Torreón Silente

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

Luci estaba concentrado principalmente en poner un pie delante del otro. Se mantenía lejos de la cabeza del grupo y lejos de la cola, pues tenía miedo tanto de ser el primero en enfrentarse al paisaje como de quedarse rezagado. Aparte de sus pasos también prestaba atención a las tres personas que le habían dirigido la palabra, asegurándose de tener al menos una a su alcance en todo momento. El daeliciano necesitaba nuevos referentes a los que aferrarse.

En cuanto a la fealdad de la ciudad, Luci hacía grandes esfuerzos por ignorarla. La zona por la que avanzaban parecía cada vez más y más ruinosa y los pocos edificios que se tenían en pie eran verdaderas abominaciones. Entre semejante escombrera no tardaron en ver una torre alzarse, claramente nueva y en buenas condiciones pero igualmente horrenda en sus términos estéticos. Por mucho que lo deseara no le quedaba más remedio que aceptar que ese era el posible refugio que había divisado la persona emplumada pues no había ningún otro sitio donde meterse. Se le escapó un gemido lastimero.

La torre (o más bien torreón) era altísima, de piedra gris y salpicada de diminutas ventanitas que auguraban un interior oscuro y frío. El único adorno que tenía era un ¿reloj? Parecía un reloj pero Luci no era capaz de interpretar la hora que marcaba. Tenía un puente sujeto por cadenas sobre un foso. Al acercarse el pelirrosa comprobó con alivio que no había huesos en él aunque olía terriblemente mal. << ¿Es que todo en esa ciudad es desagradable?>> pensó angustiado, cubriéndose la nariz con el cuello del pijama. No sería el primero en entrar, pero tampoco el último, simplemente seguiría al grueso del grupo a pasitos inseguros.

Lethe llegó sin aliento y con el estómago quejándose de que había hecho más esfuerzo del que debía sin haberlo llenado desde hacía más de un día entero. Entró tras Alec y dejó la cesta que cargaba encima de la mesa de la cocina, dirigiéndose a continuación a servirse un vaso de agua para tratar de recuperar parte de las energías. No tenía ganas de hablar en ese momento, por lo que se limitó a fulminar a Kolja con la mirada cuando este llegó a la cocina hablando de lo sucedido como si hubiese sido una excursión a la playa. Fue después, cuando el humano comenzó a explicar lo que pretendía hacer y a reunir los utensilios de cocina para ponerse manos a la obra que la enderth decidió salir de su mutismo.
—Si me disculpáis voy a preparar algo de pescado para Kradko y para mí. No sé vosotros, pero yo no me voy a arriesgar a que se le dé por tomar la decisión de envenenar la comida para que nos volvamos más fuertes o algo parecido —anunció sin mirar al nórdico, dirigiéndose hacia las cestas que contenían pescado—. Si alguien quiere no me importa hacer más. No soy una experta culinaria, pero sé preparar pescado bastante bien. Además siempre como pescado en mi cumpleaños.
En otras circunstancias habría apreciado el ofrecimiento, la disposición y la aparente pericia de Kolja en la cocina, pero para la enderth ya estaba claro que el humano no sería capaz de sumar dos y dos aunque su vida dependiera de ello.

Decir que había llegado sin aliento era quedarse muy corto. Alyssa no estaba precisamente acostumbrada a carreras y para cuando llegaron al torreón prácticamente no era capaz de ver con claridad de la fatiga que llevaba encima.
Entró jadeando y tosiendo por el esfuerzo, y lo primero que hizo fue dejarse caer de cara sobre el primer lugar en el que pudo hacerlo, quedándose boca abajo y sin mover ningún músculo más de lo necesario. A esas alturas creía que lo único que la mantenía consciente era el hambre.
Cuando escuchó cómo el chico rubio narraba la experiencia, especialmente después de la insensatez que ella había tenido que hacer para que no lo mataran, quiso dedicarle una mirada asesina pero no tenía energías para abrir los ojos, mucho menos mirar a alguien.
Luego escuchó lo de preparar comida y arrugó un poco la nariz, al tiempo que sentía de nuevo el vacío de su estómago. Aquello era conflictivo para ella: No le gustaba el estofado, pero tenía hambre, pero no le gustaba el pescado, pero tenía hambre...
En cualquier caso no podía no comer, y si tenía que decidir entre esos dos platos el pescado le resultaba más atractivo que el estofado. Además, tras lo que había pasado, lo que había dicho la mujer pájaro sobre envenenar la comida empezaba a no le parecerle tan descabellado.

–Y-yo… pescado… –Alcanzó a decir débilmente, todavía boca abajo, a la vez que alzaba una mano en dirección al ave intentando llamar su atención. Acto seguido se quedó sin fuerzas y la dejó caer de nuevo. Con un poco de suerte el hambre haría que le supiera bien.

A Luci no le parecía que su visión de la vida fuese especialmente feliz, o al menos no más de lo normal. Se consideraba una persona con los pies en la tierra, pero lo que le contaba la varmana más que realista le parecía deprimente. No conocía a ninguna persona, ni siquiera adultos, que tuviera esa visión de la maternidad. O de la vida.

No hizo ningún comentario más acerca de la conversación aunque sí que tomó nota de lo que le dijo Kahlo sobre no preguntarle a nadie sobre los hijos. Después de pasarle las tijeras no quiso seguir con la tarea. Se encontraba todavía más mareado que antes y sus ánimos estaban por los suelos así que se hizo un ovillo en el sofá y se durmió, arrullado por el ruido de Kahlo trabajando.

Se despertó de golpe y con un fuerte dolor de cabeza. Los demás habían llegado y por los gritos de Alec habían encontrado comida. No le daban las piernas ni el cerebro para reaccionar muy rápido así que dejó que su compañera se ocupase del puente mientras que él recibía al grupo en la puerta. Estaban todos enteros. Cansados, pero enteros. Además traían cestas de comida que no se parecía nada de nada a lo que la voz estridente había descrito. Luci dio palmaditas de emoción y felicitó a todos por su buen trabajo, ofreciéndoles agua fresca o indicándoles que se sentasen a descansar. Pensaba preparar él la comida ya que los demás habían sido los que la habían recogido pero Kolja, el chico altísimo de pelo largo, se le adelantó. El daeliciano frunció el ceño.

-Un estofado tarda demasiado en hacerse, llevamos demasiado sin comer ¡Tengo hambre! -se quejó.

Además era un plato demasiado pesado, después de tanto tiempo con el estómago vacío podría sentarles mal. Luci nunca había pasado escasez pero sí había tenido alguna enfermedad de pequeño que le había vaciado completamente el estómago y cuando pudo volver a comer sólido había tenido que ser de forma progresiva. El pescado del que hablaba Lethe, si lo hacía a la plancha o a la brasa, le parecía una idea más lógica.

-Es mejor tomar algo de fruta antes para abrir el estómago y luego tomar algo ligero.

Sin ningún tipo de vegüenza entró en la cocina y se apropió de la ensalada de fruta que estaba preparando el humano, añadiendo un par de variedades más que tenían buen color y olían especialmente bien. Algo dulce y fresquito para recuperar agua y azúcares les sentaría a todos mejor. Por supuesto probó todas las frutas que pretendía meter en la ensalada. No había ninguna muy muy dulce pero dejó las que más y apartó las más ácidas y amargas. ¿Tendrían algo con lo que endulzarlo? A Luci no le había dado tiempo a mirar en todas las cestas, el hambre le podía. Se comió una pera acuosa entera en tres bocados y casi se atragantó del ansia.

Chromsa avanzó sin mirar atrás y a ritmo constante. Alguno de sus compañeros más rápidos le adelantaron, pero no iba el último.

No tardaron mucho en llegar al torreón y, nada más llegar, escuchó como Alec avisaba de la llegada del grupo para abrir las puertas. A la vez que llegaban los más rezagados, se abrió el portón y pudieron ir entrando todos.

Ya dentro se acercó a una de las sillas, se agachó y dejó con suavidad a Quirra. A pesar del esfuerzo que había tenido que hacer y del tamaño de la lagarta, el ochrorio no estaba muy cansado. -Bueno, al final solo ha quedado en un susto. Ahora ya podemos descansar a gusto.- dijo tanto para Quirra como para el resto para intentar calmar los nervios del grupo.

Iba a ofrecerse como cocinero, pero Kolja y Lethe se le adelantaron planteando dos platos distintos. No le gustó mucho la tensión que había entre ellos terrestre y la pájara, pues si querían sobrevivir en Rocavarancolia iban a tener que funcionar como un equipo. Tal vez se ofreciera a ayudar a ambos en la cocina para intentar que hicieran las paces...

Antes de ir hacia la cocina, se fijó en que Alyssa estaba completamente extenuada. -Supongo que nadie estaba preparado para empezar a correr de repente.- pensó. Se le ocurrió una manera de que recuperara un poco las energías, así que se acercó a las cestas. Tardó un poco pero encontró lo que buscaba. Una de las cestas había algunos frutos secos, conclusión a la que llegó porque reconocía algunos de ellos. Cogió un puñado sin excederse y se acercó a la terrestre diciendo con amabilidad (y cierta timidez): -Eh... Oye, no se si en tu mundo existirán, pero esto recobra bastante las fuerzas cuando se está cansado. Espero que te sirvan hasta que la comida esté lista.-

Una vez hecho esto, se dirigió hacia la cocina. Allí estaban Kolja y Lethe la comida y también estaba Luci preparando algo con frutas. Esto le recordó un detalle muy importante y le dijo: -Luci, ¿podrías dejar las semillas apartadas de esas frutas? Creo que podrían venir bien para el huerto. Así tendríamos más comida.- Tras esto dijo para los tres: -¿Hace falta echar una mano por aquí? Tengo algunas nociones, así que en principio no tengo problemas con la cocina a no ser que sean cosas especiales de vuestros mundos.-

Chromsa se quedaría allí para ayudar a uno o incluso a los tres hasta que la comida estuviera preparada.

Kradko estaba en casa… o lo que fuera aquel lugar en el que durmió la última noche. Pero bueno, el caso es que no solo se sentía a salvo: tenía comida. Solo le faltaba metérsela en el buche y sería más feliz que una perdiz. Habituada en parte a situaciones como esa, el mal trago que pasó en el exterior ya casi se le había hasta olvidado.

Mientras oía cómo el resto hablaba sobre qué preparar —y expresaba su evidente preferencia por el pescado—, se acercó a una de los simios. «Alyx… Alyssa, ¿no? Sí, era Alyssa», se recordó a sí misma. No creía que permanecer boca abajo en el suelo fuera una señal de encontrarse en un buen estado físico y mental. De hecho, la última vez que vio un clinger así, este estaba fiambre. Un desgraciado evento con un grayxon, le dijeron. Por suerte, no parecía haber grayxons por esa ciudad. Nunca había visto ninguno, pero un compañero del cole le dijo que su padre conocía a un cazador que le dijo que median tres metros de largo y tenían garras como garfios y colmillos muchísimo más grandes. Y escupían ácido y podían respirar bajo el agua. Es posible que su alocada memoria hubiera añadido un par de características de más por eso.

Pero volviendo a lo que nos concierne, la pequeña Kradko se acercó a la humana, quien absoluta y definitivamente no parecía tener pinta de estar bien. Cuando llegó a su lado le dio unos breves toques en su brazo con la punta del dedo.

—¿Estás bien?

Observó al mamífero que definitivamente no era un simio. «Chrome… Kronsa… ¡Chromsa!». Chromsa se acercó a Alyssa y le ofrecía algo de comer. Aquello le resultaba familiar, sí… Aunque no fueran igual que los de su mundo, se trataba claramente de alguna clase de frutos secos.

—¡Eh, yo sé lo que es esto! Está muy rico.

Agarró unos pocos de los que ofrecía el ochrorio y se los metió en la boca, hambrienta. De poder, estaría derramando lágrimas de felicidad.

Amira llegó al torreón y esperó a que bajaran el puente recuperando el aliento. No habría sido una carrera especialmente agotadora en otras circunstancias, pero el ir cargada con la cesta y el arma, sumado al hambre, había supuesto un esfuerzo con el que no había contado, y tardó unos minutos en recuperarse plenamente. Dejó la cesta junto al resto y se sentó a descansar siguiendo las sugerencias de Luci. No le habría molestado cocinar ella, pero ya había bastante gente en la cocina y podría plantearlo hacerlo a la noche, u otro día. No es que fuera muy buena cocinera, pero sabía hacer alguna cosa y lo justo era que se turnasen.

—Yo prefiero pescado…es más ligero que un estofado, y tampoco me apetece esperar tanto a comer —la mera mención de la comida hizo que las tripas le rugieran. Llevaba demasiadas horas sin probar bocado — En mi cumpleaños siempre hay tarta de chocolate. Es mi favorita… —sonrió levemente. Echaría mucho de menos el dulce allí, pero se conformaba con no morir de inanición por el momento — ¿En tu mundo hacéis algo más por vuestros cumpleaños, Lethe? —preguntó con genuina curiosidad. Además, era mejor hablar de eso que de cómo casi les atacaba una serpiente emplumada gigante.

La chica humana —¿había mencionado su nombre? No conseguía acordarse— no tenía muy buen aspecto después de la carrera, y Chromsa le ofreció unos frutos secos que tenían un aspecto delicioso. Aunque a decir verdad, en aquellos momentos a Amira le hubieran parecido deliciosas hasta una coles de Bruselas. Tenía demasiado hambre.

Alec no pudo resistir el impulso de poner los ojos en blanco por las intenciones de Kolja de hacer un estofado. Con un suspiro cogió un vaso de agua que le ofrecía Luci y bebió hasta terminarlo. Luego entró a la cocina rebuscó en una de las cestas hasta dar con el queso que ya había visto.

Lo sentía mucho por las habilidades culinarias del resto, pero tenía hambre y no pensaba esperar. El queso era nutritivo y estaba bueno. También partió un trozo de pan, puso una generosa loncha de queso dentro y se sentó en el sofá.

-Cumpleaños ¿eh? El mío fue hace... dos días creo. Mi tradición es tomar una copa con un amigo y comer con mi familia - dio un bocado al bocadillo saboreando el queso que le recordó al de cabra.- Cumplí dieciocho años, ¿qué edad tenéis vosotros?

Kolja no era una persona a la que le diese miedo confrontar a la gente, por lo que cuando la pájaro le acusó de ser capaz de envenenar el estofado no se corto en responderle.
-Oye Lethe, ¿Tienes algún problema conmigo? Por que que yo sepa no te he hecho nada malo, a parte de la diferencia de opiniones de camino aqui el primer dia, y tampoco me parece que eso sea para guardarme rencor de ningún tipo.- le dijo, dejando de cortar la fruta para encararla.
Apenas habia dejado el cuchillo, el niño colorido, ¿Lucian? No, Lucy, eso es, aprovechó para agenciarselo y continuar con la tarea. El chico empezó a meterle frutas desconocidas, y a probarlas antes, cosa que no le parecio tampoco demasiado inteligente, sin saber de su procedencia, aunque siendo sinceros ese seria tambien un clasico movimiento impulsivo que el mismo podria haber hecho, sin darse cuenta de el peligro. Es más, ya era impulsivo hacer una macedonia para todos, sin tener en cuenta que las frutas de la Tierra podrian ser dañinas para gente de otros mundos, pero claro, ni se le habia pasado por la cabeza.
-Lucy, no se si deberias andar comiendo todas esas frutas sin saber de donde vienen, a no ser que sean de tu mundo claro, podria ser que alguna te siente mal, y como estas probando tantas no sabrías cual de ellas te ha puesto enfermo- le comentó un poco como quien no quiere la cosa. Sabia por experiencia que era mejor dejar a los niños, sobretodo a los prepuber, cierto margen para que creyeran que era su decisión, en vez de ordenarles algo, lo cual solia ser contraproducente.
-Yo tengo 19- contestó vagamente a la pregunta general de Alec, devolviendo su atención al estofado.

La enderth tomaba nota mental de cada persona que aceptaba su oferta mientras seguía limpiando el primer pescado. Estaba cogiendo las especies que le eran familiares, aunque algunas eran extrañas y le hacía dudar de si estaba identificándolas correctamente. Probablemente no procediesen de Dryfus, pero si aquellos iban a ser sus suministros no le quedaba otra que confiar en que eran comestibles de todas formas. Era eso o morir de inanición, y a menos que contuviesen algún tipo de toxina dolorosa se le antojaba peor la segunda opción. Centrada en su tarea tan solo prestó atención tangencialmente a lo que se desarrollaba a su alrededor, por ello solo reaccionó cuando se le confrontó directamente. Amira fue la primera en hacerlo.
—No, ¿vosotros sí? —inquirió con curiosidad ante su pregunta—. Pero tal vez podamos intercambiar recetas. No sé lo que es una tarta de chocolate, pero si se trata de tu favorita por algo será. —Alec intervino también en la misma conversación y Lethe le respondió a él—. Hace diecisiete años exactos que comenzó a romperse mi cascarón.

A pesar de que Kolja tenía un tamaño de cuerpo similar al de Alec le sorprendió saber que era mayor que ellos dos. O quizás no tanto. Probablemente de donde no había no se podía sacar, ni siquiera con la sabiduría que solía ofrecer la edad y la experiencia. No hizo ningún comentario al respecto, pero se vio obligada de todos modos a confrontarle directamente ya que el humano parecía empeñado en demostrar que no sabía sumar dos y dos. Cuando terminó de hablar volvió a desviar la mirada hacia su pescado y durante unos instantes parecía que no iba a responder.
—¿Por dónde empiezo? —preguntó retóricamente en tono ligeramente sarcástico—. Primero me dices no sé qué de la unión hace la fuerza mientras estamos corriendo por nuestras vidas, huyendo de un reptil gigante. A continuación tomas la decisión de permanecer toda la noche en el exterior, en un lugar claramente hostil y pudiendo refugiarte entre las paredes de una construcción sólida. A la mañana siguiente, porque la suerte quiso que siguieras vivo llegas dándotelas de líder, pretendiendo que hagamos caso de las decisiones que toma alguien que ha hecho lo anteriormente mencionado… —hizo una pausa para cambiar de pescado—. Y, resumiendo, pretendías que una pescadora y un… un mamífero sin sentido común en la cabeza –ese eres tú, por cierto- —la enderth vio necesaria la aclaración, por si los meros—, se enfrenten sin motivo alguno a una serpiente voladora en la distancia, cuando en ese momento todos deberíamos habernos encontrado ya a varios metros y corriendo en dirección contraria. Por no hablar de que por algún motivo Alyssa y Amira se arriesgaron a permanecer allí más de la cuenta solo para obligarte a hacer lo que cualquier criatura, ave, reptil o mamífero, con un poco de cerebro en su cocorota haría en esas circunstancias. ¿Así lo entiendes o debería repetirlo más despacio? Puedo tener paciencia si es para obtener un resultado positivo. —Parecía que eso era todo, pero antes de que nadie más pudiese abrir la boca Lethe volvió a hablar una última vez—. Ah, por cierto, ya que al parecer lo que vas a preparar conlleva un innecesario tiempo extenso y el personal tiene hambre puedo preparar pescado también para ti si lo quieres.

Kahlo procuró no hacer mucho ruido en cuanto se percató de que el daeliciano había caido dormido. Verle le recordó todo el sueño que tenía acumulado, e inevitablemente sintió los párpados más pesados desde entonces. En cuanto terminó de remendar su falda se le cerraron los ojos, cayendo pronto en un sueño ligero en la misma postura en la que había quedado sentada.
Los gritos desde fuera del resto interrumpieron su descanso, mas no tuvo tiempo de malhumorarse por el corte de sueño gracias al susto, el alivio y la fuerza del hambre. Bajó el puente todo lo rápido que sus energías le permitieron y les recibió en silencio, con ansia y curiosidad a la par danzando en su mirada. Si soltó un "bienvenidos" estaba más dirigido a las cestas y la comida de dentro que a sus compañeros.

Y gracias a los santos, lo que había en ellas no eran los horrores cantados, sino alimento normal: frutas, tarros de distintos condimentos, bollos, carnes... algunos comenzaron a picar, y el gusanillo de su estómago pareció convertirse en toda una serpiente. Kahlo se frotó los anillos con nerviosismo, tentada en imitarlos, con el reparo de verse grotesca si se llenaba la boca de golpe por puro hambre. Ya había demasiada gente en torno a la comida, pero verles comer solo hacía que se sintiera desfallecer un poco más. Buscó con la mirada algo familiar y que cumpliese el consejo de Luci, delizándose finalmente entre la gente para coger lo que parecía un mango. La textura le llenó la boca, y por poco puso los ojos en blanco en cuanto el dulzor le inundó las papilas. Sintió todo el recorrido hacia su estómago vacío, y se forzó a comer despacio para no atragantarse como el de piel rosa. Ni siquiera la había lavado, pero le daba igual.

—A mi también me gustaría pescado. Gracias. —respondió en lo que hubo masticado, tapándose la boca por educación. Ni siquiera quiso participar en el tema del cumpleaños: le urgía más llenarse la tripa.

Por mucho que su principal interés estuviera en alimentarse, la varmana no había pasado por alto el visible cansancio de algunos, ni tampoco la puya del ave hacia Kolja con algo sobre envenenar alimentos. Estaba a punto de preguntar por como había ido -en general- para tantear el ambiente, pero la discusión irrumpió antes de que pudiera hacerlo.

La pelirroja se limitó a terminarse la fruta, sus ojos saltando de Kolja a Lethe según se respondían. Dejó de masticar cuando la pájara soltó todo lo que opinaba, dejando a la granta quieta y asombrada por igual. De no haber tenido la fruta tapándole medio rostro, su expresión boquiabierta habría sido más cantosa. Ayer mismo Lethe no le había caído en gracia y sentía más empatía hacia el rubio gigante, pero tras aquella soltura de cuchillos verbales y su elegante dominio del sarcasmo tuvo ganas hasta de aplaudir. Desde luego no era algo que esperase de ese ser medio ave, y sin embargo era otra cosa la que le había dejado más parada.

—Un segundo. ¿Qué es eso de una serpiente voladora? —alzó la voz, con un claro deje de nerviosismo en ella—. ¿Qué es lo que ha pasado ahí fuera exactamente?

Un par de golpecitos la sacaron de su trance mental, y además hicieron que la chica pegara un brinco al ver quién había sido el que se los había dado.
No tenía nada en contra del insecto gigante, pero el hecho de que fuera… bueno, exactamente eso, era algo a lo que no había terminado de acostumbrarse aún. Además, el pobre solo quería saber si estaba bien.

–L-lo estaré… –Le respondió al clinger en cuanto fue capaz. Al parecer su excesiva falta de energías había atraído la atención de varios, algo que no le hacía mucha gracia y la hacía sentirse incómoda, pero cualquier pensamiento relacionado con aquello se desvaneció cuando se dio cuenta de que alguien le estaba ofreciendo comida.

Giró lentamente la cabeza hacia el chico nutria. Luego, de nuevo lentamente, hacia los frutos secos que le ofrecían.
Ni se le ocurrió pensar que pudiera haber algunos de otros mundos, cogió todos con rapidez, al menos todos los que no le quitó el bicho, y se los llevó a la boca, engullendo tan rápido como podía y atragantándose en el proceso.

Tras pasar un rato tosiendo por su imprudencia consiguió soltar un débil “Gracias” al chico. Luego pudo darse cuenta de que el ambiente se había tensado un poco, concretamente entre el chico rubio y la mujer pájaro.
“Tengo que aprenderme los nombres de la gente”
En cualquier caso, y aunque probablemente la chica ave tendría razón, Alyssa esperaba que la cosa no escalara. Acababan de huir de una serpiente gigante y, aunque había comido algo, seguía exhausta y hambrienta. Estaría bien que no hubiera más problemas para variar.

En cuanto Chromsa se lo pidió Luci corrió a buscar un vaso en el que ir echando las semillas. Se le había olvidado que tenían un huerto (y gente que sabía cuidarlo) y le ilusionó la idea de hacer crecer su propia comida. ¿Tal vez el ochrorio y Alec podrían enseñarle? La jardinería era un arte que no había dado en la escuela.

Las palabras de Kolja ya no le hicieron tanta gracia. Miró al humano como si le hubiese hablado en roma mala, sin entender por qué una fruta iba a sentarle mal por ser de otro mundo. Él sabía lo que podía sentarle mal, por el olor, la acidez, la textura, conocía bien su estómago y su sentido del gusto, y si algo le sentaba mal tampoco se acababa el mundo. Optó por ignorarle con educación y seguir a lo suyo. Dejó su macedonia en una fuente para que se sirviera quien quisiera y se apartó en un cuenco más pequeño para acercarse a las conversaciones. ¿Estaban hablando de cumpleaños?

-El novio de mamá siempre me hace una super tarta preciosa. Hace figuritas de azucar para decorarla. La última vez me hizo unos pajaritos pequeñitos rosados preciosos -Hablar de la comida de su casa le provocó un pinchazo en el pecho. Nada de lo que había en las cestas le parecería apetecible si no fuera por el hambre que tenía. -Ah, y tengo trece años.

Todos eran muy mayores. Iba a hacer caso a Kahlo y no preguntar a nadie por los hijos pero la verdad es que le tentaba.

De pronto Kolja y Lethe empezaron a discutir. Los conflictos no le hacían nada de gracia, ni un poquito. Ninguno de los dos alzó la voz pero la forma tan directa y seca que tenían de hablar (especialmente Lethe) le hacían sentirse incómodo. Se mantuvo al margen, sentado cerca de Alyssa y mirando fijamente su cuenco de fruta. Hasta que mencionaron algo de una serpiente gigante y levantó la cabeza de golpe para mirarlos a todos con ojos como platos.

-¿¿Os ha atacado una serpiente voladora??

Kolja escuchó lo que le decia Lethe mientras seguia revisando el estofado, esperando a que se le terminase la rabieta para poder explicarle su propio punto de vista y sus motivos sin que le interrumpiese con nuevos comentarios. Cuando la pajaro termino, Kolja se dispuso a dar sus ecplicaciones, algunas por segunda vez.
-Mira, primero, lo de la union hace la fuerza ya te explique porque te lo dije, lo mencione por que en vez de esperar al grupo, seguiste por tu cuenta, cosa que acepté puesto que me imagine que era cosa de tu mundo. Lo segundo, yo no decidi dormir fuera, yo decidi montar guardia fuera y por dos razones. Una, era posible que hubiese mas gente del grupo de la fuente que se hubiese perdido y que casualmente pasase por aqui, y me parecia que en ese caso, estaria bien no dejarlos fuera donde podria haberle pasado cualquier cosa. Y la segunda, decidi mintar guardia porque estamos en un lugar desconocido, en un mundo desconocido y para colmo del asunto, ya habiamos estado en peligro de muerte sin haber llegado a las 3 horas desde que nos despertamos, asi que me parecia inteligente que alguien pudiese dar la voz de alarma en caso de peligro.
Tercero, yo nunca he pretendido ser lider de nada, es mas, no quiero ser lider de nada ni de nadie, simplemente propuse una idea para poder asegurar a nuestros miembros mas deviles e inexpertos. Sabe Thor que no se me ocurriria asumir la responsabilidad de ser lider.
Cuarto, no eres la primera ni seras la ultima persona que me tiene por estupido, no me molesta en absoluto, al final todos se dan cuenta de lo contrario. Pero eso no te lo vas a creer hasta que lo veas por ti misma, asi que voy a dejarlo ahi.
Quinto, habia un muy buen motivo para quedarme alli ante la serpiente. El de proteger al resto, incluso si eso supone un peligro para mi persona. Yo he sido entrenado en el arte de la batalla desde que tu no sabias ni como utilizar una caña, pescadora, y eso es algo que desde luego no voy a permitir que pongas en entredicho.
Sexto, si Alyssa y Amira decidieron no dejarme atras, fue su decisión, como fue la mia cubriros mientras volviais aqui con la comida. Yo no he pedido a nadie que cuide de mi, y vive Odin, si decidí salir de alli fue para no ponerlas en peligro, ya que esa ni es ni ha sido nunca mi intención, sino justo lo contrario.
Y respecto al pescado, no voy a necesitar que me hagas ninguno, me comere alguna fruta mientras espero a que esto este listo, no quiero perder el apetito para cuando este terminado.
Ahora, si tienes algo mas que decir, te escucho, pero te aviso que no va a ser facil que considere nada de lo que he hecho hasta ahora como un error, a parte quizas de juzgar a todos con el mismo mazo, siendo de mundos probablemente completamemte diferentes.
Habiendo llegado al final de su respuesta, Kolja se fijó en que Luci lo habia ignorado deliberadamente, pero como no hizo ninguna señal de que su comentario habia sido ofensivo para el, se lo dejo pasar, mejor no empezar con mal pie con mas gente de la necesaria.

Lethe tuvo claro dos cosas en cuanto que Kolja comenzó a “explicarse”: que no valía la pena perder el tiempo explicándole  por qué todo lo que había dicho no tenía sentido y que el humano por algún motivo no había desarrollado el sentido de la auto conservación. No parecía ser capaz de discernir cuáles eran las mejores decisiones a tomar en según qué circunstancias no por desconocimiento si no porque de verdad creía que eran las correctas. La enderth suspiró mientras seguía limpiando pescados y se encogió de hombros cuando rechazó su ofrecimiento de preparar para él. No pudo evitar echarse a reír, no obstante, cuando mencionó el supuesto entrenamiento que había recibido mucho antes de que ella aprendiese a pescar.
—Creía que tenías diecinueve años y no treinta y nueve. Y yo no he puesto en entredicho que sepas o no luchar, guerrero de poderosa fuerza —se burló sin variar demasiado el tono—. Es lo que hay en el interior de tu cráneo lo que se está poniendo en duda aquí. Te lo voy a advertir desde este mismo momento: vas a morir si continúas con esa actitud que tú crees “por el bien ajeno”. No importa cuánto entrenamiento tengas si jamás te has enfrentado a un peligro real, y es obvio que no lo has hecho. Es cierto que Alyssa y Amira actuaron por su cuenta, pero para jactarte tanto de proteger a los demás tus decisiones han provocado que sean los demás quiénes te protegen a ti. Puedes continuar con tus fantasías y no me cabe duda de que lo harás, pero estarías en el interior del estómago de esa serpiente si no llega a ser por ellas, al menos  muestra un poco de agradecimiento. Yo seguiré advirtiendo de los peligros, pues no quiero que nadie muera por un descuido, pero desde luego no pienso tirar de ti como lo han hecho ellas.

Otro pescado terminado de limpiar. Probablemente con un par más habría suficiente para todos, ya que Kolja lo había rechazado. Solo después de finalizar de dirigirse al humano fue cuando se giró hacia Kahlo y Luci, que preguntaban por lo ocurrido fuera. Quería adelantarse en explicar lo sucedido antes de que al humano se le diese por contar cómo había ocurrido en su cabeza.
—Las provisiones se encontraban en un lugar lleno de pozos. De hecho la pequeña depredadora —hizo un gesto hacia Qirra— tuvo que rescatar un par de estas cestas del interior de uno de esos pozos o no habríamos vuelto ni con la mitad de comida. Cuando ya nos íbamos, una serpiente con alas comenzó a emerger de otra fosa. A nuestro guerrero poderoso solo se le ocurrió que quedarse allí, sabe el universo por qué, para “proteger la retaguardia” era mejor idea que simplemente huir, pretendiendo además que yo también cometiese suicidio imitándole. Amira y Alyssa arrastraron a Kolja fuera de allí y, como podéis ver, hemos vuelto todos con vida y nuestros miembros intactos.
Otro encogimiento de hombros y volvió a su tarea.

Alec comió sin perder detalle de la conversación entre los demás. No se le escapó el detalle dicho por Lethe cosa que le hizo alzar la cabeza. La conversación empezó a subir de tono ligeramente y el escocés creyó oportuno intervenir antes de que fuera a más.

-Lethe tiene razón, Kolja - dijo terminando el bocadillo de queso.- Esa serpiente era peligrosa, no sabemos cuanto y espero que nunca lleguemos a comprobarlo. No necesitábamos que nadie se quedase a protegernos, así que si quieres suicidarte no nos uses como excusa - clavó su mirada en el vikingo.- Ya puestos voy a intentar meterte entre ceja y ceja por qué era peligrosa, y como fan de la mitología, la vikinga al menos, espero que lo entiendas.

-En este mundo hay magia, magia de verdad. No como la de los libros o las películas - continuó con cierto deje de admiración en la voz.- En nuestro mundo la única serpiente con plumas de la que he oído hablar pertenecía a la mitología... y era un puto Dios. Así que esa serpiente o bien era mágica o fruto de la magia, si era mágica no teníamos nada que hacer. Si era fruto de la magia no quiero conocer a su dueño.

Alec se levantó entonces del sofá y ayudó a Luci a repartir la macedonia en algunos cuencos.

-Por cierto Lethe... ¿Es tu cumpleaños entonces? - preguntó ofreciéndole uno de los cuencos a ella.

Su idea era ayudar a hacer el almuerzo, aunque Chromsa se dio cuenta bastante rápido de que no hacía falta. Luci estaba concentrado con la fruta y le iba bastante bien y la habilidad de Kolja y Lethe para discutir y cocinar a la vez le dejó perplejo, además de que prefería no meterse en aquella contienda verbal. Como quería seguir ayudando decidió ir poniendo la mesa, así que abrió algunos cajones y fue colocando cubiertos en la mesa del salón. Antes de ponerse a ello se dirigió a los cocineros y dijo: -Bueno, yo querría probar los dos platos si no molesta. Para compensar podéis hacer que mi parte de cada cosa sea más pequeña.-

Mientras colocaba cubiertos y vasos iba siguiendo las conversaciones que se estaban dando aportando su parte: -En mi mundo sí hay magia, aunque la mayoría no sabe usarla. Uno de mis hermanos mayores sabía algún truco y tenía un cristal que indicaba que sabía magia, pero nunca nos contó mucho sobre ello. Secretos de la Iglesia, supongo. Eso sí, te puedo asegurar que no hay animales mágicos en Ochroria.- y añadió bastante mucho más bajo (tal vez intentando que nadie escuchara su postura en cuanto a lo que había pasado): -Entiendo a Kolja. Cuando se encaró lo hacía para protegernos, se preocupaba por el grupo. No era la mejor de las decisiones cuando solo hemos pasado un día aquí, pero tampoco creo que haga falta recriminárselo tanto.-

Para cambiar de tema dijo efusivamente: -Espera, ¿es tu cumpleaños, Lethe? ¡Felicidades entonces! Podríamos intentar hacer un pastel para la cena para celebrarlo, si te apetece.-

Su intento por dejar el tema del ataque y el momento suicida de Kolja no habían parecido tener mucho efecto, porque la conversación estalló enseguida, y la francesa suspiró cerrando los ojos. Escuchó a Lethe y a Kolja en completo silencio, mirándose las uñas con algo de nerviosismo. No le gustaba tener que estar presente en la discusión que mantenían, y menos aún cuando acababa de conocerlos hace un día.  Mantuvo la vista baja, mordiéndose el labio. No tenía ganas de entrometerse, pero le estaba costando callarse lo que pensaba y solo lo hizo porque el escocés y la pájaro ya le habían dicho suficiente a Kolja. Ya era cuestión de que él aceptase las críticas y se las tomase en serio.

—Nos dejó en paz en cuanto nos fuimos, de todas formas. —añadió a los comentarios del resto sobre la serpiente—. A lo mejor simplemente era su territorio y no le gustó que nos acercáramos. Aunque si dejan la comida ahí siempre será imposible no volver a acercarnos…
Se miró las uñas con nerviosismo, esperando que la conversación terminase, aunque por suerte para ella Alec y Chromsa volvieron al tema de los cumpleaños.

—Yo cumplí 19 en junio. Y felicidades, Lethe. No sé que hacéis en tu mundo en estas fechas, pero si quieres que hagamos algo puedes pedirlo —sonrió. La verdad es que podía ser una situación extraña para montar una fiesta (al fin y al cabo, acababan de atacarlos y seguían estando en un lugar desconocido),  pero necesitaban distraerse, y que fuera el cumpleaños de Lethe les daba la excusa perfecta.