Torreón Silente

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

Luci estaba concentrado principalmente en poner un pie delante del otro. Se mantenía lejos de la cabeza del grupo y lejos de la cola, pues tenía miedo tanto de ser el primero en enfrentarse al paisaje como de quedarse rezagado. Aparte de sus pasos también prestaba atención a las tres personas que le habían dirigido la palabra, asegurándose de tener al menos una a su alcance en todo momento. El daeliciano necesitaba nuevos referentes a los que aferrarse.

En cuanto a la fealdad de la ciudad, Luci hacía grandes esfuerzos por ignorarla. La zona por la que avanzaban parecía cada vez más y más ruinosa y los pocos edificios que se tenían en pie eran verdaderas abominaciones. Entre semejante escombrera no tardaron en ver una torre alzarse, claramente nueva y en buenas condiciones pero igualmente horrenda en sus términos estéticos. Por mucho que lo deseara no le quedaba más remedio que aceptar que ese era el posible refugio que había divisado la persona emplumada pues no había ningún otro sitio donde meterse. Se le escapó un gemido lastimero.

La torre (o más bien torreón) era altísima, de piedra gris y salpicada de diminutas ventanitas que auguraban un interior oscuro y frío. El único adorno que tenía era un ¿reloj? Parecía un reloj pero Luci no era capaz de interpretar la hora que marcaba. Tenía un puente sujeto por cadenas sobre un foso. Al acercarse el pelirrosa comprobó con alivio que no había huesos en él aunque olía terriblemente mal. << ¿Es que todo en esa ciudad es desagradable?>> pensó angustiado, cubriéndose la nariz con el cuello del pijama. No sería el primero en entrar, pero tampoco el último, simplemente seguiría al grueso del grupo a pasitos inseguros.

Tras aquel pequeño viaje, mucho más corto ya que sabían a donde ir, contempló por fin el fruto del esfuerzo tiempo atrás. Gracias a haber acabado por buscar a Maciel allí estaban ahora.

-¿Es cosa mía o es mas nuevo que el nuestro? -Preguntó un poco al aire. -Demos gracias de que los hacen fáciles de distinguir... En fin, vamos allá. -Sintió los nervios recorrerle el cuerpo según alzaba la mano del escudo a su boca. Podían ser peligrosos aunque hubieran ayudado a Maciel. Pero había razas de alienígenas nuevas que descubrir y nuevas personas para explorar sus culturas. El frivy a penas podía contener la emoción.

Colocó el dedo índice y el pulgar y provocó un silbido sonoro que se oiría sin problemas en el torreón.

Una vez abrieran miraría hacia atrás  a todos sus compañeros y con aire decidido se encaminaría a entrar. Para todo el que lo viera Nery´s llevaba  el pelo recogido en una pequeña coleta, una camiseta "térmica" marrón de cuello y manga larga que le queda justa y le marca los músculos, pantalones anchos de chándal atados con las fundas de la cimitarra, daga y lanza y carcaj y lo raro de aquel día, sus anillos y brazalete colocados en su brazo derecho.

Después de despertar de aquel bloqueo mental, Adam atendió a lo que se contó del sueño de Amira. Le parecía terrible todo aquello sobre la ciudad, era macabro por donde sea que lo mirase.

Le dio la razón a Lethe. Desde luego aquellos habitantes de la ciudad no parecían muy distintos a sus semejantes que habitan el torreón, o por lo menos eso pensaba el ruso. Pensó que, tal vez, tienen algo distinto pero no muy vistoso.

Antes de pensar nada más escuchó y, por desgracia, vio a Alec rodar de muy mala manera escaleras abajo.

—¡Ay dios…! Ostias… —dijo Adam entre dientes casi sintiendo en sus carnes el probablemente alto dolor al que Alec fue sometido contra las escaleras—. ¿Estas bien? —preguntó con la voz más baja de lo acostumbrado.

Se quedó mirando a Kahlo enfriando un trapo con su magia para intentar ayudar un poco a Alec. Le pareció un poco feo que no usase su poder para directamente curarlo, aunque prefirió callar pues no sabía lo difícil que puede llegar a ser el realizar un hechizo de ese tipo.

—… ¿Eh? —Adam escuchó un silbido—. ¿Lo habéis oído?

En efecto: eran otras personas las que vieron fuera. Adam ya tenía una sospecha de quienes eran y ayudó a bajar el puente para dejarlos pasar. Todos eran de un aspecto ciertamente variopinto, aunque no faltaban algunos humanos cosa que alivió inconscientemente al ruso. Lamentó no tener nada a mano para arreglar un poco su pelo mañanero, haciendo el intento de peinarlo un poco con su mano.

Iemai le había dado algunas vueltas antes de decidirse, pero finalmente había subido a ponerse ropa más cómoda para ir al exterior y recoger su lanza, confirmando así su participación en la salida. Durante el camino se preguntó para qué llevaba un arma si Nery’s parecía una armería portátil de la que surtirse en caso de necesidad, pero aprovechó la lanza para ayudarse a la hora de caminar. Lo cierto era que no sabía usarla muy bien, su filosofía de cara a encuentros desagradables iba más por las líneas de salir corriendo lo antes posible, y hasta ese momento le había resultado bastante útil.

Encontrar el torreón no fue demasiado difícil. Sabiendo a qué zona debían dirigirse, la altura del edificio lo delató a buena distancia. Era temprano cuando llegaron, pero incluso si aquel grupo había salido a por comida, lo más probable era que alguien se hubiese quedado atrás. No tenían ni idea de si los macieleros les habían podido entregar el mensaje de que iban a verles sin problemas.

Tras el silbido de Nery’s ante aquel torreón de construcción más reciente, el puente comenzó a bajarse para darles paso hacia la puerta. Muchas caras nuevas se asomaron al otro lado de la puerta. Era un momento un poco incómodo, pero aunque no se conociesen de nada había algo que los unía fuertemente y los hacía conectar más rápido de lo que probablemente lo habían hecho antes en sus vidas.

Iemai los observó uno a uno con interés pero disimulo, buscando no incomodarlos a medida que trataba de deducir de dónde venía cada cosechado. Cuando les cedieron el paso entraron en tropel a la protección del torreón y procedieron a las presentaciones.
—Encantada de conoceros, yo soy Iemai, ella. ¿Os llegaron las noticias de que veníamos sin problemas?
Si la respuesta era positiva al menos sabrían que el grupo de Maciel seguía bien.

Maila se enfundó el machete con el que había estado entrenando últimamente antes de partir con el grupo. Esperaba que no se encontraran con nada peligroso por el camino y que de ser así tuvieran la opción de correr. Pero nunca se sabía, quizás tuvieran que usarlas. Por suerte no fue así y encontraron con facilidad el torreón.

-Si, si que es más nuevo...- Le dijo a Nery´s mientras inclinaba la cabeza con interés, observando el torreón de aquel grupo. El frivy silbó y después de que bajaran el puente Maila siguió al resto al interior. Aunque no quería hacerlo no pudo evitar observar con evidente curiosidad a aquellos desconocidos, pero a la vez familiares. Ambos grupos vivían mismas circunstancias al fin y al cabo.

-Yo soy Maila, encantada.- Se presentó componiendo una sonrisa, aunque una parte de ella estaba algo nerviosa. -Espero que no lo hayáis tenido muy difícil ahí fuera...- Comentó en general al grupo.

Lethe parecía tener un argumento mejor para tranquilizar a la bicho, por suerte, porque el suyo la verdad es que era muy flojo. A continuación Amira les contó su sueño. Era muy diferente del suyo propio, a pesar de haberlos tenido la misma noche, pero claro, eran dos personas bastante diferentes.

En ese momento oyó ruido en el interior del torreón y cuando entró para ver que pasaba, se encontró a Alec comiendo el suelo y a Kahlo ofreciéndole ayuda, además de algunos curiosos, como el mismo. Esa imagen le sirvió para levantarle los ánimos, después de la mañana tan extraña que había tenido. Estaba mirando a Alec cuando oyó un silbido que venía desde el exterior. Su alumno fue el primero en darse cuenta y fue a bajar el puente. Al otro lado les esperaban un pequeño grupo de cosechados, que debían de venir de ese otro torreón del que hablaron los macieleros, porque no los había visto en su ultima visita al extorreón de 77.

-Hola, encantado, yo soy Kolja, humano- se presentó, dejando su mirada pasar de una persona a otra, fijándose en los humanos y alienijenas por igual.

-La verdad es que no os esperábamos, no- dijo, ante la pregunta de la mujer pájaro, al parecer de otra especie que la de su propio torreón.- O yo no me había enterado, por lo menos- añadió, mirando a sus compañeros, por si se daba el caso de que se había olvidado.

Ante las palabras de Maila levantó una ceja divertido.

-Pues veamos, un esqueleto llamado Ataulfo que está enamorado de una manzana, una serpiente que nos esperaba cuando fuimos a coger comida, un pajarraco que atacó a mis compañeras cerca del río, una especie de murciélago que nos persiguió por las calles, ...- enumeró, contando con los dedos intentando rebajar un poco la tensión y romper el hielo- ¿Me dejo algo?- preguntó, mirando a sus compañeros.

-Perdona, a veces soy algo idiota, encantado de conocerte Maila- dijo, con una sonrisa, mientras le tendía la mano.- La verdad es que a parte de unos cuantos arañazos no ha sido para tanto.

Habiendo informado a Kahlo de lo que ocurría, la conversación continuó. Kradko se estaba preocupando sobre lo que aquellos síntomas podrían llegar a calmarles y se alegró de que tanto Kolja como Lethe y Kahlo la tranquilizaron. Ciertamente era algo difícil de saber. Chromsa no se había hecho la pregunta directamente, pero si le había rondado la cabeza si lo de tardar en el baño podía ir a más de algún modo. Solo el tiempo le daría una respuesta.

Después Amira habló de su sueño y el ochrorio no supo decir hasta que punto era extraño. Por supuesto que soñar con una guerra no era lo más bonito del mundo, pero que su compañera hubiera soñado con una Rocavarancolia fiel a como salía en el libro de Luci en aquel lugar no era buena señal.

Iba a intervenir cuando de dentro del torreón se escuchó un estruendo seguido de un grito de Alec. Junto al resto entraron para encontrar al terrestre en el suelo. Preocupado se acercó: -¡Alec! ¿Estás bien?- Kahlo se encargó de traerle un trapo frío para calmar el dolor; por suerte no tenía ninguna herida grave. -Me alegro de que no haya sido nada muy grave- dijo tranquilo mientras lo ayudaba a incorporarse si lo necesitaba.

Y entonces se oyó un silbido desde fuera. En apenas segundos en su mente evolucionó un pensamiento de ¿Quién podría ser? a ¡Es verdad! y a continuación exclamó: -Pueden ser los del otro torreón.- Rápidamente subió las escaleras hacia las habitaciones y se cambió a su ropa habitual lo más veloz que pudo. ¿Cómo podía haberse olvidado? Aunque, en realidad, no recordaba bien si habían acordado ese día. Es lo que tenía haberse levantado hace poco. Ya listo bajó a tiempo para ver como todos los cosechados habían terminado de entrar. -Bienvenidos a nuestro torreón. Es un placer conoceros por fin. Yo me llamo Chromsa, soy un ochrorio.- se presentó con una de sus sonrisas más acogedoras. Observó con atención a los nuevos. Entre ellos había unos cuantos terrestres y unas chicas pájaro que no se parecían a Lethe lo suficiente como para suponer que eran del mismo mundo.

-Me temo que no sabíamos nada. Por supuesto que en algún momento queríamos conoceros pero no sabíamos que era hoy.- contestó a Kolja. Acto seguido miró de nuevo al otro grupo y dijo: -Os pedimos disculpas. Hemos tenido una mañana un tanto ajetreada.-

El comentario del terrestre le hizo recordar todos aquellos momentos, aunque soltó una risita sabiendo que era un tono de broma. -El encuentro que tuvimos con Setenta y siete cuando fuimos a por comida. Pero es justo como dice Kolja, a pesar de todo ello no hemos sufrido casi ningún daño.- añadió. Después continuó tras echarle una mirada a uno de los terrestres, el cual llevaba un buen número de armas y que podría comparar con el Kolja de aquel grupo si hablaban en cuanto al armamento que usaban (o al menos le daba esa impresión): -Espero que a vosotros tampoco os haya pasado mucho y hayais tenido un camino tranquilo hasta aquí.-

Fleur asintió a las palabras de Pefka, entendía perfectamente su postura, y además ella misma la compartía. Por todos era sabido que era de las más tímidas y poco habladoras así que si tomaba partido en la salida de ese día era por otros motivos. Uno de ellos era la necesidad de sentirse útil y que les seguía debiendo la vida a los que ya consideraba sus amigos, y otro que muy en el fondo sentía una curiosidad genuina por el encuentro, una que no sintió tiempo atrás por Maciel, a quienes ya conoció por primera vez en malas condiciones y heridos. Pero esta vez sería diferente, no se trataba de una coincidencia fortuita al buscar las cestas, si no de un movimiento más orquestado.

El trayecto fue más rápido de lo esperado y no tardaron en toparse con aquel torreón de cuatro plantas y un gran reloj en su fachada. La francesa contuvo la respiración los momentos previos a que llamaran y alguien les abriera desde dentro, después solo esperó para que no fueran hostiles y pudo confirmarlo al menos inicialmente instantes después. Ataviada con su arco en la espalda, algo más abrigada que de costumbre, su pañuelo de la suerte anudado en el antebrazo y el cabello recogido en un moño tenso la joven se adentró en Silente.

El concepto de encontrarles como un grupo diferente solo reforzaba la unión del suyo propio en su cabeza, así que Fleur se mantuvo entre las chicas sin querer mirar mucho a las cercanas, no sabía cuánto de importante sería para ellas pero por lo pronto no parecía haber nadie de su mundo. Sí del suyo, en cambio, el chico que apretaba la mano de Maila por ejemplo. Fleur enarcó una ceja cuando prestó atención a lo que decía, algo preocupada porque les pudiera haber ocurrido algo a Maciel al decir que no los esperaban.

—Yo soy Fleur, encantada, sentimos si os hemos cogido de improvisto —diría con una sonrisa muy tímida y el cuerpo algo encogido— no estamos todos... —repuso, no se olvidaba de Pefka y los demás— estoy segura de que estarán encantados de conoceros en otro momento, y... vuestro torreón es más bonito que el nuestro —soltó algo torpe para complacer, en otras circunstancias habría dejado que fuera otro quien explicara esos detalles pero ya no era la misma chica que llegó.  Chromsa le resultó muy agradable y ese fue el detonante para que Fleur se dirigiera en particular a él— Gracias, el camino ha sido seguro, así que vosotros también os habéis cruzado con Setenta y Siete... lo siento, Maciel también... sufrió mucho por su culpa —ella no podía decir que no habían sufrido casi ningún daño pero no quería sacar a colación que le habían roto las costillas contra una pared tan rápido, tendrían tiempo para advertirse mutuamente y quería ser amable— me alegro de que estéis bien, teníamos ganas de conoceros —enrojeció, quizá estaba hablando demasiado pero aquel muchacho parecía de fácil trato.

A pesar de que salir siempre sentaba bien a su ánimo, durante el camino Ulmara estuvo ausente, rumiando todavía distintos detalles de aquella pesadilla tan terrible y tan clara. Su fe había salido malparada, pero aún no sabía cuál era la herida. Si les hubiese atacado cualquier bestia salvaje, probablemente habría sido la primera en caer (¿tal vez la primera en morir?), pero por suerte no hubo problemas durante todo el trayecto.

El torreón que se alzó ante ellos era bastante más acogedor que Sendar, el cual había perdido los últimos pisos a saber cuándo. Ulmara se plantó frente al edificio de brazos cruzados, con la cota de mallas que se había puesto tintineando con su escudo debido a un zapateo nervioso de sus pies. Iba vestida con una sudadera bajo la cota y unos pantalones de chandal, lo que tan solo la hacía parecer ridícula. El típico ridículo de cualquier niño secuestrado por monstruos y enviado a una ciudad medio en ruinas para sobrevivir durante meses. A ella le daba igual.

Ulmara alzó una de las manos escuetamente a modo de saludo y se presentó:

—Yo soy Ulmara, ella —y, imitando al tal Kolja, añadió— cercana.

Entre el humano y el... ¿ocrorio?, Ulmara tuvo claro que sabrían todas las penurias de estos cosechados antes de sentarse. Le sorprendía que tuvieran tan poco reparo en contarles absolutamente todo, pero a la vez podía imaginarse que la intervención de los macieleros habría ayudado. Aun así, decidió no contarles que había visto cómo se comían a un nublino al salir del fumadero abandonado para no asustarlos. Tampoco quería hacer una competición para ver quién había sufrido el peor palo de parte de la ciudad.

La cercana se limitó a asentir mientras se quitaba el escudo y lo dejaba a sus pies, ya dentro del torreón. En silencio y cruzada de brazos, simplemente observó: rasgos extraplanares, ropa, muebles, cualquier cosa que llamara la atención de sus ojos... Rocavarancolia se había cargado su paciencia, pero no su curiosidad.

Aunque no sospechara que le podrían estar escondiendo algo, las respuestas del resto no le terminaban de convencer. Aun así, le tranquilizaron lo suficiente como para que dejara de preocuparse por el momento. Necesitaba más tiempo para pensar en ello antes de sacar conclusiones. Mientras llegaba a esa decisión, un estruendo y un quejido apartaron el tema de su cabeza. Echó un vistazo dentro y vio que Alec se había matao por las escaleras. Unos meses atrás hubiera soltado una risotada o doscientas por la torpeza del simio, pero ahora era consciente de que, para su especie, aquello era bastante más peligroso que para la suya. Por suerte, aunque dolorido, el chico parecía haber salido indemne.

Por si no hubiera tenido ya suficiente para el resto del día, se le presentó un nuevo estímulo auditivo. El totalmente inesperado silbido la puso mucho más alerta, pues claramente no procedía de ninguno de sus compañeros. Reaccionó al instante escalando el torreón hasta tener la posible fuente a la vista. Parecía ser un grupo de críos como lo eran los de Maciel. O como lo eran ellos mismos. Alguien estaba bajando el puente, así que se descolgó de la pared. No pensó en ello hasta que alcanzó el suelo pero, afortunadamente, pudo aletear sin ninguna dificultad para frenar su caída.

Llegó con el resto cuando terminaron con las primeras presentaciones. Tan solo llegó a oír la de la tal Ulmara, quien para variar no era otro mamífero. No entendió muy bien por qué dijo “ella” o “cercana”, por eso. «¿Es parte de su nombre?». También llegó a escuchar a una de las simios hablándoles de que no encontraron problemas en el camino y mencionando a Setenta y Siete. «¿Es que el lagarto psicópata asesino tiene que salir hasta en la sopa?», protestó para ella misma.

—¡Yo soy Kradko! —Llamó la atención sobre ella misma con su efusividad habitual—. Soy una clinger.

Estaba a punto de preguntar si se suponía que “Mascarada” era un término que debía reconocer cuando un estruendo y unos gritos desviaron por completo la atención del grupo. Lethe llegó justo después de Kahlo, dándose bastante prisa al darse cuenta de que algo le había ocurrido a Alec. Mientras el resto le preguntaba si se encontraba bien y confirmaban que no había sido nada serio, la enderth se preguntaba… ¿Por qué? Ni siquiera ella entendía muy bien su propia pregunta. Era normal querer asegurarse de que alguien que había sufrido un accidente se encontraba bien… ¿No? Desde luego no había razón para pensar lo contrario, pero una parte de ella le reprochaba las prisas y el exceso de preocupación, como si fuesen totalmente antinaturales. Fuese como fuese no le dio tiempo a continuar dándole vueltas al coco, porque el tercer suceso inesperado de aquella mañana acaparó por completo una vez más la atención.

Era difícil no notar antes que ninguna otra cosa aquel… ¿humano? Le recordaba un poco a Keskit, pero no parecía que su pelo tuviese vida propia así que probablemente no eran de la misma especie. Aquel mamífero, que era incluso más enorme que algunos de sus propios mamíferos enormes… y sobre todo parecía haber vaciado la armería de su refugio y la llevaba encima. Entre unas cosas y otras le recordó a Kolja, y eso no le pareció una buena señal. Y hablando del merluzo…

La enderth rodó tanto los ojos que nadie se hubiese sorprendido si se le hubiesen desprendido de las cuencas en ese mismo momento. El humano parecía tener un don para la impertinencia, y eso lo decía ella que utilizaba el sarcasmo como la principal forma de comunicación. Por suerte Chromsa fue el siguiente en abrir la boca, ya que si algo hacía bien el ochrorio era ser amable y educado. Demasiado, en su opinión, pero era una habilidad que en ocasiones como aquella era útil. En su opinión, no obstante, le había faltado algo que decir.

—Disculpad a Kolja: se ha despertado de una pesadilla y está un poco… alterado. No piensa con claridad —dijo dedicándole una fugaz mirada al humano antes de volver su atención hacia el grupo que ya había empezado a presentarse—. Yo soy…

La pausa resultaría un tanto extraña, aunque no fue excesivamente larga. A la enderth le habían llamado la atención Iemai y Ulmara, por sus rasgos avianos que le recordaron un poco al mamífero emplumado, pero hubo otra cara que definitivamente le resultaba más llamativa. Parecía humana, o al menos le recordaba bastante a Amira. Y la reconocía. Tal vez otros rostros, exceptuando el de Setenta y siete, estaban más difusos en su memoria, pero no el de ella.

—…Lethe. Soy enderth —dijo finalmente obligándose a apartar la mirada de Maila.
Desde luego no entraba en sus planes decirle a la primera de cambio “ey, me querías matar en un sueño y al final te exiliaron al desierto, ¿cómo te va?”, porque sin duda pensarían que Kolja era un tipo cuerdo a su lado, pero sí que se fijaría en su reacción. Era improbable que hubiesen tenido el mismo sueño… ¿no? Pero aquello no era nada normal.

Sumida en sus pensamientos sus alrededores habían pasado a un segundo plano, por lo que solo atendió a medias a la presentación de Fleur al principio, aunque al escuchar el nombre del lagarto psicópata regresó por completo a la realidad, y recordándole algo.
—Vamos todos dentro ya: mejor no quedarse a hablar aquí fuera y con el puente bajado.
Una vez dentro el grupo les ofrecería sentarse en las sillas de la cocina.

Amira asintió ante la confirmación de Luci de que lo que había soñado era lo que venía en el libro de Historia, pero aúna sí quería leerlo ella, sobre todo la parte de Mascarada. Rocavarancolia no parecía distinta (si acaso era incluso peor) que los imperios europeos en la historia terrestre, por lo que Amira podía formarse una opinión al respecto ya incluso antes de leer. Un estruendo interrumpió sus pensamientos al respecto, y se levantó corriendo a ver que pasaba y si Alec estaba bien. Por suerte no parecía grave, pero tenía pinta de haber dolido.
Un silbido de fuera hizo que se sobresaltara. No esperaban a nadie, ¿no? Chromsa sugirió que podían ser los del otro torreón y aquello le pareció lógico, aunque no recordaba en que hubieran quedado en un día concreto para verse. A Amira le daba igual estar aún con la ropa de dormir, por lo que ni se molestó en subir a arreglarse y se quedó cerca de la puerta mientras bajaban el puente.

Lo primero que vio fue a alguien que parecía humano, aunque extremadamente musculado (aún más que Kolja, y ya era decir) y que llevaba un montón de armas encima. Tras él iban un par de chicas humanas, que se presentaron como Fleur y Maila, quien les hizo un comentario amable que Kolja usó para dar una explicación innecesaria sobre todo lo que les había pasado «¿Pero este es tonto?», se preguntó, ya que a ella no le cabía en la cabeza soltar todo aquello. Clavó la vista en el suelo para que no se notara su cara de exasperación mientras el alemán hablaba. Lethe compartía sus pensamientos, como demostró con sus palabras, y tuvo que contener una risita ante ellas: en momentos como aquel adoraba el sarcasmo de la enderth.

Las dos chicas pájaro también se presentaron, y la tal Ulmara confirmó que eran de otro mundo que no habían conocido hasta ahora y cuyos habitantes se llamaban cercanos.
—Yo soy Amira, humana —se presentó. Tal vez resulta obvio, pero viendo que salvo Maila (y Reina) el resto de humanos que había visto hasta ahora eran blancos, no quería sembrar dudas sobre si su color de piel hacía dudar de donde venía a los no humanos.

Rápidamente se acercó el resto a ver como estaba y con ciertos aspavientos Alec les dijo que estaba bien, solo una caída tonta. Aceptó la ayuda de Chromsa para levantarse y le dio las gracias a Kahlo por el trapo encantado que se puso en el hombro, lugar donde había aterrizado. No mencionó nada del temblor porque ya había comprobado que solo los sentía él y porque antes de que pudiese volver a abrir la boca un silbido procedente de fuera del torreón le hizo fruncir el ceño. Que desfrunció muy rápido cuando mencionaron que podían ser los del otro torreón.

Adam fue a bajar el puente y más gente salió a recibir a los recién llegados pero Alec se quedó dentro esperando. Se puso el trapo frío por debajo de la camiseta antes de que entrasen.

El primero en entrar fue una mole de casi dos metros más musculoso que Kolja al que Alec echó el ojo de inmediato. De hecho tuvo que hacer un esfuerzo consciente para apartar la mirada de aquel hombre y mirar al resto. Más humanas, dos mujeres pájaro diferentes a Lethe. Alec se preguntó que más tendrían por el torreón y si habría alguien como Lethe, Kahlo, Chromsa, Kradko o Luci, estaría bien saber que no eran los únicos de su especie pasando por la cosecha.

Puso los ojos en blanco con el comentario de Kolja, ¿de verdad era necesario comentar todos los peligros por los que habían pasado? No tenía por qué asustarlos con más cosas terroríficas a parte de las que ellos seguramente habrían visto.

-Me llamo Alec - dijo acercándose a Nery´s y tenderle la mano,- humano escocés. Encantado de conoceros - añadió rápidamente.- ¿Os apetece beber algo? ¿Agua, té, leche? - ofreció como buen anfitrión a los recién llegados.

El chiflido le hizo quedarse quieta en el sitio, buscando en sus compañeros el indicio de que no se lo había imaginado. Bien pensado no tenía porqué ser nada malo, y tal como decía el ochrorio podía tratarse de los macieleros, pero en una ciudad donde reina el silencio cualquier sonido era una alerta. Se quedó dentro mientras otros se encargaban de abrir las puertas, pegando la oreja para comprobar quienes eran. No necesitó escuchar demasiado para comprender que eran los chicos del otro torreón; aliados. Antes de que pasasen dentro se marchó discreta y rápidamente a su cuarto para ponerse algo más decente que unas pantuflas y el pantalón que usaba para esgrima; puede que la varmana ya no tuviese reparos en mostrarse con ciertas pintas delante de sus compañeros, pero eso no se aplicaba a las visitas. Se volvió a peinar con ayuda del hechizo reflectante, se cambió los pantalones por una falda de talle alto, las pantuflas por sus botines y se echó sobre los hombros un chal. No quiso sacar su mantón de manila porque a parte de no abrigar nada no se lo había puesto desde que llegó. Le daba miedo estropear una de sus posesiones más valiosas.

Los chicos ya estaban dentro, a los cuales observó mientras bajaba las escaleras. La decepción de no ver a ningún varmano se mezcló con la incertidumbre de que fueran tan pocos y la emoción de descubrir nuevas especies, o al menos eso supuso por las chicas emplumadas a las que no pudo evitar comparar con Lethe. El resto parecían humanos, y en concreto por el varón tuvo ganas de volver a su cuarto para coger su espada, solo por si acaso. Su aspecto y que fuera con una cantidad tan ridícula de armas le hacía desconfiar, pero bueno, ellos tenían su propia reserva de humanos mastodónticos para intimidar. Cada vez tenía más claro que el diformismo sexual de esa especie era terrible.

—Bienvenidos —sonrió una vez estuvo en su nivel, inclinando suavemente la cabeza—. ¿Vosotros sois los que ayudaron a los de Maciel? Mi nombre es Kahlo, varmana. Un placer.

El silbido le hizo dar un bote en el sitio. Estuvo tan atento como Kahlo a la puerta y las voces y siguió a la varmana escaleras arriba en cuanto dedujeron que se trataba del grupo del torreón que aún no conocían. ¡No podía recibir visitas en pijama! Se arregló maldiciendo. No había podido darse un baño todavía, y por supuesto tampoco había podido hacer el bizcocho que tenía planeado. Por suerte aún podía ofrecerles galletas y algo de pudin de frutas que había hecho para aprovechar el pan duro. Se puso el jersey de su madre a modo de vestido y unas calzas de lana negra sujetas con su liguero. Se peinó como pudo, ayudándose de un par de horquillas para mantener a raya los mechones que enmarcaban su cara y se puso su improvisada gargantilla negra que no era más que una cinta de tela. Cuando estuvo listo bajó a reunirse con los demás.

El grupo parecía estar compuesto prácticamente por humanos, a excepción de dos personas emplumadas. Sus picos le recordaron vagamente a las lechuzas de nieve de su tierra, aunque sus plumas eran de un color menos… bonito. El siguiente más llamativo era un chico enorme y musculoso cargado de armas. En comparación con el resto era también el mejor parecido, aunque de una manera muy intimidante que le recordó a las esculturas de los Jardines de la Memoria.

-¡Hola! -saludó -Bienvenidos. Me llamo Luci, soy de Daelicia. -Alec ya les había ofrecido bebida, así que añadió -También tenemos galletas y pudin si tenéis hambre.

Tenía la intención de mantenerse a la sombra de sus compañeros, protegido, mientras evaluaba a los recién llegados, pero se vio sin querer atraído hacia la chica que estaba hablando con Chromsa. Había pasado desapercibida entre la energía tan imponente que desprendían sus compañeros, pero al verla de cerca Luci se percató de que era realmente bonita. Tenía rasgos finos, sus movimientos eran gráciles, su voz era suave y hablaba al volumen perfecto. Si no fuera por el color de su cabello y su piel podría haber pasado por daeliciana.

Lo primero que hizo fue mantenerse tranquilo mientras inspeccionaba el ambiente. Empezando a captar un poco de que palo podían ir y las relaciones entre unos y otros, con especial interés en el reproche al enorme humano y la reacción a sus palabras por algo que en principio no le había parecido para tanto.  Concluyó seguramente que habría roces como los que él tenía con Toni. Hizo un gesto con la mano del escudo restándole importancia a todo el asunto.
Tampoco paso por alto la mirada de Lethe hacia Maila tras su pausa. Algo pasaba ahí y quería averiguarlo pero no era el momento.

Entró hacia adentro  siguiendo a aquel nuevo ser emplumado mientras se empezaba a quitar el escudo y uno vez allí volvió a echar un buen vistazo fascinado. No lo exteriorizaba demasiado pero sus compañeras y los ojos atentos notarían como la mirada del frivy brillaba de emoción por ver a tantas razas diferentes en un mismo lugar, recordando también las macieleras. Los curiosos bigotes, aquel adorable hocico, las plumas azules, un insecto inteligente, humanos tan anchos como él y con barbas y finalmente aquel pequeño de voz agradable y entero de uno de sus colores preferidos.  Contempló de nuevo aquella visión y por un instante Nery´s no miraba aquel momento, sino al futuro.

Pronto volvió a pasar la mirada por los humanos. Hacía mucho tiempo que no tenía una buena vista masculina, no es que considerara a Toni pero encajaba más en su categoría de mono que de buenorris. Y ahí tenía a dos buenos especímenes y la barba más que tirarle para atrás les hacía más exóticos para él.

«Llevo que te pranchy´x de tiempo sin...»

Tampoco era el momento de pararse a pensar en esas cosas.

Inclino su cabeza cerrando los ojos  en respuesta a Kahlo y con una sonrisa comedida pero confiada estrechó la mano de Alec e instantáneamente confirmo mirándole a los ojos lo que significaba aquel vistazo que le había echado antes. Había sido mirado de mil maneras noche tras noche como para no darse cuenta de aquellas cosas al instante.

Decidió hablar por fin. Su voz era bella, grave y profunda pero muy armoniosa y suave que llenaba la sala fácilmente haciendo que no tuviera que alzarla mucho para hacerse oír.

-La verdad es que un té caliente para alejar el frió sería una maravilla, gracias. Y eso suena delicioso. -Contestó a Luci. Se volvió entonces para presentarse. -Mi nombre es Nery´s. -Declaró llevando la mano de aquellos anillos extravagantes al pecho. -Y aunque mi gente y los humanis sean muy parecidos procedo de Frivowaldanny. -Había pequeños detalles que lo delataban. La combinación de aquel pelo platino con su tono de piel oscuro cobrizo era la más clara pero si alguien se fijaba mucho tanto su lengua como el interior de su boca eran prácticamente negros. -Llevamos en contacto con ellos bastante tiempo ya sí. -Le confirmó a Kahlo. -Y a ser sincero ellos nos han ayudado mucho más a nosotros. -Confesó, después de todo gracias a ellos tenían magia, supieron donde estaba la biblioteca pudiendo salvar a Fleur y por fin habían encontrado un tercer refugio.

Nery´s caminaba relajado pero erguido de manera elegante y tanto aquello como sus gestos le daban un aire noble. Había decidido traer a ese "yo" para aquel encuentro, aquel que utilizaba para las fiestas más importantes. Lleno de dignidad y palabras tranquilas y dulces.

Se quitó el arco, el carcaj y el cinto con las fundas de la cimitarra y la daga y juntándolo todo uso el cinto para atarlo como si fuera un montón de ramas. Listo para echarse al hombro cómodamente, aunque a riesgo de pinchar al de al lado con la lanza. -¿Donde debería posar esto? -Gracias al entrenamiento de Qwara se sentía un tanto seguro incluso desarmado si fuera a pasar algo.

Adam se quedó en el puente mientra uno por uno fueron presentándose mientras iban pasando. Aprovechó para fijarse en sus apariencias y, quitando a los procedentes de otros planetas, los demás tienen apariencias normales pensando si ellos tienen esos síntomas de los que acababan de hablar. Por lo que escuchó parecen ser los de Sendar.

Dedicó una mirada sorpresiva a Kolja por su comentario. Otra vez le pareció inadecuado y se apretó los ojos con sus dedos deseando que lo que ha dicho haya pasado aunque sea un poco desapercibido. Tampoco sabían si ellos lo han pasado igual o peor que los de Maciel y lo mismo podría tocar más de una fibra sensible.

—Yo soy Adam Petrov, un humano. Pasad, nuestro torreón es vuestro torreón—dijo con media sonrisa reviviendo un poco la etapa extrovertida de su juventud, aunque evitó extender su mano ya que le daba cosa.

Decidió esperar a ser el último para hacer la labor de subir el puente. Le sorprendió bastante que aquel aparente humano bronceado no fuese humano al final. Es altísimo y su físico es sorprendente pero quitando la disonancia de color entre su piel y su cabello todo lo demás le parecía humanamente normal.

—Ah, claro. Dame, te lo guardo —se ofreció para dejar en un sitio seguro el exagerado montón de armas de Nery’s, decidiendo posarlas en una esquina que no molestase apoyadas contra el muro del torreón.

Adam prefirió quedarse de pie. Los de Sendar han dicho que se cruzaron también con ese maldito lagarto, ¿acaso esa criatura no tiene un ápice de empatía por nadie? Eso le enfadaba, agarrando una de las mangas de su camiseta con fuerza.