Torreón Silente

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

Luci estaba concentrado principalmente en poner un pie delante del otro. Se mantenía lejos de la cabeza del grupo y lejos de la cola, pues tenía miedo tanto de ser el primero en enfrentarse al paisaje como de quedarse rezagado. Aparte de sus pasos también prestaba atención a las tres personas que le habían dirigido la palabra, asegurándose de tener al menos una a su alcance en todo momento. El daeliciano necesitaba nuevos referentes a los que aferrarse.

En cuanto a la fealdad de la ciudad, Luci hacía grandes esfuerzos por ignorarla. La zona por la que avanzaban parecía cada vez más y más ruinosa y los pocos edificios que se tenían en pie eran verdaderas abominaciones. Entre semejante escombrera no tardaron en ver una torre alzarse, claramente nueva y en buenas condiciones pero igualmente horrenda en sus términos estéticos. Por mucho que lo deseara no le quedaba más remedio que aceptar que ese era el posible refugio que había divisado la persona emplumada pues no había ningún otro sitio donde meterse. Se le escapó un gemido lastimero.

La torre (o más bien torreón) era altísima, de piedra gris y salpicada de diminutas ventanitas que auguraban un interior oscuro y frío. El único adorno que tenía era un ¿reloj? Parecía un reloj pero Luci no era capaz de interpretar la hora que marcaba. Tenía un puente sujeto por cadenas sobre un foso. Al acercarse el pelirrosa comprobó con alivio que no había huesos en él aunque olía terriblemente mal. << ¿Es que todo en esa ciudad es desagradable?>> pensó angustiado, cubriéndose la nariz con el cuello del pijama. No sería el primero en entrar, pero tampoco el último, simplemente seguiría al grueso del grupo a pasitos inseguros.

Le sorprendió recibir una pregunta directa de Alyssa, aquella chica que hablaba poco y con la enderth todavía menos. No llegó a responder, porque Kradko se le adelantó ofreciendo una descripción simplista pero que, en su opinión, cumplía el propósito.
—Lo cual no quiere decir que el esfuerzo y la dedicación sean algo negativo —se apresuró a añadir, no obstante—. Pero ellos se pasan. No saben divertirse en absoluto, solo trabajar.

La descripción que ofreció Iemai sobre aquel mundo llamado La Cercanía captó también el interés de Lethe. Cuando mencionó que era mágico no le había dado tanta importancia, pues estaba bastante segura de que la ciudad cochambre en la que se encontraban también podía calificar como tal y pues vaya una cualidad redentora, pero los detalles, unos en concreto, sí lograron captar poderosamente su atención. Una vez más, la pequeña clinger se adelantó a su respuesta y no pudo evitar dejar soltar una pequeña risa ante su comentario.

—Hace falta mucha maña y práctica para pescar un pez con la mano, probablemente naden en esa niebla igual que si fuese un fluido. No subestimes a los peces. Pero no creo que una caña fuese la mejor forma, ciertamente… ¿Quizás una red? ¿Cómo se pescan esos peces… o no se hace?

De pronto se vio dirigiendo una ristra de preguntas a la cercana, a fin de cuentas lo que estaba contando el resto ya lo había oído en otras ocasiones así que ni siquiera necesitaba dividir su atención. Cuando fue algo consciente de su arrebato se sintió algo avergonzada, pero aun así quería conocer la respuesta a sus preguntas y no abrió el pico.

Aunque no llegó a decir nada, Alyssa pestañeó varias veces de forma muy aparente, y con todavía más curiosidad que antes, cuando Iemai describió más su mundo. Se parecía mucho al tipo de cosas que ella misma había esperado de Rocavarancolia cuando aceptó ir, antes de que se destaparan todas las mentiras. Aparte, aquello le hizo preguntarse el motivo por el que la cercana aceptaría dejar su mundo. ¿Le habrían prometido algo diferente? ¿O quizás simplemente había sucumbido al humo verde como sus compañeros?

Chromsa habló de su religión. Fue un tema sobre el que, en parte por su cabezonería de no querer llevarse bien con el ochrorio, no quiso prestar atención. Aún así no pudo evitar mirar y escuchar cuando habló de su propia visión, preguntándose si sería similar a los casos de la Tierra y haciendo que, inevitablemente, tuviera que imaginar al ochrorio con gafas. Probablemente se la habría escapado una risita, pero ahora su atención (y miedos) estaban priorizando el “problema” de haber abierto conversación con Lethe.
Antes de que la enderth pudiera decir nada Kradko se le adelantó,cosa que Alyssa agradeció internamente porque ahora la conversación era de grupo, y sin que la atención estuviera fija en nadie concretamente. Por desgracia su recién obtenida calma solo duró unos pocos segundos.
Por supuesto ninguno de los dos habitantes de Dryfus podían saberlo, pero todo lo que dijeron sobre su mundo a partir de aquel momento golpeó cerca de casa para la griega. Demasiado cerca.

“El tiempo que pierdes divirtiéndote es tiempo que no se usa para traernos comida a la mesa”
Aquel recuerdo le vino a la cabeza repentinamente y, junto a este, lo que había sentido el día que le habían dicho aquello: tristeza, ansiedad, remordimientos…
Apretó los dientes a la vez que todas sus emociones se veían sustituidas por rabia. En aquel entonces todavía creía no solo que ellos tenían razón, también creía que ella formaba parte del “nosotros”. Ahora sabía que no.

La pequeña risa de Lethe ante algo que acababa de decir Kradko trajo a la humana de vuelta al presente. Relajó la postura y descansó la postura esperando que nadie se hubiera dado cuenta, mientras intentaba centrarse en la “comida muy rica” que Kradko había mencionado para distraerse a sabiendas de que, casi con total seguridad, no iba a compartir gustos con la clinger. El pescado no era lo suyo.

Estaba en el presente, con gente que no tenía que ver y haciendo algo que debería ser divertido. Si, estaban atrapados en una ciudad peligrosa y terrible, pero aun así habían encontrado espacio para hacer algo como aquello.
“Eso significaba que ellos no tenían razón, ¿verdad?”

¿Verdad?

Aún tras la disculpa Luci se sintió mal por haberle preguntado a Iemai si echaba de menos su hogar, había sido desconsiderado e intrusivo. Por suerte la chica no se lo tuvo en cuenta.

-¡Tortuguitas voladoras! ¡Qué adorable! -exclamó, juntando las manos en un gesto maravillado. Sólo había visto tortugas una vez en su vida, en la Ciudad del Mar, y eran rositas, con caparazones irisados y preciosas. Tal vez las del mundo de Iemai fueran más oscuras, igual que lo eran ellas, o puede que no para poder fundirse mejor en la niebla. Como fuera era algo que le encantaría ver.

La sociedad clinger arbórea que describió Kradko le pareció aberrante. No podía concebir un mundo donde no hubiera sitio para el ocio y el placer. Se alegró de que ninguna de sus amigas hubiese tenido que sufrir en una sociedad así y también, para variar, oír algo bonito de Dryfus.

Se le fue un poco la cabeza perdido en sus propios pensamientos mientras sus amigos hablaban. Pensó que nunca había intentado aprender a cocinar pescado como en Dryfus, pensó en las similitudes que la religión de Chromsa tenía con la suya, con el mundo ideal y la vuelta a la Acromía como a las manos del Demiurgo y que el final y el principio fueran blancos, el color de la muerte. Pensó en que Chromsa estaría muy mono con gafas. Se le enfrió el té mientras escuchaba y lo recalentó con magia.

-¿Alguien quiere otra taza? Puedo prepararla en un momento -ofreció.

Ulmara y Amira volvieron dentro una vez su conversación acabó. A la cercana le había venido bien aquel rato a solas para evadirse, tanto del miedo que arrastraba tras la pesadilla, como de aquel escenario tan multitudinario que era el interior. Ya no le lloraban los ojos, aunque su cerebro siguiese con el runrún, y le apetecía prestar atención al resto de los anfitriones. De hecho, llegó en un punto en el que le fue bastante fácil incorporarse con el resto del grupo.

—Redes, sí —respondió a la chica aviar a la vez que se acercaba, esbozando como buenamente pudo un amago de sonrisa en la cara.

En lugar de sentarse, buscó una pared cercana al grupo y se apoyó de un costado, con los brazos cruzados y ojos curiosos. La mirada se le iba de unos a otros, o bien por los colores, o por los hocicos, o por las plumas, o por... ¿ser un insecto enorme e inteligente? La cosa es que, había tantos frentes abiertos para su sentido de la maravilla, que bién podía parecer que simplemente estaba atendiendo a la conversación como una más. En Rocavarancolia todo era posible y eso le ayudaba a asimilarlo todo mejor, pero lo nuevo seguía siendo nuevo.

La cercana no hablaría salvo que se dirigieran personalmente a ella, pero sí que se aseguró de responder al daeliciano con un "no, gracias" lo más educado posible, cuando les ofreció más té.

Mientras Iemai hablaba sobre su mundo, Adam no paraba de sorprenderse de lo fantástico que sonaba todo, casi pareciendo sacado de una película. Ya ni sabía el por qué de la sorpresa a esas alturas pero era tan abrumador el pensar que mágicos mundos pudiesen coexistir al mismo tiempo que la Tierra. Quién diría que hace relativamente poco estaba conociendo a seres de otros lugares del universo para socializar con ellos, resultando en que, actualmente, los considera una de sus mejores experiencias en cuanto a amistades se trata.

Conservando el buen humor sacó una pequeña risa por lo que Kradko contestó. Pensó divertido en gigantescas ballenas surcando el cauce de esa niebla tan misteriosa, conservando preguntas que prefirió guardarse por no agobiar a la cercana como su duda acerca de cómo llegarán a hidratarse esos peces. Seguramente la respuesta sacaría justificaciones mágicas que el ruso siquiera podría imaginar.

Iemai dirigió una duda que Adam y muchos de Silente tuvieron ya antaño y Chromsa habló de sus creencias. Se centró en escucharlo, todo sonaba muy místico y misterioso y ciertamente era interesante. Un poco raro le parecía eso de que ver menos te “acerca” a la Acromía y de pronto cayó en algo, ¿cómo que un poco borroso? Esperó que no fuese problema para Chromsa, por lo menos parece algo positivo según sus creencias.

—¿Si no es molestia puedes hacer un poco para mí? —pidió a Luci quien se ofreció. No le entusiasma mucho el té pero Adam quiso probarlo, lo mismo sabe bien.

Los comentarios y ensoñaciones de los demás hacían que Iemai pudiese soltar alguna que otra pequeña risa. Haber llegado tan lejos de su propio torreón la tenía en tensión, pero ahora que se habían puesto a hablar a veces era capaz de olvidar un poco las circunstancias en las que se encontraban, y que les quedaba también un largo viaje de vuelta.

La explicación de Chromsa le interesaba especialmente, pero fue, en cierto modo, decepcionante. Tal vez esperaba algo diferente. Lo cierto era que no entendía del todo algunas de las explicaciones, pero no quiso se pesada insistiendo. Eran muchos y todos querían compartir historias.
—Parece inconveniente… Lo de solo ver colores, me refiero —comentó, un poco cortada. No sabía si sería descortés, pero teniendo en cuenta lo diferentes que eran todas sus culturas, al menos ella había aprendido a tolerar descortesías.

Lethe se había dirigido a ella tras hablar con Kradko, por lo que la cercana le sonrió, divertida por su pregunta. Ulmara, que volvía en ese momento del exterior, fue quien se hizo cargo de responderla, aunque Iemai añadió:
—Hay que tener cuidado, porque sin redes y sin tortugas para mantenerlas a raya, son ellas las que te cazan a ti. —Era una broma demasiado oscura, pero nada sorprendente para un cercano.

Con un gesto rechazó amablemente la segunda taza de té que ofreció Luci, y cuando miró al exterior se dio cuenta de que el Sol ya estaba en su cénit.
—Tal vez no deberíamos quedarnos mucho más tiempo, nos espera un camino largo de vuelta.
No quería que ningún imprevisto les hiciese ver atardecer en el camino. Como cercana nunca había temido a la oscuridad, pero la de Rocavarancolia era diferente. No tenían medios para ver venir monstruos que se agazapasen en esta, y mucho menos monstruos mágicos.

A Kahlo no le chocaba tanto la mentalidad de los arbóreos de Dryfus porque ella misma disfrutaba de la productividad y había sido criada para apreciarla, aunque eso en su familia no implicaba renunciar a los placeres. Por el contrario Rocavarancolia le había dado demasiado tiempo libre y había llegado a aborrecerlo, así que por muy claro que le quedase que eran excesivos (no es que la enderth fuera su definición de persona ociosa, pero si hasta ella los tildaba así sería por algo) no podía evitar sentir cierta envidia.

—No lo dudo —respondió con una sonrisilla a Kradko, más por escurrir el bulto. El pescado estaba bien... un rato,  y sinceramente dudaba de qué tan fino sería el arte culinario de su mundo.

Chromsa detalló más la Acromía y a la varmana se quitó las gafas tan pronto el ochrorio explicó como funcionaba, sin poder evitar reírse por lo bajini. Aprovechó para limpiarlas con el borde de su chal.

—¿Entonces sois miopes y daltónicos? —preguntó con genuina inocencia, sin burla. Le apenaba la posibilidad de que Chromsa no distinguiese bien todos los colores y no consideraba que perder algo tan bonito fuese bueno, pero no iba a meterse en creencias ajenas. Sin pensarlo mucho le tendió sus gafas al chico, era más su curiosidad—. ¿Puedo ver como te quedan? Yo no veo bien de cerca, así que es posible que te mareen un poco.

Ulmara, la otra cercana, se unió a la conversación para responder a Lethe y Luci se ofreció a rellenar las tazas. Kahlo le pidió un poco más, segundos antes de que Iemai mencionase que debían irse.

—¿Ya os marcháis? —aunque había pena en su tono entendía perfectamente el porqué, motivo por el que no rebatió. Después de todo ellos tampoco habían durado mucho en Maciel. Empujó su silla hacia atrás por si tenía que levantarse ya para despedirse—. Espero que nos podamos ver más a menudo. Está bien romper así la rutina.

Kradko escuchó con genuino interés los distintos datos que iban desgranando el resto sobre sus respectivas culturas, incluso los que ya había escuchado antes. La religión de Chromsa aún la confundía un poco al tratarse de una percepción del mundo tan distinta a la suya propia. Le pareció curioso, por eso, lo que mencionó sobre su visión. Había oído hablar de otras con problemas de visión, pero en su mundo eran, cuanto menos, difíciles de ver.

—Ostras, nunca había pensado que vieras borroso… ¡Qué cosas más raras!

El apunte de Lethe a su propia explicación fue muy acertado también a ojos de la clinger. Al fin y al cabo, ambas se habían criado en un ambiente similar y, aunque los suyos no eran tan estrictos como los arbóreos, el trabajo y la productividad también eran un pilar importante de su cultura y educación. Le parecieron muy graciosas sus preguntas sobre cómo pescar peces que flotan fuera del agua, así que se le escapó la risa al intentar imaginarlo.

Rechazó la oferta de Luci para el té, ya había tenido bastante. Pero lo que sí intentó arramblar alguna más de las galletas. Estaban riquísimas. Mientras lo hacía, vio cómo Ulmara respondía a Lethe. En ese tiempo también se fijó brevemente en Alyssa quien tenía en su expresión y postura un no sé qué, algo que no podía descifrar a pesar del tiempo que llevaba viviendo con mamíferos. Cuando finalizó su búsqueda con dulce y crujiente desenlace, pensó en lo que puntualizó Iemai sobre las tortugas. Asimismo, también parecía que se hacía tarde.

—Cierto, no me había fijado en la luz fuera —dijo tras Kahlo—. ¡Es una lástima! Pero tienes razón… Deberíais llegar bien de tiempo a vuestro torreón. ¡Espero que os podamos visitar nosotros la próxima vez!

Al igual que con la conversación de cómo se podían atrapar peces que nadaban en niebla mágica, la mayoría mostró interés sobre la Acromía, lo cual alegró al ochrorio. Aunque, más que en las ideas religiosas, lo que más había llamado la atención eran las particularidades de la visión de su especie. Para Chromsa era tan normal que, ahora que lo pensaba, juraría que nunca lo había mencionado al grupo. -Pues sí, solo ver manchas de colores no compensa en absoluto si no puedes distinguir nada.- respondió al comentario de Iemai para continuar con las otras preguntas después de rechazar con amabilidad otra taza de té: -Más o menos, aunque normalmente se tiende a una cosa u a la otra. Cuanto mejor ves, menos colores distingues.-

Entonces Kahlo le tendió sus "gafas". Hasta su llegada a Rocavarancolia, Chromsa nunca había visto aquel adorno de cristal y metal y solo conoció más tarde su nombre por una conversación de algún día que no recordaba. De hecho, nunca se había parado a preguntarle a Kahlo si le servían de algo. -Eh... Claro.- dijo un tanto confundido. Con cuidado, se colocó las gafas y... Aquello era raro, desde luego. Justo como le había dicho la varmana, notó que todo le mareaba ligeramente. El cristal estaba totalmente limpio y por él se podía ver exactamente lo mismo que podía sin ellos. Sin embargo, una idea le empezaba a aparecer recordando las palabras de su compañera. Después de mirar a todos un par de veces, se quitó las gafas con el mismo cuidado de antes y se las devolvió a Kahlo mientras decía con entusiasmo: -¡Que cosa más curiosa, cristales que corrigen la vista!. ¿Por casualidad... se podrían hacer unas que me sirvieran a mí? Aunque me imagino que aquí no será posible, claro.- No quería hacerse demasiadas ilusiones (aunque ya tenía bastantes en ese momento), pero la idea de poder ver bien le encantaba. Poder apreciar los colores un poco mejor, ver el horizonte o cualquier cosa lejana... Parecía un sueño hecho realidad.

Fue la invitada la que lo sacó de sus pensamientos y le hizo darse cuenta de la hora. Se habían pasado un buen rato conversando y había llegado el momento de la despedida. También fue ahora que cayó en la cuenta de que Alyssa, por unos momentos, no parecía del todo cómoda con la conversación (¿o tal vez fuera que eran muchos en aquel grupo? Chromsa no la conocía lo suficiente como para dar una respuesta clara) aunque se le pasó pronto. El ochrorio se fue preparando para despedir a todos mientras decía con una sonrisa: -La verdad es que es una pena, pero es normal. Ha sido una visita muy agradable, ojalá nos veamos pronto. Si alguna vez os veis en problemas, creo que hablo de parte de todos al decir que podéis contar con nosotros al igual que con Maciel.-

La otra cercana, que acababa de regresar junto a Amira, resolvió su duda. Le satisfizo saber que su deducción era correcta, pero le pilló por sorpresa el cambio de interlocutora y tan solo parpadeó en su dirección. Para cuando se dio cuenta de que tal vez debería haberle dicho algo, ya era un poco tarde. Iemai añadió algo más al respecto y en esa ocasión sí que reaccionó.
—¿Pequeñas fieras, eh? Me gustan los retos también.
Al menos, en lo que a la pesca se refería.

La conversación acerca de la vista de Chromsa no le interesaba tanto, en principio, pero acabó prestando atención porque sentía curiosidad acerca de cómo sería los colores de forma distinta. Sabía que muchos animales tenían diferencias en aquel campo, pero nunca se había planteado que podría ocurrir lo mismo con sus compañeros. Cuando el ochrorio se probó las gafas de la varmana Lethe tan solo pudo contener un pequeño bufido divertido: el mamífero se veía ciertamente raro con el aparejo en su cara. Los términos que estaban empleando para hablar de las particularidades de la vista de Chromsa la confundían enormemente, no obstante y quizás preguntase al respecto en otro momento.

No mucho después el otro grupo decidió que era prudente irse y a la enderth no podía estar más de acuerdo. Su refugio no estaba muy cerca precisamente y en general habían sido un grupo agradable e informativo, por lo que no deseaba que les ocurriese nada malo. Incluso si no todos le habían causado la mejor de las impresiones. Y, honestamente, por qué no decirlo, el torreón ya había estado demasiado concurrido durante demasiado tiempo.

Alyssa había pensado un poco lo mismo que el resto respecto a chromsa cuando el ochrorio había sacado el tema de su visión, o al menos lo mismo que todos los que sabían algo del tema. No se había atrevido a comentar nada por tacto (y porque tampoco tenía tanta confianza con el chico) pero Kahlo sí que lo hizo, siendo además bastante… directa, a ojos de la griega al menos. No era como si ella no quisiera saberlo, de todos modos, así que lejos de decir nada, se limitó a aprovecharse de la situación y prestó atención.
Y entonces sucedió: Cuando la humana contempló a Chromsa con las gafas puestas, y aquella vez de verdad en vez de con su imaginación, no fue capaz de evitar echarse a reír, sin poder disimularlo esta vez.  

–P-perdón… –alcanzó a decir cuando se le pasó, todavía con alguna lágrima en los ojos. –Es solo que te…–“te quedan ridículas”, iba a soltar, pero se mordió la lengua a tiempo. –...que me ha pillado por sorpresa verte con ellas. No me lo esperaba.
En cuanto a la pregunta sobre si se podrían hacer unas gafas para él… dejaría que otro de los que sabían la respuesta se lo dijera.

Alyssa aún no era consciente de que su reacción podría haber sido un poco exagerada, pero tendría tiempo para arrepentirse después. Tras tanto tiempo viviendo de forma tan deprimente necesitaba una excusa para reír, y la había encontrado.

Los visitantes no tardaron en decidir que deberían irse ya, cosa que Alyssa agradeció. Contra todo pronóstico aquella visita le había sentado bien, pero tener que estar entre tanta gente era algo que seguiría prefiriendo en pequeñas dosis.

Como imaginó, Chromsa estaba adorable con las gafas de Kahlo.

-¡Qué mono! -chilló. -Claro que las hacen adaptadas, si no no servirían de nada. ¡Tenemos que conseguirte unas!

Luci no pensó en las posibles consecuencias espirituales de reparar la vista de Chromsa, para él esa deficiencia en la vista era algo que impedía apreciar la belleza en su totalidad y no veía nada malo en buscar una solución si la había, puede que incluso pudiera curarse con magia. Claro que tampoco corría prisa, por la situación y porque no es que hubiera mucha belleza que perderse.

Fue a la cocina a hacer más té para los que habían aceptado su ofrecimiento, usando magia para darse algo de prisa, pues no quería perderse nada de la conversación. Cuando regresó, Iemai estaba hablando de irse.

-¿Ehhhhhhhh? ¿Os tenéis que ir ya? -dijo, con toda la decepción del mundo pintada en el rostro. Se lo estaba pasando muy bien con las visitas, le gustaba hacer de anfitrión y quería saber más cosas y contar más cosas. Sin embargo tenían razón en que el sol estaba ya muy alto y podía ser peligroso si se demoraban más de la cuenta -Bueno… Venid más veces, porfa. Si avisáis con tiempo os podría hacer un bizcocho -ofreció con la esperanza de que fuese un buen aliciente.

La cercana se había perdido una parte de la conversación, pero disfrutó de su final. Estaba claro que le faltaba información para entender la explicación sobre los problemas de la vista del ochrorio, pero ya tendría tiempo de preguntarle a Iemai o a las demás. Tampoco le dio importancia al silencio de la enderth, pues ella tampoco era especialmente parlanchina.  Simplemente se cruzó de brazos y escuchó hasta que Iemai habló de irse.

Ulmara descubrió que le daba pena marcharse, quería saber más de ellos. Y a la vez, estaba deseando salir de aquel lugar para pisar la calzada, sentir la brisa e incluso la luz del sol marchito que les alumbraba. No sabía qué tenían las calles de Rocavarancolia que eran a la vez ruinas anodinas, el hogar de monstruos terribles y un lugar perfecto para... ¿pasear o morirse? ¿Era eso? Una combinación terrible en la que se sentía a gusto. Algo en lo que pensar más tarde.

—Gracias por vuestra hospitalidad —les dijo—. Avisaremos con tiempo entonces —añadió divertida, ante la oferta del daeliciano—. Y si convencemos a Qwara, os traeremos una pizza terrestre riquísima —ofreció.

Se irguió, separandose de la pared en la que se había recostado, y recogió el escudo que había apoyado al entrar contra una de las sillas. Había sido raro que el encuentro acabara siendo una serie de charlas informales y amenas, de alguna forma era casi subversivo, se sentía como hacerle la peineta a la ciudad de los portentos y los huevos morenos. Ulmara se fue con ganas de volver a verles.

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-Muchas gracias Kolja. -Si todos salían de aquello, desde luego tendría muy en cuenta gestos como ese. -Que aproveche. -Le despidió.

Rio ante las palabras de Alec enlazando esa mirada pícara con la suya sin el más mero ápice de vergüenza, dejando claro que sabía de sobra que cartas se estaban jugando, y que no le hacía ascos a ello.

Empezó a explicarle la distribución de la ciudad de manera ligera y con gestos, acercándose el también y a la larga si el humano lo quería retirándose del grupo para charlar mas en privado.

Sin embargo pese a las ganas y el interés el frivy empezó a sentir nervios, incluso algo de ansiedad por la situación. La finlandesa no dejaba de rondarle la cabeza y terminó por rechazar con una disculpa cualquier avance en ese momento y prometiéndole que hablarían de nuevo.

Apareció un tanto pensativo, llamándose idiota en su propia cabeza por rechazar algo tan sencillo y que quería tanto por el extraño "kaos" que le esperaba en casa, aún así sintiéndose en parte aliviado sin saber muy bien porque.

Se dio cuenta de que había estado apartado más de lo que creía mirando a la luz de los ventanales y a sus compañeros ya preparándose para marchar.

-Vaya, se me fue el tiempo. -Dijo para todo el mundo con tono frustrado. Realmente le hubiera gustado haber establecido más relaciones con el resto.

-Espero poder conoceros a todos mejor la próxima aunque me pasaré la cena preguntándoles cosas a ellos. -Rio acercándose hasta Fleur y revolviéndole el pelo con cariño.

-Ha sido un placer aún con todo. -Sonrió. -Trataremos de traer nosotros algo delicioso la próxima, o bueno, si nos avisáis para venir vosotros tenerlo preparado.

Sin más y despidiéndose con su típica sonrisa cruzo el puente con sus compañeros, empezando a hablar con ánimo con ellos.

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Iemai observaba las interacciones entre los miembros del otro grupo con interés. Parecían llevarse muy bien también, y aquella primera interacción había resultado un éxito precisamente porque eran gente abierta a una alianza, igual que los de Maciel. Sería muy útil en el futuro tener relación con todos los cosechados que pudiesen encontrar desperdigados por la ciudad.

Le alivió saber que no había ofendido al ochrorio con su pregunta, y a la hora de la despedida se aseguró de sonreír mirándolos a todos alternativamente.
—Ha sido un placer conoceros. Espero que podamos volver a encontrarnos pronto, seguramente tengamos mucha información que compartir todavía. —Sus compañeros ya habían ofrecido comida para devolverles la cortesía, así que solo añadió—: Nuestro torreón siempre estará abierto para vosotros, venid cuando queráis o lo necesitéis.

Recogieron sus bártulos y aún se despidieron una última vez ante el puente, que no tardó en subirse mientras ellos se alejaban de allí. Iemai no dejaba de mirar a su alrededor mientras avanzaban, preocupada de lo que pudiera haber acechando en las calles. No ayudaba que, de vez en cuando, le pareciese ver algo moviéndose por el rabillo del ojo. Ya nunca sabía si realmente había algo o eran imaginaciones suyas, pero su corazón se saltaba un latido cada vez que sucedía.

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Después de pedir el té a Luci, Kahlo le otorgó sus gafas a Chromsa. Adam ya tuvo una ligera imagen sobre eso cuando supo de su visión pero mentalmente no estaba preparado para verlo en persona, tapando con disimulo su boca e intercalando entre mirar al infinito y al ochrorio, a quien no le quedaron para nada mal esas gafas. Dio gracias a que Luci le ofreció el té calmando un poco aquel remolino de sentimientos y soltar una pequeña risa al presenciar las reacciones de Alyssa y Luci.

—Ha estado guay conoceros, volved cuando queráis —dijo el ruso ante todas las despedidas. La visita fue la mar de agradable, pasando una tarde muy divertida con los de Sendar.

Pasaron más días, siendo la mayoría rutinarios pero Adam notó que el mes se hizo particularmente raro, más inusual de lo que podría considerarse normal. Lo primero fue aquella noche estrellada, una bonita visión que no se volvió a repetir. En una de las salidas varios sectores de Rocavarancolia poblados por plantas verdes sorprendieron a Adam, eran las mismas plantas que claramente estaban marchitas.

Antes de la llegada de Mayo, Adam le pidió a Chromsa intentar de nuevo hacer magia. No quiso considerarse un caso perdido, el solo ver a algunos de sus compañeros manipular ese poder hacía crecer en el ruso más y más interés por esa misteriosa magia. No pudo creerlo cuando lo consiguió, simplemente no daba crédito cuando logró hacer un hechizo. Aquél descubrimiento desencadenó en un ligero descuido en lo entrenamientos con Kolja, saltándose varios combates de entrenamiento para practicar con su recién descubierto poder.

Cuando llegó Mayo el temporal no terminaba por aclararse. Era cuestión de pocos días para que la temperatura pasase de ser algo calurosa a un frío que lo estremecía, pasando Adam noches bastante malas por ello.

—Buenos días a todos —saludó bajando las escaleras algo más abrigado de lo normal.