Torreón Silente

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

Luci estaba concentrado principalmente en poner un pie delante del otro. Se mantenía lejos de la cabeza del grupo y lejos de la cola, pues tenía miedo tanto de ser el primero en enfrentarse al paisaje como de quedarse rezagado. Aparte de sus pasos también prestaba atención a las tres personas que le habían dirigido la palabra, asegurándose de tener al menos una a su alcance en todo momento. El daeliciano necesitaba nuevos referentes a los que aferrarse.

En cuanto a la fealdad de la ciudad, Luci hacía grandes esfuerzos por ignorarla. La zona por la que avanzaban parecía cada vez más y más ruinosa y los pocos edificios que se tenían en pie eran verdaderas abominaciones. Entre semejante escombrera no tardaron en ver una torre alzarse, claramente nueva y en buenas condiciones pero igualmente horrenda en sus términos estéticos. Por mucho que lo deseara no le quedaba más remedio que aceptar que ese era el posible refugio que había divisado la persona emplumada pues no había ningún otro sitio donde meterse. Se le escapó un gemido lastimero.

La torre (o más bien torreón) era altísima, de piedra gris y salpicada de diminutas ventanitas que auguraban un interior oscuro y frío. El único adorno que tenía era un ¿reloj? Parecía un reloj pero Luci no era capaz de interpretar la hora que marcaba. Tenía un puente sujeto por cadenas sobre un foso. Al acercarse el pelirrosa comprobó con alivio que no había huesos en él aunque olía terriblemente mal. << ¿Es que todo en esa ciudad es desagradable?>> pensó angustiado, cubriéndose la nariz con el cuello del pijama. No sería el primero en entrar, pero tampoco el último, simplemente seguiría al grueso del grupo a pasitos inseguros.

-No he dicho que sea rara, solo distinta -se quejó ante el comentario de Alec, aunque le agradeció que dijera que su piel era bonita. -En Daelicia las pieles son todas de gamas de rosa o morado. Donde yo vivo los tonos son más suaves. ¿supongo que vosotros también sois de la parte de las pieles claritas?

Amira también era de la Tierra pero su piel no tenía nada que ver con la de ninguno de los otros terrícolas. Todavía no había tenido la oportunidad de hablar con ella sobre su hogar pero en su cabeza Luci iba colocando a sus compañeros en un lugar geográfico equivalente a los que conocía en su mundo.
Unos berridos interrumpieron la conversación. Venían de fuera y los acompañaban golpes, chapoteos. ¿Qué estaba ocurriendo?

Se asomó a una de las troneras de la planta que daba a la fachada exterior del torreón. Abajo había una persona. Podía apreciar que era bastante corpulenta a pesar de la distancia. Luci temió por un segundo que fuese uno de los monstruos de la ciudad pero, ¿realmente les hacían falta semejantes aspavientos teniendo bañeras y barcos voladores? El grupo de abajo le estaba haciendo preguntas que no tenían sentido. Bajó corriendo para asomarse a alguna ventana más cercana al suelo y así comprobar mejor qué aspecto tenía.

Desde luego parecía humano a simple vista, aunque con esa bufanda y sin tener confirmación del propio interesado no podría decirlo. Sea como fuere tenía pinta de estar pasando un mal rato. La angustia de su voz hacía que se le encogiese el estómago.

-¡Dejémosle entrar! -pidió. -Qué más da si no es humano, no todos somos humanos. Miradlo, está asustado, ¿vamos a dejarle ahí fuera con los monstruos?

Entre las voces, las preguntas y las numerosas cabezas que asomaban del torreón, Adam tuvo una mezcla rara de sentimientos. Sentía alivio tras ver que supieron de su llamado pero cuando le abrumaban con preguntas, no pudo evitar encogerse de pavor, como si de un acto reflejo se tratase para mostrar, inconscientemente, sumisión.

Tartamudeando, respondió a la pregunta de la voz femenina—. Por lo que vi en televisión, creo que... ¿Do-donald Trump?

—No pudo evitar sentirse ridículo al contestar con una voz tan aguda causada por la angustia de pensar cuantas personas se hallan dentro de ese grande y fantasioso torreón. Se dio cuenta de que el chaval que agitaba la mano estaba bromeando con sus preguntas y las evitó contestando a la mujer. Entendía a la perfección todas las dudas e incertidumbres hacia él, era natural que sospechasen ya que en este mundo, aparentemente, todo es posible y una criatura que pudiese engañar con su apariencia sería normal. Armándose de valor, hinchó el pecho con la intención de decir en voz alta:

—¡Me llamo Adam Petrov y soy un ser humano, de Rusia. Me trajeron aquí y necesito ayuda. Llevo un día perdido y no se donde ir. Puedo ayudaros en lo que haga falta pero, por favor...! —Su voz se entrecortó por unos segundos al ver las miradas atentas del torreón no pudiendo evitar esquivarlas mirando hacia abajo. Al hacer el intento de hablar de nuevo se dio cuenta de algo terrible. Adam se maldijo una y otra vez al notar que ningún sonido salia de su boca. Se quedó en blanco debido a los nervios, pero no tan blanco como la piel de su cara debido a su incomodidad de hablar en una voz alta a tantas personas a la vez. Numerosas veces pasaban por su cabeza imaginaciones constantes sobre lo que pensarían aquellas personas sobre él: <<Seguro que pensarán lo imbécil que eres, no pueden percibir otra cosa mas que estupidez de mi parte. Bien hecho Adam>>

El asunto de la magia parecía algo bastante interesante de que hablar, pensó Chromsa al ver las contestaciones a su pregunta. En La Tierra, por lo que había entendido, no existía la magia pero había gente que sí creía en ella tanto en el pasado como en el presente. Además de ello, parecía que en la antigüedad no estaba permitido el "uso de la magia" bajo pena de muerte por una Iglesia. Ésto le extrañó bastante al ochrorio. -Vale que algunas cosas que he escuchado de la Iglesia Terrenal no es que demuestren mucha bondad, pero lo de que se matara a gente por algo tan simple como coger hierbas me parece bastante exagerado.- pensó. Kradko y Lethe le comentaron que en su mundo sí existía la magia, pero solo la controlaron la raza de la chica pájaro hace ya mucho tiempo. Era curioso que solo en algunos mundos existiera la magia y que además pudiera utilizarse. Desde luego era algo que él investigaría.

La conversación se rompió antes de que pudiera responder, ya que varios se acercaron a mirar por una ventana al exterior del torreón diciendo que habían escuchado algo. Chromsa se acercó a la ventana y miró como pudo hacia el portón levadizo. Allí fuera había lo que parecía (al menos lo que consiguió ver bien) una figura de alguien como los otros jóvenes presentes que llevaba una bufanda roja y estaba tirando lo que supuso que eran piedras al portón para llamar la atención. Kolja, que había subido a las murallas le habló preguntando quién era y Reina, que parecía no fiarse del visitante, le dijo que no abriría el puente hasta que contestara algo. Antes le preguntó a Kolja si parecía uno de su especie, a lo cual respondió que sí. Le pareció que no estaba muy convencida de ello, porque si no no tendría mucho sentido que preguntara algo tan concreto como quién era el "presidente" de un sitio.

Luci volvió justo antes de que respondiera y el ochrorio estaba bastante de acuerdo con lo que dijo. Allí solo unos cuantos venían de La Tierra y el resto diferían bastante de como es un terrestre (otros no tanto), pero no por ello eran monstruos. Y ahora que se fijaba un poco mejor, sí que daba la sensación que el individuo de fuera estaba un tanto asustado. Lo que dijo justo después le despejó cualquier duda que le quedaba: el chico, Adam, era humano y necesitaba ayuda. Así que dijo para el grupo: -Si es de La Tierra no podemos dejarlo ahí tirado. Voy a bajar el puente. Abrid la puerta mientras, por favor.- Se dirigió entonces al piso más bajo del torreón para bajar el puente y que el terrestre pudiera pasara.

Kolja acababa de terminar su cuestionario cuando oyó a la asiatica que le preguntaba si él chico era humano, a lo que el contestó gritando que si. Teniendo su respuesta, Reina le hizo sus propias preguntas, intentando asegurarse de que era humano. Kolja notó que el chico se ponia nervioso con tanta gente mirandolo y tantas preguntas planteadas a mogollón. Aun así respondió correctamente a las preguntas de la asiatica, aunque parecia algo indeciso. Kolja no se tomó a mal que le ignorase sus preguntas, estaba acostumbrado a que no le contestasen a sus bromas. Viendo lo nervioso que estaba el chico, Kolja fue a gritarle que no se preocupase, que ahora le dejaban entrar, justo en el momento en el que les dijo quien era y de donde y cuando les pedia ayuda, practicamente atragantandose con sus propias palabras. Kolja no pudo evitar pensar que tenia una voz bastante aguda para un ruso, pero lo dejó de lado mientras volvía a dentro para dejarle entrar. Llegó a oir a Chromsa decir que el se ocupaba de bajar el pozo, por lo que él simplemente espero ante la puerta hasta que estuviese bajado. Cuando escuchó el sonido de la madera chocando con piedra, Kolja abrió la puerta.
-Eh, no te precupes Adam, ven, entrá para que podamos subir el puente de nuevo y para que nos cuentes tu historia mientras comes algo, debes de estar hambriento- animó al chico, que seguía al otro lado del foso. El nuevo no parecia en el estado de agradecer una broma, asi que decidió dejarlo para otro momento, prefieriendo simplemente resultar tranquilizador y acogedor, algo no tan sencillo cuando se es una masa de músculo de casi dos metros. Pero al parecer, o lo consiguió, o el ruso estaba tan desesperado que decidió arriesgarse, cruzando el puente para entrar en el torreón.

Kahlo agradeció encarecidamente el momento en el que Lethe terminó de cocinar. No es que tuviera mucho -ingredientes: pescado, fin- pero le salvaba de dos cosas: del hambre y tener que hablar. A pesar de que el tema era de gran interés, se negó a participar teniendo el enfado que tenía. Por orgullo quería dejar bien constante su molestia, tan solo abriendo la boca para dar las gracias al ave y sonreirle. Además, oveja que bala bocado que pierde; puede que solo fuera pescado de dudosa frescura pasado al fuego, pero con hambre sabía ridículamente bien.

Lo único que logró desenfrascarla de su tarea fueron los gritos y pedradas de fuera. Se levantó agitada, con la misma prisa que los demás. Parte de la energía murió, sin embargo, al descubrir que el muchacho tras el muro era otro humano. Por si no se sintiera suficientemente extranjera ya. Se mantuvo al margen de la situación, esperando con relativa distancia a que abrieran la puerta para dejar pasar al chico. Alzó una ceja con su aspecto, resbalando la mirada a la espalda de Kolja.

—¿Es que todos los hombres de la especie son color leche y gigantes? —preguntó en voz baja para nadie en concreto.

Se fijó en lo abrigado que iba el chico, encontrando un patrón similar a su mundo. Zona fría, piel de muerto. No pudo evitar mirar a Amira, curiosa. ¿Serían menos numerosos los de su piel? Al menos en cuestión de números los granta lo eran. Sacudió la cabeza suavemente para bajar de las nubes, retomando modales.

—No le atosiguéis mucho, debe de estar abrumado —añadió, con tono más alto y claro—. ¿Hay pescado para otro...?

Quería añadir el nombre de la mujer pájaro al final de la frase, pero lo cierto es que no recordaba el nombre del 70% de los ahí presentes. Como mínimo procuró dejar claro por tono y lenguaje corporal que la pregunta iba para ella. Con suerte con el nuevo y las obvias presentaciones se quedaría con los nombres.

Adam cruzó el puente muy lentamente, abrumado por las extrañas apariencias de quienes decidieron ayudarlo ya que cuando llegó a Rocavarancolia no tuvo oportunidad de apreciar la variedad tan exótica de seres que llegaron a este mundo debido a la sanguinolenta disputa de la que fue testigo. Sintió un poco de alivio al ver que habían algunos humanos como él.

No pudo evitar mirar al suelo para esquivar todas las miradas, mientras el sonrojo de su cara se hacía cada vez mas notable debido a su tez blanquecina. Solo reconoció a quienes se asomaron desde el torreón ya que le pilló de sorpresa que hubiesen más de los que él pensaba que habían.

—G-gracias por preocuparos por mi. Fuisteis muy... muy valientes cuando os enfrentasteis a... eso.

—Adam hizo un cumplido inconscientemente cuando él pensaba lo contrario. No hubo valentía en ese momento, solo hubo insensatez de su parte.

Todos le resultaban amigables para Adam, incluso el gigantesco chaval que bromeó con su llamada de auxilio. Pero quien le resultó más amable a simple vista era un joven con cara redondeada, pequeños bigotes y nariz oscura. Era al único que miraba directamente, no le daba miedo aún sin saber su nombre ni su personalidad. Su expresión era tan pura e innegablemente noble que no pudo sentir ningún rastro de maldad, recordándole a su amigo de la infancia Mijaíl. Sin darse cuenta sonrió ligeramente al joven Ochrorio mientras se encogía de forma exagerada en sus grandes hombros.

-Eso parece - respondió Alec asomándose a la ventana.- ¿De dónde será?

El escocés enfiló escaleras abajo para llegar a la planta baja donde estaba el resto, justo a tiempo para ver cómo se bajaba el puente. Había escuchado el nombre del chico mientras bajaba y que era, efectivamente, humano. Ruso para ser concreto. Alec esperaba que no se pareciese a Kolja. Contempló como entraba dentro del torreón y frunció el ceño ligeramente, si había estado solo significaba que o bien había dormido fuera o no había dormido en absoluto. Fuera lo que fuese el chico debía de estar tan muerto de hambre como ellos.

-Sí, sí que hay pescado aún - dijo dándole al chico el plato con comida que creía que Lethe había guardado para él.- Aquí tienes, come y no te preocupes por nada. Si necesitas descansar arriba tienes camas - le acercó también un vaso con agua para que bebiese.

Alec se guardó su opinión acerca de la valentía. El chaval se merecía una comida caliente y algo de agua antes de avasallarlo a preguntas y demás.

A pesar de haber tenido suficientes sobresaltos en los dos últimos días para cumplir el cupo semanal, la ciudad no dejaba de ofrecerle más. Esta vez fueron golpes esporádicos, como si estuvieran arrojando algo contra el puente.

«Por favor, no más serpientes voladoras asesinas psicópatas. Por favor, porfavor, porfi…» Pensó mientras corría a agarrar el bastón que dejó anteriormente a un lado.

Por suerte para ella, le confirmaron pronto que no se trataba de una terrible bestia salvaje, sino de otro mamífero humano de esos. Asistió extrañada a la conversación tan extraña que tuvieron dos de los gigantones con el de fuera. Le gustó el gesto del otro mamífero no humano, el llamado Chromsa. Kradko tenía la tentación de decir que ya estaba harta de tanto primate, pero por una vez se mordió la lengua —o cualquiera que sea el equivalente a la expresión humana—, y decidió cambiar a una pregunta que le pareció más educada y relevante.

—¿Qué es un presidente de los Estados Unidos de América?

La enderth apenas había prestado atención a lo que le decían al mamífero de fuera, ya que no entendía ni la mitad. Tal y como había dicho Luci no entendía por qué se molestaban en tratar de comprobar si era humano, ya que había otros mamíferos que no lo eran y se parecían demasiado como para ver las diferencias desde allí. Lo que ya había supuesto la enderth desde un principio era que estaría hambriento, ya que no era difícil imaginar de donde venía aquel nuevo mamífero: uno de los tantos que habían salido corriendo en cualquier otra dirección de entre la gran cantidad de gente que había en la plaza donde se habían reunido al principio. Así que cuando Kahlo le preguntó si había más pescado ella señaló el que ya tenía en la sartén, ya que estaba segura de que iba a tener que hacer uno más.

En cuanto el nuevo humano entró Alec le ofreció el pescado que había estado guardado para él, por lo que la enderth pondría delante de Alec el que estaba cocinando en ese instante en cuanto estuviese listo. Solo tras volver a la mesa examinó al recién llegado: otro humano macho de gran tamaño como cualquiera de los que ya había allí. Solo esperaba que se pareciese más a Alec y no a Kolja.

Pasó por alto la pregunta de Kradko, ya que a ella no le importaban aquellas cosas de humanos, pero frunció ligeramente el ceño al escuchar lo que el tal Adam dijo.
—¿Estabas en aquellos pozos? ¿Por qué no te uniste a nosotros entonces? Pero, por favor, dale crédito solo a quién se lo merece: nuestro guerrero de poderosa fuerza —añadió sin mirar hacia el mencionado y manteniendo un tono y expresión ambiguos.
Y retomó su plato.

El chico se reveló como humano y con esa información los desconfiados se movilizaron por fin.

Cuando entró, la misma pregunta que se había hecho Kahlo acudió a su cabeza. El terrícola era enorme, de hombros anchos, y aún con los ojos llenos de miedo resultaba algo intimidante. Luci orbitó a su alrededor según cruzaba la entrada y lo conducían a la cocina, guardando cierta distancia para poder evaluarlo. Había comida para él, y eso era bueno, pero un día fuera en esa ciudad mugrienta estaba claro que no te dejaba en las mejores condiciones para sentarte a la mesa.

Fue a buscar un cuenco, lo llenó de agua y se lo llevó al nuevo junto con un trozo de tela más o menos limpio.

-Ten, para que te laves un poco. Estás sudando y lleno de polvo. Me llamo Lucifehridhe, por cierto. Es un placer Adam Petrov.

Debía reconocer que tenía un nombre bonito, al menos la segunda parte. Muy sonoro.

Pasó por alto que había elogiado un comportamiento totalmente imprudente, sus ojos se abrieron como platos al saber que habían coincidido donde las cestas.

-¡Menos mal que tampoco te pilló la serpiente! –exclamó. –Es muy peligroso ir por ahí solo. ¿Es que no había más gente cuando despertaste?

Cuando el escocés le tendió el plato, devoró la comida rápidamente debido a que estaba famélico. No pudo evitar sonreír de alivio cuando notó que su estómago estaba llenándose de ese pescado que le parecía delicioso. Aún con las espinas, la velocidad con la que comía era sorprendente incluso para él ya que no había comido nada desde que llegó a Rocavarancolia. Tomó aliento al acabar de comer y recuperó su compostura de timidez y su cara apática.

—Gracias por la comida. —Dijo en un tono extremadamente bajo, cuyo entendimiento para los demás se vio empeorado por la gruesa bufanda que cubría parte de su cara. Miró a Kahlo de reojo. Tenia miedo de acercarse a ella y agradecerle su sugerencia de darle pescado ya que su porte y semblante serio le parecían intimidantes.

Tomó con algo de desconfianza el cuenco lleno de agua y el trozo de tela del ser rosado. Su nombre, Lucifehridhe, le resultaba gracioso por algún extraño motivo pero agradeció su amable gesto de ofrecerle aseo mediante una tímida sonrisa mientras mantenía sus ojos con una mirada cansada y de desgano.

—Estaba rodeado de muchas personas raras como vosotros... Quiero decir... —Adam calló durante un par de segundos por creer que Luci y la azul pájaro pensasen que se estaba burlando de sus peculiares aspectos —Cuando ocurrió esa... horrible escena, anduve durante un rato con un grupo pero... me asusté de ellos y corrí. Cuando me di cuenta de que estaba perdido me dormí en una casa abandonada y el ruido de ese gigantesco monstruo —dijo mirando a Luci —me despertó. El resto de la historia ya la sabéis.

Cuando el ruso hubo entrado Kolja se fue de vuelta a la cocina para supervisar su estofado, dejando al resto que le ofreciesen comida y que se ocupasen de recopilar su historia. Mientras se ocupaba de ello, el alemán observaba las reacciones del ruso a los demás y a lo que salía de su boca. Notó que el chico no se sentia dasiado comodo siendo el centro de atención y que tampoco se sentia a gusto cuándo alguno de los "alienigenas" se dirigia a él, cosa comprensible y que Kolja esperaba que se solucionase pronto. En general no parecia mala gente.
Dejó que su mente vagase mientras removía el estofado de vez en cuando y antes de que se diese cuenta ya estaba terminado. Cogió unos boles y sirvió el estofado a todos los que hubiesen demostrado intención de comerlo. Luego se dirigió a la mesa y se sentó en una de las sillas, dispuesto a volver a participar en la conversación qie estuviese teniendo lugar.

Una vez bajó el puente, se quedó hasta que pudo escuchar que el chico ya estaba dentro del torreón (debido a que todo el mundo empezó a hablar) y lo subió de nuevo. Después de ésto subió para ver al nuevo terrestre.

En el salón todos se habían reunido en torno a Adam, fuera por curiosidad, ayuda o para preguntarle que hacía allí fuera. El terrestre se parecía tanto a Alec como a Kolja en cuanto a altura, aunque iba mucho más abrigado y parecía bastante tímido. Chromsa llegó un poco más tarde que el resto a aquel corro, pero parecía que su expresión cotidiana de tranquilidad junto a su sonrisa habían llamado la atención del terrestre que incluso le sonrió de vuelta. -(Me parece que nos vamos a llevar bastante bien. Parece buen chico.)- pensó animado.

Tras darle un poco de comida, agua e incluso un paño para limpiarse (fueron unos gestos muy buenos por parte de Alec y Luci), le preguntaron que hacía ahí fuera solo. A Chromsa le sorprendió que hubiera sobrevivido solo aunque fuera un solo día porque después de todo lo que había pasado quedaba claro que Rocavarancolia no es que fuera un lugar muy seguro. El ochrorio se alegraba de que el terrestre hubiera encontrado al grupo. Cuando vio un momento oportuno se acercó y dándole la mano junto a su gran sonrisa se presentó efusivamente: -Yo soy Chromsa. Bienvenido a nuestro torreón. Me alegro de que no te pasara nada ahí fuera.-

Tras esto se dio cuenta de que la mayoría ya estaba comiendo, así que se fue a por sus platos. Llegó justo a tiempo para ver que Kolja acababa de terminar su estofado, así que cogió rápidamente su plato de pescado (más pequeño que el del resto) y dejó que Kolja le sirviera su parte del estofado. Antes de que empezara a servir dijo: -Adam, también tenemos estofado, por si quieres un poco.- y hecho esto se puso a comer. El pescado se había quedado un pelín frío (al fin y al cabo fue de los últimos en cogerlo) pero estaba muy rico, al igual que el estofado. -Se os da bastante bien cocinar. Está muy bueno.- dijo para Kolja y Lethe.

Justo después añadió: -Bueno, Adam ahora forma parte de nuestro grupo, ¿no? Quiero decir, tenemos espacio y no creo que vayamos a perder mucha comida por tener a alguien más. Además, parece bastante agradable y seguro que puede ayudarnos.-

Amira se forzó a comer el pescado despacio, aunque tenía unas enormes ganas de engullirlo y llenarse el estómago cuanto antes. Sabía que si comía demasiado rápido le sentaría mal y probablemente vomitaría, lo cual no sería agradable. Estaba rico, y se lo hizo saber a Lethe. La visita inesperada hizo que se levantara junto al resto, y cuando comprobaron que era humano (aunque a la francesa le hubiera dado igual que fuera otro alien), le abrieron la puerta.

En nuevo, Adam, un ruso al que miró preocupada pero sin intervenir (al fin de cuentas ya tenía a bastante gente cerca y no quería agobiarle).
—Eso, eso, dejadle respirar —añadió a las palabras de Kahlo, con las que comulgaba a la perfección. Escuchó la historia que contó el chico y no pudo evitar pensar si había más gente sola en la ciudad. Gente que podía haber tenido menos suerte que él y ahora estuviera herida o muerta. Prefería no pensar en ello, así que volvió a su plato de pescado y antes de seguir comiendo le dirigió una última mirada al nuevo
—Yo soy Amira, por cierto. Bienvenido —sonrió amablemente.

Luci no le dijo al humano que se suponía que tenía que lavarse antes de comer. Tal vez fuera un malentendido cultural (aunque era un poco asqueroso).

Al parecer Adam había estado con todos ellos en la fuente cuando ocurrió el asesinato, pero Luci no recordaba haberle visto. No era algo muy preocupante, no recordaba casi ninguna cara de los chicos con los que había coincidido en la plaza pues estaba ocupado llorando. Lo que sí le había recordado que no eran los únicos en la ciudad, que ahí fuera había muchos más chicos secuestrados como ellos que a lo mejor no habían encontrado refugio.

-Deberíamos buscar a los demás, ¿ verdad? -No quería parecer insensible con su duda, pero tenía miedo. -Hay gente fuera, con los monstruos. ¿Qué va a ser de ellos?

Quedó claro que tendrían que hacer algo más que limitarse a conseguir comida. Eso le aterraba. Se había librado de la primera expedición, sin embargo había muchas posibilidades de que sus compañeros le reclamasen cuentas si se escaqueaba demasiado. Tenía que pensar en estrategias.

Bombardeó a Adam a preguntas todo lo que pudo antes de que alguien le regañara o el propio terrícola le pidiera espacio. Le hicieron un tour por el torreón y le dejaron elegir una cama de las sobrantes para que pudiera descansar. El tiempo muerto Luci lo dedicó a seguir arreglándose ropa. Estar secuestrado en un planeta alienígena era una excusa válida para ser un pelín cobarde, pero no para vestir como un zarrapastroso. Hizo una colada no muy grande para no estropearse las uñas y a su pesar tuvo que pedir ayuda a alguien alto (Alec era un buen candidato) para montar una cuerda de tender en el patio. Entre tarea y tarea se echaba siestas cortas y procuró no comer mucho hasta la cena.

Cuando llegó la hora de cenar (o la que para él era la hora de cenar) insistió en el racionamiento de la comida. Por un lado quería evitar tener que ir a los pozos de la serpiente y por otro le preocupaba no tener fresquera. Allí hacía mucho más calor que en su tierra natal y sabía que la comida duraría menos; tenían que evitar cocinar más de lo que iban a comer en el día, gastar los productos frescos antes que los salados y esas cosas de sentido común que aun así le pareció importante comentar.

-Yo sé hacer conservas, a lo mejor podríamos reservar parte de las verduras y la fruta para emergencias…

Como era de suponer aquel humano era uno de los tantos alienígenas congregados en la plaza, que había salido corriendo en otra dirección aleatoria con la mala suerte de que se había perdido él solo. Teniendo en cuenta que parecía haber pasado la noche a la intemperie Lethe lo consideraba bastante afortunado ya que solo llevaban dos días allí y ya se habían encontrado en demasiado poco espacio a dos reptiles asesinos de distinta forma e inteligencia.

A partir de aquel punto la enderth se limitó a comer y escuchar. No tenía ninguna objeción con que Adam se quedase y desde luego no pensaba a abandonar a una persona a su suerte cuando no había motivo. Por eso simplemente dejó que otros más sociables que ellas se encargasen de los trámites y ella se dedicó en pleno a paladear el pescado. Evitando que se notase demasiado, la enderth no comió demasiado del postre, ya que aquella miel con la que Luci había sido generoso a la hora de endulzar las frutas no era para nada de su agrado. No sabría que el motivo por el que sus molestias de estómago aquella noche fueron mínimas en comparación con los problemas digestivos de muchos otros se debía a este hecho.

En definitiva, pudo dormir bien aquella noche y se levantó descansada y sin la molesta sensación de estómago vacío. La enderth podía decir que aquella mañana estaba siendo la mejor en la ciudad hasta aquel momento, lo cual tampoco era demasiado. Bajó a la cocina para examinar las cestas tratando encontrar algo adecuado como desayuno. Se fue a sentar a la mesa con una pieza de fruta mientras bostezaba profundamente. Durante la cena se había mostrado de acuerdo con Luci y sus cavilaciones sobre cómo mantener la comida el mayor tiempo posible, pero no pensaba dejar de comer la fruta o sentir remordimiento por ello: era lo más adecuado como desayuno que había encontrado.
Un sonido reconocible, oportuno incluso como si le diera la razón, distrajo su atención en ese instante. La misma voz cantarina y que anunciaba alimentos de dudosa edibilidad que el día anterior.
—Bueno, pues parece que al menos por ahora el suministro va a ser diario.
Su tono de voz era neutro, casi desinteresado. Pero en realidad le aliviaba saber que la comida no iba a escasear. El tema de la serpiente gigante era secundario respecto a eso: si tenían que buscar una forma de lidiar con ella para recoger la comida no les quedaba otra que hacerlo. La falta total de alimento, no obstante, no era algo que pudiesen remediar, sin más.

Por toda respuesta a la historia del ruso Alec únicamente asintió. Encajaba con lo que habían padecido todos y el hecho de que hubiera pasado una noche a la intemperie sólo reforzaba la decisión del escocés de que debía quedarse. Nadie se merecía pasar una noche en un lugar que era peligroso a todas luces.

-Podemos buscarlos, pero sin arriesgarnos demasiado - le dijo al daeliciano.- Si nosotros terminamos mal parados en el proceso no habrá servido de nada la búsqueda. Además espero que igual que nosotros hayan encontrado un lugar para refugiarse.

Ayudó a Luci a poner el tendal en el patio hablando con él animadamente tratando de distraerlo de sus anteriores pensamientos. A lo largo del día fue sintiendo diversas molestias estomacales que le hacían acelerar su camino hacia el baño. No fue el único en sufrir aquello cosa que le llevó a preguntarse si algo del contenido de las cestas estaría en mal estado, o si la comida de otros mundos le habría sentado mal. De ser así el joven temía que no le iba a quedar otra que acostumbrarse a aquello, era la única comida que tenían.

Con un suspiro Alec terminó dándose un baño de agua fría, otra cosa a la que tendría que acostumbrarse salvo que quisiera tardar horas en aquella actividad, y no estaba dispuesto a perder tanto tiempo.

-Yo puedo echarte una mano con las conservas - respondió a Luci.- En casa mi madre solía preparar encurtidos y mermelada. Cuando la cosecha era muy buena y no vendíamos las cosas lo suficientemente rápido había que conservarlo antes de que se echase todo a perder - fue su explicación.

La noche no fue tan mala, sólo tuvo que levantarse un par de veces para ir al baño, la mayor parte de lo que había causado su descomposición se había ido durante el día. Por supuesto se levantó con la primera luz del alba, era algo tan arraigado dentro de él que a la ciudad le costaría quitarle aquella costumbre. Sin mucho que hacer recogió la lanza de la armería y salió al patio. Supuso que la premisa básica de aquel arma era obvia, clavarla por la parte que pinchaba, así que se puso a practicar como clavar el arma contra algo imaginario, y además de forma completamente errónea que contra un enemigo le habría valido una buena herida. Los únicos ejemplos que el joven tenía de aquellas armas eran los que salían en películas y libros, y no solían ser buenos ejemplos.

Terminó quitándose la camiseta cuando una fina capa de sudor empezó a cubrirle el cuerpo, no le apetecía tener que lavarla. Terminó entrando cuando el espantapájaros de la comida anunció con su canción las viandas que portaba. Entró en el interior aún sin camiseta y saludó a Lethe.

-Eso parece sí - respondió.- Se me ocurre que podemos recoger rápido la comida y salir volando de allí antes de que esa serpiente salga de su escondite. Si en próximos días la bañera sigue el mismo horario podríamos anticiparnos. Podemos interceptarla en el aire gracias a Qirra y coger su contenido antes de que llegue a la zona de los pozos. ¿Qué te parece la idea? - le preguntó antes de morder algo parecido a una manzana de color naranja.