Torreón Silente

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

Luci estaba concentrado principalmente en poner un pie delante del otro. Se mantenía lejos de la cabeza del grupo y lejos de la cola, pues tenía miedo tanto de ser el primero en enfrentarse al paisaje como de quedarse rezagado. Aparte de sus pasos también prestaba atención a las tres personas que le habían dirigido la palabra, asegurándose de tener al menos una a su alcance en todo momento. El daeliciano necesitaba nuevos referentes a los que aferrarse.

En cuanto a la fealdad de la ciudad, Luci hacía grandes esfuerzos por ignorarla. La zona por la que avanzaban parecía cada vez más y más ruinosa y los pocos edificios que se tenían en pie eran verdaderas abominaciones. Entre semejante escombrera no tardaron en ver una torre alzarse, claramente nueva y en buenas condiciones pero igualmente horrenda en sus términos estéticos. Por mucho que lo deseara no le quedaba más remedio que aceptar que ese era el posible refugio que había divisado la persona emplumada pues no había ningún otro sitio donde meterse. Se le escapó un gemido lastimero.

La torre (o más bien torreón) era altísima, de piedra gris y salpicada de diminutas ventanitas que auguraban un interior oscuro y frío. El único adorno que tenía era un ¿reloj? Parecía un reloj pero Luci no era capaz de interpretar la hora que marcaba. Tenía un puente sujeto por cadenas sobre un foso. Al acercarse el pelirrosa comprobó con alivio que no había huesos en él aunque olía terriblemente mal. << ¿Es que todo en esa ciudad es desagradable?>> pensó angustiado, cubriéndose la nariz con el cuello del pijama. No sería el primero en entrar, pero tampoco el último, simplemente seguiría al grueso del grupo a pasitos inseguros.

Durante la vuelta a su propio torreón, la clinger pensaba en que los habitantes del otro le parecía que conformaban un grupo simpático. Y aquellas galletas que prepararon le parecieron riquísimas. Y por si no hubiera sido suficiente con estas, también les esperaba una comida especial en el suyo. Luci sabía sin duda lo que hacía en la cocina, así que ella también se unió a la petición de Chromsa para aprender a preparar aquel plato. Pensó que, por supuesto, un poco de pescado dentro debía quedar bien. Así es Kradko.

Durante los siguientes días, quitando las tareas rutinarias empleó su tiempo mayormente en aprender y practicar los distintos hechizos que trajeron de vuelta del otro torreón. En general, fue capaz de poner en práctica la mayor parte de ellos y aprenderlos tampoco le costó demasiado, pero le quedó claro también que su posición en cuando a la capacidad de lograr ejecutar los conjuros la situaba en una posición extraña. Era capaz de lograr más y de aguantar mejor el cansancio que le producía conjurar que la mayoría de los otros practicantes, pero también le quedó mucho más claro la brecha que había entre ella y las capacidades de Kahlo. Sí, sin duda la bicha podía sentirse orgullosa de aprender muy fácilmente los ritmos, pasos y melodías, pero al final del día sus capacidades estaban, sin duda, más limitadas que las de la varmana. Siempre le había parecido que era o bien la mejor en algunas cosas, o bien totalmente estándar o incluso mala en otras. Encontrarse en segunda o tercera posición en algún aspecto de su vida le dejaba en ocasiones un regusto un tanto extraño. Pero bueno, tampoco es que le preocupara excesivamente.

Como era habitual en ella, aquel día fue de los primeros en levantarse. Como no tenía mucha hambre y tocar el tambor cuando la gente dormía no era una buena idea —varias broncas meses atrás se lo dejaron claro—, decidió echarle un repaso a algunos de los libros con los que contaban.

No tardó mucho en aburrirse de ello, pues no tenía nada claro que quisiera buscar en ellos. Salió al patio y, mientras veía a algunos entrenando, empezó a escalar la parte externa del propio torreón. Era una buena forma de tomar un poco de sol mañanero, al fin y al cabo. Últimamente tenía un poco reticente a subir muy alto pues, si bien se seguía sintiendo tan cómoda como habitualmente escalando muros verticales, últimamente le estaba costando progresivamente más y más mover las alas como lo hacía habitualmente. Le daba un poco de miedo, pues precisamente estas eran su seguro si en alguna ocasión caía desde muy alto. Si por algún motivo no consiguiera frenar la caída como de costumbre… No quería ni imaginarlo.

Mientras se encontraba sumida en sus pensamientos, varias voces llegaron a ella desde abajo. Observó como había un grupo reunido a la entrada del patio y, curiosa, descendió por la pared hacia ellos. A medida que se acercaba, vio que algo le había pasado al gigantón humano. Se quedó observándoles casi del revés y dejó que alguien explicara lo que había sucedido para los que no estuvieron allí. Había visto cosas raras, pero hasta aquel momento ninguno de los simios había dado señales de sacar chispas por la boca. Y, por las reacciones del resto, aquello no era normal.

—¿Cómo puede ser eso posible? —pensó en voz alta sin moverse aún de su posición encima del resto.

Reina

No tan característico de ella, le molestaba admitir que habia dormido bien. Incluso con lo agitada que estaba la ciudad, Reina se sentia que habia descansado. Después de aquel incidente con las polillas, se podría decir que, en verdad, se estaba adaptando a aquella vida demasiado bien. Se recordaba las fiestas, las amigas, el trabajo... Todo aquello que le ataba a su hogar y cuanto lo echaba de menos. Sentia, no, padecia añoranza. Era una enfermedad que la debilitaba y ella misma lo admitiria, si bien no para los demás pero si para sí misma.

Habian pasado las semanas como las anteriores, sin remarcar nada parecido salvo la parsimonia habitual. Mejor era el aburrimiento que la excitación en aquella ciudad y, ayudando en la labor de los hechizos, Reina se prestó disponible a ayudar. Fue entonces cuando se percató que, encuanto a lo que se consideraba magia, en Silente tan solo Kahlo la sobrepasaba, y cierto era que, mientras que era un hecho innegable, le costaba pensar que no hubiera algún tipo de afinidad natural al tema, puesto que la nipona no era una estudianta vaga ni mucho menos.

Cuando bajó las escaleras se encontró con un jaleo en el patio y, consternada, se acercó a mirar. Varios estaban dispuestos entorno a Kolja, quien parecia estar sentado o sobre el suelo, no pudo verle bien desde donde miraba. Instintivamente, Reina buscó evidencia en el patio y, al ver un muñeco partido en dos se le enarcó una ceja. Dandolo por un accidente de entrenamiento, Reina dió media vuelta y fue a la cocina, a desayunar por el momento. Justo después seria su entrenamiento, si es que quedaba alguna diana sin romper para entonces.

Kolja tardó un rato en responder, estando en aquel estado, y para cuando levantó la cabeza vio que practicamente todo el torreón se había reunido a su alrededor. Observó sus caras de confusión, susto e incluso miedo. Cuando su vista caía en una de las caras que habían aparecido en su sueño, con el gesto de preocupación en sus rasgos, se le hacía más fácil respirar. Para cuando hubo terminado la ronda de caras respiró hondamente y se levantó.

-No pasa nada gente, es solo que he tenido uno de esos sueños tan vividos que nos vienen asaltando desde hace unos meses. Me afectó más de lo que me gustaría y me desahogue con el muñeco de entrenamiento- dijo, haciendo un gesto hacia el monigote que había dejado sin cabeza y con un hacha clavada en el pecho.

No se acordaba de que, además de esto, también le habían salido chispas de la boca, o igual simplemente elegía no acordarse, incapaz de explicarlo y/o de confrontarlo.

Torció el gesto ante la reacción del humano.
—Tenía la sospecha de que ese era el caso —respondió sarcásticamente con un suspiro casi imperceptible.

A continuación se centró en la explicación de Kolja, quien al parecer había sido elegido como siguiente víctima de aquellas pesadillas demasiado realistas que parecían plagar el torreón. Aunque lo cierto es que tras un buen tiempo sin que nadie diese muestras de haber sufrido alguna la enderth no recordó hasta ese mismo momento que aquello era una cosa que sucedía. Ella no le había dado vueltas prácticamente a su propia pesadilla, más bien de aquella mañana se le venía a la cabeza la fantasmal aparición de Kahlo en lo que todavía no entendía pero suponía se trataba de alguna clase de alucinación producida por lucios sabe qué.

—De acuerdo —comenzó a hablar cruzándose de brazos tras la explicación de Kolja—. Supongo que eso explica el arrebato de violencia indiscriminada contra el material de práctica de lucha.
Aunque no añadió nada más, por supuesto que se había dado cuenta de la omisión acerca del asunto más preocupante de aquella situación. Si el propio Kolja no lo había mencionado estaba claro que no era porque se hubiese olvidado. Es decir, ni siquiera Lethe creía que aquel mamífero en particular pudiese obviar un detalle como aquel. No quería hablar de ello, fuese el motivo que fuese. Su respuesta y lenguaje corporal eran una invitación a continuar la conversación si quería, pero desde luego ella no pensaba insistir. Fugazmente se preguntó si se estaba preocupando de verdad por el humano y por qué, pero enseguida desechó el pensamiento asegurándose de que tenía razones racionales para querer indagar más.

Adam se paró a pensar en qué clase de sueño tuvo que tener Kolja como para reaccionar de aquella manera. Todavía tenía fresca la horrible experiencia que tuvo hace meses cuando experimentó aquella pesadilla, sintiéndolo mucho por su maestro.

Pero lo de las chispas todavía no tenía explicación. Quizás podría tratarse de algo que se ha imaginado solo él pero Lethe era la prueba e que, definitivamente, ese no era el caso.

—Ugh, lo habrás pasado fatal —soltó con una cara inusualmente descompuesta, mirando a ratos al suelo—. Pero me has asustado por dios, pensaba que te estaba pasando algo o te habían hecho algo o… no sé.

Ese acontecimiento lo asustó mas de lo normal, estando genuinamente preocupado por Kolja quien consideraba un amigo cercano por la gran cantidad de tiempo que andan juntos. El ruso se apartó los pelos del rostro, suspirando profundamente para aliviar el susto.

—Le han salido como… chispas de su boca cuando estaba tosiendo —respondió a los curiosos aún con el cuerpo malo.

Al parecer, Kolja había tenido uno de esos sueños horribles. Luci le miró con preocupación, pues había vivido en sus carnes el horror que podían llegar a producir las extrañas pesadillas, y el intento del alemán para quitarle hierro al asunto no funcionó.

-¿Quieres… hablar de ello? -preguntó, dudoso. -No tienes si no quieres, pero a lo mejor te ayuda.

También pensó que podía hacerle el desayuno, o prepararle una infusión. Entonces Adam les explicó lo de las chispas. Los ojos de Luci se abrieron como platos.

-¿Es eso verdad? -le preguntó a Kolja directamente -Puede… ¿Puede que sea cosa de la Luna Roja? En mi libro lo mencionaban, algunos cosechados tenían como síntomas, les ocurrían cosas extraordinarias, pero a pequeña escala. Se supone que es una señal de que la Luna ya está influyendo en ellos.

Que el astro rojo ya estuviera haciendo de las suyas a pesar de todas las páginas que quedaban para su llegada era excitante y terrorífico a partes iguales. Luci se preguntó si alguno de sus compañeros había sufrido alguno de esos síntomas. Por supuesto, no asoció su particular alucinación olfativa con el tema.

A Amira le hubiera gustado seguir leyendo, ahora que por fin había encontrado en el libro lo relativo a Mascarada, pero la conmoción del torreón empezaba a preocupar a la francesa. No salió al patio, pero sí se quedó en la puerta para oir que Kolja también había tenido una de esas pesadillas raras.

—Yo tuve una también. Estaba intentando buscar en el libro si era verdad lo que me dijo un tío que salía en ella —se estremeció. Había hecho una lectura diagonal hasta encontrar el nombre de Mascarada, pero incluso prestando tan poca atención se había topado con cosas horribles y no esperaba que el resto fuera mejor.

Sin embargo, la pesadilla del alemán no era lo único. Al parecer le habían salido chispas de la boca al toser. Ahora comprendía mejor la preocupación de todo el mundo, porque aquello era raro y probablemente peligroso para Kolja. Y sin embargo Luci parecía…¿emocionado? Cuando mencionó que era una señal de la cercanía de la Luna y que salía en su libro entendió algo mejor su actitud.

—Entonces, ¿se supone que la Luna está haciendo lo que quiera que haga ya con Kolja? ¿Tan cerca está? —Había vuelto a perder la noción de a qué día estaban o cuánto faltaba para la salida, algo de lo que ni ella misma se sorprendía.

Lo de Kolja resultó no ser grave grave, o al menos eso fue lo que dijo él. por un momento se cuestionó si aquello era verdad o si solo lo decía para restarle importancia, pero Alyssa tampoco estaba allí para empezar a dudar, ya no. La causa de lo que había pasado, sin embargo, la dejó pensativa un segundo.
Otro de esos sueños misteriosos… Había oído ya de ellos por sus compañeros y personalmente le parecía raro que algo como una pesadilla fuera capaz de causar tales efectos, pero tras sucederle a varios de sus compañeros no le había quedado otra que aceptar la realidad de que así era. Por suerte la griega no había tenido ninguno, ni deseaba tenerlos.
Las sorpresas no se terminaron ahí. Alyssa no había estado presente cuando el alemán había tosido chispas por la boca, por lo que no se había enterado. Adam acababa de revelarle aquella información.
–¿C-como? –fue lo único que alcanzó a decir tras la sorpresa.
Luci fue el primero en opinar al respecto y en ofrecer su teoría sobre lo que podía ser,  algo que no hizo sino incrementar la preocupación de la chica. Amira empezó a hacer preguntas al daeliciano sobre el tema y la griega decidió incluir las suyas a la lista:
–¿El libro dice algo sobre el tipo de cosas que nos puede hacer? –Iba a decir más, pero dudó antes de seguir. No porque temiera que no lo supieran, sino por miedo a que sí le dieran una respuesta. –¿Dice si los efectos son permanentes?

Alyssa rebuscó en su memoria. Que supiera, ella no había sufrido ningún cambio. Seguía exactamente igual que cuando había llegado a la ciudad. Eso era un alivio, pero nada garantizaba que fuera a durar, no cuando había cada vez más personas afectadas por sucesos extraños,ya fueran sueños o cualquier otra cosa.

Fue el propio Kolja el que respondió sobre lo que pasaba. Otro de aquellos sueños tan terroríficos que habían tenido casi todos. Chromsa se fijó entonces en el muñeco de pruebas más cercano, ahora descabezado y todavía con el arma clavada. -(¿Qué habrá soñado para que haya hecho eso nada más despertarse?)- se preguntó preocupado. La mayoría se habían levantado con un sobresalto y muy asustados, pero nadie había llegado a ese punto.

Además no era el único que había tenido un sueño esa mañana. -¿Dos sueños en un mismo día? Eso es raro. ¿Y has encontrado algo?- respondió a Amira. Por una parte le alegraba ver que la terrestre no había tenido el mismo despertar que Kolja, pero por otra que el sueño tuviera un mensaje real lo inquietaba.

-¡¿Qu-Qué?! Pero eso es imposible, ¿no?- dijo el ochrorio muy sorprendido. No tenía duda alguna  de que aquella se estaba conviertiendo en una de las mañanas más extrañas que había tenido en la ciudad. Pero lo más preocupante estaba al llegar.

-¿Entonces ya no solo tenemos sueños raros, sino que nos van a pasar cosas como a Kolja? Que teniendo en cuenta eso, ¿pone en el libro que tipos de síntomas hay o si ocurre algo más?¿Alguno se ha notado en sí mismo en otro algo raro?- comentó intranquilo. A Chromsa no le gustaba nada lo que estaba pasando y lo que podría ocurrir. Por su parte no había notado nada raro a excepción de los problemas que tenía para ir al baño pero no estaba seguro de que fuera lo mismo que le sucedía al terrestre ¿Tan poderosa era la Luna como para hacer todo aquello?

La clinger se quedó unos segundos pensando en lo que dijeron Luci y Amira. La luna estaba… ¿influyéndoles?

—Pero si es solo una… cosa en el cie- —se interrumpió al caer de pronto en la cuenta en algo—. Ah, claro. Magia. ¿No?

Teniendo eso en cuenta, de alguna forma todo tenía más sentido. Dentro del sinsentido que era la magia en sí. Supuso que era como la luz o la gravedad. Algo que no se podía tocar pero que, simplemente, existía. Aunque la magia al menos, de alguna forma, podían usarla.

—Es como… Creo que a mí me está pasando algo en las alas. —Se dejó caer desde su posición en la pared y aterrizó con un movimiento natural. A continuación, le dio la espalda al resto y desplegó sus alas—. A veces me cuesta un poco moverlas y-y da un poco de miedo. ¿Se me ve algo raro? Yo claro, no las puedo ver bien yo misma.

Aquellos que prestaran atención a su pregunta no podrían observar nada fuera de lo normal.

Kolja hizo un gesto para intentar disminuir la preocupación de su pupilo, que llevaba escrita en la cara.

-Ha sido un sueño, solo que ha aparecido uno de mis hermanos y al final mi padre y nuestra relación es..., dejémoslo en complicada- respondió, como toda explicación.

Cuando mencionó las chispas que le habían salido de la boca Kolja se puso serio. Preferiría no haber tenido que hablar del tema, sobre todo por su completo desconocimiento de a que se debía y de que podía significar. Por suerte Luci si que parecía tener una mayor idea, achacándolo al efecto de la luna roja. No había pasado tanto tiempo desde la salida de la Emisaria como para que la luna estuviese a poco de asomar, a juzgar por las cantidad de páginas que quedaban por aquel entonces en el libro de Luci. Así que aquello de los síntomas le dejaba algo confuso. ¿Cómo podía ser que a pesar de que todavía quedaban semanas o puede que incluso meses para que saliera la luna, ya les estuviera afectando de aquella manera? O incluso desde mucho antes, se le ocurrió, al recordar que no paraba de saborear ceniza en comidas que no habían estado en contacto con ella.

-No se si esto es un síntoma, dado sobre todo que por lo que he podido ver hasta ahora no tengo un ápice de magia en mi cuerpo- contestó, ante la idea de Luci.- Pero la verdad es que la idea me reconforta, casi creía estar quemándome por dentro, como si hubiese tragado lava.

Aquello último hubiese significado que su sueño podía haber traspasado el plano onírico para afectarle en la realidad, una idea aterradora realmente. Que su hermano y su padre gigantes andasen sueltos por la ciudad le daba escalofríos.

-Y en cuanto si he notado algo más, la verdad es que desde hace meses ya hay veces que la comida me sabe a ceniza y parece ser que no haya nada que pueda hacer para evitarlo- confesó.

La mayoría de los habitantes del torreón se habían congregado allí mientras Adam y ella inquirían a Kolja; entre ellos Luci, el cual parecía tener alguna clase de explicación para el extraño fenómeno en su libro mágico. Frunció el ceño escuchando lo que decía.
—¿Entonces esas chispas representan la magia dentro de Kolja o algo así? Ni siquiera puede hacer magia, ¿pero a lo mejor significa que podrá pronto? —hipotetizó tras el comentario de Amira.

Se planteó la posibilidad de que a los demás también les estuviera ocurriendo algo similar. La primera en comentar algo fue Kradko, quien abrió sus alas para que las examinasen. La enderth se acercó y observó detenidamente.
—No soy una experta en alas de clinger, pero me parecen normales. A lo mejor necesitas usarlas más para que no se te atrofien. No sé… ejercítalas más. No creo que sea nada —añadió para tratar de calmar a la niña.

Al parecer Kolja tenía otro “síntoma” que además guardaba relación con lo que habían visto aquella mañana. Lethe no sabía qué pensar de todo aquello. Le aliviaba en parte que viniese en el libro de Luci, porque si era eso no se trataba de una enfermedad potencialmente contagiosa que estuviese padeciendo el humano. Pero… ¿Qué les iba a ocurrir? ¿Por qué algo tan extraño y específico como sabor a ceniza y chispas por la boca? Además, Lethe no notaba nada raro en sí misma… Bueno, tal vez sí, pero no le apetecía mucho pensar en ello.
—Lo único “raro” que he notado son estas plumas oscuras en mi cara —dijo, en cambio, mientras se señalaba el rostro brevemente—. Después de diecisiete años me resulta algo extraño que me cambie radicalmente el color del plumaje, aunque sea solo una pequeña zona. Pero tal vez sean normales en un enderth, no puedo saberlo —se encogió de hombros.

Adam prefirió no indagar sobre lo que podría haber soñado Kolja, desde luego no era ni el momento ni el lugar pero tenía mucha curiosidad sobre la familia de su maestro. Quizás le pregunte en otro momento.

No alcanzó a escuchar lo que Amira dijo sobre su sueño pero lo que sí escuchó fue la explicación de Luci. Habló sobre unos “síntomas” que aparecerían en ellos por influencia de la Luna Roja. Quería creer eso y esperar que lo que sea que le haya sucedido a Kolja no desemboque en algo peor. Algunos de sus compañeros confesaron algunos cambios en su cuerpo pero siendo Lethe y Kradko podrían ser temas fisiológicos de los que Adam desconoce completamente. Vio las plumas de la mujer pájaro en un breve vistazo y tampoco era nada fuera de lo común para él. Y las alas de Kradko tampoco las vio mal o más pequeñas.

—Yo digo lo mismo que ella, no las veo mal. Quizás te estás comiendo la cabeza y lo estarás imaginando —dijo después de Lethe y acercándose a Kradko en un intento de calmarla. Pasaba largos tiempos con ella tocando el tambor y tampoco detectó nada raro en sus alas.

—Por mi parte yo… no he sentido nada fuera de lo común —Adam confesó. No sabía si sentir alivio o impotencia. De nuevo algunos humanos como él han demostrado cosas sobrenaturales y a él le tocó no tener nada otra vez. Lo que sucedió en Maciel con respecto a ese sentimiento en contra del contacto con Amira lo asoció a algo completa y totalmente normal, al fin y al cabo es lo que uno siente cuando alguien que no te esperas y no conoces mucho te toca de repente es algo de rechazo, ¿no?

Desde que Kolja hizo mención de su sueño y la casualidad de que ese síntoma se manifestase al mismo tiempo, Adam comenzó a dar vueltas al asunto de su propio sueño. No quería pensar en ello pero esa frase, esa maldita frase que su yo joven pronunció delante de él se le quedó grabada en su cabeza desde ese día: “Va a ser siempre así. Da igual a quién escojas. Unas veces los matarás tú, y otras veces provocarás su muerte aunque no sea a propósito.”

Tragó saliva con pesadez, teniendo en su cara un gesto horrible mientras pensó: "No es verdad... No es verdad... No es verdad...".

La respuesta de Kolja avivó la teoría de Luci de que su familia era bastante negligente con las necesidades del humano, especialmente con las emocionales, sin embargo no hizo ningún comentario al respecto por educación.

Amira también había tenido un sueño raro. Luci le dedicó una mirada preocupada y se acercó un poco más a ella por si necesitaba apoyo.

-No lo sé. Todavía quedan muchas páginas del libro -le respondió a Amira, luego se giró hacia Alyssa. Negó con la cabeza -Solo dice que son a causa de la Luna Roja.

Él mismo no tenía muy claro qué podrían significar. Algunos eran una muestra clara de mejora de habilidades, lo cual coincidía con lo que el ciudadano les había dicho, pero otras no tenían sentido. Ante el aluvión de preguntas subió a por el libro y lo mostró por la página que había comentado.

-Solo menciona cuatro: una tiene mejora del oído, otro ataques de claustrofobia, esta tiene repentinos antojos de carne cruda y a esta otra se le empieza a secar la piel -explicó mientras señalaba los dibujos de los personajes.

No vio nada extraño en las alas de Kradko aunque, claro está, no sabía mucho de la anatomía de su especie. Por suerte Lethe sí. Cuando Kolja mencionó lo de la ceniza el corazón le dio un salto en el pecho.

-¡Yo a veces huelo a ceniza! Y nunca encuentro de dónde sale el olor -exclamó. ¿Significaba que tenía un síntoma? ¿Estaba la Luna haciéndole algo? Lethe también tenía uno, o no, no estaba claro. Ojalá pudiesen encontrarse de nuevo con el enderth blanco para preguntarle. Hablar de su raza de origen no era intervención, ¿no? De pronto estaba muy nervioso.

Alyssa no dijo nada respecto a Kradko. Ella no notaba nada fuera de lo normal, pero estaba lejos de ser una experta en la anatomía de los clinger. De haber algún cambio palpable Lethe estaba presente para hacérselo saber, aunque por lo que la enderth dijo poco después todo parecía normal.
Ante el tema de conversación que se había creado, varios empezaron a mencionar si habían notado cambios o no. Parecía haber un poco de todo, pero nada tan extraño como lo de Kolja, y en muchos casos era difícil saber si de verdad sería influencia mágica o símplemente algo más natural. En cualquier caso añadió su condición a la lista:
–Yo tampoco he notado nada extraño.

Luci no parecía saber la respuesta a la pregunta de Alyssa y ante las preguntas que le empezaron a caer decidió traer el libro para enseñarles a todos lo que había leído.
Los síntomas que aparecían en el tomo eran… raros, sin aparente relación o sentido, pero al menos no parecía haber nada especialmente preocupante o con lo que no se pudiera lidiar en caso de que al final fueran permanentes, lo que alivió un poco a la humana.

No añadió nada más a la conversación, de momento, pero había algo más que había llamado la atención de la griega, y era la mención que Kolja había hecho sobre su familia y lo que probablemente implicaba.
Después de tantos meses parecía que el alemán y la griega podrían tener, después de todo, algo en común, aunque no se trataba de algo para estar orgulloso, precisamente. Aun así parte de ella no podía evitar ver aquello con un poco de ironía.

Junto con el resto, Chromsa observó las alas de Kradko. A él le parecían perfectamente normales, pero la chica bicho afirmaba que le costaba. Si hubiera sido de otra especie, tal vez pudiera haber sido algún calambre muscular o algún problema con las plumas, pero su compañera hasta sabía no tenía esas características. -Es lo que dice el resto, no les veo nada raro.- añadió.

Escuchó con interés todos los síntomas que había tenido el grupo y los que venían en el libro que Luci había estado leyendo por si podía encontrar algo que también le pasara o fuera parecido. De las plumas de Lethe no sabía que pensar por lo que había dicho ella, tal vez fuera un cambio en su especie. Mientras tanto los de Kolja sí eran más preocupantes, al igual que el de Luci. Le alegró que algunos no hubieran sentido nada raro, aunque una pequeña parte de él no estaba seguro de si eso los salvaba de no tener nada. -No tengo nada tan vistoso como las chispas, pero tengo algunos problemas de digestión que no consigo solucionar. Tal vez también sea un síntoma.- dijo pensativo.

En ese momento escucho la voz de Kahlo, que acababa de llegar a la conversación. El ochrorio se acercó para contarle lo que ocurría. -Buenos días. Resulta que Kolja ha tenido otro de esos sueños y se ha puesto nervioso.- dijo señalando al muñeco. -Pero además de eso también ha tosido chispas. Creemos que, por lo que pone en el libro de Luci, es obra de la Luna Roja.- continuó intentando transmitir tranquilidad.