pero necesitaba ese cierra. ¿Tal vez podrían volver a por ella? Debía haber una forma mejor de enviar su cuerpo de vuelta.

Andaba cavilando sobre ello cuando cruzó el puente, así que tardó unos segundos en darse cuenta de que estaba lloviendo, y otros en darse cuenta de que no se estaba mojando. Miró hacia arriba para ver las gotas de lluvia esquivándole, fascinado, y luego adonde estaban mirando sus compañeros. El hombre pájaro intimidante había vuelto, justo como había prometido. Y no venía solo. Luci retrocedió un poco hasta quedar detrás de sus compañeros más voluminosos. No se sentía capaz de saludar a pesar de que la actitud de Lethe ante su presencia debería confirmarle que todo estaba bien. Se sentía cohibido. No obstante, si se dirigían a él saludaría con un gesto de la mano y una sonrisa tímida.

Ante su pregunta la mayor parte del grupo respondió con silencio. El ochrorio no podía culparles, no había sido el mejor momento para sacar aquella conversación teniendo en cuenta todo el descontrol del día anterior. Además, aunque ya había pasado un tiempo, la muerte de Qirra todavía se sentía cercana. -Eso espero. Aunque... creo que de momento hay asuntos más urgentes, en otro momento podemos pensar en ello.- respondió al ruso teniendo en cuenta el ambiente general.  -De momento puedo con esto, así que no te preocupes por mí. Si me hace falta ayuda te avisaré.- contestó con una leve sonrisa al ofrecimiento de Adam.

Poco después por fin llegó el momento de marcharse y no tardaron en empezar a cruzar el puente levadizo. La lluvia seguía cayendo y Chromsa pensó en volver a usar sus hojas para reducir el agua que les fuera a caer encima, pero con la cantidad que tenía solo bastaba para tapar a una persona o, con suerte, a dos. Y eso era por supuesto sin contar a los dos caballos alados del grupo. Iba a hacer un intento empezando a amontonar las hojas cuando notó algo bastante curioso. Estaban fuera, pero nadie se estaba mojando. Miró hacia arriba por si por casualidad había parado, pero seguía lloviendo aunque daba la sensación de que algo evitaba que les cayeran. El ochrorio solo encontraba una explicación a aquello.

Miró en todas direcciones a alguien capaz de ese hechizo y, al igual que el resto, no tardó en dar con una figura que le resultaba familiar. Teniendo en cuenta los pocos ciudadanos que habían conocido desde que estaban allí, no tardó en confirmar que se trataba de Kirés. El enderth no estaba solo, pues encima de él había... alguien. La vista del ochrorio no pudo reconocer bien de qué se trataba, pero por algunas características que pudo distinguir desde esa distancia, parecía ser de la misma especie que Kradko, aunque con ciertos cambios. Se unió al resto y, saludándole con la mano, dijo: -¡Hola! Me alegro de volver a verte Kirés.-  Justo después, siguiendo la pregunta de Lethe, añadió: -Cierto, creo que no lo conocemos. ¿También ha venido a ayudar?- En circunstancias anteriores a su cambio, el ochrorio se habría acercado sin problemas pero ahora algo en lo más profundo de su ser le instaba a quedarse a esa distancia hasta que el otro visitante confirmase que no suponía ningún peligro para ellos. Además, estaba el hecho de que Lethe se había referido a "amigos", pero Chromsa solo había visto a uno. ¿Acaso estaba escondido y no se había dado cuenta? Sí, lo mejor sería quedarse allí hasta que se presentaran los dos.

Adam no quiso deprimirse de nuevo por lo que pasó con la niña, ni tampoco deseaba recordar aquella espantosa imagen, así que asintió a Chromsa enseñando sus dientes en un burdo intento de sonreir.

Ya era hora de marchar y bajaron el puente levadizo para ponerse en marcha. La lluvia, por desgracia, seguía allí y el pegaso hizo el amago de querer extender sus alas para tapar de la lluvia a quienes estuviesen a su lado cuando notó que su cuerpo no se mojaba ni siquiera un poco. Por un momento pensó que su nuevo pelaje y plumas son impermeables pero no, los demás también se extrañaron de ello además que él mismo se mojó mucho el día anterior.

Sus ojos se iluminaron mucho al ver de nuevo a Kirés, aquel hombre pájaro que se encontraron en los jardines de la memoria. Por otro lado lo acompañaban dos figuras desconocidas para Adam, una medio escondida. El aspecto de ellos no es humano, por lo que Adam estuvo entre pensar si ellos tuvieron un cambio debido a la luna o ya vinieron así. ¿Su grupo es un caso especial? ¿Alguien más ha sido afectado por la luna? ¿Y los de Sendar? Eran muchas preguntas sin responder.

—<<¡Hola señor! No sé si me recuerda, estaba con los demás cuando lo conocimos. Adam Petrov, el de ojos verdes y pelo castaño, soy… era humano>> —dijo el pegaso meneando la cabeza para llamar su atención del hombre pájaro, de él quizás tendría respuestas—. <<¿S-sabe por qué me he convertido en esto? ¿Hay alguna forma de que vuelva a ser normal?>> —preguntó en un tono desesperado, todavía conservaba esperanzas de recuperar su cuerpo humano. El uso de la palabra “normal” quizás tampoco era demasiado correcto vista las circunstancias de los demás, con cambios igualmente radicales.

Aquella mañana salió del torreón sin más pertenencias que aquellas con las que había entrado meses atrás. ¿Para qué? Ni siquiera la capa que vestía habitualmente podía ayudarle con aquellas alas. Aun recortando la tela, el contacto de la tela irritaba sus nuevos apéndices. Era más molesto que soportar el frío y la lluvia.

La clinger tampoco comentó nada sobre volver al torreón. Si les habían echado, no creía que fueran a poder volver tan libremente. Ni siquiera lo veía necesario, pero no le parecía adecuado comentarlo. Entendía que para otros en el grupo era más necesario cuidar de algún modo de los cadáveres. Para ella el que ahora estuviera sirviendo de abono a las plantas era, a su manera, bastante bonito. No necesitaba más.

Le pilló tan por sorpresa como al resto que estuviera lloviendo a su alrededor pero no sobre ellos. Sin embargo, la respuesta no tardó en llegar. Se trataba de un trío de criaturas de las cuales dos parecían mucho más familiares de lo que esperaba. De hecho, conocía a ese Enderth. «Ka… ¿Cómo era? Kurt… No, eso no. ¿Kirt… Kirtash? ¡Nononono! No era eso, no se parece en nada. Pero Kir… Y creo que acababa con- ¡KIRÉS! ¡ESO!».

En cuanto al que estaba colgado, no había duda de que era un clinger. Un clinger con unas extremidades monstruosas que, al principio, le asustó un poco. ¿Pero qué podía decirle ella? Cierto que sus nuevas alas eran sin duda más alegres que aquellas extremidades, pero eran igual de raras en un clinger. Con esa mentalidad, dejó atrás el instante de duda y levantó el brazo para responder a su saludo.

—¡Hola! No esperaba que fuerais a venir tan pronto.

Se adelantó hacia el equino alado. «¡Cálmate un poquito! Acaban de llegar.». Pensó mientras le daba un par de palmadas en el costado. Solo que aquel no era Adam, sino el otro. El de Amira. El que no hablaba en absoluto. Tanto él como el ruso le intimidaban por su solo tamaño y su constitución robusta, pero al menos el ruso tenía capacidad de razonar. Se alejó un par de pasos deprisa por si se había sobrepasado. Con todo aquello, se había olvidado de lo que estaba pensando comentar. No debía ser importante.

Kirés fue respondió con una ligera inclinación de cabeza a los saludos y agradecimientos del grupo, para luego centrarse en Lethe y en responder a la pregunta que tanto ella como alguno de sus compañeros, o al menos eso es lo que habría hecho porqu-
–¡HOLAAAAAAA!

Sin ser capaz de esperar ni un segundo más, Xalkoth saltó de la pared en la que se encontraba y pasó por el aire los metros que lo separaban de Kradko. Aterrizó justo delante de ella y procedió a estrechar efusivamente una mano tanto con su garra como con su pinza mientras seguía hablando.
>>¡Yo soy Xalk! ¿O Xalkoth? Bueno, mi nombre es Xalkoth pero me suelen llamar Xalk. Tu eras Kradko ¿Verdad? ¡Encantado! ¡Que sepas que me hace mucha ilusión conocer a otro clinger en la ciudad! ¿Qué cosas puedes hacer? Ah, si: me refiero a cosas nuevas que hayas ganado con la luna. Yo tengo una pinza y mato plantas y… ¡Ah, si! ¡También enveneno a la gente que toco!
Justo después de decir eso, y todavía emitiendo felicidad por todas partes se fijó en la mano de la clinger, esa misma mano que todavía seguía estrechando al mismo tiempo que hablaba de sus toxinas. Le llevó un segundo de silencio pero consiguió entender las implicaciones de lo que acababa de decir y le soltó la mano.
–¡Ah! Pero solo cuando quiero, no te preocupes. Y… y... ¡También puedo volar! ¿Tu también puedes? Veo que tienes alas nuevas…

Mientras tanto, por su lado, Kirés no pudo evitar llevarse una garra a la frente y suspirar cuando la plaga se le adelantó con las presentaciones.
–Bueno, como habéis oído, ese es Xalkoth, un clinger arbóreo. No os preocupéis por él, es inofensivo, pero avisadme si necesitáis que lo sujete un rato. En cuanto a Metro… –Miró hacia el ave, que empezaba a asomarse ahora que veía que era un encuentro social y no de los peligrosos.
>>Es un ave de uno de los mundos vinculados a esta ciudad. Xalkoth se la trajo hace un tiempo, pero no suele gustarle la compañía asi que no creo que se os acerque. –les informó, pero acercarse era exactamente lo que el ave se disponía a hacer.

Metro, aparentemente de muy buen humor, se fue acercando lentamente al grupo y se metió dentro en busca de un individuo muy concreto al que localizó por el olfato.
Alyssa, que se había metido lo más dentro del grupo que pudo para que no se la viera mucho, se encontró de repente con el ave justo delante. La dríade, algo intimidada por la situación, retrocedió un par de pasos pero el ave rasa se limitó a volver a acortar distancias y, una vez a su lado, empezó a frotarse en su costado, cerrando los ojos y con una cara que parecía indicar que estaba a gusto con la chica, un evento tan insólito que hasta Xalk dejó de atosigar a su congénere unos segundos para mirar.
–¡Vaya! ¡Eso sí que es raro! Metro normalmente no le gusta estar cerca de desconocidos.

En eso Xalk no exageraba. Kirés, de hecho, habría añadido que tampoco se acercaba a conocidos, pero  no iba a decir nada. Prefería intentar traer algo de orden al caos que se había desatado y organizarse con el grupo del torreón.
–Será mejor que empecemos a movernos. Responderemos a las preguntas que tengáis por el camino. –Dijo al grupo en cuanto uno de los pegasos empezó a hacer preguntas mediante telepatía. –¿Qué destino teníais en mente? No sabíamos a qué refugio iríais así que por eso nos hemos reunido con vosotros ahora.

Aunque en su interior reprimió una risilla al ver la equivocación de Kradko, se mantuvo atenta por si el animal que parecía decidido a seguir a Amira a todas partes se encabritaba o amenazaba de alguna manera a la pequeña. Si no ocurría nada o la humana tenía a su nueva mascota bajo control, desde luego que su atención se centraría enteramente en la imposible de ignorar presentación del amigo de Kirés… ante la que se vio obligada de nuevo a temer por la integridad de la pequeña cuando el desconocido mencionó de forma tan casual que envenenaba al contacto. Por suerte no hizo falta intervenir, porque se aclaró de inmediato, pero cualquiera que se hubiese fijado en la enderth la notaría tensa. De hecho se acercaría todo lo disimuladamente que pudiera a Kradko y le cuestionaría con la mirada, como queriendo decir “¿No notas nada raro, no?”.

Al menos creía que podía fiarse un poco más de la palabra de Kirés al respecto, aunque le chocó saber que el tal Xalkoth era un arbóreo. No era un comportamiento que esperaba de uno de ellos, desde luego. En cuanto al ave, tan pronto como el enderth explicó que se trataba de un animal tímido este pareció querer contradecirle enseguida, acercándose a Alyssa como si la conociese de toda la vida.

Estuvo de acuerdo en comenzar la marcha cuanto antes y mientras caminaba cerca de su congénere, ya habiendo aclarado las primeras dudas del repentino encuentro, fue consciente por primera vez de que el aura que despedía cuando le habían conocido ya no era la misma. No, se corrigió, sí que lo era, pero ya no le resultaba incómoda o intimidante de la misma manera. Seguía infundiéndole cierto respeto, pero tras haber pasado por el cambio, Lethe se dio cuenta de que ya no se sentía insignificante a su lado. No entendía por qué aquel cambio de plumaje parecía haberlo otorgado… ¿qué? ¿Más confianza? ¿Desprendía ella ahora el mismo aura que su compañero? Bueno, era cierto que su capacidad mágica también era mayor ahora, por lo que tal vez estuviese relacionada con aquello.

—Hemos elegido comenzar por el refugio más cercano: la Torre Serpentaria —respondió a su pregunta, viéndose obligada a abandonar sus pensamientos—. Soy Lethe, por cierto —añadió mirando hacia el clinger, dándose cuenta de que había omitido su presentación.
Tenía muchas preguntas que le gustaría hacerle a Kirés, pero se contuvo: no quería abusar tanto de su amabilidad.

Kolja sonrió ante la amabilidad del chico nutria-cabra, algunas cosas no cambiaban y casi se le escapó una carcajada con la confusión de la niña bicho. Sentía curiosidad por la pregunta que había formulado Adam, antes de convertirse en pegaso su cuerpo humano había presentado algunos cambios ¿Por qué había cambiado su cuerpo humano si iba a convertirse en un caballo? No era un cambio que le hubiese dado una aparencia semi humana semi equina, como podía pasar en algunas pelis con los hombres lobo, ¿significaba eso que el rusky tenía dos cuerpos? ¿Qué podía alternar entre ellos?

Pensando aquello vio como el ave extraterrestre se acercaba a Alyssa y se frotaba contra su costado como un gato hipercariñoso, solo le faltaba ponerse a ronronear. Viendo que aunque sorprendidos, los dos ciudadanos no parecían estar preocupados Kolja se encogió de hombros y siguió al hombre pájaro cuando inició la marcha tras decirle Lethe cual era el refugio al que habían decidido ir.

-Oye, siento curiosidad, ¿hay alguna diferencia entre los dos refugios o es simplemente por cuestiones de población?- preguntó al hombre pájaro al tiempo que se ponía a su altura.- Soy Kolja por cierto, no me acuerdo si llegué a presentarme la vez anterior.

De no haber tenido los ojos enteros del mismo tono cualquiera habría visto como los rodaba al escuchar a Adam. Su aprecio al ruso estaba bastante roto, lo que le impedía simpatizar con lo que el pobre estaría pasando por tamaña transformación. Ante sus inmediatas preguntas solo sentía vergüenza ajena. La energética aparición de otro clinger (aún con los cambios se notaba lo que era) le hizo dar un pequeño repullo que, sumado a la suerte de estar al aire libre, no haría que sus toxinas abriesen un agujero en el guión de nadie. Sin embargo, al oír que Xalk podía envenenar al tacto mientras tocaba a Kradko puede afectase a los más cercanos a ella.

Visto que no era peligroso profirió una ligera risa, entrañada por los parecidos entre enderths y clingers allí presentes. Parecían mamá y papá pájaro de bicho y bicha. Con… otro pájaro más pájaro de mascota, que parecía preferir a Alyssa antes que a nadie. Siguió a los veteranos sin dejar de mirar a la griega de cuando en cuando, intentando que la sonrisa no la delatase, divertida por como reculaba con el animal.

Abierta la veda de las preguntas («¡ahora sí!» pensó sin mirar a Adam) hizo la propia tras Kolja.
—Y por casualidad no estaremos nosotros solos, ¿verdad? —no estaba muy segura de esa posibilidad. Le había costado compartir día a día con los allí presentes, y cuando por fin se sentía cómoda con ellos… lo mismo le tocaba acostumbrarse a más.
Irónico como hacía apenas unas semanas habría matado por más compañía, igual que había disfrutado de las interacciones con otros supervivientes, pero ahora que tenían tantos cambios por masticar, tanto de techo como de cuerpos, la presión de conocer a mucha más gente… resultaba abrumadora.

—¡Ah! —sus ojos se abrieron de golpe al caer en algo—. ¿Os suena un tal Wheem? Es varmano, como yo.

Alec cruzó el puente con el resto. No se había molestado en buscar ropa que le sirviese, estaba seguro que ninguna prenda le cabría en el nuevo torso así como no iba a haber calzado para él. Había considerado coger una manta para cubrirse pero tras recordar el frío que había hecho en las semanas previas a la Luna decidió no llevársela, si en el futuro había gente que se quedase allí iban a necesitarlas. Y de todas formas la semidesnudez que presentaba el escocés le preocupaba bastante poco.

Por suerte para él un enderth del que había oído hablar en una de las salidas de su grupo había hecho acto de presencia, y con él una barrera mágica que los protegía de la lluvia. Se presentó dando su nombre y no pudo evitar una sonrisa cuando Luci se cubrió tras él. No participó en el inicio de la conversación apenas, estaba distraído con todas las vibraciones que le llegaba a través de los pies. Era algo abrumador y tenía que hacer un esfuerzo considerable para mantener la concentración pero aquel momento podía merecerlo. Sobre todo cuando se dijeron las palabras "responder preguntas".

-¿Crees que nos darán algo de ropa? - añadió a las de sus compañeros.- No es que me queje, pero normalmente no necesitaba una talla 7XL, así que... - en su voz se notaba un timbre de humor respecto a aquello.

Luci sufrió un pequeño infarto cuando el clinger estrafalario dijo que podía envenenar gente tocándola. Ya iba corriendo hacia Kradko. ¿Para hacer qué? No lo sabía, actuó por puro impulso. Por suerte el veterano no había envenenado a su amiga, aun así Luci se quedó pegado a la clinger e incluso le tomó la mano por si al desconocido se le ocurría tocarla otra vez. Consiguió relajarse rápido, principalmente gracias al pollo gracioso que le estaba haciendo arrumacos a Alyssa. Se sintió tentado de acercarse para acariciarlo,pero permaneció junto a Kradko.

Los veteranos parecían amables a pesar de lo extravagante. Se ofrecieron a acompañarlos al refugio y a responder a sus preguntas, por lo que sus compañeros empezaron a plantear las suyas. Escondió una sonrisa pícara bajo el cuello del jersey cuando Kahlo mencionó a Wheem. No había tardado nada. Él le dio un par de vueltas a la cabeza a ver si podía añadir algo a lo que sus compañeros habían dicho, hasta que cayó en algo…

-¿Nos van a dejar volver a casa como prometieron?

Era la prueba definitiva, lo último que necesitaba para confirmar la naturaleza de la ciudad y de los que vivían en ella ahora que ya había superado su prueba.

Chromsa no esperaba la forma en la que el clinger transformado se acercó al grupo e instintivamente, entre el saludo tan efusivo y su salto, el ochrorio no tardó en esconderse detrás de Adam, atento a cualquier signo de peligro. Mientras que se iba presentando, el ochrorio iba recuperando ligeramente la compostura y echó alguna mirada desde uno de los laterales del pegaso solo sacando la cabeza. La mención de Xalkoth sobre poder envenenar al contacto le puso más tenso de lo que estaba y volvió a esconderse por completo. Por suerte, el compañero de Kirés tranquilizó a todo el mundo diciendo que podía elegir cuando envenenaba, así que Chromsa, ahora definitivamente, volvió a la posición que estaba antes de aquel susto. No parecía mala persona, aunque por la forma de expresarse y actuar o parecía bastante joven o estaba loco. Tal vez ambas.

Casi a la vez que él salía, el otro acompañante salió también de su escondite y se acercó a ellos. Era un pájaro bastante curioso que venía de un "mundo vinculado". Si estaba entendiendo bien las implicaciones de ese nombre, tenía bastante sentido aquella apariencia si venía de otro mundo. -Parece que le caes bien. ¿Será por las flores?- le comentó a Alyssa. Con aquella muestra de afecto del ave quedaba claro que nadie ese grupo era una amenaza, podía estar tranquilo.

No tardaron en ponerse en marcha hacia la Torre Serpentaria. Chromsa se quedó cerca del ruso, aunque estaba atento de sus nuevos compañeros. En especial, se centró en Kirés, que se había ofrecido a responder sus dudas, y en Metro. La había parecido curioso que se hubiera acercado a una desconocida teniendo en cuenta el comentario de Xalk y se preguntaba si podría repetirse con alguien más. Sin ser demasiado pesado, movió algunas de las hojas que le seguían para llamar la atención del pájaro, por si decidía acercarse a él.

Cuando vio un hueco entre las preguntas de todo el grupo añadió la suya: -¿Por casualidad no sabréis en que nos ha convertido la Luna, no? Teníamos pensado ir a investigar en algún momento, aunque había pensado que si vosotros lleváis más tiempo aquí tal vez supierais algo. Algunos de nosotros ya hemos visto que podemos hacer cosas nuevas- Para dar énfasis a lo último que hizo, agitó ligeramente las hojas a su alrededor. Cayó también en una cosa importante que pasó a añadir poco después: -Y disculpa si te estamos haciendo demasiadas preguntas. Desde que salió la Luna han pasado muchas cosas y todavía estamos bastante desconcertados.-

Adam vio curioso la rimbombante presentación de uno de los compañeros de Kirés. Xalkoth confirmó las sospechas de Adam: es de la misma especie que Kradko. El exterior difería en algunos aspectos de la apariencia anterior de la niña bicho pero eran similares, incluso sonaba muy familiar en su forma de hablar. Todos esos símiles hicieron que el pegaso tuviese una breve subida de ánimo que por poco no cayó en picado cuando mencionó el veneno.

Lo que sí le pareció algo raro era la actitud paranoica y asustadiza de Chromsa. Tampoco lo conoce de toda la vida pero sabe de él lo suficiente como para advertir esa paranoia ante eventos sorpresivos como algo no muy normal en su pareja. Sin embargo el ruso apreció que buscase protección colocándose detrás de su cuerpo equino, una pequeñez quizá pero igualmente sumó en las esperanzas de Adam de tenerlo a su lado pues desde aquél terrible periodo de aislamiento temía que el ochrorio se hubiese distanciado de él.

El ave parecía tímida hasta la médula pero igualmente se acercó curioso a Alyssa. La interacción de ambos le pareció incluso tierna a Adam.

El haber formulado la pregunta antes de tiempo, precipitarse con sus preocupaciones y pecar de impaciente con alguien que venía con buenas intenciones hicieron que Adam tuviese bastante vergüenza por ello. La pregunta se la reservó para el camino, el cual se le hizo difícil tropezando un par de veces con algunas irregularidades del terreno.

En realidad la pregunta de Luci era muy necesaria, incluso para el caso del ruso. Los demás querrán ver de vuelta a sus familias y Adam quizás vería resuelta su duda sobre si le es posible ir a Ochroria.

—<<Y... ¿Qué pasó con mi cuerpo humano? ¿Esto es permanente?>> —preguntó reiterando la pregunta. No quiso ser pesado, era su miedo instintivo por no tener respuesta a lo que le pasaba y su ansia por resolver la incógnita.