Torreón Silente
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- InvitadoInvitado
Torreón Silente
15/04/19, 08:23 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Luci estaba concentrado principalmente en poner un pie delante del otro. Se mantenía lejos de la cabeza del grupo y lejos de la cola, pues tenía miedo tanto de ser el primero en enfrentarse al paisaje como de quedarse rezagado. Aparte de sus pasos también prestaba atención a las tres personas que le habían dirigido la palabra, asegurándose de tener al menos una a su alcance en todo momento. El daeliciano necesitaba nuevos referentes a los que aferrarse.
En cuanto a la fealdad de la ciudad, Luci hacía grandes esfuerzos por ignorarla. La zona por la que avanzaban parecía cada vez más y más ruinosa y los pocos edificios que se tenían en pie eran verdaderas abominaciones. Entre semejante escombrera no tardaron en ver una torre alzarse, claramente nueva y en buenas condiciones pero igualmente horrenda en sus términos estéticos. Por mucho que lo deseara no le quedaba más remedio que aceptar que ese era el posible refugio que había divisado la persona emplumada pues no había ningún otro sitio donde meterse. Se le escapó un gemido lastimero.
La torre (o más bien torreón) era altísima, de piedra gris y salpicada de diminutas ventanitas que auguraban un interior oscuro y frío. El único adorno que tenía era un ¿reloj? Parecía un reloj pero Luci no era capaz de interpretar la hora que marcaba. Tenía un puente sujeto por cadenas sobre un foso. Al acercarse el pelirrosa comprobó con alivio que no había huesos en él aunque olía terriblemente mal. << ¿Es que todo en esa ciudad es desagradable?>> pensó angustiado, cubriéndose la nariz con el cuello del pijama. No sería el primero en entrar, pero tampoco el último, simplemente seguiría al grueso del grupo a pasitos inseguros.
- Magia:
Irán en negrita los traducidos.
Grimorio de hechicería de andar por casa:
-Curación general (orgánicos)
-Niebla mágica (ocultación o búsqueda)
-Ampliación de sonido (comunicación u obtención de información)
-Térmico (físico)
-Hechizos medidores de magnitudes sencillas (físico)
-Hechizo reflectante (físico)
-Nudo de cerática (menores)
-Limpieza de ropas (menores)
Hechizos para defenderse de bestias menores:
-Centella ambarina (ofensivo)
-Escudo mágico (defensivo)
-Sortilegio de defensa (defensivo)
-Levitación (transporte)
-Corte (físico)
-Hechizo de impacto (físico)
-Hechizo de inyección (físico)
-Traspaso de energía (varios)
-Hechizo de dentera (varios)
Hechizos que compartidos por los macieleros:
-Recomposicion (orgánico)
-Luz mágica (menor)
-Chispa de intuición mágica (ocultación o búsqueda)
-Hechizo de impulso (físico)
-Moldear materia orgánica (físico)
-Moldear materia inorgánica (físico)
-Cambio de color (menores)
-Sanación superficial (orgánico)
-Restauración (orgánico)
-Amplificación sensorial (orgánico)
-Curación nívea (orgánico - cerca de la luna)
-Hechizo de confusión (ofensivo)
-Centella ambarina (ofensivo)
-Protección básica (defensivo)
-Desvío (defensivo)
-Campo de fuerza (defensivo)
Luci estaba concentrado principalmente en poner un pie delante del otro. Se mantenía lejos de la cabeza del grupo y lejos de la cola, pues tenía miedo tanto de ser el primero en enfrentarse al paisaje como de quedarse rezagado. Aparte de sus pasos también prestaba atención a las tres personas que le habían dirigido la palabra, asegurándose de tener al menos una a su alcance en todo momento. El daeliciano necesitaba nuevos referentes a los que aferrarse.
En cuanto a la fealdad de la ciudad, Luci hacía grandes esfuerzos por ignorarla. La zona por la que avanzaban parecía cada vez más y más ruinosa y los pocos edificios que se tenían en pie eran verdaderas abominaciones. Entre semejante escombrera no tardaron en ver una torre alzarse, claramente nueva y en buenas condiciones pero igualmente horrenda en sus términos estéticos. Por mucho que lo deseara no le quedaba más remedio que aceptar que ese era el posible refugio que había divisado la persona emplumada pues no había ningún otro sitio donde meterse. Se le escapó un gemido lastimero.
La torre (o más bien torreón) era altísima, de piedra gris y salpicada de diminutas ventanitas que auguraban un interior oscuro y frío. El único adorno que tenía era un ¿reloj? Parecía un reloj pero Luci no era capaz de interpretar la hora que marcaba. Tenía un puente sujeto por cadenas sobre un foso. Al acercarse el pelirrosa comprobó con alivio que no había huesos en él aunque olía terriblemente mal. << ¿Es que todo en esa ciudad es desagradable?>> pensó angustiado, cubriéndose la nariz con el cuello del pijama. No sería el primero en entrar, pero tampoco el último, simplemente seguiría al grueso del grupo a pasitos inseguros.
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Re: Torreón Silente
07/04/21, 01:26 pm
No pasó demasiado tiempo del almuerzo cuando Adam rompió el silencio pidiendo disculpas. Chromsa tardó un poco para girar la cabeza para mirarlo, cualquier movimiento le costaba con aquel cansancio. Entendía la culpa que sentía, pero realmente no tenían modo alguno de saber que se encontrarían con Setenta y Siete. Podría haber ocurrido en cualquier otra salida y en esta habían ido tan preparados como en las anteriores. Estaba a punto de ponerle una mano en el hombro como muestra de apoyo, pero el ochrorio vio que no era un buen momento. Si Adam se había vuelto receloso al contacto, en aquel momento parecía que gritaría a quien fuera que lo tocara. Chromsa retiró la mano en el aire mientras intentaba encontrar unas palabras que lo ayudaran.
Después de eso se sucedieron varias disculpas por la discusión en el palacete. Chromsa se alegraba de que ahora que estaban más calmados fueran más conscientes de la situación e intentaran arreglarla. Todos estaban nerviosos intentando procesar lo que había ocurrido fuera, era normal que hubieran reaccionado así. -(A pesar de todo, seguimos siendo una familia)- pensó.
Cuando la conversación tuvo el primer matiz de volver a la culpa, Lethe actuó rápido para frenarlo. Sí, lo que había pensado en el palacete volvía a manifestarse. Con las fuerzas un poco recuperadas, Chromsa decidió intervenir: -Entiendo que nos sintamos mal por lo que ha pasado, pero nosotros no podíamos hacer nada. Es justo como dice Lethe, no podemos culparnos por algo que no podíamos controlar. Echaré muchísimo de menos a Qirra, pero al menos puedo estar tranquilo de que ese monstruo no podrá hacer más daño a nadie.- Relajó un poco su postura y continuó: -No se si al ser de otro mundo puede ocurrir... pero tengo la esperanza de que la Acromía la reencarne y podamos volver a encontrarnos.-
El ochrorio estaba hecho polvo, aunque la comida le estaba sirviendo para paliar el malestar. En otra situación se habría callado y hubiera dejado seguir la conversación, pero había que impedir que pasara la mismo que antes. En cuanto terminó de decir sus pensamientos, miró a Lethe y cambió el tema hacia algo más urgente en aquel momento: -Y... ¿quién va a encargarse? Si quereis enterrarla... os puedo indicar un sitio en el patio que sirva-
Después de eso se sucedieron varias disculpas por la discusión en el palacete. Chromsa se alegraba de que ahora que estaban más calmados fueran más conscientes de la situación e intentaran arreglarla. Todos estaban nerviosos intentando procesar lo que había ocurrido fuera, era normal que hubieran reaccionado así. -(A pesar de todo, seguimos siendo una familia)- pensó.
Cuando la conversación tuvo el primer matiz de volver a la culpa, Lethe actuó rápido para frenarlo. Sí, lo que había pensado en el palacete volvía a manifestarse. Con las fuerzas un poco recuperadas, Chromsa decidió intervenir: -Entiendo que nos sintamos mal por lo que ha pasado, pero nosotros no podíamos hacer nada. Es justo como dice Lethe, no podemos culparnos por algo que no podíamos controlar. Echaré muchísimo de menos a Qirra, pero al menos puedo estar tranquilo de que ese monstruo no podrá hacer más daño a nadie.- Relajó un poco su postura y continuó: -No se si al ser de otro mundo puede ocurrir... pero tengo la esperanza de que la Acromía la reencarne y podamos volver a encontrarnos.-
El ochrorio estaba hecho polvo, aunque la comida le estaba sirviendo para paliar el malestar. En otra situación se habría callado y hubiera dejado seguir la conversación, pero había que impedir que pasara la mismo que antes. En cuanto terminó de decir sus pensamientos, miró a Lethe y cambió el tema hacia algo más urgente en aquel momento: -Y... ¿quién va a encargarse? Si quereis enterrarla... os puedo indicar un sitio en el patio que sirva-
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Re: Torreón Silente
07/04/21, 05:24 pm
Alec comió unas gachas que le acercaron medio adormilado pero masticando con cuidado. Prefería las gachas al pescado en esos momentos porque no le quedaba energía ni paciencia para escoger espinas mientras comía.
Mientras tanto escuchaba al resto con toda la atención que podía y el tema de las disculpas no tardó en hacerse oír. Estaba de acuerdo con el tema de la culpabilidad, no había más que un responsable que ya estaba muerto y seguramente siendo devorado por unos carroñeros. Sin embargo aún tenía algo que hacer...
-Yo también lo siento - dijo en voz alta pero que se notaba cansada, somnolienta.- No por lo de Setenta y Siete... Por lo del palacio, perdí los nervios y el dolor no me ayudaba a pensar con claridad... Así que lo siento, no quería echar más leña al fuego...
Terminó de comer y apoyó el brazo contra el sofá, cosa que le hizo emitir un gruñido bajo.
-¿Puede alguien echarme una mano a quitar esquirlas de cristal? - preguntó con cansancio.- Las heridas me da igual, ya se curarán cuando se pueda... Pero los cristales me molestan...
Mientras tanto escuchaba al resto con toda la atención que podía y el tema de las disculpas no tardó en hacerse oír. Estaba de acuerdo con el tema de la culpabilidad, no había más que un responsable que ya estaba muerto y seguramente siendo devorado por unos carroñeros. Sin embargo aún tenía algo que hacer...
-Yo también lo siento - dijo en voz alta pero que se notaba cansada, somnolienta.- No por lo de Setenta y Siete... Por lo del palacio, perdí los nervios y el dolor no me ayudaba a pensar con claridad... Así que lo siento, no quería echar más leña al fuego...
Terminó de comer y apoyó el brazo contra el sofá, cosa que le hizo emitir un gruñido bajo.
-¿Puede alguien echarme una mano a quitar esquirlas de cristal? - preguntó con cansancio.- Las heridas me da igual, ya se curarán cuando se pueda... Pero los cristales me molestan...
- Percy
Ficha de cosechado
Nombre: Kolja Günterson
Especie: Humano/Alemán
Habilidades: Nociones de lucha. Rapidez mental. Resistencia.
Re: Torreón Silente
07/04/21, 06:37 pm
Kolja comió en silencio. Ya durante el camino había notado que varios le rehuían por el hecho de llevar el cadáver de Qirra. Quizás les podía la tristeza cuando la miraban, o quizás les hacía sentirse más culpables, no lo sabía. A él lo que realmente le hubiese parecido imperdonable hubiese sido dejarla allí teniendo la posibilidad de darle un entierro digno. Ya de por si Qirra no merecía morir, pero que además su cuerpo fuese maltratado por carroñeros y otras criaturas, no pensaba permitirlo. Ahora la dragoncilla estaba tendida en el patio, esperando que recuperasen fuerzas para enterrarla, para darle el último adiós.
En eso pensaba Kolja mientras el resto comía. No tardaron en salir el tema de las disculpas, a las que Kolja no se unió. Sentía lo que había dicho, las palabras de Adam en el palacete le habían enfadado, en su opinión la respuesta que le había dado era correcta y no merecía ser aplacada con una disculpa. Hasta que el ruso no admitiese que lo que lo que había dicho era una tanda de memeces él no se disculparía. Que no les había tenido en cuenta... eso solo significaba que seguía pensando lo mismo, pero que se arrepentía de haberlo dicho. No era suficiente.
Siguió como tal hasta la contribución de Kradko, entonces si que levantó la cabeza. ¿Qué todos tenían la culpa? ¿Qué estupidez era esa? La culpa era del lagarto, como ya había dicho Kahlo. Estaba a punto de abrir la boca cuando la pájaro se le adelantó. Debía ser de las pocas veces que el alemán estaba de acuerdo con todo lo que estaba diciendo, realmente no tenía nada que añadir a eso.
-Yo la enterraré- contestó a Chromsa cuando este preguntó quien lo haría. -No conozco los ritos funerarios de cada uno de vosotros, espero que un simple entierro no sea un problema. Por supuesto, los que queráis podéis estar presentes- añadió, intentando que sonase como una invitación pacifica y que no resultara en malentendidos.
En eso pensaba Kolja mientras el resto comía. No tardaron en salir el tema de las disculpas, a las que Kolja no se unió. Sentía lo que había dicho, las palabras de Adam en el palacete le habían enfadado, en su opinión la respuesta que le había dado era correcta y no merecía ser aplacada con una disculpa. Hasta que el ruso no admitiese que lo que lo que había dicho era una tanda de memeces él no se disculparía. Que no les había tenido en cuenta... eso solo significaba que seguía pensando lo mismo, pero que se arrepentía de haberlo dicho. No era suficiente.
Siguió como tal hasta la contribución de Kradko, entonces si que levantó la cabeza. ¿Qué todos tenían la culpa? ¿Qué estupidez era esa? La culpa era del lagarto, como ya había dicho Kahlo. Estaba a punto de abrir la boca cuando la pájaro se le adelantó. Debía ser de las pocas veces que el alemán estaba de acuerdo con todo lo que estaba diciendo, realmente no tenía nada que añadir a eso.
-Yo la enterraré- contestó a Chromsa cuando este preguntó quien lo haría. -No conozco los ritos funerarios de cada uno de vosotros, espero que un simple entierro no sea un problema. Por supuesto, los que queráis podéis estar presentes- añadió, intentando que sonase como una invitación pacifica y que no resultara en malentendidos.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Re: Torreón Silente
08/04/21, 09:09 pm
Adam estaba resignado a estar triste. No quería sentirse feliz, sentía que no se lo merecía y aunque algunos de los comentarios fueran reconfortantes él, a la fuerza, se mantuvo cabizbajo y con la cara larguísima. Tampoco quiso victimizarse por sus propios sentimientos, no quería opacar lo que sentían los demás, y por lo que pasaron.
Negó lentamente ante la sugerencia de Chromsa, no quería ver el cadáver de aquella pobre criatura de nuevo. Solo de pensar en lo joven que era y toda la vida que le quedaba por delante le destruyó aun más por dentro, le dolía horrores el nudo de su garganta y la presión en su pecho. Algunos habían dicho que era una tontería que él pensase así, incluso Lethe aportó con un sólido discurso y Chromsa no dejaba de conservar esperanzas y ánimos. Por desgracia no fueron suficientes para animarlo.
Sin embargo las palabras de Alec lo conmovieron un poco. Se sintió mal por todo lo que dijo en el palacete y Adam se vio un poco reflejado en él. Esa horrible herida en el rostro destruiría a cualquiera pero Alec demostró aguantar desde su punto de vista.
—Yo te ayudo —se ofreció siendo bastante monótono con sus palabras. Una vez estuvo cerca para retirar esos cristales se arrepintió al instante, sintiendo por un lado repudio absoluto por retirar aquellos cristales aunque fuesen pequeños y por otro rechazo a acercarse al escocés—. Y-yo lo siento, necesito estar solo —advirtió antes de levantarse e irse hacia una de las habitaciones de arriba y encerrarse, en mitad de un ataque de angustia. Dejó a medias el favor a Alec pero en parte se sintió en paz, sentándose en el suelo y apoyando su espalda en una de las paredes. Solo quería un poco de paz y soledad.
Negó lentamente ante la sugerencia de Chromsa, no quería ver el cadáver de aquella pobre criatura de nuevo. Solo de pensar en lo joven que era y toda la vida que le quedaba por delante le destruyó aun más por dentro, le dolía horrores el nudo de su garganta y la presión en su pecho. Algunos habían dicho que era una tontería que él pensase así, incluso Lethe aportó con un sólido discurso y Chromsa no dejaba de conservar esperanzas y ánimos. Por desgracia no fueron suficientes para animarlo.
Sin embargo las palabras de Alec lo conmovieron un poco. Se sintió mal por todo lo que dijo en el palacete y Adam se vio un poco reflejado en él. Esa horrible herida en el rostro destruiría a cualquiera pero Alec demostró aguantar desde su punto de vista.
—Yo te ayudo —se ofreció siendo bastante monótono con sus palabras. Una vez estuvo cerca para retirar esos cristales se arrepintió al instante, sintiendo por un lado repudio absoluto por retirar aquellos cristales aunque fuesen pequeños y por otro rechazo a acercarse al escocés—. Y-yo lo siento, necesito estar solo —advirtió antes de levantarse e irse hacia una de las habitaciones de arriba y encerrarse, en mitad de un ataque de angustia. Dejó a medias el favor a Alec pero en parte se sintió en paz, sentándose en el suelo y apoyando su espalda en una de las paredes. Solo quería un poco de paz y soledad.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Torreón Silente
08/04/21, 10:27 pm
No despegó la vista del suelo según sus compañeros hablaban, entre conforme y apática. Agradeció especialmente el corte de Lethe, porque de verdad no tenía gana alguna de pasar por aquello de nuevo. Ya habían sufrido bastante por un día, se merecían un descanso, si cabe mental. No dijo nada ante la petición de Alec porque no podía hacer algo tan delicado con la zurda, no reaccionó a la necesidad de enterrar a Qirra ni a la marcha de Adam. Lo sentía por ambos, pero necesitaba dejar de preocuparse por nada ni nadie aunque fuera unos segundos, y en el caso de Qirra quitarse el horrible recuerdo de su cuerpo. Si le pareció de mal gusto dejar al escocés tirado desde luego no lo demostró. Cada cual que pasara su duelo como pudiera.
Se sentó en la mesa en el hueco que le correspondía y, con dificultad por su precaria situación, se sirvió tanto gachas como pescado; el agujero en su estómago se lo pedía. Comió en silencio.
Se sentó en la mesa en el hueco que le correspondía y, con dificultad por su precaria situación, se sirvió tanto gachas como pescado; el agujero en su estómago se lo pedía. Comió en silencio.
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco. Es capaz de intuir con mayor facilidad cómo se van a comportar los animales con los que se encuentre.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: Torreón Silente
08/04/21, 10:41 pm
Las palabras de Lethe, fueron, como siempre, un remanso de lógica en medio de un montón de emociones. Ella no se sentía culpable de haber salido, que Setenta y siete les atacase había sido solo culpa del lagarto, pero aún así necesitaba oír que lo que necesitaban ahora era reponer fuerzas. No quería pensar más en Qirra, ni mucho menos ver su cuerpo, por lo que denegó el ofrecimiento de Kolja con un gesto.
—Lo siento, no creo que pueda soportarlo —no lo sentía en lo más mínimo, pero quería sonar tan educada como lo estaba siendo el alemán en ese momento.
Le dio vueltas al pescado sobrante con los cubiertos, sin saber qué hacer o decir, hasta que vio a Adam salir corriendo hacia arriba. Parecía bastante afectado, ya desde el palacete, y no iba a decirle nada por necesitar tiempo a solas, pero ahora Alec necesitaba ayuda para quitarse los cristales del brazo. Se acercó a él y comenzó a sacarlos, centrándose todo lo posible en la tarea. Necesitaba distraerse, centrar su mente en algo que no fuera aquel día en general, y aquello era perfecto. La delicadeza y la concentración necesarias le sirvieron para abstraerse, hasta el punto de que no respondería a nada que se le dijera hasta que hubiera terminado. A medida que iba sacando las esquirlas, con todo el cuidado del que era capaz, las iba dejando en un montoncito sobre la mesa. Cuando acabó miró a Alec y le sonrió levemente.
—Ya está. Espero que no te doliera mucho quitártelas.
—Lo siento, no creo que pueda soportarlo —no lo sentía en lo más mínimo, pero quería sonar tan educada como lo estaba siendo el alemán en ese momento.
Le dio vueltas al pescado sobrante con los cubiertos, sin saber qué hacer o decir, hasta que vio a Adam salir corriendo hacia arriba. Parecía bastante afectado, ya desde el palacete, y no iba a decirle nada por necesitar tiempo a solas, pero ahora Alec necesitaba ayuda para quitarse los cristales del brazo. Se acercó a él y comenzó a sacarlos, centrándose todo lo posible en la tarea. Necesitaba distraerse, centrar su mente en algo que no fuera aquel día en general, y aquello era perfecto. La delicadeza y la concentración necesarias le sirvieron para abstraerse, hasta el punto de que no respondería a nada que se le dijera hasta que hubiera terminado. A medida que iba sacando las esquirlas, con todo el cuidado del que era capaz, las iba dejando en un montoncito sobre la mesa. Cuando acabó miró a Alec y le sonrió levemente.
—Ya está. Espero que no te doliera mucho quitártelas.
Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
- Lops
Ficha de cosechado
Nombre: Kradko
Especie: Clinger de la sociedad nómada
Habilidades: Agilidad, oído musical, habilidad manualPersonajes :
· Adara: Humana ángel negro.
· Heraldo Rocuo: Ochrorio ominario.
· Kradko: Clinger lepäni.
Armas : · Adara: ballesta, tonfas, espada larga y lanza naginata.
· Kradko: bastón.
Re: Torreón Silente
10/04/21, 12:17 am
Agradeció la ayuda de Lethe en poner en palabras lo que ella misma sentía. Supuso por sus palabras y las del resto que ya habían mantenido una discusión similar en el palacete, así que decidió asentir a la pregunta de la enderth para reafirmar sus palabras.
Sin embargo, cuando empezaron a hablar del cadáver, de nuevo se paralizó. No, no quería saber de eso. Quería, quería… Nada. No sabía lo que quería. Pero sí lo que no quería.
—No… Por favor… —empezó con voz aún más débil, casi inaudible. Esta vez no sabía ni qué quería decir— No puedo estar ahí.
Más palabra no medió, ni siquiera en su inacabado pescado pensó. De la mesa se levantó y las escaleras subió y subió hasta que el torreón terminó. Ahí arriba nada encontró. En la cúspide se hundió.
Sin embargo, cuando empezaron a hablar del cadáver, de nuevo se paralizó. No, no quería saber de eso. Quería, quería… Nada. No sabía lo que quería. Pero sí lo que no quería.
—No… Por favor… —empezó con voz aún más débil, casi inaudible. Esta vez no sabía ni qué quería decir— No puedo estar ahí.
Más palabra no medió, ni siquiera en su inacabado pescado pensó. De la mesa se levantó y las escaleras subió y subió hasta que el torreón terminó. Ahí arriba nada encontró. En la cúspide se hundió.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Silente
10/04/21, 01:36 am
Hubo revuelo; disculpas que no venían a cuento, regañinas, más disculpas… Luci no respondió a nada pues intentaba contener el llanto. No quería añadir más ruido, sentía que sería una molestia para los heridos o los que ya estaban irritables o dolidos. O puede que solo tenía miedo de dejar que el dolor de su pecho se extendiera.
Kolja se ofreció a enterrar a Qirra. << Claro… ellos los entierran… >> Volver a la tierra no era una mala forma de volver al Demiurgo. Pasaría a formar parte de la Creación, nutriría el suelo y las plantas. << No estaríamos robando al Demiurgo >> En cierto modo eso le tranquilizaba.
Adam se marchó dejando a mitad la tarea de quitarle los cristales a Alec. Luci iba a ofrecerse, pero Amira se adelantó. Quizás fuese lo mejor. Sus compañeros, salvo excepciones, no parecían verse capaces de afrontar el entierro de Qirra. Luci pensaba que tampoco, pero pensó en su padre, en el trabajo que hacía en casa y en cómo solía hablarle de la muerte. Recordó las largas conversaciones que tenían mientras hacían arreglos florales, el fuerte olor de las rosas y los lirios. ''Todo tiene un final'', le decía: ''Las canciones, los bailes, los poemas… Es lo que hace redonda una obra de arte. Por eso hay que experimentarlas con todos los sentidos, y así, cuando eches la vista atrás, podrás recordarlas con cariño.''Luci no había nunca vivido una muerte violenta, hasta que llegó a la ciudad ni siquiera era plenamente consciente de que pudieran ocurrir, pero no podía dejar que eso fuera lo único que les quedara de su amiga.
-Yo te ayudaré -le dijo a Kolja.
Le pidió que por favor envolviese bien el cuerpo y se ofreció a buscarle sábanas viejas para hacerlo. Fue a buscar las piedras favoritas de Qirra, las que escondía en su nido de mantas bajo una de las camas. Para Luci no había más allá, el viaje de su amiga se había acabado, pero sentía que debían estar presentes en la despedida, era otro elemento más para alejar los recuerdos violentos. Cuando el pequeño cuerpo estuvo enterrado Luci hizo algo que no hacía desde sus primeras semanas en la ciudad: rezó. Le rezó al Demiurgo pidiéndole que aceptase a Qirra junto a él, le rezó a la Acromía de la que Chromsa hablaba, rezó a los dioses de los que sus compañeros le habían hablado y a los oscuros que había leído en los libros de la ciudad, para que 77 nunca encontrase el descanso definitivo.
Kolja se ofreció a enterrar a Qirra. << Claro… ellos los entierran… >> Volver a la tierra no era una mala forma de volver al Demiurgo. Pasaría a formar parte de la Creación, nutriría el suelo y las plantas. << No estaríamos robando al Demiurgo >> En cierto modo eso le tranquilizaba.
Adam se marchó dejando a mitad la tarea de quitarle los cristales a Alec. Luci iba a ofrecerse, pero Amira se adelantó. Quizás fuese lo mejor. Sus compañeros, salvo excepciones, no parecían verse capaces de afrontar el entierro de Qirra. Luci pensaba que tampoco, pero pensó en su padre, en el trabajo que hacía en casa y en cómo solía hablarle de la muerte. Recordó las largas conversaciones que tenían mientras hacían arreglos florales, el fuerte olor de las rosas y los lirios. ''Todo tiene un final'', le decía: ''Las canciones, los bailes, los poemas… Es lo que hace redonda una obra de arte. Por eso hay que experimentarlas con todos los sentidos, y así, cuando eches la vista atrás, podrás recordarlas con cariño.''Luci no había nunca vivido una muerte violenta, hasta que llegó a la ciudad ni siquiera era plenamente consciente de que pudieran ocurrir, pero no podía dejar que eso fuera lo único que les quedara de su amiga.
-Yo te ayudaré -le dijo a Kolja.
Le pidió que por favor envolviese bien el cuerpo y se ofreció a buscarle sábanas viejas para hacerlo. Fue a buscar las piedras favoritas de Qirra, las que escondía en su nido de mantas bajo una de las camas. Para Luci no había más allá, el viaje de su amiga se había acabado, pero sentía que debían estar presentes en la despedida, era otro elemento más para alejar los recuerdos violentos. Cuando el pequeño cuerpo estuvo enterrado Luci hizo algo que no hacía desde sus primeras semanas en la ciudad: rezó. Le rezó al Demiurgo pidiéndole que aceptase a Qirra junto a él, le rezó a la Acromía de la que Chromsa hablaba, rezó a los dioses de los que sus compañeros le habían hablado y a los oscuros que había leído en los libros de la ciudad, para que 77 nunca encontrase el descanso definitivo.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Silente
10/04/21, 07:14 pm
Siguió comiendo en silencio, analizando las reacciones de cada uno. No dijo nada acerca de las disculpas, pero si no volvían a sacar ninguno de aquellos temas se daría más que por satisfecha. Ella no era rencorosa y lo único que quería era que se centrasen. Casi nadie parecía estar en condiciones de encargarse de lo que faltaba. Si fuese por ella podrían haber tirado el cadáver al foso y de este modo nadie tenía que encargarse de ninguna tarea pesada, pero la actitud que había mostrado Kolja hacia el cuerpo le indicaba que aquella sugerencia solo iba a traer otra discusión que no estaba dispuesta a empezar. Además el propio humano pensaba ocuparse de enterrarla, por lo que en realidad eso tampoco le parecía mal.
Uno tras otro, casi todos fueron abandonado la cocina y excusándose, por lo que la enderth decidió ayudar a Luci y Kolja. Anunció que iría en busca de las palas y dejaría la parte de envolver al cadáver a los mamíferos. Ella solo quería hacer el agujero, meter a Qirra en él y taparlo cuanto antes. Mientras cavaba en el lugar que le indicó Chromsa pensaba en cómo le hubiese gustado aprovechar los restos de la parqia para crear cebo, pero en aquellas circunstancias no tenía el más mínimo sentido hacerlo. No diría nada que no fuese estrictamente necesario durante todo el proceso, ya que no tenía palabras de consuelo para nadie, ni creía que Qirra fuese a unirse a la acromía, ni al demiurgo ni nada relación con ninguna de aquellas creencias místicas de sus compañeros. Simplemente, la vida de la pequeña reptil había terminado y ahora serviría de abono, o eso esperaba. No quiso ni siquiera echar un último vistazo a su cuerpo: cuanto menos pensase en ello, mejor.
Una vez el trabajo estuvo hecho, fue en busca de Kradko. El resto eran lo suficiente mayores como para tener que sobrellevar la situación por cuenta propia, como iba a hacer ella misma.
Uno tras otro, casi todos fueron abandonado la cocina y excusándose, por lo que la enderth decidió ayudar a Luci y Kolja. Anunció que iría en busca de las palas y dejaría la parte de envolver al cadáver a los mamíferos. Ella solo quería hacer el agujero, meter a Qirra en él y taparlo cuanto antes. Mientras cavaba en el lugar que le indicó Chromsa pensaba en cómo le hubiese gustado aprovechar los restos de la parqia para crear cebo, pero en aquellas circunstancias no tenía el más mínimo sentido hacerlo. No diría nada que no fuese estrictamente necesario durante todo el proceso, ya que no tenía palabras de consuelo para nadie, ni creía que Qirra fuese a unirse a la acromía, ni al demiurgo ni nada relación con ninguna de aquellas creencias místicas de sus compañeros. Simplemente, la vida de la pequeña reptil había terminado y ahora serviría de abono, o eso esperaba. No quiso ni siquiera echar un último vistazo a su cuerpo: cuanto menos pensase en ello, mejor.
Una vez el trabajo estuvo hecho, fue en busca de Kradko. El resto eran lo suficiente mayores como para tener que sobrellevar la situación por cuenta propia, como iba a hacer ella misma.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Silente
11/04/21, 02:53 am
La irrealidad desapareció por completo de su cuerpo antes de caer la noche, y con ella llegaron la ira, el miedo y la negación. Habría sido considerablemente peor de no estar tan drenada físicamente, con lo que su primer duelo estuvo capado. A pesar de que era lógico que estuviera acompañada por si acaso se negó a dormir con el resto; necesitaba estar sola, llorar sin que nadie la viese y descansar. Lo último le fue imposible. El pánico la superó en privado, trasladándose por sus venas y contaminando su sangre como veneno. No podía mover el brazo. Lo intentó una, dos, tres, tantas veces durante tanto tiempo que de haber tenido reloj se habría horrorizado por la hora. A pesar del inmenso cansancio que sentía, cuando se tumbó y cerró los ojos su corazón estaba tan agitado y sus fosas nasales tan tapadas que le fue imposible conciliar el sueño pronto.
Los siguientes días no fueron mejores y acostumbrarse no fue fácil. Su brazo dominante era oficialmente inútil, un peso muerto. Ya no podía esgrimir un arma, hacer magia, escribir o dibujar... pero fueron las cosas diarias las más sufridas: vestirse, peinarse, hasta comer, todo lo que uno hace sin pensar se convirtió en algo exhasperante. El carácter de Kahlo se agrió más que una almendra mala. Pagaba las frustraciones de su torpeza con malestar general y cambió por completo su rutina; dejó de salir, de entrenar, de estudiar hechizos. Podía pasar horas sin decir nada y abrir la boca solo para pequeños comentarios agresivos, arrepentirse pero no demostrarlo, o por el contrario estar más vulnerable, triste y necesitada de apoyo que nunca. Hubo ocasiones en las que si nadie llamaba a la puerta de su habitación la joven no salía ni para comer. Rocavarancolia le había regalado magia y la posibilidad de labrarse un futuro verdaderamente suyo, algo que podía aprovechar incluso si regresaba a Varmania... y Setenta y siete se lo había arrebatado todo con una rapidez insultante.
En ningún momento se arrepintió de su muerte, y con motivo de más al conocer la terrible situación de los chicos de Maciel y Sendar. Todos habían perdido a alguien, y que existiese la posibilidad de que un ciudadano les matase fue algo que hubiera preferido ni pensar. El vacío por la muerte de a quienes había conocido creció en su pecho. Se refugió en que al menos la muerte del lagarto asesino suavizaba la ecuación.
Sus cambios no fueron precisamente discretos pero con algunos se hicieron menos marcados, siendo dignos de mención Lethe, Amira, Chromsa y Luci por respeto y aprecio. Todo sea dicho, la varmana no era agresiva sin incentivo, aunque este a veces fuera tan pequeño como no haberse lavado las manos antes de comer. Cuando Kolja insistió que entrenase con él y re-aprendiese a defenserse con la espada a Kahlo le faltó clavarle los colmillos. En frío era una buena idea, algo que la ayudaría en todos los sentidos, físicos y mentales, pero para alguien cuyo duelo no había acabado era pedir demasiado.
La herida tampoco mejoró. A pesar de estar cerrada se siguió infectando con el tiempo, y curarla mágicamente solo servía como arreglo momentáneo. Su aspecto se volvió feo, negruzco, y aunque se negase a verla, la tapase con prendas de manga larga y no lo pronunciase en voz alta... sabía perfectamente que se estaba engangrenando. Que tarde o temprano habría que cortar. No podía decir que se alegrase de que sus compañeros se tomasen las molestias de visitar la biblioteca en busca de información sobre amputaciones, pero en el fondo sabía que incluso si no les hacía falta (improbable) era mejor que no tener ni idea. Además Amira le trajo la continuación de Crepúsculo y eso le sentó como agua de mayo. Pasó horas enfrascada en el libro e hizo de él su santuario. Tras pasar mucho rato leyendo su humor era considerablemente mejor.
A parte de leer, la llegada de la luna era lo único que la mantenía medianamente activa, aunque ya no sabía si para bien o para mal. Quizás ganase poder suficiente como para no necesitar dos brazos al hacer magia, quizás perdiese todavía más. El reloj y el libro de Luci marcaron su inquietante cercanía, pero la aparición de fiebre rompió toda cuenta atrás para ella. La horripilante señal de que el brazo se la llevaría a la tumba si se quedaba.
Estuvo dormida todo el proceso pero el despertar fue igual de traumatizante. Algo que había nacido con ella ya no estaba. Kahlo lloró como no había llorado nunca.
La agresividad desapareció los últimos días. La varmana había entrado en un estado vegetal casi constante, donde las únicas emociones destacables eran la pasividad y la pena. No obstante puso más de su parte a la hora de tratar con los demás, pues no solo lo necesitaba por salud mental, sino que también era consciente del tremendo esfuerzo por el que habían pasado para salvarla de nuevo. Ella solo había visto la sangre seca y el pequeño muñón resultado, no había tenido que serrar y curar carne y hueso, limpiar exagerados charcos rojos ni enterrar una extremidad podrida y cercenada. Pidió perdón por todo, e incluso, no muy alto, se atrevió a decir que les quería.
Según el reloj y el libro calendario había llegado el momento. Kahlo se había hecho una bolita en el sofá, con las piernas recogidas bajo la enorme camiseta que llevaba. Se había acostumbrado a la ropa ancha no por gusto sino por necesidad, por hacer más discreta la falta de miembro. Entre blando y sorbiendo una infusión demasiado caliente esperó lo inimaginable.
Los siguientes días no fueron mejores y acostumbrarse no fue fácil. Su brazo dominante era oficialmente inútil, un peso muerto. Ya no podía esgrimir un arma, hacer magia, escribir o dibujar... pero fueron las cosas diarias las más sufridas: vestirse, peinarse, hasta comer, todo lo que uno hace sin pensar se convirtió en algo exhasperante. El carácter de Kahlo se agrió más que una almendra mala. Pagaba las frustraciones de su torpeza con malestar general y cambió por completo su rutina; dejó de salir, de entrenar, de estudiar hechizos. Podía pasar horas sin decir nada y abrir la boca solo para pequeños comentarios agresivos, arrepentirse pero no demostrarlo, o por el contrario estar más vulnerable, triste y necesitada de apoyo que nunca. Hubo ocasiones en las que si nadie llamaba a la puerta de su habitación la joven no salía ni para comer. Rocavarancolia le había regalado magia y la posibilidad de labrarse un futuro verdaderamente suyo, algo que podía aprovechar incluso si regresaba a Varmania... y Setenta y siete se lo había arrebatado todo con una rapidez insultante.
En ningún momento se arrepintió de su muerte, y con motivo de más al conocer la terrible situación de los chicos de Maciel y Sendar. Todos habían perdido a alguien, y que existiese la posibilidad de que un ciudadano les matase fue algo que hubiera preferido ni pensar. El vacío por la muerte de a quienes había conocido creció en su pecho. Se refugió en que al menos la muerte del lagarto asesino suavizaba la ecuación.
Sus cambios no fueron precisamente discretos pero con algunos se hicieron menos marcados, siendo dignos de mención Lethe, Amira, Chromsa y Luci por respeto y aprecio. Todo sea dicho, la varmana no era agresiva sin incentivo, aunque este a veces fuera tan pequeño como no haberse lavado las manos antes de comer. Cuando Kolja insistió que entrenase con él y re-aprendiese a defenserse con la espada a Kahlo le faltó clavarle los colmillos. En frío era una buena idea, algo que la ayudaría en todos los sentidos, físicos y mentales, pero para alguien cuyo duelo no había acabado era pedir demasiado.
La herida tampoco mejoró. A pesar de estar cerrada se siguió infectando con el tiempo, y curarla mágicamente solo servía como arreglo momentáneo. Su aspecto se volvió feo, negruzco, y aunque se negase a verla, la tapase con prendas de manga larga y no lo pronunciase en voz alta... sabía perfectamente que se estaba engangrenando. Que tarde o temprano habría que cortar. No podía decir que se alegrase de que sus compañeros se tomasen las molestias de visitar la biblioteca en busca de información sobre amputaciones, pero en el fondo sabía que incluso si no les hacía falta (improbable) era mejor que no tener ni idea. Además Amira le trajo la continuación de Crepúsculo y eso le sentó como agua de mayo. Pasó horas enfrascada en el libro e hizo de él su santuario. Tras pasar mucho rato leyendo su humor era considerablemente mejor.
A parte de leer, la llegada de la luna era lo único que la mantenía medianamente activa, aunque ya no sabía si para bien o para mal. Quizás ganase poder suficiente como para no necesitar dos brazos al hacer magia, quizás perdiese todavía más. El reloj y el libro de Luci marcaron su inquietante cercanía, pero la aparición de fiebre rompió toda cuenta atrás para ella. La horripilante señal de que el brazo se la llevaría a la tumba si se quedaba.
Estuvo dormida todo el proceso pero el despertar fue igual de traumatizante. Algo que había nacido con ella ya no estaba. Kahlo lloró como no había llorado nunca.
La agresividad desapareció los últimos días. La varmana había entrado en un estado vegetal casi constante, donde las únicas emociones destacables eran la pasividad y la pena. No obstante puso más de su parte a la hora de tratar con los demás, pues no solo lo necesitaba por salud mental, sino que también era consciente del tremendo esfuerzo por el que habían pasado para salvarla de nuevo. Ella solo había visto la sangre seca y el pequeño muñón resultado, no había tenido que serrar y curar carne y hueso, limpiar exagerados charcos rojos ni enterrar una extremidad podrida y cercenada. Pidió perdón por todo, e incluso, no muy alto, se atrevió a decir que les quería.
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Según el reloj y el libro calendario había llegado el momento. Kahlo se había hecho una bolita en el sofá, con las piernas recogidas bajo la enorme camiseta que llevaba. Se había acostumbrado a la ropa ancha no por gusto sino por necesidad, por hacer más discreta la falta de miembro. Entre blando y sorbiendo una infusión demasiado caliente esperó lo inimaginable.
- ♪♫♬:
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Personajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Torreón Silente
11/04/21, 01:27 pm
La conversación no duró mucho más. Después de que Adam hubiera salido hacia uno de los pisos superiores con no muy buen aspecto (cosa que le dolió a Chromsa y que, de no ser porque el ruso parecía muy afectado, habría decidido acompañarlo para reconfortarlo), se decidió que Kolja, Luci y Lethe se encargarían de dar descanso a Qirra. El ochrorio eligió para enterrarla un hueco que había libre entre su huerto y la pared del torreón. Era un lugar discreto donde no habría riesgo de que alguien le diera en los entrenamientos y que la mantendría cercana al grupo, al menos de forma idealizada. Chromsa observó en silencio mientras Lethe cavaba y Luci y Kolja preparaban el cuerpo. Una vez la pequeña lagarta se encontraba bajo tierra se permitió despedirse: -Descansa tranquila. Espero que la Acromía nos haga volver a encontrarnos-
Los días siguientes fueron en un principio extraños. Al ochrorio se le hacía raro no ver a Qirra por el torreón. No era la que más hablaba, pero había sido muy importante para su supervivencia y, al fin y al cabo, habían convivido meses con ella. La pena por su mente todavía estaba en su mente aunque intentara llevarlo lo mejor posible y muchas veces se le podía ver cerca de la tumba de la lagarta en silencio. Un cúmulo de tierra es lo único que quedaba de ella; pensaba en algún modo de señalizarla mejor pero la pena no le permitía que se le ocurriera nada. Había pensado en plantar algunas flores de las que vieron en su momento en el palacete, pero proponer aquello era una idea nefasta en aquel momento a ojos del ochrorio.
La mayoría se notaba distante y aquello no mejoraba los ánimos de Chromsa. Por supuesto entendía que todos estaban afectados por lo ocurrido, pero notaba que todo se había vuelto más frío. En cierta forma, Setenta y Siete se había llevado también con él el ánimo de todos. Lo que más le afectó fue el comportamiento de Adam. Se supone que ya eran pareja y sí que intentaban pasar tiempo juntos, pero si el ambiente general era distante, el terrestre estaba en otro planeta. Buscó un abrazo, un beso, unas palabras de ánimo en él en algunas ocasiones pero el recelo del ruso por el contacto se había acentuado más. Por primera vez desde que llegó a Rocavarancolia, Chromsa estaba perdiendo las esperanzas y su positividad. Estaba más meditabundo que de costumbre y, aunque seguía ayudando e intentando mantener la calma, cualquiera podría notar que no lo estaba pasando bien. Por eso agradecía el ánimo que mostraban Kradko y Amira, le reconfortaba que todavía no habían caído todos en la tristeza. Es más, Amira consiguió sacarle una leve risa cuando vio pintarle un monóculo a la estatua de Silente. De quien no le gustaba en absoluto su ánimo fue la presión de Kolja por que todos entrenaran. Las primeras veces accedió con desgana y practicó con la lanza que llevaba tiempo sin usar, pero con el tiempo le molestaba su tozudez en que nadie faltara y dejó de lado los entrenamientos para centrarse un poco más en la magia.
Uno de los días se reencontraron con el otro grupo de cosechados y, por desgracia, tampoco traían buenas noticias. La muerte de Sere le recordó a Qirra, aunque podía estar aliviado de que aquel maldito lagarto ya no volvería a hacer daño nunca más. Sobre la muerte de Iemai y Nori... le costó asimilarlo. La chica pájaro le había parecido bastante normal, nunca se habría imaginado que en realidad no era uno de ellos. Le aterraba el hecho de que un esclavo tuviera que haber tenido que esconderse todo ese tiempo para escapar de su señor y tener suerte de que no lo encontrara (si bien ya el mero hecho de la esclavitud le parecía espantoso). Le dio el pésame a los cosechados por sus pérdidas y los pusieron al tanto de lo que les había ocurrido. Si le estaba molestando la actitud de Kolja, cuando al volver decidió dejar un arcón con armas en el salón y hacer más presión con los entrenamientos empeoró tanto su consideración que intentó no coincidir demasiado con él. Sabía que no lo hacía con mala intención, pero ya se estaba pasando.
Lo que remató el ánimo de Chromsa fue el brazo de Kahlo. Desde que lo sanó en el palacete habían estado haciéndole algunas curas más para evitar infecciones, pero no estaba mejorando. Aquello desconcertaba al ochrorio y le hacía dudar si había fallado en algo al curar la herida. Se rompió cuando el grupo decidió que era el momento de amputarlo. Salió con otros para buscar (y evitar dar más vueltas a la situación) en la biblioteca un hechizo que dejara dormida a Kahlo y, para su desgracia, al traducirlo y ensayarlo se comprobó que era el único que podía hacerlo aparte de la propia chica. No quería estar presente en la operación y, sin embargo, iba a tener que estar por fuerza. Cuando llegó el momento se sentó al lado de Kahlo y tras decirle intentando animarla de algún modo: -Tranquila, todo saldrá bien. No sentirás nada, lo prometo.- conjuró el hechizo y lo mantuvo hasta que la operación terminó. Cerró los ojos para no ver absolutamente nada, si bien el sonido de la sierra le provocaba tanta ansiedad como si estuviera viendo el corte. Solo los abrió cuando todo terminó y, en cuanto vio el muñón, tuvo que encerrarse en una de las habitaciones para llorar de la culpa y la pena. -(Tal vez, si lo hubiera hecho mejor no tendríamos que haber llegado a esto)- pensaba entre sollozos. Necesitaba algo en lo que apoyarse para no caer en la desesperación que lo estaba atormentando desde la muerte de Qirra.
Entonces llegó el día. Según el reloj del torreón, la Luna Roja estaba a punto de salir. Desde luego, Chromsa había notado una sensación extraña y constante del gran edificio rojo que había visto muchas veces por la ciudad. Aquello no le ayudaba demasiado con su mal ánimo y la primera vez que vio las nubes tampoco se calmó. Algunos del grupo les habían explicado que en sus mundos era normal que las nubes aparecieran y que dejaran caer agua cuando había muchas juntas y tenía curiosidad por ver cómo funcionaba aquello. Pero ese día se estaban acumulando demasiadas y, a ojos del ochrorio, parecían amenazantes. En aquel momento estaba en la habitación, rezando a la Acromía para que lo protegiera de lo que fuera que estaba a punto de llegar.
Los días siguientes fueron en un principio extraños. Al ochrorio se le hacía raro no ver a Qirra por el torreón. No era la que más hablaba, pero había sido muy importante para su supervivencia y, al fin y al cabo, habían convivido meses con ella. La pena por su mente todavía estaba en su mente aunque intentara llevarlo lo mejor posible y muchas veces se le podía ver cerca de la tumba de la lagarta en silencio. Un cúmulo de tierra es lo único que quedaba de ella; pensaba en algún modo de señalizarla mejor pero la pena no le permitía que se le ocurriera nada. Había pensado en plantar algunas flores de las que vieron en su momento en el palacete, pero proponer aquello era una idea nefasta en aquel momento a ojos del ochrorio.
La mayoría se notaba distante y aquello no mejoraba los ánimos de Chromsa. Por supuesto entendía que todos estaban afectados por lo ocurrido, pero notaba que todo se había vuelto más frío. En cierta forma, Setenta y Siete se había llevado también con él el ánimo de todos. Lo que más le afectó fue el comportamiento de Adam. Se supone que ya eran pareja y sí que intentaban pasar tiempo juntos, pero si el ambiente general era distante, el terrestre estaba en otro planeta. Buscó un abrazo, un beso, unas palabras de ánimo en él en algunas ocasiones pero el recelo del ruso por el contacto se había acentuado más. Por primera vez desde que llegó a Rocavarancolia, Chromsa estaba perdiendo las esperanzas y su positividad. Estaba más meditabundo que de costumbre y, aunque seguía ayudando e intentando mantener la calma, cualquiera podría notar que no lo estaba pasando bien. Por eso agradecía el ánimo que mostraban Kradko y Amira, le reconfortaba que todavía no habían caído todos en la tristeza. Es más, Amira consiguió sacarle una leve risa cuando vio pintarle un monóculo a la estatua de Silente. De quien no le gustaba en absoluto su ánimo fue la presión de Kolja por que todos entrenaran. Las primeras veces accedió con desgana y practicó con la lanza que llevaba tiempo sin usar, pero con el tiempo le molestaba su tozudez en que nadie faltara y dejó de lado los entrenamientos para centrarse un poco más en la magia.
Uno de los días se reencontraron con el otro grupo de cosechados y, por desgracia, tampoco traían buenas noticias. La muerte de Sere le recordó a Qirra, aunque podía estar aliviado de que aquel maldito lagarto ya no volvería a hacer daño nunca más. Sobre la muerte de Iemai y Nori... le costó asimilarlo. La chica pájaro le había parecido bastante normal, nunca se habría imaginado que en realidad no era uno de ellos. Le aterraba el hecho de que un esclavo tuviera que haber tenido que esconderse todo ese tiempo para escapar de su señor y tener suerte de que no lo encontrara (si bien ya el mero hecho de la esclavitud le parecía espantoso). Le dio el pésame a los cosechados por sus pérdidas y los pusieron al tanto de lo que les había ocurrido. Si le estaba molestando la actitud de Kolja, cuando al volver decidió dejar un arcón con armas en el salón y hacer más presión con los entrenamientos empeoró tanto su consideración que intentó no coincidir demasiado con él. Sabía que no lo hacía con mala intención, pero ya se estaba pasando.
Lo que remató el ánimo de Chromsa fue el brazo de Kahlo. Desde que lo sanó en el palacete habían estado haciéndole algunas curas más para evitar infecciones, pero no estaba mejorando. Aquello desconcertaba al ochrorio y le hacía dudar si había fallado en algo al curar la herida. Se rompió cuando el grupo decidió que era el momento de amputarlo. Salió con otros para buscar (y evitar dar más vueltas a la situación) en la biblioteca un hechizo que dejara dormida a Kahlo y, para su desgracia, al traducirlo y ensayarlo se comprobó que era el único que podía hacerlo aparte de la propia chica. No quería estar presente en la operación y, sin embargo, iba a tener que estar por fuerza. Cuando llegó el momento se sentó al lado de Kahlo y tras decirle intentando animarla de algún modo: -Tranquila, todo saldrá bien. No sentirás nada, lo prometo.- conjuró el hechizo y lo mantuvo hasta que la operación terminó. Cerró los ojos para no ver absolutamente nada, si bien el sonido de la sierra le provocaba tanta ansiedad como si estuviera viendo el corte. Solo los abrió cuando todo terminó y, en cuanto vio el muñón, tuvo que encerrarse en una de las habitaciones para llorar de la culpa y la pena. -(Tal vez, si lo hubiera hecho mejor no tendríamos que haber llegado a esto)- pensaba entre sollozos. Necesitaba algo en lo que apoyarse para no caer en la desesperación que lo estaba atormentando desde la muerte de Qirra.
Entonces llegó el día. Según el reloj del torreón, la Luna Roja estaba a punto de salir. Desde luego, Chromsa había notado una sensación extraña y constante del gran edificio rojo que había visto muchas veces por la ciudad. Aquello no le ayudaba demasiado con su mal ánimo y la primera vez que vio las nubes tampoco se calmó. Algunos del grupo les habían explicado que en sus mundos era normal que las nubes aparecieran y que dejaran caer agua cuando había muchas juntas y tenía curiosidad por ver cómo funcionaba aquello. Pero ese día se estaban acumulando demasiadas y, a ojos del ochrorio, parecían amenazantes. En aquel momento estaba en la habitación, rezando a la Acromía para que lo protegiera de lo que fuera que estaba a punto de llegar.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidadPersonajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Torreón Silente
11/04/21, 01:40 pm
Mientras permanecía en la habitación a solas se abrazó a sí mismo, recluyéndose entre sus piernas y tapando su cara entre sus rodillas. Todo lo que vivió allí, fuera del torreón y de camino al palacete, para su desgracia cayó de golpe. Sintió nauseas, ganas de vomitar al recordar el asesinato que, desde su punto de vista, pudo haber evitado con sus decisiones. La presión en el pecho dolía cada vez más y le enfadaba, ni siquiera luchó, ni siquiera pudo enfrentar a aquel enfermizo lagarto haciendo uso de meses de entrenamiento. Pero aun así la culpa le mataba por dentro y no solo porque Qirra muriese frente a sus ojos sino por todos. Las heridas de todos pudieron ser evitadas si él hubiese demostrado mayor valentía con sus compañeros, hubieran salido ilesos. Esa noche Adam no durmió.
Con el paso de los días Adam era cada vez más distante con todos. Aborrecía la compañía hasta tal punto que prefería ignorar y seguir con sus cosas a responder siquiera un “buenos días”. Sin darse cuenta estaba siendo cruel con todos, incluso con su pareja que nada mejoraba cuando se forzaba a estar a su lado. Adam pasó de la culpa a un desprecio grandísimo por su propio actuar. Quería paz, estaba angustiado pero no, debía estar por puro compromiso con el ochrorio al que le declaró su amor y, sobre todo, el que no se merecía un trato tan distante. Ya no sabía cuantas veces le dijo el “necesito espacio” a su pareja, solo pensar en darle la mano le daba tantísimo rechazo que dudaba, no quería dudar pero, ¿qué motivos había para que Adam tuviese ese pavor? No supo si tenía fuerzas para agarrarse a que eso era un síntoma.
Lo intentaba pero no lograba tener ánimos para hacer nada. Abandonó los entrenamientos y pasaba la mayor parte de su tiempo practicando magia por su cuenta, por lo menos podría disfrutar de lo que tanto quería y en esos breves momentos en los que sentía felicidad por lograr hacer nuevos hechizos recaía al mirar alrededor. Estaba solo, de nuevo. Pero era suya la culpa de su estado actual, no perdía nada por bajar y saludar pero las tensiones entre Adam y algunos de sus compañeros lo asustaban, no quería hacerles más daño ni dar malos tragos a nadie con su ineptitud a socializar. La pereza de no tener rutina lo estaba volviendo algo pasivo e, incluso, algo arisco con quienes le hablasen, solo deseaba ser capaz de cambiar lo que pasó en ese maldito día.
Los malditos temblores no ayudaban en lo absoluto. Adam estaba asustado y, aunque fuesen leves, lo sacaban de quicio aunado con la paranoia general.
Habían muerto más personas. La amarga noticia que les dieron los sendarios lo hizo sentir más mal si cabe. ¿Para qué dijo nada? Setenta y Siete hizo demasiado daño y solo quiso que los demás no disfrutasen tanto de la muerte. En el palacete no fue el momento ni el lugar para haber dicho nada de eso.
Sabía que Kahlo estaba mal, su brazo no estaba bien y debían cortárselo. Hizo honores a lo que le llamó la varmana y no hizo nada por ella, ni siquiera fue a la biblioteca a por una solución indolora ni estuvo presente cuando lo hicieron. Por azares llegó a escuchar los sollozos de Kahlo y, en silencio, la acompañó en su dolor, era lo único que se animó a hacer por ella, sentir su pérdida por pura empatía con todo su ser.
Había llegado el día. Al fin obtendrían el poder que les prometieron y Adam, momentos previos, usó el espejo-escudo que tenían para mirarse el rostro mientras se encerró en el baño. Su pelo desaliñado, su barba ya algo larga para su gusto y sus ojos cansados acompañaron de la peor manera posible con ese tatuaje. Tuvo bastante agobio por la escalofriante sensación de aquel maldito edificio, que parecía estar al lado. Se le pasó por la cabeza Chromsa y lo echó de menos, lo quería ver, pensando en ir a buscarlo.
Con el paso de los días Adam era cada vez más distante con todos. Aborrecía la compañía hasta tal punto que prefería ignorar y seguir con sus cosas a responder siquiera un “buenos días”. Sin darse cuenta estaba siendo cruel con todos, incluso con su pareja que nada mejoraba cuando se forzaba a estar a su lado. Adam pasó de la culpa a un desprecio grandísimo por su propio actuar. Quería paz, estaba angustiado pero no, debía estar por puro compromiso con el ochrorio al que le declaró su amor y, sobre todo, el que no se merecía un trato tan distante. Ya no sabía cuantas veces le dijo el “necesito espacio” a su pareja, solo pensar en darle la mano le daba tantísimo rechazo que dudaba, no quería dudar pero, ¿qué motivos había para que Adam tuviese ese pavor? No supo si tenía fuerzas para agarrarse a que eso era un síntoma.
Lo intentaba pero no lograba tener ánimos para hacer nada. Abandonó los entrenamientos y pasaba la mayor parte de su tiempo practicando magia por su cuenta, por lo menos podría disfrutar de lo que tanto quería y en esos breves momentos en los que sentía felicidad por lograr hacer nuevos hechizos recaía al mirar alrededor. Estaba solo, de nuevo. Pero era suya la culpa de su estado actual, no perdía nada por bajar y saludar pero las tensiones entre Adam y algunos de sus compañeros lo asustaban, no quería hacerles más daño ni dar malos tragos a nadie con su ineptitud a socializar. La pereza de no tener rutina lo estaba volviendo algo pasivo e, incluso, algo arisco con quienes le hablasen, solo deseaba ser capaz de cambiar lo que pasó en ese maldito día.
Los malditos temblores no ayudaban en lo absoluto. Adam estaba asustado y, aunque fuesen leves, lo sacaban de quicio aunado con la paranoia general.
Habían muerto más personas. La amarga noticia que les dieron los sendarios lo hizo sentir más mal si cabe. ¿Para qué dijo nada? Setenta y Siete hizo demasiado daño y solo quiso que los demás no disfrutasen tanto de la muerte. En el palacete no fue el momento ni el lugar para haber dicho nada de eso.
Sabía que Kahlo estaba mal, su brazo no estaba bien y debían cortárselo. Hizo honores a lo que le llamó la varmana y no hizo nada por ella, ni siquiera fue a la biblioteca a por una solución indolora ni estuvo presente cuando lo hicieron. Por azares llegó a escuchar los sollozos de Kahlo y, en silencio, la acompañó en su dolor, era lo único que se animó a hacer por ella, sentir su pérdida por pura empatía con todo su ser.
Había llegado el día. Al fin obtendrían el poder que les prometieron y Adam, momentos previos, usó el espejo-escudo que tenían para mirarse el rostro mientras se encerró en el baño. Su pelo desaliñado, su barba ya algo larga para su gusto y sus ojos cansados acompañaron de la peor manera posible con ese tatuaje. Tuvo bastante agobio por la escalofriante sensación de aquel maldito edificio, que parecía estar al lado. Se le pasó por la cabeza Chromsa y lo echó de menos, lo quería ver, pensando en ir a buscarlo.
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco. Es capaz de intuir con mayor facilidad cómo se van a comportar los animales con los que se encuentre.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: Torreón Silente
11/04/21, 02:05 pm
Amira no tenía la espiritualidad de otros de sus compañeros de torreón, y aunque enterrar a Qirra le pareciese bien, ella no creía en un más allá en el que pudiera estar ni tenía dioses a los que rezarle para que su viaje al más allá fuera bien. Estaba muerta y para Amira no había más, pero se calló todos aquellos pensamientos, por respeto a las creencias religiosas de sus compañeros.
Los primeros días se hicieron eternos. Amira apenas hablaba con nadie, demasiado ocupada en tratar de desterrar todos los sentimientos encontrados sobre haber matado a Setenta y Siete. No se sentía mal porque estuviera muerto: si cualquier otro hubiera sido el que le hubiera matado, estaría genuinamente segura de que era lo correcto, de que la única justicia que merecía era aquella. El único motivo por el que se sentía mal era porque había sido ella la que lo había hecho, y le costaba no considerarse a sí misma una asesina. Se repetía mentalmente todas las aberraciones que Setenta y siete había hecho, y que sí había tenido una oportunidad de reinsertarse en sociedad (o lo que quedaba de sociedad en aquella ciudad) con los macialeros, a la que había respondido con más muerte. Le costó unos cuantos días, pero cuando se convenció de que había sido lo correcto los remordimientos no volvieron.
Dejó de cerrarse en sí misma una vez hubo resuelto aquel conflicto interno. Su actitud general hacia todos mejoró, e intentaba ser animada cuando los ánimos lo permitieran, sin hacer de menos por lo que pasaban otros compañeros y respetando si necesitaban espacio. Había aceptado entrenar con Kolja, primero por intentar distraerse de sus sentimientos, aunque después lo siguió haciendo porque era útil y necesario, ya que se había quedado sin magia. Mantener la cabeza ocupada durante el tiempo que quedaba hasta la salida de la Luna era lo que más le importaba, y haría todo aquello que pudiera, desde entrenar hasta ayudar a los que seguían heridos, o a cualquiera que necesitara algo, incluyendo salir, fueran a donde fueran. Si era un día tranquilo, o no había mucho que hacer, aprovechaba para trenzarse el pelo con tranquilidad, tardando todo lo que hiciera falta.
No se le había olvidado la conversación con Ulmara sobre vandalizar la estatua de Silente, y un día aprovechó estar de un humor relativamente bueno para ponerle un monóculo. Aquello pareció hacerle gracia a Alec, quien pidió que le pintara uno. Lo hizo de buen grado, aprovechando aquel día para reírse un rato, cosa que le hacía falta con la tensión que había en el torreón. El cambio en el carácter de Kahlo no estaba siendo agradable, pero no se lo pensaba echar en cara. Haber perdido un brazo de aquella manera debía ser horrible, y no podía culparla de estar de mal humor por no poder hacer nada. Intentaba asegurarse de que bajara a comer, y de que no se aislara mucho, más que nada por el bien de su salud mental. Adam también se había vuelto más distante, pero parecía querer estar a solas, y tras un par de intentos para que no se aislara que no parecieron dar fruto, decidió que era mejor dejarle estar y que él mismo decidiera lo que era mejor para su salud mental.
Las noticias de los sendarios y los macialeros sobre Iemai y Nori le cayeron como un jarro de agua fría. Setenta y siete estaba muerto (y lo merecía, y que hubiera matado a Sere y herido a los demás solo reforzó esta idea hasta el punto de que se consideró demasiado blanda por haber dudado de que era lo correcto hasta hace tan poco), pero eso no impedía que en la ciudad hubiera otros monstruos que pudieran herirles. Que hubiera sido un ciudadano, sin embargo, no le sorprendía lo más mínimo. Lo había visto en su sueño, había leído sobre las atrocidades que hacían en aquella ciudad. Aquello solo hizo que entrenara más con Kolja, dispuesta a defenderse si volvía a hacer falta. Además, le recriminó (con relativo tacto) a este su insistencia, sabiendo que los demás se sentían incómodos de que se pusiera tan pesado. Si querían entrenar se unirían, y algunos preferirían centrarse en la magia que en otra cosa.
Salir siempre que se decidiera hacerlo hizo que Amira estuviese cuando fueron a la biblioteca a buscar hechizos e información sobre amputaciones por si acaso hacía falta. La francesa no quería pensar en ello, pero era mejor si lo sabían y era necesario. Aprovechó el viaje, sin embargo, para cogerle a la varmana el último libro de Crepúsculo. Sabía que lo quería, y ya que no podía hacer mucho al menos igual el libro le distraía. Tal y como estaba de humor, no había esperado mejoría, pero parecía ser que aquello la había animado. Al menos había podido hacer algo por ella.
Kahlo… a veces pensaba en la conversación que había tenido hacía meses con Adam. Parecía que le había revelado sus sentimientos a Chromsa, y que todo había ido bien, y aunque se alegraba muchísimo por ellos no podía evitar una punzada de celos por ello. Ella no se había atrevido a decirle nada a Kahlo, y se sentía una cobarde por ello, pero asumía que la varmana no la correspondería y no quería hacer las cosas más raras. Prefería tenerla como amiga antes que declararse y que saliera mal. Rocavarancolia no era precisamente un lugar en el que parecieran haber finales felices, así que podía aguantarse. Ya se le pasaría el flechazo, y seguiría manteniendo una amiga. Solo tenía que tragarse sus sentimientos un poco más.
A Amira los temblores le resultaban una molestia más que otra cosa. Quería que la luna llegara de una jodida vez y se acabase todo. La sensación ominosa que empezó a tener de un día para otro tampoco le hizo gracia, y menos cuando iban a tener que amputarle un brazo a Kahlo. Al principio no iba a participar, ya que usar la sierra le daba demasiado respeto ya que no tenía experiencia y no tenía magia, pero al final colaboró, quitando manchas de sangre y dando apoyo emocional a quien lo necesitara. Quería que, dentro de lo horrible, pudieran hacerlo lo más cómodos que pudieran.
Aquel era el día final, el día que marcaba el libro y el reloj como la salida de la Luna. No sabía si le daría magia, o poderes, o qué pasaría, pero sí sabía que acabaría todo. Que podrían volver a casa, antes o después. Había aprovechado a trenzase el pelo con calma por la mañana, ya que no tenían mucho que hacer, y ahora se aburría, sin mucho que hacer. Estaba sentada en el suelo del saló, apoyada contra un sillón, y miraba a Kahlo de forma distraída, tocándose el collar que había hecho hace meses la varmana y que siempre llevaba. Si volvían a casa, al menos se llevaría buenos recuerdos de gente maravillosa, aunque tuvieran que compartir espacio con un montón de malos recuerdos también. Si al final no podían volver, al menos tenía amigos en la ciudad. Suspiró profundamente: esperar se le hacía especialmente aburrido, y la incertidumbre no lo mejoraba.
Los primeros días se hicieron eternos. Amira apenas hablaba con nadie, demasiado ocupada en tratar de desterrar todos los sentimientos encontrados sobre haber matado a Setenta y Siete. No se sentía mal porque estuviera muerto: si cualquier otro hubiera sido el que le hubiera matado, estaría genuinamente segura de que era lo correcto, de que la única justicia que merecía era aquella. El único motivo por el que se sentía mal era porque había sido ella la que lo había hecho, y le costaba no considerarse a sí misma una asesina. Se repetía mentalmente todas las aberraciones que Setenta y siete había hecho, y que sí había tenido una oportunidad de reinsertarse en sociedad (o lo que quedaba de sociedad en aquella ciudad) con los macialeros, a la que había respondido con más muerte. Le costó unos cuantos días, pero cuando se convenció de que había sido lo correcto los remordimientos no volvieron.
Dejó de cerrarse en sí misma una vez hubo resuelto aquel conflicto interno. Su actitud general hacia todos mejoró, e intentaba ser animada cuando los ánimos lo permitieran, sin hacer de menos por lo que pasaban otros compañeros y respetando si necesitaban espacio. Había aceptado entrenar con Kolja, primero por intentar distraerse de sus sentimientos, aunque después lo siguió haciendo porque era útil y necesario, ya que se había quedado sin magia. Mantener la cabeza ocupada durante el tiempo que quedaba hasta la salida de la Luna era lo que más le importaba, y haría todo aquello que pudiera, desde entrenar hasta ayudar a los que seguían heridos, o a cualquiera que necesitara algo, incluyendo salir, fueran a donde fueran. Si era un día tranquilo, o no había mucho que hacer, aprovechaba para trenzarse el pelo con tranquilidad, tardando todo lo que hiciera falta.
No se le había olvidado la conversación con Ulmara sobre vandalizar la estatua de Silente, y un día aprovechó estar de un humor relativamente bueno para ponerle un monóculo. Aquello pareció hacerle gracia a Alec, quien pidió que le pintara uno. Lo hizo de buen grado, aprovechando aquel día para reírse un rato, cosa que le hacía falta con la tensión que había en el torreón. El cambio en el carácter de Kahlo no estaba siendo agradable, pero no se lo pensaba echar en cara. Haber perdido un brazo de aquella manera debía ser horrible, y no podía culparla de estar de mal humor por no poder hacer nada. Intentaba asegurarse de que bajara a comer, y de que no se aislara mucho, más que nada por el bien de su salud mental. Adam también se había vuelto más distante, pero parecía querer estar a solas, y tras un par de intentos para que no se aislara que no parecieron dar fruto, decidió que era mejor dejarle estar y que él mismo decidiera lo que era mejor para su salud mental.
Las noticias de los sendarios y los macialeros sobre Iemai y Nori le cayeron como un jarro de agua fría. Setenta y siete estaba muerto (y lo merecía, y que hubiera matado a Sere y herido a los demás solo reforzó esta idea hasta el punto de que se consideró demasiado blanda por haber dudado de que era lo correcto hasta hace tan poco), pero eso no impedía que en la ciudad hubiera otros monstruos que pudieran herirles. Que hubiera sido un ciudadano, sin embargo, no le sorprendía lo más mínimo. Lo había visto en su sueño, había leído sobre las atrocidades que hacían en aquella ciudad. Aquello solo hizo que entrenara más con Kolja, dispuesta a defenderse si volvía a hacer falta. Además, le recriminó (con relativo tacto) a este su insistencia, sabiendo que los demás se sentían incómodos de que se pusiera tan pesado. Si querían entrenar se unirían, y algunos preferirían centrarse en la magia que en otra cosa.
Salir siempre que se decidiera hacerlo hizo que Amira estuviese cuando fueron a la biblioteca a buscar hechizos e información sobre amputaciones por si acaso hacía falta. La francesa no quería pensar en ello, pero era mejor si lo sabían y era necesario. Aprovechó el viaje, sin embargo, para cogerle a la varmana el último libro de Crepúsculo. Sabía que lo quería, y ya que no podía hacer mucho al menos igual el libro le distraía. Tal y como estaba de humor, no había esperado mejoría, pero parecía ser que aquello la había animado. Al menos había podido hacer algo por ella.
Kahlo… a veces pensaba en la conversación que había tenido hacía meses con Adam. Parecía que le había revelado sus sentimientos a Chromsa, y que todo había ido bien, y aunque se alegraba muchísimo por ellos no podía evitar una punzada de celos por ello. Ella no se había atrevido a decirle nada a Kahlo, y se sentía una cobarde por ello, pero asumía que la varmana no la correspondería y no quería hacer las cosas más raras. Prefería tenerla como amiga antes que declararse y que saliera mal. Rocavarancolia no era precisamente un lugar en el que parecieran haber finales felices, así que podía aguantarse. Ya se le pasaría el flechazo, y seguiría manteniendo una amiga. Solo tenía que tragarse sus sentimientos un poco más.
A Amira los temblores le resultaban una molestia más que otra cosa. Quería que la luna llegara de una jodida vez y se acabase todo. La sensación ominosa que empezó a tener de un día para otro tampoco le hizo gracia, y menos cuando iban a tener que amputarle un brazo a Kahlo. Al principio no iba a participar, ya que usar la sierra le daba demasiado respeto ya que no tenía experiencia y no tenía magia, pero al final colaboró, quitando manchas de sangre y dando apoyo emocional a quien lo necesitara. Quería que, dentro de lo horrible, pudieran hacerlo lo más cómodos que pudieran.
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Aquel era el día final, el día que marcaba el libro y el reloj como la salida de la Luna. No sabía si le daría magia, o poderes, o qué pasaría, pero sí sabía que acabaría todo. Que podrían volver a casa, antes o después. Había aprovechado a trenzase el pelo con calma por la mañana, ya que no tenían mucho que hacer, y ahora se aburría, sin mucho que hacer. Estaba sentada en el suelo del saló, apoyada contra un sillón, y miraba a Kahlo de forma distraída, tocándose el collar que había hecho hace meses la varmana y que siempre llevaba. Si volvían a casa, al menos se llevaría buenos recuerdos de gente maravillosa, aunque tuvieran que compartir espacio con un montón de malos recuerdos también. Si al final no podían volver, al menos tenía amigos en la ciudad. Suspiró profundamente: esperar se le hacía especialmente aburrido, y la incertidumbre no lo mejoraba.
Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Silente
11/04/21, 03:14 pm
Y pasaron las semanas, para la enderth demasiado lentas. La incertidumbre de lo que ocurriría cuando el reloj marcase “Luna Roja” se veía eclipsada por el mal ambiente generalizado que se generó en el torreón a partir de aquel fatídico día. Lethe misma parecía haber hecho una regresión en su carácter, que ella achacaba sobre todo a la actitud de sus compañeros, pero eso no era del todo cierto. La muerte de Qirra la había afectado más de lo que estaba dispuesta a admitir y cargó con la culpa en silencio durante el transcurso de las semanas. Pasó la mayor parte de su tiempo con Kradko, y cuando no estaba con ella estaba con Amira, Chromsa y, para su sorpresa, Alyssa. Ello se debía a que eran las personas que mejor llevaban, a sus ojos, la situación. Luci solo parecía triste, no obstante, y alguna vez le preguntó si quería ayudarle a aprender a tocar el xilófono. A Alec lo evitaba un poco después del incidente del palacete, pero con el tiempo también volvería a tratar con él. Siguió asistiendo a los entrenamientos con Kolja, pero porque Amira no dejó de hacerlo en ningún momento o si no ya lo hubiese enviado a pescar sardinas con las manos hacía mucho: el humano estaba irritantemente insistente con el temita de los entrenamientos y si no fuese por la compañía de Amira, la enderth hubiese empezado a entrenar en solitario de nuevo.
La persona con la que menos trataba era, sin duda, Adam. No sabía qué lucios se le estaba pasando por la cabeza al chaval, pero su actitud era un auténtico cachalote en su opinión. No sabía si creía que le guardaban rencor o qué, pero la enderth no sabía cómo manejar una situación como aquella, así que le hablaba solo cuando era necesario y nada más. Algo parecido ocurría con Kahlo, quien estaba realmente irritable, pero con ella se cortaba bastante por lo que la enderth sí interactuaba más con ella que con el ruso. Fue de las que también estuvieron pendiente de que no se descuidase y comiese cuando tenía que hacerlo, y fue de las primeras en ofrecerse sin reparos a llevar a cabo la operación que pronto se hizo necesaria.
Lethe nunca había tenido que hacer algo así, pero a ella no le resultaba tan escabroso como a muchos de sus compañeros. Era necesario para prevenir la gangrena y no había más qué hablar. No pudo evitar pensar como en Dryfus a partir de ese momento Kahlo sería evaluada con dureza para comprobar si seguía siendo útil a la sociedad o no (por no hablar de abandonada a su suerte sin más miramientos si se trataba de los locos de los arbóreos), y como probablemente ella hubiese intercedido por la varmana para evitar que la desechasen. ¿Cuándo se había vuelto así? Era una pregunta que últimamente no abandonaba su cabeza, pero que cada vez empezaba a darle menos importancia.
Además de las salidas a la biblioteca, la ausencia de Qirra significaba que había que salir más a menudo a por comida también. Lethe estaría en contra de cualquier otra salida del torreón que no fuese para una de esas dos cosas, o para encontrarse con los otros grupos, pero saldría todas y cada una de las veces que se decidiese hacerlo, aunque fuese a regañadientes. Lo cierto era que por un lado la zona de pozos se había vuelto mucho más segura gracias a la muerte de Setenta y Siete, y se descubrió yendo más tranquila a esa zona.
En cuanto a los demás… No tenían buenas noticias. A Lethe le dio bastante igual la historia de que Iemai no era “como ellos” y lamentó su muerte, la de Nori… y la de Sere. El cabrón del reptil psicópata se las había ingeniado para cobrarse otra víctima más justo antes de que pusieran fin a su reinado del terror. Esperaba que para los antiguos compañeros del mono del queso fuese un consuelo saber que no volvería a aterrorizarles más. Por otro lado, las circunstancias de la muerte de Nori e Iemai le hicieron comprender que habían tenido suerte en su encuentro con Kirés y el varmano y no volvería a fiarse de ningún habitante de aquel lugar de locos con el que se topasen. Ya sabían que no les iban a dar más información, a fin de cuentas.
Y llegó el día señalado. Se despertó por los gritos de Alec, creyendo que la Luna Roja ya estaba allí y estaba ocurriendo… algo. Pero resultó ser solo una pesadilla. Al igual que lo eran los temblores de tierra cada vez más frecuentes, que empezaban a ser verdaderamente molestos. Ese día había más nubes que nunca en el cielo y parecía que finalmente iba a llover. Le había sorprendido enormemente descubrir que para Chromsa algo tan normal como la lluvia era un fenómeno desconocido, por lo que cuando le vio aquella tarde observando las nubes por la ventana se acercó a él.
—¿Qué te parece si bajamos a la puerta del patio para verlo mejor? Está a punto de anochecer y supongo que esa Luna saldrá dentro de poco.
Por alguna razón, Lethe prefería que estuviesen todos juntos en la planta baja para esperar a lo que fuese que tuviera que llegar.
La persona con la que menos trataba era, sin duda, Adam. No sabía qué lucios se le estaba pasando por la cabeza al chaval, pero su actitud era un auténtico cachalote en su opinión. No sabía si creía que le guardaban rencor o qué, pero la enderth no sabía cómo manejar una situación como aquella, así que le hablaba solo cuando era necesario y nada más. Algo parecido ocurría con Kahlo, quien estaba realmente irritable, pero con ella se cortaba bastante por lo que la enderth sí interactuaba más con ella que con el ruso. Fue de las que también estuvieron pendiente de que no se descuidase y comiese cuando tenía que hacerlo, y fue de las primeras en ofrecerse sin reparos a llevar a cabo la operación que pronto se hizo necesaria.
Lethe nunca había tenido que hacer algo así, pero a ella no le resultaba tan escabroso como a muchos de sus compañeros. Era necesario para prevenir la gangrena y no había más qué hablar. No pudo evitar pensar como en Dryfus a partir de ese momento Kahlo sería evaluada con dureza para comprobar si seguía siendo útil a la sociedad o no (por no hablar de abandonada a su suerte sin más miramientos si se trataba de los locos de los arbóreos), y como probablemente ella hubiese intercedido por la varmana para evitar que la desechasen. ¿Cuándo se había vuelto así? Era una pregunta que últimamente no abandonaba su cabeza, pero que cada vez empezaba a darle menos importancia.
Además de las salidas a la biblioteca, la ausencia de Qirra significaba que había que salir más a menudo a por comida también. Lethe estaría en contra de cualquier otra salida del torreón que no fuese para una de esas dos cosas, o para encontrarse con los otros grupos, pero saldría todas y cada una de las veces que se decidiese hacerlo, aunque fuese a regañadientes. Lo cierto era que por un lado la zona de pozos se había vuelto mucho más segura gracias a la muerte de Setenta y Siete, y se descubrió yendo más tranquila a esa zona.
En cuanto a los demás… No tenían buenas noticias. A Lethe le dio bastante igual la historia de que Iemai no era “como ellos” y lamentó su muerte, la de Nori… y la de Sere. El cabrón del reptil psicópata se las había ingeniado para cobrarse otra víctima más justo antes de que pusieran fin a su reinado del terror. Esperaba que para los antiguos compañeros del mono del queso fuese un consuelo saber que no volvería a aterrorizarles más. Por otro lado, las circunstancias de la muerte de Nori e Iemai le hicieron comprender que habían tenido suerte en su encuentro con Kirés y el varmano y no volvería a fiarse de ningún habitante de aquel lugar de locos con el que se topasen. Ya sabían que no les iban a dar más información, a fin de cuentas.
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Y llegó el día señalado. Se despertó por los gritos de Alec, creyendo que la Luna Roja ya estaba allí y estaba ocurriendo… algo. Pero resultó ser solo una pesadilla. Al igual que lo eran los temblores de tierra cada vez más frecuentes, que empezaban a ser verdaderamente molestos. Ese día había más nubes que nunca en el cielo y parecía que finalmente iba a llover. Le había sorprendido enormemente descubrir que para Chromsa algo tan normal como la lluvia era un fenómeno desconocido, por lo que cuando le vio aquella tarde observando las nubes por la ventana se acercó a él.
—¿Qué te parece si bajamos a la puerta del patio para verlo mejor? Está a punto de anochecer y supongo que esa Luna saldrá dentro de poco.
Por alguna razón, Lethe prefería que estuviesen todos juntos en la planta baja para esperar a lo que fuese que tuviera que llegar.
- Lops
Ficha de cosechado
Nombre: Kradko
Especie: Clinger de la sociedad nómada
Habilidades: Agilidad, oído musical, habilidad manualPersonajes :
· Adara: Humana ángel negro.
· Heraldo Rocuo: Ochrorio ominario.
· Kradko: Clinger lepäni.
Armas : · Adara: ballesta, tonfas, espada larga y lanza naginata.
· Kradko: bastón.
Re: Torreón Silente
11/04/21, 06:24 pm
Las semanas que siguieron al incidente con Setenta y Siete fueron de las más difíciles para Kradko desde que había llegado a Rocavarancolia. A pesar de que su condición anímica era bastante mejor a la que mostraba anteriormente, los cambios que supuso el incidente tanto por la muerte de Qirra como por el estado físico y mental del resto supusieron un golpe muy duro.
Por supuesto, la prioridad fue la situación de los heridos. A pesar de no contar con magia ella misma, hizo todo lo que pudo por ellos. Ya fueran tareas más mundanas o ayudar con las curas. Alec parecía llevarlo razonablemente bien gracias a las curas que le proporcionaron, pero el brazo de Kahlo estaba teniendo complicaciones. Por ello, participó en tanto en la preparación como en la misma operación, pues el acto del corte en sí y la sangre no era algo que le afectaran mucho a la clinger.
Durante la operación proporcionó todo el material cuando era necesario y, cuando este se completó, se ocupó ella misma de recoger la extremidad cercenada, envolverla en una tela y prepararla para el entierro. Le costaba pensar que aquello había sido parte de la varmana en algún momento. De haber sido terrícola, hubiera pensado que se trataba más bien de parte del attrezzo de una película de serie B.
Aparte de las necesidades más inmediatas y las tareas más rutinarias que nunca descuidaba, intentó pasar todo el tiempo que pudo con el resto. Con el paso de los días fue viendo quién se mostraba más receptivo y quién no, pero incluso se intentó acercar a los que más se estaban aislando. En general, pasó el tiempo mayormente ocupada con sus tareas, con quien estuviera disponible, tocando música o tratando de sacar sentido del libreto sobre la misma. A pesar del ambiente general intentó, cuando pudo, pasar buenos momentos y divertirse. Por ejemplo, se echó unas buenas risas cuando Amira vandalizó la estatua del patio.
Le animó que Lethe se uniera a ella durante las sesiones musicales, llegaron incluso a tocar alguna cosa juntos. También le sorprendió un poco el acercamiento de Alyssa, aunque lo aceptó encantada e incluso le ofreció que se uniera a las sesiones musicales. A cambio, Luci pasó a unirse mucho más esporádicamente y a tomar un rol más de oyente pasivo. Entendía, por eso, que no le apeteciera y le dejó que se uniera según le fuera apeteciendo.
Un poco más le dolió que Adam directamente cortara todo el contacto con estas. Sin embargo, hasta ella entendía que el terrícola estaba muy mal y necesitaba más que nada tiempo. Le preocupaba como al resto, por eso, y le dolía pensar cómo esto estaría afectando también a Chromsa. Aunque fuera terrible dando consejos, intentó hablar con él y escucharle.
Como actividad práctica, le pareció muy bueno unirse a los entrenamientos de Kolja, era algo que ya había hecho ocasionalmente en el pasado y sabía que le iba a venir bien especialmente ahora. Aprovechó también en algunas sesiones para intentar con Amira hablar con él sobre la presión que estaba metiendo al resto para que entrenaran. A pesar de que el humano hacía dos como ella, tenía suficiente confianza para decirle que estaba equivocado en sus formas. Llegó incluso a enfadarse con él cuando se enteró de que estaba insistiendo a Kahlo. Como clinger, entendía su insistencia en ser útil y en hacer que el resto pudieran valerse por sí mismos. Era una decisión lógica y práctica. Sin embargo, pedirle eso a una herida le parecía pasarse de la raya. Y no dudó en decírselo directamente.
En algún momento llegaron a encontrarse con los cosechados de otros torreones y estos les hablaron sobre sus propias pérdidas. Aunque le dolía por ellos, también sintió que el compartir ese dolor les unía de algún modo. Ella también sintió que habían tenido bastante suerte con los cuidadanos a los que se habían encontrado con anterioridad.
Aquella noche no pudo dormir bien, sabía lo que se venía al día siguiente. Aunque, más bien, lo que no la dejó descansar era lo que no sabía. Estaba convencida de que era peor saber que algo iba a ocurrir pero no el qué, que no saber nada de nada. Muy temprano de madrugada, cuando ya tenía claro que no iba a poder descansar más, subió hasta la azotea y se sentó en el borde para poder ver el amanecer. No sabía si iba a poder ver alguno más de la misma forma en el futuro.
En algún momento, casi llegó a caerse al oír un grito desde abajo. Menos mal que se quedó al final en un susto, pues había aprendido en los meses anteriores que no podía confiar en sus alas. Con prisa, bajó por la pared del torreón hasta que alcanzó la ventana de la que oía revuelo. Para su tranquilidad, parecía que el grito se debía a que Alec había tenido una pesadilla.
Pasó el día sin saber muy bien qué hacer. Se encontraba demasiado cansada y nerviosa para emprender nada. Se reunió en la planta baja con el resto para pasar el día y esperar. Se sentía tanto desesperanzada como aliviada de que por fin fuera a salir la Luna Roja.
Por supuesto, la prioridad fue la situación de los heridos. A pesar de no contar con magia ella misma, hizo todo lo que pudo por ellos. Ya fueran tareas más mundanas o ayudar con las curas. Alec parecía llevarlo razonablemente bien gracias a las curas que le proporcionaron, pero el brazo de Kahlo estaba teniendo complicaciones. Por ello, participó en tanto en la preparación como en la misma operación, pues el acto del corte en sí y la sangre no era algo que le afectaran mucho a la clinger.
Durante la operación proporcionó todo el material cuando era necesario y, cuando este se completó, se ocupó ella misma de recoger la extremidad cercenada, envolverla en una tela y prepararla para el entierro. Le costaba pensar que aquello había sido parte de la varmana en algún momento. De haber sido terrícola, hubiera pensado que se trataba más bien de parte del attrezzo de una película de serie B.
Aparte de las necesidades más inmediatas y las tareas más rutinarias que nunca descuidaba, intentó pasar todo el tiempo que pudo con el resto. Con el paso de los días fue viendo quién se mostraba más receptivo y quién no, pero incluso se intentó acercar a los que más se estaban aislando. En general, pasó el tiempo mayormente ocupada con sus tareas, con quien estuviera disponible, tocando música o tratando de sacar sentido del libreto sobre la misma. A pesar del ambiente general intentó, cuando pudo, pasar buenos momentos y divertirse. Por ejemplo, se echó unas buenas risas cuando Amira vandalizó la estatua del patio.
Le animó que Lethe se uniera a ella durante las sesiones musicales, llegaron incluso a tocar alguna cosa juntos. También le sorprendió un poco el acercamiento de Alyssa, aunque lo aceptó encantada e incluso le ofreció que se uniera a las sesiones musicales. A cambio, Luci pasó a unirse mucho más esporádicamente y a tomar un rol más de oyente pasivo. Entendía, por eso, que no le apeteciera y le dejó que se uniera según le fuera apeteciendo.
Un poco más le dolió que Adam directamente cortara todo el contacto con estas. Sin embargo, hasta ella entendía que el terrícola estaba muy mal y necesitaba más que nada tiempo. Le preocupaba como al resto, por eso, y le dolía pensar cómo esto estaría afectando también a Chromsa. Aunque fuera terrible dando consejos, intentó hablar con él y escucharle.
Como actividad práctica, le pareció muy bueno unirse a los entrenamientos de Kolja, era algo que ya había hecho ocasionalmente en el pasado y sabía que le iba a venir bien especialmente ahora. Aprovechó también en algunas sesiones para intentar con Amira hablar con él sobre la presión que estaba metiendo al resto para que entrenaran. A pesar de que el humano hacía dos como ella, tenía suficiente confianza para decirle que estaba equivocado en sus formas. Llegó incluso a enfadarse con él cuando se enteró de que estaba insistiendo a Kahlo. Como clinger, entendía su insistencia en ser útil y en hacer que el resto pudieran valerse por sí mismos. Era una decisión lógica y práctica. Sin embargo, pedirle eso a una herida le parecía pasarse de la raya. Y no dudó en decírselo directamente.
En algún momento llegaron a encontrarse con los cosechados de otros torreones y estos les hablaron sobre sus propias pérdidas. Aunque le dolía por ellos, también sintió que el compartir ese dolor les unía de algún modo. Ella también sintió que habían tenido bastante suerte con los cuidadanos a los que se habían encontrado con anterioridad.
***
Aquella noche no pudo dormir bien, sabía lo que se venía al día siguiente. Aunque, más bien, lo que no la dejó descansar era lo que no sabía. Estaba convencida de que era peor saber que algo iba a ocurrir pero no el qué, que no saber nada de nada. Muy temprano de madrugada, cuando ya tenía claro que no iba a poder descansar más, subió hasta la azotea y se sentó en el borde para poder ver el amanecer. No sabía si iba a poder ver alguno más de la misma forma en el futuro.
En algún momento, casi llegó a caerse al oír un grito desde abajo. Menos mal que se quedó al final en un susto, pues había aprendido en los meses anteriores que no podía confiar en sus alas. Con prisa, bajó por la pared del torreón hasta que alcanzó la ventana de la que oía revuelo. Para su tranquilidad, parecía que el grito se debía a que Alec había tenido una pesadilla.
Pasó el día sin saber muy bien qué hacer. Se encontraba demasiado cansada y nerviosa para emprender nada. Se reunió en la planta baja con el resto para pasar el día y esperar. Se sentía tanto desesperanzada como aliviada de que por fin fuera a salir la Luna Roja.
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Torreón Silente
11/04/21, 09:54 pm
Alec observó con sorpresa como fue Adam el que se ofreció a sacar los cristales de su brazo y con mayor sorpresa como el chico se fue escaleras arriba sin terminar su trabajo. ¿Había hecho algo para molestar al ruso? Con el ceño fruncido contempló como trabajaba Amira.
-Gracias - dijo cuando terminó de sacar cristales.
No hizo ademán alguno de seguir a los que habían abandonado la sala más que nada porque seguía dolorido por todas las heridas. No tenía gracia para salir afuera a despedir a Qirra pero en su mente acompañó a los que estaban fuera.
Los días pasaron, llevándolos de forma inexorable más cerca de la Luna Roja. Alec se dejó atender por la gente con magia para terminar de curar sus heridas. El pie fue fácil, los cortes de los brazos también pero los cortes de la cara... no fueron complicados pero sí que picaron mucho. Se miró al espejo para intentar acostumbrarse a la visión y la falta de visión. La cicatriz no le gustaba, Setenta y siete le había quitado la visión de un ojo a cambio de morirse, no podía decirse que fuera un intercambio justo pero estaba convencido de que si el lagarto no los hubiera subestimado habrían muerto más del torreón, él incluido. Por eso estaba orgulloso de la cicatriz, no le gustaba pero una cosa no quitaba la otra y por eso no cubrió las cicatrices. Había sobrevivido y quería que todo el mundo que lo viera lo supiera.
Los primeros días tuvo dolor de cabeza a raíz de la falta del ojo derecho. Y se había vuelto infinitamente torpe, un día estaba comiendo y fue a coger el vaso de agua, tropezando con él y derramando el agua por la mesa. Tropezaba con cosas como la mesa, una encimera, el pozo... Pensaba que estaban más lejos de lo que realmente estaban. Tenía que acostumbrarse a aquella situación por mucho que le doliera. Literalmente por los golpes que se estaba llevando.
Se volvió mucho más cercano a la gente del torreón dejando la azotea para momentos en que de verdad necesitase un momento a solas. Un día Amira le dibujó a la estatua de Silente un monóculo y al escocés le hizo tanta gracia que le pidió a la chica que le pintase otro a él.
Su humor se volvió más negro sobre todo a costa de su propia ceguera. Pero en general trataba de estar más alegre por la gente que no lo estaba.
Se apuntó a los entrenamientos de Kolja, no para que lo enseñara a manejar el martillo si no por practicar. Su manejo del martillo había mejorado de forma increíble desde el principio de la criba y era algo que producía orgullo al joven. Era algo en lo que se había vuelto competente, una habilidad que nunca se habría aprendido en la Tierra seguramente.
El estado de Kahlo empeoró en general aunque no tanto como el de Adam que pareció alejarse de forma extrema de todos en el torreón, incluso de su novio, o al menos Alec sospechaba que ya eran pareja a aquellas alturas. Pero Alec no pensaba meterse en aquello, salvo que el ruso hiciera algo que terminase crispando los nervios del granjero que entonces sí le reprocharía su comportamiento. Tampoco se metió en la discusión que tuvieron la varmana y el terrestre, era cosa suya.
Respecto a Kahlo estuvo más atento con ella, asegurándose de que comiera cuando el resto no estaban tan pendientes. De alguna forma sentía una conexión con ella por ser los dos que peor parados habían salido de aquella batalla.
Cuando se vio que aquel brazo tenía que ser eliminado se ofreció para amputarlo casi sin pensar. Alec tenía mucha práctica en aquello, había sacrificado animales de la granja, cortado carne y huesos, se había salpicado muchas veces cuando hacía sus labores de granja. Buscó junto con el resto información en la biblioteca sobre amputaciones, leyendo todo lo que pudo y aprendiendo las técnicas que iba a necesitar para el proceso.
-Intentaré que sea lo más rápido posible - prometió cuando iba a hacer el torniquete. Serró todo lo rápido que pudo pero teniendo todo el cuidado del mundo en no fastidiar más la herida. Cuando terminó y comprobó que la herida estaba curada cogió se quitó la ropa ensangrentada y la tiró al foso, no había sentido nada al cortar el brazo de un amiga, aquello no podía estar bien.
Las noticias de los otros torreones no sentaron bien al escocés, quizá no tendrían que haber sido tan amistosos con los ciudadanos. Respecto a Setenta y siete no podía alegrarle más que estuviera muerto.
El olor a hierro se hizo omnipresente en la vida de Alec y a los temblores terminó acostumbrándose, ya no se le hacían raros y hasta que alguien no mencionó que había temblores por la ciudad no se dio cuenta de que no eran los mismos que sentía él. Lo peor empezó cuando la catedral soltó las pavesas y el mal rollo se extendió por toda la ciudad.
El día de la Luna Alec se despertó gritando, había tenido una pesadilla horrible pero según pasaban los segundos la olvidaba a pasos agigantados, solo le quedó la sensación de que había hecho la peor cosa que nadie podría hacer no importando lo mucho que se esforzasen. Esa sensación se quedó con él todo el día.
Se encontraba en el salón comiendo una manzana mientras notaba la tarde pasar, sentía la expectación de lo que venía, sentía la fatalidad acercarse... aunque lo más seguro es que fuera por aquel sueño de mierda.
-Bueno, ¿cómo lo veis? - preguntó antes de reírse entre dientes.- Yo a medias claro, es lo que hay - volvió a reírse.- ¿Soy el único que siente como si el mundo se le viniese encima?
-Gracias - dijo cuando terminó de sacar cristales.
No hizo ademán alguno de seguir a los que habían abandonado la sala más que nada porque seguía dolorido por todas las heridas. No tenía gracia para salir afuera a despedir a Qirra pero en su mente acompañó a los que estaban fuera.
Los días pasaron, llevándolos de forma inexorable más cerca de la Luna Roja. Alec se dejó atender por la gente con magia para terminar de curar sus heridas. El pie fue fácil, los cortes de los brazos también pero los cortes de la cara... no fueron complicados pero sí que picaron mucho. Se miró al espejo para intentar acostumbrarse a la visión y la falta de visión. La cicatriz no le gustaba, Setenta y siete le había quitado la visión de un ojo a cambio de morirse, no podía decirse que fuera un intercambio justo pero estaba convencido de que si el lagarto no los hubiera subestimado habrían muerto más del torreón, él incluido. Por eso estaba orgulloso de la cicatriz, no le gustaba pero una cosa no quitaba la otra y por eso no cubrió las cicatrices. Había sobrevivido y quería que todo el mundo que lo viera lo supiera.
Los primeros días tuvo dolor de cabeza a raíz de la falta del ojo derecho. Y se había vuelto infinitamente torpe, un día estaba comiendo y fue a coger el vaso de agua, tropezando con él y derramando el agua por la mesa. Tropezaba con cosas como la mesa, una encimera, el pozo... Pensaba que estaban más lejos de lo que realmente estaban. Tenía que acostumbrarse a aquella situación por mucho que le doliera. Literalmente por los golpes que se estaba llevando.
Se volvió mucho más cercano a la gente del torreón dejando la azotea para momentos en que de verdad necesitase un momento a solas. Un día Amira le dibujó a la estatua de Silente un monóculo y al escocés le hizo tanta gracia que le pidió a la chica que le pintase otro a él.
Su humor se volvió más negro sobre todo a costa de su propia ceguera. Pero en general trataba de estar más alegre por la gente que no lo estaba.
Se apuntó a los entrenamientos de Kolja, no para que lo enseñara a manejar el martillo si no por practicar. Su manejo del martillo había mejorado de forma increíble desde el principio de la criba y era algo que producía orgullo al joven. Era algo en lo que se había vuelto competente, una habilidad que nunca se habría aprendido en la Tierra seguramente.
El estado de Kahlo empeoró en general aunque no tanto como el de Adam que pareció alejarse de forma extrema de todos en el torreón, incluso de su novio, o al menos Alec sospechaba que ya eran pareja a aquellas alturas. Pero Alec no pensaba meterse en aquello, salvo que el ruso hiciera algo que terminase crispando los nervios del granjero que entonces sí le reprocharía su comportamiento. Tampoco se metió en la discusión que tuvieron la varmana y el terrestre, era cosa suya.
Respecto a Kahlo estuvo más atento con ella, asegurándose de que comiera cuando el resto no estaban tan pendientes. De alguna forma sentía una conexión con ella por ser los dos que peor parados habían salido de aquella batalla.
Cuando se vio que aquel brazo tenía que ser eliminado se ofreció para amputarlo casi sin pensar. Alec tenía mucha práctica en aquello, había sacrificado animales de la granja, cortado carne y huesos, se había salpicado muchas veces cuando hacía sus labores de granja. Buscó junto con el resto información en la biblioteca sobre amputaciones, leyendo todo lo que pudo y aprendiendo las técnicas que iba a necesitar para el proceso.
-Intentaré que sea lo más rápido posible - prometió cuando iba a hacer el torniquete. Serró todo lo rápido que pudo pero teniendo todo el cuidado del mundo en no fastidiar más la herida. Cuando terminó y comprobó que la herida estaba curada cogió se quitó la ropa ensangrentada y la tiró al foso, no había sentido nada al cortar el brazo de un amiga, aquello no podía estar bien.
Las noticias de los otros torreones no sentaron bien al escocés, quizá no tendrían que haber sido tan amistosos con los ciudadanos. Respecto a Setenta y siete no podía alegrarle más que estuviera muerto.
El olor a hierro se hizo omnipresente en la vida de Alec y a los temblores terminó acostumbrándose, ya no se le hacían raros y hasta que alguien no mencionó que había temblores por la ciudad no se dio cuenta de que no eran los mismos que sentía él. Lo peor empezó cuando la catedral soltó las pavesas y el mal rollo se extendió por toda la ciudad.
El día de la Luna Alec se despertó gritando, había tenido una pesadilla horrible pero según pasaban los segundos la olvidaba a pasos agigantados, solo le quedó la sensación de que había hecho la peor cosa que nadie podría hacer no importando lo mucho que se esforzasen. Esa sensación se quedó con él todo el día.
Se encontraba en el salón comiendo una manzana mientras notaba la tarde pasar, sentía la expectación de lo que venía, sentía la fatalidad acercarse... aunque lo más seguro es que fuera por aquel sueño de mierda.
-Bueno, ¿cómo lo veis? - preguntó antes de reírse entre dientes.- Yo a medias claro, es lo que hay - volvió a reírse.- ¿Soy el único que siente como si el mundo se le viniese encima?
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
- Percy
Ficha de cosechado
Nombre: Kolja Günterson
Especie: Humano/Alemán
Habilidades: Nociones de lucha. Rapidez mental. Resistencia. Personajes : Kolja Günterson Humano Sutr
Status : Hype
Humor : Sarcastico/Incomprendido
Re: Torreón Silente
13/04/21, 05:24 pm
Kolja agradeció con un asentimiento a aquellos que aceptaron participar en el funeral. Chromsa les indicó un lugar apartado en el que podían enterrar a la dragoncilla y él y Luci la prepararon envolviéndola con una manta mientras Lethe cavaba el agujero. Cuando la parqia estuvo bien envuelta cogió una pala para ayudar a la pájaro, había dicho que se encargaría de enterrarla y no quería hacer cargar a los otros con ello. Tras un rato de trabajo delante solo les quedaría un montículo de tierra recién removida. Chromsa rezó a su divinidad mientras que el resto solo estaba allí, pensando para si mismos. Kolja no sabía si también rezaban o si se despedían en silencio. Él mismo solo hizo lo segundo, a pesar de haber estudiado los dioses nórdicos no los consideraba reales, y en Dios tampoco había creído nunca. En aquél momento solo deseó que hubiere alguna clase de vida tras la muerte, le daba igual a que religión correspondiese, pero esperaba que la dragoncilla estuviese en un lugar mejor, lleno de piedras curiosas y donde pudiese volar con sus amigos. Aunque se quedó allí durante un buen rato, finalmente el cansancio le forzó a separarse de la tumba y buscar su sofá para dormir.
Durante los siguientes días el humor de una gran parte del torreón cambió drásticamente. Su brazo incapacitado agrió el carácter de Kahlo, que empezó a molestarse por las cosas más estúpidas. Por supuesto las cosas estúpidas formaban parte de la especialidad de Kolja, por lo que, a pesar del momento compartido en el palacete, su relación sufrió un nuevo revés. Tampoco ayudaba el hecho de que el alemán se hubiese vuelto muy insistente con que todos atendiesen a los entrenamientos, incluso ella que estaba incapacitada. Así que, naturalmente, los dos terminaron cansándose el uno del otro con bastante rapidez. El ruso también había sufrido un cambio radical. De la noche a la mañana se había vuelto frio, reservado, solitario y taciturno. Kolja seguía sin hablar con él de todas formas, por lo que aquel cambio y el hecho de que dejase por completo los entrenamientos físicos y se dedicase a estudiar magia en solitario le vino bien para ello. Nunca hubiese pensado que su antiguo aprendiz fuese tan cabezota, ya debería haberse dado cuenta de que no tenía razón y haberse disculpado de verdad.
No sabía si se debía a su insistencia o a el encontronazo con 77 de hace varios días, pero consiguió que la mitad de sus compañeros del torreón se uniesen a los entrenamientos. Y la asistencia se mantuvo, con la única excepción de que Chromsa les dejó al poco de haber empezado. No le hizo demasiada gracia, pero ahora que Kahlo había quedado incapacitada el chico nutria era el que más capacidad mágica tenía, por lo que entendió que le dedicase su tiempo a la magia y no al entrenamiento físico. Luci también había dejado sus entrenamientos, aunque aquello pasó inmediatamente después de aquel fatídico día y antes tampoco se podía decir que hubiese entrenado con mucha regularidad. A cambio Amira, Lethe, Kradko, Alec y Alyssa se convirtieron en sus nuevos pupilos. Les sometía a un entrenamiento incluso más duro del que había organizado para Adam en su momento, también es que carecía del tiempo que había tenido con el ruso y sentía una necesidad, casi una obsesión, de enseñarles todo lo que el mismo sabía.
No se rindió con el resto, siguió intentando que se uniesen a los entrenamientos, pero no dio sus frutos. Más de uno de sus nuevos alumnos le aconsejó que se relajase, que si no se habían unido no lo iban a hacer por más que preguntase, pero no les hizo caso. Esto es hasta un día con Amira. La francesa volvió a pedirle que se relajase y entonces Kolja se abrió con ella y le contó la razón de ser de su obsesión. A partir de aquel día y de la charla con ella dejó de insistir a aquellos que se habían negado a participar desde el principio, aunque no rebajó la dureza de las clases.
Realmente la explicación que le dio a Amira se aplicaba a prácticamente todo lo que había estado haciendo desde el fatídico día. El participar en absolutamente todas las salidas, los entrenamientos e incluso ayudar con la operación de Kahlo. El brazo de la gatita no había dejado de empeorar desde la herida. Había adquirido un color negruzco horrible y estaba muy claro que se estaba gangrenando. En la operación sujetó el brazo mientras Alec cortaba la carne y serraba el hueso. No fue una vista agradable, aunque el aspecto de la extremidad tan… irreal resultó de ayuda. Enterraron el brazo en el jardín también, aunque no estaba seguro de que la gangrena no envenenase la cosecha en vez de ayudar.
Y los cambios de sus compañeros no fueron los únicos en tener lugar aquellas semanas. De nuevo el tiempo meteorológico, tan loco como la ciudad misma, les tenía preparadas algunas sorpresas, como la aparición de nubes en el cielo siempre despejado de Rocavarancolia. Y aquellos terremotos leves que parecían crecer en número e intensidad según se iba acercando la fecha señalada, la salida de la misteriosa luna roja. Y hablando de misterios rojos, la enorme catedral de aquel horrible color rojo empezó a tener un extraño impacto en los sentimientos de los cosechados. Cuando Kolja salía a por comida no podía evitar girarse a mirar el lugar donde se alzaba. La hacía cada dos por tres, incapaz de quitarse aquella molesta sensación. Y no le pasaba solo cuando estaba a la vista, incluso en la armería del torreón no podía escapar. Por suerte tras cierto tiempo sintiendo aquello se convirtió en una parte natural de su día a día, como el sonido de los grillos aquella vez que había estado en Grecia, las primeras noches apenas había podido pegar ojo, pero tras unos días se había acostumbrado tanto que si nadie le llamaba la atención sobre ellos ni se acordaba de que existían.
Quedaron también con sus compañeros de los otros torreones, los cuales parecía que también habían perdido a gente. Que una de las muertes fuese culpa de 77 le hizo apretar los puños con fuerza y alegrarse de que estuviese muerto. Cuando se lo dijeron dirigió la mirada hacía Adam, observando su reacción ante la noticia, a ver si seguía pensando que no deberían haberse alegrado de su muerte. El ruso no dijo nada, pero para satisfacción de Kolja no parecía muy cómodo en su propia piel. La muerte de Iemai por parte de un ciudadano le chocó un tanto, incluido el hecho de que no fuese una de los suyos, sino una esclava fugada que se había refugiado en el grupo, intentando pasar desapercibida. Tras una cavilación rápida Kolja decidió que no la culpaba, él hubiese hecho lo mismo de haber estado en su situación. Cuando volvió del encuentro decidió empezar a dejar un arcón con armas en el salón. No quería que les sorprendiesen sin armas a mano si les atacaban dentro en algún momento.
A parte de esto siguió con su rutina de llevarse fardos con armas a la muralla y dedicar gran parte del día a ponerlas en regla mientras pensaba. En realidad, ya no necesitaba hacerlo, tenían tantas armas que les daría para armar a los tres torreones, ahora dos por la fusión, sin problemas, pero la rutina era la rutina, era lo único que podía hacer allí remotamente relacionado con la forja. Y la muerte de Qirra hacía que tuviese muchas cosas que replantearse.
Hasta aquel día había pensado que era muy probable que el premio que les esperaba al final del camino hiciese que todo hubiese merecido la pena, pero desde el fallecimiento de la dragoncilla ya no estaba seguro de que hubiese nada que realmente pudiese compensar lo que les habían hecho pasar. Y también estaba la decisión de si volvería o no a la Tierra una vez todo hubiese terminado. Por supuesto, no sabía si siquiera tendría la elección. Quizás estaba obligado a quedarse, o quizás no se lo permitirían. En todo caso, tenía que decidir qué haría en el caso de que se le diese a elegir. Pero había tantas variables… La decisión que tomasen sus compañeros era una esas variables. La verdad es que habían pasado por mucho juntos, y Kolja no quería separarse de ellos ahora, quería que afrontasen el futuro juntos como en los últimos meses. También dependía del premio. Si por ejemplo era una gran cantidad de dinero de allí, o una casa, o un negocio u otra cosa que no pudiese llevarse a la Tierra sería como haber pasado todo aquello por nada finalmente. Pero ¿Quería realmente formar parte de la sociedad que había provocado la muerte de Qirra? No estaba convencido… Al final la única decisión a la que pudo llegar era que no podía tomar una decisión, no sin saber más.
La noche antes de que se descubriese la última página del libro de Luci la pasó en las almenas, observando el baile de los murciélagos flamígeros bajo las estrellas que poblaban el cielo de la ciudad. Era hermoso, era peligroso y hermoso, una verdadera simbolización de la propia naturaleza de aquél lugar. Se pasó toda la noche allí fuera, esperando poder encontrar alguna señal del astro que encararían mañana, sin suerte.
El cielo estaba totalmente encapotado, las nubes auguraban lluvia. Kolja se levantó del suelo de piedra de la muralla y se dirigió al salón, donde se había juntado una buena parte de sus amigos.
-¿Os habéis fijado en el cielo? No se cómo vamos a poder ver esa dichosa luna con tal capa de nubes llenando todo el firmamento- se quejó.
Estaba atardeciendo.
Durante los siguientes días el humor de una gran parte del torreón cambió drásticamente. Su brazo incapacitado agrió el carácter de Kahlo, que empezó a molestarse por las cosas más estúpidas. Por supuesto las cosas estúpidas formaban parte de la especialidad de Kolja, por lo que, a pesar del momento compartido en el palacete, su relación sufrió un nuevo revés. Tampoco ayudaba el hecho de que el alemán se hubiese vuelto muy insistente con que todos atendiesen a los entrenamientos, incluso ella que estaba incapacitada. Así que, naturalmente, los dos terminaron cansándose el uno del otro con bastante rapidez. El ruso también había sufrido un cambio radical. De la noche a la mañana se había vuelto frio, reservado, solitario y taciturno. Kolja seguía sin hablar con él de todas formas, por lo que aquel cambio y el hecho de que dejase por completo los entrenamientos físicos y se dedicase a estudiar magia en solitario le vino bien para ello. Nunca hubiese pensado que su antiguo aprendiz fuese tan cabezota, ya debería haberse dado cuenta de que no tenía razón y haberse disculpado de verdad.
No sabía si se debía a su insistencia o a el encontronazo con 77 de hace varios días, pero consiguió que la mitad de sus compañeros del torreón se uniesen a los entrenamientos. Y la asistencia se mantuvo, con la única excepción de que Chromsa les dejó al poco de haber empezado. No le hizo demasiada gracia, pero ahora que Kahlo había quedado incapacitada el chico nutria era el que más capacidad mágica tenía, por lo que entendió que le dedicase su tiempo a la magia y no al entrenamiento físico. Luci también había dejado sus entrenamientos, aunque aquello pasó inmediatamente después de aquel fatídico día y antes tampoco se podía decir que hubiese entrenado con mucha regularidad. A cambio Amira, Lethe, Kradko, Alec y Alyssa se convirtieron en sus nuevos pupilos. Les sometía a un entrenamiento incluso más duro del que había organizado para Adam en su momento, también es que carecía del tiempo que había tenido con el ruso y sentía una necesidad, casi una obsesión, de enseñarles todo lo que el mismo sabía.
No se rindió con el resto, siguió intentando que se uniesen a los entrenamientos, pero no dio sus frutos. Más de uno de sus nuevos alumnos le aconsejó que se relajase, que si no se habían unido no lo iban a hacer por más que preguntase, pero no les hizo caso. Esto es hasta un día con Amira. La francesa volvió a pedirle que se relajase y entonces Kolja se abrió con ella y le contó la razón de ser de su obsesión. A partir de aquel día y de la charla con ella dejó de insistir a aquellos que se habían negado a participar desde el principio, aunque no rebajó la dureza de las clases.
Realmente la explicación que le dio a Amira se aplicaba a prácticamente todo lo que había estado haciendo desde el fatídico día. El participar en absolutamente todas las salidas, los entrenamientos e incluso ayudar con la operación de Kahlo. El brazo de la gatita no había dejado de empeorar desde la herida. Había adquirido un color negruzco horrible y estaba muy claro que se estaba gangrenando. En la operación sujetó el brazo mientras Alec cortaba la carne y serraba el hueso. No fue una vista agradable, aunque el aspecto de la extremidad tan… irreal resultó de ayuda. Enterraron el brazo en el jardín también, aunque no estaba seguro de que la gangrena no envenenase la cosecha en vez de ayudar.
Y los cambios de sus compañeros no fueron los únicos en tener lugar aquellas semanas. De nuevo el tiempo meteorológico, tan loco como la ciudad misma, les tenía preparadas algunas sorpresas, como la aparición de nubes en el cielo siempre despejado de Rocavarancolia. Y aquellos terremotos leves que parecían crecer en número e intensidad según se iba acercando la fecha señalada, la salida de la misteriosa luna roja. Y hablando de misterios rojos, la enorme catedral de aquel horrible color rojo empezó a tener un extraño impacto en los sentimientos de los cosechados. Cuando Kolja salía a por comida no podía evitar girarse a mirar el lugar donde se alzaba. La hacía cada dos por tres, incapaz de quitarse aquella molesta sensación. Y no le pasaba solo cuando estaba a la vista, incluso en la armería del torreón no podía escapar. Por suerte tras cierto tiempo sintiendo aquello se convirtió en una parte natural de su día a día, como el sonido de los grillos aquella vez que había estado en Grecia, las primeras noches apenas había podido pegar ojo, pero tras unos días se había acostumbrado tanto que si nadie le llamaba la atención sobre ellos ni se acordaba de que existían.
Quedaron también con sus compañeros de los otros torreones, los cuales parecía que también habían perdido a gente. Que una de las muertes fuese culpa de 77 le hizo apretar los puños con fuerza y alegrarse de que estuviese muerto. Cuando se lo dijeron dirigió la mirada hacía Adam, observando su reacción ante la noticia, a ver si seguía pensando que no deberían haberse alegrado de su muerte. El ruso no dijo nada, pero para satisfacción de Kolja no parecía muy cómodo en su propia piel. La muerte de Iemai por parte de un ciudadano le chocó un tanto, incluido el hecho de que no fuese una de los suyos, sino una esclava fugada que se había refugiado en el grupo, intentando pasar desapercibida. Tras una cavilación rápida Kolja decidió que no la culpaba, él hubiese hecho lo mismo de haber estado en su situación. Cuando volvió del encuentro decidió empezar a dejar un arcón con armas en el salón. No quería que les sorprendiesen sin armas a mano si les atacaban dentro en algún momento.
A parte de esto siguió con su rutina de llevarse fardos con armas a la muralla y dedicar gran parte del día a ponerlas en regla mientras pensaba. En realidad, ya no necesitaba hacerlo, tenían tantas armas que les daría para armar a los tres torreones, ahora dos por la fusión, sin problemas, pero la rutina era la rutina, era lo único que podía hacer allí remotamente relacionado con la forja. Y la muerte de Qirra hacía que tuviese muchas cosas que replantearse.
Hasta aquel día había pensado que era muy probable que el premio que les esperaba al final del camino hiciese que todo hubiese merecido la pena, pero desde el fallecimiento de la dragoncilla ya no estaba seguro de que hubiese nada que realmente pudiese compensar lo que les habían hecho pasar. Y también estaba la decisión de si volvería o no a la Tierra una vez todo hubiese terminado. Por supuesto, no sabía si siquiera tendría la elección. Quizás estaba obligado a quedarse, o quizás no se lo permitirían. En todo caso, tenía que decidir qué haría en el caso de que se le diese a elegir. Pero había tantas variables… La decisión que tomasen sus compañeros era una esas variables. La verdad es que habían pasado por mucho juntos, y Kolja no quería separarse de ellos ahora, quería que afrontasen el futuro juntos como en los últimos meses. También dependía del premio. Si por ejemplo era una gran cantidad de dinero de allí, o una casa, o un negocio u otra cosa que no pudiese llevarse a la Tierra sería como haber pasado todo aquello por nada finalmente. Pero ¿Quería realmente formar parte de la sociedad que había provocado la muerte de Qirra? No estaba convencido… Al final la única decisión a la que pudo llegar era que no podía tomar una decisión, no sin saber más.
La noche antes de que se descubriese la última página del libro de Luci la pasó en las almenas, observando el baile de los murciélagos flamígeros bajo las estrellas que poblaban el cielo de la ciudad. Era hermoso, era peligroso y hermoso, una verdadera simbolización de la propia naturaleza de aquél lugar. Se pasó toda la noche allí fuera, esperando poder encontrar alguna señal del astro que encararían mañana, sin suerte.
El cielo estaba totalmente encapotado, las nubes auguraban lluvia. Kolja se levantó del suelo de piedra de la muralla y se dirigió al salón, donde se había juntado una buena parte de sus amigos.
-¿Os habéis fijado en el cielo? No se cómo vamos a poder ver esa dichosa luna con tal capa de nubes llenando todo el firmamento- se quejó.
Estaba atardeciendo.
- Motes:
Alec: Granjero
Kahlo: Gatita
Qirra: Pequeña dragona
Chromsa: Chico nutria
Luci: Niño chuche
Adam: Rusky
Lethe: La pájaro
Kradko: Niña bicho
Reina: La japonesa
Amira: en proceso
Alyssa: en proceso
Levántate y pelea…héroe.
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