Torreón Silente

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

Luci estaba concentrado principalmente en poner un pie delante del otro. Se mantenía lejos de la cabeza del grupo y lejos de la cola, pues tenía miedo tanto de ser el primero en enfrentarse al paisaje como de quedarse rezagado. Aparte de sus pasos también prestaba atención a las tres personas que le habían dirigido la palabra, asegurándose de tener al menos una a su alcance en todo momento. El daeliciano necesitaba nuevos referentes a los que aferrarse.

En cuanto a la fealdad de la ciudad, Luci hacía grandes esfuerzos por ignorarla. La zona por la que avanzaban parecía cada vez más y más ruinosa y los pocos edificios que se tenían en pie eran verdaderas abominaciones. Entre semejante escombrera no tardaron en ver una torre alzarse, claramente nueva y en buenas condiciones pero igualmente horrenda en sus términos estéticos. Por mucho que lo deseara no le quedaba más remedio que aceptar que ese era el posible refugio que había divisado la persona emplumada pues no había ningún otro sitio donde meterse. Se le escapó un gemido lastimero.

La torre (o más bien torreón) era altísima, de piedra gris y salpicada de diminutas ventanitas que auguraban un interior oscuro y frío. El único adorno que tenía era un ¿reloj? Parecía un reloj pero Luci no era capaz de interpretar la hora que marcaba. Tenía un puente sujeto por cadenas sobre un foso. Al acercarse el pelirrosa comprobó con alivio que no había huesos en él aunque olía terriblemente mal. << ¿Es que todo en esa ciudad es desagradable?>> pensó angustiado, cubriéndose la nariz con el cuello del pijama. No sería el primero en entrar, pero tampoco el último, simplemente seguiría al grueso del grupo a pasitos inseguros.

La confusión interior de Adam era notoria. Esos años de soledad sin ningún contacto humano aparte de su profesor de música realmente le pasaron factura teniendo serias dudas. ¿Acaso se olvidó de cómo relacionarse con otros? Durante su época de bala perdida era conocido por ser sociable, pero ahora realmente no atinaba en el por qué a Kolja no le sintió muy bien el mensaje, mirándose pensativo la mano que estrechó al alemán. <<Debo acostumbrarme a hablar con los demás sin pasarme. Si me dijeron que puedo ser alguien mejor en este lugar, lo seré>> Pensó animándose ante tantas dudas, aunque su cara reflejaba lo contrario.

Bajó al salón con cuidado de no tirar el desayuno para acompañar a los que estaban ya despiertos. Mientras comía el desayuno, que para su gusto no estaba nada mal, alcanzó a escuchar que iban a salir a por más provisiones.

—Se que puedo sonar repetitivo pero quiero ayudaros, os debo mucho por vuestra hospitalidad. ¡Así que me apunto! —Ni él mismo se dio cuenta del enorme bocinazo que se le escapo al final de la frase. Segundos después se percató de lo obvio agachando la cabeza y apretando los labios con fuerza mientras su coloración facial pasaba rápidamente a un rojo muy notable. —P-perdón... —alcanzo a decir en un tono muy poco audible mientras carraspeaba. Sabía perfectamente que era peligroso el exterior pero debido a los pocos problemas físicos que tuvo durante su vida debido a su enorme cuerpo sintió una confianza ciega ante las posibles adversidades, incluso habiendo presenciado el día anterior en primera fila la poderosa magia usada por Ataulfo.

La risa del pequeño daeliciano mejoró considerablemente el humor de Alec. Oír una risa en aquel sitio era como un bálsamo para las heridas. Ayudaba.

Se levantó de la cama y observó a Kolja llevando el desayuno a la habitación. Recogió un plato y bajó a comer al salón. Saludó a los que ya se encontraban allí y se sentó a la mesa.

Mientras comía escuchó las quejas por parte de la varmana y más gente de que no había espejos. Para sí mismo Alec pensó en alguno de los escudos que había en la armería. Algunos era lisos y de metal, si se pulían lo suficiente quizá reflejasen algo. Decidió probar más tarde y darles una sorpresa.

Respecto a la proposición de salir a por comida el escocés asintió y bajó a por el martillo. Lo cargó al hombro y esperó en la entrada por el resto que fueran a salir.

-Tendremos que darnos prisa para evitar a esa serpiente voladora - dijo mirando a Lethe esperando su apoyo. Luego se dirigió a Qirra.- Nos vendría bien si pudieras alcanzar la bañera antes de que deje las cestas donde los pozos, así no tendrás que bajar al pozo a por ellas - esperaba que no se negase.

Sigue en los Pozos.

Ante lo que había dicho, Kolja se limitó a asentir mientras seguía con sus ejercicios. -(Bueno, me parece que eso significa que me estaba escuchando. Creo que es mejor dejarle seguir corriendo, parece muy concentrado.)- pensó mientras volvía dentro del torreón. Pensó que, con lo limpia que había podido dejar la armadura y el ruido que hacía al correr con ella puesta, el terrestre parecía que estaba haciendo ejercicio con cacerolas. La imagen de Kolja con una armadura de sartenes, cazos y similares le hizo soltar una risita.

Ya en el interior se quedó por el salón mientras alguno del grupo bajaba, como Lethe. Ya estaba mucho mejor en comparación de como se encontraba ayer y la verdad es que el ochrorio no quería llevarse mal con nadie. Por el momento se limitó a decir buenos días a los que estaban presentes allí. Un rato después Kolja se dirigió y salió (mejor dicho, fue saliendo) con platos para todos de lo que supuso que eran huevos revueltos. No es que fueran exactamente iguales a los de Ochroria, pero se parecían lo suficiente para saber que era eso. -Oh, gracias Kolja.- dijo mientras el terrestre le daba su plato. La verdad es que ya no tenía tanta hambre, pero el ochrorio se lo comió. A pesar de que estaban bastante bien, notó que le faltaba algo, aunque no sabría decir el qué.

Después de que Kolja subiera para llevar platos a las habitaciones, el resto del grupo fue llegando al salón mientras se daban algunas conversaciones. Kradko fue la primera en sacar el tema de la comida. Chromsa no se había fijado hasta ahora, pero la comida que recogieron ya estaba terminándose. -(Hasta que no crezca el huerto vamos a tener que seguir saliendo a por más cestas)- pensó cruzándose de brazos. Se decidió entonces formar un grupo para salir a por la comida al que se fueron apuntando los de siempre en cuanto a salir al exterior se refiere (al menos las pocas veces que se había salido). -No pasa nada- le dijo a Adam mientras le daba unas palmaditas en la espalda. Le intrigaba bastante el chico desde ayer por esa actitud tan curiosa. Tal vez tenía que ver con aquello que quería contarles, aunque parecía que se le había olvidado. Tal vez cuando volvieran al torreón se lo recordaría. -A mí me gustaría ir también, Lethe.- dijo con un poco de vergüenza encima, como si tuviera miedo de lo que la chica pájaro pudiera decirle. -Estoy empezando a ubicarme por esas calles y, bueno, me gustaría ser útil sin poneros en peligro al resto. Te prometo que estaré alerta al menor signo de peligro.- Fuera por el motivo que fuese, Lethe no se opuso y Chromsa fue a por el bastón que había llevado las dos veces anteriores con una sonrisa.

Esperó después al resto del grupo y se marcharon a por las cestas. Mientras salía se giró la cabeza hacía salón para decir: -Kahlo, me fijaré por si ahí fuera hay algún espejo.- La verdad no es que fuera el más indicado para buscar algo de lejos por su visión, pero al menos lo intentaría.

Parecía que iban a salir a por más comida. Eso le aliviaba y aterraba a partes iguales; le agobiaba lo rápido que se acababa la comida de las cestas pero aún más la idea de que volvieran a encontrarse con algún ser de pesadilla. Se quedó en silencio dentro de su improvisada bañera mientras oía el trajín de los preparativos, abrazándose las piernas y con la vista fija en los restos de jabón sobre el agua. Al final, antes de que salieran, se apresuró a salir, envuelto en una toalla grisácea y deshilachada del uso.

-¡Tened cuidado! -les dijo a los que iban a salir -Tenéis que volver todos así que mucho cuidado.

Su mirada estaba llena de determinación, como si solo sus palabras fuesen a ser suficientes para proteger a sus compañeros de todos los males, pero era un ensayo para las horas siguientes. Si se convencía entonces de que el grupo volvería sano y salvo era menos probable que pasase las horas siguientes devorado por la ansiedad.

Una vez se fueron volvió tras su sábana/cortina y terminó de secarse y vestirse. Luego se sentó a la mesa a desayunar. Se había quedado más gente que la vez anterior y con suerte eso significaría más entretenimiento.

-¿Qué os apetece hacer? -preguntó estirándose sobre la mesa del comedor, como intentando alcanzar el otro extremo con las puntas de los dedos. Había cientos de tareas para hacer, como limpiar el torreón, remendar ropa y esas cosas, pero Luci no tenía ningunas ganas. Incluso tras su ejercicio de autoengaño seguía teniendo un nudo en el estómago -¿Conocéis algún juego? Aunque a lo mejor no está bien jugar si no están los demás…  


No obtuvo respuesta. Sus compañeras parecían tener el ánimo tan bajo como él. Al final dejó el tema estar y concluyó que lo mejor sería que cada cual se ocupase a sus cosas.

Muy a su pesar acabó haciendo una colada. Consiguió hacer un tendal permanente en el patio con la cuerda que le habían traído los exploradores aunque seguramente luego tendría que pedirle a alguien que revisase su trabajo pues no estaba acostumbrado a trabajar con materiales tan recios. Princpipalmente enjuagó prendas en buen estado para quitarles el polvo y el olor a cerrado ya que con lo poco que llevaban allí no tenía ropa sucia (o al menos no lo bastante sucia como para lavarla aún). No tardó mucho, y en cuanto se quedó sin cosas que hacer se puso a dar vueltas por el torreón como forma de evitar hacer otras tareas y para alejarse de la tentación que era la comida. Luci no estaba acostumbrado a comer tan poco.

En sus exploraciones dio con más ropa, cachivaches rotos, unas sandalias manchadas de barro seco escondidas en lo alto de un armario, un montón de muebles feos, cestas deshechas, un cordón trenzado de colores que rápidamente se puso de pulsera... En una ocasión, al mover un pequeño escritorio se abrió un hueco en la pared de piedra. A Luci se le iluminó la cara ¡Un escondite secreto! Rápidamente bajó a la cocina a por un trozo de carbón para marcar el sitio y poder enseñárselo a Kradko cuando volviera. Siguió dando vueltas con el trozo de carbón en el bolsillo, pensando en qué podría esconder en el pequeño hueco. No tenía muchas pertenencias y la verdad es que se sentía mejor teniéndolas a mano. Tampoco es que desconfiara de sus compañeros como para querer mantenerlas lejos de su vista. No encontró ningún otro compartimento secreto, pero sí el valor para subir por la trampilla de la azotea. Algunos de sus compañeros habían subido, él no, él tenía miedo, pero no le quedaban más sitios por explorar que ese y las mazmorras, y el aire fresco (aunque fuese el apestoso de la ciudad) parecía mejor opción.

El daeliciano no era tan ágil como otros miembros de su grupo pero era un niño activo y estaba en buena forma. Se las apañó para hacer una torre de muebles lo bastante estable para subir y abrir la trampilla. El viento le golpeó la cara en cuanto se asomó al esterior. Estaba todo terriblemente sucio, lleno de... caca de algo. Luci estuvo a punto de cerrar la trampilla y no volver nunca, sin embrago algo en la forma de las almenas y un rápido destello de rojo alimentaron su curiosidad lo bastante. Cuando se asomó al borde de piedra lo primero que llamó su atención fue la masa roja y terrorífica que era Rocavaragálago. Su cuerpo entero se estremeció. Como otros tantos edificios de la ciudad en los que se había fijado, no era feo porque estuviera mal hecho, si no que parecía construido específicamente para ser desagradable a la vista. Además había un aura de maldad a su alrededor, algo indescriptible que le hacía sentirse pequeño y a la vez le atraía enormemente. No lo miró mucho tiempo, pasó a centrarse en el castillo al pie de las montañas, menos amenazante pero igualmente imponente, y luego en otras cosas. Estaba claro que aquella ciudad era un desastre sin importar desde qué ángulo se mirara. Las calles subían y bajaban y serpenteaban sin ningún tipo de orden, los edificios se apilaban unos contra otros; a veces había áreas completamente arrasadas, como si alguien hubiese barrido todo lo que hubiera allí. Pero entre el mar de gris Luci pudo detectar algunas notas de color. Las más grandes y evidentes a la vista eran verdes; no el verde pálido de las fresas de temporada, si no un verde intenso, oscuro y salvaje. Luci recordó lo que Alec le había contado de los bosques de su tierra y por primera vez desde que pisó esa maldita ciudad su corazón se contrajo un poco de emoción. Tenía que contárselo a los demás.

Llegaron al torreón sin incidentes. Aunque pensándolo ya habría sido el colmo para aquel día. Alguien bajó el puente y entraron al edificio. Alec dejó lo poco que llevaba de comida en la cocina sin saber muy como empezar a hablar.

-Bueno, si nos preguntábamos si alguno de la fuente había sobrevivido tenemos confirmación - dijo con algo de rabia mal disimulada.- El lagarto asesino sigue vivo y ha decidido tocarnos los cojones con las provisiones - trató de respirar hondo y calmarse pero sólo consiguió la primera de las dos cosas.- Vamos a tener que hacer algo o poco a poco iremos perdiendo fuerzas.

-Por lo pronto tendremos que ir todos los días que haya cestas y empezar a conservar algo de comida - propuso mirando al resto.- Y ya sabéis mi otra idea, ¿qué decís? - preguntó al resto de los que habían salido con él.

Adam tuvo un ligero sonrojo oculto por su ancha bufanda debido a las respuestas de Chromsa y Kradko. Entrecerró los ojos con alegría al escuchar los insultos de esta última dirigidos al lagarto monstruoso, ademas una ligera carcajada salió de él cuando escuchó el intento de Kradko de decir su nombre. Negó con ambas manos indicando que no se reía de ella.

Agradeció la amable respuesta del ochrorio ante su ofrecimiento pero cuando le sonrió de vuelta, le sorprendía el increíble parecido que tenía Chromsa con su fallecido mejor amigo Mijaíl tanto en físico como en personalidad. —Mijaíl… —no pudo evitar apartar la mirada bruscamente mientras apretaba los ojos. La herida no paraba de agrandarse de nuevo y tuvo, de nuevo, un ataque de pánico. También recordó que le dijo al ochrorio sobre contar su pasado ante los demás pero él sabía mejor que nadie que aún no era el momento. Tenía miedo de que lo mirasen mal, o algo peor. Era gracioso que todos los del torreón menospreciaran al hombre lagarto por la brutalidad que cometió días atrás, cuando estaban al lado de un asesino todo este tiempo.

—Ne-necesito volver… De verdad… Por favor vamos a-a irnos d-de aquí —Hiperventilaba bruscamente de momentos. Era iluso pensando por momentos que nada lo iba a atormentar en Rocavarancolia, que por fin iba a ser “alguien nuevo”. Mientras avanzaba por el camino de vuelta sin saber si los demás lo seguían se sintió mal con Chromsa. No le respondió acerca de su pasado y encima su ataque de nervios probablemente no se lo haya tomado bien.

Al llegar al torreón rápidamente se dirigió a los baños, ocultándose de los demás. Apoyó su cabeza en la pared, tarareando diversas melodías que aún recordaba de sus clases terapéuticas. Decidió quedarse ahí un rato hasta que se le parase el ataque.

Chromsa tenía sentimientos encontrados con lo que había dicho Kolja. Por una parte quería pensar que, de alguna manera que no sabría decir, el resto del grupo de ese ser serían mejores que él (al fin y al cabo en la fuente solo destacaron por su mal comportamiento ese lagarto y al que mató allí mismo), pero por otra parte le seguía rondando la cabeza que solo alguien o algo como el reptil viviría en el mismo sitio que él. Además el plan que planteó no le resultó del todo acertado. Si utilizaban a Qirra para vigilar, cosa que no negaba que sería muy útil, a su vez quedarían más expuestos ante un posible ataque del lagarto o de alguna bestia que rondara cerca.

Coincidía más con Alec, aunque no sabía hasta que punto sería posible. Al igual que al terrestre, le dolía no poder llevar comida al torreón para todos. Con suerte pronto tendrían una solución para aquel problema.

Empezaron después de comentar esto el camino de vuelta al refugio. El silencio fue igual de general que en el camino a los pozos, aunque esta vez el ochrorio además de estar ojeando las casas y escombros cercanos por si encontraba las dos cosas que andaba buscando también estaba pensando en algo, concretamente en Adam. Todavía recordaba lo que el chico prometió el día anterior y en este momento lo veía bastante alterado, incluso le había parecido que había dicho un nombre en voz baja. Instintivamente lo estaba siguiendo de cerca por si le pasaba algo y para intentar comprender lo que le pasaba.

A medio camino, el ochrorio se fijó en una antigua habitación junto a la que estaban pasando y se acercó al ver algo. Ya más de cerca confirmo de que se trataba de una pieza de madera, tal vez el dintel de una puerta. Dentro de lo sucia que estaba por el polvo y el musgo que se había acumulado en una de sus puntas, era una pieza lo suficientemente gruesa para lo que quería hacer y que, con una limpieza, le serviría. Así, lo cargó con la mano que no llevaba el bastón y con una pequeña sonrisa se puso en marcha de nuevo.

Al llegar al torreón les abrieron y entraron. Lo primero que hizo fue ir a dejar el bastón y el dintel (este último lo dejó cerca del bastón que había estado cogiendo siempre) a la armería y después subió para reunirse con todos en el salón. Ante el desconcierto de los que se habían quedado allí, Chromsa pasó a tener un semblante un poco alicaído y Alec les contó lo sucedido. -Creo que tu idea de intentar conseguir la comida antes de que las dejen en los pozos sería lo mejor, aunque no se si seríamos capaces de coger un buen número de cestas con solo Qirra teniendo en cuenta que hay alguien en la bañera- Tras decir eso cayó en la cuenta de algo y dijo: -Eh... Ahora vuelvo. ¿Después podéis contarme qué vamos a hacer, porfa?-, saliendo hacia el patio.

Al dirigirse hacia la armería se había fijado en que Adam había salido hacia el patio y no había vuelto con el resto. En otra situación no se preocuparía, pero teniendo en cuenta como se había comportado de regreso al torreón sabía que debía pasarle algo. Así que se dirigió al patio mientras le llamaba con la esperanza de que le contestara. Como no le encontró allí, pensó que tal vez habría entrado en los baños, así que se dirigió hacia allí. Antes de entrar se acercó a la puerta y dijo: -¿Adam? Soy yo, Chromsa. Te había notado un poco raro antes y como no habías vuelto con el resto pensé que te había pasado algo ¿Estás bien?-

En cuanto vio al grupo de exploradores en la distancia Luci bajó de la azotea, no todo lo rápido que le hubiese gustado, pues se le hizo un poco dificultoso descender por la trampilla. Para cuando llegó a la planta baja alguien había bajado el puente y abierto el portón. El daeliciano recibió a sus compañeros con una gran sonrisa y estaba a punto de felicitarles ya que parecían sanos y salvos, cuando se percató de sus expresiones. La explicación de Alec le quitó el color de la cara.

<< No. Nonononononono...>>

-Él… ¿está ahí fuera? ¿Y se ha llevado nuestra comida?

Quería gritar. Estaba aterrado ante la perspectiva de volver a tener un encuentro con el lagarto gigante y que le hiriese a él o a sus compañeros, pero también estaba rabioso. ¿Cómo se atrevía a quitarles SU comida? Era un bicho grande, podía cazar o lo que fuera que hicieran los monstruos, y desde luego era una total falta de respeto al Demiurgo y todo lo sagrado echar a perder comida en perfecto estado. Luci sintió un nivel de odio que no había sentido en toda su vida, ni siquiera en esa maldita ciudad. Apretó los puños y se aguantó las ganas de llorar.

Estaba claro que los excursionistas ya habían hablado, al menos un poco, sobre posibles soluciones. De pronto a Luci le vino una idea, a raiz de su descubrimiento del día.

-Yo, ¡he visto un jardín! - Su voz sonaba estrangulada, era evidente que estaba aguantando el llanto.-Desde lo alto del torreón. Era todo verde, como las plantas de las que me habéis hablado. Donde hay plantas puede haber comida, ¿verdad? ¡Podríamos ir a comprobarlo! ¿No? Y así nadie tendría que encontrarse otra vez con el monstruo.

Tenía una sonrisa forzada en los labios y parecía esforzarse en sonar positivo, aunque en realidad notara la ansiedad comiéndole las entrañas.

Adam estuvo tan inmerso en calmarse que pegó un brusco saltito al escuchar a Chromsa. <<Quizá esto es una forma que tiene este mundo de atormentarme. No es posible que alguien se parezca tanto a Mijaíl, ¡Y menos un jodido alien!>> Apoyándose los dedos contra su frente consideró la situación, era el momento perfecto para desahogarse aunque solo sea un poco, tampoco es que Chromsa fuese mal chaval.

Marcando con fuerza sus pasos se autoconvenció de ir afuera y hablar con Chromsa. No es que fuese tímido sino que le aterraba lo que pensasen de él. Al abrir la puerta levantó muchísimo las cejas no siendo visible la expresión de sorpresa que hizo con su boca por la bufanda.

—Uhhh… gracias por preocuparte, de verdad—. Evitó de cierta manera el contacto visual directo mientras hablaba. —Tu… me recuerdas a un viejo amigo mío. Eres super parecido a él—. No pudo evitar mirarlo mientras se arrascaba la mejilla. No sabía por qué pero se sentía culpable. ¿Quizás por estar contándole al ochrorio su vida o, tal vez, revivía en Chromsa la culpa de su pasado? —De hecho, fue... él la razón por la que quise venir aquí en primer lugar. Se que os dije de contaros más sobre mí pero… dadme un poco de tiempo, es difícil para mi. Y si te soy sincero, también tengo miedo de que no me miréis como soy ahora. —Se sintió libre, como si se hubiera quitado mucho peso de encima. Hacía años que no se soltaba tanto a la hora de hablar un poco de él mismo.

La enderth todavía no podía creer que su plan hubiese fracasado de forma tan estrepitosa. O más bien no quería admitírselo a sí misma, porque desde luego no había ocurrido nada descabellado, nada que no encajase con el modus operandi de semejante espantajo de sangre fría en varios sentidos. Y en realidad, ¿qué otra opción tenían? Cazar estaba fuera de toda cuestión ya que más bien ellos se convertirían en la presa si tenía que juzgar en base a sus experiencias hasta el momento, no había visto ni una sola masa de agua y, de todas formas, su caña estaba rota. Tampoco podían intentar seguir a otra bañera hasta el día siguiente por razones evidentes. Entonces, ¿por qué sentía aquello como un fracaso absoluto? Escuchar a otros mencionar que iban a decepcionar a quienes se habían quedado en el refugio le hizo gruñir para sí. De eso se trataba. No exactamente, en realidad, pero el sentimiento era parecido. No había podido ser útil, y no había nada, a excepción quizás de algunas acciones mamíferas, que molestase más a Lethe. La enderth estaba enfadada consigo misma a pesar de que sabía que todo había escapado a su control y que había hecho lo más correcto dadas las circunstancias. Y ese pensamiento le enfadaba aún más.

No dijo una palabra en el camino de vuelta, cargando con las escasas piezas de fruta que había podido rescatar del estropicio que aquel engendro reptiliano les había dejado como regalo de despedida. No quería gritarle a nadie, pues en aquella ocasión realmente ni Kolja se había comportado indebidamente. Todo era culpa del lagarto psicópata, y a aquel ente hijo de un merluzo no podía simplemente ir y tirarle del pellejo. Simplemente era mucho más agresivo y fuerte que ella.

Ni siquiera se dio cuenta de cuándo llegaron ni de cuando entró por la puerta. Le dio igual, de todas formas. Fue directamente a dejar sobre la encimera las frutas que cargaba y luego permaneció apoyada sobre esta sin mirar a nadie mientras los demás explicaban a los que se habían quedado el fracaso absoluto de la excursión. Tan solo intervino cuando se empezó a hablar de soluciones, girando ligeramente la cabeza sobre su hombro pero sin mover el resto del cuerpo.
—No sabemos si la pequeña depredadora va a poder alcanzar su objetivo y estamos muy escasos de provisiones. Opino que mañana deberíamos dividirnos para intentar diversos métodos —se giró finalmente hacia el resto, apoyando entonces el cuerpo contra la encimera y cruzándose de brazos—. Qirra y algún acompañante podrían subir a la azotea de madrugada para tratar de asaltar las bañeras, mientras que un grupo debería encaminarse al mismo tiempo a los pozos e intentar adelantar al lagarto psicópata. Tres personas a lo sumo, y que puedan correr rápido a ser posible —suspiró levemente e hizo una pausa. Empezó a tamborilear con los dedos en la encimera antes de seguir hablando—. Todo depende de cuánta gente esté dispuesta a salir, pero propondría incluso la formación de un tercer grupo, el más numeroso, que siga la ruta de otra de las bañeras en busca de otro lugar de abastecimiento —comenzó a moverse del sitio por primera vez desde que se había apalancado en aquel punto de la cocina y se dirigió hacia las escaleras del sótano—. Voy a guardar el arma.
Volvería tan pronto lo hubiese hecho para escuchar lo que tuvieran que decir acerca de sus planes, pero sintió que necesitaba unos instantes a solas para tomar aire y fuerza.

oofCaminó con la cabeza gacha de vuelta a los pozos con el resto del grupo a recoger la comida que aún fuese comestible y volvió volando al ritmo del paso de los demás. No era como si estuviese físicamente cansada, pero esta derrota le había bajado algo la moral. Llevaba una pieza de fruta extraña en una pata, y el trozo de carne más limpio que vio en la otra. No hacía otra cosa que pensar en lo egoísta que había sido el otro chico, pero no podía hacer nada al respecto. Al menos podrían comer también hoy, aunque estaba más preocupada por los días que no pudieran hacerlo… Meneó la cabeza como para expulsar esos pensamientos y volvió tarareando una cancioncilla de vuelta al torreón. En el fondo, le consolaba pensar que no pasaría mucho tiempo antes de que saliese la luna roja y se acabasen los problemas.
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oofUna vez en el torreón, dejó la comida en la cocina y se sentó en el suelo del salón junto a los demás. Escuchó atenta los planes que estaban proponiendo sus compañeros para conseguir comida al día siguiente.
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oofAl escuchar la propuesta de Luci, a la chica se me iluminaron los ojos.—Bichos — pensó.—No perdemos nada por echar un vistazo al jardín. —dijo con una expresión de felicidad en la cara.
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oofUn segundo después, Lethe la mencionó.
oof—Quizá Kradko puede entrar conmigo a las bañeras voladoras para bajar las cestas, —propuso Qirra —pero no se si voy a poder bajar más de dos. No tiene nada que ver con subirlas de un pozo, pero aún así no se si podré hacerlo. —Dijo esto último algo desanimada. Estaba deseando ser de ayuda, pero no tenía claro si su complexión se lo iba a permitir. Fuese como fuese, había que intentarlo. Esto no iba a ser suficiente para acabar con los ánimos de la joven parqia.

Chromsa esperó una respuesta de Adam desde el exterior de los baños, aunque en su lugar unos momentos más tardes el terrestre salió a su encuentro. Desde el primer momento notó que, si bien estaba un tanto mejor, no es que se sintiera muy cómodo con lo que iba a decir en ese momento. El ochrorio había conocido gente tímida en su vida, pero Adam era uno de los mayores en ese aspecto.

Para intentar que se soltara un poco mantuvo una expresión lo más acogedora posible, aunque se notó el cambio hacia el interés debido a lo que decía el chico. Respondió: -Vaya, no me esperaba que dos personas de diferentes mundos pudieran parecerse. Seguro que era un buen chico. ¿Es que viniste en su busca, entonces?- Tras decir esto último se calló por un momento (si bien con la boca ligeramente abierta) y salvó la situación diciendo: -Bueno, creo que no hace falta que contestes a eso si crees que no estás preparado. Tómate todo el tiempo que necesites y, cuando sea el momento, podrás contar conmigo.- Puso los brazos en jarra y con una sonrisa siguió: -Y bueno, la verdad es que te veo bastante agradable. No se me ocurre cómo podría cambiar esa visión con lo que sea que tienes que contar. A veces simplemente la Acromía prefiere que nos centremos en el presente para seguir avanzando.-

Chromsa ya tenía más que claro que Adam iba a ser probablemente la persona con la que más iba a hablar del grupo, tal vez movido en una parte por la curiosidad y por otra por el hecho de que le caía bastante bien. -Bueno, creo que sería mejor que volviéramos con el resto. Estaban decidiendo qué hacer con el tema de las cestas y puede que nos interese saber que sucede. ¿Vamos?- dijo.

La pequeña Kradko llegó al torreón y se tiró en una silla casi sin dirigir la palabra a nadie. Con el enfado ya casi desvanecido, este había dejado paso al miedo y al pesimismo. No quería volver a pasar hambre como hace unos días, pero con el reptil robándoles la comida no veía más conclusión que aquella. No se le ocurrían formas de recoger las bañeras que no le parecieran una locura incluso a ella.

Por suerte, estaba rodeada de otros sin duda más creativos y organizados que ella. Con las nuevas ideas que iban surgiendo, su pesimismo fue remitiendo. Aunque no el miedo.

—No sé si conseguiría llegar —respondió a Qirra—. No puedo volar con estas alas… Solo puedo saltar muy alto.

Aún así, no veía un grupo en el que encajara mejor que en el de la azotea. Aún así, no creía que fuera a alcanzar las bañeras, pero podía ayudar desde allí a lo que fuera.

En realidad, había otro grupo en el que podía encajar por su velocidad. Pero no quería encontrarse de nuevo con el terrible reptil.

—Sí, es cierto—. De todos con los que habló en el torreón Chromsa era, con diferencia, de los más agradables y amigables. Lo anterior se sumaba al ya de por si enorme parecido del ochrorio con Mijaíl. Siguió su sugerencia y ambos fueron adonde el resto ya que estaban discutiendo el problema que tenían para abastecerse de las bañeras y, a su vez, lidiar con el monstruoso lagarto.

—Gracias por ser tan amable conmigo. Realmente necesitaba liberar algo de encima—. Adam se bajó la bufanda, con cuidado de que su tatuaje alojado en el cuello no se viese, para mostrarle a Chromsa una gran sonrisa—. A pesar de que eres un alien me sorprende lo que te pareces a él. Era un amigo único para mi—. Por momentos levantó levemente sus cejas dejando entrever una ligera expresión de tristeza, pero sin dejar atrás el ánimo que le trasmitió ese chico.

Se sintió aliviado al darse cuenta de que llegó a tiempo para escuchar a Lethe y su plan. Se quedó un poco atrás del grupo, prestando atención mientras se subía la bufanda y se cruzaba de brazos.
—Puedo ayudar en buscar las otras bañeras—. Adam se ofreció para esa tarea.— pero no deberíais ir a los pozos, ese tío puede ser incluso más peligroso de lo que ya sabemos—. Añadió tajantemente. De verdad pensaba que, si Ataulfo pudo tratarlos como juguetes, el monstruoso lagarto podría ser capaz de tales hazañas, o incluso peores.

oof—Bueno, quizá podamos intentar algo juntas —respondió Qirra. —Si crees que no puedes subir a las bañeras, quizá podamos pensar en alguna forma de bajar las cestas subiendo solo yo a por ellas. —añadió después. —Podría dejarlas caer, pero entonces tendrían que ser Alec o Kolja los que me ayudasen, y no creo que sea la mejor opción… No se me ocurre nada mejor ahora mismo. —dijo al final algo indecisa. No quería pasar hambre, pero tampoco se veía cargando con 2 o 3 cestas de esas a diario.

Kahlo no quería pensar. No quería sino quedarse mirando a un punto de la nada y desaparecer, no tenía ganas de socializar ni de hablar con nadie. Lo único mencionable que hizo fue buscar algo con lo que cepillarse el pelo y quedarse sentada en el suelo del patio, cerca del pequeño huerto que había montado Chromsa a una distancia prudencial en la que ni lo estropease ni se manchase ella. El olor a tierra la recomfortaba. Había sacado del escondrijo todas sus joyas para ponérselas de nuevo, dejando correr el tiempo mientras se miraba las manos allí sentada. Su visión le subía la moral. Aun sin disponer de espejo en el que verse, con todos sus adornos puestos se sentía regia y segura de sí misma de nuevo, como si todavía mantuviera su estatus.

Cuando la excursión regresó todas las noticias le entraron por un oído para salir por otro. Se mantuvo en un rincón disimulado, escuchando sin decir nada mientras se recogía el pelo en una pequeña coleta. Malas noticias, para variar, que ni siquiera le sorprendían después de tantas seguidas. Una pizca de miedo sacudió su pecho al recordar a aquel inmenso lagarto que se había cobrado las vidas de otros tantos como ellos, pero no hubo nada en su rostro que delatase el sentimiento en exceso. Agachó la cabeza, apoyó la espalda en la pared y giró uno de sus anillos con nerviosismo. La comida sería un problema, pero no estaba dispuesta a participar en algo que le superaba con creces. Morir de hambre le parecía mejor que destripada por un lagarto. De alguna manera el pensamiento la consoló.

Las palabras de Luci fueron, sin embargo... otro cantar. Una de sus orejas tembló en un pequeño tic al escuchar aquello de vegetación en la ciudad, escondiéndose un mechón de pelo tras la misma de forma receptiva.
—Un jardín —su corazón se aceleró y una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Nada más hacer aquel gesto se sintió extraña, pesada y débil, como si acabara de abrir una caja de sentimientos mal contenidos. Tenía la alegría especialmente embotada. No diría estar dispuesta a salir por verlo, menos aún si nadie más lo sopesaba, pero lo cierto es que ver flores ayudaría a su moral sustancialmente—. ¿Dónde...? —tomó aire en silencio y reformuló la pregunta—. ¿Está lejos de aquí?

Alec fue asintiendo al resto de cosas que decían sus compañeros, todas las ideas eran bienvenidas. Ciertamente si no podía bajar las cestas merecía la pena intentar otras cosas.

-¿Un jardín? - preguntó interesado al joven daeliciano.- ¿Y dices que se ve desde la azotea? - tenía sentido que Alec no lo hubiese visto, sólo subía de noche y la ciudad no estaba precisamente bien iluminada.- Merece la pena echar un vistazo uno de estos días, puede que allí consigamos algo de fruta. Claro que tampoco sabemos que tipo de plantas crecen en la ciudad ni si sus frutos serán comestibles, debemos andar con pies de plomo. Pero bien hecho, Luci - dijo palmeando la espalda del chico. Suavemente, claro. Luci parecía frágil para dar lo que para Alec era un golpe común.

-De momento creo que deberíamos preparar algo de comer... y tomarnos un merecido descanso después de la tensión de hoy - comentó así por lo alto.- Por cierto, Kahlo y Luci, creo que se me ha ocurrido una idea para que podáis tener un espejo, espero poder daros buenas noticias un poco mas tarde - les dirigió una sonrisa.