Torreón Silente

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

Luci estaba concentrado principalmente en poner un pie delante del otro. Se mantenía lejos de la cabeza del grupo y lejos de la cola, pues tenía miedo tanto de ser el primero en enfrentarse al paisaje como de quedarse rezagado. Aparte de sus pasos también prestaba atención a las tres personas que le habían dirigido la palabra, asegurándose de tener al menos una a su alcance en todo momento. El daeliciano necesitaba nuevos referentes a los que aferrarse.

En cuanto a la fealdad de la ciudad, Luci hacía grandes esfuerzos por ignorarla. La zona por la que avanzaban parecía cada vez más y más ruinosa y los pocos edificios que se tenían en pie eran verdaderas abominaciones. Entre semejante escombrera no tardaron en ver una torre alzarse, claramente nueva y en buenas condiciones pero igualmente horrenda en sus términos estéticos. Por mucho que lo deseara no le quedaba más remedio que aceptar que ese era el posible refugio que había divisado la persona emplumada pues no había ningún otro sitio donde meterse. Se le escapó un gemido lastimero.

La torre (o más bien torreón) era altísima, de piedra gris y salpicada de diminutas ventanitas que auguraban un interior oscuro y frío. El único adorno que tenía era un ¿reloj? Parecía un reloj pero Luci no era capaz de interpretar la hora que marcaba. Tenía un puente sujeto por cadenas sobre un foso. Al acercarse el pelirrosa comprobó con alivio que no había huesos en él aunque olía terriblemente mal. << ¿Es que todo en esa ciudad es desagradable?>> pensó angustiado, cubriéndose la nariz con el cuello del pijama. No sería el primero en entrar, pero tampoco el último, simplemente seguiría al grueso del grupo a pasitos inseguros.

Uno de los motivos por los que Alyssa había mantenido las distancias era porque no era capaz de mirar a nadie a la cara. ¿Cómo podía? Después de todo había salido huyendo y los había abandonado a su suerte a todos. No esperaba que estuvieran felices de verla, como dejó claro Adam, y mucho menos se esperó el abrazo de Luci, que dejó a la humana completamente sorprendida y descolocada. Miró a los dos sin saber muy bien cómo reaccionar o qué decir. Estaba preparada para empezar a disculparse con todo el mundo, y ahora…
–Yo…
Por supuesto las malas noticias se acabaron enseguida. ¿Qué otra cosa se podía esperar? Mientras estaba intentando decir algo habían ido llegando los demás. A alyssa, aunque distraída, no había pasado por alto lo que había dicho Lethe de que había heridos, pero oírlo y verlo seguían siendo cosas muy distintas para la griega.

–Yo… Lo siento, de verdad –Consiguió pronunciar al final, incapaz de mirar a nadie a la cara.
>>De haberme quedado, tal vez…

Tal vez podría haber hecho algo con su magia, era lo que pensaba, pero justo volvió a ver el cadáver de quirra. Un frío recordatorio de que su magia había servido de poco para salvarla.

¿Qué se suponía que tenía que haber hecho? Obviamente lo que hizo no. Pero por mucho que lo pensaba no se le ocurría una solución en la que no muriera nadie.
Entonces un pensamiento oscuro se pasó por su mente: ¿Quería encontrar la solución? Encontrarla solo serviría para demostrar lo que había hecho mal y confirmar que era culpable de la muerte… y los heridos.
Por otro lado: no encontrar una solución la salvaba de eso, pero entonces…¿Estaba bien que la muerte de quirra fuera inevitable porque así se salvaba ella de las culpas? ¿De la responsabilidad?

Lo único que era capaz de sacar en claro era que lo había hecho mal, no el cómo.
Y tampoco estaba segura de que ese “cómo” importara.

Lethe suspiró con agotamiento: más disculpas. Realmente no podía culparles; ni a ellas ni a Adam cuando en su interior bullían las mismas sensaciones. En realidad el saber que otros se sentían igual disminuía su propia culpabilidad: estaba claro que si todos se sentían responsables es que no podía ser realmente su culpa. La enderth lo sabía desde el principio, pero por alguna razón desde hacía un tiempo había empezado a sentirse responsable del bienestar del grupo. No entendía por qué cuando sabía perfectamente que no lo era y que no había tomado ninguna decisión irresponsable para el bienestar de nadie. Simplemente… ocurrió.

—Nada de “lo sientos” —dijo mientras accedían al interior del torreón—. Vamos a centrarnos en hacer todo lo posible por los heridos.

Luci comenzó a preparar algo de comer, que era lo que ella misma tenía en mente también. Se encontraba considerablemente mejor que antes, no solo porque empezaba a recuperarse del agotamiento mágico si no por el tremendo alivio de haber encontrado a Kradko y Alyssa. Decidió preparar algo de pescado para quien quisiese comer algo menos ligero que lo que preparaba Luci: a ella desde luego se le estaba empezando a abrir el apetito con el olor del pescado haciéndose.

Llegó entonces el resto por fin, sin mayores percances. Lethe les recibió solo con un vistazo para cerciorarse del hecho, sin decir nada mientras colocaba comida en la mesa. Sus ojos se posaron el cadáver de Qirra. Tuvo que reprimir un gesto de frustración: no quería reproducir la situación del Palacete aunque estaba totalmente convencida de que en eso tenía toda la razón. Si Kolja no lo hacía de inmediato le diría que lo llevase al patio.

Para tratar de alejar el dolor de su mente Alec intentaba pensar en una buena forma de disculparse con el resto por lo que había dicho en el palacete. Pero esas disculpas solo serían pertinentes si todos estaban bien.

Su alegría fue inmensa cuando entró cojeando en el torreón y vio a Alyssa y Kradko. Estrechó con un brazo a la última y la dirigió una sonrisa a la griega.

-Dios, como me alegro de que estéis bien las dos - dijo olvidando por primera vez el dolor, la felicidad por verlas a salvo era superior a cualquier clase de dolor. Se acercó al sofá y se dejó caer en él dejando a un lado la muleta improvisada.- ¿Podéis darme un vaso de agua por favor? Me mu... tengo sed - se corrigió rápido, no creía que mencionar la muerte fuese algo bueno.

La clinger corrió a llevarle un vaso y el escocés le dio las gracias.

-¿Os encontrasteis por el camino? - preguntó después de beber el vaso de un trago y reposando la cabeza contra el mullido mueble. Ahora que se sabía a salvo en el interior del edificio empezaba a entrarle el sueño.

Chromsa no sabía cuanto tardaron en regresar al torreón. El cansancio le hizo perder la noción del tiempo y, para cuando quiso darse cuenta, estaban a las puertas del refugio. El silencio y los pasos era lo único que podía recordar del camino de vuelta, además del contacto con el brazo de Adam.

Al ver a Kradko y Alyssa se alivió. Estaban bien, y tanto Luci como Lethe habían llegado a salvo. Se esforzó en sacar una sonrisa y decir: -Gra...Gracias a la Acromía que... estáis bien.- De haber podido habría salido corriendo a abrazarlas, pero con todo el cansancio acumulado no quería hacer demasiado esfuerzo. Agradeció que Kradko se acercara a dar abrazos y la recibió con un brazo soltando por un momento al ruso.

No tardaron en pasar al interior. Estaban en casa, a salvo, pero el ochrorio no conseguía estar tranquilo. Mientras seguía caminando hacia una de las sillas de la mesa, donde Lethe estaba dejando varios platos, miró a la figura que hizo meses atrás. No tenía ni idea de qué iban a hacer con el cuerpo de Qirra (al fin y al cabo si se la habían llevado hasta allí era para despedirla dignamente), pero al menos aquella lagarta de madera en miniatura sería la única imagen que les quedaría de ella. Tenía la esperanza de que volverían a encontrarla en su siguiente reencarnación, pero seguía siendo triste pensar que ya no estaría allí.

Se sentó (no sin antes agradecerle a Adam su apoyo durante todo el viaje) y se acercó uno de los platos sin fijarse mucho en qué había escogido, si pescado o gachas. De quedar platos suficientes, acabaría comiendo ambas opciones. Iba a pasar un tiempo hasta que su magia se recuperara lo suficiente para que se mejorase, pero el ochrorio esperaba que con el estómago lleno podría acelerarse un poco. De momento, Chromsa se limitó a comer y escuchar al resto hablar mientras recuperaba fuerzas. Cuando se encontrara un poco mejor podría unirse a la conversación.

Kolja se quedó un poco descompuesto ante la respuesta de Kahlo. No esperaba que estuviese tan mal como para aceptar, no es que la última vez le hubiese hecho mucha gracia...

-Claro, voy a coger a Qirra y nos vamos- respondió.

Al parecer no pudo haber dicho algo peor, ya que Kahlo se fue rápidamente con Amira mientras el cogía el cuerpo de la dragoncilla.

En el viaje de vuelta estuvo bastante ausente, solo se fijó en el hecho de que el cadáver de 77 ya no estaba donde lo dejaron. Carroñeros seguramente, era imposible que se hubiese levantado por su propio pie y se hubiese ido. Por supuesto Adam y Chromsa iban juntos. La verdad, no sabía que pensar de ello en aquel momento, por un lado estaba bastante cabreado con su pupilo y por otro se sentía dejado de lado. Bueno, no era el momento para pensar en ello, la verdad es que prácticamente le había lanzado a ello, no tenía derecho a molestarse.

Cuando llegaron al torreón se encontraron con que, a parte de Luci y Lethe, Alyssa y Kradko ya estaban allí, sanas y salvas.

-Me alegro de que estéis bien- comentó de pasada mientras iba camino a al patio para dejar allí a Qirra. Tras dejarla en el suelo le acarició el lomo a la inerte dragoncilla. "Te prometo que en cuanto nos encontremos mejor nos ocuparemos de encontrar un buen lugar para tu descanso eterno" pensó mientras la acariciaba. Sacó algo de agua del foso y se lavó las manos y la cara antes de volver a entrar. Una vez allí se sirvió algo del pescado y comenzó a comer en silencio.

-No hay nada que perdonar. Estáis bien y es lo importante.

Esa fue la única respuesta a las disculpas de la humana y la clinger. No tenía mucho sentido lamentarse por lo que ya estaba hecho, además él ni siquiera estaba enfadado con ellas. ¿Cómo estarlo? Además quería disfrutar del alivio de estar vivos un poco más antes de que la culpa le golpease.

La llegada del resto del grupo le pilló encaramado a la encimera comiendo gachas. No le pareció descortés empezar a comer antes, pues no iba a ser de ayuda para nadie si se desmayaba por un bajón de azúcar. Aunque no de forma tan efusiva como con Kradko y Alyssa corrió a recibirles, contento de que no hubiesen tenido ningún percance.

-No, ellas llegaron al torreón primero -respondió.

Cuando vio a Kolja cargando lo que supuso era el cadáver envuelto de Qirra el corazón le dio un vuelco. Lo siguió con la mirada, pálido como si el muerto fuera él, sin decir palabra. ¿Por qué lo había traído? No había volcán al que llevarlo, no podían arriesgarse a salir otra vez. Su cerebro estaba demasiado embotado como para recordar los distintos ritos funerarios de las culturas de sus compañeros. Se alejó todo lo que pudo de la puerta del patio.

-Hay… hay gachas y… Lethe ha hecho pescado… De-deberíais comer algo y... recuperar fuerzas.. -A medida que hablaba la voz se le fue quebrando y los ojos se le llenaron de lágrimas. Ya no podía esquivar el hecho de que Qirra estaba muerta, que la habían asesinado, y que su cuerpo estaba allí en el jardín. Empezó a retorcer los bajos de su jersey con ansiedad, sollozando en el sitio y sin saber muy bien qué hacer con sus sentimientos.

Una vez dentro agarró un plato y se sentó con sus compañeros. Chromsa no paraba de agradecerle pero Adam no se sentía lo suficientemente bien para responder, cruzando una breve mirada que pedía, que gritaba que lo dejase solo, esa sonrisa efímera que tuvo durante el camino desapareció por completo. El agobio de tener personas cerca le hizo escoger un sitio medianamente apartado de la mesa que, para su sorpresa, era el mismo sitio donde, por la mañana, propuso la salida. Era cruel la casualidad y el tremendo contraste anímico que estaba teniendo en comparación al principio del día. “Será divertido” “Nos vendrá bien”, eso pensaba en su momento, si tan solo hubiese sido más consecuente.

Alyssa se disculpó y el ruso no entendía el por qué. Quizás la mayoría se sentían en parte culpables de lo que le pasó a la pequeña pero su propia y pesada culpa lo cegaba de eso, de que los demás podrían estar pensando igual.

Adam empezó a comer, nunca hizo más de un hechizo seguido el mismo día y eso lo agotó lo suficiente para generarle bastante hambre. Producto de la ansiedad y la congoja casi engullía las gachas a toda prisa. Pensó en Luci al acabar, el niño parecía destrozado. El daeliciano ayudó muchísimo a Kahlo y el haber presenciado tanta sangre y un asesinato… Un niño no debería presenciar esas cosas.

—Lo siento… —empezó Adam con la cabeza gacha—. Os he dicho cosas horribles ahí fuera, no pensaba con claridad lo que estaba soltando y… no os tuve en cuenta —levantó la cabeza para mirar a Kolja, Amira, Alec, Lethe y Reina, los que se jugaron el pellejo por ellos. De nuevo bajó la cabeza al borde del llanto—. Lo siento por todo, solo quería que fuésemos al palacete a pasarlo bien y por no pensarlo bien… Lo que dijiste era verdad Kahlo, soy un estúpido —Adam se refugió entre la mesa y sus brazos, suspirando fuerte y luchando por calmarse. No quería a nadie cerca y si alguien le tocase responderá algo brusco.

Kahlo sacó fuerzas para sonreirle a Kradko cuando la abrigó con una manta, pero para nada más. A pesar de que la comida estaba servida ella no se movió del sitio, pero sí se acomodó para tumbarse. Estaba cansada. Tras un par de intentos lo máximo que había logrado mover eran tics en tres dedos de su brazo derecho, del meñique al corazón, cada cual más penoso que el anterior. La excusa para no pensar era el sueño, y sus ojos se cerraron con la esperanza de que al despertar todo habría vuelto a la normalidad. Aquello no era definitivo, no podía serlo...

Las voces eran murmullos acogedores para ella, un ruido de fondo agradable, mas la mención de su nombre la sacó del trance con demasiada claridad. Frunció el ceño, molesta.

—No —dijo con la voz pastosa antes de acurrucarse bajo la manta—. Dije que eras tonto, no estúpido. Dejadme dormir.

Tras eso la turbación se hizo hecho hueco en su pecho y desgraciadamente por mucho que cerrase los ojos de nuevo no conciliaría el sueño, no ahora. La pena volvía a ser palpable, contagiosa, y la (a su manera) cálida sensación de irrealidad se estaba disipando. Con un suspiro resignado se incorporó hasta quedar sentada. El movimiento le revolvió las tripas.

—Dejad de pedir perdón. El único que tiene la culpa es un hijo de mil zorras que ya está muerto —no miró a ninguno al hablar, le dedicaba al suelo con la poca energía que le quedaba toda la rabia que sentía—. Pero sí acepto tus disculpas por el numerito en el Palacete, si con eso te quedas tranquilo —guardó silencio un segundo—. Y gracias por salvarme.

La vuelta al torreón se le hizo especialmente larga, sobre todo porque tenía que asegurarse de ir lo bastante lejos de Kolja, y no solo porque se lo hubiera pedido la varmana: si veía una sola vez más aquel cadáver, estaba segura de que vomitaría. Una vez llegó, sin embargo, no pudo evitar sonreír al verles allí a todos. Abrazó a Kradko, secándose las lágrimas de alivio que habían empezado a caerle por la cara. Estaban bien, ella y Alyssa estaban bien.

Entró al torreón, aunque se quedó en la puerta hasta que Kolja llevó el cuerpo de Qirra al patio. Agradeció a Luci y a Lethe haber hecho la comida, aunque no sabía si tenía o no hambre. Las imágenes de todo lo ocurrido le rondaban la mente, y no sabía si podría a forzarse a comer más de un bocado, pero por otro lado necesitaba comer, sobre todo porque estaba cansada de luchar, y la habían herido, y aunque estaba curada gracias a la magia comer le iba a venir bien. Al final optó por algo de pescado, ya que era más ligero y le sentaría mejor.

Luci parecía gravemente afectado por toda la situación, y no sabía muy bien que hacer, pero entonces llegaron las disculpas de Adam. Rodó los ojos sin poder evitarlo, pero Kahlo se le adelantó a lo que quería decir.
—Eso es. Tú no tuviste culpa de que nos atacara —le miró fijamente—. Yo también siento haberte gritado y lo que dije. No es que estuviera en un buen momento.
Sonaba a excusa, pero era la verdad. En cualquier otro momento era menos posible que hubiera saltado como lo había hecho, pero en aquel momento tenía todo demasiado reciente como para hacer reaccionado de otra manera. Fijó la vista en el pescado, del que aún quedaba en el plato. Se había forzado a comer todo lo posible, pero no se veía capaz de comer nada más.

Kradko atendió a los recién llegados y dio todas las muestras de afecto que pudo. Asimismo, se apuntó tanto a los que comían pescado como a los que iban a por gachas. Empezaba a creer que a todos les iría bien tener su comida favorita aquel día. Necesitaban recuperar fuerzas y, por encima de todo, no culparse. Aunque aquello último era más fácil decirlo que hacerlo.

—Todos… —empezó con voz débil y claramente dubitativa— Si algo es culpa de alguien… Es de todos. Pero no lo es. Todos queríamos ir…

¡Quería añadir algo más, las ideas estaban en su cabeza! Pero no podía. No le salían las palabras.

Alyssa había pasado el tiempo a solas en Silente preocupada por que se fueran a enfadar con ella. ¿Dónde había estado todo este tiempo? ¿Dónde estaba cuando hirieron a los otros? Si no hubieras huido quizás habría menos heridos… ese tipo de cosas. En su lugar se encontró sonrisas, miradas y palabras de alivio. Aquello también tendría que aliviarla a ella, pero en su lugar tenía dudas. ¿Quería que la perdonaran… o que la condenaran? No lo tenía claro.

Lethe tenía razón: Era mejor centrarse en lo que podían hacer y no lamentarse por lo que no habían sido capaces de lograr y Alyssa lo sabía, pero saberlo hacía poco o más bien nada para que dejara de sentirse culpable. Si tan solo fuera tan fácil…

La griega siguió al resto dentro, y no fue hasta que empezó a ver y oler la comida que se dio cuenta del hambre que tenía y lo cansada que estaba en realidad. Hasta el pescado le resultaba apetitoso, y ella no soportaba el pescado.

Cuando Adam empezó a disculparse Alyssa parpadeó confundida. ¿Había pasado algo más entre ellos ahí fuera? Aparentemente si.
Se sintió mal por el ruso, especialmente tras la respuesta de Kahlo, pero no se atrevió a decir nada. Quería animar a Adam, pero no sabía lo que había pasado y le preocupaba empeorar las cosas.

Se sentó a la mesa para comerse su porción de pescado. Tan solo abrió el pico durante un buen rato para preguntar quiénes querían pescado y acercarles un poco en caso de respuestas afirmativas. Escuchó las disculpas de Adam y emitió un sonoro suspiro. ¿Por no pensarlo? Por todos los lucios…  Kahlo intentó poner un poco un poco de sensatez y con la respuesta de Amira parecía que la cosa iba bien. Pero cuando habló Kradko no pudo evitar intervenir.
—Vamos a dejar esto muy claro de una vez por todas, porque se me están empezando a hinchar los orificios nasales con el retorno de los besugos: ¿en qué planeta un encuentro aleatorio fuera de nuestro control puede ser culpa de ninguno de los presentes? Porque en Dryfus no, ¿verdad, Kradko?—miró a la clinger de forma significativa un instante—. Si en alguno de vuestros mundos de origen se considera como tal, os ofrezco la ciudadanía dryfense porque eso no es ni saludable ni tiene esa cualidad que debería darse por sentado llamada lógica. Así que hacedme el favor de expulsar a vuestro merluzo interior y centraros en reponer fuerzas. Aún nos queda un asunto desagradable que tratar y que corre bastante prisa —dirigió una fugaz mirada hacia patio, donde Kolja se había llevado el cadáver de Qirra.

Qirra… No, sobre ella sí que no iba a decir nada más. Su culpabilidad estaba en ese tema y no quería parecer una hipócrita, aunque sabía que eran cosas diferentes. Tampoco le parecía que sirviese de nada insistir en cómo había fracasado en protegerla, cuando realmente no se había tratado nunca de su trabajo exclusivo ni nada parecido. Es más, había otros con más fuerza y habilidad que ella que hubiesen sido más adecuados para eso, ¿no? La enderth había dejado de entenderse a sí misma en ocasiones, y eso la frustraba considerablemente.

No pasó demasiado tiempo del almuerzo cuando Adam rompió el silencio pidiendo disculpas. Chromsa tardó un poco para girar la cabeza para mirarlo, cualquier movimiento le costaba con aquel cansancio.  Entendía la culpa que sentía, pero realmente no tenían modo alguno de saber que se encontrarían con Setenta y Siete. Podría haber ocurrido en cualquier otra salida y en esta habían ido tan preparados como en las anteriores. Estaba a punto de ponerle una mano en el hombro como muestra de apoyo, pero el ochrorio vio que no era un buen momento. Si Adam se había vuelto receloso al contacto, en aquel momento parecía que gritaría a quien fuera que lo tocara. Chromsa retiró la mano en el aire mientras intentaba encontrar unas palabras que lo ayudaran.

Después de eso se sucedieron varias disculpas por la discusión en el palacete. Chromsa se alegraba de que ahora que estaban más calmados fueran más conscientes de la situación e intentaran arreglarla. Todos estaban nerviosos intentando procesar lo que había ocurrido fuera, era normal que hubieran reaccionado así. -(A pesar de todo, seguimos siendo una familia)- pensó.

Cuando la conversación tuvo el primer matiz de volver a la culpa, Lethe actuó rápido para frenarlo. Sí, lo que había pensado en el palacete volvía a manifestarse. Con las fuerzas un poco recuperadas, Chromsa decidió intervenir: -Entiendo que nos sintamos mal por lo que ha pasado, pero nosotros no podíamos hacer nada. Es justo como dice Lethe, no podemos culparnos por algo que no podíamos controlar. Echaré muchísimo de menos a Qirra, pero al menos puedo estar tranquilo de que ese monstruo no podrá hacer más daño a nadie.- Relajó un poco su postura y continuó: -No se si al ser de otro mundo puede ocurrir... pero tengo la esperanza de que la Acromía la reencarne y podamos volver a encontrarnos.-

El ochrorio estaba hecho polvo, aunque la comida le estaba sirviendo para paliar el malestar. En otra situación se habría callado y hubiera dejado seguir la conversación, pero había que impedir que pasara la mismo que antes. En cuanto terminó de decir sus pensamientos, miró a Lethe y cambió el tema hacia algo más urgente en aquel momento: -Y... ¿quién va a encargarse? Si quereis enterrarla... os puedo indicar un sitio en el patio que sirva-

Alec comió unas gachas que le acercaron medio adormilado pero masticando con cuidado. Prefería las gachas al pescado en esos momentos porque no le quedaba energía ni paciencia para escoger espinas mientras comía.

Mientras tanto escuchaba al resto con toda la atención que podía y el tema de las disculpas no tardó en hacerse oír. Estaba de acuerdo con el tema de la culpabilidad, no había más que un responsable que ya estaba muerto y seguramente siendo devorado por unos carroñeros. Sin embargo aún tenía algo que hacer...

-Yo también lo siento - dijo en voz alta pero que se notaba cansada, somnolienta.- No por lo de Setenta y Siete... Por lo del palacio, perdí los nervios y el dolor no me ayudaba a pensar con claridad... Así que lo siento, no quería echar más leña al fuego...

Terminó de comer y apoyó el brazo contra el sofá, cosa que le hizo emitir un gruñido bajo.

-¿Puede alguien echarme una mano a quitar esquirlas de cristal? - preguntó con cansancio.- Las heridas me da igual, ya se curarán cuando se pueda... Pero los cristales me molestan...

Kolja comió en silencio. Ya durante el camino había notado que varios le rehuían por el hecho de llevar el cadáver de Qirra. Quizás les podía la tristeza cuando la miraban, o quizás les hacía sentirse más culpables, no lo sabía. A él lo que realmente le hubiese parecido imperdonable hubiese sido dejarla allí teniendo la posibilidad de darle un entierro digno. Ya de por si Qirra no merecía morir, pero que además su cuerpo fuese maltratado por carroñeros y otras criaturas, no pensaba permitirlo. Ahora la dragoncilla estaba tendida en el patio, esperando que recuperasen fuerzas para enterrarla, para darle el último adiós.

En eso pensaba Kolja mientras el resto comía. No tardaron en salir el tema de las disculpas, a las que Kolja no se unió. Sentía lo que había dicho, las palabras de Adam en el palacete le habían enfadado, en su opinión la respuesta que le había dado era correcta y no merecía ser aplacada con una disculpa. Hasta que el ruso no admitiese que lo que lo que había dicho era una tanda de memeces él no se disculparía. Que no les había tenido en cuenta... eso solo significaba que seguía pensando lo mismo, pero que se arrepentía de haberlo dicho. No era suficiente.

Siguió como tal hasta la contribución de Kradko, entonces si que levantó la cabeza. ¿Qué todos tenían la culpa? ¿Qué estupidez era esa? La culpa era del lagarto, como ya había dicho Kahlo. Estaba a punto de abrir la boca cuando la pájaro se le adelantó. Debía ser de las pocas veces que el alemán estaba de acuerdo con todo lo que estaba diciendo, realmente no tenía nada que añadir a eso.

-Yo la enterraré- contestó a Chromsa cuando este preguntó quien lo haría. -No conozco los ritos funerarios de cada uno de vosotros, espero que un simple entierro no sea un problema. Por supuesto, los que queráis podéis estar presentes- añadió, intentando que sonase como una invitación pacifica y que no resultara en malentendidos.

Adam estaba resignado a estar triste. No quería sentirse feliz, sentía que no se lo merecía y aunque algunos de los comentarios fueran reconfortantes él, a la fuerza, se mantuvo cabizbajo y con la cara larguísima. Tampoco quiso victimizarse por sus propios sentimientos, no quería opacar lo que sentían los demás, y por lo que pasaron.

Negó lentamente ante la sugerencia de Chromsa, no quería ver el cadáver de aquella pobre criatura de nuevo. Solo de pensar en lo joven que era y toda la vida que le quedaba por delante le destruyó aun más por dentro, le dolía horrores el nudo de su garganta y la presión en su pecho. Algunos habían dicho que era una tontería que él pensase así, incluso Lethe aportó con un sólido discurso y Chromsa no dejaba de conservar esperanzas y ánimos. Por desgracia no fueron suficientes para animarlo.

Sin embargo las palabras de Alec lo conmovieron un poco. Se sintió mal por todo lo que dijo en el palacete y Adam se vio un poco reflejado en él. Esa horrible herida en el rostro destruiría a cualquiera pero Alec demostró aguantar desde su punto de vista.

—Yo te ayudo —se ofreció siendo bastante monótono con sus palabras. Una vez estuvo cerca para retirar esos cristales se arrepintió al instante, sintiendo por un lado repudio absoluto por retirar aquellos cristales aunque fuesen pequeños y por otro rechazo a acercarse al escocés—. Y-yo lo siento, necesito estar solo —advirtió antes de levantarse e irse hacia una de las habitaciones de arriba y encerrarse, en mitad de un ataque de angustia. Dejó a medias el favor a Alec pero en parte se sintió en paz, sentándose en el suelo y apoyando su espalda en una de las paredes. Solo quería un poco de paz y soledad.

No despegó la vista del suelo según sus compañeros hablaban, entre conforme y apática. Agradeció especialmente el corte de Lethe, porque de verdad no tenía gana alguna de pasar por aquello de nuevo. Ya habían sufrido bastante por un día, se merecían un descanso, si cabe mental. No dijo nada ante la petición de Alec porque no podía hacer algo tan delicado con la zurda, no reaccionó a la necesidad de enterrar a Qirra ni a la marcha de Adam. Lo sentía por ambos, pero necesitaba dejar de preocuparse por nada ni nadie aunque fuera unos segundos, y en el caso de Qirra quitarse el horrible recuerdo de su cuerpo. Si le pareció de mal gusto dejar al escocés tirado desde luego no lo demostró. Cada cual que pasara su duelo como pudiera.

Se sentó en la mesa en el hueco que le correspondía y, con dificultad por su precaria situación, se sirvió tanto gachas como pescado; el agujero en su estómago se lo pedía. Comió en silencio.