Torreón Silente

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

Luci estaba concentrado principalmente en poner un pie delante del otro. Se mantenía lejos de la cabeza del grupo y lejos de la cola, pues tenía miedo tanto de ser el primero en enfrentarse al paisaje como de quedarse rezagado. Aparte de sus pasos también prestaba atención a las tres personas que le habían dirigido la palabra, asegurándose de tener al menos una a su alcance en todo momento. El daeliciano necesitaba nuevos referentes a los que aferrarse.

En cuanto a la fealdad de la ciudad, Luci hacía grandes esfuerzos por ignorarla. La zona por la que avanzaban parecía cada vez más y más ruinosa y los pocos edificios que se tenían en pie eran verdaderas abominaciones. Entre semejante escombrera no tardaron en ver una torre alzarse, claramente nueva y en buenas condiciones pero igualmente horrenda en sus términos estéticos. Por mucho que lo deseara no le quedaba más remedio que aceptar que ese era el posible refugio que había divisado la persona emplumada pues no había ningún otro sitio donde meterse. Se le escapó un gemido lastimero.

La torre (o más bien torreón) era altísima, de piedra gris y salpicada de diminutas ventanitas que auguraban un interior oscuro y frío. El único adorno que tenía era un ¿reloj? Parecía un reloj pero Luci no era capaz de interpretar la hora que marcaba. Tenía un puente sujeto por cadenas sobre un foso. Al acercarse el pelirrosa comprobó con alivio que no había huesos en él aunque olía terriblemente mal. << ¿Es que todo en esa ciudad es desagradable?>> pensó angustiado, cubriéndose la nariz con el cuello del pijama. No sería el primero en entrar, pero tampoco el último, simplemente seguiría al grueso del grupo a pasitos inseguros.

Alyssa estaba sentada en una esquina, con la cabeza metida entre los brazos. No había tardado de arrepentirse por haber sido tan impulsiva, no porque hubiera cambiado su opinión sino porque no tendría que haber montado una escena por ello, pero ahora era tarde para volver.
Al poco rato escuchó los pasos de alguien acercándose. No reaccionó, con la esperanza de que o no la vieran o que pasaran de ella, pero las pisadas siguieron acercándose en su dirección para luego terminar con el sonido de un plato frente a ella.
Cuando la persona que había entrado habló reconoció su voz. No recordaba su nombre, pero era el alienígena de color rosa. Sin muchas ganas sacó la cabeza de entre sus brazos y miró el plato y a quien lo había traído. En aquel momento no le apetecía compañía, en parte porque temía que le reprocharan sus acciones de antes, pero no parecía que fuera el caso. De hecho se había tomado la molestia de subir comida.

–Gracias – Dijo mientras recogía el plato y se llevaba un trozo de queso a la boca. Poco después llegó otro más. Recordaba algo de que era granjero, pero de nuevo no consiguió recordar cómo se llamaba.
El hecho de que hubiera gente que se hubiera molestado en ver como estaba era algo que ella agradecía y que le disgustaba a partes iguales. Apreciaba su intención, pero no podía evitar sentir que estaba dando trabajo innecesario a otras personas y que tenían que “molestarse” en acudir en su ayuda.
El chico le había preguntado si estaba bien y, la verdad, no sabía cómo estaba. Tampoco quería responder a eso en aquel momento asi que ignoró completamente la pregunta y trató de desviar la conversación hacia otro lado.
–Yo… –empezó dubitativamente –lo cierto es que nunca me quedé con vuestros nombres, con el de nadie en realidad. Solo recuerdo el de… –”el de Kolja”, era lo que iba a terminar de decir, pero en su lugar soltó un suspiro de disgusto. –No importa.
Le molestaba que solo pudiera recordar el nombre de la persona que peor le caía en ese momento, aunque probablemente esa era exáctamente la razón por la que se le había quedado su nombre en primer lugar. En cualquier caso, lo último que quería ahora era pensar en lo que acababa de pasar abajo hacía apenas unos minutos.

Ante la respuesta de Lethe sobre su cumpleaños, Chromsa simplemente contestó: -Sí, creo que sería lo mejor.-

La tensión por lo ocurrido con Kolja era tan real como la existencia de la Acromía para el ochrorio y, la verdad, no estaba nada a gusto con la situación. Desde un primer momento (y en parte influenciado por su forma de ser) consideraba que si querían sobrevivir iban a tener que trabajar en equipo, por lo que no era muy esperanzador que llevasen un solo día en un mundo hostil y el grupo ya tuviera una discusión más o menos fuerte. Ambos "bandos" tenían unas buenas razones que él entendía, pero la riña ya se estaba alargando demasiado teniendo en cuenta que al final nadie resultó herido.

Luci parecía que también había llegado a una conclusión parecida ya que intentó poner un poco de orden, aunque sin mucho éxito. Cuando vio que Alyssa, y después Luci y Alec, subió a su habitación, Chromsa estuvo muy tentado de hacer lo mismo, en parte porque parecía casi imposible calmar la situación y en parte porque seguía preocupada por la terrestre (al fin y al cabo solo había comido los frutos secos que le había dado y durante la discusión le había parecido que no se encontraba muy bien). Pero decidió quedarse allí. Tenía que intentar que todos se calmasen y, tal vez en algún momento próximo, que se reconciliasen, y no iba a conseguirlo si se iba. Igualmente, después de cenar iría a ver a Alyssa.

Siguiendo la pregunta que le había hecho Kolja (y además para desviar un poco la conversación a un tema menos tenso) le contestó: -Pues sí. Aunque es como había dicho antes, casi nadie sabe usarla, solo algunos círculos de la Iglesia Espiritual. Uno de mis hermanos sabe, pero no puede contarnos mucho por un juramento eclesiástico. Solo nos enseñó el cristal cargador que le acredita como mago y que hay muchos tipos de hechizos, aunque cada mago se especializa en un tipo según su grupo. La verdad es que me gustaría aprender a hacer magia y bueno, según me dijeron, en Rocavarancolia me enseñarían.-

Para terminar añadió: -¿Es que en tu mundo no existe la magia, Kolja?-

Kolja escuchó mas atentamente la explicación de Chromsa sobre la magia en su mundo, la verdad antes solo lo habia oido de pasada al estar metido en la discursión.  No le extrañó demasiado que algo como la magia esruviese monopolizado por una religión, si se parecia en lo minimo a las terrestres era de esperar. Le llamó más la atención aquello del cristal cargador. ¿Seria la magia tan simple como tener un cristal que almacene magia? ¿O era algo mas complicado que no conseguia ver? Lo de las especialidades era de esperar, algo como la magia devia ser demasiado amplia como para estudiarla toda en detalle lo más lógico era especializarse.
-¿Y tu hermano te dijo por lo menos en que se especializó? - Preguntó más por curiosidad que otra cosa.
-Pues la verdad es que ese tema en La Tierra tiene una historia muy larga. Voy a intentar resumirlo. En el pasado todo el mundo practicamente creia en la magia y en la brujeria durante un periodo muy inculto de nuestra historia, por decirlo de algun modo. Una iglesia corrupta llenaba la cabeza de idioteces a la gente y podia ser que un dia tus vecinos te ahorcasen de un árbol porque alguien te habia visto en el bosque cogiendo hierbas. Hoy en dia la cosa es diferente. Creo que se puede resumir en tres tipos de personas. Los no creyentes, que no creen que la magia exista o haya existido. Los creyentes, que creen que la magia o ha existido, o existe o existe pero en universos alternativos u otros planetas. Y tercero y último, los que parece que se han quedao en la edad media y que creen que todo avance médico, cientifico y tecnológico es obra de brujeria.

Amira suspiró viendo como la humana, Luci y Alec subían escaleras arriba. Ella misma se sentía tentada de hacerlo, viendo que no querían acabar la discusión y que las cosas habían escalado más de lo que quería. Sin embargo, decidió quedarse, interesada por la magia que Chromsa decía que existía en su mundo. Se quedó sentada, sin intervenir, con las manos sobre el estómago como si tenerlas ahí fuese a calmar su hambre. El cuánto iba a durarles la comida y cada cuánto podrían tener más le rondaba la cabeza de forma incómoda. A lo mejor tendrían que racionarla, y habiendo cogido de todo en esta primera comida harían que tuvieran que pasar hambre más adelante. Sintió como las tripas volvían a rugirle. No quería pensar eso, pero la preocupación no dejaba de irrumpir sus pensamientos. Solo esperaba que la entrega de comida fuera periódica y que no pasase mucho tiempo entre entregas, o lo pasarían mal. Y más si no podían cogerlas todas porque algunas cestas caían en los pozos o la serpiente volvía a atacarles.

—Bueno, eso es un poco… inexacto. No hay magia. No funciona. No puedes transmutar nada, ni levitar, ni crear luz de la nada, ni esas cosas. Lo que la gente creía y cree, es que con determinados rituales y actos puedes ganarte el favor de los dioses, o maldecir a alguien, o conseguir que llueva. Pero no es empíricamente demostrable que lo que hace que le pasen cosas malas a alguien sea tu maldición o que un baile haga llover.
No es que fuera una explicación maravillosa, pero no quería que se hicieran ideas equivocadas respecto a la magia en la Tierra. Por lo visto en el mundo de Chromsa si era real, y además le habían prometido…
—Un momento. ¿Te prometieron magia? —se giró a Kolja—¿Y a ti aventuras? Porque a mi solo me dijeron que podría saber quien era realmente, y eso sonaba más a saber algo de mis padres que a esta movida en la que me han metido. ¿Nos han constado una mentira distinta a cada uno para que vengamos? ¿No tenían bastante con el humo-droga ese?

Alec se unió a ellos antes de que Luci tuviera tiempo de intercambiar una palabra con Alyssa. Rechazó el cuenco de fruta que le ofrecía, pues ya había comido y prefería dejar para después (aunque debía cubrirla de miel pronto o se oxidaría), pero le sonrió para darle las gracias.

-Yo estoy bien, solo desconcertado -respondió. -¿Es cosa mía o ese chico es un poco hmmmm… especial? No parece hacerlo a malas pero tiene un criterio de actuación y elección de palabras algo peculiar.

No quería ser maleducado ni le gustaba hablar mal de la gente (bueno, puede que a veces) pero desde luego Kolja era un tipo raro.

-Mi nombre es Lucifehridhe, pero puedes llamarme Luci. Han pasado muchas cosas, es normal que te cueste recordar los nombres de todos, no te preocupes. De hecho creo que no llegué a oír el tuyo.

La chica había sido con diferencia la menos sociable del grupo y Luci ni siquiera tenía muy claro que se hubiese presentado en algún momento.

-¿También eres de la Tierra como Alec? -Señaló al otro humano -Tienes esa piel tan… - No quería decir descolorida -Desaturada.

Alec se sentó en el suelo y dejó los otros dos cuencos con fruta. Se puso a comerla mientras escuchaba a Luci.

-Lo que es, es gilipollas - respondió con acritud.- Se piensa que es un juego y ya ha muerto gente... - un ligero temblor en la voz y en la mano de la cuchara era lo único que delataría que el escocés estaba afectado por aquel hecho.

Agradeció el cambio de tema a los nombres. Lo cierto era que no se había quedado con el nombre de la chica, de hecho estaba casi seguro de que no había intercambiado palabra con ella.

-Yo soy Alec - sonrió para sí mismo al decir el nombre. Tenía que llegar a otro mundo para poder presentarse de aquella forma, sólo los humanos podrían intentar indagar más acerca del diminutivo. El granjero no recordó su tatuaje y que era posible que en el momento en que lo viesen sin camiseta le preguntaran por él. Alec no tenía la misma cantidad de letras que Alasdair, y aunque no entendiesen lo que ponía era algo fácil de deducir.

-Bueno, Luci. A nosotros nos parece igual de rara tu piel - le dijo con buen humor.- Es bonita, no te confundas, pero nunca había visto a nadie con la piel rosa hasta que llegué aquí.

Alec se rascó la barba preguntándose cuántos más seres habría en otros mundos.

Como quien oye llover a lo lejos, a la clinger le entró la discusión por una oreja y le salió por la otra. Una vez supo que la blandita paliducha se encontraba bien, se subió —prácticamente escaló— a la primera silla que encontró y se acabó los frutos secos mientras balanceaba las piernas alegremente.

No es que le gustara oír a gente discutir, es que en aquel instante le daba absolutamente igual. «Además, están discutiendo por una tontería que…». Sin embargo, sabía que, por lo general, no solía dar buen resultado inmiscuirse en una discusión de mayores, que como mínimo la ignorarían por completo. «Y eso que tengo ya casi seis años, dentro de poco me especializaré», pensó. Se dio cuenta enseguida, por eso, de que posiblemente no fuera a entrar a una escuela de especialización en un futuro próximo. Había conseguido el día anterior que finalmente le contaran lo que se perdió en el discurso de bienvenida. Y no le gustaba nada, nada, pero que nada. Menos que nada aún.

Cuando parecía que todo se había calmado, bajó de un salto del asiento y se acercó a Lethe, quien estaba preparando ya el pescado. Sin mediar palabra, agarró una pieza y procedió a desescamarla como le enseñaron su papa y su mama hace tiempo. Le dijeron que aquello era básico si quería que el pescado tuviera esa textura que a ella le gustaba tantísimo. Por ello, se lo tomó como una habilidad imprescindible. ¡De hecho, ya se consideraba toda una maestra desescamadora de peces!

—En nuestro mundo también hay magia, pero… Creo que solo podían hacerla los enderth. O no sé si pueden aún. ¿Podéis? —dirigió esta última pregunta a la que se encontraba presente a su lado.

Adam, tras seguir al grupo, vio como se adentraban a un gran torreón de cuatro plantas. Algo que notó de camino a ese edificio que vislumbró en la lejanía fue un hambre atroz, notaba como sus tripas se retorcían dentro de él mientras deceleraba el paso—. Debo llegar rápido... no sobreviviré solo, por mucho que me guste estarlo, a este infierno de lugar... Vi como cargaban con bolsas, a lo mejor son provisiones o algo...

Conforme se fue acercando el torreón le pareció aún más grande de lo que parecía a lo lejos, pero tenía un problema: la única forma posible de entrar es a través de un puente levadizo y todo el torreón estaba rodeado por una gran muralla, imposible de escalar aunque no tenía intenciones de hacerlo pues Adam no quería que lo tomasen por alguien que les quisiese robar o algo por el estilo.

Hacía años que no gritaba a pleno pulmón, pero inmediatamente pensó en las horribles criaturas de las que fue testigo momentos atrás así que procedió a recoger rocas del suelo, cuyo tamaño es considerable pero no para las grandes manos de Adam, y las arrojó con fuerza al puente levantado con la intención de que los golpes atraigan la atención de aquellas personas.

Ya había terminado de cocinar y se había sentado delante de su ración prestando atención a la explicación de Chromsa sobre la magia de su mundo mientras comía. No le sorprendió en absoluto que Amira corrigiese la explicación de Kolja, ni que esta hubiese sido aparentemente inexacta, pero se limitó a arquear una ceja sin levantar la cabeza de su plato. Ella había leído alguna que otra cosa de la poca información que había acerca de los enderth de la antigüedad, pero en ese momento no le apetecía demasiado participar en la conversación, especialmente porque estaba demasiado ocupada disfrutando del pescado. Kradko, no obstante, parecía tener otros planes y la enderth suspiró de forma casi inaudible antes de verse obligada a responder.
—La magia enderth es cosa del pasado y se ha perdido casi en su totalidad. Quedan algunas ruinas esparcidas por el mundo que todavía cuentan con algún que otro hechizo anclado a ellas. O eso he leído. Nunca he… —Un sonido sordo le hizo callarse momentáneamente—. ¿Oís eso?

Lethe prestó atención a los extraños golpes procedentes del exterior. Se levantó de la silla evitando hacer ruido para poder oírlo bien, y se acercó a una de las ventanas. Asomó la cabeza todo lo que pudo y lo vio. Un mamífero tiraba piedras al otro lado del foso contra el puente levadizo.
—Tenemos visita —anunció.

Antes de que Chromsa pudiese responder nada a la explicación sobre magia en La Tierra, Lethe desvió la atención general a un ruido que se oia, algo apagado. La pajaro se levantó y asomó el pico por la ventana, anunciando momentos después que al parecer habia alguien al otro lado del foso. Kolja dejó momentaneamente el estofado para asomarse a la calle, donde vio un chico curpulento con una gran bufanda, aparentemente humano. Para poder verle mejor, Kolja salió al patio, donde se subió a la muralla. Desde luego si el chico resultaba no ser humano el parecido seria asombroso.
-Eh chaval- le gritó mientras agitaba la mano para hacerse ver. -¿Quien eres y como es que andas solo por ahi? ¿Y como has sabido que aqui vivia alguien? Dudo que esa gente de ayer apunte donde estamos para que nos llegue el correo, pero si eres el cartero, ¿donde me suscribo para conseguir un mapa y un bestiario de este sitio?- le preguntó, no pudiendo evitar la broma.

Reina

Aquello era vivir con la parsimonia. Aquello no era humanidad. Como un animal salvaje, aislada y encerrada, Reina rehuia de afrontar los hechos. Claro está, no era una idiota. No por ello iba a exponerse a los elementos y a los peligros de la ciudad así como así solo por intentar encontrar su camino de vuelta a casa. Sobretodo no después de haber oido las historias sobre la suerte de serpiente alada que habia atacado al grupo que habia salido. Su vida, su trayectoria, merecia algo más que una muerte a manos de una escoria feral de aquella ciudad maldita. No por ello su frustración dejaría de aumentar. Si todo seguia como estaba, de veras tendrían que aposentarse en aquel lugar y esperar poder hibernar, y puede que, esperar hasta la dichosa Luna en sí misma. Aun no entendia el motivo o significado tras de ello, pero desde un principio habia supuesto que seria una suerte de metáfora. El cielo estaba siempre nublado y sin estrellas y dudaba mucho que llegasen a ver nada si es que de verdad fuese un satélite parecido a la Luna de la Tierra.

Los cielos grises
La verdad que se cierne
Mi desagrado

Quizás si que deberia empezar a apuntarlos, así a medida que se le vinieran a la cabeza, pensó. Aunque quizás al fin de cuentas no importase para nada. Ya no hablaba Japonés y le seria imposible sacar provecho a ninguno de los versos que escribiese. Estaba convencida que cualquier haiku que se le viniese en mente sonaria horrible en sino-japonés de todas formas. De ese fatídico momento que bebió de la fuente, ella era, a fin de cuentas, una extranjera en cuanto a su idioma nativo y le dolía en el alma.

Pero de vuelta a su situación personal y biológica-hormonal. No podia describirse como placentera o postiiva. Habia decidio bajarle el periodo el mismo día que regresaron con las cestas y las cabezas intactas, y lo notó en cuanto se levantó, desatando la ira de mil demonios en su vientre seguido por la sensación de hinchazón y calor en las piernas. No tenia ni que mirar debajo de su ropa interior, algo arruinada, para saber la verdad. La experiencia le llevó al baño y a una tediosa labor de limpieza que le impelia a cargar con cubos de agua del pozo al baño cada poco tiempo. La pérdida junto con la falta de alimentos y el agua tan terrible que le irritaba las entrañas, dejaron fuera de la cuestión el haber asistido a la salida. Claro estaba, que no habría accedido de primera mano y optó por pasar el tiempo ocupada intentando no desangrarse en público y mantenerse limpia y cómoda. Aunque aquello conllevase un considerable trabajo.  
Por suerte, los demás volvieron sanos y salvos después de todo, y con comida. Tras altercados menores con los sospechosos habituales, Reina intentó mantener una cierta modestia, socializando con los demás a medida que, ocasionalmente, se disculpaba para ir al baño, siempre con un cubo de agua del pozo y un cambio de ropa interior, algo que procuró esconder de los demás.
Con la comida, sabian que le volvierian las fuerzas y con el estómago lleno de un poco de lo que los demás se habian preparado y algo del arroz que ella misma se estaba preocupado por hacer para acompañar, su mente se centró en el resto de detalles que le molestaban por la situación. Tormentandose internamente porque poco podía hacer en su posición. Se sentía como una cría, una niña pequeña captiva en el torreón. Una sensación que desde bien pequeña habia aprendido a odiar de maner atroz.

De la comida, pasaron a una sorpresa a modo de visita. Internamente deseó que la sorpresa era un envio de alcohol caliente por parte de un generoso monstruo de la ciudad para bajar aquella comida tan escueta y mejorar su humor cambiante. Tras pensarlo algo mejor, si algo le habian enseñado los mitos de su nación era que aceptar regalos y bebida de monstros desconocidos era posiblemente la peor idea que se podía tener. Además de emocional, débil e inutil era además ingenua y estúpida. Se atormentaba a sí misma, internamente, logrando mantener un aura calmada y estoica hacia los demás, prueba de su pulida y exigente educación. No participó en la colorida conversación ya que era incapaz de aportar nada a ello, pero si que escuchó mientras se centraba en comer. Hablaban de magia y, bajo cualquier otra situación, no le habría interesado en absoluto, creyendolo ficticio. Pero ya no se podía fiar de nada, cualquier retazo de información relevante a la ciudad podía serles útil.
La sorpresa era, sin embargo, un chico al otro lado del foso. Si la Endreth evocaba por aquello, seria porque era lo que veia. Claro estaba, Reina sabia que no debia fiarse de los ojos de nadie. En aquella ciudad habia muchas cosas que engañaban la vista y sabia que aun ni habia visto la punta del iceberg. El chico blanco optó por interrogar al chico a través de situarse sobre el muro. Oyendole tan cordialmente, Reina no podía quedarse parada. Si debian tomar una decisión sobre si dejarle entrar o no, habia una pregunta mucho más importante. Por supuesto, no era infalible, pero habia una gran posibilidad de que fuera otro terricola y de así serlo, descartar si era una amenaza o no era mucho más importante que si se trataba del cartero. La irresponsabilidad con la cual el germano estaba actuando le irritaba en demasía.

—¡Oye! ¡Tú...!— le llamó la atención al chico sobre el muro con una mirada severa. — Déjate de hacer preguntas irrelevantes, su vida puede estar en peligro. Contestame: ¿Parece humano o no?—

Tras la afirmativa, Reina se giró hacia el muro y, usando sus manos en forma de altavoz le alzó una pregunta que bien podría solucionar si era humano o monstruo disfrazado con mayor efectividad.
—Chico, contesta a esto correctamente y puedes entrar: ¿Quién es el presidente de los Estados Unidos de América en la actualidad?—
Claro estaba, que el mayor fallo de aquella pregunta recaia en que podria ser una persona muy parecida a un humano pero no uno,o peor aun, podría ser un monstruo lo suficientemente leido como para saber la respuesta. Pero de ser así, poco podrían averiguar de todas formas. Y entre dejarle morir ahí fuera y arriesgarse entonces, preferia arriesgarse.

El principio de la conversación irritó a la griega. Se había ido de abajo para alejarse de todo el asunto, pero dicho “asunto” se estaba convirtiendo en el tema de la conversación. Le parecía muy bien que no fuera la única a quien cayera mal el chico, pero no necesitaban hablar de ello, al menos no ahora y con ella delante. Por suerte no duró, y el tema de la conversación cambió rápido al tema de los nombres.

–Yo me llamo Alyssa –Respondió a ambos –Y sí, también soy de la Tierra –añadió para Luci. Al principio la descolocó un poco el comentario sobre su piel, ya que estaba distraída con todo el tema de antes y respondió sin pensar –Bueno… supongo que no me da mucho el sol... –pero en cuanto respondió Alec se dio cuenta de que lo estaba comentando en contraste con la de su propia especie. –Ah… lo decías por el contraste con la tuya. Perdona, sigo distraída con todo lo que ha pasado. –Se disculpó, algo que probablemente era innecesario, pero mejor hacerlo cuando no hace falta que no hacerlo cuando sí. –Pero si, como ha dicho Alec, para nosotros este color es el natural.

En algún momento le pareció escuchar ruidos procedentes del exterior, pero pensó que era su imaginación, al menos hasta que escuchó los gritos de Kolja. Al principio le molestó oír su voz, teniendo todavía reciente lo de antes. Pero lo que dijo, unido a las voces de otra chica, la que no había salido con ellos, le hizo darse cuenta de que había alguien fuera.
Había visto más gente en la plaza en la que estaba aquella fuente extraña antes de que se desatara el caos. Quizás era otro superviviente de aquello.
Le lanzó una mirada a Alec tras escuchar la pregunta que le habían hecho al de fuera. –¿Un humano? –Dijo. Siendo la pregunta tan específica, como mínimo tenía que parecerse a uno. Luego se levantó y fue a asomarse a una ventana a ver lo que estaba pasando.

-No he dicho que sea rara, solo distinta -se quejó ante el comentario de Alec, aunque le agradeció que dijera que su piel era bonita. -En Daelicia las pieles son todas de gamas de rosa o morado. Donde yo vivo los tonos son más suaves. ¿supongo que vosotros también sois de la parte de las pieles claritas?

Amira también era de la Tierra pero su piel no tenía nada que ver con la de ninguno de los otros terrícolas. Todavía no había tenido la oportunidad de hablar con ella sobre su hogar pero en su cabeza Luci iba colocando a sus compañeros en un lugar geográfico equivalente a los que conocía en su mundo.
Unos berridos interrumpieron la conversación. Venían de fuera y los acompañaban golpes, chapoteos. ¿Qué estaba ocurriendo?

Se asomó a una de las troneras de la planta que daba a la fachada exterior del torreón. Abajo había una persona. Podía apreciar que era bastante corpulenta a pesar de la distancia. Luci temió por un segundo que fuese uno de los monstruos de la ciudad pero, ¿realmente les hacían falta semejantes aspavientos teniendo bañeras y barcos voladores? El grupo de abajo le estaba haciendo preguntas que no tenían sentido. Bajó corriendo para asomarse a alguna ventana más cercana al suelo y así comprobar mejor qué aspecto tenía.

Desde luego parecía humano a simple vista, aunque con esa bufanda y sin tener confirmación del propio interesado no podría decirlo. Sea como fuere tenía pinta de estar pasando un mal rato. La angustia de su voz hacía que se le encogiese el estómago.

-¡Dejémosle entrar! -pidió. -Qué más da si no es humano, no todos somos humanos. Miradlo, está asustado, ¿vamos a dejarle ahí fuera con los monstruos?

Entre las voces, las preguntas y las numerosas cabezas que asomaban del torreón, Adam tuvo una mezcla rara de sentimientos. Sentía alivio tras ver que supieron de su llamado pero cuando le abrumaban con preguntas, no pudo evitar encogerse de pavor, como si de un acto reflejo se tratase para mostrar, inconscientemente, sumisión.

Tartamudeando, respondió a la pregunta de la voz femenina—. Por lo que vi en televisión, creo que... ¿Do-donald Trump?

—No pudo evitar sentirse ridículo al contestar con una voz tan aguda causada por la angustia de pensar cuantas personas se hallan dentro de ese grande y fantasioso torreón. Se dio cuenta de que el chaval que agitaba la mano estaba bromeando con sus preguntas y las evitó contestando a la mujer. Entendía a la perfección todas las dudas e incertidumbres hacia él, era natural que sospechasen ya que en este mundo, aparentemente, todo es posible y una criatura que pudiese engañar con su apariencia sería normal. Armándose de valor, hinchó el pecho con la intención de decir en voz alta:

—¡Me llamo Adam Petrov y soy un ser humano, de Rusia. Me trajeron aquí y necesito ayuda. Llevo un día perdido y no se donde ir. Puedo ayudaros en lo que haga falta pero, por favor...! —Su voz se entrecortó por unos segundos al ver las miradas atentas del torreón no pudiendo evitar esquivarlas mirando hacia abajo. Al hacer el intento de hablar de nuevo se dio cuenta de algo terrible. Adam se maldijo una y otra vez al notar que ningún sonido salia de su boca. Se quedó en blanco debido a los nervios, pero no tan blanco como la piel de su cara debido a su incomodidad de hablar en una voz alta a tantas personas a la vez. Numerosas veces pasaban por su cabeza imaginaciones constantes sobre lo que pensarían aquellas personas sobre él: <<Seguro que pensarán lo imbécil que eres, no pueden percibir otra cosa mas que estupidez de mi parte. Bien hecho Adam>>

El asunto de la magia parecía algo bastante interesante de que hablar, pensó Chromsa al ver las contestaciones a su pregunta. En La Tierra, por lo que había entendido, no existía la magia pero había gente que sí creía en ella tanto en el pasado como en el presente. Además de ello, parecía que en la antigüedad no estaba permitido el "uso de la magia" bajo pena de muerte por una Iglesia. Ésto le extrañó bastante al ochrorio. -Vale que algunas cosas que he escuchado de la Iglesia Terrenal no es que demuestren mucha bondad, pero lo de que se matara a gente por algo tan simple como coger hierbas me parece bastante exagerado.- pensó. Kradko y Lethe le comentaron que en su mundo sí existía la magia, pero solo la controlaron la raza de la chica pájaro hace ya mucho tiempo. Era curioso que solo en algunos mundos existiera la magia y que además pudiera utilizarse. Desde luego era algo que él investigaría.

La conversación se rompió antes de que pudiera responder, ya que varios se acercaron a mirar por una ventana al exterior del torreón diciendo que habían escuchado algo. Chromsa se acercó a la ventana y miró como pudo hacia el portón levadizo. Allí fuera había lo que parecía (al menos lo que consiguió ver bien) una figura de alguien como los otros jóvenes presentes que llevaba una bufanda roja y estaba tirando lo que supuso que eran piedras al portón para llamar la atención. Kolja, que había subido a las murallas le habló preguntando quién era y Reina, que parecía no fiarse del visitante, le dijo que no abriría el puente hasta que contestara algo. Antes le preguntó a Kolja si parecía uno de su especie, a lo cual respondió que sí. Le pareció que no estaba muy convencida de ello, porque si no no tendría mucho sentido que preguntara algo tan concreto como quién era el "presidente" de un sitio.

Luci volvió justo antes de que respondiera y el ochrorio estaba bastante de acuerdo con lo que dijo. Allí solo unos cuantos venían de La Tierra y el resto diferían bastante de como es un terrestre (otros no tanto), pero no por ello eran monstruos. Y ahora que se fijaba un poco mejor, sí que daba la sensación que el individuo de fuera estaba un tanto asustado. Lo que dijo justo después le despejó cualquier duda que le quedaba: el chico, Adam, era humano y necesitaba ayuda. Así que dijo para el grupo: -Si es de La Tierra no podemos dejarlo ahí tirado. Voy a bajar el puente. Abrid la puerta mientras, por favor.- Se dirigió entonces al piso más bajo del torreón para bajar el puente y que el terrestre pudiera pasara.

Kolja acababa de terminar su cuestionario cuando oyó a la asiatica que le preguntaba si él chico era humano, a lo que el contestó gritando que si. Teniendo su respuesta, Reina le hizo sus propias preguntas, intentando asegurarse de que era humano. Kolja notó que el chico se ponia nervioso con tanta gente mirandolo y tantas preguntas planteadas a mogollón. Aun así respondió correctamente a las preguntas de la asiatica, aunque parecia algo indeciso. Kolja no se tomó a mal que le ignorase sus preguntas, estaba acostumbrado a que no le contestasen a sus bromas. Viendo lo nervioso que estaba el chico, Kolja fue a gritarle que no se preocupase, que ahora le dejaban entrar, justo en el momento en el que les dijo quien era y de donde y cuando les pedia ayuda, practicamente atragantandose con sus propias palabras. Kolja no pudo evitar pensar que tenia una voz bastante aguda para un ruso, pero lo dejó de lado mientras volvía a dentro para dejarle entrar. Llegó a oir a Chromsa decir que el se ocupaba de bajar el pozo, por lo que él simplemente espero ante la puerta hasta que estuviese bajado. Cuando escuchó el sonido de la madera chocando con piedra, Kolja abrió la puerta.
-Eh, no te precupes Adam, ven, entrá para que podamos subir el puente de nuevo y para que nos cuentes tu historia mientras comes algo, debes de estar hambriento- animó al chico, que seguía al otro lado del foso. El nuevo no parecia en el estado de agradecer una broma, asi que decidió dejarlo para otro momento, prefieriendo simplemente resultar tranquilizador y acogedor, algo no tan sencillo cuando se es una masa de músculo de casi dos metros. Pero al parecer, o lo consiguió, o el ruso estaba tan desesperado que decidió arriesgarse, cruzando el puente para entrar en el torreón.

Kahlo agradeció encarecidamente el momento en el que Lethe terminó de cocinar. No es que tuviera mucho -ingredientes: pescado, fin- pero le salvaba de dos cosas: del hambre y tener que hablar. A pesar de que el tema era de gran interés, se negó a participar teniendo el enfado que tenía. Por orgullo quería dejar bien constante su molestia, tan solo abriendo la boca para dar las gracias al ave y sonreirle. Además, oveja que bala bocado que pierde; puede que solo fuera pescado de dudosa frescura pasado al fuego, pero con hambre sabía ridículamente bien.

Lo único que logró desenfrascarla de su tarea fueron los gritos y pedradas de fuera. Se levantó agitada, con la misma prisa que los demás. Parte de la energía murió, sin embargo, al descubrir que el muchacho tras el muro era otro humano. Por si no se sintiera suficientemente extranjera ya. Se mantuvo al margen de la situación, esperando con relativa distancia a que abrieran la puerta para dejar pasar al chico. Alzó una ceja con su aspecto, resbalando la mirada a la espalda de Kolja.

—¿Es que todos los hombres de la especie son color leche y gigantes? —preguntó en voz baja para nadie en concreto.

Se fijó en lo abrigado que iba el chico, encontrando un patrón similar a su mundo. Zona fría, piel de muerto. No pudo evitar mirar a Amira, curiosa. ¿Serían menos numerosos los de su piel? Al menos en cuestión de números los granta lo eran. Sacudió la cabeza suavemente para bajar de las nubes, retomando modales.

—No le atosiguéis mucho, debe de estar abrumado —añadió, con tono más alto y claro—. ¿Hay pescado para otro...?

Quería añadir el nombre de la mujer pájaro al final de la frase, pero lo cierto es que no recordaba el nombre del 70% de los ahí presentes. Como mínimo procuró dejar claro por tono y lenguaje corporal que la pregunta iba para ella. Con suerte con el nuevo y las obvias presentaciones se quedaría con los nombres.