Torreón Silente

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

Luci estaba concentrado principalmente en poner un pie delante del otro. Se mantenía lejos de la cabeza del grupo y lejos de la cola, pues tenía miedo tanto de ser el primero en enfrentarse al paisaje como de quedarse rezagado. Aparte de sus pasos también prestaba atención a las tres personas que le habían dirigido la palabra, asegurándose de tener al menos una a su alcance en todo momento. El daeliciano necesitaba nuevos referentes a los que aferrarse.

En cuanto a la fealdad de la ciudad, Luci hacía grandes esfuerzos por ignorarla. La zona por la que avanzaban parecía cada vez más y más ruinosa y los pocos edificios que se tenían en pie eran verdaderas abominaciones. Entre semejante escombrera no tardaron en ver una torre alzarse, claramente nueva y en buenas condiciones pero igualmente horrenda en sus términos estéticos. Por mucho que lo deseara no le quedaba más remedio que aceptar que ese era el posible refugio que había divisado la persona emplumada pues no había ningún otro sitio donde meterse. Se le escapó un gemido lastimero.

La torre (o más bien torreón) era altísima, de piedra gris y salpicada de diminutas ventanitas que auguraban un interior oscuro y frío. El único adorno que tenía era un ¿reloj? Parecía un reloj pero Luci no era capaz de interpretar la hora que marcaba. Tenía un puente sujeto por cadenas sobre un foso. Al acercarse el pelirrosa comprobó con alivio que no había huesos en él aunque olía terriblemente mal. << ¿Es que todo en esa ciudad es desagradable?>> pensó angustiado, cubriéndose la nariz con el cuello del pijama. No sería el primero en entrar, pero tampoco el último, simplemente seguiría al grueso del grupo a pasitos inseguros.

Alec se pasó el resto del día después de la charla con Adam de aquí para allá. Estuvo echando una mano con lo que pudo y sabía. Lo cierto es que tampoco tenía mucho que hacer en general.

Las conservas no llevaban tanto tiempo cuando repartías bien las tareas, el entrenar estaba bien pero tampoco duraba mucho, y tampoco podía limpiar diez veces al día. Así que tras pasar casi a diario un rato en el baño y el resto del día en la azotea tampoco había mucho más. De hecho limpió la azotea de suciedad en general y estuvo planteándose llevar un colchón allí arriba pero al final se contentó con unas mantas para poner en el suelo. Así no se echaría sobre el suelo cuando quisiera ponerse a mirar el cielo.

Al final un día usurpó el baño con su bañera de agua caliente, un cuchillo afilado y el espejo que había pulido. Con mucho cuidado de no cortarse, cosa que fue inevitable pero nada grave, consiguió recortar la barba sin que quedase una aberración de la naturaleza.

El plan de asaltar las bañeras salió a pedir de boca y el escocés se alegró mucho por ello. Ya no tendrían que salir tan seguido a por comida, eso era bueno.

Y su última gran sorpresa fueron los dragones en el cielo. Sus compañeros ya les habían advertido de que habían visto uno pero verlos por sí mismo era muy distinto. Eran mitos, leyendas... igual que la magia. Pero cuando Alec los vio sobrevolar el torreón por una vez se sintió vivo.

Aquella mañana fue de sobresaltos. El grito de Adam había pasado sin pena ni gloria por la mente de Alec como parte de su sueño, pero el chillido de Luci despertó de golpe al escocés, que apartó las mantas de golpe y se incorporó desnudo.

-¿Qué? ¿Qué ocurre? - preguntó medio adormilado todavía, pero al no ver a ningún atacante se sentó en la cama confundido. Al ver a Luci llorando se puso el pantalón rápido sin nada debajo y se dirigió hacia él. Un cristal brillaba en el suelo pero a Alec le preocupaba más su pequeño amigo.- ¿Estás bien? Déjame ver - le pidió dispuesto a examinar la herida.

A la vuelta descubrirían que no solo a ellos les había ido bien, puesto que quienes se quedaron dijeron ver criaturas mágicas en el cielo. Para Kahlo la noticia era contradictoria. Sonaba como algo terrorífico: lagartos alados 20 veces más grandes que Qirra que para colmo escupían fuego sobrevolando sus cabezas, sin embargo por la forma en la que Adam lo describió parecía tratarse de algo maravilloso. Asimismo influenciada por la magnífica experiencia, lo que otro día le habría hecho querer esconderse en la seguridad del torreón ahora prendió su curiosidad. Su primera reacción al ver ella misma los dragones fue esconderse en el marco de la puerta al patio, demasiado intimidada para asomar el morro y hacer otra cosa que santiguarse (o su equivalente varmano), pero con el tiempo aprendió a apreciarlos. Sus escamas relucían y la elegancia de sus cuerpos la dejaba cada vez más boquiabierta. Se preguntó si Qirra crecería así.

Esos días no tuvieron nada que ver con los anteriores. La visita al palacete había sido un soplo de aire fresco que la ayudó de muchas maneras, y aunque no disfrutase de sus placeres en el día a día sabía que al menos no estaban extintos en toda la ciudad. Ese pequeño detalle le hacía seguir adelante. Si bien Kahlo seguía sin acostumbrarse a pasar de una vida llena de movimiento, distracciones, reuniones sociales y hobbies de todo tipo a la total desconexión, el cuerpo se le iba haciendo a la idea con nuevas rutinas y una relación mucho más decente con sus compañeros. Descubrió que tomarse las cosas con calma y sencillez no estaba tan mal, que nadie iba a clavarle un cuchillo por la espalda y que todos estaban en el mismo barco. Seguía gustándole dormir sola y arreglarse cada mañana, pero cada vez se despegaba más de tener que dar una imagen perfecta de sí misma con modales exquisitos por miedo a ser juzgada. Paso a paso, desaprendiendo lo aprendido.

Su empatía ganada hacia el resto fue la que la empujó a compartir sus conocimientos de esgrima. Al llegar a la ciudad no había querido hacerlo por total desconfianza, pero limadas las asperezas la granta se esforzaría en dar lo mejor de sí por mucho que aquella fuera su primera experiencia como profesora. Era algo que llevaba practicando años, y aunque defendía que lo más útil en casos de riesgo era huir, conocer los puntos flacos de tu contrincante y saber moverte con un arma era algo que nunca estaba de más. Además, tal como había comentado Luci, la esgrima con estoque podía ser una danza elegante. Se aseguró de no usar armas de verdad, eso sí, reemplazadas por palos o las propias armas bien envueltas en tela, lo último que necesitaban era herirse con las clases. Todo eso sumado al buen resultado del plan para bajar la comida de las bañeras, el permitirse ciertas libertades en la cocina y experimentar con postres o simplemente charlar con sus compañeros sin tanta etiqueta ni repudio consiguieron que la chica se mantuviera entretenida, activa y de buen humor.

Esa mañana Kahlo despertó con los gritos de fondo. Profundamente dormida y desde su cuarto cerrado fueron más un sonido distante que algo nítido, por lo que la granta se irguió despacio y confusa, preguntándose si lo había oído de verdad o lo había soñado. El murmullo de voces le sacó de dudas. Se peinó con los dedos, se puso las gafas y se echó una manta por encima antes de salir de su cuarto rápidamente, dirección a la habitación comunal. Por educación y costumbre tan solo asomó la cabeza, preocupada.

—¿Estáis bien? He oído gritos —vio a Adam abrazando a Chromsa por alguna razón, a Alec medio desnudo «por todísimos los árboles, ¡¿por qué, humanos, por qué?!» y a Luci sujetándose un pie, pero sobre todo se fijó en el cristal brillante del suelo. Asomó más que la cabeza, posicionándose en la entrada—. Por el amor de los santos, ¿qué ha pasado?

A la vuelta no ocurrió ninguna desgracia, aunque cuando regresaron al torreón sus compañeros les hablaron sobre que habían visto un dragón, es decir, un reptil gigante volador. Lethe no compartía demasiado el entusiasmo de algunos de sus compañeros al respecto, y prefirió mantenerse alerta cada vez que los veían volar, cosa que se convirtió en algo habitual a partir de aquel día. Por suerte volaban lejos y no parecían tener intención de acercarse, pero no podía evitar tensarse un poco cuando aparecían. No quería ni imaginar qué podían hacer criaturas como aquellas, similares a la pequeña depredadora pero unas cuantas veces más grandes.

Lo más reseñable de aquel tiempo fue que logró acabar su caña cutre. Había encontrado un cordel lo suficientemente resistente, hecho de un material que no conocía pero que parecía poder servir, en alguna de las ruinas que habían visitado en busca de materiales. Su intención era, si necesitaban volver a la zona pozos en busca de comida, poder “pescar” las cestas que se hubiesen caído dentro.  De momento no les iba a hacer falta pues la operación “abordaje a la bañera” había tenido éxito. La enderth felicitó al grupo que la había llevado a cabo, no escatimando en su habitual sarcasmo al hacerlo, pero realmente creyendo que habían hecho un buen trabajo, incluido Kolja.

Aparte de eso añadió dos nuevos ejercicios a su rutina: empezó a correr para mejorar su resistencia, aunque no aceptó la propuesta de Kolja de hacerlo como él quería. Corría cuando no había nadie más en el patio, que de todas formas tampoco era tan grande y no hubiese sido cómodo con varias personas alrededor. Además de eso, Kahlo se ofreció a enseñarles esgrima con estoque, aunque no utilizaba el arma real para el entrenamiento, cosa que le parecía bien. Lethe se apuntó, pues aquel tipo de arma se asemejaba más a su tridente y las lanzas en sustitución que estaba empleando allí.

Y llegó aquella noche en la que tuvo un sueño sumamente extraño. Había parecido demasiado real y había visto un montón de caras que no reconocía, pero que habían aparecido demasiado nítidas. Sobre todo la de aquella tal Maila, quien tenía la sensación de haber visto antes, pero no conseguía recordarlo. Solo podía haberla visto en un único sitio, y era aquella misma fuente donde la enderth onírica se había exasperado tanto porque no se le quería conceder la muerte. ¿Pero por qué se acordaría de alguien a quién hubiese visto de pasada? Desde luego en aquel lugar había tenido otros asuntos más urgentes a los que atender, como los dos reptiles gigantes provocando una masacre. El propio psicópata que les había robado la comida estaba también allí, aunque se había limitado a perseguirla y cortarle el paso… ¿Qué demonios significaba todo aquello? Pero, sus cavilaciones acerca de esa extraña pesadilla no llegarían hasta más tarde, porque esa mañana Lethe tuvo una experiencia sumamente extraña.

Estaba despierta, o eso creía. Por alguna razón no conseguía enfocar y la habitación estaba… borrosa, extraña. ¿Por qué veía tan mal todo? Parecía como si estuviese parpadeando muy rápido, pero… ¿Qué era ese sonido? ¿Música? Parecía música, una melodía que no creía haber oído nunca. El sonido de alguna especie de flauta y lo que parecía un tambor. ¿Estaba Kradko tocando a aquellas horas de la mañana? Quiso levantarse y no pudo. Su cuerpo no le respondía. Sintió pánico de pronto. ¿Qué le estaba ocurriendo? ¿Le pasaba… algo grave?

Pero lo más extraño de todo vino después: Kahlo entró en el cuarto, flotando y rodeada de un extraño brillo.
<<¿Qué merluzos…?>> Su intento de exclamar en voz alta se quedó en pensamiento, pues se dio cuenta de que tampoco podía hablar. Aquello la agobio aún más mientras contemplaba con su visión defectuosa como la varmana seguía levitando a su alrededor, mirándola con expresión neutra. Nada tenía sentido. Lethe solo quería gritar y levantarse de la cama, pero no podía hacer ninguna de las dos cosas…

Hasta que finalmente pudo. De un salto se incorporó y de otro salió de la cama, mareándose en el proceso y llevándose la mano la cabeza. La detuvo en su ojo. Aquel que le había sido arrancado en el sueño. De modo irracional le alivió ver que seguía allí. Miró a su alrededor: algunos compañeros seguían en sus camas, pero desde luego no había rastro de Kahlo. Quien quiera que estuviera allí podría ver a la enderth plantada al lado de su cama, mirando frenéticamente a todas partes y con expresión entre angustiada e incrédula. No entendía nada de lo que acababa de pasar y estaba en shock. Su mirada se topó finalmente con Luci, que estaba en el suelo y con el pie lleno de una sustancia azulada.
—¿Qué acaba de pasar?

Nadie llegó a responderle a su pregunta pues en ese momento se asomó nada menos que Kahlo por la puerta. Y la enderth se dirigió hacia ella con la expresión todavía shockeada.
—Kahlo. Tú… Tú no has estado aquí antes, ¿verdad?

Cuando el grupo que había salido regresó, Alyssa dejó que fuera Adam quien contara lo sucedido y se limitó a observar las reacciones del resto para luego a atender cuando ellos contaron su experiencia en el exterior, que aquella vez traía algo más que reptiles mortales o esqueletos locos.
A la chica le resultó difícil de creer al principio lo que le contaron, lo cual resultaba irónico tras lo que había presenciado ella misma el mismo día, aunque fue menos por lo imposible o no que pudiera ser y más por lo… “chocante” que le resultaba en comparación con toda la ruina y muerte que hasta ahora había sido lo único que aquella ciudad les había traído. En cualquier caso el resto del día terminó mucho mejor de lo que había empezado para la griega, sin tensiones ni malas noticias y con todo el mundo de buenos ánimos. La verdad, podría aceptar más días así.


Durante los días siguientes Alyssa volvió a su pasividad habitual al principio, pero algo cambió cuando el plan de las bañeras funcionó. Quizás fue el aumento general del buen ambiente porque las cosas empezaban a salir bien, o puede que simplemente hubiera perdido la paciencia con su cerebro y la sensación constante de no estar haciendo nada útil. En cualquier caso consiguió armarse del valor suficiente para empezar a participar en las cosas y su primer éxito lo tuvo al apuntarse con el resto a las clases de esgrima que Kahlo había empezado a dar.
En cuanto a su propio rendimiento en los entrenamientos… probablemente lo mejor era no pensar en ello para evitar volver a hundirse emocionalmente. Lo curioso es que prácticamente desde el principio se dio cuenta de que se movía bastante bien. Era la parte de acertar a donde tenía que apuntar donde fallaba algo que, cuando ocurría, solía hacerlo de maneras bastante estrepitosa para mayor vergüenza de la griega.
Volvieron a ver dragones, no una sola vez sino varias. La primera vez había había especial e incluso maravilloso, pero los constantes avistamientos hicieron que ese sentimiento de sobrecogimiento fuera poco a poco sustituido por uno de intranquilidad. Hermosos o no, no podía dejar de pensar que tarde o temprano podrían cruzarse con uno, y un encuentro como ese podía convertirse fácilmente en el último acto de sus vidas.


Aquel día despertó con un sobresalto, bueno... más bien la despertó Adam pegando un grito que hizo que empezara la mañana con un susto de muerte. El chico no hizo más que disculparse acto seguido, pero el daño ya estaba hecho y aunque la chica no dijo nada, porque era algo inevitable, el ruso se comió una mirada de desdén igualmente.
“¿Qué clase de persona grita tanto en sueños? No  puede haber sido tan terrible”
Poco después un nuevo grito se pudo escuchar por el torreón, el de Luci, y esta vez no fue algo tan inofensivo como una pesadilla. En cuanto vio la herida y el brillo borró la molestia de su mente y fué hacia el daeliciano también, pasando entre Adam y Cromsa. Alec, como empezaba siendo habitual en estas situaciones, había sido más rápido y ya estaba atendiendo la herida.
–¿Estás bién? Preguntó, principalmente a Luci, pero también miró a Alec esperando respuesta por su parte.
Ya que el chico estaba ocupándose de la herida la griega desvió su mirada al cristal. Se acordaba del otro día, y de lo que habían dicho de que brillaban con sangre. Recogió el cristal y lo apartó un poco de ambos. Por lo que recordaba de lo que había hecho Kolja el cristal era inofensivo y más allá de cortar lo único que hacía era brillar, pero nunca estaba de más tener cuidado.

Querido diario,

Ayer uno de los mamíferos (ya no me acuerdo de quién) me dijo que algunos en su planeta escriben “querido diario” en algo llamado diario y luego explican cosas que les han pasado. Me dijo que era teraplégico. O algo así, era una palabra muy difícil y me hace gracia cómo suena y se supone que es algo bueno. Yo no tengo un diario ni tampoco cosas para escribir, así que solo puedo hacerlo en mi cabeza.

Un día fuimos a un lugar que los otros llaman Palacete. Es un edificio mucho más raro que esta torre, tiene cosas bonitas y no pasan cosas malas dentro. Solo que sí pasaban porque Lethe se enfadó conmigo porque arranqué unas flores, ¡pero Kahlo también arrancó flores! Bueno, vale, yo arranqué más. Y toqué un timbre. Muchos se probaron ropas que tenían muchos colores y eran bonitas pero yo no lo hice. Creo que la próxima vez que vaya igual me pruebo algo.

Cuando volvimos al torreón Alyssa nos contó algo que me dio mucho miedo. Se llaman dragones y los vimos más tarde. ¡Son dinosaurios muy grandes y encima sacan fuego por la boca! Espero que los dinos de Rocavarancolia no coman clinger como los de Dryfus.

También he empezado a aprender a luchar como lo hace Kahlo. De hecho, ¡muchos han empezado a aprender a luchar! Es un estilo muy raro pero estoy aprendiendo a ser más preciosa con mi palo. No, esa no era la palabra que buscaba, pero era una que se parecía. Da igual, el caso es que la esgrima esa es de apuntar con el palo o espada y eso también me ayuda a apuntar mejor con mi palo aunque es más largo. También puedo usar el cuchillo con la esgrima. Kolja también está haciendo clases pero son de correr y yo ya sé correr y escalar. También está enseñando a luchar con espada y escudo pero yo soy demasiado pequeña para luchar con una espada y un escudo. Creo que la esgrima me va mejor.

¡Ah sí! Kolja y Qirra y yo hicimos eso de enganchar una cuerda a una bañera (esas que vuelan, no las que usan para bañarse). ¡Y conseguimos mucha comida! Algunos se quedaron muy impresionados por cómo escalo la cuerda, pero es fácil. Igual es porque soy muy pequeña y los mamíferos son muy grandes y pesan mucho. Creo. Un día intenté saltar a la bañera desde arriba del torreón pero fallé y me echaron un poco la bronca por intentarlo. Aunque no me hice daño.

¡Y ahora tengo un tambor! Un día fuera vimos madera que me podía servir y la cogí y Chromsa me enseñó a trabajar con la madera para poder hacer el tambor y lo hicimos entre los dos. ¡Fue muy divertido! Luego hice agujeros a la membrana para pasar la cuerda y hacerla tensa. ¡Fue muy difícil! Es cuero bastante malo y se me rompió algunas veces y entonces tuve que cortar más. Pero al final lo conseguí y suena más fuerte que el que tenía en casa de mi papa y mi mama. Creo que la madera es mejor que las latas recicladas. Aunque el cuero que tiene este tambor me gusta menos.

Y creo que eso es todo, han pasado muchas cosas. Tengo sueño así que me voy a la cama. ¿Debería decir también “buenas noches diario”? A ver si me acuerdo de preguntarle a los mamíferos.

Buenas noches.

*********

Kradko no sabía por qué estaban gritando de buena mañana. La voz sonaba a la de Luci y, por su experiencia con mamíferos, aquel grito sonaba a que algo malo había ocurrido. Subió muy rápido las escaleras y cuando llegó arriba vio que este se había hecho una herida en el pie. «La piel de los mamíferos es muy blanda… ¿Por qué no tienen caparazón como nosotros o escamas como los dinos? Funcionan mucho mejor que la piel», consideró. Como fuera, por lo que entendió parecía que se había pinchado con el cristal. Esperaba que no le doliera mucho.

Dragón. Había visto un dragón. Por un momento se olvidó del torreón cutre, de que la habían engañado, de la situación de mierda. Estaba viendo un ser mitológico, con sus propios ojos, usado de montura. Estaba dispuesta a perdonar absolutamente todo lo que le habían hecho pasar si le daban uno cuando todo acabara, pero verlo ya le levantaba el ánimo un poco. Si los dragones existían, ¿había otras cosas que en la Tierra no eran más que leyendas?

No sería el ultimo que viese. En los siguientes días aparecieron más por el cielo, lo que siempre la dejaba tan fascinada como el primer día. Sabía que alguno de sus compañeros subía a la azotea a verlos, pero ella se conformaba con hacerlo desde el patio «Ojalá poder sacarles una foto». No tenía todas consigo de que no fueran a calcinarla viva, o a comérsela.

Ayudó a Luci y Alec con las conservas, y también se apuntó a las clases de esgrima de Kahlo. Era partidaria de correr antes que luchar, pero no estaba de más saberlo. Y hacer algo de ejercicio era extremadamente útil. Tampoco se negó a correr con Kolja con el equipo que llevaría, como había sugerido. No es que soliera salir con mucho (una espada corta y como mucho un par de dagas al cinto), pero a la vuelta solía cargar con cestas y venía bien saberse mover llevando cosas. Podía estar todo lo acostumbrada que quisiera a pasearse por convenciones con cosplays con alas o armas aparatosas, pero ir andando en un sitio sin peligro era muy distinto a correr por empedrado irregular con algo que podía ser letal encima.

Despertó con un par de gritos que le asustaron y se levantó para ver que pasaba. La escena que se encontró consistía en Luci, que se había cortado con algo y lloraba, siendo ayudado por un Alec medio desnudo, y a Adam abrazado a Chromsa. Dado que la mayoría de los que llegaban a ver la escena se estaban arremolinando ante el daeliciano, se acercó al humano. —Eh, ¿estás bien? No hace falta que pidas perdón por gritar…

La vuelta al torreón fue bastante tranquila. Una vez estuvieron de vuelta, ambas partes del torreón se pusieron al corriente de lo que había pasado: el grupo que salió contó todas las maravillas del palacio y el grupo que se quedó avisó de lo que habían visto. Chromsa no sabía muy bien que era un "dragón", aunque cuando le explicaron qué era deseo verlo en algún momento. Un ser así era cuanto menos interesante, pero esperaba que no fueran tan peligrosos como podían parecer.

Durante los siguientes días el ochrorio estuvo muy ocupado. De primeras, se ocupó de cuidar del huerto. Los brotes seguían creciendo a buen ritmo y además había dejado una esquina del pequeño campo para plantar las suculentas que se habían traído de la última expedición. Además, se unió al grupo que estaba preparando conservas con mucho ánimo.

Aprovecho también para entrenar un poco, como estaban haciendo la mayoría. Con Kolja, Adam y Amira corría con más equipo del que solía cargar cuando salía. A pesar de que aguantaba bien estas carreras, siempre acababa un tanto exhausto. Desde luego el peso de la armadura se hacía notar y no es que le resultara muy cómoda. Con el grupo que dirigía Kahlo aprendió un poco a defenderse. El estilo del terrestre le resultaba un poco pesado, mientras que el de la joven era bastante grácil. Chromsa tenía que admitir que no se le daba muy bien y más de una vez se llevó algún golpe en los brazos o en el pecho, pero por suerte no era nada grave. Cuando ya había tenido suficiente se sentaba a un lado del patio cerca del grupo para seguir viendo sus combates de entrenamiento.

Fueron varios los días que el plan de asaltar las bañeras en el aire se hizo y todas fueron bastante bien. El primer día estuvo expectante viendo como Qirra traía las cestas. -¡Enhorabuena!- dijo tanto a Kolja como a la lagarta con una gran sonrisa. En las siguientes también se unió Kradko y también la felicitó por su trabajo. Esto les aseguraría la comida a partir de ahora, lo cual era bastante bueno.  Además de estos abordajes, algunos días subía a lo alto del torreón para observar a los dragones que pasaban. Desde la primera vez no pudo dejar de fascinarse ante aquel enorme animal que se parecía tanto a la pequeña lagarta. Eran impresionantes y le encantaría saber más de ellos, aunque tuvo claro que por nada del mundo quería encontrarse a uno de esos enfadado. Se preguntó con temor si el monstruo que les persiguió, que ahora que lo pensaba se parecía a esos animales en llamas que salían por las noches, podía llegar hasta allí, aunque intentó no pensar mucho en ello.

Un día salieron de exploración y Kradko encontró un buen trozo de madera, cosa que la animó mucho. A la vuelta en el torreón cogió las herramientas de talla y ayudó a la chica bicho a hacer su tambor. Después de un buen rato de trabajo, paciencia y risas quedó un tambor bastante bonito que Kradko no tardó en probar. -Si algún día encontramos cañas podría hacer también flautas de Pan. Podríamos organizar una noche con bailes y música, sería bastante divertido.- dijo. En su casa, los días de fiesta solían hacer eso y lo acompañaban con una cena más abundante que de costumbre. Les vendría bien relajarse así al grupo, podrían llegar a llevarse mejor entre ellos incluso. Además del tambor, también estuvo trabajando en la figura que tenía en la armería. Más o menos ya tenía los contornos de todos, a partir de ahora tendría que ser más minucioso para los detalles.

Una mañana se despertó bruscamente cuando Adam gritó con todas sus fuerzas. Se levantó de la cama  todavía algo adormilado mientras le preguntó: -¿Ha pasado algo, Adam?- Antes de que se diera cuenta el terrestre no le contestó, sino que le abrazó. Aquello le despertó e incluso se sonrojó al no esperárselo, aunque casi al instante el chico se apartó y le pidió perdón varias veces. -No... pasa nada. Pero dime ¿qué...?- empezó a decir, pero otro grito le interrumpió. En este caso era Luci, que se encontraba en el suelo agarrándose el pie junto a algo que brillaba y un líquido azulado. Recordó entonces el día que Kolja dijo que había encontrado un cristal que brillaba con la sangre y entendió que debía de haberse cortado. Se acercó preocupado al chico al igual que la mayoría de sus compañeros. -Creo que Luci se ha cortado el pie con un cristal.- contestó a la pregunta de Kahlo. -¿Alec, necesitas que traiga algo para curarle? Voy en seguida si hace falta- añadió en dirección al terrestre.

Pocos momentos después del primer grito se sucedió un segundo, más remarcado de dolor que el anterior. Kolja dejó la fruta que estaba comiendo y subió las escaleras de dos en dos al cuarto del que creía que venía el grito. Todo el mundo estaba despierto y se arremolinaba alrededor de Luci, el cual sangraba sangre azul del pie. Miro al suelo cerca de donde estaba el niño chuche, buscando lo que podía haber causado la herida.
No lejos del daelicinano encontró uno de los cristales que había en la armería, cubierto de la sangre de Luci. Por alguna razón aquel no brillaba, a pesar de estar empapado. Viendo que el resto se ocupaba del corte, Kolja se acercó a recoger el cristal, por si acaso.

-¿Como está la herida? ¿Es grave?- preguntó.- Tenemos que encontrar magia de una maldita vez, estos cristales tienen que estar relacionados de alguna forma, me lo dice el instinto.

Luci intentó contener su llanto y consiguió que se quedase en algunos sollozos e hipidos. La herida no era grave, solo aparatosa, y dolía bastante. En cuanto fue capaz de hablar el daeliciano pidió agua y un trapo para limpiar la sangre.

-E -estoy bien -dijo, intentando calmar a todas las caras preocupadas que se habían reunido a su alrededor -P -pero el cristal… ¡estaba brillando! ¡Lo pisé y se puso a brillar!

Era evidente que se trataba de algo mágico, ¿qué otra cosa podría ser? Lo que no comprendía era qué utilidad podía tener un trozo de cristal que brillaba cuando le echabas sangre encima, ¿o era cuando te herías con él? En cualquiera de los casos nadie en su sano juicio se haría daño sólo para tener un poco de luz. Miró el cristal con rencor, se sentía traicionado por su amuleto de la suerte que ya no era tal; era otro estúpido cacharro siniestro en esa estúpida ciudad siniestra.

Adam, tras soltar al ochrorio, fue inmediatamente a ver cuan grave era la herida de Luci. Alzó un poco las cejas al ver el curioso color azulado de la sangre del daeliciano. Se puso de rodillas.

—¿Puedo hacer una cosa, Alec? —viendo que Alec estaba examinando el pie de Luci pidió permiso para ayudar. Sabía que su muda actual estaba limpia. Arrancó las mangas de su camisa haciendo jirones con los que pudo limpiar un poco como pudo el pie rosado de Luci. Miró el daño provocado por el cristal—. Con un poco de agua ésto se desinfecta seguro.

Era raro. Actuó rápido para ser él, y todo por ayudar a que Luci se sintiese mejor. Le importó lo más mínimo el haber perdido las mangas de su camisa, estaba sonriente por ser de ayuda.

—Ojalá hubiese magia para curar su pie, vendría perfecto —dijo Adam a Kolja. No sabía lo que podría hacer la magia en general en este mundo, pero tuvo la certeza de que existirían formas de sanar con ella.

Al girarse de nuevo para ver a Luci, se avergonzó un poco de tenerlo tan cerca. Temiendo incomodarlo, se levantó rápido con timidez en su rostro.

—¡N-no es que sea g-grave en a-absoluto! —aclaró a Luci con risas nerviosas de por medio, agitando las manos creyendo haber generado un malentendido—. U-un poco de agua para Luci porfa —pidió a todos en general, apartando su mirada de todo el mundo.

Alec asintió examinando la herida del pie de Luci. No era grave, pero sí una herida escandalosa. Alec recordó a su padre unos años antes cuando había pisado un clavo y se lo había clavado a conciencia. Esto no era ni de lejos tan grave.

-No pasa nada - tranquiló al resto.- Agua sí, gracias Chromsa - respondió cuando se ofreció a ir por ella. Se sorprendió cuando Adam se rasgó la camisa pero le sonrió con amabilidad por el gesto. Cuando el ochrorio volvió con agua Alec limpió la herida con cuidado.- No pasa nada - repitió,- en unos días estarás bien aunque tendrás que tener cuidado al pisar, y si puedes no apoyar el pie mejor aún - comentó mientras empezaba a vendar el pie del daeliciano.

>>Sí, yo también lo he visto brillar. Pero claro, no es que nos sirva de mucho un cristal que brille cuando le echas sangre - dijo.- Muy mágico pero bastante inútil - comentó con una risita baja.

Se levantó y dejó a Luci un poco de espacio para que probase como le quedaba el vendaje.

-Si necesitas que lo apriete un poco más dilo - se volvió hacia Adam y le lanzó una sonrisa.- Buena reacción, ¿tú estás bien? - le preguntó en voz baja.

Y por estas cosas a Kahlo le gustaba dormir sola. Entró a la habitación lo justo par ver mejor sin irrumpir más la intimidad de quienes seguían en cama, aunque tampoco es que hiciera falta más gente para curar un corte así. Descubrir que la sangre de Luci era azul minimizaba su preocupación al no tenerlo tan familiarizado al alarmante color rojo, a la par que aumentaba su curiosidad. Recordaba vagamente los cristales de la vez que Kolja los mencionó en un momento inoportuno, y ver que de verdad brillaban con sangre le repelía sobremanera.
—¿Acaso hacíais magia en vuestros mundos? ¿Curábais vuestras heridas con ella? Porque de no ser así de poco sirve lamentarse.  

Para añadir al asunto Lethe se dirigió a ella con una pregunta que le descolocó, dedicándole con una expresión que no recordaba haberle visto antes. Parecía... alterada. La varmana arqueó las cejas, sorprendida.
—¿Qué...? Acabo de entrar... —ladeó la cabeza levemente y frunció el ceño, no por molestia sino por incomprensión—. ¿A qué te refieres?

Se ajustó la manta sobre los hombros y se hizo a un lado para dejar vía libre a sus compañeros, ya fuera por recoger cosas o salir del cuarto. Habría ido a por el agua para la herida de Luci personalmente aprovechando estar más cerca de la puerta, pero la incógnita le podía. Primero se despertaba con lo que suponía un grito de Adam o Chromsa, Luci se cortaba nada más levantarse y luego Lethe le preguntaba cosas extrañas. ¿Qué formas de despertar eran esas y por qué?

La enderth seguía sin ser capaz de prestar toda su atención a lo que ocurría a su alrededor, pero pudo atar cabos para finalmente saber que aquella cosa azul era la sangre de Luci. Casi todos estaban pendientes de él ayudándole con su herida, por lo que no vio necesario acercarse. De todas formas no creía que hubiese podido atinar a hacer nada a derechas en ese instante. Así pues se centró en el elemento más desconcertante de todo lo que le había ocurrido aquella mañana: Kahlo.
—Yo te vi. Flotando y brillando —le respondió sin más—. No estaba soñando… Estaba despierta. Creo. No lo sé. Veía este cuarto, aunque lo veía mal. Y tú entraste flotando de pronto y me mirabas. Además había una música extraña. ¡Kradko! ¿Estabas tocando el tambor hace un momento? —exclamó de pronto hacia la clinger al recordar aquel detalle de la extraña experiencia que acababa de vivir. Volvió su atención a la varmana—. Lo siento, sé que no tiene ningún sentido. Pero no encuentro explicación para lo que he visto. No estaba dormida, pero no me podía mover. Ni hablar. ¿Acaso estoy perdiendo la cabeza?
Lethe se llevó una mano a la misma y suspiró. Según hablaba se daba cuenta de que menos y menos sentido tenía todo aquello. Y empezaba a darle bastante miedo la posibilidad de que su mente diese signos de deterioro de algún tipo.

No le sentó mal que Adam no respondiera a su pregunta. No le culpaba de preocuparse más por Luci, y tampoco es que a ella le gustase hablar de sus pesadillas cuando las tenía, por graves que fueran. Quiso bajar a por el trapo y el agua que habían pedido, pero ya había quien se había ofrecido y quien incluso se había arrancado parte de la ropa para usarla de trapo. Los comentarios sobre la magia volvieron, sobre todo de humanos lamentándose de no tener para curar al daeliciano. Rodó los ojos ante los comentarios.

—No, Kahlo, claro que no había magia. De hecho podríamos hacer mucho más con un kit de primeros auxilios o algo que con una magia que no sabríamos ni usar y probablemente nos llevaría tiempo aprender.
Intentó no sonar borde, pero le parecía increíble que se lamentaran por no poder usar una magia que no sabían si estaba a su alcance o si podrían hacer antes que echar de menos el alcohol, desinfectantes y tiritas y vendas que en la Tierra funcionaban perfectamente. Ni siquiera es que fuera algo especialmente grave que implicase una visita a urgencias y que pudiera hacer desear magia porque no había otra forma de curarlo.

Suspiró. El día había empezado de la peor manera posible, la verdad. «Si es que hay días que es mejor no levantarse de la cama», se lamentó. Tampoco quería quedarse mucho más en el cuarto con una situación que empezaba a serle agobiante, así que bajó a la cocina a desayunar algo.

Alec le pidió que fuera a buscar agua, por lo que el ochrorio salió de la habitación sin tardar. Bajó rápidamente hasta el patio y sacó agua del pozo para ponerlo en un barreño. Hecho esto, corrió de nuevo con el grupo. A pesar de ir con un poco de cuidado, no pudo evitar que un poco se cayera formando algún reguero en las escaleras. Ya en la habitación se acercó a Alec y le dejó el recipiente mientras dijo: -Aquí tienes. Espero que no haya sido nada grave.- Después se aparto para que el terrestre pudiera curar bien a Luci.

Aquel cristal era algo que lo desconcertaba. Brillaba con la sangre, eso estaba claro y ya lo hacía bastante especial, pero debía de haber algún motivo para que estuvieran en el torreón. Fue entonces cuando sus compañeros dieron una idea, una posibilidad bastante probable. Magia. De algún modo esos cristales podían tener algo que ver con ella al margen de solo brillar. -En Ochroria creo que sí existe, aunque no la he visto. Me parece que no es lo más común.- respondió a la pregunta de Kahlo.

Se quedó un tanto pensativo y, tras ello, se decidió a lanzar una propuesta: -Estaba pensando... Ya hemos visto que en esta ciudad hay magia y que hay gente capaz de usarla para crear cosas como el palacio del otro día. Me pregunto... ¿Y sí hay algún sitio donde podamos aprender magia, o al menos saber un poco más de esos cristales? No me parece que fuera un lugar fantasioso en este mundo.- Era cierto que no sabía dónde podía estar si existía, pero con suerte podrían dar con él en alguna expedición.

Luci estaba demasiado concentrado en su dolor y en contener las lágrimas como para prestar atención a si Adam necesitaba un abrazo, si Lethe estaba perdiendo o no la cabeza o si era razonable echar de menos una magia que nunca habían tenido y de la que tampoco sabían gran cosa. De lo que sí se dio cuenta fue del ruso arruinando una de las pocas prendas decentes que tenía para que se limpiase la sangre cuando tenían trapos limpios en la cocina.

-¡Adam, no hacía falta! -le dijo, apurado. Aun así agradeció el gesto, igual que le agradeció a Chromsa que le subiese agua.

Luci insistió en lavarse la herida él mismo, pues tenía más control sobre la presión. Además tenía cierta experiencia con lesiones tontas como esa, ya que con su naturaleza activa y sus múltiples actividades cuando vivía en Daelicia había tenido más de un traspiés bailando o usando alguna herramienta. Retiró con sumo cuidado toda la sangre de su pie y presionó la herida hasta que estuvo seguro de que había dejado de sangrar.

-¿Cómo una escuela o una biblioteca? -respondió a Chromsa. Tenía sentido que tuvieran un sitio así donde guardar conocimiento, lo que no tenía tan claro es que fuera público. Por lo que habían visto hasta ahora la gente de allí parecía bastante egoísta e insolidaria.

Pidió otros dos trapos, uno para vendarse el pie y otro para limpiar la sangre que había quedado en el suelo. Aún con rencor miró a su antiguo amuleto, todo inútil y ensangrentado. Sería un verdadero asco dejarlo así, por lo que con todo su pesar lo recogió para limpiarlo y así poder lanzarlo al diabólico barril del que había salido. Pero para sus sorpresa, el cristal se puso a brillar otra vez sin reclamarle más sangre.

-¡Está brillando! -exclamó alzándolo, no tanto para que lo vieran sus compañeros si no como para verlo él mejor. Su sangre brillaba en el núcleo. Era bonito, de una manera siniestra.

Se aupó con cierta dificultad, agarrándose a Alec, para sentarse en la cama y que los demás no tuvieran que estar encorvados para hablarle, y apoyó el cristal en su regazo. Este dejó de brillar, para volver a iluminarse en cuanto estuvo de nuevo en contacto con su piel. Luci hizo una mueca. No sabía muy bien cómo se sentía con todo eso. Dejó el cristal en el colchón a su lado, incómodo y asustado.

—Gracias. Perdona si te interrumpí, sentí que debía aportar algo —respondió a la pregunta de Alec con algo de timidez.

Adam miro a la mujer pájaro, extrañado por la parafernalia que estuvo soltando acerca de Kahlo y el tambor de Kradko que en ningún momento escuchó.

—Quizás estabas soñando que te despertabas y viste eso todavía en sueños —quiso aportar su punto de vista acerca de lo que Lethe contó—. Yo hoy he soñado algo muy desagradable y me lo he creido por momentos, incluso lo abracé sin querer —dijo con una sonrillisa vergonzosa mientras señalaba a Chromsa, pidiéndole perdón de nuevo.

Miró a Amira intentando compadecerse un poco. Es cierto que no hacían más que pensar en soluciones rápidas como la magia, lo que ella dijo era completamente cierto y ninguno de ellos sabía como funciona la magia ni cómo usarla. Se alivió un poco al escuchar de Chromsa que, al menos, la magia para curar podría existir.

—Es verdad que, si la magia existe aquí, en algún sitio deberían existir libros o pistas sobre su uso, ¿no? —no quería hablar por hablar pero para él su conclusión tenía bastante sentido—. Tienen que haber libros de ello, estoy seguro —afirmó al escuchar a Luci sobre la existencia de una posible biblioteca.

Se sorprendió al ver el cristal brillar de nuevo en manos de Luci, sin obedecer a las reglas sangrientas que ellos sobreentendieron. Se acercó para verlo mejor cuando Luci lo alzó, viendo de lo que estaba hecho el centro del cristal con un poco de asco. Cuando Luci se sentó en la cama, Adam quiso acercarse y decir que todo estaba bien, que no habia nada de lo que preocuparse. Optó por rechazar esa idea al ver lo incómodo que estaba el daeliciano, prefiriendo dejarle un poco de espacio.